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4.corazon Con Karma. Xaviera Taylor

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CORAZÓN CON KARMA

SAGA CORAZONES - 4

XAVIERA TAYLOR

XAVIERA TAYLOR

Corazón con karma

SAGA CORAZONES 4

SAFECREATIVE

Código: 1202201111021

Fecha 20-feb-2012

© Xaviera Taylor

Todos los derechos reservados

Khabox editorial

CODIGO: KE-007-0024

© Diseño de portada , Fabián Vázquez

© Edicion: Khabox editorial

Primera Edición, Febrero 2015

ISBN-13: 978-1508444442

ISBN-10: 1508444447
Capítulo 1

Hace cuatro años…

Christian Brahm respiró profundo tratando de calmar sus celos.

Estaba en el cumpleaños de uno de los primos de su novio Alex, quien tenía


una familia numerosa, y en la cual todos sus integrantes lo habían recibido
muy bien.

Aquellas reuniones familiares le encantaban, pero a veces lo agotaban. Sobre


todo en momentos como aquellos en que lo único que quería era acurrucarse
con él y tratar de olvidarse de todas sus dudas y miedos.

Estaba tratando infructuosamente de prestar atención a la conversación de


uno de los primos de Alex mientras con su vista no se perdía detalle de su
novio. Alex sonreía mucho en esos momentos, pero no le extrañaba, siempre
lo hacía cuando estaba con su mejor amigo, es más, brillaba cada vez que
estaba con Dani.

Por él habría corrido al lado de Alex y lo hubiera alejado de Dani sin pensarlo
dos veces, pero no quería actuar como un enfermo celópata, lo último que
quería era perder a Alex por sus celos.

Siempre había sido celoso y no ayudaba que Alex estaba constantemente en


contacto con su mejor amigo, hablaban muy seguido, a veces por horas. Ni
que decir cuando Dani se enfermaba, cosa que últimamente sucedía seguido,
Alex dejaba todo de lado para correr a su lado.

No podía evitarlo pero se sentía desplazado, sentía que no podía entrar en el


círculo que formaban Alex y Dani.

Miró el apuesto rostro de Alex y le dieron ganas de suspirar. Estaba loco por
él, nunca se había enamorado antes y ahora estaba aterrado. Porque aunque
fueran pareja y vivieran juntos, no podía tapar el sol con un dedo, con el dolor
de su corazón había admitido para si mismo la verdad, Alex no lo amaba.

Y mirándolo con su mejor amigo solo se confirmaban sus sospechas. Alex


estaba enamorado de Dani.

No se había dado cuenta hasta que unas semanas atrás había escuchado sin
querer una conversación del primo favorito de Alex, Gino, con otro de sus
primos. No recordaba la conversación, pero sí una frase que había dicho Gino:
“Christian tiene más chance de durar con Alex que cualquier otro, ¿no te has
fijado cuan parecido es a Dani?”

Por más que trataba de buscar el parecido entre Dani y él, no lo encontraba.
Lo único similar entre ambos era la tez clara y el color castaño claro de su
pelo. Dani apenas medía un metro setenta y dos y él uno setenta y seis, y
aunque ambos eran delgados, la delgadez de Dani era por su enfermedad, no
natural como la suya. Sus ojos además eran oscuros a diferencia de los Dani
que eran grises.

Aquella conversación escuchada furtivamente le había dolido, también lo


había dejado pensando y sacando conclusiones. Desde ese momento sus
inseguridades habían comenzado a incrementarse. Siempre preguntándose si
Alex solo estaba con él porque era parecido a Dani, que solo se conformaba
con él porque no podía tener a Dani.

No quería pensar que era solo un premio de consolación para Alex y que en
cualquier momento se iba a cansar de él o lo que era peor, en qué momento
Dani saldría del closet y le quitaría a su novio.

Porque a pesar de que Dani seguía asegurando que era heterosexual, él


estaba seguro que era gay, bastaba con mirarlo para darse cuenta que él
también estaba enamorado de Alex.

Tras varios meses de vivir juntos, la situación ya se había vuelto insoportable.


Las peleas que estaban teniendo eran cada vez más seguidas y siempre por la
misma razón: Dani.

Vio a Alex ir a saludar a una prima que acababa de llegar, mientras Dani
silenciosamente se dirigía al patio. Aprovechó la oportunidad de hablar a
solas con Dani y disculpándose con el primo de Alex siguió a Dani hasta el
patio. El exterior estaba desolado, era invierno y no había nadie en el patio
helándose aparte de ellos dos.

—¿Dani? —Llamó cuando no lo vio por ninguna parte.

—¿Christian? —Preguntó Dani sorprendido.

Estaba sentado en una silla en la oscuridad, no podía verlo, pero su voz no


sonaba muy bien.

—¿Estás bien? —Preguntó preocupado.

—Si… —Dijo con un suspiro.

La verdad era que no se veía bien, la salud de Dani nunca había sido buena,
pero últimamente los episodios eran cada vez más seguidos. Y en esos
momentos al acercarse notó que estaba pálido.

—¿Quieres que llame a Alex?

—No. —Le dijo negando con la cabeza.— Solo tengo una taquicardia, pero si
Alex lo sabe va a querer llevarme al hospital.

—¿No sería lo mejor?

—No, si fuera serio el aparato me daría un choque. Es algo que me pasa


siempre.

Suspiró aliviado y sintió lástima por él. Dani tenía un problema cardiaco
bastante severo, tan severo que tenía un aparato implantado para controlar
sus taquicardias. No quiso ni pensar cuan serio podría volverse más adelante
su problema.

—Dani, quería hablar contigo, pero si te sientes mal…

—Estoy bien, ya pasó… —Le dijo mirándolo serio.— ¿De qué quieres hablar?

—Es sobre Alex… Bueno sobre Alex y sobre ti.

—¿Sobre mi? —Preguntó extrañado.

—Sí, no sé como plantearlo para que no suena tan pesado.

—¿Hice algo que te ofendiera?

—No, no es eso. —Suspiró y prefirió ir directo al grano.— La verdad es que


me molesta un poco tu relación con Alex.

Dani lo miró sorprendido antes de contestar.

—Alex y yo solo somos amigos…

—Lo sé, no te estoy acusando de nada Dani. Pero a veces pareciera… —Se
mordió los labios para no dejar salir a borbotones sus celos.— Últimamente
hemos tenido muchos problemas y discusiones por tu culpa.

—¿Por mi?

—Sí, ustedes dos son demasiado cercanos. Y eso me está volviendo loco.

— Pero… Pero yo no… No lo somos más de lo normal.

—Dani, no es normal que se hablen tan seguido. ¡Habla más contigo que
conmigo! —Dijo tratando de no enfadarse.— Hace unos días perdimos la
reserva en un restaurante porque llamaste a Alex poco antes de salir y
estuvieron conversando cuarenta y cinco minutos. Y no es poco habitual, más
de una vez hemos llegado tarde al cine o a conciertos por la misma razón.

Dani se puso colorado y sacudió su cabeza.

—Lo siento… lo siento tanto… no sabía…


—No es solo tu culpa, Alex no es capaz de decirte que tenemos planes y
colgarte. Y terminamos peleando por aquello.

—Jamás quise causarles problemas Chris. —Le dijo muy preocupado.

Sabía que Dani era sincero, lo conocía lo suficiente para saber que era una
muy buena persona.

—Lo sé Dani. Por eso quise hablar contigo, si le digo a Alex vamos a terminar
peleando y va a pensar que no me agradas, y no es así, de verdad te aprecio
pero necesito que te alejes un poco.

—¿Alejarme? —Preguntó Dani preocupado.

—No quiero nada radical, solo que lo llames una vez a la semana en vez de
tres veces al día.

—Oh. —Respiró aliviado Dani.— Pensé que me ibas a pedir que no volviera a
verlo.

Honestamente, eso le habría encantado. Pero sabía que era imposible. El día
que le diera a elegir a Alex entre Dani y él, sabía perfectamente a quien
elegiría su novio. Y no sería a él.

—Alex te quiere, jamás podría hacerle eso, ni a él ni a ti.

—Gracias. —Lo miró con sus preciosos ojos grises brillando.— No me había
dado cuenta cuanto te afectaba mi amistad con Alex. Él siempre ha sido mi
mejor amigo y comparto todo con él, a veces olvido que… que…

—¿Qué hay más personas en su vida?

—Algo así. —Le dijo con una sonrisa triste.

—Yo también tengo un mejor amigo, pero Marco nunca ha afectado mi vida
sentimental.

—Tienes razón Chris. Lamento haberte causado problemas. Prometo poner


algo de distancia.

—Es todo lo que pido. Y de verdad te lo agradezco.

Dani asintió y no dijo nada más, pero Chris pudo ver que estaba triste.

—Si te sientes mejor, creo que sería buena idea que entremos. Te puedes
resfriar y sería peor para tu salud.

Dani se levantó lentamente, pero ya tenía mejor color.

—Por favor no le digas a Alex de mi taquicardia.


—No lo haré, tú no le digas de lo que hablamos.

—No lo haré, aunque estoy seguro de que si le dijeras lo que sientes te


entendería, él no haría nada para herirte, es el mejor hombre que he conocido
nunca.

No lo haría, Chris sabía que Alex no entendería, porque todo lo que


involucraba a Dani no se podía transar con Alex. Para su novio Dani era
intocable.

—Es una lástima que no seas gay, ustedes habrían sido la pareja perfecta. —
Soltó sin pensarlo y se arrepintió en el segundo que lo dijo.

Dani lo miró un momento y se puso rojo como un tomate.

No pudo evitar sentirse culpable. Dani y Alex serían la pareja perfecta, no


podía imaginar a dos personas que encajaran mejor. Pero Dani seguía
proclamando que era hetero. Y eso no era su asunto.

—Sí, es una lástima. —Le dijo con un hilo de voz.

Cuando finalmente entraron a la casa Alex fue enseguida hacia ellos.

—Hey, ya me estaban preocupando al no encontrarlos. ¿Qué diablos hacían


helándose afuera?

—Necesitaba un poco de aire fresco y Dani me acompañó. —Le contestó con


una sonrisa.

—Voy por una bebida. —Les dijo Dani.

Cuando se alejaba le modulo un “gracias” sin que Alex lo notara.

Se giró a mirar a Alex y su novio estaba siguiendo a Dani con la mirada.


Siguió mirando fijamente a Alex pero era como si no lo viera, solo tenía ojos
para Dani.

¿Cómo podía ser uno invisible para su propio novio?

Si fuera inteligente debería romper con Alex en ese momento y tratar de


salvar lo que le quedaba de dignidad y de corazón. Pero no podía, no podía
solo hacerse a un lado y dejárselo a otro hombre. Sobre todo a uno como
Dani, que no tenía el valor de salir del closet para estar con el hombre que
amaba.

Él mismo había perdido a toda su familia el día que decidió salir del closet,
sus padres no le hablaban y no dejaban que su hermano menor estuviera en
contacto con él, con excepción de algunos primos estaba solo en el mundo por
su decisión. Así que no podía respetar a alguien que no era capaz de afrontar
quien era.
Cuando finalmente Alex se giró hacia él se sorprendió al darse cuenta que lo
estaba mirando fijo.

—¿Sucede algo? —Preguntó Alex extrañado.

Le dieron ganas de sacudir a Alex. ¿De verdad no se daba cuenta cuanto lo


lastimaba? Quería gritarle allí en medio de su familia que lo amaba, pero
sabía que no iba a recibir de vuelta las palabras que quería oír.

Alex jamás le diría “te amo”.

Chris respiró profundo para no largarse a llorar.

Habían pasado mucho tiempo desde la noche que habló con Dani. Y hace unos
meses había cometido el peor error de su vida. El día que falleció la mamá de
Dani, hizo que Alex eligiera entre Dani y él, y obviamente Alex no lo había
escogido.

Trató de enmendar su error, pero Alex ni siquiera le contestaba el teléfono.


Esa noche, por fin logró hablar con él y le confesó su amor, pero Alex le había
destrozado el corazón diciéndole que estaba con Dani.

Ni siquiera debería sorprenderle, era de esperarse que Dani por fin hubiera
salido del closet cuando murió su madre.

Siempre supo que Alex estaba enamorado de Dani, pero aún así no paraba de
preguntarse qué debería haber hecho distinto, no paraba de preguntarse por
qué Alex no pudo amarlo.

Pero siempre supo la respuesta: Dani. Alex siempre había amado y siempre
amaría a Dani. Nunca hubo nada que pudiera hacer.

Hizo todo el descenso en el ascensor desde el piso de Alex conteniendo las


lágrimas, quería llorar, gritar, golpear a alguien para descargar su
frustración. Y al salir del ascensor lo primero que vio fue al responsable de su
dolor.

Dani estaba frente a él, el culpable de romper su relación con Alex.

Su primer instinto fue darle un buen golpe, pero él nunca había abusado de
nadie más débil que él y Dani siempre le había parecido frágil.

—¿Dani? ¿Que haces aquí tan lejos del mar? —Dijo fingiendo una sonrisa.

—Vine a ver a Alex ¿y tú?


—También vine a verlo, pero ya me iba.

—No sabía que tú y Alex aún eran amigos. —Preguntó Dani extrañado.

—No exactamente amigos, la verdad es que estamos volviendo, ¿no te lo dijo?


—Dani negó con la cabeza—. Es reciente, nadie lo sabe aún. Ya sabes que
siempre hemos estado enamorados, estos meses fueron solo un bache en el
camino.

Dani lo miró con ojos tristes y Chris sintió un nudo en el estómago. No podía
golpearlo físicamente, pero sí podía lastimarlo tanto como él lo había
lastimado.

—¿Desde cuando? —Preguntó Dani con un hilo de voz.

—Hemos estado hablando estas últimas semanas, pero hoy vine a verlo, una
cosa llevó a la otra y las cosas se dieron, estuvimos juntos de nuevo. Alex está
arriba ahora, se quedó tomando una ducha, ya sabes...

Una parte de él le decía que parara, pero no podía. Era como en las
caricaturas, tenía un Chris bueno que le decía que se detuviera, que lo que
hacía no era correcto y tenía otro Chris malo que lo hacía seguir adelante.

—Tal vez no debería molestarlo. —Dijo Dani.

—Quizás sea lo mejor, se que algo le ha estado preocupando. —Dani lo miraba


y Chris notó que de a poco su rostro iba perdiendo color—. ¿Tú sabes si ha
estado viendo a alguien? Porque tengo la impresión que eso es lo que le pasa,
lo conozco y se que para estar conmigo debe querer terminar primero esa
aventura. No creas que no me molesta, pero entiendo que es un hombre
guapo y con necesidades físicas... De todas maneras cuando nos vayamos ya
no importará.

—¿Cuando se vayan?

—A Londres. Por el trabajo Alex debe ir a Londres y me pidió que fuera con él.

En ese momento Dani palideció de golpe, era como si toda la sangre se


esfumara de su rostro. Chris se preocupó, una cosa era hacerlo sufrir un
poco, pero otra distinta era enfermarlo.

—¿Estas bien? Te ves pálido ¿Quieres que llame a Alex?

—No, creo que es mejor que me vaya, solo estaba en la ciudad y quería
saludarlo.

—¿Seguro que estás bien? —Volvió a preguntar preocupado.

—Si, debo irme, adiós Christian. —Dani se detuvo un segundo antes de


murmurar—. Cuídalo.
—Lo haré, puedes estar seguro de eso. —Le dijo Christian con una sonrisa de
orgullo.

Vio a Dani casi correr a su automóvil y luchó contra el instinto de seguirlo y


confesarle que todo lo que había dicho era mentira.

Finalmente el Chris bueno ganó y siguió a Dani, lo vio dentro de su automóvil


hablando por teléfono.

Probablemente lo primero que había hecho Dani fue llamar a Alex y ya ambos
sabían lo que había hecho. Su corazón dolió pensando que en pocos minutos
ellos se reconciliarían y él seguiría solo y con el corazón roto.

¡Bien! ¡Por él podían irse a la mierda ambos!

Se giró para dirigirse a su camioneta y finalmente dejó salir las lágrimas que
había estado conteniendo.
Capítulo 2

Cuatro años después…

Chris miró su reloj por tercera vez en la última media hora. Estaba en la
consulta médica de un otorrino. Habían pasado más de cuatro años desde que
Alex le rompiera la nariz cuando se enteró de las mentiras que le había dicho
a Dani. Todavía recordaba esa noche y sentía ganas de llorar.

Pero peor aún eran los remordimientos de la noche de su encuentro con Dani.
Había querido dejar salir su dolor y sin pensarlo dijo todas las palabras
correctas para arruinar la relación de Alex con Dani. Él no era así, él no hacía
esas cosas, pero estaba herido, dolido, furioso y actuó sin pensar.

Unas semanas después se enteró que Alex había partido solo a Londres, pero
no supo si había sido por culpa de sus mentiras. Con Marco, su mejor amigo y
jefe, habían viajado a Europa a un seminario, y a pesar de todo lo en contra
que estuvo Marco, Chris aprovechó la oportunidad para ir a Londres y ver a
Alex.

Cuando lo vio, supo que Dani no le había dicho nada. Alex lo recibió igual que
siempre y cuando le preguntó por Dani, solo contestó: “No funcionó”. En esos
momentos quiso decirle la verdad, contarle lo que había hecho, pero sabía
que Alex iba a odiarlo, y él aún amaba a Alex, no soportaría saber que lo
odiaba.

Al final Alex se enteró de todas maneras y le había roto la nariz. No quiso


reparar su nariz entonces, el doctor que lo atendió le dijo que había que
operarlo pero no quiso. Su nariz rota era el recordatorio permanente de lo
que había hecho.

Eso hasta ahora, porque la muy maldita le estaba provocando más de un


problema. Su respiración no era buena, lo que le molestaba para hacer
algunos deportes. Lo segundo y peor era que dormía mal porque lo hacía
roncar como un camionero.

Marco, lo regañó y lo mandó derecho al doctor para que solucionara su


problema. Hasta le había dado la tarde libre.

Lo primero que llamó su atención cuando se sentó a esperar al doctor fueron


unas largas piernas frente a él, era imposible no notarlas ya que se movían
inquietamente cada cierto tiempo. No pudo evitar levantar la vista y notar el
hermoso rostro… Guau. Era un muy atractivo moreno, su piel era bastante
más oscura que la suya y tenía una boca sensual que daban ganas de lamer y
chupar. Siguió observándolo y notó que las manos tampoco estaban quietas
del todo.

El joven tenía el pelo liso y sedoso, corto en la nuca pero un poco más largo
adelante, las brillantes hebras caían sobre sus ojos y él las retiraba con sus
inquietas manos. Cuando notó que Chris lo miraba levantó la vista y lo vio
directamente.

Christian se quedó sin aliento ante los ojos más hermosos y más azules que
había visto nunca. El contraste con su piel morena los hacía brillar como dos
diamantes.

El joven le sonrió y su corazón se aceleró. Era muy extraño sentirse así, no


había sentido aquel subidón de energía cuando conocía a alguien desde hace
años y aquel hombre era tan endemoniadamente sexy.

El muchacho le volvió a sonreír y Christian desvió la mirada nervioso. Aún


sentía su corazón saltar en el pecho y dirigió la mirada hacia la secretaria que
aún los tenía esperando.

—Se atrasó con una cirugía. —Le dijo una sexy y profunda voz.

Cuando levantó la vista el muchacho lo miraba fijamente.

—¿Quién? —Preguntó aún hipnotizado por aquella mirada azul.

—El doctor, se atrasó con una cirugía, ya se lo pregunté a la secretaria.

—Oh sí, lo supuse. —Dijo mirando su reloj, efectivamente ya había pasado


más de media hora.

—Si no aparece pronto no llegaré a mi clase.

—¿Es muy grave si te la pierdes?

—Tomando en cuenta que soy el profesor… —Le dijo con una sonrisa coqueta.
— Dudo que la clase se lleve a cabo sin mí.

—¿Profesor? Te ves muy joven… —Y demasiado lindo, pensó— Para ser


profesor.

—Soy profesor de educación física.

Ojalá él hubiera tenido un profesor de educación física así de sexy, habría


disfrutado mucho más las clases.

—Si el doctor llega puedes pasar primero, yo no tengo prisa.

—¿En serio? Gracias. —Le dijo dándole una profunda mirada.— Soy Alen por
cierto.

—Christian. —Le dijo estirándose a estrechar su mano.


Al tocarlo sintió la corriente subir por su brazo. Oh por Dios, estaba en un lío.

Un lío alto, moreno y de ojos azules.

La firme mano de Christian le envió una dulce sensación directo a su


entrepierna. Alen miró el serio y atractivo rostro frente a él, aquel hombre era
justo lo que el doctor le había recetado.

Le encantaban los hombres como aquel, lo volvían loco los hombres que
derrochaban testosterona, pero más le gustaban como Christian, no tan
grandes que se impusieran sobre él, pero que fueran masculinos.

No le gustaban los gays demasiado femeninos, para eso saldría con una
mujer. A él a veces se le arrancaba la loca que tenía dentro, sobre todo
cuando salía a bailar, pero para él le gustaban los hombres que se vieran bien
hombres.

Eso había sido lo que más le había atraído de Tony, el compañero de básquet
con el que se había acostado unos meses atrás. Tony no era para nada su tipo,
era alto y moreno, él prefería a los hombres más bajos, a los que pudiera
acurrucar en sus brazos. Pero con Tony se había dejado llevar por su
atractivo, el rudo detective era tan varonil que podía quedarse el resto de su
vida en el closet y nadie dudaría de él.

Volvió a mirar a Christian y le dieron ganas besar esos labios tensos hasta que
se relajaran. Notó que Chris evitaba su mirada, sonrió pensando en que Chris
estaba nervioso porque también lo encontraba atractivo.

—Alen… —Repitió Christian con su sensual voz haciendo latir su corazón.—


No es un nombre común. ¿Es francés?

—No. Soy hijo de padre mapuche y madre alemana. —Miró a Christian para
ver su reacción, por lo general la gente se sorprendía cuando decía que era
mapuche, no era común por sus ojos azules.

—¿Mapuche? ¿De ojos azules? —Preguntó sorprendido.— Eso no es común.

—No mucho, pero las mezclas se dan mucho en el sur.

—O sea que tu nombre es alemán.

—No, es mapuche, significa “el que ilumina la noche”. —Le dijo con una
sonrisa coqueta, esperando que captara el mensaje.— También “claridad de la
noche” y “luz de noche”, pero más o menos esa es la idea.

—El que ilumina la noche... —Repitió Christian con su sexy voz.


—En realidad, la traducción más literal sería “Luz de luna” pero eso suena
demasiado gay. No es que tenga nada contra lo gay… —Le dijo apuntándose
para que le quedara claro que era gay y que le estaba coqueteando.

—No, supongo que no.

Christian sonrió ante esa declaración. La sonrisa más linda que Alen había
visto nunca. Con esa sonrisa, no debería ser tan serio, Alen quería hacerlo
sonreír de nuevo para ver sus ojos brillando nuevamente.

Su gay radar le decía que Christian jugaba en su equipo, pero al mismo


tiempo enviaba señales confusas. Como si no quisiera revelarse ante él. Lo
que era estúpido porque él le estaba diciendo claramente que era gay y que si
pudiera saltaría sobre él en un segundo.

Lamentablemente en ese momento al doctor se le ocurrió aparecer, justo


antes de que pudiera lanzarse.

—¿Sr. Brahm? Ya puede pasar. —Anunció la recepcionista.

Christian Brahm, dejó grabado el nombre en su memoria junto con el serio


rostro y la hermosa sonrisa del hombre frente a él.

—¿Es posible que Alen pase primero? Él está apurado y yo puedo esperar. —
Le dijo a la recepcionista.

—No hay problema, cambiaré sus turnos. —Dijo amablemente la


recepcionista.

—Te debo una. —Le dijo a Christian cuando iba hacia la consulta.

Antes de entrar a la consulta se giró y Christian lo estaba observando y por la


altura de su vista se dio cuenta que le estaba mirando el trasero. Le sonrió,
con una mirada de “te atrapé” y Christian se puso colorado antes desviar la
vista.

Entró sonriendo a la consulta, Christian era gay. Se pasó toda la consulta en


las nubes, pensando en la mejor manera de conseguir su número de teléfono
para invitarlo a salir. Ese hombre no se le escaparía.

Desafortunadamente cuando salió de la consulta Christian estaba hablando


por teléfono y no pudo volver a hablar con él.

—Claro que sí. Voy a tu departamento cuando salga de la consulta. —Estaba


diciendo Christian.

A Alen casi se le rompe el corazón de la decepción. No se le había ocurrido


que tuviera pareja. Christian se despidió de Alen haciéndole una señal con la
mano y entró a la consulta del doctor.

Y hasta ahí llegó su oportunidad de meterse en los pantalones de Christian.


Maldición.
Capítulo 3

Christian estaba con un humor de perros.

La operación a su nariz había salido bien, pero la anestesia estaba perdiendo


efecto y su cara comenzaba a doler.

Ya le habían dado el alta así que estaba vestido y sentado en una silla cerca
de la ventana esperando que Marco, llegara a buscarlo.

Cuando alguien entró por su puerta pensó que era su amigo, pero al levantar
la vista, la hermosa figura de Alen estaba allí. Y para su sorpresa también
tenía los ojos en tinta y el mismo parche que él en el puente de la nariz.

A pesar de que no estaba interesado en salir con nadie, aquel sexy y hermoso
hombre había estado en su mente desde el día que lo conoció. Viéndolo ahora
frente a él nuevamente, no pudo evitar sonrojarse, si Alen supiera que su
imagen era la que evocaba últimamente cuando se masturbaba, se moriría de
vergüenza.

—No puedo creerlo… —Dijo Alen desde la puerta con una sonrisa.

—¿Qué le pasó a tu nariz? —Preguntó preocupado.

—Me la operaron para arreglar mi tabique desviado. Me la fracturé y


necesitaba corregirla.

—A mi también, dejé pasar varios años. Pero mis vecinos ya se estaban


quejando de mis ronquidos, así que…

Alen se rió y dejó ver su blanca y perfecta sonrisa.

—Yo también dejé pasar casi un año desde que me la rompí, así que
aproveché las vacaciones de invierno para operarme de una vez, si no lo hacía
ahora no lo haría nunca. —Dijo entrando en su cuarto y parándose frente a él
apoyado en la cama.

Por todos los cielos, que lindo era Alen. Hasta con los ojos morados se veía
lindo.

—¿Mi nariz se ve bien? —Preguntó Alen moviendo la cara hacia los lados.

—No noté que se viera mal antes de la cirugía. —¿En serio su nariz ahora se
iba a ver mejor? Le parecía imposible que Alen pudiera lucir mejor de lo que
ya lo hacía— ¿Cómo se ve la mía?

—Mmm. —Dijo Alen examinando su cara.— ¿Se parecía a la de Michael


Jackson antes de la cirugía?

Abrió grande los ojos asustado pero al mirar a Alen, vio que estaba que se
moría de la risa.

—Solo es una broma. —Dijo Alen riendo.

—Ya iba a correr a un espejo.

—No es necesario, se ve muy bien. —Lo miró directamente antes de volver a


hablarle.— Christian… Quería preguntarte si quieres salir alguna vez…

Chris contuvo el aliento. Si quería. No había dejado de pensar en él desde que


lo había visto en la consulta del doctor, pero venía saliendo de una de sus
desastrosas relaciones y no creía que fuera buena idea saltar a los brazos de
un sexy joven que probablemente también acabaría en fracaso.

—No puedo…

—¿Tienes novio? —Preguntó Alen decepcionado.

—No, pero no estoy en un buen momento ahora. Estoy recién saliendo de una
mala relación… —Antecedida de otras aún peores, le faltó agregar.

—¿Corazón roto?

—No. Pero tengo asuntos que solucionar aún y me prometí estar solo un
tiempo y tomarme las cosas con calma.

—Es una lástima.

¿Qué diablos estaba mal con él? ¿Por qué no aceptaba salir con Alen? Miró los
hermosos ojos de Alen y pensó que era una estupidez negarse. No le estaba
pidiendo que se casaran, solo salir. Tal vez solo acostarse con él no era tan
mala idea…

Iba a decirle que había cambiado de opinión y en ese momento el teléfono de


Alen sonó con un ringtone de Lady Gaga.

—Voy bajando. —Dijo contestando y colgando rápidamente.— Ya llegaron a


buscarme. ¿Vienen por ti?

—Sí, estoy esperando a mi mejor amigo, él va a recogerme.

—Por si cambias de opinión… —Le dijo estirándose hasta la mesa de noche y


anotando algo en un papel.

Chris se paró a ver que estaba escribiendo, pero Alen se acercó a él y le puso
el papel en la mano.

—Es mi teléfono.
Chris se quedó congelado sin saber que decir. Hasta que Alen simplemente se
inclinó y lo besó suavemente.

Y se olvidó de por qué no podía salir con él. Los dulces y suaves labios de Alen
lo besaron y nada más importó. Lamentablemente ambos estaban con la nariz
recién operada y el beso fue más corto de lo que quería.

Cuando abrió los ojos notó que Alen lo miraba con dulzura y aún sostenía su
mano, mientras la acariciaba suavemente. Chris todavía lo miraba sin saber
que decir.

—Llámame cuando resuelvas tus asuntos. —Dijo Alen caminando hacia la


puerta. Antes de salir se giró y le sonrió.— Tengo muchos más besos para ti y
son todos mejores que ese.

Cuando finalmente Alen salió de su habitación, Chris todavía estaba


congelado en el mismo lugar sosteniendo el papel firmemente en su mano y
sonriendo como un tonto.

Cuando Alen salió por la puerta principal de la Clínica, su mejor amigo Erick
estaba esperándolo en su pequeño automóvil. Se había comprado aquel
vehículo poco después de salir de la universidad, pero él era muy alto para
ese coche tan pequeño, así que el que solía conducirlo era Erick. Su mejor
amigo era bajito, apenas y le llegaba al hombro, pero tenía un lindo y
compacto cuerpo.

Siendo objetivo, Erick era bastante atractivo, aunque no sabía por qué su
amigo no lo calentaba como lo hacía Christian. Probablemente era porque
Alen era hijo único, así que su mejor amigo era lo más cercano a un hermano
que había tenido nunca.

Erick si tenía un hermano, pero estaba en prisión, de hecho su madre también


lo estaba y él mismo había pasado la mayor parte de su vida adulta entrando y
saliendo de la cárcel. Eso fue hasta que había tenido un grave accidente unos
años atrás. En la misma época su esposa quedó embarazada y había decidido
enderezar su vida, por su hijo y por el mismo.

Ahora trabajaba como obrero, ganaba el mínimo, pero con un trabajo decente.
A la que no le gustaba su nueva vida era a su ex esposa, la que prefería que
Erick ganara más dinero, no importándole si tenía que hacer algo ilegal.

Afortunadamente su amigo había dejado atrás todo aquello y legalmente lo


más complicado que debía afrontar eran las constantes demandas de su ex
esposa.

De su accidente le habían quedado varias secuelas, la más complicada eran


las fuertes jaquecas que solía sufrir, algunos días apenas y le permitían ir a
trabajar. Su mano izquierda estaba llena de cicatrices, producto de las
numerosas operaciones que había sufrido en ella y aún así, tenía serios
problemas de movilidad. Además cuando estaba muy agotado comenzaba a
cojear un poco. Su cara por otro lado, no tenía cicatrices demasiado notorias,
pero sus rasgos se veían algo marcados debido a las numerosas cirugías
reconstructivas.

Aún así era lindo, tenía un pelo que era casi tan oscuro como el suyo, pero en
vez del pelo liso lo tenía ondulado, no lo ocupaba demasiado largo, pero aquel
cabello provocaba pasarle la mano y acariciar sus sexys rizos. Lo más lindo de
él sin embrago era su mirada, sus ojos eran color miel, y tenía una mirada
especial, como si hubiera vivido mil vidas, ojos cálidos, dulces y de una
seguridad a los que podrías confiarle tu vida.

Había conocido a Erick hace más de tres años, cuando Alen necesitaba
compartir su departamento porque no le alcanzaba el dinero para vivir solo.
Un amigo los había presentado porque Erick también necesitaba un lugar
barato donde vivir. En esa época su amigo acababa de separarse de su esposa
y tenía un niño recién nacido. A pesar de su matrimonio, Erick era gay, pero
aún estaba en closet, principalmente porque su ex esposa era una bruja y le
haría la vida imposible si se enteraba que su amigo tenía preferencia por los
hombres y no por las mujeres.

Actualmente Alen tenía un buen trabajo en una escuela privada del barrio
alto. No ganaba un gran sueldo, era solo profesor, pero aunque ya le
alcanzaba el dinero para vivir solo, seguían viviendo juntos, principalmente
porque le gustaba tener la compañía de Erick.

—¿Se puede saber por qué sonríes así? —Preguntó su amigo sacándolo de sus
pensamientos.

—¿Recuerdas que te conté de Christian? ¿El hombre guapo que conocí en la


consulta del doctor?

—Sí, el que se te escapó.

—Bueno, cuando iba saliendo adivina a quien me encontré…

—¡No! —Dijo Erick sorprendido.

—Todavía no lo puedo creer, parece que el doctor nos programó las cirugías
el mismo día. Y lo operaron de lo mismo que a mí.

—¿En serio? Tienes una suerte increíble hombre…

—¡Lo sé! Le di mi teléfono, así que espero que me llame. No sé qué diablos
tiene, pero te juro que me vuelve loco. En un momento estuvimos tan cerca
que no pude aguantarme y lo besé.

—¿En la boca?
—¿Dónde más? —Dijo sonriendo.— Y me lo devolvió.

—Sabes que, eso es tan injusto, aún con los ojos morados y la nariz hinchada
andas por ahí conquistando hombres.

—Oh vamos. No seas llorón.

—Es verdad. Los hombres como yo nos vamos a quedar solterones y tú te


llevarás a todos los guapos a la cama. No hay justicia en este mundo.

Alen rió con las palabras de Erick. Era verdad que él no le faltaban los
hombres y que en los últimos años había sido bastante facilón, para ser
honestos bastante puto. Pero no quería seguir buscando eternamente a su
media naranja.

Con Erick habían conversado numerosas veces sobre lo mismo, ambos


soñaban con enamorarse y tener a alguien a quien amar. Su amigo soñaba
preferentemente con alguien que se pareciera a Bryan Kinney, el personaje
protagonista de la serie Queer as folk.

Por su parte a él no le importaba la parte física, no tenía un gusto definido,


pero si pudiera elegir querría a un hombre como… La imagen de Christian
vino a su cabeza y sonrió. Si, sería lindo tener a un hombre como él.

—Si hay justicia en este mundo amigo, ya verás que tu príncipe azul va a
llegar. —Le dijo a Erick apretando su muslo.

—Aunque sea celeste, a estas alturas acepto un príncipe desteñido.

Alen rió ante las ocurrencias de Erick. Él no se conformaría con un príncipe


desteñido. Quería a su príncipe azul. Quería a Christian.
Capítulo 4

Christian miró su nariz en el espejo, habían pasado dos semanas desde su


cirugía y lucía bastante bien. Después de tanto tiempo viéndose un pequeño
nudo en el tabique nasal, verla ahora lisa incluso se sentía un poco extraño.

Levantó su teléfono y miró por centésima vez el número de Alen. Todavía no


cogía valor para llamarlo.

Chris no quería compromisos. Acarreaba demasiadas decepciones en el


cuerpo como para sumar una nueva. Sin duda la peor de todas, había sido su
relación con Alex, y además cada relación que había tenido desde entonces
había sido un estrepitoso fracaso. Después de su última mala experiencia se
había jurado no involucrar nuevamente a su corazón, no volvería a involucrar
a su corazón nunca más.

Por eso no llamaba a Alen, el jovencito se le había metido debajo de la piel


como nadie lo había hecho antes, pero sabía que cargaba un mal karma y que
probablemente en su próxima vida volvería convertido en rata, así que no
había forma que aquello resultara bien.

Pero quería llamarlo…

Aún si cerraba los ojos podía sentir el breve beso de Alen. Y recordaba su
promesa, Alen tenía más besos para él y los quería todos.

Suspiró rindiéndose, solo debía endurecer el corazón pensó. No debía


involucrarse. Ya lo había hecho antes. ¿Qué tan difícil podía ser?

Cogiendo aire marcó el número de Alen.

Alen sacó su teléfono cuando comenzó a sonar y contestó distraídamente


mientras se dirigía hacia el metro. Ese solía ser su medio de transporte
favorito, ya que como todo en su vida prefería moverse rápido.

—Aló.

—Hola… ¿Alen? —Preguntó una voz nerviosa.

—Sí, con él.

—No sé si te acuerdas de mí, soy Christian, nos conocimos en…


—¡Claro que te recuerdo! —Le dijo alegremente aguantándose las ganas de
saltar de la alegría.— ¿Cómo estás?

—Bien. —Contestó Christian más relajado.— Me acordé de ti hoy y quería


saber si aún quieres salir conmigo…

—¡Por supuesto! —Dijo sin poder parar de sonreír.— ¿Ya resolviste tus
asuntos?

—No exactamente. Pero si espero a resolver mis asuntos, nunca te voy a


invitar a salir.

—Bien dicho. Estoy cerca del metro. ¿Quieres que pase por ti?

—¿Ahora? —Preguntó Christian sorprendido.

—¿Por qué no? ¿Estás ocupado?

—No, la verdad es que no. Solo estaba en mi departamento sin hacer nada.

—Entonces… ¿Dónde vives?

Christian le dio la dirección que resultó ser muy cerca de donde estaba, tanto
que le salía más rápido caminar que tomar el metro.

—Creo que puedo estar allí en unos diez o quince minutos.

—Ok. Nos vemos. —Dijo Christian algo nervioso antes de colgar.

Guardó su teléfono y caminó en dirección hacia el departamento de Christian.

Cuando Christian abrió la puerta, la alta y morena figura de Alen lo hizo


sonreír. Todavía no podía creer que lo había invitado a su departamento. No
invitaba a desconocidos a su departamento. No después que un amigo suyo
fuera drogado y asaltado por un desconocido al que invitó a su casa.

Pero allí estaba Alen frente a él, y al ver su hermosa y honesta sonrisa no
sintió ni una gota de arrepentimiento.

—Pasa, ponte cómodo.

—Gracias. —Dijo adentrándose en su departamento.— Me encanta tu


departamento, es muy bonito.

—A mí también me gusta mucho, tiene muy buena vista además. —Dijo


guiándolo al balcón.
—Esto es agradable. —Dijo Alen apoyándose en la baranda y cerrando los ojos
para sentir la brisa de la tarde.

—Sí, es muy agradable… —Comentó mirando el hermoso perfil de Alen.

En ese momento Alen abrió los ojos y lo miró directamente. No pudo evitar
ruborizarse.

—Me sorprendió que me llamaras Christian…

—Chris, casi todos me dicen solo Chris.

—Chris… —Dijo Alen como saboreando su nombre.

—¿Quieres beber algo? ¿Cerveza? —preguntó tratando de despejarse de la


profunda mirada de Alen.

—Suena bien.

Chris fue por las cervezas y cuando volvió Alen estaba sentado en una de las
sillas y movía la pierna de la misma manera que lo hacía cuando lo conoció en
la consulta del doctor, le pasó la cerveza y se sentó a su lado.

—¿Siempre haces eso? —Preguntó apuntando a su pie.

—Sí, lo siento. —Contestó Alen sonriendo.— Soy hiperactivo, me cuesta


mantenerme quieto mucho tiempo. Por eso soy profesor de educación física,
los deportes ayudan a quemar un poco de energía.

—Pensé que eso se pasaba cuando los niños crecían.

—Generalmente, pero a muchos desafortunados como yo, les sigue hasta que
son adultos.

—¿Es muy malo?

—No. Ya estoy acostumbrado. —En esos momentos una suave brisa llegó
hasta ellos y Alen volvió a cerrar los ojos disfrutando la sensación.— Es
agradable aquí… y muy alto.

Chris vivía en un piso diecinueve, así que la vista era muy buena.

—Sí, es agradable.

—¿Hace mucho que vives aquí?

—Un poco más de cuatro años. Antes de eso estuve viviendo con un novio,
pero las cosas no funcionaron, así que me vine aquí.

—Eso es serio… Lo de vivir con novios.


—Era una relación seria. ¿Tú vives solo?

—No, nunca he vivido solo. —Dijo con una sonrisa.— Pero nunca he vivido con
un novio.

—¿Entonces con quien vives?

—Cuando estaba en la universidad vivía con compañeros de curso. Estudié


con la beca indígena pero debía costearme casi todo lo demás, salía más
económico de esa forma y como siempre me faltaba dinero, me servía para
ahorrar. Después de graduarme, hace un par de años empecé a compartir mi
departamento con Erick, que se volvió mi mejor amigo y ninguno de los dos
ha querido que el otro se vaya, así que seguimos juntos. Principalmente
porque la pasamos bien juntos.

—Se a que te refieres, en la universidad también compartí un departamento


con mi mejor amigo, no me faltaba tanto el dinero, pero no era tan solitario.

—¿No te faltaba dinero en la universidad? —Preguntó Alen sorprendido.

—No, mis padres no son ricos, pero ambos son profesionales y me enviaban
suficiente dinero, eso hasta el último año, después me mandaban casi lo justo
y si no hubiera sido por mi amigo probablemente no habría sobrevivido.

—¿Por qué las cosas cambiaron en tu último año?

—Fue entonces cuando les dije que era gay. —No pudo evitar que su voz
sonara triste.

—Y no lo tomaron bien. —Dijo Alen más en una afirmación que en una


pregunta.

—No. Mis padres no me hablan desde entonces y no dejaron que volviera a


ver a mi hermano. Traté durante años de escribirles, envié tarjetas, pero
jamás recibí respuesta, aún sigo enviando una tarjeta de navidad cada año.
Rafael, mi hermano, ahora tiene veintiocho años, pero no se ha tratado de
poner en contacto conmigo, así que supongo que tampoco le interesa saber de
mí.

Alen colocó cariñosamente la mano en su muslo confortándolo.

Y en ese momento se dio cuenta que la había contado a Alen cosas personales
que no solía compartir con nadie.

¿No se suponía que no iba a involucrarse?


Alen no podía quitarle los ojos de encima a Chris, notaba que el atractivo
hombre trataba de levantar un muro a su alrededor, sin embargo no podía
evitar mostrarse como era, dulce y cálido, sin esa máscara fría que trataba de
mostrar.

—Lo lamento. Cosas así apestan. ¿Pero sabes qué? Hace mucho tiempo que
descubrí que el problema no somos nosotros, el problema es de ellos, que no
pueden aceptar a quien es distinto.

—Pero a veces sería mucho más fácil no ser distinto.

—Sí, pero más aburrido.

—¿Aburrido?

—Claro. Imagínate que sería de este mundo sin las drags queens, sin la jaula
de las locas, sin los desfiles del orgullo gay…

Para su alegría, Christian no pudo evitar reír.

—Deberías sonreír más seguido. Eres demasiado serio teniendo esa sonrisa
tan linda.

—Eso me llamó la atención de ti cuando te conocí. —Dijo Chris con el rostro


ruborizado.

—¿Qué cosa?

—Que siempre sonríes.

—¿Por qué no hacerlo? Estoy sano, mi madre también lo está, tengo amigos,
un trabajo que me encanta… Supongo que no tengo motivos para no sonreír.

—Eres joven. No has tenido tantas decepciones en la vida.

—¿Tu si? —Chris asintió.— ¿Y eres feliz así?

—¿Así? ¿Así como?

—Viendo el vaso medio vacío.

Chris lo miró sorprendido y lentamente negó con la cabeza. Chris le inspiraba


tanta ternura, que sintió ganas de tomarlo en brazos y abrazarlo fuerte hasta
quitarle la tristeza que siempre lo rodeaba.

—Sabes que mi madre siempre me aconsejó que evitara relacionarme con


gente depresiva, que debía rodearme de personas positivas que me
levantaran el ánimo en vez de deprimirme.

—¿Esa es tu manera de decirme que no quieres estar cerca de mi porque soy


un amargado?
—¡No! Ya viste el vaso medio vacío otra vez. —Le dijo sonriendo.— Esa es mi
manera de decirte que te conviene estar cerca de mi porque soy una persona
optimista.

—Oh… Lo siento. —Dijo ruborizándose.— Creo que tienes razón.

—¿En qué? ¿En qué vez el vaso medio vacío? ¿O en que te conviene estar
cerca de mí?

Chris no contestó, pero su sonrisa avergonzada lo calentó. Chris estaba


condenado, si de él dependía, sus días de negatividad y tristeza se acaban
aquí y ahora.

Chris todavía miraba avergonzado a Alen. Se moría por estar cerca de él y no


precisamente de la forma de la que hablaba Alen. Imágenes de los dos cerca,
cuerpo con cuerpo, preferentemente sin ropa no querían alejarse de su
mente.

—¿Quieres ir a comer algo? —Preguntó levantándose y rogando porque Alen


no notara su erección.

—Claro.

Alen lo siguió al interior del departamento y Chris se puso aún más nervioso,
solo tenía que girarse y besarlo, solo eso y podría volver a sentir los labios de
Alen.

—¿De qué tienes ganas? —Preguntó refiriéndose a algún tipo de comida.

—De algo que no se encuentra en un menú. —Dijo Alen riendo.

Chris se giró a mirarlo y sorprendió a Alen mirándole descaradamente el


trasero.

—¿Alguien te ha dicho que tienes un culo increíble? —Preguntó Alen


acercándose lentamente.

Si, si se lo habían dicho, Alex amaba su trasero, solo después se dio cuenta
que era una de las cosas que tenía en común con Dani.

—Sí, pero me gusta que lo notaras.

—He notado otras cosas.

—¿Como cuáles?
—Esa hermosa erección que tienes desde que entré en tu departamento. —
Dijo tomando sus manos y acercándolo a su cuerpo.— Hace juego con la mía.

Chris estaba mudo, Alen estaba cada vez más cerca hasta que suavemente lo
abrazó por la cintura. No pudo quedarse quieto y colocó sus manos en el
fuerte pecho de Alen. Sintió los labios suaves de Alen besar su frente y
suspiró encantado, levantó el rostro esperando sentir un suave beso como el
que había recibido en la clínica, pero Alen juntó sus labios y lo besó
intensamente.

Rápidamente subió las manos a su cuello para acercarlo aún más. Alen sabía
besar muy bien y él no quería dejar de besarlo, sus labios eran suaves, cálidos
y al mismo tiempo le transmitían tanta pasión que dejaba claro que no solo
quería besar su boca.

Sus cuerpos pegados se rozaban en todas las partes correctas y las manos
fuertes de Alen recorrían su espalda acercándolo aún más. Se dejó abrazar y
acarició el cuello y los hombros de Alen, tenía los hombros anchos y
musculosos, tal como le gustaban.

Alen los movió lentamente y cayeron juntos en el sofá. No pudo evitar gemir
cuando Alen lo tomó de las caderas y lo acercó a él rozando sus erecciones,
rápidamente levantó la rodilla sobre su cadera para sentirlo mejor.

Los jadeos y gemidos de ambos era lo único que se escuchaba en la


habitación. Chris llevó las manos a la cintura de Alen y tiró de su camisa hacia
arriba, necesitaba tocar su piel, necesitaba sentirlo como nunca había
necesitado nada antes. Alen respondió a sus caricias con suaves, roncos y
sexys jadeos.

Alen dejó de besarlo para mirarlo y sonreír antes de levantar más su camisa y
sacársela por la cabeza. Chris quedó hipnotizado por su moreno y lampiño
torso, y de inmediato llevó su boca a uno de los pezones, Alen entonces gimió
y llevó las manos a su cabeza masajeándolo.

—Por Dios Chris…

Le encantaba como Alen decía su nombre, con su voz ronca y sexy hacía que
los vellos de la nuca se le erizaran.

Alen lo separó un poco para sacar su camisa también y volver a besarlo.


Cuando sus bocas por fin se separaron Alen siguió besando su cara, su cuello
y subiendo a su oreja mientras subía también las manos para acariciar sus
pezones.

—Vamos al dormitorio… —Dijo Alen en su oído.

Se congeló un momento dudando. No entendía por qué dudaba, era lo que


quería, quería acostarse con Alen. ¿Entonces por qué estaba asustado de ir
muy rápido?
—¿No quieres? —Preguntó Alen acariciando su rostro.

Miró los hermosos ojos azules de Alen y le importó un comino ir muy rápido.

—Sí, sí quiero.

Alen sonrió y volvió a besar a Chris, la dulce y deliciosa boca de Chris.


Siguieron acariciándose cada vez más intensamente, no se cansaba de
tocarlo, cuando sintió la mano sobre su erección jadeo en la boca de Chris.
Estaba duro como una piedra, había soñado mucho en acostarse con él, en
separar las redondas y duras nalgas de Chris y enterrar profundamente su
pene en él.

Cuando Chris comenzó a abrir sus jeans lo detuvo un momento.

—¿Donde está el dormitorio? —Preguntó sin dejar de acariciarlo.

—Por allá. —Dijo Chris apuntando al pasillo, pero sin dejar de besarlo.

Alen se levantó rápidamente y tiró de Chris para levantarlo.

—Te quiero en una cama para cogerte hasta dejarte inconsciente. —Dijo Alen
acercándolo a él y besándolo.

Chris sonrió, lo cogió de la mano y lo llevó por el pasillo hasta el dormitorio.

Apenas entraron a la habitación, Alen atrajo a Chris hasta sus brazos.


Envolvió con los brazos su cintura y besó su cuello, luego lo lamió todo el
camino hasta la oreja, Chris se recostó contra su pecho y Alen bajó las manos
para abrirle los pantalones y metió la mano dentro de la ropa interior para
acariciar el duro y largo pene de Chris.

—Mmm. —Dijo Alen en su oído.— Que lindo pene...

—Gracias. —Dijo Chris sonriendo con un hilo de voz y empujando más las
caderas hacia atrás restregando el lindo y firme culo contra su erección.—
Quiero tocarte también.

Alen lo giró suavemente antes de tomar el rostro de Chris en sus manos y


besarlo. En seguida Chris bajó las manos y desabrochó sus pantalones y sacó
su muy erecto pene. Para su sorpresa las manos de Chris no se quedaron en
su pene, fueron a sus nalgas, le acarició suavemente el trasero y luego lo
acercó más haciendo que sus erecciones se tocaran, Alen le sonrió a Chris e
imitó sus movimientos, ambos comenzaron a moverse hasta la cama.

Cuando cayeron en la cama se quitó la ropa rápidamente y luego ayudó a


Chris a hacer lo mismo. Cuando por fin ambos estuvieron desnudos, Alen se
acostó al lado de Chris mirándolo.

—Eres tan guapo... —Le dijo a Chris, quien se puso levemente colorado.

—Tú eres el guapo, cuando te vi en la consulta pensé que eras el hombre más
sexy que había conocido. —Dijo Chris acariciando su pecho y bajando las
manos hasta acariciar su erección.

Alen se puso aún más duro si es que aquello era posible. Dejó que Chris lo
tocara y él se concentró en besarlo, en tocar cada rincón de su boca con la
lengua. Cuando Chris bajó aún más la mano hasta sus testículos jadeo y
detuvo a su amante.

—Me vas a matar Chris...

—No antes de que me cojas... — Chris sonrió y se estiró al cajón de la mesa de


noche, le entregó un condón y el lubricante a Alen.— Te necesito...

Alen sonrió y dejó las cosas al lado de la cabeza de Chris, su pequeño hombre
estaba muy equivocado si creía que solo iba a cogerlo y terminar rápidamente
todo. Tenía la intención de disfrutar su encuentro, el siempre hacía todo
rápido, excepto el sexo, con el sexo disfrutaba y alargaba cada momento.
Sobre todo si el hombre en cuestión era Chris, pensaba besarlo, chuparlo y
acariciarlo completo, centímetro por centímetro.

Chris estaba caliente como el infierno, Alen era tan sexy, tan dulce y tan
caliente que estaba a punto de explotar. Quería sentirlo dentro de él, pero
casi gime de la frustración cuando dejó las cosas a un lado y comenzó a
besarlo. Chris iba a protestar, pero Alen lo besó y comenzó a descender por
su cuerpo hasta su entrepierna. La caliente lengua de Alen pasó por la
húmeda cabeza y jugó con su duro pene casi llevándolo a la locura, cuando
por fin lo tragó, Chris casi gritó de placer.

Alen subía y bajaba la boca por su eje chupándolo con tal entusiasmo, que iba
a explotar en cualquier momento.

—Alen, detente, me voy a correr.

Su hermoso moreno retiró la boca, pero siguió masturbándolo con la mano.

—Alen...

—Córrete cielo, quiero verte...

Chris comenzó a mover las caderas contra la mano de Alen y no duró casi
nada, antes de tirar la cabeza hacia atrás y correrse con fuerza en la mano de
su amante.

Apenas y se estaba recuperando del orgasmo cuando sintió a Alen limpiarlo


rápidamente. Se inclinó hacia él y lo besó dulcemente.

—Date la vuelta cielo.

No necesitó pedírselo dos veces. Chris se giró y separó las piernas para darle
acceso a Alen. Cuando sintió el dedo lubricado de su amante comenzó a gemir
suavemente.

—Se siente bien. —Dijo con un hilo de voz cuando Alen metía el dedo casi
completo.

—Y se va a sentir mejor cielo.

Chris rió y Alen metió rápidamente un segundo y luego un tercer dedo. Chris
gimió y apretó la almohada bajo su cabeza.

—Estás tan apretado… Me muero por entrar en ti Chris...

—Entonces hazlo rápido, no me vas a lastimar.

—¿Estás seguro? No soy pequeño.

—Tus dedos tampoco, ya estoy listo.

Alen sonrió y se colocó el preservativo sin dejar de mirarlo en ningún


momento. Chris esperaba que se pusiera sobre él y lo penetrara, pero Alen
una vez más lo sorprendió.

—Ven aquí cielo. —Dijo Alen levantándolo hacia su pecho.

Alen se arrodilló sobre la cama y ubicó a Chris también de rodillas contra él,
con su espalda apoyada en el pecho de Alen. Lo separó un poco para
colocarse en su entrada y lo penetró suavemente.

Chris gimió, Alen era grande y dolía un poco, pero iba avanzando lentamente.
Colocó la cabeza sobre el hombro de Alen y se dio cuenta que la posición le
permitía controlar la penetración, así que empujó un poco más descendiendo
lentamente sobre el pene de su amante.

Alen lo acariciaba y esperó pacientemente hasta que Chris quedó sentado


sobre sus caderas. Se tomó un momento para acostumbrarse y disfrutar de
las caricias de Alen. Cuando finalmente se sintió listo giró el rostro y besó a
Alen profundamente. Levantó las caderas y luego volvió a bajar enterrando el
pene de Alen profundamente en su trasero.

—¿Estás bien? —Preguntó Alen contra sus labios. Cuando Chris gimió un sí,
Alen comenzó a moverse.
—¡Oh por Dios! —Chris casi gritó cuando Alen comenzó a casi salir por
completo y luego enterrarse una y otra vez profundamente.

La posición era deliciosa, le permitía a ambos moverse y acariciarse. Alen era


fabuloso, no tenía que pedirle nada, parecía entender lo que necesitaba. En
momentos bajaba la intensidad de las penetraciones para acariciarlo y evitar
que terminaran demasiado pronto, y luego comenzaba una nueva ronda de
profundas y deliciosas penetraciones.

Cuando las manos de Alen volvieron nuevamente en su pene, Chris no pudo


más.

—Alen... —Dijo con voz ronca corriéndose nuevamente en la mano de Alen.

Su amante se enterró una última vez con un gemido ronco mientras se corría
también. Chris aún tenía su mano en el cuello de Alen y lo acarició
lánguidamente mientras ambos recuperaban el aliento. Alen seguía
acariciando su ahora flácido pene mientras besaba su cuello.

Ambos seguían de rodillas y Chris se dio cuenta que prácticamente estaba


sentado sobre las caderas de Alen.

—Eso fue... wow... —Dijo Alen en su oído.

—Sí, fue wow... —Contestó riendo y girando su cabeza para besar a Alen.

Esta vez el beso fue tierno. Alen lo abrazó por la cintura y se quedaron así
unos minutos, ni siquiera le importó que Alen aún estuviera dentro de él, se
sentía a gusto así, saciado y abrazado dulcemente por Alen.

Alen lo besó una última vez en el cuello y luego salió lentamente de su cuerpo.
Chris se dejó caer agotado sobre la cama y miró a Alen caminar desnudo al
baño.

La vista de Alen desnudo era increíble, tenía hombros y pecho anchos y


lampiños, su estómago era plano y marcado, caderas delgadas, piernas largas
y un duro y redondo trasero. En general su cuerpo no era demasiado
musculoso pero estaba tonificado, era el cuerpo de un deportista.

Él era delgado, siempre lo había sido, además también hacía deportes… Pero
solo cuando Marco lo arrastraba a ello. Ni de broma tenía un cuerpo tan
precioso como aquel.

Cuando Alen salió del baño estaba medio erecto de nuevo y Chris lo miró
sorprendido.

—¿Qué pasa? —Preguntó Alen.

—Estás duro de nuevo.

Alen se rió y se subió a horcajadas sobre él.


—Estaba en el baño pensando en ti, en que estabas aquí aún desnudo y
simplemente… bum.

—Pero te acabas de correr…

Alen lo limpió y después se agachó a besarlo apoyado en sus manos.

—Y pretendo correrme de nuevo. Y que te corras conmigo, una… y otra… y


otra vez. —Dijo puntualizando cada palabra con un beso.— ¿Lo quieres?

—¿Quién podría negarse a algo así? –Dijo riendo.

Chris comenzó a sentir que se ponía duro de nuevo con las palabras de Alen.
Y su hermoso amante bajó la vista para mirar su pene.

—Lo ves, tu pene está de acuerdo conmigo. —Dijo Alen levantando las cejas.

No pudo evitar reírse con la mirada pícara de Alen, quien en dos segundos
rápidamente los volteó para acostarse sobre la cama y ponerlo sobre él.

—¿Tienes ganas de cabalgar cariño? —Preguntó Alen sonriendo.

—Encantado. —Dijo casi sin aliento.

Se estiró a la mesa de noche y le puso rápidamente un preservativo a Alen. Lo


cubrió con más lubricante y se puso sobre él, quien se quedó quieto dejándole
el control nuevamente. Bajó rápidamente sobre él hasta quedar
completamente sentado sobre sus caderas. Sentir el duro pene en su culo era
increíble, aunque trataba, no recordaba nunca haberse sentido tan bien con
alguien como lo hacía con Alen.

Ni siquiera con Alex, había amado a Alex, pero jamás se había sentido con él
así. No sabía por qué y en ese momento, cuando Alen comenzó a moverse,
tampoco le importó.
Capítulo 5

Alen no podía dejar de sonreír. Aún no podía creer que había hecho el amor
con Christian.

¡Con Christian!

Cuando había llegado al departamento de Chris su idea era tomárselo con


calma, no quería ser solo un romance pasajero para Chris, pero estar cerca de
él había sido demasiada tentación.

Chris sonrió en esos momentos y su corazón saltó de alegría. Le gustaba que


Chris sonriera mucho más desde que lo conoció, lo hacía feliz pensar que era
por él.

Después de hacer el amor por segunda vez, Chris y él se habían preparado


unos sándwiches, habían comido y principalmente conversado.

Ahora estaban en el comedor, ambos en ropa interior, le gustaba eso, ya que


podía estirar las piernas y acariciar a Chris con ellas.

Le gustaba hablar con Chris, era encantador y divertido, lo mejor de todo es


que también sabía escuchar, cuando hablaba lo miraba a los ojos y no trataba
de imponerse en la conversación.

—No puedo creer que hayas construido este edificio. —Le dijo a Chris y
viendo como se sonrojaba levemente.

—Eso suena como si lo hubiera hecho yo solo, solo fui parte de todo el enorme
grupo de personas que se necesitan para hacer un edificio.

—Aún así es fantástico.

—Tu trabajo también es importante, estás formando mentes jóvenes.

—Sí, es verdad. Me gusta sobre todo enseñar a los niños pequeños, los
grandes a veces ya están malcriados y no puedes hacer nada por corregirlos,
pero los pequeños absorben todo lo que les dices.

—Me gusta cuando hablas de tu trabajo, se nota que amas lo que haces.

—Tú también. ¿Nunca te has escuchado hablar?

—¿En serio? No me había dado cuenta. —Dijo Chris sonriendo.— Llevo más de
diez años trabajando y no me he detenido a pensar en ello, pero si lo pienso…
Tienes razón, amo mi trabajo.
—¿Tuviste que empezar a trabajar cuando tus padres te rechazaron?

—Si… Tuve suerte de empezar a trabajar casi de inmediato cuando salí de la


universidad, gracias a mi mejor amigo nuevamente.

—¿Él te consiguió el trabajo?

—Algo así… —Dijo Chris sonriendo.— Estudiamos la misma carrera,


ingeniería civil en construcción, su papá tenía en esa época una pequeña
constructora y obviamente Marco iba a trabajar en la empresa familiar una
vez que se graduara. Yo pensaba que iba a poder buscar un trabajo
tranquilamente, pero de un día para el otro tuve que aceptar lo que me
ofrecieran. Afortunadamente la familia de mi amigo me acogió y su papá me
dio un buen trabajo, aprendí mucho con él.

—¿Nunca has querido dejarlo?

—No. —Dijo rotundamente.— Trabajo con mi mejor amigo, con un buen


sueldo, haciendo lo que amo… Sería un ingrato si los dejara.

Alen sonrió por dentro. Le gustaba que Chris fuera fiel con su jefe y más le
gustaba pensar que también lo fuera con sus relaciones amorosas.

Sus ojos fueron un segundo al reloj de la pared y su ánimo decayó pensando


en tener que dejar a Chris.

—Ya es tarde… —Le dijo a Chris.

Chris también miró el reloj y a Alen le pareció ver que su alegría decaía.

—¿Quieres que te vaya a dejar a tu casa?

—Puedo tomar un taxi, no vivo muy lejos.

Chris tomó su mano y la acarició suavemente.

—¿Crees que voy a dejar que tomes un taxi, cuando puedo acompañarte?

—Te apuesto que lo único que quieres es que te de un beso de despedida. —


Dijo bromeando.

—Por supuesto, no te irás de aquí sin un beso de despedida, pero no todavía…

—Ven aquí… —Le dijo a Chris tirando de su mano.

Chris se acomodó sobre él con las piernas abiertas, haciendo que sus penes se
rozaran. Colocó las manos en las caderas de Chris para acercarlo más y Chris
subió las suyas a su cuello acercándolo y besándolo suavemente.

—¿Ese fue un beso de despedida? —Preguntó Alen sonriendo.


—Por supuesto, nos vemos. —Dijo besándolo nuevamente.

—Hasta luego... —Dijo Alen besándolo otra vez.

Así siguieron varios minutos entre risas, despidiéndose y besándose.

—¿No debería irme? —Preguntó Alen cuando los besos juguetones se


volvieron más apasionados y ambos empujaban sus erecciones cada vez más
cerca.

—Más tarde… —Dijo Chris metiendo la mano entre ellos y acariciándolo.

—Chris… —Alen metió la mano dentro de su ropa interior y metió un dedo


dentro del apretado canal de Chris.

—Oh por Dios… —Chris se sacudió en sus brazos.

Alen no aguantó más, se paró con Chris aún en sus brazos y fue derecho al
dormitorio.

Más tarde se iría, mucho más tarde…

Chris despertó con el movimiento suave de la cama, al parecer Alen se había


despertado antes y volvía del baño. Él no era para nada madrugador, le
encantaba quedarse en cama hasta tarde siempre que podía y en esos
momentos tenía unas ganas locas de seguir durmiendo.

El ligero dolor en su trasero le recordó que había pasado la noche entera


cogiendo con Alen. Sintió la cama moverse nuevamente y el cálido cuerpo de
Alen se abrazó a su espalda.

—Buenos días. —Le dijo besando su cuello.

Alen sonaba tan despierto que le sorprendió.

—¿De dónde sacas tanta energía? —Preguntó con voz ronca.— Apenas y
puedo abrir los ojos.

—Soy madrugador, me gusta levantarme temprano para hacer ejercicios.

—Yo corro a la ducha y después corro a la cocina a desayunar, ¿eso cuenta


como ejercicio?

La risa de Alen en su oído le calentó el centro del pecho.

—No lo creo. Pero te advierto que si no te levantas, encontraré actividades


más provechosas que dormir. —Dijo Alen apretando una contundente
erección contra sus nalgas.

—Mmm. —Dijo apretándose más a Alen y acercando su boca para besarlo.—


¿Qué tan provechosas?

Cuando se estaban besando comenzó a sonar la alarma. Chris se inclinó y


apagó la alarma antes de girarse a mirar a Alen.

—Tengo que ir a trabajar. —Suspiró frustrado.— ¿Y tú?

—Estoy bien, mi primera clase es a las diez de la mañana. Incluso me alcanza


el tiempo para ir a cambiarme de ropa.

Se levantó rápidamente lamentando dejar a Alen todo lindo y excitado en su


cama. Se dirigió al baño para su rutina matutina y cuando ya estaba en la
ducha la voz de Alen retumbó en el baño.

—¿Te molesta si te jabono la espalda?

Chris sonrió, sabía que le jabonaría más que la espalda. Por toda respuesta
estiró la mano para que Alen entrara a la ducha.

Ni siquiera hicieron falta palabras, se abrazaron, besaron y acariciaron


dulcemente bajo el agua. Pero Chris necesitaba más. ¿Cómo era posible que
aún quisiera más de Alen?

La noche anterior había sido, por decir lo menos, intensa. No recordaba haber
tenido una maratón de sexo así nunca, ni siquiera cuando era joven más
joven. Pero claro, él nunca antes se había acostado con nadie hiperactivo.
Entre el pene, la boca y las manos de Alen, había perdido la cuenta de las
veces que se había corrido.

¡Y aún quería más!

—Alen… Por favor…

Alen estiró la mano fuera de la ducha para alcanzar un preservativo que


probablemente había dejado a mano, se protegió y giró a Chris contra las
paredes de la ducha y se colocó a su espalda.

Chris gimió y tiró la cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro de Alen. La


giró para darle acceso a Alen que besaba y lamía su cuello.

—Chris… Eres el hombre más increíble que he tenido en mis brazos.

Era estúpido, pero aquella frase le desagrado, no quería pensar en Alen con
otros hombres. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Estaba celoso?

—Solo hazlo… Ahhh…

Alen lo penetró lentamente, demasiado lento para su gusto. Chris se apoyó en


las baldosas y se inclinó levemente para darle mejor acceso y… Oh por Dios,
Alen se enterró profundamente, Chris se empujó aún más urgiéndolo para que
se moviera.

—Calma Chris, no quiero lastimarte.

—Estoy bien, solo necesito que me jodas. —Dijo con voz ronca.

No necesitaba que le diera tiempo, estaba más que dilatado con todo lo que
habían estado cogiendo durante la noche.

—Tus deseos son órdenes cariño. —Le dijo Alen sonriendo mientras
comenzaba a entrar y salir de su ano.

Las manos de Alen sujetaban su cadera mientras se empujaba dentro de él.


En alguna parte de su cerebro aún trataba de razonar porque hacer el amor
con Alen se sentía tan bien, tan correcto y tan increíble.

Ambos se movieron cambiando levemente de posición lo que hizo que


comenzara a rozar su próstata. Alen llevó la mano a su pene y eso fue
demasiado.

—Oh maldición que bien se siente… —Casi gritó cuando se corrió en la mano
de Alen.

—Demasiado bien… —Le dijo Alen al oído.

Alen lo empujó aún más contra las baldosas pegando por completo su cuerpo
a su espalda, se empujó una última vez dentro de él y se corrió con un gemido
profundo.

Cuando se calmaron un poco Alen aún lo sostenía y solo en ese momento se


dio cuenta de que la boca de Alen estaba en su cuello y por el ardor que
sentía probablemente le había dejado una marca.

Sonrió con la idea de andar con una marca en el cuello como si fuera
adolescente, pero no le importó. Dudaba que Alen lo hubiera hecho a
propósito y siendo justos él le había dejado una marca similar en el hombro
durante la noche.

Alen sentía su corazón latir acelerado, durante la noche ninguno de los dos
había hablado sobre si volverían a verse, después de las maravillosas horas
que habían pasado juntos, Alen quería volver a estar con Chris pero no sabía
si él también lo quería.

No solo quería volver a verlo, quería una relación con Chris, quería estar con
él, hablar con él y volver a sostenerlo mientras dormía.
Le había dicho a Chris que lo dejara en el metro pero un poco antes de llegar
le pidió que se detuviera.

—Detente aquí. —Le dijo a Chris.

—Aún falta para llegar.

—Aquí está bien, cerca del metro hay demasiada gente y no podré despedirme
de ti.

—Oh. —Dijo Chris comprendiendo y estacionando el carro.

—Bien… Este es el momento. —Dijo Alen algo nervioso.

—¿Qué momento? —Preguntó Chris confundido.

—Cuando me dices gracias y me mandas a volar o… Me das las gracias por la


mejor noche de tu vida y me pides que nos volvamos a ver.

Chris sonrió y se acercó a él para besarlo.

—Gracias por la mejor noche de mi vida y… ¿Qué quieres hacer esta noche?

Chris estacionó su camioneta en su lugar designado, muy cerca de la alta


estructura en construcción. Estaba supervisando un edificio de casi treinta
pisos que estaba construyendo con Marco.

Era el quinto que construía junto a él. A Marco y él les gustaba estar cerca y
vigilar todo, por lo que solo hacían uno o dos proyectos a la vez. La empresa
de la familia de su amigo era pequeña comparada con las grandes
constructoras que existían en el mercado, pero poco a poco y con mucho
esfuerzo, se estaban haciendo un nombre.

Chris llegó casi veinte minutos tarde y en cuanto entró en la oficina, Marco
levantó la vista. Sabía que a su amigo no le molestaba su atraso, él solía ser
puntual, por lo tanto era más curiosidad que otra cosa.

—Buenas noches. —Dijo Marco bromeando.

—Buenas. —Contestó sentándose frente a él.— ¿Alguna novedad?

—No, todo marcha según lo programado y hablé con el capataz de… ¿Eso que
tienes en el cuello es un chupón? —Preguntó Marco sonriendo.

Chris se puso colorado y se llevó la mano al cuello.


—No, si, más o menos…

—Vaya, vaya, ahora veo porque llegas tarde… ¿Tu hombre chupetón no te
despertó?

—Si lo hizo. —Dijo con una sonrisa satisfecha.— Pero no hay nada como una
larga y caliente ducha para despertar.

—Ja ja ja. —Rió Marco con ganas.— ¿Y quién fue el afortunado?

—Alen…

—¿Lo llamaste? —Preguntó sorprendido.— Vaya, honestamente no pensé que


lo harías.

—¿Por qué no?

—No sé. Me parecía que estabas asustado de llamarlo.

Y con razón, su resolución de no involucrarse no había durado ni diez minutos


ante la encantadora presencia de Alen. Pero se sentía tan feliz en esos
momentos que no le importó. Alen también parecía interesado en él y si los
milagros existían a lo mejor lo de ellos podría funcionar. Quería que
funcionara.

—Bueno, ya no lo estoy, lo veré de nuevo esta noche. —Dijo con una enorme
sonrisa.

—Me alegro por ti. Mírate, no has parado de sonreír desde que cruzaste la
puerta.

Eso le recordó las palabras de Alen.

—Alen me dijo que era demasiado serio, que debía sonreír más.

—Al parecer lo que te faltaba para sonreír era un buen polvo. —Le dijo riendo.

—Varios buenos polvos.

—¿Varios?

—Dejé de contar después de la cuarta o quinta vez que me corrí.

—¡Por favor! ¡Estás exagerando! ¡No puedes estar hablando en serio!

—No, no estoy exagerando. Y lo mejor de todo es que además conversamos


mucho. Fue una noche muy extraña, fue como… No sé cómo explicarlo, no sé
donde vive, ni siquiera le pregunté su edad, pero sé cosas importantes de él,
me habló de su madre, de su infancia en el sur, de su mejor amigo, de su
trabajo… Incluso hablamos sobre mis padres y sobre Rafael.
—Te gusta. —Dijo Marco mirándolo sorprendido.

—Claro que me gusta, no me habría acostado con él si no me gustara.

—No, me refiero a que te gusta mucho, no solo la parte física. Conectaste con
él.

Si, había conectado con Alen como nunca había hecho con nadie. ¿Eso lo
hacía tan especial? Sintió una punzada de miedo al pensar en que quizás solo
para él había sido especial. A lo mejor para Alen solo había sido una buena
noche de sexo.

—Ya córtala. —Dijo Marco de improviso.

—¿Qué cosa?

—Estás empezando a preocuparte por tonteras, se te puede leer en el rostro.


Córtala con eso y disfruta lo que estás viviendo, te ves lindo sonriendo cuando
piensas en Alen, no dejes de hacerlo. —Dijo parándose de la silla y pasándole
unos documentos.— Ahora acompáñame a ver cómo va el piso quince... Eso si
es que todavía puedes caminar.

—Apenas. —Dijo sonriendo y siguiendo a Marco al exterior.

¿Era solo idea suya o el día estaba más brillante que otras veces?
Capítulo 6

Christian estacionó su camioneta frente al restaurante italiano. Aquel lugar


siempre había sido su favorito, recordaba cuando había llevado a Alex por
primera vez a aquel sitio, a su ex le había encantado también.

Hace varios años que no iba a comer allí, la última vez había terminado en el
estacionamiento con la nariz rota. No sabía por qué, pero necesitaba volver a
su restaurante favorito y necesitaba a Alen con él allí.

Sonrió al pensar en Alen, en su guapo, cariñoso y maravilloso Alen. Aún no


comprendía que lo hacía tan especial, pero lo era. Era maravillosamente
distinto de los otros hombres con los que había salido.

Salió tranquilamente de su vehículo y apenas había cruzado la puerta del


restaurante cuando lo primero que vio fue el perfil de Alex sonriendo, estaba
en el lugar cenando con Dani, su primo Gino y su esposa Elizabeth.

Demonios.

Se quedó cerca de la puerta donde no pudieran verlo. ¿Qué debía hacer? ¿Se
quedaba en el lugar y se arriesgaba a pasar un mal momento? ¿O podía llevar
a Alen a otro sitio?

Volvió a mirar por un momento y Alex le sonrió a Dani, luego tomó su mano y
la besó dulcemente.

Ver la tierna escena lo lastimó. Alex lo había dañado de muchas maneras y los
recuerdos de todo lo sucedido entre ellos lo deprimió. Era una estupidez, él ya
no amaba a Alex, lo tenía claro, pero aún le dolía que Alex no lo hubiera
amado, que hubiera despreciado su amor como si no valiera nada.

Canceló la reserva y se giró sobre sus talones para salir del lugar.

Al llegar a su automóvil se dio cuenta que había perdido el apetito. No tenía


ánimos de ver a Alen, no ésta noche.

Marcó su número de teléfono y la alegre voz de Alen contestó.

—Hola cariño, sé que estoy un poco atrasado, pero voy saliendo y estoy
cerca…

—No te preocupes… En realidad te llamaba para cancelar…

—Oh… ¿Está todo bien?

—Sí, solo no estoy de ánimo hoy. Te llamo mañana. —Le dijo antes de cortar
la llamada sin siquiera despedirse.

Bruscamente sacó su carro del lugar y condujo sin rumbo fijo hundido en sus
depresivos pensamientos.

—¡Idiota! —Gritó Alen furioso.— ¡Maldito idiota hijo de las mil putas!

Erick entró casi corriendo en su habitación.

—¿Qué te pasa? —Preguntó sorprendido justo en el momento que arrojaba su


teléfono furioso sobre la cama.

—¡Me acaba de plantar! —Le dijo a Erick.— ¡El muy imbécil me acaba de
plantar!

—A lo mejor tuvo alguna emergencia…

—No, eso lo hubiera entendido, solo no estaba de ánimo… —Le dijo con un
tono burlón.— ¡Hasta me colgó el maldito teléfono!

—Lo siento… —Le dijo Erick con una sonrisa triste.— ¿Vas a salir igual?

—No. —Dijo enojado.— Ya me echó a perder la noche.

—No puedo ofrecerte una cena italiana, pero si un par de sándwiches y una
cerveza.

—Me parece fantástico. Solo que vas a tener que aguantar mi mal humor.

—No creo que te dure mucho. Es raro que estés de mal humor…

Le sonrió a su amigo y mientras iba tras él, aprovechó de mirarle el trasero.


Erick tenía un lindo y apretado trasero. Era una lástima que fueran como
hermanos o ya se habría cogido a Erick hace mucho tiempo.

Se sentaron frente a frente para comer y conversar en el mesón de la cocina


americana.

—¿Por qué diablos me hago esto Erick? ¿Por qué me ilusiono con idiotas que
siempre terminan decepcionándome?

—Porque la esperanza es lo último que se pierde. Y tú eres un optimista, así


que vas a seguir intentando encontrar a tu media naranja hasta dar con él.

—¿Eres un puto sabiondo ahora?

—No, si lo fuera ya habría encontrado alguien para mí mismo.


—¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto.

—¿De verdad no te molesta que traiga hombres?

Alen solía llevar a sus conquistas al departamento, pero Erick nunca lo hacía,
solo una vez había visto salir un hombre del departamento, pero eso había
sido varios meses atrás. No creía que Erick no tuviera sexo, pero al parecer
jamás los traía a casa.

—No. —Le dijo poniéndose colorado.— ¿Porque lo preguntas? ¿Te he hecho


sentir incómodo?

—No, claro que no. Solo estaba pensando en que nunca has traído a nadie en
todo el tiempo que llevas aquí. Excepto aquel tipo alto que vi salir una vez…

Erick lo miró sorprendido de que supiera de una de sus aventuras.

—No tengo mucha suerte con los hombres y prefiero que no vean a hombres
salir o entrar aquí conmigo. —Le dijo bajando la vista.— Si Sara se llega a
enterar me hará la vida más imposible aún. Es capaz de prohibirme ver a mi
hijo.

La ex esposa de Erick era absolutamente insoportable y Alen la detestaba.


Sara en tanto, tampoco lo soportaba a él, había amenazado varias veces a
Erick con no dejarlo ver más al niño si seguía viviendo con él.

Pero había dos factores que impedían que Erick se fuera, el principal era que
el arriendo era barato y si se cambiaba iba a tener más gastos y por lo tanto
menos ingresos, cosa que no le convenía a Sara, porque le sacaba cada
centavo que podía a su amigo.

Además Sara trabajaba los fines de semana como promotora en un centro


comercial y el lugar quedaba cerca del departamento, eso le permitía dejar el
niño con Erick los fines de semana mientras trabajaba.

Incluso Alen solía cuidar al pequeño cuando Erick no podía hacerlo. Así que
Sara debía tragarse su orgullo y aguantar que fuera parte de la vida de Erick.

—Todavía no puedo creer que estés casado con ella.

—¿Por qué te sorprende tanto?

—Bueno, porque ella es tan diferente a ti. Es tan vulgar.

—Sí, lo sé. Aun no se en que estaba pensando.

—Conociéndola ahora entiendo que seas gay. —Le dijo sonriendo.— Te


apuesto que te dejó traumado y eso te llevó a los hombres…
—Sí, creo que ahí empezó todo. —Le dijo riendo.— Soy un caso clínico, cree
anticuerpo a las mujeres gracias a ella.

—¿Por qué nunca has salido a conocer chicos conmigo? —Preguntó sonriendo.

—Por lo mismo, tú sales a conocer chicos, yo solo te los espantaría. —Le dijo
mostrándole su mano mala.

—¡Eso es una idiotez! Solo tuviste un accidente, tu rostro no está desfigurado


ni mucho menos, eres atractivo y cualquier hombre con un poco de cerebro
que te conozca se enamorará de ti y no le importarán tus cicatrices.

—Eso suena lindo, pero no es cierto. He hecho el intento de salir solo y es


incómodo. No soy como tú, que todos se te quedan mirando con la boca
abierta cuando llegas a un lugar.

—¿Tú también me miras con la boca abierta? —Le dijo sonriendo coqueto.

—¿Para qué? Ni que te fueras a fijar en mí.

—¿Porque crees que no eres atractivo?

—Sé. —Le dijo marcando la palabra.— Que no soy atractivo.

Alen se paró y fue hacia su amigo, tomó la mano de Erick y la llevó hacia su
erección. Erick abrió los ojos sorprendido y trató de quitar la mano, pero se la
retuvo.

—Eres atractivo. —Le dijo con decisión.— Me has provocado una erección
cada vez que comemos juntos. Así que espero que eso te aclare las cosas.

Cuando volvió a sentarse, Erick aún lo miraba sorprendido.

—No puedo creer que hicieras eso…

—¿Qué? ¿Nunca has tocado una erección antes?

—¡Claro que sí! ¡Pero no la tuya!

—Na… —Dijo levantando los hombros.— Son todas iguales.

—Eso no es cierto…

—Que bien… ¿Quieres hablar de erecciones ahora?

—¡No! Solo quiero decir que… —Comenzó a balbucear.— ¡Eres terrible! ¿Lo
sabías?

—¿Por qué lo dices? —Le preguntó fingiéndose ofendido.

—Porque no puedes resistirte a nada que tenga pene, camine en dos pies y no
tenga pelos o plumas.

—Y que respire, eso de la necrofilia no va conmigo. –Dijo sonriendo.

—Payaso. —Le dijo Erick riendo.— Lo ves, ya estás alegre de nuevo.

—Por favor no me recuerdes la fuente de mi mal humor.

Erick, lo miró unos segundos antes de inclinarse hacia él y mirarlo con esos
ojos profundos que su amigo tenía.

—Sabes, no creo que el hombre que me describiste solo sea un idiota. Debió
pasarle algo y él solo…

—¿Se desquitó conmigo?

—Probablemente. Dale tiempo, estoy seguro que te llamará y se disculpará.

—¿Y si no lo hace?

—Tienes una fila de hombres que estarán felices de ocupar su lugar.

Suspiró resignado. Sabía que había otros hombres, pero él quería a Christian.
No le interesaban otros hombres, solo uno.

¿Qué diablos era eso? ¿Desde cuándo no le interesaban otros hombres?

—¿Qué hiciste qué? —Le dijo Marco casi gritando.

—Lo llamé y cancelé.

Marco lo miró molesto después de dejarlo entrar en su departamento. Había


dado vueltas por la ciudad en su automóvil hasta que se dio cuenta que
inconscientemente estaba frente al departamento de Marco.

—¿Por qué diablos hiciste eso?

—Cuando llegué al restaurante… Alex estaba allí, con Dani y su primo.

—¿Y por eso lo plantaste? ¿Por qué viste al idiota en el mismo lugar?

—Si…

Marco se refería a Alex siempre como “el idiota”. Su mejor amigo había
cerrado filas en su favor después de su ruptura y luego de que Alex le
rompiera la nariz, aquello se había convertido en un odio encarnado contra
Alex. Había que decirlo, su amigo era el más leal sobre la tierra, ni siquiera
después de que le contara lo de las mentiras que le había dicho a Dani había
cambiado su postura. Seguía de su lado.

—Eres un estúpido.

—Gracias… —Dijo ofendido.

—No te hagas el ofendido porque sabes que tengo razón. No te había visto tan
entusiasmado con alguien desde tu mala experiencia con el idiota.

—Lo sé…

—¿Y qué haces? ¡Vas y lo plantas! ¡A lo mejor que te ha pasado en años!

—No entiendes…

—No, no entiendo. Ya pasaron más de cuatro años Chris. El idiota hizo su vida
y tú deberías hacer lo mismo, debes pasar la hoja de una vez.

—Pues deberías aplicar tus palabras a ti mismo.

—Yo lo hago.

—¿En serio? ¿Hace cuanto que no sales con alguien? Y no me refiero a los
polvos rápidos que tienes cada tanto. Me refiero a una relación.

Marco podía tener a cualquier hombre que quisiera, era guapo y cada vez que
iban a un lugar gay, los hombres lo rondaban como moscas, él pocas veces les
hacía caso, pero cuando lo hacía, era una conquista segura. A pesar de eso,
no había tenido una relación estable desde la muerte de Tommy.

—Solo no se ha dado. No es que esté atascado.

—¡Mentiroso!

—¡Bien, si lo estoy! Pero si apareciera alguien que me provoque lo que te


provoca Alen no sería tan idiota de dejarlo ir, me aferraría a él y vería donde
me lleva.

—¿En serio nadie te ha movido un poco? ¿Ni un poquito?

—No. —Le dijo Marco suspirando.

—Sabes que no puedes esperar a alguien que te provoque lo que provocaba


Tomy.

—Lo sé, no soy estúpido. Tomy había uno solo… —Le dijo con tristeza.

Le dolía ver a Marco sufriendo. Su amigo aún no superaba la muerte de su


pareja, probablemente nunca lo haría.
—Alen debe estar furioso conmigo.

—Y con razón. Deberías tomar ahora el maldito teléfono y llamarlo para


pedirle disculpas. Luego arrastrarte y seguir pidiendo disculpas hasta que te
acepte de nuevo.

—Lo haré. Te prometo que lo llamaré mañana y me arrastraré todo lo


necesario para que me perdone. Pero no hoy.

—Te compraré rodilleras. —Dijo Marco sonriendo y apretando su pierna.

Se inclinó y apoyó su cabeza en el hombro de Marco.

—¿Por qué diablos no me enamoré de ti Marco? Todo habría sido más fácil.

Siempre se lo había preguntado. Ellos eran como Alex y Dani, amigos muy
íntimos. Incluso habían salido cuando estaban en la universidad, pero lo de
ellos no había funcionado. Cuando Marco conoció a Tomy, aquello había sido
amor a primera vista y él se había hecho a un lado para que su amigo fuera
feliz.

—También me lo he preguntado. —Le dijo Marco abrazándolo.— Supongo que


es porque eres como mi hermano, somos demasiado amigos para ser amantes.

—A lo mejor hay algo mal en mi… —Confesó por fin su mayor miedo.— Por
eso nadie me ama. Ni siquiera mis padres…

—No hay nada malo en ti Chris. —Le dijo Marco besando su cabeza.— Yo te
amo, no tenemos química sexual, pero te amo.

—Eres el único.

—Eso no es verdad, toda mi familia también te ama. A veces incluso creo que
mi hermana te quiere más que a mí, eso lo sabes.

Chris sonrió recordando cuan dulces y cariñosos eran la hermana menor y el


hermano mayor de Marco, todo un contraste con su propia familia.

—¿Crees que Alen… me perdone por ser tan idiota? —Iba a preguntar “¿Crees
que Alen pueda llegar a amarme?” pero su amigo siempre había sido honesto
con él y le dio miedo que Marco le dijera que no.

—Claro que sí.

Eso esperaba. Lo de ellos había sido demasiado especial para arruinarlo por
una estupidez. Tenía una larga lista de fracasos amorosos y lo último que
quería era ver el nombre de Alen en ella.
Capítulo 7

Al día siguiente Chris estaba supervisando nuevamente el piso quince,


hablaba con el capataz cuando Marco apareció a su lado.

—Hola muñeco. —Dijo Marco cuando nadie podía oírlos.

Chris odiaba que Marco le dijera muñeco, y su amigo lo llamaba siempre así,
principalmente para molestarlo.

—¡No me llames así! —Dijo en voz baja.— ¿Qué haces acá? ¿No ibas a ver las
casas de la costanera?

—No hace falta, hablé con el capataz y dice que está todo bien. Así que vine a
ver cómo estás.

—Bien, más tranquilo.

—¿Llamaste a Alen?

—No todavía, lo llamaré a la hora de almuerzo, quizás quiera ir a alguna parte


y podamos conversar.

—Dame tu teléfono. —Dijo Marco estirando la mano.

—No, no te lo daré. —Lo tenía en el bolsillo de su camisa, así que Marco podía
verlo perfectamente.— Te conozco, vas a llamarlo, o lo que es peor vas a
obligarme a llamarlo y no quiero interrumpir su trabajo.

—¡Dámelo! —Le dijo Marco estirando la mano a su bolsillo.

Comenzaron a forcejear, pero era más un juego, ya que ambos estaban


riendo. Finalmente su bolsillo se desgarró un poco y el teléfono cayó al suelo.
Corrió tras el aparato, pero con la prisa de recogerlo antes que Marco no
midió la distancia y lo golpeó con su pie mandándolo directo a través de una
ranura entre las protecciones del borde del edificio.

Su teléfono cayó directo desde el quinceavo piso al primero.

—Oh no, no, no, no. ¡Mi teléfono! —Dijo corriendo hacia el borde.

—Oh, oh. —Dijo Marco.

—¡Ya estarás feliz! —Dijo molesto.— ¡Ahora no podré llamar a Alen!

—Relájate, te compraré uno nuevo, en la compañía telefónica pueden


recuperar todos los números de tu aparato antiguo.
—¿Estás seguro? Porque no tengo su número en ninguna otra parte, si no
puedo recuperarlo…

—Estoy seguro. ¿Recuerdas cuando mi teléfono cayó al agua? Recuperaron


toda la información.

—Si lo recuerdo, pero también recuerdo que no recuperaste toda la


información, en aquella ocasión te quejaste de que habías perdido números.

—Sí, pero no era nada importante, además ahora todo es incluso más seguro y
queda todo respaldado.

Chris no estaba tan seguro de eso, así que igual cruzó los dedos para que el
número de Alen pudiera recuperarse, si no… No quería pensar en esa
posibilidad.

Alen miró por centésima vez su teléfono. Odiaba cuando esperaba ansioso que
un hombre lo llamara. Siempre esa maldita espera era la peor parte.

Con Chris era aún peor. El hombre le gustaba tanto…

La noche que habían pasado juntos había sido increíble. Él era un caliente, no
había duda de eso, pero jamás había estado más encendido en su vida,
simplemente no podía recordar haber tenido una noche mejor que aquella. Y
no solo por la parte física, pensó que había logrado atravesar el muro que
Chris trataba de mantener a su alrededor, pensó que lo de ellos había sido
especial.

Se había sentido tan bien en sus brazos, tan correcto. Cuando estaba con
otros hombres siempre una parte de su cerebro le decía que no debía hacerlo,
o que aquel hombre no le convenía, pero con Chris no.

Sabía que a veces era solo “el chico buen polvo” para algunos hombres. Por
eso aún no podía creer como se habían entregado el uno al otro con Chris.
Con él había sentido que le correspondía lo que estaba entregando. No sentía
que lo estuviera utilizando.

Hasta ahora, en ese momento se sentía “el chico buen polvo” nuevamente.

Todavía no entendía que después de aquella maravillosa experiencia, Chris se


hubiera portado como un idiota con él… Y aún así esperaba ansioso oír su voz.

Había esperado tres días que Chris lo llamara y se disculpara y aún no lo


hacía. Buscó el número de Chris y los dedos le picaban por llamarlo. ¿Qué le
iba a decir?
Era tan estúpido que probablemente llamaría y llamaría a Chris solo para
recibir negativas. O lo que era peor se dejaría utilizar nuevamente.

¿Qué estaba mal con él? ¿Por qué aguantaba que lo trataran así? Él era una
buena persona, debía hacerse respetar, no debía dejarse pisotear por
cualquiera.

Guardó su teléfono y respiró profundo rogando por no haberse equivocado


con Chris.

Cuando Marco entró en la oficina, Christian estaba golpeando suavemente su


cabeza contra el escritorio una y otra vez.

—¿Qué diablos estás haciendo? ¿Quieres comprobar si tu cabeza es más dura


que el escritorio?

Christian lo miró con cara de pocos amigos y Marco se dejó caer en la silla
frente a él.

—Lo perdí, perdí el número telefónico de Alen.

—¿No pudieron recuperarlo en la compañía telefónica?

—No, resulta que no lo guardé en el chip, lo guardé en el aparato y como el


aparato se hizo trizas, no pueden recuperarlo.

—¿No sabes nada más de él? ¿Dónde trabaja? ¿Dónde vive?

—No, no y no. El tiene mi número y sabe donde vivo, pero como yo lo planté y
no podré llamarlo, ahora va a pensar que no quiero volver a verlo.

—Mierda.

—Sí, mierda. —Le dijo bajando la cabeza y golpeándola nuevamente contra el


escritorio.

—Y si lo conociste en el doctor, no sería más sencillo llamar a la consulta y


pedir su número, en vez de abollar los muebles.

—¿Crees que no lo intenté? No dan datos confidenciales de los pacientes.

—¡Un número de teléfono no es confidencial! No ahora que todo está en


internet.

—¡Internet! —Le dijo levantando la cabeza de improviso.— Debe haber algún


dato allí, correo electrónico, facebook, algo.
Se levantó de un salto y besó efusivamente a Marco en la mejilla y luego
corrió a su computador

—De nada. —Le dijo Marco sonriendo.

Chris estuvo toda la siguiente hora buscando rastros de Alen Mariante por
todo el ciberespacio, le importó una mierda que estaba en horario de trabajo,
Marco incluso se sentó a su lado y lo ayudó, pero para su desánimo la
búsqueda fue un fracaso. No había nada, como si no existiera, solo
encontraron una referencia y era de una página antigua que ya no conectaba.

—No puede ser que no haya nada de él, no tiene un nombre muy común. —
Dijo Marco atónito.

—No entiendo, no hay nada de nada.

—¿Estás seguro que ese es su apellido?

—Sí, lo estoy. Y ya no se que más hacer. —Dijo desanimado.

Chris no podía resignarse. Perder el número de Alen significaba no volver a


verlo, no volver a saber nada de él.

Se reclinó en la silla más deprimido de lo que había estado en años.

Lo había perdido, había perdido a Alen.


Capítulo 8

Jugar básquet era una de las pocas cosas que últimamente se le antojaba
hacer a Alen. El partido semanal con sus amigos lo ayudaba por un rato a
olvidarse de todo.

Cuando el partido terminó miró a Tony que se había quedado encestando y se


sintió extraño. Hace unos meses atrás cuando se había acostado con él, lo
había encontrado atractivo, pero ahora no lo parecía tanto. Era guapo, eso
nadie lo negaba, pero ya no le atraía como antes. Había otro tipo de hombre
que lo atraía más.

Sin quererlo sus pensamientos lo llevaron a Christian.

Habían pasado más de dos semanas y Chris nunca lo llamó.

Volvió a sentir esa presión habitual en su pecho cuando pensaba en Chris. No


quería pensar en él, cada vez que lo hacía se sentía melancólico. Él nunca en
su vida había sentido ni un poco de depresión, no sabía lo que era sentirse
deprimido. Pero ahora…

¿Esto era la depresión? ¿Sentirte triste cuando piensas en alguien? No sabía


si tenía depresión, pero desde su experiencia con Chris no se sentía él mismo.
Simplemente a veces no tenía ánimos de levantarse de la cama, ni que decir
de salir a conocer hombres, prefería quedarse en casa con Erick.

Estaba tan cambiado que hasta su amigo se había preocupado al punto de


llamar a su mamá. Ella quería que volviera al sur un tiempo, pero no podía
hacerlo por su trabajo, así que optó por seguir amurrado y decepcionado.

Tony no parecía mejor que él. Al parecer había tenido una relación amorosa
con su mejor amigo, Leo. Y aquello no había terminado bien.

Dejó a Tony solo para que descargara sus frustraciones en la cancha y se


encaminó a los vestidores. Aunque actualmente se trataban cordialmente,
ellos no eran exactamente amigos.

Cuando pasó por las canchas de squash se congeló en su lugar. En una de las
canchas había dos hombres jugando, uno de los jugadores era alto y muy
guapo, y demonios, se parecía muchísimo a Brian Kinney el personaje
protagonista de su serie de televisión favorita, Queer as Folk, y el otro
hombre… Era Christian.

Se quedó en un rincón oscuro tratando de no ser visto y poder mirarlo. Se


decía a si mismo que se alejara, pero no podía evitar quedarse mirándolo
como un tonto, recordando cómo se sentía tocar su pelo, como se sentían sus
labios...
Después de mucho tiempo observando a ambos hombre, estaba seguro de que
eran amantes, había demasiada confianza entre ellos, sentía ganas de gritar y
llorar cada vez que veía a Brian Kinney tocando a Chris. Cuando terminaron
uno de los juegos, el hombre alto se acercó a Chris para abrazarlo, lo levantó
en brazos jugando y Christian se rió.

Christian sonreía feliz.

Él había estado decaído por su rechazo, deprimido por primera vez en su vida,
por su culpa… ¡Y él estaba feliz! ¡Feliz y sonriendo!

Claro que estaba feliz, no tenía motivos para estar triste, Alen no había
significado absolutamente nada para él. Solo había sido “el chico buen polvo”
de una noche.

Corrió a los camarines y se duchó conteniendo las ganas de llorar. Una vez
que estuvo en los vestidores se sentó en una de las bancas obligando a su
cuerpo a moverse.

—¿Qué haces todavía por acá? —La profunda voz de Tony resonó en los
vestidores sacándolo de su ensoñación.

—Estaba... Estaba mirando un partido de squash. —Le dijo con voz triste.

—¿Estás bien? —Preguntó Tony observándolo.

—Sí, es que vi a un ex jugando squash. Estaba con otro hombre y... Soy un
idiota.

Alen aún no conseguía hacerse de ánimo para terminar de vestirse,


continuaba sentado aún descalzo y Tony ya había terminado de vestirse y
guardar sus cosas.

Tony se sentó frente a Alen y tomó su mano.

—A lo mejor es solo un amigo. —Le dijo a Alen tratando de consolarlo.

—Puede ser, pero soy tan patético que lo estuve mirando jugar squash y
pensando en que ojala yo tuviera a alguien para restregarle por las narices
también.

—Espero que valiera la pena mirarlo.

—Solo porque tiene buen culo. ¿Has visto algo más aburrido y más estúpido
que darle a una pelota que rebota en la pared?

—¿Las carreras de autos? ¿Has visto algo más idiota que dar las mismas
vueltas una y otra vez?

Alen sonrió y al mirar sobre el hombro de Tony vio a Christian con aquel
guapo hombre en el vestidor, ambos sonrientes.
No podría soportarlo, la imagen de Christian con otro hombre era como una
tenaza que le estaba apretando el centro del pecho.

—Sígueme la corriente. —Escuchó a Tony susurrar antes de acercarse a él y


darle un fogoso beso, de la sorpresa abrió la boca y Tony le metió la lengua.

Escuchó un jadeo de sorpresa y Tony se separó de él fingiendo sorpresa y


encarando a ambos hombres.

Demonios, Tony se merecía un oscar por aquella actuación.

Chris llevaba más de dos semanas pensando solo en Alen. Por más que
trataba, no lograba sacárselo de la cabeza. Había buscado todas las maneras
que se le ocurrieron para encontrarlo y todo había sido inútil.

Su siguiente paso era contratar a un detective privado. Probablemente él


tendría más acceso a la información que necesitaba.

Marco había estado a su lado en todo momento, proponiendo ideas, algunas


bastante descabelladas, y siguiendo rastros. O como en estos momentos,
arrastrándolo al centro deportivo a jugar squash para tratar de levantarle el
ánimo.

Su desanimo no se iba a esfumar solo con aquel juego, pero necesitaba


despejarse y dejar de pensar en Alen aunque fuera un rato.

Cuando el juego comenzó, Marco estaba animado y golpeaba fuerte la pelota,


pero él ni se esforzaba en alcanzarlas.

—Chris, este juego no funciona así.

—Lo siento Marco. Creo que no fue buena idea venir.

—Muñeco, he estado pensando toda la tarde en un par de ideas para


encontrar a Alen. Te lo iba a decir cuando hablara con mi contador, pero si te
levanta el ánimo como para jugar un partido decente…

—¿Qué ideas?

—Pensé en pedirle a mi contador que busque sus datos en ese programa que
tiene. En el que investiga los créditos de todo el mundo. Si Alen tiene una
tarjeta de crédito puede aparecer su dirección.

—Sí, puede funcionar…

—La otra, es pedir un registro a la compañía telefónica de tus llamadas la


semana que conociste a Alen. Ahí deben aparecer las llamadas que le
hiciste…

—Eres un genio. —Le dijo a Marco con una sonrisa.

—Eso siempre lo has sabido. No te sorprendas tanto. —Le dijo devolviéndole


la sonrisa.— Pero no te hagas demasiadas ilusiones. No es seguro Chris,
puede que sea otra de nuestras búsquedas inútiles.

—Pero es una esperanza… —Dijo con una sonrisa.

Y una esperanza era mejor que nada. Sobre todo lo del registro de llamadas,
así tuviera que llamar a todos los números de esa lista, daría con Alen. ¿Cómo
no se le ocurrió antes?

De ahí en adelante no pudo dejar de sonreír y bromear con Marco. La idea de


poder encontrar a Alen lo había puesto más feliz de lo que había estado en las
últimas dos semanas.

Aún estaba de buen humor cuando entraron a los vestidores, apenas había
atravesado la puerta y lo primero que vio fue a dos hombres besándose
apasionadamente frente a él. Cuando miró mejor y vio que uno de los
hombres era Alen el corazón se le cayó al suelo.

No era un beso de amigos, aquel sujeto tenía su lengua profundamente en la


boca del hombre por el que había estado soñando las últimas semanas.

Sintió el jadeo de sorpresa de Marco y el hombre que acompañaba a Alen se


separó de él y los miró sorprendido. Lo odió, en el minuto que lo miró, lo odió.

—Lo siento, no sabía que había alguien más. Espero no haberlos incomodado.

—No hay problema. —Le dijo Marco.

El no era capaz de hablar, estaba impactado y tratando con todas sus fuerzas
en no abalanzarse sobre aquel sujeto y dejar salir toda su rabia.

Miró a Alen pero él ni siquiera le dirigió la mirada, continuó vistiéndose


rápidamente como si nada hubiera pasado. Cuando finalmente Alen levantó la
vista, los azules ojos solo lo miraron con tristeza.

—¿Cómo estás? —Preguntó Alen.

—¿Se conocen? —Preguntó el hombre.

—Sí, Chris es... es un conocido.

¿¡Conocido!? ¡Habían cogido toda una maldita noche! ¡Alen había tenido su
pene en la boca! ¿¡Y solo lo presentaba como un conocido!?

—Soy Tony. —Le dijo el hombre estirando su mano.


—Christian Brahm, un “conocido” de Alen. —Le dijo con un tono irónico.

—Soy Marco. —Dijo su amigo dándole la mano también.

—Termina de vestirte Alen, te llevaré a casa. —Le dijo Tony a Alen.

Chris quiso gritar en ese momento, era seguro que ellos continuarían en casa
lo que estaban haciendo en el vestidor.

—Ya estoy listo. —Le dijo Alen terminando de abrocharse las zapatillas y
tomando su bolso.

—Adiós. —Susurró Alen cuando pasó a su lado.

—Nos vemos. —Les dijo Tony colocando posesivamente su mano en la espalda


de Alen.

Christian quería volarle la mano al muy infeliz para que no tocara a Alen. Pero
toda su rabia se volvió tristeza, él debería estar tocándolo, él debería ser el
que llevara a Alen a casa, pero no tenía derecho a hacerlo, lo había perdido
por ser un redomado imbécil.

Cuando Alen y Tony por fin se marcharon, se dejó caer en una de las bancas
desanimado.

—¿Ese era Alen? —Preguntó Marco con voz ronca.

—Si, Alen y su novio.

Marco se sentó a su lado y apoyó los codos en las rodillas.

—A lo mejor es solo un amigo demasiado cariñoso.

Chris lo miró con cara de pocos amigos y Marco lo miró con cara de disculpa.

—Lo siento amigo.

—Era demasiado bueno para ser cierto.

—¿Por qué no vas por él?

—¿Estás loco?

—No, no lo estoy. ¿No viste como él te miró? Estoy seguro que siente algo por
ti, aún estas a tiempo si quieres alcanzarlo y explicarle lo que pasó.

—¿Para qué? —Dijo desanimado.— Esto es mi culpa, es mi karma.

—¿Karma? ¿De qué estás hablando?


—Estoy pagando por lo que les hice a Alex y Dani. —Confesó por fin la idea
que lo atormentaba hace mucho tiempo.— No merezco a alguien como Alen,
no soy lo suficientemente bueno para él. No soy lo suficientemente bueno
para nadie.

—Por Dios Chris… —Marco lo miró sorprendido.— ¿Cómo puedes creer algo
así?

—¡Porque es la verdad! ¡Me voy a quedar solo porque soy una mala persona!
¡No merezco que nadie me ame!

—¡Esa es la mayor estupidez que he escuchado nunca! —Dijo Marco molesto.

—Ya no quiero hablar Marco. Solo quiero ir a casa y dormir.

—Ir a casa y deprimirte, querrás decir… —Marco se acercó y lo tomó de los


hombros.— Ven conmigo a comer algo, podemos beber algo para que pases la
pena. Pero no te dejaré solo.

—Lo que sea… —Dijo levantando los hombros indiferente.

No iba ser una buena compañía esa noche, su mente seguía en Alen. En Alen
y Tony. Las imágenes de ellos dos juntos lo estaban matando.

No era mala idea ir a beber algo, incluso emborracharse por esa noche
parecía una buena idea en ese momento, necesitaba adormecer su mente, así
no pensaría que Alen probablemente estaba teniendo sexo con el guapo
hombre con el que se había ido a casa.

Alen aún sentía su corazón latir fuerte en su pecho. El encuentro con Chris no
había durado más de cinco minutos pero lo había dejado profundamente
afectado.

Tony lo llevó a su departamento, y ninguno de los dos habló en todo el


camino. Su mente seguía en los vestidores. Apenas y se había atrevido a mirar
a Chris, tenía miedo de actuar como un idiota, si no se hubiera controlado le
habría exigido explicaciones por no llamarlo o lo que hubiera sido peor,
humillarse y rogarle que lo hiciera.

Finalmente Tony lo llevó a su departamento y Alen lo había invitado a subir,


con una invitación implícita para acostarse con él.

¿Por qué lo hizo? No lo sabía, una parte de él quería exorcizar a Chris, de su


vida, de su mente, de su cuerpo…

Por suerte Tony estaba más cuerdo que él, porque lo rechazó amablemente.
Cuando escuchó la negativa de Tony se sintió aliviado, en realidad no quería
acostarse con él, habría sido un error, porque habría estado pensando todo el
tiempo en Chris.

Tony finalmente había aceptado subir a su departamento, pero aclarándole


que solo en plan de amigos. Después de abrir unas cervezas se sentaron a
conversar.

—¿Cómo lo supiste? —Preguntó Tony.

—¿Qué cosa?

—Lo mío con Leo… —Dijo serio.

—Cuando me llevaron a emergencias, después de que Leo me rompiera la


nariz, él estaba tan celoso, que me sorprendió que no me fracturara otra
parte más importante de mi cuerpo.

—Lo de tu nariz fue un accidente.

—¡Sí, por supuesto! —Dijo con tono irónico.

—Él quería golpearte un poco, pero no lastimarte.

—Ya no importa. —Le dijo quitándole importancia.— ¿Lo de ustedes no tiene


arreglo?

Tony negó con la cabeza.

—No es que no queramos estar juntos, pero no podemos. —Dijo con tristeza.—
¿Y lo tuyo con Christian? ¿Tampoco tiene arreglo?

—No, él no me quiere.

—No lo creo.

—Está con otro hombre…

—Aún así, deberías hablar con él. Lo que dije es cierto, la manera en que te
miró cuando saliste conmigo… Ni siquiera era rabia, parecía con el corazón
roto.

¿De verdad? Y si Tony tenía razón y Chris si lo quería… Su corazón comenzó a


latir esperanzado, pero la esperanza murió pronto. Solo eran conjeturas de
Tony, si Chris lo quisiera lo habría llamado, o al menos le habría dicho algo
esa misma noche cuando se encontraron.

—No puedo llamarlo, borré su número de teléfono. Por cierto, también borré
el tuyo. —Le dijo en un tono de “por idiota”.

Tony sonrió.
—Eso no fue muy inteligente. Borrar el de Christian lo entiendo. ¿Pero el mío?

—¿Para que conservarlo?

—Nunca sabes cuándo puedes necesitar la ayuda de un policía.

—Bueno, espero nunca necesitarla.

Estuvo tentado de pedirle como favor a Tony que arrestara a Chris, que lo
arrestara por robo y daño a la propiedad privada.

Porque Chris era culpable, le había robado el corazón y lo había hecho


pedazos.

La semana siguiente Marco se sorprendió al entrar en los vestidores y ver al


novio de Alen allí. Chris no había querido acompañarlo a jugar squash. Su
amigo había estado inconsolable desde aquel día y no quería encontrarse
nuevamente con Alen.

No podía evitar sentirse culpable, Chris no lo había culpado, pero era el


responsable de todo. Si él no se hubiera puesto a jugar con Chris, su teléfono
no se habría roto y no habría perdido el número de Alen.

Marco había tenido muchas esperanzas con Alen, había pensado que él iba
poder curar el corazón de su amigo, para que por fin olvidara al idiota de
Alex.

Miró al guapo hombre frente a él, no era su tipo, a él definitivamente le


gustaban los hombres pequeños. Recordó con dolor la imagen dulce de Tomy,
su pareja era muy bajito, Chris siempre decía que parecía un llavero, pequeño
y mono.

—Hola. —Saludó amablemente a Tony.— No sé si me recuerdas...

—Marco. —Le dijo Tony serio.— Nunca olvido un nombre.

—Tú eres Tony. —El nunca recordaba los nombres, pero difícilmente olvidaría
el suyo. ¿Como podía olvidar el nombre del hombre que le rompió el corazón a
su mejor amigo?

—¿Tu novio no te acompañó hoy? —Preguntó Tony con el ceño fruncido.

Marco lo miró extrañado.

—Chris no es mi novio, es mi mejor amigo.


Tony pareció sorprenderse. Lo miró serio por mucho tiempo haciéndolo sentir
incómodo, se sentía como si lo estuviera pasando por un polígrafo.

—¿Por qué Christian no llamó a Alen?

—¿Sabes eso? —Tony no contestó, solo lo siguió mirando.— Perdió su número,


su teléfono cayó desde un edificio en construcción y no pudo recuperar el
número.

—¿Pensaba llamarlo?

—Sí, estuvo todo el tiempo tratando de encontrar a Alen y cuando por fin da
con él, prácticamente te lo estabas comiendo.

—Solo era un beso de amigos. —Le dijo con una sonrisa.

—¿Amigos? —Preguntó sorprendido.— Si así besas a tus amigos no me puedo


ni imaginar cómo besas a tus amantes.

—No he recibido quejas. —Le dijo sonriendo.— Me pareció ver que tu amigo
aún siente algo por Alen. ¿Es así?

—¿Por qué quieres saber?

—Porque quiero ayudar a Alen, pero si tu amigo solo quiere jugar con él...

—¡No! Él no es así, está muy interesado en Alen, no quiso venir hoy porque lo
afectó verte con él.

Tony se sentó a su lado.

—Solo lo besé para que tu amigo nos viera. Alen y yo salimos hace unos
meses pero no estamos juntos, ese día solo lo llevé a su casa y nos tomamos
una cerveza, nada más.

—¿Quería poner celoso a Chris?

—Solo quería no sentirse tan mal porque él estaba contigo y pensó que
ustedes estaban juntos.

—Mierda...

—Sí, mierda. —Dijo Tony arrojando su ropa en el bolso deportivo.— De


haberlo sabido ese día, se habrían ido juntos de aquí.

—¿Por lo menos puedes darme su teléfono para hablar con él? ¿O explicarle lo
que pasó para que llame a Chris?

—Te daré su teléfono y puedo explicarle, pero no creo que Alen lo llame, está
muy dolido con él. —Tony se quedó pensando un momento antes de hablar
nuevamente.— Pero creo que podemos hacer algo por ellos...
Le dijo con una sonrisa traviesa a Marco.
Capítulo 9

Christian aún no entendía porque estaba en ese restaurante. Marco lo había


citado en aquel lugar. No era extraño que lo invitara a cenar en un sábado por
la noche, por lo general si ninguno de los dos tenía planes solían pedir una
pizza y tomarse unos tragos o a veces iban a cenar fuera como hoy, pero
aquel lugar no era el tipo de lugares que solían frecuentar.

La iluminación tenue, las velas y el ambiente romántico lo tenían sorprendido.


Tal vez Marco no supiera que aquel sitio era así, más destinado a parejas. La
otra opción que explicaba la elección del lugar no le gustaba. Si Marco había
decidido intentar llevar su relación a un plano romántico nuevamente, sería
una situación incómoda.

Miró la hora y Marco ya estaba atrasado quince minutos. No era poco


habitual, su amigo tenía muchas cualidades, pero la puntualidad no era una
de ellas.

Cuando levantó la mirada y divisó la alta y esbelta figura de Alen casi se


quedó sin aliento, no solo porque no esperaba verlo allí, también porque Alen
se veía más guapo que nunca. Si en jeans y zapatillas era guapo, un poco más
formal se veía despampanante.

Probablemente estaba allí para cenar con su novio. No iba a poder soportarlo,
no podría quedarse y verlo con otro hombre de nuevo.

Cuando el mozo llevó a Alen directo hacia él estaba atónito.

—¿Qué...?

—Debe haber un error. —Dijo Alen rápidamente.

—No lo hay. —Dijo el mozo.— Recibí estas instrucciones.

Alen lo miró molesto.

—¿Esto fue idea tuya?

—¡No! —Dijo confundido.— Se supone que iba a cenar con Marco.

—Y yo con Tony. —Dijo Alen igual de confundido.— Será mejor que me


marche.

—No, por favor quédate. —Le pidió levantándose y reteniéndolo del brazo.—
Cena conmigo.

—No sé si esa sea una buena idea. —Dijo Alen un poco reticente.
—Por favor… Después de todo, te debo una cena.

Alen pareció dudar unos minutos y después solo asintió brevemente. Cuando
ambos se quedaron solos, ninguno de los dos habló. Alen tampoco lo miraba y
se notaba incómodo.

Aún no entendía como habían terminado en la misma mesa, pero no le


importaba, tener a Alen frente a él era mejor que no volver a verlo nunca.

—Te debo una disculpa por dejarte plantado aquella vez… —Dijo por fin
terminando con aquel silencio incómodo.

—Ya no importa.

—Sí, si importa, arruiné todo y no sabes cómo me he arrepentido. Sucedió


algo que me puso mal y acabé desquitándome contigo.

Alen lo miró sorprendido.

—¿Si de verdad te arrepentiste por qué no me llamaste y me lo dijiste antes?

—Mi teléfono cayó de un piso quince, se hizo pedazos y perdí tu número, por
eso no pude llamarte, no es que no quisiera. No sabes cuánto quise hacerlo...

—¿De verdad?

—Lo juro. Esperé que tú me llamaras, pero tampoco lo hiciste.

—Pensé que no querías saber más de mí, así que borré tu número. —Dijo Alen
avergonzado.— Si no lo hacía te iba a llamar una y otra vez hasta que
terminaras mandándome al diablo.

—No lo habría hecho. —Le dijo sonriendo por fin.

—Me alegra saberlo. —Dijo Alen mirándolo con sus hermosos ojos.— Me
encanta tu sonrisa.

La sonrisa de Chris se hizo más amplia aún, por un momento se olvidaron de


lo que había pasado y la vibra entre ellos fue igual que la vez anterior.

No le importaba si Alen estaba con otro hombre, cuando Alen le sonrió


también, su corazón latió más rápido con la esperanza de recuperarlo.

¡Al diablo con Tony!

Alen era suyo.


Alen aún no podía creer lo que estaba pasando. Estaba cenando con Chris y
estaban sonriendo felices tal como la primera noche que estuvieron juntos.

La confesión de Chris de que había querido llamarlo aún lo tenía sonriendo.

—¿De verdad perdiste mi número?

—Sí, mira. —Dijo sacando de su bolsillo un teléfono nuevo, muy moderno y


muy caro.

—Es genial.

—Me lo regaló Marco, fue su culpa que el otro se rompiera.

—¿Marco es tu novio? —Preguntó tenso.

—No, es mi mejor amigo y también mi jefe. Te hablé de él ¿recuerdas?

—¿No estás con él?

—No, solo somos amigos. En la universidad hicimos el intento de salir en el


último año, pero no funcionó. Así que solo somos amigos.

Alen aún sentía celos de Marco. No le gustaba que Chris pasara todo el día
con un ex amante.

—¿Qué pasa?

—Nada. Solo pensaba que no debe ser fácil trabajar con un ex amante. —Dijo
tratando de fingir que no le importaba.

—Nunca fuimos amantes. Llegamos a los besos y a tocarnos un poco, pero


creo que los dos nos dimos cuenta que no iba a funcionar y aplazamos el sexo.
Eso hasta que Marco conoció a su pareja.

—¿Y te dejó por él?

—No, Marco se habría quedado conmigo aunque lo nuestro no hubiera


funcionado para no lastimarme. Pero cuando conoció a Tomás, me di cuenta
que aquello fue amor a primera vista. Así que preferí hacerme a un lado.

—Fue algo muy lindo que hicieras algo así por ellos. ¿Todavía están juntos?

—No. Probablemente aún lo estarían, ellos se amaban mucho, pero… —Chris


tragó un nudo que tenía en la garganta.— Tomy falleció en un accidente
carretero hace cinco años. Fue un golpe muy duro para Marco. Aún no se
recupera completamente de su pérdida.

—Para ti también un golpe duro.

—Si, Tomy llegó a ser mi amigo también. —Dijo con una sonrisa dulce y los
ojos brillantes.— Era pequeñito y al lado de Marco se veía más diminuto aún,
además era el hombre más dulce que he conocido.

—Lo lamento. —Dijo tomando su mano en apoyo.

En cuanto lo tocó, la sensación de su piel envió cientos de sensaciones a


través de su mano. El recuerdo de Chris en sus brazos hacía latir su corazón,
ni que decir lo que hacía con el resto de su cuerpo, especialmente con su
pene.

—¿Qué hay acerca de Tony? ¿Hace cuanto tiempo lo conoces?

—Nos conocimos hace un año más o menos. Ambos jugamos básquet con un
grupo de amigos.

Chris lo miró sorprendido y luego un poco molesto.

—¿Ya estabas con él cuando nosotros..?

—¡No! Solo tuvimos algo sin importancia poco después de conocernos, pero
ahora solo somos amigos.

—No parecían solo amigos el otro día. —Dijo con el ceño fruncido.

¿Chris estaba celoso de Tony? ¡Sí! ¡Si lo estaba!

Alen tomó la mano de Chris y la acarició, ya no confortándolo, si no con una


caricia sensual y lo miró con todo el deseo acumulado las últimas semanas. Si
hubiera podido se habría inclinado y lo habría besado directamente allí en
medio del lugar.

—Prometo no dejar que Tony vuelva a besarme, si tú prometes no volver a


plantarme. —Dijo con una sonrisa.

Chris sonrió y apretó su mano cariñosamente.

—Lo prometo. —Dijo con voz ronca.

Sin poder evitarlo se inclinó sobre él y lo besó suave y rápidamente en los


labios. No le importaba estar en un lugar público. Él siempre veía a parejas
heterosexuales besarse, algunas casi dando espectáculos públicos. Un besito
casto, bien se lo podían aguantar las parejas que estaban alrededor.

Chris casi gime en voz alta cuando Alen lo besó suavemente. El corto beso lo
dejó con ganas de lanzarse sobre él y besarlo hasta que le dolieran los labios,
pero al mirar alrededor recordó que estaban en un lugar público.
Al parecer solo una pareja que estaba cerca se dio cuenta de que Alen lo
había besado en la boca. Afortunadamente la pareja solo sonrió y siguió
cenando sin sorprenderse.

Sabía que aún había personas de mente estrecha que habrían armado un
escándalo porque ellos se demostraran afecto en público. Había que dar
gracias al cielo que las cosas iban cambiando día a día y esperaba algún día
no tener que besarse con su pareja casi furtivamente en un lugar público.

Después de ese dulce momento la cena fue todo lo que debería haber sido la
vez que lo había plantado. Agradeció que Marco hubiera elegido ese lugar
romántico. No sabía como lo había hecho su amigo para juntarlos, pero en ese
momento solo se dedicó a disfrutar de la compañía de Alen.

La conversación fue tan relajada que incluso le confesó los intentos que había
hecho para ubicarlo.

—También te busqué en internet, pero no encontré absolutamente nada. No


existes para la web. —Le dijo a Alen.

—Lo sé. Tuve que cerrar todo lo que tenía en Internet. Apenas y tengo correo
electrónico y solo unas pocas personas lo tienen.

—¿Por qué tuviste que hacerlo?

—Por mi ex novio, el psicópata. —Dijo sonriendo.

—¿Quién? —Preguntó sorprendido.

—Se llamaba Joaquín, pero Erick lo bautizó como el psicópata. Hace un


tiempo tuve una relación con él. Fuimos novios apenas dos meses, pero
comenzó a ponerse cada vez más celoso y obsesivo, y llegó un punto en el que
preferí terminar con él.

—Y no lo tomó muy bien. —Lo dijo más como una afirmación que como una
pregunta.

—Para nada. Me hackeó las cuentas de correo, me mandó mensajes


insultándome en Facebook, me seguía al trabajo… Fue una verdadera
pesadilla.

—Guau.

—Sí, lo peor fue cuando comencé a salir con otro hombre. Lo siguió a él, le
dijo un montón de mierda de mí y logró que terminara conmigo.

Chris se quedó congelado con el tenedor a medio camino. La culpa golpeando


su estómago y quitándole el hambre de golpe.

Él había hecho a Alex lo mismo. Si Alen supiera lo que había hecho…


—Sí, un psicópata completo. —Dijo Alen sonriendo y malinterpretando su
sorpresa.

—¿Todavía… Él todavía te acosa? —Preguntó con un hilo de voz.

—No, afortunadamente conoció a alguien más y supongo que ahora se


entretiene acosándolo a él y se olvidó de mi. Pero mientras aquello duró fue
una verdadera pesadilla.

—¿No pudiste solucionar lo que él arruinó?

—¿Lo del hombre que me dejó? —Negó suavemente con la cabeza.— No. Pero
no me importó mucho, él no debería haber creído toda esa mierda que le
dijeron de mi, además no era una relación importante.

Chris se había arrepentido mucho de sus acciones. Pero hasta ahora no le


había tomado el peso real a lo que había hecho. La relación que le habían roto
a Alen no era significativa, pero él en cambio había separado a dos personas
que se amaban.

Él había sido aún peor que el ex novio de Alen. Es más, él era el ex novio
psicópata de Alex.

Aquella idea le hizo retorcer el estómago. Lo del Karma persiguiéndolo


rondaba su mente desde hace mucho tiempo y ahora comprendía que estaba
en lo correcto, no había manera de que sus acciones quedaran sin castigo.

Alen todavía no entendía que había pasado o que había dicho para cambiar el
ánimo de Chris. En un momento estaba alegre y sonriente y al siguiente era
melancólico, casi como avergonzado. Pero aún no entendía por qué.

Para su desánimo Chris se ofreció a llevarlo a su departamento. Esperaba que


después de cenar su ánimo mejorara e ir nuevamente al departamento de
Chris. Estaba ansioso por quitarle la ropa y hacer realidad todas las cosas que
había estado pensando hacerle durante la cena. Pero su ánimo no había
mejorado, aún se comportaba tierno y atento con él, pero la tristeza que veía
en sus ojos lo preocupaba.

Cuando Chris detuvo el automóvil frente a su departamento, nuevamente el


silencio se instaló entre ellos.

—¿Me vas a decir que pasó? ¿Hice o dije algo mal? —Preguntó finalmente.

—No eres tú… —Parecía que iba a decir “No eres tú, soy yo”. Aunque se
detuvo antes de lanzar aquella estúpida y trillada frase, él la captó enseguida.
—Vaya… —Dijo molesto.— De verdad que por un momento te creí todo el
cuento de que perdiste mi número y todo eso.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó Chris sorprendido.— Es verdad que lo


perdí.

—¿Entonces por qué estas tratando de deshacerte de mí?

—Yo no… —Chris comenzó a negar con la cabeza pero Alen estaba tan
molesto que no lo dejó hablar.

—Si no quieres estar conmigo, solo tenías que decirlo.

Abrió la puerta y salió del carro sin despedirse.

¡Al diablo con Christian!

Caminó la corta distancia a su departamento y subió las escaleras de a dos


peldaños hasta el segundo piso. Su departamento no era ni por asomo tan
lindo como el de Christian, pero Erick lo había convertido en un lugar muy
acogedor.

Cuando estaba colocando las llaves en la puerta, Christian llegó a su lado.

—¿Qué diablos fue eso? —Dijo Chris sin aliento llegando a su lado.

—¿No eres tú, soy yo? —Dijo aún molesto.— Esa frase la he oído tantas veces
que ya le tengo adjudicada. Si la buscas en el diccionario aparece mi foto al
costado.

—Lo lamento Alen, no era mi intención decir eso. Te dije cuando te conocí que
tenía unos asuntos pendientes. Lo que te iba a decir es que no es tu culpa que
yo a veces me ponga idiota.

Alen aún tenía las llaves en la mano y no sabía si creerle a Chris. ¿Qué pasaba
si otra vez lo dejaba sin llamarlo? ¿Tenía el valor de arriesgarse de nuevo con
él?

—¿Qué quieres de mi Chris? —Dijo molesto.— Si lo único que quieres es


cogerme y desaparecer, está bien, hazlo, pero no me hagas promesas, me
gustas demasiado para ilusionarme y que desaparezcas nuevamente.

—Tú también me gustas mucho Alen y sé que quiero estar contigo, pero me
asusta un poco. La última vez que alguien me importó tanto como tú, terminé
con el corazón roto.

—¿Fue el novio con el que viviste?

—Sí, se llama Alex.

—¿Qué pasó? —Chris no parecía querer hablar al respecto.— Dímelo.


Necesito saber en qué me estoy metiendo.

—No hay mucho que saber, yo me enamoré pero él no se enamoró de mí. En


realidad él estaba enamorado de su mejor amigo desde hace mucho tiempo.

—¿Te dejó por él?

—No, pero terminamos por su culpa y poco después él ya estaba con Dani.
Técnicamente nunca me engañó, pero Dani siempre estuvo entre nosotros.

—¿Todavía lo amas?

Para su decepción, Chris no contestó enseguida, se tomó tiempo para pensar


en la respuesta.

—No, creo que no.

Alen no le creyó del todo, una parte suya creía que Chris aún estaba
enamorado de su ex.

¿Valdría la pena arriesgarse con Chris?

Lo miró una vez más y su corazón latió acelerado ante el rostro serio de Chris.
Si, si valdría la pena intentarlo. No sabía si podía hacerlo olvidar a Alex, pero
bien valía la pena tener a Chris para besar esos labios y verlo sonreír.

Se acercó a él y lo besó como había querido hacerlo durante toda la noche. Y


para su alegría Chris lo abrazó para acercarlo aún más y devolverle el beso.

Girando la llave, abrió la puerta y lo empujó dentro de su departamento.

Chris estaba feliz. Más feliz de lo que había estado en las últimas semanas.
Alen y él acababan de hacer el amor y ahora estaban acurrucados juntos
acariciándose lánguida y tranquilamente.

Colocó su mano sobre el pecho de Alen y sonrió, su piel pálida contrastaba


con la morena de Alen. Le gustaba eso, se veían lindos juntos.

Alen lo miró antes de girarse un poco y abrazarlo incluso más cerca. Su novio
estaba excitado, lo había estado por un buen rato, ya que ese parecía ser su
estado permanente cuando estaban juntos.

Aprovechando su cercanía, Chris tiró de su cuello y lo acercó para un caliente


beso. Alen lo acercó aún más y lo puso sobre su cuerpo, se siguieron besando
suavemente hasta que Chris le sonrió a Alen y comenzó a bajar lentamente
por el cuerpo de su novio.
Alen tiró la cabeza hacia atrás y gimió. Chris se preocupó de lamer, chupar y
morder suavemente cada uno de sus pezones antes de bajar al hermoso pene
de su novio. Lo lamió de arriba abajo y luego bajó más hasta sus testículos.

—Oh por Dios Chris…

Chris sabía que era bueno con el sexo oral, más de una vez se lo habían dicho
y hacérselo a Alen era aún mejor. Su novio se retorcía, lo acariciaba y gemía
de manera deliciosa.

Después de lamer su saco y casi enloquecer a Alen, tomó su pene y lo metió


suavemente en su boca.

—Chris, Chris…

Comenzó a chuparlo con fuerza y Alen comenzó a empujar sus caderas hacia
su boca. Humedeció un dedo y acarició con él el apretado agujero de Alen.

—Oh por Dios Chris si… Mételo cariño.

No esperó a que se lo pidiera de nuevo, metió su dedo en el ano de Alen. El


pensar en poder hacerle el amor a su novio lo puso aún más duro, pero no
sabía si a Alen le gustaría.

Chris lo chupó más fuerte y buscó con su dedo la próstata de Alen, cuando la
acarició su novio se estremeció en sus brazos.

—Chris detente, me voy a correr en tu boca si no paras ahora. Demonios…


Eres fabuloso cariño.

Retiró su boca sonriendo y miró a Alen estirarse para tomar el lubricante. Su


corazón se aceleró cuando se lo puso en la mano.

—¿Quieres…? —No se atrevió a terminar a frase para no recibir un rechazo.

—Por supuesto que sí. ¿Por qué no querría?

—A algunos no les gusta. —Dijo pensando en Alex, a él no le gustaba, en todo


el tiempo que estuvieron juntos nunca dejó que Chris le hiciera el amor.

—¿Qué clase de gays idiotas frecuentas? —Dijo sonriendo.— Vuelve a meter


ese dedo cariño y luego mete tu pene, porque yo no soy idiota y si me gusta.

Chris rió fuerte antes de colocar lubricante en sus dedos y comenzar a


preparar a Alen. Se sentía el hombre más afortunado del mundo. Solo hace un
par de horas había creído que no volvería a ver a Alen y ahora lo tenía a su
lado y estaba a punto de hacerle el amor.

Después de todo, quizás había hecho algunas cosas bien en su vida, porque su
karma mejoraba minuto a minuto.
Alen se relajó cuando Chris lo penetró suavemente con dos dedos. El pensar
en Chris penetrándolo lo tenía al borde.

Ya estaba a punto de correrse, Chris era increíble chupándola, el hombre


tenía la boca más talentosa que hubiera tocado su pene, y no habían sido
pocos. Si Chris hubiera seguido unos segundos más habría roto su promesa
de no terminar en la boca del otro.

Desde la primera noche que pasaron juntos habían acordado eso,


principalmente por seguridad, Chris le confesó que no se había hecho aún su
examen anual de VIH y Alen tampoco. No quiso confesar que estaba más que
de acuerdo porque además había sido bastante promiscuo últimamente,
siempre utilizaba protección, pero no quería arriesgar a Chris, jamás
arriesgaría a Chris.

Cuando Chris metió un tercer dedo en su ano, ya no podía más.

—Demonios Chris, me voy a correr…

Chris lo miró con una sonrisa pícara antes de tomar su erección con una
mano y penetrarlo profundamente con la otra. Su control se perdió y se corrió
espasmo tras espasmo de placer en la mano de Chris.

Cuando aún no se recuperaba del orgasmo, Chris se colocó el preservativo y


abrió más sus piernas. Alen las subió a sus hombros para darle más acceso.
Estaba tan relajado que Chris lo penetró rápida y profundamente con
facilidad.

—Chris…

—¿Estás bien?

—Si, por favor muévete, me estás volviendo loco así quieto. —Dijo moviendo
las caderas contra Chris.

Chris sonrió y se inclinó a besarlo, antes de comenzar a salir y entrar


suavemente. Cuando comenzó a penetrarlo con más fuerza Alen gimió con la
deliciosa sensación. Él prefería estar arriba, pero no le molestaba de vez en
cuando que alguien lo cogiera bien cogido, especialmente si ese alguien era
Chris.

Alen llevó la mano a su renovada erección y comenzó a tocarse al ritmo de las


penetraciones de Chris. Demonios, su amante era igual de bueno cogiendo
que chupándola. La liberación llegó fuerte y se corrió esparciendo los hilos de
semen sobre su estómago y pecho. Sintió a Chris enterrarse con fuerza una
última vez y tensarse cuando el orgasmo lo golpeó tan intensamente como a
él.
Chris cayó sobre él y Alen lo abrazó con fuerza, con el corazón latiendo a cien
por hora. Sus labios volvieron a juntarse para casi devorarse el uno al otro.
¿Qué diablos hacía Chris para encenderlo así? Había tenido amantes más
guapos y más dotados, pero por lejos Chris era el mejor amante que había
tenido nunca.

Alen sonrió mirando el guapo rostro de Chris y su corazón latió más


apresurado dándole la respuesta.

Chris se había metido en su corazón. Desde que lo vió por primera vez se
había metido profunda e irremediablemente en su corazón. Besó a Chris
nuevamente y rogó porque no lo volviera a abandonar, porque cada pedazo de
su corazón quería estar con él.
Capítulo 10

Chris se despertó abrazado al cálido cuerpo de Alen. Se sentía muy bien estar
sostenido así, pensó que no le molestaría despertar cada día abrazado a él. La
idea lo hizo sonreír tontamente.

Al levantar la vista le sorprendió que Alen siguiera dormido. No sabía qué


hora era y recordó que su teléfono estaba en la chaqueta que había quedado
tirada en alguna parte de la sala. Sintió ganas de ir al baño, así que se levantó
suavemente para no despertar a su hermoso amante.

Recordó que Alen tenía un compañero así que se puso la ropa interior antes
de salir al pasillo, después de pensarlo dos veces también se puso los
pantalones.

Al salir del baño sintió ruido en la sala y caminó discretamente hacia el lugar
para recoger su chaqueta. Le sorprendió encontrar la ropa ordenada con
cuidado sobre el sofá. La noche anterior Alen lo había llevado directo hacia el
dormitorio mientras arrojaban las prendas que se iban sacando.

A la luz del día pudo mirar con calma el lugar, era un departamento pequeño,
pero muy lindo, de hecho le sorprendió el buen gusto en la decoración. No
había cosas caras, pero quien decoró las había utilizado muy bien, haciendo
lucir el lugar cálido y acogedor.

El departamento tenía una pequeña cocina americana y un hombre bajito con


unos desordenados rizos estaba de espaldas a él preparando el desayuno. Era
de la misma altura que Tomy, pero su cuerpo era mucho más macizo que el de
su amigo.

Tomy era muy delgado y tímido por lo que siempre parecía que estaba
encogido, el compañero de Alen en cambio, se erguía todo lo que daba su baja
estatura y tenía unas espaldas anchas, incluso a través de la camiseta se
podía ver unos brazos bien marcados.

Cuando el compañero de Alen giró levemente el rostro y lo vio de perfil, se


congeló en un segundo de la sorpresa, casi le da un ataque cardiaco al verlo.

No podía ser, no podía ser él.

El hombre frente a él era un fantasma, no podía haber otra explicación.


Cuando el hombre se giró por completo, por unos segundos vio a Tomy, lo vio
tan claramente como si su amigo nunca hubiera muerto. Solo cuando el
hombre lo miró fijamente y pudo verlo con más claridad comenzó a respirar
de nuevo.

No era Tomy, pero bien podía ser su hermano. Su hermano guapo, por que
definitivamente el compañero de Alen era mucho más guapo que Tomy.

—Oh, lo siento si te asusté. Soy Erick, el compañero de Alen.

—Si, lo sé. —Dijo con voz temblorosa.

—¿Estás bien? ¿Estás pálido?

—Si, estoy bien, me asusté un poco. —Más bien un montón, pensó.

—¿Quieres desayunar? ¿Una taza de café? —Ofreció Erick amablemente.

—Prefiero esperar a Alen y desayunar con él, pero un café suena bien. Soy
Christian por cierto. —Dijo estirando la mano para estrechar la de Erick.

—¿Christian? ¿El Christian de “ese idiota me plantó”? ¿Ese Christian? —


Preguntó sonriendo Erick.

—Si, ese Christian supongo. —Dijo sonriendo también.

—¿Cómo diablos terminó contigo anoche? Se supone que iba a salir con... –
Erick se interrumpió, no queriendo decir algo que perjudicara a Alen.

—¿Con Tony? –Le dijo con una sonrisa tranquilizadora.— Ni idea, se supone
que yo iba a cenar con mi mejor amigo, pero el mozo tenía instrucciones de
juntarnos, no dijo de quien eran las ordenes pero sospecho que de mi amigo.

Erick le pasó una taza de café con la mano derecha y colocó con dificultad un
posavasos con la izquierda y pudo ver que la tenía bastante dañada.

Cuando atrapó a Chris mirando su mano, rápidamente se la metió al bolsillo.

—No la escondas. No quise hacerte sentir incómodo. Solo pensaba que debió
ser un accidente doloroso.

—Lo fue. Aún a veces me duele un poco.

Iba a preguntar que le había sucedido en la mano cuando el timbre sonó.


Erick fue a abrir y un pequeño niño saltó sobre él.

—¡Papi!

—Hola amor. —Dijo Erick tomando al pequeño niño en brazos.

Una mujer entró detrás del pequeño. La mujer hubiera sido bonita si no fuera
porque era bastante vulgar. El pelo era de un color rubio demasiado
oxigenado y el maquillaje sobrecargado no ayudaba para nada a su
apariencia.

Erick se giró hacia él, con una orgullosa sonrisa mostrándole al pequeño. El
niño tenía los mismos rizos desordenados y la misma sonrisa de su papá.
—Chris, este es mi hijo, Marco. Y ella es mi ex esposa Sara. Sara, él es...

—Todavía no estamos divorciados. Sigo siendo tu esposa. —Replicó la mujer.

Erick entornó los ojos y le dio la espalda a su esposa.

—¿Marco? Mi mejor amigo se llama Marco, es un lindo nombre. —Le dijo


sonriendo al niño.

El pequeño sonrió y abrazó más cerca de su papá.

—¿Y este Romeo sin camisa quien es? —Preguntó Sara.— ¿Otro de los putos
de Alen?

Chris se tensó con el ataque injustificado de Sara. Cuando iba a contestar a la


vulgar mujer, la voz profunda de Alen se escuchó fuerte.

—Ya me parecía que un cuervo había entrado al departamento, te escuché


graznar desde el dormitorio Sara. —Dijo Alen entrando a la habitación
también sin camisa. Alen se acercó a él, lo abrazó y le besó el cuello.

—Y yo sentí el olor a puto en cuanto entré.

La mujer miró a Alen y el antagonismo que había entre ambos era palpable.

—No cobro cariño, lo hago solo por placer, lo de cobrar te lo dejo a ti.

—Vaya ejemplar que te cogiste. —Dijo Sara, esta vez hablándole a él.— Si
aceptas un consejo, huye mientras puedas cariño.

—Solo hablas de celosa, ya quisieras tu cogerte a alguien tan guapo como yo.

—No gracias, he comido cosas mejores, incluyendo al único que tú no. Sé que
te molesta no poder poner tus manos sobre Erick.

¿Erick? ¿Alen deseaba a Erick? Miró alrededor y al parecer el hombre había


sacado al niño de la habitación antes de que Alen y Sara comenzaran a
sacarse los ojos.

—Y a ti te molesta no saber si he pervertido o no a tu dulce Erick, te apuesto


que te sigues preguntando si es gay y torturándote sabiendo que quizás hace
tiempo que ya me cogí su lindo culo. —Le dijo acercándose a Sara y
desafiándola.

—Dile a Erick que paso por el niño a las cinco. —Dijo saliendo molesta por la
puerta y dando un portazo.

—¿Qué diablos fue todo eso? —Preguntó sorprendido.

—Ese fue el round semanal de Alen con Sara. —Respondió Erick entrando en
el cuarto.— Esta vez fue corto porque estabas tú.

—Es mi hobby favorito, hacer que se ponga roja de la rabia. —Dijo Alen
sonriendo y sirviéndose una taza de café.

—Dejé a Marco viendo televisión. —Dijo Erick acercándose a Alen.— ¿Así que
si fuera gay, ya hace tiempo que habrías cogido mi lindo culo?

—¡Y te encantaría! —Dijo Alen riendo y acercando a Erick para abrazarlo


cariñosamente.

Sintió un retorcijón en el estómago y reconoció el sentimiento. Era la misma


sensación que había sentido cada vez que veía a Alex con Dani.

Los componentes eran los mismos, su amante, el mejor amigo supuestamente


hetero y él haciendo mal trío.

La historia se repetía una vez más.

Karma, pensó, su maldito karma persiguiéndolo.

Alen miró a Chris y su rostro mostró la misma transformación de la noche


anterior. En un momento estaba bien y al siguiente lucía triste.

—Voy a vestirme. —Dijo de improviso y casi corriendo al dormitorio.

Erick lo miró también preocupado.

—Ve tras él. —Le dijo Erick empujándolo hacia el dormitorio.— ¡Ahora!

Cuando entró al dormitorio esperaba encontrar a Chris vistiéndose para huir


rápidamente, sin embargo estaba acostado en la cama mirando al techo.
Caminó hacia él y se recostó a su lado. Para su alegría, Chris lo acercó más a
él y lo abrazó.

—¿Me vas a decir que pasó?

—Nada, ya te dije que a veces me pongo idiota.

—Necesito que me digas que está mal, si no, está relación no va a funcionar.

—¿Relación? ¿Quieres una relación conmigo?

—Por supuesto. ¿Tú no? —Preguntó un poco decepcionado.

—Si la quiero, pero pensé que tú no querías… Después de todo no te faltan los
hombres. —Dijo Chris tratando de reír pero sonó demasiado tenso.
Alen se incorporó un poco sobre el codo para poder mirarlo a la cara.

—¿Es eso? ¿Te molesta lo que dijo Sara sobre otros hombres?

—No. —Mintió Chris sin mirarlo a los ojos.— Tú tienes tu pasado y yo el mío.

—¡Mentiroso! ¡Si te molesta! —Alen lo miró fijamente con una ceja levantada.

—No… Un poco… —Chris no pudo escapar del escrutinio de Alen así que
finalmente casi gritó.— ¡Sí! ¡Si me molesta! No quiero saber, ni siquiera
quiero pensar en los hombres con los que has estado…

—Chris, no te puedo decir que he sido un santo. Cuando estaba en la


universidad tuve que trabajar mucho, así que esos años fueron tranquilos.
Pero cuando salí de la universidad, he tratado de divertirme un poco y he sido
un poquito, ya sabes...

—¿Promiscuo?

—Iba a decir fiestero... —Le dijo mostrándose avergonzado

—Ya sé que has sido algo pro... fiestero.

—¿Lo sabes?

—Prácticamente te me arrojaste encima en la primera cita, me contaste que


lo de Tony también fue casual y Erick no estaba sorprendido de verme esta
mañana en tu cocina, lo que me indicó que vio pasar a más de alguien por allí.
—Dijo tratando de sonar casual, pero notoriamente molesto.

—Si eso te molesta, ¿Por qué no dijiste nada?

—Porque no quiero estar sobre ti, no quiero que me dejes como dejaste a tu
novio, el psicópata.

—Cariño, tú distas mucho de ser un psicópata.

A Alen le pareció ver una expresión avergonzada en el rostro de Chris.

—Pero me siento como uno. Más de una vez he perdido un novio por mis celos
y no quiero que vuelva a pasar. No quiero perderte porque no puedo controlar
mis celos…

¿Novio? ¿Chris lo consideraba su novio? Alen se acercó y lo hizo callar


dándole un profundo beso.

—Cielo, es normal sentir celos. Yo también los siento. Tampoco me gusta


pensar en los otros hombres que ha habido en tu vida.

—No han sido tantos. También me divertí cuando tenía tu edad, es solo que
ahora quiero algo más estable, más... —Le dijo mirándolo serio.— Pero si
quieres seguir divirtiéndote...

—No, yo también quiero más, te quiero a ti.

—¿Estás seguro que es a mí a quien quieres?

—¿A quién más?

—A Erick… —Dijo Chris en un susurro.

—¿Erick? —Preguntó sorprendido.— ¿Por qué crees algo así?

—Sara lo dijo y tú además lo abrazas y lo besas cariñosamente…

Alen recordó de golpe la historia que le contó Chris la noche anterior. El ex


novio de Chris lo había dejado por su mejor amigo. No era de extrañar que se
pusiera así cuando abrazó a Erick.

—Erick y yo solo somos amigos. Las palabras de Sara, son solo para
enfadarme, no puedes tomártelas en serio.

—Ya estuve en esa situación antes y no quiero…

—No es para nada la misma situación. Erick y yo somos como tú y Marco.


¿Recuerdas que dijiste que ambos sabían que una relación entre ustedes sería
un error? A nosotros nos pasa lo mismo, Erick y yo somos como hermanos. Es
lindo, pero no me atrae como tú lo haces. La única persona con la que quiero
una relación es contigo.

Chris sonrió y se abrazó a él nuevamente colocando la cara en su cuello.

—Yo también lo quiero. —Dijo Chris en un susurro.

—Qué bueno que quieras, porque tomaste mi virtud anoche, así que tienes
que hacerte responsable. —Le dijo sonriendo.

Chris rió en su cuello haciéndole cosquillas y su corazón latió de alegría con


la risa de Chris.

—Dudo que a ti o a mi nos quede algo de virtud… —Dijo Chris riendo.— Pero
esto es lo que quiero Alen. Estar contigo. Poder confiar, poder entregarme
por completo a una relación nuevamente.

—Puedes confiar en mi cariño. Ya lo verás.

Alen se abrazó a Chris emocionado, él también quería estar con Chris. Lo


quería con todo el corazón.
Capítulo 11

Para Chris los siguientes meses de su vida fueron increíbles. Su relación con
Alen era la mejor relación que había tenido nunca. Su novio era divertido,
alegre y hacía que todo a su alrededor fuera mejor. Hasta Marco que odiaba a
todos sus novios, adoraba a Alen.

Marco le contó que Tony y él habían planeado reunirlos en el restaurante y


que había esperado afuera del lugar hasta que vio a Alen besarlo.

Aún no le gustaba pensar que su novio fuera amigo de Tony, menos aún si al
detective besaba a sus amigos de esa manera, pero de todas formas Chris
había acompañado a su novio a visitar a Tony al hospital cuando le
dispararon, su reconciliación con Alen había sido en parte obra de Tony, así
que le alegró que se recuperara de la grave herida.

Con el paso de las semanas también pudo comprobar que la relación entre
Alen y Erick era únicamente de amistad. Su novio le había confirmado lo que
él ya sospechaba, que Erick era gay.

Al principio le preocupó un poco, pero siempre y cuando no se interpusiera


entre Alen y él, no le importaba.

Y afortunadamente Erick les dejaba su espacio y jamás estaba en medio. Se


notaba que quería a Alen, pero no de la misma manera que Dani a Alex.

Su afecto por Erick había crecido día a día, a pesar de que su personalidad no
era igual a la de Tomy era igual de dulce, simpático y tierno. Estar con él era
como volver a estar con su amigo fallecido, le provocaba una sensación de
calidez que extrañaba desde que su amigo había muerto.

El único problema de su creciente amistad con Erick era que Alen, quien no
sabía lo del parecido de su amigo con Tomy había insistido en presentarlo con
Marco.

La insistencia era principalmente porque Marco se parecía al actor favorito


de Erick. Siempre que estaban con su pequeño amigo y el nombre de Marco
salía en la conversación, Alen le contaba cuan parecido era su amigo a un tal
Brian Kinney.

Hasta ahora había evitado por todos los medios posibles que Marco conociera
a Erick, el hombre era demasiado parecido a Tomy y sería una impresión
demasiado fuerte para su amigo.

Eso a pesar de que una parte de él sabía que Erick sería perfecto para Marco,
pero era una situación demasiado bizarra que Marco tuviera un novio tan
parecido físicamente a su pareja fallecida.
Chris suspiró pensando en su novio. Hacer el amor con Alen seguía siendo
increíble, pero lo de ellos no era solo físico. El solo abrazar a Alen y dormir en
sus brazos lo hacía feliz. Tanto que estaba pensando seriamente en pedirle
que vivieran juntos. Para él aquello era un paso muy serio, después de su
amarga experiencia con Alex tenía mucho miedo de dar aquel paso.

Esa tarde estaba de buen humor, su guapo novio pasaría la noche en su


departamento. Alen pasaba mucho tiempo con él, una de las ventajas de ser
profesor eran las largas vacaciones de verano, aunque solo le quedaban unos
días libres, ya que estaban a miércoles y las clases comenzaban el día lunes.

Mientras esperaba que Alen llegara revisó la correspondencia y suspiró al ver


el sobre que tenía en la mano. Era la tarjeta de navidad que le había enviado
a su familia. Ya estaban en febrero y recién estaba volviendo a sus manos,
aquel retraso en la correspondencia le había dado la esperanza de que sus
padres la hubieran conservado, pero no fue así, la habían devuelto sin abrir.

Más decepcionado que enojado la rompió en todos los pedazos que pudo y la
arrojó a la basura.

Había pasado las fiestas de fin de año con Alen, su mamá y Erick. Chris sonrió
recordando a la mamá de su novio, era rubia y con los mismos ojos azules que
Alen. Evelyn era una mujer muy dulce y se había mostrado feliz de que
estuviera con su hijo. En los pocos días que estuvo con ellos antes de volver al
sur, sintió como si hubiera vuelto a tener una madre. Ahora al recibir
nuevamente el rechazo de su progenitora lo hizo deprimirse.

Aún después de tanto tiempo le dolía el rechazo de su familia.

Cuando su novio llegó su ánimo no era el mejor, en cuanto Alen entró fue
directo a sus brazos.

—Hola cariño, ¿cómo estás? —Preguntó Alen abrazándolo y besándolo


tiernamente.

Chris no tenía ánimo de contestar, solo se abrazó a Alen con ganas de llorar.

—¿Chris? —Preguntó Alen preocupado.— ¿Qué te pasa cariño? ¿Pasó algo


malo?

—Nada fuera de lo común, ya debería estar acostumbrado.

—¿Acostumbrado a qué?

—La devolvieron… Mis padres devolvieron la tarjeta sin leerla.

Alen sabía que había enviado aquella tarjeta. Y le había dicho que lo
encontraba una pérdida de tiempo.

Su novio lo cogió de la mano y lo llevó hasta el sofá. Después de sentarlo junto


a él, lo abrazó hasta que estuvo más tranquilo.
—No debes dejar que te afecte cariño.

—¿Cómo puedo no hacerlo? Es mi familia…

—Ese es el punto, ya no lo es y todavía no lo has asumido.

—No quiero asumirlo. No puedo entender como mis padres pueden solo
haberme sacado de su vida. El que sea gay no es algo que pueda cambiar.
¿Cómo mis padres no entienden eso? ¿Cómo puede ser más importante
aparentar frente a sus amigos que amar a su propio hijo?

—No puedo contestar eso, porque yo tampoco lo entiendo cariño.

—Y tampoco puedes entenderme, no sabes lo que es sentirse rechazado.

—¿Qué no puedo entenderlo? Santo cielo… —Dijo Alen sacudiendo la cabeza y


sonriendo.— ¡Puedes ser tan idiota a veces!

—¡Gracias! —Dijo ofendido y tratando de pararse del sofá.

—¡No! —Dijo Alen reteniéndolo por el brazo.— Te sientas ahí y me vas a


escuchar. ¿Crees que eres el único que ha sido rechazado alguna vez? Intenta
ser mapuche de ojos azules y después me restriegas esa estupidez.

Chris se quedó pasmado con sus palabras.

—¿Te rechazaban por tus ojos?

—Mi piel es muy oscura para considerarme alemán y mis ojos muy claros para
ser mapuche, nunca encajé en ningún lado y después para rematar todo salí
del closet.

—Pero tu mamá te aceptó incondicionalmente…

—Si, pero solo ella. —Dijo Alen tomando su mano.— Mi mamá casi no tiene
familia, pero mi papá sí. Por su lado de la familia tengo abuelos, tíos, primos y
ninguno me habla.

—No… no me habías contado. ¿No te hablan por tus ojos o porque eres gay?

—Es una larga historia. Todo partió cuando mis padres se conocieron, para
toda la comunidad fue difícil aceptar que él se enamorara de una alemana, la
familia por parte de mi padre viene de una antigua línea de lonkos o jefes de
tribu, pero finalmente lo aceptaron. Luego nací yo y mis ojos me hicieron
diferente.

—¿Viviste en una tribu?

—No, la mayoría de los mapuches viven en casas, no en rucas, nosotros


vivíamos en una casa en la ciudad, pero mi padre participa activamente en las
actividades de la comunidad, además estudié en una escuela que pertenece a
la comunidad mapuche.

—¿Nunca te aceptaron?

—No completamente, ni a mi mamá ni a mí y finalmente cuando salí del


closet, simplemente fue demasiado, no solo fui rechazado por mi padre, lo fui
por toda mi familia y por toda mi comunidad.

—¿Tu padre tampoco te habla?

—¡Yo no le hablo a él! —Dijo orgulloso.— Cuando le dije que era gay tenía
dieciséis años, yo sabía que era gay hace rato y ya no quería mentir. Él
consideró que era lo peor que le podía haber hecho, me golpeó y me echó de
la casa con lo puesto.

—Dios…

—Mi mamá peleó con él, se gritaron, fue una tremenda pelea y finalmente mi
mamá me mandó a la casa de su mejor amiga a pasar la noche. A la mañana
siguiente llegó con una maleta con mis cosas y otra maleta con las de ella.

—Se separaron por...

—¿Por mi culpa? Si, mi mamá dijo que yo era una parte de ella y que si mi
papá no me aceptaba a mí, tampoco a ella.

Chris pensó cuan afortunado había sido Alen con su mamá. Recordó como sus
padres solo lo hicieron a un lado de una forma mucho más sutil y mucho más
fría, y por fin entendió que Alen tenía razón, él ya no era una parte de ellos,
tal vez nunca lo había sido.

—Estuvimos con la amiga de mi mamá hasta que ella pidió traslado en su


trabajo a otra ciudad y pudo arrendar una casa pequeña para ambos. Viví con
ella hasta que vine a la universidad.

—Debió ser difícil dejarla.

—Al principio sí, pero ya viste que somos muy unidos. El estar en ciudades
distintas no quiere decir que estemos lejos, ahora existen muchas maneras de
estar conectados.

Chris tragó el nudo que tenía en la garganta. Alen había pasado por cosas
mucho peores que él y aún así era alegre y positivo. Era algo que debía
aprender de él.

—¿Cómo puedes ser tan positivo con todo lo que te ha tocado vivir?

—Cariño, hay gente que la ha pasado peor que nosotros. Cuando mi papá me
golpeó y me echó, me pasé toda la noche llorando y preguntándome por qué
Dios me había hecho así. Pero a la larga comprendí que si él me hizo como
soy, ¿quién diablos soy yo para contradecirlo?

—¿Así de fácil?

—No, me tomó muchos meses, pero al final entendí que tratar de cambiar mi
sexualidad es tan imposible como querer cambiar el color de mis ojos o el de
mi piel.

—Creo que eres perfecto y no te cambiaría nada. —Le dijo acariciando su


mejilla.

—Ni yo a ti. Eres perfecto como eres. Es más, en las palabras de una gran
profeta… Lady Gaga…

Chris rió con ganas con las ocurrencias de Alen.

—¿Lady Gaga?

—Por supuesto, ella es un genio, sabiamente dijo: “I’m beautiful in my way,


‘Cause God makes no mistakes, I’m on the right track, baby, I was born this
way” (Soy hermoso a mi manera, porque Dios no comete errores, estoy en el
camino correcto nene, yo nací de esta manera). —Dijo con una sonrisa.— ¡Y
más encima le puso música bailable!

—Dios no comete errores…

—No cariño, así que si tu familia no te acepta, el problema son ellos, no tú.

—Lo sé. Creo que lo que más extraño es a mi hermano menor… Sé que él me
quería y sé que son mis padres los que lo alejaron de mí.

—Si él te quiere, te va a buscar algún día.

—Eso espero, no tengo a nadie más, lo más cercano a una familia que tengo
es la familia de Marco.

—Y a mí, ahora me tienes a mí. —Dijo Alen acariciando dulcemente su mejilla.


— Y podemos formar una pequeña familia.

Chris sonrió con las palabras de Alen. Podía verlos como familia, tal como
estuvieron en Navidad, una pequeña familia. Se acercó a Alen y lo abrazó
colocando la cabeza en su pecho.

—Eso suena lindo. —Dijo cuando Alen lo abrazó más cerca de él.— Después
de todo lo que me contaste de verdad me siento un idiota. ¿Por qué demonios
me aguantas?

—Porque te amo. ¿Por qué más? —Dijo Alen serenamente besando su cabeza.

—¿Qué? —Preguntó sorprendido e incorporándose para mirarlo a la cara.


—Dije que te amo. —Repitió las palabras como si fueran lo más obvio del
mundo.

Chris no sabía que decir, aún estaba impactado por la declaración de Alen. La
única vez que le había dicho a un hombre que lo amaba había sido a Alex.

Ahora tenía a su precioso novio diciendo las palabras que tanto esperó
escuchar. No las había esperado de Alen y sin embargo se las dijo tal como
era él, de manera honesta y sincera.

Chris miró el sereno rostro frente a él y vio claramente el amor en sus ojos.
Quería decirle que también lo amaba, porque esa era la verdad, lo amaba más
de lo que nunca había amado a nadie.

Y quiso decírselo, pero abrió la boca y las palabras no salieron.

Alen miró el sorprendido rostro de Christian tratando de gesticular alguna


palabra. Pero se había quedado mudo.

—No tienes que contestar amor. Solo quiero que sepas que hay alguien que te
ama como eres y que quiere estar para siempre contigo.

—Yo… Para mi es importante decir algo así.

—Para mí también lo es, y si digo que te amo, es porque lo siento en mi


corazón.

—La única vez que lo dije… Él no…

Alen sintió que le estrujaban el corazón. Se lo había dicho a otro hombre,


Chris si le había dicho “te amo” a Alex.

—Está bien, sé que el idiota que te lastimó te dejó con el corazón muy herido
y sé que tienes miedo de decirlo, pero yo no soy él. Alex no te amaba Chris,
pero yo sí, yo siempre te amaré. Esa es la diferencia.

Chris no dijo nada, solo se acercó a él y lo besó apasionadamente. Alen lo


recostó sobre el sofá y las ropas no se demoraron en volar por toda la
habitación y se entregaron el uno al otro como cada vez que hacían el amor.

Pero esta vez era diferente, esta vez cuando Alen se corrió junto a Chris le
pudo decir las palabras que salían de su corazón.

Te amo.

Y a pesar de estar preparado para la decepción, no pudo evitar que le doliera


que Chris no las dijera también.

Al día siguiente Chris aún estaba algo impactado por la declaración de Alen.
Llevaba años creyendo que nadie nunca lo amaría, sin embargo Alen lo
amaba.

No entendía porque se sentía tan aproblemado. Estaba enamorado y Alen le


correspondía. ¿Por qué no podía simplemente decirle que lo amaba y disfrutar
su felicidad?

Cuando Marco entró a la oficina lo notó distraído enseguida.

—¿Qué te pasa? ¿Otra vez Alen te mantuvo despierto? —Preguntó sonriendo y


sentándose frente a él.

—Anoche Alen dijo que me ama.

La sincera y cariñosa sonrisa en el rostro de Marco lo hizo sonreír.

—¡Eso es fantástico! —Dijo palmeando su mano.— No sabes lo feliz que estoy


por ustedes.

—Yo… No pude decirle que también lo amo. —Confesó avergonzado.

—¿Qué? —Preguntó Marco sorprendido.— ¿Por qué diablos no se lo dijiste?

—No lo sé. Solo no pude, yo…

No pudo seguir hablando porque en ese momento Marco tomó una de las
carpetas de la mesa y lo golpeó fuerte en la cabeza con ella.

—¡Au! ¿Qué demonios te pasa?

—¡¿Qué demonios te pasa a ti?! ¿Te das cuenta el daño que le hiciste a tu
relación con Alen?

—No es tu asunto.

—¡Sí lo es! —Le dijo molesto.— He visto como te has boicoteado una y otra
vez en los últimos años. Eligiendo a idiotas por sobre hombres mejores o
alejando a los medianamente decentes. No dije nada porque ninguno de ellos
me gustaba para ti. Pero Alen es diferente.

—Pero…

—No he terminado. Siempre te mantienes a distancia y esperas que te


rompan el corazón o que te dejen por otra persona.
—¡Y siempre pasa!

—Porque no los dejas acercarse a ti, Alen es el único que ha podido traspasar
esa barrera. Y lo digas o no, estás enamorado de él, lo de ustedes fue amor a
primera vista.

—No lo fue.

—¡Claro que si! No te viste cuando fui a recogerte a la clínica, sonreías con
cara de tonto y sostenías aquel papel con su teléfono como si fuera un tesoro.
Y no me hagas recordarte todo lo que hiciste para encontrarlo cuando
perdiste su número.

Era verdad, Alen y él habían estado locos el uno por el otro desde que se
conocieron.

—Tengo miedo de arruinarlo Marco. —Le confesó a su amigo.— Estoy


esperando hacer algo mal o que Alen se de cuenta que no valgo la pena…

—¿Cómo pasó con Alex?

—Sí.

—Muñeco, debes dejar de una vez por todas de comparar todas tus relaciones
con tu relación con Alex.

—¡No lo hago!

—Si lo haces y debes entender que si tu relación con Alex fue un desastre, no
fue tu culpa. Él fue quien tuvo una relación contigo estando enamorado de
otro. Cualquier relación que tuviera iba a terminar igual.

—Pero lo que hice…

—Eso fue después que terminaron, pero no hiciste nada mal mientras
estuvieron juntos, que él no pudiera amarte no fue tu culpa.

En ese momento se dio cuenta que tenía los ojos llorosos.

—Alen tiene razón, a veces soy un idiota.

—¿Solo a veces?

—Últimamente lo he sido más de lo habitual.

—Y debes cortar las idioteces en este momento. Él no solo es perfecto para ti,
es exactamente la persona que necesitas. Alguien honesto, sincero, en quien
puedas depositar tu confianza. Así que no te permitiré que te portes como un
idiota y lo arruines.
—Jamás pensé que tendría un novio que aprobarás…

—Se han visto cosas más extrañas. —Le dijo levantando los hombros para
quitarle importancia.

—Gracias Marco… Nunca te he agradecido lo buen amigo que eres.

—Esas cosas no se agradecen, tú también eres un muy buen amigo y te amo


Chris, aunque seas un idiota a veces. —Dijo riendo.

Chris rió junto a Marco.

—Además… Me das esperanzas. —Dijo Marco poniéndose triste.

—¿Esperanzas?

—Sí, siempre creí que uno se enamoraba solo una vez en la vida. Cuando me
enamoré de Tomy, pensé que estaría con él para siempre, que sería el único
amor de mi vida y así que cuando él murió…

—Pensaste que jamás te volverías a enamorar.

—Cuando pasaste por lo de Alex, pensé lo mismo de ti, pero conociste a Alen y
te volviste a enamorar. Así que ahora puedo creer que podemos enamorarnos
más de una vez en la vida.

—Por supuesto que si…

—Te confieso que aún no estoy tan seguro.

—Yo si estoy seguro. Uno de estos días conocerás a alguien.

—Conocer hombres es fácil… Lo complicado es conservarlos.

—Bueno, para ti es fácil conocer hombres… Y por fin ya se por qué.

—¿De que estás hablando?

—¿Sabes lo que me contó Alen? Que te pareces al protagonista de una serie


gay que solía ver.

—¿En serio? Espero que el actor sea guapo.

—Lo es, y te pareces muchísimo a él, ahora entiendo porque tienes tanto éxito
cuando vamos a algún lugar gay. Eres la fantasía de todos los que han visto la
serie.

—Espera… Una vez un tipo me llamó Brian mientras cogíamos… ¿Es por eso?

—¡Si! —Dijo Chris riendo.


—¡Demonios! Y yo que pensaba que era irresistible. —Dijo riendo también.
Capítulo 12

Antes de entrar a su departamento, Chris sintió la música a todo volumen


viniendo del interior. Cuando abrió la puerta sonaba, quien otra que Lady
Gaga. Y Alen cantaba a todo pulmón “Bad Romance” mientras preparaba lo
que parecía una ensalada.

Chris se había acostumbrado a la música que escuchaba Alen, su favorita era


Lady Gaga, pero también Beyonce, Rihanna y por supuesto Madonna. Igual
que su novio, la música que escuchaba era rápida, movida y alegre.

La vista de Alen moviéndose por la cocina y bailando, era deliciosa. Lo


observó por varios segundos antes de que su novio notara su presencia. Para
ser tan alto, Alen bailaba muy bien y se movía con mucha gracia.

Cuando por fin Alen lo vio parado en la puerta, se acercó a él bailando y lo


atrajo a sus brazos sin dejar de cantar.

—I want your psycho, your vertical stick. —Le cantó al oído poniendo la mano
sobre su duro pene.

—Bailas muy bien… —Dijo acercándose aún más a Alen.

—No solo bailo bien, también hago otras cosas bien… —Dijo mientras seguía
acariciándolo y cantando.— You know that I want you, And you know that I
need you, I want a bad, bad romance.

Antes de que pudiera decir nada, Alen lo besó y lo levantó de las caderas
sentándolo sobre la mesa de la cocina, instantáneamente abrió las piernas
para que su novio se ubicara entre ellas. Se abrazó a Alen quien movía las
caderas contra su erección al ritmo de Lady Gaga.

Cuando el teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo, optó por ignorarlo. Pero


Alen también lo sintió.

—Guau amor. ¿Eso es por mí? —Preguntó riendo.

Chris sacó su teléfono del bolsillo con intención de apagarlo, pero cuando
miró la pantalla y vio que era Marco.

Cuando Alen miró la pantalla sonrió y lo bajó de la mesa.

—Contéstale, así podemos seguir “bailando” después. —Dijo Alen tomando el


control remoto y bajando la música para que pudiera hablar.

—Aló. —Contestó mientras salía de la cocina e iba hacia la sala.


—Hola muñeco.

—¡No me digas así! –Dijo sonriendo.

—Está bien muñeco, te llamaba para darte buenas noticias, mi papá me acaba
de llamar, por fin pudo cerrar el trato con Rivera.

Rivera era una pequeña constructora que la empresa de su amigo estaba


tratando de absorber hace varios meses.

—Eso es genial, ellos tienen varios contratos con el gobierno, nos asegurará
trabajo por mucho tiempo.

—Exacto, tendremos montones de trabajo los próximos meses.

—¿Y cual es la buena noticia entonces? —Dijo sonriendo.

—Le dije lo mismo a mi papá y sugerí un aumento de sueldo para ambos, pero
él dijo que no.

—¿Y cual es la buena noticia entonces?

—Que prefiere hacernos socios de la empresa, a ti y a mí. Es un porcentaje


pequeño, pero las ganancias del año pasado fueron buenas, así que saldremos
con un buen bono por utilidades.

Chris se quedó mudo.

—¿Escuchaste lo que dije? —Preguntó Marco.

—Si… Todavía estoy sorprendido.

—¿Por qué te sorprende tanto? Sabes que mi papá te adora.

—Yo… Lo se, pero no pensé jamás que haría algo así. ¿No te molesta?

—¿Molestarme? ¡Estoy encantado! Así estaré seguro que no te irás a trabajar


a una constructora mejor.

—Sabes que no haría eso.

—Lo sé, por eso te digo que te mereces ser socio. Has trabajado muy duro en
esta empresa, incluso más que yo.

—Gracias Marco. Sí es una gran noticia.

—¡Claro que sí! No celebres hasta muy tarde, dile a Alen que le de algo de
descanso a tu trasero.

—Eso jamás. —Dijo riendo.


Cuando cortó la llamada fue enseguida a contarle a Alen.

—¡Felicidades! –Le dijo Alen abrazándolo y besándolo.— Estoy feliz por ti


cariño, te lo mereces.

—Vamos a cenar. —Le dijo a Alen.— Tengo ganas de celebrar. ¿Qué quieres
comer?

—Estoy tentado de comida italiana. ¿Conoces algún lugar bueno?

—Sí, pero no voy hace tiempo. Es el lugar donde te cité el día que te dejé
plantado. —Dijo un poco avergonzado.

—Entonces que bueno que voy contigo, así me aseguro que no me plantes de
nuevo. —Dijo Alen riendo.

La cena fue un placer, el lugar era fantástico, la comida deliciosa y lo mejor


de todo era la compañía de Chris. Alen lo miró mientras su novio sonreía feliz.
Verlo sonreír de esa manera le calentaba el corazón.

Cuando ya habían acabado con la cena, Chris tomó dulcemente su mano.

—Este lugar es genial. Debemos volver otro día.

—Gracias por la cena cariño, la próxima vez invito yo. Aunque creo que
cuando lleguemos a casa te daré las gracias apropiadamente. —Dijo Chris con
una mirada maliciosa.

—¿Entonces qué diablos hacemos todavía aquí? ¡Pide la cuenta!

Chris se rió y cuando se giró para pedir la cuenta, su sonrisa se desvaneció de


golpe.

Alen miró en la dirección de sus ojos, pero no pudo localizar a quien había
borrado la sonrisa de su rostro.

—¿Qué pasa amor?

—Nada… Por favor pide la cuenta, vuelvo enseguida. —Dijo parándose


rápidamente y casi corriendo al baño.

Alen volvió a mirar alrededor pero el lugar estaba lleno y no había nadie que
le pareciera conocido. Demonios, esto no le gustaba, estaba seguro que solo
había dos situaciones que podían haber puesto a Chris así. O había visto a sus
padres o lo que era peor, a su ex, Alex.

¿Hasta cuando ese hombre iba a seguir estando en el corazón de Christian?


Chris se estaba lavando las manos y aprovechó de mojar su cara tratando de
calmarse. Aún no entendía porque se alteraba tanto cuando veía a Alex. Ya no
estaba enamorado de él y ahora comprendía que lo que sintió por él era
infinitamente inferior a lo que sentía por Alen.

Hasta que por fin lo entendió. Lo que sentía era vergüenza.

Aún se avergonzaba de lo que había hecho y Alex era una de las personas que
sabía de su horrendo comportamiento. Si Alex lo confrontaba frente a Alen y
él se enteraba de lo que había hecho…

Sintió un retorcijón en el estómago. Debía sacar a Alen de ahí de inmediato,


no podía arriesgarse a perderlo, no podía perderlo.

Cuando estaba secando sus manos decidido a tomar a Alen y llevarlo a la


seguridad de su departamento, la puerta del baño se abrió y la alta figura a
Alex quedó frente a él.

Alex estaba sorprendido de verlo, eso quería decir que no lo había notado
antes.

—Chris…

—Hola Alex. —Dijo tranquilamente.— ¿Cómo estás?

—Muy bien, ¿y tú? —Preguntó Alex serio.

No se notaba molesto, pero Alex tenía su maldito carácter italiano que podía
explotar en cualquier momento.

—Muy bien. ¿Dani está bien?

—Dani no es tu asunto. —Dijo cortante.

—Solo trataba de ser amable.

—La última vez que fuiste amable conmigo, casi arruinaste nuestras vidas.

—Y te pedí disculpas por eso, además tuviste tu revancha rompiéndome la


nariz.

—Es lo menos que merecías después de lo que hiciste.

—Alex… —Respiró profundo pasándose las manos por el pelo.— De verdad


solo quería ser amable, este es mi restaurante favorito y si me vuelvo a topar
contigo, quiero poder disfrutar mi cena sin temer que me rompas nuevamente
la nariz.

—También es mi restaurante favorito y honestamente me gustaría no verte


mientras ceno, porque me pones de mal humor.

—¿Y qué quieres? ¿Que no vuelva a este lugar?

—Sí, eso sería ideal.

Chris se quedó impactado.

—¿Sabes qué? —Dijo molesto.— No lo haré, yo te traje a este lugar y ha sido


siempre mi restaurante favorito, desde mucho antes que tú siquiera supieras
que existía. Si no me quieres ver aquí, deja de venir tú.

—¡Eres un caradura!

—Puede que lo sea, pero ya me cansé de pedir disculpas. Lamento lo que


hice, de verdad que lo lamento de corazón, pero para serte honesto sigo
creyendo que eres un desgraciado.

—¿Yo? El que dijo un montón de mentiras para separarme de Dani no fui yo.

—Dani, Dani, Dani. Tu única prioridad siempre fue Dani. ¡Pero yo era tu
pareja entonces, no él! Jamás te importó lo que sentía. Yo te amaba Alex y me
mantuviste esperándote sabiendo que estabas enamorado de otro hombre,
solo me utilizaste esperando a Dani.

Alex lo miró sorprendido.

—Pude cometer errores. —Dijo Alex serio.— Pero nunca te herí a propósito
como tú lo hiciste.

—Se perfectamente lo que hice, y lo lamento por Dani, porque es un buen


hombre y no se merecía el daño que le causé, pero tú… Si te lo merecías.

Alex lo miró sorprendido y luego enojado.

—Si todos debemos responder por nuestros errores, entonces espero que
algún día se te devuelva el daño que hiciste y sepas lo que es que te separen
de quien amas y que no puedas hacer nada para evitarlo. —Fue lo último que
dijo Alex girándose y saliendo furioso del baño.

Las palabras de Alex se le clavaron en el pecho, no necesitaba que Alex se lo


dijera, él ya sabía que algún día iba a pagar por sus errores, su karma lo
alcanzaría algún día.
Cuando volvió del baño, Chris había estado aún más alterado que cuando
había visto a Alex, porque ahora estaba seguro que había visto a Alex, si
hubieran sido sus padres se lo habría dicho de inmediato, sin embargo aún
seguía sin decirle que era lo que había sucedido.

Subieron a la camioneta y Alen condujo el camino al departamento de Chris,


mientras su novio se mantuvo todo el tiempo mirando por la ventana en
silencio.

Cuando finalmente llegaron al departamento, Chris fue directo al dormitorio.


Cuando se paró en la puerta, Chris ya estaba descalzo y desabrochándose la
camisa. Se dio cuenta que ni siquiera sabía si Chris aún quería que se
quedara a dormir con él.

—¿Vas a contarme que pasó?

—Nada…

—¡Por favor Chris, no me trates como a un estúpido! —Dijo molesto.— ¿Crees


que no noté tu cambio de humor?

—Vi a alguien que me puso de mal humor, eso fue todo.

—¿A Alex?

Chris lo miró sorprendido.

—Si, a Alex.

—¿Con su novio?

—Con su esposo, ellos se casaron hace unos años. —Dijo serio.— No


legalmente, pero hicieron toda la ceremonia, la fiesta y bla, bla, bla.

—Eso es lindo.

—Es una estupidez. —Dijo con amargura.— En este país puedes hacer una
ceremonia con bombos y platillos, pero al final no sirve de nada, legalmente
no eres nada de tu pareja.

Para Alen, una ceremonia así sería válida, daba lo mismo los términos legales.
Pero para Chris que probablemente prefería que Alex fuera soltero, no valía
nada.

Chris se sentó sobre la cama con gesto cansado. La noche se había arruinado
y no creía posible que el humor de Chris mejorara.

—Creo que mejor me voy a mi departamento. —Dijo finalmente rindiéndose.

—¿Qué? ¡No! —Dijo Chris llegando hasta él y abrazándolo.— Por favor no te


vayas… Lo lamento, lamento haber arruinado nuestra noche, por favor
quédate conmigo.

Alen lo abrazó también con ganas de sacudirlo. Le dolía el corazón pensando


en cuanto debía amar Chris a Alex para que aún después de tanto tiempo le
siguiera afectando de aquella manera.

Chris lo besó y comenzó a desabrocharle la camisa, una parte suya quería


decirle que no, que no podía estar con él hasta que aclarara sus sentimientos
por Alex.

Pero no podía decirle que no. Lo amaba tanto que jamás podría decirle que
no.

Cayeron sobre la cama y le hizo el amor a Chris dulcemente, esperando que


algo del amor que sentía por él pudiera entrar en el corazón de Chris.

Pero cuando todo terminó y ambos estaban abrazados un horrible miedo le


apretó el corazón.

¿En quien pensaba Chris cuando hacía el amor con él? ¿Estaría pensando en
Alex?

Chris se abrazo más a Alen, le gustaba dormir abrazado a él. Acababan de


hacer el amor y su novio había sido especialmente dulce con él. Alen siempre
sabía como hacerlo sentir bien, ya fuera haciéndole el amor o simplemente
con una sonrisa.

Después de su encuentro con Alex en el baño, su ánimo se había arruinado.


Las palabras de Alex todavía lo perseguían, no quería que su karma le
reclamara lo que había hecho, porque si Alex tenía razón y perdía a quien
amaba, no podría soportarlo.

Se sentía como un hombre condenado, solo que aún no recibía su sentencia.


Sabía que debía recibir un castigo por sus errores y lo aceptaría sin chistar,
porque sabía que se lo merecía…

Pero no con Alen, rogó que su castigo no involucrara a Alen.

Recién ahora podía realmente dimensionar el dolor que había sufrido Marco
al perder a su pareja.

Su amigo amaba a Tomy profundamente y ellos también se habían casado. No


había sido una fiesta fastuosa como la de Alex, ellos simplemente hicieron una
cena con sus familias y amigos para prometerse amor eterno e intercambiar
argollas, así de simple y sencillo.

Lamentablemente, como le había dicho a Alen esas ceremonias eran lindas,


pero legalmente no significaban nada. Cuando Tomy había fallecido, su
familia había tomado todas las decisiones legales, incluso decidieron dejar
fuera del funeral a Marco y no hubo nada que su amigo pudiera hacer,
legalmente no era nada de su pareja.

A pesar de todo, él quería algo así con Alen, quería que se prometieran amor
para siempre, llevar un anillo con el nombre de Alen grabado… Quería estar
con él para siempre.

Pero para eso debía partir por expresarle a Alen sus sentimientos.

Levantó la cabeza de su pecho para mirarlo, pero Alen ya se había dormido,


miró a su hermoso novio y rogó una vez más porque su castigo no lo
involucrara de ninguna manera, Alen era inocente de todo lo malo que él
había hecho.

Alen era una luz que había llegado a iluminar todo lo oscuro de su vida.

Se acercó sin despertarlo y lo besó suavemente en la boca.

—Te amo Alen. —Le dijo en un susurro.

Por la mañana se lo diría apenas se despertara. Si su karma lo alcanzaba, era


mejor que lo alcanzara confesado, y la confesión más importante de su vida
era decirle a Alen que lo amaba.
Capítulo 13

Dani trataba de dormir, pero Alex no lo dejaba, se giraba constantemente en


la cama. Su esposo había estado de un humor horrible desde su encuentro
con Christian en el restaurante.

Alex no había querido volver a la costa y se registraron en un hotel para pasar


la noche. Dani pensó que el estar solos en una linda habitación pondría a Alex
de buen humor, pero casi no habían hablado, se acostó y se dio media vuelta
sin decir nada.

—Bien, ya es suficiente. —Dijo Dani sentándose en la cama y mirando a Alex.


— Dime qué te pasa.

—Nada. —Susurró Alex.

—Alex… —Colocó la mano en su hombro y lo acarició.— Habla conmigo amor.

—¿Crees que soy una mala persona? —Preguntó Alex preocupado cuando
finalmente habló.

—¿Qué? —Preguntó sorprendido.— ¡Claro que no! Eres el hombre más


maravilloso que conozco.

—Contigo. ¿Y con las demás personas?

—También amor. ¿Por qué preguntas algo así?

Alex se sentó también en la cama y lo miró.

—Algunas de las cosas que dijo Chris hoy… Son ciertas.

—Puede ser, pero que seas una mala persona no es una de ellas. ¿Crees que
te habría dejado adoptar a Ema si te considerara una mala persona?

—Pero si fui un novio horrible con Chris.

—Si, creo que lo fuiste.— Dijo honestamente, logrando que Alex lo mirara.—
Pero no creo que lo hicieras a propósito.

—Por supuesto que no. —Alex tomó su mano y comenzó a acariciarlo


suavemente.— Sabes… Una de las cosas que más me molestó de lo que nos
hizo Chris, es que me decepcionó. Era una buena persona cuando estuvimos
juntos, jamás pensé que haría algo así, es una actitud que no cuadra con él. Y
hoy cuando discutimos me di cuenta cuanto lo herí, no he podido dejar de
pensar que fui un novio muy egoísta, que todo lo que pasó también fue mi
culpa, si yo hubiera sido honesto con él…
—Eso no te hace una mala persona.

—No, pero cometí muchos errores, lo hice sentirse despreciado y utilizado.

—Alex, si es por buscar culpables yo también lo soy.

—No es cierto.

—Sí lo es. Sé que fui el culpable de que ustedes rompieran. —Alex había
comenzado a negar con la cabeza, pero Dani siguió hablando.— Sé que tenías
problemas con él por mi culpa, Christian me lo dijo.

—¿Cuándo? —Preguntó Alex sorprendido.

—Unos meses antes de que falleciera mi mamá. Me contó los problemas que
tenían y me pidió que me alejara un poco.

—Recuerdo cuando te alejaste. En ese entonces pensé que ya no me querías


como amigo.

—¿En serio?

—Sí. Pensé que por fin los discursos homofóbicos de tu mamá habían logrado
alejarte de mí. Así que cuando ella falleció y me llamaste corrí a tu lado.

—Y eso provocó tu ruptura con Chris…

—Sí, pero ya teníamos problemas desde mucho antes de terminar.

—Y la mayoría eran por mi causa.

—Honestamente, si. Pero el que hiciera que te alejaras de mi lo empeoró todo.


Estaba aterrado de perderte y cuando Chris me dio a elegir entre ustedes, me
di cuenta de que por más que lo intentara no podía dejar de amarte. Habría
terminado con él de todas maneras.

—Siempre lamentaré no haberte dicho antes la verdad. —Dijo Dani


acariciando la mano de Alex.— Ahora que miro hacia atrás no puedo creer lo
ciegos que fuimos.

—¿Por qué lo dices?

—Vamos Alex… ¿Por qué crees que nadie se extrañó de que estuviéramos
juntos? Nos comportábamos como novios pero sin la parte física.

Alex lo miró extrañado.

—¿Eso hacíamos?

—Sí, lo único que cambió cuando empezamos a ser novios es que ahora nos
besamos y hacemos el amor, pero nuestra dinámica de pareja sigue siendo la
misma.

Alex se quedó pensando, probablemente recordando los tiempos cuando eran


amigos.

—Nunca pude entender que Chris tuviera tantos celos de ti. —Confesó por fin.
— Ahora tiene sentido.

—Imagina lo que fue para Chris, él debió verme como tu amante, como el
hombre responsable del quiebre de su relación. Luego para peor te abre su
corazón y tú le dices “no gracias estoy con Dani”. Y justo después de eso la
primera persona con la que se encuentra es conmigo, con el hombre
responsable de su corazón roto. Honestamente no puedo culparlo, quizás
habría hecho lo mismo si estuviera en su lugar.

—Tú jamás habrías hecho algo así. Incluso te hiciste a un lado…

—Pero no todos reaccionamos igual, él estaba herido.

—Pero eso no justifica lo que hizo. No lo defiendas.

—Lo defiendo porque me pongo en su lugar. —Alex lo miró confundido.— No


hay nada peor que amar a alguien que no te corresponde. Cuando rompí
contigo dije que era porque no quería arruinar tu relación con Chris, pero en
el fondo creo que lo hice porque no habría soportado verte con él, pensar que
lo amabas a él y no a mí, especialmente no después de haber estado juntos.

—Jamás habrías creído que no te amaba si él…

—Jamás debería haberle creído, pero lo hice. Y eso es mi culpa. Los tres
cargamos culpas y pagamos por los errores que cometimos. Y ya es tiempo de
olvidar lo que pasó.

Alex lo miró con amor y lo atrajo a sus brazos para besarlo.

—Eres maravilloso Dani. Como siempre tienes razón. Y como siempre eres el
único que logra meter algo de razón en mi dura cabeza.

—Solo no quiero que te arruines la noche si nos volvemos a topar con él. —
Dijo Dani abrazándose más cerca de Alex.— Ni que termines con una úlcera
antes de los cuarenta.

—Prometo no volver a arruinar ninguna otra cena. —Dijo Alex sonriendo.

—Me alegro, porque no vale la pena amargarse por el pasado. Después de


todo, tú y yo estamos juntos amor y tuvimos nuestro final feliz.

—Es verdad. —Alex levantó su rostro para besarlo dulcemente.— Y ya que


ambos estamos despiertos…
En un segundo estaba abrazado a Alex y al siguiente ambos estaban sobre la
cama besándose y acariciándose.

—¿Ya te dije hoy cuanto te amo? —Preguntó Alex levantando el rostro.

—Una o dos veces, pero no me canso de escucharlo.

—Te amo Dani. —Dijo besándolo está vez más profundamente.

Oh si… Que suerte que ambos estuvieran despiertos.


Capítulo 14

A la mañana siguiente Alen se levantó temprano para salir a correr, antes de


que Christian se despertara.

Desde la noche anterior sentía un dolor profundo en la mitad del pecho, era
tan profundo que lo sentía casi físico.

Mientras corría por el parque recordaba todos los momentos vividos con
Chris los últimos meses, en especial la noche anterior. No podía sacar de su
cabeza su cambio de humor cuando vio a Alex.

Él podía estar en la misma habitación con todos sus ex, incluido el psicópata y
no se alteraría de esa manera. ¿Cuánto había amado Chris a Alex? ¿Cuánto lo
amaba todavía?

Se detuvo un momento para apoyar las manos en sus rodillas y respirar


profundo. Tal vez solo estaba perdiendo el tiempo con Chris, si después de
cuatro años aún sus sentimientos hacia Alex seguían igual de fuertes, él no
tenía ninguna posibilidad de entrar en su corazón.

Se enderezó y recordó la noche anterior, Chris había sido tan dulce cuando
hicieron el amor, tan lleno de amor. Todavía se preguntaba si en esos
momentos estaba pensando en Alex o en él.

Pateó fuerte una piedra enviándola lejos.

¡Al diablo con Alex!

Ese idiota había herido y abandonado a Chris y si Alex no lo quería él si.

Chris ahora estaba con él y no tenía nada que perder, ellos iban a estar juntos
para siempre, porque si una relación se está basada en el amor, el tenía
suficiente para ambos.

Corrió de vuelta al departamento de Chris, no le importaba cuanto tiempo le


tomara o cuanto le costara. No se iba a rendir con Chris.

Cuando entró en el departamento Chris estaba hablando por teléfono y pudo


escuchar la conversación.

—Si, no esperé discutir con nadie en el baño anoche tampoco. —Alen se


congeló en su sitio tratando de pasar inadvertido.— ¿Y quieres verme? Eso es
toda una sorpresa…

Alex, Chris estaba hablando con Alex.


—Si, conozco esa cafetería, está cerca de mi departamento, es mi favorita.
¿En media hora está bien?

Alen no necesitaba escuchar más, fue a la cocina y sacó un vaso de jugo.


Cuando estaba a punto de estrellar el vaso contra la pared, Chris entró en la
habitación.

—Hola cielo, ¿Qué tal el ejercicio? —Preguntó más feliz de lo que lo había
visto en meses.

Era increíble como todo el mal humor de la noche anterior había


desaparecido con la idea de ver a Alex.

—Igual que siempre. —Dijo de mal humor.

Chris lo miró sorprendido.

—¿Está todo bien?

—No, estoy de mal humor, es mi último día de vacaciones y estoy sudado.


Solo quiero ducharme por un buen rato.

—Bueno, dejé la ducha limpia. Bueno, más o menos, ya sabes como soy… —
Dijo Chris sonriendo y acercándose a él.

—Estoy sudado. —Dijo dando un paso atrás.

—No me importa.

Cuando sus labios lo besaron quiso gritar. ¿Cómo podía besarlo así, si iba a
reunirse con su ex en menos de media hora?

Chris terminó el increíble beso y le sonrió con la más bella de las sonrisas.

—Te veré en la tarde. ¿Quieres salir o prefieres quedarte en casa?

Levantó los hombros, en esos momentos lo único que quería era llorar, le
importaba un pepino que hacer en la tarde.

—Está bien gruñón, vete a la ducha y te llamo más tarde cuando estés de
mejor humor.

—¿Te vas al trabajo ahora?

—Por supuesto. ¿Dónde más iba a ir? —Le dijo sin mirarlo a la cara.

Cuando Chris salió se quedó apoyado en la mesa de la cocina. Vio pasar la


hora en el reloj, sabía exactamente donde estaba en esos momentos Chris y
con quien estaba. No pudo resistir más y salió corriendo del departamento
hacia la cafetería favorita de Chris.
Tenía que verlo con sus propios ojos, tenía que verlo para creer que Chris lo
estaba engañando.

Chris llegó un poco antes y se sentó a esperar a Dani. Todavía no podía creer
que Dani lo hubiera llamado y quisiera verlo.

El día mejoraba y mejoraba a cada minuto. Había despertado con el delicioso


aroma de Alen en su cama, luego la llamada de Dani y finalmente cuando vio
a su hermoso novio en la cocina su corazón saltaba desbocado pensando en la
sorpresa que quería darle a Alen en la tarde.

Quería hacer algo especial para él, que todo fuera perfecto para que supiera
cuanto lo amaba y que quería pasar el resto de su vida juntos.

Estaba pensando en las opciones más románticas de sorprender a Alen


cuando Dani llegó.

Se saludaron y Dani se sentó frente a él, no sabía que decirle, no sabía ni por
dónde comenzar. Ambos estaban incómodos, era obvio, pero Chris quería
hablar también con él. Sentía que le debía una disculpa grande a Dani.

—Me sorprendió mucho tu llamada. ¿Todavía conservas mi número?

—Si, aún no se porqué. Pensé que tal vez algún día te llamaría para preguntar
por qué habías hecho… No sé… Es una tontería supongo.

—No. No lo es. Sé que es difícil que creas cualquier cosa que te diga por
todas las mentiras que te dije anteriormente.

—Si, es difícil... Pero te escucho.

—De verdad lamento mucho el daño que les hice. —Dijo tratando de sonar lo
más sincero posible.— Si pudiera volver atrás haría todo distinto.

Dani lo miró un momento antes de sacudir la cabeza.

—Quiero creerte Chris. Tú nunca fuiste una mala persona conmigo.

—No lo soy Dani, pero no estaba en mi mejor momento, acababa de hablar


con Alex y de enterarme sobre ustedes... Fue un acto impulsivo y si lo hubiera
pensado dos veces probablemente no lo habría hecho.

—No debí creerte. —Dijo Dani tranquilamente.— Pero los celos me cegaron.
Él pensar que ustedes hubieran vuelto…

—Me lo dices a mí. Alex nunca entendió por qué sentía tantos celos de ti. Pero
veía como te miraba, como se comportaba cuando estabas cerca. Era terrible
sabes…

—Lo sé. Y yo también te debo una disculpa por eso Chris. Se que mi relación
con Alex era inapropiada entre dos amigos y siento como que te quité a tu
novio. No lo hice intencionalmente, de verdad nunca quise herirte.

—Gracias. Creo que yo también necesitaba oír esa disculpa.

—Bueno, Alex y yo estamos juntos ahora.

—Lo sé, así debió ser siempre. Si soy honesto, todo el tiempo que estuve con
Alex, en el fondo siempre supe que estaba enamorado de ti.

—Tú y todo el mundo, creo que los dos únicos tontos que nunca lo notamos
fuimos él y yo.

—Es verdad.

—Nosotros conversamos anoche. Él es muy orgulloso para decírtelo, pero si


escuchó las cosas que le dijiste ayer y se sintió mal por como te hizo sentir. Se
que él nunca quiso herirte Christian.

—Pero lo hizo. En mi relación con Alex siempre fuimos tres, tú siempre


estuviste entre nosotros Dani. Pensé que podría hacer que te olvidara y me
amara. Pero era una batalla perdida.

—¿Todavía lo amas? —Preguntó Dani preocupado.

—¿A Alex? No, por supuesto que no. —Sonrió al pensar en Alen.

—Por tu sonrisa parece que alguien ya ocupó el lugar de Alex en tu corazón.

—Lo sacó a patadas. —Le dijo con una sonrisa.— Se llama Alen y es
maravilloso.

—¿Alen? Es parecido a Alex.

—Solo el nombre, son muy diferentes. Alen está siempre feliz, sonriendo, todo
parece mejor cuando estoy con él.

—Me alegra verte sonreír así. Sé que Alex también se alegrará de saber que
eres feliz.

—No le digas que hablé contigo. No quiero que vuelva a romperme la nariz.

Dani abrió mucho los ojos sorprendido. Aparentemente Alex no había


compartido con Dani su encuentro en aquel estacionamiento.

—¿Te rompió la nariz?

—Nos encontramos por casualidad, no sabía que el ya se había enterado de la


verdad, así que cuando me acerqué a saludarlo, el me saludó con su puño.

—¿Cuando fue eso?

—Hace varios años. Me dijo que estabas muy enfermo, así que debió ser antes
de tu trasplante.

—Debió ser cuando estaba hospitalizado. Recuerdo que llegó con los nudillos
rotos y cuando pregunté me dijo que se había caído.

—No quiso alterarte. Yo habría hecho lo mismo. Además, el que rompiera mi


nariz fue una bendición.

Cuando Dani lo miró confundido, le explicó.

—Conocí a mi novio en la consulta del doctor que arregló mi nariz. Alen


también se la había roto jugando al basket.

—Todo pasa por algo. —Dijo Dani sonriendo.

—Exacto, todo pasa por algo.

—Alex prometió no volver a molestarse cuando se encuentren nuevamente. Él


entendió un poco tu punto de vista Chris.

—Me alegra saberlo, porque no pensaba de dejar de ir a mi lugar favorito. —


Dijo mirando a Dani.— Te apuesto lo que quieras a que tu mano estuvo
influenciando ahí.

—Solo un poco. —Dijo Dani riendo.

—Eres el único que siempre lograba todo con él. Nunca supe como lo hacías,
pero siempre admiré que no te aprovecharas de él.

—Supongo que aplico la psicología.

—No, yo creo que es el amor. Alen podría lograr que me parara de cabeza si
me lo pidiera. Y es como tú, no se aprovecha de eso, al contrario es muy
generoso con su afecto.

—No lo dejes ir Chris, él parece ser maravilloso.

—Lo es y ten por seguro que no lo dejaré ir.

—Estoy feliz de haber hablado contigo. Me quita un gran peso de encima


saber que a pesar de todo lo que pasó, estamos bien.

—Supongo que era como tenía que ser.

—Si, yo también lo creo. —Dijo Dani mirando su reloj.— Ya debo irme, Alex y
yo queremos llegar temprano para pasar la tarde con nuestra hija.
—¿Hija? —Preguntó sorprendido.

—Ahora somos tres. Estamos en proceso de adoptar una niña. —Dijo Dani
orgulloso.

—¿De verdad? ¿Se puede hacer eso?

—No juntos en realidad. Alex la está adoptando, pero obviamente la estamos


criando juntos.

—Eso es realmente increíble. Y creo que es genial. —Dijo con una sonrisa
sincera.— Justo anoche le decía a mi novio de los pocos derechos que tenemos
en este país. Por lo de Marco. ¿Recuerdas cuando lo dejaron fuera del funeral
de su pareja?

—Si lo recuerdo. ¿Cómo está él?

—Bien, pero creo que nunca va a superar completamente la muerte de Tomás.

—Me imagino. —Dijo Dani con tristeza.— No se si yo podría soportar algo así.

—Ni yo. —Dijo pagando la cuenta y levantándose.— ¿Quieres que te lleve?

—No es necesario, mi hotel está cerca.

—No es molestia.

Chris llevó a Dani a su hotel y luego partió a su trabajo más ligero de lo que
había estado en años.

Sentía que la culpa que llevaba cargando todo esos años ya no estaba. Y se
sentía más libre también para poder entregarse cien por ciento a Alen.

Maravillosamente libre.

Alen llevaba varios minutos bajo el frío chorro de agua que caía de la ducha. Y
aún no podía calmarse.

Chris desayunó con Alex. Cuando llegó a la cafetería y los vio de lejos, ambos
estaban conversando algo tensos, pero después se relajaron y sonrieron,
probablemente recordando viejos tiempos.

Se había imaginado a Alex diferente, tal vez alto como él, pero el hombre que
estaba con Chris era todo lo que él no era y eso le dolía. Chris estaba
enamorado de alguien que era absoluta y diametralmente distinto a él.
¿Por qué diablos estaba con él si le gustaban los hombres bajitos, delgados y
medios rubios?

Afortunadamente ninguno de los dos había hecho ningún movimiento para


acercarse al otro. Chris no había tocado a Alex, y de lejos no parecía que se
coqueteaban, pero se habían ido juntos en la camioneta de Chris.

No quería pensar donde habían ido o peor aún no quería pensar que Chris se
había acostado con él.

Suspiró fuerte y cortó el agua.

No era justo. ¿Porque había tenido que enamorarse como un tonto para que
viniera Chris y le rompiera el corazón?

Está bien, él había sido un maldito puto, pero jamás había mirado a otro
hombre desde que estaba con él, jamás lo habría engañado.

Se había dicho que no se rendiría con Chris, pero en esos momentos lo único
que quería era huir. Huir de Chris, huir de sus sentimientos, huir de su
decepción.

Porque en ese momento lo que más le dolía era pensar que sus esperanzas de
que algún día Chris se enamorara de él eran inútiles.
Capítulo 15

27 de Febrero 2010 3:33 AM

Se había marchado. Alen se había marchado y ni siquiera se había despedido.

Christian todavía se golpeaba la cabeza tratando de entender que diablos


había hecho para que Alen lo dejara de esa manera. Había estado llamándolo
todo el día y no le contestó el teléfono ni una vez.

Después de almuerzo cuando su preocupación iba en aumento llamó a Erick


por si él sabía algo de Alen y para su sorpresa, Erick le informó que Alen se
había marchado al sur, había recogido unas cuantas cosas y viajado seis horas
al sur hasta el departamento de su madre sin avisarle. Cuando llamó a Evelyn
le confirmó que Alen estaba allí pero que no quería hablar con él.

Miró el reloj por décima vez, eran más de las tres y media de la mañana y no
podía pegar un ojo. Gracias al cielo ya era sábado y podría dormir hasta
tarde. Aunque estaba pensando seriamente apenas se levantara conducir al
sur para buscar a Alen.

Cuando comenzó a temblar no se inmutó. Vivía en un país sísmico y había


pasado muchos temblores en su departamento. Si no era terremoto, no
pensaba levantarse de la cama.

El ruido era diferente esta vez y el movimiento comenzó a ser más y más
intenso.

—¡Mierda! —Exclamó levantándose de la cama y tropezando en la oscuridad


tratando de llegar a la puerta.

El terremoto lo golpeo fuerte, el movimiento no le permitía caminar y lo tiró al


suelo, apenas y alcanzó a llegar a la puerta del dormitorio.

Podía oír los ruidos exteriores, gente gritando, vidrios quebrándose y las
alarmas de los autos sonando. Pero el peor ruido era el que sonaba como un
trueno saliendo de la tierra que lo sacudía todo.

Se apoyó en el dintel de la puerta de su dormitorio y rezó porque se detuviera


pronto. No había vivido el terremoto del año ochenta y cinco, solo sismos
fuertes pero esto era algo que nunca se imaginó, horriblemente intenso.

El movimiento era tan fuerte, que por unos segundos pensó que el edificio no
aguantaría, sabía que era una construcción antisísmica, él mismo se había
preocupado de eso, pero una parte de su cerebro esperaba que en cualquier
momento el edificio se derrumbara.

Los segundos seguían pasando. ¿Cuánto había pasado ya? ¿Un minuto? ¿Dos?
A él le parecían horas mientras su departamento se sacudía de lado a lado y él
rogaba que Alen y Marco estuvieran a salvo.

Cuando el movimiento comenzó a cesar, pudo por fin respirar, estaba sano y
salvo.

¿Y Alen? ¿Y Marco?

Alen estaba desvelado. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Chris con


Alex.

Apagó la televisión en un intento inútil por tratar de dormir, sabía que no


dormiría una gota.

Debería llamarlo... Debería llamar a Chris y preguntarle por qué diablos le


había hecho esto.

El temblor lo atrapó desprevenido. Comenzó suavemente pero se levantó de la


cama enseguida. Su mamá les tenía pánico, así que corrió a su dormitorio
cuando la sacudida comenzó en serio.

—¡Alen! —Gritó su madre asustada.

—Tranquila, ya va a pasar.

Abrazó a su madre y trató de llevarla hasta la puerta, pero se estrellaban de


lado a lado por el pasillo mientras trataban de llegar a la salida, se rindió a
mitad de camino y se apoyó en la pared abrazando a su mamá.

Jamás había sentido algo como aquello. Había vivido temblores fuertes, pero
jamás un terremoto. Nunca pensó que serían así, esto era más terrible de lo
que se imaginaba, ahora entendía por qué su mamá les tenía pánico, aquello
era horrible.

Pensó en Chris... Rezó porque el terremoto no lo hubiera tocado.

Su mamá en tanto rezaba y lo abrazaba.

—Ya va a pasar, ya va a pasar, ya va a pasar. —Era lo único que salía de su


boca.

El edificio se sacudía tan fuerte que pensó que no resistiría, se vendría a


abajo en cualquier momento. No había manera que una construcción
resistiera eso.

Escuchó un tremendo estruendo y el horroroso momento llegó. Sintió que el


suelo se hundía y luego todo comenzó a caer de costado. Su madre gritó más
fuerte y él solo la abrazó más cerca mientras sentía que el mundo se volteaba
y cientos de escombros volaban por el aire golpeándolos.

Sintió el fuerte golpe en la cabeza y sus brazos ya no pudieron sostener a su


mamá. Sintió más escombros cayendo sobre él y dolor, no sabía en qué parte
de su cuerpo, probablemente en todas partes.

Cuando todo se detuvo por fin, no podía moverse, sentía que el aire se hacía
espeso con el polvo en suspensión y que le faltaba el aire. Pensó en que su
madre estaba cerca pero no podía oírla. No podía moverse, trató de gritar
llamándola pero no le salía la voz. Se iba a desmayar, sentía que se estaba
yendo a negro y pensó en Chris, donde estuviera rogaba porque estuviera
bien, porque él estaba atrapado entre escombros...

Chris llamaba a Marco y después a Alen, colgaba y volvía a intentarlo una y


otra vez. Las llamadas no entraban, malditos teléfonos, se gastaba mucho
dinero en un plan telefónico para estar siempre comunicado. ¿Para qué? Para
que en el momento que más lo necesitaba, el maldito teléfono no lo conectara
con la gente que amaba. Malditos teléfonos, pensó justo cuando el edificio se
sacudió con una réplica.

Alen... Por favor que respondiera rogó mientras aguantaba el nuevo temblor.

Se vistió rápidamente y decidió bajar al primer piso, por lo menos hasta la


mañana, no quería pasar más réplicas en el piso diecinueve.

Su departamento era un caos, se había caído un librero y la cocina era un


desastre de vidrios rotos, pero a primera vista no tenía ningún daño
estructural.

Cerró su departamento y bajó por las escaleras de emergencia observando la


estructura mientras descendía. El edificio había resistido bien el violento
terremoto, por lo que no debía temer que los otros edificios que había
construido con Marco hubieran sufrido daño alguno.

Se estremecía de solo pensar en las vidas que podría costar que no hubieran
hecho bien las cosas.

Seguía llamando infructuosamente a Alen y Marco, pero las llamadas aún no


entraban.

Bajó al primer subterráneo a revisar rápidamente su automóvil, todavía había


carros con las alarmas sonando. Subió rápidamente a la recepción que estaba
repleta de vecinos, en pijamas, en bata, como los había encontrado el
terremoto. Se acercó a una de sus vecinas, una de las pocas con las que tenía
trato, la pobre aún tiritaba, apenas y se había puesto un suéter sobre el
pijama así que se sacó la chaqueta y la puso sobre sus hombros. Se quedaron
conversando en espera de pasar la larga noche en vela mientras Chris seguía
tratando de comunicarse con Alen y con Marco.

Su teléfono sonó y miró rápidamente la pantalla, era Marco.

—¿Estás bien? —Preguntó apenas contestó.

—Sí, ¿qué tal la sacudida en el piso diecinueve?

—Supongo que no tan mala como en el veintitrés. ¿Tu familia está bien?

—Sí, hablé con mi hermana, ni siquiera se sintió en el norte. Así que supongo
que tu familia también está bien.

—Si, supongo, pero no he podido comunicarme con Alen.

—¿No está contigo? —Preguntó Marco extrañado.

—No, ayer no se por qué, cuando llegué a casa se había ido a la casa de su
mamá. Hablé con ella y me dijo que estaba allí, pero él no quiso hablar
conmigo.

—¿Qué diablos hiciste ahora?

—¡Nada! —Dijo defendiéndose.

—¿De qué parte del sur es él?

—Concepción.

—Demonios... —Le dijo con voz ronca.

—¿Qué?

—¿No has escuchado las noticias?

—No, no he prendido la radio, estaba preocupado de llamar por teléfono.

—El epicentro fue en Concepción, ocho punto ocho, acá fue de ocho punto
dos.

—¡¡La puta madre!!

—¿Sabes en que parte vive la mamá de Alen?

—Se que cerca del río, el edificio se llama algo de río... pero no recuerdo el
nombre.
—Oh por Dios… Chris, siéntate.

—¿Qué pasa?

—Chris, por favor siéntate.

Si Marco le pedía que se sentara era porque le iba dar una noticia que lo iba a
alterar.

—Estoy sentado. —Mintió.— ¿Qué pasa?

—¿Estás seguro con lo del nombre del edificio?

—Eso creo.

—¿Es Alto Río?

—Sí, ese es, Alto Río.

—Chris... En las noticias dijeron que un edificio se derrumbó en Concepción...


El Alto Río.

Por Dios no. Christian negó con la cabeza, era un intento inútil porque Marco
no podía verlo.

—No, no, no puede ser el edificio de Alen.

—Chris, quédate en tu departamento. Te iré a buscar.

No, él tenía que ir a buscar a su novio. No podía ser, no podía haber sucedido
eso. Alen estaba bien, debía estar bien.

—Chris, por Dios Chris, respóndeme.

—Debo ir a Concepción. —Le dijo en un susurro.

—No irás solo en ese estado, quédate donde estás, prepararé un bolso con
ropa y te acompaño. ¿Estás bien?

Estaba temblando como una hoja, no estaba bien, pero necesitaba cortarle a
Marco, necesitaba seguir llamando a Alen, estaba seguro que su novio le
respondería.

—Estoy bien, te espero. —Le dijo colgando y marcando el número de Alen una
y otra y otra vez.
Marco avanzaba hacia el departamento de Chris en medio de la ciudad que
estaba sumida en la oscuridad, sin semáforos era una boca de lobos, la única
luz provenía de los automóviles, algunas pocas linternas y muchos vidrios
rotos que brillaban cuando los carros pasaban y los iluminaban con sus focos.

Estacionó su camioneta frente al edificio donde vivía Chris, corrió a la


recepción y fue al lado de su amigo rápidamente.

Chris estaba hecho pedazos. Se mecía nervioso en una silla con el teléfono
pegado a su oreja, tenía los ojos rojos y una vecina estaba a su lado
sosteniendo su mano.

—No contesta, no contesta... —Le dijo a punto de las lágrimas.

Se arrodilló al lado de Chris para calmarlo.

—Chris, el epicentro fue allá, probablemente no hay señal en ninguna parte


de la ciudad.

—También escuché las noticias, es el Alto Río, el edificio que se derrumbó era
el Alto Río... Se derrumbó...

—¿Quieres ir allá? ¿Quieres ir a buscarlo y asegurarte que está bien?

No quería pensar en la opción, si Alen no estaba bien. Chris asintió con la


cabeza y lo ayudó a levantarse y casi lo arrastró con él hasta su camioneta.

Su vecina lo abrazó y les pidió que tuvieran cuidado. Ni siquiera eran aún las
cinco de la mañana, apenas había pasado poco más de una hora desde el
terremoto y parecía que había pasado un siglo.

Cuando partieron Chris no hablaba, seguía marcando una y otra vez el


número de su novio.

Rogó que nada le hubiera sucedido a Alen, era un buen muchacho y además
Chris lo amaba. Le había costado mucho encontrar por fin el amor y perderlo
tan pronto sería devastador para su amigo, él lo sabía, nadie mejor que él
sabía lo que era perder al amor de tu vida.

El viaje que duraba seis o siete horas iba a tomarles muchísimo más. No
estaban ni siquiera la mitad del camino y ya llevaban más de cuatro horas de
viaje.

Había sido una odisea conseguir agua y otra igual de complicada conseguir
combustible. El paisaje en el camino era devastador, donde antes brillaban los
paisajes verdes y las hermosas casas coloniales ahora resaltaban los caminos
cortados, los puentes caídos y cientos de casas en el suelo.

Las noticias de un maremoto que había azotado la costa solo los había hecho
angustiarse más, Concepción no estaba cerca de la costa, pero el pensar en
las personas que habían muerto...

Cerca de las diez de la mañana Chris se rindió con el teléfono. Solo lo bajó a
su regazo y lo mantuvo entre sus dedos esperando que sonara en cualquier
momento.

Pero no sonó.

Finalmente el viaje duró cerca de doce horas. Tanto Marco como él estaban
exhaustos, pero su amigo no había querido pasarle el volante a Chris, y con
razón, sus nervios estaban en un estado lamentable. El viaje había sido una
tortura, pensando en lo que estaría pasando Alen si es que estaba en aquel
edificio.

Cuando finalmente entraron en la devastada ciudad, encontraron


rápidamente el edificio Alto Río. Cuando se acercaban al lugar, vieron gran
cantidad de personas, voluntarios, personal médico y muchos curiosos. No
podían acercarse en la camioneta, así que se estacionaron y caminaron al
lugar.

Cuando estaban a unos cuantos metros Christian casi corrió hacia el edificio.
Trataba de pensar que todo estaría bien, tal vez había salido con algún amigo,
tal vez no estaba en casa. Tal vez no era el edificio correcto, pudo escuchar
mal el nombre...

Pero cuando Marco y él se plantaron frente al Alto Río, cayó de rodillas.


Donde debía estar el edificio había un amasijo de concreto y fierros, el edificio
había caído de espaldas. Llevaba años trabajando en construcciones y jamás
había visto algo tan impactante. A su lado escuchó la ronca voz de Marco.

—Oh por Dios...

Chris quería gritar y llorar. Alen no podía estar allí, aquello debía ser una
pesadilla, su novio no podía estar allí.

Marco lo tomó de los hombros y lo levantó.

—No te rindas ahora muñeco, debemos averiguar el paradero de Alen y su


mamá.

Agradeció que Marco estuviera con él y que pudiera mantener la mente fría,
porque él no podía. Lo empujó hacia unos bomberos y comenzaron el horrible
proceso de conseguir información, de averiguar si habían sacado personas
vivas del edificio y a qué hospital las habían trasladado.

Finalmente dieron con un voluntario que tenía una lista de las personas que
habían sido enviadas al hospital. El nombre de Alen no estaba en la lista...
Pero el nombre de Evelyn sí.

Sintió que el suelo se abría a sus pies.

—¿Sacaron a alguien más junto con ella? —Preguntó Marco al voluntario


señalando el nombre de Evelyn.

—No lo sé, tendría que preguntar.

—Puede que su hijo estuviera con él, un joven de veintisiete años, moreno,
alto…

—No recuerdo a nadie con esa descripción, voy a averiguar y les digo. —Dijo
el voluntario y corrió hacia los rescatistas.

Uno de los bomberos se acercó a ellos rápidamente.

—¿Había alguien más en el departamento de la señora?

—Probablemente su hijo. —Dijo Chris con un hilo de voz.

—Ya revisamos ese piso y no encontramos a nadie más con vida. ¿Están
seguros? ¿Cómo para que volvamos a revisar?

Chris sintió un nudo en el pecho.

—No estamos seguros, pero creemos que sí. —Dijo Marco.— Ayer en la tarde
estaba con ella.

—Bien, revisaremos de nuevo, pero si encontramos señales de vida en otra


parte, debemos priorizar.

Eso era, probablemente Alen está muerto. Chris solo asintió. Si Alen estaba
allí, no se movería hasta que lo sacaran, como fuera...

Alen abrió los ojos cuando alguien le tocaba la cara.

—¿Puedes oírme? ¿Puedes decirme tu nombre?

—Alen. —Le dijo a la voz casi en un susurro.

—Vamos a sacarte de aquí Alen, resiste un poco.

—¿Mi mamá? —Preguntó con un hilo de voz.

—La sacamos hace unas horas, ella está bien, ya está en el hospital.
Alen cerró los ojos, los tenía con tierra y le dolían.

—Resiste Alen, vamos a sacarte pronto.

—¡Está con vida! —Escuchó que otro bombero gritaba.

Trataba de no dormirse, pero sentía que todo seguía girando. Ni siquiera


sabía cuánto tiempo había pasado, podía ver luz a lo lejos, la última vez que
estuvo consciente era de noche.

—Trata de no moverte, vamos a inmovilizarte pronto.

Aunque quisiera no podía, sentía todo el cuerpo entumecido. Más bomberos


llegaron a su alrededor y comenzaron a colocarle un cuello ortopédico.

—Resiste Alen, vamos a sacarte pronto.

Alen volvió a cerrar los ojos, estaba tan cansado, pronto estaría en el hospital
con su mamá, aún no sabía cómo, pero habían sobrevivido. ¿Y Chris? ¿Chris
estaría bien?

—No te rindas muchacho, quédate conmigo. —Le decía el bombero una y otra
vez.— Tienes gente que te está esperando afuera muchacho, no te rindas.

No se iba a rendir, debía salir de allí para averiguar el paradero de Chris.

Esta era sin duda la peor espera de su vida. Los voluntarios habían vuelto a
recorrer el piso donde estaba el departamento de Evelyn. Pero aún no tenía
noticias.

Marco ahora estaba con casco y con una pechera de rescatista ayudando
junto a los demás voluntarios. Con su experiencia en ingeniería y construcción
asesoraba los lugares correctos donde apoyarse o donde taladrar para no
dañar aún más la estructura.

Chris también había querido ayudar pero Marco no lo dejó, en realidad no


estaba en condiciones de ayudar a nadie.

Después de lo que a él le pareció una eternidad, Marco llegó corriendo a su


lado.

—Lo encontraron. —Dijo Marco muy serio llegando a su lado.— Estaba


enterrado en escombros, por eso no lo vieron antes.

—¿Está..? —Preguntó aterrado.


—No, está vivo. Pero está mal herido Chris. Lo van a inmovilizar para poder
sacarlo, pero me dijeron que no se ve nada bien.

No podía pensar, no podía imaginar lo que su pobre Alen había pasado… por
su culpa.

Por fin su karma lo había alcanzado, castigándolo con la persona que amaba.
Si Alen moría sería su culpa, solo suya.

—¿Chris? ¿Estás bien? —Preguntó Marco preocupado.

—No debería estar aquí. —Dijo aturdido.— Alen estará mejor sin mi.

—¿Qué locura estás diciendo?

—Por algo Alen me dejó, esto es mi culpa.

—¿Por qué diablos piensas eso?

—Es mi karma, mi maldito karma persiguiéndome, es por mi culpa que Alen


esté herido y tal vez... tal vez...

Chris esperaba que Marco se compadeciera de él, en cambio su amigo lo miró


con furia.

—¡Esa es la mayor estupidez que has dicho nunca! ¡Y mira que te he


escuchado decir estupideces!

Chris lo miró sorprendido.

—¡Los accidentes pasan, idiota! ¡Y no por eso es tu culpa! ¡Ya es hora que la
cortes con la idiotez del karma!

—Pero…

—¡No te atrevas a contradecirme o te daré una patada tan grande en el culo


que te enviaré al hospital también!

—Yo no…

—Si tu idiota teoría es cierta, dime que fue lo que hice. ¿Que fue lo que hice
para perder a Tomy? ¡Contéstame!

Chris se quedó sin saber que contestar, Marco tenía razón, su amigo nunca
había lastimado a nadie, era un hombre correcto, bueno y sin embargo había
perdido a su pareja.

—Lo lamento Marco, no debí decir esa estupidez.

Marco se calmó un poco antes de acercarse y abrazarlo fuerte.


—Debes ser fuerte Chris. Debemos sacar a Alen de allí, no te rindas ahora.

—No lo haré. —Dijo decidido.— Creo que el cansancio me tiene el cerebro


reblandecido.

—A los dos. Acompáñame, nos aseguraremos que estés cerca cuando saquen
a Alen.

Marco besó su cabeza antes de llevarlo abrazado lo más cerca que pudo del
edificio destruido y lo sostuvo durante la penosa espera.

Alen escuchaba las voces a su alrededor y sentía que lo movían con cuidado.

—¿Alen? Aún estoy aquí amigo, debes resistir un poco más, falta poco para
sacarte de aquí.

La voz del bombero seguía dándole ánimos y manteniéndolo alerta. Pero


había momentos que sentía que se desmayaba por unos segundos y luego
volvía a estar consciente de nuevo.

Cuando finalmente lo amarraron a una camilla y comenzaron a subirlo con


cuerdas y en andas entre muchos voluntarios. Las luces que alcanzaba a ver
no eran del sol, eran artificiales. Eso quería decir que era de noche
nuevamente. ¿Cuántas horas había pasado enterrado?

Sintió nuevamente que se iba a desmayar. Chris, quería a ver a Chris, pero su
novio estaba muy lejos, sentía que estaba al final de sus fuerzas y quería
despedirse. Quería ver su rostro y que lo besara antes de volver a
desmayarse.

Volvió a cerrar los ojos exhausto, comenzó a sentir que lo movían con más
facilidad y también escuchó aplausos a su alrededor. Abrió los ojos
brevemente y notó que ya estaba fuera del edificio, o lo que quedaba de él.
Una vez que lo tuvieron a nivel del piso comenzó a escuchar gritos y ordenes.

—¡A la ambulancia! ¡Rápido! ¡A la ambulancia!

—¡Alen! ¡Alen! —Una voz conocida lo llamó, pero pudo escucharla entre
medio del ruido y los gritos.

Chris, Chris estaba allí. Trataba de abrir los ojos pero era como tratar de
mover automóvil a pulso.

—¡Alen! —La voz de Chris ahora estaba más cerca de él y discutía con alguien
para acercarse, quería gritar que lo dejaran acercarse más, pero no tenía las
fuerzas.— ¡Soy su novio!
—Chris… —Susurró débilmente. Pero en ese momento notó que tenía una
mascarilla sobre la boca, ¿hace cuanto la tenía? No lo sabía.

—¡Déjenlo acercarse! —La voz del bombero que había estado a su lado
ordenó.— ¿Alen? ¿Puedes oírme? Tu novio está aquí amigo.

Abrió brevemente los ojos y la mirada Chris estaba junto a él acariciándolo.

—Estoy aquí amor. —Dijo Chris besando su frente.

—Solo un segundo, debemos volar al hospital.

—Chris… —Susurró.

—No, no hables, solo resiste amor. Por favor resiste, te amo Alen, no me dejes
amor, quédate conmigo.

Alen quería gritar de alegría, pero su pobre cuerpo agotado ya no pudo más y
se entregó a la oscuridad sintiendo los labios de Chris en su frente.

Ese era por lejos el peor día de su vida.

Chris estaba sentado junto a Marco en la sala de espera del hospital. Alen
llevaba varias horas en cirugía. Le habían permitido ir en la ambulancia con
Alen, y estuvo todo el camino besando su mano y diciéndole que lo amaba.
Marco había seguido a la ambulancia hasta el hospital y no se habían movido
aún de allí.

El doctor habló con él poco antes de llevarse a Alen a cirugía. Su novio no


estaba nada bien, tenía fracturada una pierna, varias costillas y además un
severo trauma cerebral, lo que más preocupaba a los doctores era que no
mostraba ninguna reacción ni en su brazos ni piernas.

Antes de entrar a cirugía le habían hecho más exámenes para ver la extensión
de las heridas, pero Chris aún no sabía los resultados, aunque el doctor le
advirtió que si Alen se salvaba podría quedar paralizado del cuello hacia
abajo.

—¿Quieres un café? —Preguntó Marco sacándolo de sus pensamientos.

—No, gracias.

—Deberías comer algo, no has probado nada desde ayer.

—No podría tragar nada en este momento. Y no pienso moverme de aquí


hasta que sepa que Alen está bien.
—Estoy seguro que estará bien, es un hombre fuerte, no creo que muchos
resistieran tanto como él.

—Es la raza supongo, es una raza brava.

—Superaran esto Chris, incluso si…

—¿Si no vuelve a caminar?

—Estoy seguro que Alen estará bien, con lo inquieto que es, ya verás como en
poco tiempo estará en pie y sorprenderá a todos los doctores. —Dijo
sonriendo.

En esos momentos el doctor apareció en la habitación y Chris se levantó


rápidamente para recibir las noticias.

El doctor les detalló la larga lista de procedimientos realizados a Alen.


Afortunadamente a pesar de estar muy golpeado, las heridas no habían sido
tan extensas, ni tan graves como habían creído al principio. La falta de
reacción que al principio creyeron era una parálisis, había sido causada por la
conmoción cerebral y no por un daño en la columna. Aún estaba en la UCI
quirúrgica pero sobreviviría sin daños permanentes y podría llevarlo a casa en
poco tiempo.

Chris respiró aliviado como no lo había hecho nunca. El doctor le permitió ver
a Alen unos minutos mientras Marco fue corriendo a darle a Evelyn las
buenas noticias.

El ver a Alen todo hinchado y golpeado era horrible, pero no pudo evitar dar
las gracias al cielo porque hubiera salido con vida de aquel lugar.

Una vez más lo besó y le dijo que lo amaba hasta casi quedarse ronco.
Capítulo 16

Al día siguiente Chris volvió temprano al hospital, no tenía sentido pasar la


noche allí, ya que no lo dejarían quedarse con Alen. Marco había conseguido
alojamiento en un pequeño hotel donde por fin había podido descansar un
poco teniendo la tranquilidad de que Alen estaría bien.

Al llegar al hospital, en la recepción le avisaron que Alen había sido


trasladado a una habitación pero que aún estaba inconsciente.

Cuando encontró por fin la habitación, le sorprendió ver que Alen no estaba
solo. Un hombre alto estaba a los pies de la cama de Alen y lo tocaba
suavemente en la pierna sana. Su primer instinto fue decirle a aquel sujeto
que le quitara las manos de encima a su novio, pero al acercarse se dio cuenta
que el hombre era una versión adulta de Alen, pero con los ojos oscuros.

Era el papá de Alen.

Cuando el hombre mayor lo vio, se sobresaltó y quitó su mano rápidamente.

—Buenos días. —Dijo mirándolo fijamente.

—Buenos días.— Le contestó el hombre educadamente.

—¿Puedo ayudarlo?

—Yo… No. Solo quería ver como estaban Alen y Evelyn.

—Ellos están bien. Evelyn va a ser dada de alta durante la mañana y Alen en
poco tiempo.

—Eso es bueno. Me preocupé mucho cuando supe que ellos estaban en ese
edificio.

—Usted es el padre de Alen… —Dijo tranquilamente.

El hombre mayor solo asintió.

—Soy Agustín Mariante. ¿Y usted es..?

—Christian Brahm, soy el novio de Alen. —Dijo orgulloso esperando la


censura en la mirada del hombre.

Para su sorpresa, solo asintió brevemente.

—Lo supuse. —Dijo volviendo a mirar a Alen.— ¿Lo de ustedes es serio?


—Sí, muy serio. Alen y yo estamos enamorados.

El papá de Alen no dijo nada, solo siguió mirando a su hijo.

—Supe que Alen es profesor. ¿Tú también eres profesor?

—No, Ingeniero Civil.

—Por lo menos tendrá un marido con buen sueldo. —Dijo sonriendo con
tristeza.— Se lo merece, siempre fue un buen niño, siempre trató de hacerme
sentir orgulloso.

—¿Y lo logró?

—Siempre. Éramos muy unidos cuando era niño. —Su mirada se entristeció
un momento antes de volver a hablar.— Después me dijo aquello de que era…
ya sabe, y no pude…

—Aún no es tarde… Para recuperarlo, para recuperar su afecto.

—No puedo. No puedo aceptarlo. —Dijo dando media vuelta y saliendo de la


habitación cabizbajo.

Chris sintió tristeza por él. Por una parte lo entendía, era un hombre de
campo, de tradiciones, no debía ser fácil aceptar que su hijo fuera gay,
además era obvio que aún amaba a Alen y probablemente a Evelyn, pero su
maldito orgullo lo mantenía lejos de los que amaba.

Miró la golpeada cara de su novio y lo besó suavemente en los labios. Jamás


pensó que podría amar a alguien como amaba a Alen, con cada latido de su
corazón, con toda su alma. Dio gracias al cielo una vez más que Alen
estuviera a salvo, siete personas habían perdido la vida en aquel edificio y aún
faltaba un joven hombre que estaba desaparecido entre los escombros.

Si su karma ya se había cobrado su deuda o no, ya no le importaba, porque


nada volvería a separarlo de Alen.

En ese momento recordó porque estaban separados al momento del


terremoto y su sonrisa se apagó. No sabía que había llevado a Alen a dejar la
ciudad sin avisarle, aún no sabía que había pasado por la cabeza y el corazón
de su novio ese día, pero sintió miedo. Miedo de que Alen ya no lo amara,
miedo de no ser lo suficientemente bueno para Alen.

Cuando su corazón latía dolorosamente pensando que Alen lo abandonaría


nuevamente, Alen comenzó a abrir lentamente los ojos.
Alen sintió que despertaba lentamente y en un segundo deseo seguir dormido,
el dolor lo invadió apenas se sintió levemente consciente, no pudo evitar el
gemido de dolor que salió de su boca. Le dolía todo, no era capaz de
identificar qué lugar dolía más, aunque cambió de opinión cuando en esos
momentos su cabeza empezó a palpitar casi al punto de reventar.

—¿Alen? —La voz preocupada de Chris se escuchó cercana.— ¿Alen? ¿Puedes


oírme amor?

Sintió una mano acariciar su mejilla suavemente. Hizo un esfuerzo


sobrehumano y abrió levemente los ojos, la luz envió un dolor horrible a su
cabeza.

—Luz… —Gimió adolorido.

Escuchó a Chris correr hacia la ventana y cerrar las cortinas. Hizo un nuevo
intento con sus ojos y esta vez la habitación en penumbras fue más tolerable.

—¿Cómo te sientes amor? —Preguntó Chris tomando su mano y besándolo


suavemente en la boca.

—Duele…

—Lo sé amor, en unos minutos la enfermera va a colocarte más calmantes,


aguanta un poco.

Esas palabras le recordaron al bombero que estuvo con él en el edificio.


Aguanta, resiste, había resistido, aún no sabía cómo pero había sobrevivido.

—¿Mi mamá? —Preguntó asustado.

—Ella está bien, la van a dar de alta en un rato más. Ella está algo golpeada y
con una muñeca esquinzada, pero por lo demás no le pasó nada. Ella dijo que
la protegiste con tu cuerpo amor, así que te llevaste la peor parte.

—¿Qué pasó? ¿Fue un terremoto?

—Uno muy fuerte, el epicentro fue en la ciudad.

—Fue horrible…

—Lo sé, para mí también fue muy fuerte. El edificio donde estabas se
derrumbó. Cayó de espaldas, afortunadamente el departamento de tu mamá
estaba en la parte que quedó arriba y no abajo.

—¿Tu edificio no se derrumbó?

—No amor, no le pasó nada, solo se derrumbó un edificio en todo el país.

—¿Solo el de mi mamá?
—Sí, Marco ha estado ayudando de voluntario y me dijo que por lo que ha
visto, probablemente tenía problemas estructurales. Yo no me fijé, lo único
que quería era verte salir de ese infierno.

—¿Cuánto tiempo estuve metido allí?

—Casi veinte horas.

—No recuerdo mucho, parece que no estaba muy consciente.

—Te golpeaste muy fuerte la cabeza, también te fracturaste la pierna y


tuvieron que operarte pero no tienes ningún daño permanente.

Internamente Alen se preocupó porque su pierna no quedara bien, pero


después pensó que era mejor no quejarse, había tenido más suerte que otras
personas y lo más importante era que su mamá estaba bien, no le importaba
cuan malo hubiera sido para él, el saber que había podido protegerla lo tenía
más feliz que cualquier otra cosa.

Comenzaba a sentirse cansado y con ganas de cerrar los ojos, pero la mirada
nerviosa de Chris lo mantuvo alerta. Su novio seguía acariciando su mano,
pero estaba tenso, lo conocía lo suficiente como para saber que algo le
sucedía.

Y entonces lo recordó, él estaba en Concepción con su mamá porque Chris le


había roto el corazón cuando se había reunido con su ex la mañana de
terremoto.

No quería pensar en aquello en ese momento, le dolía demasiado la cabeza


para analizar aquello.

—Estoy cansado. —Dijo en un susurro.

—Descansa, yo me quedaré cuidándote. —Le dijo Chris besándolo suavemente


en los labios.

Cerró los ojos cansado aún sintiendo los dulces labios de su novio. Era
patético, aún molesto y dolido como estaba con Chris quería otro beso. Trató
de dormir pero las imágenes del terremoto venían a su cabeza, sentía como si
todas las imágenes fueran un sueño que le costaba recordar.

Hubo una imagen que lo dejó aturdido, Christian llorando y diciéndole que lo
amaba, rogándole que se quedara con él. Abrió los ojos de golpe y el dolor
volvió a golpearlo, Chris corrió a su lado y lo miró preocupado.

¿Lo había soñado? ¿Christian había estado allí? ¿De verdad Chris le había
dicho que lo amaba? ¿O solo lo había soñado?

Su cabeza daba vueltas analizando la situación, ni siquiera sabía si todavía


estaban juntos, suponía que si, después de todo Chris estaba con él en esos
momentos y si no había sido un sueño, le había dicho que lo amaba.
¿Pero por qué lo había hecho? ¿De verdad lo amaba? ¿O solo se lo había dicho
porque pensaba que iba a morir?

—¿Estás bien? ¿Tienes mucho dolor?

Si, sentía mucho dolor, le dolía el corazón, le dolía el alma. Miró a Chris,
rogando silenciosamente que le dijera que lo amaba, pero no lo hizo. Así que
cerró los ojos recordando la declaración de amor de Chris, recordando ese
pequeño momento y rogando que aquel recuerdo fuera real.
Capítulo 17

Habían pasado casi dos meses desde terremoto. Chris le sonrió a Alen que iba
sentado a su lado en la camioneta. Su novio aún tenía la pierna inmovilizada y
usaba muletas, pero había aprendido rápidamente a usarlas y ya corría por
todo el departamento con ellas.

Su relación sin embargo no estaba tan bien, Alen se comportaba más frío con
él desde el terremoto, no habían conversado de lo ocurrido ese día, ni las
razones que tuvo Alen para dejarlo y partir al sur.

Alen había tratado varias veces de hablar al respecto, pero Chris evitaba a
toda costa la conversación, tenía mucho miedo de que su novio lo dejara, era
un temor constante que había cargado los últimos meses.

Chris iba todos los días a verlo, pero no habían vuelto a dormir juntos, al
principio la excusa fue que Alen estaba herido y luego fue que su novio no
quería ir a su departamento, le aterraba el solo pensar en quedarse a dormir
en el piso diecinueve.

Tampoco podían dormir juntos en el departamento de Alen, porque su mamá


se estaba quedando con él. Evelyn estaba con licencia médica, primero por su
esguince y luego a ella y a Alen les habían diagnosticado stress post
traumático.

La mamá de su novio había optado entonces por quedarse a cuidar a su hijo y


lo más probable era que pidiera su traslado a una biblioteca de la capital para
quedarse cerca de Alen definitivamente. A Chris no le molestaba, él amaba a
Evelyn, pero extrañaba estar a solas con su novio.

Chris finalmente estacionó su camioneta frente a una casa de las que había
construido con Marco, el proyecto estaba terminado y podrían mudarse juntos
cuando quisieran. Chris aún no le había contado a Alen, pero había puesto en
venta su departamento, si su novio no era capaz de poner un pie en aquel
lugar, entonces él tampoco lo quería, si Alen necesitaba estar en tierra firme,
eso le daría.

Esperaba que Alen entendiera que si quería que vivieran juntos en esa casa
era porque quería estar con él para siempre. Sonrió imaginándolos juntos en
aquel lugar, era un barrio residencial tranquilo, cerca de su trabajo y del
trabajo de su novio.

—Acompáñame. —Le dijo Chris a Alen bajando de la camioneta.

Caminó hacia su puerta justo cuando Alen estaba acomodando sus muletas.

—Guau. —Dijo Alen viendo la casa.


—Espera verla por dentro.

—Es linda. —Comentó mirando la entrada y el jardín.

Cuando Chris abrió la puerta, Alen se quedó boquiabierto, era una casa
amplia, con mucha luz. Era perfecta.

—Guau. Es genial. —Dijo recorriendo el pasillo hacia los dormitorios. — Pero


creo que es un poco grande y costosa para mi mamá.

Alen le había pedido que le ayudara a buscar una casa o departamento


pequeño para su mamá. Pero la verdad era que ya había visto un
departamento ideal para su suegra, cerca de ellos en un piso bajo. Incluso si
Alen quería, Evelyn podía vivir con ellos. La casa era lo suficientemente
grande para ellos tres. Para su pequeña familia, pensó sonriendo.

—¿Te gusta? —Preguntó Chris.

—Es perfecta…

—Quiero comprarla.

—¿Y tu departamento?

—Lo voy a vender. Si tú no quieres estar en el, entonces tendré que


cambiarme a otro lugar. Es importante para mí que también te guste.

—Lo importante es que te guste a ti.

—Lo importante es que nos guste a ambos. —Le dijo Chris con una sonrisa.—
Quiero que vivas conmigo…

Alen lo miró sorprendido y después lentamente desvió la mirada.

—No. —Dijo negando con la cabeza.— No creo que sea una buena idea.

A Chris se le partió el corazón en ese momento. Sabía que tenían problemas,


pero nunca pensó que Alen lo rechazaría tan limpiamente. Él quería estar con
Alen, pero al parecer su novio no.

Ni siquiera debería haberse sorprendido, ese era su karma.

Ser eternamente rechazado.

Después de salir de la preciosa casa que le mostró Chris ninguno de los dos
había dicho ni una sola palabra al otro. A Alen Todavía le dolía haber
rechazado a Chris. La casa era preciosa, era el tipo de lugar donde le
encantaría vivir con Chris. Un hogar para ambos.

Pero no podía vivir con Chris en esos momentos, no así como estaban. Alen
había intentado varias veces conversar respecto al día del terremoto, pero su
novio evadía la conversación y Alen estaba cada vez más frustrado y
paranoico.

No era capaz de estar en el departamento de Chris sin que le diera un ataque


de pánico, así que no habían dormido juntos desde el terremoto, por lo que se
torturaba cada noche preguntándose si su novio estaba durmiendo solo o
acompañado. Cada vez que Chris se alejaba un poco para contestar una
llamada telefónica su corazón saltaba de miedo pensando que podía ser Alex
nuevamente.

Aún no caía en la tentación de revisar en su teléfono el registro de llamadas,


pero lo había pensado más de una vez. No le gustaba la persona en la que se
estaba convirtiendo, no quería desconfiar de Chris, no quería vivir con miedo,
preguntándose cuando vendría Alex a arrebatarle a su novio.

Alen no quería perder a Chris, pero sentía que nuevamente estaba chocando
con una pared y esta vez no sabía cómo atravesarla, no veía la forma de
hacerlo. Se torturaba pensando que tal vez esa pared era que todavía estaba
enamorado de Alex, o tal vez después de aquel encuentro en la cafetería
habían comenzado a verse nuevamente, sabía que Chris le ocultaba algo, pero
no sabía qué.

Su mamá estaba en la cocina cuando Alen entró a su departamento apoyado


en sus muletas.

—¿Ya volvieron? Pensé que iban a pasar la tarde juntos…

En esos momentos su mamá se dio cuenta que algo pasaba. Algo serio.

—¿Saben que? Creo que voy a ir al supermercado, volveré en un par de horas.

—Mamá…

—Necesitan tiempo a solas cariño. Conversen y solucionen los problemas.

Alen tenía mucho miedo. ¿Y si su relación no tenía solución?

Cuando finalmente quedaron a solas, ninguno de los dos habló. Alen se sentó
en el sofá y Chris se sentó en el sillón, lejos de él. Si las cosas fueran
diferentes Chris y él estarían sentados en el mismo sofá, abrazados y sin
poder quitarse las manos de encima.

—¿Quieres… quieres beber algo? —Dijo Chris nervioso.

—Vamos Chris… Creo que deberíamos dejar de fingir que no pasa nada. Ya
hemos aplazado demasiado esta conversación ¿no crees?
Chris se inclinó hacia delante apoyando los codos en las rodillas.

—Creo que sabes porque he estado aplazándola.

A Alen se le cayó el alma a los pies. Tragó fuerte tragándose el nudo que tenía
en la garganta, se obligó a no llorar, no iba a llorar como una niñita delante
de Chris, no lo haría.

¿Cómo diablos habían llegado a este punto? Hasta el día anterior al terremoto
todo era maravilloso. ¿Cómo pudo un simple encuentro en un restaurante
arruinar todo?

Ahora comprendía que la declaración de Chris había sido su imaginación,


Chris no lo amaba, aún seguía enamorado de Alex.

—¿Te estás viendo con él? —Preguntó con un hilo de voz.

—¿Con quién? —Preguntó Chris confundido.

—Con Alex…

—¡¿Qué?! —Preguntó Chris impactado.— ¿Por qué…? ¿En que…? ¿Cómo


puedes pensar que te engañaría?

—Porque me mentiste. Porque me mentiste para reunirte con él.

—¡Eso no es verdad! ¡No he vuelto a ver a Alex desde la noche que lo vi en el


restaurante!

—¿Y la mañana siguiente? —Chris lo miró sorprendido.— Te escuché hablar


por teléfono y sé que te reuniste con él en la cafetería.

—Ese no era Alex, era Dani. —Dijo Chris confundido.— ¿Por eso te fuiste al
sur? ¿Pensaste que te estaba engañando con Alex?

—¿Dani? ¿La pareja de Alex? —Preguntó sorprendido.— ¿Por qué diablos te


reuniste con él?

Chris se pasó la mano por la cara en un gesto cansado.

—Cuando fui al baño en el restaurante, Alex entró unos minutos después y


tuvimos una discusión bastante fuerte. Dani solo quería que supiera que Alex
y él habían conversado la noche anterior y aquello no volvería a pasar si nos
encontrábamos nuevamente.

—Aún no entiendo, ustedes terminaron hace cuatro años… ¿Cuánto lo amas


todavía que puede afectarte de esa manera?
Chris se quedó de una pieza. ¿Alen creía que aún amaba a Alex? Se levantó
rápidamente y se sentó frente a Alen cogiéndolo de las manos, lo acarició
pero su novio seguía tenso.

—Alen mírame. —Su novio lo miró y la mirada triste de Alen le encogió el


corazón.— Quisiera decirte que nunca amé Alex, pero eso no sería verdad. Si
lo amé, en el pasado y hace mucho que él ya no significa nada para mí.

—Me cuesta creerte, siempre que Alex aparece te alteras, te deprimes…

—Aún había cosas pendientes que debía aclarar y lo hice con Dani esa
mañana.

—¿Qué cosas? ¿Qué cosas estaban pendientes?

Chris se tensó nuevamente, no podía contarle a Alen lo que había hecho, era
demasiado vergonzoso, no quería que Alen lo viera como alguien capaz de
hacer algo así, no quería que lo viera como a su ex novio psicópata.

Alen notó su cambio de actitud y soltó sus manos con brusquedad. Estaba
muy enojado, su novio estaba furioso con él.

—Ya no voy a escuchar más mentiras Chris…

—No te estoy mintiendo, eres tú el que cree cosas que no son.

—Por Dios Chris esto no es sobre mí. Eres tú el que no sabe lo que quiere.

—Si se lo que quiero. ¡Te quiero a ti! Te amo Alen.

—¡No lo digas ahora! No has sido capaz de decir que me amas en todo este
tiempo, no lo digas solo para que te crea ciegamente.

—Te lo dije cuando te rescataron, te lo dije hasta quedarme mudo todo el


tiempo que estuviste en el hospital.

—¡Que consuelo! ¡Me dijiste que me amas cuando estaba inconsciente!

—¿Por qué no puedes creer que te amo?

—¿Por qué? ¡Porque tuviste que esperar a que me cayera un edificio encima
para decirlo! Y no lo has vuelto a decir desde entonces. Solo puedo creer que
lo dijiste porque pensabas que iba a morir.

—¿Crees que no es lo que siento?

—Ya no lo sé, solo sé que me ocultas algo Chris y no puedo estar contigo así.
Ocultándome cosas y no sabiendo lo que sientes en realidad.

Chris se pasó las manos por el pelo con gesto cansado. ¿Cómo diablos se
habían enredado tanto las cosas? ¿Cómo pudo permitir que Alen no se sintiera
amado?

Todo este lío se había armado por no ser honesto con Alen cuando debió
serlo. Ahora si no le decía la verdad iba a perderlo, pero si le decía lo que
había hecho, Alen lo dejaría de todas maneras.

Miró al amor de su vida y supo que no podía simplemente alejarse y perderlo,


él no era de los que se quedaban de brazos cruzados y menos aún con Alen.

Si por Alex había mentido y lastimado, por Alen pelearía hasta la muerte.

Alen miraba molesto a Chris, la verdad era que se había ablandado un poco
cuando Chris le dijo que lo amaba. En realidad más que un poco, estaba
hecho una masa y Chris podría hacer lo que quisiera con él, pero no se lo
diría a su novio, no iba a ceder, sabía que le ocultaba algo y quería la verdad.
Y la quería ahora.

—Chris. Solo dilo… Dime que es lo que ocultas.

—¿No puedes solo confiar en mí? Es algo del pasado que no tiene que ver
contigo.

—¿Que no tiene que ver conmigo? —Preguntó molesto.— Tiene todo que ver
cuando afecta nuestra relación. Mira como estamos y dime que no nos afecta,
entonces te diré que no importa.

—Lo sé, soy el culpable de este lío. Dios no merezco que me ames, soy un
desastre… Y aún no conoces lo peor de mí.

—¡Entonces dímelo! ¡Dímelo de una vez! —Chris comenzó a negar


nuevamente con la cabeza.— ¿Eres infiel? ¿Es eso? ¿Te escapas por ahí para
acostarte con otros hombres?

—¡Por supuesto que no! —Dijo Chris ofendido.— No he dormido con nadie
más que contigo desde que nos conocimos.

—¿Entonces por qué me mentiste? ¿Por qué no me dijiste que estabas con
Dani?

—Porque si te contaba que lo había visto. Tendría que contarte toda la


historia.

—¿Y por qué no puedes contarme?

—¡Porque me avergüenza! Hice algo que no debería haber hecho y necesitaba


disculparme con Dani, por eso me reuní con él.
—¿Qué fue lo que hiciste?

—Algo incorrecto, algo malo…

Mil distintas ideas pasaron por su cabeza, ¿Qué era tan malo?

—¿Qué hiciste? —Preguntó asustado.

—Yo… Yo… Traté de separarlo de Alex. —Dijo Chris avergonzado.— Más bien,
los separé. Por un tiempo al menos.

Alen lo miró sorprendido, sin decirle nada.

—¿Qué fue exactamente lo que hiciste?

Chris le contó toda la historia, desde su relación con Alex, sobre su ruptura,
su encuentro con Dani y todas las mentiras que le había dicho y la peor parte
las consecuencias de lo que había hecho.

Cuando terminó la historia, Chris lo miró triste.

—¿Estás decepcionado de mi?

—Sorprendido más bien. –Dijo Alen aún medio confundido.— Es tan distinto
de ti. El hombre que conozco, que se hizo a un lado para que su amigo fuera
feliz, no haría algo así.

—Pero lo hice. —Dijo avergonzado.— Dios, soy una mala persona, no soy
mejor que tu ex novio psicópata. Soy incluso peor que él, soy horrible…

—Por Dios Chris, no eres ni remotamente parecido a él. ¿Cómo diablos


puedes creer algo así?

—Porque es verdad, hice algo horrible y descubrí que lo volvería a hacer.

—¿Quieres volver a separar a Alex de Dani?

—¡No! —Dijo Chris acercándose y tomándolo de las manos.— Me refiero a ti,


si me dejaras no podría quedarme de brazos cruzados, lo siento amor pero sé
que no podría dejarte marchar y no tratar de retenerte a mi lado.

—¿De verdad no me dejarías ir?

—Jamás. No soportaría perderte. Sería peor que tu ex novio psicópata.

Cuando su ex lo había acosado había sido una pesadilla. Pero al oír hablar a
Chris de no querer dejarlo, de luchar por él, en vez de molestarle, lo hizo
sentir una sensación cálida en el pecho.

—Es extraño, pero me siento alagado. —Le dijo Alen riendo.


—No te rías de mí. —Dijo Chris aún más avergonzado.

—Me río porque sobre exageraste esto casi hasta la idiotez. –Dijo Alen
acercándose más a Chris.— Para empezar lo que hiciste no fue bueno, pero
fue una reacción impulsiva, no lo planeaste y además le pediste disculpas a
Dani eso quiere decir que lamentas lo que hiciste.

—Me he arrepentido horriblemente todo este tiempo.

—¿Lo ves? No eres malo, solo cometiste un error. Uno muy feo, pero error.

—Lo sé, por eso necesitaba decirle a Dani cuanto lamentaba lo que hice.

—¿Te perdonó?

—Sí. Es un buen hombre y no se merecía lo que le hice, Alex tampoco. Incluso


Dani también me pidió disculpas por haber provocado mi ruptura con Alex.

—¿Por qué te disculpaste con Dani y no con Alex?

—La última vez que lo vi, me dijo que no quería volver a verme. De hecho
también me dijo que no volviera a acercarme a Dani. Y después de la
discusión en el restaurante, no quería que volviera a romperme la nariz.

—¿Alex te rompió la nariz? —Preguntó furioso.

—Sí, pero me lo merecía. —Alen estaba pensando en ir a buscar a Alex y


romperle la nariz también.— Me lo merecía amor. Mentí, insulté e hice más
daño del que jamás podrías imaginar.

—Nadie merece que lo golpeen. —Le dijo molesto.

—Te aseguro que lo merecía. Además me alegra que lo hiciera. —Le dijo
acariciando sus manos.

—No entiendo cómo puedes estar alegre de que te golpeara.

—Porque si no hubiera roto mi nariz no te hubiera encontrado. —Le dijo con


una sonrisa.— Todo pasa por algo amor. Alex rompió mi nariz, pero eso sirvió
para encontrarnos. No cambiaría nada, tú vales más que una nariz rota.

Alen le sonrió a Chris y tiró de sus manos para sentarlo sobre él a horcajadas
sobre sus caderas. Acarició su nariz y su novio por fin le devolvió la sonrisa.

—Te quedó linda…

—La tuya también. —Dijo Chris colocando los brazos alrededor de su cuello.—
Ahora que sabes toda la fea verdad sobre mi… ¿Vas a dejarme?

—Claro que no amor. Nunca pensé en hacerlo, solo quería saber que era lo
que me ocultabas y botar por fin ese muro que sentía que nos estaba
separando.

—¿En serio? —Suspiró Chris aliviado apoyando la frente contra la suya.—


Tenía tanto miedo de perderte…

—Na… —Le dijo levantando los hombros.— Estoy enamorado de ti, me vas a
tener que aguantar por mucho tiempo.

—Yo también estoy enamorado de ti. Te amo tanto Alen…

Alen abrió grande los ojos y miró hacia el techo exageradamente.

—¡Lo dijiste sin que el edificio me cayera encima!

—Lo sé, soy un tonto… —Le dijo riendo y besándolo.— No volveré a esperar a
casi perderte para decir que te amo.

—Eso está bien, porque me encanta escuchártelo decir. Lo esperé mucho.

—Te amo, te amo, te amo, te amo. —Dijo mientras besaba cada rincón de su
cara.

Alen le devolvió los besos y luego lo acercó más a él para besarlo


profundamente, había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuvieron
juntos y Alen estaba desesperado por hacerle el amor.

Los deseos de Chris parecían ser los mismos porque movía las caderas
rozando sus erecciones. Alen levantó rápidamente la camisa de Chris y se la
sacó por la cabeza, no esperó mucho antes de llevar su boca al bello pecho de
Chris y chupar con anhelo sus pezones.

—Alen… Por Dios Alen, hazme el amor…

Alen llevó su boca a los dulces labios de Chris y lo besó profundamente antes
de apartarse y mirarlo con una sonrisa.

—Entonces será mejor que vayamos al dormitorio antes de que llegue mi


mamá y nos encuentre con el culo desnudo en medio de la sala. —Le dijo
riendo.

Chris casi llevó corriendo a Alen hasta el dormitorio. Lo desvistió tan rápido
que varios botones pasaron a mejor vida. Cuando por fin quedaron desnudos,
Alen lo preparó rápidamente. Sin esperar demasiado se colocó sobre él ya que
era la mejor posición para la pierna de su novio.

Bajó sobre el duro pene de Alen, disfrutando por fin sentirlo dentro de él.
Había extrañado tanto estar con su novio.
Alen gimió, antes de acercarlo a su boca y besarlo mientras Chris bajaba las
caderas hasta sentarse completamente sobre Alen.

—Dios Chris… Estás tan apretado. ¿No te lastimé?

—No. –Dijo sonriendo, le encantaba que su novio siempre se preocupara por


él.

Levantó las caderas y volvió a bajarlas, esta vez ambos gimieron al mismo
tiempo. No iba a durar nada, había pasado mucho tiempo y estaba demasiado
necesitado.

Alen estaba igual de caliente y comenzó a levantar las caderas apoyándose en


la pierna sana.

—Amor, no voy a durar mucho. –Gimió Alen.

—Yo me estoy conteniendo por ti cielo. –Dijo Chris contra sus labios.

—Oh por Dios, Chris… —Alen se enterró profundamente, antes de tirar la


cabeza hacia atrás y descargar su orgasmo.

—Te amo Alen. –Dijo Chris cuando se corrió también sobre el estómago de
Alen.

—Yo también te amo Chris. –Dijo Alen acunándolo contra su pecho.

Cuando ambos se calmaron un poco, Chris levantó el rostro para recibir un


dulce beso de Alen. Su novio acariciaba su espalda desnuda dulcemente
mientras Chris aún estaba sobre él, ninguno de los dos tenía ganas de
moverse.

—¿Tu pierna está bien? —Preguntó Chris preocupado.

—Sí. Aunque casi me fracturo la otra pierna. —Dijo riendo.

—Si te la rompes me veré obligado a cuidarte, día y noche. Si no quieres vivir


conmigo, podemos encontrar una solución para estar juntos…

—Si quiero vivir contigo. En especial si es en la casa que vimos hoy, ame esa
casa, es perfecta.

—Pero dijiste que no querías… —Dijo Chris sorprendido levantando la cabeza


y mirándolo.

—No quería cuando sentía que me ocultabas algo, ahora que ya se todo y no
hay razón para no estar juntos para siempre.

La hermosa sonrisa de Chris iluminó el cuarto.


—Dios... No te puedes ni siquiera imaginar cuanto te amo.

—¿Más que a Alex? –Preguntó Alen inseguro.

Chris lo miró y lo besó suavemente.

—Nunca amé a Alex, ni a nadie como te amo a ti amor.

—Yo también te amo Chris. –Suspirando Alen lo abrazó más cerca.— Espero
que nos podamos mudar juntos pronto, o mi mamá va a tener que ir al
supermercado muy seguido de ahora en adelante.

Chris se río junto a Alen, su novio tenía razón. Quería tenerlo a su lado,
dormir abrazados y despertar en medio de besos y caricias tal como estaban
ahora.

—Cuando quieras amor, podemos llevar mis muebles o podemos cambiarlos


todos si quieres.

—No es necesario. Le pediré ayuda a Erick. Estoy seguro que utilizará


algunos de tus muebles pero los hará lucir absolutamente distintos.

—¿En serio? ¿Él decoró el departamento?

—Si, tiene un don innato para la decoración.

—Entonces hablaremos con él, quiero que sea un hogar para ambos.

—Lo será amor. Mientras estemos juntos lo será.


Capítulo 18

Christian llegó junto a Marco a la obra de la constructora Rivera, la empresa


que la familia de Marco había adquirido recientemente.

Marco y él habían hablado mucho con Rivera, era un hombre mayor que
quería jubilarse, su único hijo era doctor y no estaba interesado en seguir con
la empresa de su padre, así que al hombre no le había quedado otra que
vender.

El hombre mayor era muy agradable y lo único que le preocupaba de su


decisión, era proteger a sus trabajadores. Entre sus empleados tenía un grupo
en un programa de reinserción social. Trabajadores con antecedentes
criminales a los que Rivera les había dado la oportunidad de desarrollar un
trabajo decente y honrado.

Era la única cláusula que había exigido dentro del contrato, proteger a los
trabajadores de su programa social.

Chris miró el conjunto de casas básicas que Rivera estaba desarrollando y


sonrió.

—El hombre hace buenas casas. –Le comentó Chris a Marco cuando se
dirigían a las oficinas de la obra.

—Sí, muy buenas.

Miró más allá de Marco y maldijo al ver a Erick acercarse a ellos, todavía no
le contaba a Marco del parecido de Erick con Tomy, y en esos momentos se
arrepintió de no haberlo hecho antes, porque su amigo se iba enterar en unos
pocos segundos y de la peor manera.

Marco debió notar su mirada de espanto, porque se comenzó a girar a ver que
lo había asustado.

—¡No! —Le dijo con miedo sujetándolo fuertemente del brazo.

—¿Que estás haciendo? ¿Qué pasa? –Preguntó Marco sorprendido.

—¿Christian? —Lo llamó Erick acercándose más a él.

Marco escuchó la voz y se puso pálido antes de soltar bruscamente su agarre


y girarse a ver a Erick.

—¿Christian, que haces aquí? —Preguntó Erick.

Marco perdió de golpe el poco color que le quedaba en el rostro, sabía lo que
estaba viendo Marco: a Tomy. Y su amigo no iba a racionalizar como él lo hizo
cuando conoció a Erick, que el hombre frente a él no podía ser su novio
muerto.

Marco comenzó a tambalear y se le doblaron las piernas. Christian lo afirmó


como pudo evitando que cayera pesadamente al suelo, pero no pudo con su
peso y lo único que pudo hacer fue recostarlo en el suelo antes de que
perdiera el conocimiento completamente.

Erick corrió hacia ellos preocupado.

—¿Qué le pasó?

No pudo responder, no podía decirle que su amigo se había desmayado de la


impresión al verlo.

—Creo que fue el calor. –Dijo rápidamente.— ¿Me ayudas a llevarlo adentro?

Erick levantó su mano mala y puso cara de disculpa.

—Difícilmente podré ayudar con su peso. Pero puedo conseguir ayuda.

Se enderezó y silbó fuerte hacia la obra.

—Hey, necesito ayuda. –Grito Erick a dos hombres que se voltearon a verlo.

Entre todos, entraron a Marco a la oficina. El sorprendido Sr. Rivera,


rápidamente despejó un destartalado sofá para recostar a su amigo.

—¿Trabajas aquí? –Le preguntó a Erick, una vez que se había encargado de
Marco.

—Sí, no sé si Alen te ha contado de mi turbio pasado, pero soy parte del


programa de reinserción social del señor Rivera.

—No, no lo sabía.

—¿Qué hacen ustedes aquí? –Preguntó Erick mirando a Marco como si fuera
el único hombre en la habitación.

—La familia de Marco compró la empresa del señor Rivera, así que ahora soy
tu jefe, bueno Marco también.

—¡Genial! –La sonrisa sincera de Erick brillo en su rostro.— Tenía un poco de


miedo que los nuevos dueños fueran desagradables, pero si tú eres mi nuevo
jefe, entonces todo estará bien.

No, no lo iba a estar. Si su amigo iba a tener que ver a Erick seguido ahora
que iba a ser su jefe, las cosas no iban a estar tan bien como todos esperaban.

Erick volvió a su trabajo y unos segundos después Marco volvió lentamente en


sí.

—¿Estás bien? —Le preguntó Christian ayudándolo a sentarse.

—Tomy... –Fue lo primero que dijo Marco.

—No es él. —Le dijo Chris cogiendo su mano.— Se parece mucho, pero no es
él.

—Sus ojos, su voz... —Susurró aún atontado.

—Cuando lo veas de cerca te darás cuenta que no es exactamente igual. Su


nariz es más recta y tiene la mandíbula más cuadrada. Incluso sus pómulos
son un poco más altos.

—Pensé...

—Lo sé. Yo también lo pensé la primera vez que lo vi.

—¿Lo conocías? –Preguntó sorprendido.

Chris lo miró avergonzado antes de contestar.

—Si… Él es Erick, el amigo de Alen.

—No puedo creer que no me lo dijeras… —Le dijo Marco dolido.

—Lo siento Marco, no quise decírtelo antes porque sabía que sería impactante
para ti.

Marco comenzó a temblar y se inclinó tratando de calmarse.

—Despídelo. —Murmuró Marco en voz baja.

—Marco... –Trató de razonar con él.

—Lo quiero fuera de aquí...

—No puedo hacerlo Marco.

—¡Soy el maldito dueño de este lugar! ¡Sácalo de aquí! ¡No quiero volver a
verlo!

—Aunque quisiera, no puedo. –Dijo con voz firme.— Es uno de los empleados
que Rivera dejó protegido en el contrato. Lo siento Marco, pero es imposible
despedirlo. Estás atascado con él.
Epílogo

Alen estaba junto a Chris en el sofá de su casa conversando y disfrutando el


gran trabajo que había hecho Erick decorando su casa. Tal como le dijo a
Chris, había aprovechado varios de sus antiguos muebles y los había
retapizado y reutilizado al gusto de ambos. Erick de verdad tenía un talento
natural para decorar.

Hace una semana que estaban viviendo definitivamente en su nuevo hogar y


no podía ser más feliz. En esos momentos estaban disfrutando el estar juntos
y Chris le estaba contando lo sucedido ese día cuando se encontró con Erick.

—Y se desmayó, allí en mis brazos, obviamente no pude con su peso, así que
solo lo recosté.

—¿Y por qué se desmayó?

Chris se puso tenso y no contestó enseguida.

—Porque vio a Erick. –Alen lo miró confundido y Chris le explicó.— Erick se


parece a Tommy.

—¿Qué tan parecido?

—Físicamente se parecen bastante, pero su forma de ser y carácter son el día


y la noche. Honestamente la primera vez que lo conocí también me recordó a
Tommy, pero ahora que conozco más a Erick te puedo decir que ellos no son
nada parecidos en realidad.

—¿Crees que sea muy duro para Marco?

—Sí, me pidió que lo despidiera.

Alen se tensó y miró a Chris.

—¿Dejaste sin trabajo a Erick?

Su amigo necesitaba mucho ese trabajo y no sería fácil para él encontrar otro
por sus antecedentes. Alen incluso no había querido dejar a Erick hasta
encontrar un compañero para su amigo, porque sabía lo duro que sería para
su amigo pagar el arriendo solo.

Afortunadamente su mamá se había quedado a compartir el lugar con su


amigo. La idea al principio le pareció extraña, pero tanto Erick como su mamá
estaban encantados con la idea y por una parte a él le alegró que su mamá no
estuviera sola y que además estuviera cerca de él.
—Habría tenido que hacerlo aunque no quisiera, pero no pude, Erick es uno
de los protegidos por el programa de reinserción social del señor Rivera. ¿Por
qué no me contaste que Erick tenía antecedentes?

—Porque no me importa. –Dijo levantando los hombros.— No es algo que ande


contando, es solo parte de su pasado.

—¿Qué hizo?

—Que no hizo… Comenzó muy joven como delincuente. Tiene antecedentes


por robo, hurto, asalto, tráfico de drogas, todo excepto asesinato…

—¿Nunca te importó? –Preguntó sorprendido.

—Por supuesto que sí, los dos o tres primeros meses dejaba mi dormitorio
cerrado con llave y no dejaba nada de valor a mano. Hasta que un día dejé
unas monedas sueltas sobre el mesón de la cocina.

—¿Y Erick no las robó?

—No las robó, pero las tomó prestadas. Al día siguiente yo las había olvidado,
pero cuando Erick llegó al departamento me las devolvió y se deshizo en
disculpas porque se había quedado sin cambio y las había tomado prestadas
sin permiso para pagar el pasaje de metro. Se disculpó hasta al cansancio y
me di cuenta que lo que más le preocupaba era lo que yo pensara de él.

—¿Un pasaje de metro? ¿Cuánto dinero era?

—Una bicoca, pero pensé que si le preocupaba tanto lo que pensara de él por
solo unas pocas monedas, no tomaría algo más caro. Así que de a poco fui
dejando cosas por el departamento y finalmente a dejar mi puerta abierta y
Erick jamás tomó nada que no fuera de él.

—O sea que de verdad se rehabilitó.

—Sí, y no fue fácil para él, su familia es un nido de delincuentes, y sus


antiguos amigos, aún peores. Por suerte se alejó de ellos.

—Es muy admirable.

—Lo es.

Cuando el teléfono de Chris sonó, alcanzó a ver en la pantalla el identificador


“Regalo de cumpleaños”. Sonrió para sus adentros y agradeció al cielo.

Cuando su teléfono sonó, Chris lo sacó del bolsillo con intención de apagarlo,
pero cuando miró la pantalla el identificador decía “Regalo de cumpleaños”.
Él no había grabado ese número y además faltaban dos semanas para su
cumpleaños.

—¿Qué...?

Cuando Alen vio la pantalla sonrió.

—Creo que debes contestar esa llamada. —Dijo Alen tomando sus muletas y
yendo hacia el jardín.

—Aló. —Contestó confundido mientras veía salir a Alen.

—Chris. —Preguntó una voz insegura.

—Sí, con él.

—Soy Rafael.

Rafael. Su hermano.

—¡Oh por Dios! —Casi grita de felicidad.— ¡No puedo creerlo!

—¡Yo tampoco! —Dijo su hermano alegremente.

Inclinó la cabeza hacia atrás en el sofá aturdido. Su hermano lo había


llamado, todavía no podía creerlo, conversaron mucho tiempo tratando de
ponerse al día con sus vidas.

—No sabes cuanto te extrañé. –Dijo Chris al borde de las lágrimas.

—Yo también, mis papás dijeron que no querías saber nada de nosotros. Por
mucho tiempo pensé que eras tu quien no nos querías.

—Eso ya no me importa Rafael. Lo único que me importa es que ahora puedo


llamarte. ¡Ya tengo tu número!

—Este no es mi número. Es el del teléfono prepago que me enviaste. Fue muy


ingenioso. No sabes la sorpresa que me llevé cuando lo encendí y vi que tenía
grabado tu número telefónico.

¿Teléfono prepago? A través de los años había mandado, cartas, tarjetas y


otros regalos a su hermano, que estaba seguro no había recibido, pero no
había mandado nunca un teléfono.

Solo una persona podía haberlo hecho.

Alen.

—También fue una sorpresa para mí. –Dijo sonriendo.— Creo que el que envió
el teléfono fue mi novio.
—Entonces dale las gracias de mi parte.

—¿No… No te molesta que tenga novio?

—¡Claro que no! Sé que ese es el motivo porque mis papás me quieren lejos
de ti, pero es una estupidez porque soy heterosexual. Además no soy
homofóbico, no tengo problemas con eso.

Sintió que un enorme peso se le quitaba de los hombros, sentía que ya no le


importaba el rechazo de sus padres, era diez veces más importante tener la
aceptación de su hermano.

Después de despedirse y prometer que mantendrían el contacto, se quedó


sentado unos momentos recuperándose de la impresión, luego caminó hacia
el jardín, Alen estaba sentado en una silla y lo miró serio.

—¿Quién era? —Preguntó con inocencia.

—Era Rafael, mi hermano. —Lo miró sonriendo.— ¿Fuiste tú verdad? ¿Tú le


enviaste el teléfono?

—Feliz cumpleaños. —Dijo Alen sonriendo.

Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

Alen lo atrajo a sus brazos y Chris le devolvió el abrazó más agradecido de lo


que nunca había estado.

—Gracias. —Le dijo con un nudo en la garganta.— Es el mejor regalo de


cumpleaños que he recibido en mi vida.

—Quería darte algo especial. –Le dijo Alen secando sus lágrimas con su
camiseta.

—Lo fue, aunque aún falta para mi cumpleaños.

—Lo sé, pero no sabía si mi plan iba a funcionar, así que lo envié un poco
antes.

—¿Cómo lo lograste?

—Grabé tu número de teléfono en el aparato y lo envié por correo rápido con


el remitente del colegio, no había manera de que tus padres lo relacionaran
contigo.

—Eres increíble Alen, no sabes cuanto te amo… —Dijo besándolo con amor.

—Valió la pena para verte así de feliz. –Dijo Alen.

—Quiero que conozcas a Rafael amor.


—Si él no tiene problemas en conocerme. Me encantaría.

—Si los tuviera no me habría llamado. Sabe que soy gay y además le dije que
mi novio había enviado el teléfono. Mi pidió que te diera las gracias.

—Fue un placer. Me alegra haber logrado un acercamiento, aunque sea solo


con una parte de tu familia.

Chris recordó en esos momentos al papá de Alen. No le había contado nada al


respecto a su novio.

—Amor… —Dijo en un susurro.— Hay algo que no te he contado. Sobre tu


papá.

Alen lo miró extrañado levantando una ceja. Chris le contó sobre la visita de
su padre en el hospital y lo que había conversado con él.

El rostro de Alen se mantuvo serio en todo momento.

—Lamento no habértelo contado antes… Aún estabas herido y no sabía como


lo ibas a tomar.

Alen suspiró y lo abrazó más cerca.

—Por lo menos ahora sabes que si le importas. –Dijo Chris.

—Pero eso no sirve amor. ¿De que sirve amar a alguien de esa forma?

—Lo lamento amor…

—Yo lo lamento por él. –Dijo su novio tranquilamente.— Está solo por su tonto
orgullo. En cambio yo tengo a mi mamá y te tengo a ti.

—Siempre me tendrás amor.

—Y tu a mí… Inche poyeneimi Chris. — Alen le dijo te amo en mapudungún, la


lengua mapuche.

—Y yo a ti. In… che poye... neimi Alen. —Dijo Chris pronunciando muy mal.

Alen lo miró con amor, pero Chris pudo ver la pregunta que siempre estaba
en la mente de su novio: ¿Más que a Alex?

—¿Recuerdas cuando nos conocimos y me dijiste lo que significa tu nombre? –


Le preguntó a Alen.

—El que ilumina la noche…

—Alex fue una vela amor, tú eres la luna.

—¿Iluminé tu noche? –Dijo Alen con una sonrisa.


—No solo mi noche. –Le dijo Chris acercándolo a sus labios.— Iluminaste mi
vida.
Fin
Sobre la autora
Xaviera Taylor

Xaviera Taylor es ingeniera y es adicta a los libros, especialmente a los


románticos. Le gusta el mar y este año, por fin cumplió su sueño es vivir en
una ciudad costera, trasladándose a vivir al Puerto de San Antonio, ubicado
en la costa de Chile.

En su tiempo libre, disfruta de viajar, cocinar cosas dulces, hacer yoga y crear
historias acerca de hombres guapos y enamorados.

Hace unos años, comenzó a escribir en blogs relatos que por lo general tienen
una buena dosis de drama; le gustan los finales felices y los personajes
imperfectos pero adorables, que deben superar sus miedos para estar con la
persona que aman.

Es una romántica incurable y aún espera que el príncipe azul llegue a su


puerta.
Otros libros de la autora

Saga Almas

1- Calor del alma

2- Con el dolor de mi alma

3- Perdón del alma


Saga Infiltrados

1- Tras la cordillera
Saga Corazones

1- En mi corazón

2- Corazones solitarios

3- Corazón infiel

Todos ellos a la venta en http://www.khabox.net

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