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Ryszard Kapuscinski Viajes Con Herodoto

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Ryszard Kapuscinski

Viajes con Heródoto,


tr. de Agata Orzeszek, Anagrama, 2006.

Ante todo, quizá conviene aclarar las incertidumbres del título, y lo que este
espléndido libro propone al lector. Quien conozca las obras de Kapuscinski, sabe que
los “viajes” de este periodista polaco (premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades) no se limitan a recorrer y describir lugares más o menos exóticos, como
las guías al uso, sino que ofrecen un intento serio y honrado por comprender situaciones
difíciles y extremas (la caída del Sha de Persia, la crisis de Argel o la guerra en el
Congo, por poner sólo tres ejemplos), en las que estuvo presente como reportero.
Kapuscinski nos habla en primera persona, como testigo directo, y a la vez como
hombre que se sabe en tierra extraña, entre gentes y lenguas y culturas que nunca llega a
comprender del todo. Su capacidad para convertirse en protagonista y describir sus
penalidades, las dificultades y las glorias de sus viajes, los momentos de apuro o de
extrema belleza, han hecho de sus reportajes un género nuevo y original, inconfundible.
Así pues, los viajes que aquí se recogen no son los de un periodista en busca de
titulares, sino los de un hombre cuya profesión convirtió en viajero y que acabó
fascinado por el viaje mismo, y que además resultó ser un espléndido escritor, de esos
que no necesitan “inventar” nada porque su propia vida les ofrece un material
inagotable. Ahora bien, ¿quién es ese tal Heródoto con el que comparte tales viajes? No
se sorprenda el lector, si le digo que es un libro escrito hace dos mil quinientos años,
uno de los clásicos de la literatura griega. Durante sus viajes, Kapuscinski no deja nunca
de leer; a veces, aprende casi tanto de los libros como de la realidad misma que tiene
delante. Pocas veces vemos al viajero tan inmerso en un esfuerzo de comprensión que le
obliga a consultar guías y diccionarios y tratados sobre la religión y la cultura de los
países que visita. Ésta es una de las grandes lecciones que nos ofrece y que no debemos
pasar por alto.
Pero, ¿es que acaso Kapuscinski ha viajado a la Grecia clásica? ¿Cómo es
entonces que no da un paso sin su traducción polaca de la Historia de Heródoto?
¿Acaso es posible viajar en el tiempo? A responder estas preguntas dedica Kapuscinski
páginas geniales, que abarcan desde la primera vez que oyó hablar de esta obra en la
universidad hasta que viajó a Halicarnaso, la patria de Heródoto. Nos encontramos un
libro dentro de otro libro, asistimos a la mezcla de los episodios históricos relatados por
el sabio griego (la batalla de las Termópilas o la guerra de los persas y los escitas) con
aquellos otros contemporáneos nuestros, y comenzamos a sentir el vértigo del absoluto
presente, como si todo sucediera de nuevo y a la vez. Es una clase de viaje nueva,
fascinante, que Kapuscinski (desde siempre un autor inclasificable) acaba de descubrir:
“A medida que me adentraba en la lectura de su Historia se producía en mi interior un
proceso emocional e intelectual de identificación con aquel mundo que evocaba nuestro
griego. Me sobresaltaba más la destrucción de Atenas que el golpe de Estado que
acababa de producirse en Sudán”.
Pero en realidad estamos confundiendo (deliberadamente) al autor con su obra.
Heródoto es un personaje histórico, un viajero como Kapuscinski, un hombre del que
apenas sabemos nada, pero cuya cercanía acaba por despertar “un sentimiento de
cordialidad, incluso de amistad. Me resultaba difícil prescindir ya no tanto de su libro
como de su persona”. Así que tenemos una nueva clase de viaje dentro del viaje, y de lo
que se trata ahora es de reconstruir la vida entera de un hombre, el cual, a pesar de la
distancia de las geografías y los siglos, se nos va mostrando cada vez más claramente
como una suerte de alter ego del autor. Y así, mientras nos cuenta quién fue este tal
Heródoto y por qué viajó y qué inquietud sin descanso llenó sus días, Kapuscinski está
arreglando cuentas consigo mismo y dejándonos su propio testamento literario. Y todo
ello en un libro de viajes que se ramifican unos dentro de otros y se explican y aclaran
mutuamente, tal como siempre pensó Kapuscinski que debía ocurrir entre los distintos
pueblos y culturas que compartimos el mundo.
Juan José Prior

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