Descartes y Locke
Descartes y Locke
Descartes y Locke
Entonces Descartes empleará la duda para ver si hay algo que pueda resistirla. Por eso
hablamos de la duda metódica, porque este filósofo francés hace de la duda un método, un
instrumento para llegar a la verdad.
Ahora bien, sería imposible que Descartes dudara de todos sus conocimientos, uno por uno,
porque estos son infinitos, por lo tanto la duda apuntará a las facultades de conocimiento por
las cuales los ha adquirido, estas son: los sentidos y la razón.
René Descartes empezará por dudar de los sentidos ya que sostiene que los mismos
muchas veces nos engañan, y no sería lógico confiar en algo que nos ha engañado. Por tanto,
diría Descartes, no podemos estar seguros del saber que los sentidos nos proporcionan.
Ahora bien, es cierto que alguna persona podría responderle que aun admitiendo que
los sentidos pueden engañarnos sobre algunas cuestiones, hay muchas otras cosas de las
cuales no se puede dudar, aunque las conozcamos por medio de los sentidos, por ejemplo que
estás sentado leyendo estas líneas.
Sin embargo, dirá Descartes, muchas veces ocurre que cuando duermo sueño, y en sueños he
de representarme muchas veces las mismas cosas que cuando estoy despierto, muchas veces
he soñado que estoy sentado y escribiendo, como ahora, para luego despertarme y darme
cuenta que en realidad estaba durmiendo y acostado. O, si quisiéramos seguir con el ejemplo
anterior, podríamos pensar que en realidad vos estás soñando que estás sentado leyendo estás
líneas. Y es que, prosigue Descartes, no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la
vigilia. Cuando soñamos creemos estar realmente realizando las acciones que en sueños nos
representamos y experimentamos realmente esas sensaciones, de tal forma que solo nos
damos cuenta que es un sueño cuando despertamos. Por eso Descartes sostiene que no existe
ningún “signo” seguro que nos permita establecer cuando estamos despiertos y cuando
dormimos.
“Una vez yo, Chuang-chou, soñé que era una mariposa (…)
Repentinamente desperté y volví a ser realmente Chuang-chou. Pero
no sé si era yo soñando que era una mariposa, o si era una mariposa
soñando que era Chuang-chou”.
Por tanto, concluye el filósofo francés, gracias a estos dos argumentos podemos decir
que todo conocimiento sensible es dudoso.
“¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende,
concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y, también, imagina y siente”
Ahora bien, entre los pensamientos solo algunos son representaciones o imágenes
mentales de cosas (ej. hombre, triángulo) y a esos Descartes llamará ideas (para
diferenciarlos de otros, como por ejemplo un dolor, una pasión, etc.). Asimismo, dentro de
las ideas podemos hallar tres grupos:
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John Locke: el padre del empirismo.
Locke es un filósofo inglés que vivió entre los años 1632 y 1704. Es el gran impulsor
de la corriente empirista que se opondrá al racionalismo. Comienza su Ensayo sobre el
entendimiento humano tratando de probar que no existen las ideas innatas. Él sostiene que
esas “verdades primeras” que dicen ser las ideas innatas no las conocen, por ejemplo, los
niños. Y no tiene sentido decir que las tienen en el espíritu, sin conocerlas hasta ser mayores,
es decir hasta tener uso de razón. Por tanto, afirma Locke, no hay principios lógicos ni
morales que sean innatos. Esto implica que todo lo que hay en nuestro entendimiento ha
penetrado en él. ¿Y cómo lo ha hecho? A través de la experiencia.
Entonces, repasemos, las ideas pueden ser simples y complejas. Las ideas simples son
recibidas por la mente directamente de la experiencia (sensación o reflexión) de forma
enteramente pasiva. Pero son siempre la base para que sean posibles las ideas complejas.