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Descartes y Locke

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René Descartes: la duda metódica.

Descartes es el principal exponente del racionalismo. Es un filósofo francés que vivió


entre los años 1596 y 1650. Descartes buscaba alcanzar un saber absolutamente cierto, que
no dé lugar a dudas. Por eso, su preocupación máxima será evitar el error, para ello desarrolla
lo que se conocerá como duda metódica. Así inicia sus “Meditaciones metafísicas”:

“Hace ya mucho tiempo que me he dado cuenta de que, desde mi


niñez, he admitido como verdaderas una porción de opiniones falsas,
y que todo lo que después he ido edificando sobre tan endebles
principios no puede ser sino muy dudoso e incierto; desde entonces he
juzgado que era preciso seriamente acometer, una vez en mi vida, la
empresa de deshacerme de todas las opiniones a que había dado
crédito, y empezar de nuevo, desde los fundamentos, si quería
establecer algo firme y constante en las ciencias”

Entonces Descartes empleará la duda para ver si hay algo que pueda resistirla. Por eso
hablamos de la duda metódica, porque este filósofo francés hace de la duda un método, un
instrumento para llegar a la verdad.
Ahora bien, sería imposible que Descartes dudara de todos sus conocimientos, uno por uno,
porque estos son infinitos, por lo tanto la duda apuntará a las facultades de conocimiento por
las cuales los ha adquirido, estas son: los sentidos y la razón.

 Crítica del saber sensible.

René Descartes empezará por dudar de los sentidos ya que sostiene que los mismos
muchas veces nos engañan, y no sería lógico confiar en algo que nos ha engañado. Por tanto,
diría Descartes, no podemos estar seguros del saber que los sentidos nos proporcionan.
Ahora bien, es cierto que alguna persona podría responderle que aun admitiendo que
los sentidos pueden engañarnos sobre algunas cuestiones, hay muchas otras cosas de las
cuales no se puede dudar, aunque las conozcamos por medio de los sentidos, por ejemplo que
estás sentado leyendo estas líneas.
Sin embargo, dirá Descartes, muchas veces ocurre que cuando duermo sueño, y en sueños he
de representarme muchas veces las mismas cosas que cuando estoy despierto, muchas veces
he soñado que estoy sentado y escribiendo, como ahora, para luego despertarme y darme
cuenta que en realidad estaba durmiendo y acostado. O, si quisiéramos seguir con el ejemplo
anterior, podríamos pensar que en realidad vos estás soñando que estás sentado leyendo estás
líneas. Y es que, prosigue Descartes, no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la
vigilia. Cuando soñamos creemos estar realmente realizando las acciones que en sueños nos
representamos y experimentamos realmente esas sensaciones, de tal forma que solo nos
damos cuenta que es un sueño cuando despertamos. Por eso Descartes sostiene que no existe
ningún “signo” seguro que nos permita establecer cuando estamos despiertos y cuando
dormimos.

A continuación, un escrito taoísta chino, que refleja este dilema:

“Una vez yo, Chuang-chou, soñé que era una mariposa (…)
Repentinamente desperté y volví a ser realmente Chuang-chou. Pero
no sé si era yo soñando que era una mariposa, o si era una mariposa
soñando que era Chuang-chou”.

Por tanto, concluye el filósofo francés, gracias a estos dos argumentos podemos decir
que todo conocimiento sensible es dudoso.

 Crítica del conocimiento racional.

Luego de someter el saber sensible a la duda, Descartes comienza a dudar del


conocimiento racional. El primer argumento que presenta es que cabe la posibilidad de que
todos los argumentos de los que se sirve la razón sean falaces y por ende de que todo
conocimiento racional sea falso.
Ahora bien, aquí se estaría dudando de los razonamientos es decir de los procesos que
realiza nuestra mente. Pero frente a esto, Descartes llega a su primera certeza: “…si pienso
algo, es porque yo soy”. Puedo estar pensando de manera errónea, puedo estar
equivocándome, pero indudablemente estoy pensando… e indudablemente si estoy pensado
es porque soy, porque existo. Por lo tanto, de lo que jamás podré dudar es que yo soy, yo
existo. Descartes no puede dudar que existe. De allí su famosa frase: “Pienso, luego existo”.
Esta es la primera verdad absoluta a la que llega el filósofo francés.

Descartes ha llegado entonces a la conclusión de que es una cosa o sustancia pensante.


Es decir, una cosa cuya propiedad fundamental es pensar. Pero es preciso aclarar que pensar
es para él sinónimo de toda actividad psíquica consciente. Por tanto…

“¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende,
concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y, también, imagina y siente”

Ahora bien, entre los pensamientos solo algunos son representaciones o imágenes
mentales de cosas (ej. hombre, triángulo) y a esos Descartes llamará ideas (para
diferenciarlos de otros, como por ejemplo un dolor, una pasión, etc.). Asimismo, dentro de
las ideas podemos hallar tres grupos:

Pensamiento  Ideas (representaciones mentales de las cosas)

Adventicias: parecen provenir del exterior y se relacionan


con el conocimiento sensorial. Ej. la idea de azul, salado

Facticias: las que se fabrican con la imaginación a partir de


otras ideas, ej. sirena

Innatas: son ideas a priori, es decir son aquellas que el alma


trae consigo, por ende no provienen de la experiencia
El razonamiento se basa en ideas, pero la primer y fundamental base de la razón no es
cualquier idea sino las ideas innatas. Por eso el conocimiento perfecto es aquel fundado en
estas ideas y no en la experiencia.

*********
John Locke: el padre del empirismo.

Locke es un filósofo inglés que vivió entre los años 1632 y 1704. Es el gran impulsor
de la corriente empirista que se opondrá al racionalismo. Comienza su Ensayo sobre el
entendimiento humano tratando de probar que no existen las ideas innatas. Él sostiene que
esas “verdades primeras” que dicen ser las ideas innatas no las conocen, por ejemplo, los
niños. Y no tiene sentido decir que las tienen en el espíritu, sin conocerlas hasta ser mayores,
es decir hasta tener uso de razón. Por tanto, afirma Locke, no hay principios lógicos ni
morales que sean innatos. Esto implica que todo lo que hay en nuestro entendimiento ha
penetrado en él. ¿Y cómo lo ha hecho? A través de la experiencia.

“Supongamos, entonces, que la mente sea, como se dice, un papel en


blanco, limpio de toda inscripción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a
tenerlas? (…) A esto contesto con una sola palabra: de la experiencia;
he allí el fundamento de todo nuestro conocimiento, y de allí es de
donde en última instancia se deriva. Las observaciones que hacemos
acerca de los objetos sensibles externos o acerca de las operaciones
internas de nuestra mente, que percibimos, y sobre las cuales
reflexionamos nosotros mismos, es lo que provee a nuestro
entendimiento de todos los materiales del pensar. Esta son las dos
fuentes del conocimiento de donde dimanan todas las ideas que
tenemos o que podamos naturalmente tener”.
En resumen, para Locke nuestra conciencia es una hoja en blanco, un cuarto vacío, que
se va llenando de conocimiento a través de nuestra experiencia.
Ahora bien, como vemos, para él la experiencia puede ser experiencia externa o
experiencia interna. Qué quiere decir esto… significa que existen dos fuentes o dos formas
posibles de “producir” experiencia: la sensación, vinculada a la percepción sensible (fuente
de experiencia externa) y la reflexión, vinculada al pensamiento (fuente de experiencia
interna). Ambas nos proporcionan IDEAS y además se relacionan entre sí. Profundicemos
en esto último…
Locke distingue entre ideas simples e ideas complejas. Las primeras son las que nos
formamos a través de la experiencia. La experiencia por medio de los sentidos, nos
proporcionan ideas como ser: de calor y frío, la idea de azul, la idea de amargo o dulce, etc.
La experiencia interna, es decir la reflexión nos permite tener experiencia de nuestras
actividades mentales (la duda, el pensamiento, la memoria, la voluntad, el querer, etc.) lo que
da lugar también a la creación de las ideas correspondientes. Pero la combinación de la
sensación y la reflexión pueden dar lugar a la creación de nuevas ideas, como las de
existencia, belleza, los números, por ejemplo; esas son las ideas complejas.

“Las ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, le


son sugeridas y proporcionadas a la mente por sólo esas dos vías
arriba mencionadas, a saber: sensación y reflexión. Una vez que el
entendimiento está provisto de esas ideas simples tiene el poder de
repetirlas, compararlas y unirlas en una variedad casi infinita, de tal
manera que puede formar a su gusto nuevas ideas complejas”.

Entonces, repasemos, las ideas pueden ser simples y complejas. Las ideas simples son
recibidas por la mente directamente de la experiencia (sensación o reflexión) de forma
enteramente pasiva. Pero son siempre la base para que sean posibles las ideas complejas.

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