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ISBN 978-987-1787-95-1
Diseño y Diagramación
Área Diseño y Comunicación
Payné. S.A.
Impreso en la Argentina
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723
Prohibida su reproducción total o parcial, incluyendo
fotocopias sin la autorización expresa del autor
CRITERIOS DE ESTA EDICION
Los textos que conforman cada uno de los tomos de esta Co-
lección han sido agrupados según un criterio temático, no crono-
lógico.
Cada volumen está integrado tanto por libros enteros como
por textos más breves como monografías o exposiciones sobre te-
mas concurrentes con su unidad.
Cuando se trata de textos publicados en revistas o en una pu-
blicación colectiva se ha consignado su origen con una nota al pie.
Asimismo, todos llevan sus notas respectivas al final de los
mismos o, cuando se trata de libros, al final de cada capítulo.
Para esta edición se han conservado los prólogos originales,
en el caso en que los hubo, que acompañaron estos textos en el
momento de su publicación.
GOBERNADOR:
Dr. Alberto José Rodríguez Saá
SECRETARIO GENERAL:
Dr. Alberto José Rodríguez Saá (h)
PROGRAMA CULTURA
Dra. María Silvia Rapisarda
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Colección Obras Completas
Distinciones y premios
- Primer Premio Juegos Florales Villa Mercedes (S. L.) 1956.
- Premio Fondo Nacional de las Artes - Juegos Florales - San
Luis, 1965.
- Primer Premio Ensayo, 1º Certamen Bienal de Literatura,
San Luis 1974.
- Primer Premio Certamen “Flor de Retamo”, San Luis, 1982.
- Primer Premio Ley de Autor Sanluiseño, San Luis, 1990.
- Distinguido con el Escudo de Chancay, otorgado por la
Asociación Cultural Sanmartiniana, 1982.
- Miembro de Número de la Junta de Historia de San Luis: 10
de junio de 1983.
- Miembro de la Junta de Estudios Históricos y Folclóricos de
Merlo (S. L.) agosto 1993.
- Miembro Honorario de la Junta de Estudios Históricos de
Villa Mercedes (S. L.) 16 de diciembre de 2006.
- Distinguido por la Cámara de Diputados de la Provincia de
San Luis: 23 de noviembre de 2005.
- Distinguido por la Cámara de Senadores de la Provincia de
San Luis: 30 de abril de 2008.
- Distinguido por la Honorable Cámara de Diputados de la
Nación como “Mayor Notable Argentino”: 22 de agosto de 2008.
- Declarado “Ciudadano Ilustre” de la ciudad de San Luis;
distinción conferida por el Honorable Concejo Deliberante de la
ciudad de San Luis, Resolución Nº 074-HCD-90.
- Declarado “Ciudadano Ilustre” de San Martín (S.L.) 28 de
marzo de 2016.
- Premio Anual al Mérito Literario “Antonio Esteban Agüero”
otorgado por el Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de
San Luis: 2014.
- Designación como Miembro Correspondiente de la Junta
Municipal de Historia de Río Cuarto (Cba.) 2009.
- Destacado por su trayectoria: Distinción otorgada por El
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PALABRAS INTRODUCTORIAS
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* * *
Después de haber cumplido con sus tareas laborales desa-
rrolladas en la ciudad capital de San Luis, Jesús Liberato Tobares
volvió a residir en San Martín, el pueblo norteño que lo vio nacer,
cuyos amaneceres vieron también despertar a otro niño excep-
cional, el poeta César Rosales. Ahí ha reunido la mayoría de sus
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FOLKLORE SANLUISEÑO
(Año 1972)
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A la memoria de la mamita
Juana y la abuelita Rosinda
“médicas” que tantas veces
esperaron el alba velando por
nosotros;
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PRÓLOGO
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blicó “Folklore del Valle de Concarán” para cuyo estudio contó con el
estímulo de una beca, y por otra parte, el Centro de estudios folklóricos
“Profesor Dalmiro S. Adaro” ve alentada su obra con ayudas tan justifi-
cadas como comprensivas.
Estos cordiales influjos, entre otros, acallaron mis escrúpulos
para aceptar un compromiso superior a mis fuerzas, pero afrontado
con tanta buena voluntad como simpatía. El libro del doctor Tobares
sobre “Folklore sanluiseño” ha sido premiado en un certamen literario
y esto previene su carácter y la presumible actitud del autor, cuya obra
no debe en consecuencia ser juzgada como conjunto de monografías
científicas.
No obstante, el primer capítulo, “El saber del rastreador”, es ele-
gido como pórtico teórico para confrontar los aspectos salientes de
ese tema con los rasgos caracterizadores de los fenómenos folklóricos.
Asunto crucial en las indagaciones de la ciencia, me preocupa desde
hace más de tres décadas y no ceso de investigar, meditar y documen-
tarme sobre el punto, desde 1942, cuando apareció la primera mues-
tra de esta inquietud en mi “Bosquejo de una introducción al Folklore”,
hasta “Los fenómenos folklóricos en su contexto humano y cultural:
concepción funcional y dinámica”, que próximamente será publicado
en un volumen colectivo sobre teoría folklórica por la Universidad de
California en Los Ángeles juntamente con la de Texas.
El doctor Tobares llega a la conclusión de que, tanto el tema del
capítulo inicial, como los demás del volumen, son expresiones folkló-
ricas, pues de su análisis (explicito solo en el primer caso) surge que
han cumplido el complejo proceso cultural que los ha acendrado en
folklore, lo cual se reconoce desde que responden a la caracterización
que por mi parte he propugnado reiteradamente.
El título del último ensayo citado sintetiza algo como un “leit
motiv” de la teoría, pues el enfoque integral de la metodología fo-
lklórica pone énfasis en considerar los fenómenos como sumergi-
dos en el contexto propio de las comunidades o sociedades “folk”
y de su correspondiente cultura. Tal interpretación subyace en ca-
pítulos como “Las mingas” y “El mate”, por ejemplo, en los cuales
se advierte (como en todo el libro, más o menos explícitamente) el
propósito de aludir a múltiples y al parecer alejados aspectos de la
vida popular que confluyen funcionalmente en la compleja traba-
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Rastreadores Puntanos
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sé rastrear en la guitarra
algún ruidito, señores.
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1. Autor cit. “Didáctica del Folklore”. pág. 29, Edit. Ciorda y Rodríguez, Bs As.1956.
2. A. R. Cortazar. “Esquema del Folklore., pág. 13, Edit. Columba, Buenos Aires,
1959.
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de San Luis, muy cerca de la tumba donde estuvo el coronel Pringles. En la placa se
lee la siguiente inscripción: “D. Rufino Natel. Q.E.P.D. Falleció el 10 de diciembre
de 1878. A los 95 años de edad. Fue en vida un buen patriota, soldado de la inde-
pendencia y amigo ardoroso de la justicia y de la libertad. Sirvió siempre a su patria
con desinterés y el pueblo todo de San Luis conserva recuerdos imperecederos de su
modestia y de sus servicios.”
10. Referencias de la Sra. Haydee Etcheverry de Sosa - calle Mendoza 877 - San
Luis.
11. Datos suministrados por Teófilo Lucero de Quines (SL).
12. Referencia de Don José F. Lucero - “San José, Dpto. San Martín (SL)
13. Datos suministrados por Don Marcos B. Reyes - San Francisco (San Luis).
14. Datos suministrados por Don Octavio Guiñazú - calle General Paz Nº 551 - San Luis.
15. Referencias de la Sra. María Inés Pérez Ligeón de Silva - Luján (San Luis).
16. Datos de Don Aníbal Benjamín Molina - Nogolí (SL). Información proporciona-
da por Carlos Moyano de la misma localidad.
17. Datos suministrados por Carlos S. Rodríguez - Merlo (SL).
18. Referencia de Don José Rosendo Chaves - EI Paraíso - Dpto. San Martín.
19. Archivo Judicial de la Provincia de San Luis - Expediente Criminal Nº 8 Año
1853.
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teos como estos: ¿El juego a la taba está prohibido por las leyes
argentinas? Las apuestas que se realizan en este juego ¿generan
una obligación civil, es decir exigible en derecho o simplemente
una obligación natural?
Nada mejor entonces que encuadrar el problema en el ám-
bito jurídico y enfocarlo desde un triple punto de vista: legislativo,
jurisprudencial y doctrinario, utilizando para esta última fase la
literatura folklórica del Río de la Plata.
En el ámbito legislativo el problema se suscitó en Jujuy en el
año 1918.
Un proyecto de ley presentado a la Legislatura de aquella
provincia propiciaba la implantación de un impuesto punitivo
para el juego a la taba en razón de que debía considerárselo como
juego de azar.
El recinto legislativo mostró la presencia de aquellas dos co-
rrientes que señalamos, es decir los que podríamos llamar “apolo-
gistas” y “detractores”.
El problema doméstico trascendió los límites provinciales y
de él se hizo eco la prensa metropolitana.
El diario “La Razón” realizó una encuesta entre los tradicio-
nalistas más autorizados y el balance final dio el triunfo a la co-
rriente “legalista”. La taba no es juego de azar sino de habilidad, de
destreza. Los tribunales del país también han tenido oportunidad
de pronunciarse sobre la cuestión.
La Cámara Criminal y Correccional de la Capital Federal en
una sentencia dictada el 12 de junio de 1923 ha dicho que el juego
de la taba es un juego de destreza personal.
En uno de sus considerandos expresa: “Que si bien el azar
entra en mayor o menor proporción en todos los juegos, solo pue-
den ser considerados como juegos de azar aquellos en los cuales
la ganancia o pérdida depende exclusivamente del azar, o por lo
menos en los que este interviene en una proporción preponderan-
te, lo que no sucede en el que la destreza del jugador desempeña
el rol principal.” (5)
Refiriéndose a estas peripecias de la taba ante los tribuna-
les de justicia, Don Federico Oberti en un artículo publicado en el
diario “La Prensa” el 14 de diciembre de 1958 recuerda este inte-
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Régimen Legal
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El Dolo
Tito Saubidet (24) dice que cargar una taba consiste en una
“maniobra que se realiza para que la taba caiga siempre del lado
de la suerte o a voluntad. Esto se hace con el objeto de trampear o
jugar sucio”. (25)
El procedimiento consiste en hacer a lo largo del hueso un
hueco en cuyo interior se coloca azogue, municiones, etc., si se
desea que la carga corra de un lado a otro para que así, la taba, en
manos expertas, pueda ser manejada a voluntad. De otro modo se
puede ponerle la carga fija o sea un tornillo, fierro, etc., para que se
clave siempre del mismo lado.
Pues bien; las conclusiones que habíamos sentado prece-
dentemente respecto de la validez de una apuesta realizada en-
tre personas diestras en el manejo de la taba, siempre que no se
hubiese violado alguna ley o contravenido reglamentos de policía,
¿son válidas cuando se ha jugado con taba cargada?
La solución del Código Civil coincide aquí -como en muchos
otros aspectos-, con las normas consagradas por la decencia y la
buena fe. Evidentemente jugar con taba cargada significa, para
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quien está en el secreto, jugar sucio como dice Tito Saubidet; por-
que quien así procede se vale de un ardid innoble para ganar al
contrincante.
De allí que el Código fulmine esta conducta con la norma es-
tablecida por su artículo 2064 en cuya virtud se puede repetir lo pa-
gado voluntariamente por juegos o apuestas aunque sea de la clase
de los prohibidos cuando hubo dolo o fraude de parte del que ganó.
Y el mismo Código se encarga de definir cuándo hay dolo en
el juego o apuesta a través de su artículo 2065 que establece: “Ha-
brá dolo en el juego o apuesta cuando el que ganó tenía certeza del
resultado, o empleó algún artificio para conseguirlo.”
No cabe duda que cargar la taba importa usar de un artificio
para conseguir un determinado resultado.
Toda maniobra dolosa es censurable máxime en juegos como
el de la taba que debe ser por sobre todas las cosas un torneo de
habilidad y caballerosidad. Sin embargo hay casos que merecen
citarse por su ingeniosidad como este que vamos a relatar.
En una estancia situada no lejos al sur de nuestra ciudad, se
realizaba una hierra. Concurrieron a ella los paisanos del lugar y
algunas personas de aquí, de la Capital.
Entre los invitados fueron dos guitarreros mentados por sus
andanzas y aficionados a la taba.
El trabajo concluyó a mediodía y después del consabido asa-
do a la criolla se armó la “tabiada”.
Un viejito del lugar, no obstante ser “muy corto de vista” se-
gún él decía, echó tantas clavadas que asombró a los concurrentes
y se guardó en el tirador casi todos los patacones que circulaban.
Se levantó la jugada porque no hubo más candidatos. Vinie-
ron los comentarios de rigor y los guitarreros se dedicaron a lo
suyo: a cantar los motivos de nuestro acervo folklórico.
Cuando pardeaba la oración, a esa hora en que la pampa pa-
rece más inmensa y misteriosa, a los mentados guitarreros se les
ocurrió (en lugar de contemplar el paisaje), hacer otros tiritos a la
taba. Y por supuesto que el invitado fue el viejito del tiro de vuelta y
media y de las clavadas en serie.
Hicieron los quesitos a la distancia acostumbrada y se trenzaron
en un duelo que prometía ser otra vez desigual a juzgar por los ante-
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Postas y Diligencias en la
jurisdicción de San Luis
(Folklore Histórico)
Sabido es que aún hasta los siglos XVII y XVIII nuestro país
contaba como medios normales de locomoción, el caballo y la
mula ya que los vehículos fueron escasos hasta esa época.
Y los primeros en aparecer en el escenario del territorio ar-
gentino son las carretas. (1)
El transporte de mercaderías adquirió entonces, general-
mente, el carácter de expedición militar pues los frecuentes asal-
tos de gauchos alzados y especialmente los malones indios, obli-
gaban a adoptar tales precauciones.
Así nacieron las “tropas”, gigantescos conjuntos de aquellos
lerdos y pesados vehículos que unidos entre sí formaron en la alta
noche pampeana, verdaderas fortalezas circulares para defender
vidas y haciendas.
Cuenta Pastor S. Obligado en “Tradiciones Argentinas”: “De
Buenos Aires, de Santa Fe y de Mendoza venían carretas, bueyes y
mulada, y en numerosísimo convoy, reunido con los salineros de
Buenos Aires, partían luego, unas veces de Luján, otras de Ran-
chos, para la travesía del desierto.
Expediciones hubo, como la dirigida por el maestre de cam-
po general Don Manuel de Pinazo, en 1778, que reunió seiscientas
carretas, doce mil bueyes, dos mil seiscientos caballos y mil hom-
bres, a más de la escolta de cuatrocientos blandengues, pardos y
milicianos, y hasta cuatro cañones.
Vamos, un verdadero ejército con su general y oficiales a la
cabeza.
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Obligaciones
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Licencias
Postillones
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dro Pablo Céliz, instruye sumario a Juan Cuello, peón del coronel
Prudencio Vidal Guiñazú, por muerte de una puñalada al cabo
Lorenzo Morán. El crimen ocurrió en la pulpería de Don Pedro
José Corvalán. Presenciaron el hecho Fernando Chaves vecino
del Arroyo de los Vílchez, Don José García vecino del pueblo, Don
Francisco Miranda y Francisco Escudero quien había estado rato
antes con Cuello en la Sala de Armas y quien afirma que a Morán
“le salieron las entrañas”.
El hecho ocurrió posiblemente el 23 de noviembre de 1836
porque el 24 se inicia el sumario.
Al final del proceso hay una carta del comisario Interino de
Santa Bárbara F. Marcos Guiñazú donde comunica al juez del Cri-
men Pío Solano Jofré que el maestro de posta Don Fernando Cha-
ves se ha presentado a ratificar su declaración. (22)
Es decir que según este documento en el año 1836 existía una
posta en el paraje de Arroyo de los Vílchez (a unos 20 kilómetros al
este de San Martín) siendo maestro de posta Don Fernando Chaves.
Con fecha 17 de enero de 1859 Pedro Olguín, juez de Paz de
Río Seco (actual Luján) comunica al ministro de Gobierno que ha
tenido un incidente con el maestro de posta Don Vicente Núñez. (23)
Según una información suministrada en 1947 por María Lui-
sa Bordón, entonces directora de la Escuela Nacional Nº 44 de Fra-
ga (que anteriormente se llamó “Fortín de las Piedritas”), existía
una posta, donde pernoctaron Sarmiento, Rawson, Mitre y otros
grandes hombres que venían a Córdoba y del litoral dirigiéndose a
San Luis Mendoza y Chile.
Otra información también de ese tiempo, suministrada por
el entonces Director de la Escuela Nacional Nº 152 de Laguna Lar-
ga (SL) señor Carlos R. Olguín Pereyra, nos hace saber que la anti-
gua estancia de los Allende fue elegida como posta (no se dice en
qué año) para el transporte de correspondencia entre San Luis y
Santa Rosa que se efectuaba dos veces al mes los días 1 y 17. Uno
de los transportistas más recordados era un tal Salvador Gómez.
“La venida del transportista constituía todo un aconteci-
miento y era esperado en la posta por numeroso vecinos ansiosos
de oír la referencia verbal que de los sucesos de actualidad hacía
dicho personaje.”
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tarlos les han dejado la vida y los dejaron libres encargándoles los
Caciques que los dejaban con el único fin de que me dijeran a mí
que sus fines no eran otros en las repetidas invasiones que hacían
que apoderarse de algunas cautivas de importancia (como consi-
deraban a mi mujer) para que por este medio consiguieren ellos el
rescate de 8 indias y un indio joven llamado Bartolo que les tenían
en la Punta de San Luis prometiendo ellos entregar a todas las que
habían tomado en mi casa y en particular a mi mujer siempre que
les entregaran estas 9 que reclaman, previniendo igualmente que
daban plazo de dos lunas para que les dieran aviso si admitían la
propuesta y que deseaban que para este negocio eligiere el gobier-
no a Dn Pastor Lucero de la Villa del Rió 4º que era amigo suyo
y que lo apreciaban mucho y que tenían muchos deseos de en-
trar en tratados con la Provincia de Córdoba y tener comercio con
ella. Les nombraron el lugar donde debería ser la entrevista y no
se acuerdan, pero que era donde el General Ruiz les hizo no sé
qué parlamento; les recomendaron también un indio que se había
quemado con pólvora para que se lo curasen, y que en sanando
este podía servir para darles aviso del resultado, el cual está en mi
casa y lo asisto con esmero; este me da muchas noticias, y me dice
que es muy conocido en el Río 4º me nombra al Teniente Coronel
Moreyra y a otros varios.
Los Caciques que vienen son tres: Pichun, hijo de Yanque-
truz (que este es el que me lleva a mi mujer), Painé y Carramé tie-
nen sus toldos el primero en Nagualmapú, el segundo en Allon-
cuey, y el tercero en la Laguna del Recado. Este último es hermano
de Santiago Chacalén el cacique de la Federación y también les
explicaron que por el conducto de Chacalén se podrían hacer los
tratados.
El Lenguaráz es natural de San Luis llamado Manuel Baygo-
rri, el cual ha manifestado muy buenos sentimientos de humani-
dad, acompañando a los cinco prisioneros, hasta que marchó toda
la indiada para defenderlos de varios indios que intentaban ma-
tarlos. Mi mujer había acordado reservadamente con mi hijo que
por el conducto de Baygorri le mandare una tira de la bota de potro
que tenía, en señas de que lo dejaban vivo, y a Baygorri le dijo que
mi hijo le daría una seña, sin decirle cual era para que le llevara a
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1. “La carreta de la primera época -dice Fernán Silva Valdés- era más grande, bárba-
ra y pintoresca que aquella que vino después. Sus ruedas más altas que un hombre,
sin llantas, de maderas duras amordazadas por guascas o coyundas. El techo en
arco de paja quinchada, o de cueros de yegua con sus pelajes al cielo. La tiraban
tres yuntas de bueyes y a veces más. El carrero sentado sobre el tronco del pértigo
manejando la larga picana con el clavo y la cantramilla que ha dado tanto que hablar.
Luego vino el tiempo del carrero de a caballo, que todavía subsiste “con la picana
al brazo y un clavel colorado en la oreja.” (Autor citado “Lenguaraz” pág. 44, Edit.
Kraft, Bs. As. 1955).
2. Autor y op. cit. pág. 143, Edit. Hachete, Bs. As. 1955.
3. Autor cit. “Selecciones Folklóricas” Nº 9 págs. 40/45, Edit. Codex, Bs. As. Mayo
1966.
4. Autor cit. “Calfucurá” pág. 183, Edit. Antonio Zamora, Bs. As. 1956.
5. “La carreta -dice Silva Valdés- se construía en el pago. La diligencia venía hecha
de Europa; por eso no poseía la particular originalidad de aquella; pues la carreta era
más hija del medio ambiente que la diligencia. Por tal causa pienso que significaba
ya cultura; así como la diligencia, civilización; puesto que una se cultivaba, o se
construía en el solar; y puesto que otra se compraba hecha, como hoy se compra un
automóvil. Una se construía de acuerdo a sus fines y a las dificultades del terreno;
la otra estaba hecha de acuerdo a otros terrenos parecidos o no, por eso la carreta
andaba por caminos que no podía andar la diligencia; caminos que se había abierto
ella misma.” (Autor cit. “Lenguaraz” pág. 44, Edit. Kraft, Bs. As. 1955).
6. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 8 Documento 1261,
26/2/1801.
7. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 10 Documento 1531,
2/1/1806.
8. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 9, Documento 1505,
14/9/1805.
9. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 159, Documento 16822.
10. Parecerá un poco extraño que tan viril oficio haya sido desempeñado por mu-
jeres. Sin embargo así ocurrió en la jurisdicción puntana y tales hechos constan en
documentos históricos. Tres de estos valiosos testimonios escritos se conservan en
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incorporarse a las fuerzas organizadas por los patriotas para las gloriosas luchas de
la Independencia. Él los había seleccionado e instruido militarmente conforme a los
conocimientos adquiridos –perteneció al Patricios, comandado por el benemérito
coronel Cornelio Saavedra-. Ese mismo año, siendo capitán de milicias, apoyó al
Cabildo que adhirió a la Revolución de Mayo. Fue soldado de Belgrano y con sus
hermanos se incorporó después al Ejército de los Andes. En sus filas adquirieron
fama de recios guerreros luchando briosamente. A su regreso, mientras desempe-
ñaba el cargo de maestro de posta en La Dupuyana, contribuyó a la defensa de las
fronteras, castigando la audacia de los indios maloqueros.” (Diario “La Nación” 4ª
sección, 6/7/1969).
20. “Hace Tiempo, en este día...” (“EI Diario de San Luis” 23/1/1967).
21. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 158, Documento
16.497, 17/3/1862.
22. Archivo Judicial de la Provincia de San Luis -Expediente Criminal Nº 10 Año
1837.
23. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 151, Documento 15,
17/1/1859.
24. “Hace Tiempo, en este día...” (“EI Diario de San Luis” 13/12/1966).
25. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 62, Documento 6014.
Nota marginal: Investigaciones posteriores nos permitieron descubrir una cuarta
maestra de posta en territorio puntano: Doña Ramona Oyarzabal del Totoral. (Ar-
chivo Histórico de San Luis, Carpeta Nº 132 Documento 12.332). Digamos además,
a título de curiosidad, que el gobierno de la Confederación dicta en Paraná en 1856
un decreto por el que ordena situar en línea recta las postas de Rosario a Mendoza y
desde San Juan a San Luis hasta encontrarse con la primera. Ordenaba que las líneas
debían ser marcadas con mojones colorados de legua en legua. (Archivo Histórico
de San Luis, Carpeta Nº 143 Documento 13.632).
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El Rodeo
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las noches de temporal, o por cualquier otra causa, todos los años
tiene necesidad el estanciero de salir a revisar los rodeos vecinos,
para apartar los animales de su propiedad que encuentre en ellos”.
“Esto es lo que se llama salir a los apartes, y para esto es que se
pide rodeo, o se da para que otros aparten lo suyo”. (1)
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1. Autor citado, “Instrucción del estanciero”, pág. 185, Edit. Peña del Giúdice, Bs.
As. 1953.
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Charlatanes y Adivinos
ante el Código Penal
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Manosantas y Adivinos
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Casos de charlatanismo
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El curandero folklórico
Después de lo visto podemos afirmar que el auténtico cu-
randero -el curandero de antaño, al que llamábamos “el médico” o
“la médica”- no es ese que valiéndose de ardides ilícitos embaucó
a miles de desprevenidos y los hizo víctimas de sonadas estafas; el
que usurpó títulos; el que vivió a expensas de crédulos que con-
fiaron en sus poderes sobrenaturales y que más de una vez obligó
a los jueces argentinos a aplicar el Art. 208 del Código Penal en
defensa de la salud de la comunidad.
No; el auténtico curandero nunca fue charlatán, ni tránsfuga,
ni embaucador. Pudo sí aparentar misterio que no era sino solem-
nidad, sabedor de la importancia de su papel.
Nunca esquilmó, sino por el contrario; como el maestro sin
título prestó reales y valiosos servicios a la comarca, a la aldea, al
pago.
Lejos de lucrar sacrificó su comodidad personal para ir don-
de lo llamaron salvando serranías y pampas, bajo el sol y la lluvia,
sin más recompensa muchas veces que la consideración ganada
y la íntima tranquilidad de haber cumplido con un deber de buen
vecino. Y si alguna vez erró por la natural limitación de sus conoci-
mientos, nunca defraudó por mala fe.
El auténtico curandero dio repetidas pruebas de humanita-
rismo, de seriedad, de capacidad empírica, de agilidad intuitiva y
de rectitud moral.
La llegada del curandero era recibida en esos tiempos de to-
tal desamparo como una salvación. Hipócritas seríamos si no con-
fesáramos que muchas veces la esperanza de nuestra madre, de
nuestros abuelos, se aferró a la llegada de un curandero en esos
campos olvidados de la mano de Dios.
No tenemos por qué avergonzarnos y negar esa auténtica
realidad. Las grandes distancias, el aislamiento y los peligros de la
soledad, engendraron en nuestro país la montonera y el caudillis-
mo y ningún historiador por falso pudor se atrevería a negar esos
hechos. Y si bien es cierto que el curanderismo como la montone-
ra son signos de atraso y desorganización institucional, no por eso
podemos caer en el desatino de la proscripción en bloque; de la
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1. Eusebio Gómez “Tratado de Derecho Penal” t. V Pág. 177, Bs. As. 1941.
2. Aut. cit. “Enciclopedia Jurídica Omeba” t. V Pág. 361, Edit. Bibliográfica Argen-
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Las Mingas
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Carreras Cuadreras
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Denominaciones
El juez de cancha
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El corredor
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La carrera
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Las supersticiones
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1. El artículo 81º del Código de Policía prohibió en nuestra Provincia las corridas de
toros y las riñas de gallos.
2. Aut. cit. “Vocabulario y Refranero Criollo”. pág, 80 sexta edición, Kraft, Buenos
Aires. 1962.
3. Tito Saubidet da como significado de andarivel “hilo estirado que separa los ca-
minos por donde corren los caballos en las carreras de campo. Está sostenido sobre
frágiles estacas de más o menos setenta centímetros de alto.” En la provincia de San
Luis se ha conocido siempre por andarivel al bordo de tierra que separa las huellas o
caminos por donde corren los parejeros.
4. Domiciliado actualmente en Lavalle 835 San Luis. Estos datos referidos a la ciu-
dad de San Luis los debo, entre otros, a las siguientes personas: Arturo Quevedo, Ca-
seros 1312; Olegario Cadelago, Chacabuco 264; Gerónimo Blanco, Balcarce 1380;
y Justo Ontiveros, Rivadavia y Buenos Aires.
5. Domiciliado actualmente en Caseros 1312, San Luis.
6. Referencias del Escribano F. Dalmiro Ponce. Maipú 669 San Luis; de Dn. Manuel
Eduardo Silva, de Luján (SL); de Dn. Agustín Barrera, de Candelaria (SL); de José
Marcelo Lucero, Teófilo Lucero, Tránsito Lucero, Gilberto Arce y Pepe Rivarola, de
Quines (SL); de Demetrio Pereira Ruiz, de San Francisco (SL).
7. Datos de Don Antonio Montenegro, Barrio Luz y Fuerza, Casa 49, San Luis.
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El Mate
Vamos a ocuparnos ahora de un tema folklórico profunda-
mente enraizado en las costumbres de los argentinos y muy parti-
cularmente de los pobladores del interior del país.
Bien puede considerárselo como un símbolo de la amistad y
del sentido de democracia.
De amistad porque ha sido y sigue siendo una forma de aga-
sajo, de ofrenda, de homenaje. De democracia, porque en el acto
de compartirlo hay una tácita renuncia a los privilegios, a los fue-
ros y a los títulos que de alguna manera significan diferencias so-
ciales.
Nos vamos a referir en esta oportunidad al mate.
Por cierto que no será una exposición sistemática sobre sus
distintos aspectos, sino simplemente referencias y reflexiones so-
bre algunos puntos, dejando otros como los que atañen a la forma
de preparar el mate, a la bombilla, al agua, a la pava, a la caldera, a
la yerba cuyo historial se entronca con importantes acontecimien-
tos sociológicos y con nombres de alcurnia en el acontecer políti-
co de nuestra nacionalidad, para estudiarlos en otra oportunidad.
Como primer punto sobre el tema debemos decir que el vo-
cablo mate según Don Amaro Villanueva, a quien seguiremos en
lo fundamental en esta exposición, es voz castellanizada que pro-
viene del quechua mati y que significa vaso o recipiente para be-
ber. (1)
Esta afirmación está confirmada por la opinión del Profesor
Félix Coluccio en su “Diccionario Folklórico Argentino”. (2)
La palabra mate designa entonces al recipiente en que se
sirve la infusión, pero denomina asimismo a la infusión en sí. Así
decimos mate de porongo, mate de plata, mate de madera; y deci-
mos también cebar mate, servir el mate, tomar mate, etc., etc.
Y de allí que expresiones que aparentemente aluden a un
ente material tienen el significado de un ofrecimiento o un obse-
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zón de los celos, con los resultados que cabe imaginar”. (7)
Hemos dicho al comienzo de este punto que el auténtico
mate proviene de una cucurbitácea, y esto importa afirmar que los
mates de plata, porcelana, asta, madera, vidrio, etc. son sustitutos
del mate natural.
En poder de coleccionistas y no coleccionistas particulares
existen verdaderos primores de mates de plata que ofrecen como
detalles originales, bases en forma de platillo para servir los bizco-
chos u otras confituras. Otros poseían cajas de música o estatuillas
en cuya cúspide se construía el recipiente. Sé por informe de la se-
ñora Josefina Lucero de Chaves, de EI Paraíso, Departamento San
Martín, que en la casa de Don Pilar Pereira de Quines, poseían un
mate con una campanilla para llamar a la cebadora.
Todas estas variedades, muy originales por cierto, de mates
de plata, salieron de las hábiles manos de los plateros de antaño
que rivalizaban en inventiva y cuya fama dependía precisamente
de la belleza y armonía de líneas que conseguían dar a sus obras
manuales.
En épocas pasadas a cada hijo que se casaba se le regalaba el
mate de plata con su correspondiente bombilla que se guardaba
como una reliquia de familia y se usaba en ocasiones muy espe-
ciales. (8)
En cuanto a los mates de loza (en realidad de porcelana) en
tiempos anteriores se importaban de Alemania y Austria. En la ac-
tualidad se observa que han entrado en desuso. Eran preferidos
por las mujeres y en ellos se cebaba el mate dulce, de café y espe-
cialmente el mate leche. Esta forma de infusión, es decir el mate
leche, se cebaba con hierbabuena, según ha observado Don José
Ignacio Maldonado.
El mate de asta es el hermano del jarro de cuerno llamado
chambao o chambado, y del chifle, implemento tan usado por
nuestros paisanos en otros tiempos.
El mate de hierro, que normalmente se le llama enlozado, se
utiliza cuando se realizan tareas de siembra o recolección de maíz;
en las hierras o señaladas; se lo lleva consigo en los largos arreos y
se lo prefiere por su solidez en las hachadas y quemas de carbón.
Este es normalmente el mate de los carreros aunque a veces lo re-
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Curar el mate
Tendríamos que comenzar este punto preguntándonos qué
es esto de curar el mate o cómo curar un mate.
Sin embargo creo conveniente encarar el problema desde
otro punto de vista, cual es el de averiguar qué mates se prestan a
esta operación y cuáles son aquellos considerados incurables.
Dogmáticamente podemos expresar estos conceptos: Mates
curables son los que llamamos auténticos, es decir los que provie-
nen del fruto de la calabaza de la familia de las cucurbitáceas, y
los de madera; incurables, los mates de plata, de loza, de asta, etc.
Pero esta afirmación dogmática indudablemente crea un
compromiso: el de explicar racionalmente por qué los mates ci-
tados en primer término son curables y por qué los de loza, asta o
plata son incurables.
Y la explicación, que también corresponde a Villanueva, se
encuentra en la naturaleza constitutiva del adminículo. Son cura-
bles los mates de material poroso e incurables los fabricados con
materiales no porosos.
Es frecuente oír emplear el término “curado” cuando se alu-
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La echaba de guitarrero
Y hasta de concertador
Sentado en el mostrador
lo hallé una noche cantando
Y le dije: “Co... mo... quiando
Con ganas de oír un cantor.”
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que más y el que menos, alguna vez ha tenido que abandonar las
ciudades o a causa de los intereses rurales, o porque nuestra pa-
sada vida política turbulenta ha exigido de cada uno el concurso
personal y por eso ha sido necesario salir a campaña, ya militando
en las filas del gobierno, ya en las de la revolución. Ahora bien, en
el campo ¿qué es lo que ha sucedido?
Aficionados todos más o menos al mate, lo primero que se
ha hecho ya en los establecimientos rurales, ya en el campamento
militar, y como el mate exige compañeros porque es necesario ser
muy vicioso para tomarlo solo; se ha hecho caso omiso de un sin-
número de ideas preconcebidas, absorbiéndolo con delicia, junto
a los compañeros que se ha encontrado, sin fijarse muchas veces,
si aquél con quien se tomaba era o no de la misma condición so-
cial de uno. De este modo es como se van perdiendo los resabios
aristocráticos que puedan tenerse hasta el punto de considerarse
uno muy feliz cuando en medio del camino alguna china sucia le
brinda con buena voluntad un sabroso cimarrón.”
Una última observación queremos hacer sobre el tema para
dar por terminado este trabajo.
El mate no solo fue presencia dilecta en los fogones de las es-
tancias, de los campamentos y de los fortines en esas noches de las
largas veladas en que se comentaban las alternativas de las faenas
campestres, la vigilancia riesgosa de la frontera y la suerte muchas
veces trágica de la patriada, sino también compañero del gaucho
en sus largos silencios contemplativos cuando la pampa le embru-
jaba el alma con su cósmica soledad.
Y no solo fue preferido del gaucho sino también del indio.
Por eso es que cuando Don Lucio V. Mansilla en su famosa
excursión a tierra de infieles entró en contacto con los señores de
la pampa, estos lo acosaron en cuanta oportunidad tuvieron para
que el barbado gentleman les obsequiara yerba y “achúcar”, que
así decían los ranqueles.
Y por eso también las autoridades del gobierno nacional
incluían en las regalías que era el precio de la paz circunstancial
concedida por los reyes del desierto, una buena cantidad de vi-
cios: Tabaco, aguardiente, azúcar, yerba.
Y ya que hemos hablado de indios viene al caso una anécdo-
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incursión depredadora.
Muy pronto enfermó gravemente la mujer y antes de morir
reveló a sus familiares el lugar del ocultamiento: Había dejado a la
Virgen en la Quebrada e’ la Cal, en una casa de piedra que tenía en
la puerta un retoño de molle dulce. (27)
Fallecida la anciana, sus familiares buscaron afanosamente
a la venerada imagen pero se dieron con que en la Quebrada ‘e la
Cal había una infinidad de casas de piedra y cada una tenía en la
puerta, uno, dos, o más molles dulces.
Después, cada primer domingo de octubre, por tradición se re-
pitió la búsqueda entre todos los vecinos, y según referencias coinci-
dentes, solían escucharse a la distancia golpes de caja que cambiaban
de lugar cuando se intentaba descubrir de dónde provenían.
Retomando el hilo de nuestro relato digamos que entre el 9 y
el 14 de junio los ranqueles llegaron a Santa Bárbara.
Ya sabemos que la pequeña aldea había sido evacuada, segura-
mente por disposición de su comandante Don Prudencio Vidal Guiñazú.
Como era su costumbre, los salvajes saquearon las humildes
moradas de los pobladores, pero no tenemos noticias que causa-
ran víctimas o produjeran incendios.
Según la tradición popular los indios penetraron en la iglesia
y sacaron del altar a la Virgen Santa Bárbara. Pero en lugar de que-
marla como era habitual, asumieron la rara actitud de ofrecerle
azúcar en la mano mientras le decían: “Tomá mate... tomá mate...”
Y después de cumplir este extraño ofertorio volvieron a la
Virgen Santa Bárbara a su lugar y se retiraron del templo sin co-
meter desmán alguno. (28)
No cabe duda que en esos días de sobresaltos y sufrimientos,
los principales alimentos de los pobladores que andaban a campo,
lo constituyeron el asado y el mate.
Desaparecido el peligro, cuando la paz de la aldea invitaba a
relatar junto al fogón o en la sala familiar las peripecias pasadas,
también el mate estuvo presente dulcificando vicisitudes.
De allí que no sea desatinado afirmar que el mate no solo fue
compañero de nuestro pueblo en los días de bonanza, sino tam-
bién alimento y consuelo en las horas de tragedia.
Por eso es que en nuestro país tenemos que levantarle algún
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1. Aut. cit. “El Mate - Arte de Cebar” pág. 31 Edit. Compañía General Fabril Finan-
ciera. Bs. As. 1960.
2. Aut. y op. cit. T. II pág. 301, Edit. Lasserre, Bs. As. 1964.
3. Referencia de la Señora Haydée Etcheverry de Sosa -Mendoza 877, San Luis
. 4. Definición de Don Amaro Vlllanueva.
5. Aut. y op. cit. pág. 27.
6. Aut. cit. “La Tradición y El Gaucho” pág. 167, Edit. Kraft, Bs. As. 1956.
7. Amaro Villanueva Op. cit. pág. 52.
8. Referencia de la señora Haydée Etcheverry de Sosa.
9. Aut. y op. cit. pág. 57.
10. Aut. y op. cit. pág. 69.
11. Aut. cit. “Obras Completas” pág. 573, Edit. Emecé, Bs. As. 1962.
12. Aut. cit. “La Pampa” págs. 84/85, Edit. Eudeba, Bs. As. 1961.
13. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5133.
14. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5150.
15. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5154.
16. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5187.
17. Archivo Histórico de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5249.
18. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis. Carpeta Nº 54 Documento 5251.
19. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5328.
20. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 55 Documento 5327.
21. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 55 Documento 5326.
22. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5341.
23. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5256.
24. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 55 Documento 5330.
25. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 55 Documento 5324.
26. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 54 Documento 5334.
27. O molle de beber.
28. Referencias obrantes en el Libro Histórico de la Escuela Nº 103 de San Martín (SL).
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El Arriero
Antes de entrar al estudio del tema nos vamos a permitir de-
limitar el significado de algunos términos que no siempre se dis-
tinguen con precisión. Nos referimos a arriero, tropero y resero.
“Arriero” es la persona que conduce un conjunto de anima-
les; vacunos, yeguarizos o mulares, vayan estos dos últimos atala-
jados o no. Se trata, pues, de una expresión genérica.
“Resero” es en cambio el individuo que conduce una tropa
de vacunos, pues aquel sustantivo proviene de “res” tomada como
sinónimo de bovino en buen estado para consumo. Es por lo tanto
un concepto específico.
“Tropero” es también conductor de tropas, pero se trata de
un concepto más extenso que arriero ya que puede referirse a tro-
pas de vacunos, yeguarizos, mulares, carros, carretas, etc.
Se impone, sin embargo, que en torno a estas proposiciones
iniciales hagamos algunas aclaraciones para que no se interprete
como carencia de información la no coincidencia con algunos au-
torizados escritores.
Refiriéndose al término “tropero” dice Fermín Silva Valdez:
“Entre los trabajos del gaucho el más paciente y heroico fue el de
tropero. Sobre todo el de tropero conductor de vacunos, ya que
también se le dio el mismo nombre al conductor de carretas, de
tropas de carretas. Pero a este se le conoció más bien por el nom-
bre de carrero, no de carretero, como modernamente le llaman,
más de acuerdo con el lenguaje erudito que con la costumbre y
el decir campesinos, los que saben de estas cosas folklóricas, o de
estos saberes del pueblo, solo a medias.”
“Para nosotros los de esta Banda del Uruguay -sigue dicien-
do aquel escritor- tropero, como refiero al principio, fue siempre
por antonomasia, el conductor de tropas de ganado vacuno, ge-
neralmente novillos, o sea el ganado que luego de engordado o in-
vernado especialmente y a campo, en los potreros o praderas que
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lla, y que las marcas que ese documento indica coincidan exacta-
mente con las que llevan los animales.
Otro aspecto delicado que conviene prevenir en sus detalles
básicos para no verse envuelto en tramitaciones engorrosas y si-
tuaciones incómodas, es el arreo nocturno.
¿Cuáles son las precauciones fundamentales que deben ob-
servarse?
En primer lugar contar con la autorización policial para
arrear de noche, pues ningún arreo podrá, sin permiso de la poli-
cía, transitar por los caminos públicos, ni pasar por los arrabales
de la ciudad, o población de la campaña, durante las altas horas
de la noche (Art. 113). Todo arreo que sea encontrado en marcha,
sin el permiso que establece el artículo precedente, y en rumbo
opuesto al asiento de una autoridad policial o haciendo rodeos
con el fin de burlar la vigilancia de esta se presume robo, o que
lleva animales mal habidos, pudiendo ser detenidos hasta que se
haga prolija revisación de los mismos y de los comprobantes. (Art.
114).
Otro detalle importante es transitar por caminos conocidos,
pues cuando un arreo sea encontrado, a cualquier hora de la no-
che, cortando campo o transitando sendas poco frecuentadas, se
presume robado, aunque lleve guía.
La policía procederá a capturar al conductor y a sus peones
hasta hacer las averiguaciones necesarias, imponiendo además, al
primero la multa de veinte a cincuenta pesos. (Art. 115).
Veamos ahora las normas más importantes que se refieren al
arreo, Contenidas en la Ley 13.893 que reglamenta el tránsito por
los caminos y calles de la República.
Como regla general no es permitido el tránsito de tropas de
hacienda por caminos pavimentados o mejorados. En casos espe-
ciales, la autoridad competente podrá conceder permiso para ha-
cerlo, debiendo utilizar esos arreos la franja comprendida entre el
camino pavimentado y los alambrados laterales. Los conductores
o arrieros deberán, en estos casos, tomar las precauciones nece-
sarias para que la hacienda que conduzcan no invada o transite
sobre la calzada pavimentada o mejorada ni sobre la banquina.
Recaerá además sobre ellos, la responsabilidad de los acci-
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Arrias de mulas
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Arrieros puntanos
Desgraciadamente durante años se nos fueron perdiendo nom-
bres para esta humilde historia.
Aquí mencionaremos a los que hemos conocido personalmen-
te o por referencias. Muchos de ellos nos enseñaron a trajinar distan-
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cias detrás de la tropa por esos caminos que ahora volvemos a andar
en la evocación: Don Guillermo Ledesma (f.), Don José Saldaña (f.),
Don Justino Suárez (f.), Don Ranulfo Barroso (f.), Don Pedrito Rodrí-
guez (f.), Martín Gutiérrez (f.), del Departamento San Martín.
Don Facundo Quiroga de Buena Esperanza y Don Ambrosio
Morán de Bagual, Departamento Dupuy.
Enrique Ysaguirre (14), Eusebio Quiroga (15) y Luis Alberto
Aguilera (16) de Villa Mercedes.
Roberto Rodríguez (17) de Estación Mercedes e Ignacio Gon-
zález de Ruta 7 Justo Daract.
De San José del Morro tenemos que citar a Don Aparicio Cas-
tro (f.), Don Julio Suárez (f.) y Don Cristobalino Soloa. (18)
De Juan Llerena Don Domingo Pérez y Don Pascual Gonzá-
lez. (19)
En el Departamento Chacabuco Don Adolfo Bello de Las
Toscas y José Brito de Pozo Cavado. (20)
De Merlo citaremos también dos nombres: Don Domingo
Fuentes (f.) y Don Indalecio Camargo. (21)
De Candelaria Don Justino Ruartes nacido en Balde de los To-
rres, 80 años, quien en el año 1929 arreó con Don Tomás Arabel (ac-
tualmente 80 años) y Don Humberto Pereira (oriundo de Luján, ac-
tualmente 75 años, residente en Corral de Isaac), una tropa de 1.500
novillos dividida en varias remesas, a través de la Pampa de las Sali-
nas, con destino a San Juan. (22) También de Candelaria debemos citar
a Don Marcelino Gutiérrez.
En Luján, Departamento Ayacucho, Don José Juri y Don Julián
Sosa. (23)
Tenemos que mencionar, asimismo, a Don Juan Quiroga del
Vinagrillo, Departamento Ayacucho y Don Mauricio Palma del Pozo
Verde, Departamento La Capital (hoy Pueyrredón)
Finalmente el nombre de dos arrieros que a comienzos del siglo
pasado trajinaron leguas desde el Rincón de Santa Bárbara y llega-
ron a la capital puntana con hacienda vacuna, mulas, cargas de tri-
go, maíz, etc., que aportaba el vecindario en carácter de diezmo: Don
Bruno Roldán y Don Polonio Coria. (24)
Entre los firmantes del acta del juramento de la Independencia
declarada por el Congreso de Tucumán realizado en Santa Bárbara
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1. Autor citado “Lenguaraz” págs. 119/120, Edit. Kraft, Buenos Aires 1955.
2. “Diccionario Folklórico Argentino” t. II pág. 411, Edit. Lasserre, Buenos Aires
1964.
3. Carlos Antonio Moncaut “Reseros, saladeros, mataderos y mercados”, artículo
publicado en el diario “El Día”, La Plata, 25/5/1958.
4. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 1 Documento 32.
5. Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Carpeta Nº 3 Documento 443.
6. Trascripto por Pedro Inchauspe en “La Tradición y el gaucho” pág. 209, Edit.
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Paremiología Sanluiseña
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palabras rituales.
MATRONA: Partera.
MILICO: Integrante de los cuerpos armados que defendieron las
fronteras interiores. Algún día los argentinos tenemos que rescatar
su imagen porque sus virtudes guerreras, su coraje, su estoicismo
y su lealtad, pueden ser ofrecidos como ejemplo a los jóvenes que
hoy tienen la responsabilidad de integrar los cuadros de nuestras
fuerzas armadas.
OJO DE AGUA: Vertedero.
ORA: Derrame cerebral.
PALO A PIQUE: Palos plantados.
PARLAMENTO: “Conferencia, asamblea. Reunión de personas
notables de una tribu para tratar importantes asuntos y tomar
resoluciones. Estos parlamentos se realizaban para convenir ma-
lones, llevar la guerra a otra tribu, recibir una embajada enviada
por el gobierno, etc. Previamente se consultaba a las adivinas o
hechiceras. Después se reunían los indios, que se entregaban al
desenfreno y la borrachera. En estas circunstancias un indio vie-
jo exponía las razones que existían para hacer la guerra, llevar un
malón, etc. Cada indio hablaba por turno y al final, en medio de
gran vocerío y confusión, se resolvía la guerra y todos los indios se
juntaban para pelear con el máximo de su capacidad”. (Francisco
I. Castro).
Lucio V. Mansilla lo describe así: “Un parlamento se inicia con una
serie inacabable de salutaciones y preguntas, como verbigracia:
¿Cómo está usted?, ¿Cómo están sus jefes, oficiales y soldados?,
¿Cómo le ha ido a usted desde la última vez que nos vimos?, ¿No
ha habido alguna novedad en la frontera?, ¿No se le han perdido
algunos caballos?
Después siguen los mensajes, como por ejemplo: - Mi hermano o
mi padre, o mi primo, me ha encargado le diga a usted que se ale-
grará que esté usted bueno en compañía de todos los jefes, oficia-
les y soldados; que desea mucho conocerle; que tiene muy buenas
noticias de usted; que ha sabido que desea usted la paz y que eso
prueba que cree en Dios y que tiene un excelente corazón.
Después que pasan los saludos, cumplimientos y mensajes, se en-
tra a ventilar los negocios de importancia; y una vez terminados
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RETOBO: Cuero que hace las veces de forro. Se retoban las bolea-
doras, el mate, el cabo del rebenque, etc.
RONDAR: Dar vueltas a caballo la hacienda durante la noche o a
campo abierto, para evitar que se disperse.
RUANO: El caballo alazán con crin y cola blanca.
SACO DE CUERO: Bolsa de cuero.
TABA: Juego. Hueso de la pata del vacuno con un lado cóncavo
y otro plano. El cóncavo corresponde a la suerte; el plano al azar,
blanco o culo.
TERERÉ: El mate amargo cebado con agua fría.
TRILLA: Faena campera destinada a separar el grano del trigo. Se
hace en una era donde se pisa con una tropilla de yeguas.
YEGUA MADRINA: Equino hembra dotado de un cencerro al que
sigue la tropilla.
ZARZO: Artefacto casero de forma rectangular construido gene-
ralmente de caña, destinado a secar quesos, higos, pelones, des-
carozados, etc.
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PERSONAS CITADAS
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Colección Obras Completas
188
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Alfredo Ebelot G
Francisco Escudero
Luciana Salinas de Escudero Juan García
Alejo Estigarribia Juan W. Gez
Agapito Escudero Ricardo Gutiérrez
Horacio Escudero Rumualdo Godoy
Octavio Gulñazú
F Marcos García
Marcos Gatica
Aquilino Fernández Fernando GiI
Francisco Flores Pablo Giménez
Nicasio Pompeyo Farías Prudencio Vidal Guiñazú
Joaquín Funes José García
José Frede (h) F. Marcos Guiñazú
Emeregildo Funes Salvador Gómez
Martín Fierro Timoteo Gordillo
Pedro Frutos Luisa González
Mastai Ferreti Antonio Godoy
Santos Funes Sllvestra Andrada de Gallardo
Hilda E. Fernández Ernesto Guiñazú
Ambrosia Barroso de Fernán- Simona de Garay
dez Herculano Gatica
María Gervasia Coria de Frías Vicente Gutiérrez
Reynaldo Fernández Marcelino Garro
Reimunda Funes Felisa de Gordillo
Bonifacia Romero de Funes Ricardo Güiraldes
Petronilo Fernández Zoilo Garro
José María Fernández Casimiro Gómez
Victorio Godoy Vélez
189
Colección Obras Completas
191
Colección Obras Completas
192
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
193
Colección Obras Completas
T Gervacio Véliz
Ricardo Véliz
Lindauro Torres Juvencio Oscarival Véliz
Nabor Torres Benjamín Villegas Basavilbaso
Niceto Torres Arbués Vílchez
Niceto Eulogio Torres Juan Vázquez
Segundo Torres Tomás Varas
Liberato Tobares Amaya José del Valle
Arolinda V. de Tobares Felipe Alfredo Véliz
César Tiempo Rafael J. Velazco
Raymundo Tulián Javier Vega
Tito Turri Amaro Villanueva
Federico Torres
Carlos Tomassini W
U Rufino Wanzo
194
FOLKLORE PUNTANO
(Año 1997)
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Prefacio
para la Segunda Edición
197
Colección Obras Completas
198
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
199
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Prólogo
de la Primera Edición
201
Colección Obras Completas
202
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Precursores puntanos de
la investigación folklórica
203
Colección Obras Completas
Felipe S. Velázquez
Juan T. Zavala
204
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Juan W. Gez
Antolín Magallanes
205
Colección Obras Completas
Dalmiro S. Adaro
206
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
207
12. II Congreso Cuyano de Investigación Folklórica, San Luis, 1966.
13. Selecciones Folklóricas Codex. Nº 11 Año 1.
14. Selecciones Folklóricas Codex. Nº 10 Año 1.
15. Selecciones Folklóricas Codex. Nº 2 Año 1.
16. Selecciones Folklóricas Codex. Nº 3 Año 1.
17. Edit. Luis Lasserre y Cía. SA - Bs. As. 1966
18. Revista Virorco Nº 15 año 1967.
19. Revista Virorco Nº 33 año 1977.
20. Segundas Jornadas de Investigación Folklórica Sanluiseñas, San Luis, 1963.
21. Primeras Jornadas de Investigación Folklórica Sanluiseñas, San Luis, 1963. 22 Ídem.
23. II Congreso Cuyano de Investigación Folklórica. San Luis, 1966.
24. Ídem.
25. Selecciones Folklóricas Codex. Nº 10 Año 1.
FOLKLORE ESPIRITUAL
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
FOLKLORE POÉTICO
La tonada
Un domingo de mañana
al rayo ‘el sol me senté
y me dijo un arbolito:
si querís sombra te haré.
211
Colección Obras Completas
Yo le dije al arbolito
si era burla o era mofa.
¿Qué sombra me puede hacer
un arbolito sin hojas?
212
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Del tipo lírico-sentimental es esta vieja tonada que Don José Ro-
sendo Chaves cantaba con Don Carlos Montiveros al norte de San
Martín entre 1938 y 1940 y que tiene todo el sabor de la composi-
ción popular:
La copla
213
Colección Obras Completas
214
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Otra que guardaba aquel memorioso cantor de San Luis que fue
Don Pedrito Aguilar.
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Colección Obras Completas
Verde es el romero
cuando está en botón
pero, en reventando,
morada es la flor.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Adivinanzas
Así por ejemplo con relación al cuerpo humano son conocidas las
siguientes adivinanzas en San Luis:
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Colección Obras Completas
Andate yendo
que allá voy yo,
jugando al juego
vamos los dos. (Los pies)
Fui al campo
corté un varillón,
cortarlo puede
rajarlo no. (El cabello)
Cucharón, cucharón,
saca tierra de un rincón. (El quirquincho)
Salta, salta
y la colita le falta. (El sapo)
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
En el campo grita
y no es campero
pega el martillazo
y no es zapatero. (La chuña)
Yo vi sepultar a un muerto
sin velas y sin mortajas;
después lo vi paradito
con sombrerito de paja. (El trigo)
Fui a la huerta
corté una doncella
y en la cocina
lloré con ella. (La cebolla)
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Colección Obras Completas
Animalito bermejo
costillitas sobre el pellejo. (El barril)
Corre mulita
en cancha pareja
clava la uñita
para la oreja. (La máquina de coser)
Varillazo de oro
bramido de toro. (El relámpago y el trueno)
Cuatro caballitos
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
Cuatro terrosas,
cuatro melosas,
dos cafetanas
y un quitamoscas. (La vaca)
Romances
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Pringles”, que este romance fue cantado por los Sres. Jorge Mario
Barboza y Pedro Aguilar en la tarde del 10 de noviembre de 1963
en el Archivo Histórico de San Luis con motivo de la clausura de
las Primeras Jornadas de Investigación Folklórica Sanluiseña, rea-
lizadas por el Centro de Investigaciones “Dalmiro S. Adaro”.
Un romance de honda ternura que nos llegó desde España
es “El Conde Olinos” o “El Conde Niño” o “El Condecillo” como se
conoce en San Luis.
Ya salía el condecillo
la mañana de San Juan
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Luego que el freno le saca
ya se ponía a cantar;
la reina le está escuchando
en el palacio real.
Levantad, hija, le dice,
levantad, oíd cantar;
oíd lo lindo que canta
la sirena de la mar.
- Mi madre no es la sirena
en el modo de cantar;
- Mi madre, es el condecillo
que me anda por cautivar.
- Calle, calle, le dice,
lo he de mandar a matar.
Al otro día de mañana
ya lo fueron a enterrar.
A ella en andas de plata
y a él en andas de cristal;
y los entierran en la puerta
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Colección Obras Completas
Relaciones
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
Refranes
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Destrabalenguas
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Colección Obras Completas
de María Chuzena.
El rey de Constantinopla
se quiere descontantinopolizar
y el que lo descontantinopolice
entre los demás descontantinopolizadores
un buen descontantinopolizador será.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
FOLKLORE NARRATIVO
Leyendas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
provenían.
Según el historiador Don Juan W. Gez esta es la versión de la
leyenda del Señor de Renca: Un indio ciego hachaba un espinillo
en el bosque de Renca, curato de Limache (Chile), cuando sintió
su rostro salpicado por la goma o savia del árbol. Al abrir los ojos
tropezó con un pequeño Cristo en el hueco carcomido del árbol.
La noticia de la milagrosa aparición cundió rápidamente en todo
Chile, afluyendo mucha gente para dar fe del prodigio. Entonces,
los más piadosos, resolvieron hacerlo conocer en Cuyo y en Cór-
doba, poniéndose en marcha a través de la cordillera, con el Cristo
cargado sobre una mansa mula. En cada población donde llegaba
era colocado en la iglesia y daba origen a grandes ceremonias re-
ligiosas, al final de las cuales el Longino, que había recuperado la
vista, hacía una colecta de dinero para erigirle un santuario.
Al atravesar el río Conlara, camino a Córdoba, la mula que
cargaba la sagrada imagen se echó al repechar un alto, y de allí no
hubo poder humano que la hiciera levantar.
Los creyentes interpretaron que allí quería quedarse el Cristo y
dispusieron levantarle una capilla allá por el año 1745. Ese lugar tomó
el nombre del Señor de Renca que ha conservado hasta ahora. (2)
En algunos casos los accidentes geográficos dan origen a un
complejo de leyendas. Tal es lo que ocurre en San Luis con el Cerro
del Morro y la Laguna del Bebedero.
Remotas tradiciones populares se relacionan con el Cerro
del Morro. Seguramente la más antigua es aquella que le atribuye
poderes sobrenaturales y la facultad de “desconocer” a las perso-
nas extrañas al lugar que pretenden internarse en sus dominios.
Entonces el cerro suelta su majada de nubes que envuelven al via-
jero en densa niebla y no le permite seguir adelante. Los lugareños
conocen el cerro y saben el secreto para conjurar el enojo: se co-
locan una piedrita en la boca y eso basta para calmar la furia de la
pétrea mole que entonces abre sus celajes para que el caminante
transite con libertad y sin peligro.
Otra leyenda proviene de una laguna que existe en su cima y
donde se dice que mora la madre del agua. Este bello y extraño ser
es una mezcla de pez y de mujer, una sirena; de blanca tez, escul-
turales formas, rostro virginal y dorados y largos cabellos. La cuida
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
1. Autora citada, diario “Los Andes”, 25 de agosto de 1965: “Un canto a la tierra
puntana”.
2. Autor citado “Historia de San Luis”. pág. 105 t. I, Bs. As. 1916.
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Colección Obras Completas
El Cuento
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
Los Narradores
El cuento folklórico no ha sido aprendido en los libros por
la gente del pueblo. Se ha ido transmitiendo de padres a hijos, de
generación en generación hasta llegar a nosotros por la vía oral.
Nadie puede decir ahora quién o quiénes son los autores de esos
cuentos. Son anónimos. El pueblo ha olvidado al creador y solo
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
recuerda la creación.
Los portadores de estos bienes folklóricos son los narradores,
personas generalmente maduras, de excelente memoria, que mues-
tran una especial vocación por su arte. Narrar es para ellos una pa-
sión, una necesidad. Lo hacen con gran habilidad, dosificando las
pausas y adornando la narración con detalles originales y de buen
gusto. A veces son personas iletradas, es decir analfabetas, pero nun-
ca ignorantes. Poseen un rico bagaje de saber popular.
Se narran cuentos en variadas circunstancias, pero especial-
mente en las noches cuando junto al fogón se descansa de las fae-
nas del arreo, de la yerra, de la hachada; en las crudas noches de
invierno cuando la nieve o el viento invitan a acurrucarse junto al
fuego; en los velatorios y trillas; en las mingas y en el baile de San
Vicente; en la quema de ladrillos y en las paradas de los viajes a
caballo.
Pero más frecuentemente se narran cuentos a los niños des-
pués de la cena, hora en que los abuelos nos regalaron esa riqueza
de palacios reales, lujosos carruajes, comarcas bellísimas, anima-
les extraños, ríos encantados, bosques misteriosos, viajes maravi-
llosos; que todavía disfrutamos.
Excelentes narradores pasaron por esta tierra puntana: Gre-
gorio Garro de La Mesilla del Cura; Juan Fernández de Potrero de
Gutiérrez; Conrado García, Juana Barzola de Avellaneda, Rosin-
da García de Allende, Salomé Agüero, Lorenzo Lucero y José Fé-
lix Tobares de San Martín; José Pallero de El Mollar; Camilo Véliz
de Piedras Anchas; Benito Rosales de Luján; Gabriela Romero de
El Sauce; Juan C. Ruartes de Villa General Roca; Delfín Prado de
Cortaderas; Juan Lucero de El Durazno; Marcelino Martínez de
Estancia de los Roldán; Santos Gil de Buena Esperanza; Humberto
Silvera y Eustaquio Funes de San José del Morro; Luis Gerónimo
Lucero de Nogolí; Prefiterio Heredia de Las Cañas, Los Corrales;
Leontina Escobar de Loyola de la Banda Norte y Venancio Heredia
de San Francisco del Monte de Oro; Doña Luisa Bustos de Miran-
da y Don Antonio Oviedo de Concarán; Don Amarando Silva de
Merlo a quien recuerda en su “Historia y Leyenda de la Villa de
Merlo” el poeta Antonio Esteban Agüero.
Los cuentos del zorro. “El zorro pierde el pelo, pero no las
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Estas eran dos vizcachas que salieron a pasear. Una se fue por
una sendita y otra por otra.
En el paseo les fue muy bien, porque cada una se encontró
un pedacito de cobija de lana. Cuando se juntaron comenzaron a
pensar cómo harían para que les fuera más útil. Al fin, resolvieron
unir los dos pedazos; pero no tenían con qué coser. ¡Y cosidos que-
daban mejor y ellas podían dormir juntas!
En eso llegó un zorro y les dijo que él se había hallado un hi-
lito y que se los daría si lo dejaban taparse también a él.
Las vizcachas aceptaron y se pusieron a coser.
Cuando llegó la noche estaban muy contentas; ya no ten-
drían frío.
Pero el zorro, cuando fueron a acostarse, dijo que él se tenía
que acostar enfrente de su hilito.
Las vizcachas no tuvieron más que decir que sí, y el zorro dur-
mió muy abrigadito y las compañeras casi se helaron de frío, por-
que la cobija resultaba angosta para los tres. (5)
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USOS Y COSTUMBRES
Las Novenas
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Colección Obras Completas
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Juegos y diversiones
Era habitual que después de la novena se jugara al anillo,
entretenimiento en el que participaban las personas mayores y que
originaba risueñas alternativas pues había que “pagar prendas”. En
las novenas que solía celebrar Don Cornelio Olguín en Los Corrales,
lugar situado al oeste de Paso Grande, por el año 1940, se jugaba tam-
bién al anillo antes de comenzar el rezo, esperando que llegara la gen-
te. (5)
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Colección Obras Completas
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EL CASAMIENTO
Creencias y Supersticiones
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Colección Obras Completas
hasta encontrarla.
Cuando el varón no sabe si la niña le corresponde en el amor,
toma en sus manos una margarita del campo y deshojando uno a
uno sus pétalos de oro, pronuncia estas palabras: Me quiere mu-
cho, poquito, nada. Por vaticinio de esa inocente flor silvestre sabe
si sus desvelos merecen o no la acogida del ser amado.
Si un hilo blanco se pega en la ropa de un caballero, ya sabe-
mos lo que significa: Lo “persigue” una rubia.
En las noches de estío cuando la bóveda celeste es un inmen-
so arco de luces titilantes y en los pastos los grillos ensayan en “si”
menor su serenata, los niños capturan tucos con la mano al con-
juro de un viejísimo llamado. “Tuco toma pan. Tuco toma pan” y
luego de breve prisión devuélvenlos a la noche con una cándida
invocación de los impúberes y esperanzada de los adolescentes:
“Tuquito volate donde está mi suerte”.
La Ceremonia
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La pequeña dote
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Colección Obras Completas
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Las Mingas
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Colección Obras Completas
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La Toponimia
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Colección Obras Completas
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Música y Danzas
La Tonada
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Colección Obras Completas
El Estilo
La Vidalita
El Gato
Conforme a las enseñanzas del maestro Carlos Vega, el gato
pertenece al grupo de las danzas de pareja; pareja suelta e inde-
pendiente, es decir, que la pareja no se enlaza, y evoluciona sin
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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La Cueca
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
La Ranchera
275
Colección Obras Completas
das por los medios folk de nuestra provincia: “La tranquera”, “Ma-
ñanita de campo”, “La pastelera”, “Hasta que ardan los candiles” y
“Me enamoré una vez”.
Según la noticia del diario “La Reforma” del 14/10/36 Don
Raúl E. Vidal hace imprimir 2.000 ejemplares de su ranchera “Las
puntanas son así”.
La difusión masiva de la ranchera en los medios folk de San
Luis data de la segunda mitad de la década del 20 y primera mitad
de la década del 30.
No sabemos si el tiempo transcurrido puede permitirnos
considerar a tal especie musical como perteneciente al folklore
vigente. Pero lo que nos parece evidente es que por lo menos inte-
gra el folklore en estado naciente, con referencia -reiteramos- a la
provincia de San Luis.
El Vals
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
La Polca
La Jota
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
1. Autor citado “El Gato” pág. 15, Edit. Julio Korn, Bs. As. 1953.
2. Ídem
3. Autor citado “Danzas Nativas”, Posadas, 1950.
4. Autor citado “Reflejos”, pág. 104 104 Bs. As. 1926.
5. Autor citado “El origen de las danzas folklóricas” pág. 205, Edit. Ricordi, Bs. As.
1956.
6. Autora citada “El folklore musical argentino” pág. 239, 4ª edición, Edit. Ricordi,
Bs. As. 1975.
7. Autor y op. Cit. Libro primero, pág. 31.
8. Autora y op. Cit. Pág. 107, Edit. Laserre, Bs. As. 1966.
9. Fausto Azcurra, comerciante, Pedernera 979, San Luis.
10. “Catálogo de la Colección de Folklore” Secc. De Folklore, Tercera Serie, tomo
IV Nº 3 San Luis, pág. 486, Facultad de Literatura Argentina, Bs. As. 1937.
11. Ídem.
12. Autora y op cit. Pág. 116, Ministerio de Educación y Justicia, Bs. As. 1986.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Todos los pueblos del interior de San Luis tienen un rico his-
torial relacionado con los músicos y cantores que en diferentes
épocas dieron vida a la expresión lírica del hombre sanluiseño. En
San Francisco del Monte de Oro hizo maravillas improvisando co-
plas y cogollos y desenterrando olvidadas tonadas y estilos de la
tierra, un cantor ciego: Don Antonio Ponce.
Con motivo de celebrarse en 1911 en San Francisco el cente-
nario del nacimiento de Sarmiento, concurrieron desde la Capital
Federal entre otras personalidades el Dr. José Zubiau y el Perito
Francisco P. Moreno. Se encontraba allí como en todo aconteci-
miento de alguna trascendencia para San Luis, el decano de los
fotógrafos argentinos: Don José La Vía. En tal ocasión, estando
presente el Profesor Juan W. Gez, Don Antonio Ponce le cantó a La
Vía este cogollo.
Un poco más allá, en los pagos de Luján, Don Eulogio Dávila can-
taba en la alta noche:
Al ausentarme de ti,
vierto lágrimas amargas...
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
San Rafael, que tocaba el violín. Era el músico obligado en las fies-
tas religiosas de Paso Grande, Las Chacras, San Martín, Las Agua-
das, Las Lagunas y Quebrada de San Vicente. Era acompañado por
Don Andrés Gualpa de Quines que tocaba la guitarra. Don Andrés
Gualpa murió el 2 de octubre de 1906 en Las Aguadas en el alma-
cén de Don José B. Rosales, adonde había ido con motivo de la
fiesta de la Virgen del Rosario, y se domiciliaba en esa época en La
Represita, Dpto. Ayacucho.
En los pagos de Laguna Larga don Diomedes Arias dio vigen-
cia en su guitarra a numerosas composiciones de carácter popular,
especialmente a ritmos de milonga sureña que había aprendido
en sus andanzas por la provincia de Buenos Aires, La Pampa y sur
de Córdoba. Herederos de ese legado son ahora sus hijos Lauro y
Zenón Arias.
En 1941 Regino Torres de Pozo del Durazno y Rodolfo Escu-
dero de Guanaco Pampa formaron un dúo que alcanzó renombre.
Frecuentaban la zona de La Calavera, La Florida, Las Lagunas, y
Guanaco Pampa. Eran muy buscados para tocar en las carreras,
festejos y rifas.
En 1932 Regino Ezequiel Torres (hermano de Don Julio To-
rres famoso guitarrero de Guzmán) formaba dúo con Bonifacio
Torres de Cañada de la Estancia.
Guitarrero de fama que tocaba solo por esos años, era Don
Avelino Godoy de Laguna de los Patos.
En el año 1934 formaron un dúo muy buscado para casa-
mientos y grandes festejos, Ernesto Rodríguez de El Totoral y Emi-
lio García de El Hinojito. Frecuentaban la zona de El Totoral, Las
Lagunas y La Cocha.
Alrededor de 1935 se formó el dúo compuesto por Pedro Or-
tiz y Don Julio Torres de El Manantial. Cantaban en carreras, cum-
pleaños, bautismos y en las carpas de Renca para la festividad del
3 de mayo.
El dúo renombrado fue también el que formaron en 1940
aproximadamente, Onésimo Cruceño y Segundo Molina de La
Cocha.
El último dúo renombrado del que tenemos noticias en la
zona de Guzmán, es el que integraron los hermanos Emilio y Chi-
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
1. Datos proporcionados por Don José La Vía, 74 años en 1962. Fotógrafo, Colón
850, San Luis.
2. Datos de Don Fausto Azcurra (Jubilado) Pedernera 967, San Luis.
3. Autor citado “El Pajarillo” pág. 6 y 7, 2ª edición. Edit. Julio Korn, Bs. As. 1952;
“La Calandria”, 2ª edición, págs. 5, 7 y 11. Edit. Korn, Bs. As. 1953.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
La Caja
Usos en el pasado. Función vigente. No tenemos noticias docu-
mentales ni orales, que la caja haya cumplido en San Luis, funcio-
nes de instrumento musical.
Sabemos que fue empleada desde los tiempos de la colonia,
igual que las campanas, como instrumento convocante. En nu-
merosas actas del Cabildo de San Luis encontramos expresiones
relativas a los bandos dictados por aquella corporación, donde or-
denaba darlos a conocer en la plaza pública, por voz de pregonero
y al son de caja de guerra.
En 1734 hallamos esta constancia: “...Y para que llegue a no-
ticias de todos mando al Sargento Visente de Quiroga haga publi-
car y publique este mi auto a son de caja de guerra con jinete de
guarnición y vos de pregonero en la plaza pública de esta ciudad
en forma de vando...” (1)
En 1744 otra acta dice lo siguiente: “...Y este escrito y nuestra
probidencia mandamos se publique en la plaza pública de esta
ciudad suplicando como suplicamos a nuestro justicia maior sea a
son de caja de guerra y bos de pregonero para que llegue a noticia
de todos y que ninguno alegue ygnorancia.” (2)
En 1748 encontramos otra alusión a la caja: “...Y este hacuer-
do nuestro justicia mayor dirijirá su publicación al que Su Merced
mandare para que llegue a notizia de todos y que no se halege yg-
noranzia admitiendo por vando Su Merced esta nuestra providen-
cia solemnisandola a son de caja de guerra y por vos de pregone-
ro...” (3)
Esta función convocante de la caja se ha conservado a través
del tiempo, y en las comunidades folk de San Luis se la emplea
todavía para llamar a las novenas y para acompañar a las peregri-
naciones de los santos o vírgenes que son trasladados de un lugar
a otro. El toque de caja sirve para alertar a los vecinos que pasa
la Virgen, y entonces aquellos salen al camino a tomar gracia o a
acompañarla un trecho o hasta el lugar de destino.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
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Colección Obras Completas
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
1. “Actas Capitulares de San Luis” t. I años 1700 a 1750, pág. 187, Academia Nacio-
nal de Historia, Bs. As. 1980.
2. Ídem pág. 292.
3. Ídem pág. 346.
4. II Congreso Cuyano de Investigación Folklórica, San Luis, octubre 1966, pág.
149.
5. Segundas Jornadas de Investigación Folklórica Sanluiseña, 7, 8, 9 y 10 de no-
viembre de 1966, pág. 23, San Luis, 1966.
6. Información proporcionada por los ex maestros de la zona José Rafael Dopazo e
Ilda Mercedes Zalazar de Dopazo, Maipú 1171, San Luis.
7. Informante Iunilde Arce de L. Lucero, ex maestra de Candelaria (SL).
8. Trabajo inédito obrante en el archivo del Centro de Investigaciones Folklóricas
“Prof. Dalmiro S. Adaro”. San Luis.
9. Renca - folklore puntano. Pág. 135, Instituto Nacional de Filología y Folklore,
Bs. As. 1958.
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
Medicina Popular
ETIOLOGÍAS SUPERSTICIOSAS
Patología: Susto
Etiología: Ruidos, bultos, luces. Fuerte impresión.
Síndrome: Separación del espíritu del cuerpo (pérdida del alma).
Insomnio, sobresaltos, sonambulismo, hablar dormido.
Terapéutica: Sahumerio de alhucema con romero y nido de pica-
flor. Tomas. Ritos.
Patología: Mal de la tierra.
Etiología: Acostarse o pasar por lugares “no buenos”.
Síndrome: Granos en la piel. Dolor o inmovilidad de una pier-
293
Colección Obras Completas
na o brazo.
Terapéutica: Pomadas, agua bendita, té de flor de la piedra.
ETIOLOGÍAS NATURALES
Patología: Empacho.
Etiología: Cuando se “seca” la comida en el intestino. Por no coci-
nar bien la comida.
Síndrome: Dolor de estómago y sueño. Decaimiento.
Terapéutica: Infusión de hojas de tala y durazno. Té de sen.
Patología: Pasmo.
Etiología: Enfriamiento por salir con el cuerpo caliente o la cabe-
za mojada al aire frío.
Síndrome: Parálisis facial (ora).
Terapéutica: Sahumerios. Aceite de huevo.
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Colección Obras Completas
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los animales.
Moquillo del caballar. Se echa en un tarro de café, trapos, un
poco de fluido y una braza y ese humo se le hace oler al animal. Pero
antes de que huela se hace trotar al caballo para que se agite y así
puede aspirar mejor; se le pone grasa de potro detrás de la oreja, en
la frente y en el sentido. Otras veces se sangra en la vena del cogote.
Gusano de animal (cuajo). En un litro de agua se echa una
cucharada de fluido (creolina) y se volteaba el animal dándole ese
remedio.
Renguera. Se barretea el animal con un poco de cerda de la
cola, y se le ata a la pata contraria a la enfermedad y así pisa con
las dos y sana.
La mancha del animal vacuno. Se sangra haciéndole una
cortadura en el tronco de la cola.
La borrachera de los caballos y las cabras. Al caballo se le
parte la punta de las dos orejas y a las cabras (chivas) se les corta
las astas y se les echa un poquito de fluido.
La epizootia del vacuno. Se cura con el agua de la cal, se les
da a beber y se les lava las pezuñas”.
La historia de la medicina enseña que “valiosos medicamen-
tos actuales tuvieron su origen en las prácticas más elementales”.
De allí la necesidad de “investigar las medicinas no ortodoxas
y los ambientes en que prevalecen, a fin de delimitar sus áreas de
influencia, verificar su operancia y rescatar sus elementos válidos;
neutralizar los negativos y conocer la razón de su persistencia.” (8)
La Organización Mundial de la Salud, Declaración de 1977;
el Simposio Internacional sobre la Medicina Indígena y Popular
de América latina, Roma, diciembre 1977; el X Congreso Interna-
cional de las Ciencias Etnológicas y Antropológicas, Nueva Del-
hi y Puna, diciembre 1978; el XV Congreso Americanista de Van-
couver, agosto 1979, y el Primer Congreso Mundial de Medicina
Folklórica, Cuzco, noviembre 1979; han considerado la necesidad
de integrar las medicinas científica y folklórica, prestar asesoría a
los programas de fomento y desarrollo de la medicina tradicional
y a los programas de investigaciones multidisciplinarias.
Todo ello en beneficio de la salud humana y de progreso
científico.
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Colección Obras Completas
1. Félix Coluccio “Diccionario Folklórico Argentino” t. II, pág. 289, Edit. Laserre,
Bs. As. 1964.
2. Desconocemos su nombre científico.
3. Datura ferox.
4. Sysymbrium.
5. Usnea.
6. Smilaz campestris.
7. Linum scoparium.
8. “Declaración de principios” de la Asociación para el estudio comparado de las
medicinas, Buenos Aires, 1980.
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Los Juegos
El Truco
El truco y el folklore
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Colección Obras Completas
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El truco y el derecho
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Colección Obras Completas
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Colección Obras Completas
La Taba
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Colección Obras Completas
Riña De Gallos
Alimentación
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Entrenamiento
El Voladero
El Ocho
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Colección Obras Completas
El Manteo
El Juez
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La Riña
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Colección Obras Completas
1. Información de la Sra. Ana T. Véliz, 85 años en 1987, ama de casa, Santa Anita,
Partido de San Lorenzo, Dpto. San Martín.
El Tejo
Se jugaba colocando en una circunferencia hecha en el sue-
lo, los “pesitos”. Estos eran las caras exteriores recortadas de las ca-
jas de fósforos. Se colocaban tantos montones de “pesitos” como
jugadores había. Con el “tejo”, es decir una piedra laja, redonda, de
tamaño un poco mayor que la mano abierta, se sacaban los pesitos
fuera de la circunferencia. Quien los sacaba se apropiaba de ellos.
El primer tiro se hacía desde una distancia de 7 a 8 metros.
Los jugadores tiraban por orden. En este juego siempre se prefe-
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Los Trompos
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Colección Obras Completas
Las Bolitas
Las bolitas eran de tres tipos: De carrascal (carrascas), de vidrio
(ojitos) y de rulemán de automóvil o camión que eran hermosamente
bruñidas. A estas bolitas que eran las más apreciadas se las llamaba
“tinqueras” porque con ellas se “tincaba” cuando se jugaba a la troya.
Los juegos más comunes eran el hoyito y la troya.
El hoyito se jugaba de la siguiente forma: se hacía un hoyo en
el suelo y de una distancia aproximada de cuatro o cinco metros se
tiraba a embocar. Es decir una primera parte del juego muy parecida
al golf. Se tiraba por orden de pedido y siempre se pedía “último”. El
que quedaba más cerca del hoyo tiraba a él. Si embocaba, desde el
borde del hoyo tiraba a la bolita del contrario que estuviera más cerca.
Luego se volvía a tirar al hoyo (esto se llamaba “hoyo seguido”) y si
embocaba tiraba a otra bolita y así sucesivamente. Cada bolita “cho-
cada” pasaba a ser del que estaba tirando.
Se jugaba también a embocar el hoyo y después tirar a todas las
bolitas sin volver al hoyo. Si se erraba algún tiro, seguía en orden de
turno el que estaba más cerca del hoyo.
A la troya se jugaba haciendo un triángulo equilátero o una circun-
ferencia en el suelo, dentro de estas figuras geométricas (que sirven para
enseñar geometría a los pequeños), se colocaban las bolitas en fila. Desde
cuatro o cinco metros se tiraba con la “tinquera”. Si conseguía “sacar” hacía
suyas esas bolitas que salían del triángulo o círculo. El que quedaba más
lejos iniciaba la segunda ronda. Si “sacaba” seguía tirando y así podía sa-
carlas a todas. Si erraba seguía el que quedó más lejos y así sucesivamente.
A veces en reemplazo de la “tinquera” se usaban bolones que
podían ser de carrascal o de vidrio.
La Tapadita
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La Cuarta
Se jugaba con chapitas y monedas. Cuando a alguien le to-
caba primero, hacía picar la moneda en la pared y la tiraba lo más
lejos posible. Tiraba el segundo y trataba de colocar la moneda a
una cuarta (distancia entre las puntas de los dedos mayor y meñi-
que estando la mano abierta). Si hacía “cuarta” levantaba la mo-
neda que hacía suya y seguía tirando procurando hacer lo mismo
con las restantes.
El Barrilete
También se llamaba “volantín”. Este juego aparecía en la época
de los fuertes vientos: agosto y septiembre. Los barriletes se hacían de
papel de diario, papel madera o papel crepé. El armazón era de caña
partida y la cola de trapo. A veces se hacía una colita liviana para que
“cabeceara” y derribara al contrario cuando se hacían competencias.
La forma del barrilete era generalmente trapezoidal aunque se ha-
cían hermosas “estrellas” o cometas de cinco puntas.
En aquellos tiempos no se compraban los barriletes. Su
construcción constituía una verdadera artesanía donde cada uno
ponía lo mejor de su ingenio para dotar al barrilete de las formas y
colores más hermosos y darle estabilidad.
Cuando el barrilete no era equilibrado, ascendía un poco
“cabeceaba” y se venía en picada. Para elevarlo se requería por lo
menos 100 metros de piolín. Cuando se soltaba todo el piolín se
hacían “castañetas” (tirar lateralmente el piolín y soltarlo para que se
hamacara en un suave movimiento de vaivén). En esos momentos se
“mandaban telegramas” que consistía en agujerear un pedazo de car-
tón liviano o cartulina, hacerle pasar el piolín por el orificio y largarlo
para que se fuera por el hilo hasta el barrilete. Esto se conseguía “ha-
ciendo castañetas” o tincando el piolín.
Parece que los primeros barriletes nacieron en China. Quizá
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Colección Obras Completas
Otros Juegos
Hace cincuenta años se jugaba al veinte, a la mancha, a la pa-
yana, a Don Juan de las Casas Blancas, al pañuelo, al comprahuevos.
Salvo en el caso del veinte, en los demás juegos participaban
las niñas. Además, estas jugaban haciendo rondas o cantando.
Algunos de estos cantos eran los siguientes:
Mañana domingo
se casa Chumingo
con un pajarito
de Santo Domingo
- ¿Quién es la madrina?
- Doña Catalina
rebozo de harina.
- ¿Quién es el padrino?
Don Juan Barrigón
cabeza de tizón
salta la acequia
queda el montón.
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FOLKLORE MATERIAL
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Jesús Liberato Tobares / Tomo II
dén y álamo. Más duras y resistentes las tres primeras; más fácil de
trabajar la última. El álamo, aunque menos resistente que el alga-
rrobo, si no está expuesto al sol y a la lluvia, dura muchísimos años,
lo que lo hace excepcionalmente apto para las partes internas del
rancho: Pie de gallo, varas, tirantes.
La tierra para la construcción de los adobes se combina siem-
pre con guano o paja para que adquiera consistencia. Antes se ha-
cían construcción de adobón. Hoy ese sistema está en desuso. Para
la construcción de los muros, dinteles y umbrales se emplea tam-
bién la piedra. Tal uso se intensifica en los lugares donde el material
es abundante y de buena calidad, como en la zona de Renca, Nas-
chel, Potrerillo, Laguna Larga, etc. donde abundan buenas canteras
de granito.
La construcción del rancho comienza por la preparación del
terreno. Se sacan las piedras, se arrancan hierbas, árboles y arbustos
y se rellenan huecos y bajíos.
Luego se cavan los cimientos que alcanzan una profundidad
de 60 a 70 centímetros. El cimiento es de piedra y después de sobre-
pasar un medio metro del nivel del terreno, comienza el muro de
adobe, en hiladas que van unidas con barro. Los adobes se cortan
generalmente en el mismo lugar donde se construye la vivienda. Se
prefiere tierra gredosa la que se mezcla con paja picada y estiércol
de vaca. Los muros de paja embarrada o chorizo y los de jarilla, son
más rústicos y normalmente se levantan para morada transitoria de
hacheros, mineros, pircadores o cercadores.
Tratándose de los mojinetes que son las cabeceras de la cons-
trucción, y que miran al sur y norte respectivamente, se los constru-
ye de piedra en procura de mayor duración. Los mojinetes terminan
en forma de ángulos en cuyos vértices está montada la cumbrera.
Los techos son de dos aguas y su parte culminante es, como
ya hemos dicho, la cumbrera. De allí parten las varas que tienen
una disposición inclinada y que se apoyan en el otro extremo, en
la costanera. La cumbrera es a su vez sostenida por las patas o pie
de gallo que se apoyan en los tirantes, gruesos maderos que van de
pared a pared.
Sobre las varas se coloca una malla de caña o jarillas y sobre
este el techo de “torta” o paja embarrada.
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La Tapera
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Folklore Laboral
Este aspecto del folklore material o ergológico, comprende
una larga serie de tareas que el hombre folk realiza empleando he-
rramientas e instrumentos conocidos desde antiguo, y siguiendo
técnicas tradicionales que se han ido sucediendo de generación
en generación. Tal es el caso de los mineros y pirquineros, me-
leros, hacheros y carboneros, ladrilleros, arrieros, alambradores,
cercadores, pircadores, techadores, poceros, trenzadores, tusado-
res, esquiladores, domadores, etc.
Ancestrales prácticas siguen asimismo las arroperas, pelado-
ras, queseadoras, moledoras, patayeras, dulceras, tejedoras.
Pircadores
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Cercadores
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Alambradores
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Poceros
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Queseadoras
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hacen dos cortes en cruz con el cuchillo para que se cuaje bien.
Después de esto se la deja otro tiempo hasta que esté a punto...
En ese momento hay que higienizar perfectamente el aro y la
piedra laja sobre la cual se va a trabajar el queso.
Con un plato se van sacando porciones de cuajada procu-
rando que contenga la menor cantidad posible de suero, y se va
echando al aro, especie de circunferencia de madera de 10 cm de
alto, con pequeños orificios laterales, que se ata en los extremos y
se gradúa de acuerdo a la cantidad de cuajada que se tiene.
Se vuelcan al aro cuatro o cinco platadas de cuajada y se co-
mienza a pisar nuevamente con las manos para que vaya largando
lentamente el suero verde. Se repite la operación hasta que el aro
quede completo y la cuajada adquiera cierta consistencia. Al pisar
con las manos, cada vez se va haciendo mayor presión hasta que
ya no sale nada o casi nada de suero. Luego se invierte la posición
del aro y se pisa del otro lado.
Cuando la cuajada tiene ya muy poco suero se la coloca en
un recipiente, se le agrega sal (sal gruesa molida; no sal fina) y se la
amasa. Luego se coloca un lienzo sobre el aro, y allí se vuelca toda
la cuajada ya amasada. Se pisa nuevamente y cuando ya ha lar-
gado todo el suero (suero blanco ahora), se doblan las puntas del
lienzo, se colocan encima gajos de palque, se aprensa con piedras
pesadas y se lo deja hasta el día siguiente.
Al otro día se saca el queso del aro, se lo despoja del lienzo y
se lo lleva a secar al zarzo de caña que debe estar a la sombra. Una
semana después el queso está listo para ser consumido.
De remotas épocas viene esta sencilla, pero precisa técnica
de las queseadoras. Y aún mantiene su vigorosa vigencia porque
está sostenida por la constancia, la humildad y la laboriosidad de
la mujer campesina.
Famosas queseadoras fueron Doña Luisa Chaves de Estrada
de Media Luna, Ana T. de Véliz de Laguna Larga y Doña Arminda
Barzola de Chaves de El Paraíso, Departamento San Martín. Hoy
son herederas de aquella vieja y pulida técnica Rosa Garro de Es-
cudero de La Mesilla, Libia Estrada de Garro del Cerrito Blanco y
Rosa Alba Pallero de El Paraíso.
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Ladrilleros
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tor y A. Galán; Ventura Torres (n. 1904) Italia 571; Juan Timoteo
Vega (n. 1932) Suipacha ext. Sur.
La calidad de producto se revela por su tañido.
El ladrillo bayo no tiene tañido. Cuando el ladrillero pone el
oído junto al ladrillo que al tincazo responde con un sonido metá-
lico y vibrante, el hombre exclama con orgullo: ¡Campana! En esa
exclamación se sintetiza el sentir de quien vive el oficio como un
mandato de sus antepasados que se le ha hecho vocación defini-
tiva.
Mineros y Pirquineros
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Domadores
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Tusadores
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Medios de Transporte
Las Carretas
Las noticias más antiguas que tenemos en San Luis con rela-
ción a las carretas se refieren a un decreto de 1731 reglamentando
el tráfico de aquellas y el arreo de bueyes. Los cuerpos de milicias
debían proteger a las carretas contra el asalto de los indios. Tales
disposiciones se daban a conocer en la plaza pública en forma de
bando a son de caja de guerra con el concurso “de mucha gente y
a voz de pregonero”.
Normalmente se notificaba a los carreteros que debían re-
unirse en un punto determinado para formar tropa con el mismo
destino, de tal modo que en caso de ataque la unión de hombres y
elementos, permitiera una defensa eficaz contra los indios o gau-
chos alzados.
En 1863 doscientos indios saquearon una tropa de carretas
de un señor Bustamante que traía vestuarios para el regimiento al
mando del coronel Iseas. Los indios se vistieron con trajes milita-
res y regresaron a los toldos con el botín de la tropa y la hacienda
que pudieron arrear. El hecho ocurrió a 25 leguas de Río Cuarto en
agosto de aquel año de 1863. (1)
Sus partes. La carreta ha sido descripta como un vehículo
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Colección Obras Completas
Las Diligencias
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Colección Obras Completas
Los Carros
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Las Carretillas
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Colección Obras Completas
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Transporte a caballo
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Colección Obras Completas
Los Chasques
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Arreos
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LAS ARTESANÍAS
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Colección Obras Completas
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Colección Obras Completas
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Colección Obras Completas
1. Ruy Díaz de Guzmán “La Argentina” pág. 65, Edit. Espasa-Calpe Bs. As. 1945.
2. Archivo Histórico de San Luis, Carpeta Nº 20 documento 2507
3. Guiñazú Santiago. Inventario. Archivo General. Sucesiones año 1889.
4. Liberato Puertas. Sucesión. Archivo General. Sucesiones Nº 307 año 1888.
5. Natel Rufino. Sucesión. Archivo General. Sucesiones Nº 186 año 1898.
6. Santiago Torres. Inventario. Archivo General. Sucesiones Nº 137 año 1888.
7. Miguel Vílchez. Inventario. Archivo General. Sucesiones Nº 13 año 1757.
8. Montiveros Juan Tomás. Sucesión. Archivo General. Sucesiones Nº 239 año 1899.
9. Archivo Histórico de San Luis, Carpeta Nº 131 documento 12046, año 1853
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La Vestimenta
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1 par de peinetas
14 pares de botones de composición para tirador
279 varas de lienzo americano
96 varas de bramante ordinario
202 varas de bramante regular
41 pañuelos ordinarios
6 pañuelos de taparse
3 varas de casimir
4 varas de lanilla negra
2 varas de lanilla merino
8 varas de raso de lana
142 sortijas
99 varas de zaraza fina
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ten, a la vez que por los finos colores de sus cutis las bonitas niñas
de don Lázaro F. Eumelia y Audelina que con verdadera propiedad
debiera llamárselas camelia y clavelina son dos flores preciosas.
Las acompañaba su prima Lolita de Quines con gusto al vestirse
y guantes finos. Por lo visto las niñas quineras quieren imitar el
gusto y buen tono de nuestras barbarinas que con mucha justicia
están reconocidas como la aristocracia de las poblaciones de la
provincia de San Luis”. (7)
De este comentario del corresponsal se desprende que Ma-
rianita Medina y Delfina Mayorga fueron dos elegantes niñas de
San Martín que se confeccionaban su propia indumentaria. En ese
mismo comentario se da noticia del casamiento en aquella locali-
dad de Don Juan Luis Sarmiento, comisario de Policía Rural en esa
época, con Lolita Pereira hija de Don Francisco Pereira acaudala-
do estanciero de la localidad. De los trajes usados en la ceremonia
el corresponsal dice lo siguiente: “El traje de la novia ha sido con-
feccionado en Bs. As. con todos los detalles que demanda la más
exigente etiqueta, vestido raso blanco adornado con primor, velo
blanco ricamente bordado, preciosa corona de azahar; caídas y
pulseras de deslumbrantes brillantes. En fin es el primer traje que
se ve en San Martín desde su fundación; no sé si se habrá visto otro
igual en la provincia, fuera de San Luis. Así que, la novia que como
ya he dicho es muy bonita con tan lujoso atavío estaba arrebata-
dora. El novio vestía traje negro de rigurosa etiqueta; frac, corbata
y guante blanco, etc.; estaba un mozo arrogante”. (8)
En el ámbito folk la vestimenta desde el siglo pasado hasta
nuestros días ha experimentado muy lentos cambios. A fines del
siglo pasado y comienzos del presente, las mujeres usaban vesti-
dos largos, comúnmente debajo de la rodilla, de colores variados.
Las señoras preferían los colores “serios” que también se llama-
ban “honestos”, marrón, gris, beige, negro. Las jovencitas usaban
con frecuencia los vestidos floreados especialmente para asistir a
las reuniones sociales: bailes, cumpleaños, casamientos, “acabos
de novena”, mingas, etc. Las telas eran de algodón, lana, muselina,
seda, rayón, pana, y a partir de la década del 40, telas de fibras sin-
téticas.
Las medias eran comúnmente de color marrón para el uso
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muy raído y ya sin color. Para defenderse del frío los hombres se
abrigan con ponchos de lana de alpaca o de ovejas; doblados por
la mitad a lo largo, se los colocan sobre los hombros”.
“Para la fiesta de mayo hombres y mujeres visten sus mejores
ropas. Desde la mañana se les ve pasear por las calles del pueblo
luciendo sus atuendos ciudadanos”. (10)
El calzado corriente del hombre folk de San Luis a partir del
siglo XVII fue la bota del potro. Este calzado está directamente re-
lacionado con la actividad del puntano de aquellos tiempos que
tuvo en las vaquerías y en el oficio de arriero, sus principales ocu-
paciones. De estas actividades iba a surgir una verdadera “cultura
del cuero” donde la bota de potro ocuparía su lugar.
Esta se obtenía de las extremidades posteriores de la vaca o
del potro, que era sacada enteriza. Luego se descarnaba y sobaba
hasta que se amoldaba al pie del usuario. Se usaba con el pelo ha-
cia adentro y se hacía coincidir el garrón del animal con el talón
del individuo.
En el sur de la provincia se usó abierta en la punta del pie, en
tanto que en el norte se usó cerrada. Esto se explica por la necesi-
dad de proteger el pie de la agresión de la vegetación de tipo xeró-
fila, muy espinosa y dura. En términos generales el uso de la bota
de potro fue más frecuente en el sur que en el norte de la provincia.
Conocemos un expediente según el cual el ayudante decu-
rión de La Escondida Don Fernando Becerra encuentra una vaca
carneada a la que le “habían sacado las botas y la han desollado
entera”. “... Se le tomó el rastro -al ladrón- muy de mañana y se ras-
treó todo el día hasta que se oscureció por motivo de que el ladrón
iba escondiendo el rastro y allí tuvo el auxiliar que dormir con su
comitiva para seguirlo al otro día...” (11)
En distintas épocas y con reiteración, se dictaron normas
prohibitivas del uso de la bota de potro a fin de evitar la matan-
za indiscriminada de vacas de vientre. En un documento del siglo
pasado Don Hermenegildo Gallardo de Piedra Blanca se dirige al
gobernador de la provincia con referencia al artículo octavo del
Bando en que se prohíbe el uso de caronas de potro y de la bota de
potro. (12)
“Heredera funcional” de la bota de potro fue la alpargata que
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1. Autor citado. Pringles. Retazos de vida y tiempo. pág. 40. Buenos Aires, 1947. En
San Luis se usó la mantilla “madrileña” en forma triangular.
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GLOSARIO
A
ALZADA: Altura del animal medida desde la cruz al vaso. El ins-
trumento con que se mide se llama “cartabón”.
AÑIL: Planta tintórea que proporciona el color azul.
APERITO CANTOR: Aperito pobre, de prendas ordinarias y viejas.
ARROBA: Medida de peso. Equivalía a 25 libras, u 11 kilos y 505
gramos. También se entendía por arroba los 10 kilos.
ASTIALES: Las paredes laterales del pique.
B
BAGUAL SOBÓN: Caballo perezoso, que necesita de estímulos
constantes.
BASTIACA: Un tipo de asado con cuero donde se utiliza preferen-
temente la cabeza y el pecho del novillo. Se hacen una zanja ancha
y profunda que lleva en el piso una gruesa capa de arena. Requiere
de 6 a 9 horas de cocción.
BATARAZA: Plumaje del gallo donde alternan los colores claros y
los grises.
BAYETA: Tela de lana, de trama floja, poco densa.
BOCA DE SEDA: De muy buena rienda; que obedece a la más leve
insinuación del jinete.
BOCHA: Porción de mineral de forma redondeada y de una sola
pieza.
BRIBÓN: Pícaro; de mala conducta.
BAYETÓN INGLÉS: Tela de lana con mucho pelo que se traía de
Inglaterra.
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C
CALDILLO DE HUEVOS: Especie de sopa que se hace con aceite,
condimento, agua y huevos enteros o revueltos.
CALZAR: Colocar soportes de maderas para evitar que la veta se
derrumbe.
CABEZADA: Pieza de cuero o suela que sujeta el freno y ciñe la
cabeza y frente del caballo.
CASIMIR: Tela muy fina, negra por lo general, fabricada con lana
merina y en punto de tafetán. Existen casimires de lana y seda, y
de lana y algodón.
CARAVANAS: Pendientes. Aros que cuelgan.
CARBONADA: Plato de la cocina criolla que se prepara con tro-
citos de carne, zapallo, papa, batata, cebolla, arroz, orégano y sal.
CASQUILLOS DE PLATA: Pasadores de ese metal con que se
adorna riendas, cabezadas, accioneras, pretal, etc.
CATEAR: Exploración en busca de minerales.
CIMBRÓN: Tirón
CINCHA: Pieza del apero formado por la encimera, los correones
y la cincha propiamente dicha que ciñe la panza del caballo y que
se construye con tientos, piolín, lonilla, cuero o suela.
COMPONER: Arreglar el apero cuando se ha aflojado la cincha o
el animal ha echado al cogote o a las verijas.
CORRIDA: Veta que habiendo desaparecido en un sitio aparece
en otro.
CRIADERO: Depósito subterráneo de sustancias minerales. Se-
gún la Dra. Berta Elena Vidal de Battini fue voz corriente en los
siglos de la conquista y la colonización y expresaba una creencia
muy de la época sobre la fertilidad de la tierra para producir meta-
les como oro, plata, hierro y otros minerales.
CUARENTÍN: Maíz fino para tostar; blanco o amarillo. Produce
abundantes flores. También es lindo para mazamorra. Se llama
cuarentín porque a los 40 días ya está perfectamente granado.
CH
CHAFALONÍA: Pedazos de plata u objetos de plata en desuso que
se funden para realizar una obra nueva.
CHIPACO: Cemita. Pan de harina gruesa y morena.
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D
DE MUCHOS POSIBLES: Persona pudiente económicamente.
DESPENARLO: Degollar al animal moribundo para que deje de
sufrir.
DESPINTAR: Partir la piedra o el cuarzo con la maza para sacarle
“la pinta” de mineral que contenga.
E
ENSARTADOR: Varilla de hierro en el que se ensarta la carne, el
cuarto de carne o el cordero entero, para asarlo a la llama.
ESTRIBOS: Pieza donde el jinete apoya los pies. Hay estribos de
botón, de pichico, campana, brasero, trompa de chancho, de arco,
etc.
F
FIADOR: Pieza de cuero que rodea el cogote del caballo. Pasa por
detrás de las orejas y termina en la garganta. En las carreras cua-
dreras el caballo debía sacar de ventaja la cabeza hasta el fiador
para tenerlo por ganador. El juez de cancha indicaba la ventaja do-
blando la oreja del animal hacia atrás.
FOGONERO: El encargado de encender y vigilar el fuego y calen-
tar las marcas en la yerra. El fuego más eficaz es el que se hace con
retaca de vaca. La marca debe estar totalmente tapada con retaca
para que caliente bien.
FLEQUILLO: Mechón de cerda no muy largo que se deja sobre la
frente del caballo cuando se lo tusa.
FLETE: Caballo de buen andar. La expresión “flete” tuvo origen en
375
Colección Obras Completas
G
GIRO: Gallo que tiene plumas amarillentas en la golilla, las alas y
los caireles.
GUÍA: Tubo delgado de mineral que se extiende a lo largo de la
veta.
I
IMAGEN DE BULTO: Santo de cerámica, yeso, madera, bronce,
etc. Se dice “santo de bulto” por oposición a santo de estampa.
L
LIBRA: Antigua medida de peso. En Castilla equivalía a 460 gra-
mos.
LIQUIDAR: La última operación en el proceso de depuración del
mineral. Se hace con la ayuda de la maritata o de una palangana
sobre la corriente del río.
LLAMPO: Del quichua llampu. Blando, esponjoso, laxo, flojo.
Montículos de arena finísima que a veces contienen pequeñas
partículas de oro, wolfram, schelita; que se forman en las curvas
de los ríos.
LONGANIZAS: Comida que se prepara en el intestino grueso de
la vaca, con sangre amasada, sebo, zapallo, harina y condimentos.
M
MANEAR: Atar con la manea las manos del caballo, o con un lazo
las cuatro patas del animal vacuno, yeguarizo, lanar, caprino o
mular.
MANGA: Calle de forma irregular que comunica el campo con el corral
y que al llegar a este se enangosta para facilitar la entrada a los animales.
MAL ARRIENDADO: Mal adiestrado para obedecer a la rienda.
376
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
N
NAVETA: Caja metálica donde se guarda el incienso.
NOQUE: Especie de balde de cuero que se utiliza para sacar agua
tirándolo con una soga atada a la cincha de un caballo o mula.
O
OJO DE AGUA: Manantial.
OREJEO: Tirar suavemente la primera carta del naipe tomándola
del ángulo superior derecho, hasta descubrir “la pinta” y el núme-
ro de la carta siguiente.
P
PANTALONES DE CORDONCILLO HECHIZO: Cordoncillo: tela
con listas angostas y abultadas en forma de tejido. Se llama tam-
bién cordoncillo al picote. Hechizo: de fabricación casera.
PÁRVULO: Criatura de corta edad.
PAÑUELO DE ESPUMILLA: Espumilla: tejido muy delicado.
PELAR LAS RANILLAS: Ranillas: manojo de pelos que cubre la
cara posterior del nudo de la mano del caballo.
PELERO: Abajera. Caronilla rústica que va en contacto con el pelo
del caballo.
PELUDOS: Pantanos en el camino, donde se enterraban los carros
y carretas.
377
Colección Obras Completas
R
RALEAR LA COLA: Entresacarle cerdas para que no sea tan volu-
minosa, de tal modo que el caballo pueda manejarla con facilidad
para espantar las alimañas: moscas, mosquitos, tábanos. Al propio
tiempo el raleo contribuye a la buena presencia del animal.
REAL: Lugar de reunión de las tropas de carretas o de los campea-
dores en las vaquerías, rodeos, etc.
378
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
S
SACAR LAS UÑAS: Mostrar la habilidad.
SARGA: Tela tejida con líneas diagonales.
SE ABATANA: Se apelmaza.
SOBREPUESTO: Prenda del apero que se coloca sobre el cojinillo,
generalmente de cuero sobado de carpincho.
SOPAIPILLA: Torta frita en grasa que no se ofla sino que se toman
porciones de masa y se va armando una tortita con presión de los
dedos. Se hacen en forma redonda y rectangular con un agujerito
en el medio para evitar que se inflen al freírlas.
SORTIJA: Anillo.
SAYA: Especie de túnica.
T
TAFETÁN: Del persa “tafta”. Tejido. Tela de seda fina y muy tupida.
TIRAR: Tirar de la boca. “Operación que realiza el domador des-
pués del primer galope del potro con el objeto de que comience a
sentir la presión del bocado y vaya ablandando la boca para obe-
decer más tarde a la rienda...” (Tito Saubidet)
TOCADO: Prenda que las mujeres usaban para cubrir la cabeza.
También se llamó así al peinado de las damas.
TOQUE DE CAJA: Llamado convocando a la novena. Para ello se
dan tres toques de caja.
379
Colección Obras Completas
V
VARA: Medida de longitud equivalente a 835 milímetros y 9 dé-
cimas. Los pulperos que tenían vara corta eran multados y se los
obligaba a reformar la vara.
VELAS-PAJARITO-MARTILLO-MAZO: Figuras del tuse que se lo-
gran dejando mechones de cerda con formas determinadas, que
sobresalen de la línea del corte.
VIROLAS: Casquillos.
Y
YERRA: Trabajo de marcar los animales aplicándoles la marca
de hierro caliente. Antiguamente las yerras se hacían en forma de
mingas, prestándose los vecinos su mutua ayuda sin percepción
monetaria.
Z
ZANCO: Comida que se prepara con harina, grasa, sal y agua.
ZAPATOS DE BECERRO: Zapatos de cuero de ternero.
ZARAZA: Tela gruesa y tosca de color canela o tabaco.
ZARCILLOS DE ORO: Aros de oro.
ZARZO: Artefacto casero de forma rectangular construido gene-
ralmente de caña para secar higos, quesos, pelones, descarozados,
etc. El destinado a secar higos se le llama también “pasera”.
380
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
ÍNDICE TOMO II
FOLKLORE SANLUISEÑO
19 Prólogo por Augusto Raúl Cortazar
23 El Saber del Rastreador
26 Rastreadores Puntanos
34 El saber del Rastreador como hecho Folklórico
42 La Taba y el Código Civil
57 Postas y Diligencias en la jurisdicción de San Luis
77 El Rodeo
83 Charlatanes y Adivinos ante el Código Penal
109 Las Mingas
115 Carreras Cuadreras
133 El Mate
153 El Arriero
171 Paremiología Sanluiseña
177 Glosario
187 Personas Citadas
FOLKLORE PUNTANO
381
Colección Obras Completas
FOLKLORE NARRATIVO
231 Leyendas etiológicas, históricas, míticas, religiosas
238 El cuento: Maravillosos, religiosos, animísticos, encadena
dos
242 Los narradores
USOS Y COSTUMBRES
249 Las novenas: Juegos y diversiones
255 El casamiento: Creencias y supersticiones
256 La ceremonia
259 La pequeña dote
260 El baile de San Vicente
263 Las Mingas
265 LA TOPONIMIA: Mapuche, huarpe, quichua, cacán,
comechingona castellana
MÚSICA Y DANZA
271 La tonada
272 El estilo, La vidalita. El gato
274 La cueca
275 La ranchera
276 El vals
277 La polca, La jota
281 Músicos y cantores populares
287 La caja
382
Jesús Liberato Tobares / Tomo II
MEDICINA POPULAR
293 Etiologías supersticiosas, naturales
LOS JUEGOS
299 El truco
304 La taba
306 Riña de gallos
310 El tejo
311 Los trompos
Las bolitas
312 La tapadita.
313 La cuarta
El barrilete
314 Otros juegos
FOLKLORE MATERIAL
317 La vivienda rural en San Luis
FOLKLORE LABORAL
323 Pircadores
324 Cercadores
325 Alambradores.
326 Poceros
327 Queseadoras
329 Ladrilleros
331 Mineros y pirquineros
332 Domadores
333 Tusadores
Medios de transporte
335 Las carretas
338 Las diligencias
340 Los carros
341 Las carretillas
383
Colección Obras Completas
Las artesanías
353 Comidas y bebidas regionales
361 La vestimenta
373 Glosario
384
Este libro se terminó de imprimir
en el mes de noviembre de 2018
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