059 Viscardo y Guzman
059 Viscardo y Guzman
059 Viscardo y Guzman
Entre octubre de 1767 y julio de 1769, unos quinientos miembros de la orden jesuita, establecida en el
Virreinato del Perú desde 1567, fueron forzados a embarcarse en el Callao rumbo a Cádiz. Se cumplía
así la orden de expulsión de la Compañía de Jesús dictada por el rey Carlos III, en sintonía con las
coronas de Portugal y Francia y ante el poderío alcanzado por los jesuitas en su labor evangelizadora.
Entre los sacerdotes, novicios y coadjutores expulsados figuraba un estudiante llamado Juan Pablo
Viscardo y Guzmán, cuyo fervor patriótico alentaría la Independencia de la América hispana.
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Pero en 1781 las noticias de la rebelión
de Túpac Amaru II llegaron a Europa (algo
tardíamente) y nutrieron en los Viscardo la
voluntad de luchar por una causa más im-
portante y altruista. Por entonces, viviendo
en Toscana, sin duda Juan Pablo seguía de
cerca los avatares políticos e ideológicos de
un mundo que iniciaba su transformación
en los salones de París o en tierras america-
nas. La gesta de José Gabriel Condorcan-
qui le parece una oportunidad ideal para
«sacudir un yugo por todos aborrecido»,
como le escribiera al cónsul británico en
Liorna el 30 de setiembre de 1781, inclu-
yendo en ese «todos» a criollos, mestizos e
indígenas unidos en el deseo de terminar
con el dominio español. Para tal empresa,
Anónimo cuzqueño. Matrimonios de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de
le insiste al cónsul John Udny, la participa- Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola, 1718. (detalle). Museo de Osma, Lima.
ción de tropas británicas venidas de Buenos
Aires sería fundamental y el triunfo de la revolución da- el cual insistía sobre aspectos estratégicos y alternativas
ría «inmensas ventajas» a Inglaterra, principalmente en el para una exitosa campaña militar. Su primera opción
plano comercial. Y Viscardo concluye con una solicitud para el inicio de la misma era…Arequipa.
de empleo sólidamente fundamentada: «De cuatro a seis mil hombres de buenas tropas que
«Gracias a las lenguas peruana y francesa que en- desembarcaran en el Puerto de Arantac, sobre la costa
tiendo y hablo medianamente, yo sería un intérprete del Perú, no tendrían que recorrer sino dieciséis a die-
digno de toda confianza y más cómodo para los oficiales ciocho leguas de un camino difícil, por lo arenoso, para
ingleses que generalmente no conocerán o no tendrán llegar a la ciudad de Arequipa, que según se dice habitan
familiaridad con las lenguas castellana y francesa. Mi co- cuarenta mil moradores y que es una de las más flore-
nocimiento de las costumbres, las usanzas, los prejuicios, cientes del Perú {…}. Por un lado, se encuentra a solo
etc. de esos pueblos me hace además recomendable. El ochenta leguas del Cuzco, la ciudad más importante y
pertenecer a una familia distinguida de Arequipa donde cuya posesión, con la de Arequipa, y la de las provincias
tengo bienes considerables y mi larga permanencia en intermedias que se sublevaron en el año 1780, cortaría
Italia me darían alguna influencia sobre el espíritu de en dos el Perú por su centro. Por un lado, ella colinda
mis compatriotas. Como jesuita y como criollo nadie se- con las provincias altas que se extienden a orillas del
ría menos sospechoso que yo al nuevo gobierno ni más gran lago de Chucuito, o Titicaca, hasta la ciudad de La
unido a sus intereses {…} Puedo alabarme de tener cono- Paz etc. {…} por otro lado, no estando muy lejos del mar
cimientos no indiferentes sobre la América meridional, y en condición de cercar Lima, cortándole la comunica-
adquiridos con la lectura de buenos libros y un largo ción con Chile que la aprovisiona de víveres, se pueden
comercio con los jesuitas ilustrados de todas aquellas apreciar las grandes ventajas que se reúnen en Arequi-
provincias {…}». pa». Y termina este párrafo con nuevas consideraciones
sobre sus propios méritos para participar en la empresa:
«Allí mi familia era muy considerada, allí tengo mis bie-
nes y amigos, y me parece que yo podría influir bastan-
te. También tengo conocidos en el Cuzco, donde residí
durante siete años».
Viscardo falleció en 1798 sin haber logrado sus ob-
jetivos históricos ni encontrado satisfacción a sus inte-
reses personales. Cercano al fin de sus días, lo imagino
echando una melancólica mirada a sus escritos antes de
regalárselos al ministro de Estados Unidos en Londres,
Rufus King, para que por lo menos alguien pudiera dar
fe de que no le habían faltado ideas ni ideales en la vida.
Un día llegó un visitante sudamericano a la resi-
dencia de King. Este le mostró los papeles de Viscardo.
Primeras ediciones de la Carta…
La aguzada mirada del prócer venezolano Francisco de
Luego de estas y otras comunicaciones, es probable Miranda captó de inmediato el interés de esos archivos
que los británicos pensaran que acaso algún provecho y se los llevó. Lo había seducido sobre todo un breve ma-
se podría sacar del voluntarioso e inteligente pampacol- nuscrito en francés que resumía, con erudición y poder
quino y lo invitaron a Londres. Pero al cabo de un par persuasivo, los mejores argumentos para la libertad de
de años, las cambiantes circunstancias de la política in- América y sus ciudadanos.
ternacional llevaron a la paz con España, con lo cual los Al poco tiempo (1799) apareció en Londres, en
proyectos de Viscardo perdieron relevancia y tuvo que francés y con pie de imprenta de Filadelfia, la Carta a los
retornar a Italia. En 1791, sin embargo, vuelve a tentar españoles americanos. El resto es Historia.
suerte en Londres, donde presentó un más elaborado
«Proyecto para independizar la América española», en *Narrador y diplomático peruano.
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