Tema 7A - La Restauración
Tema 7A - La Restauración
Tema 7A - La Restauración
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Tras el golpe del general Pavía (3 de enero de 1874) a la I República, el general Serrano
encabezó un gobierno provisional que algunos historiadores han calificado de dictatorial y dedicó
todos sus esfuerzos a poner término a la tercera guerra carlista. Sin embargo, el principal problema
para el gobierno de Serrano estaba en el “partido alfonsino”, liderado por Antonio Cánovas del
Castillo, historiador, conservador, que venía defendiendo la restauración de la monarquía
constitucional en la persona del hijo de Isabel II, Alfonso XII, sobre el que había abdicado en 1870.
Los constantes conflictos militares, políticos y sociales ocurridos a lo largo del Sexenio Democrático
permitieron a Cánovas organizar poco a poco el regreso al trono español de la dinastía borbónica. El
1 de diciembre de 1874, Alfonso firmaba el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), en
el que se comprometía a establecer una monarquía parlamentaria basada en el orden social y la
estabilidad política.
Junto al “partido alfonsino” otros elementos jugaban a favor del cambio. Así, la burguesía
catalana, los círculos ligados al negocio con las colonias, sobre todo con Cuba, y los cuadros
alfonsinos del Ejército apoyaban esta Restauración. Aunque Cánovas pretendía que el regreso de la
monarquía se produjese por cauces legales, el 29 de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez
Campos dirige un pronunciamiento en Sagunto, en el que se nombra rey a Alfonso XII, acto
apoyado por las demás guarniciones del país. De este modo termina la aventura democrática del
sexenio y se inicia la Restauración. Cánovas asumirá plenos poderes (regencia) hasta la llegada del
nuevo monarca en enero de 1875 (recién desembarcado en Barcelona), así como la responsabilidad
de diseñar el nuevo sistema político.
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Alfonso XII, tras un primer matrimonio con su prima Mª de las Mercedes de Orleans, que
falleció a los pocos meses, volvió a casarse, ahora con Mª Cristina de Habsburgo, con la que tuvo
dos hijas, encontrándose encinta en el momento de la muerte del rey en 1885, estableciéndose, por
ello, la regencia de Mª Cristina (1885-1902) como posteriormente veremos.
Los primeros meses que medían entre la formación del primer gobierno de Cánovas y la
aprobación de la Constitución de 1876 constituyeron una etapa clave en la conformación del nuevo
régimen. Cánovas buscaba asentar la monarquía; elaborar una Constitución que permitiera gobernar
a partidos políticos distintos y que acabara, como medio para alcanzar el poder, con los
pronunciamientos y las intervenciones militares.
Supo ver con claridad que la supervivencia del nuevo sistema pasaba por un cambio radical
de la vida política española, para evitar los continuos enfrentamientos, cambios de gobierno y de
Constitución; defendió un conjunto de elementos esenciales como la Monarquía o la defensa del
orden social y territorial, que se combinaban con las tesis más liberales del sexenio para configurar
un liberalismo moderado que se apartaba del autoritarismo.
El nuevo régimen contó con el apoyo del mundo de los negocios y la alta burguesía
peninsular, así como del ejército y la Iglesia. Además, para favorecer el cambio de sistema político,
se decretó una amplia amnistía y se llevó a cabo una política destinada a prestigiar la figura del rey
como pieza clave del mismo. Los dos primeros objetivos del gobierno de Cánovas fueron la
pacificación del país (poniendo fin a la guerra carlista y el conflicto cubano) y la elaboración de un
texto constitucional que vertebrase el nuevo sistema político.
A pesar de no ser partidario del sufragio universal, Cánovas accedió a que las primeras
elecciones del nuevo régimen se realizasen mediante este sistema, respetando la legalidad del
sexenio. Buscaba así la aprobación de los progresistas a la futura Constitución. Las elecciones
tuvieron lugar en enero de 1876. Hubo una gran abstención, pero el gobierno se aseguró el triunfo
con un 81% de los diputados. Los resultados, ostensiblemente manipulados, dieron a los partidos
gobernantes 333 de los 391 escaños totales. Las nuevas Cortes se pusieron rápidamente a trabajar en
la elaboración de la nueva Constitución, que se promulgó el 30 de junio de 1876, y que ofrece un
cierto eclecticismo ya que se inspira en la de 1845, incorporando algunos avances democráticos
procedentes de la Constitución de 1869. Sus rasgos esenciales son:
- La soberanía se encuentra compartida entre el Rey y las Cortes, lo que lleva al monarca a
tener gran protagonismo en el sistema político.
- Se establece un poder legislativo bicameral: Congreso y Senado. El rey estaba facultado
para disolver las cámaras y contaba con derecho a veto.
- El poder ejecutivo residía en el rey y sus ministros, a los que podría nombrar libremente.
- Se establece un Estado confesional, aunque se aprueba también la tolerancia religiosa en el
ámbito privado.
- Se unifican los códigos de leyes y se refuerza el papel de jueces y magistrados.
- Se instaura un Estado centralizado, de forma que ayuntamientos y diputaciones van a
depender del gobierno central.
- El sufragio no queda establecido, quedó sin cerrar (artículo 28), legislándose
posteriormente por decreto y dejando la puerta abierta al cambio sin necesidad de modificar la
Constitución. La ley electoral de 1878 establecerá el sufragio censitario.
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- Se aprobaba una amplia declaración de derechos, aunque su concreción se remitía a leyes
posteriores que, por lo general, tendieron a restringirlos.
Ambos eran partidos de minorías, de notables, que contaban con periódicos, centros y
comités distribuidos por el territorio español. Los apoyos sociales de ambos partidos eran bastante
homogéneos y se nutría básicamente de las élites económicas y de la clase media acomodada, aunque
era mayor el número de terratenientes entre los conservadores y el de profesionales entre los
liberales. Ambos coincidían ideológicamente en lo fundamental: defendían la monarquía, la
Constitución de 1876, la propiedad privada y un Estado liberal unitario y centralista.
• El Partido Conservador, del propio Cánovas, estará integrado por los antiguos moderados y
unionistas y será más proclive al inmovilismo, defendiendo el sufragio censitario, la
restricción de derechos y libertades y el papel de la Iglesia en la sociedad.
• El Partido Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, reunirá a los progresistas y
defenderá la libertad de culto, el sufragio universal y la ampliación de derechos y libertades
de los ciudadanos.
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2.1 El sistema político real: caciquismo y fraude electoral
Entre 1876 y 1881 se sucedieron 3 gobiernos presididos por Cánovas, que van a conseguir
acabar con los conflictos bélicos que venían azotando al país desde antes de la Restauración. En
1876 se producía la derrota de los carlistas (tercera guerra carlista), el exilio del candidato Carlos
VII, y la abolición definitiva del régimen foral vasco del que todavía disfrutaba esta región. Ello
supondrá un paso hacia la unificación administrativa con el resto del país al quedar sujetos al pago
de los impuestos y al servicio militar como se venía aplicando en todo el Estado. En cuanto al
conflicto cubano, gracias al final del conflicto carlista pudieron enviar tropas para acabar con la
insurrección. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón con los rebeldes cubanos, a los que se prometió el
indulto, la incorporación de la oficialidad cubana al ejército español o la ansiada autonomía. El
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incumplimiento de los acuerdos de Zanjón, (debido sobre todo a la negativa de los militares a
compartir cargos con los antiguos rebeldes y a los intereses económicos de la alta burguesía en la
isla). Además de esto, se dio una amnistía general, la libertad a los esclavos que lucharon con los
insurrectos (la esclavitud será abolida en la isla en 1886). Las reformas lentas en su aplicación y al final
no pudo evitarse el siguiente levantamiento, la conocida como Guerra Chiquita en 1879, que tuvo
escasas repercusiones y concluyó en septiembre de 1880.
Debido a lo prolongado de su gobierno, en el país comenzó a hablarse de “la dictadura de
Cánovas”, presentando una ocasión ideal para ensayar el turno de partidos. En 1881 Sagasta formó
su primer gobierno, que actuó de manera continuista, destacando únicamente la Ley de Imprenta de
1883, que favoreció considerablemente la libertad de expresión. En 1883 Cánovas volvía al poder,
consolidando con ello el turnismo, pero la repentina muerte de Alfonso XII en 1885 amenazará la
definitiva consolidación del sistema, al no tener aún descendencia (su segunda esposa estaba
embarazada cuando él falleció), hecho que podía suscitar una nueva rebelión republicana o carlista.
El rey murió de tuberculosis al visitar a unos enfermos en Aranjuez, desoyendo el consejo de
Cánovas de no acudir.
El 17 de mayo de 1886 nacía el hijo póstumo del monarca, que fue coronado de forma
inmediata con el nombre de Alfonso XIII. Para evitar cualquier atisbo de ruptura, los partidos
dinásticos firmaron el Pacto del Pardo, en el que ambos reconocían a María Cristina de Habsburgo
como Regente y se comprometen a continuar con el turno de partidos de forma pacífica. Para ello,
Cánovas cede el poder a los liberales, asegurando así la continuidad del sistema de la Restauración y
de la monarquía borbónica.
Con estos hechos se iniciaba el llamado “gobierno largo” de Sagasta, que se extendió hasta 1890, y
en los que se llevaron a cabo medidas aperturistas acordes a la línea ideológica del partido liberal:
A partir de 1890, año en el que los conservadores vuelven al poder, se producirán una serie de
hechos que poco a poco desgastarán el sistema de la Restauración y el turno de partidos. En
primer lugar, comenzaron a surgir voces disidentes dentro de los partidos dinásticos, como la de
Francisco Silvela dentro del Partido Conservador. Será precisamente Silvela quién asuma el
liderazgo de dicho partido cuando en 1897 Cánovas sea asesinado por un anarquista italiano,
Michele Angiolillo, mientras descansaba en un balneario de Mondragón (Guipuzcoa). El motivo fue
la venganza por las muertes de unos anarquistas detenidos en Barcelona. Con la muerte de Sagasta
(natural, por bronconeumonía) en 1903 el sistema se vio privado de las dos piezas clave del turno, lo
que complicó la alternancia pacífica en el poder.
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“La Mano Negra”, una presunta organización anarquista secreta muy activa en el campo andaluz,
aunque su existencia hoy día sigue sin ser 100% corroborable.
En 1895, el Grito de Baire inicia una nueva insurreción en Cuba, alentada y apoyada por
Estados Unidos, que tras terminar su proceso de expansión hacia el oeste, se interesaba ahora por el
Caribe. De poco sirvieron los intentos de sofocar la rebelión de los generales Martínez Campos y
Valeriano Weyler; al contrario, los violentos métodos de este último provocaron una oleada de
críticas internacionales en contra de España.
El desastre del 98 provocó una grave crisis moral en la sociedad española del momento, que
tomó conciencia de que España ya no era el gran imperio de antaño, si no una pequeña potencia de
segundo orden mundial. Esta situación dio lugar a la aparición del Regeneracionismo, un
movimiento intelectual liderado por Joaquín Costa que criticaba la corrupción y el caciquismo al
tiempo que defendía una modernización social y económica del país. En definitiva busca soluciones
para sacar al país de su atraso con respecto a otros países europeos: denuncian el mal reparto de la
tierra, la falta de estabilidad por las guerras carlistas, el sistema electoral corrupto, la miseria
campesina, el atraso educativo, el analfabetismo, etc. Para difundir estas ideas publicaron varias
revistas entre las que destacamos España Moderna.
Esta crisis moral también quedó reflejada en las obras de los autores de la Generación del 98
(Azorín, Machado, Pío Baroja, Unamuno, Valle-Inclán, etc…), que hablaron con gran preocupación
de España y su atraso. Fue un movimiento literario y cultural que predominó durante las primeras
décadas del siglo XX. Se caracterizan porque incorporan a su obra una reflexión sobre la esencia de
España basada en su tradición histórica, cultural y la raíz de los problemas presentes. La principal
fuente de inspiración es Castilla, a la que consideran el corazón de la identidad hispana. Emplean el
paisaje, monumentos, tipos e historia de la región castellana en sus ensayos, novelas, poemas, obras
de teatro, etc.
Por último, frente al centralismo uniformador promulgado por los partidos dinásticos van a
surgir numerosos movimientos regionalistas y nacionalistas, que reivindican la cultura y
tradiciones autóctonas de los diferentes territorios del país, reclamando la autonomía de los mismos.
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partido político, la Lliga Regionalista de Catalunya, con un programa conservador, a favor de la
autonomía para Cataluña.
CONCLUSIÓN
Con la Restauración se pone punto final al siglo XIX español, que se había inaugurado aún
con las estructuras del Antiguo Régimen vigentes. Durante toda la centuria asistimos a una compleja
lucha por la implantación del liberalismo, que provocó una gran inestabilidad política y
conflictividad social, con gran protagonismo de los militares. El régimen establecido por Cánovas
vino a devolver al país la estabilidad y las garantías constitucionales, aunque las prácticas caciquiles
desvirtuaron en la práctica los derechos democráticos del pueblo. Con la muerte de los dos
principales actores de la obra entre 1897 y 1903 y la entrada en escena del Regeneracionismo, el
sistema canovista irá perdiendo fuerza y apoyos, especialmente entre las clases populares, hastiadas
del poder caciquil y el fraude electoral. Los políticos de comienzos del siglo XX como Antonio
Maura o José Canalejas no conseguirán corregir el rumbo de la nave española, que acabará
encallando en 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera, que supuso la suspensión de la
Constitución y el establecimiento de una dictadura personal.