ALEEP03b Clase 1
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Introducción
La lectura y la escritura son prácticas esenciales en la construcción y en la circulación del
conocimiento social en diferentes ámbitos. Por eso, los textos ocupan un lugar central en la
enseñanza de las ciencias sociales y la lectura tiene un lugar destacado en las propuestas del área,
así como también la escritura: en las clases de sociales se lee y se escribe. Pero “hay distintas
formas de leer y no todas sirven para aprender” (Aisenberg, 2018). Lo mismo sucede con la
escritura.
En este módulo vamos a caracterizar prácticas escolares de lectura, de escritura y de trabajo con
fuentes que promueven la construcción de conocimiento social. Analizaremos los avances de las y
los estudiantes en la apropiación de los contenidos escolares en el marco de dichas prácticas y
también sus dificultades, poniéndolos en relación con las condiciones de enseñanza. En síntesis,
vamos a adentrarnos en las estrechas relaciones que existen entre lectura, escritura y producción
de conocimiento social en la escuela; problematizaremos también algunas costumbres didácticas
que obstaculizan dichas relaciones.
Las ideas y materiales de análisis que compartiremos son producto de un trabajo colaborativo entre
investigadoras/es y docentes. En el marco de estas investigaciones estudiamos las relaciones entre
enseñanza y aprendizaje en las clases de Historia, haciendo foco en la lectura, la escritura y el
trabajo con fuentes. Nos centraremos, entonces, en las especificidades de la construcción de
conocimiento histórico en dichas prácticas, aunque muchas de las consideraciones pueden resultar
válidas para las ciencias sociales escolares en su conjunto.
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Los contenidos del módulo se basan en las contribuciones de la línea de
investigaciones didácticas co-dirigidas por Delia Lerner y Beatriz Aisenberg en la
Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de
Investigaciones en Ciencias de la Educación. Estas investigaciones se iniciaron en
el año 2000 y continúan en la actualidad.
En la tradición de las ciencias sociales como disciplina escolar, una de las actividades más instaladas
para comunicar los contenidos a enseñar es la lectura de textos, sobre todo de manual. Si bien se
registran algunos cambios —en los propios libros de texto y en la incorporación de otras fuentes
que permiten presentar un abordaje más complejo de la realidad social—, las prácticas de lectura
no han variado significativamente. Siguen siendo muy habituales las propuestas que fomentan un
trabajo de las y los estudiantes centrado en la identificación y la reproducción de información.
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presenta— es el resultado necesario de la comprensión de cada una de sus partes, de la sumatoria
de micro respuestas a micro preguntas (Audigier, 1992; citado en Aisenberg, 2005).
Los cuestionarios que —desde la óptica de la enseñanza— pretenden ser una herramienta para
facilitar la comprensión suelen promover, sin embargo, una modalidad de lectura que no la
favorece, porque las preguntas puntuales funcionan como consignas de descomposición.
Este tipo de tarea colabora con que las y los estudiantes asuman un propósito lector que se limita a
identificar y reproducir fragmentos del texto para responder a cada una de las preguntas: la
propuesta de leer y responder se traduce —para las y los alumnos— en leer para responder. Y para
ello puede ser suficiente una lectura superficial, un “barrido del texto” en búsqueda de respuestas
que no contribuye al aprendizaje (Aisenberg, 2005 y 2010).
Estas prácticas escolares se vinculan con una concepción de la lectura como una habilidad general
que se aprende en los primeros años de la escolaridad y se aplica luego a distintos campos de
conocimiento. Particularmente en el segundo ciclo, la lectura en Sociales es pensada como una
tarea sencilla que consiste en localizar información relevante para extraer el sentido del texto, un
sentido unívoco —idéntico para todos los lectores—, porque está en el escrito. En esta concepción,
el proceso de lectura es independiente de la temática desarrollada por su autor/a: no se conciben
dificultades específicas asociadas con su complejidad ni se propone leer con un propósito vinculado
con el tema o con la perspectiva de quien escribe. Como las y los estudiantes “ya saben” leer (y
escribir), las prácticas de lectura (y escritura) suelen realizarse de manera individual, en parejas o en
dinámicas que no prevén —en principio— la participación docente. Se busca así fomentar la
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autonomía de las y los estudiantes en el área (Aisenberg, 2018). Las dificultades que puedan
presentarse se atribuyen a un déficit del/la alumno/a, a su escaso dominio de la habilidad general, a
su falta de atención o de interés…
A las prácticas de escritura subyace, por otra parte, la idea de transcripción. En el marco de estas
propuestas, la escritura es “un medio para reproducir pasivamente o para resumir —pero sin
reinterpretar— el pensamiento de otros” (Lerner, 2001). En las consignas es frecuente que se
indique a las y los estudiantes que “escriban con sus propias palabras”. Lo entendemos como un
intento de garantizar una actividad genuina, productiva, por parte de las y los estudiantes. Pero esta
estrategia no evita la reproducción. Conduce, más bien, a que las alumnas y alumnos dediquen sus
esfuerzos cognitivos a reemplazar, a veces término a término, las palabras del/a autor/a del texto en
lugar de asumirse ellas/os mismas/os como autoras/es de ideas sobre el tema que están
estudiando, posición indispensable para construir conocimiento en situaciones de escritura.
Estas prácticas escolares de lectura y escritura son consistentes con una concepción objetivista de
las ciencias sociales vinculada con un paradigma epistemológico positivista. Desde esta perspectiva,
la historia es entendida como una reproducción objetiva y neutra del pasado. Es “lo que pasó”
independientemente de quienes producen conocimiento histórico porque los marcos
metodológicos de las y los historiadores garantizan la objetividad y la neutralidad.
En este marco, señala Aisenberg (2016), los contenidos a enseñar se abordan como si fueran cosas
que se van traspasando desde los documentos históricos a los libros, a los textos escolares, a la
escuela. Los contenidos son pensados como hechos, informaciones, datos que podrían (y deberían)
pasar sin modificaciones a las mentes de las y los estudiantes, porque el conocimiento histórico es
objetivo y, por lo tanto, es el mismo para todas las personas, sean historiadoras/es, autores de los
textos, docentes o alumnos/as.
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En síntesis, las prácticas de lectura y escritura propias de la enseñanza usual de las ciencias sociales
son consistentes con:
Para eso, sostiene la autora, resulta imprescindible considerar tanto el trabajo intelectual que
despliegan las y los estudiantes como las características de las prácticas áulicas en las que
participan. Veamos por qué.
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Una de las perspectivas que tomamos como referencia en el abordaje del aprendizaje escolar de las
Ciencias Sociales es el constructivismo situado, una extensión crítica de la Psicología Genética
elaborada por José Antonio Castorina (2010) para dar cuenta de la especificidad de la construcción
de conocimiento social. Castorina incorpora a las representaciones sociales y a las prácticas sociales
como aspectos constitutivos de dicha construcción —aspectos no contemplados en la teoría
piagetiana original, basada en la indagación de los procesos constructivos en otros campos de
conocimiento—.
Las prácticas que realizamos en el aula pueden —o no— habilitar y potenciar la construcción de
conocimiento, que a su vez dependerá de las acciones cognitivas que despliega cada estudiante. Lo
que cada quien aprende depende del propio trabajo intelectual, así como de las interacciones con
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las compañeras, compañeros y docentes a propósito de los contenidos que se están enseñando y
aprendiendo en el marco de las prácticas escolares en las que están participando. Por eso, distintas
prácticas (incluso vinculadas con un mismo material, por ejemplo, un mismo texto) pueden
promover aprendizajes muy diferentes.
En investigaciones colaborativas con docentes —dirigidas por Delia Lerner y Beatriz Aisenberg en la
Universidad de Buenos Aires— hemos contribuido a caracterizar y conceptualizar prácticas
escolares de lectura, de escritura y de trabajo con fuentes que promueven la construcción de
conocimiento social e histórico. Asimismo, estudiamos y explicitamos condiciones didácticas que
hacen posible que las chicas y los chicos se involucren en la reconstrucción de contenidos históricos
y efectivamente aprendan al participar en estas prácticas.
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situaciones didácticas desarrolladas y de las producciones escritas de lxs alumnxs.
Por último, a partir de los análisis anteriores, elaboramos conceptualizaciones e
hipótesis sobre características y condiciones de las situaciones didácticas que
pueden contribuir a promover el aprendizaje de los alumnos. Todo el proceso de
investigación se desarrolla en el marco del trabajo colaborativo entre docentes e
investigadores, incluyendo la producción de publicaciones [...]”. (Aisenberg, Lerner
et. al., 2020).
Las y los invitamos a mirar un breve video en el que Delia Lerner y Beatriz
Aisenberg presentan esta línea de investigaciones.
Como ya anunciamos, este módulo se basa —principalmente— en los aportes de esta línea de
investigaciones didácticas para problematizar y conceptualizar las interrelaciones entre la
construcción de conocimiento social e histórico y las prácticas escolares de lectura, escritura y
trabajo con fuentes. Iniciamos con un desarrollo centrado en las prácticas de lectura compartida
(clase 1), que tendrá continuidad en la clase siguiente (clase 2). Luego abordaremos la producción
de conocimiento social en prácticas de escritura (clase 3). Finalmente, haremos foco en la relevancia
del abordaje de la autoría en prácticas de lectura, de trabajo con fuentes primarias y de producción
escrita (clase 4).
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Aprender historia en prácticas de lectura compartida
Para iniciar este apartado recuperamos una de las primeras ideas que compartimos: la lectura es
una práctica inherente a la construcción de conocimiento social.
Para que leer y aprender historia “se fusionen” es esencial lograr que las chicas y los chicos se
involucren con el tema, que se representen vívidamente la situación histórica desplegada en el/los
texto/s, que puedan expresar sus propias interpretaciones y debatirlas con sus compañeros en un
intercambio sostenido guiado por la/el docente. El trabajo se orienta a la construcción compartida
de representaciones acerca de las situaciones o problemáticas históricas presentadas en el o los
textos.
Para desplegar estas ideas vamos a trabajar con uno de los casos que estudiamos: la realización en
aula de un proyecto de enseñanza sobre diferentes explicaciones de la catástrofe demográfica
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producida en la población originaria de América a partir de la conquista. En este proyecto buscamos
aproximarnos a los modos en que las y los estudiantes reconstruyen un entramado explicativo
complejo sobre el proceso histórico en estudio. Asimismo, nos propusimos indagar cómo las
alumnas y los alumnos interpretan la coexistencia de diferentes explicaciones sobre un mismo
tema.
La conquista de América es un tema que sigue generando debates, tanto en el ámbito académico
como en la sociedad en general, por lo que resulta una problemática particularmente potente para
indagar sobre la enseñanza y el aprendizaje de distintas perspectivas acerca de un mismo proceso
histórico. La construcción de explicaciones, por otra parte, es un aspecto esencial de la producción
de conocimiento histórico. También lo es desde el punto de vista de los propósitos educativos: en el
segundo ciclo de la escuela primaria buscamos ofrecer oportunidades para que las chicas y los
chicos construyan una mirada explicativa sobre la realidad social pasada y presente.
Una primera dimensión de los contenidos remite al proceso histórico propiamente dicho: la
catástrofe demográfica producida durante el primer siglo de dominio español en América —que se
comprende a partir de un complejo entramado de factores políticos, económicos, sociales,
personales, biológicos—. Una segunda dimensión refiere a las características del conocimiento
histórico y los modos en que se produce, en este caso, la existencia de diferentes explicaciones.
Consideramos que estudiar y contrastar en el aula explicaciones diferentes sobre una misma
problemática es una forma de acercar a las y los estudiantes a la concepción de la historia como
reconstrucción del pasado —que contrasta con la idea de que la historia es “lo que pasó”—.
A continuación, presentamos un relato analítico de una de las realizaciones en aula de este proyecto
que se desarrolló en un 7° grado de una escuela de la Ciudad de Buenos Aires, en el año 2007. El
maestro es Gonzalo Vázquez.
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Este proyecto de enseñanza fue estudiado en otros tres casos, es decir, hicimos cuatro
realizaciones en aula: tres en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires (dos en 6° grado y
una en 7°) y una en escuela del Área Metropolitana de Buenos Aires (9° año).
El relato y análisis del caso que presentamos en esta clase es en parte reelaboración y
en parte síntesis o cita de las siguientes producciones del equipo:
- Aisenberg, B.; Lerner, D.; Bavaresco, P.; Benchimol, K.; Larramendy, A. y Olguín,
A. (2009).
En esta realización en aula se trabajó en profundidad con dos textos que presentan un abordaje
explicativo —con perspectivas diferentes— de la catástrofe demográfica: “Los vencidos”, de Lucas
Luchilo, y “La propagación de las enfermedades”, elaborado por nuestro equipo. La propuesta
incluyó, además, otros textos a los que iremos haciendo referencia en el curso del relato en la
próxima clase.
Luego de instalar en el aula el estudio de la catástrofe demográfica como un tema polémico sobre el
que se continuará pensando a lo largo de varias clases, el maestro invita a la lectura de Los vencidos,
de Lucas Luchilo (2002). Es un texto publicado en La Argentina antes de la Argentina, un libro de su
autoría de la colección Los caminos de la Historia, dirigida a un público juvenil.
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Veamos de qué trata…
Los vencidos
“La invasión europea tuvo un impacto terrible en los pueblos que habitaban en el
territorio americano. La manifestación más visible de ese impacto fue la muerte de
millones de aborígenes en los años que siguieron a la llegada de los conquistadores.
Según las estimaciones más cautelosas, la población de México central –que en el
momento de la llegada de Cortés era de 12 millones de habitantes– alcanzaba cien
años más tarde, apenas a 750.000 personas. En la isla de Cuba había, como mínimo,
100.000 habitantes en 1492; en 1570 quedaban solamente cientos.
¿Cuáles fueron las razones de esta catástrofe sin paralelo en otros procesos de la
historia moderna de la población? Las matanzas de los conquistadores explican solo
una pequeña parte de la caída de la población indígena. Otros desencadenantes
fueron los trabajos forzados en las minas y en las plantaciones, la esclavización de
miles de aborígenes –trasladados desde sus tierras para trabajar en zonas muy
alejadas–, las requisas de alimentos que hicieron los españoles, que privaron de
sustento a las familias nativas.
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Luchilo, L. (2002). La Argentina antes de la Argentina. Los caminos de la Historia. CABA: Ediciones Altea.
Luchilo introduce el tema caracterizando como terrible al impacto de la invasión europea sobre los
pueblos que habitaban el territorio americano y presenta cifras elocuentes que dan cuenta de la
brutal caída demográfica en dos regiones. El uso del concepto de invasión y el modo en que califica
sus efectos —impacto terrible— constituyen indicios claros del posicionamiento del autor, del modo
en que reconstruye la problemática que presenta. Asimismo, la referencia a las estimaciones más
cautelosas es un indicador de la diversidad de reconstrucciones sobre la dimensión de la caída
demográfica.
En los párrafos siguientes el autor despliega su explicación a la pregunta que plantea dando nuevos
indicios de su posición: “¿Cuáles fueron las razones de esta catástrofe sin paralelo en otros procesos
de la historia moderna de la población?”. En respuesta, Luchilo menciona distintos “factores”,
“desencadenantes” y “causas”, a los que otorga distinto grado de relevancia para comprender la
magnitud de la reducción poblacional.
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enfermedades como “la causa más importante” de la brusca caída demográfica, Luchilo no
establece relaciones entre estas y el resto de los factores. En este sentido, es admisible una
interpretación del factor enfermedades como una cuestión puramente biológica, sin considerar su
vínculo con el resto de los factores enumerados (Aisenberg, Lerner et. al., 2009).
Como podemos ver, el autor desarrolla el tema desde una perspectiva explicativa que, más allá de
las limitaciones señaladas, es poco usual en los libros de texto destinados a la escuela primaria. Lo
hace, además, dejando marcas explícitas de su posicionamiento frente al tema. Lejos de las
pretensiones de objetividad y neutralidad de la concepción objetivista, el texto da cuenta de otro
enfoque epistemológico: la historia como reconstrucción del pasado desde posiciones específicas.
La pregunta de Luchilo, además, lejos de anclar la historia en el pasado, da cuenta de la relación
pasado-presente que es constitutiva del conocimiento histórico: se trata de una reconstrucción del
pasado desde los problemas que se plantean los historiadores en el presente en función del
conocimiento disponible, de sus intereses y de sus perspectivas en tanto sujetos sociales.
Por estas razones elegimos este texto para el trabajo en el aula. Veamos ahora las reconstrucciones
que realizan las y los alumnos en el marco de las prácticas de lectura propuestas por el docente.
En el aula…
Como mencionamos anteriormente, al inicio de la primera clase el docente presenta el tema de
enseñanza e instala la preocupación de pensar juntas/os acerca del derrumbe demográfico
producido a partir de la conquista. Luego propone a las y los estudiantes leer el texto de Luchilo
para “ver cómo se explica esta gran disminución de la población”. Así, el maestro otorga a la lectura
un propósito relevante: invita a leer para comprender una problemática que había resultado
inquietante para el grupo a partir del planteo inicial. La propuesta es leer de manera individual para
luego intercambiar en grupo.
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pudieron leerlo […], ¿cómo se explica la disminución de la población en América? [...] ¿Qué fueron
entendiendo?, ¿qué podrían comentar?”.
Mateo: Y que ese fue uno de los principales motivos por los que murieron tantas
personas.
Lucía: […] algunos directamente se suicidaban, otros estaban muy forzados para
trabajar en las minas y en algunas plantaciones; también hubo mucha gente que
dejó de tener hijos y… bueno, aparte de que hubo matanzas, ¿no?, y la
esclavización de muchos aborígenes. […] No sé, por ahí estaban tan esclavizados
que ya… bueno, los trabajos forzados y la esclavización fueron como más causas
para que después se suicidaran o que algunos directamente, por trabajar en las
minas, se fueron…
Lucía: Claro.
Lucía: No, yo pienso que por eso se suicidaban. Acá dice (relee en voz alta para
corroborar que el texto no lo dice).
Marco y Mateo inician el intercambio haciendo referencia a las enfermedades. Como el autor,
Mateo jerarquiza el peso de este factor para explicar la caída demográfica, aunque con un pequeño
matiz, dice: “fue uno de los principales motivos”, lo que da cuenta de que además está
considerando la existencia de otros factores. Marco, por su parte, hace referencia a que “acá no
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estábamos preparados”. Usa la primera persona del plural para referirse a los indígenas, es decir, se
identifica con estos sujetos históricos, una posición usualmente asumida por muchas/os alumnas/os
en el tratamiento escolar de la conquista. Como en otras experiencias de aula en las que se trabajó
este tema, las enfermedades son un aspecto que aparece tempranamente en los comentarios: se
trata de una cuestión novedosa que impacta a las y los estudiantes.
Lucía se suma señalando que “además hubo otras causas” y, tras la invitación del docente a ampliar
su comentario, va refiriendo a otros factores que se mencionan en el texto y elaborando relaciones
a medida que despliega sus ideas: sostiene que los suicidios podrían haberse debido a la
esclavización y al trabajo forzado en las minas y en las plantaciones. Las expresiones “no sé, por
ahí…” son marcas de un pensamiento en proceso, en cuya elaboración Lucía está visiblemente
involucrada. Sebastián se suma y completa la idea de su compañera a partir de sus representaciones
sobre el trabajo en las minas: “les falta el aire y se mueren”. La construcción de interpretaciones se
hace colectiva.
La pregunta del docente, hacia el final del intercambio, remite a un tipo de intervención
fundamental para centrar la construcción de significado en la interacción sostenida con el texto y
para acompañar a las y los estudiantes en el control de sus interpretaciones e inferencias (tanto
para validarlas como para realizar ajustes a partir de la relectura). Es un aspecto central de las
prácticas de lectura al servicio de la construcción de conocimiento. En este caso, Lucía tiene en claro
que sus expresiones responden a una idea propia (“yo pienso que por eso se suicidaban”) y relee
para los demás el fragmento del texto que muestra que su comentario responde a una inferencia
personal.
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sobre la centralidad de las matanzas como causa de la muerte de los indígenas, vinculada con la
superioridad atribuida a los invasores y a sus armas.
Sin embargo, en la explicación de Luchilo, las matanzas tienen un lugar secundario. Veamos qué
interpretaciones construyen las y los estudiantes:
Maestro: A ver, con respecto a esto que están hablando de lo que serían las
matanzas de los españoles, que fueron a matar a los indígenas: ¿qué dice el texto
con respecto a eso? Fíjense.
Julia: Que “solo una pequeña parte” … acá dice “de la caída de la población”.
Maestro (lee): Dice “Las matanzas de los conquistadores explican solo una pequeña
parte de la caída de la población indígena”, ¿no?
NOTA: usamos letra cursiva en los registros de clase para indicar la lectura o cita de fragmentos del
texto.
Lola: Pero indirectamente todas las otras matanzas también se deben a eso: las
enfermedades […] No los mataban directamente, pero…
Irina: Sí, es como que no los mataban directamente pero igual, obligándolos a
trabajar tanto, de alguna manera los estaban matando.
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Alumno/a: Los hacían trabajar y aparte a ellos les convenía.
Marco: Se suicidaban.
Marisol: Hay un cuento que dice... está relacionado: […] estaban los españoles y
los indígenas, aborígenes, se iban a matar porque decían que iban a pasar a la
otra vida mejor que acá, que acá los iban a matar y que en la otra vida iba a ser al
revés.
Al comienzo de este fragmento, Lola e Irina reconstruyen el sentido de las matanzas desde una
perspectiva personal que marca distancia con las ideas del autor: consideran a los otros factores
vinculados con la caída de la población como matanzas “indirectas” (“indirectamente todas las otras
matanzas”, dice Lola; “no los mataban directamente pero…”, agrega Irina). La resignificación de esta
idea es consistente con un problema central planteado por las y los estudiantes sobre el que
volveremos más adelante: la intencionalidad y responsabilidad de los españoles en la catástrofe
demográfica.
En el fragmento de registro anterior podemos ver cómo las y los alumnos reconstruyen la situación
histórica en su interacción con el texto, con los compañeros y con el docente en función de sus
marcos de referencia, de sus conocimientos e ideas. Se involucran personalmente en la
representación de la situación, la piensan desde la perspectiva de los distintos actores sociales —de
sus intereses y motivaciones— para comprender el porqué de sus acciones y, en el caso de los
pueblos originarios, también identificarse con los efectos de un contexto tan adverso e injusto. Son
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reiteradas las referencias al sufrimiento por parte de las chicas y los chicos, en este y en otros
momentos de la clase.
El intercambio abierto y basado en sucesivas relecturas permite repensar los planteos del autor,
apropiarse de sus ideas con algunos matices y avanzar en la construcción de relaciones entre
algunas de las causas mencionadas en el texto; particularmente, entre las condiciones de trabajo y
los factores psicológicos expresados en la tristeza y en el suicidio. El sostenimiento de la discusión
promueve que más estudiantes intervengan en la reconstrucción de la situación histórica y de la
explicación propuesta por el autor que, como vimos, comienzan a problematizar. Las y los alumnos
se preguntan sobre la intencionalidad y responsabilidad de los españoles en relación con los
diversos factores que explican la caída demográfica, en particular, con la propagación de las
enfermedades. Sobre esta cuestión, que genera discusiones a lo largo de varias clases,
profundizaremos a continuación.
Lucía: En verdad, algunas fueron como a propósito y otras como que no. Por
ejemplo: las enfermedades…
Lucía: Pero no era que las traían… que se enfermaban ellos para traer y enfermar
a los indios y matarlos. Y tampoco, por ejemplo, era a propósito que los indios,
indígenas tengan cada vez menos hijos: ahí ellos [los españoles] mucho no tienen
que ver. Por ejemplo, los trabajos forzados, la esclavización y las matanzas, ahí sí.
Lucía y Guido intercambian sobre una cuestión que no está desplegada en el texto, pero que les
resulta relevante para comprender la situación histórica: la diferenciación entre factores en los que
puede reconocerse la intencionalidad de los españoles y los que no. Para Guido, a diferencia de
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Lucía, es posible pensar en alguna responsabilidad de los españoles en la transmisión de las
enfermedades. En la clase siguiente, el problema reaparece en las voces de otras y otros alumnos:
Amanda: Una pregunta: ¿Ellos, los españoles, traían las enfermedades a propó…
no a propósito, para que se mueran los aborígenes?
Amanda: Como que ellos las querían traer para que se mueran...
Varios alumnos: ¡No, no! (hablan simultáneamente, por lo que no se entienden las
diferentes intervenciones).
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Lucía: Aparte cuando vos te enfermás, o sea, siempre que cualquiera de nosotros
nos enfermamos, o sea, no es que decís: “Bueno, hoy me quiero enfermar y me
voy a enfermar”. Y no es que después, al día siguiente: “Bueno, hoy estoy con
Irina: la quiero contagiar”. O sea, no pasa, por eso en parte no tuvieron la culpa…
O sea, sí, pero no lo hicieron a propósito.
Las alumnas diferencian dos cuestiones que, hasta el momento, aparecían muy ligadas: la
intencionalidad y la responsabilidad de los conquistadores. Lucía relativiza la intencionalidad de los
españoles considerando que, aunque fueron quienes trajeron las enfermedades, no lo hicieron a
propósito ni las transmitieron de manera deliberada. Lola reformula la idea y establece una
conclusión que, en principio, parece una solución que satisface a las y los alumnos, pero que,
inmediatamente, da lugar al planteo de un nuevo problema:
Amanda: Está bien, pero ellos, por más que no era a propósito que traían las
enfermedades, les convenía un montón a los… a los europeos […]
Amanda: O sea, porque ellos se morían [los indígenas] y ellos [los españoles] lo
que querían era conquistar, entonces…
Guido: Y, pero a lo mejor tienen mano de obra para ese lugar: ya tienen… […]
Irina: No, pero en realidad si los mataban era porque no querían que estuvieran.
Amanda insiste y aporta una nueva perspectiva para pensar los problemas que están discutiendo. El
maestro recupera su intervención y repregunta: le pide a Amanda que precise lo que está
pensando. La discusión sobre la intencionalidad da paso a la reflexión sobre la conveniencia de las
muertes causadas por las enfermedades para asegurar los objetivos de los conquistadores: la
muerte de millones de indígenas contribuye a la dominación del territorio. Sin embargo, esta lógica
es cuestionada en función de otro aspecto sustantivo del proyecto español: la producción de
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riqueza y la necesidad de mano de obra. Este “choque de racionalidades”, señalado por Guido en
contraposición a las ideas de Amanda e Irina, reaparece en otros momentos de la discusión:
Lola: Los mataban de distintas maneras. Digamos que había que matarlos y tal
vez su intención no era matarlos con una enfermedad, pero igual les venía bien.
Amanda: ¿Los hacían trabajar y después los mataban? ¿Los hacían trabajar en las
minas, o algo así, porque les convenía, y después los mataban? […]
Lola: […] primero los querían hacer trabajar: cuando ya los explotaban y ya no
servían… bueno, no tan así… pero, cuando ya están viejos o no les servían tanto,
ahí los mataban.
Esta cuestión —señalan Aisenberg, Bavaresco, Benchimol, Larramendy y Lerner, 2008— queda
apenas planteada y los alumnos solo pueden conciliar ambas lógicas a través de respuestas como la
de Amanda o la de Lola, a modo de “soluciones de compromiso”. Si bien no llegan a resolver esta
contradicción, resulta muy interesante señalar las similitudes entre estos interrogantes genuinos de
las y los alumnos y los planteados por estudiosos como Todorov (2005), quien se pregunta:
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Avances en la construcción de conocimiento histórico en prácticas de
lectura compartida
Los fragmentos de registro y los análisis que acabamos de desplegar acerca de la lectura compartida
de Los vencidos dan cuenta de cómo, en determinadas condiciones, las y los alumnos se involucran
intelectual y afectivamente en la reconstrucción de la problemática histórica planteada por el autor.
La posibilidad que tuvieron los alumnos de “meterse en la piel de los sujetos históricos y en el
mundo del texto” —poco frecuente en la enseñanza usual de la historia— guarda estrecha relación
con las características de la práctica de lectura en la que participan.
Nos interesa detenernos en el factor de las enfermedades. Las y los alumnos se muestran
sorprendidos y fuertemente impactados por esta cuestión. Desde la primera discusión sobre el
texto, plantean un problema referido a la intencionalidad (que, como vimos, va a reaparecer en
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reiteradas oportunidades): ¿los españoles trajeron las enfermedades a propósito, para que se
mueran los aborígenes? [...] Ahora bien, a pesar de la centración de los y las alumnas en el tema de
las enfermedades, estas quedan como un factor independiente de las restantes razones
presentadas en el texto sobre la muerte de los indígenas, quedan como un problema al margen del
entramado explicativo que reconstruyen: si bien el interrogante sobre la intencionalidad representa
un intento de comprenderlas en el contexto de la conquista, no se las vincula con las duras
condiciones laborales y vitales a las que están sometidos los aborígenes. Esta interpretación es
autorizada por el texto de Luchilo, en el cual las enfermedades son presentadas de modo aislado y
quedan explicadas únicamente por la carencia de defensas biológicas —idea que el maestro debe
explicar en reiteradas oportunidades—. Al respecto, es interesante señalar que más de una vez los y
las alumnas preguntan si los españoles no se contagiaban de las enfermedades de los pueblos
originarios para las cuales ellos no tenían defensas. Así, en la última discusión colectiva sobre el
texto, Joaquín plantea su inquietud: “Yo lo que no entiendo: si el Imperio Inca y el Azteca tenían
mayor gente que los españoles y tenían enfermedades diferentes […] ¿por qué los españoles
contagiaron a todos los indígenas y no los indígenas a los españoles?”.
Los interrogantes de los y las alumnas señalan, desde nuestro punto de vista, un límite de la
explicación desplegada por Luchilo en Los vencidos: la ausencia de referencias, e incluso de mínimas
pistas, que aludan al carácter social de una epidemia (Aisenberg, Lerner, Bavaresco, Benchimol,
Larramendy y Olguín, 2009).
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Actividad: foro
En el desarrollo de la clase planteamos que la construcción de conocimiento es un proceso al mismo
tiempo individual y social. Por un lado, son las y los estudiantes quienes avanzan —en mayor o en
menor medida— en la apropiación de los contenidos escolares. Por el otro, sus aprendizajes se
producen porque participan en prácticas áulicas cuyas características “marcan” —aunque no
determinan— sus procesos de construcción de conocimiento social.
Al analizar la lectura de Los vencidos, de L. Luchilo, focalizamos en los aprendizajes de las chicas y
los chicos, en sus avances en la reconstrucción de la explicación sobre la catástrofe demográfica
ofrecida por el autor. Les proponemos ahora hacer foco en la práctica de lectura compartida en
cuyo marco las/os alumnos desplegaron este trabajo constructivo. Las prácticas de lectura
compartida incluyen, desde nuestra perspectiva, la lectura del texto propiamente dicha y el
intercambio guiado por el docente sobre la problemática histórica desplegada por su autor/a.
Para sistematizar algunas ideas sobre las prácticas de lectura compartida, les
proponemos que relean el relato del caso y analicen qué características de la práctica
desarrollada en el aula pueden haber promovido los aprendizajes de las y los alumnos
(por ejemplo, las consignas de lectura e intercambio, las intervenciones del maestro, los
intercambios entre las y los estudiantes, las características del texto, los tiempos de
trabajo con el texto).
● Releer el relato del caso (los fragmentos de registros de clase y sus análisis).
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● Elegir alguna/s de esas características y producir un comentario individual o
grupal para participar en el foro. Se sugiere ejemplificar lo comentado con algún
breve fragmento de registro.
Material de lectura
● Aisenberg, B. (2018). “Leer y escribir textos de Ciencias Sociales en la escuela”. En Revista
12ntes. Para el día a día en la escuela. N.º 43. Ciudad de Buenos Aires: 12ntes. Pp 26-43.
Disponible en:
https://aulainfod4.infd.edu.ar/archivos/repositorio//750/785/Entrevista_a_B._Aisenberg_2
018_Revista_12ntes._Leer_y_escribir_en_Cs.Soc._y_Nat_p.26_a_35.pdf
Bibliografía de referencia
● Aisenberg, B. (2021). La construcción de conocimiento social en el aula. Una aproximación
didáctica. En Reseñas de enseñanza de la historia. N° 19. A.P.E.H.U.N. Córdoba: Editorial
Universitas.
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Créditos
Autor/es: Alina Larramendy y Juan Manuel Conde
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