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Neurosis Henri Ey

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Tratado de Psiquiatría – Henri Ey

CAPÍTULO II
LAS NEUROSIS (La personalidad neurótica)
Las neurosis son enfermedades de la personalidad caracterizadas por conflictos intrapsíquicos que
inhíben las conductas sociales.
Producen más bien una perturbación del equilibrio interior del neurótico que una alteración de su
sistema de la realidad. Dichas reacciónes neuropáticas constituyen las formas de enfermedades
mentales crónicas “menores”.
La fisionomía clínica de las neurosis viene caracterizada:
a) Por síntomas neuróticos: Son los transtornos de conducta, de sentimientos o de ideas que
manifiestan una defensa contra la aungustia
b) Por el carácter neurótico del Yo: Identificación consigo mismo, no puede encontrar buenas
relaciones con el prójimo ni un equilibrio interior satisfactorio.
La neurosis como afección psicógena, ha sido y es todavía a menudo opuesta a las psicosis como
afecciones orgánicas. En las psicosis los transtornos negativos o deficitarios, la debilidad del Yo, la
regresión de ka actividad psíquica, son importantes hasta el punto de constituir lo esencial del cuadro
clínico, y que el “psiquismo restante” se organiza a un nivel inferior; mientras que en las neurosis los
transtornos negativos están menos marcados, la regresión es menos profunda y el psiquismo restante
se organiza a un nivel más elevado, próximo al normal.
El neurótico no puede continuar siendo descrito como un portador pasivo de síntomas. Sus síntomas,
él los hace, los fabrica y esto es lo que confiere a la neurosis esta estructura artificial que desorienta a
los médicos.
Debemos describir al neurótico en su fisionomía y según la faceta que nos presente, es decir haciendo
una especie de inventario de las conductas y de los síntomas que forman la semiología de las neurosis.
Las anomalías de la actividad sexual
Los transtornos de la sexualidad son constantes en los neuróticos. La práctica psicoanalítica ha
revelado la importancia real de las inhibiciones sexuales. Tres de estos aspectos neuróticos de la
sexualidad: la masturbación, la impotencia y la frigidez.
 Autoerotismo: La masturbación no puede ser considerada como patológica más que cuando es
preferida a la satisfacción sexual. Constituye un ejemplo de una actividad fantasmagórica
sustituyendo la conducta de realidad. Por otro lado, su ausencia puede tomar el mismo valor,
ya que un adulto sin tendencia a la satisfacción sexual, incluso masturbatoria, indica así un
temor particularmente masivo de las pulsiones sexuales. La abstinencia sistemática constituye
más a menudo un signo de neurosis que de virtud.
 Impotencia: La impotencia puede manifestarse de muchas maneras. Más frecuentemente se
manifiesta por períodos y de manera incompleta. Hace falta añadir los transtornos de la
eyaculación (precoz, retardada, ausente) y la impotencia orgasmática (defecto de sensación
voluptuosa) frecuente y a menudo ignorada por el sujeto. Todos estos transtornos manifiestan,
el temor a la castración, la culpabilidad de la experiencia genital.
 Frigidez: La frigidez en la mujer es comparable con la impotencia del hombre pero su
frecuencia es infinitamente mayor. Se define por la ausencia de sensación voluptuosa en la
relación sexual. Es a veces total; a veces parcial (equivaliendo el exclusivo placer clitoridiano
a una impotencia orgásmica). Su intensidad es variable: el placer puede ser débil o estar
ausente; puede ser intenso en las caricias preliminares y cesar bruscamente en el momento del
coito completo.
La frecuencia de la frigidez parcial o total de la mujer ha llevado a los psicoanalistas a pensar

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que existen especiales dificultades que se oponen al libre desenvolvimiento de la sexualidad
femenina.
En la evolución psicosexual de la mujer, deben intervenir los hechos culturales y sociales. En
nuestro tipo de sociedad, la mujer parece verse obligada a superar dificultades peculiares para
llegar a aceptar la totalidad de su condición.
Las manifestaciónes inconscientes de la agresividad
El neurótico es un ser que tiene “dificultad para vivir”, su humor es inestable, contradictorio; tiene
“mal carácter”. Los problemas de agresividad ocupan el primer rango en el estudio clínico del
neurótico. Las dificultades que encuentra en sus satisfacciones libidinales, dan cuenta de esta
tendencia a las conductas agresivas complicadas y disimuladas, ya que tiene miedo de su propia
violencia al igual que tiene miedo de su propio deseo. A menudo, la agresividad permanece
inconsciente, así como el deseo; y se manifiesta facilmente por medio de conductas de ironía,
sarcasmos, terquedad, o bien queda implicada en conductas de indiferencia. Con frecuencia frustrado
en su complicada búsqueda libidinal, el neurótico se encuentra siempre en estado de inminente
agresividad.
La agresividad no puede ser vivida como tal sin la angustia, y los procedimientos de la neurosis
tenderán a desplazarla, a invertirla, a volverla contra uno mismo, etc.
La agresividad retenida en el inconsciente se combina con la inhibición de la sexualidad en múltiples
trabas neuróticas de la acción: indescisión, incapacidad, torpeza, tendencia a los contratiempos y a los
“actos frustrados”. La libido y su contrario se ven afectadas por el mismo tabú inhibidor, y esta
prohibición de la descarga pulsional hace que subsista un sentimiento de malestar y de angustia, que
confiere a la vida del neurótico su particular gusto por el fracaso.
El término “neurosis del fracaso” designa a la conducta presente en toda neurosis, que les dispone a
privarse de la satisfacción de sus esfuerzos o a que se vean destinados a una repetición de “desgracia”.
Los trastornos del sueño
La dificultad puede referirse a la conciliación del sueño, que necesita un abandono a la pasividad
contra el que el sujeto lucha activamente. Puede referirse a la continuidad del sueño, por una
acentuación de la presión de las pulsiones reprimidas que se vuelve insoportable para el durmiente. La
neurosis de angustia, que comporta trastornos del sueño más frecuentes y más intensos que las
neurosis constituidas, origina este miedo de una manera casi directa: el sujeto tiene miedo de soñar
con la situación reprimida.
La astenia neurótica
Los estados de fatiga constituyen un fondo común a todos los estados neuróticos. Ya que la fatiga es
el más corriente de los síntomas que expresan inconscientemente la lucha contra los instintos sexuales
o agresivos.
Las diversas formas de fatiga y su diagnóstico: La fatiga consiste en un estado psicomático de
agotamiento, lasitud y disaliento. Estar fatigado es a la vez experimentar una incapacidad y
abandonarse a ella.
En cuanto a la vertiente psicológica, la fatiga neurótica comporta elementos comunes: desproporción
con las causas alegadas, fracaso del reposo, contexto de ansiedad. Es la resultante de las tensiones de
los conflictos, o un refugio contra estos conflictos. Puede ser también el revestimiento de una
depresión. Hace falta, por lo tanto, analizar los diversos elementos que la componen. Deberá
distinguirse la fatiga del histérico, brusca y suceptible de oscilaciones, de la del obsesivo, a menudo
expresión única de su angustia y de su lucha agotadora.
La diferencia entre fatiga y depresión reside sobre todo en la pérdida de estima de uno mismo que
caracteriza a esta última. En ocasión de un fracaso, de un abandono, de un aumento de problemas, a
veces de un éxito, se introduce este sentimiento de desvalorización y de desaliento, que define a la

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depresión neurótica. Hay muchas maneras de decir “no valgo nada, soy un fracasado”, el neurótico lo
dice más bien para que se le diga lo contrario.
Cuando la fatiga neurótica constituye el síntoma prevalente, se habla de Neurastenia. Puede ser
conservado para describir los estados más graves de fatiga neurótica, es decir los que sobrevienen a
raíz de una serie de “stress” emotivos, implicando respuestas psicofisiológicas de agotamiento.
No puede disociarse, en muchos enfermos, la fatiga neurótica de la neurosis Hipocondríaca, en la cual
la perpetua preocupación por la salud da lugar a una continua búsqueda de dolores y de sensaciones
anormales, en algunas o todas las partes del cuerpo. La mayoría de los neurópatas conocen esa mezcla
de fatiga general y de búsqueda inquieta de una localización, por medio de la cual expresan su
angustia ante los “misterios del cuerpo” a la vez que intentan librarse de ella por la inculpación
precisa de un órgano.
Los “estigmas” o trastornos funcionales neuróticos
Los clínicos han relacionado, con el estado neurotico, trastornos del desarrollo psicomotor tales como
la enuresis, la tartamudez, los tics. Se trata de trastornos que aparecen en el niño pero que pueden
persistir en el adulto.
1. La enuresis: (incontinencia urinaria) Es muy rara en el neurótico adulto, pero a menudo ha
persistido en el durante mucho tiempo con la tendencia al sonambulismo y a las angustias
nocturnas.
2. La tartamudez: Este requiere factores somáticos y factores psicosciales. Es necesario, en
presencia de una tartamudez, hacer un estudio total de la personalidad. Por esto es por lo que
ciertos comportamientos de tipo ortofonico y articulado resultan inadecuados, si el
componente neurótico es preponderante. La tartamudez no puede ser separada de los demas
trastornos del lenguaje balbuceo, trastornos de la articulación, que son el resultado re una
cierta fragilidad somatica asociada a un cierto retraso afectivo. Las dificultades, a veces
duraderas de la escritura, de la lectura, de la ortografía, del calculo comportan los mismos
problemas.
3. Los tics: Son movimientos estereotipados, bruscos y molestos socialmente. Aparecen en el
niño hacia los 6-7 años y suelen desaparecer sin tratamiento, pueden reaparecer en la pubertad
y en el adulto con carácter cronico. Afectan a los musculos de la cara y del cuello, mas
raramente los miebros o el tronco y siguen una evolución caprichosa, aumentando con la
emoción o durante períodos de tensión. Expresa una descarga agresiva reprimida.
4. El enrojecimiento: Otro tipo de descarga emocional involuntaria es el enrojecimiento brusco
del rostro que expresa un efecto reprimido, generalmente de tipo sexual y a veces agresivo. El
sistema vasomotor manifiesta la vergüenza que produce el movimiento emocional
desaprobado. El temor a enrojecer (ereutofobia) puede originarse posteriormente.
Estos trastornos funcionales, tienen el interés de recordarnos que la estructuración del Yo no
puede ser disociada de los demás elementos de maduración del sistema nervioso. El término de
“trastornos psicomotores” nos indica que el aprendizaje de los comportamientos motores más
diferenciados, la palabra y el gesto, está naturalmente lidado a las funciones de descarga instintivo
afectiva que la palabra y el gesto deben canalizar y expresar progresivamente. Junto a la palabra y
los gestos, la actitud y la marcha constituyen también expresiones a veces muy significativad de
defectos de integración de las funciones nerviosas en el neurótico.
Los Mecanismos de defensa neuróticos
Esta coraza neurótica está arraigada en el carácter neurótico. Todos los fenómenos neuróticos, se
basan en una insuficiencia del aparato normal del control. Se les puede comprender como
descargas involuntarias de urgencia que ocupan el lugar de las descargas normales. La
insuficiencia del aparato de control puede producirse de dos maneras: ya sea por el amuento del
aflujo de estímulos (el aparato psiquico está invadido por demasiadas excitaciones en la unidad de
tiempo y es incapaz de dominarlas) y estas situaciones son llamadas “traumaticas”, ya sea porque

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antiguos bloqueos o disminuciones de las descargas hayan establecido en el organismo una
barrera contra las tensiones, de modo que las tensiones normales actúan ahora como si fueran
traumáticas. Se puede decir que la primera serie de hechos (aumento de los estímulos que se
convierten en incontrolables) corresponden de un modo bastante general a la angustia y que la
segunda serie de hechos (bloqueo de las descargas) corresponde más bien a los síntomas
neuróticos y a sus mecanismos de defensa, estos son los modos de funcionamiento de esta
complicación defensiva los que constituyen los mecansimos de defensa del Yo o mecanismos
neuróticos. Todos tienen como finalidad el disminuir la tensión interior experimentada como
angustia o culpabilidad, evitando el reconocerla y manteniéndola fuera del campo de la
conciencia.
Las defensas inconscientes desempeñan un papel en la vida cotidiana de cada uno de nosotros
(lapsos, olvidos, etc.), pero estas “defensas” ocasionales en los sujetos normales, se convierten
para el Yo neurótico en la ley misma de su organización.
1. La represión: Es un mecanismo inconsciente fundamental que consiste en rechazar y
mantener en el inconsciente las representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos)
ligadas a una pulsión. La represión se dirige esencialmente hacia la pulsión genital y
actúa sobre todo en las neurosis directamente ligadas al complejo de Edipo, es decir en la
serie histérica. Su acción se extiende desde la vida cotidiana normal, en la que aparece
como elemento simplificador en el funcionamiento de la memoria, hasta los mayores
trastornos de la serie histérica (olvidos sistemáticos que pueden llegar a afectar hasta una
época de la vida, falsos recuerdos, recuerdos pantalla, etc.). Se denomina retorno de lo
reprimido a las manifestaciones de ruptura de la represión, ya sean breves y bruscas
“escapadas” de la censura (lapsus, actos fallidos).
2. El desplazamiento: Este mecanismo aparece en forma típica en los sueños, en los que el
contenido latente (deseo inconsciente) suele ser expresado por un detalle manifiesto
tomado por continuidad de un elemento indiferente del escenario. En las neurosis puede
aparecer el despalzamiento de la misma forma, creando un síntoma por deslizamiento en
la expresión: desplazamiento en el tiempo (“estalla en lo insignificante”), o bien,
desplazamiento en el espacio, como suele tener lugar en las fobias.
3. La proyección: Es una operación por la cual el sujeto expulsa de si y se sitúa en el otro,
persona o cosa, cualidades, sentimientos, deseos, es decir “objetos” que desconoce o
rechaza de él. Se trata del mecanismo fundamental de la tendencia paranóica, habiéndose
llegado a decir que es el testimonio del fracaso de la represión.
4. La identificación: Es el proceso psicológico por el cual un sujeto asimila un aspecto, una
propiedad o un atributo del otro, y se transforma total o parcialmente según el modelo de
éste. No corresponde a los mecanismos de defensa, sino a la construcción del Yo. Existen
identificaciónes patológicas en la melancolia (identificación con el objeto perdido, en
cuyo caso suele hablarse de introyección), en la histeria, en la identificación parental se
excinde, se desplaza y se transforma en imitación sevil, en la perversión sadomasoquista.
5. La Introyección: Ella indica el movimiento por el cual el sujeto hace pasar, de una forma
fantasmagórica, de lo exterior a lo interior. Se trata de un mecanismo de defensa derivado
de la identificación; la táctica defensiva consiste en englutir el objeto, causa de
insatisfacción, haciéndole desaparecer en el interior de si mismo.
6. El aislamiento: Consiste en separar una imagen o una idea de su contexto temporal,
espacial o emocional. Ejemplo: separación del amor-emoción, tierno y del amor-
satisfacción, erótico.
7. La anulación: Consiste en hacer lo contrario del acto o del pensamiento precedentes.
Hace falta considerar también la transformación en su contrario, que es un modo de
anulación realizada una vez por todas. El afecto inaceptable es desaprobado y remplazado
por su contrario: la aversión remplaza al deseo; el interés, el amor o la piedad remplazan
al rechazo, al odio o la crueldad.
8. Las formaciones reactivas: Son conductas manifiestas inversas a los afectos latentes.
Este mecanismo, tan claramente manifiesto en el obsesivo actúa también en la formación

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del carácter y desempeña su papel en la aparición de las vocaciones profesionales o
artísticas, como preparación o aliado de la sublimación.
Junto a los mecanismos de defensa del Yo hay dos procesos que desbordan ampliamente los
mecanismos neuróticos y que no pueden ser considerados como “defensas del yo”, sino más bien
como movilizaciónes profundas y masivas de la vida psiquica: nos referimos a la agresión y la
sublimación.
El concepto de regresión es ampliamente utilizado en Psiquiatría y Psicoanálisis para designar un
comportamiento que hace referencia a un estadio anterior del desarrollo individual. Se habla de
regresión a la oralidad con referencia a ciertos aspectos de la conducta esquizofrénica o melancólica.
Se puede distinguir dos tipos: la regresión objetal y la regresión libidinal. La regresión objetal, define
el retorno a objetos antiguos, como en el caso de la neurosis edipianas, y más tipicamente en la
histeria; la regresión libidinal o pulsional define un movimiento más profundo en el que la conducta
regresa a un modelo dejado atrás, siguiendo un auténtico cambio de estilo de la organización del Yo y
de las pulsiones, como es el caso de las neurosis obsesiva.
La sublimación es el proceso postulado por Freud para designar actividades humanas aparentemente
sin relación con la sexualidad, pero que estarían impulsadas por la fuerza de la pulsión sexual. Es
sublimada la pulsión cuando es dirigida hacia una meta nueva no sexual y cuando tiende hacia
objetivos valorados socialmente.
Lo que se denomina con el término de sublimación agrupa las defensas “que tienen éxito”, es decir los
medios por los que el Yo consigue una verdadera descarga de la energía pulsional gracias a una
mutación o a un cambio de finalidad. Mientras que los mecanismos neuróticos no pueden descargar la
tensión del organismo, sino que por el contrario, llegan solamente a enmascararle, a rehusar el tomar
conciencia (lo que da cuenta de la angustia y de la esterilidad neurótica). La sublimación es “una
represión satisfactoria”. En este sentido se aparta del marco de la neurosis, ya que permite al sujeto
salirse de ella. La sublimación asegura la organización del Yo moral y social.
Las características del Yo neurótico
El Yo neurótico se caracteriza por la lucha que se impone contra sus pulsiones, por los mecanismos de
defensa que forman los sintomas de la neurosis o los rasgos de carácter neuróticos. Se trata no de un
Yo fuerte, sino de un Yo débil, obligado a defenderse contra un terrible peligro interior, imaginario e
inconsciente, a fin de transformar por la misma neurósis y sus síntomas, el drama de su ser
incompleto en existencia soportable.
Esta mala estructuración del Yo se debe a una radical distorsión del sistema de valores de
identificación y del ideal que, en relación a los demás, tiene el Yo como autor.
1. Carácter neurótico y neurosis de carácter: Se trata del desequilibrio instintoafectivo que
constituye el fondo del carácter. Designado como un trastorno de la emotividad, como
trastorno de la impulsibidad, como un estado constitucional donde se mezclan las diversas
constituciones primitivas, este desequilibrio traduce la depresión, la angustia y el malestar de
los sujetos marcados así con el “sello neuropático”.
Desde el punto de vista “genético”, teniendo en cuenta la fijación de los estados libidinales,
pueden describirse un cierto número de tipos de caracteres neuróticos:

a) El carácter “narcisista fálico”: constituye la forma sustitutiva y superviviente del


autoerotismo primitivo. Se caracteriza, por la búsqueda a cualquier precio del éxito y
del prestigio. La sexualidad se caracteriza por la búsqueda del amor en espejo, de ahí
las tendencias homosexuales. Pueden encontrarse elementos de tipo en los caracteres
llamados “paranoicos”.
b) El carácter “oral”: se desarrolla a partir de las primeras experiencias correspondientes
a la zona erógena oral, la boca: avidez, deseo de satisfacción inmediata, pero también

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pasividad y dependencia. Se encuentran también en los histéricos y en numerosos
deprimidos.
c) El carácter “anal”: Se refiere a las primeras experiencias de expulsión o de retención
a las demandas y exigencias del ambiente. Una educación demasiado rigurosa, o la
formación reactiva contra el comportamiento precedente, pueden conducir a una
limpieza meticulosa, a un orden rígido, a la parsimonia, al asco y al miedo ante la
suciedad y sus imágenes.
d) El carácter “sadomasoquista”: Es con frecuencia ambivalente (doble componente
sádico y masoquista). Los neuróticos caracteriales de este tipo son a la vez crueles,
formalistas y duros, por una parte, y buscan el fracaso, la sumisión por la otra.
2. Los aspectos biosomáticos del neurótico: En lo que concierne a las neurosis, los métodos de
estudios biológicos (por medio de observación externa) están retrasados en relación con la
clinica y la caracterología analítica.
En investigaciones objetivas están comprometidos los métodos destinados a precisar un cierto
número de factores etiopatogénicos. Estos son la herencia, el estudio de los factores
morfofisiológicos, estudio psicométrico del neurótico.
Clasificación de las neurosis
Es dificil separar de su tronco común las diversas clases de formas clínicas de estas neurosis. Se
describe generalmente una forma básica: la neurosis de angustia, donde los mecanismos de
defensa son relativamente simples y la angustia, más directa, menos neutralizada y compensada.
Se describen a continuación tres neurosis fuertemente “estructuradas”: la neurosis fóbica (histeria
de angustia), donde la angustia está comprometida en un sistema ideoafectivo simbólico; la
neurosis histérica (histeria de conversión), donde la angustia se neutraliza por su
enmascaramiento en expresiones psicosomáticas artificiales; y la neurosis obsesiva, en la cual la
angustia es remplazada por un sistema de actos prohibidos o de pensamientos mágicos forzados.
Diagnóstico
El diagnóstico positivo de las Neurosis se establece por el análisis semiológico. Los síntomas
neuróticos serán reconocidos como tales por los caracteres siguientes: manifiestan un malestar
interior y a menudo una gran angustia, más o menos disimulada. Dan al observador la impresión
de un artificio, de una compilación y de una práctica activamente buscada. Están en evidente
relación con las situaciones y las emociones presentes o pasadas. Se manifiestan en sujetos
desequilibrados (inhibidos y en estado de inmadurez o de retraso afectivo). Están también en
evidente relación con los complejos o fantasmas inconscientes (trastornos de la sexualidad,
fijación y regresión a los estadios primitivos del desarrollo libidinal).
El diagnóstico diferencial tropieza con dos grandes dificultades, según se trate del límite
superior o inferior se las formas clínicas que componen el grupo de las Neurosis.
El límite superior lidia con los comportamientos caracteres normales, y especialmente, en ciertas
formas menores el problema del diagnóstico resulta singularmente arduo. Se procurará poner en
evidencia la figeza, la tendencia repetitiva, estereotipada y constantemente dispuesta a reaccionar
por los mecanismos neuróticos. En los casos de neurosis bien estructuradas, el diagnóstico es más
fácil, pero son casos raros.

El límite inferior lidia con las Psicosis en las relaciones de las neurosis de angustia con la
melancolía o las de las neurosis histéricas y obsesivas con la Esquizofrenia, el diagnóstico es a
veces muy difícil. Numerosos autores han introducido el concepto de estados intermediarios entre
las estructuras neurótica y psicótica, con la denominación de “casos límites” o “border-line
cases”. El neurótico tiene la posibilidad de entrar en contacto con los demás, en un mundo común
y real. Este, permanece adaptado o de acuerdo con la realidad. No ocurre lo mismo con los
psicóticos cuyas experiencias y cuyo mundo resultan profundamente alterados por el delirio.
Hacer diagnóstico de neurosis y eliminar el de psicosis es, afirmar que los trastonos son
relativamente superficiales y reversibles.

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A los ojos de los psicoanalistas, la neurosis aparece, como una mala estructuración del Yo, el cual
no es capaz de ejercer su papel normal de filtro y de control entre las exigencias pulsionales y las
exigencias sociales. El neurótico se encuentra fracasado en los dos frentes: en el del instinto, cuya
descarga está entorpecida y en el de la vida social, donde su participación es restringida y
dolorosa.

CAPITULO III
NEUROSIS DE ANGUSTIA
Se entiende bajo este nombre los comportamientos neuróticos, en los que los síntomas neuróticos
más destacados están constituídos por las manifestaciones de una angustia permanente. Ésta
aparece como determinada por el desequilibrio hormononeurovegetativo. Freud llamaba a este
tipo de neurosis las neurosis actuales: entendiendo por ello el que estaban inmediatamente unidas
a un substrato orgánico activo.
En comparación con los estados agudos de angustia, estas conductas están compuestas por todos
los síntomas de una ansiedad caracterizada desde el punto de vista fisiopatológico por un “terreno
ansioso” y, desde el punto de vista psicopatológico, por un perpetuo estado de alerta y miedo.
La neurosis de angustia constituye, como una especie de tronco común de la organización
neurótica en marcha hacia conductas neuróticas más estructuradas. Esta comporta crisis sobre un
fondo constitucional de inestabilidad emocional.
Las crisis de angustia
Dicho cuadro clínico se descompone en elementos somáticos y psiquicos con gran prevalencia de
la angustia física.
1. Los elementos somáticos de la crisis: Generalmente son puestos en primer plano por el
enfermo. Estos pueden ser síntomas respiratorios, cardiovasculares, digestivos, urinarios,
neuromusculares, sensitivosensoriales y cutáneos.

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2. Los elementos psíquicos: de la crisis han dado lugar a múltiples estudios , que distinguen
el miedo de la angustia o que muestran el parentesco entre la angustia y el vértigo.

a) Peyoración imaginaria de la existencia: La angustia crea y mantiene una serie de


sentimientos paralizadores y pesimistas. Es vivida como una pesadilla obsesionante,
“irreal; al sujeto le parece que proviene de un drama interior, de un conflicto inconsciente
del que percibe la exigencia y el carácter artificial.

b) La espera de un peligro: Inquietud, aprensión, perplejidad, duda, desaliento, temor, miedo


o terror, miedo al pasado, del presente, del futuro; todos los efectos del miedo culminan
en la “pantofobia” (miedo enfermiso e irreal a todo).

c) Desarrollo: El ansioso no sólo se encuentra amenazado, sino que experimenta, en relación


al peligro, una oscura solicitud, una atracción cruel. Aparece como una fascinación,
evocadora de la ambivalencia de la situación vivida como amenazadora y como amenaza
deseada. El ansioso, se encuentra apresado por su vértigo, desposeído de sus facultades de
análisis y de control. No puede ni quiere ser convencido. No puede retroceder ante la
terrible situación que le fascina. }
El estado permanente de ansiedad
Cuando la angustia se establece como un estado crónico, las perturbaciones sufren modificaciones
debido a su duración. Dichas modificaciones constituyen el substrato “actual” de la angustia
neurótica o timopática.
1. Las alteraciones psíquicas: La espera del peligro, la perspectiva peyorativa de los
acontecimientos y el porvenir, el trastorno del ser, los sentimientos de inquietud, son
vividos simplemente en un grado menor. La temática ansiosa es la de inferioridad, mala
suerte, debilidad, temor lancinante. Una debilidad o de un temor que constituyen una
vuelta a la situación de dependencia infantil, una regresión hacia las primeras emociones
sentidas ante el mundo exterior. El Yo, incapaz de responder a las excitaciones del
ambiente, se descarga globalmente por medio de un comportamiento de petición de
ayuda, a la vez condiante y agresivo, dependiente y exigente, siguiendo un modo de
reaccionar verdaderamente infantil.

2. Los trastornos psicosomáticos:


a)Trastornos del sueño: Dificultad en conciliar el sueño o fragilidad del sueño. El papel
del sueño en relación con la angustia se conoce desde siempre. Restablece la capacidad de
responder a los estímulos y a los stress del estado vigil. Desde el punto de vista
psicológico, los sueños parecen desempeñar un papel de eliminación de los aspectos
dolorosos de los estímulos percibidos por el paciente. El ansioso no puede dominar los
estímulos del sueño, tiene miedo de abandonar su vigilancia.
b)La inestabilidad, la subagitación y la irritabilidad: El sujeto no permanece quieto ni un
instante. Hiperemotivo, reacciona a todos los estímulos, con excesivos signos de
emoción: lo que en el sujeto normal desencadena manifestaciones de emoción habituales
(reír, llorar, temblar, etc.) en el ansioso se convierte en agitación, alteraciones
vasomotoras, espasmos viscerales, cólera patológica, repetidos cambios de humor, etc.
Las reacciones son demasiado violentas y ocurren a tiempo y a destiempo.
Los transtornos funcionales: Son muy frecuentes alteraciones hepatodigestivas, colitis,
trastornos urinarios, espasmos, etc. También los trastornos graves de la sexualidad: el
deseo sexual está disminuido o suprimido.

3. El examen físico y las investigaciones paraclínicas:


a)Hipertonía muscular e hiperreflexiva: Los músculos están crispados, siéndoles
imposible una completa relajación. El pequeño temblor

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