El Reloj de Dios - Michael Orellana
El Reloj de Dios - Michael Orellana
El Reloj de Dios - Michael Orellana
Michael Orellana
Según la Escritura, los astros fueron creados para servir como señales de tiempo.1 Esto
significa que funcionan como un gran reloj. Ciertamente es el reloj más complejo y
maravilloso que existe. Su estudio ha dejado perplejos a todos los físicos. Sin embargo, a
pesar de su complejidad, este gran reloj permite la existencia de la vida en un delicadísimo
balance que de ser roto, el universo mismo colapsaría.
“Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de
la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,” (Gen 1:14 R60)
El versículo que acabamos de leer contiene una explícita declaración de Dios con respecto a
porqué colocó los astros en el cielo: Para separar el día de la noche y servir como señales de
ciclos temporales. ¿Qué significa esto? Que la creación de todo el sistema estelar tenía el
propósito de demarcar el tiempo. Demarcar el tiempo era sumamente importante para las
criaturas que Dios estaba creando. Puede sonar bastante egoísta, pero esto dice el texto. El
término “señales” en hebreo “ot” significa: Marca, señal o bandera.2 Esto significa que la
fuente de luz estelar sería un referente para la vida aquí en la tierra.
Esto es algo que molestaría obviamente a alguien que cree que el universo existe
únicamente por leyes físicas y no tiene ningún propósito definido. Pero, observemos más
detenidamente este reloj que Dios colocó a nuestra disposición antes de demostrar que nada
en la naturaleza escapa a la idea de un diseño inteligente.
Cada vez que analizo este tema me siento como cuando era niño y desarmaba un juguete de
cuerdas y luego cuando no podía armarlo nuevamente mi frustración era total. En ese
entonces no entendía que papel jugaban todas las partes que allí se hallaban o incluso cual
era su lógica interna. Terminé creyendo que después de desarmar mi juguete, se le
perdieron piezas y por eso no podía funcionar de nuevo.
Así pasa con los científicos cuando intentan analizar el universo y entender cómo funciona.
En algún momento, junto con Isaac Newton, todos se sentían seguros de entender que
1
La Escrituras mencionan más de trescientas veces los Astros en una variedad de
contextos. El énfasis esencial es que Dios es el Dios de los astros. Stewart Custer, The
Stars Speak: Astronomy in the Bible (Greenville, CA: BJU Press, 2002), 180.
Muy pronto la ciencia se chocó contra la pared al descubrir que saliendo de nuestro sistema
solar, nada allá afuera en el universo parece seguir exactamente este patrón.
Uno de los científicos en darse cuenta de esto fue Jeremiah Paul Ostriker3 (nacido en 1937).
Este hombre después de observar detenidamente las galaxias llegó a la conclusión de que
siguiendo las leyes de Newton, el universo colapsaría y se destruiría por la falta de masa.
Por lo tanto, era necesario idear algo que explicase porqué esto no ocurría, así que propuso
la existencia de la materia oscura. Algo que nunca se comprobó.
Según él, dentro del universo había mucha materia que no se ve y que sería el faltante
dentro de las ecuaciones newtonianas para que el universo no se desmoronara.4
Poco después, Vera (Cooper) Rubin5 (nacida en 1928) hizo una observación extraordinaria.
Supuestamente, bajo las leyes newtonianas los astros más cercanos a su centro
gravitacional debían girar más rápido que los que se encontraban en los extremos. Sin
embargo, ella descubrió por medio de sus observaciones de la galaxia de Andrómeda que
las estrellas más lejanas a su centro gravitacional giraban tan rápido como las que se
encontraban más cerca de él. Esto fue denominado el problema de rotación de galaxias.
Obviamente esto trajo consigo muchas preguntas en cuanto a las leyes de Newton y ella
terminó creyendo que estas leyes debían modificarse para las interacciones gravitacionales
lejanas. En otras palabras: No se entendía cómo es que funcionaba el gran reloj de Dios6.
3
Este brillante científico propuso junto con Gunn la aceleración electromagnética en
la magneto-esfera de las estrellas de neutrón. Malcom Longair, The Cosmic Century: The
History of Astrophysics and Cosmology (Cambridge: Cambridge University Press, 2006),
293.
4
El hecho de que las leyes de Newton presentan un vacío para explicar el universe
son presentados historicamente por Richar Panek. Richard Panek, The 4% of the Universe:
Dark Matter, Dark Energy, and the RACE to DISCOVER the REST of the REALITY
(Boston, NY: Houghton Mifflin Harcourt, 2011), 1-240
5
Vera Rubin, una impresionante astrónoma, propuso una teoría alterna a la Hubble
con respecto al movimiento de las galaxias. Ibid, 24-40
6
El matemático Kurt Gödel demostró que los teoremas matemáticos no son
totalmente completos y por lo lo tanto, los matemáticos deben aceptar un mínimo de
incertidumbre en sus “verdades” matemáticas. Esta observación de Gödel se aplica no solo
a la comprensión de la matemática, sino de la física y por tanto del universo. Hugh Ross,
Beyond the Cosmos: What Recent Discoveries in Astrophysics Reveal About the Glory and
Love of God (Colorado Springs, CO: NavPress, 1999), 51.
Tal vez, piense usted, que esta incomprensión se deba a que estamos viendo sólo los
engranajes grandes de este reloj, entonces vayamos a unos de los más pequeños: El átomo.
Por muchos años, las ideas que se tenían de este “ladrillo” – él átomo - de la materia venían
solo de la filosofía. Así podemos citar a Demócrito (450 a.C) como el más antiguo
representante de esta idea, aunque no el único.
Durante siglos se creyó que el átomo era indivisible hasta que Joseph John Thomson (1856
–1940) descubrió el electrón gracias a un trabajo sobre rayos de cátodo. Este era el primer
paso para entender que el átomo se compone de elementos aún más pequeños. Luego Niels
Bohr (1913) propuso que este electrón giraba en órbitas alrededor del núcleo semejante al
sistema planetario solar.
Esta comprensión del átomo todavía resultaba “masticable” para la mayoría de científicos.
Sin embargo, Ernest Rutherford (1871 – 1937) sacudió la comprensión científica de la
materia con la demostración de que el átomo se desintegraba radioactivamente. Aún más,
el hecho de que era posible que un átomo de cierto elemento se transformara en otro. De
hecho, él había logrado convertir el núcleo del nitrógeno en oxígeno.7
Cómo puedes comprobar en este punto, la observación de las partículas más pequeñas de
este gran reloj de Dios dejaba perplejos a los científicos. Pero, si esto te parece un asunto
del pasado, continuemos la historia.
Poco después, Heinrich Hertz en 1887 observó que el arco eléctrico que salta entre dos
electrodos, saltaba más alto cuando era puesto bajo luz ultravioleta que si se ponía
simplemente en la oscuridad. ¿Qué efecto tenía la luz sobre la electricidad?¿Cómo estaban
conectadas?
Una vez más, nada parecía tener sentido, hasta que Albert Einstein propuso en 1905 que los
fotones de luz transmitían energía. De esta manera, su trabajo titulado “Heurística de la
generación y conversión de la luz” lo llevó al premio Nobel.
Entonces, quedaba claro que átomo y energía estaban conectados. El mismo Albert
Einstein se encargaría de explicar dicha conexión en su famosa fórmula E=mc² (Energía es
igual a masa por la velocidad de la luz al cuadrado). En esta fórmula, la masa, energía y luz
J.L. Heilbron, Ernest Rutherford: And the Explosion of Atoms (New York: Oxford
7
Si hasta aquí, todo este asunto del átomo, una de las piezas más pequeñas del gran reloj de
Dios te parece muy confuso, prepárate para escuchar lo siguiente: El átomo no es lo más
pequeño que existe.
En la década de los 50, los científicos inventaron los famosos aceleradores de partículas
con los cuales chocaban las partículas del átomo para destruirlas y saber de qué están
hechas. La sorpresa fue fatal: Descubrieron un gran número de diminutas partículas que
llamaron hadrones. Ya para entonces, los científicos habían encontrado la presencia de
otras partículas como el protón, neutrón, neutrino, muón y kaón, mesones, bariones y todo
un zoológico de partículas. El átomo no era nada sencillo de entender. Fue entonces que
Wolfgang Ernst Pauli (1900 -1958) dijo con respecto a la dificultad de entender el átomo
frente a la gran cantidad de partículas que estaban descubriendo: 'Si hubiera previsto esto
me hubiera hecho botánico'.
Definitivamente cada vez que los científicos se acercaban más a los átomos, estos parecían
alejarse más de ellos. Las pequeñísimas partículas sub-atómicas no solo eran muchas sino
además de comportamiento extraño.8 Por ejemplo: El electrón podía aparecer en un lugar,
desaparecer y luego aparecer en otro lugar. ¿Qué es esto? Omnipresencia o algún truco
físico. Incluso, algunos llegaron a pensar que había un universo paralelo desde donde el
electrón se transportaba, pero definitivamente solo son especulaciones.
La realidad es que aquí en nuestro entorno todo parece normal. Tú puedes tomar tu auto e
ir a tu casa bajo las leyes de Newton. Prendes tu radio y escuchas las noticias bajo los
principios del electromagnetismo. Prendes tu computadora y trabajas bajo los principios de
la mecánica quántica. Lo paradójico es que las leyes de Newton no se aplican a los átomos;
sin embargo, todo está funcionando. Tu mismo cuerpo es un laboratorio donde elementos
químicos peligrosos como el hidrógeno están siendo procesados, pero nada parece ir mal.
La naturaleza trabaja aunque no la entendamos del todo. El gran reloj de Dios sigue
moviendo sus manecillas y nada parece indicar que se ha detenido. Las estaciones vienen y
van, el día es seguido por la noche.
¿Qué pasaría si hubiera una pequeña avería de este gran reloj? Por ejemplo, imaginemos
que solo le quitásemos un componente pequeño al átomo: el gluón; en consecuencia, el
átomo explotaría y toda la materia que conocemos de desmoronaría.
8
G. Compagno, R. Passante y F. Persico, Atom-Field Interactions and Dressed Atoms,
Cambridge Studies in Modern Optics (Cambridge: Cambridge University Press, 2005), 1-
64.
La vida es un asunto muy delicado y requiere de una altísima perfección. El universo
puede ser un lugar muy peligroso y la luz de las estrellas pueden ser mortales.
Para explicar esto es necesario hablar un poco acerca de la luz. La luz es un fenómeno
electromagnético. ¿Qué significa esto? Bueno, que los fotones que componen la luz se
mueven como ondas. Las ondas que nuestros ojos pueden captar van entre 380 nm9 hasta
780 nm. Las abejas y muchos insectos pueden captar longitudes de onda de luz menores a
380 nm (luz ultravioleta).
Así existen ondas que nuestra capa de ozono no acepta: como las microondas. Si nuestra
atmósfera permitiera el ingreso de estas ondas sencillamente seríamos cocinados. Otras
ondas como los rayos X y los rayos gamma también son rechazadas. Si estas ingresaran
sencillamente los compuestos del ADN serían modificados a una escala subatómica: La
vida reproductiva sería imposible.
Hasta ahora hemos supuesto pequeñas imperfecciones en las condiciones de vida a nivel
atómico. Sin embargo, si el gran reloj de Dios funcionara un poco más rápido. Digamos,
que una estación durara mucho menos, entonces el efecto sería catastrófico. Muchas
especies como la tortuga de mar sencillamente no podría reproducirse. Las condiciones de
luz para las aves migratorias serían sumamente difíciles y sus ciclos de reproducción se
alterarían fatalmente.
Nada dentro de este gran reloj ha sido dejado al azar. Las condiciones para la vida son
demasiado delicadas tanto a nivel subatómico como a nivel astral y sin embargo, estamos
aquí. Este delicado sistema físico nos permite vivir. Las madres pueden dar a luz porque
las constantes físicas les permiten hacerlo. Las abejas pueden encontrar el néctar de las
flores porque la luz ultravioleta las guía y pueden fabricar la miel porque la saliva de las
abejas (enzima invertasa) trabaja de acuerdo con las leyes de la termodinámica. Si no fuera
así, no podríamos disfrutar de la miel.
De esta manera, los astros que Dios colocó para que sean por señales para los vivientes aquí
en la tierra no tienen una existencia sin relación alguna con la vida. Un exceso de materia o
falta de ella simplemente destruiría el universo.
Mientras, el día y la noche que son señalados por nuestro sol nos parecen tan comunes
como mirar nuestro reloj, afuera de nuestra atmósfera la misma luz puede ser asesina.
Por otro lado, aunque nos parece lejano llegar a una estrella, somos receptores de su luz y
de alguna manera afectados por las leyes de la física que las rigen. Y aunque podemos
saber de qué está hecha una estrella gracias al análisis espectográfico, estamos todavía muy
metro.
lejos de entender cómo éstas funcionan en concordancia con las leyes que rigen el
funcionamiento del átomo.10
De esta manera, las manecillas de este reloj que Dios fabricó, sus engranajes y cómo
funcionan son misterio y siempre lo serán en algún aspecto.
Y tal como dice una frase célebre que se acostumbra asignar a Albert Einstein: “Hay dos
maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un
milagro.”11 Usted puede elegir creer que todo el universo formado no tiene ningún
propósito y que probablemente llegue a un bing freeze donde morirá en un agotamiento de
energía y finalmente se congele o a un bing rip donde toda la materia se destruya por falta
de gravedad.
Sin embargo, la Biblia dice que existe un propósito definido para cada cosa creada y que las
estrellas son señales temporales para las criaturas vivientes. Si así lo consideras, tendrás el
privilegio de pasar la eternidad estudiando cada cosa creada. Tal como lo dice Elena White
refiriéndose al término del pecado: “El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado
ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo
late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por
toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo
más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en
júbilo perfecto, que Dios es amor.” (Conflicto de los Siglos, 738).
David M. Harland, The Big Bang: A view from the 21st century (Cornwall, UK:
10
Francisco Angulo Lafuente, Un instante después del Bing Bang (s.l.: Youtube,
11
2006), 124.