Bicis en La Via Completo Baja
Bicis en La Via Completo Baja
Bicis en La Via Completo Baja
en la vía
Patricia Iglesias Torres
colección
iB claivsía
en ricia Ig l es i a s Torres
Pat
colección
or ero
op
i t ad Rom res :
; ed adia os Ai
es N n
T orr por Bue
s
i a l e sia trado a de
g ilus om
tric a I tón
Pa rici o ;
r res, / Pat Encis ad Au
To ía
as la v rtíne . - Ciu
z d as.
esi oo
) vel i,
n
Igl icis e e Ma 1a ed 21. (Tab 3 . No esin
B erin ni. - , 20 m. - il. arch
th si ka en
Ka rche l Eke x 14
c
- 2 a Juv ero M
0 r
Ma toria l. ; 20 06
- atu om
i i 80 ter II. R
Ed 4 p. : 7-4 . 2 . Li , ed.
6 -9 8 na ine y
78 nti her iso
B N9 A rge , Kat E nc
I S va so lo. e z
ati nci
arr z E Títu rtín
1. N rtíne s. III. 83 e Ma
a lu
I. M dia, i 863.9
2 rin te
a athe iso
nc otan
N DD A : K E ni
C oll
o
íne
z
dio
h
fl esi
rr art stu arc
sa
y de iles ine M ón: E ikof ero M
a rt er ci tn m
Ide tor A Kath ama Rabo ia Ro
é c n : g r s a d
21 H ció ia e :N
a
i yd an
s . 20 21 Ed eño ón: V tapa
e s i e
To
rr 0
a, 2 2, Di recc ón d
s ias Ekek piso C or raci
gl e al 719 ma st
ia I tori 1 no , Ilu
atric Edi ucho Autó Aires
P © yac
da
d s a.
© A no tin
Ciu Bue rgen
de A s.
ho
e rec al o
d tot
los so
d os cción ermi l.
to u p a
os o d in ori
r vad repr ra s edit
se l a o b l a 1
Re ibida esta to de 02
o h d e scri d e2
Pr rcial e ri l
ab 2
pa ó n: -0-
d i c i
0 06
e -4 8
ra 87
me 8-9
Pri 7
N9
ISB
colección
Bicis
La palabra “tabú” designa una
conducta moral o lógicamente
inaceptable por una sociedad,
individuos, grupo humano o
religión. Es la prohibición de algo
supuestamente extraño o incorrecto
(en algunas sociedades), de contenido
comúnmente religioso, económico,
político, social o cultural por una
razón que no suele estar justificada o
no es comprendida. Romper un tabú
en la vía
es considerado una falta grave por la
sociedad. Hay tabúes fuertemente
incorporados a las tradiciones de
ciertas culturas, mientras otros
responden a intereses políticos.
www.editorialekeka.com
Capítulo 1 5
Mamá
¿Por?
muerta?
—Tu hermana, ¡tu hermana!
—¿Mora? —grito yo.
—Sí, sí, sí. Nuestra Morita, ¡está muerta!
Mamá se desploma en el sillón y, tapándose la cabeza, llora y
susurra palabras como “mi beba, mi nena, mi Morita”.
Bicis en la vía
guera de la bruja.
¿Por qué Hansel y Gretel fue nuestro cuento preferido? Me pre-
guntaba ese fatídico día y me lo sigo preguntando. Para mí que
era un presagio y no nos dimos cuenta. Los hermanos Grimm
me mandaron una señal y no la supe ver, o quizá un día me des-
pierto y vuelve Mora cual Gretel con su delantal lleno de perlas
y oro… ¡Cómo me gustaría! Quisiera ser la protagonista de un
cuento con final feliz. O volver a la infancia. O hacer desaparecer
el día que Mora apareció M.
Después de nuestro encuentro, papá iba abrazando a todos los co-
nocidos, pero cuando abrazó al Yayo se desplomó; todos nos desplo-
mamos en ese momento, menos mal que el tío Julián estaba cerca
y dijo: “¡Abrazo grupal!” (así decía siempre que estábamos en algún
cumpleaños y nos enlazábamos en un abrazo de risas y enredos).
Mi tío es madrileño, el mejor amigo de mi viejo y está casado
con la tía Carmen, la mejor amiga de mi vieja, española también,
pero criada en Argentina. Sus hijos son mis primitos del corazón,
pero más queridos que los de sangre. Como decía siempre mi
mamá: “El corazón elige y ama queriendo”.
Desde que se conocieron en la Universidad de Valencia, los
cuatro son amigos, casi hermanos. Mis tíos decidieron venir a
vivir a la Argentina hace más de quince años. Yo recién había na-
cido, cuando al tío Julián lo llamaron para hacer la música de
una película argentino-española.
Carmen y mi mamá son amigas desde la primaria y se fueron a
Valencia a hacer una clínica de actuación y allí conocieron a Julián
y a Jerónimo (mi papá). Carmen se quedó y mis padres regresaron
para que naciera Mora en Argentina, rodeada de los afectos, y aho-
ra es ella la que se aleja para siempre de nosotros, “sus afectos”.
¡Qué locura!, todos llorando de tristeza en un abrazo grupal.
Sin Mora, sin Morita, sin mi hermana. ¡Esto no debía pasar! Pri- 11
mero se tenía que morir la bobe Dora, que hace cuatro años que
no puede recordarnos; después el abuelo José (Yayo); mis padres
dentro de cuarenta o cincuenta años… y ahí sí, recién ella, que
era la mayor de las dos. ¡Cuántas veces nos reímos imaginando
cómo seríamos de viejas! Si hasta una vez nos disfrazamos para
una fiesta. Tengo la foto, la voy a guardar como oro, porque por
lo menos en la foto, llegamos a vivir juntas muchos años. Tantos
como las tortugas. ¡Qué genial hubiera sido!
Capítulo 3 13
Antes de la M de Mora
¿Necesitás algo?
Verte
Ya voy
mí.
—Y quién te dice que vos detengas el tiempo.
Capítulo 10 35
antes de la M de Mora
Narda
¿Qué? ¡Contame!
Renata
Es sobre Joaco.
Noooo.
Narda
¿Estás?
¡¡Por favor!!
Nos fuimos unos días a Costa del Este, nos encantaba ir allá.
La casa era de la tía de mi bobe, es en el lugar que pasamos to-
dos los veraneos. Teníamos cuatro días libres porque había un
feriado puente y, si faltábamos tres días al cole, podíamos estar
una semana. Mis viejos estaban muy agotados de filmaciones,
eventos y viajes, y les pareció que era genial irnos. Y a nosotras
nos encantó la idea.
Cuando llegamos a la casa, mientras abríamos las ventanas y
ventilábamos un poco, apareció un perro en el parque. Era muy
grande de tamaño, pero se lo notaba cachorrón, de color choco-
late y blanco, con las orejas caídas, ojos tristones y cara de “yo no
fui”. Mora corrió a acariciarlo. Mamá nos dijo:
—Chicas, entren, hay que limpiar la heladera, el baño, poner sá-
banas limpias. ¡Mucho por hacer! No se entretengan con ese perro.
Papá se acercó y, en un ratito, ya le estaba dando comida, agua
y mostrándole a mi vieja cuán divino era. Que su cara daba un
plano excelente, que le gustaría hacerle unas tomas, en fin…
Nos pusimos de acuerdo los cuatro para que se quede con
nosotros. Nuestra vida no era muy sencilla con los viajes de mi
papá y las miles de horas de grabación de mi mamá, pero llega-
mos a un acuerdo, cuando ellos no estaban, entre Mora y yo nos
haríamos cargo. Coincidimos todos en dejarle el nombre que la
bobe dijo cuando lo vio.
—Hola cachorro, pensé que te había perdido.
46 —Abuela, ¿lo conocés? —le preguntó Mora.
—Sí, claro, es Membrillo.
Bicis en la vía » Patricia Iglesias Torres
edad, ni tiempo.
Nora y mamá fueron a comprar churros; papá preparó mate.
Llegaron los tíos y mis primos y se sumaron a la movida. Des-
pués hubo un campeonato de truco. Las risas resonaban en las
dunas y la arena se movía. Todos nos movíamos, con gestos y mi-
radas, con palabras y respiraciones, con la voz, con la intención
de no pedir nada más que lo cotidiano para estar bien.
Movimiento de vida y de ojos abiertos. Movimiento de vida y
de azúcar que se entrelaza en la arena, movimiento de gaviota
caminando en la orilla.
Mora se movía, y eso era mágico y no lo sabíamos.
Después cada uno y cada una volvimos a las casas para bañar-
nos y cambiarnos. Papá había invitado a todos a comer el asado
del último día de la casa de la costa.
Como teníamos la compu, se nos ocurrió hacer un karaoke. In-
vitamos hasta el vecino, el doctor Jaime. Mamá se había copado
y nos cantó como tres canciones al hilo. La bobe aplaudía y bai-
laba, y de vez en cuando, cantaba una canción en hebreo.
Cuando le tocó cantar al vecino, se lo dedicó a mi hermana.
Mora me mandó un mensaje de WhatsApp.
Mora
Jajaja
Jairo
,
d e 2021 ,
l a8
e n a b r i bnogrrdáaf i c4 a.
r tai in
i m p r i m i egse nd esL aT ,AArrggeenn t
de De iró ses,
e r m i n ó lPoi nsttear ,l l eonso sA iArier
et ce na euBe n
u
o b ra s e G rá f i mn oamdae dB
Esta l l e res d dAaudtAóuntoó
a
o s t 4C1 6i u1 ,dCai ud
en l a
mor
Ro ca
Patricia
Iglesias
Torres Mora ha sido víctima de un femicidio
y Renata, su hermana de quince años,
nos narra diferentes momentos vividos
con ella y su familia, en la búsqueda de
respuestas para conocer la identidad
del asesino.
www.editorialekeka.com