El documento resume las ideas ilustradas y los movimientos independentistas que influyeron en la Nueva España, incluyendo la independencia de Haití y Estados Unidos. También describe las reformas borbónicas que generaron descontento, así como las conspiraciones y rebeliones que ocurrieron en respuesta a las políticas coloniales opresivas en América.
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El documento resume las ideas ilustradas y los movimientos independentistas que influyeron en la Nueva España, incluyendo la independencia de Haití y Estados Unidos. También describe las reformas borbónicas que generaron descontento, así como las conspiraciones y rebeliones que ocurrieron en respuesta a las políticas coloniales opresivas en América.
El documento resume las ideas ilustradas y los movimientos independentistas que influyeron en la Nueva España, incluyendo la independencia de Haití y Estados Unidos. También describe las reformas borbónicas que generaron descontento, así como las conspiraciones y rebeliones que ocurrieron en respuesta a las políticas coloniales opresivas en América.
El documento resume las ideas ilustradas y los movimientos independentistas que influyeron en la Nueva España, incluyendo la independencia de Haití y Estados Unidos. También describe las reformas borbónicas que generaron descontento, así como las conspiraciones y rebeliones que ocurrieron en respuesta a las políticas coloniales opresivas en América.
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Juan Manuel Jáquez García
La Nueva España vive la influencia de las ideas ilustradas
francesas, la Independencia de Estados Unidos y de Haití UNA CONSPIRACIÓN CON CANTOS AFROANTILLANOS, LA INDEPENDENCIA HAITIANA En Saint Domingue, la colonia caribeña más rica de Francia, los esclavos negros conspiran para proclamar el derecho a la libertad. Al mando de Toussaint Louverture y Jean Jacques Dessalines lucharon por extender la libertad de los esclavos. Se desató así una de las más violentas guerras raciales de la historia, alarmando a los territorios donde había población afrodescendiente. La Independencia se logró en 1804. Se excluyó el color blanco de la bandera para manifestar su oposición a la monarquía y a los hombres blancos, como quedó asentado en la Declaración de Independencia, la cual exhortaba a “hombres, mujeres, niñas y niños a renegar para siempre de Francia y preferir morir a vivir bajo su dominio…” Nació así la República de Haití en la lengua indígena taina (lugar de la montañas altas). ▪ En 1776, los habitantes de las Trece Colonias de América se liberaron de la Corona Inglesa y fundaron la primera República del Mundo moderno basado en el ideario ilustrado. La Declaración de Independencia así lo refiere: “Sostenemos como evidentes verdades: que todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos se cuentan la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad…” Todos los hombres eran creados iguales, siempre y cuando no se hablara de indios, mujeres y esclavos. La fuerza de la rebelión y el principio republicano de la independencia norteamericana, fueron los símbolos que hicieron de Estados Unidos el ejemplo a seguir por aquellos pueblos que luchaban contra la monarquía. La Declaración de Independencia causó júbilo entre los colonos. Como muestra de su rechazo a los gobiernos monárquicos, en Nueva York la multitud se lanzó a la plaza y derribó la estatua ecuestre del Rey Jorge III, la fundieron para hacer municiones para la guerra. ▪ Para tener un mayor control sobre los reinos americanos y sus recursos, llegó José de Gálvez como visitador oficial en 1765, encargado de restarle poder a los grupos y devolverlo al Rey. Se modificó la organización política implantando un sistema de intendencias dirigido por españoles peninsulares leales, mediante la ordenanza de 1786; se establecieron doce intendencias en las ciudades más importantes de cada región. Éstas funcionaron como espacios administrativos a cargo de un Intendente, que tuvo bajo su vigilancia gobernaciones, alcaldías mayores y corregimientos, para regular las actividades económicas, financieras y políticas. Paralelamente, también debía controlar las acciones subversivas de los criollos y evitar cualquier conato de conspiración. Algunos años antes, en 1764 organizaron en Veracruz las primeras milicias novohispanas, encabezadas por Juan de Villalba. Éstas tenían la misión de impedir ataques ingleses a las colonias americanas, después de la toma de la Habana en 1762. Al interior del territorio, existían milicias provinciales y urbanas financiadas por los ayuntamientos. ▪ Los más afectados con las reformas borbónicas fueron los grupos eclesiásticos, ya que la política de los Borbones pretendía subordinarlos a la autoridad regia y frenar su influencia política y económica. Las órdenes religiosas perdieron privilegios que gozaron desde el principio de la evangelización: se les retiró la administración de los sacramentos, que pasó al control del clero diocesano. Se emprendió una persecución contra la orden de los Jesuitas, acusados de conspirar contra la Corona al debatir la teoría del regicidio: afirmar el poder papal frente al monárquico y fomentar un espíritu moderno en sus colegios, lo cual los convertía en un “peligro público”. Otra razón de paso fue el poder económico de la orden, pues habían logrado acumular gran cantidad de posesiones y bienes en América. Al igual que otros reinos europeos, el borbón Carlos III expulsó de sus dominios a los Jesuitas. El 2 de abril de 1767, la fuerza pública los sorprendió en sus conventos, de donde fueron incomunicados y obligados a salir con lo que traían puesto. Así pagaban las consecuencias de haber contrariado al régimen. ▪ La llegada de los Borbones al trono español en 1701 abrió una etapa de cambios en los reinos americanos. Sus políticas de control y centralización fueron consideradas como una gran conspiración al modificar la relación tradicional con los súbditos. Criollos, corporaciones y cleros se unieron para oponerse a los mecanismos de sujeción de las Reformas Borbónicas. Un duro golpe fue el económico, porque la Corona, que enfrentaba una seria crisis hacendaria, ordenó la desamortización de los bienes eclesiásticos con el propósito de ponerlos a la venta y usar los recursos para solventar el déficit; para ello se promulgó la Real Cédula de Consolidación de Vales Reales en 1804. También los ayuntamientos, los criollos ricos y los ahorros de corporaciones pobres resultaron afectados, pues sus bienes fueron retenidos en préstamos forzosos que nunca volvieron a sus dueños. La medida fue impactante para la economía novohispana y aunque tuvo una intensa oposición en el virreinato, se aplicó hasta 1809. LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y SU INFLUENCIA ▪ En Francia, el más poderoso y populoso Estado europeo, el pueblo conspiró y tomó las armas en contra de la monarquía. Una multitud enardecida de mujeres y hombres tomó con violencia la cárcel de la Bastilla, símbolo de la opresión, y desató un ambiente de terror. Los diputados del Tercer Estado se constituyeron en una Asamblea Nacional y mediante el Juramento del Juego de Pelota declararon no separarse hasta que Francia tuviera una Constitución. Después, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableció como principios inalienables la libertad, la igualdad y la fraternidad. El rey, Luis XVI y su esposa María Antonieta, acusados de traición a la patria, fueron decapitados en la guillotina ante los gritos jubilosos del pueblo. Se desató así la primera revolución popular antimonárquica. La libertad como bandera y el gorro frigio escarlata le imprimieron nuevos sentidos a la lucha popular. El ejemplo francés cimbró a la América virreinal hispánica. ▪ El último tercio del siglo XVIII fue testigo del desmoronamiento de las monarquías absolutas y del resurgir del pueblo. Las revoluciones americana y francesa transformaron al Mundo al llevar a la práctica las ideas más radicales de la Ilustración. Las conspiraciones fueron la semilla de las revoluciones cuya bandera fue la Libertad. El rey dejó de encarnar el poder divino y la soberanía regresaba a su dueño original: el pueblo. Los principios de la fe, el orden divino como principio de soberanía y la desigualdad fueron cuestionados por un pueblo cansado de vivir bajo ese régimen. En ese escenario se desató una violenta lucha entre el pueblo y los defensores de esa tradición absolutista. El proceso estuvo plagado de gritos y muerte. Los derechos del Hombre fueron la causa de revoluciones, conspiraciones y guerras independentistas. La crisis cimbró a la Monarquía hispana. Al principio los reinos americanos defendieron a la Corona española, pero al calor de los eventos optaron por la independencia, buscándola por diferentes vías, incluida la Conspiración. ▪ El renacimiento de los siglos XV y XVI fracturó el orden mundial. El centro de esta revolución del pensamiento fue causado por el paso del hombre a la razón. A la luz de la ciencia y la técnica, se dudó de los principios que condicionaban al hombre, comenzando por el origen divino como esencia y fin del Mundo. Con pensadores como Copérnico, Bacon, Descartes, Galileo y Newton, la revolución científica del Siglo XVII erigió a la razón y a la ciencia como la base para conocer al ser humano, al Mundo y al Universo, así como las leyes que los componen. El empeño de estos científicos cobró mayor impulso en el Siglo XVIII o Siglo de las Luces, cuando se conformaron los principios del conocimiento. Las propuestas de ilustrados como Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Diderot, Locke y Kant, entre otros comenzaron a arrancar de raíz la estructura idealizada del viejo orden al establecer principios de gobierno basados en la soberanía popular, la separación de poderes, el contrato social y el derecho del pueblo a la rebelión. LAS REPRESENTACIONES, LA VOZ DE LA INCONFORMIDAD
Las Representaciones fueron documentos autógrafos
surgidos a fines del Siglo XVIII, donde funcionarios novohispanos demostraban la explotación de indios y mestizos, mostrando su rechazo a las políticas regias. El Corregidor Miguel Domínguez, en el Memorial sobre los obrajes en Querétaro, censuró la terrible situación de miseria, endeudamiento y mala paga de los trabajadores en la representación contra la Consolidación de 1805, criticó la cédula de vales reales que enajenaban capitales y propiedades, siendo portavoz de la clase acomodada que veía peligrar sus fortunas A lo largo de los años del dominio español, existieron movimientos de rebelión en la América Hispana, controlados a través de una red de censura o reprimidos con prácticas de extrema violencia. El descontento en torno a las reformas borbónicas fue la causa de múltiples conspiraciones. Bajo el lema: “Unión de los oprimidos contra los opresores”, en 1781 el Virreinato de Santa Fe, hoy Colombia, los campesinos del Socorro asaltaron las cajas reales y saquearon las casas de los funcionarios como respuesta al control sobre la producción, venta y circulación del tabaco; sus líderes fueron ejecutados. En el Virreinato del Perú en 1789, Tupac Amaru conspiró en compañía de criollos e indígenas para oponerse a las pesadas cargas tributarias. Fue apresado y descuartizado públicamente como castigo ejemplar. La Corona tenía miedo. ▪ EL BLOQUEO CONTINENTAL Y EL MOTÍN DE ARANJUEZ
▪ El plan de Napoleón I no estaba completo si no vencía al imperio inglés. A través
de la alianza con la corona española y, sobre todo, alentando las ambiciones del primer ministro, Napoleón forzó el apoyo de España para poder atravesar la península, bloquear a Portugal y cercar a Inglaterra. A pesar de ello, Francia no tenía tanto poder marítimo como los ingleses. La realeza española se dividió entre quienes eran leales al rey borbón y aquellos que desconfiaban de éste y apoyaban al príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII. Ante la invasión los borbones intentaron protegerse y escapar por Aranjuez, pero la noticia del traslado de la familia real para llevarla a puerto y embarcarla hacia América, como lo había hecho la casa portuguesa, desató un levantamiento para impedirlo. Godoy fue destituido y Carlos IV se vio obligado a ceder la corona a su hijo. El motín de Aranjuez fue el resultado de la crisis política española. María Luisa de Parma fue una mujer dominante y centro de muchas intrigas. El débil carácter del rey Carlos IV dio razones para pensar que los destinos de España estaban en las manos de la reina y de Godoy, el favorito, de quienes se sospechaba que existía una relación. La reina fue una pieza clave en la crisis dinástica que enfrentó a Carlos IV con el príncipe heredero, quien temía de sus ansias de poder y creía con fundamento que su padre le cedería la regencia del reino español. Tras la crisis desatada por la invasión francesa, la familia real se vio confrontada en la lucha por el poder. Después de Bayona, Fernando VII se mantuvo alejado de sus padres que vivieron exiliados en Roma en condiciones austeras. En 1818, luego que el depuesto Carlos IV la abandonó para irse a Nápoles, la reina murió, acompañada por Manuel Godoy Su controversial imagen fue objeto frecuente de los pinceles de Francisco de Goya. LA INVASIÓN FRANCESA ▪ La Revolución Francesa devino en el ascenso de Napoleón I y su política imperialista apoyada por España. El ministro del Estado, Godoy, obligó a u apocado Carlos IV a firmar, en 1807, el Tratado de Fontainebleau para invadir Portugal y reforzar el bloqueo continental contra Inglaterra. ▪ En franca conspiración, los franceses comenzaron a ocupar los reinos españoles y se ordenó el traslado de la corte. Los españoles leales al príncipe sucesor conspiraron contra la Corona en el Motín de Aranjuez, dónde Carlos IV abdicó a favor de Fernando VII. Napoleón sólo reconoció a Carlos IV y en Bayona lo obligó a cederle todas sus posesiones para entregárselas a José Bonaparte. ▪ La crisis dinástica preparó el camino para las independencias: al otro lado del Atlántico, los reinos hispanoamericanos, leales a los intereses españoles se opusieron al gobierno napoleónico. ▪ La amenaza francesa agudizó la división de la familia real. La popularidad del infante Fernando creció con el apoyo de nobles y Clero opuestos a Carlos IV. El príncipe participó en una conspiración que fue descubierta y juzgada en El Escorial. El paso de las tropas francesas por España y la ocupación de ciudades como Madrid, Barcelona, Granada, Pamplona, entre otras, acrecentaron el descontento de la nobleza y de la Iglesia, quienes capitalizaron el malestar del pueblo harto de padecer penurias. ▪ El 2 de mayo Murat, lugarteniente de Napoleón, ordenó que los infantes María Isabel y Francisco de Paula, los hijos más pequeños de la familia, se unieran con sus padres. Fuerzas populares que impedían la salida de los infantes fueron acribillados por los franceses. La noticia se extendió por toda España, generando un sentimiento popular de repulsa contra los franceses y de enaltecimiento del orgullo español. El enojo aumentó cuando los derechos soberanos fueron pisoteados en la ciudad francesa de Bayona, detonando la chispa de las guerras de independencia. ▪ Las abdicaciones de Bayona enardecieron a los españoles, quienes tomaron las armas para defender la patria y guardarla para Fernando VII, El Deseado. La actitud pasiva de las autoridades regias, provocó la creación de juntas provinciales y locales. Por toda la metrópoli hubo levantamientos en contra de los franceses y con ello se afianzó una identidad patria; el Coloso, representación de la fuerza del pueblo que emerge imponente de las montañas, peleaba también por su independencia. ▪ Napoleón se vio obligado a destinar gran parte de sus fuerzas para defender el reino de su hermano de una oposición organizada en guerrillas populares y campesinas, que sin armas y sin preparación militar, pusieron en jaque a los ejércitos franceses. De la resistencia emergieron héroes como Juan Martín, El Empecinado; Julián Sánchez, El Charro y mujeres como Agustina de Aragón, Juana la Galana y la Fraila, que por sus hazañas encarnaron el coraje y la valentía del pueblo español frente a la arrogancia de los franceses ▪ Las noticias sobre las abdicaciones llegaron a una Nueva España llena de tensiones. Todos juraban lealtad a Fernando VII, pero desconfiaban unos de otros. Ante la sospecha de que el Ayuntamiento organizaba una Junta Nacional con el respaldo del Virrey, la noche del 15 de septiembre de 1808, el Virrey Iturrigaray fue arrestado en Palacio de Gobierno por la Real Audiencia, siendo considerado el autor de la conspiración. En este golpe de Estado, también fueron detenidos Francisco de Azcárate, Primo de Verdad y fray Melchor de Talamantes, miembros del ayuntamiento, sospechosos de buscar, a través de la autonomía, la vía rápida para la independencia. ▪ Al centro de todo el debate estaba la pregunta: si no está el Rey, ¿en dónde se deposita la soberanía? ▪ Los novohispanos desconocieron de inmediato a Bonaparte y juraron lealtad al rey cautivo. La primera reacción fue conformar una junta depositaria de soberanía. Jacobo de Villaurrutia, vocero de la Real Audiencia, proponía formarla sólo con representantes poderosos, como los abogados y los ricos comerciantes. Para Azcárate, la nación era la depositaria de la soberanía, en tanto para Talamantes la solución era pactar la independencia de manera pacífica. ▪ Por su parte el Corregidor Miguel Domínguez sugirió reunir a las Cortes de la Nueva España; práctica legal, pero olvidada. En casi todas las propuestas se enfatizaba la identidad propia de los reinos americanos, lo cual despertó las sospechas de los grupos más leales a la Corona. Con la crisis de 1808 comenzaron a delinearse sentimientos patrios que esgrimían lo americano para oponerse, no a Fernando VII, sino a los peninsulares que veían a los americanos como “españoles de segunda”. Los criollos retomaron a los indígenas para fortalecer sus ideas autonomistas, donde sin desconocer a la Corona, se defendía el derecho de los americanos a decidir y legislar sobre sus asuntos, situación que abría la puerta a la Independencia. De tal idea era Primo de Verdad, quien argumentó: en ausencia del rey, la soberanía recae en el pueblo, entonces, si los indios eran mayoría en ese pueblo invocado, la junta debía tomarles en cuenta. Tal alianza fue común en los reinos americanos, creando unidad alrededor de símbolos religiosos, como las advocaciones marianas y el enaltecimiento de los valores americanos. El criollo noble Mariano Sardaneta, segundo Marqués de Rayas, con altos cargos en la política novohispana, fue implicado en varias redes de conspiradores de la región del Bajío, pues se consideró que él con sus recursos financieros financiaba los planes; sobre todo se le vinculó con el proceso por infidencia desatado en contra del abogado Julián de Castillejos, quien en enero de 1809 fue acusado de realizar declaraciones subversivas en sus escritos. Durante la averiguación salieron a relucir relucidos personajes denunciados por colaborar con la conspiración, entre ellos abogados y escribanos. Rayas, además era el apoderado de los bienes de Iturrigaray, por ello lo relacionaron con el derrocamiento del virrey. En el proceso se descubrió una red de colaboración con ciudades con Huichapan, Valladolid y Querétaro, en la cual participaba el Corregidor Miguel Domínguez. En 1799 en la Ciudad de México, en el callejón de Gachupines # 7 germinaba una conspiración al mando de Pedro de la Portilla, criollo pobre y recaudador de contribuciones. Los sublevados contaban con muy pocos recursos, entre otros, cincuenta machetes y dos pistolas. Usaban la imagen de la virgen de Guadalupe como símbolo. El plan era derribar al gobierno novohispano, pasar por las armas a todos los gachupines y confiscarles sus fortunas. De la Portilla sería nombrado virrey mientras se discutía la forma de gobierno. El líder y sus cómplices fueron a la cárcel, las autoridades virreinales trataron con mucha discreción este episodio, porque temían que fuera causa de levantamientos. Posteriormente De la Portilla salió libre y luchó porque se le reconociera como pionero de la Independencia. En septiembre de 1809 se descubre otra conspiración en Valladolid, ahora Morelia. El 12 de diciembre, día de la Guadalupana, fray Vicente Santamaría afirmó en un sermón que los criollos debían salvaguardar la patria. Dos días después, el intendente, José Alonso de Terán se enteró de la conspiración orquestada por los hermanos Michelena en contra del régimen. Los conspiradores buscaban establecer una Junta Nacional Suprema y juntas provinciales, tal como lo estaban haciendo en la Península para llegar al autogobierno en tanto regresaba Fernando VII. Además tenían como objetivo acabar con los agravios, con la extracción de capitales y con los donativos forzosos que empobrecían a la Nueva España. Buscaron el apoyo en los barrios de indios, prometiéndoles abolir los tributos que lesionaban los intereses de las comunidades. La conspiración terminó el 21 de diciembre, cuando fueron aprehendidos los cabecillas José María García Obeso, los Michelena y fray Vicente Santamaría, junto con otros implicados, cerca de cuarenta, donde sobresalían militares, abogados y religiosos. Después de un largo proceso fueron exonerados, la mayoría de los líderes de la conspiración fueron alumnos del Cura Hidalgo en el Colegio de San Nicolás. ▪ La crisis de 1808 produjo en Hispanoamérica respuestas diversas y antagónicas. La autoridad española estableció una vigilancia extrema para evitar la subversión en sus reinos; tertulias, pulquerías, salones de baile y plazas públicas fueron objeto de control. Algunos criollos fueron radicales al proponer la autonomía o la independencia política de la metrópoli. En ciudades como Valladolid, Querétaro y México, distinguidos hombres y mujeres comenzaron a conspirar; al ser descubiertos y juzgados como traidores se desató una cruenta guerra en contra de las autoridades virreinales que buscaban guardar el trono de Fernando VII, pero luego se radicalizó hasta plantar la independencia total de España. Paralelamente, otros criollos optaron por la vía legal y siguieron las instrucciones que llegaban de la metrópoli, por eso se organizaron en juntas representativas a semejanza de las españolas. ▪ Más tarde mandaron diputados a las Cortes de Cádiz, quienes fueron la voz americana y exigieron condiciones de igualdad y derechos similares para todos los reinos. ▪ De esta manera, la crisis de 1808 evidenció la diversidad de posturas políticas que había en los reinos americanos y su incidencia en el proceso independentista. ▪ Entre los años 1809 y 1810 era común que entre las calles de la Nueva España amanecieran proclamas anónimas en contra del gobierno virreinal. Aprovechando las horas nocturnas, los autores o sus compinches las pegaban de prisa, esperando no ser descubiertos por las patrullas de vigilancia que hacían constantes rondines para sorprenderlos en pleno acto de subversión y llevarles a juicio por traición. La autoridad regia sospechaba que los autores de los libelos difamatorios se reunían en veladas literarias y tertulias, realizadas en casas particulares, donde se hablaba de teatro y literatura, pero también, de manera clandestina, se discutían cuestiones políticas que atacaban al gobierno. En Querétaro fueron usuales estas reuniones donde los criollos se ponían al tanto de las noticias del reino; de ellas surgió una red de conspiradores en la región del Bajío donde se fragmentaron diversos planes subversivos, entre los más importantes los de Valladolid, Querétaro y Guanajuato. En 1810, el Corregidor queretano Miguel Domínguez, su esposa Josefa Ortiz, los militares Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Joaquín Arias, el padre Sánchez, los hermanos Epigmenio y Emeterio González, así como el cura Hidalgo e Ignacio Pérez, orquestaron un plan contra las autoridades regias, ante la sospecha comenzaron a ser objeto de vigilancia, dando como resultado la anticipación de los acontecimientos ante el descubrimiento de la conjura. En agosto se organizaron algunos bailes para ultimar los detalles del levantamiento, mientras en casa de los hermanos González se reunían los pertrechos y armas para la insurrección. A finales de mes se comenzó a correr el rumor de que en Querétaro se estaba organizando una conspiración contra el gobierno virreinal. Varios implicados denunciaron ante las autoridades militares y del cabildo lo que estaba sucediendo. La noche del 14 de septiembre el Corregidor y García Rebollo encabezaron un cateo a la casa de los González, ocho personas fueron detenidas. Al saber que la conjura se había descubierto, Doña Josefa Ortiz envió a Ignacio Pérez a San Miguel el Grande para que diera aviso al capitán Allende. Al no encontrarlo, el mensajero se dirigió a Dolores para informar al Cura Hidalgo de la situación. El intendente de Guanajuato, Juan Antonio Riario, enterado de las conspiración, mandó aprehender a Allende y a Aldama en San Miguel, y a Hidalgo y Abasolo en Dolores. Ignacio Allende interceptó la orden de su detención y se dirigió a Dolores, donde Miguel Hidalgo se decidió por el levantamiento armado. El día que llegaron las noticias a Querétaro de que el capitán Allende y el Cura Hidalgo habían comenzado el levantamiento, tenían sitiada la villa de San Miguel y un gran número de personas habían asaltado el pueblo de Dolores. ¡La guerra había estallado! ▪ Allende e Hidalgo tenían diferencias ideológicas. El plan de Allende era convocar a una junta de diputados electos por los pueblos de todo el virreinato. Proponía el autonomismo, donde el gobierno estaría en manos de criollos representados en una Junta Nacional que reconociera a Fernando VII. Hidalgo en cambio, proponía establecer un congreso de representantes de ciudades y villas, en lo cual coincidía con Domínguez. Para él, en el gobierno deberían estar incluidos los intereses de todos los habitantes de la Nueva España y no sólo los de los criollos. Pensaba que la patria podía existir sin Fernando VII. En el “grito” de convocatoria dado en Dolores, pidió que ayudaran a defender la patria, que se acabaran los tributos y la opresión. ▪ Para atraer a la población indígena a la causa insurgente, se capitalizó su descontento por el alza en los precios del maíz, los onerosos tributos y la crisis que afectaba a los sectores desposeídos de la población. El carisma de Hidalgo cautivó a miles, dispuestos a pelear contra los peninsulares, representantes directos del “mal gobierno”. ▪ Buscaron y encontraron la unidad en el símbolo de la Virgen de Guadalupe, referencia común de religión y patria americana. Con el estandarte de la Patrona de la Nueva España, una multitud de más de 80,000 personas entraron en ciudades del Bajío, declarando guerra sin cuartel contra los españoles, desatando así uno de los episodios más violentos del proceso independentista, comparado con algunos contemporáneos con el terror haitiano. Los frailes Felipe Luna y José Cristóbal Suárez fueron acusados de conspirar en 1811. El levantamiento armado iniciaría el 5 de abril con el apoyo de vecinos, algunos sargentos del regimiento de la ciudad de Celaya y numerosos indígenas que estarían ubicados a media legua de la ciudad. Aunque no tenían ningún argumento, pensaban apoderarse, con la ayuda del cuerpo de militares de la Sierra Gorda, del parque y artillería que estaban guardados en el convento de San Francisco. Planearon que los centinelas apostados en las cortaduras colaboraban en la rebelión, liberando a los presos y sacando de la ciudad a los gachupines. Cuando fueron denunciados los supuestos participantes, negaron enfáticamente conocer el plan de insurrección y sólo el fraile Luna fue procesado y estuvo preso hasta 1817. En medio de la guerra contra el dominio francés, los españoles se organizaron en Cortes para gobernarse en ausencia del rey. En Cádiz se reunieron los diputados representantes de todas las posesiones españolas. En el puerto español expidieron varios decretos, entre otros: la igualdad para todos los habitantes del reino y la libertad de imprenta, así como la supresión de la esclavitud, la inquisición y del pago de tributo de indios y castas; demandas exigidas en las Cortes por los diputados hispanoamericanos. En marzo de 1812, día de San José, se publicó la Constitución, por lo cual fue conocida popularmente como La Pepa. La Carta Magna establecía una monarquía constitucional con la separación de poderes y la abolición de los estamentos, además, reconocía a la nación española como una suma de varios reinos con el ánimo de terminar la guerra en la América Hispana ▪ A pesar de su breve vigencia, la constitución modificó las formas tradicionales de hacer política al debilitar el poder virreinal y fortalecer la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas de las provincias y territorios del reino. Cádiz, dispuso establecer, mediante elecciones, ayuntamientos en todas las provincias y pueblos. En Querétaro se celebraron elecciones para elegir a los funcionarios que ocuparían los cargos del cabildo que, tradicionalmente recaían en las mismas personas de la élite. Fue un acontecimiento muy importante porque permitió que personajes provenientes de otros estratos sociales desbancaran a quienes habían detentado, durante mucho tiempo, el poder local. Si bien fue un ejercicio que prefiguró la primera democracia, en ese momento se consideró como un atentado a la tradición. El grupo más conservador, ligado a las autoridades virreinales se opuso tajantemente al ver peligrar sus intereses. El Virrey Calleja anuló los resultados acusando a los funcionarios electos de conspirar en contra de las instituciones monárquicas. ▪ En 1814, después de seis años en prisión, Fernando VII regresó a ocupar el trono y consideró que los liberales reunidos en Cádiz habían conspirado en contra de su autoridad, por ello no estuvo dispuesto a aceptar ninguna reforma, así que, con el propósito de restaurar el orden en la metrópoli y en el Nuevo Mundo, derogó la Constitución de Cádiz, persiguiendo a los liberales acusándolos de traidores a los principios absolutistas. Después de una guerra sin cuartel muchos fueron encarcelados. Sin embargo, la breve experiencia política y la discusión generada le mostraron al pueblo y a la élite liberal que era posible transformar al reino. Después de un recrudecimiento del absolutismo fernandino, en 1820, mediante una revolución liberal al mando del general Riego, el rey fue obligado a jurar nuevamente la Constitución de Cádiz. ▪ Al otro lado del Atlántico, huestes insurgentes y fuerzas realistas siguieron con atención los sucesos peninsulares, no obstante, el camino para la Independencia ya no tenía retorno. Cádiz, tratando de evitar la separación, la aceleró. A su regreso, Fernando VII esperaba terminar con los movimientos independentistas americanos, sin embargo, era tarde; para los insurgentes no había más alternativa que la Independencia. A pesar de las promesas de Cádiz, fue imposible convencer a los rebeldes de regresar al seno imperial. En 1821 las provincias centroamericanas declararon su independencia para crear los Estados de Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica. En América del Sur, Paraguay fue el primer país en declarar su independencia en 1811; en 1816, las provincias del Río de la Plata hicieron lo propio y establecieron las Provincias Unidas de Sud América. En 1818 San Martín invadió Chile y se constituyó un nuevo país bajo el mando de Bernardo O’ Higgins. Por su lado, Simón Bolivar se encargó de reconquistar el territorio de Nueva Granada, creando en 1819 la Gran Colombia (hoy Ecuador, Venezuela y Colombia). Finalmente Bolivar y San Martín triunfaron en Ayacucho en 1824 y declararon la independencia de Perú y Bolivia. La Corona sólo logró conservar las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe. ▪ La guerra de independencia se libró también en el campo ideológico. Se reconoce a Hidalgo como pionero de la línea más radical y popular del movimiento, quién heredó su ideario a un grupo de insurgentes que fueron construyendo los cimientos del pensamiento político mexicano. En medio de la guerra, estos pensadores fueron tejiendo con gran lucidez un proyecto de nación fundado en lo propiamente americano y que diera prioridad a los problemas más urgentes de estos territorios; de ahí su lucha por suprimir la esclavitud y los tributos. Para desmarcarse de la Corona optaron por seguir el ejemplo francés y norteamericano al establecer la soberanía nacional y popular como fuente de todo poder y al republicanismo como la forma ideal del gobierno. ▪ Morelos, López Rayón y Guerrero, entre otros, dejaron plasmadas estas ideas en diversos documentos y manifiestos, sintetizados en su mayoría en Los Sentimientos de la Nación y en la Constitución de Apatzingán. LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN: LA LIBERTAD DE LA AMÉRICA MEXICANA
Proclamada en Apatzingán, Michoacán en 1814, la constitución emanada del Congreso de
Chilpancingo recogió las ideas ilustradas francesas para organizar el gobierno “libre y republicano”. El Supremo Consejo Mexicano establecía la soberanía popular y los derechos del hombre como principios fundamentales de la nación; los ciudadanos tenían “el derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera”. A Morelos, honrado con el título de Siervo de la Nación, se le deben las mayores contribuciones al texto constitucional, sobre todo su empeño por afianzar el espíritu republicano y antimonárquico como pilares del Estado. A pesar de su enorme valor político, la Constitución no se llevó a la práctica porque se promulgó en el fragor de la guerra insurgente contra España. Morelos fue fusilado en diciembre de 1815, sin embargo, su pensamiento se mantuvo como legado político. En la Nueva España no todos vieron con agrado que la Constitución de Cádiz se volviera a poner en vigencia en 1820. Para destacados miembros de la élite militar y eclesiástica, las leyes constitucionales amenazaban sus intereses. Por ello, a contracorriente de la política regia, se aliaron con los insurgentes al mando de Vicente Guerrero. En el templo de la Profesa, varios conspiradores con el apoyo del ejército y encabezados por Agustín de Iturbide, fraguaron un golpe de Estado en contra de España y el 24 de febrero de 1821, mediante el Plan de Iguala, ambos bandos proclamaron la Independencia y la instauración de una monarquía constitucional. Juan de O’ Donojú, enviado español, firmó los Tratados de Córdoba y el 27 de septiembre de 1821se reafirmó la independencia novohispana y la formación del imperio. La Soberana Junta Provisional Gubernativa estableció la Regencia encabezada por Iturbide, quién convocaría al Congreso Constituyente, el cual se inauguró el 24 de febrero de 1822 en un ambiente ríspido. El enfrentamiento entre iturbidistas y republicanos fue muy evidente, por lo que algunos militares organizaron un motín y el 19 de mayo de ese mismo año proclamaron a Iturbide como emperador. A pesar de los intentos por lograr el consenso en torno al Imperio, se desataron conspiraciones para acabarlo. El 1 de febrero de 1823 se promulgó el Plan Casa Mata, que exigió la elección de un nuevo congreso constituyente. Sus enemigos lograron al final la abdicación el 19 de marzo de 1823. Así terminó el efímero I Imperio. ▪ Las conspiraciones ocasionaron las independencias en la mayoría de los territorios hispanoamericanos y la conformación de nuevos países. En un escenario de violencia los actores políticos sembraron la semilla para el cambio y fueron escuchados tanto en las Cortes como en los campos de batalla, donde miles perdieron la vida. En la Nueva España la crisis política se definió, tanto en el plano legal con la asistencia a Cortes como en las acciones de Hidalgo, Morelos y Guerrero, que dieron voz a los derechos de los americanos. Este proceso vivido entre 1810 y 1820, bajo el manto del liberalismo generó una cultura política y la posibilidad de conformar una nación soberana y republicana. ▪ El legado de los conspiradores, fue el espíritu que animó la separación política. Sus nombres y acciones los colocaron en un lugar especial de la narrativa nacional. ▪ En medio del fragor de la guerra, la denominación para referirse al territorio novohispano comenzó a debatirse. Desde mediados del Siglo XVIII era común llamar al virreinato como México o Nueva España indistintamente, sin embargo, no existía una conciencia clara de los límites territoriales de éste ni cómo nombrarla. México aludía a la ciudad capital que jurisdiccionalmente era la sede de los poderes virreinales con autoridad en todas las provincias. En los documentos se registran diferentes nombres como América, América Septentrional, América Mexicana y Anáhuac, entre otros, para referirse a los dominios virreinales, en tanto que a sus habitantes se designan como americanos, novohispanos o españoles americanos. En los Tratados de Córdoba se estableció que “Esta América se reconocerá como nación soberana e independiente y se llamará en lo sucesivo imperio mexicano”. Una vez que concluyó el breve imperio iturbidista, los constituyentes de 1824 decidieron llamar a la nueva nación: Estados Unidos Mexicanos, para diferenciarla de lo hispano. ▪ Después del efímero imperio iturbidista, se retomó el proyecto republicano, liberal y federalista, donde hombres como Carlos María de Bustamante, Servando Teresa de Mier y José Miguel Ramos Arizpe, sentaron las bases jurídicas del Estado mexicano. La Constitución de 1824 tuvo como inspiración, además del ideario ilustrado, los diferentes documentos emanados durante la guerra de independencia como Los Elementos Constitucionales de la Junta de Zitácuaro, Los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán, entre otros. El documento fundacional de los Estados Unidos Mexicanos estableció la república federal, popular y representativa al definir con precisión la división de poderes y establecer la soberanía popular como principio político. Así, las diputaciones provinciales se convirtieron de manera natural en los estados de la federación mexicana. ▪ Querétaro, con la defensa de Félix Osores, se convirtió en un Estado más de la República; antiguos conspiradores como Miguel Domínguez, participaron activamente en las incipientes instituciones de la nueva nación. ¡MUCHAS GRACIAS! JUAN MANUEL JÁQUEZ GARCÍA