Valdez Minimedios M
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La metodología de difusión de la Ley debe identificar estos medios y su forma de transmitir los
discursos en torno a la participación popular. Si la reforma es la apertura de un proceso dialógico
entre el Estado y las comunidades, implica también que todos nos sintamos ciudadanos; el respeto
a distintas maneras de pensar; la construcción del país dignificando la existencia de sus habitantes,
dando valor a sus vidas.
Como se dijo, la falta de comunicación entre el Estado y la sociedad civil (relativizada por
momentos históricos bien definidos) se convirtió en una construcción divergente de mensajes que
no podían encontrarse. Al margen del diálogo logrado individualmente por el carisma de algún
personaje o político (quizá dentro del esquema weberiano de liderazgo carismático) hay pocas
experiencias dentro del Estado moderno de comunicación participativa, sistemática y efectiva. El
Estado y su gobierno difícilmente se han comunicado de forma integral y constante con la
sociedad civil. Tradicionalmente ha existido en ésta una marcada resistencia a escuchar los
mensajes gubernamentales por considerarlos tendenciosos y simples instrumentos
propagandísticos que muestran lo que el gobierno quiere difundir para mejorar su imagen y
ocultan lo que le perjudica.
El lugar de la comunicación
Masividad y éxito
No se trata sólo de difundir masivamente la Ley para garantizar el éxito en la apropiación del
mensaje por parte de los actores sociales; no se trata simplemente de la edición indiscriminada de
documentos o de apariciones esporádicas o frecuentes por televisión, sino de realizar estas
actividades en el marco de una estrategia para difundir esos mensajes, a una readecuación
permanente del discurso de la Secretaría hacia la sociedad y hacia esos actores de forma
específica. Además de una cuestión de imagen o de marketing, la comunicación, si quiere ser
exitosa, tiene que adecuarse a la percepción que tienen los actores de la relación con su propio
entorno, con el Estado, con su realidad, con su forma de ver o no ver la propia Ley. ¿Dónde se
pone énfasis?, es la pregunta central que deben plantearse los difusores del instrumento legal en
todo el país. Primero, a quién se dirigen, tendrán que evaluar con los instrumentos que les permita
su propia realidad; luego, qué mensajes son los más adecuados para dirigirse a ese potecial
público receptor y finalmente lo más difícil el cómo si se trata de garantizar, un consenso nacional
capaz de sostener la reforma.
Todo lo anterior nos brinda un marco de referencia sobre el papel que debe cumplir un sistema
nacional descentralizado para la difusión de la participación popular, horizontal y dialógico, con
mensajes generados desde el propio escenario local. La comunicación acerca la Ley, sus decretos
reglamentarios y todos los cambios que en los próximos años traerá al país, no puede ser un
proceso únicamente originado en el gobierno central si se la quiere eficiente y efectiva; el cambio,
para ser realmente tal, debe modificar las estructuras sobre las que se desenvolvía el actual
modelo estatal. Serán los propios actores de la participación popular quienes encuentren las
mejores maneras de comunicación para apropiarse de estos cambios y ponerlos en práctica
implementación de la Ley, del que será parte fundamental un sistema nacional de comunicación
intermunicipal, esto es. una red de información cruzada como herramienta del desarrollo
municipal. La comunicación, como se dijo al principio, no debe tener un emisor centralizado, a lo
más, un coordinador nacional que la reuna y compatibilice. La comunicación, precisamente por su
esencia, debe ser más descentralizada que cualquier otro elemento del proceso. Su éxito
dependerá de que sean las instancias regionales y locales las que respondan al quién, cómo y qué
de las demandas comunicacionales, preguntas fundamentales para la llegada a buen puerto de los
mensajes elaborados. Estos tienen que ser generados por los propios actores de la participación
popular en función a lo que consideren prioritario.
LA RADIODIFUSION LOCAL
La radio tiene, además, una ventaja comparativa sobre los otros mass media, que le permite
sobrevivir ventajosamente: su capacidad de llegar a aquellos sitios donde no pueden hacerlo los
otros medios por las dificultades que implica, en un caso, el uso de electricidad (televisión) y, en el
otro, la limitación de la falta de vías camineras que vertebren sus territorios (periódicos).
En 1990, de acuerdo con datos de la Enciclopedia Hispánica, en Bolivia funcionaban 204 estaciones
radiales, y había cuatro millones de aparatos receptores de todo tipo, lo que significa que la
proporción entre receptores radiales y habitantes es de 1,8. En lo relativo a la televisión, los datos
dan cuenta de la existencia, en el mismo año de 1990, de 42 estaciones televisivas en todo el país
y cuatrocientos mil aparatos receptores de TV, de donde se establece que hay un televisor por
cada 18 personas. En lo concerniente a los diarios, las últimas cifras señalan que circulan en todo
el territorio nacional 13 cotidianos, cuyo tiraje acumulado diario da un promedio de 311.000
ejemplares, a los cuales sólo tienen acceso 50 de cada mil habitantes, es decir, el cinco por ciento
del total de la población.
Los datos para 1986 dan cuenta de un total de 163 estaciones radiales en todo el país; de esa cifra,
sólo 65 se encontraban en las ciudades capitales y 98 en el resto del departamento. 3° En 1990, de
254 emisoras contabilizadas, 122 estaban localizadas en las provincias y 132 en las capitales
departamentales, 31 y para 1991 el número de estaciones radiales llegaba a 260, de las cuales 127
estaban localizadas en el área rural y 133 en las ciudades capitales.
El papel que juegan los medios masivos -es decir, prensa, televisión, radio, cine, cartel, etc.- en la
difusión de la Ley 1551 es fundamental sobre todo en el área urbana. No se puede olvidar la
totalidad de su cobertura ni la universalidad de su público (al margen de la real audiencia o rating
que tengan cada uno de esos medios, que no importan a la hora de concebir el mensaje). En
Bolivia, la televisión cubre todo el territorio nacional, ya sea a través de repetidoras o vía satélite.
La mayor incidencia de la televisión, como se dijo, se encuentra en las áreas urbanas y
periurbanas, sin desmerecer, por ello, su presencia rural. La radio ya mereció una mención
especial y su alcance rural es mayor, gracias al bajo costo de los receptores a transistores y la poca
electrificación que existe en el país. La prensa es prácticamente inexistente para la mayoría de la
población, pero su importancia se mide por la influencia que ejerce en los sectores dirigenciales
del país.
Cartillas.- Las cartillas son instrumentos comunicacionales diseñados para facilitar la comprensión
de los contenidos de la reforma por parte del público. No existen reglas que limiten su forma. Por
ello, la variedad de cartillas es muy grande y está sujeta, únicamente, a la creatividad de quienes
las diseñan.
Cuadernos y cuadernillos.- Los cuadernos y cuadernillos, formalmente son parecidos a las cartillas,
pero el tratamiento que hacen a los distintos contenidos de la reforma tienen un mayor grado de
profundidad. Sirven como material de trabajo y facilitan el proceso de capacitación para la
implementación de la Ley; su utilización se enmarca en las acciones que despliega la Secretaría
Nacional de Participación Popular para la capacitación, sobre todo, de los gobiernos municipales y
el fortalecimiento de las OTBs.
El boletín.- Es una publicación oficial que expresa las distintas políticas de la Secretaría. Además,
permite despertar determinado tipo de polémica y crítica muy saludables para la implementación
de la Ley a través de colaboraciones de todos aquellos interesados en la participación popular. Su
línea editoral prevé un lenguaje asequible al conjunto de la población, pero de todas maneras, se
trata de un instrumento orientador de las acciones de los operadores nacionales, regionales y
municipales de la aplicación de la Ley.