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Valdez Minimedios M

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UNIVERSIDAD TECNICA DE ORURO

FACULTAD DE DERECHO CIENCIAS POLITICAS Y


SOCIALES

LA COMUNICACIÓN POPULAR EN BOLIVIA

Nombre: Stefany Rosemary Vargas Zubieta


Materia: Taller de minimedios
Docente: Lic. Antonio Ascencio Valdez
Fecha: 24 de marzo del 2023
La comunicación popular es el elemento que genera solidaridad, capacidad de
decisión, defensa de los intereses de los sectores urbano-populares,
contribuyendo al desarrollo de la conciencia del individuo, aportando además a
cambiar la lógica del sistema capitalista, que es también la lógica de la
comunicación.
Los medios de comunicación son la radio comunitaria, la televisión popular,
los medios y espacios de comunicación de pueblos originarios, redes feministas,
migrantes, territoriales, socioambientales y de diversos sectores pueblan hoy la
oferta mediática alternativa.
LA COMUNICACION COMO INSTRUMENTO DE COMUNICACION
La primera lección que recibe quien trata de aprender algún instrumento académico, es la
comprensión y manejo de los tecnicismos que le permitirán, en el ejercicio profesional,
convertirse en imprescindibles frente a los legos e ignorantes. Una supuesta centralidad
académica y una separación con el sujeto social que será su receptor, permitirá que la
figura del hermeneuta, decodificador o erudito, pueda desempeñar su trabajo con mayor
tranquilidad, sin que deba preocuparse de la responsabilidad que lleva implícita la
función. Se califica la comunicación como un nuevo poder del Estado y nadie que se precie
de estar comprometido con la realidad, saldrá a la cal le sin haberse informado
previamente. Esa "dictadura", sinónimo también de poder, crea y suprime necesidades,
encumbra y destruye, ignora o alienta. Cada componente de análisis se mide por
centímetro cuadrado, la ubicación y horario de la noticia, la cantidad de palabras
utilizadas; las encuestas, sondeos de opinión y grupos focales terminan convirtiéndose en
la conciencia colectiva que guía nuestros pasos. Estamos frente a una publicación que
plantea todo lo contrario de la tradición y la solemnidad, al definir como sus instrumentos
de acción a la participación popular y la descentralización en la comunicación. No es un
hecho aislado, mesiánico ni producto de la iluminación; es el resultado de una realidad
absolutamente objetiva que se necesita conocer con mayor profundidad para llegar más y
mejor. Por ser un texto de práctica, no puede ser acabado ni perfecto; se incorpora a las
Organizaciones Territoriales de-Base, Corporaciones Regionales de Desarrollo, instancias
centrales de poder y a organizaciones no gubernamentales, como sujetos cotidianos y
actuantes; se analizan instrumentos masivos de socialización de la información como
campañas radiales por ejemplo, compartiéndose instrumentos, métodos y técnicas para
alcanzar resultados, comprobando su eficacia en la práctica. Se utiliza la ciencia y el
conocimiento como apoyo reconociéndose en la realidad, la causa que justifica la acción y
de quién obtendremos los resultados.
MARCO DE LA PROPUESTA
Establecer un diálogo nacional ha sido difícil en el país. Uno de los momentos centrales en
la búsqueda de él, se dio durante el proceso emergente de la contienda del Chaco (1932-
1935), que continuó en 1952 en busca de un reconocimiento efectivo del discurso del
Otro'.
Puede concebirse a la Revolución del 52 como el intento más claro, desde el Estado, para
procurar intercambio y diálogo con la sociedad civil. De esa forma sucedieron notables
cambios en el discurso político, se incorporó a las masas a la vida nacional pero de forma
tal, que su discurso se centró en la asimilación e interpretación de los sectores
emergentes; quiso educarlas, pero a través de una educación que atropellaba su cultura y
formas de vida. A partir de 1952 comenzaron a imponerse consignas unificadoras de lo
nacional; sin embargo, el proceso quedó nuevamente trunco años después.
La Ley de Participación Popular intenta lograr que ese Otro no siga siendo excluido, que su
discurso importe tanto como el vigente hasta ahora. El instrumento legal permite
establecer ese "diálogo nacional" que nunca se realizó a plenitud o que se perdió en
medio de la mediocridad y la falta de visión de los sectores dominantes que gobernaron
por décadas el país.
Nuevas corrientes
La Ley de Participación Popular es un reflejo, una consecuencia, de la existencia de estas
transformaciones y de cómo la comunidad ha forzado a las clases dominantes a que se
comuniquen con ella y le permitan participar. Esta labor que en los últimos años parecía reservada
solamente a Organizaciones No Gubernamentales o a la Iglesia, poco a poco está siendo asumida
por el Estado.

La viabilidad de la Ley de Participación Popular, entonces, es la viabilidad del diálogo entre


mestizos y nativos, "cholos" y "blancos", entre población urbana y rural, entre toda la
pluriculturalidad existente en el país. Es el intento de reconocer sujetos y derechos y darles un
marco legal, instrumentar un proceso económico equitativo y reordenar la administración pública.
Viéndola desde este punto de vista, la Ley, sumamente compleja en su implementación, es muy
sencilla en su concepción. El reconocimiento de ese Otro marginado restaura un trato horizontal,
establece una relación dialógica e interactiva. La propia comunidad se constituye en emisora y
receptora. El objetivo comunicacional de la participación popular, es pues, restablecer el diálogo
perdido. Comunicar una Ley de estas características implica establecer medios, métodos y técnicas
comunicacionales que se aproximen a su espíritu, que retomen ese diálogo perdido, que permitan
una participación activa del público. Lo importante es que todos los componentes de la
participación popular tengan el mismo sentido, adquieran la misma forma.

La metodología de difusión de la Ley debe identificar estos medios y su forma de transmitir los
discursos en torno a la participación popular. Si la reforma es la apertura de un proceso dialógico
entre el Estado y las comunidades, implica también que todos nos sintamos ciudadanos; el respeto
a distintas maneras de pensar; la construcción del país dignificando la existencia de sus habitantes,
dando valor a sus vidas.

Es necesario afirmar, que antes de la promulgación de la Ley el país vivía un exacerbado


centralismo que se negaba a dar acceso a las comunidades o pueblos de su periferie a las
decisiones y se resistía a escuchar las demandas provenientes de los actores de la marginalidad
impuesta, siendo ellos tan bolivianos como cualquier otro habitante de La Paz o Santa Cruz de la
Sierra. Este es uno de los factores que ha determinado, entre otros elementos estructurales de
diversa incidencia, la situación de extrema pobreza en la cual sobrevive una inmensa mayoría de
los bolivianos. La Ley 1551 desde su espíritu y filosofía demanda la reversión de ese centralismo.
Enfatiza el reconocimiento de las formas de organización comunitaria, pero además incorpora
equidad a la distribución de los recursos, a través de una novedosa y sencilla definición de la
coparticipación tributaria, reparando de este modo una injusticia histórica. Plantea incorporar a la
Bolivia excluida, en procura de una interlocución protagónica de la ciudadanía tradicionalmente
marginada. Pero, no se debe olvidar que la Ley en sí misma no soluciona ningún problema; será su
implementación y superación la que termine con los problemas emergentes del atraso del país.

Comunicación, Estado y sociedad

Como se dijo, la falta de comunicación entre el Estado y la sociedad civil (relativizada por
momentos históricos bien definidos) se convirtió en una construcción divergente de mensajes que
no podían encontrarse. Al margen del diálogo logrado individualmente por el carisma de algún
personaje o político (quizá dentro del esquema weberiano de liderazgo carismático) hay pocas
experiencias dentro del Estado moderno de comunicación participativa, sistemática y efectiva. El
Estado y su gobierno difícilmente se han comunicado de forma integral y constante con la
sociedad civil. Tradicionalmente ha existido en ésta una marcada resistencia a escuchar los
mensajes gubernamentales por considerarlos tendenciosos y simples instrumentos
propagandísticos que muestran lo que el gobierno quiere difundir para mejorar su imagen y
ocultan lo que le perjudica.

El lugar de la comunicación

La comunicación, en términos contemporáneos, centra su interés en quién recibe el mensaje, esto


es: en el destinatario, y en cómo lo adecuará a su forma de vida, a sus intereses, a las relaciones
imaginarias que establece, entre muchos otros aspectos. Como dice Michel Pecheux, "la
normalidad de la producción de un discurso concierne no sólo a la naturaleza de los predicados
que son atribuidos a un sujeto sino también a las transformaciones que sufren estos predicados en
el curso del discurso... A y B designan lugares determinados en la estructura de una formación
social. Lugares representados en los procesos discursivos (formaciones imaginarias que designan
el lugar que A y B atribuyen a sí mismo y al otro)" . 8 Como se observa en el cuadro siguiente: Las
relaciones imaginarias que tiene el destinatario permiten la creación de una serie de mediaciones
que imposibilitan que un mensaje sea apropiado como imaginó el destinador o emisor. Los
mensajes sufren grandes transformaciones en el público al que está dirigido. La elaboración de
mensajes tendrá que adecuarse, de la forma más precisa posible, a esa particular construcción del
entorno que tiene el receptor, si quiere -aunque sea en parte- convertirse en un instrumento útil e
incorporarse a quienes quiere representar. Dentro de esta "teoría de la recepción", hay cientos de
vertientes, conceptos y formas distintas de encarar el problema. En este caso, no se trata de una
discusión teórica, ni mucho menos, apenas será la perspectiva desde la cual se encara la presente
propuesta estratégico-metodológica.

Masividad y éxito

No se trata sólo de difundir masivamente la Ley para garantizar el éxito en la apropiación del
mensaje por parte de los actores sociales; no se trata simplemente de la edición indiscriminada de
documentos o de apariciones esporádicas o frecuentes por televisión, sino de realizar estas
actividades en el marco de una estrategia para difundir esos mensajes, a una readecuación
permanente del discurso de la Secretaría hacia la sociedad y hacia esos actores de forma
específica. Además de una cuestión de imagen o de marketing, la comunicación, si quiere ser
exitosa, tiene que adecuarse a la percepción que tienen los actores de la relación con su propio
entorno, con el Estado, con su realidad, con su forma de ver o no ver la propia Ley. ¿Dónde se
pone énfasis?, es la pregunta central que deben plantearse los difusores del instrumento legal en
todo el país. Primero, a quién se dirigen, tendrán que evaluar con los instrumentos que les permita
su propia realidad; luego, qué mensajes son los más adecuados para dirigirse a ese potecial
público receptor y finalmente lo más difícil el cómo si se trata de garantizar, un consenso nacional
capaz de sostener la reforma.

Un sistema descentralizado para la difusión de la Ley de Participación Popular

Lo que se busca es establecer un sistema nacional descentralizado para desarrollar procesos


comunicacionales con el propósito de que la ciudadanía se apropie críticamente de la Ley de
Participación Popular. En este marco, es importante señalar que el municipio es el espacio
principal para impulsar una democracia participativa. Esto trae consigo la demanda de
reafirmación de la democracia representativa, pero refleja, además, la apertura de canales
directos de participación ciudadana. Los sindicatos de trabajadores, las asociaciones vecinales y los
movimientos sociales, han tenido hasta ahora una conducta esencialmente reivindicativa; de algún
modo, este comportamiento de la sociedad civil corresponde a la lógica del Estado burocrático-
centralista.

SISTEMA DESCENTRALIZADO DE COMUNICACION. ESTRUCTURA OPERATIVA

Todo lo anterior nos brinda un marco de referencia sobre el papel que debe cumplir un sistema
nacional descentralizado para la difusión de la participación popular, horizontal y dialógico, con
mensajes generados desde el propio escenario local. La comunicación acerca la Ley, sus decretos
reglamentarios y todos los cambios que en los próximos años traerá al país, no puede ser un
proceso únicamente originado en el gobierno central si se la quiere eficiente y efectiva; el cambio,
para ser realmente tal, debe modificar las estructuras sobre las que se desenvolvía el actual
modelo estatal. Serán los propios actores de la participación popular quienes encuentren las
mejores maneras de comunicación para apropiarse de estos cambios y ponerlos en práctica
implementación de la Ley, del que será parte fundamental un sistema nacional de comunicación
intermunicipal, esto es. una red de información cruzada como herramienta del desarrollo
municipal. La comunicación, como se dijo al principio, no debe tener un emisor centralizado, a lo
más, un coordinador nacional que la reuna y compatibilice. La comunicación, precisamente por su
esencia, debe ser más descentralizada que cualquier otro elemento del proceso. Su éxito
dependerá de que sean las instancias regionales y locales las que respondan al quién, cómo y qué
de las demandas comunicacionales, preguntas fundamentales para la llegada a buen puerto de los
mensajes elaborados. Estos tienen que ser generados por los propios actores de la participación
popular en función a lo que consideren prioritario.
LA RADIODIFUSION LOCAL

De acuerdo a muchas investigaciones y datos empíricos, la radio se constituye todavía en uno de


los mass media con mayores posibilidades de llegar a vastos y dispersos públicos, soportando la
competencia de la televisión, que no ha logrado reemplazarla, sobre todo en el área rural.

La radio tiene, además, una ventaja comparativa sobre los otros mass media, que le permite
sobrevivir ventajosamente: su capacidad de llegar a aquellos sitios donde no pueden hacerlo los
otros medios por las dificultades que implica, en un caso, el uso de electricidad (televisión) y, en el
otro, la limitación de la falta de vías camineras que vertebren sus territorios (periódicos).

La realidad comunicacional de Bolivia no se escapa en absoluto a estas características. En efecto,


sin lugar a dudas, en nuestro país la radio es el medio de comunicación masivo más utilizado, en
muchos casos con características propias que rompen la tradicional definición de medio masivo,
porque genera respuestas de la sociedad civil o, más concretamente, de las organizaciones de
base, las cuales mediante una relación orgánica con las radios, particularmente rurales, facilitan el
desarrollo local.

En 1990, de acuerdo con datos de la Enciclopedia Hispánica, en Bolivia funcionaban 204 estaciones
radiales, y había cuatro millones de aparatos receptores de todo tipo, lo que significa que la
proporción entre receptores radiales y habitantes es de 1,8. En lo relativo a la televisión, los datos
dan cuenta de la existencia, en el mismo año de 1990, de 42 estaciones televisivas en todo el país
y cuatrocientos mil aparatos receptores de TV, de donde se establece que hay un televisor por
cada 18 personas. En lo concerniente a los diarios, las últimas cifras señalan que circulan en todo
el territorio nacional 13 cotidianos, cuyo tiraje acumulado diario da un promedio de 311.000
ejemplares, a los cuales sólo tienen acceso 50 de cada mil habitantes, es decir, el cinco por ciento
del total de la población.

Los datos para 1986 dan cuenta de un total de 163 estaciones radiales en todo el país; de esa cifra,
sólo 65 se encontraban en las ciudades capitales y 98 en el resto del departamento. 3° En 1990, de
254 emisoras contabilizadas, 122 estaban localizadas en las provincias y 132 en las capitales
departamentales, 31 y para 1991 el número de estaciones radiales llegaba a 260, de las cuales 127
estaban localizadas en el área rural y 133 en las ciudades capitales.

La difusión de la Ley de Participación Popular a través de las radios locales

No existe un medio "absolutamente eficaz" para la comunicación; la experiencia latinoamericana


en "comunicación popular", "comunicación participativa", "comunicación alternativa" así lo
demuestra, y la mayor parte de las veces en forma negativa. Pero tampoco, y esto debería quedar
claro a los que difunden la Ley por todo el país, se trata de una cuestión de recursos o de
utilización de medios y tecnología de punta. "Las cuestiones de la metodología de la evaluación
son cuestiones de estrategia, y no cuestiones morales. La pureza del método no es una virtud. La
mejor estrategia es aquella que hace calzar los métodos de investigación a las preguntas de
evaluación que se hacen. El desafío es decidir qué métodos son los más apropiados en una
situación dada... Bienaventurados los pobres en opciones, puesto que ellos no tendrán problemas
en decidirse" .37 Las decisiones acerca del método o los medios más adecuados están en manos
de los protagonistas de la Ley; sin embargo, en esta perspectiva y por las características del país,
un medio eficaz para difundir los cambios que implica la Ley de Participación Popular es la radio
local.

Entre el 15 de septiembre y el 24 de octubre de 1994, la Secretaría Nacional de Participación


Popular organizó la "Primera Cruzada de Difusión Rural de la Participación Popular", Se buscó
utilizar medios con alta credibilidad y abaratar los costos de difusión de la Ley de Participación
Popular (todos los programas fueron gratuitos y se hicieron como un servicio a la comunidad).
Para ello, los técnicos de la Secretaría Nacional de Participación Popular visitaron casi 80
municipios y radios en todos los departamentos del país, logrando cubrir, a través de las ondas
radiales, cerca del 80% del territorio nacional.

EL PAPEL DE LOS MEDIOS MASIVOS

El papel que juegan los medios masivos -es decir, prensa, televisión, radio, cine, cartel, etc.- en la
difusión de la Ley 1551 es fundamental sobre todo en el área urbana. No se puede olvidar la
totalidad de su cobertura ni la universalidad de su público (al margen de la real audiencia o rating
que tengan cada uno de esos medios, que no importan a la hora de concebir el mensaje). En
Bolivia, la televisión cubre todo el territorio nacional, ya sea a través de repetidoras o vía satélite.
La mayor incidencia de la televisión, como se dijo, se encuentra en las áreas urbanas y
periurbanas, sin desmerecer, por ello, su presencia rural. La radio ya mereció una mención
especial y su alcance rural es mayor, gracias al bajo costo de los receptores a transistores y la poca
electrificación que existe en el país. La prensa es prácticamente inexistente para la mayoría de la
población, pero su importancia se mide por la influencia que ejerce en los sectores dirigenciales
del país.

Cartillas.- Las cartillas son instrumentos comunicacionales diseñados para facilitar la comprensión
de los contenidos de la reforma por parte del público. No existen reglas que limiten su forma. Por
ello, la variedad de cartillas es muy grande y está sujeta, únicamente, a la creatividad de quienes
las diseñan.

Cuadernos y cuadernillos.- Los cuadernos y cuadernillos, formalmente son parecidos a las cartillas,
pero el tratamiento que hacen a los distintos contenidos de la reforma tienen un mayor grado de
profundidad. Sirven como material de trabajo y facilitan el proceso de capacitación para la
implementación de la Ley; su utilización se enmarca en las acciones que despliega la Secretaría
Nacional de Participación Popular para la capacitación, sobre todo, de los gobiernos municipales y
el fortalecimiento de las OTBs.

El boletín.- Es una publicación oficial que expresa las distintas políticas de la Secretaría. Además,
permite despertar determinado tipo de polémica y crítica muy saludables para la implementación
de la Ley a través de colaboraciones de todos aquellos interesados en la participación popular. Su
línea editoral prevé un lenguaje asequible al conjunto de la población, pero de todas maneras, se
trata de un instrumento orientador de las acciones de los operadores nacionales, regionales y
municipales de la aplicación de la Ley.

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