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Básicos de Terapia Familia

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CONCEPTOS BÁSICOS DE TERAPIA FAMILIA

MTRA. MARCELA MARTÍNEZ


MANZO
OBJETIVO
Brindar técnicas diagnósticas y terapéuticas, para hallar soluciones en los
problemas prácticos y reales dentro de las dinámicas familiares. Además de
reconocer los patrones disfuncionales dentro de las familias y de cada
individuo.
DESARROLLO HISTÓRICO
El modelo sistémico, sin duda el marco conceptual más extendido en la
terapia familiar, ha llegado a ser en los últimos años uno de los modelos de
más popularidad no sólo entre los psicoterapeutas sino también en el campo
de la asistencia y bienestar social, las organizaciones y redes sociales, la salud,
y los problemas escolares.
El modelo sistémico se distingue claramente de los demás modelos de la
intervención psicológica (psicoanalítico, fenomenológico, conductual,
cognitivo) porque su unidad de análisis es el sistema y no el individuo, ni la
persona, tan ensalzadas por la psicología tradicional y la civilización
occidental. En efecto, sus bases conceptuales no son ni la personalidad y
sus rasgos, ni la conducta individual, sino el sistema familiar como un
todo, como un organismo estructurado e interdependiente que se comunica
con unas pautas de interacción, y en las que el individuo sólo es uno de sus
componentes, su valor tiene que ver con la función y posición en el sistema.
Los síntomas, desde esta perspectiva son vistos como parte de este patrón
comunicacional, y por tanto una característica del sistema y no únicamente
del que lo sufre. Por tanto, se tiende a trabajar con toda la familia y orientar la
intervención al alterar los patrones de interacción familiar en los que el
síntoma cobraba su sentido.
El modelo sistémico surgió en los años cincuenta al mismo tiempo que la
terapia familiar como un marco conceptual para abordarla, para comprender
la complejidad de fenómenos interrelacionados que ocurren en su seno. Sin
embargo, desde hace ya muchos años no se puede sostener la identidad
entre modelo sistémico y terapia familiar. Por un lado, el modelo sistémico se
puede aplicar a muchos otros formatos de intervención, además del familiar.
ANTECEDENTES Y FACTORES INFLUYENTES
Además de las influencias intelectuales propias de la psicología o la
psicoterapia, para entender la aparición del modelo sistémico en la década de
los cincuenta, hay que comprender el contexto social, cultural e histórico en el
que esto sucedió. La Segunda Guerra Mundial dejó Europa devastada, y a los
Estados Unidos algo mejor. Pero le siguió la Guerra de Corea, y desde
entonces este país no ha dejado de estar involucrado en conflictos bélicos
(Vietnam, Irak, Afganistán, etc.), lo que implica un número importante de
víctimas y veteranos de guerra. Ello supone un gran aumento de patología
psicológica (duelos, depresiones, estrés postraumático, crisis psicóticas) y por
tanto de demanda social de tratamientos.
Se consolidan nuevos modelos metateóricos que antes se habían esbozado
con mayor o menor detalle, pero en los años cincuenta llegan a tener una
importante repercusión. Los ejemplos más claros, y relevantes a nuestro
tema, son los de la Teoría General de Sistemas y la Cibernética.
La terapia familiar no nace de la mano de un genio creador sino que empieza
a practicarse por parte de distintos investigadores y terapeutas, en diversos
puntos de los EE. UU., en la década de los cincuenta. Los ejemplos más
representativos (si tenemos en cuenta sus publicaciones) son el grupo de Lidz
en Yale (Lidz, Cornelison, Fleck y Carlson, 1958; Lidz, Cornelison, Carlson, y
Fleck, 1958), ya mencionado también como antecedente, y el de Wynne en el
NIMH-National Institute of Mental Health (Wynne, Ryckoff, Day, y Hirsh, 1957),
así como Ackerman, de quien también hemos hablado, también hemos
hablado, y algunos otros. Pero el que más destaca es el equipo de Palo Alto.
Los denominados "pioneros" de la Terapia Familiar, parten pues de dos
puntos: los que trabajan de acuerdo a la ideología dominante entonces en la
psiquiatría - la psicoanalítica como ya se ha señalado -, y los que parten de las
nuevas teorías en desarrollo - antropología, sociología y comunicación
fundamentalmente -. Ambos grupos van marcar el discurrir de la Terapia
Familiar durante muchos años, sentando las bases de una polémica que aún
en la actualidad no se ha resuelto satisfactoriamente.
El primero de los grupos, al que llamaremos para resumir el psicoanalítico, está constituido
principalmente por un grupo de profesionales que trabajan con pacientes esquizofrénicos,
patología con la que no se obtenían resultados con las técnicas psicoanalíticas. La búsqueda
de nuevas vías de abordaje les lleva a comenzar a trabajar con la familia.

El segundo se va a aglutinar en torno a un científico proveniente de la Antropología, que


derivó en sus investigaciones hacia el estudio de la comunicación, primero en animales,
después la humana. Para ello, le pareció interesante partir del estudio de los trastornos de
comunicación. Uno de los grupos humanos que presenta un mayor trastorno de la
comunicación es el de los esquizofrénicos, por lo que su punto de partida coincide con el
del grupo anterior.
NAVARRO (1985) distingue 5 denominaciones a cada una de las cuales asigna unos autores,
características y unas notas típicas de sus modelos de intervención:
Para SANZ, los posibles modelos o escuelas pueden agruparse en nueve "denominaciones" ; con autores
representativos; lugar de desarrollo; con un "pecado original" que han de remediar y un objetivo de
"salvación" a través de algún procedimiento o técnica que caracteriza a cada orientación.
CONCEPTOS BÁSICOS
El enfoque sistémico es la aplicación de la teoría general de los sistemas en cualquier
disciplina. En un sentido amplio, la teoría general de los sistemas se presenta como una
forma científica y sistemática de aproximación y representación de la realidad, orientada
hacia el trabajo interdisciplinario. Este enfoque se fundamenta epistemológicamente en la
Teoría General de Sistemas y en la cibernética.

En 1936, Bertalanffy menciona que la teoría de los sistemas debería constituirse en un


mecanismo de integración entre las ciencias naturales y sociales. Siendo esta teoría un
conjunto de principios relativos al funcionamiento y estructura de órganos y entidades
complejas como reglas de interacción, ordenamientos y procesos reguladores.
ETAPAS DEL CICLO VITAL FAMILIAR
El hacer una terapia de familia significa que el terapeuta debe establecer de entrada
una relación significativa con la familia considerada como una unidad.
El objetivo terapéutico es provocar uno o más cambios, cuyo efecto será volver a la
familia suficientemente competente para resolver por sí misma las dificultades y
encontrar una alternativa a la producción de síntomas.
Los 3 principios fundamentales de esta línea terapéutica son:
❖ Confrontación de los miembros de la familia entre sí.
❖ La acción directa sobre las relaciones, detectando las disfunciones.
❖ El refuerzo de la competencia familiar.
LA FAMILIA COMO SISTEMA
La familia puede entenderse como un sistema social abierto (intercambia con otros
sistemas distintos elementos y recursos) constituido a su vez por subsistemas
(parental, conyugal, etc.) que a su vez contienen subsistemas individuales y que está
en interacción con otros sistemas sociales. (Montenegro: 2000)
La familia es ’el núcleo básico de la sociedad ’ o una ’unidad biopsicosocial
integrada por un número variable de personas, ligadas por vínculos de
consanguinidad, matrimonio y/o unión estable y que viven en un mismo hogar. Estas
definiciones conciben a la familia como una totalidad o bien aluden a personas que
se relacionan entre sí.
Las reglas y normas en la familia
Las reglas explícitas corresponden a lo que por lo general llamamos normas.
Acuerdos negociados conscientemente, como por ejemplo, los horarios de las
comidas.
Las reglas implícitas son las que sirven de marco referencial para los actos de
cada uno, para la posición comunicativa de unos respecto de los otros y el
tipo de relaciones que mantienen. Estas reglas comúnmente no son
necesariamente percibidas como tales por los miembros de la familia, quienes
sienten más bien que actúan ’naturalmente ’ o que están reaccionando a
una determinada situación.
Unidad, Totalidad y Causalidad Circular
Se considera a la familia como una totalidad dado que, tomada en conjunto, trasciende las
características de cada uno de sus miembros y posee una complejidad propia, es decir, es
más que la suma de sus partes. También se la entiende como una unidad, ya que el
comportamiento de un miembro refleja las características y modelos del grupo y no solo los
que posee cada individuo.
Un concepto que emerge del enfoque sistémico es el de causalidad circular. En forma
simplificada, este concepto implica que si A afecta a B, y este a C, C afectará a A, el que
afectará nuevamente a B, y así sucesivamente. El concepto de causalidad circular en la
práctica de la salud supone un abordaje distinto en el diagnóstico, tratamiento, seguimiento
y prevención de las enfermedades, que no puede limitarse al paciente índice sino que debe
extenderse a la familia.
Los subsistemas familiares
a. El subsistema conyugal: se refiere a la relación de la pareja dentro de la familia. Esta relación tiene
sus propias reglas implícitas y explícitas, sus propios códigos de comunicaciones, y también establece
límites con otros subsistemas y con su entorno.Además, es un subsistema vital para el desarrollo de
los hijos, pues aporta el modelo de relaciones íntimas.

b. El subsistema parental: se refiere a la relación entre quienes tienen a su cargo la crianza y la


socialización de los hijos. Por lo general están incluidos esposos, en tanto se relacionan como padres,
pero también puede formar parte de él otro miembro de la familia, por ejemplo abuelos o un
hermano o hermana mayor.
El subsistema fraterno: se refiere a la relación entre hermanos. Como en todo
sistema, entre los hermanos hay pautas que regulan la cercanía-distancia, las
relaciones jerárquicas o simétricas (entre iguales) y los límites con otros
subsistemas. Este sistema permite que los niños aprendan a apoyarse
mutuamente y a resolver conflictos.
Adaptación de la familia
La familia sufre dos tipos de presión: internas, originada en la evolución de los
miembros o subsistemas, y externas, originadas en requerimientos para
acomodarse a las instituciones sociales significativas para ellos. Adaptarse a
estos cambios exige una transformación constante de la posición de los
miembros de la familia en sus mutuas relaciones, para que puedan crecer
mientras el sistema familiar conserva continuidad.
GENOGRAMA
■ El genograma es la representación gráfica de una
constelación (gestal) familiar multigeneracional ( tres
generaciones) que por medio de símbolos permite
recoger, registrar, relacionar y exponer, categorías
de información del sistema familiar, en un momento
determinado de su evolución y utilizarlo para la
resolución de problemas.
CONSTRUCCIÓN DE UN GENOGRAMA

CREAR UN GENOGRAMA SUPONE TRES NIVELES:

Trazado de la estructura familiar

Registro de la información sobre familia.

Delineado de las relaciones familiares.

.
LA VARITA MÁGICA
Se puede utilizar esta técnica con las familias que acuden a consulta
acompañadas de niños pequeños. Cuando la familia llega, luego de la
presentación y del encuadre, en lugar de que el terapeuta se dirija a los
padres, se puede dirigir a los niños presentes y entregarles una varita mágica,
con la cual pueden pedir tres deseos sobre cosas que les gustaría que
cambien en su familia.
Como varita mágica se puede usar un trozo de madera, ya sea con el color mismo de la
madera o pintándolo. También se puede buscar en las tiendas de artículos para las fiestas
de niños. Esta técnica se aplica al inicio de la consulta con los niños, no requiere de
preparación particular y solo toma unos quince minutos realizarla. Luego, se trabaja el resto
de tiempo con los elementos que han surgido durante su ejecución.
La técnica de la varita mágica es, por un lado, una forma de comenzar el proceso incluyendo
a los niños desde el inicio, dándoles un tiempo y un espacio necesario para permitir que
expresen lo que están viviendo en la familia; y por otro lado, es una manera de ayudarlos a
que se conviertan en los protagonistas positivos de la consulta, cuando a menudo, sucede
que las personas acuden a pedir ayuda, porque uno o varios niños son las “ovejas negras”
de la familia.
Recuerdo a Jaimito que al preguntarle sobre sus tres deseos mencionó uno
solo: “cambiarse a sí mismo”. Pese a que no fue muy expresivo en su
definición del cambio, ya que no logramos obtener más información, esta
frase nos ayudó a entender que el niño no se sentía aceptado por lo que era.
Esto permitió movilizar y sensibilizar mucho a los padres respecto a la vivencia
de Jaimito.
Entonces, la varita mágica permite el acceso a una información que, a menudo, no es
tomada en cuenta por los adultos. En las manos del terapeuta está la oportunidad de hacer
algo con ella, dando voz a los niños y acercándose a su vivencia. Esto ayuda a mantenerse
atentos, no sólo a los niños actuales, sino también a los niños que viven en cada adulto con
el que el terapeuta se encuentra, ya que luego de años de trabajo en esta área, se comparte
la idea de Edith Tilmans, con respecto a que los niños tienen las llaves de los cuartos
obscuros de sus padres.

Entonces, los niños serán los mejores coterapeutas, si se aceptan sus orientaciones y su
guía, expresadas a través de sus movimientos, de su comportamiento, de aquello que dicen
(incluso que gritan), pero también indican con sus silencios y miradas.
LA SILLA VACÍA
Llega desde el psicodrama, como muchas de las técnicas analógicas. Para esta
técnica se utiliza una silla en la cual “se sienta” de manera imaginaria una
persona, un sentimiento, una parte de sí mismo.
La silla vacía permite externalizar (según lo entiende el modelo narrativo) lo
que la persona está viviendo en sí misma o en la relación con alguien más. En
la práctica, se utilizan algunas variantes de esta técnica, que vienen
desarrolladas a continuación, tomando en cuenta que no son todas las
posibilidades ni constituye tampoco la única forma de usarlas, ya que
depende mucho de la creatividad de la persona que realiza la intervención.
En la relación con alguien más: se entiende por esto, la modalidad de usar la
silla vacía para invitar (de manera metafórica) a una persona para poder
hablar con ella. La persona invitada puede ser una madre, un padre, una
hermana o hermano, un esposo/a, y al traerlo a un espacio seguro, el
consultante habla con dicho “invitado” sobre aquello que no se pudo decir en
su momento, ya sea por temor a las reacciones de la persona en cuestión o
por angustia y temor de entrar en conflicto, o también por algo tan real como
la muerte.
A continuación, se describen otras posibles utilizaciones de la silla vacía.

Con un sentimiento: también se puede usar la silla vacía para “sentar” a algún
sentimiento o una parte de sí mismo, como sucede en el ejemplo que viene a
continuación:

Jaime, de 35 años, con el cual hicimos un proceso terapéutico que tuvo una
primera parte, donde él avanzó mucho en la comprensión de sus relaciones y
que terminó satisfactoriamente para ambas partes.
Luego de algún tiempo, él volvió con una nueva demanda y realizamos una segunda
parte, donde él deseaba desarrollar su parte afectiva, que sentía que se había
quedado pequeña. Para hacerlo le propuse usar la silla vacía, con lo cual estuvo de
acuerdo (inducción).
Para llevar a cabo el ejercicio, le pedí que describiera cómo era su parte afectiva en
ese momento. Jaime me dijo que era una niña de 8 años, que llevaba un vestido rojo
y tenía el pelo rubio con largas trenzas y ojos verdes. Jaime decidió llamarla:
Afectividad. Le pedí que se imaginara a Afectividad sentada en la silla frente a él y
que conversara con ella. Durante esta conversación, Jaime le preguntaba qué era lo
que sucedió para que se quedara tan chiquita.
Luego intercambiamos asientos y Jaime en el asiento de Afectividad se responde a sí
mismo, que se quedó pequeña, porque él prestaba mucha atención a su parte
racional, que era una señora grande y gorda que lo había acompañado durante
mucho tiempo, pero que había opacado a Afectividad, debido a que Racionalidad
era la única que le había permitido sobrevivir a los eventos de su historia cargada de
pérdidas y abandonos. Que si Afectividad hubiera crecido en ese momento, no
hubiera permitido que Jaime sobreviviera, porque siendo tan niña y frágil, hubiera
muerto, pero que siendo pequeña y quedándose como tal, Jaime pudo sobrevivir.
Volviendo a su silla, Jaime, que continúa su diálogo con Afectividad, le pide
que crezca, que él quiere verla grande y promete cuidarla y escucharla cada
vez que ella tenga algo que decir. Volviendo a la otra silla, Afectividad
responde que ella también quiere crecer, porque sabe que Jaime va a
protegerla y escucharla. Con este acuerdo, Jaime, al volver a su silla manifiesta
que está muy contento por esto (ejecución de la técnica).
Cuando comentamos la técnica (cierre), Jaime señaló la importancia que tuvo para
él, el hecho de entrar en contacto con esta parte suya que se quedó tan pequeña y
que estaba muy contento de que hubiese decidido crecer.
Durante el proceso terapéutico que duró unas tres sesiones más, vimos como
Afectividad iba creciendo lentamente. Nos despedimos cuando Afectividad estaba ya
de adolescente y empezaba los cuestionamientos y “rebeldías”, pero Jaime seguía a
su escucha y manifestando que estaba seguro que Afectividad seguiría su
crecimiento, pero que podía verla crecer solo, por lo que nos despedimos. Espero
que ahora Afectividad haya crecido tanto como él.
Entonces, usando la silla vacía, es posible hablar con una parte de sí mismo.
Esto permite una redefinición personal de ciertos aspectos que pueden estar
deteniendo el crecimiento o incluso, a veces, confundiendo a la persona y que
no permiten que avance. Al poner en una silla estas partes y entablar un
diálogo, se puede entrar en contacto con ellas y reconocer su existencia como
parte constitutiva del ser, ya que muchas veces han sido olvidadas, relegadas,
reprimidas o como en este ejemplo, se quedaron pequeñas, porque fue una
estrategia de sobrevivencia, adecuada en un tiempo determinado, pero que
ya no es válida en el contexto actual.
LOS RITUALES TERAPÉUTICOS
Se entiende por rituales terapéuticos, la ejecución de actos o acciones que tienen un
fin específico al interior del proceso de intervención. En el libro La Familia: El desafío
de la diversidad, su autora, Adelina Gimeno (1999: 153) retoma la definición de Van
der Hart (1983) sobre los rituales en general:
Un acto simbólico, o mejor, una serie de actos simbólicos, que deben desarrollarse
de un modo determinado y que suelen estar acompañados de fórmulas verbales…
Pero el ritual no es un mero acto formal. Su relevancia estriba precisamente en su
significado, en cuanto que trata de ir más allá de la realidad cotidiana con el fin de
hacerla especial, dotándola de un contenido que la trasciende.
Los rituales cumplen varias funciones;
Adelina Gimeno (1999: 154 y ss.) sostiene
que facilitan el cambio, ya que permiten
una transición de una etapa a otra (como
lo que se planteó con María, cuyo
ejemplo se describió en la técnica de la
silla vacía) y facilitan el desarrollo
personal, ayudando a cada individuo a
asumir más fácilmente las tareas de la
siguiente etapa evolutiva.
La realización del ritual, requiere una preparación en la que se solicita que la familia lleve a
consulta, los siguientes elementos:
Una carta redactada en diferentes términos, dependiendo de la ocasión.
• Velas: generalmente dos: una de cualquier color para quemar el pasado simbolizado por la carta
y una amarilla para mirar hacia el futuro.
• Otros elementos, como flores y recuerdos.
• Incluso, para hacer más especial el momento, se puede conseguir música especial o un poema
en particular.
LAS METÁFORAS
Andolfi (1984: 133), menciona lo siguiente con respecto al tema de hablar con
metáforas:

Hablar con metáforas es una manera eficaz de recoger informaciones, de otro


modo difícilmente obtenibles, de un grupo que se muestra particularmente
rígido o defendido. En algunos casos, comunicar con metáforas promueve un
cambio a través de tomas de conciencia a veces dramáticas.
Entonces, el lenguaje metafórico introduce un cambio en la red de
interacciones familiares y al hacer esto, permite una redefinición del
problema y de la persona, además de implicar a todos en el proceso.
Para esto, recuerdo una ocasión en la cual, durante un juego de roles, se trabajó con una
pareja que tenía una relación muy conflictiva, con peleas, discusiones, que incluso habían
llegado a la violencia. El señor, frente a la pregunta de la terapeuta de qué era lo que les
gustaba a los dos hacer juntos, él mencionó que bailar. Desde allí, se planteó el tema del
baile y con las preguntas de la terapeuta sobre lo que les gusta a ambos al bailar, qué ritmo
baila el uno y el otro, cómo hacen para ponerse de acuerdo sobre el baile, quién toma la
iniciativa para bailar y demás, la pareja se dio cuenta de que el tema del cual realmente
estaban hablando, sin tratarlo directamente, era el de las relaciones sexuales. Y pese a ser
solo un juego de roles, fue interesante, porque una de las personas que participaba en el
juego de roles y que había planteado el caso, dijo que se daba cuenta de que quizá lo único
que unía a la pareja real, eran las relaciones sexuales, porque se entendían muy bien en esa
área… como en el baile
Otro ejemplo: En un seminario sobre Herramientas Terapéuticas, el expositor
comentó que frente a una pareja que no podía hablar directamente de las
relaciones sexuales, debido a fuertes principios cristianos, se decidió a
plantear el tema de la comida y que eso pudo distender la atmósfera, puesto
que empezaron a hablar sobre si les gustaba un almuerzo o una cena, si les
gustaba solo platos fuertes o postres, si les gustaba tomarse el tiempo o
terminar rápido y el expositor recordaba con hilaridad este momento, ya que
la señora que consultaba había comentado: “a él le gusta la comida rápida,
mientras que a mí me gusta una buena cena, preparada por un chef”. Con lo
cual, el terapeuta que comentaba el caso, había podido trabajar las
diferencias en la pareja que consultaba.
Las metáforas ayudan a abrir algunos temas, que de otra manera serían muy
difíciles de tocar, gracias a su poder de representación y su poderosa
capacidad de bajar las defensas, puesto que se habla de otra cosa, sin tocar
directamente el tema en cuestión. Incluso, algunos autores, como Haley por
ejemplo, consideran que el síntoma puede ser una metáfora, de la cual hay
que desprender el significado especial y particular que tiene para una familia
determinada.
Enrique Guang (2003: 21) menciona seis funciones de las metáforas:

Como lenguaje del paciente: como es el caso de un sufrimiento que se


expresa en un síntoma. En este caso, el síntoma se considera metafórico con
respecto a la situación que la familia está viviendo.

Recuerdo una vez a Edith que retomó el síntoma de una paciente, una niña de
tres años que había sufrido quemaduras graves en todo el cuerpo, por lo que
su piel estaba muy dañada y luego de hablar sobre la situación de la familia
que era emigrante en Bélgica, Edith mencionó que la “piel” de toda la familia
estaba afectada por el cambio de país.
Como instrumento del terapeuta: el terapeuta puede usar la metáfora para
dar mensajes al consultante o puede usarlo como una connotación positiva.
Por ejemplo, puede afirmar que ve a alguien “creciendo como una planta al
comienzo de la primavera” o “saliendo de un duro invierno” o como “roble
frente a una tormenta”
Evita el desarrollo de defensas: a menudo las personas pueden cerrarse
debido a reproches o acusaciones dadas por los miembros de la familia, pero
el uso de la metáfora puede evitar esto, debido a su alto nivel de
condensación y a la capacidad de integrar varios elementos en su descripción.
Así por ejemplo, en lugar de decir a una persona que es “terca y cerrada”, el
terapeuta puede decir que es “como una caja fuerte, de la cual se ha olvidado
la combinación”.
Asigna significados a las conductas y acciones de los consultantes: se pueden
condensar elementos que caracterizan a las personas y a las relaciones que
mantienen. Florence Calicis por ejemplo, comentaba que una vez uno de sus
pacientes le había dicho: “vea doctora, mi situación es como que hubieran
puesto el motor de un Mercedes Benz en un escarabajo”, con lo cual es fácil
imaginar la carga soportada por esta persona.
Facilita la comprensión del problema: la metáfora, por sus características,
permite que el problema sea visualizado de otra forma, lo cual contribuye a
que los miembros de la familia se sientan implicados en lo situación que están
viviendo. Por ejemplo, se puede decir que la persona “está pasando por una
tormenta”, o “ha salido de un infierno”
Para esto recuerdo otra metáfora
usada por Edith, para hablar de las
dificultades que tenía un niño para
comunicarse con sus hermanos. Edith
mencionó: “parece que unos niños son
aves que son seres del aire, mientras
que otro es un pez, que es un ser del
agua y hablan diferentes lenguajes,
¿cómo se puede hacer para que lleguen
a entenderse?”
Las esculturas
Las esculturas ponen en evidencia las relaciones familiares utilizando el
cuerpo como vehículo de expresión, pero de una manera que da una visión
global de lo que está pasando en la familia, creando de esta forma una
totalidad, puesto que los miembros de la familia pueden verse a sí mismos
como parte de algo que va más allá de cada uno de ellos
El niño puso a su padre, sentado en una silla en una esquina de la habitación,
leyendo el periódico; la madre estaba en otra esquina ocupada en sus
quehaceres de la cocina y las hermanas estaban jugando a las muñecas en
otra esquina, sentadas en el suelo. El niño relató que cuando se acercaba al
padre, éste le decía “ve donde tu madre, estoy ocupado”; cuando iba donde la
madre, ésta le decía: “estoy ocupada, ve con tus hermanas” y finalmente
cuando iba con sus hermanas, éstas le decían: “no molestes, ándate de aquí”,
con lo cual, el niño reiniciaba su peregrinar, moviéndose del padre a la madre
y de ésta a las hermanas, haciendo un recorrido en círculos y yendo de un
lado para otro, sin encontrar un lugar para él.
REFERENCIAS
Aracil, J. (1987) Dinámica de Sistemas, Alianza Universidad, num. 58. Madrid,
tercera edición.

Bertalanffy, Ludwig von (1979), Perspectivas en la Teoría General de Sistemas,


Alianza Universidad, número 203, Madrid.

Gimeno, A. (1999). La Familia: el desafío a la diversidad, Barcelona, Ariel.

Minuchin, S. (1986). Familias y Terapia Familiar, Barcelona, Gedisa.

Ríos González, J. A. (1994). Manual de Orientación y Terapia Familiar, Madrid,


Instituto de Ciencias del Hombre.

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