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Fleixas Resumen

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Feixas, G; Miró, M. T. – Aproximaciones a la Psicoterapia.

EL PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN DE LA PSICOTERAPIA


Existe una pluralidad de enfoques psicoterapéuticos, y, en consonancia con ello, se
da también una amplia gama de definiciones de psicoterapia. Muchas de estas
definiciones están vinculadas a la conceptualización que hace del proceso y los
objetivos terapéuticos un modelo determinado. La mayoría de las definiciones
concuerdan en identificar a la psicoterapia como un tratamiento ejercido por un
profesional autorizado que utiliza medios psicológicos para ayudar a resolver
problemas humanos, en el contexto de una relación profesional. Algunas
definiciones resaltan el valor del proceso interpersonal entre cliente y terapeuta
como característico de la psicoterapia. Otras destacan fines específicos en términos
de la modificación de la personalidad del cliente, o de sus pautas de
comportamiento.

Sin embargo, la definición que tomamos es la de la Federación Española de


Asociaciones de Psicoterapeutas:

Entonces, se entenderá por psicoterapia todo tratamiento de naturaleza psicológica


que, a partir de manifestaciones psíquicas o físicas de sufrimiento humano,
promueve el logro de cambios o modificaciones en el comportamiento, la adaptación
al entorno, la salud física, y psíquica, la integridad de la identidad psicológica y el
bienestar bio-psico-social de las personas y grupos tales como la pareja o la familia.
Comprende las actuaciones en todos los niveles de edad de las personas. El término
psicoterapia no presupone una orientación o enfoque científico definido, siendo
considerado denominativo de un amplio dominio científico-profesional especializado,
que se especifica en diversas y peculiares orientaciones teóricas, prácticas y
aplicadas.

EL CLIENTE
El cliente o usuario de los servicios psicoterapéuticos, desde el punto de vista
práctico, es cualquier persona que siente la necesidad de realizar cambios en su
forma de relacionarse consigo mismo y con el mundo; cambios que no puede
realizar por sí mismo, ni recurriendo a las fuentes naturales de ayuda existentes en
la comunidad, y que requieren la ayuda de una persona especialmente preparada.

A su vez, también es frecuente que los clientes acudan a la terapia con expectativas
poco realistas, es decir, buscando que el terapeuta les dé la solución a sus
problemas. En este sentido es importante tener en cuenta que el proceso de la
terapia se diseña no para cambiar a los pacientes sino para ayudar a los pacientes a
que se cambien a sí mismos.

El cliente debe poder admitir que no puede resolver la situación por sí sola, lo cual
supone el reconocimiento de un cierto fracaso personal (o, por lo menos, un
sentimiento de cierta incapacidad). Pero, por otro lado, va a ingresar en un proceso,
el psicoterapéutico, en el que lo que interesa es incrementar el sentimiento de
competencia personal. Así pues, en el mismo momento en que el cliente pide ayuda
se coloca en la posición opuesta que se quiere conseguir con la psicoterapia. A
veces, puede no acudir a psicoterapia en un intento de preservar su autoimagen.

Otro elemento a tener en cuenta respecto al rol del cliente es la ansiedad que puede
despertar el hecho de iniciar una psicoterapia.

Es necesaria la distinción entre demandante, aquel que determina que es necesaria


la intervención de un profesional de la psicoterapia, y paciente identificado, el
portador del síntoma o problema. Cuando demandante y paciente identificado no
coinciden, la psicoterapia resulta mucho más compleja, de manera que se hace casi
inevitable un análisis más completo del sistema o triángulo que se crea entre
demandante, paciente identificado y terapeuta.

EL PSICOTERAPEUTA
Aunque el rol social del psicoterapeuta es muy antiguo, la profesión de
psicoterapeuta es muy reciente. Hasta mediados del S. XX no se inició el proceso de
institucionalización de la profesión de psicoterapeuta que, gracias al fuerte
incremento de la demanda social, empieza a consolidarse en nuestros días. En este
sentido, a la psicoterapia se le ha llamado la quinta profesión; poniendo de
manifiesto dos hechos: por un lado, que el papel de psicoterapeuta se ha ejercido
tradicionalmente en el marco de la medicina, la pedagogía, la asistencia social y la
religión, y por otro que, en la práctica, cada una de estas profesiones necesita
recurrir actualmente a los conocimientos y técnicas psicoterapéuticas. No obstante,
aunque comparte aspectos importantes con estas profesiones, la psicoterapia tiende
en la actualidad a consolidarse como una profesión autónoma.

En la actualidad la formación de los psicoterapeutas tiende a consolidarse en el


marco de la psicología científica. Para poder desempeñar su labor, los
psicoterapeutas necesitan poseer conocimientos específicos sobre los procesos de
aprendizaje, la dinámica de la personalidad, los procedimientos y técnicas de la
evaluación psicológica, la psicopatología, etc.; junto a estos aspectos básicos,
existen otros aspectos que resultan específicos de cada modelo psicoterapéutico y
sobre los que el consenso no es tan claro.

Con relación a las características personales de los que practican la psicoterapia,


Guy ha realizado una interesante sistematización de la investigación sobre las
características personales asociadas con la elección de la profesión de
psicoterapeuta:

§ Interés natural por la gente y curiosidad sobre sí mismos y los demás.

§ Capacidad de escuchar.

§ Capacidad de conversar.

§ Empatía y comprensión, entre otros.

También propone motivaciones disfuncionales asociadas con la elección de la


profesión de psicoterapeuta:

§ Aflicción emocional.

§ Manejo vicario.

§ Soledad y aislamiento.

§ Deseo de poder, entre otros.

Es necesario definir al terapeuta como un sistema terapéutico, en el sentido de una


entidad que puede incluir más elementos que el terapeuta. Por ejemplo, muchas
psicoterapias, especialmente de grupo o familiares, contemplan el rol del
co-terapeuta. Se trata de una figura que trabaja de forma coordinada con el
terapeuta, pudiendo ser su relación muy variada: desde un trabajo paritario en el que
los dos se sitúan al mismo nivel (hablaríamos entonces de dos co-terapeutas) hasta
distintos grados de colaboración.

Esto nos lleva a plantear un concepto más amplio, el de equipo terapéutico, que
incluye una mayor gama de posibilidades. Este equipo se caracteriza por compartir
parte de la responsabilidad terapéutica. Aunque han sido principalmente los
terapeutas sistémicos los que han desarrollado estas modalidades, éstas
constituyen aportaciones de un valor considerable para la psicoterapia en general.

La supervisión del trabajo terapéutico es un ingrediente necesario no sólo para los


terapeutas principiantes, sino que resulta un recurso importante a lo largo de la
trayectoria de un psicoterapeuta. Consiste en una consulta de un caso a un
terapeuta considerado más experto.
Se distingue entre supervisión directa, en la que el supervisor observa desde un
monitor o espejo unidireccional el trabajo del terapeuta, y supervisión indirecta, en la
que la consulta de supervisión se realiza con posterioridad y parte del relato del
terapeuta.

En un sentido general, independientemente de su orientación, es obvio que el


terapeuta tiene que:

a) Formular alguna hipótesis acerca del problema del cliente

b) Tomar decisiones acerca de qué hay que hacer primero y qué hay que
hacer después.

LA RELACIÓN TERAPÉUTICA
Para que la relación sea verdaderamente terapéutica, debe ser diferente de otras
relaciones en la vida del cliente. La diferencia esencial reside en que se trata de una
relación profesional: el terapeuta se interesa genuinamente por el cliente, pero no
forma parte de sus relaciones interpersonales cotidianas.

La relación terapéutica es asimétrica, porque se inicia a partir de la demanda del


cliente y se centra en sus necesidades. Además, al terapeuta se le retribuye por su
trabajo.

Al ser una relación profesional, la relación terapéutica requiere una estructuración


específica: el encuadre terapéutico. Este es el conjunto de reglas fijadas por el
terapeuta para hacer viable la psicoterapia. Estas incluyen los honorarios (en el
contexto privado), la duración y frecuencia de las sesiones, el lugar donde se
realizan, las vacaciones, así como cualquier otro detalle que afecte al desarrollo de
la psicoterapia.

También conviene indicar que existe un consenso generalizado en recomendar que


terapeuta y cliente no mantengan ningún otro tipo de relación, ya sea comercial,
profesional o personal, fuera de las sesiones terapéuticas.

Independientemente del encuadre (externo), desde el modelo psicoanalítico se habla


de encuadre interno, o de la actitud del analista.

Pero más allá de las particularidades propuestas por cada modelo, Bordin ha
sugerido que la noción de alianza terapéutica, originada en el seno del modelo
psicoanalítico, resulta en la actualidad ampliamente generalizable a los otros
modelos. Es un factor de cambio esencial en todas las formas de psicoterapia,
aunque su naturaleza particular varíe según la modalidad de terapia.
Un primer componente de esta alianza es el vínculo establecido entre cliente y
terapeuta. La calidad de este vínculo determina el tono emocional de la vivencia que
el cliente tiene del terapeuta, que influye en su colaboración en el proceso
terapéutico.

Un segundo componente es el grado de acuerdo en los objetivos de la terapia. Se


trata de si cliente y terapeuta orientan sus esfuerzos en la misma dirección. A veces,
el cliente presenta un síntoma y está más interesado en resolverlo que en entender
sus orígenes y causas. Si la meta del terapeuta es un análisis profundo del problema
y sus orígenes, probablemente la alianza terapéutica no será muy buena.

Finalmente, el tercer componente es el acuerdo en las tareas de la terapia, es decir,


en el acuerdo acerca de los medios que son adecuados para conseguir los objetivos
propuestos; si cliente y terapeuta concuerdan en que la finalidad de la terapia es
resolver una depresión, pero el terapeuta cree que la forma de hacerlo es
explorando sus emociones y el cliente espera prescripciones directas, la alianza
terapéutica no será muy positiva.

Los tres aspectos no son independientes, se influyen mutuamente.

EL PROCESO TERAPÉUTICO
Constituye el conjunto de procesos psicosociales que tienen lugar desde el inicio al
fin de la psicoterapia. La concepción del proceso terapéutico depende, en gran
medida, del modelo psicoterapéutico que se adopte. No obstante, existen algunos
planteamientos que abarcan el proceso psicoterapéutico en general.

Ya Rogers había propuesto un modelo general del proceso terapéutico que constaba
de tres etapas básicas: catarsis, insight y acción. Carkhuff tomó este mismo modelo
como punto de partida, pero enfatizando el papel de la tercera fase. Según esta
propuesta el cliente sigue las siguientes fases en el proceso terapéutico:

a) Exploración de la situación.

b) Comprensión de la situación en relación con los objetivos.

c) Actuación para conseguir los objetivos.

Carkhuff apunta que la terapia centrada en el cliente tiene su foco de aplicación en la


primera fase, el psicoanálisis en la segunda y la modificación de conducta en la
tercera.

El modelo de Egan resulta útil a la hora de trabajar con problemas de ajuste, de falta
de habilidades o con casos en los que el objetivo terapéutico puede
operacionalizarse claramente. El modelo concibe la ayuda psicológica como un
proceso secuencial en tres etapas, cada una de las cuales consta a su vez de tres
pasos:

Fase I: identificación y clarificación de las situaciones problemáticas y de las


oportunidades no utilizadas.
Primer paso I-A: ayudar a los clientes a contar su historia.
Segundo paso I-B: centramiento: la búsqueda de nivelación.
Tercer paso I-C: puntos ciegos y nuevas perspectivas.

Fase II: establecimiento de metas, y desarrollo y elección de escenarios preferidos.


Paso II-A: construcción de un nuevo escenario.
Paso Il-B: evaluación de las metas de un nuevo escenario.
Paso II-C: elección y compromiso.

Fase III: acción, avance hacia el escenario preferido.


Paso III-A: descubrir estrategias de acción.
Paso III-B: elección de estrategias y desarrollo de un plan de acción.
Paso III-C: implantación de planes y logro de metas.

Este esquema está pensado para compaginar dos estilos terapéuticos, el directivo y
el no directivo. El segundo, en general, resulta más útil en las fases exploratorias del
problema, en las que el objetivo es revelar aquello que está oculto, para lo cual la
habilidad empática del terapeuta resulta apropiada. Sin embargo, a medida que el
proceso terapéutico avanza, el terapeuta necesita recurrir a habilidades de un nivel
superior.

El terapeuta directivo iniciaría la terapia en la Fase III. En cambio, el terapeuta no


directivo terminaría la terapia al final de la Fase lo a comienzos de la Fase II. Egan
cree que ninguno de los dos aprovecha al máximo las posibilidades de la
psicoterapia. Por tanto, puede resultar adecuado adoptar una estrategia que
comience por una actuación poco directiva encaminada a transmitir unas actitudes
profundas de respeto y comprensión y, una vez establecidas las bases de una
relación terapéutica implicada, proceder a una acción cada vez más directiva.

Sin embargo, el modelo de Egan (y en general la mayoría de los planteamientos


sobre la psicoterapia) subestima el papel de los procesos previos a la llegada del
cliente a consulta; el proceso por el cual se realiza la búsqueda de ayuda, y la
derivación.
La especificación del contrato terapéutico es un aspecto esencial del proceso
terapéutico, es un acuerdo acerca del problema a considerar y la forma de tratarlo.
Por tanto, el contrato terapéutico supone un plan de la terapia para poder construir el
proceso posterior.

LA APROXIMACIÓN HISTÓRICA
La psicoterapia hunde sus raíces en el hecho de que la vida humana es
constitutivamente problemática, porque el hombre es siempre un náufrago en el mar
de lo que no sabe o no puede; es un ser intersubjetivo que depende de sus
semejantes para sobrevivir en un mundo cambiante y sólo parcialmente conocido.

Los procedimientos utilizados a lo largo de la historia para hacer frente a los


problemas de la convivencia humana han evolucionado junto con otros aspectos de
la vida. A grandes rasgos, cabe distinguir dos formas de ver la conducta anormal o
desviada del grupo. La primera corresponde a un estadio pre-racional en el que la
anormalidad se concibe como el producto de la voluntad de algún agente
sobrenatural; en la segunda, se considera que la anormalidad es el resultado de
causas naturales.

La psicoterapia contemporánea aparece durante el siglo XIX en el ámbito de la


medicina. Su historia, en este sentido restringido, va unida al reconocimiento de los
determinantes psicológicos de ciertas neurosis. Para que ello fuera posible, hubieron
de suceder dos cosas. Primero, que la enfermedad mental se desvinculara
totalmente de las concepciones sobrenaturales, y segundo, que ciertas formas de
neurosis se desvincularan de la patología general. A partir de aquí, fue posible
aceptar la existencia de enfermedades capaces de disminuir al hombre en su
humanidad, esto es, en su libertad y autonomía.

LAS RAÍCES DE LA PSICOTERAPIA


El autor va a ofrecer algunos ejes en torno a los cuales se puede situar el pasado de
la psicoterapia:

La “psicoterapia” en las sociedades tribales


Las primeras explicaciones sobre la naturaleza y la vida están dominadas por
metáforas sobrenaturales, místicas y míticas. Estas metáforas corresponden a los
primeros estadios de la evolución humana en los que el hombre vive de la caza y la
recolección y, más tarde, de una incipiente agricultura. La característica esencial del
funcionamiento humano en este estadio es la ausencia de límites precisos entre el
hombre y la totalidad de las cosas de la naturaleza. Mucho antes de que el hombre
se conciba a sí mismo como un ser claramente distinto de los animales y las plantas;
es un ente ligado mágicamente con todo. Tampoco existe una delimitación precisa
entre el grupo humano en su conjunto y el individuo.

En general, las prácticas que podemos considerar antecedentes remotos de la


psicoterapia corresponden a una actitud animista, que consiste en la creencia en un
principio distinto del cuerpo, el alma, que puede abandonar el cuerpo durante el
sueño y también puede sobrevivir al cuerpo después de la muerte, reencarnándose
en otros seres (metempsicosis). Las almas no están sujetas a las vidas de los
cuerpos y su presencia se puede sentir en las cosas que rodean al hombre; la
enfermedad es en este caso esencialmente un fenómeno de posesión: un alma
extraña o devoradora ocupa el lugar del alma del paciente.

Las prácticas curativas que podríamos llamar “tratamientos psicoterapéuticos”


primitivos presentan numerosas variantes: ceremonias para la restauración del alma
(creencia de que el hombre posee dentro de sí una especie de doble o alma
fantasma cuya presencia en el cuerpo es necesaria para su buen funcionamiento,
pero que también puede abandonarlo en condiciones específicas, como un intenso
miedo; la curación se produce cuando el hechicero encuentra el alma perdida y la
restaura al cuerpo), prácticas exorcistas (espíritus malignos han penetrado en el
cuerpo del enfermo y han tomado posesión de él; la identidad del individuo cambia,
se convierte en otra persona, su fisonomía se transforma, etc.)

Aunque las creencias primitivas todavía persisten en la actualidad en determinados


contextos, históricamente, el círculo cerrado de la tribu comenzó a resquebrajarse
hacia el siglo VI a. de C. Este cambio no consistió tanto en la superación de las
antiguas creencias como en que éstas dejaron paso a dos caminos distintos de
conceptualización: las religiones organizadas y el pensamiento racional (Buda,
Lao-Tse, Tales de Mileto y Pitágoras).

La “psicoterapia” en Grecia y el mundo antiguo


El origen de la psicoterapia actual hay que situarlo en Grecia, donde surge el
pensamiento racional y con él la tradición filosófica y la tradición médica. Se dio una
transición entre los métodos característicos de la medicina mágica y la incipiente
mentalidad racional. Paralelamente, se produce el desarrollo del alfabeto y la
transición de la tradición oral a la tradición escrita.
En la obra de Aristóteles se encuentran establecidos y diferenciados los distintos
usos de la palabra, ampliamente utilizada en Grecia con fines curativos. A la palabra
persuasiva se le llamó metafóricamente ensalmo, denominación que implica que el
hombre cambia de condición bajo su influjo. Algunos sofistas propusieron incluso su
aplicación técnica para la curación de algunas enfermedades. Platón, por otro lado,
hizo interesantes observaciones sobre los efectos de la palabra sobre la vida
anímica. Si el discurso es bello, produce un estado de armonía en todas las partes
del alma; conteniendo algunas observaciones sobre las pasiones, los sueños y el
inconsciente, que parecen antecedentes del pensamiento de Freud, aunque forman
parte de concepciones éticas y políticas.

La tradición filosófica iniciada en Grecia aporta a la psicoterapia una concepción


racional y un conjunto de argumentos y métodos para que la parte racional del ser
humano, que hace posible la convivencia, predomine sobre la parte pasional/animal
que, dejada en libertad, haría imposible la convivencia.

Por otra parte, la solución estoica para la vida feliz viene a ser más radical, porque
consiste en prescindir de las pasiones por considerarlas irracionales. Según los
estoicos, el hombre debe vivir ajustado al orden del mundo que está determinado
por la Razón universal. Las pasiones son excesos irracionales que pueden conducir
a la “enfermedad del alma”. Siguiendo el principio cognitivo de que no son las cosas
las que nos afectan, sino las representaciones que tenemos de ellas, los estoicos
concibieron las pasiones como representaciones falsas o engañosas de las cosas.
En consecuencia, para alcanzar un estado de auténtica libertad, el hombre debe
aprender a controlar las pasiones, lo cual se consigue borrando las representaciones
falsas que perturban el buen juicio. En la práctica, los estoicos aprendían a controlar
las pasiones por medio de ejercicios escritos y verbales de concentración y
meditación.

Asimismo, Grecia es también una de las cunas de la tradición médica occidental. La


emergencia del pensamiento racional introdujo cambios notables en la clasificación
de las enfermedades y la conducta anormal. En contraposición a las concepciones
mágicas que atribuían las enfermedades a agentes externos, Hipócrates las localizó
en estados internos del organismo. En consonancia con los principios radicales de la
naturaleza propuestos por los filósofos (fuego, tierra, agua y aire) a los que
correspondían cualidades específicas (calor, sequedad, humedad y frialdad), se
postuló la existencia de cuatro “humores” (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra)
localizados en órganos específicos (corazón, cerebro, hígado y bazo) y asociados a
temperamentos específicos (sanguíneo, flemático, colérico y melancólico).

La salud se concibió como un estado de armonía o equilibrio (crasis) entre los cuatro
humores y la enfermedad como un desequilibrio de los mismos (discrasis); la
curación se consideraba obra de la naturaleza, el médico debía ayudarla en su lucha
por restablecer el equilibrio. Se hacía hincapié en lo somático, no se indagaba lo
psicológico.

Los esquemas básicos de la medicina hipocrática fueron desarrollados por Galeno.


Galeno distinguió entre cosas «naturales» (elementos radicales, humores,
temperamentos y facultades), cosas “preternaturales”, en contra de la naturaleza (la
enfermedad, sus causas y síntomas), y cosas “no naturales”, no pertenecientes a la
naturaleza humana. Estas últimas pueden ser de seis géneros: aire y ambiente,
comida y bebida, trabajo y descanso, sueño y vigilia, excreciones y secreciones y
movimientos del ánimo, pudiendo ser causas externas de la enfermedad y
constituyen la base de la terapia.

La enfermedad es para Galeno una disposición preternatural del cuerpo por la cual
están alteradas las funciones vitales. El médico puede ayudar a la naturaleza a curar
alterando las seis cosas no naturales.

La aportación del cristianismo


Durante la Edad Media, el modelo galénico, que se concentra en las seis cosas no
naturales y que reduce el papel de lo psicológico a mero soporte moral, sobrevivió. A
lo largo de este período, fue la Iglesia la que jugó un papel determinante a la hora de
considerar los trastornos mentales como productos de una voluntad sobrenatural, en
este caso, del diablo. Los tratamientos “psicoterapéuticos”, por tanto, iban desde la
oración hasta la hoguera, pasando por la tortura y el exorcismo. La enfermedad
mental se interpretó como el resultado de la posesión por el Otro, el diablo.

En este contexto, dos aspectos resultan especialmente relevantes para la historia de


la psicoterapia. Por un lado, los recursos para comunicarse con Dios, especialmente
la instauración del procedimiento de la confesión, y, por otro, los recursos para evitar
el pecado, cultivados especialmente por las órdenes religiosas.

La confesión es un procedimiento cuyo origen se remonta a las “psicoterapias”


primitivas, siendo el vehículo de expresión y configuración de la vida interior. Por otro
lado, la Iglesia cultivó procedimientos estructurados para implantar las virtudes
cristianas, sobre todo por la vía de los ejercicios espirituales.
la actitud de la Iglesia católica ante la enfermedad mental y ante todo pensamiento
libre durante la Edad Media fue despótica e inhumana, como lo muestran las
prácticas inquisitoriales y la creación de ciertas instituciones en la que los “locos”
eran exhibidos como objetos de recreo y diversión. No obstante, el padre Jofré
dirigió el primer nosocomio en Valencia, tratando a los enfermos con dietas,
ejercicios al aire libre y lo que hoy podríamos llamar terapia ocupacional.

El Renacimiento y la humanización de la diferencia


Se empezaron a oír los primeros testimonios contra la consideración de la
enfermedad mental como una posesión diabólica, algunos procedían de médicos.

No obstante, resulta algo paradójico que el S.XVI, período de recentramiento en el


hombre —y descentramiento de Dios—, coincida con el período más activo de caza
de brujas, demonios, fantasmas y diablos.

El padre Gassner distinguía dos tipos de enfermedades, las “naturales”, que eran
cosa de los médicos, y las “preternaturales”, que eran cosa del demonio. El sólo
tenía competencias sobre estas últimas. Para saber si una enfermedad pertenecía a
su ámbito, Gassner conjuraba al demonio pidiéndole que los síntomas de la
enfermedad se manifestaran; si esto se producía, entonces había que proceder a un
exorcismo que requería la fe del paciente en Jesucristo; en caso contrario, se le
recomendaba al paciente que fuera a ver al médico.

Paralelamente a la existencia de estas prácticas, se va produciendo la progresiva


“humanización” de la enfermedad mental.

Durante esta época los tratamientos médicos recomendados para los problemas
histéricos se diferenciaban poco de los procedimientos antiguos. Las
recomendaciones consistían en curas de reposo en un sanatorio, masajes e
hidroterapia, electroterapia, etc.

El tratamiento moral introducido por Pinel al filo de la Revolución Francesa


constituye un paso importante hacia la humanización de la enfermedad mental. Este
movimiento terapéutico respondía principalmente a dos cosas:
a) La reforma de la asistencia psiquiátrica que siguió a la Revolución.
b) Una concepción optimista de las enfermedades mentales, que veía en las
pasiones las causas más importantes de la locura.

Pinel, por otro lado, asignaba gran importancia a la relación del médico con el
enfermo. Recomendaba que los centros donde se practicara este tratamiento fueran
pequeños y se animaba al personal a que conociera los problemas del enfermo.
A pesar de todo, el tratamiento moral ofrecía un tratamiento más humanitario que
psicoterapéutico.

LA APARICIÓN DE LA PSICOTERAPIA
La psicoterapia aparece durante el último cuarto del siglo pasado. La medicina oficial
reconoce la naturaleza psicogénica de la neurosis. Aunque el problema de la
influencia de la mente sobre el cuerpo preocupaba a los médicos la vía que hizo
posible la aparición de la psicoterapia se desarrolló al margen de los esquemas de la
medicina oficial y sólo hacia finales del siglo pasado se integró dentro de ésta.

Del magnetismo animal a la hipnosis: el largo camino hasta la psicogenia


Van Helmont había postulado la existencia de un fluido al que la voluntad podía guiar
para influir en la mente y en el cuerpo, y al que llamó “magnetismo animal”, aunque
el mismo comienza con Mesmer, el cual proporcionó un impulso clave para el
desarrollo de la psicoterapia: presentar lo que hasta entonces se había considerado
como cosa del diablo y de las brujas, como cosa de la ciencia y rechazó las
prácticas exorcistas.

Mesmer postulaba la existencia de un fluido físico que llena el universo y que es el


vehículo de unión entre el hombre, la tierra y los astros, y también entre hombre y
hombre y que la enfermedad se originaba a causa de una distribución desequilibrada
de este fluido en el cuerpo, por ende, la recuperación se lograba cuando se
restauraba el equilibrio.

En un primer momento, Mesmer pensó que los imanes podrían ser el vehículo
adecuado para restaurar el fluido desequilibrado y empezó a experimentar con las
posibilidades terapéuticas del magnetismo. Poco a poco, Mesmer abandonó el uso
de los imanes, ya que el poder curativo no residía en ellos sino en su propio fluido
magnético. A partir de aquí, Mesmer sostuvo la tesis de que este fluido se
concentraba en las personas, de modo que algunas tenían más que otras.

Entre los seguidores de Mesmer se produjo una escisión: por un lado, estaban los
“fluidistas” ortodoxos, que atribuían los poderes curativos a la existencia del fluido
magnético, y, por otro, estaban los “animistas”, seguidores del marqués de
Puységur, que sostenían que los poderes curativos tenían que ver con el poder
psicológico de la fe.

A partir de una experiencia con un paciente, Puységur denomina al estado hipnótico


como un estado de “sonambulismo artificial”.
En Francia, la Revolución disolvió las organizaciones creadas por los mesmeristas y
sus enseñanzas cayeron en el olvido hasta que, casi un siglo más tarde, se
redescubrieron simultáneamente en dos centros distintos, dentro ya del marco de la
medicina oficial. Liébault comenzó a tratar a sus pacientes mediante la hipnosis. Su
procedimiento
consistía en ordenar al paciente que lo mirara fijamente a los ojos mientras le decía
que estaba cada vez más dormido. Una vez el paciente entraba en un estado de
somnolencia, Liébault le aseguraba que sus síntomas habían desaparecido.

Bernheim se convirtió públicamente en admirador de Liébault. Introdujo sus métodos


en la clínica universitaria e investigó acerca del potencial terapéutico de la hipnosis.
Para Bernheim, la hipnosis era producto de la sugestión. Entendía por
sugestionabilidad la aptitud para transformar una idea en acto, es decir, una
característica que tienen todos los seres humanos en mayor o menor grado. El
procedimiento terapéutico era similar al introducido por Liébault.

Paulatinamente, Bernheim fue prescindiendo de la hipnosis y aseguró que los


resultados que se pudieran alcanzar por este método se podían alcanzar también
mediante la sugestión en estado de vigilia, procedimiento que se denominó
psicoterapia.

La posición de Charcot respecto de la hipnosis era muy diferente. Siguiendo los


métodos de la patología anatomoclínica de comienzos del S.XIX se dedicó a
describir cuadros clínicos y evoluciones típicas. Hacia 1870 comenzó a estudiar la
histeria y el hipnotismo. Sugirió que en las histéricas la condición hipnótica se
presentaba siguiendo tres etapas sucesivas: letargo, catalepsia y sonambulismo;
Charcot buscaba la sistematización de los síntomas histéricos y su distinción de los
ataques epilépticos. Demostró que la histeria no era una enfermedad exclusiva de
las mujeres, y que las parálisis histéricas podían reproducirse experimentalmente
utilizando la hipnosis.

Del método catártico al psicoanálisis


En Estudios sobre la histeria, Breuer relata su tratamiento con Ana O. En un
principio, Breuer aplicó la sugestión hipnótica para con su paciente, pero ella, a partir
de la “limpieza de la chimenea” Breuer dejó de insistir sobre la sugestión hipnótica y
se limitó a hipnotizar a la paciente para ayudarle a revivir los recuerdos emocionales
traumáticos.

El método catártico consistía en ayudar a la paciente a revivir y descargar las


emociones patógenas vinculadas con los recuerdos traumáticos. La hipnosis tenía
como propósito aumentar la esfera de la conciencia del paciente y facilitar de este
modo el recuerdo de los hechos traumáticos. Para que este procedimiento fuera
eficaz, los recuerdos tenían que revivirse con toda intensidad afectiva y con el mayor
detalle. Se podría decir, entonces, que en la sugestión hipnótica se aborda el
síntoma directamente, mientras que en la catarsis se aborda la supuesta causa del
síntoma.

Freud pensaba que el método catártico podía curar los síntomas de la enfermedad,
pero no modificaba la predisposición a la histeria, de modo que los síntomas podían
volver a aparecer. Por otro lado, veía problemas de índole práctico, tales como el
que no todos los pacientes fueran hipnotizables y el que no todos reaccionaran con
la descarga emocional deseada. Además, Freud había descubierto la importancia de
la defensa, por la cual el Yo del paciente rechaza las representaciones insoportables,
y la importancia de la relación terapéutica. Practicando con éste método, Freud
había descubierto los fenómenos clínicos de la resistencia y transferencia, lo cual le
llevó a desarrollar el método de la asociación libre.

Freud le pedía al paciente que se recostara en un diván y le proponía un tema de su


biografía sobre el que debía hablar sin ejercer ningún control. Cuando la corriente de
ideas se agotaba utilizaba el apremio, esto es, ponía la mano en la frente del
paciente y le incitaba a recordar un hecho. Freud abandonó este método de presión
sugestiva y modificó el encuadre terapéutico conservando únicamente la asociación
libre.

La obra de Freud se desarrolla a partir de la medicina y culmina en la creación de las


condiciones de posibilidad para que la psicología se convierta en un saber operativo
y eficaz, capaz no sólo de detectar la enfermedad, sino de promocionar la salud. Su
obra representa para la psicología un proceso de reincorporación de la visión global
del enfermo y la reintegración en ella de la dimensión psicológica.

Este método se convirtió simultáneamente en técnica psicoterapéutica y en método


de investigación.

El desarrollo de la psicoterapia
A finales del siglo XIX y principios del XX, a instancias públicas y privadas, algunos
psicólogos académico-experimentales comienzan a interesarse por problemas
sociales prácticos, y a aproximarse a ellos con su ciencia. La posición de Wundt es
representativa: argumenta en contra de la aplicación de la psicología científica a la
solución de problemas prácticos porque sería “precipitada” antes de una mayor
fundamentación experimental y teórica de la psicología “pura”.
Progresivamente se desarrolló en los EE.UU. una psicología profesional orientada a
la resolución de los problemas prácticos de sus clientes.

Desde su creación el movimiento psicoanalítico se desarrolló de una forma


autónoma y paralela en relación con la psicología académica, la psicología clínica
psicométrica y la psiquiatría.

A pesar de que la obra de Freud se desarrolla a partir de la medicina y de que en un


principio es entre los psiquiatras donde recibe mejor acogida, el psicoanálisis tiene
un papel importante en el auge de la psicología clínica después de la Primera
Guerra Mundial, dada la insatisfacción reinante en relación con el enfoque
psicométrico.

En la década de los treinta, la disconformidad de los clínicos con el enfoque


psicométrico produjo, en un principio, las reivindicaciones de unas funciones
psicodiagnósticas que contasen con la historia del sujeto y con su desarrollo, que lo
viesen como una totalidad. Planteada la primera reivindicación, pronto se produciría
una segunda: la participación de los psicólogos en las tareas psicoterapéuticas. Por
esta época se popularizan en los Estados Unidos los tests proyectivos, basados en
la concepción dinámica de la personalidad.

Con la Segunda Guerra Mundial la conciencia terapéutica de los psicólogos fue en


aumento; se apoyaba, además, en una fuerte demanda social.

Fue en 1949 cuando se celebró la renombrada conferencia de Boulder (EE. UU) en


la que se prefiguró el modelo de psicólogo clínico: el modelo del
“científico-practicante”, desde el que se plantea que el psicólogo clínico debe recibir
formación científica (a nivel de doctorado) además de una formación aplicada
(internado residente en centros asistenciales) para poder ejercer de forma
reconocida. El modelo subraya que los psicólogos clínicos deben recibir formación
en tres áreas: el diagnóstico, la investigación y la terapia. Es la primera vez que se
reconoce la psicoterapia como una competencia de los psicólogos. Poco después de
la Conferencia de Boulder, la Asociación de Psiquiatras Americanos se apresuró a
definir la psicoterapia como un tratamiento médico y de competencia exclusiva de
los psiquiatras.

Los psicólogos se esfuerzan por defender el status científico de la psicología, y no


están dispuestos a supeditar su labor a posiciones que consideran anticientíficas. El
psicoanálisis, qué alcanzó su apogeo en los EE.UU. a finales de la década de los
cuarenta y principios de los cincuenta, no encaja con los esfuerzos cientificistas de
los psicólogos por dos motivos:
1. Por ser practicado exclusivamente por psiquiatras, según la Asociación
Psicoanalítica Internacional.

2. Por su falta de ajuste al proceder científico experimental.

Es en esta época cuando aparecen enfoques terapéuticos alternativos al


psicoanálisis con un interés visible por desarrollar la investigación científica en
psicoterapia. Roger empezó a grabar entrevistas terapéuticas para someterlas a un
análisis sistemático. Ello permitió el desarrollo de escalas de observación y registro
de las preguntas y respuestas de cliente y terapeuta, y de este modo se inició la
investigación científica sobre el proceso terapéutico; siendo él una de las figuras
centrales en el desarrollo moderno de la psicoterapia.

Paralelamente, después de dos décadas de hegemonía académica, el conductismo


se presentaba como una alternativa al psicoanálisis. La idea básica en la que se
sustenta la terapia de conducta, desde sus orígenes, es que, si x es aprendido, x
puede ser “desaprendido”. Aplicado al campo clínico, este principio supone la
interpretación de los trastornos psicopatológicos (sin una base orgánica evidente)
como trastornos aprendidos, y, como tales, sujetos a las leyes del condicionamiento.
Se postula una continuidad entre la conducta normal y la anormal.

Aparece, además, el trabajo de Eysenck sobre efectos de la psicoterapia.


Argumentaba que, si la psicoterapia es eficaz, los pacientes tratados por este
procedimiento deben mostrar una mejoría mayor que los no tratados. Revisó los
datos disponibles y observó que los pacientes tratados con psicoterapia no sólo no
mejoraban más que los no tratados, sino que parecía existir una correlación inversa
entre recuperación y psicoterapia; a mayor psicoterapia, menor índice de mejoría.

En 1958 apareció Psicoterapia por inhibición recíproca, de Wolpe, que, junto a la


obra de Skinner y al trabajo de Eysenck, contribuyó a establecer la terapia de
conducta como un método científico de tratamiento psicológico. La consolidación de
la tecnología de la terapia de conducta durante los años sesenta y setenta ocurre de
modo paralelo a una sociedad en pleno cambio social (lucha por la igualdad racial, la
igualdad entre sexos, la oposición a la guerra del Vietnam), que exige cambios
rápidos por todas partes y la introducción de un nuevo orden moral más racional.

Al iniciarse la segunda mitad de este siglo, el panorama psicoterapéutico se reducía


a dos opciones: las psicoterapias de orientación psicoanalítica y la modificación de la
conducta. Sin embargo, esta doble alternativa resultó insuficiente:
§ La efectividad de estos enfoques no era devastadora a la luz de las
expectativas.

§ Las bases antropológicofilosóficas de estos enfoques proporcionaban una


imagen del ser humano decepcionante (deshumanizante y
despersonalizadora), a la que se sumaban las dificultades para comprender
cierto tipo de fenómenos humanos complejos acordes con los ideales
históricos de época (ej.: creatividad, libertad, espiritualidad).

Este clima de insatisfacción propició que, a partir también de sus determinantes


internos específicos, nacieran una serie de enfoques psicoterapéuticos que han
tenido su peso en el desarrollo de la psicoterapia, de entre los que cabe destacar la
psicología humanista y el enfoque sistémico.

La psicología humanista se consolida a principios de los años sesenta. Nacido como


movimiento filosófico y social, más que como enfoque terapéutico, aglutina de forma
asistemática una serie de pensadores técnicas promotoras de la autorrealización
(terapia centrada en el cliente, gestáltica, análisis transaccional, etc.) que se
autodenominan “tercera fuerza”.

Su contribución fundamental a la arena psicoterapéutica ha sido un conjunto de


prácticas y técnicas que pretenden procurar la autorrealización y el desarrollo del
potencial humano. Por otro lado, al promover el trabajo grupal, han contribuido a la
difusión de la psicoterapia en amplias capas de la población, incluso entre aquellas
personas consideradas “sanas”.

En los años cincuenta y sesenta, se desarrolla un enfoque que supone un salto


cualitativamente distinto a los anteriores. El modelo sistémico se caracteriza por su
especial protagonismo en la terapia familiar, modalidad con la que a menudo se
identifica, y por la adopción de la teoría general de sistemas y la cibernética como
marco orientador de su práctica y conceptualización clínica. Plantea la formulación
de la familia, entendida como sistema abierto, como núcleo de conceptualización y
tratamiento. El salto cualitativo lo constituye el hecho de dejar de atribuir los
problemas humanos y psicopatológicos al portador del síntoma, para considerarlos
como expresión de una determinada estructura del sistema familiar y de su
funcionamiento cibernético.

Durante la década de los años sesenta y setenta aparecen los modelos cognitivos
en psicoterapia, en parte debido a la propia evolución de las teorías del aprendizaje
y la terapia de conducta, pero principalmente como movimiento autónomo.
El estado actual de la psicoterapia
Los autores consideran pertinente situar los ejes que configuran el espacio en que
se mueven las perspectivas actuales.

La primera característica que definiría a la psicoterapia actual es la multiplicidad de


perspectivas o enfoques terapéuticos. Si bien a principios de siglo la única forma de
psicoterapia reconocida era la psicoanalítica, al iniciar la última década del milenio
las técnicas de psicoterapia “registradas” se cuentan por centenares.

Mahoney realizó un índice global, en donde los resultados muestran profundos


cambios en las orientaciones teóricas de los psicólogos clínicos durante las tres
últimas décadas (referidos a EE.UU.):

1. Aumento del eclecticismo, desde los años setenta, apareciendo como la


tendencia dominante.

2. Descenso progresivo de la orientación psicoanalítica entre los años sesenta


y ochenta con una cierta recuperación en los ochenta debida a la
profundización en el estudio del sí mismo (self).

3. Aumento lento pero progresivo y constante de los modelos cognitivos.

4. Consolidación de la orientación humanista durante los años sesenta, con


cierto incremento al inicio de los ochenta que parece ir decayendo al finalizar
la década.

5. Papel moderado, pero constante, de la tendencia conductista.

6. Evolución constante, pero más moderada, de la orientación sistémica.

La psicoterapia, aun siendo en sí misma una profesión, es practicada por otros


profesionales además de los psicólogos clínicos: psiquiatras, counselors, asesores
religiosos y matrimoniales, asistentes sociales, enfermeros de psiquiatría, etc.

La tendencia hacia el eclecticismo y la integración


La opción ecléctica parece ser la opción más utilizada en la práctica; entendiendo
eclecticismo como la selección de lo mejor de cada teoría.

Aunque los modelos eclécticos permiten la apertura y la flexibilidad, favorecen


igualmente una selección indiscriminada de elementos de la más diversa
procedencia, lo que puede dar lugar a una mezcolanza incoherente de conceptos y
técnicas. Por tanto, no hay que suponer que adoptar un enfoque ecléctico conlleve
una mejora automática en la actuación del terapeuta. En realidad, existen varios
tipos de posturas o enfoques eclécticos de valor muy desigual en cuanto a su
contribución al avance de la psicoterapia como ciencia. Existen varias formas de
eclecticismo:

1. Eclecticismo intuitivo o ateórico – se nutre únicamente de los


procedimientos específicos de las distintas técnicas, con independencia de su
marco conceptual.

2. Eclecticismo técnico – selección de técnicas y procedimientos de orígenes


diversos de acuerdo con criterios sistemáticos (pragmáticos o teóricos), sin
necesidad de aceptar el marco de referencia o teoría de donde proceden.

3. Eclecticismo sintético – integración teórica; trata de integrar conceptos


procedentes de distintas teorías. Villegas lo llama integracionismo.

Estas dos últimas formas de eclecticismo forman parte, junto con la línea de los
factores comunes, del movimiento integrador en psicoterapia.

La tendencia creciente hacia la terapia breve


En los años de predominio del psicoanálisis, la psicoterapia era un proceso lento de
muchas sesiones semanales durante varios años. Con la aparición del resto de
modelos terapéuticos se ha ido consolidando la tendencia hacia el acortamiento del
proceso terapéutico.

Koss y Butcher clasifican las terapias breves en cuatro grupos: psicodinámicas,


cognitivo-conductuales, intervenciones en crisis, y otras.

La tendencia creciente de las psicoterapias hacia la brevedad supone un sano


ejercicio de ajuste a la realidad de la motivación o disponibilidad de los clientes. No
obstante, la variable relativa a la duración de la psicoterapia no produce efectos
diferenciales, por lo que resultan tan efectivas las terapias de larga duración como
las breves.

Modelos Psicodinámicos:
En psicoterapia, el término “psicodinámico” se suele identificar con el psicoanálisis,
con aquellas concepciones que el conflicto intrapsíquico tiene un papel central.
El psicoanálisis fue el primer sistema integrado de la psicoterapia moderna. Abarca
una teoría de la estructura y el desarrollo de la personalidad,así como de la
psicopatología, relación terapéutica y el proceso terapéutico.
En el psicoanálisis el ser humano no es solo un ser racional, sino que a duras penas
resulta razonable.
Desde el punto de vista clínico, Freud fue un pionero. La forma particular que
concibió tales relaciones básicas ha sido muy cuestionada, pero es innegable que su
planteamiento sentó las bases de la psicoterapia moderna.
· Desarrollo Histórico:

La evolución del pensamiento de Freud:


El ámbito científico de la segunda mitad del siglo XIX estaba dominado por una
imagen mecanicista del hombre y del universo, sustentada por la física de Newton,
que se aceptaba como una descripción exacta de la realidad del mundo externo.
En el ámbito de la medicina dominaba las tesis somatogénicas “localistas”, es decir,
la idea de que cada enfermedad debe poseer una lesión orgánica correspondiente.
Freud abandona las tesis materialistas, pero se mantuvo fiel al espíritu mecanicista
de la física de su tiempo, le sirvió para abordar la dinámica de los fenómenos
mentales.
La tesis evolucionista de Darwin, los epígonos del Romanticismo así como otras
corrientes irracionalistas; en particular, son detectables en la obra de Freud las
influencias de Schopenhauer y Nietzsche. Siguiendo a Wyss (1961) Las influencias
visibles en la obra de Freud son las siguientes:
-J.H HERBART (1776-1841): Postula una concepción asociacionista de la
conciencia. Incluía distinción consiente y consciente así como la concepción de la
percepción como juego de equilibrios entre fuerzas dinámicas.
-G.T FETCHNER (1801-1887): Creador de la psicofisica, cuya noción “umbral” sirvió
de inspiración para el concepto de censura.
-E.Brücke(1819-1892) y T. MEYNETT (1833-1892): fisiólogos y maestros de Freud.
En sus trabajos aparecen la noción del afecto como suma de excitación y la
distinción entre procesos primarios y procesos secundariosque regulan los primarios.
-F.Brentano (1838-1917): creador de la psicología del acto que concebía al Yo como
función autónoma.
También hay que tener en cuenta la influencia de J. Breuer y la aportación de P.
Janet al tratamiento de los pacientes histéricos sustentado en la existencia de
cadenas de ideas subconscientes fijas. La psiquiatra vienés M. Benedikt había
defendido la importancia de la fantasía en la vida neurótica y la frecuencia de los
traumas sexuales en la histeria.
El psicoanálisis es una síntesis creativa de elementos presentes en la época de
Freud.
La evolución de la obra de Freud se divide en varias etapas, marcadas por los
principales cambios de orientación en su teoría:
Etapa prefundacional (1886-1895): abarca desde que abre su consulta privada hasta
la publicación de Los Estudios Sobre La Histeria.
La labor de Freud se centra en la clasificación y diferenciación entre distintas
neurosis y en la búsqueda de un método de tratamiento, y también en la búsqueda
de un modelo psicológico.
Freud siguiendo a Brücke y Meynert, escribió en esta línea un” Proyecto de una
psicología científica para neurólogos” (1895/1950). Este trabajo especulaba sobre la
distribución y circulación de la energía psíquica a través de ciertas estructuras
cerebrales hipotéticas. Se definía a los procesos psíquicos como “estados
cuantitativamente comandados por partes materiales comprobables” y se intentaba
definir las funciones psíquicas como alteraciones cuantitativas de la energía
psíquica.
Freud luego abandono estas especulaciones reduccionistas.
Etapa fundacional (1895/1900): La adopción de la asociación libre y abandono la
teoría de la seducción son rasgos muy destacados de esta etapa.
El termino psicoanálisis aparece por primera vez en algunos escritos de 1896 en
conexión con la adopción de la asociación libre como piedra angular de la
investigación y el tratamiento
La formulación y posterior abandono de la teoría de la seducción se produce en el
contexto de la investigación conjunta de Freud y Breuer.
Freud toma como punto de partida la idea de Breuer de que la histeria esta
determinada por experiencias traumáticas, cuyo recuerdo reaparece de forma
simbólica en los síntomas de la enfermedad y que puede curarse trayendo el
recuerdo a la conciencia. Pero al buscar estas experiencias traumáticas en la terapia
se encontraba a menudo con sucesos triviales, que no estaba relacionado con el
síntoma. Breuer explicaba este problema diciendo que el trauma se había adquirido
en un estado hipnótico, de estrechamiento con la conciencia.
Freud rechaza esta idea, Sostenía que estos temas recordados por los pacientes
eran enlaces de una cadena asociativa, detrás de ellos existían traumas más
elementales. Pero a medida que las cadenas asociativas se desplegaban en terapia,
revelan sucesos de naturaleza sexual ocurridos en la pubertad. Estos elementos
nuevamente parecían triviales, lo cual llevo a Freud a suponer que eran solo causas
precipitantes. Se tratabade recuerdos inconscientes de un trauma anterior en la
infancia de naturaleza sexual.
A partir de esto, Freud propuso una clasificación etiológica de las neurosis, en la que
distinguía entre “neurosis reales”, que tienen su origen en la vida sexual actual del
paciente. “Psiconeurosis”, cuyo origen reside en la vida sexual pasada.
A partir de esto, la histeria se considera producto de un abuso sexual perpetuado por
un adulto y sufrido en la infancia pasivamente. Las neurosis obsesivas, que tienen
idéntico origen, con diferencia que el niño jugo un rol más activo y llego a sentir
placer.
En 1986 Freud consideró su teoría de la seducción como un gran descubrimiento
porque pensaba que con ella no solo se podía curar los síntomas de la histeria, sino
también la predisposición a la histeria.
Un año mas tarde, Freud reconoce que las fantasías de sus pacientes le han llevado
a engaño. Luego de este momento, Freud sostiene que el inconsciente no distingue
entre realidad y fantasía, de modo que la reconstrucción de los sucesos del pasado
y la exploración de las fantasías de sus pacientes se convirtieron en dos caras de la
misma moneda.
Psicología del Ello (1900/1914): Se desarrolla el edificio teórico del psicoanálisis, en
torno al concepto Libido, que es la energía de la pulsión sexual, es la fuente esencial
de la energía psíquica. Pueden descargarse, reprimirse, sublimarse o tramitarse,
mediante formaciones reactivas, a su vez, las transformaciones de la libido modulan
la elección de objeto y la formación de la estructura del carácter.
Desde este punto de vista, la neurosis es el resultado de una fijación en cierta fase
de la sexualidad infantil o de una regresión a ésta.
La obra mas importante, de este periodo es “la interpretación de los sueños” (1900).
En el capitulo VII elaborala noción de inconsciente en una primera propuesta
metapsicológica conocida como “la primer tópica”. Se describe mecanismos de
represión, censura y resistencia.
Desde el punto de vista psicoterapéutico las innovaciones mas interesadas
introducidas por Freud en el análisis de los sueños residen en: (a) la aplicación de la
asociación libre como método para analizar los sueños y (b) la introducción del
análisis de los sueños como instrumento terapéutico.
Además, utiliza el mismo esquema interpretativo para analizar los lapsus, actos
cotidianos llamados paralaxis.
Al año siguiente publica “tres ensayos sobre una teoría sexual”. El primero se ocupa
de clasificar las desviaciones sexuales según el objeto y el propósito. En el segunda
trata de la sexualidad infantil y en él se expone la conocida sucesión del desarrollo
psicosexual. En el tercero se abordan los cambios sexuales en la pubertad y se
intenta trazar la diferenciación psicosexual entre hombre y mujer.
Psicología del yo (1914/1939): La teoría psicoanalítica entra en una fase de revisión
y sistematización. En 1915 Freud anuncia que trabaja en un libro titulado
“introducción a la metapsicología”
Concibe a la metapsicología como un sistema que describiría los hechos
psicológicos desde un punto de vista topográfico, dinámico y económico.
En 1920 en “más allá del principio de placer” reconoce que el principio de placer esta
limitado por el principio de realidad y que los impulsos originariamente placenteros,
una vez reprimidos, pierden esa cualidad.
En “El ego y el Id”, Freud formula la segunda tópica en la que propone las instancias
psíquicas del Ello, Yo y Superyó.
El Yo se sitúa en el centro del trabajo psicoanalítico: las neurosis se contemplan
como un conflicto entre instancias psíquicas y el propósito del psicoanálisis se define
como aliviar al Yo de las presiones tanto del Ello como del Superyó.
Durante esta etapa introduce cambios importantes en la teoría pulsional. Introduce la
noción de pulsión de muerte (thanatos) que entiende como la tendencia funcional de
todo ser vivo a volver al estado inorgánico.
La evolución del pensamiento psicoanalítico y las principales disidencias:
El psicoanálisis, casi desde sus orígenes, generó sus propios canales de
autoperpetuación
En 1902 comenzó a reunir un grupo de seguidores los miércoles por la noche en su
casa. Los primeros seguidores fueron Khane, Reitler, Adler y Stkel. Este grupo
pertenecieron también Abraham, Ferenci, Jones, Jung, Rank y Reich.
En 1908, un grupo de 42 seguidores celebran junto con Freud una reunión informal
en Salzburgo, en la que se presentan algunos trabajos. Mas tarde esa reunión se la
denomina “ el I Congreso Internacional de Psicoanálisis”. Dos años mas tarde se
celebra en Nuremberg el II Congreso Internacional, en el que se funda la Sociedad
Psicoanalítica Internacional. C.G.Jung es su presidente. Adler y Stelkel se hacen
cargo de la edición de la revista psicoanalítica.
Ø El primero en abandonar el movimiento para crear su propio sistema fue
Alfred Adler. En 1911 renuncio a la Sociedad psicoanalítica, debido a
discrepancias teóricas con Freud centradas en aspectos de la teoría de la
libido. Para Adler, la concepción de Freud de una libido puramente sexual
era lo suficientemente social como para incorporar aspectos como la
voluntad de poder. Lo cual creo su propio sistema terapéutico
denominándolo como “psicología individual”
Su actividad terapéutica se extendió a las organizaciones relacionadas con el
movimiento de reforma pedagógica que se dio en viene durante los años
veinte.
A partir de 1920, Adler abrió consultas para maestros en los que enseñaba
como conocer los problemas de los niños desde un punto de vista de la
psicologia individual. Estas consultas se extendieron también en los padres y
al tratamiento de los propios niños. Adler es un pionero de la psicologia
comunitaria.

Ø A continuación vino el abandono de Carl.G.Jung . Al parecer, las


divergencias entre Jung y Freud tuvieron su origen, de nuevo, en la teoría
de la libido.
Jung le había dado una interpretación mas amplia, hasta concebirla como
energía anímica. Además, la concepción del inconsciente también era
diferente, ya que, para él, junto al inconsciente individual, formado por
contenidos personales, de ontogenia, existía también un inconsciente
colectivo, formado por los contenidos de la evolución filogenética. Denomino a
su sistema “psicología analítica”.

Ø Otra disidencia importante es Wilbelm Reich (1897/1957): se unió a Freud


en 1920, se propuso a mejorar la técnica psicoanalítica, proponiendo una
actitud mas activa por parte del terapeuta mediante el análisis. Reich lo
denomino “resistencia caracterológica”. Tal resistencia expresaba mas en
el “CÓMO” que en el “QUÉ” del material presentado y también por toda
una serie de aspectos relacionados con la comunicación no verbal.
Reich, a nivel teórico describió la forma del carácter y desarrolló un modelo
económico pasado en una concepción de la energía claramente biológica y
de naturaleza sexual. Consideraba a la agresión fruto de la frustración de las
tendencias sexuales y no una pulsión en si misma. La discusión con Freud
respecto al fenómeno masoquista, llevo a la salida de Reich de la API. Pero la
relevancia de su aportación a la historia de la psicoterapia radica en el
desarrollo de una conceptualización y una práctica terapéuticas basadas en la
energía corporal, supuestamente en detrimento de la intervención por la
palabra y los aspectos cognitivos.
Desarrollo un método terapéutico que denomino “vegetoterapia
caracterioanalitica”.

Ø Otros discípulos de Freud que realizaron aportaciones al desarrollo y


difusión del movimiento psicoanalítica fueron:
-S.Freneci (1873/1933): desarrollo una teoría del desarrollo del sentido de
realidad, pero en su afán de fortalecer el Yo del paciente. Propuso unos
métodos de cuidado maternal (criticado fuertemente por Freud).
-O. Fenichel (1898/1946): se mantuvo dentro de la ortodoxia, pero abogo el
psicoanálisis a distintos contextos culturales.
-K. Abraham (1877/1946): Discípulo más cercano a Freud.
Después de la Primer Guerra Mundial fundo en Berlín la Policlínica
Psicoanalítica y el Instituto de Formación. Los psicoanalistas que hicieron
análisis didáctico con él fueron:
Alexander (1891/1964): hizo importantes aportaciones a la medicina
psicosomática y a la psicología del Yo.
M.Klein (1882/1960): desarrollo el psicoanálisis para niños e introdujo nuevas
ideas sobre las primeras formaciones del Yo y el predominio de los
mecanismos de introyección y proyección en la primera infancia.
K Horney (1885 1952) desarrollo un sistema propio. E.Fromm (1900/1980) y
M. Balint (1896/ 1970) se formaron en el estudio de Berlín.

Con el movimiento nazi, la mayor parte de los psicoanalistas emigraron a


Inglaterra y los EE. UU. Pero la mayoría a los EE. UU. Tuvieron que
adaptarse a una realidad marcada principalmente por la depresión económica
que este país atravesó durante los años treinta. En este contexto, muchas
ideas psicoanalíticas originales perdieron sentido y tanto la técnica como la
teoría sufrió importantes cambios. Se resumen en dos tendencias principales
A) Tradición neopsicoanalítica
B) Tradición analítica del Yo

Ambas asignan un papel menor de los factores instintivos e inconscientes y


otorgan mar relevancia a los factores psicosociales.
· Conceptos Básicos:

El psicoanálisis ha sido definido por Laplanche y Pontalis (1968) en función de


los tres niveles siguientes:
a) Un método de investigación: consiste esencialmente en evidenciar la
significación inconsciente de las palabras, actos y producciones
imaginarias de un individuo y utiliza la observación natural y la inferencia
inductiva.
b) Un método psicoterapéutico: basado en esta investigación y
caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la
transferencia y del deseo.
c) Un conjunto de teorías psicológicas y patológicas, en las que se
sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de
investigación y tratamiento.

Baker (1985) añade un cuarto elemento que es el de ser una filosofía social.
Los conceptos básicos del psicoanálisis se encuentran formulados en, al menos,
cinco modelos distintos de las estructuras psíquicas que se han llegado a
distinguir en la obra de Freud. Son los siguientes:
Ø Modelo Topográfico: Elaboro este modelo durante la etapa fundacional del
psicoanálisis.
La mente humana se concibe como una estructura compleja que funciona en
niveles diferentes. Distingue tres niveles:
Ø El Inconsciente: es el nivel mas determinante de la conducta,
especialmente de la conducta patológica. Se almacenan recuerdos e
imágenes. No accesible al sujeto en estado normal de vigilia. Esta
gobernado por sus propios principios. Es ilógico, atemporal, puede
simultanear sucesos del presente y el pasado. Procesos primarios se
denominan a los que están gobernados por principios del inconsciente,
se distinguen de los procesos secundarios, que son ordenados y
consientes.
Ø El Preconsciente: media entre el inconsciente y el consiente. Ciertos
contenidos inconscientes pueden en ocasiones traspasar la barrera y
entrar en el preconsciente
Ø El Consiente: es la parte racional del sujeto, se identifica con el propio
Yo, y es el responsable de las actividades cognitivas y de la relación
con el mundo exterior.

Ø Modelo Dinámico: Entiende a los fenómenos mentales como el resultado


de fuerzas en conflicto que surgen de la necesidad de reducir (descargar)
la tensión generada por las presiones instintivas sexuales y agresivas, por
un lado y, por el otro, por las defensas construidas para inhibir la expresión
consiente de estos instintos.
Los síntomas se ven como el resultado de la formación de un compromiso
para resolver el conflicto.
Los síntomas comunican simbólicamente el compromiso del que forman parte
incluyendo una gratificación parcial de los instintos.
Ø Modelo Económico: se ocupa de la distribución, transformación y gasto de
energía que regula la conducta y la vida psíquica. El elemento básico de
este modelo es el concepto de libido.
En este modelo, el proceso primario corresponde al proceso median el cual la
energía circula libremente y puede descargarse, mientras que el proceso
secundario consiste en la regulación de dicha energía que queda “vinculada”
o circula de un modo controlado.
El proceso primario se encuentra comprometido con el principio de placer, en
cambio, el proceso secundario lo está con el principio de realidad. En este
modelo aparece nociones como catexia y desplazamiento.
Ø Modelo Genético: Se ocupa del desarrollo de los fenómenos psíquicos y
concibe la formación de la personalidad a través de fases o estadios del
desarrollo psicosexual.
Las nociones de fijación y regresión de la evolución psicosexual son claves
para la comprensión psicoanalítica de la personalidad sujeto

Ø La fase oral (primer año): la zona erógena es la boca y en esta fase


incluyen las actividades de chupar relacionadas con la misma. La
fijación es en este estadio producirá comportamientos adultos
relacionados con actividades orales.
Ø La fase anal (segundo año): la zona erógena es la zona anal y las
funciones de expulsión y retenciónde heces conectadas con ella. La
fijación en esta etapa producirá problemas relacionados con exceso o
defecto de control de los impulsos fisiológicos o de rasgos de
conductas simbólicamente equivalentes.
Ø La fase fálica o edípica: la zona erógena son los genitales y su
estimulación es el centro de placer. Las fijaciones esta etapa puede
contribuir con problemas de identidad sexual. La superación de la
misma, por lo contrario, implica la adopción de las normas y preceptos
impuestos por los padres, a través de la identificación que constituye el
origen del Superyó.
Ø La fase genital: Constituye el estadio psicosexual adulto, se caracteriza
por el desarrollo de la capacidad orgásmica y la posibilidad de
acompañar las sensaciones generadas en la relación sexual con
sentimientos de afecto, ternura, etc.
Ø Modelo estructural: el aparato psíquico se divide en varias unidades
funcionales que se desarrollar a partir de la maduración biológica y la
interacción social.
Las estructuras básicas son:
v Ello: instancia psíquica más antigua. Recibe toda su energía de los
órganos interiores, no mantiene contacto directo con el mundo
exterior. Se considera la fuente de energía psíquica y contiene
todas las pulsiones e instintos biológicos básicos sin socializar. Se
rige por el principio de placer.
v Superyó: surge del proceso de socialización, por medio de la
internalización de normas y valores paternos. Su finalidad es la
adaptación a los imperativos morales del medio. En su función de
conciencia moral remota tareas que, en principios, ejercían los
padres, tal como vigilar y castigar actividades que nace del ello.
v Yo: instancia situada entre el Ello y Superyó. Su función es llegar a
compromisos entre ambas. Opera a través del principio de realidad
y cumple funciones de decisión y control.

Todos estos conceptos son importantes para entender el principal objetivo


del método psicoanalítico: “hacer consiente lo inconsciente”.
Para entender método terapéutico psicoanalítico conviene resaltar otros
conceptos relacionados:
-Principio de la determinación multiple de la conducta: establece que un
mismo efecto es el resultado de múltiples motivaciones parciales. Es
consecuencia del determinismo psíquico que postula el psicoanálisis y que
en la practica exige no darse por satisfecho con una sola causa psíquica y
localizar las motivaciones por varias vías. Es clave para entender la
asociación libre.
-El segundo principio es la dinámica del conflicto: desde este punto de
vista, los síntomas neuróticos son el resultado de un fallo en la
organización defensiva del sujeto. Cuando ante una situación desfavorable
una defensa resulta insuficiente se produce el síntoma. El síntoma es un
intento de curación fallida. El tratamiento psicoanalítico se centra en
buscar las causas de la neurosis.
Es importante la noción de mecanismo de defensa para la psicoterapia:
v Represión
v Desplazamiento
v Identificación
v Proyección
v Formación reactiva
v Sustitución
v Sublimación
v Racionalización
v Aislamiento
v Regresión
Ø La psicología individual de Alfred Adler:
Llamo a su concepción psicológica “PSICOLOGIA INDIVIDUAL”.
El termino individual debe entenderse como una forma de subrayar la unidad
de la persona y la singularidad del individuo, en contraposición de Freud que
consideraba al individuo dividido contra sí mismo.
Son detectables en la psicología individual pensamientos de Nietzsche y el
pensamiento socialista. Pero con mayor impacto del Neokantiano Vaihinger.
Sus nociones centrales son: Sentimiento de inferioridad, al que se contrapone
el afán de poder o afán de hacerse valer; estilo de vida y plan de vida,
expresan las estrategias inconscientes del individuo y su trato con el
ambiente, y el sentimiento de comunidad.
El sentimiento de comunidad se concibe como el término de un desarrollo
psicosocial equilibrado y saludable, y como el criterio de éxito terapéutico.
El sentimiento de inferioridad, debilidad y/o desvalimiento surge en el niño
cuando este aprende a distinguir entre él mismo y los objetos, y comprueba
que sus recursos rara vez estaban a la altura de sus deseos. Es una
característica universal y no patológica, aunque puede devenir. Se refuerza
por medios de factores biológicos (poseer un defecto orgánico) familiares
(posición desfavorable en la serie de hermanos) o socioeconómicos.
Adler llamó este conjunto de pautas de conducta estilo de vida (factores
biológicos, etc). Esta configurado hacia el cuarto o quinto año de vida. Este
estilo de vida se desarrolla a través de líneas rectoras, que son la manera
específica del individuo de elaborar selectivamente la información a través de
su necesidad de afirmación y constituye el plan de vida, que es inconsciente.
Si el desarrollo psicosocial es saludable, éste se manifiesta en los
sentimientos de comunidad que se concreta en el interés por de los demás.
Concebía al síntoma neurótico como una forma de eludir la responsabilidad
en las tareas de la vida y como un modo de enmascarar el sentimiento de
inferioridad.

Ø La psicología analítica de Carl. G Jung:


En su obra “metamorfosis y símbolos de la Libido” (1912) presenta un
concepto de la libido mucho mas amplia que Freud. Entendía a la libido como
energía de la pulsión sexual, mientras que aquel la entendía como energía
psíquica. Sus formas de entender el inconsciente también difieren
notablemente.
Jung concebía de un modo más amplio. Junto al inconsciente individual
propone un inconsciente colectivo.
Desarrollo su propio sistema psicológico, que se lo conoce como “psicología
analítica”. Contiene una teoría de la personalidad extraordinariamente
compleja.
Jung postula a la personalidad como un sistema de subsistemas autónomos,
regulados por el principio de complementariedad; distingue así entre
inconsciente-consiente, introversión-extraversión, pensamiento-sentimiento,
sensación-intuición, animus-anima.
Los procesos básicos a partid los cuales Jung desarrolla su tipología de la
personalidad es:
-El primer proceso podríamos denominarlo “introversión-extraversión”: el
punto de partida de este proceso es la concepción de la libido como
manifestación psíquica de la energía vital y, por tanto, su relación fundamental
es la relación sujeto-objeto. Si el acento recae en el primero se habla de
introversión, y si recae en el segundo, extraversión.
-Procesos Racionales: Distingue entre pensar y sentir.
El pensar está regulado por la categoría “verdad-falsedad” y “justo-injusto”. (si
predomina esta categoría es individuo reflexivo).
El sentir, en cambio, esta regulado por “bueno-malo” y “bello-feo” (individuo
sensitivo).
Junto a estos dos procesos, existen también los procesos irracionales de
“sensorialización” e intuición.El primero consiste en la habilidad para captar
los objetos como si fueran elementos (individuo perceptivo) y el segundo en la
habilidad para captar las relaciones entre los objetos. (individuo intuitivo).
Las estructuras (o complejos) de la personalidad, Jung distingue entre:
v Persona: la parte de la personalidad que tenemos conciencia y en la
que nos sentimos como seres singulares, representa las actitudes
del individuo hacia el mundo exterior.
v Sombra: es el inconsciente individual. Tiene como tendencia la
proyección en otros.

Tanto la persona como la sombra emergen del inconsciente colectivo.


v Inconsciente colectivo: esta formado por arquetipos que son
potencialidades psíquicas “formativas”, expresión de la energía y de
la vida. Son comunes a todos los hombres.
v Los arquetipos: son autónomos, es decir, tienen energía vital propia y
su influencia se manifiesta como si otra persona actuara en lugar de
uno mismo; se activan por el contacto con factores externos. El
hombre tiene un arquetipo sexual femenino (anima) y la mujer uno
masculino (animus). Debe entenderse como instintos sexuales y
como fuentes de creación e inspiración.

El conjunto de estructuras, contradictorias entre sí, que configuran la


personalidad de un sujeto, tiene como finalidad contribuir al proceso de
individuación. En lo cual el individuo llega a ser “sí mismo”.
Este proceso de llegar a sí mismo supone un desplazamiento desde el
Yo-persona al Yo-en-La-mismidad. Jung describió los pasos del proceso
de individuación, que constituyen, a su vez, el fundamento de su método
psicoterapéutico.
Ø Método terapéutico:
El método psicoanalítico fue el resultado de un proceso de alteraciones en los
procedimientos hipno-sugestivos iniciales.
En 1904 Freud publica un artículo titulado “el método psicoanalítico de Freud”.
Si comparamos con la visión de la técnica que ofrecía en “los estudios sobre
la histeria” se puede ver como la técnica evoluciono.
A partir de esto, Freud trata a sus enfermos sin someterlos a influencia
personal alguna, evita todo contacto otro manejo que pueda recordar a la
hipnosis.
Mantuvo este cuadro terapéutico aunque cambio de opinión respecto a los
objetivos del análisis, el valor de la transferencia y el significado de la
resistencia.
Adopta la asociación libre como una sustitución optima de la amplificación de
la conciencia que le proporcionaba la hipnosis.
La emisión de estas “ocurrencias espontaneas” se encuentra ahora regulada
por regla básica, de que el paciente debe decir cualquier cosa que le venga a
la cabeza, sin importar lo trivial, ridícula o dolorosa que sea.
Analiza la resistencia a partir de distorsiones y lagunas en el material obtenido
y que, para la interpretación, no cuenta solamente con las asociaciones libres,
sino también con las parapraxias, actos sintomáticos y sueños.
Define su objetivo terapéutico como el de “hacer consciente lo inconsciente”
lográndose a través el vencimiento de la resistencia. La curación depende
que el sujeto adquiera plena lucidez (insight) sobre su condición.
Desde el punto de vista técnico, el psicoanálisis es un procedimiento
terapéutico muy estructurado, en el que tanto el paciente como el
psicoanalista deben atenerse a reglas estrictas de trabajo.

Ø Los elementos y el encuadre de la situación analítica:


Para poder trabajar con los mecanismos conflictivos que subyacen a las
formaciones de compromiso, o síntomas, es necesario colocar los sujetos en
una situación determinada, que, favorezca su emergencia a saber, la
situación analítica.
Esta situación empieza a delimitarse con el establecimiento de un contrato
analítico en el que se configura el encuadre externo de la situación. Debe
especificar cuestiones como:
v Frecuencia de sesión (3 a 5 semanas en el psicoanálisis clásico)
v Su duración (de 45 a 55 minutos)
v El lugar donde se lleva a cabo
v La puntualidad
v Los honorarios
v Su forma de pago
v La ausencia de relación con el terapeuta fuera de la sesión.
v Incompatibilidad con otros tratamientos psicoterapéuticos
simultáneos
v Periodos de vacaciones/fiestas etc.

- Los clientes en situación analítica deben atenerse a las


siguientes reglas:

v Regla fundamental o básica: los sujetos deben expresar todos


los pensamientos y sentimientos tal cual le vengan a la
cabeza, sin ninguna exclusión o selección.
v Regla de asociación libre: el sujeto tiene que ir asociando a
partir de ciertos elementos que le propone el analista y que
se han extraído en su propio discurso.
- El psicoanalista debe atenerse a las siguientes reglas, que
delimitan su actitud o en ocasiones se denomina “encuadre
interno”:
v Regla de abstención (o abstinencia): No debe satisfacer las
demandas del paciente ni desempeñar papeles que este
intenta imponerle. Esta regla supone, pues, que el
psicoanalista deberá evitar tener una influencia personal
sobre el paciente. Esta actitud de reserva se observa en
la metáfora del analista como espejo o pantalla en blanco
que refleja lo que el analizado proyecta, evitando mostrar
sus propias proyecciones y conflictos.
v Regla de la atención flotante (u homogénea): su actitud de
neutralidad, el analista debe atender a todo el material a
interpretar de un modo homogéneo, sin privilegiar ningún
sector. Debe tener una actitud receptiva antes este
material que incluye tanto la apertura intelectual como la
capacidad de resonancia empática, permitiendo que sus
procesos inconscientes incidan adecuadamente.

Varios elementos del encuadre terapéutico característico del psicoanálisis clásico


favorecen el desarrollo de una relación desigual que fomenta la regresión y la
dependencia del paciente: la posición yacente del paciente, la reducción de
estímulos, que el paciente no vea al analista mientras permanece callado la mayor
parte del tiempo, el que se sustraiga el paciente de la forma ordenada del contacto
coloquial por medio de la regla fundamental, la frecuencia de sesiones. Todos ellos
constituyen elementos que faciliten la neurosis de transferencia.

Ø La relación terapéutica:
Constituye el principal elemento curativo del psicoanálisis. El aspecto mas
importante de la relación terapéutica es la noción de transferencia.
- Transferencia positiva: esta compuesta por reacciones de
amor en cualquiera de sus derivados.
- Transferencia negativa: se compone de reacciones de odio y
sus derivados.

El carácter repetitivo de la transferencia ofrece al terapeuta la posibilidad de analizar


en el presente el tipo de vinculo que el sujeto estableció con figuras significativas
durante la infancia. Así, con el establecimiento de una relación transferencial con el
terapeuta, se produce la neurosis de transferencia, es una neurosis “artificial” que
reproduce la neurosis infantil y que representa la transición entre la enfermedad y la
salud.
El análisis de la relación transferencial permite la resolución de esta neurosis,
momento que esta considerado como el final del tratamiento psicoanalítico.
- Contratransferencia: es el conjunto de reacciones
inconscientes del analista frente a la persona del analizado y,
especialmente, frente a la transferencia de este.

El analista debe poder controlar la contratransferencia para poder sujetar su


conducta a la regla de abstención. Para ello es necesario que el psicoanalista tenga
un profundo conocimiento de sus propios procesos inconscientes.
Para designar la relación relacional y relativamente no neurótica entre paciente y
analista se propuso el termino de “alianza terapéutica”. El origen del termino se
encuentra en la obra de Freud describiendo la relación terapéutica como una alianza
entre el terapeuta y el Yo del paciente para vencer las fuerzas irracionales del
inconsciente, como si se tratara de una batalla en la que el terapeuta y el paciente
son aliados.
En la actualidad se estudiaron los elementos que contribuyen a la alianza
terapéutica:
- Greenson (1967) ha indicado que por parte del paciente,
contribuyen su disposición a seguir el procedimiento
psicoanalítico, su capacidad para aceptar insights dolorosos y el
que posea un Yo flexible. Por parte del terapeuta, contribuye su
actitud cordial, empática y no prejudicativa, así como su
continuo análisis de las resistencias. El encuadre terapéutico
también juega su papel para asegurar una serie de constantes
que proporcionan una sensación de seguridad y confianza

La noción de alianza terapéutica ha sido elaborada por varios autores: Luborsky,


Crits-Cristoph, Mintz y Auerbach (1988). Proponen distinguir dos tipos de alianza:
a) La vivencia del terapeuta como alguien que proporciona apoyo y que
está dispuesto a ayudar
b) La sensación de estar trabajando conjuntamente con el terapeuta en la
lucha contra aquello que resulta perjudicial para el cliente. Sensación que
implica una responsabilidad compartida para alcanzar los fines del
tratamiento.

Ø El Proceso Terapéutico:
- Apertura del análisis: se inicia con la primera sesión y su
extensión oscila entre los dos y los tres meses. Se caracteriza
por los ajustes entre las expectativas del paciente y el analista.
- Etapa intermedia: es la mas larga y creativa. Comienza
cuando el paciente ha comprendido y aceptado las reglas del
juego, suyas y del analista. Su duración es variable y se
extiende hasta que la neurosis original, a través de su replica en
la neurosis de transferencia, ha desaparecido. Se caracteriza
por continuas oscilaciones, entre progresión y regresión,
reguladas por el nivel de resistencia.
- Terminación del análisis: etapa mas breve y su característica
esencial es el conflicto de separación que incluye los
sentimientos de dependencia del paciente con el terapeuta, los
cuales pueden activar las resistencias y recaídas. Ambas
pueden superarse mediante la adecuada interpretación del
analista.
Baker (1985) considera que la adecuada resolución de esta fase
incluye la resolución de la transferencia y la integración de las
funciones más maduras del Yo.
Ø Recursos Técnicos:
Greenson (1967) divide los procedimientos técnicos en:
1. Para la producción del material: asociación libre, reacciones
transferenciales y resistencias
2. Para el análisis del material: confrontación, aclaración, interpretación
y construcción.
3. Procedimientos no analíticos: catarsis, sugestión y manipulación.
v Asociación libre: consiste que el paciente trate de dejar venir las
ideas a la mente y decirlas tal y como salgan, sin importar el orden
y la lógica. Se producirá una regresión al servicio del Yo en la que
salen los derivados del Yo inconsciente, Ello y Superyó. Tiene
prioridad sobre los demás medios de producir el material en la
situación clínica.
v Análisis de las reacciones transferenciales: se pueden clasificar
de modo muy diverso, según el objeto de la primera infancia, según
la fase libidinal de la que se derivan y el punto de vista estructural.
Pero clínicamente, las dos formas mas importantes son la
transferencia positiva y negativas.
v Análisis de las resistencias: pueden ser consientes, inconscientes,
preconscientes. Puede expresarse por medio de emociones,
actitudes, ideas, impulsos, pensamientos, acciones y fantasías. El
analista debe descubrir la forma en la que se resiste el paciente o
qué resiste y por qué lo hace. Pueden clasificarse de diferentes
formas, pero las más importantes son:
- Resistencia egosintónica: se caracteriza por parecer racional,
familiar y objetiva. Suelen ser normas habituales de
comportamiento del paciente y rasgos del carácter.
- Resistencia egodistónica: aparece como extraña y ajena al Yo
razonable del paciente.
v Confrontación: con ella se muestra al paciente dos cosas
opuestas con la intención de colocarlo ante un dilema, para que
advirtiera la contradicción. Lleva al paciente a apreciar aspectos
que se le pasaban por alto y que el analista considera
importante.
v Clarificación: consiste en la reformulación de un episodio que ha
narrado el cliente desde un punto de vista distinto. Mas
focalizado, de forma que se resalte algún aspecto especifico.
Busca iluminar algo que el individuo sabe, pero no de forma
diferenciada.
v Interpretación: Comunicación hecha al paciente para hacer
consiente un fenómeno inconsciente y hacer consiente el
significado, modo o causa inconsciente de un determinado
suceso psíquico. Al interpretar, el analista va mas allá de lo
directamente observable, por lo que es necesario ver las
reacciones de los pacientes para determinar la validez de la
interpretación. La interpretación daría al paciente una nueva
conexión de significado, otra significación a la experiencia.

La relación entre interpretación e insigth ha dado origen a distintas definiciones de


interpretación. Insight hace referencia al concepto de “ver o mirar adentro” o lograr el
reconocimiento cognoscitivo de la naturaleza del propio funcionamiento psíquico, así
como el propio comportamiento. Esta relacionado con la realidad de lo que fue
pensado y lo que es presente, con lo que es real y lo que es fantasía. El
psicoanálisis busca a través de Insight, la cura, hace uso de las funciones del Yo, de
su capacidad de vivir la realidad.
v Construcción: Elaboración del analista mas extensa y distante del material
que la interpretación destinada esencialmente a reconstruir en sus
aspectos, tantos reales como fantaseados, por parte de la historia infantil
del sujeto. Se trata de un tipo especial de interpretación histórica, por
medio de la cual se trata de recuperar una situación pasada, con sus
efectos, personajes y sus ansiedades.
Etchegoyen (1986) hace una propuesta diferente de clasificación de los
procedimientos analíticos:
- Apoyo: acción terapéutica para tratar de dar al paciente
estabilidad o seguridad, se usa mucho en todas las
psicoterapias. En psicoanálisis el apoyo puede ser un método
legitimo de dosificar la ansiedad, si se combina con la
interpretación.
- Sugestión: consiste en introducir inadvertidamente en la
mente del enfermo algún tipo de juicio o afirmación que puede
operar luego desde dentro con el sentido y la finalidad de
modificar una determinada conducta patológica. El psicoanálisis
ejercita una forma sutil e indirecta de la sugestión, para que el
paciente abandone sus resistencias.
- Persuasión: esta ligado a la razón del paciente; el analista
intercambia ideas, argumenta y hasta polemiza con el paciente.
- Información: es un instrumento de la psicoterapia si se usa
para corregir algún error. Se refiera a algo que el paciente
desconoce y debería conocer, sobre datos de la realidad y del
mundo, no del paciente mismo.
- Señalamiento u observación: señala algo, circunscribe un
área de observación, se llama la atención para que el paciente
observe y ofrezca más información. Se suele hacer diciendo
“fíjese” o “note que”. El analista señala algo que ha aparecido y
que en principio no sabe qué significado puede tener, pues si
conoce el significado, el señalamiento sobra y debe interpretar.
Ø Indicación del tratamiento y criterios de éxito terapéutico:
Sinfneos (1972) ha resumido las características que resultan deseables en el
paciente de psicoanálisis:
1. Capacidad para reconocer que los síntomas son de naturaleza
psicológica.
2. Tendencia a la introspección y a relatar con sinceridad las
dificultades.
3. Deseos de participar activamente en la situación analítica.
4. Curiosidad por uno mismo.
5. Deseo de cambiar y experimentar.
6. Esperanzas realistas sobre la terapia.

Los criterios de éxitos terapéutico, Freud los identificaba con la capacidad para
disfrutar la vida, especialmente de la sexualidad, y la capacidad para trabajar
productivamente. Los desarrollos posteriores del psicoanálisis han extendido estos
criterios. Lagache propone los siguientes:
1. Liberación de la angustia de frustración, entendida como la capacidad
para producir y tolerar tensiones elevadas y reducirlas de un modo
satisfactorio.
2. Supresión de las inhibiciones y capacidad para realizar las propias
posibilidades: normalización sexual, liberación de la agresividad
constructiva y de la afectividad y la imaginación.
3. Ajuste de las aspiraciones a las posibilidades del sujeto y la realidad.
4. Capacidad para trabajar en la persecución de su propio afán de vida.
5. Facilitación de las relaciones con los demás.
6. Abandono de las actitudes exageradamente conformistas o destructivas
y conciliación entre las fuerzas creadoras y conservadoras.
Ø El método terapéutico de Adler

En el plano psicoterapéutico de Adler es bastante diferente. Su encuadre terapéutico


tiene pocas semejanzas con el encuadre psicoanalítico.
- En la terapia, el paciente y terapeuta se sientan frente a frente
en dos sillas que deben ser de altura, forma y tamaño
semejante.
- La frecuencia de las sesiones es menor, de dos a una vez por
semana.
- La duración del tratamiento rara vez excede del periodo de un
año.

Describe el proceso terapéutico en tres estadios de distinta duración:


1. Primer estadio: el objetivo del terapeuta es llegar a comprender al
paciente y sus problemas. Puede durar desde un día a dos semanas, en
función del caso y la experiencia del terapeuta. Durante este estadio hay
que reconstruir el estilo de vida del paciente hasta llegar a establecer un
diagnóstico preciso.
2. Segundo estadio: su objetivo es conseguir que el paciente comprenda su
estilo de vida, sus metas ficticias o erróneas.
3. Tercer estadio: se inicia cuando el paciente ha adquirido una visión clara
y objetiva de su estilo de vida y se enfrenta a la decisión de cambiar. Si
decide cambiar de estilo de vida, el terapeuta debe ayudar al paciente a
enfrentarse a esta nueva realidad

En el plano de las técnicas terapéuticas, fue un pionero, en la utilización de técnicas


que están presentes también en otros modelos psicoterapéuticos, como la intención
paradójica y el reencuadre, así como la asignación de tareas, la creación de
imágenes, la utilización terapéutica del humor socráticos.
Ø Método terapéutico de Jung
La terapia Jugiana se conoce como el método sintético hermenéutico y su
propósito fundamental es facilitar el proceso de individuación.
Este tratamiento está indicado especialmente para aquellas personas que,
sobre todo a partir de la segunda mitad de la vida, tienen preocupaciones
existenciales, morales y/o religiosas.
- El encuadre consiste en que el paciente se siente en una silla
frente al terapeuta y se le pide la colaboración activa del
tratamiento, asignándole tareas y lecturas para casa.
- La duración de la sesión es de una hora y su frecuencia inicial
es de dos sesiones semanales pasando mas tarde a una por
semana
- La duración global del tratamiento es de unos tres años.
- La relación terapéutica se comprende como una colaboración
entre paciente y terapeuta y una confrontación de sus mutuos
hallazgos.

Jung entiende a la neurosis como un sistema enfermo de relaciones sociales, en el


que a través de la proyección del neurótico manipula inconscientemente a las
personas que lo rodean.
El proceso terapéutico en la terapia jungiana consta de tres estadios:
1. Primer estadio: se confronta al individuo con su persona, pero
especialmente con su sombra, es decir, aspectos consiente e
inconscientes personales de su manera de ser
2. Segundo estadio: se confrontan los problemas del anima y animus. Ej: El
paciente debe entender que siempre que ha tratado con mujeres ha
proyectado su anima sobre ellas.
3. Tercer estadio: aparece en primer plano los arquetipos de luz y arquetipo
cósmico. El primero implica la noción de sabiduría y la imagen del sabio
anciano y el segundo la noción de orden en el universo, que comporta la
idea de sincronicidad.

Desde el punto de vista técnico, el trabajo a través de estos estadios se realiza


básicamente por medio del análisis de sueños y las creaciones espontaneas de la
fantasías (dibujos, poemas etc)
El método de análisis de este material es el método de la amplificación.
Jung intenta examinar todas las connotaciones posibles de que una imagen dada
puede tener; éstas pueden estar conectadas con vivencias personales o pueden, por
el contrario, estar enraizadas en imágenes arquetípicas con valor de supervivencia
para la especie.
· DESARROLLOS ACTUALES:
Ø La tradición neofreudiana:
El desarrollo de la tradición neofreudiana tiene como principal punto de
partida las discrepancias en torno a la teoría de la libido de Freud. Cabe
agrupar en este apartado las obras de autores tales como Adler, Jung,
Fenichel, Ferenczi, Horney, Reich, Rank, Sullivan y Fromm.
Los aspectos más característicos de esta tradición son:
1. Rechazan la teoría del instinto y la sexualidad infantil, y especialmente la
validez y universalidad del complejo de Edipo.
2. Destacan la importancia de los factores socioculturales y la estructura
del carácter en la organización psicológica y la conducta inadaptada.
3. Enfatiza el papel de los conflictos interpersonales en la génesis de la
psicopatología.
4. Reducen la importancia del inconsciente y limitan el papel de la
sexualidad.
5. Prestan atención a la experiencia consiente, incluyendo los procesos
cognitivos y a las funciones de adaptación y dominio.
6. Se interesan por el desarrollo normal y la salud mental.

Desde el punto de vista de la técnica psicoterapéutica, los neofreudianos han


producido cambios importantes al psicoanálisis clásico. La duración del tratamiento,
así como la frecuencia entre sesiones, es menor. Los objetivos del tratamiento se
centran en los conflictos actuales del paciente y el analista tiende a asumir una
posición activa y directiva.
Ø La tradición analítica del Yo:

Tiene como principal punto de partida el modelo estructural de Freud, que


enfatiza las funciones del Yo, en detrimento de las estructuras del Ello y Superyó.
Se incluyen autores como: M. Klein, Fairbairn, Winnicot, A. Freud, Erikson,
Hartmann, Rappaport y Guntrip.
Siguiendo a Backer (1985), los aspectos mas relevantes de esta tradición:
1. Énfasis en las experiencias psicosociales e interpersonales como
determinantes de la organización psíquica.
2. Concepción del Yo como una estructura psíquica separada de los
instintos y con capacidad para aprender y actuar.
3. El desarrollo de la personalidad se entiende en términos de introyección
de experiencias psicosociales.
4. Se interesan por el desarrollo normal a lo largo de su vida y por la salud
psicológica.
5. La psicopatología se entiende en términos de tareas de desarrollo
inconclusas y patrones de relaciones interpersonales destructivos.

Desde el punto de vista psicoterapéutico, las dificultades de los pacientes tienden a


convertirse en términos de problemas de confianza, afecto, separación,
diferenciación de la identidad e individuación.
Esta tradición altero la técnica analítica para poder aplicarla en pacientes que
tradicionalmente no eran analizables.
El terapeuta es mas activo, directivo e incluso gratificante. El foco del tratamiento
esta centrado en aspectos actuales de los problemas del paciente.
Ø La psicoterapia breve psicodinámica:

El formato breve de la psicoterapia ha venido a desarrollarse principalmente por


los imperativos de la práctica, generalmente institucional. Se ha precisado de
métodos no solo eficaces sino también eficientes y rápidos. El modelo
psicodinámico ha respondido a esta demanda social con varias propuestas de
formato brece que contrarrestan la larga extensión del psicoanálisis clásico.
Entre los antecedentes de formato breve, Marmor (1979) propone algunas de las
propuestas de Sandor Ferenczi y Otto Rank para la adopción de una postura
mas activa y centrada en el conflicto por parte del terapeuta.

En 1946, Franz Alexander y Thomas French incio una investigación sobre una
serie de modificaciones de la técnica psicoanalítica centrada en el incremento de
la flexibilidad del terapeuta y reducción del numero de entrevistas, que se
consideraron los antecedentes más recientes de las terapias breves
psicoanalíticas actuales.
Características:
1. Actitud activa y flexible del terapeuta
2. Focalización de la terapia en un problema concreto
3. Limitación de la duración de la terapia
4. Orientación hacia el fortalecimiento de áreas del Yo libres del conflicto y
hacia la adaptación realista del sujeto.
5. Énfasis en los determinantes actuales del conflicto y los proyectos
futuros del sujeto
6. Énfasis en los aspectos externos de la vida cotidiana del cliente, con la
posibilidad de realización de tareas entre sesiones.
Ø Tratamiento de la psicosis:
Freud no recomendó la aplicación del psicoanálisis a pacientes psicóticos, él
lo utilizó para el análisis de Schreber.
El análisis directo (1953) basado en la interpretación directo y en el
establecimiento de una transferencia positiva muy intensa en la que el
terapeuta asume ciertas funciones de maternaje. Implica también la adopción
de procedimientos activos que abandonan la neutralidad analítica para
promover que el terapeuta pueda entrar en el mundo cerrado del psicótico.
Ø Otros desarrollos actuales:
El movimiento psicoanalítico, conviene mencionar otros desarrollos actuales
importantes, como la figura de Lacan. Vinculo la lingüística y el psicoanálisis
desde un enfoque estructuralista influido por Saussure, Jacobson y
Levi-Strauss. Descubrió el estadio del espejo como etapa estructurante de la
personalidad, para centrarse más adelante en el estudio de leyes
inconscientes que son isomórficas con las polaridades universales del
lenguaje de la metáfora y metonimia. Propuso que el inconsciente esta
estructurado como un lenguaje.
Kohut sobre el análisis del self. Propuso eliminar el concepto de pulsión y
restar énfasis al complejo de Edipo para centrarse mas en el self ha hecho
que este enfoque se halle mas cerca de una filosofía humanista.
Ø La formación del terapeuta:
La formación del psicoanálisis reconocido por la API incluye el análisis
personal y didáctico, los seminarios y supervisiones.
El análisis consta de cuatro a cinco sesiones semanales durante un período
de unos cinco años. Su propósito es que el futuro psicoanalista conozca los
conflictos inconscientes de su propia vida infantil, todo aquello que pudiera
perturbar su juicio clínico.
La supervisión de casos clínicos por medio de un psicoanalista experto, suele
durar tres años
Rasgos y habilidades:
1. Habilidad para referir los pensamientos, sentimientos, fantasías y
actos del paciente a sus antecedentes inconscientes.
2. Habilidad para facilitar la formación de la neurosis de transferencia y
la alianza de trabajo. Debe ajustarse a la regla de la abstinencia de la
cual el terapeuta no debe responder a las ansias neuróticas de
afirmación y tranquilización.
3. El analista tiene que decidir qué le dirá, cómo y cuándo lo hará. Debe
utilizar el tono de voz apropiado, ordenar su mensaje de modo preciso
y comunicar la intención terapéutica.
Ø Investigación terapéutica:

Durante las últimas dos décadas, han aparecido formas breves de terapia
dinámica que han llevado a cabo estudios controlados, principalmente en
contexto hospitalarios.
Se han desarrollado instrumentos de evaluación para medir aspectos del
proceso terapéutico considerados importantes desde el punto de vista
analítico.
Gill y Hoffman: creación de un sistema para codificar la experiencia del cliente
acerca de su relación con el terapeuta.
El grupo de Luborsky ha desarrollado, entre otras, escalas para medir la
alianza terapéutica, así como también temas conflictivos en relaciones

Ø Valoración Critica:

Desde el punto de vista teórico, sus hipótesis carecen de fundamento


científico y se encuentran formulados de un modo que no puede ser
científicamente contrastadas, resultandos no falsificables. Por otro lado, como
método de tratamiento, no ha demostrado su eficacia

Modelos humanísticos–existenciales
Con esta etiqueta se ha denominado tanto a los enfoques que provienen de la
tradición fenomenológico-existencial europea como al fenómeno americano de la
psicología humanista. Agrupa una serie de enfoques terapéuticos con multitud de
influencias mutuas, pero con marcadas peculiaridades dentro de cada enfoque.
Entre sus características principales cuenta esta fragmentación, además de una
acentuada orientación tecnológica. Más que de una escuela, se trata de un
movimiento que se aglutina como reacción reduccionismo académico, en defensa de
los valores integrales del hombre. A pesar de las diferencias por cuales son estos
valores y como llevarlos a cabo, la autorrealización y el desarrollo del potencial
humano son enfoques en común.

Desarrollo histórico
Su evolución debe contemplarse a la luz de su repercusión social y cultural en la
escena norteamericana primero, y más tarde en la europea. Su desarrollo se ha
realizado al margen de la psicología académica, y, a pesar de considerarse una
tercera fuerza frente al conductismo y al psicoanálisis, ya hemos indicado su falta de
vocación paradigmática. En la actualidad debe considerarse como un conjunto de
procedimientos terapéuticos, en su mayor parte desligados de las principales
corrientes académicas.

Antecedentes filosóficos:
El existencialismo y la fenomenología. La corriente fenomenológica halla sus
orígenes más inmediatos en el pensamiento de Franz Brentano, por su énfasis en la
experiencia, en el carácter activo de la psique, y en la naturaleza intencional de todo
acto psíquico.
Para Edmund Husserl la experiencia inmediata del acto de conocimiento puede
revelar la naturaleza de las cosas. Para ello hay que tomar lo que se conoce como la
epoché, o actitud fenomenológica, es decir, la observación pura del fenómeno sin
prejuicios ni creencias apriorística. Se traduce en una exigencia de imparcialidad en
el observador y en el intento de prestar una atención especial a su propio estado de
conciencia. La epoché es una operación mental en la que el sujeto pone el «mundo
entre paréntesis», es decir, excluye de su mente cualquier juicio de valor sobre el
fenómeno o su trasfondo. Se trata de poner entre paréntesis la «sustancialidad» del
objeto para quedarse con la conciencia pura. Antes de proceder al análisis empírico
de la percepción o del juicio hay que intentar delimitar qué son, en esencia, una
percepción o un juicio.

Las psiquiatrías fenomenológicas: el paciente psiquiátrico vive en un mundo propio y


subjetivo, que potencialmente puede comprenderse, siendo este el propósito de la
fenomenología psiquiátrica (Blondel).
® La fenomenología descriptiva: una descripción cuidadosa y exacta de las
experiencias subjetivas de los enfermos mentales con el fin de empatizar lo más
íntimamente posible con esas experiencias (Jaspers). Sin embargo, sólo era
practicable con aquellos pacientes que tenían la capacidad de recordar y
verbalizar con exactitud sus vivencias
® La fenomenología genético-estructural intenta ir más allá del mero recuento de
datos para buscar conexiones e interrelaciones entre esos datos. Minkowski la
llamó «análisis estructural», se propuso describir el «trastorno generador» a partir
del cual se podía deducir el contenido de conciencia y los síntomas del paciente.
® La fenomenología categorial: Binswanger realizó una síntesis entre
psicoanálisis, fenomenología y conceptos existenciales inspirados por Heidegger.
Pretende la comprensión de las categorías funcionales (temporalidad,
espacialidad, causalidad y materialidad) que el Dasein («ser-en-el-mundo»)
proyecta en el mundo de la experiencia. Su objetivo es comprender la estructura
propia del Dasein.
® Análisis existencial: Binswanger consideraba reduccionista el marco
psicoanalítico y lo abandonó, adoptando uno fenomenológico que evolucionó
hacia posiciones existencialistas. Su aportación más notable es la incorporación
a la psicopatología y la psicoterapia del análisis de la estructura del Dasein. Para
Binswanger el trastorno psicopatológico representa una inflexión (desviación,
alteración) de la estructura del ser-en-el-mundo. Esta alteración aleja al ser
humano de su ser ontológico; es un sujeto que, en tanto posee una estructura,
podemos estudiar, describir y rectificar.
Tanto esta como otras propuestas adoptan el enfoque fenomenológico-existencial
como marco filosófico, pero buscan en otras orientaciones (psicoanalítica, junguiana,
humanista) su método terapéutico. No así el psicoanálisis existencial de Sartre, que
pretende el desarrollo de un método propio, rompiendo con las aspiraciones
ontológicas y esencialistas de otros autores. La máxima sartreana de que la
existencia precede a la esencia significa que el ser humano no viene con un ser a
desarrollar, sino que tiene que encontrarlo por sí mismo. Considera al hombre como
un ser radicalmente libre e indeterminado, aunque limitado por su facticidad, sin la
cual no se le puede comprender. Puesto que el estado de pura indeterminación es
insostenible dentro de una facticidad, el ser humano se autodetermina mediante el
proyecto existencial.
La idea central del análisis existencial podría tal vez expresarse con la frase de
Ortega de que para vivir siempre hay que hacer algo (aunque sólo sea respirar).
Desde este punto de vista, el objetivo de la terapia es analizar la estructura de eso
que se hace en la vida.
Psicoterapia existencial: «un método de relación interpersonal y de análisis
psicológico cuya finalidad es provocar un conocimiento de sí mismo y una
autonomía suficientes para asumir y desarrollar libre­mente la propia existencia»
(Villegas, 1988).

Logoterapia:
Viktor Frankl era director del «pabellón de suicidas» de un sanatorio psiquiátrico en
Viena cuando el nazismo se extendió por Europa. Le otorga gran importancia a la
pérdida de significado (sentido) en la vida o vacío existencial. La tarea del terapeuta
es ayudar al paciente a encontrar significado a su vida, porque «la vida es
potencialmente significativa hasta el último momento, hasta el último suspiro, gracias
al hecho de que se pueden extraer significados hasta del sufrimiento» (Frankl,
1985). El logoterapeuta se vale de un conjunto amplio de técnicas
- los diálogos socráticos: donde se cuestionan por medio de preguntas las
interpretaciones del paciente;
- la desreflexión: se entrena al paciente a redirigir su atención de modo
que no preste una atención inadecuada al síntoma;
- la intención paradójica: por vía del humor, principalmente, se anima al
paciente a intensificar su síntoma de modo que se crea un nuevo contexto
para su aparición.
La formación del movimiento humanista:
El antecedente más claro de la psicología humanista es la Gestalt. Kurt Goldstein en
su obra El organismo, expresa su concepción del organismo humano como totalidad
y de su tendencia a la autorrealización, como fuerza impulsiva que pone al
organismo en acción. De esta influencia surge en la psicología humanista la noción
del ser humano como ser dotado de un potencial humano inherente que debe ser
realizado o actualizado, descubierto más que inventado o creado. Villegas: «el
hombre es naturalmente bueno y saludable: sólo necesita las condiciones
amnióticas adecuadas para su crecimiento»

La psicoterapia centrada en el cliente, de Carl Rogers:


El método inicial de Rogers se basaba en la no-directividad, y en la confianza de que
el cliente sabría desarrollar su propio camino. Instituyó la audio-grabación de las
sesiones como un instrumento fundamental. Una de sus aportaciones más
significativas para la psicoterapia es la determinación de las condiciones necesarias
y suficientes para el cambio terapéutico.

La psicoterapia gestáltica:
La terapia gestáltica nació de la mano de Fritz y Laura Perls. Se pueden identificar
una diversidad de fuentes, entre las que se encuentran: el psicoanálisis, el
psicodrama de Moreno o el existencialismo y budismo zen (el aquí y ahora). Perls se
vinculó mucho al movimiento humanista.

El análisis transaccional de Berne:


A Berne le impactó el descubrimiento de que cualquier hecho observable que se
registra en el cerebro se asocia a un sentimiento, y al evocarse con posterioridad,
ambos aparecen juntos. A partir de entonces elabora un modelo de los estados del
Yo que conducen a una serie de transacciones y juegos. Una de las características
del análisis transaccional, el enfoque divulgativo, ya que sus obras están pensadas
no sólo para los terapeutas sino también para los clientes.

El psicodrama de Moreno:
Moreno compaginó sus estudios de psiquiatría con su afición por el teatro y la
literatura. Aportaciones a la psicoterapia: introdujo el concepto de encuentro en el
ámbito terapéutico en los EE.UU. (que la psicología humanista retomó y adaptó),
desarrolló el énfasis en la vivencia del presente (el «aquí y ahora»), y creó las
técnicas de «la silla vacía» y «el juego de roles», que fueron recogidas por la terapia
gestáltica. Fue el iniciador de la terapia de grupos y el creador de la sociometría. El
psicodrama no debe entenderse simplemente como una técnica terapéutica, sino
como un sistema terapéutico complejo que abarca las técnicas psicodramáticas, la
sociometría y la terapia de grupos.
Las terapias corporales y energéticas:
Una serie de enfoques terapéuticos caracterizados por centrar su intervención en los
aspectos corporales (musculares), limitando el diálogo verbal a aspectos
relacionados con los ejercicios corporales propuestos, y cuya conceptualización
vincula los conflictos con bloqueos energéticos localizados en el cuerpo. Nos vamos
a centrar en el enfoque bioenergético de Lowen, que es quizá el más representativo.

Conceptos básicos
Lo que más se aproxime a un consenso formal de los principios básicos de los
modelos humanístico-existenciales es la declaración programática con la que se
constituyó la AAHP. Esta se presentó como una concepción psicológica del ser
humano centrada en torno a cuatro aspectos claves:
1. Autonomía e interdependencia social: autonomía significa aquí
capacidad para dirigir el desarrollo propio, tomando decisiones y
aceptando responsabilidades. La autonomía individual y la responsabilidad
social no son principios contrapuestos sino complementarios, de modo
que sólo un individuo que es autónomo puede ser responsable frente a la
comunidad.
2. Autorrealización: se concibe como una tendencia inherente al organismo
que lo impulsa hacia el crecimiento y la diferenciación. El desarrollo de
esta tendencia depende en gran medida de la satisfacción de las
necesidades básicas del organismo (Maslow).
3. Búsqueda de sentido: énfasis en el carácter intencional de la acción
humana. El hombre no sólo se mueve por motivaciones materiales, sino
también por principios axiológicos (la libertad, la justicia, la dignidad) que
suponen el intento de trascender la propia existencia.
4. Concepción global del ser humano: considerado como una Gestalt, un
conjunto integral en el que sentimiento, pensamiento y acción forman un
todo orgánico.
Desde el punto de vista psicoterapéutico, el rasgo único más relevante de los
modelos fenomenológico-existenciales es el énfasis otorgado a la vivencia inmediata
como fenómeno primario. Tanto las explicaciones teóricas como la conducta
manifiesta se consideran subordinadas a la vivencia misma y a su significado para la
persona. También resulta característico de estos modelos el énfasis en los aspectos
volitivos, creativos y valorativos de la conducta humana. A continuación, nos
adentraremos en los enfoques.

El análisis existencial:
Su noción central de este enfoque es el proyecto existencial. El propósito de la
psicoterapia es analizar este proyecto y su modificación. La psicoterapia no pretende
cambiar la realidad externa, física o social, la facticidad, sino la persona, su
percepción de las cosas, por la asunción de la única cosa que depende de ella
misma, la propia experiencia. Su objetivo es recobrar al ser humano para su auto
posesión y autodeterminación, lo que implica un cierto enfrentamiento consigo
mismo.

El enfoque centrado en la persona:


Una de las nociones principales de este enfoque es el rechazo de la autoridad del
terapeuta, ya que se supone que es el propio cliente quien sabe lo que le lastima,
qué direcciones ha de seguir, qué problemas son cruciales, qué experiencias han
estado profundamente enterradas. Esta confianza se halla fuertemente afianzada en
la noción de autorrealización. La concepción de Rogers se asienta en la premisa de
que el mundo personal se construye sobre los sentimientos, que proporcionan una
evidencia orgánica personal que define la realidad de la persona. A partir de ésta y
de la interacción con los demás, el individuo se forma una imagen consciente de sí
mismo (self). Cuando esta imagen discrepa del proceso de valoración orgánica se
producen desajustes psicológicos. La psicoterapia rogersiana se dirige a facilitar la
emergencia de una imagen de sí mismo que sea congruente con la experiencia o
evidencia orgánica personal. La tarea fundamental del terapeuta consiste en crear
las condiciones idóneas para que el paciente pueda crecer y desarrollarse. Cuatro
características:
- El impulso al crecimiento.
- Énfasis en lo afectivo más que en lo intelectual.
- Importancia del presente.
- La relación terapéutica como experiencia de crecimiento en sí
misma
Su teoría de la personalidad está constituida en torno a dos conceptos o nociones
fundamentales: el sí mismo y el organismo. El proceso de integración, objetivo de la
psicoterapia, consiste en percibir la construcción de un Yo congruente con la
experiencia, reducción de los procesos de defensa por medio del aumento de la
consideración positiva incondicional que el sujeto experimenta hacia sí mismo. Para
conseguir esto, la actitud del terapeuta ha de ser la de comprensión empática. El
origen de la inadaptación psicológica reside en perturbaciones del sistema de
evaluación de la experiencia, resultantes de influencias exteriores. Para el individuo,
la posibilidad de percibir adecuada­mente su propia experiencia subjetiva es la
condición necesaria para el cambio.

El enfoque Gestáltico:
Concibe al individuo en su totalidad. Se da por supuesto que el sujeto tiene una
tendencia natural a completar su existencia (versión gestáltica de la tendencia a la
autorrealización). Gestalt incompleta: primer paso hacia el desajuste, un proceso de
alienación que supone la negación de necesidades o deseos legítimos. Una persona
insatisfecha continúa elaborando asuntos inconclusos del pasado en su actividad
presente, impidiendo que nuevas figuras emerjan aquí y ahora. Tres principios de la
terapia Gestalt son:
1. Valoración de la actualidad: El aquí y ahora es la condición
situacional de la terapia; se intenta evitar todo lo que no está o no se
desarrolla en el presente; significa maduración y crecimiento. Se
pretende que el sujeto no se refugie en el pasado.
2. Valoración de la conciencia y aceptación de la experiencia.
3. Valoración de la responsabilidad o integridad. Cada uno es
responsable de su conducta, bien sea ésta el deprimirse, enloquecer o
incluso suicidarse.
Una de las finalidades de este enfoque es promocionar la toma de consciencia de
las emociones y del sentir del momento. Toma de consciencia ≠ introspección. En la
primera el self se experimenta como una totalidad, y se da una concentración
espontánea en lo que le interesa al sujeto, quien descubre nuevas cosas dando un
paso a lo desconocido; mientras que en la introspección el self aparece dividido: una
parte observa y otra parte se convierte en objeto (lo observado), no descubre nada
nuevo porque se mantiene apartado del interés organísmico total actual.
El individuo es una secuencia interminable de polaridades. Tiende a polarizarse
sobre un opuesto y a evitar el otro. Se superan estas fantasías y se da el crecimiento
cuando se re­mueven y dinamizan las posibilidades de contacto entre polaridades;
tendrá que auto apropiarse de la polaridad rechazada (toma de conciencia) para
llegar a la integración, que es el objetivo final de la terapia. Cuando no se produce la
integración, se llega al desequilibrio psicológico: el self realiza actividades que
bloquean esta toma de conciencia de diferentes formas:
- Proyección. El sujeto atribuye a otros los atributos que rechaza de sí
mismo. En terapia se pretende que se apropie de lo proyectado, que se
identifique con ello.
- Retroflexión. Proceso general de negar, contener o equilibrar la tensión
impulsiva. Marca excesivamente el límite entre el Yo y el entorno. El
individuo se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los demás.
- Desensibilización. Análogo sensorial de la retroflexión motriz (visión
borrosa, el «no escuchar», la indiferencia sensorial...).
- Introyección. Forma de ser que el organismo en evolución adopta de los
otros significativos sin asimilarlos o integrarlos con el self. Es el camino
opuesto a la identidad.

El análisis transaccional – 5 niveles de análisis:


I. El análisis estructural se basa en la conceptualización de los tres
estados del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Permite conceptualizar al
cliente de acuerdo con sus estados del Yo predominantes, y la
dinámica interna entre ellos.
II. El análisis de las transacciones se ocupa del estudio de la
comunicación desde el estado del Yo de un sujeto a otro, lo que
permite entender ciertos fracasos comunicacionales.
III. El análisis de los juegos comprende el estudio de secuencias
interactivas más largas y complejas. Berne concibió los juegos como
transacciones ocultas destinadas a manipular a los demás en beneficio
propio, se los puede resumir en frases («Mira lo que me has hecho
hacer»; «Quiéreme, aunque sea una calamidad»).
IV. el análisis de los guiones pretende el estudio de aquellas pautas de
comportamiento más arraigadas o de los juegos que más se repiten,
relacionadas con una especie de programación paterna que se da en
la infancia.
V. La comprensión histórica del guion conlleva un análisis del
desarrollo que Berne reconoce como similar al psicoanalítico, aunque
mucho más breve porque se centra en la identificación de estos
mensajes programadores paternos.
El psicodrama
Desde el punto de vista terapéutico, su noción clave es la de catarsis: “Toda
verdadera repetición nos libera del episodio original”. Esta repetición debe ser
realmente vivida por el protagonista en toda su intensidad y complejidad. A ello
contribuyen los elementos tales como el escenario (que incluye una recreación
simbólica de los objetos), el director de escena (terapeuta) y los actores (miembros
del grupo), que pueden representar los papeles que otras personas representaron
en la vida del protagonista.

La bioenergética:
Uno de los supuestos fundamentales es la existencia de una (bio)energía vital, no a
nivel metafísico, sino ligada a los procesos vitales (postura, respiración, etc.).
Principio fundamental: no tenemos cuerpo, somos cuerpo. Las represiones y
conflictos infantiles se registran en el cuerpo. Arraigamiento o asentamiento del
cuerpo (y por tanto de la persona) en el suelo (realidad): aquí se revelan tanto los
conflictos emocionales (que alejan la persona de la realidad) como la seguridad y
buena base.

Método terapéutico
La mayoría de estos terapeutas conocen más de un enfoque y utilizan técnicas o
actitudes procedentes de otros. Dos posturas bien diferenciadas:
a. La de Rogers y los existenciales, que reclaman la supremacía de las
actitudes del terapeuta en detrimento de las técnicas concretas,
b. La de otros enfoques, que destacan el valor de los ingredientes técnicos.

La relación terapéutica:
Rogers sugirió que el ingrediente terapéutico más importante es la relación de
persona a persona que se establece entre cliente y terapeuta, lo que resulta
determinante son las actitudes que toma este último. Actitudes suficientes y
necesarias para el cambio terapéutico:
1. Consideración positiva incondicional: supone una actitud de total respeto
y aceptación de las vivencias y sentimientos del cliente. El cliente debe
sentir que todo aquello que sienta o exprese puede ser aceptado por el
terapeuta. Tal aceptación no supone estar de acuerdo o dar un
beneplácito, sino entender que aquello que expresa el cliente forma parte
de su experiencia.
2. Empatía: actitud del terapeuta por apreciar y comunicar al cliente la
comprensión de los sentimientos y significados que expresa. Entrar en el
mundo perceptual del cliente y entenderlo tal como éste lo entiende.
3. Congruencia: proviene del reconocimiento de que la empatía, para ser
efectiva, debe ser genuina y real. Congruencia entre lo que el terapeuta
dice, hace y siente. Supone que el terapeuta exprese también algunos de
sus sentimientos para proporcionar al cliente una imagen íntegra y
congruente. Implica que el terapeuta exprese aquellos sentimientos que le
impiden ser empático.
Tres estadios del ciclo de empatía:
1. El terapeuta se debe sentir empático hacia el cliente.
2. El terapeuta debe transmitir esta comprensión empática al
cliente.
3. El cliente debe sentirse entendido.

Recursos técnicos:
- El uso del espacio y los elementos materiales: pocos objetos decorativos
con la finalidad de conseguir una focalización de la atención
- El uso del tiempo: centramiento en el aquí y ahora: la Gestalt propone que,
con el fin de fomentar la conciencia del ahora, la gente se comunique en
tiempo presente: «¿Qué está pasando ahora?» «¿Qué está sintiendo?»
- «hacer de espejo» del individuo para confrontarle con sus contradicciones, y
ayudarle a una toma de conciencia más amplia
- Utilización de la fantasía: fantasías actuadas y similares para captar
decisiones habitualmente no accesibles a la conciencia. Su utilización
permite la revelación de material emotivo no consciente, mediante la
proyección de ese material en forma de metáforas y símbolos; y también
evita racionalizaciones que en el lenguaje verbal lógico tienen una mayor
posibilidad de aflorar. Se entra en un terreno desconocido hacia aspectos
negados de la propia personalidad.
- El empleo de la dramatización y la expresión corporal: es distinto narrar una
experiencia que actuarla. También se usa como método de exploración de
adaptaciones sociales que dan lugar a esquemas rígidos de conducta. La
experiencia catártica, dentro de los enfoques humanistas, no constituye un
objetivo por sí misma, ya que sólo darán resultado si se convierten en una
disciplina, no si se ejecutan mecánica o compulsivamente.

Indicación del tratamiento y criterios de éxito terapéutico:


Un aspecto común a la mayor parte de los modelos humanístico-existenciales es la
oposición a la clasificación diagnóstica de los sujetos. Todos coinciden en concebirla
como algo contrario a la autonomía, la autenticidad y la integridad de la persona. Sin
embargo, todos los modelos coinciden en distinguir entre neurosis y psicosis.
Criterios de éxito terapéutico definidos en torno a la autenticidad, autoactualización,
crecimiento, etc. Persona en «funcionamiento completo» como una persona en la
que se da una apertura total a la experiencia: “la vida debe vivirse con un máximo de
adaptabilidad, un descubrimiento de la estructura de la experiencia, una
organización fluida y cambiante del sí mismo y la personalidad.” (Rogers, 1961)

Desarrollos actuales:
De todos los modelos humanístico-existenciales considerados, el enfoque de Rogers
ha sido el que más influencia ha tenido y el que. más literatura clínica y de
investigación ha generado. La terapia gestáltica ha influido poderosamente en la
generación de una nueva técnica, la programación neurolingüística. Pero la herencia
más destacable de la terapia gestáltica es el enfoque llamado «psicoterapia
expresiva focalizada»: Se trata de una sistematización de la terapia gestáltica
basada en muchos de los conocimientos actuales de la psicología cognitiva, y de las
investigaciones sobre la emoción, se caracteriza por su rigurosidad y sistematización
al elaborar la terapia gestáltica de una forma actualizada.

Investigación terapéutica:
Quizás el principal motivo de esta ausencia de investigación se halle en el rechazo
de la artificialidad de la investigación controlada, y a un nivel más filosófico, su
opción por la riqueza de la subjetividad.

Valoración crítica:
Al realizar esta crítica podemos adoptar dos puntos de vista:
- Podemos valorar la psicología humanista desde la óptica
académico-científica: es clara y contundente dada la ausencia de esfuerzos
suficientes de validación o de operacionalización que posibiliten la
contrastación empírica.
- Podemos juzgarla desde lo que pretendió ser, una reivindicación: el
fenómeno humanista como una «protesta»
Uno de los problemas principales de la psicología humanista es su amplia diversidad
sin un núcleo suficientemente aglutinador. ¿Cómo definir un enfoque como
humanista? Nos encontramos ante un ingente corpus programático sin un referente
teórico bien definido; se habla de Las psicologías humanistas.

MODELOS CONDUCTUALES

La terapia o modificación de conducta hizo su aparición en la escena de ios


tratamientos psicológicos a finales de los años cincuenta como una alternativa
radical a los modelos existentes en la época, especialmente al modelo
psicodinámico.

La terapia de conducta parte de la idea de que la mayor parte de la conducta


(incluida la inadaptada) es aprendida y de que los principios descritos por las teorías
del aprendizaje pueden utilizarse en la práctica clínica.

Centran el tratamiento en el cambio de la conducta observable en sí misma.

Metodo­logía de diagnóstico y evaluación conductual que les permita identi­ ficar e


intervenir en las contingencias y parámetros que mantienen la conducta inadaptada
en el presente.

los terapeutas de con­ducta conciben la terapia como una empresa empírica a la que
hay que aplicar el rigor y los procedimientos experimentales de la investi­ gación
científica.

ha contribuido decisiva­mente a la génesis de una psicoterapia científica.


la ausencia de una teoría unificada del aprendizaje, las continuas con­ troversias
acerca del papel de las variables cognitivas, y el pragmatis­mo clínico, han hecho de
la terapia de conducta un ámbito difícil de definir conceptualmente en la actualidad-

énfasis en la metodología científica y la validación empírica de los tratamientos son


los rasgos distintivos de los terapeutas de conducta

los modelos conductuales, al centrar la evaluación y la intervención en la conducta


inadaptada en sí mis­ ma, han contribuido decisivamente a replantear el modelo
tradicio­nal de enfermedad mental.

DESARROLLO HISTÓRICO

EXPONENTES

Los esfuerzos por aplicar los principios del aprendizaje a los problemas clínicos
contaban ya con cierta tradición, y su origen se remonta a principios de este siglo,
concretamente a la escuela de fisiología rusa creada por I.M. Schenov (1829-1905).
Este autor consideraba que toda conducta podía ex­plicarse apelando a los reflejos,
sin hacer referencia alguna a la con­ciencia u otros procesos mentales, y estableció
el marco para la apli­ cación de los métodos de la fisiología al estudio de los
problemas psicológicos.

Sus discípulos más destacados fueron I.P. Pavlov (1848-1936) y W.M. Bechterev
(1857-1927).

contribuciones de Pavlov a la psicología (véase Razran, 1965), para la psicoterapia


destacan fundamental­ mente dos: en primer lugar, el estudio experimental de los
procesos de condicionamiento, esto es, la demostración de cómo estímulos
anteriormente neutros podían adquirir la capacidad de elicitar una respuesta
—principios sobre los que se sustentan las terapias de recon­ dicionamiento, que
veremos más adelante—. En segundo lugar, Pav­lov inició el estudio de las «neurosis
experimentales»41en animales, que fue un paso necesario para depurar métodos y
principios tera­péuticos durante este primer período.

fue Bechterev más que Pavlov quien desarrolló la idea de que el condicionamiento
podía explicar gran variedad de conductas humanas. Su planteamiento influyó
decisivamente sobre Watson.

J.B. Watson (1878-1958) fue el autor del manifiesto conductis- ta con el que se
cristalizó un movimiento que fomentaba la introduc­ ción de métodos objetivos de
investigación psicológica. Con las tesis de Watson triunfó la idea de que la conducta
podía investigarse estudiando los reflejos simples y sus combinaciones. En la
historia de los tratamientos psicológicos, Watson ocupa también un lugar des­tacado
por su aplicación de los principios del condicionamiento en la reducción de los
miedos

M.C. Jones, que llegó a recopilar hasta siete métodos para eliminar los miedos
infantiles (deshabituación, engatusamiento verbal, adaptación negativa, represión,
distracción, condicionamien­ to directo, imitación social). Los trabajos de Jones,
además, mostra­ ban que los miedos podían ser tratados al nivel de la conducta
manifiesta, en lugar de al nivel de los procesos subyacentes que los psicoanalistas
suponían como causas.

Hans Eysenck desempeñó un papel funda­ mental en la consolidación del


movimiento de terapia de conducta. Sostuvo que el psicólogo profesional debía ser
un investigador que aplicara en su práctica clínica los resultados de la investigación
bási­ca, como proponía el modelo instaurado en Boulder (EE.UU.).

Tipos de trastornos abordados

Enuresis

Histeria

Miedos infantiles

Desviaciones sexuales

Reacciones neuróticas

Depresión

Alcoholismo

Alergia

Adicción a la morfina

Tics, tartamudeo, desviaciones sexuales Ansiedad

Alcoholismo

Narcolepsia

Anorexia

Conducta homosexuales

Desviaciones sexuales

RECORRIDO HISTÓRICO
a principios de siglo se desarrollan los estudios de Thorndike sobre el
condicionamiento instrumental, en el que el aprendizaje se entendía como un
proceso que obedece a diver­sas leyes de asociación estímulo-respuesta, siendo la
más importante la ley del efecto. En síntesis, esta ley afirma cjue la conducta está
controlada por sus consecuencias. Estos trabajos sirvieron de fuente de inspiración
a Skinner para establecer su programa de investiga­ción sobre el condicionamiento
operante. También por esta época merece mencionarse la aportación de Jacobson
(1929) y su método de relajación progresiva debido al gran uso que de este
procedimien­to se ha hecho dentro cíe la terapia conductual.

A partir de los años treinta, la terapia de conducta entró en una fase de búsqueda de
una mayor fundamentación teórica. El interés de los investigadores se centró en el
desarrollo de las teorías del aprendizaje. Y hacia finales de los años cincuenta la
terapia de con­ducta aparece ya configurada como una alternativa fundamentada en
los principios de la psicología científica. Por esta razón, Pelechano (1979) ha
denominado a esta fase «período de latencia o incuba­ ción» y se extiende desde
1938, publicación de la tesis doctoral de Skinner, a 1958, publicación de Psicoterapia
por inhibición recíproca, de Wolpe. En cierto modo, esta fase puede describirse
también como la «la búsqueda de una ecuación conductual».'

Además de la investigación experimental, Skinner indicó la rele­ vancia clínica y


social de la conducta operante. Entre los primeros frutos tecnológicos de su modelo
de aprendizaje, destaca la técnica de manejo de contingencias que inicialmente fue
aplicada en un am­biente hospitalario con pacientes psicóticos (Skinner, Solomon y
Lindsey, 1953) y más tarde sistematizada por Ayllon y Azrin (1964).

Así, durante la década de los años cincuenta empieza a utilizarse el término «terapia
de conducta» por parte de tres grupos de investi­ gadores diferentes. En 1953
aparece el término en el mencionado trabajo de Skinner, Solomon y Lindsey, en el
que aplicaron el condi­ cionamiento operante en enfermos psicóticos. Sudáfrica
Lazarus acuñó el término «terapia de conducta» para referirse a la utilización de
procedimientos de laboratorio en la psicoterapia tradicional. Y Eysenck, en 1959,
utilizó el término para referirse a la terapia basada en las teorías del aprendizaje,
incluyendo el condicionamiento clásico tanto como el condicionamiento operan­te.

Durante los años sesenta y setenta, la terapia de conducta se consolidó como


enfoque terapéutico. Para ello, los trabajos desarro­llados por Wolpe, Eysenck y los
ya mencionados del propio Skinner, fueron clave. Wolpe publicó Psicoterapia por
inhibición recíproca (1958), que supuso un hito fundamental en la modificación de
conducta. Wolpe buscó respuestas humanas que pu­ dieran utilizarse para
recondicionar la ansiedad. De este modo, la relajación profunda, que podía
obtenerse por medio del método de la relajación progresiva de Jacobson (1929), se
convirtió en la base- de la desensibilización sistemática. Durante la década de los
años sesenta se publicaron varios ma­ nuales en los que se presentaban
fundamentos científicos de los pro­ cedimientos terapéuticos; algunos de ellos
aspiraban también a unifi­ car el campo de las terapias basadas en las teorías del
aprendizaje. Merece una referencia especial la obra de Bandura y Walters
Aprendizaje social y desarrollo de la personalidad (1963), porque en ella se habla de
otro tipo de aprendi­ zaje: el aprendizaje observacional, a través del cual, poco a
poco, se irá introduciendo la complejidad del mundo social en el que el aprendizaje
ocurre en realidad (en contraposición a la supersimplifi- cación que supone la caja
de Skinner como modelo de ese mundo) y, en consonancia con ello, se irá
reconociendo el papel de los procesos cognitivos.

Los terapeutas de conducta también han desarrollado nuevas áreas de trabajo,


como la medicina conduc­tual.

DESARROLLOS ACTUALES

A partir de los años setenta la terapia de conducta se encuentra consolidada en el


ámbito de los tratamientos psicológicos y entra en una fase de expansión y
crecimiento. El interés de los investigadores ya no se concentra tanto en la
demostración de la eficacia de sus técnicas en comparación con otros enfoques,
sino en el perfecciona­miento de las mismas.

Superación del determinismo ambiental cic­los primeros modelos. En este proceso,


resulta clave la noción de autocontrol. Skinner (1953) introdujo este concepto como
forma de conducta, eliminando del tema nociones no operacionalizables, como la
clásica noción de fuerza de voluntad. En Skinner el autocontrol hace referencia a un
tipo de conducta que el sujeto debe emitir para controlar otra conducta (cambiar su
probabilidad de aparición).

Bandura (1976) introduce la noción de determinismo reciproco que establece que el


funcionamiento psicológico es fruto de una interacción recí­proca y continua entre
determinantes personales, conductuales y am­ bientales. Después de todo ello, el
determinismo ambiental y el carácter pasivo del sujeto implicados en los primeros
planteamientos de la terapia de conducta han cambiado completamente.

Esta situación hace que la nota más característica de los desarro­llos más recientes
en la terapia de conducta sea la diversidad. Para proporcionar unidad al campo, se
pasaron por alto las diferencias y se enfatizaron las similitudes. Sin embargo, a
medida que la necesidad de unidad frente a un enemigo común (el psicoaná­lisis y el
modelo intrapsíquico de enfermedad) ha ido perdiendo vigencia y la terapia de
conducta ha ido consolidándose firmemente en el campo de la psicología clínica, la
diversidad de sus plantea­mientos se ha hecho más patente.

Esta diversidad se manifiesta claramente en el ámbito técnico. Por ejemplo. Mayor y


Labrador (1984) distinguen entre siete tipos de intervenciones terapéuticas: las
encaminadas a la reducción de la ansiedad, las operantes, las aversivas, cognitivas
y de autocontrol, biofeedback y asertividad y habilidades sociales.

Otra de las características de los desarrollos actuales en la terapia de conducta


señalada por Franks (1991) es la tendencia a la interdisciplinariedad.
Por otro lado, la década de los ochenta ha visto el nacimiento de la psicología de la
salud (término que parece irse imponiendo y sustituyendo al de «medicina
comportamental»). La psicología de la salud toma como punto de partida el modelo
biopsicosocial, en el que se establece que tanto la salud como la enfermedad
suponen relaciones complejas entre factores biológicos, psicológicos y socia­ les
(Taylor, 1986).

Así pues, durante los últimos veinte años la terapia de conducta ha experimentado
una expansión vertiginosa, implantándose plena­mente entre los profesionales de la
salud, así como en otras áreas de relevancia social.

FORMACIÓN DEL TERAPEUTA

Desde los años sesenta han florecido los programas de formación en técnicas
conductuales, las asociaciones profesionales, las conferencias y congresos y las
revistas especializa­ das. La mayor parte de los que ejercen la terapia de conducta
son psicólogos, aunque también suelen acceder a los programas de for­mación los
médicos y los asistentes sociales.

La posición ecléctica en la actualidad es la opción mayoritaria entre los terapeutas


de conducta, y la exposición a distintos modelos terapéuticos suele ser la norma en
lugar de la excepción.

Los terapeutas de conducta entienden la formación del tera­peuta como una


formación técnica, que abarca tanto el diagnósti­co y la evaluación conductual como
las técnicas cié tratamiento. La formación terapéutica suele ser muy estructurada y
orientada hacia las técnicas para conseguir cambios de conducta. La aplica­ción de
las técnicas conductuales requiere, en muchos casos, la colaboración de otros
trabajadores, como los asistentes sociales, maestros o enfermeros psiquiátricos, que
pueden-ocupar el papel de co-terapeutas.

CONCEPTOS BÁSICOS

En su estudio clásico sobre la historia de la modificación de conducta, Kazdin (1978)


da la siguiente definición de esta orienta­ción:

La modificación de conducta podría definirse como la aplicación de la teoría y de la


investigación básica procedentes de la psicolo­gía experimental a la alteración de la
conducta, con el propósito de resolver problemas tanto de índole personal como
social, y de mejorar el funcionamiento humano en general (pág. 9).

Aunque esta definición capta los rasgos esenciales, resulta dema­siado general.

A continuación exponemos las principales característi­ cas de los modelos


conductuales, siguiendo el resumen presentado por Berstein y Nietzel (1980):
—Se considera que tanto la conducta normal como la anormal son, principalmente,
producto del aprendizaje.

—Se concede menor importancia a los factores innatos o hereda­ dos en la


adquisición de la conducta, aunque se acepta la in­ fluencia posible de factores
genéticos o constitucionales.

—Se sitúa el objeto de estudio (o cambio) en la conducta, enten­dida como actividad


cuantificable o evaluable, tanto en el plano motor como en el cognitivo o fisiológico.

—Se concede especial relevancia al método experimental, como instrumento


imprescindiblle en la descripción, predicción y con­trol de la conducta.

—Se considera necesaria la comprobación de la eficacia de cual­ quier


procedimiento, ya sea de evaluación o de tratamiento. —No se admite la existencia
de enfermedades mentales como entidades cualitativamente distintas en cuanto a
génesis y diná­ mica funcional; la conducta normal y la anormal se adquieren y
modifican por medio de los mismos principios del aprendizaje. —La evaluación y el
tratamiento se consideran funciones estre­ chamente relacionadas y dirigidas a
modificar las conductas ina­decuadas.

—Se considera que el rigor científico no es incompatible con la responsabilidad


profesional.

Énfasis en el carácter concreto, operativo y minuciosamente estructurado, de los


tratamientos conductuales.

— El condicionamiento clásico

Este paradigma ha sido utilizado para explicar cómo estímulos neutros (o nuevos)
llegan a provocar respuestas innatas como conse­cuencia del emparejamiento con
otros estímulos. Concretamente, este paradigma establece que cuando un estímulo
incondicionado (El, por ejemplo, un soplo de aire) que da origen a una respuesta
incondicionada (RI, parpadeo) se presenta después de un estímulo condicionado
(EC, p. ej., un sonido), éste adquiere la propiedad de provocar por sí mismo una
respuesta condicionada que es similar a la respuesta incondicionada (parpadeo).

Por lo general, cuando una respuesta condicionada se presenta repetidamente sin la


aparición de un estímulo incondicionado, el vínculo asociativo se debilita y tiende a
desaparecer, proceso que se denomina extinción. Sin embargo, se ha observado
que en algunos casos la extinción no se produce, como sucede en las «paradojas
neuróticas».

Se han dado dos tipos de explicaciones de este fenóme­no: la teoría bifactorial del
aprendizaje, propuesta por Mowrer (1946), y la teoría de la incubación, popuesta por
Eysenck (1982). Mowrer sostiene que la ansiedad se adquiere mediante procesos
de condicio­ namiento clásico (primer factor), pero se mantiene por medio de
procesos de condicionamiento operante (segundo factor) dado que la ansiedad
activaría respuestas de evitación que resultarían reforzantes por producir alivio de la
ansiedad, e impedirían que el proceso de extinción se llevara a cabo. Por el
contrario, Eysenck entiende que el proceso de extinción puede no ocurrir cuando el
estímulo condicio­ nado es fuerte o se presenta repetidamente durante largos
períodos de tiempo, y puede adquirir las propiedades del estímulo incondicio­nado,
de modo que su simple presentación no sólo no provocaría la extinción sino que
fortalecería la respuesta condicionada.

— El condicionamiento operante

Este paradigma se ocupa de conductas que el organismo emite libremente y que


operan sobre el medio y están controladas por sus consecuencias ambientales. En
concreto, este paradigma establece que si un tipo de respuesta (p. ej., apretar una
palanca) se refuerza (p. ej., bola de comida) en presencia de un estímulo discrimina-
tivo (p. ej., luz roja), en el futuro este tipo de respuesta tendrá más probabilidad de
ocurrir en presencia de ese estímulo. Entre la respuesta operante y el refuerzo se
establece una relación de contingencia y si la respuesta se refuerza repetidamente
tenderá a consolidarse, mientras que si no se refuerza tenderá a extinguirse.

— El modelado o aprendizaje observacional

En este paradigma se establece que un observador puede apren­der una conducta


compleja observando la ejecución que realiza un modelo.

En el aprendizaje observacional se suelen distinguir dos fases: la primera es una


fase de adquisición de la respuesta, en la que el sujeto observa cómo el modelo
realiza la conducta, y la segunda es una fase de ejecución, en la que el observador
realiza la conducta a partir de su representación simbólica. Ambas fases requieren la
movilización de complejos procesos cognitivos.

MÉTODO TERAPÉUTICO

El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta


inadaptada. Para ello, antes de iniciar el tratamiento, es necesario realizar una
evaluación minuciosa de los parámetros y contingencias que controlan la conducta.
En esta evaluación se defi­ nen las conductas en términos observables y se
establecen sistemas de registro. Por lo general, los tratamientos son breves y tienen
un número limitado de sesiones. Se considera que la eficacia del tratamiento
depende enteramente de las técnicas utilizadas, y no de la relación terapéutica.

—La relación terapéutica

la relación terapéutica se conci­ be como un vehículo para la implantación de las


técnicas conductuales. El papel del terapeuta consiste en instruir al cliente en la
tecnolo­gía conductual apropiada para solucionar su problema. Al terapeuta se le
considera un reforzador social y un modelo. Su valor está relacionado con atributos
tales como prestigio social, experiencia, status, atractivo, etc... Así, lejos de otorgar a
la relación terapéutica un valor intrínseco, como había hecho el psicoanálisis, los
terapeutas de conducta conciben los procesos que ocurren en el contexto de la
relación como procesos de aprendizaje, en los que el terapeuta refuer­ za ciertas
conductas o modela las conductas objeto de tratamiento.

los clientes adopten un papel activo en la terapia, tanto en la realización de registros


como en el manejo de las técnicas.

los terapeutas de conducta establecen en la práctica una relación terapéutica


empática y colaboradora.

— Recursos técnicos:

1. Técnicas de recondicionamiento

Las técnicas de recondicionamiento se fundamentan en los prin­cipios del


condicionamiento clásico. En consecuencia, para tratar este tipo de problemas es
necesario romper la asociación entre los estímulos temidos y la ansie­ dad y
sustituirla por respuestas más adecuadas. Para ello, se utilizan diversos recursos
técnicos:

Técnicas de relajación. La relajación es un estado psicofisiológico caracterizado por


un patrón mínimo de actividad somática y autóno­ ma, un estado subjetivo de
tranquilidad y sosiego y quietud motriz. En él se entrena al cliente para que aprenda
a reducir el tono muscular, por medio de la tensión y la relajación de distintos grupos
musculares. Las sesiones suelen durar unos veinte minutos y se requiere que el
cliente practique en casa para consolidar el aprendizaje.

Desensibilización sistemática (DS). Se procede a exponer al sujeto cuando se


encuentra en un estado de relajación profunda, gradualmente y en la imaginación, a
las situaciones temi­das.

El entrenamiento asertivo. Esta técnica está indicada para tratar fobias sociales
(ansiedad ante situaciones interpersonales. La conducta asertiva se define como «la
expresión adecuada de cualquier emoción distinta a la ansiedad hacia otra
persona». Wolpe considera que la aserdvidad y la ansiedad son respuestas
incompatibles y cjue por medio del entrenamiento asertivo se puede recondicionar la
ansiedad cjue una persona siente ante determinadas situaciones sociales, como
hablar en público o ser evaluado.

Técnicas de implosión e inundación. Ésta cpnsiste en que el terapeu­ ta expone al


paciente de un modo continuo y repetido a los estímulos temidos y anteriormente
evitados con el fin de producir una respues­ta emocional intensa y facilitar el proceso
de extinción. Se da por supuesto que la respuesta de ansiedad desaparecerá con la
exposición repetida del estímulo condicionado sin que vaya seguido del estímu­ lo
incondicionado.
Práctica masiva. Consiste en la repetición continuada de un há­ bito involuntario y
persistente hasta lograr un nivel de agotamiento.

Terapia aversiva. Consiste en la utilización de estímulos aversi- vos para modificar la


conducta. Se ha utilizado tanto desde el condi­ cionamiento clásico como del
operante. En el primer caso, se empa­reja un estímulo cuyo valor positivo se quiere
reducir con un estímulo aversivo. En el caso del condicionamiento operante se
utilizan la presentación o terminación de los aconteci­mientos aversivos de un modo
contingente a la conducta.

II. Técnicas operantes

Técnicas para establecer conductas. Se han creado procedimientos que se apoyan


en las respuestas ya exis­tentes para crear otras nuevas.

El moldeado (o método de las aproximaciones sucesivas). Esta técni­ca consiste en


reforzar las conductas que más se aproximan a la conducta deseada a lo largo de un
continuo de aproximación hasta que el cliente realiza la conducta deseada.

El encadenamiento. La lógica es similar a la del moldeamiento, pero se utiliza


cuando la conducta que se desea alcanzar se compone de una secuencia repetitiva
(o cadena de estímulos y respuestas. El encadenamiento puede ser hacia delante o
hacia atrás. En el primer caso, se comienza reforzando el primer componente de la
secuencia, después se refuerza el segundo y el tercero y así sucesiva­mente. En el
segundo caso, se empieza reforzando el último eslabón de la cadena y se procede
de igual modo que con el anterior.

Técnicas para incrementar conductas. El refuerzo es más eficaz si se administra de


modo inmediato, de modo contingente y consistente. Pero antes de administrarlo es
necesario identificar los reforzadores más útiles observando sus efectos funcionales.

El contrato de contingencias se establece entre dos partes para controlar las


consecuencias de la conducta. En él se especifican las conductas deseadas así
como los refuerzos mutuos que se dispen­sarán.

La economía de fichas para motivar a pacientes mentales crónicos e institucionaliza­


dos con objeto de que actuaran de un modo más competente. Las fichas (u otro
medio de intercambio) se administran como refuerzo inmediato y contingente a la
realización de las conductas deseadas y posteriormente se cambian por refuerzos
«reales». Las fichas pueden ser acumulables para conseguir un re­ fuerzo más
valioso.

Técnicas para disminuir una conducta. La extinción consiste en dejar de reforzar la


conducta que se desea disminuir.

El castigo consiste en administrar estimulación aversiva de modo contingente a la


aparición de una respuesta. El castigo es una forma de que un sujeto aprenda lo que
no tiene que hacer, en lugar de aprender lo que tiene que hacer.
El coste de respuesta es una forma de castigo en la cual se pierden refuerzos
previamente adquiridos de modo contingente a la realiza­ción de una respuesta.

El tiempo fuera de reforzamiento consiste en eliminar las oportuni­dades de obtener


refuerzos positivos de modo contingente a la reali­zación de una conducta.

En el reforzamiento de conductas incompatibles se trata de dismi­nuir la frecuencia


de la aparición de la conducta objeto de tratamien­ to a partir del refuerzo de
conductas incompatibles con ella.

El condicionamiento encubierto. Se instruye a los pacientes a imaginar que realizan


determinadas acciones y que reciben determi­nados efectos a causa de ellas.

III. Técnicas de modelado

Las técnicas de modelado se han utilizado para fines muy diver­sos. En la fase de
adquisición el observador tiene que atender a las con­ductas relevantes del modelo y
procesar y retener las observaciones.

La investigación ha mostrado que el modelado es más eficaz cuando el modelo es


semejante al observador en las variables de sexo, edad, raza y actitudes.

Por otro lado, la adquisición de las conductas del modelo tam­bién está afectada por
la capacidad del observador para procesar y retener información. También está
afectada por el nivel de incertidumbre y el nivel de ansiedad.

Por último, es importante asegurarse de que las conductas aprendidas van a


ponerse en práctica en el contexto real de la vida del cliente. Para ello, junto a la
recomendación de practi­car, conviene asegurarse de que el cliente ha aprendido no
sólo a imitar (reproducir fielmente una conducta) sino que ha aprendido los principios
en los que se basa.

INVESTIGACIÓN TERAPÉUTICA

La terapia de conducta el enfoque que mayor compromi­so ha mostrado con la


contrastación empírica.

En la terapia de conducta el tratamiento está intrínsecamente unido al diagnóstico y


a la evaluación de la conducta. En lugar del diagnóstico tradicional, que asigna una
etiqueta diagnóstica a un individuo, los terapeutas de conducta han desarrollado el
diagnóstico conductual, que se centra en las conductas específicas y las condicio­nes
en las que se realizan, de modo que sea directamente útil para la elección de un
tratamiento.
En la misma dirección, otra forma de obtener información relevante para el
tratamiento consiste en la evaluación conductual, que provie­ ne de la tradición
operante, y recurre principalmente a la observación directa.

En definitiva, los terapeutas de conducta realizan una minuciosa evaluación del


problema antes de llevar a cabo el tratamiento.

Hay que recordar que una de las señas de identidad de los terapeutas de conducta
ha residido en la defensa de la necesidad de someter los tratamientos a la validación
empírica. En efecto, el problema de la eficacia terapéutica, entendido como el
problema de demostrar em­píricamente la relación entre el cambio en la conducta
«x» y la técnica utilizada «y», ha sido el principal foco de interés de la investi­gación
terapéutica desde el modelo conductual.

La aportación más destacada de la modificación de conducta a la investigación


terapéutica reside en ios diseños de N = 1, especialmente utilizados por la tradición
operante, con los que se ha intentado acercar la investigación terapéutica a la
práctica clínica. En estos diseños se realiza una medición repetida y continuada de
la(s) variable(s) dependiente(s). Antes de iniciar el tratamiento hay que establecer el
patrón normal de la conducta a tratar (línea base). Una vez se ha establecido la línea
base, se introduce la variable independiente (o tratamiento) y se continúa
registrando la conducta.

VALORACIÓN CRÍTICA

Los terapeutas de conducta han recurrido a la investigación psicoló­gica básica como


fuente de hipótesis sobre el tratamiento y las técnicas terapéuticas específicas. Han
enfatizado los determinantes actuales de la conducta, frente a los determinantes
históricos. Han especificado tanto las conductas problema como los tratamientos en
términos objetivos. Han considerado el cambio de conducta manifiesta como el
criterio fundamental para evaluar el tratamiento.

La terapia de conducta ha favorecido también el desarrollo de una concepción


«optimista» de los problemas psicológicos que ha situado el énfasis en las
posibilidades de cambio e intervención, frente a la concepción «pesimista» que se
derivaba del modelo intrapsíquico.

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MODELOS COGNITIVOS

Las terapias cognitivas han sido quizá las que han adquirido un mayor protagonismo
en el contexto de la psicoterapia actual.
Durante las dos últimas décadas se ha producido una «cognitivizadón» de la
psicoterapia, hasta el punto de que, como señala Villegas (1990b), «apenas resulta
concebible algún tipo de psicoterapia en la actuali­ dad, independientemente de su
escuela de adscripción, que no pos­ tule de forma directa o indirecta alguna
modalidad de cambio cognitivo».

El rasgo común más destacable que unifica a todos los modelos cognitivos reside en
la importancia que otorgan a las cogniciones, tanto en la génesis de los trastornos
psicopatológicos como en el proceso de cambio terapéutico. El término «cognición»
se utiliza aquí en un sentido amplio que incluye ideas, constructos personales,
imágenes, creencias, expectativas, atribuciones, etc.

Otro rasgo importante es el énfasis en el método científico, que está presente no


sólo en la investigación sobre los procesos y resulta­dos terapéuticos, sino también
en los mismos modelos teóricos pro­ puestos en psicopatología y psicoterapia. Por
último, su alto nivel de sistematización constituye otro rasgo destacable que es
compartido por la mayor parte de las terapias cognitivas y que ha contribuido en
gran medida a acercar la investigación psicoterapéutica a la psicolo­gía científica.

DESARROLLO HISTÓRICO

Las terapias cognitivas no sólo surgieron de pensadores independientes de gran


calibre (Beck, Ellis, Kelly), sino que convergieron con una particular orien­tación de la
terapia conductual: el enfoque denominado cognitivo-conductual.

Notable nivel de sistematización que normalmente presentan estas terapias.

Finalmente, cabe destacar el interés por la investigación y la verifica­ción empírica de


estas terapias. Tal vocación investigadora se refleja en el gran número de estudios
empíricos realizados comparable, a pesar de su juventud, al de enfoques
terapéuticos ya clásicos (p.ej., conductismo y psicoanálisis) y muy por encima de
otros con más historia (p.ej., terapias humanistas).

Los terapeu­tas cognitivos suelen mencionar como principal referente histórico al


estoicismo, al destacar el lado subjetivo de la realidad y el papel del pensamiento en
las «pasiones», captaron algunos de los supues­tos que resultan básicos para las
terapias cognitivas.

Kant sostuvo que lo característico de los trastornos mentales es la pérdida del


sentido común y el desarrollo de un «sentido privado». !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Dentro del contexto de la psicología, entre los factores que pro­piciaron la aparición
de las terapias cognitivas destacan los siguien­tes:
1. La aparición del conductismo mediacional o covariante. En sus inicios, el
enfoque cognitivo constituye un desarrollo del modelo S-O-R de Woodworth, en el
que la «O» del organismo se interpreta en términos cognitivos. Sugirió que los
contenidos men­tales o sucesos privados deben considerarse conductas encubiertas
que siguen los mismos principios del aprendizaje que operan en la conducta
manifiesta; un mismo estímulo puede provocar dos respuestas distintas, una
encubierta y otra manifiesta, que covarían la una con la otra, de forma que también
los contenidos mentales tienen una relación de contingencia con los estímulos y las
conductas. La conducta anormal, según Hom­me, se da cuando la conducta y el
pensamiento no cumplen una misma y única función adaptativa.

2. El descontento existente con los tratamientos, tanto conductuales como


psicoanalíticos. La efectividad de los primeros se veía limitada generalmente a
aquellos trastornos con notables correlatos conduc­tuales. A la dificultad de
contrastación de los supuestos psicoanalíti­cos se añaden su larga duración y la
cuestionada evidencia sobre la eficiencia de las terapias psicodinámicas.

3. La emergencia de la psicología cognitiva como paradigma, las terapias


cognitivas no se pueden considerar como un desarrollo tecnológico de la psicología
cognitiva, sino que sólo podemos hablar de una influencia convergente en la
formación de un nuevo Zeitgeist que otorga un papel central a la cognición.

—La aparición de las terapias cognitivas

Se pueden distin­guir así tres orígenes principales de las terapias cognitivas:

1. Se considera a Kelly (1955) el primer teórico que presenta una teoría de la


personalidad, y un enfoque de la clínica y de la terapia que se puede considerar
cognitivo: se basa en la sistematización de las estructuras de significado del
indivi­duo, y su práctica clínica en la comprensión de tales estructuras en los propios
términos del sujeto. El cambio psicológico resulta de la adopción de una
construcción alternativa que aporta un nuevo senti­do al sí mismo y al mundo.

2. Tanto Albert Ellis como Aaron T. Beck fueron destacados fundadores, su


trayectoria los llevó a rechazar tanto los conceptos como la terapia psicoanalítica por
falta de eficacia y evidencia empírica, res­pectivamente. Ellis (1962) reemplazó la
escucha pasiva por una actitud activa y directiva con la que dialogó con sus clientes:
creencia de que la persona puede sustituir conscientemente los pensa­mientos
irracionales por otros más razonables. El enfoque que desarrolló Beck supone que el
depresivo tiene pensamien­tos negativos acerca de sí mismo, del mundo y del futuro,
lo que se conoce como la tríada cognitiva de la depresión. Estos pensamientos
pueden identificarse y modificarse con la obtención de datos que cuestionen su
validez.

3. Varios líderes en la terapia de conducta desarrollaron sus modelos terapéuticos


hasta hacerlos también cognitivos. Esto ha dado lugar a que se hable a menudo de
terapias «cognitivo- conductuales» casi en la mayoría de las obras sobre este tema
previas a 1985.

Señalan a Bandura (1969) como el iniciador de la tendencia cognitiva dentro del


enfoque conductual.

Así fue como en los años setenta las terapias cognitivas conocie­ron un auge
importante al confluir el trabajo de autores indepen­dientes (Beck, Ellis, Kelly) con el
enfoque cognitivo-conductual.

En la década de los ochenta la contribución de autores como Guidano y Liotti y el


giro conceptual adoptado por Mahoney sugieren un nuevo panorama en el que
adopta un papel relevante la orientación constructivista de estas nuevas terapias
cognitivas.

CONCEPTOS BÁSICOS

Las terapias cognitivas carecen de un marco teórico unificador, o de un genio


inspirador que otorgue unidad al modelo, al emprender la tarea de delimitar los
conceptos básicos de los distintos modelos de psicotera­pia cognitiva nos
encontramos con un panorama plural y con len­guajes diversos.

— Esquemas: estructura y proposiciones cognitivas

Los orígenes de la noción de esquema se pueden hallar en los años veinte y treinta
en varios de los escritos de Head y Piaget, y en Barlett. Un esquema, como
estructura cognitiva, es una abstracción fruto de la experiencia previa; es el
responsable de los mecanismos que guían la atención selectiva y la percepción.
Puesto que coexisten varios esquemas distintos, el procesamiento de la información
de­pende del esquema que se haya activado. La estructura cognitiva se concibe
como la arquitec­tura del sistema, como la estructura que organiza internamente la
información, mientras que las proposiciones cognitivas se refieren al contenido de tal
información. Los esquemas permiten al perceptor identificar los estímulos
rápidamente, categorizar los aconte­cimientos, seleccionar estrategias para obtener
nueva información, resolver problemas y alcanzar metas. Los individuos poseen
esque­mas específicos para distintas áreas.

El enfoque de los constructos personales de Kelly (1955) contiene nociones


equivalentes al esquema cognitivo. Según este enfoque, el conocimiento se organiza
jerárquicamente en un sistema de constructos personales o estructura cognitiva
global, entendida como una compleja red semántica organizada jerárquicamente. En
los niveles jerárquicos más supraordenados se hallan los esquemas nucleares, que
definen la identidad de la persona.

— Operaciones cognitivas
Las operaciones cognitivas son los procesos en los que los diferentes componentes
del sistema cognitivo operan de forma interactiva para procesar la información. Son
las responsables de la manipu­lación de los datos sensoriales, es difícil tratar por
separado las estructuras y los procesos cognitivos puesto que estos procesos están
gobernados por las estruc­turas cognitivas, a la vez que influyen en éstas. Una forma
particular de operaciones cognitivas a las que Beck llama procesamiento automático,
quiere denotar que este procesamiento no se da de forma deliberada, es decir, que
el sujeto no elige necesariamente atender a cierta infor­mación y pasar por alto otra.

En síntesis, para este enfoque cognitivo el procesamiento automático interviene en


la formación y mantenimiento de una gran variedad de proble­mas psicológicos.

«Ciclo de experiencia». Según esta metáfora, la experiencia se ve como un


proceso de cons­trucción y revisión del significado, donde la hipótesis que ha
cons­truido el sujeto acerca de sí mismo se ve validada o invalidada. Desde esta
perspectiva, a la conducta (o, mejor dicho, la acción) se la considera un encuentro
con los acontecimientos en el que se ponen a prueba los significados personales. La
conducta no se concibe, pues, como una reacción, sino como una acción que forma
parte del proce­so de dar significado.

— Productos cognitivos

Son los pensamientos, autoafirmaciones, imágenes, atribuciones, etc., que resultan


de las operaciones cognitivas; son el resultado final, y a la vez el inicio, de un
proceso complejo. De hecho, en el proceso de creación y renovación del
conocimiento no es fácil distinguir una secuencia clara entre estructuras, procesos y
productos cognitivos ya que éstos se dan de forma simultánea.

En la propuesta de Kelly (1955) los productos cognitivos son los constructos


personales. Resultado de las operaciones simultáneas de asimilación y contraste,
los constructos son dicotómicos e idiosincrá­sicos. Para Kelly (1955), cada producto
cognitivo supone a la vez la negación de su opuesto.

— Modelos basados en el razonamiento y solución de problemas

Se trata de procesos más globales en los que entran en una interacción compleja los
diferentes componentes del sistema cognitivo en un proceso particular.

Este enfoque no concibe los problemas desde un punto de vista patológico sino
como situaciones vitales que requieren una solución para lograr un funcionamiento
efectivo, pero para la que el sujeto no cuenta con una respuesta inmediatamente
disponible.

— Modelos basados en las teorías evolucionistas y motrices de la mente

La perspectiva motriz y evolucionista ve los organismos como sistemas de


conocimiento que son, a la vez, creadores y productos de su ambiente. Son
creadores en el sentido de que perciben y actúan imponiendo activamente reglas
tácitas abstractas (p.ej., esquemas cognitivos) sobre la información no psicológica
presente en el ambiente. A la vez, son el producto de su ambiente en el sentido de
que las reglas tácitas que gobiernan sus acciones son un producto de la evolución
social y biológica, por un lado, y del desarrollo ontogénico, por otro. El énfasis en la
actividad del organismo implica que los procesos psicológicos (percepción,
comprensión, etc.) y la acción no se conciben como funcional o fisiológicamente
distintos. El sistema nervioso no sólo construye su output sino que en gran medida
construye también su input.

La teoría del apego de Bowlby (p.ej., 1977, 1983) resulta útil para estos autores en la
comprensión del desarrollo cognoscitivo de la persona. Según este enfoque, el
crecimiento se concibe como una serie de pasos progresivos o etapas en los que se
reorganiza el autoconocimiento hasta adquirir el nivel más avanzado en la
adolescencia, en concordancia con el período de operaciones formales postulado
por Piaget. Este crecimiento viene determinado por el desarrollo metacognitivo o el
progresivo distanciamiento entre el pensamiento y la experiencia inmediata.

MÉTODO TERAPÉUTICO

Las psicoterapias cognitivas son procedi­mientos activos, directivos, estructurados y


de breve duración, para el tratamiento de una gran variedad de trastornos
psicológicos. Pro­ponen una colaboración abierta con el cliente para afrontar su
pro­blema, planteando un modelo explicativo simple y sugiriendo estra­tegias
especificas para su resolución.

La orientación empírica de esta terapia convierte el sistema cerra­do de creencias del


cliente en abierto. El cuestionamiento es el principal instrumento técnico, y la
experimentación conductual es la mejor forma de investigar la validez de sus
supuestos espe­cíficos. Weishaar y Beck (1987).

El objetivo de los tratamientos cognitivos es el cambio de las estructuras cognitivas


que dificultan el buen fucionamiento psicoló­gico del sujeto.

RELACIÓN TERAPÉUTICA

Los modelos cognitivos entienden la psicoterapia como un es­fuerzo de colaboración


mutua que realizan cliente y terapeuta. De esta forma, se busca un consenso
explícito en relación con la natura­leza de los problemas del cliente, los fines de la
terapia, e incluso los medios para alcanzarlos. Con ello se pretende, además, ajustar
las expectativas de la terapia que tienen tanto el cliente como el terapeu­ta, factor
que la investigación empírica ha señalado como influyente para la permanencia en
terapia y adhesión al tratamiento.

Los pensamientos del cliente se consideran hipótesis a verifi­car. Cliente y terapeuta


examinan la evidencia disponible, a la vez que pueden diseñar experimentos para
poner a prueba las hipótesis.
El terapeuta no tiene que «per­suadir» al paciente de que sus puntos de vista son
ilógicos o incohe­rentes con la realidad; los pacientes “descubren” tales
incoherencias por sí mismos». Esta forma de cooperación cuasicientífica entre
cliente y terapeuta, definida por Young y Beck como empiricismo colaborativo.

Para los enfoques racionalistas, el terapeu­ta asume un liderazgo característico del


enseñante o entrenador, y ejerce la instrucción teórica y técnica característica de su
rol de orien­tador y guía.

En cambio, para los enfoques constructivistas la relación se concibe como un


contexto seguro, que facilita la exploración del cliente de nuevas posibilidades. La
relación misma se ve como un «campo de pruebas» para los experimentos
relacionales del cliente, en los que su visión de sí mismo y del mundo se ponen a
prueba. El cliente es experto en su mundo personal, más concretamente en los
contenidos de su mundo. De esta competencia propia del cliente el terapeuta tiene
mucho que aprender, puesto que es, en un principio, totalmente ignorante a este
respecto. El terapeuta, en cambio, es un experto en relaciones humanas y en el
funcionamiento de los sistemas de construcción. Ambos expertos trabajan en equipo
colaborando en llevar a cabo una «investigación» que les permita en­ contrar
hipótesis más viables acerca de la realidad que el cliente presenta como problema.

La propia relación terapéutica es una experiencia que, como tal, es a la vez


inevitable y generadora potencial de cambio. El terapeuta actúa como agente
validador, como proveedor de validación para aquellos cons­tructos que son útiles (en
el contexto del propio sistema del cliente), y como proveedor de invalidación para
aquellos que resultan proble­ máticos. El terapeuta acompaña al cliente tras la
invalidación y el consiguiente proceso de reconstrucción que conlleva.

Para Guidano y Liotti (1983) la relación terapéutica constituye un instrumento


fundamental, que pretende ser un vínculo restitutivo que permita un estilo relacional
más sano en el paciente.

Los modelos cognitivos coinciden en sus­cribir las actitudes del terapeuta propuestas
por Rogers (1957) como necesarias, aunque rechazan su carácter de «suficientes».
En efecto, todos los modelos cognitivos reconocen la utilidad de la calidez, empatia,
autenticidad (sentimiento genuino) y aceptación. Sin em­bargo, el terapeuta cognitivo
debe mostrarse también activo, seña­lando problemas y dificultades, centrándose en
aspectos concretos. Debe proponer y representar roles (role playing), y animar al
sujeto a llevar a cabo experimentos controlados.

RECURSOS TÉCNICOS

Asignación gradual de tareas. Asignar de forma controlada la ejecución de ciertas


conductas tiene la ventaja cognitiva de contra­rrestar la idea que tiene el paciente de
que no podría llevarlas a cabo.
Técnicas de distracción. La propuesta de actividades agradables para el individuo o
entretenidas permite dirigir los procesos de atención hacia otro tipo de estímulos,
incrementando la probabilidad de generar procesos cognitivos más adaptativos.

Relajación. Incrementar la percepción que del propio auto­ control tiene el cliente.
Ello puede mejorar la autoimagen del sujeto, independientemente de sus efectos
sobre el sistema psicofisiológico, en el sentido de la reducción del arousal.

Progamación de actividades. Tiene la ventaja cognitiva de evitar la inercia, la


dificultad para tomar decisiones y la rumiación excesiva.

Valoración del dominio y agrado. Una de sus ventajas cognitivas estriba en que
permite valorar éxitos parciales y niveles bajos de agrado, contrarrestando así el
pensamiento absolutista dicotómico de «todo o nada».

Autoobservación (self-monitoring). Permite obtener información más precisa sobre


las acti­vidades del cliente y su estado de ánimo.

Uso de autoaserciones. Se trata de la preparación de mensajes de enfrentamiento


adaptativos que el cliente debe repetir antes, durante y después de situaciones
estresantes o ansiosas.

Entrenamiento en habilidades específicas. Dicho entrenamiento intro­duce un


sentimiento de confianza y puede modificar el esquema del self sugiriendo una
imagen más positiva y competente de sí mis­mo.

Ensayo conductual y role playing. Permite activar los esquemas anticipatorios (a


me­nudo negativos) o bien proporcionar pruebas favorables en cuanto a las
posibilidades de ejecución del cliente.

Ensayo cognitivo. Consiste en pedirle al paciente que imagine sucesivamente cada


uno de los pasos que componen la ejecución de una tarea.

Explicación del fundamento teórico al cliente. La exposición del modelo cognitivo que
se va a aplicar, las causas de su proble­ma y los objetivos de la terapia, proporciona
un marco claro y esperanzador donde el problema queda explicado y se vislumbran
alternativas de futuro. Con ello se pretende combatir la desesperanza con que a
menudo acuden los clientes a la consulta.

Identificación de pensamientos disfuncionales. La detección de la aparición de


pensamientos automáticos.

Identificación de esquemas. Después de la detección y discusión de un cierto


número de pensamientos automáticos se puede observar un predominio de ciertos
temas que reflejan el control que determinados esquemas supraordenados tienen
sobre el patrón idiosincrásico de procesamiento de información del cliente. Tales
esquemas se ponen, entonces, en tela de juicio.
EL PROCESO TERAPÉUTICO

Cada modelo se caracteriza por una propuesta de proceso tera­péutico, e incluso


dentro de un mismo modelo existen distintos procesos o programas para problemas
específicos. Los modelos también difieren en el grado de abstracción o especificidad
en su pro­puesta del proceso terapéutico. Por tanto, no nos es posible presentar una
visión integrada del proceso terapéutico cognitivo.

INDICACIÓN DE TRATAMIENTO Y CRITERIOS DE ÉXITO TERAPÉUTICO

En los enfoques de Beck y Ellis, la actitud terapéutica no sufre variaciones en


función del tipo de trastorno que se esté tratando. En el fondo, se postula que lo que
varía de un tipo de trastorno a otro es el contenido cognitivo que se distorsiona o que
resulta irracional. En consecuencia, ni su génesis ni su posible utilidad funcional en
el contexto vital del cliente resul­tan especialmente importantes para enfocar el
tratamiento.

El modelo de terapia cognitiva presentado por Guidano y Liotti (1983) aborda


explícitamente el problema de la génesis y posible valor funcional de las distorsiones
cognitivas que subyacen a los distintos síndromes clínicos. Este es un modelo
evolutivo y estructural de la psicopatología del cual se deriva una psicoterapia
diferencial. Específicamente, estos autores consideran que para fomentar una
adecuada relación terapéutica, el terapeuta debe tener en cuenta, tan pronto como
sea posible, los estilos interpersonales que acompañan a los distintos síndromes
clínicos.

En relación con los criterios de éxito terapéutico, los modelos cognitivos prestan
considerable atención a la eliminación de sínto­mas. Estos aspectos suelen
evaluarse por medio de listas de sínto­mas (check list). Algunos autores, como
Mahoney (1991) y Guidano y Liotti (1983), han hablado de cambios pro­fundos en los
que estarían comprometidos aspectos más centrales de la personalidad del sujeto.
La evaluación de estos cambios, sin embargo, presenta aspectos difíciles de
operacionalizar.

PERSPECTIVAS ACTUALES

Una de las primeras clasificaciones la reali­zaron Mahoney y Arnkoff (1978)


subdividiendo las terapias de aprendizaje cognitivo en tres tipos: (a) reestructuración
cognitiva, (b) habilidades de afrontamiento, y (c) resolución de problemas.

La clasificación general que realizan Ma­honey y Gabriel (1987) entre terapias


cognitivas racionalistas y constructivistas, está basada en los supuestos
epistemológicos diferen­ciales.
TERAPIAS COGNITIVAS RACIONALISTAS. Entre las primeras se hallan las
terapias cognitivas que parten de la supremacía causal de lo cognitivo sobre lo
emocio­nal y conductual, es decir, la supremacía de la razón sobre la sensa­ción.
Tales enfoques dan por supuesto que existe una realidad inde­pendiente
representada en el cerebro, siendo éste un «órgano cuya función primordial es
registrar y retener “copias” precisas de la reali­dad externa». Es congruente con este
enfoque hablar de pensamientos «realistas» o «racionales» en contraste con
aquellos que son «erróneos», «distorsionados» o «irracionales».

TERAPIAS COGNITIVAS CONSTRUCTIVISTAS. Las terapias cognitivas basadas


epistemo­lógicamente en el constructivismo no reconocen la primacía de la cognición
sobre la acción y la emoción, a la vez que desafían la posibilidad de adquirir un
conocimiento verdadero de la realidad. La realidad no se nos representa
directamente sino a través de un proceso de construcción en el que el sujeto tiene
gran responsabilidad.

Mahoney desarrolla en profundidad las características diferenciales del enfoque


constructivista tanto en la conceptualización de los problemas como en la práctica
clínica. Para la tradición racionalista la función del sistema nervioso es proporcionar
representaciones mentales fidedig­nas de la realidad, mientras que para el
constructivista su función es la estructuración idiosincrásica (o construcción) de la
experiencia de forma que se adapte al patrón evolutivo del sujeto. En el enfoque
racionalista del procesamiento de infor­mación las representaciones cognitivas se
corresponden con la reali­dad (salvo alteración patológica), y se codifican y
almacenan en la memoria para tener la función de patrones o modelos mentales. Es
decir, se concibe la cognición «desde fuera hacia dentro», como estructuradora de la
información sensorial.

El enfoque constructivista sugiere que

1. La distinción entre cognición, emoción y conducta proviene más bien de nuestro


legado filosófico-cultural.

2. La distinción entre procesos sensoriales y motores es cuestio­nable.

3. Propone contemplar los fenómenos cognitivos, emocionales y conductuales como


«expresiones de procesos holísticos y sistémicos» (Mahoney, 1991).

En términos generales, podríamos decir que la perspectiva racionalista tiene un


componente psicoeducativo impor­tante, bien sea en el sentido de instruir al cliente
en las habilidades para enfrentarse a su problema, o bien en el de corregir sus
cognicio­nes distorsionadas. En cambio, la perspectiva constructivista concibe el
problema como un exponente de una transición en el proceso de reconstrucción del
sistema cognitivo del cliente, por lo que se propo­ne acompañar de la forma más
efectiva posible al cliente en tal reconstrucción. En otros términos, se podría decir
que los enfoques racionalistas tienden a propiciar en el cliente el autocontrol,
mientras que los constructivistas se centran en el desarrollo del sistema cogniti­vo de
la persona, aunque para ello empleen puntualmente estrate­gias de autocontrol.
Mientras que el primero sitúa la raíz de los problemas en el déficit de aprendizaje o
habilidades cognitivas, el segundo sostiene que las creencias o pensamientos
erróneos son los responsables de los trastornos.

Kelly se centra en la estructura del sistema de constructos personales y en sus


procesos de cambio más que en la comprensión de la génesis de tal sistema (a
pesar de otorgar también un peso importante a la reconstrucción que el sujeto hace
de su propia historia). En cambio, los enfoques evolutivos se han esforzado en la
comprensión de la génesis de los esquemas cognitivos actuales a través de, por
ejemplo, las relaciones de apego tempranas del sujeto (Bowlby), concebidas como
estructuradoras del sistema cognitivo.

LA FORMACIÓN DEL TERAPEUTA


La mayoría de terapeutas destacados en las terapias cognitivas están vinculados a
los programas clínicos de doctorado de sus univer­sidades y ejercen su formación de
una forma integrada en los progra­mas clínicos de posgrado universitario.

Los rasgos generales de estos programas de formación incluyen el entrenamiento


para la adherencia a los manuales existentes, la práctica supervisada, y el role
playing. Además, algunos modelos han desarrollado escalas o check- lists acerca de
los pasos esenciales en el transcurso de un proceso terapéutico.

INVESTIGACIÓN TERAPÉUTICA

Serie de aspectos relati­vos a algunas de las líneas de investigación existentes:

1. Desarrollo de instrumentos de evaluación cognitiva.

2. La investigación de resultados ha sido relativamente abun­dante.

3. La investigación de procesos resulta sumamente interesante al vincularse cada


vez más a los hallazgos de la psicología cognitiva experimental.

VALORACIÓN CRÍTICA

Algunas insuficiencias que constituyen tenden­cias para la investigación futura:

1. Mayor vinculación entre las terapias cognitivas y la psicolo­gía cognitiva. Permitiría


ir un paso más allá de los contenidos cognitivos distorsionados, para elaborar
hipótesis sobre la génesis y valor de tales contenidos.

2. Necesidad de prestar mayor atención a los factores emociona­les y


motivacionales. «Si así piensas, así te sientes». En la actualidad esta visión parece
insuficiente para abordar las comple­ jas interacciones entre afecto, cognición y
conducta.

3. Necesidad de mejorar los procedimientos de evaluación cog­nitiva.

4. Necesidad de clarificar la diversidad de las terapias cognitivas.

5. Necesidad de superar el énfasis restrictivo en lo individual.

Necesidad de una clarifica­ción del concepto de cognición en el marco de una teoría


integradora del afecto, la cognición y la conducta.

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