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Documento Mario Oporto

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UNLa

SEMINARIO DE PENSAMIENTO NACIONAL Y LATINOAMERICANO

Notas para una introducción a su historia

¿Fuimos un país porque no pudimos ser una nación?


Esta clase será una introducción general al estudio de América Latina. Los grandes ciclos
históricos. El espacio y las "cuencas culturales". La discusión de la "unidad" como objeto de
análisis.

"La historia de los argentinos se desenvuelve sobre un territorio que abrazó un día la mitad
de América del Sur. ¿De dónde proceden nuestros límites actuales? El origen de estas
fronteras ¿responde acasos una razón legítima? ¿Nos separa una barrera idiomática, cierta
muralla racial evidente? ¿O es, por el contrario, el resultado de un infortunio político, de
una vicisitud de las armas, de una derrota nacional? Sin duda aparece como fruto de una
crisis latinoamericana, puesto que América Latina fue en un día no muy lejano nuestra
patria grande. Somos un país porque no pudimos ser una nación y fuimos argentinos porque
fracasamos en ser americanos. Aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de la
revolución que vendrá"
Jorge Abelardo Ramos. Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. 1957.
(Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 23 de enero de 1921- 2 de octubre de 1994 político,
historiador, publicista, editor y escritor; creador de la corriente política e ideológica
llamada la Izquierda Nacional)

"...la Patria Grande empieza para nosotros por la Cuenca del Plata, y la Patria Chica sólo
puede sobrevivirse en la Cuenca del Plata. Nuestra primera realización de América Latina es
la realización de la Cuenca del Plata. Sin esta estructurada, América Latina no se podrá
vertebrar jamás. Porque sus núcleos decisivos, Argentina y Brasil, tampoco se podrían
vertebrar jamás, y en su separación histórica está la derrota de América Latina. Lo demás
se dará por añadidura."
Alberto Methol Ferré. El Uruguay como problema. 1967
(Montevideo, 31 de marzo de 1929 - 15 de noviembre de 2009
escritor, periodista, docente, historiador, filósofo y teólogo uruguayo. Como teólogo fue
uno de los principales desarrolladores de la teología del pueblo. Es considerado uno de los
intelectuales latinoamericanos más fecundos por su producción y más originales por su
pensamiento.)

Lecturas recomendadas:

Methol Ferré, Alberto. AMÉRICA DEL SUR: DE LOS ESTADOS-CIUDAD AL ESTADO


CONTINENTAL INDUSTRIAL
Jorge Abelardo Ramos. Historia de la Nación Latinoamericana.

Arturo Ardao. La idea de Latinoamérica.

Leopoldo Zea. La esencia de lo americano.

Walter D. Mignolo. La idea de América Latina.

1. Etapas históricas. Una cronología.

I. La larga historia sin historia. Los pueblos originarios.


II. Colonial 1500-1780
III.Independencia 1780-1880
IV. Estado Nacional 1880-1930
V. Nacionalismos. 1930-1955
VI. Semi democracias. 1955-1983
Dictaduras/
Democracia
VII. Democracia 1983-2020
República
Populismo

2. El Espacio

a) México
b) Caribe
c) Sudamérica
 Andina
 Selva
 El Plata

¿Qué se entiende geográficamente por América Latina?


¿El conjunto de los países de América del Sur y América Central?
¿Quizá para simplificar debemos conformarnos con englobar bajo esta denominación a las
naciones al sur del río Bravo?
¿Habría que admitir que Guyana y Belice donde se habla ingles y el Surinam de habla
holandesa forman parte de América Latina?

A primera vista se trata de un concepto cultural.


¿Cubre exclusivamente las naciones de cultura latina de América?
Aunque Quebec, Canadá, sea infinitamente más latina que Belice y tanto como Puerto Rico,
nunca nadie ha pensado incluirlo, ni siquiera al nivel de su provincia francohablante, en su
subconjunto latinoamericano.

De Luis Alberto Sánchez en Perú a Leopoldo Zea en México, los intelectuales se han
planteado la cuestión.

3. Qué es América Latina

América Latina: varios estados; ¿una sola nación ?


El debate de la unidad.
La cuestión de los "nombres de la unidad".
Hispanismo. Iberoamericanismo. Indigenismo. Latinoamericanismo.

El concepto mismo de América Latina representa un problema.


El concepto "América latina" está absolutamente desperdigado y aceptado en nuestro
continente y fuera de él.
América latina, el nombre, parece coincidir en la imaginación de los latinoamericanos. En
las escuelas y las universidades también anida y se reproduce esta convicción: América
latina está ahí y es la que va desde el sur del río Bravo hasta el Cabo de Hornos.
América latina como identidad se entiende sólo en su contraste con aquella América que se
denuncia como no latina, e incluso como anti-latina.

Sin embargo, América latina sigue existiendo como denominación. ¿Por qué, a qué se
refiere ahora el término?

Esta clase tiene como objetivo aportar a una comprensión más crítica del término "América
latina".

4. ¿Quiénes son América latina?

Las respuestas a esta pregunta se pueden dividir en dos grupos:

 Las que señalan a los territorios que son América latina


 Las que indican a las personas que son América latina.

¿América latina es el espacio al sur del río Bravo o es el conjunto de estados nacionales
que allí existen?

Desde hace décadas en el continente reina la convicción de que América latina es un sujeto
colectivo identificable.
5. El nombre y sus orígenes

El origen del término, aunque conocido, vale la pena recordarlo. Es parte de la estrategia
de Napoleón III, que hacia mediados del siglo XIX intentó convertirse en líder de una cruzada
de los pueblos latinos contra el materialismo y el protestantismo anglosajón. Aparece en
Francia bajo Napoleón III, vinculado al gran designio de "ayudar" a las naciones "latinas" de
América a detener la expansión de Estados Unidos. La desafortunada invasión de Francia al
territorio mexicano fue la realización concrete de esta idea. La latinidad tenía la ventaja, al
borrar los vínculos particulares de España con una parte del Nuevo Mundo, de dar a Francia
legítimos deberes para con esas "hermanas" americanas católicas y romanas.

Es decir, el término "América latina" surge como un esfuerzo consciente y explícito del
Segundo Imperio Francés para asimilar sus intereses comerciales y diplomáticos con los de
las jóvenes repúblicas americanas.

La invención de la latinidad tenía varias ventajas simultáneas: la primera de ellas es que


dejaba afuera a los ingleses y a los que habitaban en las excolonias británicas, los
estadounidenses; la segunda es que desplazaba a España como referencia europea directa
Esa latinidad fue combatida por Madrid en nombre de la hispanidad y de los derechos de la
madre patria, donde el término América Latina sigue sin tener derecho de ciudadanía.
La noción de latinidad permitía invisibilizar y quitar del inventario dos herencias
consideradas racialmente indeseables: la indígena y la negra.

Desde entonces la diferencia era entre dos civilizaciones, la latina y la anglosajona. Si la


primera era espiritual y desinteresada, la segunda era crudamente materialista y egoísta; si
una alababa al poeta y al genio, la otra adoraba al vil y utilitario metal.

Estados Unidos, por su parte, opuso el panamericanismo a esa máquina de guerra europea.

6. ¿Por qué latina?

¿Qué abarca esta etiqueta ampliamente aceptada hoy? ¿De dónde viene?
¿Son latinas las Américas negras?
¿Latinas la sociedad de Guatemala donde el 50% de la población desciende de los mayas y
habla lenguas indígenas, y la de las sierras ecuatorianas donde domina el quechua?
¿Latino el Paraguay guaraní, la Patagonia de los agricultures galeses, la Santa Catarina
brasileña poblada de alemanes así como el sur chileno?
Victor Raul Haya de la Torre, poderosa personalidad política peruana, propuso una nueva
denominación regional: "Indoamérica".
El indio no tiene mucho éxito en América ante las clases dirigentes. Marginado y excluido
de la sociedad nacional, es culturalmente minoritario en todos los grandes estados e incluso
en los de viejas civilizaciones precolombinas y de fuerte presencia indígena.
Esa América, según la expresión de Sandino, es "indolatina".

José Martí, pensador y político cubano, héroe de la Independencia, propuso el nombre de


"Nuestra América"

Manuel Ugarte, pensador y escritor argentino, usó el término "Patria Grande"

Los conceptos América Latina, o Hispanoamérica o Iberoamérica no son ni plenamente


culturales, ni plenamente geográficos.
Eso trataremos de analizar en esta clase.

7. Una América periférica

A primera vista, nos hallamos frente a una América marcada por la colonización española y
portuguesa (y hasta francesa en Haití) que se define por contraste con la América
anglosajona.

Así pues allí se habla español y portugués en lo esencial, a pesar de florecientes culturas
precolombinas y hasta de núcleos inmigratorios recientes más o menos bien asimilados.
Sin embargo la ausencia de Canadá (a pesar de Quebec) en ese conjunto y el hecho de que
organismos internacionales como el SELA o el BID incluyan entre los estados
latinoamericanos a Trinidad y Tobago, Las Bahamas y Guyana dan al perfil de la "otra
América" una innegable coloración socioeconómica y hasta geopolítica.

Todas esas naciones, cualesquiera que sean su riqueza y su prosperidad, ocupan en efecto
el mismo lugar en la discrepancia Norte-Sur. Aparecen en vías de desarrollo o de
industrialización y ninguna forma parte del "centro" desarrollado.
Dicho de otra manera, esos países se inscriben entre los estados de la "periferia" del mundo
industrial. Pero tienen por añadidura varias particularidades comunes:

 Todos dependen históricamente del mercado mundial como productores de


materias primas y de bienes alimentarios (en ello el estaño de Bolivia no es diferente
de la nuez moscada de Granada), pero igualmente del "centro", que determina las
fluctuaciones de precios, les proporciona tecnología civil y militar, los capitales y los
modelos culturales.
 Notable particularidad e innegable factor de unidad, todos esos países situados en
el "hemisferio occidental" se hallan a diversos niveles en la esfera de influencia
inmediata de la primera potencia industrial del mundo que es también la primera
nación capitalista. Peligroso privilegio que ninguna otra región del Tercer Mundo
comparte.

Quizá podríamos clasificar entre las naciones latinoamericanas a todos los países del
continente americano en vías de desarrollo, independientemente de su lengua y su cultura,
tan cierto es que a nadie se le ocurriría incluir en la opulenta América anglosajona a las
Antillas anglohablantes o a Guyana.

En todo caso, ¿por qué no seguir a quienes, haciendo a un lado la geografía, proponen
llamar "América del Sur" a la parte "pobre" y no desarrollada del continente ?

8. ¿América Latina pertenece a Occidente?

Frecuentemente, América Latina aparece como una "invención" de Europa que por la
conquista entró a la esfera cultural occidental.

Las civilizaciones precolombinas, en crisis para algunos en el momento de la llegada de los


españoles, no resistieron en efecto a los invasores que impusieron sus lenguas pero
también sus valores y religión.
Los propios indígenas y los africanos llevados como esclavos a ese "Nuevo Mundo"
adoptaron bajo diversas formas sincréticas la religión cristiana

Por ello América Latina aparece como el Tercer Mundo de Occidente o el occidente del
Tercer Mundo.

Más allá de esos grandes rasgos, se buscan los factores de homogeneidad de un conjunto
que no es ni Occidente ni el Tercer Mundo, pero que a menudo aparece como síntesis o
yuxtaposición de los dos.

9. Paralelismo de las evoluciones históricas

Si bien la existencia de una América Latina es problemática, si la diversidad de las sociedades


y las economías se impone, si la separación de las diferentes naciones es un elemento básico
de su funcionamiento, no por ello deja de ser cierto que una unidad de destino acerca a las
"repúblicas hermanas".

Las antiguas colonias de España y Portugal, son políticamente independientes (con


excepción de Cuba que no se emancipa sino hasta 1898) desde el primer cuarto del siglo
XIX.
Sin embargo, siglo y medio de vida independiente no podría hacer olvidar la profunda
influencia de tres siglos de colonización que marcaron de manera irreversible las
configuraciones sociales y labraron el singular destino de las futuras naciones.
A partir de la independencia, los estados del subcontinente recorren -con diferencias y
retrasos- trayectorias paralelas en las cuales aparecen períodos claramente observables.

La historia de América Latina ha forjado realidades que tienen numerosos puntos comunes
que las distinguen:

 La colonialidad
 La desintegración
 La desigualdad
 La concentración de la propiedad de la tierra y la industrialización trunca
 La lucha por la democratización
 Un destino colectivo forjado por evoluciones paralelas
 Una misma pertenencia cultural
 Una dependencia multiforme en relación con un centro único, hoy situado en el
mismo continente:

Los factores de unidad rebasan, fortaleciendo la sorprendente continuidad de la América


de habla portuguesa y de la América española.

Sin embargo a esta homogeneidad responde una no menos grande heterogeneidad de


naciones contiguas.

Las disparidades entre países saltan a la vista:


 Su tamaño ante todo.
 La geopolítica domina
 La situación en relación con el centro hegemónico
 Los componentes etnoculturales de la población
 Los niveles de evolución social

Un esfuerzo más sistemático y exitoso se ha hecho por vincular los límites del continente
latinoamericano con el peso de la experiencia colonial hispano-portuguesa.
Esta apuesta parece descansar en dos posibles explicaciones:

a) De tipo territorial.
El territorio de América latina es aquel que fue objeto de ocupación y saqueo colonial a lo
largo de 3 o 4 siglos, o para decirlo rápidamente, desde el desembarco de Colón en 1492
hasta la batalla de Ayacucho de 1824, o quizás hasta la guerra hispano- cubana de 1898.
De allí que el espacio latinoamericano se entienda como posterioridad y a la vez como
rechazo a la experiencia colonial.

 Si mantenemos esta caracterización histórica, no hay nada que justifique la


exclusión del Caribe –sea anglo, franco, hispano u holandoparlante– de la América
latina.
 Otra de las dificultades de esta definición es que hay muchas regiones que
normalmente se consideran como integrantes de América latina que no fueron
objeto de ocupación en tiempos coloniales y ni siquiera durante el primer siglo
republicano. Casos como el del corazón amazónico, la Araucanía, la Patagonia,
amplias fracciones del norte de México, no fueron objeto de apropiación por parte
de las coronas metropolitanas, más por falta de capacidad económica y militar que
de voluntad política. Así, sostener que el millón de km2 que componen la Patagonia
no es parte de América latina parece un poco descabellado.
 Otro problema subyacente a esta caracterización de América como hija de la
experiencia colonial es que hay espacios que sí fueron conquistados y ocupados por
las monarquías ibéricas, pero que actualmente constituyen partes de unidades
políticas que se entiende que no forman parte de América latina: se me ocurren los
ejemplos de la Louisiana vendida a Estados Unidos en 1803, pero también –y sobre
todo– las regiones que pasaron de la soberanía mexicana a la norteamericana tras
la guerra que enfrentó a ambos países a mediados del siglo XIX. La ocupación
española de la Florida no hace que la península en cuestión sea parte de América
latina.
 ¿Qué hacer con Puerto Rico, que vivió una larga experiencia colonial hasta 1898 y
que actualmente es un Estado asociado a Estados Unidos? Puerto Rico ha
compartido muchos de los rasgos y procesos de la historia latinoamericana, pero su
actual pertenencia a la órbita política de Washington hace un tanto discutible su
inclusión

b) De tipo histórico-político
La idea de que el continente latinoamericano es hijo de la experiencia colonial, y que esta
condición subalterna y explotada es la que ha determinado buena parte de su
autoconciencia, su identidad y su ubicación en el orden internacional socio-económico
amerita un poco más de análisis.
Tiene implícita la idea de que nada relevante ha ocurrido en estas tierras desde que la
batalla de Ayacucho aseguró la independencia de los nuevos Estados, y que los conflictos
sociales y económicos por los que han atravesado y atraviesan las naciones del continente
tienen su origen exclusivo y fatalista en la desigualdad intrínseca del orden colonial.

10. La población
La distribución regional de los tres componentes de la población americana-el sustrato
amerindio, los descendientes de la mano de obra esclava africana, y la inmigración europea
del siglo XIX-dibuja zonas de dominante identificable.
Decimos dominante, pues las naciones mestizas son las más numerosas y, a menudo, en
sociedades de población compleja, se yuxtaponen espacios étnicamente homogéneos.

En Colombia, los resguardos indígenas de las "tierras frías" de altura a menudo están en
contacto con los valles "negros" de las "tierras calientes".
Podemos distinguir:
 una zona de densa población india que abarca la América media y el noroeste de
América del Sur, donde florecieron las grandes civilizaciones
 las Américas negras al noreste en el perímetro caribeño, Antillas y Brasil, ligadas a la
gran especulación azucarera de la época colonial sobre todo
 un sur, pero sobre todo un sureste "blanco", tierra templada que recibió a la mano
de obra libre europea, que se diseminó allí a partir del último cuarto del siglo XIX.

Darcy Ribeiro ha propuesto una tipología que no carece de atractivo aun cuando podamos
juzgarla ideológicamente artificiosa. Distingue tres categorías de sociedades:
 Los pueblos testigos en sus variedades mesoamericana o andina , son los
descendientes de las grandes civilizaciones azteca, maya e inca. Corresponden pues
a esos países donde la población de indígenas es relativamente elevada, lo cual
significa entre otras cosas que una importante fracción de la población habla otra
lengua vernácula y que en las comunidades autóctonas ha hecho poca mella la
civilización europea. Así ocurre en el caso de la América media, Guatemala con cerca
de 50% de indígenas, pero también Nicaragua o El Salvador que sólo cuenta con el
20%, muy aculturados, u Honduras con menos del 10% (cifras que deben manejarse
con todas las reservas que merece la definición de indígena en ese continente).
México igualmente con apenas el 15% de ciudadanos que hablan una lengua india
pero que tiene concentraciones muy grandes en algunos estados del sur (Oaxaca,
Chiapas, Yucatán), y reivindica el pasado de los "vencidos" en su ideología nacional.
En la zona incaica, los indígenas que hablan quechua y aymará constituyen hasta el
50% de la población de Pecú, de Bolivia y de Ecuador, también allí con grandes
concentraciones en las zonas rurales montañosas.
 Los pueblos transplantados, forman la América blanca: simétricos de los
angloamericanos del norte, son los rioplatenses de Uruguay y Argentina. En esas
tierras de población reciente donde indígenas nómadas de escaso nivel cultural
fueron despiadadamente eliminados antes de la oleada inmigratoria, nació una
especie de Europa austral. Sin embargo esos espacios aparentemente abiertos, al
igual que Nueva Zelanda, Australia o Estados Unidos, presentan características
sociales diferentes, lo cual explica su evolución posterior. Su singularidad es fuerte.
Los argentinos se enorgullecían a principios de siglo de ser el "único país blanco al
sur de Canadá". Y esas prolongaciones del Viejo Mundo que por mucho tiempo
ignoraron el continente no se sentían muy "sudamericanas" que digamos sino hasta
fechas recientes.
 Los pueblos nuevos, entre los cuales Darcy Ribeiro coloca a Brasil, Colombia,
Venezuela, así como a Chile y las Antillas, son producto del mestizaje biológico y
cultural. Para él, allí está la verdadera América, aquella, donde en el crisol racial de
dimensiones planetarias, se forja la "raza cósmica" del futuro cantado por José
Vasconcelos. Esa clasificación, incluso así jerarquizada, posee cierta lógica y
contribuye a dar una apreciación global más clara de la rosa de los vientos
latinoamericana.
¿No hay manera lógica ni objetiva de encontrarle un límite a América latina?

Lo interesante no es que carezca de rigor la definición de América latina, sino el hecho de


que esa definición se mantiene en pie y con buena salud.

La supuesta homogeneidad de América latina aparece crecientemente desmentida en


muchos procesos y fenómenos actuales, pero simultáneamente reafirmada en los discursos
públicos y en el sentido común de quienes habitan de México al sur.

El asunto relevante es que estamos frente a una identidad colectiva, sistemática y


voluntariamente asumida.

La razón de esta notable fortaleza de la pertenencia latinoamericana reside en su capacidad


para operar una exclusión política.
América latina sobrevive obstinadamente como identidad no sólo por representar a una
realidad histórica, sino porque, además, excluye a los norteamericanos –en menor medida
a los europeos– y plantea, desde su identidad la ilegitimidad del panamericanismo.

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