Kimel CIDH
Kimel CIDH
Kimel CIDH
DERECHOS HUMANOS
Víctimas(s):
Eduardo Kimel
Representante(s):
El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la condena a Eduardo Kimel por el
delito de calumnia debido a la publicación de un libro.
Derechos violados
Convención Americana:Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 13 (Libertad de
pensamiento y expresión) , Artículo 2 (Deber de adoptar disposiciones de derecho interno) , Artículo 25
(Protección Judicial) , Artículo 8 (Garantías Judiciales)
Hechos
- Los hechos del presente caso se iniciaron en noviembre de 1989 con la publicación de un libro titulado
“La masacre de San Patricio”. Este libro analizaba el asesinato de cinco religiosos pertenecientes a la
orden palotina, ocurrido en Argentina el 4 de julio de 1976, durante la última dictadura militar.
Asimismo, se criticaba la actuación de las autoridades encargadas de la investigación de los homicidios,
entre ellas la de un juez en particular.
- El autor del libro es Eduardo Kimel, el cual se desempeñaba como periodista, escritor e investigador
histórico. En octubre de 1991, el juez mencionado por el señor Kimel en su libro entabló una acción
penal en contra de él por el delito de calumnia. Luego de concluido el proceso penal seguido en su
contra, se resolvió que el señor Kimel fuese condenado a un año de prisión y al pago de una multa de
veinte mil pesos por el delito de calumnia.
- Petitorio de la CIDH: La CIDH presentó la demanda en este caso con el objeto de que la Corte IDH
decidiera si el Estado violó los derechos consagrados en los artículos 8 y 13 de la Convención Americana,
en relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento.
- Petitorio de los representantes de las víctimas: Los representantes de las víctimas solicitaron que la
Corte IDH declarara que el Estado violó los derechos consagrados en los artículos 8, 13 y 25 de la
Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento.
Reconocimiento de Responsabilidad
Internacional
El Estado realizó un reconocimiento parcial de responsabilidad internacional, el cual fue aceptado por la
Corte IDH.
51. En torno a estos hechos las partes presentaron diversos alegatos en los que subyace un conflicto
entre el derecho a la libertad de expresión en temas de interés público y la protección de la honra de
los funcionarios públicos. La Corte reconoce que tanto la libertad de expresión como el derecho a la
honra, acogidos por la Convención, revisten suma importancia. Es necesario garantizar el ejercicio de
ambos. En este sentido, la prevalencia de alguno en determinado caso dependerá de la ponderación
que se haga a través de un juicio de proporcionalidad. La solución del conflicto que se presenta entre
ciertos derechos requiere el examen de cada caso, conforme a sus características y circunstancias, para
apreciar la existencia e intensidad de los elementos en que se sustenta dicho juicio.
52. La Corte ha precisado las condiciones que se deben cumplir al momento de suspender, limitar o
restringir los derechos y libertades consagrados en la Convención. En particular, ha analizado la
suspensión de garantías en estados de excepción y las limitaciones a la libertad de expresión, propiedad
privada, libertad de locomoción y libertad personal, entre otros.
54. Sin embargo, la libertad de expresión no es un derecho absoluto. El artículo 13.2 de la Convención,
que prohíbe la censura previa, también prevé la posibilidad de exigir responsabilidades ulteriores por el
ejercicio abusivo de este derecho. Estas restricciones tienen carácter excepcional y no deben limitar,
más allá de lo estrictamente necesario, el pleno ejercicio de la libertad de expresión y convertirse en un
mecanismo directo o indirecto de censura previa.
55. Por su parte, el artículo 11 de la Convención establece que toda persona tiene derecho al respeto de
su honra y al reconocimiento de su dignidad. Esto implica límites a las injerencias de los particulares y
del Estado. Por ello, es legítimo que quien se considere afectado en su honor recurra a los medios
judiciales que el Estado disponga para su protección.
56. La necesidad de proteger los derechos a la honra y a la reputación, así como otros derechos que
pudieran verse afectados por un ejercicio abusivo de la libertad de expresión, requiere la debida
observancia de los límites fijados a este respecto por la propia Convención. Estos deben responder a un
criterio de estricta proporcionalidad.
58. Teniendo en cuenta lo anterior, para resolver el caso concreto la Corte i) verificará si la tipificación
de los delitos de injurias y calumnia afectó la legalidad estricta que es preciso observar al restringir la
libertad de expresión por la vía penal; ii) estudiará si la protección de la reputación de los jueces sirve
una finalidad legítima de acuerdo con la Convención y determinará, en su caso, la idoneidad de la
sanción penal para lograr la finalidad perseguida; iii) evaluará la necesidad de tal medida, y iv) analizará
la estricta proporcionalidad de la medida, esto es, si la sanción impuesta al señor Kimel garantizó en
forma amplia el derecho a la reputación del funcionario público mencionado por el autor del libro, sin
hacer nugatorio el derecho de éste a manifestar su opinión.
Estricta formulació n de la norma que
consagra la limitació n o restricció n
(legalidad penal)
63. La Corte ha señalado que “es la ley la que debe establecer las restricciones a la libertad de
información”. En este sentido, cualquier limitación o restricción debe estar prevista en la ley, tanto en
sentido formal como material. Ahora bien, si la restricción o limitación proviene del derecho penal, es
preciso observar los estrictos requerimientos característicos de la tipificación penal para satisfacer en
este ámbito el principio de legalidad. Así, deben formularse en forma expresa, precisa, taxativa y previa.
El marco legal debe brindar seguridad jurídica al ciudadano. (…)
64. Como quedó establecido anteriormente, el señor Kimel fue condenado en primera instancia por el
delito de injurias. (…).
65. Posteriormente, (…) la Corte Suprema de Justicia se apartó de la calificación originaria del delito y
decidió que los hechos imputados al señor Kimel configuraban el ilícito [de calumnia] (…).
66. La Corte resalta que en el presente caso el Estado indicó que “la falta de precisiones suficientes en
el marco de la normativa penal que sanciona las calumnias y las injurias que impidan que se afecte la
libertad de expresión, importa el incumplimiento de la obligación de adoptar medidas contempladas en
el artículo 2 de la Convención Americana” (…).
67. En razón de lo anterior y teniendo en cuenta las manifestaciones formuladas por el Estado acerca de
la deficiente regulación penal de esta materia, la Corte considera que la tipificación penal
correspondiente contraviene los artículos 9 y 13.1 de la Convención, en relación con los artículos 1.1 y 2
de la misma.
76. La Corte ha señalado que el Derecho Penal es el medio más restrictivo y severo para establecer
responsabilidades respecto de una conducta ilícita. La tipificación amplia de delitos de calumnia e
injurias puede resultar contraria al principio de intervención mínima y de ultima ratio del derecho
penal. En una sociedad democrática el poder punitivo sólo se ejerce en la medida estrictamente
necesaria para proteger los bienes jurídicos fundamentales de los ataques más graves que los dañen o
pongan en peligro. (…)
78. La Corte no estima contraria a la Convención cualquier medida penal a propósito de la expresión de
informaciones u opiniones, pero esta posibilidad se debe analizar con especial cautela, ponderando al
respecto la extrema gravedad de la conducta desplegada por el emisor de aquéllas, el dolo con que
actuó, las características del daño injustamente causado y otros datos que pongan de manifiesto la
absoluta necesidad de utilizar, en forma verdaderamente excepcional, medidas penales. En todo
momento la carga de la prueba debe recaer en quien formula la acusación. (…)
79. De otro lado, en el marco de la libertad de información, el Tribunal considera que existe un deber
del periodista de constatar en forma razonable, aunque no necesariamente exhaustiva, los hechos en
que fundamenta sus opiniones. Es decir, resulta válido reclamar equidad y diligencia en la confrontación
de las fuentes y la búsqueda de información. Esto implica el derecho de las personas a no recibir una
versión manipulada de los hechos. En consecuencia, los periodistas tienen el deber de tomar alguna
distancia crítica respecto a sus fuentes y contrastarlas con otros datos relevantes.
80. En lo que corresponde al presente caso, es notorio el abuso en el ejercicio del poder punitivo (…)
tomando en cuenta los hechos imputados al señor Kimel, su repercusión sobre los bienes jurídicos del
querellante y la naturaleza de la sanción –privación de libertad- aplicada al periodista.
84. Para el caso que nos ocupa, la restricción tendría que lograr una importante satisfacción del
derecho a la reputación sin hacer nugatorio el derecho a la libre crítica contra la actuación de los
funcionarios públicos. Para efectuar esta ponderación se debe analizar i) el grado de afectación de uno
de los bienes en juego, determinando si la intensidad de dicha afectación fue grave, intermedia o
moderada; ii) la importancia de la satisfacción del bien contrario, y iii) si la satisfacción de éste justifica
la restricción del otro. En algunos casos la balanza se inclinará hacia la libertad de expresión y en otros a
la salvaguarda del derecho a la honra.
85. Respecto al grado de afectación de la libertad de expresión, la Corte considera que las
consecuencias del proceso penal en sí mismo, la imposición de la sanción, la inscripción en el registro de
antecedentes penales, el riesgo latente de posible pérdida de la libertad personal y el efecto
estigmatizador de la condena penal impuesta al señor Kimel demuestran que las responsabilidades
ulteriores establecidas en este caso fueron graves. Incluso la multa constituye, por sí misma, una
afectación grave de la libertad de expresión, dada su alta cuantía respecto a los ingresos del
beneficiario.
86. Respecto al derecho a la honra, las expresiones concernientes a la idoneidad de una persona para el
desempeño de un cargo público o a los actos realizados por funcionarios públicos en el desempeño de
sus labores gozan de mayor protección, de manera tal que se propicie el debate democrático. La Corte
ha señalado que en una sociedad democrática los funcionarios públicos están más expuestos al
escrutinio y la crítica del público. Este diferente umbral de protección se explica porque se han
expuesto voluntariamente a un escrutinio más exigente. Sus actividades salen del dominio de la esfera
privada para insertarse en la esfera del debate público. Este umbral no se asienta en la calidad del
sujeto, sino en el interés público de las actividades que realiza, como sucede cuando un juez investiga
una masacre en el contexto de una dictadura militar, como ocurrió en el presente caso.
87. El control democrático a través de la opinión pública fomenta la transparencia de las actividades
estatales y promueve la responsabilidad de los funcionarios sobre su gestión pública. De ahí la mayor
tolerancia frente a afirmaciones y apreciaciones vertidas por los ciudadanos en ejercicio de dicho
control democrático. Tales son las demandas del pluralismo propio de una sociedad democrática, que
requiere la mayor circulación de informes y opiniones sobre asuntos de interés público.
88. En la arena del debate sobre temas de alto interés público, no sólo se protege la emisión de
expresiones inofensivas o bien recibidas por la opinión pública, sino también la de aquellas que chocan,
irritan o inquietan a los funcionarios públicos o a un sector cualquiera de la población. En una sociedad
democrática, la prensa debe informar ampliamente sobre cuestiones de interés público, que afectan
bienes sociales, y los funcionarios rendir cuentas de su actuación en el ejercicio de sus tareas públicas.
89. La crítica realizada por el señor Kimel estaba relacionada con temas de notorio interés público (…).
91. El señor Kimel emitió una opinión que no tenía relación con la vida personal del Juez querellante ni
le imputaba una conducta ilícita, sino que se relacionaba con la causa judicial a su cargo.
93. Las opiniones vertidas por el señor Kimel no pueden considerarse ni verdaderas ni falsas. Como tal,
la opinión no puede ser objeto de sanción, más aún cuando se trata de un juicio de valor sobre un acto
oficial de un funcionario público en el desempeño de su cargo. En principio, la verdad o falsedad se
predica sólo respecto a hechos. De allí que no puede ser sometida a requisitos de veracidad la prueba
respecto de juicios de valor.
94. Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte concluye que la afectación a la libertad de expresión del
señor Kimel fue manifiestamente desproporcionada, por excesiva, en relación con la alegada afectación
del derecho a la honra en el presente caso.
95. En razón de todo lo expuesto en el presente capítulo y teniendo en cuenta la confesión de hechos y
el allanamiento del Estado, el Tribunal considera que éste violó el derecho a la libertad de expresión
consagrado en el artículo 13.1 y 13.2 de la Convención Americana, en relación con la obligación general
contemplada en el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Kimel.
Reparaciones
La Corte decide que,
- La Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas constituye per se una forma de reparación.
- El Estado debe realizar los pagos de las cantidades establecidas en la Sentencia de Fondo, Reparaciones
y Costas por concepto de daño material, inmaterial y reintegro de costas y gastos dentro del plazo de un
año a partir de la notificación de la presente Sentencia.
- El Estado debe dejar sin efecto la condena penal impuesta al señor Kimel y todas las consecuencias que
de ella se deriven, en el plazo de seis meses a partir de la notificación de la Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas.
- El Estado debe eliminar inmediatamente el nombre del señor Kimel de los registros públicos en los que
aparezca con antecedentes penales relacionados con el presente caso.
- El Estado debe realizar las publicaciones señaladas en el párrafo 125 de Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas, en el plazo de seis meses a partir de la notificación de la misma.
- El Estado debe realizar un acto público de reconocimiento de su responsabilidad, dentro del plazo de
seis meses a partir de la notificación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas.
- El Estado debe adecuar en un plazo razonable su derecho interno a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, de tal forma que las imprecisiones reconocidas por el Estado se corrijan para
satisfacer los requerimientos de seguridad jurídica y, consecuentemente, no afecten el ejercicio del
derecho a la libertad de expresión.
- Supervisará la ejecución íntegra de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas, y dará por concluido
el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la misma.
Dentro del plazo de un año, contado a partir de la notificación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y
Costas, el Estado deberá rendir a la Corte un informe sobre las medidas adoptadas para darle
cumplimiento.
Puntos Resolutivos
La Corte declara que,
- Acepta el retiro de alegaciones de los representantes relativas al derecho a ser oído por un juez
imparcial, contemplado en el artículo 8.1, al derecho a recurrir del fallo ante juez o tribunal superior,
consagrado en el artículo 8.2.h), y al derecho a la protección judicial, estipulado en el artículo 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
No se consigna
Supervisió n de cumplimiento de
sentencia
- Fecha de última resolución: 15 de noviembre de 2010
(i) El Estado ha dado cumplimiento total a la obligación de realizar un acto público de reconocimiento de
su responsabilidad (punto resolutivo décimo de la Sentencia), de conformidad con lo señalado en el
Considerando Error: No se encuentra la fuente de referencia de la presente Resolución.
La Corte resuelve,
(i) Requerir al Estado que adopte a la brevedad todas las medidas que sean necesarias para dar efectivo
y pronto acatamiento al punto pendiente de cumplimiento que fue ordenado por el Tribunal en la
Sentencia de fondo, reparaciones y costas de 2 de mayo de 2008, de conformidad con lo estipulado en
el artículo 68.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
(ii) Solicitar al Estado que presente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a más tardar el 1
de marzo de 2011, un informe detallado y exhaustivo en el cual indique todas las acciones adoptadas
para cumplir la medida de reparación que se encuentra pendiente de acatamiento, de conformidad con
lo señalado en el punto declarativo segundo de esta Resolución, así como la información requerida en el
Considerando Error: No se encuentra la fuente de referencia de la misma.
(v) Requerir a la Secretaría de la Corte que notifique la presente Resolución al Estado, a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y a los representantes de la víctima.