El Pollito Jazz
El Pollito Jazz
El Pollito Jazz
Un día como cualquier otro en un gallinero, papá gallo paseaba nervioso, dado que los polluelos
que había puesto mamá gallina estaban rompiendo el cascarón.
Mamá gallina, cobijaba a sus polluelos a medida que iban naciendo, sin embargo, papá gallo
paseaba nervioso, ya que desde las 32 veces que mamá gallina había puesto huevos, nunca había
nacido un gallo.
Papá gallo era consciente que necesitaba que pronto naciera un gallo, el cual sería su sucesor,
dado que el con el tiempo entraba en edad y no quería que un gallo afuerino tomara su lugar.
Después de un buen tiempo, solo quedaba un pollito por nacer. Papá gallo había perdido las
esperanzas, ya que todas las demás habían salido pollitas.
Luego de dos días, el polluelo mostró signos de nacer en la noche (cosa totalmente inusual, dado
que los polluelos nacen de día). Al acercase, notaron que este polluelo era un gallo, por lo que
todos estuvieron muy felices, dado que tendrían un nuevo sucesor.
Papá gallo, sin ánimo de perder el tiempo, comenzó muy pronto a enseñarle a el pequeño gallito
las cosas que debía hacer para ser un buen gallo y un digno sucesor de él.
Papá gallo, notó que su hijo era diferente, lo cuestionaba y no hacía todo lo que el le enseñaba,
cosa que a el jamás se le hubiera ocurrido hacer con su padre. Asimismo, el gallito manifestaba su
disgusto en la forma en la que vivían, ya que no le gustaba estar encerrado en ese gallinero y
anhelaba volar como las demás aves.
Un día, papá gallo muy orgulloso le fue a enseñar a su hijo a como cantaban los gallos. Él, con toda
confianza hizo el mejor canto para demostrarle a su hijo, sin embargo, al pequeño gallito no le
gustó como su padre cantaba, por lo cual con toda sinceridad el niño le dijo a su padre que su
canto era horrible. Papá gallo totalmente impactado con lo que su hijo le decía, casi le da un
soponcio y comenzó a retar al polluelo. Mamá gallina inmediatamente fue a rescatar a su pollito
de papá gallo, ya que se encontraba muy exaltado y enojado.
Gallito muestra interés en como los pajaritos cantan, diciendo que su canto es muy lindo y que
tienen un propósito mucho más grande que solo despertar a las personas. Papá gallo estaba
preocupado por su hijo, dado que lo desconcertaba su comportamiento y no podía creer que no le
gustara el canto de los gallos, ya que era su más grande honor.
Papá gallo se dirigió a hablar con su amigo el ratón, pidiéndole consejos a él sobre su hijo. El ratón
le hizo cuestionarse de la enseñanza de su padre, dado todos los hijos a veces cuestionaban a sus
padres, recordándole como él había sido cuando estaba aprendiendo.
Gallito de pronto escucho un hermoso canto que venía de unos pájaros de color azul, los “mirlos”.
El gallito encantado, pidió unirse al hermoso canto, en ese momento, junto con los mirlos, el
pollito comenzó a cantar Jazz.
Entre todo el gallinero empezaron a hablar mal sobre el pollito, dado que con ese canto no
despertaría a nadie y no podía tener esos comportamientos si sería el sucesor de papá gallo.
Papá gallo enfureció al ver esto, dado que no correspondía que su hijo estuviera haciendo estos
actos.
De pronto, una sombra se proyectó sobre el lugar en donde estaban los pollitos, este era un jote.
Papá gallo se enfrentó al jote, maltratándolo y ganando en la pelea. Papá gallo le dijo al jote que
no le ocurriera volver a ir a ese gallinero. El gallito estaba totalmente orgulloso de lo que su padre
había hecho.
Papá perro y papá gallo mantuvieron una conversación, en la cual hablaban de sus hijos, siendo el
pequeño gallito tema de conversación por sus comportamientos inusuales. Papá gallo le dijo que
deseaba tener un hijo como el de papá perro, sin embargo, el gallito estaba escuchando, por lo
que se fue llorando y papá gallo se dio cuenta que había cometido un error.
Gallito se sentó cerca de la higuera, en lo que un pájaro se le acercó y saludó al pollito, le dio
consejos de como debía aprender a cantar y que tenía que primero cantar como un gallo y
después dejar andar a su creatividad.
Papá gallo, fue a buscar a su hijo y al verlo hablando con la lechuza volvió a enfurecer. La lechuza,
sin ánimos de pelear, intento hacer entrar en razón a papá gallo, sin éxito, por lo cual comenzó a
discutir y le dijo que el gallito debía ser digno de él, lo que hizo nuevamente que el pollito se
sintiera mal.
El pollito en ese instante desapareció y se fue fuera del gallinero, dado que no se sentía aceptado
por papá gallo.
Papá gallo, al ver que se hacía de noche, le pidió a papá perro que fuera a buscar a su gallito, dado
que el a pesar de ser el gallo del gallinero, sabía lo peligroso que era salir de noche, teniendo
pocas posibilidades de sobrevivir con todos los animales que rondaban por ahí.
El gallito comenzó a sentir miedo de su paradero, ya que estaba solo y cualquier cosa podía pasar.
Se tomó un momento para contemplar las estrellas y reflexionar.
En ese instante, aparecieron desde un muro cuatro pares de ojos que se acercaban, eran gatos.
Los felinos nocturnos, quería comerse al pollito.
El gallito ingenuo, comenzó a contarle la historia de por qué había escapado y que su padre no lo
quería. Uno de los gatos, estaba deseoso de comerse lo antes posible al polluelo, sin embargo, los
otros prestaban atención al relato del gallito.
Papá perro llegó al rescate del gallito, pero él no quería irse, dado que pensaba que su padre no lo
quería. Esto, sin duda frustra los planes de los gatos. En ese momento llegó papá gallo un poco
accidentado, dado que no estaba acostumbrado a la noche. Preocupado por su hijo, lo convenció
de volver a la casa.
Pasó el tiempo y el gallito perdió el interés, ya no tenía la misma energía de antes. El gallo se
sentía mal por ver a su hijo así, por lo que le pidió consejos al ratón, quien le dijo que le diera
tiempo.
Un día, llego un caballo cerca del gallinero, quien en un descuido derribo las limitaciones del
gallinero, en ese momento, sin perder el tiempo, cayó un jote cerca de los polluelos. Este jote era
el que había sido humillado tiempo atrás y esta vez vino con su pareja. El gallo intentó pelear con
los jotes pero se le hacía difícil, el gallito ayudó a su padre y si bien quedó adolorido ya que aún era
pequeño, apoyo a su padre. En eso, llegaron los perros, quienes ayudaron a darle su merecido a
los jotes, quienes de seguro esta vez no volverían más.
Todos los miembros del gallinero quedaron felices por la gran hazaña que papá gallo y su hijo
habían hecho, por lo que celebraron.