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La Muerte Dormida

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LA MUERTE DORMIDA

La muerte dormida fue el mayor


misterio que la humanidad jamás resolvió. La
gente simplemente dejaba de respirar
mientras dormía, sin saber que se había
producido el final de sus vidas. En un instante,
el sueño eterno los envolvía y, su conciencia
se desvanecía en un mar de fantasías
inquietantes.

Manuel, un joven de veinticinco años,


se sumergió en un sueño profundo, sin saber
que nunca volvería a despertar. Su mente aún
estaba activa y creía estar inmerso en un sueño
lúcido y emocionante. A pesar de que su
cuerpo yacía inerte en la cama, su mente
continuaba activa. No sabía que estaba
muerto. Pero lo cierto es que aquella noche,
mientras dormía, su vida se desvaneció.
Manuel se encontraba en un lugar
desconocido, rodeado de una oscuridad
infinita. el joven se sintió sumido en la
confusión y el miedo.

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La muerte dormida

Se encontró de repente con un extraño


individuo de tez oscura, calvo y con una
gabardina de cuero, quien le habló en una
lengua extraña, pero sorprendentemente, el
joven podía entenderlo. Al acercarse, el
extraño le mostró la palma de su mano,
revelando un misterioso holograma que
parecía una constelación de estrellas, planetas
y galaxias desconocidas. El hombre lo invitó
a que examinara su propia mano, y allí,
Manuel vio la misma imagen.

No podía creer lo que estaba viendo.


Manuel se quedó estupefacto mientras
observaba la palma de su mano, viendo un
conjunto de planetas que parecían flotar en el
aire. El hombre de la gabardina le explicó que
lo que estaba viendo era real y que podía
viajar a través del espacio a cualquiera de los
mundos que estaban allí. Manuel se emocionó
al saber que había una multitud de planetas
por descubrir y que podrían tener diferentes
culturas, estilos y formas de vida.

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La muerte dormida

¿Era una ilusión o acaso estaba loco?


Pero, cuando volvió a mirar la palma de su
mano, allí seguían los planetas, cada uno con
su propia luz y su propia belleza.

–Tranquilo, no vas a estar solo, yo


estaré siempre contigo, aunque no me veas,
siempre estaré. Me verás cuando lo considere
necesario. Como yo hay muchos otros, nos
hacemos llamar Los Guardianes. Algunos nos
llaman Ángeles de la Guarda, otros nos
llaman Espíritu Santo, pero nosotros mismos
nos llamamos guardianes. – Le dijo el hombre
misterioso para tranquilizar a Manuel ya que
le notaba bastante nervioso. –Y no tengas
miedo de mí, sé que todo esto es nuevo para ti
y puede que sea demasiado abrumador, pues
tu mente todavía está muy ligada al mundo
terrenal del que provienes, pero poco a poco
vas a ir conociendo más a cerca de este plano
de existencia y, del mismo modo, también
podrás conocerme a mí en mayor
profundidad.

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La muerte dormida

La figura de gabardina de cuero le


habló con voz firme y le explicó sobre el
holograma en su mano, que representaba una
llave para acceder a diferentes planetas en el
universo. Pero, el hombre también le informó
que no todos los planetas estaban al alcance
de cualquiera. El universo estaba dividido en
rangos y existían restricciones que regulaban
el acceso a una serie de mundos, y para poder
acceder a ellos debía cumplir con ciertos
requisitos.

Además, le advirtió de la existencia de


una norma fundamental que debía respetar
para poder moverse con libertad: no intervenir
en los asuntos de los habitantes de los planetas
que visitara.

El hombre de la gabardina continuó con


su explicación y le señaló un planeta brillante
en el holograma.

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La muerte dormida

Manuel se emocionó ante la idea de


explorar un mundo nuevo, pero el guardián le
advirtió que primero debía entender cómo
funcionaba el universo. –El tiempo fluye de
manera diferente en cada planeta. Por lo tanto,
si decides visitar uno de ellos, nunca sabrás
cuánto tiempo habrá pasado en el mundo en el
que te encuentres hasta que salgas de él.
Pueden ser días, años, siglos o incluso
milenios. Ten en cuenta este detalle antes de
tomar una decisión- dijo el guardián con tono
grave.

El guardián continuó explicándole a


Manuel que cada uno de esos planetas estaba
gobernado por diferentes deidades. Algunos
planetas estaban regidos por dioses de la
mitología nórdica, otros por los dioses de la
mitología griega. Algunos por los de las
mitologías Maya, Azteca e Inca, e incluso por
los dioses de la mitología egipcia y Romana.
Y otros planetas estaban gobernados por
dioses de religiones monoteístas, como el
cristianismo y el islam. En este plano, existen
todos los dioses de todas las mitologías y

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La muerte dormida

religiones de cada uno de los mundos de los


vivos.

Pero la sorpresa de Manuel no


terminaba ahí, ya que el hombre de la
gabardina también le informó que los planetas
gobernados por las deidades de las mitologías
eran repúblicas democráticas, en las que todos
los dioses tenían poder y gobernaban en
igualdad. Sin embargo, los planetas
gobernados por las deidades de las religiones
monoteístas eran un tanto diferentes. Estos
tenían un sistema de gobierno autoritario con
un pequeño consejo parlamentario
compuestos por los discípulos de los mesías y
santos.

Mientras el joven Manuel se


encontraba en este universo de ensueño,
comenzó a experimentar la libertad y la
emoción de poder explorar nuevos mundos.
Cada planeta que visitase era una aventura
emocionante, llena de peligros y maravillas
por descubrir. Sin embargo, comenzó a sentir

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La muerte dormida

una extraña sensación de desconexión, como


si algo no encajase en su nueva realidad.
Sumido en la confusión y el asombro por las
palabras del misterioso hombre de la
gabardina de cuero, se sintió abrumado por la
nueva realidad que se le presentaba. Debería
ser precavido y tener cuidado con su nueva
vida.

El hombre misterioso le explica que en


todos los planetas hay personas vivas y
muertas, pero en este universo sólo puede
interactuar con los muertos. Además, le dijo
que los únicos seres que podían modificar
algo de esos mundos eran las figuras divinas
que había nombrado antes.

Los vivos, de hecho, parecen ignorar la


presencia de los dioses y de los muertos, y
esto le desconcierta. Se siente como un
espectador en un mundo que no puede
entender del todo, un universo en el que la
muerte y la vida coexisten. Manuel se quedó
perplejo al escuchar al hombre misterioso

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La muerte dormida

hablar de los planetas y la existencia de


personas vivas y muertas. La idea de poder
interactuar con los muertos y no con los vivos,
como si fuese un fantasma, lo asombró.

Manuel se sintió atrapado en una


situación surrealista e incierta, donde la
muerte es una condición de existencia. Sin
embargo, la curiosidad que sentía lo empujó a
explorar los mundos que tiene a su alcance.

En cada uno de ellos, hay áreas seguras


en las que puede moverse libremente sin
temor a morir de nuevo. Pero, si cruza
determinadas fronteras, se expone a la
posibilidad de ser atacado por aquellos que
buscan acabar con los muertos. Manuel debe
estar alerta y observar con cautela el entorno
que lo rodea para evitar cualquier situación
que ponga en peligro su existencia. Eso
significaba que tendría que ser muy cauteloso
en cada planeta que visitase.

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La muerte dormida

La idea de morir una segunda vez lo


asustaba, así que decidió preguntarle al
hombre de la gabardina qué es lo que
sucedería si moría por segunda vez. Él le
explicó que, si eso pasaba, entonces dejaría de
existir para siempre y entraría en una
dimensión alternativa llena de oscuridad, en la
que estaría solo él con sus pensamientos y sus
pesadillas más perturbadoras.

Manuel, entonces, se dio cuenta de que


la muerte no era lo que imaginaba, y que tenía
que ser muy cuidadoso y cauteloso si quería
tener una oportunidad de explorar los mundos
que el hombre misterioso le había mostrado.

Mientras se adentraba en el primer


mundo que visitó, se dio cuenta de que el
hombre de la gabardina de cuero tenía razón.
Había personas muertas en ese mundo,
algunas de ellas estaban en paz, pero otras
seguían atadas a su pasado y sufrían, y otras
que buscaban acabar con la vida de los
fallecidos.

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La muerte dormida

También había vivos que gozaban de la


sencillez de la vida terrenal, pero, aunque
quería hablar con ellos, no podía hacerlo. Se
sentía como si estuviera en una burbuja
invisible que lo separaba del mundo. Pero al
menos estaba a salvo.

Continuó su viaje, visitando diferentes


planetas y descubriendo cosas que nunca
había imaginado. Vio innumerables mundos
llenos de criaturas extrañas, paisajes
hermosos y ruinas antiguas. Sin embargo, en
cada mundo también había peligros que lo
acechaban. En uno de ellos, estuvo a punto de
caer en una trampa mortal que había sido
diseñada para los muertos. En otro, estuvo
rodeado por criaturas hostiles que buscaban
devorarlo. Pero gracias a su astucia y
habilidad, logró superar todos los obstáculos.

A medida que avanzaba, se daba cuenta


de que había algo más que lo impulsaba a
seguir hacia adelante. Quería saber más sobre
su propia muerte, saber cómo había llegado

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La muerte dormida

allí y si había alguna manera de regresar. Pero,


aunque trató de preguntarle al guardián, este
siempre cambiaba de tema o simplemente lo
ignoraba, dando a entender que era él quien
debía trabajar y esforzarse en descubrir la
verdad.

Manuel se obsesionó con la idea de


explorar el universo y aprender todo lo que
pudiera. Se embarcó en un viaje a través de
varios planetas, aprendiendo de cada uno de
ellos y enfrentando obstáculos y numerosos
desafíos.

El tiempo pasó rápido y Manuel


comenzó a comprender la importancia de lo
que le habían enseñado. Pues cuando decidió
volver a su mundo, se dio cuenta de que ya no
era el mismo. Habían pasado cientos de años
y había cambiado por completo.

Manuel se sintió desconcertado por la


situación, pero también se dio cuenta de que

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La muerte dormida

había aprendido mucho en su viaje


intergaláctico. Había visto la grandeza y la
fragilidad del universo, y había aprendido a
valorar su vida y su mundo de una nueva
forma mucho más profunda.

Finalmente, después de viajar y viajar,


llegó a un lugar que parecía ser el centro del
universo. Allí se encontró con un ser que le
habló y le reveló muchas cuestiones sobre la
vida y la muerte. Se encontraba en un mundo
que parecía muy diferente a todos los demás.
Era una especie de oasis en medio del espacio,
con jardines exuberantes y fuentes cristalinas.
Pero lo que más lo sorprendió fue la presencia
de ese ser, un ser radiante que flotaba en el
universo de la vida después de la muerte.

Aunque no le dio respuestas concisas


sobre su propia muerte, Manuel se sintió
reconfortado por las palabras que pronunció.
–No pierdas tiempo lamentando lo que no
puedes cambiar, en lugar de eso, aprovecha al
máximo lo que tienes aquí y ahora.

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La muerte dormida

Manuel asintió con la cabeza, decidido


a explorar este nuevo universo y descubrir
todo lo que pudiera, sin preocuparse por lo
que había dejado atrás en su vida anterior.
–Y recuerda, el universo es infinito,
todavía te queda mucho por aprender y
descubrir. Has sido valiente explorando sin
apenas conocer mucho sobre él. –Le dijo el
ser resplandeciente justo antes de
desvanecerse delante de él, convirtiéndose en
una nube de polvo de colores.

Tras la pequeña conversación, el


guardián volvió a aparecérsele a Manuel.
–Estas primeras exploraciones que has
realizado han estado bien a modo de
excursión de iniciación, pero todavía debes
seguir viajando a más planetas, a más galaxias
e incluso a más universos si te sientes capaz.
Recuerda que siempre estaré contigo y, quien
sabe, quizá en un futuro tu también puedas
llegar a ser un guardián como yo. –Le dijo el
guardián, esta vez con una ligera sonrisa en la
boca antes de volver a desaparecer.

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La muerte dormida

Ahora, quedaba en manos del joven Manuel


de veinticinco años, que pereció mientras
dormía sin saber que estaba muerto, el seguir
explorando el universo y acercarse así, cada
vez más a la verdad.

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