Capítulo II ¿Por Qué Se Puede Criticar, Pero Jamás Ignorar El Positivismo?
Capítulo II ¿Por Qué Se Puede Criticar, Pero Jamás Ignorar El Positivismo?
Capítulo II ¿Por Qué Se Puede Criticar, Pero Jamás Ignorar El Positivismo?
Tanto Newton como Kant1 las manejaron con criterios muy diferentes, pero
tenían plena conciencia de su validez, independientemente de que en oca-
siones no se atrevieran a formularlas, como hizo el primero al no pretender
algún tipo de hipótesis sobre las causas de la gravedad que había estudiado.
Sin embargo, el filósofo alemán se arriesgó a formular una hipótesis sobre
el origen del sistema solar, que luego el matemático francés Laplace trataría
de fundamentar, de ahí que se le reconozca con el nombre de hipótesis
Kant-Laplace.
1. “Si se quiere que la imaginación no desvaríe, sino que cree bajo la estrecha
vigilancia de la razón, es necesario que haya primero algo completamente seguro y
no inventado o producido por la simple opinión. Este algo es la posibilidad del objeto
mismo. Desde esta perspectiva, es perfectamente legítimo recurrir a la opinión en lo
que a la realidad de dicho objeto se refiere. Ahora bien, si tal opinión no ha de ser
infundada, tiene que ir ligada, como fundamento explicativo a lo efectivamente dado
y, por ello mismo, cierto. Es entonces cuando la opinión se llama hipótesis”. Kant,
Enmanuel. Crítica de la razón pura. Madrid, Editorial Alfaguara,1996, pp. 608-609.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
2. “La verdad moral es llamada veracidad por algunos, y la verdad metafísica la toman
vulgarmente los metafísicos por un atributo del ser, pero es un atributo bien inútil y
casi vacío de sentido. Contentémonos en buscar la verdad en la correspondencia de
las proposiciones que están en el espíritu con las cosas de que se trata. Es verdad
que he atribuido también verdad a las ideas diciendo que las ideas son verdaderas
o falsas; pero yo lo entendía de la verdad de las proposiciones que afirman la
posibilidad del objeto de la idea. Y en este mismo sentido se puede decir también
que un ser es verdadero, es decir la proposición que afirma su existencia actual o
por lo menos posible”. Leibniz, Wilhelm. Nuevo tratado sobre el entendimiento
humano. Ciencias Sociales, La Habana, 1968, p. 344.
3. Araya, Domingo. Didáctica de la filosofía. Cooperativa Editorial Magisterio,
Bogotá, 2003, p. 7.
Pablo Guadarrama González
4. Durkheim, Emile. Las reglas del método sociológico. Editorial Ciencias Sociales,
La Habana, 1972, p. 167.
5. Ídem, p. 165.
6. “Los ídolos y conceptos falsos que se han apoderado de la inteligencia humana,
en la que ya han echado profundas raíces, no sólo bloquean el espíritu de tal
modo que el acceso de éste a la verdad resulta muy difícil, sino que, además, aún
suponiendo que la mente haya conseguido forzar la entrada, reaparecerán aquéllos
en el momento de construir las ciencias, sirviendo de obstáculo; a no ser que los
hombres, una vez prevenidos, se defiendan contra ellos todo cuanto sea posible”.
Bacon, Francis. “Nuevo Órgano”. Antología de historia de la filosofía. Filosofía
moderna. Buch Sánchez, Rita. Editorial Félix Varela, La Habana, 2011, p. 158.
7. “El entendimiento humano es a manera de un espejo que no refleja de igual
manera los rayos de las cosas, el cual confunde su propia naturaleza con la de las
cosas mismas, y de este modo la tuerce y la corrompe”. Bacon, Francis. “Nuevo
Órgano”. Antología de historia de la filosofía. Filosofía moderna. Buch Sánchez, Rita,
Editorial Félix Varela, La Habana, 2011, p. 158.
8. “Las ciencias matemáticas eran las que más me agradaban, por la certeza
y evidencia de sus razonamientos; pero no comprendía todavía su verdadera
aplicación, y al pensar que no servían más que a las artes mecánicas, me admiraba
de que sobre tan firmes y sólidos fundamentos no se hubiera edificado algo de
mayor trascendencia que esas artes mecánicas.” Descartes, Renato. Obras de
Renato Descartes. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 6.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
La duda siempre será una herramienta epistémica indispensable para cual- 121
quier investigador científico, pues en primer lugar este está obligado a po-
ner en duda todos los planteamientos existentes alrededor del objeto a ana-
lizar, a partir del conocimiento lo más amplio posible del estado del arte
existente hasta ese momento. Pero tampoco debe asumir prejuiciadamente,
que todo lo planteado por los investigadores que le han antecedido es abso-
lutamente falso. Simplemente debe dudar, esto es suspender temporalmente
cualquier tipo de juicio considerándolo como necesariamente verdadero y
luego de sus análisis pertinentes asumirlo como tal.
14. “Auténtico debe ser considerado aquel producto cultural, que se corresponda
con las principales demandas del hombre para mejorar su dominio sobre sus
condiciones de vida, en cualquier época histórica y en cualquier parte, aun cuando
ello presuponga la imitación de lo creado por otros hombres. De todas formas la
naturaleza misma de la realidad y el curso multifacético e irreversible de la historia
le impone su sello distintivo. La cultura auténtica es siempre específica y por
tanto histórica. Debe ser medida con las escalas que emergen de todos los demás
contextos culturales, pero, en primer lugar, con las surgidas del mundo propio”.
Guadarrama, Pablo. “Autenticidad”. Diccionario del pensamiento alternativo. Hugo
E. Biagini y Arturo A. Roig (Directores), UBA, Buenos Aires, 2009, p. 58.
15. Aristócles, “Eusebio,” en Mondolfo, Rodolfo. El pensamiento antiguo. Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 145.
16. “Sexto Empírico, A. M., VII, 165.” en Mondolfo, Rodolfo. El pensamiento
antiguo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 152.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Ese tipo de escepticismo es el que deben fomentar los profesores entre sus
estudiantes, pues dudar de todo, incluso de lo que estos plantean, debe
conducir a fomentar una mentalidad crítica entre ellos y superar la mentali-
dad simplemente receptiva de una enseñanza bancaria criticada por Paulo
Freire17.
La pregunta crucial sería —con cierto carácter utilitario, aun cuando preci-
samente de lo que se trate es de resquebrajar las bases epistemológicas del
utilitarismo—, ¿para qué sirve conocer las posiciones más comunes deriva-
das del empirismo?
Si en estos pocos años transcurridos del siglo XXI, tras los descomunales
avances de la ciencia y la tecnología los investigadores y profesores se afe-
rraran a las posiciones del empirismo, no solo podrían regresar a los debates
epistemológicos ya superados de los siglos XVII y XVIII −cuando el conoci-
miento experimental no siempre encontraba una explicación teórica, por-
que la tecnología avanzaba a un ritmo mayor que la ciencia, situación que
Ello daría lugar a formar una mentalidad en los investigadores y en los es-
tudiantes limitada a solo confiar en aquello que puedan directamente ex-
perimentar, creándoles la duda de si sus “impresiones” están debidamente
justificadas y se corresponden de algún modo con el devenir real de los
procesos del mundo objetivo.
Otro asunto resulta cuando se trata de las posibles inferencias teóricas que
124 un investigador o un estudiante pudiera establecer en un laboratorio al ob-
servar los resultados de algunos experimentos orientados a determinar mag-
nitudes en las transformaciones de ciertos objetos bajo los efectos de altas
temperaturas, presión, humedad, etc.
Por fortuna Kant intentaría salvar el entuerto del empirismo al sostener que:
“si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experien-
cia, todos sin embargo no proceden de ella”22.
22. Kant, Enmanuel. Crítica de la razón pura. Editorial Ciencias Sociales, La Habana,
1973, p. 33.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
23. “Es imposible que el hombre no sea una parte de la Naturaleza y que no pueda
padecer otras mutaciones que las que puedan entenderse por su sola naturaleza
y de las cuales sea causa adecuada”. Spinoza, Baruch. Ética demostrada según el
orden geométrico. Fondo de Cultura Económica, México, 1958, p. 178.
24. Stuart Mill, John. El Utilitarismo, pdf http://www.ateismopositivo.com.ar/
John%20Stuart%20Mill%20-%20El%20Utilitarismo.pdf
25. Einstein, Albert. “Geometry and Experience” en: Sidelights on Relativity, Nueva
York, E.P. Dutton co, 1923, p.28.
Pablo Guadarrama González
26. “El racionalismo moderado de nuestro krausismo, en abierto contraste tanto con
el racionalismo agresivo de muchos de los últimos espiritualistas románticos que
integraban las élites gobernantes, como el no menos agresivo de los positivistas que
les sucedieron luego, le llevó a un cierto entendimiento con los grupos católicos sin
quebrar por eso la tradición liberal argentina”. Roig, Arturo Andrés. Los krausistas
argentinos. Editorial José M. Cajica, Puebla, México, 1969, p. 38.
27. Condillac, Etienne Bonot de. “Tratado de las sensaciones”, en Marías, Julián, La
filosofía en sus textos. Labor, Barcelona, 1963, T. II, p. 588.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Comte no dudaba que existieran leyes del mundo natural y social. Sin em-
128 bargo, sentaba el precedente de lo que luego se consideraría por empiriocri-
ticistas y convencionalistas como “principio de economía del pensamiento
al plantear: “(…) el carácter fundamental de la filosofía positiva consiste
en captar todos los fenómenos como sujetos a leyes naturales invariables,
cuyo descubrimiento preciso y reducción al menos número posible son la
meta de nuestros esfuerzos (…)”30. Con extraordinario acierto propuso la
creación de una física social o sociología, independientemente de que es-
tableciera o no con argumentos válidos algunos de sus fundamentos, estas
formulaciones constituyen aportes de su obra.
Otro merito indudable del pensador francés fue haber sometido a crítica
todo tipo de filosofía especulativa apriorística o metafísica y concebir el
método en las ciencias como un producto a posteriori de la observación de
los hechos. Esto se aprecia cuando sostenía:
Este aserto comenzaría muy pronto a desmoronarse cuando a fines del siglo
XIX la ciencia iniciaría una aceleración en su protagonismo que superaría
finalmente el ritmo de desarrollo de la tecnología. De modo que se iniciaría
una etapa en la que a muchos descubrimientos científicos no se les encon-
traría una aplicación práctica inmediata.
Einstein fue muy cuestionado durante algún tiempo porque no era posible
“medir” o “comprobar” su concepción espacio−temporal, que implicaba
concebir como curvilíneos los rayos solares. Pero tras muchos experimentos
en el polo norte, el desierto de Arizona y Australia durante eclipses lunares
se pudo finalmente verificar lo acertado de su teoría sobre dichos rayos y el
espacio en general.
Por tal motivo, el célebre físico alemán afirmaría que no hay nada más
práctico que una buena teoría, pues estaba convencido teóricamente de tal
carácter curvilíneo de los rayos, porque de lo contrario su teoría se hubiera
desmoronado. A la vez sostenía que para el investigador científico tan im-
portante es el conocimiento como la imaginación.
Del mismo modo, si un ingeniero civil desconoce las causas producidas por
la fatiga de una viga metálica en un puente y se limita a probar empírica-
mente la exitosa funcionalidad de algunas aleaciones para asegurar la for-
taleza y durabilidad en la construcción de aquellas, puede llegar a producir
un efecto contraproducente a la larga por dicho desconocimiento.
32. Martí, José. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975, T.
XIX, p. 425.
33. Véase: Guadarrama, Pablo y Tussel, Edel. El pensamiento filosófico de Enrique
José Varona. Editora Ciencias Sociales, La Habana, l987.
34. Varona, Enrique José. “José Martí y su obra política”, Discurso del 14 de marzo
de 1896, en Letras Cultura en Cuba. La Habana, Editorial Pueblo y Educación,
1889, p. 52.
Pablo Guadarrama González
Uno de los mayores méritos del discurso positivista se evidenció en sus re-
flexiones sobre la evolución de todo el universo y en particular de la socie-
dad humana. En esa concepción se destacó Herbert Spencer, a quien Char-
les Darwin dedicaría su libro sobre El origen de las especies, al considerarlo
como el verdadero descubridor de la teoría universal de la evolución.
Pero habría que preguntarse: ¿Será posible que un matemático como Comte
o un ingeniero como Spencer— para solo mencionar a los más conspicuos
representantes del positivismo, dado que hubo muchos otros cultivadores
del mismo en todas las latitudes desde la física, la medicina, la biología, la
sicología, la sociología, etc.,— que incursionaron tan prolíficamente en la
filosofía no hayan dejado algunas ideas valiosas para la posteridad? ¿Cuál es
la razón de que se critique tanto al positivismo desde diversas posturas epis-
temológicas y, sin embargo, una y otra vez investigadores y profesores se
vean obligados a retomar el análisis de sus presupuestos, aunque sea para
criticarlos ante la imposibilidad de ignorarlos?. Parece que algunos granos
racionales, como diría Lenin, o núcleos duros según Lakatos deben existir
y sobrevivir en las perspectivas epistemológicas de estas posturas filosófica
que tanta repercusión han tenido en la vida científica y pedagógica desde
su aparición hasta el presente.
Muchos de los que han compartido inicialmente las tesis del positivismo,
136 cuando las han abandonado continúan reconociendo múltiples valores de
esta postura epistemológica, como es el caso del uruguayo José Enrique
Rodó, quien plantearía:
Hoy nadie pone en duda los aportes de los métodos cuantitativos y en par-
ticular de las valiosas informaciones que se derivan de la adecuada utili-
zación de las estadísticas, aunque por supuesto teniendo siempre presente
que sus resultados no son enteramente confiables, si se tiene siempre pre-
sente aquella idea de Mark Twain y la de Lenin. Para el notable escritor nor-
teamericano existía la verdad, la mentira y las estadísticas, para el líder ruso
39. Rodó, José Enrique. Obras completas. Introducción general de Emir Rodríguez
Monegal. Aguilar, Madrid, 1957, p. 505.
Pablo Guadarrama González
Algunos fundamentos existirán que expliquen por qué razón esta perspec-
tiva epistemológica no solo surgió, sino que fue adoptando diversas expre-
siones posteriores en el utilitarismo, el pragmatismo, el empiriocriticismo,
el positivismo lógico, lingüístico, etc. Numerosos investigadores científicos
y no solo filósofos se han identificado con estas expresiones, y aún sobre-
viven en algunos ámbitos, especialmente anglosajón. Si fuese una postura
epistemológica totalmente absurda difícilmente hubiese encontrado adep-
tos entre filósofos, científicos y profesores, quienes normalmente se desta-
can por no poseer un bajo coeficiente de inteligencia.
Por esa misma razón habrá que preguntarse ¿Acaso no existen también ra-
zones suficientes para que el enfoque positivista, con sus diversas formas de
manifestarse no tiene aún y tendrá posibilidades de revitalizarse? De ahí que
resulte imprescindible para investigadores científicos y profesores conocer
sus bases epistemológicas para en caso de que lleguen a compartirlas, al
menos lo sea conscientemente. 137
Por supuesto, todo dependerá de lo que se entienda por una actitud prag-
mática. Si se trata de considerar la práctica como pragma, derivada de ese
vocablo griego que tiene múltiples definiciones, entre las que se destaca la
de “conveniencia”, resultara algo muy diferente a concebirla como praxis.
Este último puede concebirse como aquella actividad que realiza el hombre
para transformar la naturaleza, la sociedad y su propia actividad espiritual
en condiciones históricas específicas, pero con la intención de que al co-
40. “La estadística debe dar, no columnas arbitrarias de cifras, sino la ilustración en
cifras de los distintos tipos sociales del fenómeno que se estudia, tipos que la vida
ha perfilado netamente o está en manos de perfilarlos”. Lenin, V. I, “La jornada y el
año de trabajo en la provincia de Moscú”, en Obras Completas. Editorial Cartago,
Buenos Aires, 1960, T. XVIII, pp. 255-256.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
41. “Ahora bien, para que se enriquezca el concepto marxista de praxis será preciso
todavía que lo objetivo y lo subjetivo se correlacionen no sólo en esa forma —o sea,
138 como unidad de la necesidad histórica objetiva y de la acción real consciente de los
hombres—, sino como unidad en el interior mismo de la acción real, de la praxis
misma; es decir, como actividad objetiva y subjetiva a la vez”. Sánchez Vásquez,
Adolfo. Filosofía de la praxis. Grijalbo, Barcelona, 1980, p. 141.
42. “La cultura expresa el grado de control que posee la humanidad en una forma
histórica y determinada sobre sus condiciones de existencia y desarrollo. Ese
dominio se ejecuta de manera específica y circunstanciada, por lo que puede ser
considerada de manera auténtica cuando se corresponde con las exigencias de
diverso carácter que una comunidad histórica, pueblo o nación debe plantearse”.
Guadarrama, Pablo. Lo universal y lo específico en la cultura. (Coautor Nikolai
Pereliguin). Ciencias Sociales, La Habana, 1989, p. 26; Guadarrama, Pablo. Cultura
y educación en tiempos de globalización posmoderna. Editorial Magisterio, Bogotá,
2006, p. 40.
43. “La ciencia, como modo específico de la práctica y de la conciencia social,
siempre queda supeditada a unos propósitos prácticos determinados. Pero de
ningún modo la práctica social se limita a la mera satisfacción de las necesidades e
intereses materiales productivos de los hombres. Si es verdad que ninguna ciencia
puede ser considerada como pura, no por eso se puede decir que toda ciencia sea
«aplicada»; tal distinción arbitraria y ambigua es un rótulo que no esclarece nada;
resulta de una vieja confusión, nacida ella misma de una situación social compleja.
El que tantos autores antiguos, griegos en su mayoría, tuvieran cierta idea de la
ciencia, no permite concluir que, tal como se practicaba entonces, correspondiera
a esta concepción. Según se suele considerar, los griegos serían excelentes teóricos
pero muy malos observadores”. Magalhaes, V. De–Vilhena. Desarrollo científico y
técnico y obstáculos sociales al final de la antigüedad. Editorial Ayuso, Madrid, 1971,
p. 35.
Pablo Guadarrama González
Nadie puede dudar de que los animales se protegen para evitar algún mal
o se comportan en correspondencia con la obtención de algún beneficio,
bien sea de alimentación o abrigo, individual o para su especie. Lo mismo
podría argumentarse en lo referido al movimiento de una planta en su orien-
tación hacia los provechosos rayos del sol, o hasta en el caso del recorrido
de las aguas de un río en la “búsqueda” de la salida de sus aguas al mar,
si se llegase a compartir el hilozoísmo (hile=materia y zoo=animal), con-
cepción según la cual toda la naturaleza, tanto orgánica como inorgánica,
se encuentra animada, como suponían no solamente algunos pensadores
griegos, como Anaxímenes, sino muchas otras culturas de la humanidad.
44. “No hay fines que de-finan; ni fin último y único que finiquite todo proceso, y
llegando a tal Fin, sobrevenga la paz eterna. Hay simples finales: estaciones que
el hombre comienza por inventar y construir en las que, inventadas y hechas,
descansa, y aun goza de una etapa del viaje; pero siempre le llegará, al hombre
en cuanto actual, el momento de sentirse encerrado, de-finido: de-limitado por lo
mejor hecho, por lo mejor «sido»”. García Bacca, Juan David. Elogio de la técnica.
Anthropos, Barcelona, 1987, pp. 60-61.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
existen porque los ciegos necesitan lazarillos que les sirvan para orientarse
al caminar.
45. “Las otras causas lo son a la manera del fin y el bien de las demás, pues final
quiere significar esto: el mayor bien y el fin de los demás seres. Y en nada cambia
ello, llámese el bien lo que lo es o lo simplemente parece serlo”. Aristóteles.
Metafísica, Edición citada, p. 123.
46. “No es adecuado concebir a los procesos de globalización como expresión de
una ineludible fatalidad cultural, tampoco de un determinismo ciego de carácter
social, aunque el carácter objetivo de su existencia pueda prestar a confusión a
quienes la conciban como un designio ante el cual no queda nada que hacer, sino
solamente resignarse a sus efectos”. Guadarrama, Pablo. Cultura y educación en
tiempos de globalización posmoderna. Editorial Magisterio, Bogotá, 2006, p. 56.
http://biblioteca.filosofia.cu/php/export.php?format=htm&id=2181&view=1
Pablo Guadarrama González
47. “(…) los hombres, con el solo empleo de sus facultades naturales, pueden
alcanzar todo el conocimiento que posee sin ayuda de ninguna impresión innata,
y pueden llegar a la certeza sin tales nociones o principios innatos”. Locke, John.
Ensayo sobre el entendimiento humano. Fondo de Cultura Económica, México, D.F.,
1956, p. 22. 141
48. “[III] La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias
y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres,
precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio
educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en
dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert
Owen)”. Marx, Carlos. Tesis sobre Feuerbach. https://www.marxists.org/espanol/m-
e/1840s/45-feuer.htm
49. “Por humanismo práctico –término utilizado por Marx en sus trabajos
tempranos como La sagrada familia y los Manuscritos económicos y filosóficos de
1844, así como los de humanismo concreto, humanismo positivo y humanismo
culto que diferenciaba del humanismo real de Feuerbach–, entendemos una postura
de compromiso activo, militante y arriesgado con la defensa de la dignidad de
determinados grupos humanos, que se diferencia del humanismo abstracto que
se limita a simples declaraciones filantrópicas, que no trascienden más allá de
cierta misericordia o postura piadosa ante indígenas, esclavos, siervos, proletarios,
mujeres, niños, minusválidos, etc. Un humanismo práctico debe distanciarse del
antropocentrismo que ha caracterizado generalmente a la cultura occidental
y tomar en consideración la imprescindible interdependencia entre el hombre y
la naturaleza”. Guadarrama, Pablo. “Humanismo y marxismo”. Marx Vive, IV.
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006, pp. 209-226; Marx y el marxismo
crítico en el siglo XXI. Colectivo de autores. Camilo Valqui Cachi y Cutberto Pastor
Bazán. (Coordinadores). Ediciones EON-Universidad Autónoma de Guerrero,
México, DF, 2011, pp. 313-332. http://es.scribd.com/doc/90507863/Cmilo-v-C-El-
Marxismo-Critico
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Este criterio lo compartió John Stuart Mill, al fundamentar las bases antro-
pológicas del utilitarismo cuando sostenía que: “toda acción se realiza con
vista a un fin y parece natural suponer que las reglas de una acción debe
tomar todo su carácter y color del fin al cual se subordinan50. Por supuesto
que todo dependerá también de lo que se considere como una acción. Aun
cuando este acto se limitase a la sociedad humana, presupone desestimar o
cuando menos subestimar el papel determinante de los nexos causales de
tales relaciones e interesarse mucho más por el efecto utilitario que por las
razones que las produjeron.
51. Wells, Harry. El pragmatismo filosofía del imperialismo. Editorial Platina, Buenos
Aires, 1964, p. 32.
52. Stuart Mill, John. El Utilitarismo, edi. cit. p. 6.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Nada tiene de extraño el vínculo del utilitarismo con la ideología del libe-
ralismo, dada la confluencia exaltadora del individualismo subyacente en
ambas concepciones, no obstante las apariencias altruistas propugnadas
por este pensador inglés.
Para el utilitarista John Stuart Mill, “preguntarse por los fines es preguntarse
qué cosas son deseables. La doctrina utilitarista establece que la felicidad
es deseable, y que es la única cosa deseable como fin; todas las otras cosas
son deseables sólo como medios para ese fin”53.
Eso significaría que el científico o el profesor solo deben esperar del fin de
sus actividades productos deseables. Y en cierto modo esto podría justificar-
se pero ¿cuántas veces la cruda realidad les plantea a investigadores y edu-
cadores que los resultados de sus proyectos no coinciden con sus deseos
iniciales? Esto no debe conducirle a desechar los resultados alcanzados en
144 su labor investigativa, por inesperados o adversos a sus pretensiones de
partida que resulten, deban desecharse por considerar erróneamente que
no puedan contribuir de algún modo a algunas de las formas de la práctica
social, o incluso, extraordinariamente al enriquecimiento del saber.
53. Ibidem. p. 15
Pablo Guadarrama González
54. Peirce, Charles. A. The Phiposophy of Peirce, Selected Writting. Ed. Justus
Buchler, New York, 1940, p. 36.
55. Bacon combatió abiertamente desde una lógica inductiva con bases empíricas el
dogmatismo de la escolástica que había absolutizado la evidencia como criterio de
verdad. “Francis Bacon”. Colectivo de autores dirigido por Oiserman, T. Geschichte
der Dialektik 14. Bis 18. Jahrhundert, Dietz Verlag, Berlin, 1979, T. II, p. 99.
56. Peirce, Charles S. Cómo esclarecer nuestras ideas. Traducción castellana y
notas de José Vericat (1988) http://www.unav.es/gep/HowMakeIdeas.html Epígrafe
6, p. 3.
57. “Es de singular importancia que Peirce, como filósofo, hubiera dedicado tanto
tiempo a la meditación del signo en su sentido general en vez del signo según
alguna definición relativamente estrecha. Y es notable que Peirce haya luchado
toda su vida, a menudo con pasión, por llegar a la comprensión más profunda
posible acerca del signo, sobre todo con respecto a la problemática de lo que es la
significación, es decir, el proceso en que los signos se vuelven otros signos”. Merrell,
Floyd. Semiótica de C.S. Peirce. Universidad del Zulia, Maracaibo, 1998, p. 8.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
“Pretendiendo ser muy práctico, −plantea con acierto Mario Alfaro− se po-
dría llegar a considerar el conocimiento científico con desdén y hasta con
cierto desprecio con lo cual se estaría haciendo un flaco favor a la cien-
cia y se obviaría la rigurosidad con que deben ser analizados los proble- 147
mas, y en lugar de refutar, contrastar, verificar, etc., simplemente actuaría,
con lo cual se hace daño a la cultura, pues se sembraría el germen de la
improvisación.”62
muy simple. En ese caso solo se trataría de tomar nota sobre la sucesión
de acontecimientos en el proceso investigativo y por reiteración sucesiva
se convertiría en una usual costumbre, que debe ser reconocida como la
verdad. Pudiera entonces el lector reflexionar sobre ¿cuáles implicaciones
tendría en su área de trabajo investigativo o en su praxis pedagógica si se
considerase satisfecho de alcanzar la verdad con simplemente sistematizar
un conjunto de hábitos a los cuales les encontrara “significación” en su
labor, sin importarle mucho su trascendencia teórica, ni la posibilidad de
formular teorías sobre sus posibles tendencias de desarrollo, regularidades
o leyes del área del conocimiento objeto de su atención?
63. “Desde esta concepción iniciada por Peirce, la formulación técnica del pragmatismo
fue bien adaptada para servir los propósitos rapaces de la clase capitalista en la era
del imperialismo”. Wells, Harry. El pragmatismo filosofía del imperialismo. Editorial
Platina, Buenos Aires, 1964, p. 45.
Pablo Guadarrama González
condiciones para que en caso de que esta también de pudiera lograrse, re-
sultase provechosa a los intereses norteamericanos.
Bien es sabido que en todos los anteriores casos los gobiernos norteameri-
canos han tenido actitudes complacientes o incluso propiciadoras de dic-
tadores, pero cuando les ha interesado han dado un pragmático vuelco a
sus respectivas políticas y los han convertido no propiamente en enemigos,
pero al menos en gobiernos “algo” criticables por sus violaciones de los
derechos humanos, etc. 149
Son múltiples los ejemplos como en los apoyos a las dictaduras de Batista,
Somoza, Rojas Pinilla, Trujillo, Pinochet, Videla, etc. Luego aparecen las
excusas imprescindibles ante los errores cometidos, la falta de información
suficiente, etc., −como haría el presidente George W. Buch respecto a la no
existencia de armas de exterminio masivo en Irak, que le había servido para
intervenir en ese país− pero ya algo tardíamente pues los hechos han sido
consumados y los objetivos utilitariamente alcanzados.
Pareciera así tener la razón la utilitaria tesis de Goebels, según la cual una
mentira repetida mil veces se convierte en verdad, que todos coinciden en
considerar epistemológicamente falsa, pero que ideológica y pragmática-
mente sí funciona con éxito. Eso, al parecer, para determinados intereses es
lo más importante.
64. http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/pragmatismo/6.html
65. James, William. “Concepción de la verdad según el pragmatismo”. Nicolás,
Juan y Frapoli, Marías José, Editores. Teorías contemporáneas de la verdad. Tecnos,
Madrid, 2012, p. 536.
66. Ibidem, p. 539
Pablo Guadarrama González
Es cierto en parte, como plantea Elsa Martínez Ortiz, que “En la educa-
ción pragmática las ideas deben relacionarse con sus consecuencias prác-
ticas y responder a problemas sociales. La educación progresista acentúa
el aprendizaje a través de la acción y deja de considerar al niño como un
puro recipiente pasivo de la educación”70. Esta concepción coincide con
las ideas y propuestas pedagógicas de Paulo Freire en sus críticas a lo que
llamó educación bancaria. Pero también es cierto que hace mayor énfasis
en el beneficio individual que en el social, como lo revela esta idea de John
67. Idem.
68. Idem.
69. James, William. Pragmatismo. Buenos Aires, Aguilar, 1975, p. 66.
70. Martínez Ortiz, Elsa. Pragmatismo y american way of life. Editorial Torres
Asociados, México, 2003, p. 48.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Es lógico que para una mejor valoración de la actividad humana tales di-
mensiones de su espiritualidad resultan indispensables, pues el ser humano
no se reduce a su actividad lógica o racional. Sin embargo, limitar la fun-
ción de la investigación científica a la simple habilidad para alcanzar un
fin, o sea saber cómo lograrlo, sin tener necesidad de conocer las causas
que lo determinan, resulta nefasto para el progreso científico. Tomar en
consideración solo los resultados y no los procesos que deben conducir
metodológicamente a alcanzarlos atenta contra la investigación científica.
71. Dewey, John. El hombre y sus problemas. Buenos Aires, Editorial Paidos, 1961,
p. 58
72. Dewey, John. La ciencia de la educación. Editorial Losada, Buenos Aires, 1941,
p. 16.
73. Dewey, John. La educación de hoy. Editorial Losada, Buenos Aires, 1965, p. 20.
74. “Si hemos de dar una explicación apropiada a la objetividad, debemos renunciar
a toda forma de representacionismo; debemos apelar a las prácticas justificatorias
intersubjetivas (o mejor sociales).” Bernstein, Richard J. El giro pragmático. Anthropos-
Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2013, p. 119.
75. Dewey, John. El hombre y sus problemas, edi. cit., p. 58.
76. Véase: Cassirer, Ernst. Filosofía de las formas simbólicas. México, FCE, 1979.
Pablo Guadarrama González
Es claro que el colega quedó muy desanimado, pero también debió así sen-
tirse el propio estudiante que había cumplido exitosamente la tarea, pues
en caso de que tuviese que repetirla, ni el mismo podría hacerlo de forma
adecuada de nuevo. ¿Puede la ciencia basarse en tales criterios de casua-
lidades o de resultados exitosos, sin conocer el método que conducen a
alcanzarlo? La ciencia, en verdad, debe desarrollar más los métodos con
toda la rigurosidad necesaria, pues los resultados siempre son circunstan-
ciales, condicionados históricamente y jamás absolutos, a lo sumo incluyen
un núcleo duro de verdades que deben ser completados luego por otros
investigadores.
En primer lugar, cabe destacar que como heredero del positivismo, el prag-
matismo mantuvo la misma actitud crítica ante cualquier postura metafísica
y especulativa característica de su antecesor. Incluso, aunque algunos de
sus propugnadores, como el propio James, eran fervientes religiosos, supie-
ron eficazmente diferenciar los respectivos campos de acción de la filoso-
fía, la ciencia y la religión. Esto motivó cierto nivel de credibilidad también
en círculos intelectuales laicos donde las conquistas del pensamiento mo-
derno estaban bien consolidadas.
80. Ibidem.
81. Idem, pp. 537-538.
82. Idem, p. 538.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
83. Ibidem.
84. Schaff, Adam. La teoría de la verdad. Editorial Lautaro, Buenos Aires, 1964, p.
286.
85. James, William. “Concepción de la verdad según el pragmatismo”, edi. cit. p.
542.
Pablo Guadarrama González
No parece que sea necesario comentar la última frase. Cada quien podrá in-
ferir, según su criterio, en relación a que poderes se debe plegar “una mayor
sumisión en términos políticos”.
Por otra parte, el convencionalismo fue propuesto por el físico francés Hen-
ry Poincaré, según el cual cuando los científicos no tienen una verdad sos-
tenible sobre algún fenómeno, deben reunirse en congresos o convenciones
y llegar a algún acuerdo por mayoría o consensuado que se acepte como
verdad, hasta que no se demuestre lo contrario. ¿Puede realmente la ciencia
avanzar a partir de tal criterio “democrático”? Por supuesto esta concepción
parece confundir la construcción de verdades científicas con los acuerdos
que se logran en una reunión de cualquier otro gremio, sindicato o partido
político.
En este caso es mejor que el lector extraiga al respecto sus propias conclu-
siones sobre la validez epistemológica o no de tal planteamiento, y llegar
a sus propias conclusiones si es adecuado o no para el intercambio de
opiniones científicas.
95. Dewey, John. El hombre y sus problemas. Editorial Paidos, Buenos Aires, 1952,
p. 293.
96. Idem.
Pablo Guadarrama González
rado para las exigencias del voraz mercado capitalista, el que se supone, lo
cual no es siempre cierto, que se rige por la ley de la oferta y la demanda.
Por supuesto que todo dependerá de lo que se entienda por tal correspon-
dencia, pues si se presupone que se trata en su caso de correspondencia
de las ideas con la realidad objetiva se caería en un craso error, pues no es
precisamente a este tipo de correspondencia al que se refiere, sino todo lo
contrario. Según sus propias palabras:
verdadero a algún tipo de enunciado “no es más que darle una palmadita
retórica en la espalda” al investigador, ya que para él no hay una única ver-
dad en una relación fenomémica específica, sino muchas verdades y ese ha
sido el gran dilema intelectual de Occidente: “sustituir un amor a la verdad
por un amor a Dios.”105
Uno de estos factores ha sido el auge que fue tomando desde el pensamien-
to posterior a la Ilustración las críticas a las potencialidades de la razón y el
culto al papel de las emociones, la voluntad, las pasiones, etc., que impulsó
el romanticismo y la filosofía de corte existencialista y vitalista que tendrían
en Kierkgegaard, Schopenhauer y Nietzsche fervoroso cultivo.
Sin embargo, la tesis opuesta sustentada por el filósofo inglés no deja de ser
menos controvertible. Según ella:
las pasiones del ánimo turban los sentidos y les dan impresiones falsas. Cada cual
miente y engaña como le viene en gana”. Pascal, Blaise. “Pensamientos”. Buch, Rita
M, Directora Académica. Antología. Historia de la Filosofía. Filosofía Moderna, t. III.
Editorial Félix Varela, La Habana, 2011, p. 191.
116. “(…) descubrimos que esos primeros principios del conocimiento y de la
ciencia no son innatos, supongo que ya no habrá ninguna otra máxima especulativa
que pueda aducir con mejor derecho a semejante pretensión”. Locke, John. Ensayo
sobre el entendimiento humano. Fondo de Cultura Económica, México, 1956, p. 40.
117. Ibidem, p. 83.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
nuestras primeras ideas no son otra cosa que individuales, ideas de tal o
cual objeto”.121
124. “Partiendo de las sensaciones se puede ir por la línea del subjetivismo, que
lleva al solipsismo («los cuerpos son complejos o combinaciones de sensaciones»)
y se puede ir por la línea del objetivismo, que lleva al materialismo (las sensaciones
son imágenes de los cuerpos, del mundo exterior). Para el primer punto de vista, −
el agnosticismo, o yendo un poco más lejos, el del idealismo subjetivo− no puede
haber verdad objetiva. Para el segundo punto de vista, es decir, el del materialismo, es
esencial el reconocimiento de la verdad objetiva”. Lenin, Vladimir I. “Materialismo y
empiriocriticismo”, en Obras completas. Editorial Cartago, Buenos Aires, 1969, p. 125.
Pablo Guadarrama González
Algo muy diferente es considerar, como sugiere Luis Villoro, que “Tanto
en la ciencia como en la sabiduría intervienen el saber y el conocimiento
personal, pero su relación es diferente. En la primera predomina el saber,
en la segunda, el conocer. La ciencia consiste en un conjunto de saberes
compartibles por una comunidad epistémica determinada: teorías, enun-
ciados que las ponen en relación con un dominio de objetos, enunciados
de observación comprobables íntersubjetivamente; todo ello constituye un
cuerpo de proposiciones fundadas en razones objetivamente suficientes”.126
Pues en este caso, el filósofo mexicano deja claro que tales saberes com-
partibles por una comunidad epistémica determinada no solo deben ser
comprobables ínter subjetivamente, sino que a su vez deben estar fundados
en razones objetivamente suficientes. Esto lo distancia de cualquier tipo de
convencionalismo.
El hecho de que una de sus disciplinas, como la epistemología, tenga entre 173
sus objetos precisamente dilucidar el contenido de la verdad, no le otorga
ya de antemano una patente de corso para ofrecer veredictos inapelables
sobre lo que debe ser considerado verdadero.
128. García, Luis E. “La verdad como probabilidad”, en Gutiérrez, Carlos, B. El trabajo
filosófico de hoy en el continente. Memorias del XIII Congreso Interamericano de
Filosofía. Universidad de Los Andes, Bogotá, 1995, pp. 709-710.
129. “Los relativistas epistémicos han causado mucho revuelo en las últimas décadas
pero no han convencido a todo el mundo ni mucho menos. La visión tradicional del
progreso científico sigue siendo compartida por la inmensa mayoría de las personas
cultivadas o semicultivadas en todas partes del mundo (y por cierto que no solo en
los países euroamericanos, como pretenden algunos románticos tercermundistas) y
ella es la opinión compartida por casi todos los científicos practicantes de cualquier
país, que nunca han oído hablar de Kuhn o no les importa un comino lo que
haya dicho. Para todas estas personas está claro que el desarrollo de la ciencia
ha conducido a un aumento del conocimiento objetivo y que ello, a su vez, ha
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Una vez más se evidencia que del escepticismo al agnosticismo solo hay un
paso, y este no es muy largo. Por eso el investigador científico y el profesor
deben estar muy atentos a la zancadilla que les puede anteponer el relati-
vismo y el escepticismo, para no caer en el solipsismo134 y el agnosticismo,
posturas que de diferente modo niegan la posibilidad de que el hombre
conozca la realidad objetiva. Un criterio coincidente con tales formas de
subjetivismo se incrementó en la filosofía moderna cuando se enfatizó la
función del lenguaje en el conocimiento humano.
Nadie duda del trascendental papel que el lenguaje desempeña para el de-
sarrollo no solo de la ciencia y la filosofía, sino para todo tipo de relación
entre los hombres, como sostiene Edgar Morin:
133. Nicolás de Cusa. “Docta ignorancia”, en Julián Marías. La filosofía en sus textos.
Editorial Labor, Barcelona, 1963, t. 1, p. 763.
134. “El idealismo subjetivo gnoseológico, que reduce todos los objetos, como
objetos de conocimiento, a contenidos de conciencia, y el idealismo metafísico, que
niega la existencia o, mejor dicho, la subsistencia, del mundo externo, conducen al
solipsismo. Éste puede definirse como la radicalización del subjetivismo, como la
teoría –a la vez gnoseológica y metafísica– según la cual la conciencia a la que se
reduce todo lo existente es la conciencia propia, mi «yo solo» (solus ipse)”. Ferrater
Mora, José. Diccionario de Filosofía. Editorial Ariel, Barcelona, 1994, p. 3341.
135. Morin, Edgar. El método. La humanidad de la humanidad. La identidad
humana. Cátedra, Madrid, 2001, p. 42.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
136. Hobbes, Tomas. Leviatán. Fondo de Cultura Económica, México, 1982, p. 261.
137. Véase: Scocozza, Antonio. El maestro de América. La filosofía del entendimiento
de Andrés Bello. Universidad Católica de Colombia-Universidad de Salerno-Editorial
Planeta, Bogotá, 2011.
138. “Podría decirse, por ejemplo, que el Círculo de Viena no sólo estaba
comprometido con un ejercicio técnico filosófico –la formulación de las doctrinas
epistemológicas y semánticas del positivismo lógico–, sino con la defensa de la
Ilustración en contra de las diversas formas del irracionalismo, rasgo conspicuo de
la Viena de la posguerra que halló expresión en el fascismo clerical de Dollfuss,
así como en el nazismo”. Callinicos, Alex. Contra el posmodernismo. Una crítica
marxista. El Ancora Editores, Bogotá, 1993, pp. 96-97.
139. “Wittgenstein es el verdadero creador de la teoría, tan cara a los neopositivistas,
del «análisis lógico del lenguaje» destinada a ocupar el lugar de la filosofía. También
es el autor de la teoría de la carencia de significado de todas las proposiciones
universales que no se pueden reducir a proposiciones elementales. La demostración
de esta tesis tenía que ser la refutación definitiva de toda metafísica; sin embargo, en
realidad sirve para poner a la filosofía neopositivista ante cuestiones tan escabrosas
como ésta: “¿hay una realidad objetiva?”. Esta proposición, para Wittgenstein,
simplemente carece de sentido”. Schaff, Adam. La teoría de la verdad. Editorial
Lautaro, Buenos Aires, 1964, p. 324.
Pablo Guadarrama González
Russell partía del controvertido criterio según el cual “El mundo se com-
pone de hechos: hechos que estrictamente hablando no podemos definir,
pero podemos explicar lo que queremos decir admitiendo que los hechos
son los que hacen a las proposiciones verdaderas o falsas”.149 Por supuesto
que todo depende de lo que se entienda por “hechos”; pero, independien-
temente de su mayor o menor objetividad, es que se plantee la posibilidad
de explicarlos sin que se admita la de definirlos, lo cual sin duda constituye
un verdadero contrasentido. Porque ¿de qué forma se puede explicar algo
si no está debidamente definido el contenido conceptual de lo que se pre-
tende explicar?
mientos en una parte del espacio-tiempo, por pequeña que sea di-
cha parte. La razón por la que la materia es impenetrable estriba en
que nuestras definiciones así la hacen. Hablando a grandes rasgos, y
simplemente para dar una idea de cómo ocurre esto, podemos decir
que un trozo de materia es todo cuanto ocurre en cierto trayecto del
espacio-tiempo, y que nosotros construimos los trayectos llamados
trozos de materia de tal modo que no se intersequen (sic) entre sí.
La materia es impenetrable porque es más fácil enunciar las leyes de
la física si hacemos nuestras construcciones de tal manera que se ga-
rantice la impenetrabilidad. La impenetrabilidad es una consecuencia
lógicamente necesaria de la definición, aunque sea empírico el hecho
de que dicha definición sea conveniente. Los trozos de materia no fi-
guran entre los ladrillos con que está hecho el mundo. Los ladrillos son
acontecimientos, y los trozos de materia son porciones de la estruc-
tura a los que hallamos conveniente prestar atención por separado.150
153. Carnap, Rudolf. “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del
lenguaje”, en A.J. Ayer (compilador). El positivismo lógico. Edit. Estudios, La Habana,
1967, p. 82.
154. Engels, Federico. Dialéctica de la naturaleza. Editorial Grijalbo, México, 1961,
p. 194.
155. Einstein, Albert. El significado de la relatividad. Planeta-Agostini, Barcelona,
1961, pp. 52-53.
Pablo Guadarrama González
El extraordinario mérito que hizo que Einstein sea reconocido por su teoría
de la relatividad es suficiente para ocupar un lugar entre los más descollan-
tes de la historia universal de la ciencia. Sin embargo, lo más meritorio es
que, no obstante sus profundas argumentaciones y convicciones de la vali-
dez de varias teorías sobre las que había partido, con envidiable modestia
expresó: “En mi opinión, la teoría presentada aquí es la más simple teoría
relativista de campo, y es perfectamente posible. Pero esto no significa que
la naturaleza no pueda obedecer a una teoría de campo más complicada”.156
Lo anterior sirve para comprender que los grandes científicos no han des-
deñado la experiencia en sus formulaciones teóricas, pero a la vez no han
caído en la trampa del empirismo, pues si bien en los primeros estadios
de la ciencia moderna se justificaba que la dimensión descriptiva y expe-
rimental constituyera un sólido asidero para enfrentarse a todas las teorías
seudocientíficas y especulativas, eso no significa que en su desarrollo con-
temporáneo continúe teniendo similar validez y significación.
Veamos ahora las ideas de Schlick respecto a las relaciones entre la ciencia
y la filosofía, a partir del controvertible criterio según el cual si se analiza
tal vínculo es porque se presupone que no se identifican, ni la filosofía debe
ser concebida como una ciencia más. A su juicio:
Al presuponer que toda ciencia debe ser considerada como “un sistema de
conocimientos, esto es, de proposiciones empíricas verdaderas”, ya estable-
cía un presupuesto de validación eminentemente empirista.
Más allá de coincidir o no con la opinión de que la filosofía sea una ciencia, 185
la cuestión de excluirla de la posibilidad de que desde su seno se puedan
alcanzar verdades pone en entredicho a miles de pensadores que desde la
antigüedad, no solo grecolatina, sino en otras latitudes, han elaborado ideas
filosóficas con indiscutible presunción de alcanzar algunas verdades.
De acuerdo con ese endeble criterio, para Rudolf Carnap: “En el caso de
muchas palabras, específicamente en el de la mayoría de las palabras de la
ciencia, es posible precisar su significado retrotrayéndolas a otras palabras
(«constitución», definición) (…).”162
186
161. “Llamamos solamente proposiciones a las que tienen en sí verdad o falsedad”.
Aristóteles. Órganon escritos de lógica. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975,
p. 69.
162. Carnap, Rudolf. “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del
lenguaje”, edi. cit., p. 68.
163. “Diríamos que el lenguaje, además de ser inicio y nacimiento de la existencia,
es el sustento donde la vida se perpetúa, aún después de la muerte, pues las
palabras sobreviven a sus portadores: autores, pensadores, líderes. Así también,
es en la palabra y su lenguaje donde sobreviven oralmente las culturas que no
poseen escritura, y también se extiende el poder y la influencia de los mandatos y
pensamientos remotos, los que se graban en la persona o en la sociedad según la
intensidad con la que se dieron, y si son interpretativos de la condición humana aún
más, como es el caso de los mitos, leyendas y arquetipos. Es entonces la palabra la
marca de la experiencia individual y colectiva de una sociedad”. Bojorque, Miriam.
Lectura y procesos culturales. Lenguaje en la construcción del ser humano. Palabra
Magisterio, Bogotá, 2004, p. 89.
164. “Por consiguiente, el empleo indebido e inadecuado de las palabras pone de
manera extraña dificultades al entendimiento. Ni las definiciones ni las explicaciones
con que los hombres doctos acostumbran a protegerse y defenderse en algunos
asuntos, pueden, en modo alguno, restituir la cosa a su verdadera situación. Sino
que las palabras coaccionan, sin duda, al entendimiento, y todo lo perturban, y
arrastran a los hombres a innumerables controversias y comentarios sin sentido”.
Bacon, Francis. “Nuevo Organo”. Buch, Rita M, Directora Académica. Antología.
Historia de la Filosofía. Filosofía Moderna, t. III. Editorial Félix Varela, La Habana,
2011, p. 159.
Pablo Guadarrama González
Por supuesto que tal postura no debe conducir a otro lugar que no sea el
subjetivismo. Cada investigador y profesor está en la obligación de tomar
algún tipo de actitud, bien sea de conformidad o de crítica al respecto. Lo
que sí resulta improcedente es expresar indiferencia ante tal crucial dilema
epistemológico.
165. Rojas Osorio, Carlos. La ciencia como lenguaje, Colección Prometeo, No. 35.
Universidad Nacional de Costa Rica, San José, 2006, p. 151.
166. Peregrin Otero, Carlos. “Introducción”, Noam Chomsky sobre democracia
y educación. Escritos sobre las instituciones educativas y el lenguaje en las aulas.
Paidós, Barcelona, 2006, p. 24.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Sería ingenuo pensar que las posturas subjetivistas extremas son cuestión
del pasado, y que ya no es posible encontrarlas en el pensamiento contem-
poráneo. Lamentablemente no ocurre así. Son múltiples las ocasiones en
las que reaparecen de diverso modo, como puede observarse en este plan-
teamiento desconocedor de la objetividad del tiempo: “Mis recuerdos están
en un orden. El modo como los recuerdos están ordenados es el tiempo. El
tiempo se da, consiguientemente, en estrecha relación con los recuerdos. El
tiempo es casi la forma en que tengo los recuerdos”.167
Si bien es cierto que el hombre jamás podrá conocer de una vez y por todas
la infinita totalidad de fenómenos existentes en el mundo, esto no implica
que parcialmente no vaya apropiándose cada vez de mayores parcelas de la
realidad antes desconocida. La prueba fehaciente de este hecho lo ofrece la
práctica a través de sus múltiples expresiones172 y la validez de una filosofía
de la praxis que extraiga adecuadas conclusiones de este proceso.
Sin embargo, el hecho de que este se haya distanciado del Círculo de Viena,
con el cual en un inicio tuvo algunas aproximaciones, no significa que lo
haya hecho de una forma radical, pues en su concepción epistemológica se
revelan algunas huellas de su influencia, en especial en cuanto al conven-
cionalismo.173
dad, pero no es del todo así, pues es algo más flexible. No exige que todo
enunciado científico tenga necesariamente que ser falseado para aceptar su
validez, sino que admita la posibilidad de serlo.
Según tal criterio, una teoría es verdadera si se pueden crear las condiciones
para ser refutada por la demostración de los hechos empíricos, aunque no
es necesario que esto en verdad ocurra, sino simplemente cuando se admi-
te, de forma racional, como posibilidad.
175. “Algunos filósofos han hecho una virtud de hablarse a sí mismos, tal vez porque
piensan que no hay nadie con quien merezca la pena hablar. Pero temo que la
costumbre de filosofar en este plano algo eminente sea un síntoma de la decadencia
de la discusión racional sin duda alguna, Dios se habla principalmente a sí mismo,
porque no tiene a nadie que valga la pena de hablar, pero un filósofo debería
saber que no es más divino que los demás hombres”. Popper, Karl. La lógica de la
investigación científica. Edit. Tecnos, Madrid, 1973, p. 18.
176. Ibidem, p. 22.
177. Popper, Karl. Miseria del historicismo. Edit. Alianza-Taurus, No. 477, Madrid,
1981, p. 17.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
182. Véase: Marx, Carlos. La ideología alemana. Editora Política, La Habana, 1965.
183. “El conocimiento de la realidad se basa en cuatro puntos para Popper: 1) se acepta
la existencia del mundo real, material, independiente de las experiencias subjetivas,
2) La existencia de ese mundo real no puede ser demostrada subjetivamente pero
se acepta, por la fortaleza de sus argumentos, el realismo que afirma la existencia
del mundo real no subjetivo; 3) Los conocimientos son intentos de los sujetos para
descubrir el mundo real; 4) Los sujetos nunca podremos estar ciertos de que nuestro
conocimiento es verdadero, pero en algunas ocasiones nos podemos dar cuenta de
que el conocimiento que se tiene de la realidad va aumentando”. Artigas, Mariano.
Karl Popper. Búsqueda sin término, Editorial Magisterio Español, S.A., Madrid, 1979,
p. 107.
184. “Sostiene Popper: «La pureza de la ciencia pura es un ideal, el que acaso
quepa considerar inalcanzable, pero por el que la crítica lucha y ha de luchar
ininterrumpidamente». Esa ciudadela científica cerrada, en la cual Popper quiere
seguir depurando el conocimiento para exigir títulos de nobleza, me parece una
bastardía. La pregunta más bien es si ¿la ciencia representa el conocimiento humano
en toda la riqueza y complejidad? El culto a la cientificidad más parece propio de
la religión que de una posición intelectual y crítica”. Botero, Darío. Discurso de la
no-razón. Produmedios, Bogotá, 2006, p. 83.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
185. Popper, Karl. La sociedad abierta y sus enemigos. Editorial Paidós, Buenos
Aires, 1957, p. 414.
186. “Llegados a este punto podemos aventurar unas consideraciones finales sobre
194 el papel de la ciencia y del método científico en las apreciaciones de racionalidad.
Creo que, en principio, podemos descartar la versión trascendental del método
científico como modelo general del ejercicio de la racionalidad en el sentido de
reflejar la (presunta) estructura misma del uso de la razón, parafraseando a Ortega,
“¿quién es esa moza?”. También habremos de renunciar a otra pretensión filosófica
clásica que atribuye al método científico una determinación positiva fuerte de
nuestras posibilidades de justificación epistémica. Pues, por una parte, ningún código
conocido de normas o valores epistémicos llega a constituir una determinación
suficiente o necesaria del desarrollo mismo de la ciencia o, más en general, del
conjunto de las prácticas justificables en el seno de una comunidad científica o
en el marco de una disciplina. Por otra parte, el método científico tampoco es una
condición suficiente o necesaria de la racionalidad epistémica en cualquier contexto
cultural; no es determinante en el sentido de que, por ejemplo, bastaría que una
proposición estuviera lógica o metodológicamente justificada para que su asunción
fuera racional, ni en el sentido de que la asunción de toda proposición que no
estuviera lógica o metodológicamente justificada, sería irracional, por encima o
al margen de cualquier otra consideración. Y, en fin, no sólo no contamos ahora
sino que seguramente nunca po dremos contar con una explicitación efectiva
de las condiciones suficientes y necesarias que —se supone— deberán regir la
racionalidad epistémica en todo momento y en cualquier circunstancia”. Luis Vega.
“Popper y la racionalidad científica (elementos para una discusión)”, en González,
Moisés (compilador). Filosofía y cultura. Editorial Siglo XXI de España Editores S.A.,
Madrid, 2003, p. 562.
187. Véase: Guadarrama, Pablo. “La eficaz función crítica de la filosofía.” En
J.A. Nicolás, S. Wahnón, J.M. Romero Cuevas (eds.), Crítica y Hermenéutica. Ed.
Comares, Granada, 2018.
Pablo Guadarrama González
Al respecto declara:
188. Popper, Karl. El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionalidad,
Paidós Básica, Barcelona, 1997, p. 100.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Con frecuencia algunos consideran que con preguntas como las siguientes
ya está formulado el problema de investigación: “¿Es posible solucionar la
situación del transporte en la ciudad?” o esta otra “¿Cómo se puede incre-
mentar la productividad en la fábrica?”. En lugar de plantear diversas alter-
nativas de solución, como por ejemplo, para el primer caso, por medio de
la construcción de un metro aéreo o subterráneo, la ampliación del sistema
de ómnibus, establecer horarios diferenciados de trabajo en empresas o
instituciones, o la construcción de ciclovías; y para el segundo, proponer
un mejoramiento de la distribución de las áreas productivas y de almace-
namiento, la renovación de las maquinarias obsoletas o la superación en la
calificación de los operarios. Alguna de esas alternativas debe considerarse
como posible hipótesis para la solución del problema metodológico, que
no debe confundirse con la situación problemática que se debe mejorar.
Para Popper “(…) las teorías son redes que lanzamos para apresar aquello
que llamamos «el mundo»: para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo. Y
tratamos de que la malla sea cada vez más fina”.189 Pero considera que
nunca es posible tener la plena seguridad de que el conocimiento sea ver-
dadero de forma absoluta, pues es siempre conjetural e hipotético.190 Pro-
pone que para una mejor aproximación a la realidad se debe acudir a una
proposición infinita de teorías, −en la medida en que en algunas de estas
se pueda argumentar racionalmente su falsabilidad−, sin tener que acudir
necesariamente a la experimentación para demostrar su validez en el cono-
cimiento del mundo.
189. Popper, Karl. La lógica de la investigación científica. Edit. Tecnos, Madrid, 1973,
p. 57.
190. “Nunca podemos considerar que una teoría particular es absolutamente cierta:
toda teoría puede tornarse problemática por muy bien corroborada que pueda
parecer ahora. Ninguna teoría científica es sacrosanta o está más allá de la crítica
(…), ninguna teoría puede ser tenida por algo acabado”. Popper. Karl. Conocimiento
objetivo. Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1974, p. 324.
Pablo Guadarrama González
Según Kuhn, para que haya un verdadero avance en la ciencia debe pro-
ducirse una revolución epistemológica que cambie radicalmente la manera
de pensar y concebir aquella parcela de la realidad objeto de estudio. A su
juicio, los investigadores solo aceptan que una teoría ha sido refutada o fal-
sada cuando comienzan a observar anomalías en su concepción, aceptada
Según su criterio: “Para ser aceptada como paradigma, una teoría debe pa-
recer mejor que sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto,
nunca lo hace, todos los hechos que se puedan confrontar con ella”.196
194. “(…) «ciencia normal» significa investigación basada firmemente en una o más
reali
zaciones científicas pasadas, realizaciones que al guna comunidad científica
particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica
posterior”. Ibidem, p. 33.
195. Ibidem. pp. 26-27.
196. Ibidem, p. 44.
197. Barber, Bernard. La ciencia y el orden social. Barcelona, Ariel, 1972, p. 298.
Pablo Guadarrama González
Según su opinión:
(…) una de las cosas que adquiere una comunidad científica con un
paradigma, es un criterio para seleccionar problemas que, mientras
se dé por sentado el paradigma, puede suponerse que tienen solu-
ciones. Hasta un punto muy elevado, ésos son los únicos problemas
que la comunidad admitirá como cient íficos o que animará a sus
miembros a tratar de resolver.200
199
Es evidente que de nuevo el convencionalismo aflora en la teoría de las “re-
voluciones científicas”201 del físico e historiador de la ciencia norteameri-
cano, independientemente de los múltiples elementos válidos que encierra
su teoría.
198. Kuhn, Thomas S. La estructura de las revoluciones científicas, edi cit., pp. 51-52.
199. Ibidem, p. 53.
200. Ibidem, p. 71.
201. “Los episo dios extraordinarios en que tienen lugar esos cambios de
compromisos profesionales son los que se denominan en este ensayo revoluciones
científicas. Son los complementos que rompen la tradición a la que está ligada
la actividad de la ciencia normal”. Ibídem, p. 27.
202. Lakatos, Imre. La metodología de los programas de investigación científica.
Alianza Universidad, Madrid, 1989.
Para qué sirve la epistemología a un investigador y un profesor
Está claro que, para él, no todos son iguales, pues “en un programa de in-
vestigación progresivo, la teoría conduce a descubrir hechos nuevos hasta
200 entonces desconocidos. Sin embargo, en los programas regresivos las teo-
rías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya conocidos”.204
203. Idem.
204. Idem.
205. Idem.
206. Idem.
207. Idem.
Pablo Guadarrama González
208. Idem.