Del Presente Al Pasado: Adriana Aída García Facultad de Filosofía y Letras
Del Presente Al Pasado: Adriana Aída García Facultad de Filosofía y Letras
Del Presente Al Pasado: Adriana Aída García Facultad de Filosofía y Letras
27 DE JULIO DE 2021
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Resumen
A casi un siglo de la revolución historiográfica protagonizada por la escuela de los Annales, la extrema
fragmentación de la historia, el regreso a la narración y al acontecimiento, nos invitan a reflexionar sobre
nuestro “ahora de la historia presente”. Pero este ejercicio cognitivo, al igual que en la época de Annales, nos
imponen trabajar desde la interdisciplinariedad, el planteamiento de temas que hoy son emergentes y, como
en 1929, abrirnos a nuevos conceptos heurísticos para plantear la relación de los sujetos con la historia, el
tiempo y el espacio.
Abstract
At almost a century from the historiographic revolution when the Annales school played a leading role, the
extreme fragmentation of history, the return to narration and event, invite us to reflect on our own present
day history. This cognitive exercise, just like in the Annales times, demands us to approach the emerging
topics from an interdisciplinary point of view and, just like in 1929, to open up to new heuristic concepts in
order to consider the relation of individuals to history, time and space.
Introducción
“El pasado es (…) una dimensión permanente de la conciencia humana, un componente obligado
de las instituciones, valores y demás elementos constitutivos de la sociedad humana. A los
historiadores se les plantea el problema de cómo analizar la naturaleza de este ‘sentido del
pasado’ en la sociedad y cómo describir sus cambios y transformaciones”
(E. Hobsbawm, 1998, p. 23)
Nos ubicamos en la era del impacto tecnológico y la globalización frente a procesos descoloniales
que nos interpelan fuertemente. “Presentismo” y “aceleracionismo” se nosimponen. El paso de la
era de los manuscritos escritos y copiados a mano a la imprenta de Gutenberg, dio lugar a la
“revolución copernicana”. El siglo XX comienza este proceso de aceleración y la magnitud del
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cambio que se produce hoy, en apenas un año, es tan veloz, que habría llevado cincuenta años o
más antes del siglo XV.
En este artículo nos proponemos pensar la historia desde nuestro presente. Pero este ejercicio
cognitivo, al igual que en la época de Annales, nos imponen trabajar desde la interdisciplinaridad,
el planteamiento de temas que hoy son emergentes y, como en 1929, abrirnos a nuevos conceptos
heurísticos para plantear la relación de los sujetos de la historia y el tiempo.
1. “Trama” y “Representación”
Dos conceptos importantes para introducirnos en el presente del siglo XXI, “trama” y
“representación”. Para explicar el primero de ellos nos detendremos en la explicación magistral
del arqueólogo e historiador Paul Veyne (1984, p. 34):
“Los hechos no existen aisladamente en el sentido de que el tejido de la historia es lo que llamaremos
una trama, una mezcla muy humana y muy poco científica de azar, de causas materiales y de fines.
En suma, la trama es un fragmento de la vida real que el historiador desgaja a su antojo y en el que
los hechos mantienen relaciones objetivas y poseen también una importancia relativa. La palabra
trama tiene la ventaja de recordar que lo queestudia el historiador es tan humano como un drama
o una novela la Guerra y la Paz o Antonio y Cleopatra. Esta trama no sigue necesariamente un orden
cronológico: al igual que un drama interior, puede desarrollarse en distintos planos. Así pues, la
trama puede ser un corte transversal de diferentes ritmos temporales o análisis espectral, pero
seguirá siendo trama por ser humana y por no estar sometida a los determinismos”.
Esta “trama” es fundamental para la adquisición de la conciencia histórica-temporal que no puede
estar escindida de la “representación”. ¿Cómo representar el pasado? Quizás a través de un reloj
de arena que representa el pasado en la base, lugar en el que se encuentra la arena ya caída; el
presente, el breve espacio angosto por donde transitan los granos de arena;y el futuro, el espacio
superior, lugar de la espera por caer.
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“El reloj de arena” es una poesía de Jorge Luis Borges que nos transmite, de manera
proverbial, el paso del tiempo (Borges, 1974, p. 811):
El cine, como registro audiovisual, también es otra manera de representar la historia. El cine
presenta los problemas y los acontecimientos pasados o inmediatos de una manera claray rápida.
Sobre todo los acontecimientos inmediatos porque, mientras la historia no alcanza a producir las
investigaciones que den cuenta de esas mismas realidades, el cine se anticipa a la historia
académica. El reconocido historiador francés Marc Ferro, discípulo de Fernand Braudel y
representante de la escuela historiográfica de los Annales, es quien desde los años 70 en adelante
comenzó a plantear el valor del cine en el estudio de la historia. Su interés por el cine ha quedado
plasmado en las páginas de libros como Historia contemporánea y cine (1995) y El cine, una
visión de la historia (2008).
También el pasado puede “representarse” a través de una obra de arte, como “La Vistay el Olfato”
de Brueghel, que se encuentra en España en el Museo del Prado.
Figura 2
Fuente: https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/los-objetos-hablan-
colecciones-del-museo-del-prado/2bb1044e-631a-4bee-b34c-50d4b1ac3a13#
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Hacia 1620, Jan Brueghel -“el Viejo”- , pintó “La Vista y el Olfato” y es quizás uno de los artistas más
importantes del arte flamenco. En esta obra se destaca la minuciosidad de la escena y el vivo
colorido. Así, a través de estas obras: Hombres y mujeres pueden reconocerse a través de
ciertos objetos que les han acompañado a lo largo de los tiempos –a la hora de
alimentarse, de vestirse, de desarrollar un trabajo, o, simplemente, disfrutar de su ocio, ya
que esos objetos son depósitos de la memoria, tanto individual como colectiva. Nos
informan sobre costumbres y creencias, y también sobre las circunstancias históricas y
sociales delmomento en fueron utilizadas. Pero al mismo tiempo sugieren ideas, permiten
establecer relaciones entre conceptos muy diversos, despiertan mientras los contemplan
todo tipo desentimientos e invitan a soñar, a imaginar o evocar otros lugares o momentos
(Caixa Forum Girona. Girona 22/10/13 – 26/01/14).
Pero, también, sabemos que la narración es la forma que utilizamos, día a día, para interpretar
nuestras experiencias, nuestra vida, nuestro mundo y, para nuestro quehacer como historiadoras
e historiadores, es la forma más común de representación de la historia porque a través de ella
hacemos uso de la temporalidad, de las relaciones causales o condiciones de posibilidad de un
hecho o acontecimiento, de conectar presente y pasado, de reflexionar sobre el valor de la historia.
Jörn Rüsen, citado por Jorge Sáiz Serrano y Ramón López Facal (2015), señala que a través de la
narración se manifiesta la “conciencia histórica” como “conjunto coherente de operaciones
mentales que definen la peculiaridad del conocimiento histórico y la función que ejerce y se le
otorga por las personas”. Pero, lo que nos parece de mucha importancia, es rescatar el valor de lo
que Rüsen llama la “competencia narrativa”:
“La destreza relacionada con la narración, como “competencia narrativa”, supone la forma de
representar o dar sentido al pasado mediante tres competencias específicas que integran la
narración (contenido, forma-significado y función): la ‘competenciatemporal’ (contenido), como
conocimiento de fenómenos o sucesos del pasado; la “competencia para la interpretación” (forma-
significado), como capacidad para encontrar sentido y coherencia al mismo, y la “competencia de
orientación” (función), como disposición para otorgar al pasado utilidad para la orientación en el
presente y en valores morales” (Rüsen, 2010).
Figura 3
Fuente:https://www.google.com/search?q=tejido+de+trama+y+urdimbre&tbm=isch&ved=2ahUKEwj
Oor_xocrvAhU-M7kGHWRXAMAQ2-cCegQIABAA&oq=trama
Ahora bien, esta “trama”, que los y las historiadoras “representan”, tiene por objetivo narrar
acontecimientos en los que sujetos vivieron, determinados por su contexto temporal
(circunstancias sociales, económicas, políticas y culturales) y su sitio espacial. Esa narración
tratará de comprender las intenciones de los sujetos individuales y colectivos pero también de
leer entre líneas para captar lo que esos sujetos no quisieron o no pudieron ver o registrar. Pero
cuidado, esto no es una novela, se narra bajo estrictos procedimientos, normas, fuentes, datos
5
contrastados que se conservan y pueden ser consultados y analizados. Y aquí el primer
fundamento para comprender qué es la historiografía:
“La historiografía trata de la historia, de la investigación y de la escritura de la historia;
trata de la profesión y de las normas que siguen quienes se dedican a este menester; trata
del pasado, de lo que hicieron los seres humanos en otro tiempo, del significado que dieron
a sus acciones y del significado que ahora damos a aquellos actos”. (Serna & Pons, 2013, p.
6)
Pero lo que sí está claro es que, desde nuestro presente, nos acercamos, interrogamos ybuscamos
respuestas para explicar y comprender nuestro tiempo, nuestro pasado reciente. Así el presente
se constituye en un punto de articulación entre el pasado, objeto de estudio de la historia y el
futuro, un horizonte esperanzador o apocalíptico en el que la “pluralidad humana”(Ricoeur, 2013,
p. 395) deposita sus expectativas.
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Reinhart Koselleck es el historiador que advirtió, utilizando estas categorías heurísticas de
“experiencia” y expectativa”, que fue en la modernidad en que la relación pasado-futuro comenzó
a coordinarse, y así, sólo después de la Revolución Francesa de 1789, varones y mujeres están
convencidos que pueden programar la historia y realizarla con una apertura hacia el pasado y el
futuro , en un horizonte de continuidad. El filósofo mendocino Enrique Dussel (2020, s.n) explica
cuáles fueron las condiciones que posibilitaron esta relación del pasado-futuro y cómo se produjo
esa aceleración propia de los tiempos modernos:
“El ‘yo europeo’ produjo una revolución científica en el siglo XVII, una revolución tecnológica
en el XVIII, habiendo desde el siglo XVI inaugurado un sistema capitalista (cuya
racionalidad última es el aumento cuantitativo de la tasa de ganancia en cualquier
inversión en el mercado que se efectúa gracias a la obtención de un plusvalor por parte
del obrero) con una ideología moderna eurocéntrica (como superioridad cultural, estética,
moral, política, etc.), colonial (porque esa Europa era el centro del sistema-mundo gracias
a la violencia conquistadora de sus ejército que justificaban su derecho de dominio sobre
otros pueblos), patriarcal (porque el macho blanco dominaba a la mujer en Europa y a las
mujeres coloniales de color como en México), y, como culminación, el europeo se situó como
explotador sin límite de la Naturaleza”.
El portador de esta aceleración es el burgués del siglo XVII que se emancipa de las ideas
absolutistas y de la tutela eclesiástica, secularizando los viejos planteamientos teológicos. Este
tiempo acelerado de la modernidad que pregona el progreso, deja atrás las viejas estructuras
estables. Progreso y Ciencia, Razón y Verdad, Estado y Nación, Orden y Desarrollo son algunos de
los llamados “metarrelatos” definidos como “grandes narrativas de aspiración universal que
daban sentido y ordenaban la realidad externa hasta encajarla dentro de un determinado sistema
cultural” (Serna y Pons, 2013, p. 180).
Figura 5 Fuente:
https://erickramon.jimdofree.com/edad-
moderna/
La modernidad podemos definirla como un movimiento histórico-cultural que surge enOccidente
a partir del siglo XV y persiste hasta el XX. Lo moderno se inicia con el surgimiento y la afirmación
de la burguesía en el siglo XV, como ya lo mencionamos;con la reforma protestante y con el
nacimiento de la ciencia; con el Iluminismo como gran movimiento ideológico del siglo XVII; con
el capitalismo como sistema; con el nacimiento delos Estados nacionales; con el ciudadano y la
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lucha por la libertad y con la segunda revolución industrial de la mitad de mil ochocientos y su
desarrollo hasta la mitad del siglo
XX. (García, 2020, p. 6).
Pero hay tres hechos, de los mencionados en el párrafo anterior, que marcan en el siglo XVIII, las
características de la “modernidad”: el movimiento de la Ilustración, la Revolución Francesa y la
Revolución Industrial. Ellos representan el pasaje de la tradición al cambio; al “progreso”.
El filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky (2019, s.n) durante una conferencia que brindó
en mayo de 2019 en Buenos Aires - es autor de obras como La era del vacío, El imperio de lo
efímero, El crepúsculo del deber, La tercera mujer y Los tiempos hipermodernos-, definió a la
modernidad como:
“Un conjunto de grandes utopías, de grandes nacionalismos, la revolución, el comunismo, la
sociedad sin clases: todos esos grandes conceptos utópicos de la modernidad nutrierona
generaciones enteras de la población”.
1
Figura 6. Fuente: https://nodulo.org/ec/2015/n156p02.htm
2
Figura 7. Fuente: https://www.infobae.com/educacion/2021/04/06/que-ocurrio-durante-la-primera-revolucion-
industrial/
3
Figura 8. Fuente: https://www.ecured.cu/Revoluci%C3%B3n_francesa_(1789-1799)
8
Figura 9
Fuente: http://obesia.com/index.php/fotografia/historia/guerra2/153-el-holocausto
¿Qué significa posmodernidad? El significado de la posmodernidad no tiene que ver con una
determinación temporal, no es la época que viene después del moderno, según una periodización
cronológica. Posmodernidad puede referirse tanto al proceso de transformación cultural de la
modernidad a partir de la década de 1970, y especialmente 1980, como a los diferentes
movimientos culturales, filosóficos y artísticos de ese período que cuestionan los paradigmas de
la modernidad, así como su vigencia universal y atemporal. La posmodernidadmostró que ese
modelo de la “modernidad” de progreso infinito, de dominio de la naturaleza, de sometimiento de
culturas habían inspirado “otro modelo.(García, 2020,p. 8).
Figura 10.
Fuente: http://marcelogfernandez.blogspot.com/2012/02/octava-parte-posmodernismo.html
El historiador británico Eric Hobsbawm (1995) advierte que en los años finales de la década de
1980 y los primeros de la de 1990 termina una época de la historiapara comenzar otra nueva.
“A una época de catástrofes, que se extiende desde 1914 hasta el fin de la segunda guerra
mundial, siguió un período de 25 o 30 años de extraordinario crecimiento económico y
transformación social, que probablemente transformó la sociedad humana más
profundamente que cualquier otro período de duración similar. Retrospectivamente puede
ser considerado como una especie de edad de oro, y de hecho así fue calificado apenas
concluido, a comienzos de los años setenta. La última parte del siglo fue una era de
descomposición, incertidumbre y crisis”. (pp.15-16)
Descomposición, incertidumbre y crisis. Tres conceptos que dan cuenta de una especie de final,
de desaparición de certezas y que muchos estudiosos del tema tratan de poner otros nombres a
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este tiempo, indicando que si bien se entró en algo nuevo en las postrimerías del siglo XX, el hilo
de la tradición que los unía a la modernidad no se había cortado. Así encontramos denominaciones
como modernidad tardía (Anthony Giddens); modernidad desbordada (Arjun Appadurai);
modernidad líquida (Zygimunt Bauman); modernidad reflexiva (Ulrich Beck); transmodernidad
(Rosa María Rodríguez Magda); o ultramodernidad(Tzvetan Todorov). (Castro Hernández ,2017,
p. 36).
Gilles Lipovetsky (2019, s.n) acuñó la idea de la “hipermodernidad” para describir el comienzo de
este siglo XXI, tiempo actual en el cual se potencian el hedonismo, el consumismo, el movimiento
y la flexibilidad y lo que denomina la “segunda revolución individualista”:
“Hoy ya no creemos en estas grandes utopías colectivas, hoy ningún gran ideal político es
ya capaz de hacernos soñar, de darle esperanza a la gente de un porvenir mejor para sus
hijos. La revolución, el comunismo, la república, el progreso. Incluso en Europa: son todos
ideales colectivos que ya no hacen vibrar el corazón de nadie”.
Ahora bien, “cómo podría ‘nuestro’ tiempo pensarse a sí mismo absolutamente?”(Ricoeur, 2013,
p. 400). Esta pregunta la relacionamos con la postura de un historiador argentino, Juan Carlos
Chiaramonte (2007) que expresa:
“No existe una relación necesaria y privativa entre una idea, doctrina o corriente artística,
y una época histórica. Esto es, que una misma idea que comprobamos existente en el siglo
XVII y luego la hallamos también antes, en el siglo XIII, no es “moderna” o “tradicional” en
sí, sino que es función de sus circunstancias históricas y del distinto uso que entonces se
haga de la misma. Lo que, en conclusión, hace de la labor del historiador una empresa algo
más compleja que la que estamos acostumbrados”. (p.193)
Esta complejidad es la que Walter Benjamín (1995, p. 144), citando a Anatole France, señala
cuando se habla de los “signos de los tiempos”, porque no resulta sencillo descubrir esos signos, y
como expresó Chiaramonte en el párrafo precedente, podemos encontrar esas características en
otras épocas, períodos o siglos, acompañados por su propio contexto espacial y temporal.
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Indudablemente vivenciamos un “momento histórico singular, el ahora de la historia
presente"(Ricoeur, 2013, p. 400). La descripción de este “ahora de la historia presente” -que es
producto de esta diferencia entre pasado y futuro- determina la forma del presente, la forma de
existir en el tiempo como sujeto individual o colectivo en un determinado espacio público o
privado.
Acompañamos la reflexión del historiador Chiaramonte pero intentaremos dar cuenta de algunos
signos o del “espíritu de nuestro tiempo” y, como señala el mencionado autor, no es fácil identificar
concepciones, ideas, creencias, ideologías, paradigmas que se encuentran en el subsuelo de los
procesos o acontecimientos fundamentales.
“Los conceptos no son lo que conocemos sino aquello por lo que conocemos”, esta afirmación de
Pérez Lindo (1998, p. 55) nos remite a conceptos como el de globalización, mundialización,
revolución tecnológica, revolución digital, dataísmos, posmodernidad, poscolonialismo,
feminismo, género, ecología, pueblos originarios, migraciones, terrorismo, pobreza, crisis
sanitaria, derechos humanos, memoria… todos estos conceptos, y otros más, son recursos
lingüísticos que utilizamos para reconocer los cambios históricos que estamos vivenciando. Cada
uno de ellos remiten a procesos, sujetos colectivos, contextos, experiencias culturales que
caracterizan “nuestro tiempo”, este siglo XXI.
Lo cierto es que los conceptos, que manejamos día a día , se nos proyectan a través de
innumerables pantallas, nos parecen familiares y hasta transparentes, como si fueran un espejo
del mundo. Pero esta aparente transparencia ha sido cuestionada y como expresa Fernández
Sebastián y Capellán de Miguel (2011) en relación con los conceptos:
“Están dejando de ser considerados como meros contenedores o “transmisores” más o
menos neutros, “objetivos“ y estables, de los acontecimientos historiados, para convertirse
en un asunto digno de reflexión y estudio” (p.11).
11
conceptual” que pone como eje la semántica histórica muy cultivada por la historia política, la
historia intelectual, la historia cultural, la hermenéutica, análisis del discurso, entre otras
especialidades. De una manera sintética, podemos decir que, los conceptos “no tienen historia”
porque “ellos mismos son historia” ya que, a través de ellos, se articulan las experiencias de una
sociedad y las esperanzas, las expectativas de esos sujetos y, justamente, esos conceptos son
indicadores y factores de cambio “contienen y encauzan el devenir histórico de dicha sociedad”
(Fernández Sebastián y Capellán de Miguel, 2011, p. 13). El historiador que ha inspirado,
estudiado y escrito al respecto es el historiador alemán Reinhart Koselleck.
Ahora bien, si tuviésemos que indicar cuáles son los acontecimientos más significativos de estos
cien últimos años que están dando entidad histórica a cada uno de esos conceptos heurísticos
mencionados en párrafos anteriores, ¿qué responderíamos? Tomemos nota de los
acontecimientos que Jerome Aurell (2020,s.n) nos indica como los más trascendentales:
“Si preguntáramos a los ciudadanos cuáles son los acontecimientos con mayor
trascendencia de los últimos cien años, posiblemente citarían tres hechos políticos —el
final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, la caída del Muro de Berlín en 1989 y el
atentado de las Torres Gemelas en 2001—, tres económicos —el crack del 29, la crisis
energética de 1973 y la financiera de 2007— y dos culturales —la revolución de 1968 y
la primera gran expansión de internet en 1991—. Hay razones suficientes para concluir
que la pandemia del coronavirus de 2020 se unirá a estos ocho momentos”.
Indudablemente cada uno de estos acontecimientos tiene raíces profundas porque como
argumenta Paul Veyne (1984):
“Los historiadores cuentan historias, que son como itinerarios que han decidido seguir a
través del campo objetivo de acontecimientos (campo que es divisible hasta el infinito y
que no está compuesto de acontecimientos – átomos); ningún historiador describe la
totalidad de este campo, pues al tener que escoger un itinerario no puede recorrerlo en
toda su amplitud; ninguno de esos itinerarios es el verdadero, ninguno es la Historia. Por
último en el campo de acontecimientos no hay parajes especiales que se visiten y que se
pueda denominar acontecimiento propiamente dicho: un acontecimiento no es un ser, sino
una encrucijada de itinerarios posibles”. (p. 37)
En el apartado precedente hicimos mención a las dificultades inherentes a determinar “los signos
de nuestro tiempo” pero, con todas las limitaciones, tratemos de articular pasado y presente a
través de la asociación de algunos “conceptos” que marcan acontecimientos trascendentales para
la historia de la humanidad y preguntarnos: ¿qué itinerarios seleccionaríamos como
habitantes/ciudadanos de América Latina y nuestra República Argentina?
Este es el momento de volver a interrogar sobre este concepto que Paul Ricoeur denomina “el
ahora de esta historia presente”, como un “momento singular”. Es oportuno, entonces, introducir
el concepto de “presentismo”, llamado así por el historiador François Hartog (2007):
“En mi calidad de historiador que se empeña en permanecer atento a su tiempo, he
12
observado, al igual que muchos otros, el veloz ascenso de la categoría del presente, que
ha llevado a imponer la evidencia de un presente omnipresente. Esto es lo que yo llamo
aquí presentismo” (p.28).
Este historiador acuñó una “herramienta operatoria” para articular –teniendo presente los
conceptos heurísticos de “experiencia” y “expectativa” de Koselleck- las dimensiones del pasado
y del futuro en cada presente. Esa herramienta la denominó “régimen de historicidad”.
Regresemos a Hartog (2007) y reflexionemos a partir de este texto que explica muy bien por qué
esta categoría heurística de “régimen de historicidad” es pertinente para describir “este ahora del
tiempo presente” y adelantar que creemos que estamos vivenciando una verdadera “crisis del
tiempo” porque las articulaciones entre pasado, presente y futuro “dejan de parecer obvias”:
“¿Estamos ante un pasado olvidado o más bien ante un pasado recordado en demasía?,
¿ante un futuro que prácticamente ha desaparecido en el horizonte o ante un porvenir másbien
amenazador?, ¿ante un presente que consume en forma ininterrumpida en la inmediatez o ante
un presente casi estático e interminable, por no decir eterno? (p. 38).
Es la experiencia de un tiempo presente casi perpetuo, inmóvil, el que nos interpela para tratar de
responder a la pregunta que nos formulamos: “Qué “itinerarios” seleccionaría un ciudadano, una
ciudadana de América Latina? ¿Qué acontecimientos marcaría como singulares un ciudadano, una
ciudadana de la República Argentina?”
Figura 13: El Triunfo de la Muerte, de Pieter Bruegel el Viejo. Fuente: Wikimedia Commons.
Figura 14: Mapa del Coronavirus en Colombia y el Mundo: contagios, muertes y altas en tiempo real.
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Fuente: https://co.marca.com/claro/trending/2020/04/07/5e8c96d946163ff5058b4660.html
Por lo pronto, y desde una “perspectiva presentista”, una ciudadana o un ciudadano de América
Latina, de Argentina o del mundo diría, la “pandemia”, como uno de los acontecimientos
específicos. Y si bien el historiador israelí Yuval Noah Harari (2020, s.n) adelantó que no está
seguro de que sea la crisis sanitaria más importante de la historia de la humanidad -peste negra
1347 y 1351, gripe española 1918-1919 o el sida-, sí está convencido de que:
“Ya estamos en medio de una carrera global para controlar la infraestructura
digital comoel 5G y una carrera igualmente importante para controlar los flujos
de datos globales. Aquellos que ganen la carrera armamentista digital gobernarán
el mundo. Estamos entrando en una nueva era colonial. La era del colonialismo de
datos. Para dominar un país, ya no es necesario enviar tanques. Solo tienes que
obtener sus datos. Imagine la situación dentro de 20 años, cuando alguien en Pekín
o San Francisco tenga todos los datos personales de cada político, alcalde,
periodista y juez del país. Cada enfermedad que han tenido, cada encuentro
sexual, cada broma que han contado, cada soborno que han aceptado. ¿Seguiría
siendo un país independiente, o sería una colonia de datos?
Figura 15
Fuente:https://www.kubernetica.com/2011/03/28/imaginarios-tecnocientificos-y-humanismo-
repercusiones-para-la-educacion/
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Es que en definitiva estamos asistiendo a la “cuarta revolución industrial” después de que el
mundo atravesara ya tres revoluciones tecnológicas: la agraria, la industrial y la informática. La
cuarta es la neurotecnológica, liderada por la implementación de la inteligencia artificial y las
redes neuronales. Benedikt Frey y Osborne, Michael (2013) analizan la implicancia de esta cuarta
revolución industrial en el mercado de trabajo global y cómo se garantiza la igualdad de
oportunidades en un mundo absolutamente desigual. Vaticinaron que el 47% de los empleos
podrían desaparecer en los siguientes 20 años.
Figura 16: Gabriela Sánchez en su serie ‘Los habitantes del mundo – dibujos sobre la ceguera’.
Fuente :https://www.semana.com/arte/articulo/gabriela-sanchez-en-10-collages-de-su-serie-
loshabitantes-del-mundo-dibujos-sobre-la-ceguera/75892/
Estas características denotan que estamos en el “fin de la concepción moderna de
humanidad” y en un período de transición que, en los últimos treinta años, ha provocado la
mutación en “la textura de la experiencia humana y en el tejido mismo del mundo” (Silverstone,
Roger (2004); ¿Por qué estudiar los medios?; Amorrortu Editores. Buenos Aires, p. 18).
El cambio en el tejido del mundo se pone de manifiesto en la nueva agenda de los intelectuales, de
los pensadores que ponen de relieve la importancia de las luchas que antes eran consideradas
específicas o de minorías y que ahora pasaron a ser prioritarias: el feminismo, la ecología, las
nuevas subjetividades y el racismo, los estallidos sociales. Reflexionemos a partir del concepto de
“colapsología”.
En el año 2015 Pablo Servigne, ingeniero agrónomo y doctor en Biología, y Raphaël Stevens,
investigador y especialista en transición ecológica, analizan todos los estudios científicos que han
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mostrado la posibilidad real de un colapso, y acuñaron el concepto de “colapsología” (del latín
collapsus, “que cae en un solo bloque”) para tratar de comprender los riesgos de los colapsos
sociales y ecológicos. Ellos advierten de que esto no significa el “fin”, pero sí de un proceso
irreversible, en el que la mayor parte de la población no podrá cubrir sus necesidades básicas.
Estamos en presencia de un “riesgo sistémico global”. El libro se titula “Cómo todo puede colapsar.
Pequeño manual de colapsología para el uso de las generaciones presentes” (2015).
Figura 17.
Fuente: http://transicioncolombia.org/foro-introduccion-a-la-colapsologia/
Lo interesante del libro publicado en 2015, es que advierte de la necesidad de una ciencia aplicada
e interdisciplinar, de una visión de conjunto de lo que podría ser un colapso. Y es que,
efectivamente, con sólo analizar el año 2019 asistimos expectantes a protestas que colapsaron
ciudades enteras en Francia, Argelia, Líbano, Ecuador, Hong Kong o Chile. Espacios públicos en los
que ciudadanas y ciudadanos imbuidos de rabia, enojo, inconformismo y sin líderes salieron a las
calles retomando las iniciativas de los llamados “indignados” de comienzos de la década contra el
sistema y las desigualdades.
Figura 18: Las protestas en Chile presentan desafíos para el gobierno de Piñera de cara a la cumbre
de APEC y la COP25 (imagen: Carlos Figueroa). Fuente: https://dialogochino.net/es/clima-y- energia-
es/31228-chile-cancela-apec-y-la-cop25-mientras-las-protestas-continuan/
¿Qué tienen en común y en qué se diferencian estos movimientos sociales de otros que
acontecieron en el pasado? Sin desplazarnos mucho en el tiempo, tomemos como ejemplo el
llamado “Cordobazo”, un movimiento obrero-estudiantil de 1969. A cincuenta años de ese
estallido la historiadora Mónica Gordillo (2019) trata de hacer un abordaje metodológico
proponiendo que el “pensar el Cordobazo” sirva como herramienta teórica para analizar otros
acontecimientos similares, una “trama” que dejó perplejos a varones y mujeres de Argentina y el
mundo “dándole el carácter de un acontecimiento excepcional”:
“Al cumplirse los cincuenta años de ese acontecimiento, propongo pensar el Cordobazo con
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una mirada más general que la que se localiza en la situación de Córdoba, que sirva como
herramienta teórica para abordar otros momentos del pasado reciente como contextos
productores de condiciones activadoras o desactivadoras de la acción colectiva. Es decir,
considerarlo desde la perspectiva de la acción como una de gran impacto pero sin
quedarnos solo en esa expresión episódica sino tratando de analizar los mecanismos que
hacen posible acciones con esas características, así como los efectos que ese tipo de
acciones produce. En lo que respecta a 1969, considerar entonces un mayo que no se
circunscribe a Córdoba, que no empieza ni termina en Córdoba”. (p.20)
Figura 19
Fuente:https://prcargentina.com/2019/05/25/1969-2019-50-anos-del-cordobazo-en-
la-voz-de-lxs-trabajadorxs/
¿Cómo se articulan los tiempos históricos en este estallido?; ¿en qué se diferencia o se asemeja
a los estallidos de 2019?; ¿cuáles fueron las condiciones que posibilitaron esas protestas?; ¿qué
sujetos individuales o colectivos hacen su aparición?; ¿qué otros movimientos de protesta
pueden compararse?; ¿el Mayo francés de 1968?; ¿México en 1968 en la Matanza de Tlatelolco
y el lugar de la mujeres mexicanas en las manifestaciones?
También en el 2015, cada 3 de junio, la convocatoria Ni Una Menos (NUM), reúne en el caso
argentino, a todas las mujeres. Este es otro de los movimientos sociales que interpelan a una
sociedad patriarcal. Pero al igual que los movimientos sociales mencionados en párrafos
anteriores, el feminismo argentino no empezó con el movimiento NUM; sus antecedentes pueden
remontarse al anarquismo y socialismo de fines del siglo XIX y principios del siglo
XX. Lo que ocurre es que el despliegue mediático es hoy muy importante y lo presenta como
“acontecimiento excepcional”. Fue en el año 1991 cuando se organizan las primeras Jornadasde
Historia de las Mujeres –recién en 1994 con la reforma constitucional tendríamos la igualdad
ciudadana plena, pero tampoco existía aún , la figura del femicidio - y en el año 2000 se agregó
“Estudios de Género”. Florencia Angilletta (2017, s.n), investigadora del Conicet, describe de
manera sintética y retrospectiva la situación de las mujeres:
“Qué decir de las inscripciones de este debate en Latinoamérica? La región está plagada de
problemas de género, de norte a sur y en cada país, con su particular inflexión. Fue el
territorio de la Conquista, donde fue habitual la violación de las indígenas, y siglos después,
de los campos de concentración de las dictaduras. Es la región de Ciudad Juárez, con sus
miles de muertas en serie. Se estima que, en América Latina, una de cada tres mujeres
mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual, según la ONU”
17
.
Figura 20 Fuente:
https://www.adnrionegro.com.ar/2020/06/niunamenos-a-5-anos-de-las-calles-a-las-redes- sociales/
Continuando con esta temática, desde el punto de vista historiográfico es importante mencionar
a Michelle Perrot que, junto a Georges Duby (1991), fueron los artífices de la “Historia de las
mujeres en occidente”, una obra fundamental de la historiografía contemporánea. El año de su
publicación coincide con la organización de las primeras jornadas en Argentina de la historia de
las mujeres. Aquí podríamos preguntarnos, ¿por qué el largo silencio de la mujer en la
historia?, ¿cuándo y por qué se profundizó y visibilizó? Gabriela Vásquez (2019) ofrece, en una
lúcida investigación, respuestas a estos interrogantes.
Algunas preguntas … en la década del 90, a fines del siglo XX; ¿cómo se articulaba el pasado, el
presente y el futuro de las mujeres?; ¿qué ha cambiado en esta articulación en éstas dos primeras
décadas del siglo XXI?; ¿qué nuevos sujetos colectivos se han manifestado?; porfuera del lenguaje
y los conceptos universales y eurocéntricos… ¿qué otras perspectivas alternativas alzan su voz?
Indudablemente, también, los movimientos ecologistas están haciendo oír su voz (Bautista-Cerro,
Murga-Menoyo y Novo, 2019):
“Entre la cantidad de información que recibimos sobre la situación actual del planeta, bien a
través de los diarios, Internet, la abundante bibliografía especializada, o bien, la propia
experiencia personal, podemos encontrar suficientes noticias que nos llevan a pensar que nos
encontramos atravesando una crisis ambiental sin precedentes (…). Parece que hemos dejado
atrás las teorías negacionistas ante las evidencias que, año a año, aportan, entre otros, los
informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) sobre lo alarmante de nuestra
situación y sobre la necesidad de tomar medidas concretas y urgentes para mejorarla (…).
18
Ciertamente son cada vez más numerosos los movimientos y las voces que claman por un cambio
de rumbo y que diseñan caminos alternativos al actual modelo energético, agroalimentario,
educativo, etc. Las críticas no son nuevas; con los procesos de industrialización, el capitalismo y, con
ello, el auge de la idea utilitarista de la naturaleza, aparecen los movimientos ambientalistas y
ecologistas (pp. 1113-2):
Fuente:https://misionesonline.net/2020/02/12/querida-amazonia-la-exhortacion-del-papa-
francisco- para-una-iglesia-unida-en-el-cuidado-de-las-personas-y-el-del-medio-a
Una de las primeras voces en advertir al mundo sobre esta crisis ambiental, fue y es, el Papa
Francisco en su carta encíclica “Laudato sí: sobre el cuidado de la casa común” (2015). En ella señala
la importancia que sus antecesores le asignaron a este tema. Así, en 1971, el Papa Pablo VI “se
refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es ‘una consecuencia
dramática’ de la actividad descontrolada del ser humano” (2015, p. 4); en 1979, San Juan Pablo II
“llamó a una conversión ecológica global” (2015, p. 5) y en 2007, Benedicto XVI llamó a
“garantizar el respeto del medio ambiente“ (2015, p. 5). Todos ellos, sumados a las denuncias de
las mayorías de las religiones globales, científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales.
Rescatamos uno de los párrafos más bellos y sentidos de esta carta apostólica de Jorge Bergoglio,
el Papa Francisco (2015):
“No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos.
Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo
de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y
de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los
que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son
cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más
pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón
universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad yen una maravillosa
armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta
qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el
compromiso con la sociedad y la paz interior”. (p.10)
19
Figura 23. La activista climática sueca Greta Thunberg, de 16 años (Bruselas-Bélgica)
Fuente:https://www.forbes.com/sites/jeffmcmahon/2020/11/29/as-green-new-deal-goes-global-greta- thunberg-
goes-largely-unheard/?sh=38c52d8a55d9
20
Estos mismos investigadores proponen un “Pacto Eco social y Económico”, una propuesta que trata
de articular los dos graves problemas que, en este “ahora del presente” vivenciamos, la pandemia
y la crisis económica. Este “pacto”, de alguna manera, puede considerarse como la versión
latinoamericana, del “Sur”, del Green New Deal norteamericano y es suscripto por analistas de
Brasil, Bolivia, Chile, Colombia Ecuador, Venezuela y Perú. Los puntos que buscan articular justicia
distributiva, de género, étnica y ambiental (CLACSO, 2020). Los ejes destacados de este “Pacto Eco
Social del Sur” (2020, s.n), son los siguientes:
“Transformación tributaria solidaria. Anulación de las deudas externas de los
Estados y construcción de una nueva arquitectura financiera global. Creación de
sistemas nacionales y locales de cuidado: una Renta Básica Universal que unifique
la política social a través de la introducción de una renta básica. Priorizar la
soberanía alimentaria. Construcción de economías y sociedades postextractivistas.
Recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad.
Autonomía y sostenibilidad de las sociedades locales. Por una integración
regional y mundial soberana (abrir alternativas al monopolio corporativo,
introducir monedas paralelas al dólar en diferentes escalas)”.
Para concluir, las palabras de Enrique Dussel (2020, s.n) que nos interpela a respetarnos y
respetara la Madre naturaleza:
“Hoy, la Madre naturaleza (ahora como metáfora adecuada y cierta) se ha rebelado; ha
jaqueado (como cuando se da un “jaque mate al rey” en el ajedrez) a su hija, la Humanidad,
por medio de un insignificante componente de la Naturaleza (Naturaleza de la cual es
parte también el ser humano, y comparte la realidad con el virus). Pone en cuestión a
la Modernidad, y lo hace a través de un organismo (el virus) inmensamente más pequeño
que una bacteria o una célula, e infinitamente más simple que el ser humano que tiene
miles de millones de células con complejísimas y diferenciadas funciones (que llegan a
millones). Es la Naturaleza la que hoy nos interpela: ¡O me respetas o te aniquilo! Se
manifiesta como un signo del final de la Modernidad y como anuncio de una nueva Edad
del Mundo, posterior a esta civilización soberbia moderna que se ha tornado suicida.
Como clamaba Walter Benjamin había que aplicar el freno y no el acelerador necrofílico
en dirección al abismo”.
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