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Esfuerzo Por Mi Amor A Kakyoin

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Para comprender las problemáticas por las que pasan adolescentes LGBTIQ+

(lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer y más) es necesario tomar en


consideración que, durante este periodo de crecimiento y cambios abruptos, surgen varias
interrogantes que afectan al desarrollo y búsqueda de la identidad. Según Rocha (2009,
p.250), “la identidad es en sí misma una especie de dilema en tanto involucra por una parte
la idea de singularidad o distintividad, esto es, lo que hace diferente y única a cada persona,
pero a su vez refiere la homogeneidad o lo que se comparte con otros y que permite ubicar
a la persona como parte de un grupo de referencia”. De acuerdo con lo anterior, es lícito
ubicar a un adolescente en medio de un conflicto ante su propia definición; ¿qué proviene
de su interior, y qué de su medio social?
Según Foelsch et. al, (2014), una de las tareas principales de la adolescencia es la
consolidación e integración de la identidad, cuyo proceso y cambios típicos se han
denominado crisis de la identidad. La importancia de una consolidación de la identidad
durante la adolescencia radica en que una “identidad integrada que es flexible y adaptable,
(…) le permite al adolescente o al adulto joven entablar amistades gratificantes y
satisfactorias, formar metas de vida claras, interactuar con padres y maestros de manera
adecuada, establecer relaciones íntimas y mantener una autoestima positiva” (Foelsch, et.
al., 2014, p.1). Por lo tanto, que esta crisis se transite de manera que se logre una identidad
integrada, dependerá netamente de la forma en la se trate por parte de quienes rodean al
adolescente. Esta interacción se considera fundamental para el desarrollo y adaptación de
una persona en la sociedad; cuando se ve gravemente obstaculizada, el fallo en este proceso
puede conllevar a depresiones con ideación suicida. Es importante conocer a grandes rasgos
cómo se propicia una consolidación de la identidad desde la interacción humana, con el fin
de asimilar el nivel de las consecuencias que tienen para el adolescente en cuestión, y
contextualizarlo en alguien que desafía el género binario y en muchos aspectos de su vida
no recibe el apoyo que necesita para desenvolverse sin problemas en la sociedad. En este
caso, se trata de la identidad de género.
Vivimos en una cultura normada por el binarismo de género, la heterosexualidad y
el patriarcado; esta imposición sociocultural determina que todo lo que no se adapte a sus
exigencias, sea considerado como minoría. Este concepto influye notoriamente en varios -si
no todos- los ámbitos de la vida; verbigracia ya sea en lo político, lo económico, la salud, lo
social, sexual, espiritual, intelectual, etc.; al restarles importancia con respecto al grupo
sociocultural que sí practique y pertenezca a “la gran mayoría”. En nuestra cultura
heteronormada y patriarcal, las personas que difieren de las demandas que cargan -que
muchas veces se viven como exigencias-, son consideradas como “desafiantes” ante todo lo
que se ha impuesto como “lo correcto”. Por esta razón, experimentarán mayores problemas
en su desarrollo identitario y, en consecuencia, su adaptación y desenvolvimiento ante el
mundo, sobre todo cuando el adolescente está descubriendo su identidad de género.
En este trabajo utilizaremos la definición de García-Leiva (2005), donde identidad
de género “es la autoclasificación como hombre o mujer sobre la base de lo que
culturalmente se entiende por hombre o mujer (…) es el conjunto de sentimientos y
pensamientos que tiene una persona en cuanto miembro de una categoría de género” (p.73).
Los cambios corporales que surgieron en la pubertad desean expresarse durante la
adolescencia. Sin embargo, no en todos los casos la persona se siente cómoda con aquello
que le pide el cuerpo, que puede ser lo contrario a lo que demanda la sociedad; citando a
García (2018), “la división biológica que traemos conlleva diferencias reproductivas, pero
no diferencias actitudinales, normativas, conductuales o de roles. Todo ello es producto de
la asignación social” (p.73). Cuando esta asignación social difiere de lo esperado, entonces
nos estamos refiriendo a alguien LGBTIQ+. Para este trabajo nos centraremos en
adolescentes transgénero -o de género no conforme, dependiendo de cómo se designe la
persona a sí misma-, que se refiere a personas que no se identifican con su género asignado
según el sexo. Esto incluye los roles de género, que son la forma en que la cultura
estructura los comportamientos de una persona según sea hombre o mujer. Entonces nos
encontraremos con un niñe y/o adolescente que no solo va a diferir en su sentir, sino
también en sus conductas. Este choque de ver a una niña haciendo labores que, conforme a
la normativa heteropatriarcal, debieran realizar únicamente los varones, tiene diversas
aproximaciones. Cuando se trata de la niñez, los adultos se encargan de “corregir” estas
“desviaciones” para que el niñe pueda adaptarse a la sociedad, generalmente desde un
temor al rechazo (de los demás) inculcado por los cuidadores. En la adolescencia, en
cambio, tanto familiares como pares suelen reaccionar con mayor violencia e
incomprensión, debido a la constante confrontación que todo adolescente presenta en ese
periodo.
Según Winnicott (1972), durante este periodo de crecimiento, la familia ha de
cumplir el rol de facilitar que el adolescente pase gradualmente de la inmadurez a la
madurez; de manera que es la familia la que ha de adaptarse al adolescente, a modo de
contención del crecimiento. Para Winnicott, el crecimiento -en todo momento- genera
agresividad en cuanto la persona se halla en la búsqueda de la afirmación de sí mismo; es
decir, superar la crisis de identidad. De aquí provendrían las críticas hacia los demás,
especialmente cuidadores y adultos, causando la confrontación intergeneracional. Estas
“batallas” entre adultos y adolescentes son fundamentales para el desarrollo de la identidad
y su estructura psíquica, pudiendo alcanzar una personalidad segura desde la que vivirá la
adultez, superando la crisis de identidad al forjar la suya propia. La relación entre
adolescentes y adultos, desde esta teoría, es fundamental para el crecimiento. Esto funciona
desde los conflictos entre ellos, que necesitan encontrar un balance entre madurez e
inmadurez. Este equilibrio se logra cuando una mente irresponsable e inmadura, confundida
entre la dependencia de sus cuidadores, pero sentirse con el poder de interpelar y cuestionar
a los demás, se enfrenta a una mente madura que le habla de responsabilidad, y la realidad
de las consecuencias -comprendida como sobrevivencia. Al cumplirse esta confrontación
intergeneracional, se formará un balance que permite que el adolescente pueda descargar la
agresión que trae el crecimiento, confiando en que realmente no perjudicará al resto. En
otras palabras, el adolescente necesita descargarse contra alguien que no reaccione de su
misma forma, para comprender que su rabia puede no ser dañina. Así se trabaja un aspecto
del crecimiento psíquico, que conducirá al fortalecimiento de la sensación de confianza que
tendrá el adolescente hacia sí mismo y el mundo (Winnicott, 1972). De modo que un
adolescente que se ve silenciado por el rechazo de los adultos y, en consecuencia, no logre
vivir la confrontación en la cual descargaría su malestar psíquico, portará esa agresividad,
dirigiéndola a sí misme (como suicidio) o a sus pares. Lo anterior provoca fuertes
sentimientos de culpa y un eventual aislamiento, que generalmente desemboca en
depresiones. No obstante, refiriéndonos a una persona LGBTIQ+, en el mejor de los casos,
debido al rechazo podrá encontrar una red de apoyo en otros grupos disidentes, donde
funcionan como una familia que logre la confrontación y el consecuente balance,
integrándose desde el amor y la empatía.
Como expresa García et. al. (2018) “los adolescentes LGBT[IQ+] presentan los
mismos desafíos del desarrollo que sus pares heterosexuales (desarrollar habilidades
sociales, integrar su identidad o identificarse y pertenecer a un grupo de pares), sin
embargo, deben enfrentarse también con prejuicios, discriminación y en algunos casos a la
violencia de sus pares o rechazo tanto en su propia familia como en sus redes sociales”
(p.42). De modo que una de las consecuencias de apartar a un adolescente, culmina en la
ocultación de su verdadera identidad, lo que puede conllevar a una depresión; sufrir
bullying por parte de los pares, o el alejamiento de la familia y falta de redes de apoyo, en
el peor de los casos desemboca en depresiones con ideación suicida. Todo este sufrimiento
proviene de la falta de empatía e integración hacia la diversidad humana. Citando a los
mismos autores, “la falta de reconocimiento legitimados puede causar aumento de la
experiencia traumática y ansiedad que no ocurriría en individuos que no se identifican
como LGBT[IQ+]” (p.43).

 Winnicott, D. (1972). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.


 Foelsch, P. A., Schlüter-Müller, S., & Odom, A. E. (2015). Tratamiento para la identidad del
adolescente (AIT): una aproximación integral de la personalidad. Editorial El Manual
Moderno.
 Rocha Sánchez, Tania Esmeralda (2009). Desarrollo de la Identidad de Género
desde una Perspectiva Psico-Socio-Cultural: Un Recorrido Conceptual. Revista
Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology, 43(2),250-259.
[fecha de Consulta 29 de Diciembre de 2021]. ISSN: 0034-9690. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28412891006
 García-Leiva, Patricia (2005). Identidad de género: Modelos explicativos. Escritos
de Psicología - Psychological Writings, (7),71-81.[fecha de Consulta 29 de
Diciembre de 2021]. ISSN: 1138-2635. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=271020873007

 García G., Correa R., Forno L., Díaz V., Tellez M. (2018) Diversidad sexual, adolescencia y
familia.Revista de Familias y Terapias año 27, N°45 Diciembre 2018 Páginas 39-51
https://doi.org/10.29260/DFYT.2018.45B

 Sevilla Rodríguez, Antonio Javier, & Aparicio García, Marta Evelia, & Gras, Rosa (2019). La
Salud de Adolescentes y Adultos Transgénero: Revisión Sistemática desde la Perspectiva de
Género. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación - e Avaliação Psicológica,
1(50),5-20.[fecha de Consulta 29 de Diciembre de 2021]. ISSN: 1135-3848. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=459657548001

 Pineda, C. (2013). Etiología social del riesgo de suicidio en adolescentes y jóvenes lesbianas, gay y bisexuales:
una revisión. En Psicogente, 16(29), 218-234.

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