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Tarea 15 Medecina Forense

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INSTITUTO UNIVERSITARIO “LUIS FELIPE

DOMÍNGUEZ SUÁREZ” 27PSU0056V

LICENCIATURA DE DERECHO Y JUICIOS ORALES

MATERIA:
MEDICINA LEGAL Y FORENSE

8° CUATRIMESTRE.

NOMBRE DEL MAESTRO:


ANICETO GUILLERMO LARA

NOMBRE DE LA ALUMNA:
MARÍA ESTHER PASCUAL BALAN

FECHA DE ENTREGA:
BALANCÁN TABASCO, A 15 DE ENERO DEL 2023
Contenido
TEMA:.......................................................................................4
UNIDAD II DERECHOS DE LOS PACIENTES.......................4
2.3 SECRETO PROFESIONAL: MEDICINA E INTIMIDAD....5
2.4 DOCUMENTOS MÉDICOS- LEGALES.............................5
2.4.1 HISTORIA CLÍNICA: REGULACIÓN ACTUAL...............8
2.5 MEDICINA LABORAL.....................................................17
................................................................................................21
2.6 CONCEPTO DE INCAPACIDAD TEMPORAL...............21
2.6.1 ACCIDENTES DE TRABAJO Y ENFERMEDAD
PROFESIONAL......................................................................25
2.7 INCAPACIDAD PERMANENTE Y SU VALORACIÓN....26
.............................................................................................27
UNIDAD III INFORME PERICIAL EN LA VALORACIÓN DEL
DAÑO CORPORAL................................................................31
3.1 DIAGNOSTICO DE MUERTE..........................................42
3.2 TANATOLOGÍA FORENSE.............................................45
TEMA:

UNIDAD II DERECHOS DE LOS


PACIENTES
2.3 SECRETO PROFESIONAL: MEDICINA E
INTIMIDAD

Este estudio tiene como propósito explicar la relatividad del secreto médico y la
actuación del médico perito. El secreto profesional médico es un derecho a la
intimidad y constituye obligación ineludible para el personal de la salud, los
pacientes y peritados, de ahí que todo lo que revelen deba ser guardado para
evitar daños a la vida privada de los individuos. Desde el punto de vista ético el
secreto médico profesional obliga al perito a no revelar más de lo necesario para
el peritaje, así como a no divulgar dicho informe, limitándose a entregarlo
solamente a quienes tuvieran derecho a él. El secreto profesional es un tema
apasionante y siempre de actualidad, pues atañe prácticamente a todo profesional
a quien, directa o indirectamente, se hacen de su conocimiento hechos o acciones
cuya revelación podría causar un perjuicio real o un justificado disgusto a la
persona misma o a sus familiares. Todo médico debe tener presente, así como su
personal auxiliar, que tienen obligación de guardar secreto, entendido éste como
"lo que cuidadosamente se tiene reservado y oculto" sobre hechos que conozca
en el ejercicio de su profesión séanle o no revelados. El derecho del paciente a
que la información que proporciona al médico se mantenga en forma confidencial
es una premisa fundamental de la atención médica. El secreto profesional es la
obligación ética que tiene el médico de no divulgar ni permitir que se conozca la
información que directa o indirectamente obtenga durante el ejercicio profesional
sobre la salud y vida del paciente o su familia, obliga al médico aun después de
que el paciente haya muerto y no se limita sólo a lo que éste comunique al
médico, sino lo que él vea y conozca, directa o indirectamente, sobre el proceso
patológico y su vida, extendiéndose a su familia. A los estudiantes de Medicina y
personas involucradas en la atención médica también los obliga el secreto
profesional, pues es necesario asegurar al enfermo que todo lo relativo a su vida y
enfermedad será guardado en reserva.

2.4 DOCUMENTOS MÉDICOS- LEGALES


Un documento médico legal es un documento donde se deja constancia escrita y
sirven al Agente del Ministerio Público para llegar a determinar la existencia de un
probable delito en donde se narran circunstancias clínicas que son apreciadas por
los médicos al momento de ejercer su profesión.
“Deja constancia escrita y sirven al Agente del Ministerio Público para llegar a
determinar la existencia de un probable delito en donde se narran circunstancias
clínicas que son apreciadas por los médicos al momento de ejercer su profesión y
revisar a un paciente auxiliando a la Ley a determinar con certeza la verdadera
causa del daño físico recibido por la persona, las alteraciones que sufrió en su
integridad corporal, así como la responsabilidad de quien infringió la Ley.”

¿CÓMO SE CONFORMA UN DOCUMENTO MÉDICO LEGAL?


Con independencia del sentido o razón de ser de cada uno de los documentos
médico legales, todos y cada uno de ellos deben contener los siguientes
requisitos:
Fecha, lugar, número de expediente, número de paciente, nombre del médico o de
quien lo expida, nombre de la institución, especificación de las causas que
produjeron alteraciones en el organismo del individuo, consecuencias del daño
físico ocurrido, análisis clínicos, análisis de laboratorio, descripción de los métodos
que utilizó el médico tratante para llegar a un resultado específico, sello de la
institución que lo expira y firma del médico.

El perito médico, en su labor como auxiliar de la justicia en un campo específico,


tiene entre sus funciones proporcionar la información pertinente a la autoridad que
corresponda y así haga efectiva su colaboración con la administración de la
justicia. Esto último puede ser de una forma verbal o escrita, aunque es más
utilizada la segunda. Sin embargo, la práctica de un peritaje a realizarse a solicitud
de un particular para fines propios o en ocasiones para usarse en lo futuro como
prueba al momento de presentar una denuncia o querella.

Lo señalado antes no es específico para el médico legista (forense), sino que


algunos documentos también serán utilizados por el médico general o médico
especialista en otra rama de la medicina. Son documentos que en determinado
momento adquieren valor probatorio. En ocasiones si es que no existiera el perito
legista correspondiente al caso y esto fuera imprescindible, el médico actuará
como tal en auxilio de la justicia ante un litigio, al ser solicitado por las autoridades
correspondientes.

Sea cual fuere el caso se considera que estos documentos tendrán que ser
interpretados por individuos no relacionados en forma directa con las ciencias
médicas. Por ese motivo se realizará sin la utilización de tecnicismos innecesarios
o si esto es imperante, se explica en forma simple el significado de lo señalado
antes.

Los tipos de documentos medicolegales son:

 Dictamen.
 Certificado.
 Consentimiento informado.
 Consulta.
 Historia clínica.
 Receta.
 Resumen clínico.

Dictamen
Documento emitido por orden de la autoridad judicial por medio del cual el perito
ilustra aspectos médicos de hechos judiciales o administrativos. Es una opinión
fundamentada que tiene como objetivos: apoyar, justificar y documentar un hecho
o un diagnóstico, siguiendo la metodología necesaria para el caso particular.

El perito rendirá su dictamen en forma objetiva, imparcial, concreta, precisa y


clara, de forma que no deje dudas al juez o alguna otra autoridad. En los peritajes
la ley ordena que sean dos peritos los que intervengan en el acto, bastará uno
cuando sólo éste pueda ser conseguido, o cuando haya urgencia o peligro de que
desaparezcan las evidencias (Artículo 240 del Código de Procedimientos Penales
del Estado y Artículo 221 del Código Federal de Procedimientos Penales).

El falsear declaraciones en los peritajes constituye delito previsto por el Código


Penal Federal vigente.

Dentro de los tipos de dictámenes se encuentran:


Cadáver:
Personas vivas:
 Autopsia.
 Lesiones.
 Tiempo de muerte.
 Toxicológicos.
 Toxicológicos.
 Mentales.
 Identificación.
 Edad probable.
 Recreación de los hechos.
 Salud.
 Otros.
 Violencia sexual.
Objetos:
 Otros.
 Armas.
Vegetales:
 Ropas.
 Químicos.  Vehículos.
 Toxicológicos.  Identificación.
 Identificación.  Otros.
 Otros.

Animales:

 Enfermedades
infectocontagiosas.
 Convivencia con el hombre.
2.4.1 HISTORIA CLÍNICA: REGULACIÓN ACTUAL

Dentro del ordenamiento de ámbito estatal, la regulación que hasta hace poco
había podía calificarse de escasa. Todo se reducía a la Ley General de Sanidad
que declaraba el derecho de los ciudadanos a que quedase constancia por escrito
de todo su proceso asistencial y a que la Historia estuviese a “disposición de los
enfermos y de los facultativos que directamente estén implicados en el diagnóstico
y el tratamiento del enfermo, así como a efectos de inspección médica o para fines
científicos, debiendo quedar garantizados el derecho del enfermo a su intimidad
personal y familiar y el deber de guardar secreto por quien, en virtud de sus
competencias, tenga acceso a la historia clínica”1 . A esta previsión legal tan sólo
cabe añadirle el reconocimiento del derecho de los ciudadanos, en materia de
información y documentación sanitaria, a que se les entregue, a petición propia, un
ejemplar de su historia clínica o de determinados datos contenidos en la misma,
sin perjuicio de la obligación de su conservación en el centro sanitario, a que hace
referencia el Real Decreto sobre Prestaciones del Sistema Nacional de Salud. 2
Fruto de la preocupación por la escasa regulación existente, fue la creación en
1997, por la Subsecretaría del Ministerio de Sanidad y Consumo, de un Grupo de
Expertos en Información y Documentación clínica que elaboró unos criterios
generales que posteriormente fueron recogidos por las leyes autonómicas que se
han publicado y por la iniciativa legislativa estatal que culminó con la aprobación
de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación
clínica.3 La Ley considera que la Historia tiene como fin principal facilitar la
asistencia sanitaria, recogiendo todos los datos que, bajo criterio médico, permitan
el conocimiento veraz y actualizado de su estado de salud. Además de este fin,
que constituye la razón de ser de la Historia y el único que puede justificar su
creación, la Ley permite el acceso a la documentación clínica con fines judiciales,
epidemiológicos, de salud pública, de investigación y de docencia. Finalmente,
también contempla la posibilidad de acceso por el personal sanitario que ejerza
funciones de inspección, evaluación, acreditación y evaluación. Quizá la
innovación más destacable de la Ley en materia de acceso a la Historia es la
regulación detallada que ha hecho sobre el derecho de paciente, limitándolo al
declarar que no podrá ejercitarse en perjuicio del derecho de terceras personas a
la confidencialidad de los datos que puedan hallarse incorporados a la
documentación clínica, ni en perjuicio del derecho de los profesionales
participantes en su elaboración que podrán oponer al derecho de acceso del
paciente la reserva de sus anotaciones subjetivas. Respecto a los datos de
pacientes fallecidos, determina que los centros sanitarios y los facultativos de
ejercicio individual sólo facilitarán el acceso a la Historia a las personas vinculadas
a ellos por razones familiares de hecho, salvo que el fallecido lo hubiese prohibido
expresamente y, en todo caso, limitado a los datos pertinentes y salvaguardando
su intimidad. Del estudio de las novedades introducidas por la nueva Ley se
pueden extraer los siguientes conceptos:
1. Definición. La historia es definida por la Ley como el conjunto de
documentos que contienen los datos, valoraciones e informaciones
de cualquier índole sobre la situación y la evolución clínica de un
paciente a lo largo del proceso asistencial. A su vez, se define la
Documentación Clínica como el soporte de cualquier tipo o clase que
contiene un conjunto de datos e informaciones de carácter
asistencial.
Finalmente, la propia Ley afirma que la Historia Clínica comprende el
conjunto de documentos relativos a los procesos asistenciales de cada
paciente, con la identificación de los médicos y de los demás
profesionales que han intervenido en ellos, con objeto de obtener la
máxima integración posible de la documentación clínica, al menos en el
ámbito de cada centro.
2. Contenido En cuanto a los documentos que debe contener la Historia
Clínica, la Ley establece que incorporará la información que se
considere trascendental para el conocimiento veraz y actualizado del
estado de salud del paciente. Tiene como fin principal facilitar la
asistencia sanitaria dejando constancia de los datos, que, bajo criterio
médico, permitan el conocimiento veraz y actualizado del estado de
salud. A continuación, establece los documentos que ha de tener
incorporados como contenido mínimo según se trate de una Historia
correspondiente a un proceso de hospitalización o no.
3. Usos de la Historia clínica Bajo el epígrafe de usos de la Historia, la
Ley ha incluido la regulación de quiénes pueden acceder a la misma.
Así, comienza afirmando que la historia clínica es un instrumento
destinado fundamentalmente a garantizar una asistencia adecuada al
paciente. Por este motivo, los profesionales asistenciales del centro que
realizan el diagnóstico o el tratamiento del paciente, tienen acceso a la
historia clínica de éste como instrumento fundamental para su adecuada
asistencia. Además de los profesionales que directamente se relacionan
con el proceso asistencial del paciente, también se reconoce el derecho
de acceso con fines judiciales, epidemiológicos, de salud pública, de
investigación o de docencia. El acceso con estos fines obliga a
preservar los datos de identificación personal separados de los clínico-
sanitarios para asegurar el anonimato, salvo consentimiento del
paciente para no separarlos. Se exceptúan los supuestos de
investigación judicial en los que se considere imprescindible la
unificación, en los cuales se estará a lo que dispongan jueces y
tribunales en el proceso correspondiente. Otro tipo de personal al que se
le reconoce un derecho de acceso, aunque restringido, es al personal de
administración y gestión de los centros sanitarios, que sólo puede
acceder a los datos de la historia clínica relacionados con sus propias
funciones. Finalmente, se determina que el personal sanitario
debidamente acreditado que ejerza funciones de inspección, evaluación,
acreditación y planificación, tendrá acceso a las historias clínicas en el
cumplimiento de sus funciones de comprobación de la calidad de la
asistencia, el respeto de los derechos del paciente o cualquier otra
obligación del centro en relación con los pacientes y usuarios o la propia
Administración sanitaria.
4. Derecho de acceso del paciente
Desde la publicación de la Ley General de Sanidad en el año 1986, ha
sido una constante la reivindicación de muchos de nosotros sobre la
necesidad de limitar el derecho de acceso del paciente a los datos
subjetivos, entendiendo por tales, aquellos que son objeto de una
elaboración intelectual y contienen apreciaciones personales o juicios de
valor.4 Esta tesis, en un principio no “fructificó y, como ya dijimos, se
eliminó toda duda al respecto al reconocerse el derecho a la entrega, a
petición del interesado, de un ejemplar de su historia clínica o de
determinados datos contenidos en la misma, sin perjuicio de la
obligación de su conservación en el centro sanitario”, a que hace
referencia el artículo 5,6, Anexo I del Real Decreto 63/1995, de 20 de
enero, sobre Ordenación de Prestaciones Sanitarias del Sistema
Nacional de Salud. Actualmente, las nuevas Leyes autonómicas y la Ley
41/2002 limitan el derecho de acceso del interesado, de acuerdo con el
criterio del también citado Grupo de Expertos en Información y
Documentación Clínica, considerando que el paciente tiene derecho a
acceder a la documentación contenida en la Historia Clínica, pero este
acceso no puede ejercerse en perjuicio del derecho de terceros a la
confidencialidad de los datos de los mismos que figuren en ella, ni del
derecho de los profesionales que han intervenido en su elaboración, que
podrán invocar la reserva de sus observaciones, apreciaciones o
anotaciones subjetivas. Hasta ahora carecíamos de un criterio legal a la
hora de determinar el derecho de acceso de los familiares al Historial de
un paciente fallecido. La nueva regulación se ha ocupado expresamente
de este aspecto, estableciendo que los centros sanitarios y los
facultativos de ejercicio individual sólo facilitarán el acceso a la historia
de los pacientes fallecidos a las personas vinculadas a él, por razones
familiares o de hecho, salvo que el fallecido lo hubiese prohibido
expresamente y así se acredite. En cualquier caso, el acceso de un
tercero a la historia motivado por un riesgo para su salud se limitará a
los datos pertinentes. No se facilitará información que afecte a la
intimidad del fallecido ni a las anotaciones subjetivas de los
profesionales, ni que perjudique a terceros.
5. Archivo y conservación.
Se establece que cada centro archivará las historias clínicas de sus
pacientes, cualquiera que sea el soporte papel, audiovisual, informático
o de otro tipo en el que consten, de manera que queden garantizadas su
seguridad, su correcta conservación y la recuperación de la información.
Se impone a Las Administraciones Sanitarias la obligación de establecer
los mecanismos que garanticen la autenticidad del contenido de la
historia clínica y de los cambios operados en ella, así como la
posibilidad de su reproducción futura. En cuanto a la conservación de la
documentación clínica se establece que los centros sanitarios tienen la
obligación de conservar la documentación clínica en condiciones que
garanticen su correcto mantenimiento y seguridad, aunque no
necesariamente en el soporte original, para la debida asistencia al
paciente durante el tiempo adecuado en cada caso y, como mínimo,
cinco años contados desde la fecha del alta de cada proceso asistencial.
La documentación clínica también se conservará a efectos judiciales de
conformidad con la legislación vigente. Se conservará, asimismo,
cuando existan razones epidemiológicas, de investigación o de
organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Salud. Su
tratamiento se hará de forma que se evite en lo posible la identificación
de las personas afectadas. La gestión de la historia por los centros con
pacientes hospitalizados o con un número suficiente bajo cualquier otra
modalidad asistencial, según el criterio de los servicios de salud, se
realizará a través de la unidad de admisión y documentación clínica,
encargada de integrar en un solo archivo las historias clínicas. Su
custodia está bajo la responsabilidad de la dirección del centro sanitario.
6. La Historia Clínica como medio de prueba. Como hemos visto, la Ley
41/2002, admite la posibilidad de que al paciente se le proporcione
información verbal y se recabe su consentimiento en la misma forma, al
margen de una serie de supuestos tasados en los que se exige que se
haga por escrito. Con ello, lo que hace es abandonar el absurdo e
incumplible formalismo del derogado artículo 10.6 de la Ley General de
Sanidad que exigía el consentimiento escrito del usuario para la
realización de cualquier intervención, adaptándose a la realidad clínica
en la que la mayoría de los actos médicos se hacen con consentimiento
verbal. Tan sólo las intervenciones quirúrgicas y las pruebas
diagnósticas invasivas suelen ser objeto de un documento formal y el
resto de actuaciones sanitarias carecen, lógicamente, de consentimiento
escrito, dejándose, habitualmente, registro documental en la Historia. En
la medicina actual está absolutamente implantado el uso de la Historia
Clínica como herramienta de trabajo y soporte de toda la relación
médico-enfermo. La propia Ley 41/2002 reconoce la Historia Clínica
como el lugar apropiado para dejar constancia de las diversas
vicisitudes por las que discurre la relación asistencial cuando establece
que la información se proporcionará, por regla general, verbalmente
dejando constancia en la Historia. De idéntica manera, exige que
cuando se limite la información a un paciente por entender que se dan
los motivos para que exista un estado de necesidad terapéutica
acreditado, se deje constancia razonada en la Historia de estas
circunstancias. Admitido que no es posible, ni siquiera recomendable,
que todas las intervenciones sanitarias que se practican queden
amparadas por un expreso consentimiento escrito, la Historia Clínica
cobra especial relevancia al ser el soporte por excelencia para recoger
toda la información sobre el devenir de la relación médico paciente. Nos
estamos refiriendo al concepto amplio de “intervención” que engloba el
conjunto de actos médicos diagnósticos, terapéuticos, preventivos y de
investigación y en los que la obtención de un consentimiento escrito
para cada uno de ellos es imposible. El consentimiento otorgado por el
paciente, después de recibir la información adecuada, no es más que la
culminación de una relación de confianza basada, fundamentalmente,
en el diálogo. La experiencia nos demuestra que, en numerosas
ocasiones, la petición al paciente de una firma de autorización para
prestarle una determinada asistencia es interpretada como una
agresión, como un acto defensivo encaminado a salvaguardar los
intereses del médico exclusivamente o, como máximo, a dar,
simplemente, cumplimiento a una previsión legal y burocrática. Es este
punto de vista el que nos permite posicionarnos en la línea manifestada
por el Grupo de Expertos en Información y Documentación cuando
afirma que: “debemos insistir en que la Historia Clínica sigue siendo el
lugar físico por antonomasia para registrar procesos de información y
consentimiento, aunque los profesionales no suelan entenderlo así. De
hecho, debería recomendarse a los profesionales que adquieran el
hábito de incluir en las hojas de evolución clínica comentarios y
anotaciones acerca de aquello que hablan con sus pacientes. Además
de ser un signo de calidad, tiene valor probatorio a efectos jurídicos”.5 El
valor probatorio de la Historia Clínica ha sido recogido en numerosas
sentencias judiciales, tanto para condenar como para absolver al
médico, haciendo referencia expresa al consentimiento informado en
varias de ellas. También la doctrina se ha ocupado de esta cuestión
afirmando que la Historia es un medio de prueba directo con fuerza
probatoria que puede acreditar, entre otras cuestiones, si se ha
procurado al paciente la información que exige la Ley. Tiene importancia
esta cuestión porque la jurisprudencia sostiene el criterio de que en caso
de duda sobre si al paciente se le dio la adecuada información, se
produce una inversión de la carga de la prueba, siendo el facultativo
quien ha de probar que lo hizo. Ya la Sentencia del Tribunal Supremo de
25 de abril de 1994, a la que antes hacíamos referencia, condenó por
encontrarse el documento de consentimiento informado en blanco, sin
firma ni expresión alguna sobre la persona a intervenir, por lo que la
simple aportación del mismo no sirvió como prueba del cumplimiento por
el médico del deber de informar. La Sentencia sostiene que el médico
no acreditó haber proporcionado la información adecuada al paciente,
entendiendo que éste era un deber que le correspondía. De manera
similar, la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Supremo, de 3 de octubre de 2000, utiliza como medio de
prueba la Historia y considera probado que se informó habida cuenta de
la existencia de unas breves anotaciones sobre el contenido de la
información proporcionada, reflejadas en una ficha. Afirma que la
información excesiva puede convertir la atención clínica en
desmesurada (puesto que un acto clínico es, en definitiva, la prestación
de información al paciente) y en un padecimiento innecesario para el
paciente. Y que no cabe excluir incluso el rechazo por el paciente de
protocolos excesivamente largos o inadecuados o el entendimiento de
su entrega como una agresión.
7. Particularidades de la Historia Clínica en soporte informático.
No existe inconveniente alguno para que la Historia Clínica se realice
en soporte informático y así se reconoce en diversos artículos de la
nueva Ley 41/2002. Dice que se entenderá por documentación clínica,
el soporte de cualquier tipo o clase que contiene un conjunto de datos e
informaciones de carácter asistencial. A continuación, define la Historia
Clínica como el conjunto de documentos que contienen los datos,
valoraciones e informaciones de cualquier índole sobre la situación y la
evolución clínica de un paciente a lo largo del proceso asistencial.
Concretamente, cuando se ocupa del archivo de la documentación
clínica, la Ley establece que cada centro archivará las historias clínicas
de sus pacientes, cualquiera que sea el soporte papel, audiovisual,
informático o de otro tipo en el que consten, de manera que queden
garantizadas su seguridad, su correcta conservación y la recuperación
de la información. Los centros sanitarios tienen la obligación de
conservar la documentación clínica en condiciones que garanticen su
correcto mantenimiento y seguridad, aunque no necesariamente en el
soporte original, para la debida asistencia al paciente durante el tiempo
adecuado en cada caso y, como mínimo, cinco años contados desde la
fecha del alta de cada proceso asistencial. Respecto a la protección de
datos informatizados existe una amplia relación de antecedentes
normativos, pero a los fines que ahora nos interesan hay que citar, como
precedente más importante el Convenio de Estrasburgo de 1981, que
dio lugar, once años después, a la primera ley española sobre
protección de datos personales. Posteriormente, una Directiva europea
obligó a cambiar el derecho nacional, lo que llevó a la derogación de la
citada ley y a la aprobación de la vigente Ley Orgánica Reguladora de la
Protección de Datos Personales. A la Historia Clínica informatizada le
son de aplicación las medidas técnicas de seguridad establecidas por la
legislación reguladora de la conservación de los ficheros que contienen
datos de carácter personal y, en general, por la Ley Orgánica 15/1999,
de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, de la
que merece destacarse, a estos efectos, su artículo 7.3 cuando
determina que “los datos de carácter personal que hagan referencia al
origen racial, a la salud y a la vida sexual sólo podrán ser recabados,
tratados y cedidos cuando, por razones de interés general, así lo
disponga una Ley o el afectado consienta expresamente”. Proclamado
este principio general, la Ley crea inmediatamente la excepción al añadir
en el art. 8 que “las instituciones y los centros sanitarios públicos y
privados y los profesionales correspondientes podrán proceder al
tratamiento de los datos de carácter personal relativos a la salud de las
personas que a ellos acudan o hayan de ser tratados en los mismos, de
acuerdo con lo dispuesto en la legislación estatal o autonómica sobre
sanidad”. El mismo artículo ordena como obligación del responsable del
fichero la adopción de las medidas de índole técnica y organizativas
necesarias para garantizar la seguridad que deben reunir los ficheros,
centros de tratamiento, locales, equipos, sistemas, programas y
personas que intervengan en el tratamiento automatizado de carácter
personal. El Real Decreto 994/1999, de 11 de junio, por el que se
aprueba el Reglamento de medidas de seguridad de los ficheros
automatizados que contengan datos de carácter personal, establece que
aquellos ficheros que contengan datos relativos a la ideología, religión,
creencias, origen racial, salud o vida sexual deberán reunir, además de
las medidas de nivel básico y medio, las calificadas de nivel alto.
Similares garantías se exigen en la Recomendación R (97)5, del Comité
de ministros del Consejo de Europa relativa a la protección de Datos
Médicos, que plantea como uno de sus objetivos asegurar la
confidencialidad, integridad y exactitud de los mismos, evitando el
acceso a las instalaciones que los contienen, su conocimiento,
alteración o utilización por quienes no estén autorizados, o su uso para
fines diferentes a los legítimos. Una cuestión específica del tratamiento
de datos que resulta polémica en el ámbito sanitario es la relativa a los
Derechos de rectificación y cancelación. La Ley de Protección de datos
establece, como un derecho de los interesados, que serán rectificados o
cancelados, en su caso, los datos de carácter personal cuyo tratamiento
no se ajuste a lo dispuesto en ella y, en particular, cuando tales datos
resulten inexactos o incompletos. La cancelación dará lugar al bloqueo
de los datos, conservándose únicamente a disposición de las
Administraciones públicas, Jueces y Tribunales, para la atención de las
posibles responsabilidades nacidas del tratamiento. Cumplido el plazo
deberá procederse a la supresión. Igualmente, la Ley prevé (artículo 4.5)
que se deberá proceder a la cancelación cuando los datos hayan dejado
de ser necesarios o pertinentes para la finalidad para la cual fueron
recabados o registrados. Para su conservación determina que habrá
que adoptar las medidas precisas para que no se pueda identificar al
interesado, haciendo ya la previsión legal de que se pueda establecer
reglamentariamente el procedimiento por el que, excepcionalmente, se
decida el mantenimiento íntegro de la información por valores históricos,
estadísticos o científicos, de acuerdo con la legislación específica. La
previsión genérica que hace la Ley parece fácilmente aplicable al mundo
sanitario respecto a la rectificación, ya que sólo procede cuando se trate
de datos inexactos o incompletos; pero en cuanto a la cancelación la
situación parece más compleja. En este sentido, y ante las dudas
existentes sobre la posibilidad de que un paciente pueda exigir que
desaparezcan determinados datos de su historial clínico una vez
incluidos, cabe remitirse al pronunciamiento hecho por la Agencia de
Protección de Datos10 según el cual no procede la cancelación cuando
pueda causar perjuicios legítimos del afectado o de terceros o cuando
existe una obligación de conservar los datos. De todos modos, ya hay
disposiciones legales que, sorprendentemente en nuestra opinión,
permiten la cancelación entendida como borrado de los datos sanitarios
obtenidos legalmente. Nos estamos refiriendo a la Ley 25/1997, de 26
de diciembre, de Regulación del Servicio de Atención de Urgencias de la
Comunidad de Madrid que prevé que los datos contenidos en los
ficheros automatizados necesarios para recoger la información del
servicio o asistencia, serán cancelados cuando finalice la actuación a la
que, de manera mediata o inmediata, haya lugar, y en todo caso a
petición del interesado. No compartimos este criterio ya que supone que
el paciente pueda decidir el contenido de la información que se recoja
en su Historia Clínica, impidiendo a otros terceros legitimados para
acceder a la misma ejercer sus derechos e incluso obligaciones.11
Cuando hablamos de terceros legitimados para acceder a la Historia es
preciso tener en cuenta el derecho de los profesionales y el derecho de
organización y control del propio centro sanitario, así como la posibilidad
de hacer revisiones de calidad, estudios, revisiones diagnósticas, etc.,
tal como prevén la Ley 41/2002 y las Leyes de las Comunidades
Autónomas Catalana, Gallega y Navarra ya citadas. Con idéntico
criterio, el Reglamento de la historia clínica del País Vasco establece
que cuando el motivo de acceso sea la planificación sanitaria o la
estadística, el Departamento, a través del personal acreditado, podrá
conocer la información contenida en ella. (Decreto 272/1986, de 25 de
noviembre, del Consejo de Gobierno del País Vasco). En relación
directa con este derecho de acceso a la Historia de terceros distintos al
paciente, merece ser brevemente comentada la Sentencia de la
Audiencia Provincial de Segovia, de 19 de diciembre de 2000. En
esencia, y para lo que ahora nos interesa, se discutía si es lícito el
acceso por la Inspección Médica del INSALUD a los historiales clínicos
de determinados pacientes para realizar un estudio de Cartera de
Servicios en contra de la voluntad de los respectivos médicos de
Atención Primaria, quienes se habían negado, previamente, a
proporcionar los listados de pacientes con identificación clasificados por
una serie de diagnósticos objeto de estudio. Estos médicos entendieron
que la información que se les solicitaba afectaba a la intimidad de sus
pacientes. El Tribunal, en sus razonamientos, afirma que la existencia
de la Historia Clínica, prevista en el Artículo 61 de la Ley General de
Sanidad, refuerza las competencias de la Administración Sanitaria para
el ejercicio de las tareas de inspección, evaluación y control de las
prestaciones sanitarias, centros y servicios; tareas encomendadas
legislativamente que resultarían baldías si no pudiera acceder a la
Historia. Igualmente, considera que “resulta evidente la necesidad en la
distribución horizontal y vertical del trabajo sanitario de que exista
acceso al historial médico por personal auxiliar o superior jerárquico en
orden a la evaluación o supervisión de su trabajo, quienes por una parte
no pueden ser considerados como terceros a efectos del conocimiento
por razones profesionales, pero a quienes lógicamente también es
predicable la condición de confidentes necesarios, determinante de la
obligación de sigilo y reserva de lo conocido por este medio”.
Finalmente, la Sala se basa en el artículo 7.6 de la Ley 15/99 para
declarar que los listados identificativos de pacientes que se solicitaban
no implican un quebrantamiento de la normativa sobre protección de
datos.
2.5 MEDICINA LABORAL

La medicina laboral (también conocida como “la medicina del trabajo”) es una
especialidad médica encargada de la prevención y asistencia de la salud de las
personas dentro del ámbito laboral.
La medicina laboral procura tener un control del estado de salud de los
trabajadores, con el fin de mantener recursos humanos más eficientes.
Para la Organización Mundial de la Salud, la medicina laboral ha sido definida
como:
“La especialidad médica que, actuando aislada o comunitariamente, estudia los
medios preventivos para conseguir el más alto grado de bienestar físico, psíquico
y social de los trabajadores, en relación con la capacidad de éstos, con las
características y riesgos de su trabajo, el ambiente laboral y la influencia de éste
en su entorno, así como promueve los medios para el diagnóstico, tratamiento,
adaptación, rehabilitación y calificación de la patología producida o condicionada
por el trabajo”.

Existe una conveniencia en describir la Historia no a través de los sucesos


culturales sino a través de la evolución del trabajo, dado su rol en la creación y
mantenimiento de las sociedades humanas. Entonces, la preocupación de la
medicina por la salud de los trabajadores reivindicaría su papel en el desarrollo de
la humanidad. Sin embargo, como todo conocimiento está sujeto a
diversificaciones en su contenido, tanto en la práctica como en el conocimiento,
creando diversos conceptos que van evolucionando en el tiempo. Esto ha ocurrido
con la Medicina del Trabajo ahora llamada Medicina Ocupacional y del Medio
Ambiente, que es una disciplina fundamental dentro de la Salud Ocupacional. El
presente artículo trata de esclarecer conceptos de la Medicina del Trabajo, la
Medicina Ocupacional y del Medio Ambiente y la Salud Ocupacional. 

PALABRAS CLAVE: Evolución del trabajo, salud de los trabajadores, salud


ocupacional.

 Desde el origen del hombre y ante la necesidad de alimentarse y sobrevivir, nació


el trabajo y junto a este, sus riesgos de enfermedad o incluso la muerte de los
trabajadores. Posteriormente, las acciones que toma para protegerse dan origen a
la Medicina del Trabajo. Sin embargo, con el devenir del tiempo se han
desarrollado tres conceptos íntimamente relacionados que son la Medicina del
Trabajo, la Medicina Ocupacional y del Medio Ambiente, y la Salud Ocupacional.
Actualmente, se reconoce que a nivel mundial existe mucha variación respecto de
la enseñanza y entrenamiento en Medicina Ocupacional y Salud Ocupacional,
incluso existen países en que otras especialidades médicas asumen el rol de
proteger la salud de los trabajadores. Entonces, el objetivo del presente artículo es
alcanzar al lector los conceptos de cada una, enfatizando que no comparten el
mismo objeto de estudio ni la forma de construir su conocimiento. Para este
artículo debemos interpretar el término Medicina del Trabajo como el término
hispano latino de Medicina Ocupacional que es un término anglosajón.

La aparición del Tratado de las enfermedades de los artesanos obra de


Bernardino Ramazzini en el año 1773, fue el inicio de una tradición científica de la
higiene y la medicina del trabajo. Revisó 42 oficios distintos en su primera edición
y 52 en la segunda y última, analizando los riesgos derivados de la práctica de
cada uno, así como las medidas de prevención convenientes para aminorarlos.
Sus agudas observaciones permitieron distinguir entre enfermedades causadas
por el empleo de determinados materiales. También puede encontrarse en él la
conciencia del significado económico de la salud, pues consideró el dominio
técnico de la salud como garantía del desarrollo económico y del progreso de la
civilización.

Otro suceso importante en el desarrollo de la Medicina del Trabajo fue la firma del
Tratado de Versalles donde en su fracción XII, estableció los principios que
posteriormente tomaría la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tenía
como principal objetivo mejorar las condiciones de trabajo, así como de fortalecer
las economías de las naciones.

Los inicios de la Medicina del Trabajo tuvieron inicialmente una visión asistencial
dirigida a la prestación de primeros auxilios y hospitalización especializada, en la
evaluación de los daños biológicos sufridos desde una perspectiva puramente
clínica o quirúrgica y en tratamiento y rehabilitación de los casos de invalidez,
relegando los problemas de prevención a la evaluación médica pre - ocupacional y
periódica de los trabajadores, encuestas higiénicas y las campañas de educación
sanitaria . Entonces, la Medicina del Trabajo fue conocida como la especialidad
médica que se ocupaba de la vigilancia de la salud de los trabajadores,
relacionando las condiciones laborales y los procesos de trabajo con la salud de
los trabajadores con su principal efecto: las enfermedades ocupacionales. Entre
los años 1940 y 1950 la Medicina del Trabajo, tanto en Europa como en Estados
Unidos, maduró hasta convertirse en una disciplina científica por pleno derecho.
Florecieron los departamentos médicos d las compañías y los programas de
residencia y becas de investigación, además de continuar el desarrollo de las
disciplinas auxiliares, como la enfermería del trabajo, la higiene industrial y la
rehabilitación vocacional (1,5).

En el año 1950, para el Comité mixto de la Organización Internacional del Trabajo


y la Organización Mundial de la Salud (OIT - OMS), la medicina del trabajo era la
actividad médica que debía promocionar y mantener el mayor grado de bienestar
físico, mental y social de los trabajadores en todas las profesiones, la protección
de los trabajadores frente a todo tipo de riesgo procurando adaptar el trabajo y su
ambiente a las capacidades fisiológicas y psicológicas de los trabajadores (1,8).
Por lo tanto, ya toma connotación el papel del ambiente en la salud del trabajador.

El desarrollo de nuevas tecnologías e industrias, la adquisición de grandes


conocimientos y prácticas a través de la globalización, los cambios en la
organización del trabajo, la utilización de nuevos agentes químicos, etc.,
condicionan la aparición de nuevas enfermedades ocupacionales y la
reemergencia de enfermedades ocupacionales antiguas, determinando nuevas
prácticas médicas sobre salud laboral con ampliación en las actividades
productivas dirigiendo como finalidad principal la prevención, de manera que la
recuperación y reparación del perjuicio sufrido, sin restarle importancia, pasan a
un segundo plano, generando la evolución de la Medicina del Trabajo a la
Medicina Ocupacional y del Medio Ambiente, y alejándose del enfoque ortopédico
– traumatológico de una "medicina industrial o de empresa".

La Medicina Ocupacional y del Medio Ambiente es una de las disciplinas más


importantes de la Salud Ocupacional, la definición del Colegio Americano de
Medicina Ocupacional y Ambiental, nos dice lo siguiente: "Es la especialidad
médica dedicada a la prevención y manejo de las lesiones, enfermedades e
incapacidades ocupacionales y ambientales, de la promoción de la salud y de la
productividad de los trabajadores, sus familias y comunidades.

La Salud Ocupacional tiene como objeto de estudio la relación entre el proceso de


producción y las consecuencias hacia la salud de los trabajadores, orientándose,
entonces, hacia los procesos sociales, para lo cual utiliza tanto a las ciencias
naturales como a las sociales. Por lo tanto, la Salud Ocupacional, es el resultado
de un trabajo multidisciplinario donde intervienen profesionales en medicina
ocupacional, enfermería ocupacional, higiene industrial, seguridad, ergonomía,
psicología organizacional, epidemiología, toxicología, microbiología, estadística,
legislación laboral, terapia ocupacional, organización laboral, nutrición y
recientemente, promoción de la salud. Por lo tanto, es necesario definir que la
diferencia radica en que mientras la Medicina Ocupacional y del Medio Ambiente
es una rama de la Medicina y que para aprenderla se necesita ser médico, la
Salud Ocupacional se ha tomado arbitrariamente como una profesión, cuando en
realidad es una actividad multidisciplinaria.

En 1986, la reunión de expertos de la Región de las Américas, organizado por la


Organización Panamericana de la Salud, reunidos en un taller sobre enseñanza
de la Salud Ocupacional, utilizaron la siguiente definición: "Es el conjunto de
conocimientos científicos y de técnicas destinadas a promover, proteger y
mantener la salud y el bienestar de la población laboral, a través de medidas
dirigidas al trabajador, a las condiciones y ambiente de trabajo y a la comunidad,
mediante la identificación, evaluación y control de las condiciones y factores que
afectan la salud y el fomento de acciones que la favorezcan". Agregando a
continuación "El desarrollo de la salud ocupacional, debe lograrse con la
participación y cooperación de los trabajadores, empresarios, sectores
gubernamentales, instituciones y asociaciones involucradas. Para proyectar y
ponerla en práctica es necesaria la cooperación interdisciplinaria y la constitución
de un equipo, del cual tiene que formar parte el médico de los trabajadores".
En conclusión, la función de la Medicina Ocupacional es proteger y fomentar la
salud y la capacidad de trabajo de los trabajadores, así como el bienestar de su
familia y la de su ambiente. De esta manera, la Medicina contribuye a una buena
gestión de las empresas saludables. El Médico Ocupacional, desempeña una
función en la reducción de la incidencia de enfermedades y lesiones, en el alivio
del sufrimiento y en fomentar y proteger la salud de las personas a lo largo de sus
vidas. El Médico Ocupacional es un asesor experto, forma parte del equipo de
dirección, capaz de colaborar en la planificación y en la reformulación de los
procesos de trabajo en relación a la salud y a la seguridad, a los requisitos legales,
y a las buenas prácticas de negocio y de recursos humanos. En la mayoría de los
países, los Médicos Ocupacionales realizan valoraciones de la aptitud para el
trabajo, fomentan la capacidad para el trabajo y, en caso de enfermedad o de
lesión, efectúan diagnósticos y asesoran sobre cómo prevenir los efectos
negativos para la salud física y mental relacionada con el trabajo.

Actualmente, los Servicios de Medicina Ocupacional están dirigidos desde varias


perspectivas en nuestro país, en su mayoría por médicos de especialidad diferente
al del médico ocupacional, aunque algunos hospitales e industrias se muestran
más asertivos a la presencia de éstos últimos, que en décadas pasadas. A
continuación, se detallan los objetivos que debe tener todo Servicio de Medicina
Ocupacional:

1. Proteger a las personas en sus trabajos de los riesgos a la salud y


seguridad,

2. Proteger el ambiente,

3. Facilitar ambientes de trabajo saludables y seguros, de acuerdo a sus


capacidades físicas, mentales y emocionales,

4. Proveer adecuado cuidado médico y rehabilitación frente a


enfermedades y daños derivados del trabajo, y;

5. Asistir en las medidas necesarias para el mantenimiento de la salud de


los trabajadores.
2.6 CONCEPTO DE INCAPACIDAD TEMPORAL
La incapacidad temporal es la situación en la que se encuentra un trabajador
que ha sufrido una enfermedad o accidente, comunes o de origen laboral, que lo
incapacita para el trabajo de manera temporal.

Se trata de una prestación aportada por la Seguridad Social como


compensación a la pérdida de salario. Como contrapartida, el trabajador debe
someterse a controles médicos periódicos

Un trabajador con una incapacidad temporal o baja médica se encuentra


imposibilitado de manera puntual para trabajar y requiere asistencia sanitaria.

Cualquier trabajador, sea dependiente o autónomo, puede solicitar este tipo de


beneficios. Algunas características y requisitos varían de acuerdo con el hecho
causante de la incapacidad y las cotizaciones aportadas por el trabajador. Por
ejemplo, si la causa es un accidente de trabajo o una enfermedad profesional, no
se requieren mínimos de cotizaciones.

De esta forma, si se ha tratado de un accidente laboral o una baja por enfermedad


de origen laboral —enfermedad profesional—, la prestación se otorgará desde el
primer día. Sin embargo, en caso de una enfermedad común, se comenzará a
percibir el cobro a partir del cuarto día.

¿Cómo se establece el origen de la incapacidad temporal?

El Real Decreto 625/2014, del 18 de julio, establece un procedimiento para


la determinación de la causa de la incapacidad. Esto puede ser un instrumento
útil en los casos en que resulte controvertida la causa que originó la dolencia.
En especial debido a la responsabilidad que afecta al empleador respecto de
los riesgos laborales no atendidos, que pueden ser causantes de accidentes
laborales o enfermedades profesionales.

La norma establece que el procedimiento puede ser instado por el propio


trabajador o su representante legal, por el Instituto Nacional de Seguridad Social
de oficio o por parte de las mutuas si les afecta.

Es requisito que las solicitudes sean acompañadas de toda la documentación


probatoria de la que pueda valerse el interesado para la determinación de la
causa que alega. Además, si no ha sido solicitado por el trabajador, este
procedimiento le deberá ser notificado dentro del plazo de cuatro días. 

Esto asegura que el trabajador no quede en indefensión mientras se le sigue un


procedimiento sobre cuestiones que afectan a su persona. Además, le permite
aportar los datos, pruebas y antecedentes que entienda pertinentes. Para esto
último cuenta con un plazo de diez días hábiles.

Ajustes de la cuantía en el procedimiento

El organismo competente para la investigación y valoración de la prueba aportada


será el Instituto Nacional de la Seguridad Social. Podrá practicar todas las
diligencias y actuaciones que estime necesarias para la mejor dilucidación del
asunto.

Este procedimiento permite realizar un ajuste en la cuantía a la prestación que


surja pertinente de la resolución. Para ello se estará a las bases reguladoras
correspondientes para cada caso.

Por todo ello, si un trabajador ha percibido una prestación conforme a la base


reguladora correspondiente a una dolencia común, pero después queda probado
que se ha tratado de una consecuencia del trabajo, tendrá derecho a la
reliquidación y a percibir la diferencia resultante.
Lo mismo ocurre en el caso opuesto, si resulta ser enfermedad común luego de
haberse diagnosticado profesional, se deberán reintegrar las sumas pagadas en
exceso.

Requisitos para la incapacidad temporal

Como hemos visto, las cotizaciones se consideran cuando la causa de la baja


médica es un accidente o enfermedad común. Para ello, se tiene en cuenta
la edad del trabajador y se establece un mínimo de años de cotización exigidos
para que nazca el derecho a la prestación por baja temporal.

Asimismo, se requiere encontrarse en situación de alta o asimilada al alta, esto


es, subsidio por desempleo, por ejemplo. En ese caso, si el trabajador padece una
enfermedad profesional originada en vigencia del contrato laboral, tendrá derecho
a que se le calcule la cuantía de la prestación con base en el salario que percibía
de ese empleador.

Como requisito general de cotizaciones se exige que en los últimos 5 años de


trabajo se hayan verificado al menos 180 días cotizados.

Tipos de incapacidad temporal

Los tipos de baja temporal se clasifican según su duración en días. Así, se


denomina:

 Muy corta, a la baja que no supere los cinco días naturales.

 Corta, será la que se extienda por más de cinco días naturales, pero no


supere los treinta.

 Media, a la que dura entre treinta y sesenta días.

 Será larga la que perdure más allá de los sesenta días.


En cada caso, el médico deberá consignar en el parte de baja la fecha de la
próxima revisión, la que no podrá exceder de los siete días para bajas cortas y
medias, y de catorce días para bajas largas, respectivamente.

El trabajador deberá presentar copia del parte en la empresa para la que presta
servicios, en un plazo no mayor a los tres días a contar desde que ésta haya sido
expedida.

Cuantía de la prestación por incapacidad temporal

La prestación se determinará en función de la situación del trabajador en el


momento de la baja y de la naturaleza del hecho causante de la incapacidad,
según sea laboral o no.

Como vemos, tratándose de enfermedad común o accidente no laboral, el


trabajador percibirá el 60% de la base reguladora desde el primer día de la
cobertura —esto es, el cuarto desde la baja— hasta el día veinte. A partir del día
veintiuno en adelante percibirá el 75% de la base reguladora.

En cambio, si la naturaleza de la incapacidad es laboral, el trabajador tendrá


derecho, como acabamos de ver, a percibir la prestación desde el mismo
momento de iniciada la baja y en el 100% de la cuantía ese primer día. A partir del
día siguiente la prestación será del 75%.
2.6.1 ACCIDENTES DE TRABAJO Y ENFERMEDAD
PROFESIONAL

Los daños a la salud por causas laborales reciben el nombre de contingencias


profesionales y se dividen en accidentes y enfermedades profesionales.

El sistema de Seguridad Social define qué es un Accidente de Trabajo y qué es


una Enfermedad Profesional, así como los derechos y obligaciones derivados de
estos hechos. Los casos que no entren en estas definiciones no se considerarán
contingencias profesionales, de ahí la importancia de una correcta calificación de
estos sucesos.









 Accidente de trabajo: “toda lesión corporal que el trabajador sufra con
ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena”
(Artículo 115 Ley General de la Seguridad Social).

 Enfermedad Profesional: “la contraída a consecuencia del trabajo


ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifiquen en el
cuadro que se apruebe por las disposiciones de aplicación y desarrollo de
esta Ley, y que esta proceda por la acción de elementos o sustancias que
en dicho cuadro se indiquen para cada enfermedad profesional” (Artículo
116 de la Ley General de Seguridad Social). Es decir, una enfermedad que
reúna las siguientes condiciones:

o Que el trabajo se haga "por cuenta ajena". Excluye por tanto a los


trabajadores/as autónomos. En cambio, se incluye a los
trabajadores/as agrarios por cuenta propia.

o Que sea a consecuencia de las actividades que se especifiquen


en el cuadro de enfermedades profesionales. Es un cuadro
limitado, con un listado cerrado de enfermedades profesionales. No
obstante, las enfermedades profesionales que no se encuentren
reflejadas en el mismo, pueden quedar incluidas en el concepto de
accidente laboral, según establece el artículo 84.2, apartado E, de la
L.G.S.S., pero no tendrán la consideración de enfermedad
profesional.

o Que proceda de la acción de sustancias o elementos que en el


cuadro
de enfermedades profesionales se indiquen para cada
enfermedad.

2.7 INCAPACIDAD PERMANENTE Y SU


VALORACIÓN
La incapacidad permanente es la situación en la que se encuentra un trabajador
que ha quedado invalidado para desarrollar una actividad laboral. La causa de esa
condición puede ser una enfermedad profesional, una enfermedad común o un
accidente, sea éste laboral o no.

La incapacidad permanente es la situación en la que se encuentra un trabajador


que está inhabilitado para volver a realizar una actividad laboral debido a una
enfermedad o a una lesión grave
La incapacidad permanente dará derecho a percibir una prestación de la
Seguridad Social para el trabajador que haya quedado incapacitado.

¿Qué es la incapacidad permanente?

En una incapacidad temporal el trabajador puede, después de haber sido dado de


alta médica, retomar el desempeño de la actividad que desarrollaba al momento
del hecho que la causó.

Pues bien, la incapacidad permanente suele derivarse de la incapacidad


temporal cuando el trabajador no se ha recuperado tras finalizar el periodo
máximo de baja.
El Capítulo XI del Título II de la Ley General de la Seguridad Social se dedica a
la regulación de este tipo de incapacidad contributiva. El artículo 193 define el
alcance y concepto de esta figura y determina las causas que dan lugar a ella.

Origen de la incapacidad laboral permanente

Pueden originar el derecho a una pensión de incapacidad permanente por:

 Enfermedad común.

 Accidente no laboral. Ocurre fuera del trabajo.

 Accidente laboral. Incluidos los desplazamientos al trabajo o por el mismo


(accidente in itinere).

 Enfermedad profesional. Por riesgos sufridos en un puesto de trabajo.


Como vemos, la situación de incapacidad permanente puede originarse de
diferentes formas, pero siempre que posean una intensidad y una gravedad
superior. Además, las lesiones que se produzcan deben estar relacionadas con la
actividad laboral.

Lista de enfermedades para incapacidad permanente

 Cáncer  Cardiopatías
 Esquizofrenia
Ludopatía
  Artrosis  Depresión
 Fibromialgia
Lumbalgia
  Alzheimer  Demencia
 Hernia cervical
Parkinson
  Ansiedad  Epilepsia
 Ictus
Taquicardias
  Apnea del sueño  Esclerosis Múltiple
 Migraña
 ... entre otras

Grados de incapacidad permanente


El artículo 194 de la Ley General de la Seguridad Social establece los grados en
los que se puede determinar una incapacidad permanente, de acuerdo con las
circunstancias del caso del trabajador contribuyente.

Esa circunstancia es establecida, a su vez, mediante una cuantificación


porcentual de la “reducción de la capacidad de trabajo”, al tenor expreso de la
ley.

Para esa determinación existe regulación reglamentaria preestablecida mediante


la cual se realiza el cálculo de la prestación. Dicho cálculo se efectúa teniendo
en cuenta la relación que guarda la reducción anatómica o funcional de la persona
con la actividad que desarrollaba, en el momento del surgimiento de la
incapacidad.

El citado artículo 194 dispone que no interfiere en el cálculo del grado de


incapacidad permanente la causa que la originó. Esto implica que no importa si ha
sido por contingencias comunes o profesionales: “cualquiera que sea su causa
determinante”. Tampoco interfiere la antigüedad en la función.

A su vez, se establece que los grados de incapacidad son cuatro:

1. Incapacidad permanente parcial (IPP).

2. Incapacidad permanente total (IPT) para la profesión habitual.

3. Incapacidad permanente absoluta (IPA) para todo trabajo.

4. Gran invalidez (GI).

Requisitos y beneficiarios de la prestación por incapacidad permanente

Condición general

Para acceder a la solicitud de prestaciones por incapacidad permanente, la ley


exige estar afiliado y en alta en el Régimen General de la Seguridad Social o
en situación asimilada a la del alta. Eso incluye las situaciones en las que el
trabajador se encuentre asegurado por desempleo legal, total y subsidiado o en
paro involuntario.

Requisitos específicos

Para acceder a la prestación por incapacidad permanente la ley exige un mínimo


de años de cotizaciones o aportes a la Seguridad Social. A continuación, vemos
los requisitos que exige el artículo 195 a estos efectos:

 En el grado de incapacidad permanente parcial, el período mínimo de


cotizaciones será de mil ochocientos días, que sean parte de los diez años
anteriores a la terminación de la incapacidad temporal que dio lugar a la
permanente.

 En el grado de incapacidad permanente total, existe una cuantificación


distintiva conforme a la edad del beneficiario al momento de la
determinación de la prestación:

o Si la persona tiene menos de 31 años de edad, deberá acreditar


un período de cotizaciones que cubra la tercera parte del tiempo
comprendido entre que cumplió los 16 años hasta que se
produjo el hecho causante.

o En cambio, si tiene los 31 años de edad cumplidos, deberá


acreditar cotizaciones, con un mínimo de cinco años dentro de
los diez últimos, por la cuarta parte del tiempo comprendido
entre que cumplió 20 años de edad y la fecha del hecho que da
lugar a la prestación.
En el supuesto en que se acceda a la pensión de incapacidad permanente desde
una situación de alta o asimilada a la de alta, cuando no exista la obligación de
cotizar, el período de los diez años se va a computar con efectos retroactivos,
hacia atrás, desde la fecha en que cesó la obligación de cotizar.

Conforme al artículo 195.4, esto puede quedar sin efecto si el beneficiario se


encuentra cualificado en los grados de incapacidad permanente absoluta o gran
invalidez, para lo que no será necesario encontrarse comprendido en las
situaciones anteriores. De todas formas, el beneficiario deberá acreditar
cotizaciones por un período mínimo de quince años.

Cuantificación económica de las prestaciones

La cuantía de las prestaciones económicas en cada caso se establece en el


artículo 196 de la Ley General de Seguridad Social. A continuación, se
esquematiza un análisis de las prestaciones que la ley atribuye a cada caso:

1. Incapacidad permanente parcial: será una cantidad “a tanto alzado”, esto


es, una cantidad determinada reglamentariamente.

2. Incapacidad permanente total: se tratará de una pensión vitalicia. Si el


beneficiario es menor de 60 años, excepcionalmente podrá ser una
indemnización determinada. Esta cantidad puede verse incrementada por
las condiciones particulares del beneficiario, tales como la falta de
preparación para la empleabilidad o determinadas circunstancias sociales
que dificulten o hagan poco probable su reinserción laboral en otra actividad
diferente a la que desarrollaba al momento del hecho causante de la
prestación.

3. Incapacidad permanente absoluta: será una pensión vitalicia.

4. Gran invalidez: tendrá derecho a percibir una pensión vitalicia


incrementada con un complemento suficiente para cubrir la paga de una
persona que lo atienda. La base de cálculo se encuentra establecida en el
apartado 4 del artículo 196.
La base reguladora de las prestaciones se encuentra en el artículo 197.

Extinción del derecho a la prestación por incapacidad permanente

Perderán el derecho a la prestación quienes se encuentren en condiciones de


tramitar una pensión por causal jubilatoria. En esos casos, se estará a lo dispuesto
por el artículo 205 y siguientes de la citada ley.
En todos los casos, las pensiones y prestaciones pueden ser revisadas
periódicamente si las circunstancias del beneficiario se modificaron.

UNIDAD III INFORME PERICIAL


EN LA VALORACIÓN DEL DAÑO
CORPORAL.
¿Qué es?
La utilidad de la Valoración del Daño Corporal ha estado íntimamente
relacionada con los accidentes de tráfico. A pesar de esto debes saber que sirven
en una multitud de casos de mucho otros ámbitos, como podemos ver en el
siguiente esquema de contenidos:

Perito en Valoración del Daño Corporal

Un Perito Médico especialista en Valoración del Daño Corporal establece las

relaciones de causalidad entre un evento o accidente y un daño en el sujeto.

Se realiza a través de una investigación rigurosa y objetiva, siguiendo todos los

protocolos aceptados. Además, debe determinar los días necesarios para la

curación, y las secuelas producidas en el sujeto.

Los Peritos en Valoración del Daño Corporal de Perito Judicial Grupo tienen

amplia experiencia médica, ya que existe una amplia casuística de lesiones y

daños en los pacientes. Por ello requieren de una investigación por parte de un

profesional cualificado, lo que puede ayudar en casos de áreas tan variadas como:

 Cirugía plástica

 Cirugía reconstructiva

 Traumatología

 Lesiones deportivas

 Fracturas del cuello

 Embolia pulmonar
 Medicina de urgencias

 Cirugía neurológica

 Neurología

 Neurofisiología

 Cirugía ortopédica

Así como otros muchos problemas médicos relacionados, que pueden ser

relevantes en caso de reclamación contra el seguro o empresa.

Para ello, nuestros expertos se benefician de tener experiencia en áreas que en

un momento dado pueden estar relacionadas con el caso, como pueden ser:

 Quemaduras

 Traumatismos

 Heridas y cicatrices

 Lesiones cerebrales

 Hernias

 Amputaciones

 Lesiones nerviosas

 Úlceras

 Neumología

Entre otras muchas áreas.


También debe que saber que los Peritos en Valoración del Daño

Corporal pueden evaluar los daños producidos por negligencias médicas, por

errores como:

 Errores humanos durante cirugía


Cirugía ortopédica
Cirugía de la mano
Injertos de piel
Microcirugía
Cirugía de cabeza y cuello
Neurocirugía
Cirugía de codo y muñeca

 Fallo de material de implantes

 Reacción adversa a la anestesia

 Efectos secundarios imprevistos

Para qué sirve la Valoración del Daño Corporal

Como hemos comentado en este post, el objetivo principal de la Valoración de

Daños es establecer un Nexo de Causalidad entre el suceso lesivo, sea un

accidente de tráfico, un daño mental, un percance laboral o cualquier tipo de

incidente y las lesiones sufridas por el afectado.

El Informe Médico servirá para demostrar el problema derivado del accidente o

percance. De esta forma será diagnosticado y podrá acreditarlo basándose en las

aportaciones de un experto.

En algunas ocasiones la valoración de daños presentada por la aseguradora está

basada en sus intereses y obvia algunas partes. Por ello, contar con los servicios
de una evaluación objetiva y profesional puede ser clave de cara a una

reclamación judicial.

Para que tenga validez y sea de utilidad en un proceso de reclamación es esencial

que sea realizada por un profesional cualificado y con formación. En PJ GROUP

contamos con un amplio equipo de Peritos Médicos dispuesto a colaborar en tu

caso.

Cómo se realiza la Valoración de Daños Corporales

Durante la evaluación de la integridad del paciente, nuestros Peritos tendrán en


cuenta distintos factores entre los que podemos señalar:

 SECUELAS: daños físicos, incapacidades, problemas mentales, depresión,


inseguridad

 PERIODO DE CURACIÓN: impedimento para hacer otras actividades,


tiempo en el hospital

 INFORMACIÓN DEL AFECTADO: historial médico, edad, desempeño


laboral

 GRAVEDAD DE LAS LESIONES

 LUCRO CESANTE: dinero que deja de ganar por el accidente

 DAÑO EMERGENTE

Para analizar estos puntos, los Peritos Médicos realizarán distintas pruebas

profesionales para evaluar los posibles daños corporales. Algunos ejemplos

son:

 Resonancia magnética
 Radiografías

 Evaluación cardiopulmonar

 Análisis químicos

 Pruebas de laboratorio

 Chequeo físico

Como entenderá, solo un licenciado en medicina está capacitado para realizar

este tipo de pruebas. Por medio de estos exámenes del estado de salud del

afectado será posible detectar anomalías o alteraciones causadas por el

accidente.

Cuando sea necesario intervendrá un Perito Psicólogo, clave para detectar

posibles secuelas psicológicas o daños mentales. Demostrar tanto los

problemas físicos como psicológicos será imprescindible para conseguir una

indemnización y rebatir ante unas compañías de seguros.

Nuestros Peritos colaborarán con los profesionales de la justicia y los asesorarán

sobre los distintos aspectos médicos y legales relacionados con el caso. Tenga

en cuenta que estos valorarán de forma positiva su trabajo al tratarse de un

profesional objetivo y cualificado.

Valoración del Daño Corporal en el Ámbito Civil

Accidentes de Tráfico

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE ACCIDENTES DE TRÁFICO:

1.- Valoración médica del lesionado por accidente de tráfico o por daño en la vía

pública, en base a la documentación médica y a las pruebas del caso.

Estableciendo relación de causalidad entre los daños y los hechos


2.- Definición de lesiones sufridas (temporales o permanentes) e incapacidades

(físicas o psíquicas), y determinación de días de baja

FINALIDAD:
▷ Reclamación de indemnización y gastos por asistencia sanitaria (tanto la
recibida como la que conllevarán las lesiones sufridas)

Minusvalías Físicas o Psíquicas

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE MINUSVALÍAS:

Establecer de forma objetiva el grado de minusvalía (en el ámbito personal, social


o laboral) que presenta el sujeto.

FINALIDAD:
▷ Reclamación del reconocimiento de un grado de minusvalía física,
psicológica o psíquica. Con Dicho reconocimiento se pueden obtener beneficios

económicos y ayudas.

Incapacidad

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE INCAPACIDAD:

El Informe Pericial contemplará todas las pruebas e historial médico, la valoración

del afectado y las pruebas que determinen objetivamente su incapacidad, que

genera el derecho a un subsidio tendente a compensar parcialmente la pérdida de

rentas.

Esta incapacidad puede ser:

1.- Incapacidad temporal

2.- Incapacidad Permanente (parcial, total, absoluta o gran invalidez), en función

del grado de disminución de la capacidad laboral del sujeto


FINALIDAD:
▷ Percepción de prestación económica consistente en la obtención de una
cantidad o pensión vitalicia en función del grado de Invalidez.

Póliza de Seguros

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE PÓLIZA DE SEGUROS:

Repercusión del accidente o lesiones por enfermedad o dolencia, y estudio de la

póliza del seguro. Análisis de la indemnización que plantea la compañía

aseguradora, conforme a las secuelas que presenta el paciente.

FINALIDAD:
▷ Conseguir aumentar la cantidad percibida de la póliza del seguro, en
concepto de indemnización por daños sufridos por accidente o lesión.

Testamentos

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE TESTAMENTOS:

Determinación de si el testador poseía las condiciones físicas y mentales

adecuadas en el momento de testar. Para ello se analiza el historial médico y se

contrasta con la redacción de él o los testamentos.

En el Informe Pericial se determina nexo de causalidad entre la situación física o

mental del testador con su incapacidad para testar en el momento en que lo hizo.

FINALIDAD:
▷ Impugnación de testamento si la capacidad mental del testador está afectada
por alguna circunstancia.

Responsabilidad por Negligencia Médica


CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL POR NEGLIGENCIA MÉDICA:

Evaluación del historial médico del paciente, estudio de los hechos, y relación de

causalidad entre estos y las secuelas físicas o psíquicas en el paciente.

Vea aquí qué hacer ante una negligencia médica.

FINALIDAD:
▷ Imputar a la institución sanitaria como causante de negligencia y daños al
paciente, y recibir una consiguiente indemnización.

Valoración del Daño Corporal en el ámbito Laboral

Incapacidades

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE INCAPACIDAD:

Valoración del grado de incapacidad para el desarrollo de la actividad profesional

o para el desempeño de las actividades de la vida diaria

Definición de: Incapacidad permanente parcial, total, absoluta o gran invalidez.

FINALIDAD:

Impugnación de:
▷ Alta laboral en caso de no curación completa
▷ Calificación de invalidez otorgada por el INSS
▷ Denegación de incapacidad por el INSS

Accidente Laboral

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE ACCIDENTE LABORAL:

Determinación de nexos causales entre el accidente y las secuelas que se

presentan.

Puede requerir la evaluación por parte de otros peritos técnicos, no sanitarios.


FINALIDAD:
▷ Valoración de secuelas tras accidente en el entorno laboral.

Enfermedad Profesional

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE ENFERMEDAD

PROFESIONAL:

1.- Estudio detallado del puesto de trabajo y del entorno laboral

2.- Relación de causalidad entre entorno laboral y enfermedad padecida

(burnout, mabinga, depresión, etc.). Determinando factores desencadenantes y

secuelas en el trabajador

FINALIDAD:
▷ Determinación de existencia de enfermedades debidas a ejercer un puesto de
trabajo

Valoración del Daño Corporal en el ámbito Penal

Agresión

CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE AGRESIÓN:

Ya sea física o psíquica, el Perito en Valoración del Daño Corporal, a través del
informe de valoración médica, describe las secuelas producidas, y el nexo causal

con la agresión.

Si la agresión ha causado secuelas, el lesionado puede reclamar una

indemnización por los daños sufridos.

FINALIDAD:
▷ Analizar secuelas para determinar pena y cuantía reclamable al agresor

Negligencia Médica
CONTENIDO DEL INFORME PERICIAL SOBRE NEGLIGENCIA MÉDICA:

1.- Viabilidad del Informe Pericial sobre negligencia médica

2.- Análisis del historial médico del paciente

3.- Relación de causalidad entre los hechos médicos y los daños o lesiones

producidas

FINALIDAD:
▷ Reclamar directamente al médico por su actuación potencialmente negligente.
Se pueden solicitar penas de cárcel y cuantías económicas.

Importancia de la Valoración del Daño Corporal para detectar secuelas

Presentar un Informe Médico basado en la Valoración del Daño Corporal será de

gran utilidad para detectar posibles secuelas que los afectados sufren tras el

accidente, un percance o una negligencia.

Algunos ejemplos de secuelas que los implicados pueden sufrir son:

 DEFICIENCIAS FÍSICAS: enfermedades, daños cardiovasculares, lesiones

 PÉRDIDAS SENSORIALES: en el sistema gustativo, olfativo, auditivo,


ocular, etc.

 PERJUICIOS ESTÉTICOS: cicatrices, quemaduras, amputaciones

 DAÑOS MORALES: trastornos de la personalidad, problemas neuróticos

 FALLECIMIENTO

La gravedad de las secuelas será valorada para calcular qué indemnización

corresponde a cada afectado según el Baremo Oficial. El asesoramiento de un


experto será clave para saber si la compensación ofrecida es justa y conseguir de

esta forma el dinero que nos corresponde tras el percance.

3.1 DIAGNOSTICO DE MUERTE


1. Criterios tradicionales de diagnóstico de muerte y posibles causas de
diagnóstico erróneo.

1) Paro cardíaco: falta de pulso en las grandes arterias (carótidas) y ausencia de


ruidos cardíacos en la auscultación durante ≥2 min. La dificultad para percibir el
pulso puede deberse, entre otras causas, a aterosclerosis avanzada del cayado
y de la bifurcación de la aorta, o a la presencia de un stunt en las arterias
carótidas. Al examinar el pulso o auscultar los tonos cardíacos durante un período
de tiempo demasiado corto puede pasar desapercibida una actividad cardíaca
preservada en enfermos con síndrome de Stokes-Adams.

2) Paro respiratorio: período de observación de la respiración demasiado corto


en el caso de una respiración irregular y lenta en el curso de acidosis, intoxicación
por fármacos y drogas, inflamaciones, tumores y edema cerebral (nota: la
contracción de los músculos cervicales y de la caja torácica pueden imitar la
respiración incluso más de diez minutos después del paro cardíaco, lo que puede
retrasar una eventual resucitación).

3) Pupilas dilatadas sin reacción a la luz: la falta de reacción a la luz puede
deberse a una lesión del iris, enfermedades de la retina y del nervio óptico, y a la
administración de midriáticos. Hay que recordar que el enfermo puede tener una
prótesis ocular.

Los síntomas 2 y 3 se presentan unos minutos después del paro cardíaco. La
muerte puede diagnosticarse al estar presentes simultáneamente todos los
síntomas arriba mencionados.
2. Certificación de la muerte en caso de hipotermia: se puede reconocer la
muerte si se presentan algunos signos ciertos de muerte como congelación,
livideces cadavéricas, rigor mortis, o descomposición. En caso de hallar a una
persona con signos de enfriamiento, sin actividad cardíaca, iniciar la resucitación
y continuarla simultáneamente al calentamiento del cuerpo. Solo la falta de
eficacia de la resucitación tras normalizar la temperatura del cuerpo permite
declarar la muerte. Las livideces cadavéricas pueden ser confundidas con las
manchas congestivas presentes en los enfermos con insuficiencia cardíaca
congestiva avanzada (las manchas congestivas se diferencian por ceder al
aplicarles presión).

3. La realización del ECG o la observación directa del monitor cardíaco facilita


y confirma el reconocimiento del cese de la actividad cardíaca, siempre que se
reúnan las condiciones técnicas adecuadas: conexión correcta de los electrodos,
ajuste adecuado de los parámetros, y evaluación del trazado en varias
derivaciones. Recordar que:

1) la actividad eléctrica del corazón sin función sistólica se puede prolongar incluso
por decenas de minutos después del paro cardíaco

2) el fallecido puede tener implantado un marcapasos que mantiene la función


eléctrica.

4. Criterios de muerte cerebral: es especialmente útil en aquellas situaciones en


las que el proceso de la muerte es largo y está notablemente disociado, lo que en
la práctica clínica hace referencia a los pacientes conectados a ventilación
mecánica. El diagnóstico de muerte cerebral se basa en la observación de una
pérdida irreversible de su función y tiene dos etapas.

En la etapa I se debe

1) establecer la ausencia de reflejos básicos del tallo cerebral: midriasis, falta de


reacción de las pupilas a la luz, ausencia de reflejo tusígeno y nauseoso

2) analizar el tratamiento realizado hasta el momento y realizar una prueba de


imagen (TC o RMN) para confirmar la lesión cerebral grave

3) determinar si la lesión cerebral se debe a una causa supra- o infratentorial,


primaria o secundaria

4) determinar si la lesión es irreversible y si existe la posibilidad de aplicar una


intervención terapéutica eficaz; se debe descartar la intoxicación y la acción de
agentes farmacológicos (drogas, somníferos, tranquilizantes, neurolépticos,
relajantes de los músculos estriados, etc.), hipotermia (temperatura profunda ≤35
ºC; se debe mantener la temperatura ≥35 °C durante todo el período diagnóstico
de la muerte cerebral, se puede realizar la observación inicial [→más adelante]
pasadas ≥24 h tras conseguirla), hipotensión (presión arterial media <70 mm Hg;
debe ser ≥80 mm Hg durante las pruebas de flujo sanguíneo cerebral y ≥70 mm
Hg durante la observación del enfermo), trastornos metabólicos y endocrinos
(acidosis con pH <7,2, hiponatremia <100 mmol/l, hipernatremia >160 mmol/l,
hipopotasemia <2,5 mmol/l, hipoglucemia <3,88 mmol/l [70 mg/dl], hiperglucemia
>16,66 mmol/l [300 mg/dl]); estos trastornos deben corregirse antes de seguir con
la observación

5) realizar una observación inicial, la cual en personas >18 años debe durar ≥6 h
desde objetivar ausencia de reflejos del tallo cerebral en casos de lesión cerebral
primaria y ≥12 h en casos de lesión secundaria; esta observación puede
terminarse en el momento de confirmar el paro circulatorio cerebral en una prueba
instrumental.

La etapa II consiste en una doble evaluación. Criterios:

1) el paciente está en coma y está siendo ventilado mecánicamente

2) se ha descartado hipotermia, hipotensión, trastornos metabólicos y endocrinos,


intoxicación y la acción de agentes farmacológicos →más arriba

3) se comprueba la ausencia de reflejos del tallo cerebral: falta de reacción de las


pupilas a la luz, de reflejo corneal, de movimientos oculares (espontáneos y en la
prueba calórica), de cualquier reacción motora ante estímulos dolorosos aplicados
en el territorio de inervación de los nervios craneales o reacción motora de la cara
ante estímulos dolorosos aplicados en el territorio de inervación de los nervios
espinales, así como de los reflejos tusígeno, nauseoso y oculocefálico

4) se presenta apnea permanente. Esta evaluación se realiza en un intervalo de


tiempo que en personas >18 años es de ≥6 h en casos de lesión cerebral primaria
y de ≥24 h en casos de lesión secundaria. Este intervalo se reduce a ≥3 h en caso
de realizar estudios electrofisiológicos (electroencefalograma o potenciales
evocados multimodales) o pruebas de imagen para evaluar el flujo sanguíneo
cerebral (Doppler transcraneal, angiografía cerebral, angiografía o perfusión por
tomografía computarizada, gammagrafía de perfusión).

La pérdida permanente e irreversible de la función cerebral (muerte cerebral) se


acredita mediante certificación unánime de 2 médicos con título de especialista,
uno en anestesiología y cuidados intensivos (o neonatólogo para los recién
nacidos) que realiza la doble evaluación (→más arriba), y otro en neurología (o
neurología infantil) o neurocirugía que ha de participar en la segunda evaluación
(durante la etapa II). En caso de dificultades para establecer el diagnóstico (debido
a traumatismos extensos del macizo facial, lesión cerebral infratentorial, presencia
de reflejos atípicos, algunos agentes tóxicos, fármacos o trastornos metabólicos
y endocrinos graves), los médicos mencionados acreditan la muerte cerebral
cuando ≥1 prueba instrumental adicional (distinta a la prueba de potenciales
evocados en caso de daño de la médula espinal cervical o de lesión cerebral
originalmente infratentorial) confirma la ausencia de función cerebral.

5. Paro cardíaco irreversible


Criterios de paro cardíaco irreversible, que preceden a la donación de células,
tejidos u órganos para el trasplante (especificados en la comunicación del ministro
de Salud de 2010):

1) asistolia o actividad eléctrica sin pulso (PEA, disociación electromecánica)


y simultáneamente ausencia de pulso espontáneo palpable (no relacionado con la
compresión del esternón) en las carótidas o en las arterias femorales, durante los
últimos ≥20 min (≥45 min en niños ≤2 años) de una resucitación cardiopulmonar
(RCP) realizada correctamente

2) asistolia o PEA y ausencia del pulso espontáneo en las arterias carótidas


o femorales persistentes 5 min después de finalizar la RCP; durante este período
tampoco se evidenciarán reflejos del tallo cerebral (reacción de las pupilas a la luz,
reflejo corneal y oculocefálico, reacción motora al dolor ante estímulos dolorosos
aplicados en el territorio de inervación de los nervios craneales, y reacción motora
de la cara ante estímulos dolorosos aplicados en el territorio de inervación de los
nervios espinales), cuando es posible evaluar estos reflejos

3) el paro cardíaco se presentó en una situación en la que el médico tratante


considera que, de acuerdo con el conocimiento médico actual, la RCP no será
exitosa y durante 5 min ininterrumpidos se mantiene asistolia o la PEA con
ausencia de pulso espontáneo en las arterias carótidas o femorales; durante este
lapso de tiempo no se evidenciarán reflejos del tallo cerebral (cuando es posible
evaluar estos reflejos)

4) la temperatura central del cuerpo es >35 °C (con hipotermia se debe realizar


la RCP y simultáneamente calentar al enfermo).

3.2 TANATOLOGÍA FORENSE


Agonía es la lucha que hay entre la vida y la muerte, un estado que experimenta
un ser vivo y que precede a la muerte, viene de la raíz griega αvivíα que significa
“sufrimiento extremo”. La agonía no es una fase clínica que se manifieste en todos
los tipos de muerte, dependiendo de varios factores puede ser que exista o no,
pero al presentarse es de gran ayuda medicolegal en algunos casos, como al
hacer un diagnóstico del estado cognoscitivo del agonizante para la toma de
decisiones civiles, como cambio de un testamento, divorcio, matrimonio, etcétera.
El proceso de la muerte es una sucesión de fases de desintegración progresiva
del funcionamiento unitario y coordinado de todas las vidas celulares e hísticas
que configuran, todas unidas, el cuerpo humano y cuyo funcionamiento integrado
es la vida.

La muerte es un estado y a la vez un evento; como estado es lo antagónico a la


vida; como evento es lo antagónico al nacimiento; el fin de la vida.

Desde el punto de vista médico es de importancia hacer un diagnóstico certero de


la muerte, ya que de ahí se derivan una serie de eventos, como certificar ante la
sociedad la muerte de un individuo (de ahí se desprende un certificado de
defunción y acta de defunción), inhumarlo o crearlo, practicarle un
estudio postmortem, etc. Ya en la historia se describen múltiples eventos en los
cuales se dio por muerto a alguien y luego se comprobó que no lo estaba.

Existen signos de muerte que la comprueban, con o sin tecnología auxiliar, y se


basan en encontrar características específicas que la corroboren. Los
separaremos en dos grandes grupos: signos que se desarrollan en relación al
establecimiento de los fenómenos cadavéricos en donde se presentan cambios
químicos, físicos, bacterianos, etc., y los que se desarrollan al cesar las funciones
vitales.

Signos que se desarrollan en relación con el establecimiento de los


fenómenos cadavéricos
Los fenómenos cadavéricos son los cambios producidos en el cuerpo sin vida a
partir del momento en que se extinguen los procesos bioquímicos vitales,
sufriendo pasivamente la acción de las influencias ambientales.

Se desarrollan en forma temprana o tardía, los tardíos pueden ser destructores o


conservadores del cadáver. Estos fenómenos se producirán con cierto orden
cronológico, preparando al cuerpo en una forma tal que finalmente se destruya.

Acidificación
Es un signo de muerte verdadera, se debe a que se impide la revitalización de los
tejidos por acúmulo de catabolitos ácidos y al cese de las oxidaciones orgánicas.
Tiene gran interés medicolegal.

Enfriamiento cadavérico
Al no producirse energía por ausencia de actividad metabólica en el cadáver, se
deja de producir calor y el cuerpo se enfría.

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