TC.A.23. VS. Evangelio
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Evangelio
1 Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde
había un huerto; allí entró él, y sus discípulos.
4 Jesús, entonces, consciente de todo lo que se le venía encima, salió y les dijo:
- ¿A quién buscáis?
5 Le contestaron:
- A Jesús el Nazoreo.
Les dijo:
- ¿A quién buscáis?
Ellos dijeron:
- A Jesús el Nazoreo.
8 Replicó Jesús:
- Os he dicho que soy yo; pues si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos.
9 Así se cumplieron las palabras que había dicho: «De los que me entregaste, no he
perdido a ninguno». 10 Entonces, Simón Pedro, que llevaba un machete, lo sacó,
agredió al siervo del sumo sacerdote y le cortó el lóbulo de la oreja derecha. El
siervo se llamaba Malco. 11 Jesús le dijo a Pedro:
15 Seguía a Jesús Simón Pedro y, además, otro discípulo. El discípulo aquel le era
conocido al sumo sacerdote y entró junto con Jesús en el atrio del sumo
sacerdote. 16 Pedro, en cambio, se quedó junto a la puerta, fuera. Salió entonces
el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote; se lo dijo a la portera y condujo a
Pedro dentro. 17 Le dice entonces a Pedro la sirvienta que hacía de portera:
Dijo él:
- No lo soy.
18 Se habían quedado allí los siervos y los guardias, que, como hacía frío, tenían
encendidas unas brasas, y se calentaban. (Estaba también Pedro con ellos allí
parado y calentándose).
22 Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús,
diciendo:
Él lo negó:
- No lo soy.
26 Le dijo uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del otro a quien Pedro
cortó la oreja:
- ¿No te he visto yo en el huerto con él?
30 Le contestaron:
32 Así tendría cumplimiento el dicho de Jesús, cuando indicaba con qué clase de
muerte iba a morir. 33 Entró de nuevo Pilato en la residencia, llamó a Jesús y le
dijo:
34 Contestó Jesús:
35 Replicó Pilato:
- ¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te han entregado a
mí. ¿Qué has hecho?
36 Contestó Jesús:
Contestó Jesús:
- Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que está de parte de la
verdad escucha mi voz.
38 [a] Le dice Pilato:
[b] Dicho esto, salió de nuevo adonde estaban las autoridades judías y les dijo:
Y le daban bofetadas.
- Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún cargo contra él.
- Mirad al hombre.
6 Pero apenas lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, empezaron a dar
gritos:
- ¡Crucifícalo, crucifícalo!
- Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo
de Dios.
- ¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que está en mi mano soltarte y está en mi
mano crucificarte?
- No estaría en tu mano hacer nada contra mí si Dios no te dejara. Por eso, el que
me ha entregado a ti es más culpable que tú.
12 Desde aquel momento Pilato trataba de soltarlo, pero los dirigentes judíos daban
gritos diciendo:
- Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey se declara
contra el César.
13 Al oír Pilato aquellas palabras, condujo fuera a Jesús. Se sentó en un escaño, en
un lugar que llamaban «el Enlosado» (en la lengua del país, Gábbata). 14 Era
preparación de la Pascua y alrededor de la hora sexta. Dijo a los judíos:
16 [a] Entonces, al fin, se lo entregó a ellos para que fuese crucificado. [b]
Tomaron, pues, consigo a Jesús 17 y, cargando él mismo con la cruz, salió para el
que llamaban «lugar de la Calavera» (que, en la lengua del país, se dice
Gólgota); 18 allí lo crucificaron y, con él, a otros dos, a un lado y a otro; en medio,
a Jesús.
- No dejes escrito: «El rey de los judíos», sino: «Éste dijo: Soy rey de los judíos».
22 Replicó Pilato:
- Lo que he escrito, escrito lo dejo.
Así se cumplió aquel pasaje: «Se repartieron mi manto y echaron a suerte mi ropa»
(Sal 22,19). Fueron los soldados quienes hicieron esto.
- Mira a tu madre.
28 Después de esto, consciente Jesús de que ya todo iba quedando terminado, dijo:
29 Estaba allí colocado un jarro lleno de vinagre. Sujetando a una caña de hisopo
una esponja empapada con el vinagre, se la acercaron a la boca 30 y, cuando tomó
el vinagre, dijo Jesús:
- Queda terminado.
31 Los dirigentes judíos, como era día de preparación -para que no se quedasen en
la cruz los cuerpos durante el día de precepto, pues era solemne aquel día de
precepto-, le rogaron a Pilato que les quebrasen las piernas y los
quitasen. 32 Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas, primero a uno
y luego al otro de los que estaban crucificados con él. 33 Pero, al llegar a Jesús;
viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas. 34 Sin embargo, uno de
los soldados, con una lanza, le traspasó el costado, y salió inmediatamente sangre
y agua.
39 Fue también Nicodemo, aquél que al principio había ido a verlo de noche,
llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. 40 Cogieron entonces el
cuerpo de Jesús y lo ataron con lienzos-junto con los aromas-, como tienen
costumbre los judíos de dar sepultura.