Fnal - Escritos Sobre El Nombre
Fnal - Escritos Sobre El Nombre
Fnal - Escritos Sobre El Nombre
El nombre
Su nombre estaba escrito sobre todas las cosas. «Nancy Bravo de Ramsey». Ella fue
abogada y periodista, nació en la ciudad de Portoviejo, Ecuador. Todo lo que se sabe de
ella es pura escritura. Se mudó a la ciudad de Guayaquil para estudiar Jurisprudencia en
la Universidad Católica (UCSG). Posteriormente, vivió en las calles José Vélez y
Boyacá, edificio «Lancia». En su casa permanecen varios sobres amarillos que
conservan recortes de fotografías, cartas y algunos escritos a mano que serían, en un
futuro, publicaciones o discursos. La mayoría de los sobres están clasificados con tres
titulaciones diferentes: «Mami», «Nancy», «Portada para mí (de El Universo) Nutrición,
Belleza (Estilo)». Al principio, creí que era una mujer coleccionista de creencias, pero
resulta que dicho “universo”, en realidad, se trataba del diario El Universo de
Guayaquil. Era redactora y columnista en dicho periódico. Pude reconocer también,
mientras revisaba sus escritos, que fue fundadora y jefe de redacción en la revista
femenina Hogar.
El tanque
En la pared del lado izquierdo, desde la puerta de entrada, hay una copia de un
mapa del Nuevo Mundo, datado en el año 1500 por el español Juan de la Cosa. El mapa
original está divido en dos pergaminos que se unen a la altura de Italia y África: el
«Nuevo Mundo», nombre que denomina al continente centroamericano en el siglo XIX,
aparece en la parte superior en color verde. En la parte central e inferior del otro
pergamino, en blanco y negro, está retratado el «Viejo Mundo» —llamaban así a parte
de las tierras de Europa, Asia y África que conocían los europeos en dicho siglo —. Más
tarde, me enteré de que ese era el mapa más antiguo que cartografiaba al Nuevo Mundo.
Los pergaminos originales estaban hechos con el cuello de un animal desconocido, pero
el mapa que se veía en casa de Nancy contenía solo la primera parte del pergamino, con
unas gráficas más coloridas que el original y en un papel impreso.
Un tanque de oxígeno estaba del otro lado de la sala. Santiago me contó que
Nancy había muerto con una enfermedad que él desconocía y, cuando presté más
atención al lugar, vi varios medicamentos e inyecciones. Muchas de las anotaciones
indicaban los horarios en los que Nancy debía ingerir su medicina. Me fijé en esto
cuando Santiago me invitó a cenar. Luego, me enteré de que Nancy había muerto de
cáncer y que, en sus últimos meses de vida, había utilizado el tanque de oxígeno. El
tanque era blanco, tenía casi 72 centímetros de altura, un carro portador y diez
milímetros de agua que sobraron del último uso que le dio Nancy. Mis amigos no
quisieron deshacerse del tanque de oxígeno; no sabían por qué, pero querían seguir
conservándolo, quizá pensaron que en algún rato lo utilizarían. Ni siquiera Nancy sabía
que luego su tanque iba a ser utilizado como ícono para una productora.
El Oxigenador
Tenían dos cosas en común: todos venían de distintos lugares y todos querían organizar
una grabación en vivo. Henry Paspuel, quien es de Ibarra; Francisco Salto, de Azogues;
Santiago Cobo y Julián Bernal —mi hermano— son de Riobamba. Ellos se conocieron
en la Universidad de las Artes, en Guayaquil, desde que fueron compañeros en Artes
Musicales —excepto Julián y Santiago, quienes eran amigos desde el colegio —. Henry
recientemente se cambió a la escuela de Producción Musical. Santiago, Julián y
Francisco hacen música independiente, cada uno por su cuenta; sin embargo, algunas
veces se han presentado juntos.
—Queríamos hacer una grabación e invitar solo a los panas, pero había que
invertir en cables y en la amplificación. Como no teníamos dinero, pensamos en hacer
una grabación en vivo para recuperar lo que tocó invertir —dijo Julián—, mientras
comentaba cómo había nacido la idea de un concierto.
Tenían que buscar un nombre al evento que se identificara con el lugar en donde
iban a realizarlo. Estaban en la sala, en medio de las pertenencias de Nancy, y vieron el
oxígeno que ella no avanzó a utilizar.
—El tanque estaba ahí cuando nos pusimos a leer las instrucciones de uso, que
decían: «Usar solo en caso de emergencia, la dosis adecuada de oxígeno puede
mantenerte en calma». De ahí salió la idea de que toda la sala era como una cámara de
oxígeno a la que uno iba contaminado y se salía oxigenado. De ahí «El Oxigenador»,
pero, «El Oxigenador» no es solamente el nombre del concierto, sino de una productora,
porque no solo hacemos el concierto, sino también grabamos en vivo y lo gestionamos.
Cuando las bandas terminaron de tocar, pusieron salsa y música nacional para
que el público bailara. A las tres de la mañana terminó el evento y apagaron la música.
El público estaba tranquilo y nadie había peleado. Era una fiesta pacífica, por así
decirlo. Los organizadores se emocionaron al ver que todo había salido bien y
decidieron continuar con la idea para otras ocasiones; pensaron en hacer un próximo
evento después de que saliera el material y subirlo a la red. Dijeron que los videos irían
saliendo poco a poco —ahora ya están todos colgados en YouTube—.