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Titulo Ii

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TÍTULO II

DE LA CONQUISTA AL SIGLO XXI

CAPÍTULO I

LA CRISIS DE LOS SISTEMAS NORMATIVOS


INDÍGENAS DE HONDURAS EN LA ÉPOCA
ABSOLUTISTA.

Aunque desde 1502 hubo exploraciones y recorridos de


los españoles en las costas de la actual Honduras, la conquista
efectiva del territorio no se inició de modo efectivo sino hasta el
decenio de 1520 180.

La superioridad militar de los recién llegados, así como


una serie de enfermedades que diezmaron catastróficamente a
la población indígena, hicieron pronto irreversible el fenómeno
de la conquista. Aunque muchos de los reyes y señores
indígenas se opusieron a la invasión, y algunos de ellos, como
Lempira, inflingieron importantes derrotas a los españoles, el
territorio

180 FERNÁNDEZ GUARDIA, 1975; IBARRA ROJAS, Eugenia, y PAYNE IGLESIAS,


ELIZET, Costa Rica en el siglo XVI: De las sociedades cacicales a la sociedad colonial, San José,
EUNED, 1a. ed., 1991, pp. 25-38.

56 Jorge Francisco Saenz Carbonell


fue sometido en unos pocos decenios, con excepción de la
región noroeste, es decir, las llamadas provincias de Taguzgalpa y
Tologalpa, donde la penetración de conquistadores y misioneros
resultó casi imposible debido a los rigores del terreno y del
clima, los caudalosos ríos y las enfermedades tropicales.

El dominio castellano produjo grandes y muy negativos


cambios en la vida de las sociedades indígenas hondureñas, cuyas
formas culturales propias empezaron gradualmente a
desaparecer. Decenas de miles de indígenas de Honduras fueron
ilegalmente enviados como esclavos a las Antillas y a Sudamérica.
Además, los patrones de asentamiento indígenas fueron
desarticulados casi por completo, ya que se obligó a las
poblaciones a congregarse en pueblos llamados reducciones,
trazados según los modelos españoles, y esto produjo la pérdida
de costumbres y tradiciones en todos los órdenes. Aunque en las
reducciones solo podían residir indígenas, muy pronto se
asentaron en ellas mestizos y mulatos, y la aculturación de las
comunidades autóctonas más próximas a los centros de dominio
español, como Comayagua o Tegucigalpa, agravada por el
descenso demográfico, fue especialmente rápida y profunda 181. La
lengua, la religión, la vestimenta, los patrones de familia y
parentesco y otros muchos elementos culturales de los
castellanos pronto fueron desplazando a los locales. Por
ejemplo, el idioma lenca, que había sido el más difundido e
importante de la Zona Central, desapareció gradualmente, al
extremo que hoy ya es una lengua muerta. De algunas culturas,
como la chorotega o la pipil, solo quedó el recuerdo.

Los ordenamientos normativos indígenas también


fueron víctimas de fenómenos semejantes. Oficialmente, la
Corona de Castilla tenía una política favorable a la
conservación de los Derechos indígenas, ya que una ley de
1530 dispuso que debían guardarse los buenos usos y
costumbres de los indios “en lo que no fueren contra nuestra
Sagrada Religión” 182 y otra de

181 NEWSON, 2007, p. 285. Según dice esta autora en Ibid., pp. 285-286, para fines del
siglo XVIII, en los pueblos de la jurisdicción de Comayagua sólo flabía un 38% de indígenas
y en los de la jurisdicción de Tegucigalpa apenas un 22%; a principios del siglo XIX el 16.1%
de las familias españolas y ladinas de Honduras residía en pueblos indígenas.
182 Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias (en lo sucesivo Recop. Ind.), lib. V, tít.
II, ley 22. Para la consulta de las leyes de la Recopilación flemos utilizado la edición de Madrid,
Consejo de la Hispanidad, 1a. ed., 1943.
Jorge Francisco Saenz Carbonell 57
1555 mandó guardar y ejecutar las leyes y buenas costumbres que
antiguamente tenían los indígenas para su buen gobierno y policía,
así como los usos y costumbres observados y guardados por
ellos después de su conversión al cristianismo, siempre y
cuando no contradijesen la religión católica ni las leyes
emitidas por la Corona y sus órganos 183. Estas disposiciones
regias reconocían implícitamente a los sistemas normativos
indígenas el carácter de Derechos forales, es decir, de
ordenamientos tradicionales y consuetudinarios de
comunidades particulares, preexistentes al Derecho estatal y
positivos, vinculantes y obligatorios, a pesar de que su ámbito
de aplicación se limitase en lo personal a los indígenas y en lo
territorial a las comunidades respectivas.

Sin embargo, las salvedades enunciadas por la ley de


1555 tenían efectos muy perjudiciales para los ordenamientos
indígenas. Por una parte, como entre ellos no se diferenciaba
religión y Derecho, muchos de sus elementos podían ser
considerados como contradictorios con la fe católica y en
consecuencia susceptible de eliminación 184. Además, al
disponerse que las costumbres indígenas no podían ir contra lo
dispuesto por las leyes escritas, se establecían condiciones
manifiestamente propicias para que éstas fuesen gradualmente
desplazando a aquellas.

La Corona de Castilla organizó a los llamados reinos


de las Indias conforme al modelo de una Monarquía absoluta
centralista, que propiciaba la implantación de un nuevo
Derecho de vigencia general emanado de los gobernantes, el
Derecho Indiano, y subsidiariamente el Derecho castellano. En
ese esquema, que habría de perdurar hasta 1812, la
supervivencia de Derechos forales tradicionales, surgidos de
otras autoridades o de las costumbres, representaba un elemento
discordante y eventualmente obstaculizador. No es de
extrañar, entonces, que los ordenamientos indígenas se viesen
enfrentados a problemas similares a los que habían sufrido
desde el siglo XIII los Derechos altomedievales castellanos
debido al interés de la Corona por imponer el derecho que ella
creaba (Derecho regio) y a la progresiva difusión del llamado
sistema de Derecho común,

183 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 4.


184 SÁENZ CARBONELL, Jorge Francisco, Historia del Derecho costarricense, San José,
Ediciones Juricentro, 1a. ed., 1997, pp. 31-32.
58 Jorge Francisco Saenz Carbonell
formado por el Derecho Romano, el Derecho Canónico y diversas
obras de doctrina 185.

La instauración del sistema absolutista de gobierno en


Honduras hizo que el Derecho indiano sustituyese rápidamente
a los ordenamientos indígenas de las regiones conquistadas
en todo o casi todo lo relacionado con la organización política
y administrativa, así como en lo referido al sistema judicial, la
jurisdicción, los procedimientos y los delitos y penas. También
en el ámbito del Derecho Privado los ordenamientos indígenas
desaparecieron prácticamente en su totalidad. En materia de
familia, sus normas pasaron a ser sustituidas por el Derecho
canónico católico, que imperaba sin discusión. Para la celebración
válida del matrimonio se hizo indispensable el ritual católico, y
diversas instituciones tradicionales, como la poligamia y otras
existentes en los grupos indígenas pasaron a la categoría de
ilícitas 186. A la vez que se imponía el matrimonio monogámico
canónico, los sistemas indígenas de parentesco matrilineal se
vieron alterados, porque las leyes castellanas e indianas también
reconocían jurídicamente el parentesco agnático. Finalmente, en
la mayoría de las reducciones terminó por adoptarse el modelo
familiar de los conquistadores, con los consiguientes cambios
en el régimen patrimonial de la familia y el Derecho sucesorio.
El sistema económico, laboral y tributario impuesto por los
conquistadores hizo también desaparecer las instituciones
tradicionales indígenas en esos ámbitos.

Al desaparecer la organización política y religiosa


tradicional de los grupos indígenas, sus ordenamientos
normativos se quedaron además prácticamente estancados y sin
mecanismos de renovación, ya que la actividad creadora o
reconocedora de normas prácticamente desapareció, mientras
que la Corona y sus funcionarios continuaban produciéndolas
187
. Además, las características propias de esos ordenamientos
hicieron inevitable su casi completa sustitución por el Derecho
impuesto por los conquistadores, que tenía todas las ventajas a
su favor.

185 SÁENZ CARBONELL, Elementos de Historia del Derecho, Santo Domingo de Heredia,
Ediciones Cflico, 1a. ed., 2003.
186 NEWSON, 2007, p. 311.
187 SÁENZ CARBONELL, 1997, p. 33.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 59


La Corona de Castilla, consecuente con el modelo
centralista de la Monarquía absoluta, procuró implantar en
todos los reinos de las Indias un solo ordenamiento jurídico,
integrado por las normas indianas y castellanas. Aunque se
admitiesen ocasionalmente particularidades regionales, todas
las autoridades creadoras de Derecho derivaban su función de la
Corona, y procuraban responder a sus miras, lo cual hacía que
el ordenamiento jurídico indiano fuese en definitiva mucho más
homogéneo y compacto que los ordenamientos indígenas. Por
ejemplo, enel casode Honduras, encasi todas las ramas del Derecho
se aplicaba el mismo ordenamiento para todo el territorio. Por
el contrario, cada comunidad indígena tenía sus propias normas,
y el fenómeno de una pluralidad de ordenamientos coexistiendo
en un espacio territorial muy reducido hizo a esos
ordenamientos mucho más vulnerables frente al Derecho regio
188
. Además, en diversas oportunidades, por razones de vecindad
geográfica, dos o más comunidades indígenas que tenían
tradiciones y costumbres diferentes fueron obligadas a
congregarse en un solo pueblo, lo cual contribuyó a confundir y
debilitar su identidad y a acelerar la desaparición de su
respectivo ordenamiento normativo.

El Derecho regio era en lo sustancial un ordenamiento


escrito, lo cual facilitaba mucho su difusión y su preservación.
Por el contrario, los ordenamientos indígenas hondureños eran
de carácter fundamentalmente consuetudinario. En medio de la
desarticulación de sus patrones tradicionales de organización,
las catástrofes demográficas y la destrucción o desaparición de
muchas formas culturales tradicionales en otros ámbitos, la
conservación fidedigna de sus sistemas normativos resultaba
prácticamente imposible para los indígenas 189. Las lamentables
condiciones sociales y económicas en que se desarrolló
habitualmente la vida de las reducciones, con una carencia casi
absoluta de educación formal, impidieron también a sus
habitantes hacer esfuerzos para poner por escrito sus normas
tradicionales o buscar otros medios para preservarlas.

El Derecho regio, en sus características fundamentales,


era un Derecho culto, complejo y libresco, producto de la larga

188 Ibid., p. 33.


189 SÁENZ CARBONELL, 1997, p. 33.

60 Jorge Francisco Saenz Carbonell


tradición y la refinada técnica de profesionales formados en el
sistema del Derecho Común romano-canónico, y ello le hacía
más sencillo encontrar soluciones jurídicas viables a los nuevos
problemas 190. La naturaleza de los ordenamientos normativos
indígenas, que no establecían diferencias entre los elementos
jurídicos y los pertenecientes a otras esferas de regulación de la
conducta humana, era totalmente diferente, y se carecía de una
técnica o una orientación profesional que permitiera
desvincularlos de autoridades tradicionales como los reyes o los
sacerdotes. Al perder éstas su hegemonía y a la vez
desarticularse las sociedades regidas por sus normas, muchas de
las instituciones normativas indígenas quedaron sin legitimidad
o sin razón de ser, y resultó inevitable que se vieran desplazadas
por las del Derecho regio.

Las normas indianas y castellanas tenían a su haber,


además, la coercitividad. Las autoridades administrativas y
judiciales contaban con la acción de la fuerza policial o militar
estatal para hacerlas cumplir y respetar; por el contrario, al
desaparecer el poder efectivo de las autoridades tradicionales
de las comunidades indígenas, sus ordenamientos quedaron
privados de las ventajas de la imposición inexorable, y quienes
los violasen solo debían temer, a lo sumo, sanciones sociales o
la reprobación moral de sus convecinos.

En las comunidades que bajo el modelo de las


reducciones lograron mantener su identidad en el territorio
hondureño efectivamente controlado por los españoles,
solamente hubo dos instituciones indígenas que perduraron de
modo significativo durante toda la época de la Monarquía
absoluta: el cacicazgo y la propiedad comunal de la tierra 191.
Sin embargo, en cierto sentido se trató de una supervivencia
puramente conceptual y nominal, ya que ambas figuras
asumieron características muy diferentes a las que habían tenido
antes de la conquista.

Para facilitar el control de la Corona y sus autoridades


sobre los grupos autóctonos, el Derecho indiano mantuvo en
alguna medida las jefaturas de los reinos y señoríos indígenas,
identificadas con el nombre de cacicazgos, y eximió de
obligaciones

190 Ibid.
191 Ibid., pp. 33-34.
Jorge Francisco Saenz Carbonell 61
tributarias y laborales a sus titulares 192, que conservaron durante
mucho tiempo gran influencia en sus pueblos. Todavía en 1790
el Consejo de Indias declaraba que que los caciques “que lo son
por derecho de sangre y autoridad de las leyes” no debían ser
despojados de sus atribuciones, salvo que hubiesen participado
en una rebelión 193. Sin embargo, no se les permitía tener esclavos
indígenas, ni demandar tributos y servicios de sus comunidades,
y sus privilegios fueron con frecuencias ignorados por las
autoridades españolas 194. A la vez, los gobernadores españoles
empezaron a nombrar “gobernadores” indígenas en algunas
reducciones, sobre todo si había problemas de sucesión en
el cacicazgo o el titular era demasiado joven; de este modo, se
podían negar los derechos de herencia de los caciques e imponer
dirigentes a las comunidades, los cuales a veces ni siquiera eran
indígenas 195. También se permitió que los vecinos eligiesen
anualmente a sus propios alcaldes, regidores y otros funcionarios
municipales, en una especie de cabildo abierto 196.

El ámbito de jurisdicción de estas nuevas autoridades era


modesto, y como entre sus funciones estaban las de imponer las
leyes españolas y organizar la recaudación de tributos y la mano
de obra para el repartimiento, fueron vistos como instituciones
para la explotación y no para la expresión política de los indígenas
197
.

En algunos pueblos, como los tolupanes, la institución


del cacicazgo ha logrado sobrevivir hasta nuestros días. No
obstante, en algunos casos las reglas sucesorias tradicionales de
las monarquías y señoríos indígenas se vieron alteradas, ya que los

192 Ibid., p. 34.


193 KONETZKE, Ricflard, América Latina. II. La época colonial, México, Siglo Veintiuno
Editores, S. A., 15a. ed., 1984, p. 135.
194 NEWSON, 2007, p. 307.
195 Ibid..
196 Ibid. Cabe aplicar a los cabildos indígenas de Honduras lo dicflo por el flistoriador
Castro y Tosi con respecto a los de Costa Rica, al decir que constituyen “... el antecedente más
antiguo de elección popular en Costa Rica... El precedente democrático-popular sería
interesante, sino implicara un debilitamiento de la única institución capaz de hacer frente a la
usurpación europea y criolla...” CASTRO Y TOSI, Norberto de, “Los Caciques de Costa Rica
durante la Monarquía Española”, p. 20, en Colección Norberto de Castro, San José, Noviembre
de 1981, vol. IV, pp. 7-40.
197 NEWSON, 2007, p. 310.

62 Jorge Francisco Saenz Carbonell


castellanos tendieron a imponer o impulsar sistemas
patrilineales de sucesión 198. Por ejemplo, las exenciones
tributarias y laborales establecidas en favor del cacique eran
extensivas a su primogénito, aunque conforme a las reglas
tradicionales de sucesión fuese otro el presunto heredero del
cacicazgo 199.

A fin de cuentas, si bien parte de la realeza indígena


hondureña logró mantener una cierta posición de privilegio
después de la conquista, el cacicazgo impuesto por los
españoles era una institución de nuevo cuño, que tenía muy
poco o nada que ver con las antiguas monarquías.

También en teoría logró subsistir el carácter


prioritariamente colectivo de la propiedad de la tierra, ya que
desde el propio siglo XVI se reconoció a los pueblos indígenas
la titularidad de la propiedad sobre cierta extensión de tierra
cultivable alrededor de las reducciones, así como sobre pastos y
bosques de uso común llamados ejidos. Sin embargo, las tierras
comunales rara vez alcanzaron las dimensiones estipuladas
en la ley y más bien disminuyeron gradualmente de tamaño,
debido a la alteración de sus linderos y la apropiación indebida
de terrenos por personas ajenas a las comunidades 200. Además,
la desestructuración provocada por el sistema de reducciones y
los sistemas de tributos impuestos a sus habitantes provocaron
la extinción de las antiguas redes de intercambio y de
reciprocidad entre las comunidades indígenas.

Además de estos elementos, las comunidades indígenas

“… se resistieron al total sometimiento,


manteniendo elementos culturales como
los rituales agrarios y domésticos, mitos y
creencias, religión y formas de
organización, relación familiar y
comunitaria, que los diferenciaban. En
Honduras, este fenómeno se ilustra… con
la interpretación sincrética

198 CASTRO Y TOSI, 1981, p. 33.


199 CASTRO Y TOSI, Norberto de, “La población de la ciudad de Cartago en los siglos
XVII y XVIII”, p. 17, en Colección Norberto de Castro, San José, Noviembre de 1975, vol. I, pp.
11-48.
200 V. NEWSON, 2007, pp. 287-289.
Jorge Francisco Saenz Carbonell 63
que hicieron los lencas de su religión
ancestral dentro del marco del
catolicismo.”
201

201 LARA PINTO, Gloria, Perfil de los pueblos indígenas y negros de Honduras, Tegucigalpa,
M. D. C., Unidad Regional de Asistencia Técnica, 1a. ed., 2002, p. 2.

64 Jorge Francisco Saenz Carbonell


CAPÍTULO II

LOS SISTEMAS NORMATIVOS INDÍGENAS DE


HONDURAS EN LA ÉPOCA LIBERAL

Con la Constitución de la Monarquía Española emitida


en Cádiz el 19 de marzo de 1812, primera que rigió en
Honduras, se implantó en el territorio un sistema de democracia
liberal. Esta Constitución y las leyes que la desarrollaron dieron
a los indígenas la condición de ciudadanos en términos de
igualdad con españoles y mestizos, y en consecuencia
suprimieron el repartimiento, sistema de trabajo obligatorio de
los indígenas para los españoles, y la obligación de pagar tributo a
la Corona 202. El nuevo régimen también conllevó la
desaparición jurídica de la institución del cacicazgo, incluso en
la forma alterada que había surgido al implantarse el sistema de
reducciones 203.

En abril de 1814 el rey D. Fernando VII declaró nula la


Constitución y restauró la monarquía absoluta, y en diciembre
de ese año mandó restablecer a los caciques en su dignidad, “sin
la menor tardanza” 204. Sin embargo, en 1820 un movimiento
militar obligó al monarca español a restablecer el sistema
constitucional,

202 SÁENZ CARBONELL, 1997, pp. 135 y 160-161.


203 Ibid., pp. 111-112.
204 SÁENZ CARBONELL, 2012, p. 59.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 65


y los cacicazgos que habían logrado subsistir se extinguieron
jurídicamente de modo definitivo 205.

Después de la separación de España, el Derecho escrito


hondureño continuó enmarcado en la tradición del sistema
romanista y en modelos de origen europeo. Lejos de propiciar
un rescate de la herencia indígena o de proteger la identidad
cultural de los pueblos primigenios, la independencia
contribuyó a acelerar su aculturación. La igualdad ante la ley y
la libertad de tránsito garantizadas en las nuevas normas
constitucionales abrieron la puerta para que personas ajenas a
las comunidades indígenas se avecindaran en ellas y se
acelerase así la pérdida de las culturas tradicionales:

“La preocupación de las autoridades


republicanas hondureñas con respecto a los
indígenas fue casi nula en los años
normativos del Estado Nacional, por lo
menos hasta 1860. Al proclamar la igualdad
ciudadana, la legislación republicana
despojó a los indígenas del estatuto
proteccionista bajo el cual estuvieron
regidos durante el gobierno colonial.” 206

Aunque en el decenio de 1860 el gobierno nacional emitió


algunas medidas para la legalización de las tierras de los pech y
los topulpanes, en mucho gracias a las propuestas del misionero
español Manuel de Jesús Subirana, y de 1869 a 1883 se nombraron
curadores y celadores de indígenas con la supuesta finalidad de
protegerlos y educarlos 207, la ladinización progresiva de
muchos pueblos debilitó el régimen comunal de propiedad de la
tierra, que además tuvo un fuerte adversario en la reforma
liberal iniciada en 1876. La Ley de Agricultura de 1877 fue uno
de los instrumentos utilizados para promover la privatización de
esas tierras 208, como

205 SÁENZ CARBONELL, 1997, p. 112.


206 BARAHONA, Marvin, y RIVAS, Ramón, “Cultura y desarrollo: el caso de los pueblos
indígenas de Honduras”, p. 89, en Antropología e identidades en Centroamérica, San José,
Oficina de Publicaciones de la Universidad de Costa Rica, 1a. ed., 1996, 87-103.
207 Ibid., pp. 89-90.
208 V. ZELAYA, Gustavo, El legado de la Reforma Liberal, Tegucigalpa, Editorial Guaymuras,
1a. ed., 2001, p. 35.

66 Jorge Francisco Saenz Carbonell


comentó años después el presidente D. Marco Aurelio Soto en
una carta a D. Rómulo E. Durón:

“Cuando fui Presidente de esa


República procuré convertir la propiedad
comunal en privada, por medio de la Ley de
Agricultura. Siempre he opinado que la
propiedad en común es estéril, infecunda,
inútil y hasta nociva… Una vez que estén
abolidos los ejidos es necesario sustituir la
propiedad comunal por… propiedad
particular.” 209.

La reforma liberal dio el golpe de gracia a la propiedad


comunal, ya que una serie de leyes obligó a vender esos
terrenos en subasta pública e hizo que pasaran a manos de
propietarios individuales 210.

A pesar de la desaparición de los sistemas normativos


indígenas en las regiones efectivamente controladas por el
gobierno nacional, para mediados del siglo XIX ciertas culturas
autóctonas de la antigua Área Intermedia conservaban en gran
medida sus ordenamientos tradicionales en zonas periféricas
del territorio que habían quedado al margen de la dominación
española 211.

Debido en buena medida al desarrollo de las plantaciones


bananeras y a las preocupaciones generadas por las disputas
limítrofes con Nicaragua, en la segunda mitad del siglo XIX
el gobierno hondureño empezó a tratar de hacer efectiva su
autoridad en esas regiones. A partir de visiones muy típicas de
esa época, se consideraba no sólo necesario y conveniente sino
además meritorio “civilizar” a las comunidades indígenas que
conservaban sus culturas tradicionales, mediante la sustitución
de éstas por la “nacional”. Al igual que había ocurrido siglos atrás
con los ordenamientos normativos indígenas de los lencas y
otros grupos de la Zona Central, los de las comunidades del
Área
209 SOTO, Marco Aurelio, “Carta a don Rómulo E. Durón”, cit. por ARGUETA, Mario, y
REINA VALENZUELA, Marco Aurelio Soto: Reforma Liberal de 1876, Tegucigalpa, EDISOFF,
1a. ed., 1978, p. 110.
210 Ibid., p. 34.
211 Ibid.
Jorge Francisco Saenz Carbonell 67
Intermedia empezaron a verse debilitados por la penetración
del Derecho estatal. Su pluralidad, su carácter consuetudinario,
su escaso desarrollo técnico en términos “occidentales”, y las
dificultades existentes para su conservación y difusión fueron
factores que coadyuvaron a restar espacios a su ámbito de
aplicación efectiva.

A lo largo del siglo XX continuó el fenómeno de


aculturación de las comunidades indígenas y su asimilación a la
cultura occidental. Muchos elementos culturales de esos grupos
se alteraron o perdieron 212. También los ordenamientos
normativos indígenas se vieron gravemente afectados, ya que
cada vez con mayor frecuencia se impusieron a las
comunidades autóctonas las leyes nacionales y las estructuras
administrativas y judiciales estatales, y decayeron o se
extinguieron muchos elementos de las costumbres tradicionales.

212 Por ejemplo, el idioma lenca, que todavía gozaba de cierta difusión en el siglo XIX,
desapareció por completo en el XX. V. HERRANZ, Atanasio, “El Lenca de Honduras, una
lengua moribunda”, en Mesoamérica, Antigua Guatemala, cuaderno 14, diciembre, 1987, pp.
429-444.

68 Jorge Francisco Saenz Carbonell


CAPÍTULO III

LOS SISTEMAS NORMATIVOS INDÍGENAS EN


LA HONDURAS CONTEMPORÁNEA

SECCIÓN I.- DISPOSICIONES JURÍDICAS NACIONALES


E INTERNACIONALES.

La importancia atribuida internacionalmente a los


Derechos Humanos en la segunda mitad del siglo XX hizo que
en Honduras se empezase a generar conciencia sobre el derecho
de los pueblos indígenas a mantener su identidad y sus culturas.
Una manifestación significativa a este respecto fue la inclusión
en la Constitución de 11 de enero de 1982 de dos artículos
directamente relacionados con las comunidades indígenas, el 173,
según el cual

“El Estado preservará y estimulará las


culturas nativas, así como las genuinas
expresiones del folklore nacional, el arte
popular y las artesanías.” 213

213 Además, el primer párrafo del artículo 172 de la Constitución de 1982 señala que
“Toda riqueza antropológica, arqueológica, histórica y artística de Honduras forma parte del
patrimonio cultural de la Nación.” V. Constitución de la República de Honduras. Decreto N°
131 de 11 de enero de 1982, Tegucigalpa, OIM Editorial S. A. de C. V. , 1a. ed., 2008.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 69


y el 346, que reza:

“Es deber del Estado dictar medidas de


protección a los derechos e intereses de las
comunidades indígenas existentes en el país,
especialmente de las tierras y bosques
donde estuvieren asentadas.” 214

Además, el primer párrafo del artículo 172 de la


Constitución señala que

“Toda riqueza antropológica,


arqueológica, histórica y artística de
Honduras forma parte del patrimonio
cultural de la Nación.” 215

Adicionalmente, un decreto presidencial de 3 agosto de


1994 216 reconoció el carácter pluricultural y plurilingüístico de
la sociedad hondureña y la necesidad de establecer la educación
bilingüe intercultural (aunque idiomas como el lenca y el nahua
se han perdido por completo en Honduras, y el chortí está casi
extinto, todavía subsisten el pech, el tol, el miskito y el
tawahka).

Además, se creó una fiscalía especial para la protección


de las minorías étnicas y preservación del patrimonio arqueológico
y cultural del país. El licenciado don Eduardo Villanueva
Sagastume, quien fue titular de esa fiscalía de 1994 a 1999,
declaró en 1997 que

“… los sistemas jurídicos indígenas, como


producto de una sociedad oprimida por el
Estadonacional, no tienen sureconocimiento
y por consiguiente, no tienen eficacia
jurídica en el Estado, pero si tienen
vigencia, porque los pueblos, con esas
normas, han asegurado su continuidad
histórica y su cohesión

214 Ibid., artº 346.


215 Ibid., artº 172.
216 Acuerdo Presidencial N° 0719-EP de 3 de agosto de 1994. Su texto figura en
http://www. tlfq.ulaval.ca/axl/amsudant/honduras-accord_pres1994.htm
70 Jorge Francisco Saenz Carbonell
social; pero reconocimiento estatal no
hay para esas normativas o para esas
figuras legales… Se puede hablar, con
absoluta propiedad, de un derecho
indígena, porque estos sistemas han
probado que tienen todas las categorías
que la metodología da para los estudios de
los sistemas jurídicos… En la ciencia
jurídica, la concepción de un sistema
jurídico se establece sobre la existencia
de un ámbito espacial de validez, un
territorio dentro del cual se aplican las
disposiciones jurídicas; de un ámbito
personal de validez, el pueblo hacia el que
van orientadas esas disposiciones, y sobre
un ámbito material de validez, que tiene
que ver con las áreas que rigen esas
normas. Si esos son los tres elementos
básicos de un sistema jurídico, esos están
presentes en todos los sistemas jurídicos
indígenas que nosotros estamos
investigando, de manera que podemos
hablar de un pluralismo jurídico real;
aún cuando no podemos hablar de un
pluralismo jurídico formal, porque le
hace falta el reconocimiento del
Estado nacional, en el marco del cual
operan esos sistemas jurídicos
individualizados… Indudablemente, en
gran medida los indígenas administran su
propia justicia, en la circunstancia de su
propio aislamiento, porque hemos
investigado casos en los cuales los
indígenas resuelven sus conflictos
personales y sus conflictos comunales,
dentro de su propia normativa, sin
recurrir al Estado… Sin embargo, el
Estado nacional, un sistema jurídico
impuesto sobre los otros, es el que regula
este tipo de cosas. Por eso nuestro
esfuerzo es que, una futura iniciativa de
legislación en el país, genere las
jurisdicciones específicas y las áreas que
Jorge Francisco Saenz Carbonell 71
el derecho indígena va a regular de acuerdo
a nuestra propia circunstancia.” 217

Para el reconocimiento de la vigencia y obligatoriedad


de los ordenamientos indígenas es particularmente importante
la normativa sobre pueblos indígenas contenida en convenios
adoptados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El primero de ellos, adoptado en Ginebra en 1957, fue el N°
107, relativo a la protección e integración de las poblaciones
indígenas y otras poblaciones indígenas tribales y semitribales
en países independientes, pero Honduras no lo ratificó 218. El 2
de junio de 1989 la Organización Internacional del Trabajo
adoptó un nuevo acuerdo sobre pueblos indígenas y tribales, el
convenio N° 169, que fue aprobado por Honduras el 28 de
marzo de 1995 219.

El convenio 169 de la OIT se refiere a los sistemas


normativos indígenas y a la aplicación del Derecho estatal a los
pueblos indígenas en sus artículos 8, 9, 10 y 12, que rezan:

“Artículo 8.
1.- Al aplicar la legislación nacional a
los pueblos interesados deberán tomarse
debidamente en consideración sus
costumbres o su derecho consuetudinario.
2.- Dichos pueblos deberán tener el
derecho a conservar sus costumbres e
instituciones propias, siempre que éstas
no sean incompatibles con los derechos
fundamentales definidos por el sistema
jurídico nacional ni con los derechos
humanos internacionalmente reconocidos.
Siempre que sea necesario, deberán
establecerse procedimientos para
solucionar los conflictos que puedan surgir
en la aplicación de este principio.

217 V. TAMAYO G., Eduardo, “Derecflo indígena en Honduras”, en América Latina en


Movimiento, 29 de octubre de 1997, en flttp://alainet.org/active/206&lang=es
218 V. iidh.ed.cr/.../tabla ratificaciones convenio 107 oit.htm
219 V. flttp://www.prodiversitas.bioetica.org/doc8.fltm

72 Jorge Francisco Saenz Carbonell


3.- La aplicación de los párrafos 1 y
2 de este artículo no deberá impedir a los
miembros de dichos pueblos ejercer los
derechos reconocidos a todos los
ciudadanos del país.

Artículo 9.
1.- En la medida en que ello sea
compatible con el sistema jurídico
nacional y con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos, deberán
respetarse los métodos a los que los pueblos
interesados recurren tradicionalmente para
la represión de los delitos cometidos por sus
miembros.
2.- Las autoridades y los tribunales
llamados a pronunciarse sobre cuestiones
penales deberán tomar en cuenta las
costumbres de dichos pueblos en la materia.

Artículo 10.
1.- Cuando se impongan sanciones
penales previstas por la legislación general
a miembros de dichos pueblos deberán
tenerse en cuenta sus características
económicas, sociales y culturales.
2.- Deberá darse la preferencia a tipos
de sanción distintos del encarcelamiento.

Artículo 12.- Los pueblos interesados


deberán tener protección contra la
violación de sus derechos, y poder iniciar
procedimientos legales, sea personalmente
o bien por conducto de sus organismos
representativos, para asegurar el respeto
efectivo de tales derechos. Deberán tomarse
medidas para garantizar que los miembros
de dichos pueblos puedan comprender y
hacerse comprender en procedimientos

Jorge Francisco Saenz Carbonell 73


legales, facilitándoles, si fuere necesario,
intérpretes u otros medios eficaces.” 220

También hay resoluciones de la Corte Interamericana


de Derechos Humanos que han reconocido la vigencia de los
sistemas normativos indígenas, en el ámbito de la comunidad
respectiva, por encima de las disposiciones del Derecho
estatal. Especialmente importante al respecto es la dictada el
10 de setiembre de 1993 en el caso Allobotoe y otros contra
Surinam, relativa a quiénes debían ser beneficiarios de ciertas
indemnizaciones que el gobierno surinamés tenía que pagar a
las familias de varios indígenas del grupo de los saramacas.
Conforme a la costumbre saramaca, algunos de esos indígenas
habían tenido varias mujeres, y se discutía si la indemnización
debía pagársele a todas, ya que las autoridades surinamesas, con
base en el carácter monogámico del matrimonio en el Derecho
nacional, pretendían limitar la indemnización solamente a una
viuda. La Corte falló a favor de que se respetase el sistema
normativo saramaca, y al respecto dijo:

“La Corte no estima necesario


averiguar si los saramacas gozan de
autonomía legislativa y jurisdiccional
dentro de la región que ocupan. La única
cuestión que aquí interesa es si las leyes de
Surinam relativas a derecho de familia se
aplican a la tribu saramaca. En este
sentido, las pruebas producidas permiten
deducir que las leyes de Surinam sobre esa
materia no tienen eficacia respecto de
aquella tribu; sus integrantes las
desconocen y se rigen por sus propias
reglas y el Estado, por su parte, no
mantiene la estructura necesaria para el
registro de matrimonios, nacimientos y
defunciones, requisito indispensable para
la aplicación de la ley surinamesa. Además,
los conflictos que ocurren en estas materias
no son sometidos por los saramacas a los
tribunales del Estado y la intervención

220 El texto del convenio 169 figura en Ibid.

74 Jorge Francisco Saenz Carbonell


de éstos en las materias mencionadas,
respecto de los saramacas, es prácticamente
inexistente. Cabe señalar que en este
proceso Surinam reconoció la existencia de
un Derecho consuetudinario saramaca.” 221

Es importante destacar que el reconocimiento de la


validez y vigencia de los sistemas normativos indígenas no
puede significar que estén por encima de los Derechos
Humanos internacionalmente reconocidos; por ejemplo, no
sería admisible que con base en un sistema normativo
tradicional se negasen a las mujeres o a los niños derechos que
les reconocen los pactos internacionales o interamericanos
sobre esa materia, o se pretendiese mantener costumbres o
prácticas reñidas con ellos. Sin embargo, no es sencilla la
distinción entre las normas indígenas que violen tales derechos y
las que sean compatibles con ellos, ya que en muchos casos se
trata de problemas de interpretación.

SECCIÓN II.- CARACTERÍSTICAS GENERALES


DE LOS SISTEMAS NORMATIVOS INDÍGENAS
HONDUREÑOS CONTEMPORÁNEOS.

En la época contemporánea existen en Honduras


varios grupos indígenas con identidad propia, que conservan
importantes elementos de sus culturas tradicionales 222. El más
numeroso es el de los lencas, ubicados en Intibucá, La Paz,
Lempira y Ocotepeque, y el de los misquitos o mosquitos,
concentrado principalmente en el departamento de Gracias a
Dios. Mucho menores en número son el de los tolupanes, en los
departamentos de Yoro y Francisco Morazán; el de los chortís,
en Copán y Ocotepeque, y el de los pech, en Olancho y Gracias

221 Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Allobotoe y


otros contra Surinam, 10 de setiembre de 1993, cit. por SÁENZ CARBONELL, Jorge F., “La ley
de 25 de julio de 1867 y la vigencia de los Derecflos indígenas costarricenses”, pp. 141-142, en
Revista de Ciencia Jurídicas, San José, Mayo-Agosto de 2000, N° 92.
222 V. CHÁVEZ BORJAS, Manuel, “La cuestión étnica en Honduras”, en Documentos para
la historia de Honduras, Tegucigalpa: Honduras: Imagen y Palabra, 1a. ed., 1999-2002, vol. II,
pp. 589-613.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 75


a Dios 223. La comunidad más pequeña es la de los tawahkas,
que habita en la cuenca del río Patuca 224, y en años recientes
también ha reivindicado su identidad un grupo nahua. Además,
aunque se trata de grupos que llegaron a Honduras mucho
después de la conquista española, también tiene identidad
cultural propia y están protegidos por el convenio de la OIT los
garífunas que habita en los departamentos de Atlántida, Colón,
Cortés y Gracias a Dios y los isleños de las Islas de la Bahía.

En varios de estos grupos, el sistema normativo


indígena prácticamente ha sido sustituido del todo por el
ordenamiento jurídico estatal y la cultura autóctona encuentra
expresión en elementos tales como la artesanía, la medicina
tradicional y ciertas fiestas. En otros, sin embargo, han
subsistido además muchos elementos de los ordenamientos
normativos tradicionales, que amalgaman lo jurídico con lo
religioso, lo moral y otros ámbitos normativos. Se trata de
ordenamientos de naturaleza total o parcialmente
consuetudinaria, cuyas normas se transmiten oralmente y cuyas
modificaciones por lo general son fruto de una evolución y no
de actos determinados de autoridades creadoras de Derecho.

En los pueblos que han conservado en parte sus


sistemas normativos, como el miskito, el conocimiento de las
normas constituye un saber popular y de experiencia. En
algunas comunidades hay personas, generalmente de cierta
edad, que conocen mejor que los demás las costumbres y
tradiciones locales, pero no existen mecanismos ni instituciones
formales para su aprendizaje, ni publicaciones que las recopilen
o consignen, sino que se transmiten oralmente.

Estos pueblos por lo general tienen formas colegiadas


de autoridad, en las cuales se da cada vez mayor importancia
a los mecanismos democráticos. La figura del rey o cacique ha
desaparecido en casi todos los grupos, con excepción de los
tolupanes y los pech, y en ambos pueblos la máxima organización
es el Consejo de Tribu 225. Entre los tolupanes, los reyes tienen una

223 Ibid., vol II, p. 591.


224 RIVAS, 1993, p. 47.
225 LARA PINTO, 2002, pp. 90-91.

76 Jorge Francisco Saenz Carbonell


corte de súbditos y un agente mediador entre ellos y la sociedad
ladina, que les sirve de intérprete, de guía, de agente comercial,
etc. 226 En otras comunidades la máxima autoridad la ejercen
consejos de desarrollo comunal, consejos de iglesia, asambleas
comunitarias y consejos indígenas locales 227.

Entre los tahwakas, los misquitos y los garífunas,


la familia es matrilineal, mientras que entre los tolupanes es
fundamentalmente patrilineal 228.

A pesar del menoscabo que han sufrido, la existencia


de sistemas normativos propios en varias comunidades
indígenas costarricenses es una realidad efectiva y dinámica.
Honduras, como España, es un Estado en el que conviven el
sistema normativo estatal y varios sistemas normativos forales,
que en su respectivo ámbito son tan válidos y positivos como
aquel.

Lamentablemente, puede ocurrir que las autoridades


judiciales y administrativas encargadas de aplicar o ejecutar las
normas jurídicas estatales desconozcan los elementos culturales
indígenas o consideran ilegales algunas de sus manifestaciones,
sobre todo cuando las costumbres indígenas difieren del
ordenamiento estatal o responden a otro sistema de valores. Así
ocurre, por ejemplo, a los miskitos:

“En lo que se refiere a la legislación


vigente, el pueblo miskito posee un
cuerpo de leyes que no está escrito, y por lo
tanto, la aplicación de justicia por parte de
los jueces regulares no siempre es
congruente con su costumbre.” 229

Es importante por ello crear conciencia de que al lado


del Derecho nacional, estatal, hay una serie de ordenamientos
de naturaleza foral, que no por regular sólo a una pequeña parte
de la población tienen menor dignidad o importancia que aquel.

226 CHÁVEZ BORJAS, 1999-2002, vol. II, p. 596.


227 Ibid; LARA PINTO, 2002, pp. 86-91
228 CHÁVEZ BORJAS, 1999-2002, vol. II, p. 596.
229 LARA PINTO, 2002, p. 54.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 77


Uno de los principales problemas para la debida
conservación de los sistemas normativos indígenas y su
conocimiento por instancias administrativas o judiciales
estatales es la falta de fuentes escritas. Un juez formado en la
tradición del Derecho estatal que deba conocer asuntos relativos
a indígenas puede tender a aplicar el ordenamiento contenido en
códigos y leyes, en vez de investigar sobre los valores y las
instituciones consuetudinarias de los pueblos a que pertenecen
los interesados. De igual modo, los órganos administrativos
pueden encontrar más rápido y sencillo aplicar las leyes y
reglamentos estatales e ignorar los sistemas normativos
indígenas.

Es necesario disponer de medios para informar de


la vigencia de este Derecho, tanto por lo que se refiere a las
comunidades indígenas como a los tribunales que conocen
casos relacionadas con ellas o sus miembros, y establecer
mecanismos para identificar las normas de cada comunidad,
recopilarlas y publicarlas en ediciones bilingües. También
podrían impartirse cursos de capacitación sobre los respectivos
sistemas forales a las autoridades judiciales o administrativas
cuya jurisdicción comprenda territorios indígenas. En el caso
de los miskitos,

“… se propone la creación de de una


instancia legal de derecho indígena que sea
arbitrado por un consejo de ancianos en
donde se apliquen las leyes
consuetudinarias que aún conservan las
comunidades miskitas.” 230

Hay que tener presente, sin embargo, que al interior de


las propias comunidades indígenas puede existir diversidad
cultural
–por ejemplo, en algunas hay grupos que hablan español y otros
que no, grupos de mayor o menor aculturación, sectores que
tienen mucho mayor contacto que otros con el sistema jurídico
y político nacional y las autoridades nacionales, etc.-, y que
tratar igual a desiguales podría resultar en discriminaciones o
diferencias graves que afectarían el goce de los derechos
individuales, sobre todo de las personas con menores
posibilidades económicas y educativas. Una homogenización
artificial del Derecho sobre
230 Ibid.

78 Jorge Francisco Saenz Carbonell


la base del sistema normativo de un solo grupo o sector podría
provocar en otros precisamente lo que se quiere evitar, es decir,
la pérdida de sus costumbres y tradiciones propias.

También es importante es que las facultades y escuelas de


Derecho consideren el tema de los sistemas normativos indígenas
en los programas de los cursos especialmente relacionados con
los derechos de los indígenas, como Derecho Constitucional o
Derecho Agrario, y eventualmente en otros tales como Derecho
Penal, Derecho de Familia, Derecho Procesal Civil y Derecho
Procesal Penal. Adoptar visiones más amplias que las tradicionales
puede contribuir a afianzar el reconocimiento de la diversidad
cultural y jurídica de Honduras.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 79


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SEGUNDA PARTE:

EL SISTEMA NORMATIVO INDIANO

Jorge Francisco Saenz Carbonell 81


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

TÍTULO I

ANTECEDENTES Y CARACTERÍSTICAS DEL


SISTEMA JURIDICO INDIANO

CAPÍTULO I

LA DOMINACIÓN CASTELLANA EN LAS INDIAS


Y SU FUNDAMENTO JURÍDICO

SECCIÓN I.- POLIARQUÍA MEDIEVAL


Y ESTADO ABSOLUTO EN CASTILLA.

Al igual que en otros países europeos, en la Castilla


medieval imperaba una poliarquía: aunque había un rey, su
autoridad era muy limitada y debía compartirla con una variada
serie de poderes sin coordinación entre sí, ni ámbitos de acción
claramente definidos, tales como la Iglesia, la nobleza feudal,
las órdenes militares de caballería, los órganos municipales, los
gremios, etc. 231

231 El tema de la poliarquía, como antecedente del Estado absoluto, es tratado por HELLER,
Hermann, Teoría del Estado, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 6a. reimpr, 1971, p.
142 y ss.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 83


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

El poder de los monarcas castellanos se ejerció muy


débilmente durante gran parte del siglo XV 232. No fue sino
hasta el reinado de Da Isabel I y su marido D. Femando V,
conocidos como los Reyes Católicos, cuando los soberanos
emprendieron un esfuerzo deliberado para poner fin a la
poliarquía y convertir al reino de Castilla en un estado
moderno de corte absolutista y centralista. Debilitaron
notoriamente a la nobleza, crearon un cuerpo permanente de
funcionarios, disminuyeron la autonomía municipal y
sometieron a la Iglesia a su autoridad en muchos aspectos.
También consiguieron apoderarse del reino islámico de
Granada e imponer en Castilla la unidad religiosa católica,
mediante la expulsión o la conversión forzosa de judíos y
musulmanes 233.

La presencia castellana en América habría de estar


marcada siempre por el constante temor de los reyes de que
surgiese una situación semejante a la de la Castilla medieval.
Por estos motivos, la Corona se opuso por todos los medios a su
alcance al surgimiento en sus nuevos dominios de una nobleza
feudal que pudiese desafiarla, y habitualmente se mostró
también muy celosa de su supremacía sobre la Iglesia 234.

SECCIÓN II.- EL PRIMER VIAJE DE COLÓN


Y LAS BULAS PAPALES DE 1493.

Aunque desde el siglo X los vikingos exploraron las


regiones costeras de Groenlandia y América del Norte e incluso
establecieron allí pequeñas colonias, sus viajes no consiguieron
establecer vínculos duraderos entre esas regiones y Europa.

232 Sobre este período, V. BALDEÓN BARUQUE, Julio, Los Trastámaras. El triunfo de
una dinastía bastarda, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, S. A., 1a. ed., 2001; MARAÑÓN,
Gregorio, Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid, Espasa-Calpe, S.
A., 13a. ed., 1981; SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis, Enrique IV de Castilla. La difamación como
arma política, Barcelona, Editorial Ariel, 2a. ed., 2001.
233 V. SÁENZ CARBONELL, El despertar constitucional de Costa Rica, San José,
Asociación Libro Libre, 1a. ed., 1985, pp. 17-26.
234 V. Ibid., pp. 27-32.

84 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

La toma de Constantinopla por los turcos en 1453


interrumpió rutas comerciales entre Europa y Asia, obstaculizó
las peregrinaciones cristianas a Tierra Santa y produjo hondas
inquietudes en los reinos europeos. Algunos de estos
empezaron a desarrollar actividades para contrarrestar a los
musulmanes o para tratar de obtener productos orientales, como
las especias, que se habían convertido en bienes de altísimo
precio 235. Como parte de estas acciones, los portugueses
efectuaron exploraciones marítimas a lo largo de la costa
africana, y la Corona de Castilla decidió enviar al almirante D.
Cristóbal Colón hacia occidente en 1492, para establecer con
los reinos del Asia oriental relaciones diplomáticas y
comerciales y alianzas militares contra los musulmanes 236.

Sin embargo, Colón encontró en las Antillas pueblos de


cultura a primera vista muy simple, a los que no cabía
identificar con los chinos o japoneses. Juzgó que se encontraba
en algunas islas del Asia sudoriental, a las que ciertos viajeros y
geógrafos daban el nombre genérico de “las Indias” y donde se
tenía noticia que había algunos pueblos de mucho menor
desarrollo material y cultural que China o el Japón, y por ello
denominó “indios” a los habitantes de las islas caribeñas 237. En
ellas, la expedición colombina no encontró especias, ni
yacimientos minerales de gran cuantía, por lo que el resultado
de ese primer viaje, en términos financieros, fue muy poco
significativo: muy pequeñas cantidades de oro y algodón y
algunas aves de colorido plumaje 238. A pesar de ello, se creyó que
las islas visitadas por Colón podían convertirse en puntos de
aprovisionamiento o avanzadas comerciales en el trayecto hacia
el Asia, y por eso la Corona de Castilla se preocupó desde
temprana fecha por obtener respaldo jurídico para su presencia
en esos territorios y evitar que otros monarcas europeos
intentasen aprovecharse de la nueva ruta. Para obtener un título

235 V. PANIKKAR, K. M., Asia y la dominación occidental, Buenos Aires, EUDEBA, 1a. ed.,
1966, pp. 5-7.
236 AGUADO BLEYE, Pedro, Manual de Historia de España, Madrid, Espasa-Calpe, S. A.,
1a. ed., 1959, vol. II, p. 306; ESLAVA GALÁN, Juan, El enigma de Colón y los
descubrimientos de América, Barcelona, Editorial Planeta, 3a. ed., 1995, p. 166; KONETZKE,
1984, p. 21.
237 GIL, Juan, Mitos y utopías del descubrimiento: I. Colón y su tiempo, Madrid, Alianza
Editorial, 1a. ed., 1988, pp. 22-56.
238 Ibid., pp. 24-28, 45-50 y 57.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 85


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

válido de dominio sobre tales tierras, Castilla se dirigió a la


Santa Sede, que en la Europa cristiana seguía siendo la
autoridad supraestatal más importante 239.

Desde la perspectiva del Derecho Común europeo


resultaba era comprensible la idea de recurrir al Papado para
conseguir un título jurídico de dominio sobre tierras cuyos
habitantes no eran cristianos. Ciertas doctrinas medievales
consideraban al sumo pontífice como “señor del mundo”, y le
atribuían la facultad de disponer de los territorios de paganos e
infieles en favor de monarcas cristianos, que debían promover la
evangelización 240.

Colón regresó de su primer viaje en marzo de 1493.


Tan solo dos meses después, en mayo, el papa Alejandro VI
expidió tres bulas en las cuales se concedían a los reyes de
Castilla, “con plena, libre y omnímoda potestad, autoridad y
jurisdicción”, todas las islas y tierra firme situadas al occidente de
una línea trazada de polo a polo cien leguas al oeste de las islas
Azores y Cabo Verde. Los territorios al oriente de este
meridiano corresponderían a la Corona de Portugal 241. En
setiembre de 1493, una bula adicional amplió la concesión en
favor de los reyes de Castilla a todas las islas y tierra firme que
hubiese en la India 242.

La beneficiaria del sector al oeste de la línea pontificia


fue única y exclusivamente la Corona de Castilla, sin ninguna
participación de la de Aragón, cuyos dominios estaban política
y jurídicamente separados de los de aquella, a pesar del
matrimonio de sus monarcas. Por ello, quienes formaron el
grueso de la

239 V. RUMEU DE ARMAS, Antonio, Los tratados de partición del Océano entre
España y Portugal, Madrid, Imprenta del Ministerio de Asuntos Exteriores, 1a. ed., 1944,
pp. 16-20.
240 AGUADO BLEYE, 1959, vol. II, p. 317; KONETZKE, 1988, p. 21; ZORRAQUÍN BECÚ,
Ricardo, Estudios de Historia del Derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1a. ed., 1988-1992,
vol. I, pp. 184-197.
241 V. BONILLA, Conrado, Piraterías en Honduras, San Pedro Sula, Imprenta
“Renovación”, 1a. ed., 1955, p. 24-31.
EYZAGUIRRE, Jaime, Historia del Derecho, Santiago de Cflile, Editorial Universitaria, 1a.
ed., 1990, pp. 136-137, ZORRAQUIN BECÚ, 1988-1992, vol. II, p. 14.
242 Ibid., vol. II, p. 29.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

86 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

migración hacia las Indias fueron súbditos de la Corona de


Castilla, especialmente andaluces, castellanos y extremeños
243
.

Los portugueses no objetaron las decisiones del


Papado, pero plantearon dudas sobre la línea trazada, que les
dejaba un espacio geográfico muy reducido para aprovechar las
corrientes y vientos en la navegación atlántica; además, no era
clara, ya que los archipiélagos de Cabo Verde y las Azores se
encuentran en longitudes diferentes. 244. Para resolver el asunto,
Castilla y Portugal en 1494 el tratado de Tordesillas, en el cual
se sustituía la línea pontificia por otra ubicada mucho más al
oeste, y que fue aprobado por la Santa Sede 245. Debido a este
cambio, la costa oriental de Sudamérica, correspondiente al
actual Brasil, quedó bajo el dominio portugués.

A pesar de las teorías que respaldaban la supremacía


papal, las bulas alejandrinas pronto fueron ignoradas por otros
países europeos, especialmente los que tenían actividades
navieras importantes 246, como Inglaterra, Francia y los Países
Bajos, que se apoderaron de diversos territorios americanos.
Ni siquiera Portugal respetó el tratado de Tordesillas, ya que se
adueñó en Sudamérica de un territorio muchísimo más vasto de
que lo debía corresponderle 247. También tuvieron posesiones en
América Dinamarca, Rusia, Suecia, la Orden de Malta, Curlandia
(Letonia) y Brandenburgo (Prusia).

243 KONETZKE, 1984, pp. 61-62.


244 V. ZORRAQUIN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 210-211; LANDE, David S., La pobreza y
la riqueza de las naciones, Barcelona, Javier Vergara Editor, 1a. ed., 1999, pp. 124-125.
245 AGUADO BLEYE, 1959, vol. II, pp. 316-317, OCHOA BRUN, Miguel Ángel, Historia
de la diplomacia española. Volumen cuarto, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1a. ed.,
1995, pp. 175-179; RUMEU DE ARMAS, 1944, pp. 22-23; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992,
vol. I, pp. 210-214.
246 BONILLA, 1955, pp. 34-39KONTEZKE, 1984, p. 26; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992,
vol. I, 215-224.
247 ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 218-224.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 87


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN III.- INCORPORACIÓN DE LAS INDIAS


A LA CORONA DE CASTILLA.

Las bulas papales de 1493 designaron como


sucesores en los derechos de los Reyes Católicos a los futuros
monarcas castellanos. Esto significaba que las Indias quedaban
irreversiblemente incorporadas o vinculadas a la Corona de
Castilla; es decir, los reyes castellanos no podían donarlas total
ni parcialmente a otro monarca 248. Esto fue confirmado en las
Cortes celebradas en Valladolid en 1518. Ya para entonces se
había adoptado oficialmente para esos territorios el nombre
plural de Indias 249, que habría de utilizarse durante toda la
época absolutista y que una ley de 1581 consignó como “Indias
Orientales, y Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar
Océano”
250
. Otras denominaciones, como América o el Nuevo Mundo,
se emplearon sobre todo en el lenguaje coloquial o lírico. No
fue sino hasta el siglo XVIII cuando, por influencia francesa,
empezó a difundirse el nombre de América 251 y rara vez con
carácter oficial 252. Cabe agregar, además, que si para
diferenciarlo de las “verdaderas” Indias se hubiese impuesto al
continente otro nombre distinto del de las Indias, único
mencionado en las bulas de Alejandro VI, se habría puesto en
evidencia un error geográfico suficientemente grave como para
impugnar la concesión papal de 1493 253.

Para comprender el fenómeno de la incorporación de


las Indias a la Corona de Castilla, es oportuno recordar la
situación de la península ibérica en aquellos tiempos y analizar
tres fenómenos jurídicamente distintos: la incorporación de un
reino o territorio a otro reino, la unión meramente personal
entre reinos, y la unión personal permanente entre reinos con la
incorporación de sus Coronas.
248 TOMÁS Y VALIENTE, Francisco, Manual de Historia del Derecho español, Madrid,
Editorial Tecnos, S. A. de ediciones, 2a. reimpr. de la 4a. ed., 1987, p. 330.
249 ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 61.
250 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 8.
251 CARÍAS, Marcos, De la patria del criollo a la patria compartida. Una historia de
Honduras, Tegucigalpa, Ediciones Subirana, 1a. ed., 2007, p. 72.
252 ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 61.
253 V. Ibid., vol. I, p. 214.

88 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

En el primer caso, la incorporación de un reino a otro,


se estaba en presencia de una anexión territorial, casi siempre
debida a una conquista militar, que hacía desaparecer las
instituciones del reino incorporado. Así ocurrió, por ejemplo,
con la incorporación del reino musulmán de Granada al reino
de Castilla 254.

El segundo caso, el de la unión personal entre reinos,


se daba cuando el monarca de uno de ellos se convertía también
en soberano de otro, generalmente por razones de matrimonio
o herencia, pero cada reino mantenía su independencia, sus
leyes y sus instituciones. Esta era, por ejemplo, la vinculación
existente entre Castilla y Aragón 255, que se debía a un
matrimonio regio y podía romperse en ciertas circunstancias.
Por ejemplo, cuando murió Da Isabel de Castilla y su hija Da
Juana I heredó la Corona de Castilla, D. Fernando el Católico
continuó reinando separadamente en Aragón hasta su muerte en
1516. D. Fernando tuvo con su segunda esposa Da Germana de
Foix un hijo, D. Juan de Aragón, que murió a poco de nacer, pero
si hubiera sobrevivido, hubiera heredado el trono aragonés
mientras su media hermana y su descendencia reinaban en
Castilla, y ambos países hubieran continuado separados.

El tercer caso, el de la unión personal permanente entre


reinos con la incorporación de sus Coronas, era más complejo.
Se asemejaba al de la unión meramente personal en cuanto a
que también había un solo monarca rigiendo dos reinos
distintos. La diferencia estribaba en que el ligamen era
indisoluble y las dos Coronas se vinculaban a perpetuidad 256.
Así ocurrió precisamente con los reinos de las Indias: las bulas
papales de 1493 los incorporaron a la Corona castellana, no al
Reino de Castilla 257. En Derecho, esto significaba que las Indias
y Castilla eran reinos distintos, que tenían leyes e instituciones
diferentes y en principio solamente tenían en común la
circunstancia de ser gobernados por el mismo monarca. De
acuerdo con lo dispuesto en las bulas papales, el vínculo entre
ambos reinos era indisoluble y perpetuo:
254 EYZAGUIRRE, 1990, p. 167; KONETZKE, 1984, pp. 100 y 107; ZORRAQUÍN
BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 92.
255 EYZAGUIRRE, 1990, p. 166; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 91-92.
256 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 166-167.
257 V. CASTRO Y TOSI, Norberto de, “Carta al rey legítimo”, pp. 49-50, en Colección
Norberto de Castro, San José, vol. I, Noviembre de 1975, pp. 49-97.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 89


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

las Indias no eran un patrimonio personal de los soberanos, sino


una parte indivisible de sus dominios 258.

Cuando Francia, Inglaterra y otros países europeos


impusieron su dominio político y militar en territorios ubicados
en América y otros continentes, adoptaron un modelo jurídico
muy distinto de los enumerados. A esos dominios se les dio la
condición de colonias, que conllevaba para ellos una situación
jurídica de inferioridad, dependencia y subordinación con
respecto al país europeo, que era denominado metrópoli. El
caso de las Indias, jurídicamente hablando, fue distinto. A pesar de
que en la práctica el sistema implantado por la Corona de
Castilla en los territorios indianos presentó muchas
características propias de un régimen colonial, las Indias nunca
tuvieron la condición legal de colonias ni se vieron subordinadas
jurídicamente al Reino de Castilla 259. Se trataba de dos
monarquías absolutas distintas, no de colonias y metrópoli. Por
este motivo tampoco es exacto, desde el punto de vista
meramente jurídico, hablar de una “época colonial” y en el
contexto de una Historia del Derecho es preferible referirse a una
época absolutista, que se puede subdividir en dos grandes
fases, correspondientes a los modelos de gobierno implantados
por las dos principales dinastías indianas: la época austriaca
(siglos XVI y XVII) y la época borbónica (siglos XVIII y XIX).

La existencia de las Indias como reino jurídicamente


separado del de Castilla sólo se interrumpió durante la breve
época de la monarquía constitucional (1812-1814 y 1820-1823),
que fusionó los diversos reinos hispánicos y las Indias en un
solo Estado unitario, denominado oficialmente con el nombre
de Monarquía Española. Durante el periodo constitucional, los
territorios americanos fueron organizados como provincias
de España, en pie de igualdad con las provincias ubicadas en la
península ibérica.

258 Recop. Ind., lib. III, tít. I, ley 1; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 59 y 88-91.
259 V. KONETZKE, 1984, p. 100; LEVENE, 1973, ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p.
108.

90 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN IV.- EL FENÓMENO DE LA CONQUISTA Y


LAS PRIMERAS DUDAS SOBRE LA VALIDEZ DE LA
CONCESIÓN PONTIFICIA.

A partir de 1493, la Corona de Castilla tuvo en las


bulas del Papa un título para justificar su eventual dominio
sobre las islas visitadas por Colón en su primer viaje. A pesar
de ello, los castellanos continuaron sin encontrar en las Antillas
nada que les resultase especialmente provechoso. Aunque en
muchos castellanos seguían vigentes las ideas medievales sobre
el honor y la gloria 260, también era muy fuerte entre ellos el
interés característico del Renacimiento por el provecho
económico, y el desengaño generado por los escasos
resultados pecuniarios de los viajes colombinos aumentó a
partir de 1498, cuando los portugueses lograron llegar a la
verdadera India y hacerse con el monopolio del tráfico
marítimo y comercial entre Europa y los reinos de la costa india
261
.

Los castellanos, frustrados en sus ambiciones


comerciales, pronto empezaron a utilizar a los indígenas de
las islas antillanas como fuerza de trabajo esclava o servil en
explotaciones agropecuarias y mineras y a someterlos por la
violencia. Comenzó así el fenómeno de la Conquista, que puso
de manifiesto la indiscutible superioridad militar de los europeos,
debida fundamentalmente a los caballos y las armas de fuego y
acero, y otras ventajas adicionales como la escritura, que les
permitía comunicarse con mucha mayor rapidez y exactitud.
Los pueblos dominados pronto empezaron a ser explotados
brutalmente y sus sociedades se vieron desestructuradas por
completo; además, las enfermedades traídas por los europeos,
contra las cuales los indígenas no tenían defensas, provocaron
una catastrófica mortandad. La Conquista implantó la
dominación política y militar de los castellanos sobre los
indígenas, pero además conllevó la dominación ideológica y
económica. La religión católica se convirtió también en un
instrumento

260 KONETZKE, 1984, p. 145.


261 V. GALLEZ, 1998, P. 114; PANIKKAR, 1966, pp. 13-39; SUBRAHMANYAM, Sanjay,
Vasco de Gama, Barcelona, Grijalbo Mondadori, S. A., 1a. ed., 1998.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 91


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

fundamental para mantener la estabilidad de la dominación


política y legitimar la conquista en aras de la evangelización.

La Corona, tanto por imperativos éticos como para


evitar que los conquistadores hicieran surgir un sistema feudal
en sus nuevos dominios, se opuso desde fecha temprana a la
idea de privar de la libertad personal a los indígenas antillanos y
en 1500 los declaró vasallos libres 262, lo cual era una
afirmación jurídica de su igualdad con sus súbditos europeos.
Esta política no dio resultados. La explotación de los indígenas de
las Antillas continuó de modo desmedido y fue empeorando
conforme se amplió el ámbito de las expediciones castellanas. Las
denuncias de algunos sectores del clero 263 llevaron a la Corona a
reunir en 1512 y 1513 grupos de juristas y teólogos para
estudiar la situación, y en ellas surgió la pregunta de si
jurídicamente los monarcas castellanos tenían algún título
legitimo sobre las Indias 264.

El criterio que imperó en las juntas fue consecuente


con ciertas ideas derivadas del Derecho común, según las cuales
el papa era vicario universal de Jesucristo y titular de una
supremacía universal. Se concluyó que el pontífice tenía
autoridad sobre los indígenas y había actuado válidamente al
someterlos a la Corona de Castilla. Esta, por consiguiente, tenía
dominio legítimo sobre las Indias y sus habitantes 265. Pero aun
así subsistía el problema de cómo podía exigirse a los indígenas
que obedeciesen a los reyes de Castilla, si no sabían que estos
eran ahora sus legítimos señores, y se decidió que debían
explicárseles la nueva situación y sus fundamentos legales,
antes de exigirles la obediencia a la Corona.

262 KONETZKE, 1984, p. 154.


263 V. HANKE, Lewis, The Spanish struggle for Justice in the Conquest of America,
Boston, Little, Brown and Company, 7a. ed., 1965, pp. 17-18; MARÍN GUZMÁN, Roberto, El
espíritu de cruzada español y la ideología de la colonización en América, San José, Instituto
Costarricense de Cultura Hispánica, 1a. ed. 1985, pp. 69-70.
264 EYZAGUIRRE, 1990, p. 138; HANKE, 1965, pp. 25-30; SÁNCHEZ, Dolores M., El deber
de consejo en el Estado moderno. Las Juntas “ad hoc” en España, Madrid, Ediciones
Polifemo, 1a. ed., 1993, pp. 35-38.
265 V. EYZAGUIRRE, 1990, p. 139; LUJÁN MUÑOZ, Jorge, Inicios del dominio español
en las Indias, Guatemala, Universidad de San Carlos, 1a. ed., 1968, pp. 8-10; TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, p. 335.

92 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

El método elegido para “informar” a los indígenas que


estaban jurídicamente sujetos a la autoridad del rey de Castilla
fue absurdo e inadecuado. El jurista Juan López de Palacios
Rubios redactó un documento denominado el Requerimiento,
que exponía las potestades espirituales y políticas del papa y
explicaba la concesión efectuada por él a favor de los monarcas
castellanos 266. Después de dar esta explicación a los indígenas y
de requerirlos para que reconociesen la autoridad religiosa de la
Iglesia y el Papado, se sometieran a la autoridad de los reyes de
Castilla y permitiesen la predicación del cristianismo, se debía
concederles un plazo razonable para expresar su aceptación. Si
la daban, conservarían su libertad y sus bienes. Sin embargo los
conquistadores debían advertir a los requeridos que si rehusaban
someterse a la Corona podrían perder sus bienes y ser esclavizados
junto con sus familias 267.

Se partía, pues, de la idea de que los indígenas ya eran de


previo súbditos del rey de Castilla y de que el Requerimiento
sólo procuraba imponer de hecho una autoridad que existía “de
Derecho” desde 1493. Aunque todo esto pueda parecer hoy un
absurdo de trágicas consecuencias, respondía plenamente a la
lógica del Derecho Común y a la práctica europea de aquella
época: el súbdito que hubiese sido debidamente enterado de
que tenía un nuevo señor legítimo y se negaba a aceptarlo,
podía ser sometido mediante la violencia. En tal hipótesis, la
guerra era considerada como guerra justa 268. Por lo demás, cabe
tener presente que ideas muy semejantes a las de la junta de
Burgos han continuado presidiendo la actitud de la comunidad
internacional en su conjunto con respecto a los pueblos
indígenas y tribales. Aunque se exija a los gobiernos respeto a
los derechos humanos, se parte del supuesto de que todos los
habitantes del respectivo territorio están bajo la autoridad del
Estado. Por eso, cuando ya en la segunda mitad del siglo XX en
algunos países se tuvo por primera vez noticia de la existencia
de pueblos que hasta entonces habían permanecido ignorados
por los demás habitantes, no se puso en duda que el territorio
donde habitaban formaba parte del

266 El texto del Requerimiento figura en LUJAN MUÑOZ, 1968, pp. 33-36. Sobre la
génesis y fundamentos del documento, V. HANKE, 1965, pp. 29-36; KONETZKE, 1984, pp.
155-156.
267 LUJAN MUÑOZ, 1968, pp. 33-36.
268 Sobre la llamada “guerra justa”, V. Ibid., pp. 20-28.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 93


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

respectivo país, ni se discutió la validez de la autoridad estatal


sobre los miembros de tales comunidades. Esto, para no hablar
del reparto colonial del África a fines del siglo XIX, efectuado
por varias potencias europeas en negociaciones diplomáticas,
sin “informar” ni menos consultar a los pueblos afectados.

En la práctica, la utilización del Requerimiento fue una


farsa. Muchos conquistadores simplemente pasaron por alto
su existencia; otros se limitaban a cumplir con la formalidad
de efectuar su lectura a considerable distancia, antes de atacar
militarmente a los indígenas. De todos modos, aun en el
supuesto de que se les tradujera y se les explicase el
documento con toda amplitud, cabía esperar que la reacción de
los indígenas “requeridos” fuera totalmente negativa y que se
negaran a aceptar de buen grado a una divinidad y a un monarca
extranjeros y desconocidos 269.

Incluso en el supuesto de que los indígenas estuviesen


dispuestos a convertirse al cristianismo, el fundamento jurídico
del dominio castellano podía ser objetado con argumentos que
negaban razonablemente la validez de la concesión. Por ejemplo,
cuando se les explicó el Requerimiento a unos reyes indígenas de
Castilla del Oro (hoy Panamá), se manifestaron dispuestos a
aceptar la idea de un Dios único, pero dijeron que el papa debía
estar borracho al dar lo que no era suyo y que el rey que lo
aceptaba debía ser un loco 270.

SECCIÓN V.- LAS POLÉMICAS SOBRE LOS JUSTOS


TÍTULOS Y LA REINTERPRETACIÓN OFICIAL DE LAS
BULAS.

Si se negaba legitimidad a la concesión pontificia, ¿qué


otro título podía invocar la Corona para justificar su dominio
sobre las Indias? No se podía recurrir simplemente a las
instituciones

269 V. MARTÍNEZ PELÁEZ, Severo, La patria del criollo, San José, EDUCA, 8a. ed., 1981,
pp. 64-67.
270 LUJÁN MUÑOZ, 1968, p. 40.

94 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

jurídicas del hallazgo y la ocupación, porque solo resultaban


aplicables a las regiones deshabitadas y no garantizaban a Castilla
el dominio exclusivo de las nuevas tierras, ya que cualquier otro
país podía invocarlas con igual derecho 271. Se afirma que el rey
francés Francisco I, cuya rivalidad con los monarcas de Castilla
fue casi legendaria, decía sarcásticamente que quería ver la
cláusula del testamento de Adán que lo excluía de la repartición
del mundo 272.

Todas estas dudas hicieron surgir una variada gama de


argumentos alternativos para justificar el dominio castellano en
las Indias. Algunos de ellos se inspiraban en el propio Derecho
común y otros no tenían nada que ver con cuestiones jurídicas
273
. Pero todos se dirigían al mismo objetivo: dar sustento legal
al dominio político exclusivo de la Corona de Castilla sobre las
Indias.

Las más célebres polémicas en tomo al problema de los


justos títulos se originaron en torno a ciertas ideas según las
cuales los castellanos eran seres superiores a los indígenas y
que por consiguiente, en las Indias debía aplicarse el principio
aristotélico de que los pueblos incapaces de gobernarse a sí
mismos debían, por su propio bien, ser sometidos a la
dominación de pueblos superiores. A este argumento filosófico
se unieron a veces otros de carácter moral o religioso, según los
cuales los indígenas habían quedado sujetos a los castellanos
como consecuencia de los graves pecados que desde la
perspectiva cristiana habían cometido, tales como idolatría,
canibalismo, etc. 274. Esta línea de pensamiento fue tenazmente
combatida por fray Bartolomé de las Casas 275 y otros
defensores de los indígenas. Además, el

271 EYZAGUIRRE, 1990, p. 139.


272 V. BONILLA, 1955, p. 24.
273 V. EYZAGUIRRE, 1990, pp. 139-140; GIL, 1988, pp. 73-77, KONETZKE, 1984, p. 21 y
28-29; V. LEVENE, 1973, p. 61. MARÍN GUZMÁN, 1985, pp. 68 y 79; VITORIA, Francisco de,
Relecciones sobre los indios y el derecho de guerra, San José, Editorial Alma Mater, 1a. ed., 1988,
pp. 94-95 y 100.
274 CARÍAS, 2007, p. 80; EYZAGUIRRE, 1990, p. 139-140; SEPÚLVEDA, Juan Ginés de,
Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios. , México, Fondo de Cultura
Económica, 2a. reimpr., 1987; HANKE, 1965, pp. 119-128, KONETZKE, 1984, pp. 30-31;
VITORIA, 1988, pp. 23-32 y 100-108, TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 336.
275 Sobre fray Bartolomé de Las Casas, V. DURÁN LUZIO, Juan, Bartolomé de las Casas
ante la conquista de América, Heredia, EUNA, 1a. ed., 1992.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 95


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

papa Paulo III declaró en 1537 que los indígenas eran “verdaderos
hombres capaces de recibir la fe” 276 y que no podían ser
privados de su libertad y bienes.

Lapolémicasobrelosjustostítulossevolvióespecialmente
candente como consecuencia de la conquista del imperio de los
Incas por la expedición de Francisco Pizarro en 1533, realizada
en manifiesta violación de los principios del Derecho Común, e
incluso se habló de que la Corona podría ordenar a los castellanos
que devolviesen el señorío del Perú a los herederos de los Incas
y abandonasen el territorio.

Entraron entonces en juego en el asunto las ideas del


Derecho Natural, que partían de criterios muy distintos a los del
Derecho Común. El teólogo dominico fray Francisco de Vitoria,
consideró el problema desde la perspectiva iusnaturalista y llegó
a la conclusión de que como el papa no era señor del mundo,
tampoco podía conceder territorios que no le pertenecían 277. Para
Vitoria, los castellanos solo tenían en las Indias los derechos que
les correspondían en su condición de seres humanos, tales como
los de libre tránsito, comercio y evangelización, que los indígenas
no podían impedirles ejercer 278.

En 1542 la Corona emitió una serie de normas de alcances


radicales, las Leyes Nuevas, que reconocían la libertad de los
indígenas y ponían fin a las encomiendas de servicios
personales y a las peores formas de explotación. Estas leyes
provocaron un profundo repudio en los castellanos residentes
en Indias, algunos de los cuales llegaron a desafiar la autoridad
regia por la fuerza de las armas, al estilo de los señores feudales.
La Corona finalmente tuvo que reformar las Leyes Nuevas y
llegar a una serie de

276 EYZAGUIRRE, 1990, p. 140.


277 Ibid., p. 142; HANKE, 1965, p. 151, MARÍN GUZMÁN, 1985, pp. 98-99, TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, p. 336.
278 CARÍAS, 2007, p. 79; EYZAGUIRRE, 1990, pp. 142-143; HANKE, 1965, p. 151;
KONETZKE, 1984, pp. 28 y 31-32; MARÍN GUZMÁN, 1985, pp. 101-102; TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, p. 336; VITORIA, 1988, pp. 122-136, ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol.
I, pp. 203-204.

96 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

transacciones, como las concretadas en la ley de Malinas de 1545,


que estableció la llamada encomienda de tributos 279.

Seguía en pie el problema de cómo hacer efectiva


de la autoridad de la Corona sobre los indígenas de un modo
jurídicamente válido. En 1550, D. Carlos I dispuso que una
junta de teólogos y juristas decidiera la cuestión y que mientras
tanto se suspendieran todas las acciones conquistadoras 280. Ante
esta junta fray Bartolomé de las Casas defendió los derechos y la
libertad de los indígenas. No se llegó a ninguna conclusión
definitiva 281, pero la Corona sí modificó de modo significativo sus
criterios sobre sus títulos sobre las Indias.

Hasta ese momento, se había sostenido oficialmente


que el papa, como señor del mundo, había concedido las Indias
a los reyes de Castilla, y que por consiguiente los indígenas,
una vez notificados de tal concesión al formulárseles el
Requerimiento, debían aceptar la autoridad de la Corona o ser
sometidos militarmente, mediante una guerra considerada
jurídicamente justa. Sin embargo, desde los inicios del reinado
de D. Felipe II el Prudente (1556-1598), esa interpretación de
las bulas, fundamentada en los principios del Derecho Común,
fue desplazada por una nueva, basada en las ideas del Derecho
Natural. Según esta nueva tesis, las bulas de 1493 no habían
podido conceder a los monarcas ninguna autoridad sobre las
personas 282, debido a que los indígenas, por Derecho Natural,
eran seres libres y tenían entonces la facultad de elegir o
reconocer pacíficamente a su gobernante o de no hacerlo 283.
Como también para el iusnaturalismo era nulo el dominio que
un gobernante ejerciera por la mera fuerza, la Corona de
Castilla no podía hacer valer legítimamente su autoridad en
ningún territorio, aunque se lo hubiera otorgado el sumo
pontífice, sin el previo reconocimiento y aceptación de los
indígenas, que era en consecuencia el único título válido. Si los
indígenas no admitían por propia voluntad la
279 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 143-144; HANKE, 1965, pp. 91-105; KONETZKE, 1984, pp.
157-158; MARTÍNEZ PELÁEZ, 1981, pp. 73-90; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 334.
280 HANKE, 1965, p. 117.
281 Sobre la junta de Valladolid, V. Ibid., pp. 117-132; MARÍN GUZMÁN, 1985, pp. 86-90;
SÁNCHEZ, 1993, pp. 52-56.
282 ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 204-205.
283 KONETZKE, 1984, pp. 25-26.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 97


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

sujeción al rey de Castilla, no podía sometérseles por la fuerza


de las armas. Ahora bien, la victoria de tales ideas llegó
demasiado tarde como para producir un cambio sustancial en la
situación general de los indígenas, porque la nueva
interpretación de las bulas es que solamente era aplicable a los
territorios que aún estaban al margen a la autoridad castellana, y
en consecuencia no afectaba el dominio de la Corona sobre las
regiones ya conquistadas.

Con base en estas nuevas ideas, la Corona permitió que


se reiniciase la actividad conquistadora, pero con lineamientos
humanitarios 284. La prohibición del uso de la fuerza hizo que
las conquistas pendientes no avanzaran mucho, y algunos
grupos indígenas que habitaban regiones periféricas y que
rechazaron la autoridad de la Corona quedaron efectivamente
al margen del dominio de esta, como ocurrió con los que
habitaban en la región oriental de Honduras conocida con el
nombre genérico de la Taguzgalpa, correspondiente al actual
departamento de Gracias a Dios y zonas aledañas. Todavía a
principios del siglo XVII, cuando el gobernador Guerra de Ayala
solicitó autorización para conquistar esa región, se le denegó el
permiso y se le recordó que únicamente la Iglesia tenía facultades
legales para ingresar en regiones habitadas por indígenas aún no
sometidos 285.

284 BASADRE G. Jorge, Historia del Derecho peruano, Lima, Ediciones Gráficas S. A.,
2a. ed., 1985, p. 246, KONETZKE, 1984, p. 33; Recop. Ind., lib. IV, tít. I, ley 6.
285 CARÍAS, 2007, p. 110.

98 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

CAPÍTULO II

EL SISTEMA JURÍDICO INDIANO

SECCIÓN I.- EL DERECHO INDIANO.


CARACTERÍSTICAS GENERALES.

La realidad americana era muy distinta de la castellana


y planteaba muchos problemas nuevos, para los cuales el
Derecho castellano no tenía solución 286. Dadas las enormes
diferencias culturales y religiosas entre castellanos e indígenas,
y las condiciones en que se llevó a cabo la conquista, tampoco se
podía pensar en mantener las instituciones políticas y los
sistemas normativos indígenas.

Las circunstancias fueron gradualmente dando una


solución mixta: el desarrollo de un nuevo sistema normativo
para las Indias, el Derecho indiano, al que además se
incorporaron elementos del Derecho castellano y de los
sistemas normativos indígenas. No obstante, ese sistema se
caracterizó por una tendencia asimiladora y uniformadora con
el Derecho y las

286 OTS Y CAPDEQUI, José María, Historia del Derecho español en América y del
Derecho indiano, Madrid, Aguilar, S. A. de Ediciones, 1a. ed. 1969, p. 88; TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, pp. 330-331.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 99


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

instituciones de Castilla 287, expresamente promovida por la


Corona. Este nuevo Derecho, desde sus inicios, tuvo como
rasgos un casuismo muy acentuado y una fuerte tendencia a la
minuciosidad reglamentaria, llevada hasta detalles insignificantes
288
. También se distinguió por un gran sentido ético y religioso 289,
mucho mayor que el de las legislaciones implantadas por otros
países europeos en sus dominios coloniales.

El ordenamiento jurídico indiano se caracterizó


también por una gran variedad de fuentes. Algunas, como las
leyes, las costumbres y la jurisprudencia judicial y doctrinaria,
tenían carácter directo, es decir, formaban parte del Derecho
emitido específicamente para regir en las Indias. Otras fuentes
tenían naturaleza indirecta, es decir, que habían sido emitidas
para otros reinos y solamente se aplicaban en Indias a falta de
norma indiana sobre el particular o como consecuencia de una
decisión expresa de la Corona. Entre ellas cabe distinguir las
fuentes indirectas generales, que eran todas las leyes de Castilla
emitidas hasta 1614, y las fuentes indirectas especiales, entre
las que figuraban las leyes castellanas posteriores a ese año o y
ciertas normas de otros reinos y señoríos peninsulares que
fueron hechas extensivas a las Indias 290.

SECCIÓN II.- LAS FUENTES DIRECTAS DEL


DERECHO INDIANO: LAS LEYES.

En el Derecho castellano bajomedieval, el término ley


se utilizaba en sentido amplio para identificar una norma escrita
que tuviera naturaleza innovadora, por oposición a las normas
consuetudinarias y tradicionales. En cambio, en sentido estricto,
la ley era únicamente la norma escrita e innovadora emitida por
el

287 DÍAZ VASCONCELOS, Luis Antonio, España en España y España en Indias,


Guatemala, Tipografía Nacional, 1a. ed., 1978, pp. 124-125; GUIER, Jorge Enrique, Historia
del Derecho, San José, EUNED, 1a. ed., 1981, pp. 476-478.
288 DÍAZ VASCONCELOS, 1978, pp. 122-123; OTS Y CAPDEQUI, 1969, p. 88, TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, pp. 337-338.
289 DÍAZ VASCONCELOS, 1978, pp. 124-125; GUIER, 1981, pp. 476-478.
290 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 152-153.

100 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

rey junto con las Cortes 291, la asamblea estamental castellana, que
por esta circunstancia era general y obligatoria para todo el
reino. Sin embargo, los reyes empezaron desde el siglo XV a
emitir por sí solos un nuevo tipo de normas llamadas
pragmáticas, a las que abusivamente daba carácter de leyes
hechas en Cortes 292, y que incluso derogaban o reformaban
éstas 293. A fin de cuentas, las leyes y las pragmáticas quedaron
juntas en el primer lugar en la jerarquía normativa 294, como
sinónimos.

Como las Cortes castellanas no tenían nada que ver con


las Indias, el término ley en sentido estricto quedó
prácticamente circunscrito en el Derecho indiano a las
pragmáticas, las normas que el soberano emitía con jerarquía de
ley hecha en Cortes, por sí solo o con participación de otras
autoridades 295. Las normas emanadas del monarca o de otras
autoridades que no tenían esa jerarquía de ley en sentido
estricto, formaban un grupo heterogéneo al que algunos autores
identifican con el nombre genérico de disposiciones de
gobernación o de gobierno 296.

En el Derecho indiano existieron muchos


formatos distintos para la emisión de las normas escritas,
independientemente de su jerarquía. Jurídicamente, esta
variedad no tenía nada que ver con la naturaleza o la categoría
de las normas, ya que podían utilizarse formatos solemnes para
emitir normas de escasa trascendencia o formatos simples para
cuestiones importantes. En los siglos XVI y XVII los formatos
principales utilizados para la emisión de normas escritas fueron
el de las reales provisiones, que era extenso, elaborado y
elegante 297, y el de las reales cédulas, que era muy sencillo y
solamente utilizaba el rey 298. Cuando el Consejo de Indias y las
reales audiencias emitían normas en nombre propio, utilizaban
un
291 KONETZKE, 1984, p. 110; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 338.
292 Ibid.
293 KONETZKE, 1984, p. 110.
294 EYZAGUIRRE, 1990, p. 119.
295 V. KONETZKE, 1984, pp. 110-111.
296 TOMÁS Y VALIENTE, 1987, pp. 338-339.
297 REAL DÍAZ, José Joaquín, Estudio diplomático del documento indiano, Sevilla, Escuela
de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, 1a. ed., 1970, pp. 180-181, 184-217, 237-240 y 246-
252.
298 Ibid., pp. 180-181 y 225-233.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 101


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

formato muy simple, el de los autos acordados, y los virreyes y los


presidentes de las audiencias el de los mandamientos, también
bastante sencillo 299. En los siglos XVIII y XIX, aunque la
Corona recurrió ocasionalmente a otros formatos, se usó
principalmente el de la real orden, que era muchísimo más
libre, breve y sencillo que todos los demás 300.

En los siglos XVI y XVII, la actividad legislativa


recayó fundamentalmente en el Consejo de Indias. La
formación de las leyes se iniciaba habitualmente cuando ese
órgano, después de discutir algún asunto, acordaba proponer
medidas sobre el particular. Se redactaba entonces un dictamen
llamado Consulta, que se ponía en conocimiento del rey 301 para
su aprobación o rechazo 302. En el siglo XVIII decayó
paulatinamente la actividad legislativa del Consejo, y se hizo
frecuente la emisión de disposiciones legales mediante las
reales órdenes que emitían los Ministros, por instrucciones del
rey o con su aquiescencia.

El ordenamiento indiano, al igual que el castellano, se


apegaba al principio iusnaturalista cristiano de que para la ley
debía estar dirigida al bien común y que el Derecho natural
debía prevalecer sobre el positivo 303. Cuando la ley era
considerada injusta o perjudicial, existía el derecho de suplicar
de ella, es decir, de pedir a la Corona que la derogase o la
reformase 304. La Suplicación constituía, entonces, un recurso
legal por vicio intrínseco de ilegitimidad de una norma,
parecido al que hoy existe en el ordenamiento hondureño para
impugnar la validez de una norma por considerar que su fondo
contradice preceptos constitucionales.

Mientras el monarca resolvía, la ley debía cumplirse en


sus términos originales. Sin embargo, al interponer el recurso
de Suplicación de las leyes, el funcionario u órgano interesado

299 Ibid., pp. 255-264.


300 Ibid., pp. 254-255.
301 AYALA, Manuel Josef de, Diccionario de Gobierno y Legislación de Indias, Madrid,
Ediciones de Cultura Hispánica, 1a. ed., 1988, vol. IV, p. 221, KONETZKE, 1984, p. 108.
302 Recop. Ind., lib. II, tít. II, ley 23.
303 V. EYZAGUIRRE, 1990, pp. 154 y 161.
304 Ibid., p. 154.

102 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

también podía suspender los efectos de la norma impugnada


mientras no se recibiese la resolución definitiva del rey. En estos
casos, al recibir la norma, los funcionarios empleaban la fórmula
“Se acata, pero no se cumple y se suplica de ella” 305. Para evitar
que se abusase de la Suplicación, se dispuso que ninguna ley a
favor de los indígenas podía ser suspendida aunque se suplicara
de ella 306.

El recurso de Suplicación de las leyes, que representaba


una limitación importante al absolutismo, cayó en desuso
paulatinamente durante el siglo XVIII, y quedó suprimido en
forma definitiva con la implantación de la Monarquía
constitucional en 1812.

En la época constitucional se adoptó un nuevo


procedimiento para la formación de las leyes, detallado en la
Carta fundamental. Los proyectos se iniciaban en las Cortes, se
sometían a dictamen de una comisión y debían aprobarse por
mayoría absoluta de votos de los diputados. El proyecto pasaba
después al rey, que podía otorgarle su sanción o formular un
veto motivado. En caso de sancionar el proyecto, el monarca
debía disponer la publicación de la ley respectiva. Además el
rey podía expedir decretos, reglamentos e instrucciones para la
ejecución de las leyes, los cuales debían llevar la firma del
Secretario del despacho del ramo respectivo 307.

El Derecho Indiano se caracterizó por la cantidad y


dispersión de sus normas escritas, lo cual dificultaba su aplicación
y debilitaba la seguridad jurídica. Ya en el siglo XVI
empezaron a surgir proyectos para corregir la situación,
mediante las recopilaciones, es decir, de la reunión en colecciones
de los textos completos o resumidos de las principales
disposiciones vigentes, ordenadas por materia o por orden
cronológico 308. La más importante recopilación del Derecho
Indiano fue promulgada

305 BASADRE G., 1985, p. 277.


306 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 5.
307 V. Constitución Política de 19 de marzo de 1812, artículos 132 a 153, 171 inciso 1° y 225.
308 BASADRE G., 1985, pp. 249-251; DÍAZ VASCONCELOS, 1978, pp. 128-129;
EYZAGUIRRE, 1990, p. 155-157; KONETZKE, 1984, pp. 112-113; OTS Y CAPDEQUI, 1969,
pp. 92-95; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 342.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 103


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

oficialmente en 1680 por el rey D. Carlos II, con el título de


Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias 309.

La jerarquía de las fuentes del Derecho varió


considerablemente en la época de la monarquía constitucional
(1812-1814 y 1820-1823). La Constitución Política se convirtió
en la fuente normativa de mayor jerarquía, seguida por las leyes
emitidas por las Cortes y sancionadas por el rey, mientras que
los reglamentos y decretos de este ocupaban el tercer escalón.
Como la Monarquía era unitaria y estaba regida por la misma
Carta fundamental, las leyes de las Cortes y los decretos del
Poder Ejecutivo tenían carácter general para todo el territorio
español (peninsular y americano), salvo disposición en
contrario
310
. Otra innovación importante de esta época fue la práctica de
numerar las leyes y decretos, lo que facilitó considerablemente
su identificación y localización, así como su recopilación.

SECCIÓN III.- LAS FUENTES DIRECTAS


DEL DERECHO INDIANO: LA COSTUMBRE INDÍGENA
Y LA COSTUMBRE INDIANA.

Aunque el sistema jurídico indiano tenía


fundamentalmente carácter escrito, también reconocía como
fuente de Derecho a las costumbres, que podían ser de origen
indígena o propiamente indianas. Desde 1530 la Corona
dispuso que debían guardarse los buenos usos y costumbres de los
indígenas que no contradijesen la fe católica 311, y en 1555 otra
disposición confirmó la obligación de guardar las leyes y
costumbres de los indígenas que no estuviesen en
contradicción con la religión o

309 BASADRE G., 1985, pp. 252-258; DÍAZ VASCONCELOS, 1978, pp. 129-130;
EYZAGUIRRE, 1990, p. 155-157; OTS Y CAPDEQUI, 1969, pp. 95-96; TOMÁS Y VALIENTE,
1987, pp. 342-343.
310 El formato estaba expresamente señalado en la Constitución Política de 19 de marzo
de 1812, art° 155. Su texto completo en Colección de decretos y órdenes de las Cortes de
Cádiz, Madrid, Cortes Generales, 1a. ed. (facsimilar de la de 1811-1813), 1987, vol. I, pp.
392-459.
311 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 22.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

104 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

con la legislación regia 312. Estas normas, además de reconocer a


los sistemas normativos indígenas carácter de Derechos forales
vigentes, incorporaron sus normas al sistema jurídico indiano
313
. Con el transcurso del tiempo, en las comunidades de
españoles y mestizos de las Indias fueron surgiendo también
prácticas con los requisitos de antigüedad, reiteración y
naturaleza vinculante necesarios para ser consideradas como
costumbres jurídicas indianas o criollas y ser fuente de Derecho
314
.

SECCIÓN IV.- LAS FUENTES DIRECTAS DEL DERECHO


INDIANO: LA JURISPRUDENCIA JUDICIAL Y LA
JURISPRUDENCIA DOCTRINARIA.

Al igual que ocurría en el Derecho castellano, en el


Derecho indiano la jurisprudencia judicial nunca tuvo carácter
vinculante. Sin embargo, las sentencias del Consejo de Indias,
las reales audiencias y otras autoridades tuvieron una gran
importancia en el sistema jurídico indiano, ya que en ocasiones
incluso alteraban la legislación vigente 315.

La jurisprudencia doctrinaria o ciencia jurídica tuvo un


importante desarrollo en el Derecho indiano. Aunque las obras
de los juristas nunca tuvieron fuerza vinculante, sí
desempeñaron un papel significativo en la interpretación y
aplicación de las normas jurídicas. El principal jurista de la época
austriaca fue el madrileño Juan de Solórzano Pereira, autor de la
obra Política indiana (1646), a la que se ha considerado como el
más alto monumento de la ciencia jurídica indiana 316. La última
gran obra de la literatura jurídica indiana fue la Biblioteca de
legislación ultramarina en forma de diccionario alfabético, del
abogado costarricense D. José María Zamora y Coronado, que se
publicó en Madrid entre 1844

312 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 4.; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 341.
313 Ibid.
314 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 150-151.
315 Ibid., p. 152.
316 BASADRE G., 1985, pp. 290-308; EYZAGUIRRE, 1990, pp. 164-165, TOMÁS Y
VALIENTE, 1987, p. 344.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 105


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

y 1849 317, cuando España todavía conservaba Cuba, Puerto Rico y


las islas Filipinas, Marianas y Carolinas.

Entre los aportes de Honduras a la doctrina del


Derecho en la época de la dominación española cabe mencionar
el del religioso fray José Jiménez, natural de Comayagua, quien en
el siglo XVII fue profesor de la Universidad de San Carlos de
Guatemala y publicó en Guatemala, en latín, una obra de
Derecho Canónico titulada, Principia generaliae totius Scienttiae
Moralis (Principios generales de las ciencias morales) 318. En el
siglo XVIII destaca la figura del licenciado don Antonio de
Paz y Salgado, quien se graduó de abogado en la misma
Universidad de San Carlos alrededor de 1730 y publicó en
Guatemala varias obras jurídicas, entre ellas una interesante y
amena Instrucción de litigantes, o guía para seguir pleitos con
mayor utilidad de los interesados en ellos (1742) 319. Si bien en
su partida de defunción (1757) se consignó que era oriundo de
Galicia, en su expediente de graduación como bachiller en
Leyes él mismo se dice natural del Real de Minas de
Tegucigalpa 320. En consecuencia, el licenciado Paz y Salgado
puede ser considerado como el primer jurista hondureño 321.

317 SÁENZ CARBONELL, Jorge Francisco, José María Zamora: primer abogado
costarricense, san José, ISOLMA, 1a. ed., 2015, pp. 125-136; ZAMORA Y CORONADO, José
María, Biblioteca de legislación ultramarina en forma de diccionario alfabético; Madrid,
Imprenta de Alegría y Cflarlain e Imprenta de J. Martín Alegría, 1a. ed., 1844-1846, 6 vols.
318 BECERRA, Longino, Evolución histórica de Honduras, Tegucigalpa, Baktun Editorial,
16a. ed., 2011, p. 72.
319 Sobre Paz y Salgado, V. LEYVA, Héctor M., “Introducción”, en PAZ Y SALGADO,
Antonio, Las luces del cielo de la iglesia. El mosqueador añadido, Tegucigalpa, Editorial
Universitaria, 1a. ed., 2006, pp. 11-86; LUJÁN MUÑOZ, Jorge, Un jurista y autor ignorado
del reino de Guatemala: don Antonio de Paz y Salgado, en http://biblio.juridicas.unam.mx/
libros/2/700/27.pdf
320 LEYVA, Héctor, “Introducción”, en PAZ Y SALGADO, 2006, p. 21.
321 Algunos autores flan supuesto que el doctor Francisco Carrasco del Saz, bacfliller en
cánones de la Universidad de Alcalá de Henares, que después residió en el Perú, se graduó
de abogado en Lima y glosó varias leyes de la Nueva Recopilación castellana de 1567 en
una obra publicada en Sevilla en 1620, nació en la ciudad flondureña de Trujillo, pero las
fuentes más fidedignas señalan que era originario de la ciudad española flomónima, en la
provincia de Cáceres. V. LOHMANN VILLENA, Guillermo, El jurista Francisco Carrasco
del Saz, en flttp://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/flisder/cont/11/cnt/cnt13.pdf

106 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN V.- LAS FUENTES INDIRECTAS DEL DERECHO


INDIANO.

En los primeros años de la presencia castellana en


Indias prevaleció la tendencia de aplicar en ellas directamente el
Derecho castellano, pero el florecimiento del Derecho
propiamente indiano hizo surgir dudas sobre la relación entre
ambos, hasta que en 1530 se dispuso que las leyes de Castilla
debían aplicarse a falta de disposición del Derecho indiano sobre
alguna materia 322. De este modo, el Derecho castellano empezó
a regir en Indias de modo indirecto, con carácter supletorio 323.

El Derecho castellano fue al principio una fuente


indirecta general, es decir, que todas sus normas se
incorporaban automáticamente al Derecho indiano como fuente
subsidiaria. Sin embargo, en 1614 el rey D. Felipe III dispuso
que las leyes que se emitiesen en Castilla de allí en adelante
requerirían de una autorización expresa para ser extensivas a
Indias 324. De este modo, el carácter de fuente indirecta general
del Derecho indiano se limitó al Derecho castellano anterior a
esa fecha.

La aplicación del Derecho castellano en Indias resultó


especialmente importante en lo referido al Derecho privado,
penal y procesal 325, ya que las normas indianas sobre tales
materias siempre fueron escasas y fragmentarias. Las Siete
Partidas del rey D. Alfonso X el Sabio constituyeron la fuente
supletoria más utilizada en esos campos, ya que eran muy
extensas y detalladas y tenían a su haber la técnica y los
principios del Derecho Común, así como un lenguaje claro y
elegante, resultaban infinitamente más convenientes y
terminaron por convertirse en la fuente más aplicada.
Contribuía a ello el hecho de que los jueces, abogados y
profesores que utilizaban la obra habían sido formados en la
mentalidad jurídica romano-canónica y encontraban su
normativa mucho más adecuada y familiar que la de las otras

322 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 2.


323 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 152 y 161-163.
324 Recop. Ind., lib. II, tít. I, leyes 38 y 39; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, p. 340.
325 BASADRE G., 1985, 274-277; EYZAGUIRRE, 1990, p. 154, TOMÁS Y VALIENTE,
1987, p. 340.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 107


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

fuentes 326. Otra obra importante fue la Nueva Recopilación de


las leyes de Castilla, emitida en 1567 por el rey D. Felipe II 327.

La Nueva Recopilación castellana fue aumentada con


leyes posteriores en diversas ediciones; pero esas normas no
eran aplicables en Indias, a menos que así se dispusiese
expresamente. En 1805, con el propósito de actualizar la
legislación en su conjunto, el rey D. Carlos IV promulgó en
Castilla la Novísima Recopilación de las Leyes de España, obra
que adolecía de graves defectos. No fue expresamente extendida
a Indias y por lo tanto en estricto Derecho careció de fuerza
vinculante en el sistema jurídico indiano, pero las autoridades
indianas la utilizaron como fuente en reiteradas oportunidades
328
.

Después de 1614, solamente algunas leyes castellanas


fueron hechas extensivas a Indias, con el carácter de fuentes
indirectas especiales, puesto que requerían de una norma
expresa que así lo dispusiese. Entre ellas cabe destacar las
Ordenanzas militares emitidas en Castilla por D. Carlos III en
1768, que se convirtieron en fuente supletoria del Derecho
indiano por una real orden de 1769 329 y que rigieron en
Honduras hasta que se promulgó el primer Código Militar.

También en algunas oportunidades fueron hechas


extensivas a Indias ciertas normas que no eran leyes generales del
reino de Castilla, sino de algunas regiones en particular o de
otros de los dominios de la Corona en la península ibérica.
Entre ellas cabe destacar las Ordenanzas de Bilbao de 1737 330, que
la Corona hizo extensivas al reino de Guatemala en 1793. Estas
Ordenanzas rigieron la materia mercantil en Honduras hasta la
emisión del primer Código de Comercio.

326 Ibid., p. 127.


327 EYZAGUIRRE, 1990, p. 162; TOMÁS Y VALIENTE, 1987, pp. 339-341.
328 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 161-164; SÁENZ CARBONELL, 2012, pp. 135-136.
329 ZAMORA Y CORONADO, 1844-1846, vol. III, p. 321.
330 BASADRE G., 1985, p. 266.

108 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

TÍTULO II

EL GOBIERNO

CAPÍTULO I

LA MONARQUÍA ABSOLUTA:
LOS ÓRGANOS GUBERNAMENTALES
CON SEDE EN CASTILLA

SECCIÓN I.- ABSOLUTISMO Y CORONA.

Desde los años iniciales de la Conquista, la Corona


procuró implantar en las Indias un estado moderno, fuerte y
centralizado. La autoridad exclusiva de los monarcas se afirmó
tempranamente sobre los conquistadores y la Iglesia, y evitó
que surgiera una poliarquía 331.

La dinastías o casas reales que gobernaron en las Indias


al mismo tiempo que en Castilla fueron la Casa de Trastámara
332

331 SÁENZ CARBONELL, 1985, pp. 26-32.


332 Sobre la Casa de Trastámara, V. BALDEÓN BARUQUE, 1a. ed., 2001.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 109


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

(siglos XV-XVI), la Casa de Austria o de Habsburgo (siglos XVI-


XVII) y la Casa de Borbón. (siglos XVIII y XIX).

Tanto bajo los Trastámara como bajo los Austrias, en


las Indias imperó un sistema absolutista. La monarquía
absoluta, en sentido estricto, no admitía limitaciones de
naturaleza positiva. Para decirlo en el lenguaje jurídico de
nuestros días, la Corona gozaba de un poder constituyente
permanente, sin fronteras jurídicas. Esto no significaba que los
monarcas pudiesen gobernar con base en su mero capricho,
porque la autoridad de la Corona estaba limitada por
elementos éticos, filosóficos y religiosos 333: el poder debía
ejercerse con equidad y con justicia y con el propósito de
mantener la paz y la concordia. 334. Por otra parte, la propia
estructura del sistema de gobierno indiano, fecunda en órganos
colegiados bajo ambas dinastías, suavizó notablemente el
absolutismo 335.

Desde comienzos del siglo XVIII la Casa de Borbón


inició un acusado reforzamiento del absolutismo, con una clara
política de centralización, que tendía a suprimir las
particularidades de los distintos reinos y a la unificación de sus
normas e instituciones con base en los modelos de Castilla, así
como en una racionalización institucional del aparato de poder,
mediante el debilitamiento o eliminación de ciertos órganos, en
provecho de instituciones más ágiles y eficientes 336. Los reinos de
las Indias fueron objeto de reformas dirigidas a reforzar el
absolutismo y menguar su personalidad propia, para unificar su
administración con la de Castilla o para implantar modelos más
centralistas, de inspiración francesa.

Durante la época borbónica decayeron las doctrinas


sobre las limitaciones éticas y religiosas del poder regio, y se
puso énfasis en la autoridad omnipotente del soberano, por lo
cual se ha caracterizado el siglo XVIII como el de la plenitud
del

333 GARRIDO FALLA, Fernando, Tratado de Derecho Administrativo, Madrid, Centro de


Estudios Constitucionales, 8a. ed., 1982, vol. I, pp.81-82.
334 ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, pp. 123-124.
335 GARRIDO FALLA, 1982, vol. I, pp. 81-82.
336 V. TOMÁS Y VALIENTE, 1987, pp. 370-376; Nov. Recop., lib. III, tít. III, leyes 1 y 2.
Para la consulta de la Novísima Recopilación flemos utilizado la edición titulada Novísima
Recopilación de las leyes de España, Madrid, Boletín Oficial del Estado, 1a. ed., 1976, 6 vols.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

110 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

absolutismo. Sin embargo, nunca desapareció del todo la idea


de que las leyes solo eran legítimas si coincidían con los
principios del Derecho natural 337.

En la segunda mitad del siglo XVIII fue notorio el


predominio de las ideas francesas del despotismo ilustrado, que
reafirmaban la autoridad real, a la vez que pretendían desligar
al ser humano de una serie de creencias tradicionales. Estas
ideas se manifestaron, entre otros aspectos, en el fomento del
comercio libre, la agricultura y la industria; la reorganización de
la hacienda pública, la administración y las fuerzas armadas; la
promoción de la educación, la ciencia y la cultura; una
ambiciosa política de obras públicas y diversas medidas
filantrópicas y de bienestar social 338. También fue típica del
despotismo ilustrado la reafirmación del regalismo, es decir, la
defensa a ultranza de la autoridad real frente a la Iglesia y otros
poderes 339.

El absolutismo monárquico en la península ibérica y en


las Indias entró en crisis en 1808, debido a la invasión napoleónica.
El rey D. Carlos IV abdicó en su hijo D. Fernando VII el Deseado,
durante cuyo reinado Centroamérica se independizó de España,
al igual que la mayor parte de los otros países hispanoamericanos.
D. Fernando VII, que gobernó como soberano absoluto la
mayor parte de su reinado, fue también el primer rey
constitucional de España (1812-1814 y 1820-1823) 340.

Además de la Corona, los principales órganos de gobierno


indiano con sede en Castilla fueron, durante la época austríaca,
la Casa de Contratación de las Indias y el Real y Supremo Consejo
de Indias, y durante la época borbónica las secretarías o
ministerios.

337 Ibid., p. 401.


338 AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, pp. 350-353; SAMAYOA GUEVARA, Héctor
Humberto, El régimen de Intendencias en el reino de Guatemala, Guatemala, Editorial
Piedra Santa, 1a. ed., 1978, pp. 7-9.
339 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 182-183.
340 V. ROJAS, Carlos, La vida y la época de Carlos IV, Barcelona, Editorial Planeta, S. A., 1a.
ed., 1997; VOLTES, Pedro, Fernando VII. Vida y reinado, Barcelona, Editorial Juventud, S. A.,
1a. ed., 1985..
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 111


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN II.- LA CASA DE


CONTRATACIÓN DE LAS
INDIAS.

La creciente importancia del tráfico mercantil entre las


Indias y Castilla decidió a los Reyes Católicos a implantar una
política de monopolio comercial y de control de la navegación
trasatlántica. En 1503 la Corona creó la Casa de Contratación
de las Indias, institución con sede en Sevilla destinada a
establecer y perpetuar el comercio entre las Indias y Castilla 341,
que con los años creció notablemente en funciones e
importancia 342.

La Casa de Contratación era el órgano director del


comercio con las Indias y velaba por la ejecución de las normas
sobre comercio y navegación 343, entre ellas una serie de medidas
destinadas a que las Indias solo comerciaran con Castilla y a
restringir o prohibir el comercio entre los diversos reinos
indianos 344.

En la época austriaca, la navegación trasatlántica se


fundamentó en el llamado sistema de flotas y armadas. Se
prohibieron los viajes aislados de navíos mercantes a las Indias
y se dispuso sólo hubiera dos grandes flotas anuales, una que
saldría de Sevilla en primavera con rumbo al puerto de
Veracruz en la Nueva España (México), y la otra en verano
hacia el puerto de Portobelo en Tierra Firme (Panamá), ambas
protegidas por una armada real, es decir, un grupo de buques
de guerra 345. En la isla de Pinos o en el cabo de San Antón en
Cuba se separaban de la flota de Nueva España los navíos que se
dirigían a Honduras 346, en cuya costa estaba el único puerto del
reino de Guatemala autorizado para el tráfico con Europa.
Inicialmente ese puerto fue Trujillo y después se decidió
trasladarlo a Puerto Caballos, aunque este presentó grandes
inconvenientes:

341 Sobre la Casa de Contratación, V. BONILLA, 1955, pp. 49-54; HARING, 1984.
342 Ibid., p. 71.
343 Recop. Ind., lib. IX, tít. I, ley 15.
344 OTS Y CAPDEQUI, 1969, p. 112.
345 HARING, 1984, pp. 86-92 y 100-
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

101.
346 Recop. Ind., lib. IX, tít. XXXVI, ley 14.

112 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

“La costa era poco profunda y las


aguas de Puerto Caballos tenían fama
por sus parásitos marinos –barba para
los españoles- que muy pronto se comían
todos los maderajes descubiertos. Aun pero,
el lugar era un agujero de plagas… Los
marineros odiaban ese lugar y eran reacios
a ir allí… los habitantes de Puerto Caballos
y los funcionarios reales responsables del
puerto comenzaron a vivir en la saludable
población de San Pedro Sula, el antiguo
campo dedicado al lavado de oro, algunas
leguas hacia el interior. Durante la
mayor parte del año, Puerto Caballos era
simplemente un depósito con unos cuantos
almacenes y un puñado de consumidos
esclavos…. Los barcos provenientes de
España anclaban brevemente en Trujillo
y descargaban allí algunas mercancías
para Honduras. Después continuaban
hasta Puerto Caballo donde descargaban
vino, aceite, hierro, bienes
manufacturados y muebles; y cargaban
cueros, añil, un poco de plata,
zarzaparrilla, cacao y cochinilla… Algunas
veces, los mismos barcos hondureños,
después de su parada en Puerto Caballos,
continuaban hacia el oeste hasta la Bahía
de Amatique y el área de entrada del Golfo
Dulce donde –a falta de bodegas, sobre la
playa y sin ninguna ceremonia-,
descargaban las preciadas mercaderías
importadas.” 347

Debido a las múltiples quejas sobre Puerto Caballos,


la Audiencia de Guatemala dispuso construir un nuevo puerto
para el comercio del reino en la bahía de Amatique, en el actual
territorio guatemalteco. Este puerto, al que se le dio el nombre
de Santo Tomás de Castilla, empezó a funcionar en 1604; pero
también presentó graves inconvenientes, por lo que algunas

347 MACLEOD, Murdo J., Historia Socio-Económica de la América Central española,


Guatemala, Editorial Piedra Santa, 1a. ed., 1980, p. 134.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 113


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

veces el descargue general hubo de efectuarse otra vez en


Puerto Caballos 348. Algunos decenios más tarde, debido a los
frecuentes ataques de los piratas 349, se puso fin a la llegada
de navíos de la flota a la costa del reino de Guatemala, y se
dispuso que su abastecimiento se efectuara por tierra desde el
puerto mexicano de Veracruz 350, lo cual constituyó un fuerte
golpe para las perspectivas del comercio centroamericano. Las
dos flotas y sus respectivas armadas, que tenían rutas y escalas
fijas en puertos intermedios, debían reunirse en La Habana
durante el mes de mayo, para emprender juntas el regreso a
Europa 351.

Gracias al sistema de flotas y armadas y al monopolio


portuario sevillano, la Casa de Contratación podía ejercer un
control significativo sobre la migración a las Indias. Castilla, al
contrario de otros países europeos, no utilizó a las Indias como
destino para delincuentes352; Por el contrario, las leyes imponían
numerosos trámites y requisitos para viajar 353, y en algunos
casos incluso se requería una licencia expresa del rey 354.

A la Casa de Contratación le correspondían numerosas


obligaciones en cuanto a la preparación e inspección de las
flotas y las armadas, el control migratorio y el cobro de impuestos
355
. Un funcionario de la Casa, el correo mayor de las Indias 356,
dirigía el sistema postal y el envío de la correspondencia, y en el
siglo XVII se estableció un sistema de cuatro naves por año, sin
mercancías ni pasajeros, para conducir el correo entre Castilla e
Indias 357. Los gastos de la Casa se costeaban principalmente
mediante un tributo

348 Ibid., pp. 135-136; RUBIO SÁNCHEZ, Manuel, Comercio de y entre las provincias de
Centroamérica, Guatemala, Editorial del Ejército, 1a. ed., 1973, 1973, pp. 157 y 191.
349 Sobre la piratería en Honduras, V. BONILLA, 1955.
350 CARÍAS, 2007, p. 116.
351 OTS Y CAPDEQUI, 1969, pp. 110-
112. 352 KONETZKE, 1984, pp. 51-53.
353 Ibid., 1984, pp. 52-56; Recop. Ind., lib. IX, tít. I, ley 91; Recop. Ind., lib. IX, tít. XXVI, leyes
7, 16, 20, 25-30 y 68-70.
354 KONETZKE, 1984, pp. 52-53 y 56-58; Recop. Ind., lib. IX, tít. XXVI, leyes 11-12, 14-
15, 17-19, 21-22 y 24; Recop. Ind., lib. IX, tít. XXVII, ley 1.
355 HARING, 1984, pp. 61-63 y pp. 112-115; Recop. Ind., lib. IX, tít. II, leyes 8 y ss., títs.
IV y V, tít. XXVI, leyes 2 y ss.
356 Las funciones del Correo Mayor se detallan en Recop. Ind., lib. IX, tít. VII.
357 HARING, 1984, pp. 286-287.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

114 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

llamado avería, que se cobraba por todos los pasajeros y todos los
objetos (salvo algunos de índole religiosa) a la salida y al retorno
de las flotas 358.

Además de oficiales y marineros, las flotas contaban


con capellanes propios y con personal de variados oficios, tales
como médicos, capellanes, buzos, etc.. Los pasajeros debían llevar
consigo un arma de fuego y municiones, así como sus alimentos
359
. La travesía resultaba larga y fastidiosa, ya que las comodidades
eran escasas y a las pocas semanas de haber zarpado escaseaba
el agua y los alimentos empezaban a descomponerse. Rompían
el aburrimiento general algunas pocas actividades, tales como
la pesca, cantos, iluminaciones, danzas, peleas de gallos y
ceremonias religiosas 360.

La Casa de Contratación estableció una escuela de


navegación, la primera en la historia de la Europa moderna y
durante largo tiempo la mejor del mundo. Al frente de ella
estaba un funcionario llamado el piloto mayor, el primero de los
cuales fue el florentino Américo Vespucci, cuyo nombre de pila
dio origen al actual nombre de América. Al piloto mayor le
correspondía supervisar la construcción de instrumentos de
navegación y la preparación de los mapas náuticos, y dirigir los
exámenes a que eran sometidos los aspirantes a ser pilotos de las
flotas y armadas 361.

La Casa de Contratación también actuó como tribunal


de justicia en casos que implicaban violaciones a sus normas o
en litigios en los que fueran parte dueños de buques, navegantes
o marineros 362. Sin embargo, su competencia judicial se vio
algo restringida con el establecimiento en 1543 del Consulado
de Sevilla 363, un tribunal cuyos miembros eran elegidos
anualmente

358 Sobre la Avería, V. HARING, 1984, pp. 65-67 y 86-99; Recop. Ind., lib. IX, títs. VIII y
IX.
359 Recop. Ind., lib. IX, tít. 26, ley 44.-45
360 HARING, 1984, pp. 285-286, ZARAGOZA, 1989, p. 36.
361 HARING, 1984, pp. 45, 48-49 y 374-390. Las funciones del piloto mayor, los pilotos de
la carrera de Indias y los cosmógrafos y profesores de la Casa se regulan en las leyes contenidas
en Recop. Ind., lib. IX, tít. XXII.
362 HARING, 1984, p. 49-55; Recop. Ind., lib. IX, tít. I, ley 16-18, 41-43 y 50; lib. IX, títs. XI y
XII.
363 AYALA, 1988, vol. IV, pp. 198-211.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 115


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

por los transportistas y comerciantes de Sevilla que traficaban


con los reinos indianos 364. El Consulado de Sevilla 365 sirvió de
modelo para crear otros consulados en México y en Lima 366.

La Casa de Contratación empezó a debilitarse desde el


advenimiento de la Casa de Borbón a principios del siglo
XVIII. Prácticamente desde sus inicios, la nueva dinastía se
manifestó en favor de la liberalización del comercio y la
navegación entre Castilla y las Indias. Una de las primeras
medidas tomadas a este respecto fue la decisión de trasladar la
sede a la Casa de Sevilla a Cádiz, en 1722. Posteriormente, y de
modo gradual, se dictaron otras disposiciones que debilitaron el
viejo sistema: se suprimió el sistema de flotas y armadas,
reemplazado por el de navíos sueltos; se puso fin a la política del
puerto único de entrada y salida y se abrieron al comercio
trasatlántico otros puertos de la península ibérica 367, y se
permitió, con algunas restricciones, el comercio entre los
diversos reinos indianos 368. La Casa de Contratación quedó
prácticamente sin funciones, y el rey D. Carlos IV la suprimió en
1790 369. Este monarca también creó nuevos consulados en
Indias, entre ellos el de la ciudad de Guatemala (1793), al cual se le
dio jurisdicción sobre todo el Reino de Guatemala y que tenía
en las provincias representantes llamados diputados, como los
hubo en Comayagua, Gracias, Tegucigalpa y Trujillo 370.

SECCIÓN III.- EL REAL Y SUPREMO CONSEJO


DE INDIAS.

El sistema de gobierno por medio de organismos


colegiados fue especialmente característico de la época austriaca.

364 Recop. Ind., lib. IX, tít. VI, leyes 1 y ss.


365 Sobre el consulado, V. HARING, 1984, pp. 54-55; Recop. Ind., lib. IX, tít. VI.
366 AYALA, 1988, vol. IV, p. 196.
367 OTS Y CAPDEQUI, 1969 p. 114.
368 Ibid.
369 AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 449; OTS Y CAPDEQUI, 1969, p. 115.
370 MEJÍA, Medardo, Historia de Honduras, Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1a. ed.,
1983, vol. I, p. 190.

116 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

En 1524 el rey D. Carlos I creó un cuerpo de consejeros, el Real


y Supremo Consejo de Indias, para ejercer diversas funciones
con respecto a los reinos indianos 371. Este Consejo tenía su sede
en el palacio real de Madrid y lo formaba un cierto número de
consejeros nombrados por el rey 372, que debían ser abogados
de profesión 373, y un presidente que no necesariamente debía
tener formación jurídica. El número de consejeros fue variable.
Al principio eran cuatro o cinco; para fines del siglo XVI el
número de miembros del Consejo estaba entre siete y nueve 374.
Había también un fiscal encargado de defender los intereses de
la Corona y de los indígenas 375. Un funcionario llamado gran
chanciller y registrador de las Indias llevaba el registro de las
leyes y les imponía el sello real 376. Además, en el Consejo
había un tesorero general, secretarios, contadores, un cronista
mayor, un cosmógrafo y otros muchos empleados subalternos
377
.

En el procedimiento legislativo, el Consejo preparaba los


proyectos de ley relativos a las Indias 378, que el rey aprobaba o
rechazada. También le correspondía al Consejo dar o negar su
aprobación a las disposiciones más importantes de las
autoridades indianas 379.

En el ámbito administrativo, correspondía al Consejo


celebrar capitulaciones para expediciones de conquista, velar
380

por el buen tratamiento de los indígenas y su evangelización,


premiar servicios 381, hacer nombramientos o propuestas para

371 KONETZKE, 1984, p. 107.


372 V. OTS Y CAPDEQUI, 1969, p. 116.
373 KONETZKE, 1984, pp. 107-108.
374 V. OTS Y CAPDEQUI, 1969, p. 116. La enumeración de los demás funcionarios del
Consejo figura en Recop. Ind., lib. II, tít. II, ley 1.
375 Ibid., p. 108; Recop. Ind., lib. II, tít. V, leyes 1-16.
376 KONETZKE, 1984, p. 108; Recop. Ind., lib. II, tít. IV, leyes 1-9.
377 V. . Recop. Ind., lib. II, tít. VI, leyes 1-53 y 70; lib. II, tít. VI, leyes 49-52; lib. II, tít. VII,
leyes 1-18; lib. II, tít. VIII, ley 1; lib. II, tít. IX, leyes 1-7; lib. II, tít. X, leyes 1-16; lib. II, tít. XI, ley
1-27;lib. II, tít. XII, leyes 1-6;lib. II, tít. XIV, leyes 1-2.
378 Recop. Ind., lib. II, tít. II, ley 2.
379 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 32 y 34.
380 Recop. Ind., lib. II, tít. II, leyes 8, 9 y 28; tít. III, ley 3.
381 Recop. Ind., lib. II, tít. II, leyes 41-56.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 117


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

muchos de los cargos civiles y eclesiásticos indianos 382, y dar o


negar la autorización (llamada Pase o Exequátur) para que las
disposiciones de la Santa Sede se ejecutaran en las Indias 383.

En lo judicial, el Consejo de Indias fue el tribunal indiano


de más alta jerarquía. Le correspondía conocer los recursos de
apelación contra fallos de la Casa de Contratación 384, los recursos
de segunda suplicación concedidos por el rey contra fallos de
tercera instancia de las audiencias indianas 385, las visitas y juicios
de residencia de los funcionarios de Indias 386, y los recursos
de fuerza contra resoluciones de los jueces eclesiásticos que se
inmiscuyesen en asuntos de la jurisdicción laica 387.

El Consejo empezó a perder competencias en el siglo


XVIII, debido a que las Secretarías o Ministerios creados por
los reyes borbones fueron asumiendo gradualmente el despacho
de una gran cantidad de asuntos indianos. El Consejo quedó
reducido a la condición de órgano judicial y consultivo 388 y en
1812 fue suprimido en 1812 por una ley de las Cortes 389. Esta
ley quedó anulada en 1814, cuando el rey D. Fernando VII
restableció el absolutismo, y el Consejo de Indias resucitó, para ser
suprimido una vez más al restablecerse la Constitución de Cádiz
en 1820.

SECCIÓN IV.- LAS SECRETARÍAS O MINISTERIOS.

La Casa de Borbón, dominada por el espíritu


absolutista predominante en Francia, no se encontró a gusto con
el sistema de órganos colegiados de los Austrias, que hacía
lenta y a veces
382 Recop. Ind., lib. II, tít. II, leyes 30-34, 37 y 38; lib. III, tít. II, ley 1.
383 Sobre el Pase Regio, V. EYZAGUIRRE, 1990, pp. 169 y 181; TOMÁS Y VALIENTE,
1987, p. 380.
384 EYZAGUIRRE, 1990, p. 169.
385 Recop. Ind., lib. V, tít. XIII, ley 1.
386 EYZAGUIRRE, 1990, p. 169; Recop. Ind., lib. V, tít. XII, ley 8 y 31.
387 EYZAGUIRRE, 1990, p. 169; Recop. Ind., lib. II, tít. II, ley 4.
388 V. AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 443; KONETZKE, 1984, p. 109; OTS Y
CAPDEQUÍ, 1969, pp. 117-122; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 138.
389 Decreto de 17 de abril de 1812.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

118 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

engorrosa la toma de decisiones y en cierta forma reducía


la participación personal del monarca en ella. Desde fecha
temprana, la nueva dinastía empezó a favorecer un sistema más
ágil y eficiente y con este propósito empezó a crear secretarías
o ministerios unipersonales, cuyo titular, nombrado por el
monarca, despachaba y resolvía con él o por sí solo una serie de
asuntos políticos y administrativos de significativa importancia.

A lo largo del siglo XVIII hubo diversas


modificaciones en la organización y competencias de las
secretarías 390, pero su autoridad fue en creciente aumento y
asumieron gradualmente el despacho de una gran cantidad de
asuntos indianos, actuando como las carteras ministeriales de
nuestros días. Los Secretarios impartían órdenes a las
autoridades de Indias en forma directa y les pedían informes
para el rey, mientras que solamente en casos especiales
recurrían a las consultas del Consejo de Indias 391.

390 Nov. Rec., lib. III, tít. VI, ley IV.


391 V. AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 443; KONETZKE, 1984, p. 109; OTS Y
CAPDEQUÍ, 1969, pp. 117-122; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 138.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 119


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

CAPÍTULO II

LA MONARQUÍA ABSOLUTA:
LOS ÓRGANOS GUBERNAMENTALES
CON SEDE EN LAS INDIAS

SECCIÓN I.-EL GOBIERNO COLOMBINO.

El 17 de abril de 1492, en vísperas del primer viaje de


Cristóbal Colón, los Reyes Católicos aprobaron en Santa Fe de
la Vega de Granada una serie de peticiones de aquel en relación
con los eventuales resultados de su expedición. Este
documento, conocido con el nombre de Capitulaciones de Santa
Fe, equivalía a un contrato de Derecho Público de nuestros días
y en él se nombraba a Colón almirante vitalicio y hereditario,
así como virrey y gobernador general de todas las islas y tierra
firme que por su mano o industria se descubriesen o ganasen 392.

En aquellos momentos, tales concesiones no parecieron


exageradas. La proyectada expedición no tenía propósitos de
conquista, sino comerciales y diplomáticos, puesto que se suponía
que Colón llegaría a países ya regidos por soberanos poderosos,
como China, Japón o la India 393. Sin embargo, el progreso de
las
392 LEVENE, Ricardo, Manual de Historia del Derecho argentino, Buenos Aires, Ediciones
Depalma, 5a. ed., 1985, pp. 93-94.
393 Ibid., pp. 79 y 92.

120 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

exploraciones castellanas en el Caribe hizo surgir problemas, pues


el almirante demostró carecer de aptitudes como administrador.
Ya en 1499 la Corona sustituyó a Colón en la gobernación por
otro funcionario, y a pesar de sus reclamos autorizó además
nuevos viajes de exploración 394.

Las repetidas quejas de D. Cristóbal, que falleció en 1506,


fueron continuadas por su hijo D. Diego, quien inició ante la
justicia castellana una serie de litigios contra la Corona, conocidos
como los pleitos colombinos, para reclamar el cumplimiento de
las Capitulaciones de Santa Fe. Los tribunales de Castilla fallaron
varias veces a favor de D. Diego, pero la Corona no abandonó
la práctica de autorizar nuevas exploraciones y nombrar otros
gobernadores. A la muerte de D. Diego en 1526 los litigios fueron
continuados por su viuda y su hijo primogénito D. Luis Colón.
Después de muchas incidencias 395, las partes acordaron someter
el asunto a un arbitraje. El laudo arbitral reconoció a D. Luis el
título hereditario de almirante y dispuso que se le otorgase un
feudo hereditario, concesión que se materializó en 1537
mediante la creación del pequeño Ducado de Veragua 396,
ubicado en territorios de la actual Panamá. En 1556, después de
algunos intentos infructuosos por conquistar Veragua, D. Luis
devolvió ese territorio a la Corona, a cambio de una renta anual
hereditaria y la conservación de su título de duque 397. La
anualidad se pagó a los duques de Veragua hasta 1898, cuando
España perdió las islas de Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico.

SECCIÓN II.- EL SISTEMA DE LAS CAPITULACIONES.

En el siglo XVI, por lo general la Corona de Castilla


careció de recursos para financiar la conquista de las Indias y
tuvo que

394 Ibid., vol. I, pp. 278-281. Ibid., vol. I, pp. 281-286.; SIBAJA CHACÓN, 1974, pp. 66-71.
395 V. SCHOENRICH, Otto, Pleitos de la familia Colón, p. 266, en Revista de los Archivos
Nacionales, San José, Mayo y junio de 1945, Números 5 y 6, pp. 264-276; SIBAJA CHACÓN,
1974, pp. 66-71; ZORRAQUÍN BECÚ, 1988-1992, vol. I, p. 286.
396 SCHOENRICH, 1945, p.
266. 397 Ibid., pp. 266-267 y 276.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 121


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

asociar a tal empresa capitales particulares 398. Para formalizar


jurídicamente los acuerdos con los expedicionarios se utilizó la
institución de las capitulaciones 399. Estas eran sustancialmente
contratos de Derecho Público 400 negociados entre la Corona y
un particular, llamado el capitulante, generalmente a solicitud
de éste 401.

En 1526 D. Carlos I emitió unas Ordenanzas de


Descubrimientos, en que se daban instrucciones a los
conquistadores sobre las actitudes que debían adoptar con
respecto a los indígenas, y que en lo sucesivo se añadieron
a las capitulaciones como cláusulas tipo o se incluyeron
en instrucciones complementarias. En 1573 D. Felipe II
promulgó las Ordenanzas de Poblaciones, destinadas a regular
minuciosamente las actividades de pacificación y poblamiento,
y también sus principales disposiciones pasaron a ser incluidas
casi automáticamente como cláusulas tipo en las capitulaciones.
Estas quedaron convertidas en verdaderos contratos de
adhesión, cuyos términos sustanciales, en una fórmula de “lo toma
o lo deja”, no podían ser discutidos por los capitulantes 402.

El capitulante habitualmente debía comprometerse


a descubrir (explorar), pacificar (someter a los indígenas a la
autoridad regia) y poblar (colonizar, erigir fortalezas y fundar
poblaciones) un determinado territorio, cuyos límites se
fijaban con mayor o menor precisión según lo permitieran las
circunstancias. También asumía obligaciones en cuanto a la
cantidad de naves, personas libres, esclavos y ganados que
debía llevar consigo, las sumas que debía invertir y los plazos
en que debía cumplir con lo estipulado. Se le imponía además el
deber de guardar las leyes e informar de los resultados de la
expedición a las autoridades superiores. Como garantía del
cumplimiento

398 BOSCH GARCÍA, Carlos, Sueño y ensueño de los conquistadores, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1a. ed., 1987, p. 15.
399 Sobre las capitulaciones en general, V. DEL VAS MINGO, Milagros, Las
capitulaciones de Indias en el siglo XVI, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1a.
ed., 1986, pp. 17-84; KONETZKE, 1984, p. 145.
400 Sobre la naturaleza jurídica de las capitulaciones, V. DEL VAS MINGO, 1986, pp. 43-
46. 401 Ibid., pp. 35-36.
402 Ibid., pp. 32-33.

122 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

de todo lo acordado tenía que presentar fiadores con patrimonio


bastante para responder 403.

Las obligaciones que asumía la Corona eran muy


distintas. Por lo general no suministraba ningún respaldo
financiero a los capitulantes, de modo que si la expedición no
llegaba a efectuarse o sus objetivos no se cumplían, la Corona
no sufría pérdida alguna 404. En la preparación de la empresa
solía limitarse a facilitar los trámites de reclutamiento de gente
y de embarque 405 y a conceder al capitulante, los miembros de
su expedición o los pobladores del territorio algunas exenciones
tributarias temporales o permanentes 406. La capitulación incluía
los nombramientos efectuados en favor del jefe de la
expedición (por ejemplo gobernador, delantado, etc.) y consignaba
el período, la remuneración y las facultades de los cargos
respectivos 407.

El contrato usualmente consignaba también posibles


recompensas para el capitulante que cumpliese con lo acordado,
tales como encomiendas y pesquerías, así como la promesa de
ser considerado para un título nobiliario 408. El incumplimiento
del capitulante, sin cusa justa, liberaba a la Corona de sus
deberes contractuales 409 y le permitía proceder judicialmente
contra él 410.

El sistema de las capitulaciones empezó a declinar


en la segunda mitad del siglo XVI, debido a que para entonces
ya estaba establecida efectivamente la autoridad real en una
amplia extensión del territorio indiano. La Corona, siempre
temerosa de que surgiesen tendencias feudales en las Indias,
optó cada vez más por confiar las actividades de pacificación
de los

403 Sobre las obligaciones de los capitulantes, V. Ibid., pp. 46-47 y 55-58; Recop. Ind., lib.
IV, tít I., leyes 1-9, 12 y 14; lib. IV, tít. II, leyes 1-6 y 10-11; lib. IV, tít. III, leyes 1, 3 y 6-7; lib. IV,
tít. V, leyes 1-11; lib. IV, tít. VII, leyes 1-26.
404 Sobre las obligaciones de la Corona, V. DEL VAS MINGO, 1986, pp. 39-63; Recop.
Ind., lib. IV, tít I., ley 17.
405 Recop. Ind., lib. IV, tít III, leyes 3 y 4-7.
406 DEL VAS MINGO, 1986, pp. 71-75; Recop. Ind., lib. IV, tít III., leyes 19-2; tít. VI, ley 2.
407 DEL VAS MINGO, 1986, pp. 63-71 y 81-82; Recop. Ind., lib. IV, tít III., leyes 10-11, 14 y
16; tít. V, ley 11.
408 Recop. Ind., lib. IV, tít III., leyes 17 y 23-24.
409 DEL VAS MINGO, 1986, p. 83.
410 Ibid., p. 452.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 123


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

territorios por conquistar a funcionarios reales 411, especialmente


a los nombrados para gobernar regiones aledañas ya sujetas a su
autoridad 412, y abstenerse de hacer contratos con sujetos
privados.

Con respecto al actual territorio hondureño, el sistema


de capitulaciones tuvo ocasión de aplicarse al menos en dos
ocasiones, con respecto a los territorios ubicados al este del
cabo Camarón, que originalmente habían formado parte de las
tierras reclamadas por los Colón. Terminados los pleitos
colombinos, la Corona suscribió en noviembre de 1540 una
capitulación con Diego Gutiérrez para conquistar el territorio
que iba desde los confines del ducado de Veragua hasta
“acabar en el Río Grande hacia el Poniente de la otra parte
del Cabo Camarón…” 413, es decir, toda la costa caribeña de
Costa Rica, Nicaragua y parte de la de Honduras. La expedición
de Gutiérrez, quien hizo gala de su carácter inhumano y
codicioso, terminó desastrosamente en 1544, con la muerte del
conquistador a manos de los indígenas en un paraje de Costa
Rica llamado Tayutic. El 10 de febrero de 1576, una real cédula
de D. Felipe II autorizó a la Audiencia de Guatemala para
celebrar una capitulación con el capitán Diego López para
conquistar y poblar de españoles la provincia de la Taguzgalpa,
“conforme a la instrucción é hordenanças de nuevas
poblaciones” 414. El 26 de noviembre de ese año se firmó en
Santiago de Guatemala la capitulación respectiva 415, pero
López no cumplió con sus términos y la región no pudo ser
sujeta efectivamente a la autoridad castellana.

SECCIÓN III.- LOS VIRREINATOS.

En 1535 D. Carlos I creó un virreinato en la Nueva


España (México), pero dando al cargo de virrey las
características de un simple puesto administrativo temporal y
no de una dignidad
411 KONETZKE, 1984, p. 105.
412 Recop. Ind., lib. I, tít. II, ley 2; lib. IV, tít III., ley 25.
413 V. RIVAS, Pedro, Límites entre Honduras y Nicaragua en el Atlántico, Tegucigalpa, s.
e., 1a. ed., 1938, 1938., p. 77.
414 El texto de la real cédula figura en Ibid., p. 101.
415 El texto de la capitulación de la Audiencia con López figura en Ibid., pp. 102-107.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

124 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

vitalicia y hereditaria como la otorgada a Colón. En 1543 se erigió


un segundo virreinato, el de Nueva Castilla (Perú) en
Sudamérica 416, y en el siglo XVIII los Borbones crearon dos
más, el de Santa Fe o Nueva Granada, con capital en Santa Fe
de Bogotá, y el del Plata, con capital en Buenos Aires 417.

Los virreyes eran designados por el rey y por lo general


pertenecían a la alta nobleza castellana 418. Eran representantes
personales del monarca, vivían con gran lujo y pompa, y les
correspondía presidir la Real Audiencia de la capital virreinal,
ejercer el mando militar y emitir mandamientos 419. Sin
embargo, en la práctica sus funciones eran bastantes limitadas y
la verdadera autoridad recaía en las reales audiencias 420.
Además sólo ejercían cierto poder en la provincia de su
residencia, ya que sobre las demás únicamente les
correspondían funciones de supervisión 421. Por ejemplo,
aunque el Reino de Guatemala dependió del Virreinato de
Nueva España, en la práctica no hubo mayor relación entre
ambos y la Real Audiencia guatemalteca gozó de completa
autonomía con respecto a la de México.

Los virreinatos fueron suprimidos en 1812 con la


Constitución de Cádiz; se restablecieron en 1814 y quedaron
nuevamente extinguidos en 1820.

SECCIÓN IV.- LAS AUDIENCIAS.

En 1511, durante el gobierno de D. Diego Colón en la


isla Española, y con el objetivo de restarle autoridad 422, la
Corona estableció en la ciudad de Santo Domingo una
Audiencia y Chancillería Real, organizada de modo similar a
las chancillerías

416 KONETZKE, 1984, 675-676; Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 2.
417 AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 338.
418 KONETZKE, 1984, p. 121.
419 Ibid.; Recop. Ind., lib. III, tít. III, leyes 1-5.
420 LEVENE, 1985, p. 86; Recop. Ind., lib. III, tít. III, leyes 12 y 74.
421 KONETZKE, 1984, pp. 121-122.
422 KONETZKE, 1984, p. 122.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 125


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

o tribunales colegiados de apelación que había en Castilla 423. Esta


primera Audiencia se clausuró en 1516, pero fue restablecida en
1526 424 y después se crearon muchas otras. En coincidencia con la
tendencia de la Casa de Austria a gobernar por medio de
órganos colegiados, las audiencias experimentaron un
significativo desarrollo, que las llevó a convertirse, en la
práctica, en las instituciones más importantes de la
administración indiana.

El actual territorio de Honduras estuvo inicialmente


bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo, pero en
la real cédula de D. Carlos I de 13 de diciembre de 1527, que creó
la Audiencia y Chancillería Real de México, se pusieron bajo
jurisdicción de la Audiencia mexicana las provincias de “cabo
de Onduras, y de las ygueras”, y “todas las otras provincias
que ay y se incluyen desde el dicho cabo de Onduras hasta el
cabo de la Florida, ansí por la mar del sur como por las costas
del norte…” 425

En 1542, como parte de las Leyes Nuevas, se decidió


crear una audiencia para regir los territorios centroamericanos,
con el nombre de Audiencia de Los Confines de Guatemala y
Nicaragua. Este órgano tenía jurisdicción en esas dos provincias
y las de Chiapas, Costa Rica, Darién, Cozumel, Honduras, San
Salvador, Soconusco, Tabasco, Veragua y Yucatán. Como asiento
de la Audiencia fue designada la entonces villa de Valladolid de
Comayagua, fundada en 1537; sin embargo, su primer presidente,
el licenciado Alonso de Maldonado, decidió ubicarla en la
ciudad de Gracias a Dios, donde se instaló formalmente en
1544 426. Al crearse la Audiencia se suprimieron todas las
gobernaciones provinciales de los territorios bajo su autoridad
427
.

En 1548 las provincias de Cozumel y Yucatán fueron


segregadas de la jurisdicción de la Audiencia de los Confines y

423 EYZAGUIRRE, 1990, p. 173.


424 Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 2.
425 El texto de la real cédula de 1527 figura en O’GORMAN, Edmundo, Historia de las
divisiones territoriales de México, México, D. F., Editorial Porrúa, S. A. de C. V., 10a. ed.,
2007, pp. 179-180.
426 REINA VALENZUELA, José, Historia eclesiástica de Honduras, Tegucigalpa, Tipografía
Nacional, 1a. ed., 1983, vol. I, pp. 92-97.
427 RUBIO SÁNCHEZ, 1973, p. 95.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

126 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

colocadas bajo la autoridad de la Audiencia de México 428. En


1549, debido a que se consideró que la ciudad de Gracias no
ofrecía comodidades a los funcionarios reales y que estaba muy
distante de otras provincias, se decidió que la Audiencia de los
Confines trasladase su sede a Santiago de Guatemala (hoy Antigua
Guatemala) 429.

En 1563 la Corona suprimió la Audiencia guatemalteca, y


el territorio hondureño se dividió entre las audiencias de
México y de Panamá, con una línea divisoria trazada desde el
golfo de Fonseca hasta el río Ulúa 430. Sin embargo, en 1568 se
restableció la de Real Audiencia de Guatemala, en cuya
jurisdicción se incluyeron las provincias de Higueras y Cabo de
Honduras, y que se instaló en la ciudad de Santiago de Guatemala
en 1570 431. Como consecuencia de un terremoto que asoló
Santiago, la Audiencia fue trasladada en 1777 a Nueva
Guatemala de la Asunción, la actual ciudad de Guatemala.

Las audiencias eran presididas por el funcionario


real de mayor jerarquía del territorio. Había audiencias
virreinales, presididas por un virrey; pretoriales, presididas
por un gobernador y capitán general (como la de Guatemala),
y subordinadas, presididas habitualmente por un magistrado
432
. El presidente tenía algunas facultades administrativas, tales
como emitir mandamientos y efectuar ciertos nombramientos
433
. En lo militar era el capitán general del territorio
comprendido en la jurisdicción de la Audiencia 434. En los
asuntos judiciales conocidos por la Audiencia solamente podía
votar si era abogado de profesión 435.

La Audiencia estaba constituida por un número


variable de magistrados llamados oidores y un fiscal, que
debían ser

428 Ibid., p. 88.


429 Ibid.
430 Ibid., p. 104.
431 Ibid., pp. 113-116.
432 AYALA, 1988, vol. II, p. 8; KONETZKE, 1984, p. 124.
433 AYALA, 1988, vol. II, p. 13; KONETZKE, 1984, p. 124; Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 43.
434 Ibid.
435 Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 44.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 127


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

profesionales en Derecho 436. Al fiscal, que no tenía voto, le


correspondía defender los intereses de la Corona y actuar como
protector de los indígenas 437. Las audiencias contaban además
con numerosos funcionarios judiciales, policiales y
administrativos, cuyos deberes se detallaban en las leyes 438.

A las audiencias indianas se le dio también la


condición chancillerías reales, lo cual las facultaba para emitir
documentos con el sello real 439. Tenían además importantes
funciones de gobierno y administración. En los asuntos de su
competencia la Audiencia emitía disposiciones denominadas
autos acordados 440.

La Audiencia recibía y acataba las disposiciones regias


y debía cumplirlas a menos que se interpusiera un recurso
de suplicación con suspensión 441. También le correspondía
examinar las ordenanzas emitidas por los ayuntamientos de su
jurisdicción 442; velar por el buen tratamiento a los indígenas,
requisar los libros prohibidos y llevar el registro y archivo de
las leyes, el de los vecinos de sus distritos y sus servicios, etc.
443
Cuando se formulaban quejas muy graves contra
autoridades de su jurisdicción, la Audiencia podía disponer
la realización de una Visita, que consistía en el envío de
inspectores llamados visitadores o jueces pesquisidores, con
potestades muy amplias, entre ellas la de deponer a los
funcionarios culpables de graves irregularidades 444.

Por una concesión de la Santa Sede, desde 1508 la Corona


tuvo en las Indias el derecho de Patronato o Patronazgo 445, que
daba a los monarcas una serie de prerrogativas sobre la Iglesia,
entre ellas

436 KONETZKE, 1984, pp. 123-124.


437 Recop. Ind., lib. II, tít. XVIII, leyes 12-13 y 34-37.
438 Recop. Ind., lib. II, títs. XVII, XX, XXIII y XXVIII.
439 AYALA, 1988, vol. II, p. 9; Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 116.
440 KONETZKE, 1984, p. 124.
441 AYALA, vol. II, p. 14; EYZAGUIRRE, 1990, p. 175.
442 Recop. Ind., lib. II, tít. I, ley 32.
443 Recop. Ind., lib. II, tít. XV, leyes 72, 83 y 160-162.
444 Ibid.; Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 117; lib. V, tít. XV, ley 20; lib. VII, tít. I, leyes
1-24.
445 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 180-181; Recop. Ind., lib. I, tít. VI, ley 1.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

128 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

la de elegir a las personas destinadas a cargos eclesiásticos,


mediante su presentación al Papado o a los obispos 446. Las
audiencias debían velar por el Patronazgo regio y verificar que los
documentos papales llegados a las Indias contasen con el Pase
dado por el Consejo 447.

La Audiencia era el más alto tribunal de justicia del


territorio comprendido en su jurisdicción y, según el caso,
actuaba en primera, segunda y tercera instancia.

En primera instancia, la Audiencia podía conocer de


ciertos procesos especiales llamados Casos de Corte 448.

En segunda instancia, correspondía a la Audiencia el


conocimiento de los recursos de apelación contra sentencias
penales y civiles de alcaldes ordinarios y otros funcionarios
449
. Cuando la Audiencia actuaba como tribunal de segunda
instancia, se decía que conocía en grado de vista 450. También
correspondía a la Audiencia conocer del recurso de injusticia
notoria o recurso de nulidad, que se interponía por violación a
formalidades sustanciales del proceso 451, y del recurso de
fuerza o auto de legos, interpuesto por quienes se sentían
agraviados por resoluciones de los tribunales eclesiásticos 452.

Una vez dictada por la Audiencia la sentencia de vista


o fallo de segunda instancia 453, podía pedirse al rey (o a la
misma Audiencia, que lo representaba), que se concediera una
tercera instancia. La apertura de la tercera instancia no era un
derecho del litigante, sino que se pedía como una gracia o
merced, mediante el llamado recurso de súplica o de
suplicación (que no debe confundirse con el de suplicación
de las leyes). Si el

446 Recop. Ind., lib. I, tít. VI, leyes 3-4.


447 EYZAGUIRRE, 1990, p. 175; Recop. Ind., lib. I, tít. VI, leyes 1 y 3-4.
448 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 193-194; Nov. Recop., lib. XI, tít. IV, leyes 9 y 10.
449 AYALA, 1988, vol. II, p. 13; Recop. Ind., lib. V, tít. XII, ley 17. Recop. Ind., lib. V, tít. XII,
ley 21.
450 Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 121.
451 EYZAGUIRRE, 1990, p. 194; ZAMORA Y CORONADO, 1844-1846, vol. III, pp. 587-
589 y vol. IV, p. 481.
452 EYZAGUIRRE, 1990, pp. 175 y 181; ZAMORA Y CORONADO, 1844-1846, vol. III, pp.
347-352 y vol. IV, p. 37.
453 EYZAGUIRRE, 1990, p. 194.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 129


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

recurso era denegado, la Audiencia no abría la tercera instancia


y quedaba firme la sentencia de vista quedaba firme. Si el
recurso se concedía, la Audiencia volvía a conocer del caso y
dictaba una nueva sentencia, llamada de revista.454

Una vez dictada la sentencia de revista, aún era posible


solicitar que se abriese una cuarta instancia, si la cuantía del
proceso era superior a seis mil pesos ensayados 455. La solicitud
correspondiente se formulaba al rey mediante el recurso de
segunda suplicación, que naturalmente podía ser denegado, ya
que la apertura de la cuarta instancia, al igual que sucedía con
la de la tercera, era una merced y no un derecho. Si el monarca
otorgaba el recurso, el caso pasaba a conocimiento del Consejo de
Indias, que lo fallaba en cuarta y última instancia. Sin embargo,
si el Consejo confirmaba la sentencia de revista dada por la
Audiencia, el recurrente debía pagar una elevada multa 456.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII las


audiencias perdieron una parte importante de sus atribuciones,
con la progresiva implantación por la Casa de Borbón del
sistema de intendencias y se tendió a concentrarlas cada vez
más en la labor judicial 457. En la época de la monarquía
constitucional (1812-1814 y 1820-1821), perdieron todas sus
facultades administrativas y quedaron circunscritas
exclusivamente a funciones judiciales. Por esta circunstancia la
Audiencia de Guatemala no desempeñó en 1821 ningún papel
relevante en las decisiones sobre la Independencia.

454 Ibid., Recop. Ind., lib. II, tít. XV, ley 121.
455 EYZAGUIRRE, 1990, p. 169; Recop. Ind., lib. V, tít. XIII, ley 1.
456 Recop. Ind., lib. V, tít. XIII, leyes 1 y 5-6.
457 AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 444; EYZAGUIRRE, 1990, p. 176; LEVENE, 1985, pp.
199-200; ZAMORA Y CORONADO, 1844-1846, vol. V, pp. 297-305.

130 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

CAPÍTULO III

LA MONARQUÍA ABSOLUTA: LOS ÓRGANOS


GUBERNAMENTALES CON SEDE EN
HONDURAS

SECCIÓN I.- LA CONQUISTA DE HONDURAS.

La costa caribeña de Honduras, Nicaragua y Costa


Rica fue recorrida por los europeos por primera vez en 1502,
durante el cuarto viaje del almirante Colón 458. En el transcurso
de ese viaje Colón también visitó una región de la costa
panameña que los indígenas denominaban Veragua, la cual
llamó extraordinariamente su atención por su aparente riqueza
en oro 459. Como consecuencia de ese viaje, parte de la actual
costa caribeña de Honduras (entre el río Aguán y el cabo
Gracias a Dios), la vertiente caribeña de Nicaragua y Costa
Rica y la región de Veragua quedaron inmersas en los pleitos
colombinos, y no fueron objeto de acciones conquistadoras
durante mucho tiempo. Toda esta zona en litigio fue
identificada con el nombre de Veragua, aunque en realidad la
región de ese nombre visitada por Colón comprendía solo una
pequeña sección del litoral 460.

458 Sobre el cuarto viaje de Colón, V. ACADEMIA DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DE


COSTA RICA, 1952; FERNÁNDEZ GUARDIA, 1975, pp. 30-38.
459 Ibid., p. 38.
460 Ibid., p. 46.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 131


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Desde el decenio de 1510 algunas expediciones


castellanas provenientes de las Antillas recorrieron las costas
de Honduras, pero con el mero propósito de capturar indígenas
para llevarlos como esclavos a Cuba y otras islas 461. Sin embargo,
en 1522 otra expedición encabezada por Andrés Niño llegó por
mar desde el sur hasta el golfo de Fonseca, y a partir de 1524
Gil González Dávila y otros conquistadores, procedentes de la
isla Española, México y Panamá, recorrieron la vertiente
caribeña con ánimo de someter a los indígenas a la autoridad de
la Corona y fundaron algunas poblaciones, casi todas de
efímera duración. Sus virulentas rivalidades llevaron a que el
rey D. Carlos I, mediante real cédula suscrita en Toledo el 20 de
noviembre de 1525, creara una nueva gobernación “en la
provincia y golfo de las Higueras” 462 y nombrara como su primer
titular a Diego López de Salcedo y Rodríguez. Este fue el inicio
de la formación territorial de Honduras 463, cuya vertiente
caribeña fue también identificada en esa época con los
nombres de Guaimura, las Hibueras y cabo de Honduras,
según el lugar a que se hiciera referencia 464. Además, López de
Salcedo quiso identificar a su gobernación con el nombre de
Nuevo Reino de León, que no prosperó 465.

La creación de la nueva provincia no detuvo los


choques entre los conquistadores:

“Puede decirse que desde que aportó al


Golfo Dulce la gente de Gil González
Dávila hasta que se estableció en Gracias
a Dios la Audiencia de los Confines, fue
Honduras un campo de devastación, sin
autoridad, sin gobierno, en revueltas
incesantes los españoles, sin poder hacer
asiento en ningún

461 ARGUETA, Mario, Historia laboral de Honduras: de la conquista al siglo XIX,


Tegucigalpa, Secretaría de Cultura y Turismo, 1a. ed., 1985, pp. 9-10; CARÍAS, 2007, pp. 75-
76.
462 El texto de la Real Cédula de 1525 figura en RIVAS, 1938, pp. 61-64.
463 Sobre las diversas propuestas formuladas en la primera mitad del siglo XVI en torno a la
delimitación de Honduras, V. CARÍAS, 2007, pp. 62-68.
464 Sobre estas variantes, V. CASTAÑEDA BATRES, Oscar, “Los Nombres de Honduras”,
en Documentos para la Historia de Honduras, Tegucigalpa, Honduras: imagen y Palabra, 1a.
ed., 1999, vol. I, pp. 35-66.
465 RUBIO SÁNCHEZ, Manuel, Historia del puerto de Trujillo, Tegucigalpa, Banco
Central de Honduras, 1a. ed., 1975, vol. I, pp. 64-65.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

132 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

punto, siempre luchando con el hambre,


perdida la hacienda y sin esperanzas de
socorro.” 466

En los primeros decenios de presencia española en la


actual Honduras, el territorio costero del Caribe fue dividido de
modo más o menos claro entre dos regiones: la de Higueras o
Hibueras, al oeste, en el seno del golfo homónimo, hoy llamado
de Honduras, y la de Honduras, al este, donde se fundó el
puerto de Trujillo 467.

La conquista del Perú hizo disminuir notoriamente el


interés de los castellanos por la región centroamericana en su
conjunto 468. En Honduras, a la difícil situación creada por las
disputas y rivalidades entre las huestes conquistadoras se añadió
la rápida disminución de la población autóctona, principalmente
como consecuencia de las enfermedades traídas por los
europeos y también por la brutal trata de esclavos hacia las
Antillas, Panamá y Sudamérica. Varias naciones indígenas, en
particular los reinos lencas, presentaron una tenaz resistencia
militar contra la ocupación, pero los castellanos lograron
derrotarla gracias a la superioridad que les brindaron los caballos
y las armas de fuegos, así como las enfermedades 469.

La presencia castellana se concentró principalmente en


el oeste y el sur del actual territorio hondureño. La zona oriental
se mantuvo durante largo tiempo al margen de los esfuerzos de
conquista debido a los litigios colombinos y otros factores, y las
escasas expediciones que se hicieron presentes fracasaron, debido
entre otras cosas a la resistencia indígena, el clima húmedo e
insalubre y la inhóspita geografía del territorio, caracterizado
por la presencia de caudalosos ríos y selvas densas, que sobre
todo durante la prolongada estación lluviosa hacían difícil o
imposible

466 MARIMÓN, Sebastián, “Prólogo a la Relación de la Provincia de Onduras e Hygueras


por el Lic. Cristóbal de Pedraza”, cit. por REINA VALENZUELA, 1983, p. 103.
467 CASTAÑEDA BATRES, 1999, vol. I, pp. 50-55 y 59-64.
468 SIBAJA CHACÓN, Luis Fernando, Nuestro límite con Nicaragua, San José, Talleres
Gráficos del Instituto Técnico Don Bosco, 1a. ed., 1974, pp. 47-54 y 75-77.
469 Sobre la resistencia indígena, V. BARAHONA, 1999, vol. I, pp. 187-190; CARÍAS, 2007,
pp. 77-78.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 133


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

el uso de caballos y vehículos y la conservación de alimentos y


armas.

SECCIÓN II.- LOS GOBERNADORES.

Después de que en 1550 la Corona aprobó el traslado


de la Real Audiencia de los Confines a la ciudad de Guatemala,
se decidió volver a nombrar un gobernador para Honduras, y
al efecto se designó a Juan Pérez de Cabrera, quien asumió el
cargo en 1552 470. Desde entonces, y hasta fines del siglo XVIII, la
principal autoridad indiana residente en el territorio de
Honduras, tanto en lo político y lo administrativo como en lo
militar y lo judicial, fue el gobernador de la provincia, que tenía su
residencia en Comayagua y cuyo período duraba habitualmente
unos cinco o seis años 471.

Los gobernadores eran nombrados por el rey 472,


aunque en caso de muerte, renuncia o suspensión, la Real
Audiencia podía designar un gobernador interino 473. Casi todos
los gobernadores de Honduras fueron de origen peninsular
474
. Para el cargo de gobernador, el único requisito legal era
la hidalguía. Antes de tomar posesión de su cargo, el
nombrado debía presentar un inventario de sus bienes y rendir
fianzas para garantizar el resultado de su juicio de residencia 475.
En comparación con los de otros funcionarios del reino de
Guatemala, el salario anual del

470 DURÓN, Rómulo E., Bosquejo histórico de Honduras, Tegucigalpa, Publicaciones del
Ministerio de Educación Pública, 1a. ed., 1956, pp. 55-56.
471 En la Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 10, se fijó el período de los gobernadores, en tres
años a contar desde su toma de posesión; si se flallaren ya en Indias en el momento de la
designación y en cinco si estaban en Castilla; pero estos términos solo se cumplieron
ocasionalmente, ya que otra disposición, contenida en Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 39, indicaba
que debían mantenerse en sus cargos flasta que llegasen sus sucesores. Una lista de los
gobernadores de Honduras desde 1522 flasta la independencia figura en MEJÍA, op. cit., vol. I,
pp. 337-340.
472 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 1.
473 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 4.
474 Según MEJIA, 1983, vol. I, p. 340, en Honduras flubo solamente un gobernador nacido
en Gracias, D. Miguel Macflado, y otro de origen mexicano, D. Alejo García Conde.
475 Recop. Ind., lib. V, tít. II, leyes 8 y 9.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

134 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

gobernador de Valladolid de Comayagua era relativamente alto,


ya que según la Recopilación de 1680 ascendía a 2000 pesos 476.

Nunca se emitió una ley expresamente dirigida a


regular de modo preciso las funciones de los gobernadores.
Además de las disposiciones generales sobre la materia
contenidas en la legislación indiana, las potestades de los
primeros gobernadores habitualmente se fijaron en el
documento mediante el cual se les designaba. Con el transcurso
del tiempo, se fue configurando, tanto de modo legal como
consuetudinario, una serie de facultades y deberes inherentes al
cargo.

El gobernador representaba al rey y como tal era


la máxima autoridad de la provincia en lo político y lo
administrativo. Le correspondía acatar y cumplir las normas y
disposiciones de la Corona y otras autoridades superiores, así
como defender el Patronazgo real sobre la Iglesia, evitando que
circulasen documentos pontificios sin el correspondiente Pase del
Consejo de Indias y que hubiese intromisiones del clero asuntos
que eran de competencia de las autoridades civiles. Entre sus
obligaciones estaban las de velar por la cobranza de impuestos
y multas y prevenir el contrabando; cuidar de la moralidad e
investigar y sancionar conductas ilícitas tales como
alcahuetería, juegos de azar, usura y amancebamientos, así
como visitar las reducciones y velar por el bienestar de sus
habitantes, aunque también era potestad suya asignar indígenas
de repartimiento 477. Si se ausentaba debía nombrar un teniente
de gobernador para reemplazarlo 478.

En lo militar, el gobernador era capitán general de la


provincia de Honduras, así como el presidente de la Audiencia
lo era de todo el reino de Guatemala. En tal calidad, era
responsable por la seguridad exterior de la provincia y le
correspondía el mando de sus milicias, que estaban formadas
por los propios habitantes y divididas en compañías de
caballería e infantería 479. A mediados del siglo XVIII se decidió
fortificar la costa caribeña y

476 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 1.


477 SÁENZ CARBONELL, 2012, p. 204.
478 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 36.
479 Sobre las milicias en Indias, V. KONETZKE, pp. 148-149.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 135


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

con este propósito se inició en 1752 la construcción de un


castillo de piedra en el puerto de Omoa, al que se le dio el
nombre de San Fernando y que debía tener una guarnición de
cuatrocientos hombres. La obra se concluyó en 1775 480 .

El gobernador era también el justicia mayor de la


provincia de Honduras, y en esa condición tenía el deber de
administrar justicia en forma diligente, pronta e imparcial, con
arreglo a las leyes y costumbres públicas, y ejecutar las penas que
correspondiesen 481.

El gobernador estaba sujeto a una serie de


prohibiciones, entre ellas las de ejercer el comercio 482, contraer
matrimonio en el territorio de su jurisdicción y nombrar
parientes suyos en ciertos cargos 483. Además, al igual que todos
los demás funcionarios de la administración indiana, cuando
concluían sus funciones eran sometidos a un proceso denominado
juicio de residencia, en el cual se examinaban minuciosamente sus
actuaciones. Los residenciados no podían abandonar el lugar
donde habían ejercido funciones sino hasta que se concluyera el
juicio con un fallo absolutorio o condenatorio; en este último
caso, las sanciones podían incluir multas, destierro o
descalificación para ocupar otros cargos. La residencia se
efectuaba aun cuando el funcionario hubiese fallecido, pues se
podían cobrar multas a sus herederos o fiadores 484.

SECCIÓN III.- LOS ALCALDES MAYORES


Y CORREGIDORES.

En el sistema de gobierno y administración de las


Indias, los alcaldes mayores y corregidores eran jefes políticos
y administrativos de un territorio relativamente extenso, donde
480 Sobre la construcción del castillo de Omoa, V. DURÓN, Bosquejo… ,1956, pp. 134-136,
141, 144 y 150.
481 Sobre las funciones judiciales de los gobernadores, V. SÁENZ CARBONELL, 2012, p.
205.

482 Recop. Ind., lib. V, tít. II, leyes 7 y 47.


483 Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 45.
484 V. KONETZKE, pp. 142-143; Recop. Ind., lib. V, tít. XV, leyes 1-39.

136 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

existía numerosa población indígena. Tenían a su cargo la


administración de justicia en lo civil y en lo penal, la vigilancia
y dirección de las reducciones, la supervisión de la producción
y el cobro de los tributos regios 485. El Derecho no establecía
una distinción clara entre alcaldes mayores y corregidores, y a
veces se usaron indistintamente ambos términos.

Según el tratadista Solórzano Pereira, los corregimientos


fueron creados para que los pueblos se conservasen en paz y
justicia, que los indígenas fuesen defendidos y amparados y se
refrenasen sus vicios y prácticas idólatras 486. En la práctica, los
corregidores fueron los funcionarios con peor reputación de la
administración indiana, debido a su codicia, su poca probidad
y las terribles vejaciones que cometían contra los indígenas, en
provecho propio y de sus familiares y allegados 487.

En 1579, debido a la riqueza minera de la región


tegucigalpense, la Real Audiencia de Guatemala creó allí la
alcaldía mayor de Tegucigalpa y nombró como su titular a Juan
de la Cueva; además en 1580 se agregó a su jurisdicción la villa de
Jerez de Choluteca con sus pueblos, lo cual le dio salida al Océano
Pacífico 488. Las autoridades de Comayagua se quejaron sin éxito a
la Corona, exponiendo las dificultades que originaba la existencia
de dos jurisdicciones tan próximas 489, pero sus gestiones no
dieron resultado y más bien en 1608 una real cédula de D.
Felipe III confirmó la creación de la Alcaldía Mayor 490.

Además de la alcaldía mayor de Tegucigalpa, la Real


Audiencia segregó territorios de la gobernación de Honduras
para crear otras tres unidades político-administrativas menores
que tuvieron una vida relativamente corta: la alcaldía mayor de
Amatique, la alcaldía mayor de Minas de San Andrés de Zaragoza
y el corregimiento de Tencoa.

485 MARTÍNEZ PELÁEZ, 1981, pp. 522-523; Recop. Ind., lib. V, tít. II, ley 3.
486 AYALA, IV, p. 278.
487 V. MARTÍNEZ PELÁEZ, 1981, pp. 522-524; PÉREZ ZELEDÓN, Pedro, Gregorio José
Ramírez y otros ensayos, San José, Editorial Costa Rica, 1a. ed., 1971, pp. 50-51 y 53-54.
488 MEJÍA, 1983, vol. I, pp. 194 y 328.
489 DURÓN, Bosquejo… , op. cit., pp. 75-
76. 490 Ibid., pp. 88-89.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 137


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

La alcaldía mayor de Amatique se ubicaba en las costas


del Golfo Dulce, en territorios que hoy pertenecen en su mayor
parte a Guatemala y solamente una pequeña sección a Honduras,
pero que a principios del siglo XVII estaban sujetos a la autoridad
del obispado de Comayagua 491. En esta circunscripción se
hallaba el castillo o fortaleza del Golfo Dulce, cuya castellanía
se adscribió al cargo de alcalde mayor, además de la villa de
Amatique y tres pueblos que quedaron asolados como resultado
de epidemias, motivo por el cual la alcaldía mayor se extinguió
prematuramente 492.

A principios del siglo XVII se descubrieron ricas vetas


mineras en la región del valle del Sensenti, ubicado en las zonas
montañosas del occidente de Honduras. Esto hizo que la
Audiencia erigiera la alcaldía mayor del Real de Minas de San
Andrés de Zaragoza, con cabecera en el pueblo de ese nombre
493
. Esta circunscripción fue suprimida en 1703, al cesar las
explotaciones mineras 494, y su territorio fue reincorporado a la
gobernación de Honduras.

Además de las tres alcaldías mayores mencionadas, la


Audiencia creó el corregimiento de Tencoa 495, que fue
suprimido en 1660, para volver a anexar su territorio a la
gobernación de Honduras o Comayagua 496.

A fines del siglo XVIII, y por consideraciones defensivas,


la fortaleza de Omoa y el puerto de Trujillo fueron separados de la
jurisdicción de Comayagua y colocados bajo dependencia directa
del capitán general de Guatemala. En 1816 la Corona dispuso
que Trujillo volviese nuevamente a estar bajo la autoridad de la
gobernación de Comayagua, mientras que la situación de Omoa

491 CHAVERRI, María de los Ángeles, “La formación flistórica de Honduras”, vol. I, p. 213,
en Documentos para la historia de Honduras, Tegucigalpa, Honduras-Imagen y Palabra, 1a.
ed., 1999, pp. 200-235.
492 DURÓN, Bosquejo… , 1956, pp. 125-126.
493 Ibid.; MEJÍA, 1983, vol. I, p. 194.
494 Ibid.
495 SÁNCHEZ, Luis Adolfo, Configuración y organización territorial de Honduras, en
flttp://www.latribuna.fln/blog/Honduras/?m=200903
496 DURÓN, Bosquejo… , 1956, p. 105.

138 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

permaneció sin definirse hasta 1833, año en que su territorio


quedó definitivamente agregado al Estado de Honduras 497.

SECCIÓN IV.- LA INTENDENCIA DE COMAYAGUA.

Desde principios del siglo XVIII, para lograr un


saneamiento de las finanzas públicas, uniformar y mejorar la
administración y aumentar la centralización, la casa de Borbón
puso en práctica en Castilla un nuevo sistema para el gobierno del
reino, fundamentado en la institución francesa de las
intendencias. Esta se basaba en la existencia de funcionarios
llamados intendentes de provincia, nombrados por el rey, los
cuales tenían importantes competencias en la defensa de la
economía y el fomento de la agricultura, la industria y el
comercio, y sustituían o restaban autoridad a una serie de
autoridades tradicionales 498.

Uno de los objetivos de esta política era suprimir las


gobernaciones, alcaldías mayores y corregimientos para reunirlos
en circunscripciones territoriales de mayores dimensiones,
identificadas con el nombre de intendencias 499. A los titulares
de estas, llamados intendentes, se les asignaban importantes
funciones en materias de justicia, policía, hacienda y guerra 500,
y algunas de las competencias hasta entonces correspondientes
a los virreyes y las reales audiencias, que vieron disminuido
su papel en diversos aspectos 501. El nombramiento de los
intendentes correspondía de modo exclusivo al rey 502, y aunque
en algunos asuntos estaban subordinados a la autoridad de la
Audiencia respectiva, en otros dependían directamente de la
Corona. Las intendencias no estaban subordinadas entre sí, sino
que dependían directamente del gobierno superior.

497 CHAVERRI, 1999, vol. I, p. 226.


498 AGUADO BLEYE, vol. III, pp. 299-300; SAMAYOA GUEVARA, 1978, p. 10.
499 MORAZZANI DE PÉREZ ENCISO, Gisela, Las Ordenanzas de Intendentes de Indias,
Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1a. ed., 1972, p. 50.
500 SAMAYOA GUEVARA, 1978, pp. 54-72.
501 AGUADO BLEYE, 1959, vol. III, p. 248; KONETZKE, 1984, p. 126.
502 MORAZZANI DE PÉREZ ENCISO, 1972, p. 50.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 139


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Las intendencias tomaban su nombre de la ciudad


donde residía el intendente. Por este motivo, cuando la Corona
unió la alcaldía mayor de Tegucigalpa con la gobernación o
provincia de Honduras, también llamada ocasionalmente
Comayagua, para formar una intendencia, se le dio a esta el
nombre de Comayagua, que era la ciudad designada como
residencia del intendente.

En 1764, la Corona decidió iniciar la implantación del


sistema en las Indias, aunque su puesta en práctica se llevó a
cabo con relativa lentitud y nunca llegó a comprender todos
los territorios indianos 503. En el reino de Guatemala el nuevo
régimen se inició el 17 de setiembre de 1785 con la creación de
la intendencia de San Salvador; el 20 de setiembre de 1786 se
estableció la de Ciudad Real de Chiapas y el 23 de diciembre
siguiente las de Comayagua y León de Nicaragüa 504. La
gobernación de Costa Rica no fue erigida en intendencia, pero
a su gobernador se le dieron casi todas las facultades de un
intendente 505. Estos cinco territorios se rigieron desde 1787 por
las Ordenanzas de Intendentes dictadas para la Nueva España.
La alcaldía mayor de Tegucigalpa fue suprimida y su territorio
anexado a la intendencia de Comayagua por real cédula de D.
Carlos IV de 24 de julio de 1791 506.

Aunque el presidente de la Audiencia y Capitán


General de Guatemala asumió las funciones de superintendente
general, el nuevo sistema no se aplicó en varias partes del
territorio del reino, ya que las alcaldías mayores de
Chimaltenango, Escuintla, Sacatepéquez, Sololá, Sonsonate,
Suchitepéquez, Totonicapán y Verapaz, y los corregimientos de
Chiquimula y Quezaltenango, quedaron al margen del régimen
de Intendencias y conservaron en términos generales su
organización tradicional 507.

503 SAMAYOA GUEVARA, 1978, pp. 13-19.


504 Ibid., pp. 115-124. La real provisión que creó la Intendencia de Comayagua, emitida en
Madrid el 23 de diciembre de 1786, figura en Ibid., pp. 123-124. También en MEJÍA, 1983, vol.
I, pp. 328-329.
505 FERNÁNDEZ, León, Colección de documentos para la historia de Costa Rica, Madrid,
Imprenta viuda de Luis Tasso, y París, Imprenta de Pablo Dupont, 1a. ed., 1883-1907, vol. X,
pp. 212-213; MORAZZANI DE PÉREZ ENCISO, 1972, pp. 30 y 66.
506 DURÓN, Bosquejo… , 1956, p.
157. 507 Ibid., pp. 39, 43-44 y 51-52.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

140 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Al intendente le correspondían numerosas, importantes


y variadas funciones, divididas en cuatro grandes áreas: justicia 508,
guerra 509, policía 510 y hacienda 511.

Las intendencias, que no guardaban subordinación entre


sí, se dividían en unidades menores denominadas partidos, a cuya
cabeza figuraba un subdelegado, subordinado al intendente 512. La
intendencia de Comayagua se dividió en dos partidos, Comayagua
y Tegucigalpa, y además hubo subdelegados de intendencia en
Gracias a Dios, Olancho, Olanchito, San Pedro Sula, Tencoa y
Yoro 513.

En 1799 el vecindario de Tegucigalpa inició gestiones


para que se restableciera la alcaldía mayor existente hasta 1791,
como provincia separada de Comayagua 514. Tras muchas
incidencias, el capitán general de Guatemala D. José de
Bustamante y Guerra dispuso volver a erigir la alcaldía mayor y
nombró como titular interino al presbítero D. Juan Francisco
Márquez, quien tomó posesión del cargo el 4 de febrero de
1812 515. Sin embargo, ese mismo año, al efectuarse la división
provincial del territorio centroamericano conforme a la
Constitución de Cádiz, tanto el territorio de Comayagua como
el de Tegucigalpa quedaron absorbidos en el de la provincia de
Guatemala, que comprendía el territorio de las actuales
repúblicas de El Salvador, Guatemala y Honduras y del estado
mexicano de Chiapas.

Anulada la Constitución de Cádiz en 1814, se volvió a la


división anterior del territorio hondureño entre la intendencia de
Comayagua y la alcaldía mayor de Tegucigalpa, que fue
confirmada por el rey D. Fernando VII el 24 de enero de 1818 516.
En 1820, al

508 SAMAYOA GUEVARA, 1978, pp. 54-57.


509 Ibid., pp. 71-72.
510 Ibid., pp. 58-62.
511 Ibid., pp. 63-71.
512 MORAZZANI DE PÉREZ ENCISO, 1972, pp. 69-70.
513 SAMAYOA GUEVARA, 1978, pp. 54-57.
514 DURÓN, Bosquejo… , 1956, pp. 169-170.
515 Ibid., pp. 175-178.
516 DURÓN, Rómulo E., La provincia de Tegucigalpa bajo el gobierno de Mallol 1817-1821.
Estudio histórico.- San José, EDUCA, 1a. ed., 1978, p. 63.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 141


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

entrar nuevamente en vigencia la Constitución, todo el territorio


hondureño volvió a ser parte de la provincia de Guatemala. Sin
embargo, en mayo de 1821 se creó la provincia de Comayagua,
que estaba empezando a organizarse cuando sobrevino la
independencia. Entre tanto, Tegucigalpa había mantenido de
hecho su condición de alcaldía mayor separada de Comayagua,
situación que fue el germen de las disputas ocurridas entre
ambas poblaciones a partir de setiembre de 1821, en los primeros
días de vida independiente 517.

SECCIÓN V.- LOS ÓRGANOS MUNICIPALES.

La Corona de Castilla consideró que la fundación de


ciudades y villas de españoles era decisiva para el
mantenimiento de su dominio sobre las Indias, y la impulsó
activamente. Al mismo tiempo, con el propósito de que no
surgieran relaciones señoriales entre los colonos y los
indígenas, desde los inicios de la acción conquistadora en las
Antillas se procuró que ambos grupos residieran en centros
urbanos diferentes. La población indígena fue congregada en
pueblos llamados reducciones, en los cuales no podían vivir los
españoles, y estos en ciudades o villas propias, donde no vivían
indígenas. Este sistema de segregación racial se vio
complementado en Honduras por la distribución de tierras para
actividades agropecuarias en favor del grupo español, y por la
utilización por parte de este de la mano de obra indígena,
primero mediante la institución de la encomienda y después con
el repartimiento de indios. La política segregacionista también
se convirtió en un importante instrumento para facilitar el
control de la autoridad real sobre los indígenas, su conversión al
cristianismo y la recaudación de tributos.

Inicialmente, los conquistadores y sus descendientes se


avecindaron por lo general en las ciudades de españoles como
Trujillo, Comayagua y Gracias, mientras los indígenas eran

517 DURÓN, Rómulo E., Historia de Honduras, Tegucigalpa, D. C., Publicaciones del
Ministerio de Educación Pública, 1a. ed., 1956, vol. I, pp. 20 y ss.

142 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

concentrados en reducciones 518. Ambos tipos de población


tenían derecho a tener un ayuntamiento o cabildo como órgano
de gobierno local, aunque la manera de constituirlo distinta en
cada uno.

De conformidad con la tradición grecorromana, en el


Derecho indiano la fundación de las ciudades y villas de españoles
era un acto jurídico muy formal. Una vez elegido el sitio para el
emplazamiento de la población, se trazaba el plano de la urbe
con manzanas de igual tamaño para casas, divididas por calles
rectas; se escogían los sitios destinados para ubicar la plaza
principal, la iglesia parroquial, la residencia de los
gobernadores, la sede del ayuntamiento local y otros edificios, y
se repartían solares urbanos a los fundadores 519. Estos pasaban
a tener la calidad de vecinos, condición jurídica que conllevaba
el deber de defender la población en caso de ataques y una serie
de derechos, entre ellos los de recibir solares y tierras 520 y
ocupar puestos en el ayuntamiento local 521. Al ayuntamiento se
le asignaban además inmuebles denominados tierras de propios,
para satisfacer necesidades de la población 522, y se dotaba a
esta de ejidos, que eran tierras comunales de pastos y bosques
en las afueras, destinadas a fines de recreación y ganadería 523.

Una consecuencia fundamental del acto formal de


fundación de una ciudad o villa era el derecho de contar con un
ayuntamiento o cabildo, es decir, un gobierno local integrado
por un número variable de regidores y otros funcionarios 524.
Desde mediados del siglo XVI, el cargo de regidor, reservado a los

518 FONSECA CORRALES, Elizabetfl, “Economía y sociedad en Centroamérica (1540-


1680”, pp. 97-98, en Historia general de Centroamérica. El régimen colonial (1524-1750),
Madrid, Ediciones Siruela, S. A., 1a. ed., 1993, pp. 95-150.
519 CARÍAS, 2007, p. 84-85; Recop. Ind., lib. IV, tít. VII, leyes 7-12.
520 Recop. Ind., lib. IV, tít. VII, ley 7; tít. XII, leyes 1-23.
521 QUIRÓS, Claudia, La era de la encomienda, San José, Editorial de la Universidad de
Costa Rica, 1a. ed., 1990, p. 304.
522 Recop. Ind., lib. IV, tít. VII, ley 14; tít. XII, leyes 1-11.
523 Recop. Ind., lib. IV, tít. VII, ley 13.
524 KONETZKE, 1984, p. 128; Recop. Ind., lib. IV, tít. VII, ley 3.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 143


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

hidalgos 525, se convirtió en un oficio vendible, cuya adquisición se


efectuaba en subasta pública y con carácter vitalicio, aunque sin
sueldo 526.

Los caudillos de las expediciones conquistadoras


fundaron en el actual territorio hondureño un número
importante de poblaciones de españoles. Varias de ellas, como
Triunfo de la Cruz, La Natividad y Santa María de la Buena
Esperanza, desaparecieron prematuramente, pero otras
adquirieron estabilidad y permanencia. Un informe de 1582
indica la existencia de seis ciudades de españoles en Honduras:
Valladolid de Comayagua, Gracias a Dios, Trujillo, San Pedro,
San Juan de Puerto de Caballos y San Jorge de Olancho 527. A
estas cabe añadir la villa de Jerez de Choluteca, que fue
agregada a la jurisdicción de la alcaldía mayor de Tegucigalpa,
y la propia población de Tegucigalpa, que fue erigida en villa
en 1768 con el nombre de San Miguel de Tegucigalpa de
Heredia 528.

Uno de los problemas ocasionados por la subasta de los


cargos republicanos era que si ningún hidalgo se interesaba en
comprarlos, el ayuntamiento quedaba incompleto y hasta podía
dejar de existir 529. Así ocurrió en casi todas las poblaciones
de españoles de Honduras: para 1816 solo subsistían los
ayuntamientos de Comayagua y Tegucigalpa 530.

Dos veces por semana, los regidores debían reunirse


en cabildo para tratar asuntos de interés comunal 531. En casos
extraordinarios se podía convocar a una asamblea de todos los
vecinos libres de la población, llamada cabildo abierto, para que
externasen sus opiniones; a veces, la convocatoria se limitaba a

525 CASTRO Y TOSI, Norberto de, “Historia y vicisitudes del Cabildo de Cartago, la más
sureña de las ciudades del Virreinato de la Nueva España”, pp. 341-344, en Revista del Archivo
Nacional, San José, Enero-diciembre de 1968, pp. 325-347.
526 KONETZKE, 1984, p. 130.
527 LEYVA, Héctor M., Documentos coloniales de Honduras, Tegucigalpa, Centro de
publicaciones Obispado de Cfloluteca y Centro de Estudios Históricos y Sociales para el de
Desarrollo de Honduras, 1a. ed., 1991, pp. 58-74.
528 LEYVA, 1991, p. 343.
529 CASTRO Y TOSI, 1968, p. 335.
530 LEYVA, 1991, p. 294.
531 Recop. Ind., lib. IV, tít. X, ley 1.

144 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

un cierto grupo de vecinos distinguidos 532. El concejo tenía la


facultad de emitir ordenanzas, sujetas a aprobación superior 533.

Como cuerpo municipal, los regidores tenían una


importante serie de deberes, entre los que figuraban los
de mantener la limpieza de las calles y plazas, velar por el
cumplimiento de los votos y fiestas juradas de la ciudad o villa,
conservar el archivo local, administrar las tierras de propios
y los ejidos, asegurar el aprovisionamiento de la población con
los abastos o bienes de consumo más importantes y prevenir la
especulación 534.

Al principio de cada año, los regidores elegían dos


alcaldes ordinarios, un mayordomo de propios y un procurador
síndico. Los dos alcaldes ordinarios, identificados como
primero y segundo, eran jueces legos, es decir, sin formación
profesional en Derecho, que administraban justicia en primera
instancia en materia civil y penal, y colaboraban con el concejo
en las tareas administrativas 535. El mayordomo de propios era el
administrador de los bienes y rentas del ayuntamiento. El
procurador síndico era el representante de todo el vecindario y
le correspondía abogar por sus derechos e intereses ante otras
autoridades 536.

La seguridad y el orden público en el ámbito urbano


estaban a cargo de un alguacil mayor, que adquiría el cargo en
subasta pública. A este funcionario le correspondía ejecutar
mandatos judiciales, administrar las cárceles, velar por la
moralidad y asegurar la tranquilidad en la ciudad’, para lo cual
imponían el toque de queda y efectuaban rondas nocturnas para
detener personas sospechosas, delincuentes y vagabundos 537. En
el ámbito rural, la policía estaba a cargo de un alcalde provincial de
la Santa Hermandad, que compraba su cargo en remate público,
aunque el ayuntamiento también podía elegir anualmente otros

532 KONETZKE, 1984, p. 130.


533 MEJÍA, 1983, vol. I, p. 160.
534 V. MEJÍA, op. cit., vol. I, pp. 158-159; ZAMORA Y CORONADO, vol. III, pp. 247-251.
535 KONETZKE, p. 131; Recop. Ind., lib. V, tít. III, ley 1.
536 KONETZKE, p. 130; MEJÍA, op. cit., vol. I, pp. 158-159; Recop. Ind., lib. V, tít. XI, leyes
1-5.
537 MEJÍA, op. cit., vol. I, p. 159; Recop. Ind., lib. V, tít. VII, leyes 8-10, 12-14 y 16.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 145


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

alcaldes de la Santa Hermandad 538. Otros cargos municipales eran


el de alférez real, al que correspondían las funciones de heraldo
y abanderado urbano y al que las leyes daban carácter de
regidor, con voz y voto 539, y el de depositario general, que tenía
a su cargo la recepción y administración de los depósitos
judiciales 540.

Los ayuntamientos contaban además con un escribano


o notario, que debía ser hidalgo y adquiría su cargo en remate
público 541. En el sistema jurídico indiano había diversas clases
de escribanos, según su investidura o la función que
desempeñasen, entre ellos los públicos, que tenían facultad para
autorizar escrituras públicas y dar fe pública de actos y
contratos 542.; los de cabildo, que actuaban como secretarios y
notarios del ayuntamiento respectivo 543; los de gobierno, que
desempeñaban esas funciones para los gobernadores y actuaban
como secretarios judiciales 544; los de minas, que llevaban el
registro de éstas, etc. 545

Como se indicó, desde los años iniciales de presencia


castellana en las Indias, las autoridades concentraron a los
indígenas en pueblos llamados reducciones, en los que estaba
prohibido que viviesen españoles, con excepción de los curas
doctrineros, los religiosos y algunos funcionarios, tales como
los corregidores o los alcaldes mayores. En Honduras, la
formación de las principales reducciones se realizó mediante
acciones conjuntas de los religiosos, las autoridades civiles e
incluso los propios indígenas, que vieron en ellas una
protección contra los abusos de los encomenderos 546. Aun así,
fue un proceso lento y difícil, como se deduce de un informe que
el obispo de Comayagua dirigió al rey D. Felipe II en 1582:

538 Recop. Ind., lib. V, tít. IV, ley 1 y 3.


539 KONETZKE, p. 129; Recop. Ind., lib. IV, tít. X, ley 4.
540 MEJÍA, op. cit., vol. I, p. 159; Recop. Ind., lib. II, tít. XXXII, leyes 15 y 16.
541 Nov. Recop., lib. VII, tít. XV, ley 13; Recop. Ind., lib. V, tít. VIII, leyes 3 y 5.
542 Recop. Ind., lib. V, tít. VIII, ley 9.
543 MEJÍA, 1983, vol. I, p. 159
544 Recop. Ind., lib. V, tít. VIII, ley 33.
545 Sobre los diversos tipos de Escribano, V. Enciclopedia Universal Europeo-Americana,
Madrid, Espasa-Calpe, S. A., 1a. ed., 1905-1930, vol. XX, pp. 921-922; ESCRICHE, Joaquín,
Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, París, Garnier Hermanos, Libreros-
Editores, s. n. e., 1903, pp. 641-642.
546 CARÍAS, 2007, p. 85.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

146 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

“… habrá mucha dificultad, porque


como muchos de los indios de esta provincia
viven en las montañas en mandándoles algo
contra su voluntad, se van a las
montañas y desamparan sus pueblos. Y una
de las cosas más violentas para ellos, es
mandarles desamparar sus poblaciones, a
do tienen sus arbolillos que van criando, y
su querencia, y algunos de sus ídolos.” 547

Al igual que en otros territorios indianos 548, en las


reducciones hondureñas se implantó la institución de los
cabildos o ayuntamientos 549. Cada año, los vecinos debían
efectuar la elección de regidores y alcaldes, que debían poner
en conocimiento del gobernador para su confirmación 550.
Además, los alcaldes mayores y corregidores tenían la potestad
de nombrar a un indígena como alguacil en las reducciones
sometidas a su autoridad 551.

Las poblaciones que no eran reducciones indígenas ni


tampoco villas o ciudades de españoles, sino que habían surgido
de modo más espontáneo o irregular, sin un acto formal de
fundación, no constituían ante la ley ciudades o villas, ni
gozaban del derecho de contar con ayuntamientos o cabildos,
sino solamente con alcaldes ordinarios o tenientes de
gobernador. Este fue el caso, por ejemplo, de Tegucigalpa durante
sus dos primeros siglos de existencia, ya que la población no fue
fundada de modo formal, sino que surgió inicialmente como un
real o campamento alrededor de unas productivas minas. No fue
sino hasta el 17 de julio de 1778 cuando el rey D. Carlos III le
concedió el título de villa y el derecho a contar con su propio
ayuntamiento 552.

547 FONSECA CORRALES, 1993, p. 98.


548 KONETZKE, 1984, p. 134.
549 CARÍAS, op. cit., 2007, pp. 85-86.
550 V. MARTÍNEZ CASTILLO, op. cit., p. 194.
551 Recop. Ind., lib. V, tít. VII, ley 17.
552 OYUELA, Leticia de, Historia mínima de Tegucigalpa, Tegucigalpa, Editorial
Guaymuras, 1a. ed., 2001, pp. 52-58.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 147


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN VI.- LAS AUTORIDADES ECLESIÁSTICAS.

La organización de la Iglesia Católica en Honduras fue


iniciada en 1531 con la creación de la diócesis de Hibueras y Cabo
de Honduras por el papa Clemente VII, con sede en la ciudad
de Trujillo. En 1562 la sede del obispado fue trasladada a
Valladolid de Comayagua 553.

La diócesis de Comayagua tuvo jurisdicción sobre todo


el actual territorio hondureño, aun después de que se segregaran
de la gobernación de Comayagua la alcaldía mayor de Tegucigalpa
y otros territorios, y fue la principal base para que se
mantuviera la cohesión de lo que hoy es Honduras 554. Sin
embargo, no fue sino hasta 1672 cuando la región de Choluteca
fue segregada de la diócesis de Guatemala y adscrita a la de
Comayagua 555.

El clero regular estuvo formado principalmente por


mercedarios, que trabajaban con los indígenas de las reducciones,
y franciscanos, que tenían a su cargo las misiones en el oriente
del territorio. Los frailes de ambas órdenes dependían de sus
provinciales en Guatemala y no del obispado de Comayagua 556.

En Honduras, la Iglesia tuvo a su cargo un hospital y


otras instituciones de beneficencia, y además desempeñó un papel
importante en la educación elemental. En 1682 se estableció en
Comayagua el seminario de San Agustín, que fue reorganizado
en 1737 y que como Colegio Tridentino tuvo cátedras de Estudios
Generales, Gramática, Latín, Teología y Filosofía, lo cual permitía
el acceso a las órdenes menores de la carrera sacerdotal. Para
obtener las mayores, o para estudiar Derecho o Medicina, los
aspirantes debían marchar a la Universidad de San Carlos de
Guatemala, fundada en 1681 557.

553 REINA VALENZUELA, op. cit., pp. 153-156.


554 V. Sobre la diócesis de Comayagua, V. CARÍAS, op. cit., p. 117-121.
555 CHAVERRI, 1999, vol. I, p. 215.
556 V. ALVARADO GARCÍA, Ernesto, “Los forjadores de la Honduras colonial”, pp. 435-
450, en Documentos para la historia de Honduras, Tegucigalpa, Honduras: Imagen y Palabra,
1a. ed., 1999, pp. 421-450; CARÍAS, 2007, pp. 119-120; CHAVERRI, 1999, vol. I, pp. 213-
214; REINA VALENZUELA, op. cit., p. 207 y ss..
557 CARÍAS, op. cit., pp. 121-122.

148 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

En Comayagua había un juzgado eclesiástico, que tenía


competencia en todos los procesos de los clérigos, asuntos
matrimoniales y cuestiones de disciplina eclesiástica. En el archivo
secreto del tribunal eclesiástico de esa ciudad se conservan
centenares de expedientes de juicios relacionados con
denuncias de pactos con el diablo, hechicería, sodomía,
solicitación, blasfemia, encantamiento, superchería, etc. 558 Los
procesos por asuntos de fe eran conocidos por el tribunal del
Santo Oficio de la Inquisición 559, que funcionó en Comayagua
hasta la supresión del Santo Oficio en la época de la monarquía
constitucional. Había además comisarías de la Inquisición en
otras poblaciones, tales como Choluteca, El Corpus, Gracias,
Olancho y Tegucigalpa 560. Sin embargo, las actuaciones
inquisitoriales siempre fueron de poca importancia y en
Honduras nunca se efectuaron autos de fe, que eran las
ceremonias públicas de castigo de los penitenciados.

En la vida religiosa de los años austriacos y borbónicos


tuvieron mucha importancia las cofradías, asociaciones de fieles
constituidas para velar por alguna devoción en particular, como
por ejemplo el culto del Santísimo Sacramento, o la veneración de
una advocación mariana o un santo. Algunas cofradías llegaron
a poseer un patrimonio considerable en terrenos y ganados 561,
cuyos productos se destinaban al culto, el mantenimiento de
templos, diversas funciones religiosas y fines caritativos. Sin
embargo, en 1804 la Corona, ávida de disponer de recursos
financieros para gastos de guerra, dispuso que se vendiesen en
subasta pública muchos de los bienes de las cofradías indianas y
que el producto se depositara en una Real Caja de amortización,
que les pagaría intereses sobre esas sumas 562. De estos réditos
se sufragaban los gastos de las cofradías para actividades
litúrgicas,

558 V. OYUELA, Leticia de, De Santos y Pecadores. Un aporte para la historia de las
mentalidades (1546-1910), Tegucigalpa, Editorial Guaymuras, 1a. ed., 1999.
559 MEJÍA, 1983, vol. I, p. 259.
560 Ibid., vol. I, p. 276-277 y 281.
561 V. MEJÍA, Medardo, Historia de Honduras, Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1a. ed.,
1983, vol. I, pp. 205-207.
562 WOBESER, Gisela von, “Gestación y contenido del Real Decreto de Consolidación de
Vales Reales para América”, en Historia Mexicana, número 4, abril – junio de 2002, pp. 787-
827.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 149


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

festejos, etc. 563. Tales políticas terminaron generando muchos


problemas y disgustos, y además

“…la confianza en la monarquía que


había caracterizado en los siglos anteriores
a los americanos y la disposición de
apoyarla se tornó paulatinamente en
desconfianza, antagonismo y deseos de
emancipación. Estos sentimientos
constituyeron la semilla de los
movimientos de independencia, que se
iniciaron casi simultáneamente en toda
América y que condujeron al
desmoronamiento del imperio español.” 564

563 DURÓN, 1978, p. 31.


564 WOBESER, 2002, p. 825.

150 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

CAPÍTULO IV

LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL

SECCIÓN I.- EL FIN DEL ABSOLUTISMO.

El año 1808 marcó el comienzo del fin del absolutismo


monárquico en los reinos de Castilla, Navarra y las Indias,
como consecuencia de la intervención militar francesa en la
península ibérica. El rey D. Fernando VII, quien había ascendido
al trono en marzo de 1808 después de la abdicación de su padre D.
Carlos IV, fue obligado por los franceses el 10 de mayo a
devolver la corona a su padre, que el día antes la había cedido a
Napoleón I. Padre e hijo fueron internados en Francia, y el
monarca francés dispuso que su hermano José Napoleón pasara
a reinar a Madrid. No obstante, los súbditos de D. Fernando VII
se negaron a aceptar lo sucedido y durante varios años
protagonizaron una heroica resistencia armada contra los
franceses 565.

El Imperio napoleónico, que a pesar de sus características


autoritarias y cesaristas era heredero de gran parte de la
ideología de la revolución francesa, estaba organizado sobre
una base constitucional, y el emperador Napoleón decidió
reunir en
565 IZQUIERDO HERNÁNDEZ, Manuel, Antecedentes y comienzos del reinado de
Fernando VII, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1a. Ed., 1963, pp. 387 y 435-436; SÁENZ
CARBONELL, 1985, pp. 44-45.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 151


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

la ciudad francesa de Bayona una especie de junta de notables


españoles y allí les sometió el texto de un proyecto de Constitución
566
. El 6 de julio de 1808, el rey José Napoleón otorgó a sus nuevos
súbditos una Carta fundamental, en la que se reproducía el
modelo francés de una monarquía centralizada y autoritaria,
con algunas instituciones de corte liberal 567. Sin embargo, este
documento no llegó a alcanzar ninguna positividad, porque en
su inmensa mayoría los españoles rechazaron el cambio
dinástico y reiteraron su fidelidad al cautivo D. Fernando VII
568
.

Para gobernar en ausencia del rey y organizar la


resistencia contra los franceses empezaron a surgir juntas en
diversas regiones, tanto en España como en sus dominios en
América. Varios de los movimientos juntistas americanos no
tardaron en desembocar en independentistas. En el reino de
Guatemala los primeros síntomas de inquietud surgieron en la
ciudad de Guatemala en el mismo año de 1808, cuando el
estudiante de medicina D. Pablo de Alvarado y Bonilla hizo
circular una hoja volante titulada El Hispano- Americano, que
fue considerada sediciosa por las autoridades y llevó al arresto
de Alvarado en la Real Cárcel de Corte, el 15 de setiembre de
1808 569. El primer grito de Independencia se dio en la ciudad
de San Salvador el 5 de noviembre de 1811, y al fracasar al
movimiento, algunos de sus protagonistas huyeron a la
intendencia de Comayagua. El convento de San Francisco de
Tegucigalpa se convirtió en un foco de inconformidad contra
las autoridades españolas, y el 1° de enero de 1812 se produjo
en esa población un motín popular dirigido a impedir que los
alcaldes de 1811 continuaran en sus cargos, inspirado por
quienes se reunían en el convento de San Francisco 570. Aunque
este episodio no tuvo mayores consecuencias, debe recordarse
como el primer movimiento que tuvo lugar en Honduras en
conexión con las ideas emancipadoras.

566 Sobre la emisión de la Constitución de 1808, V. Ibid., pp. 45-61.


567 . El texto completo de la Constitución figura en SANZ CID, Carlos, La Constitución de
Bayona, Madrid, 1a. ed., 1922, pp. 418-440.
568 V. SÁENZ CARBONELL, 1985, pp. 61-68.
569 FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, Cosas y gentes de antaño, San José, EUNED, 1a.
ed., 1981, pp. 1-2.
570 REINA VALENZUELA, José, Hondureños en la Independencia de Centroamérica,
EDISOFF, 1a. ed., 1978, pp. 59-73.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

152 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

En España, después de muchas incidencias, se logró


en setiembre de 1808 establecer un mando unificado primero a
cargo de un órgano colegiado llamado Junta Suprema Central
Gubernativa 571 y después de un Consejo de Regencia. En 1810
se optó por reunir una asamblea con el nombre tradicional de
Cortes, en la que participasen con igual carácter los
representantes de todos los dominios de la Corona, tanto
europeos como americanos, y sin distinción de estamentos 572.

En la sesión inaugural de las Cortes Generales y


Extraordinarias, que tuvo lugar en la isla de León el 24 de
setiembre de 1810, la asamblea, si bien reiteró su fidelidad a D.
Fernando VII, asumió el carácter de constituyente, al declarar
que en ella residía la soberanía nacional, y también proclamó el
principio de la separación de los poderes 573. El 15 de octubre,
las Cortes declararon que los dominios españoles en ambos
hemisferios formaban una sola monarquía y proclamaron la
igualdad de derechos entre peninsulares y americanos 574. El 9
de diciembre, los constituyentes acordaron nombrar una
comisión para redactar un proyecto de Constitución 575.

Con esas primeras decisiones de 1810, las Cortes


efectuaron cambios sustanciales en la naturaleza de la
monarquía. Los tres reinos que hasta ese momento constituían
los dominios de D. Fernando VII, es decir, Castilla, Navarra y
las Indias, junto con el País Vasco, quedaron fusionados en un
solo estado unitario, España. Por otra parte, desapareció de un
plumazo el carácter absolutista de la monarquía, para iniciar la
construcción de un sistema constitucional liberal, en el cual, a
pesar de conservarse la figura del monarca, existiría una serie
de limitaciones jurídicas a su autoridad, se establecerían
mecanismos de representación democrática y se reconocería
una serie de derechos a los ciudadanos.
Todas estas ideas se plasmaron en la Constitución
Política de la Monarquía Española, promulgada en Cádiz el 19
de

571 SÁENZ CARBONELL, 1985, pp. 69-71.


572 Ibid., pp. 71 y 74.
573 V. Decreto N° 1 de 24 de setiembre de 1810; RODRÍGUEZ, 1984, pp. 47-51.
574 Decreto N° 5 de 15 de octubre de 1810.
575 V. SÁENZ CARBONELL, 1985, p. 84.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 153


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

marzo de 1812, que paradójicamente, estaba sustentada, en sus


líneas fundamentales, en la ideología constitucionalista
francesa, a pesar de que sus redactores tratasen de presentarla
como un rescate de instituciones tradicionales españolas. Así lo
demostraba la proclamación de una serie de derechos civiles y
políticos fundamentales, comunes a todos los ciudadanos.
Además, las Cortes no sólo mantuvieron el espíritu de
racionalización y eficiencia de la administración sobre la base
de leyes uniformes que había caracterizado a la monarquía
absoluta, sino que llevaron a cabo la fusión de todos los
territorios de la Corona en un solo estado, cuya administración
se diseñó siguiendo el modelo centralista francés 576.

Honduras fue representada en las Cortes por D.


José Francisco Morejón, egresado de la carrera de leyes de la
Universidad de San Carlos de Guatemala. Morejón tuvo que lidiar
con una provincia dividida, ya que Tegucigalpa no quería estar
bajo control de Comayagua e incluso le dio poder al presbítero
D. Antonio Larrazábal, diputado de Guatemala, para que
representara sus intereses en Cádiz 577.

Morejón, además de apoyar varias de las iniciativas de


los demás diputados centroamericanos, siguió las instrucciones
de su provincia para el logro de ciertos beneficios en el campo
de la minería y el comercio por Trujillo y Omoa y la petición de
que estos dos puertos fueran reincorporados a la intendencia de
Comayagua, solicitud que no tuvo éxito 578. Tampoco consiguió
que fueran aprobadas sus propuestas para el establecimiento de
un tribunal de minas bajo control del Ayuntamiento de
Comayagua y la creación de un banco de préstamos y ahorro
para ayuda de la comunidad minera 579.

576 Ibid., pp. 106-111.


577 RODRÍGUEZ, Mario, El experimento de Cádiz en Centroamérica: 1808-1826, México,
Fondo de Cultura Económica, 1a. ed., 1984, p. 104.
578 Ibid., pp. 104-105; VOLIO, 1980, pp. 58-59 y 172-174.
579 RODRÍGUEZ, 1984, pp. 105-106.

154 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN II.- LOS ÓRGANOS NACIONALES.

Para el gobierno de la monarquía, la Constitución de


1812 estableció la división orgánica de los poderes enunciada
por el pensador francés Montesquieu. De conformidad con esa
división, la función legislativa era ejercida por una asamblea
unicameral electa popularmente cada dos años, que llevaría
el nombre tradicional de Cortes, y que tendría la potestad de
aprobar los proyectos de ley y someterlos al rey para su sanción
o veto 580.

La función ejecutiva le correspondía al rey, que ya no


dispondría de poderes ilimitados sino de una serie de potestades
cuidadosamente reglamentadas 581. El monarca gozaba de
inviolabilidad, pero siempre debía ejercer su autoridad en
conjunto con los secretarios de Estado y con estricto apego al
principio de legalidad 582. Se estableció un Consejo de Estado
único, puramente consultivo 583. Ni las secretarías ni el Consejo de
Estado podrían emitir leyes, función que quedaba exclusivamente
reservada a las Cortes con el rey, y a este solamente se le reconocía
la potestad de reglamentar la legislación en unión del secretario
correspondiente 584.

La mezcla tradicional de funciones administrativas


y judiciales en órganos tales como el Consejo de Indias y las
audiencias desapareció por completo. En el nuevo modelo, la
función judicial correspondía exclusivamente a los tribunales.
El órgano superior del Poder Judicial era un Supremo Tribunal
de Justicia, formado por magistrados nombrados por el rey de
ternas propuestas por el Consejo de Estado, pero la jurisdicción

580 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 15 y


27-167.
581 Ibid., artículos 168-173.
582 Ibid., artículos 168-230.
583 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 231-
241; Decreto N° 169 de 8 de junio de 1812.
584 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 171
inciso 1° y 226-227.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 155


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

ordinaria, en sus diversas instancias, correspondía a los alcaldes


de los pueblos, los juzgados de letras y las audiencias 585.

El sistema de Cádiz inauguró su normalidad


institucional el 1° de octubre de 1813, fecha en que dieron
inicio las sesiones de las Cortes elegidas para el período 1813-
1815, para las cuales Honduras eligió como diputado a D.
Santiago Milla 586. El 24 de marzo de 1814 el rey D. Fernando
VII pudo regresar a España, donde se le recibió con singular
entusiasmo. Sin embargo, el 4 de mayo, el monarca declaró
nula la Constitución y todas las demás disposiciones emitidas
por las Cortes. Con esta declaratoria quedó restablecida la
monarquía absoluta, tal y como estaba en mayo de 1808. Las
Cortes quedaron disueltas 587.

A principios de 1820, un alzamiento militar


acaudillado por D. Rafael del Riego y Núñez proclamó
nuevamente la Carta de Cádiz y la extinción del absolutismo. D.
Fernando VII se vio obligado el 7 de marzo de ese año a aceptar
la Constitución, y poco después se convocó a elecciones para
diputados a Cortes. Estas se instalaron el 9 de julio de 1820 y
pronto empezaron a poner nuevamente en vigencia gran parte de
la legislación emitida durante la primera fase de la Monarquía
constitucional. También revivieron el Consejo de Estado, el
Tribunal Supremo y los demás órganos constitucionales de
gobierno creados por el sistema de 1812, y desaparecieron
nuevamente los del absolutismo 588.

Para representar a Honduras en las nuevas Cortes, los


electores reunidos en Comayagua el 5 de noviembre de 1820
eligieron como diputado propietario al licenciado D. Juan Esteban
Milla, quien a la sazón residía en Madrid, y como suplente a
D. Dionisio de Herrera 589. Cabe mencionar que pocos años
después Milla representó también a Honduras en la Asamblea

585 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 242-


279.

586 RODRÍGUEZ, 1984, p. 172.


587 SÁENZ CARBONELL, 1985, pp. 111-113.
588 Ibid., pp. 113-114.
589 DURÓN, 1978, p. 140.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

156 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América 590


,
y que Herrera fue jefe de Estado de 1824 a 1827..

Por lo que respecta a Honduras, la segunda época de


la monarquía constitucional, concluyó con su separación de la
Monarquía Española en setiembre de 1821. Fue también muy
breve en España, ya que en octubre de 1823, con el respaldo
de amplios sectores populares y la intervención de un ejército
francés denominado los Cien mil hijos de San Luis, D.
Fernando VII pudo restablecer nuevamente el absolutismo y
poner fin a la vigencia de la Constitución de 1812 591.

SECCIÓN III.- LOS ÓRGANOS REGIONALES Y


PROVINCIALES.

Al establecer plena igualdad entre los territorios


peninsulares y las Indias, las Cortes de Cádiz pudieron llevar
hasta las últimas consecuencias la idea de los reyes de la casa
de Borbón de establecer en todos los dominios de la monarquía
circunscripciones iguales en organización, independientes
entre sí y subordinadas únicamente al gobierno central. Con la
Constitución de 1812 desaparecieron por completo los
virreinatos y los reinos tradicionales y la provincia pasó a ser la
unidad básica de división política de la Monarquía 592. En una
ley de las Cortes emitida en 1813 se detallaron prolijamente los
deberes y atribuciones de las autoridades provinciales 593.

En cada provincia había un jefe político superior,


nombrado por el rey 594, al cual le correspondían el gobierno
político y una serie de potestades administrativas 595. Las
provincias

590 RODRÍGUEZ, 1984, p. 263 n. 22.


591 SÁENZ CARBONELL, 1985, pp. 115.
592 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 324
y 325.
593 Decreto N° 269 de 23 de junio de 1813.
594 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículo 324.
595 Decreto N° 269 de 23 de junio de 1813., cap. III, artículos 1-35.

Jorge Francisco Saenz Carbonell 157


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

se subdividían en partidos, y en las capitales de los partidos


podía haber un jefe político subalterno, pero sus competencias
eran muy limitadas y en todo caso estaba subordinado al jefe
político superior 596. La figura de los intendentes se mantuvo allí
donde existía, pero bajo la autoridad del jefe político superior
597
.

Además del jefe político superior, en cada provincia


había un cuerpo colegiado llamado Diputación Provincial, con
siete vocales propietarios y tres suplentes elegidos
popularmente cada cuatro años, además del intendente y el jefe
político superior, a quien correspondía presidirla 598. Le
correspondían funciones administrativas, fiscales y de control
político 599.

Al enumerar las provincias de la monarquía, el texto


constitucional solo mencionó a Guatemala 600, por lo que
parecía que se iba a mantener la unidad administrativa de los
territorios del antiguo reino, bajo un solo jefe político superior y
la correspondiente diputación provincial. Sin embargo, la
nómina de la Constitución no era taxativa, y los diputados de
Nicaragua y Costa Rica propusieron a las Cortes segregar de
Guatemala esos territorios y el de Honduras (la intendencia de
Comayagua y la alcaldía mayor de Tegucigalpa) para crear con
ellos una nueva provincia. Las Cortes acordaron mediante una
ley de 23 de mayo de 1812 crear la provincia de Nicaragua y
Costa Rica, con su propia diputación provincial y un jefe
político superior residente en la ciudad de León 601, pero la
intendencia de Comayagua y la alcaldía mayor de Tegucigalpa
quedaron como parte de la provincia de Guatemala.

De esta manera, el antiguo reino de Guatemala quedó


dividido en solo dos provincias: la de Nicaragua y Costa Rica,
con capital en León, y la de Guatemala, con capital en la ciudad

596 V. Decreto N° 269 de 23 de junio de 1813, cap. III, art° 23.


597 Ibid., cap. III, art° 10.
598 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículos 325-
327.

599 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículo 335-


336; Decreto N° 269 de 23 de junio de 1813. cap. II, artículos 1-18.
600 Constitución Política de la Monarquía Española de 19 de marzo de 1812, artículo
10.
601 V. Decreto N° 164 de 23 de mayo de 1812, art° I.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

158 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

del mismo nombre y con jurisdicción sobre los territorios


de una serie de antiguas unidades que quedaban extintas: las
alcaldías mayores de Chimaltenango, Escuintla, Sacatepéquez,
Sololá, Sonsonate, Suchitepéquez, Tegucigalpa, Totonicapán y
Verapaz; los corregimientos de Chiquimula y Quezaltenango, y
las intendencias de Ciudad Real de Chiapas, Comayagua y San
Salvador. La Diputación de Guatemala se instaló el 2 de setiembre
de 1813 y la de Nicaragua y Costa Rica el 21 de noviembre de ese
año 602.

Este nuevo sistema hacía que Comayagua perdiera su categoría de


provincia separada de Guatemala, que había tenido desde el
siglo
XVII. El caso de Tegucigalpa era paradójico, ya que en 1812
apenas estaba recuperando la condición de alcaldía mayor
separada de Comayagua, que había perdido en 1791, y ahora se
veía ante la perspectiva de perderla nuevamente. Por otra parte,
dada la escasa población de ambas circunscripciones, su
representación quedaba en franca minoría en la Diputación
Provincial, ya que los siete integrantes de esta, solamente uno
era elegido por las poblaciones hondureñas. En la primera
Diputación Provincial de Guatemala, el diputado de Honduras
fue el presbítero D. Bruno Medina 603. Este sacerdote propuso
en la corporación un plan para el desarrollo de la industria textil
en Comayagua, pero este propósito no llegó a materializarse 604.

En el sistema de la Constitución de 1812, la Audiencia


de Guatemala dejó de ser el poderoso órgano administrativo de
antaño y se convirtió en un tribunal con funciones
exclusivamente judiciales, con el nombre de Audiencia
Territorial, en lugar del viejo apelativo de Real Audiencia y
Chancillería.

Las Cortes emitieron en 1812 una ley reglamentaria de las


audiencias y juzgados de primera instancia. De conformidad
con esta nueva legislación, desapareció la figura de los oidores,
y las audiencias territoriales pasaron a estar constituida por un
regente, nueve ministros o magistrados y dos fiscales y a
dividirse en dos salas, una de segunda instancia y la otra de
tercera. El regente de

602 SAMAYOA GUEVARA, 1978, p. 85, nota 2.


603 RODRÍGUEZ, 1984, p. 160.
604 Ibid., p. 161.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 159


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

la audiencia se convirtió en el presidente titular y efectivo del


alto tribunal, sin injerencia ninguna del jefe político superior.
En cada partido debía haber un juez letrado (abogado) que
conociese en primera instancia en lo civil y en lo penal, pero
mientras no se le nombrase, los alcaldes ordinarios de las
poblaciones continuarían ejerciendo esa función.605.

Con la restauración absolutista de 1814 se suprimió el


régimen de los jefes políticos y las diputaciones provinciales.
Resucitó el reino de Guatemala, en la misma situación en que
existía antes de la monarquía constitucional, la Real Audiencia
de Guatemala fue restablecida en sus competencias
administrativas, y la intendencia de Comayagua y la alcaldía
mayor de Tegucigalpa recuperaron su condición de provincias
aparte.

El restablecimiento de la monarquía constitucional en


1820 extinguió definitivamente el reino de Guatemala, volvió a
dividir su territorio en las dos provincias erigidas en 1812 e
hizo renacer las respectivas diputaciones provinciales.
Naturalmente, la Audiencia de Guatemala volvió también a la
condición de mero órgano judicial, con jurisdicción sobre las
dos provincias existentes.

En la intendencia de Comayagua fue mal recibida la


disposición que mandaba celebrar elecciones para designar a
un representante en la Diputación Provincial de Guatemala. El
vecindario de la capital y las autoridades locales exigieron a los
electores de partido que en lugar de ello escogiesen ciudadanos
con el fin integrar una diputación provincial para Comayagua.
Ante la resistencia de los electores, y después de un acuerdo
con el Ayuntamiento de Comayagua, el intendente D. José
Tinoco de Contreras decidió que no se enviaría un diputado a
Guatemala, sino que él asumiría el título de jefe político
superior y ordenó a los electores que eligieran diputados. La
elección se efectuó el 6 de noviembre de 1820 606. Sin embargo,
el alcalde mayor y el Ayuntamiento de Tegucigalpa
consideraron que toda esa actuación había sido irregular; se
negaron a reconocer a la novísima Diputación y dispusieron dar
cuenta al jefe político superior y a

605 Decreto N° 201 de 9 de octubre de 1812.


606 DURÓN, 1978, pp. 140-141; RODRÍGUEZ, 1984, pp. 192-193.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

160 Jorge Francisco Saenz Carbonell


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

la Diputación Provincial de Guatemala 607. Como era previsible,


las autoridades de Guatemala desaprobaron enérgicamente estos
hechos, que violaban abiertamente las leyes, y amenazaron con
enviar una expedición militar. También insinuaron que la
capital de la intendencia podía ser trasladada a Tegucigalpa. A
fin de cuentas, la Diputación rebelde se disolvió a mediados
de 1821 y se efectuaron elecciones para designar al diputado
provincial que debía ir a Guatemala. La elección favoreció a D.
Justo de los Campos 608.

El triunfo guatemalteco fue efímero, ya que poco después


se tuvo noticia de que las Cortes, mediante una ley aprobada
por las Cortes en mayo de 1821, habían dispuesto que se
estableciera una diputación provincial en cada intendencia, lo
cual equivalía a segregar de la provincia de Guatemala los
territorios de Comayagua, Ciudad Real de Chiapas y San
Salvador. En agosto, el ayuntamiento de Ciudad Real de Chiapas
anunció la convocatoria a elecciones para la Diputación Provincial
chiapaneca 609 y el 1° de setiembre se instaló la Diputación
Provincial de Comayagua 610. Sin embargo, el 15 de setiembre,
cuando la Diputación Provincial de Guatemala aprobó la
separación de España, aún no se había instalado la de San
Salvador 611.

A pesar de la creación de estas nuevas provincias,


y de que cada una de ellas era independiente en lo político y
administrativo de las autoridades guatemaltecas, estas últimas
continuaron teniendo jurisdicción sobre ellas en tres aspectos:
el militar, debido a que el jefe político superior de Guatemala
conservó la condición de capitán general de todo el antiguo
reino; el hacendario, ya que ese mismo funcionario siguió
siendo superintendente general, con autoridad sobre los
intendentes, incluyendo al de Comayagua; y el judicial, porque
la Audiencia Territorial de Guatemala se mantuvo como único
tribunal existente con competencia en segunda y tercera
instancia.
607 DURÓN, 1978, p. 141.
608 RODRÍGUEZ, 1984, pp. 192-193.
609 V. BENJAMÍN, Thomas, Chiapas: Tierra rica, pueblo pobre. Historia política y
social, México, Editorial Grijalbo, S. A. de C. V., 1a. ed., 1989, p. 35; RODRÍGUEZ, Mario, El
experimento... , p. 193.
610 SAMAYOA GUEVARA, 1978, p. 85 nota 2.
611 Ibid.
Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

Jorge Francisco Saenz Carbonell 161


Historia del Derecho Hondureño: Libro primero

SECCIÓN IV.- LOS ÓRGANOS LOCALES: LOS


AYUNTAMIENTOS CONSTITUCIONALES.

Con el establecimiento de la monarquía constitucional en 1812, la vida


municipal cambió profundamente, ya que quedaron borradas las distinciones entre
poblaciones de españoles y de indígenas, y se dispuso que se pusiera
ayuntamiento en los pueblos que no lo tuviesen y en que conviniese que los
hubiera. Estos ayuntamientos, al contrario de los existentes en las poblaciones de
españoles en la época absolutista, eran de elección popular periódica, y tendrían
alcaldes constitucionales, regidores y procurador síndico. Cesaron en funciones
todos los regidores perpetuos y los cuerpos municipales existentes 612 y se eligieron
otros conforme a lo dispuesto en la Constitución. Una ley de las Cortes emitida en
1813 reguló pormenorizadamente las funciones de los ayuntamientos constitucionales.

Con la restauración absolutista de 1814 quedaron disueltos los


ayuntamientos constitucionales y resucitó el sistema anterior, que solamente daba
derecho de tener corporaciones municipales a las ciudades y villas de españoles y a
los pueblos indígenas. Sin embargo, en 1820, al ponerse en vigencia por segunda vez
la Constitución de Cádiz, volvieron también a la vida los ayuntamientos
constitucionales, que estaban funcionando en casi todas las poblaciones de
Honduras al proclamarse la separación de España en 1821 y tuvieron una
participación política muy activa en los acontecimientos políticos de esos años.

612 Decreto N° 179 de 10 de julio de 1812.

162 Jorge Francisco Saenz Carbonell

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