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Constitución Del Uruguay de 1918

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Constitución del Uruguay de 1918

La primera gestación constitucional del siglo XX se inscribe en una transición histórica


mayor, una coyuntura crítica fundacional, que resulta en la institucionalización de la
democracia pluralista uruguaya, merced a un proceso que arranca a fines del siglo XIX y se
consolida con la sanción de la Carta de 1918.El protagonismo predominante de los partidos,
en clave competitiva y en un relativo balance de fuerzas, que es una característica distintiva
de la política uruguaya desde los inicios de la nacionalidad, obra vigorosamente en esta
coyuntura crítica, en la que se juega la fundación de la democracia y las formas de
gobierno, pero se cruza también una disputa sobre el tipo de Estado, el modelo de
desarrollo y los cursos de la modernización cultural.
La Constitución de 1918 es una pieza fundacional de esa democracia pluralista, por su
composición normativa, ya que consagra reglas básicas de la civilización política nacional y
porque fue una constitución pactada, entre sectores del Partido Colorado y del Partido
Nacional, que remató una larga sucesión de conflictos y acuerdos relativamente inestables,
procesando, esta vez, un convenio constituyente formal y sólido, en procura de una “paz
permanente”.
La Constitución anterior del Uruguay, de 1830, había regido durante un largo tiempo, a
menudo nominalmente; en los hechos, el Uruguay del siglo XIX era un país signado por el
caudillismo y el militarismo. Ese ciclo se cierra con la Revolución de 1904, abriéndose a
continuación una década de intensa negociación a nivel político.
En 1912 la Asamblea General aprobó un mecanismo para agilizar la reforma de la
Constitución. Esta reforma fue precedida por una intensa campaña en defensa de diversos
principios, como por ejemplo, la implantación del Poder Ejecutivo colegiado, la
descentralización y la autonomía municipal y la laicización del Estado, separándolo de la
Iglesia católica. En virtud de su aplicación, el Estado pasó de denominarse Estado Oriental
del Uruguay a llamarse República Oriental del Uruguay y se dio derecho a voto a todos los
hombres mayores de 18 años que no fuesen soldados, siendo éste secreto.
El cambio fundamental de esta Constitución fue la organización bicéfala del Poder
Ejecutivo, que se estructuró en dos órganos: el Presidente de la República y el Consejo
Nacional de Administración.
El presidente era elegido directamente por el pueblo, duraba cuatro años en sus funciones.
Nombraba y destituía a los titulares de los Ministerios del Interior, Relaciones Exteriores y
Guerra, que estaban bajo su dependencia.
El Consejo Nacional de Administración se integraba con nueve miembros elegidos
directamente por el pueblo mediante el sistema de doble voto simultáneo por lista
incompleta, correspondiendo 2/3 a la lista más votada y 1/3 a la del partido que lo siguiera
en número de votos. Los Consejeros permanecían seis años en sus funciones,
renovándose por tercios cada dos años: dos de la lista más votada y uno de la que le
seguía en número de los votos. Al Consejo Nacional de Administración le correspondía lo
relativo a la Instrucción Pública, Obras Públicas, Trabajo, Industrias, Hacienda, Asistencia e
Higiene y preparaba el presupuesto general de la Nación. En lo político, fue un régimen de
coparticipación de mayoría y minoría en el gobierno.
El Poder Legislativo residía en la Asamblea General integrado por dos Cámaras. La Cámara
de Representantes estaba integrada por ciudadanos elegidos directamente por el pueblo,
quienes permanecían tres años en sus funciones. La Cámara de Senadores, cuyos
integrantes eran elegidos por voto indirecto, uno por cada departamento, permaneciendo
seis años en sus funciones y renovándose por tercios cada dos años.
Las Cámaras se encargaban de analizar y aprobar o rechazar proyectos de ley. Reunidas
en la Asamblea General designaban a los miembros de la Alta Corte de Justicia y resolvían
los conflictos de jurisdicción entre el Presidente de la República y el Consejo Nacional de
Administración.
El Poder Judicial estaba integrado por la Alta Corte de Justicia, los Tribunales de
Apelaciones y los Juzgados de Instancia. La Alta Corte de Justicia ejercía la
superintendencia directiva correccional, consultiva y económica sobre todos los Tribunales y
Juzgados de la Nación.
Esto fue el resultado de la transacción de las fuerzas políticas: el Batllismo y la oposición.
La coparticipación de los partidos en el gobierno tuvo como finalidad que se abandonara el
recurso a las armas para disputar el poder. Incluyó cambios importantes como el voto
secreto, la representación proporcional, la separación del Estado de la Iglesia Católica y la
abolición de la pena de muerte.
Esta organización conllevaba serios riesgos, ya que el Presidente tenía la fuerza pública a
su disposición y un desacuerdo grave con el Consejo Nacional de Administración podía
llevar al Presidente a usar esta organización en su favor. De hecho, fue lo que ocurrió el 31
de marzo de 1933, cuando Gabriel Terra dio un golpe de Estado.
Además de lo anteriormente mencionado, se le dieron importancia a los derechos
individuales y a otros aspectos. En lo que refiere a los derechos individuales, se
consagraron las garantías al sufragio: Inscripción obligatoria en el Registro Cívico Nacional.
Prohibición a los funcionarios policiales y militares de toda actividad política salvo el voto.
Voto secreto. Representación proporcional integral.
El sufragio pasó a ser obligatorio y universal para los hombres mayores de 18 años. En la
sección XII se remite conceptualmente al "hábeas corpus".
El Consejo Nacional de Administración y cada una de las Cámaras del poder legislativo se
renovaban parcialmente cada dos años y siempre de manera alternada. Como
consecuencia de la puesta en práctica de este sistema, Uruguay vivió un ambiente electoral
continuó durante 15 años: prácticamente siempre había elecciones y los resultados
parciales casi siempre eran "para castigar al actual estado de cosas". Era frecuente ver el
dominio de determinadas facciones en el Senado, con la oposición de otras facciones
rivales en Diputados.
Esta inestabilidad, sumada a las secuelas de la crisis económica de 1929, terminaron
derivando en el ya mencionado golpe de Estado y dictadura de Terra en 1933. Un año
después entraría en efecto la Constitución de 1934.
De todos modos, esta Constitución marcó un hito importantísimo, por varias razones. Tal
vez la más importante: la Constitución pasó a ser debidamente puesta en valor, tanto por el
sistema político como por la ciudadanía. Si se observa que a partir de 1918, hubo un total
de seis constituciones sucesivamente aprobadas y puestas en vigencia, también se puede
apreciar que el sistema político logró un sistema para acordar civilizadamente la evolución
de las instituciones uruguaya.

Bibliografía

● Gross Espiell, Héctor y Juan J. Arteaga (1992). Evolución Constitucional del Uruguay.
F.C.U. Montevideo.

● Méndez Vives, Enrique (1998). Historia Uruguaya. Tomo 5. Santillana. Montevideo.

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