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¿Que Son Los Valores Ciudadanos?

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1. ¿Que son los valores ciudadanos?

Los valores cívicos y ciudadanos son aquellos valores considerados positivos para el sano
desarrollo de una sociedad y que toda la ciudadanía debería conocer, preservar y poner en
práctica en su vida cotidiana. Existen numerosos tipos de valores, pero los cívicos
dependen de su desarrollo en una comunidad, es decir que deben ser transmitidos para que
no se pierdan y para mejorar un civismo en común. De no respetarse o cultivarse, las
consecuencias podrían derivar en un desorden social.
Los valores democráticos promueven nuestra convivencia como sociedad. Son
características y cualidades que dirigen a nuestra sociedad para lograr que el proceso
democrático se consolide y sea exitoso. Resulta indispensable fortalecer y fomentar el
amor, la admiración y el respeto por los principios y valores ciudadanos: el amor y respeto
por nuestra nación; el amor y respeto por aquellos que, como bien se dice, nos dieron
patria; el amor y respeto por nuestra propia identidad.
Desde una perspectiva individual, las personas deben ser conscientes de sus actos y
conductas. Los valores cívicos y ciudadanos se aprenden y practican inicialmente en el
hogar y la escuela.
Existen numerosos tipos de valores, pero los cívicos dependen de su desarrollo en una
comunidad, es decir, que deben ser transmitidos para que no se pierdan y para mejorar un
civismo en común. De no respetarse o cultivarse, las consecuencias podrían derivar en un
desorden social.
1.1 El respeto

El respeto (del latín respecto, ‘atención’ o ‘consideración’) es la consideración y valoración


especial ante alguien y algo, al que se le reconoce valor social o especial diferencia.
También es uno de los valores fundamentales que el ser humano debe tener siempre
presente a la hora de interactuar con personas de su entorno. Muchas formas de respeto se
basan en la relación de reciprocidad, respeto mutuo, reconocimiento mutuo, etc. Sin
embargo, en lo que se refiere al respeto de las personas hacia objetos, costumbres,
religiones, culturas, ideologías e instituciones sociales, se fundamentan en otras
consideraciones diferentes de la reciprocidad. [cita requerida]
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), entre otros
significados, el respeto está relacionado con la veneración o el acatamiento que se hace a
alguien por cortesía, e incluye miramiento, consideración y diferencia.
Tradicionalmente se considera que las muestras de respeto están relacionadas con
cuestiones morales y éticas, aunque en algunos casos tienen que ver con cuestiones legales
y culturales. El término respeto aparece en diversas disciplinas como la filosofía política y
otras ciencias sociales como la antropología, la sociología y la psicología. 1
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el reconocimiento
del mismo como entidad única, 2 que necesita y quiere comprender al otro. 3 Consiste en
saber valorar los intereses.
El respeto es de suma importancia en nuestra sociedad, el cual nos abre muchas puertas y
podríamos considerarlo como una herramienta.
1.2 La responsabilidad

Responsabilidad es dar cumplimiento a las obligaciones y ser cuidadoso al tomar decisiones


o al realizar algo. La responsabilidad es también el hecho de ser responsable de alguien o
de algo.
La cualidad de ser responsable significa cuidar de sí mismo y de los demás, en respuesta a
la confianza que las personas depositan entre nosotros. Cuando somos responsables,
estamos expresando el sentido de comunidad y de compromiso que asumimos con los
demás.
La responsabilidad es un valor y una práctica ética, ya que impacta en la vida familiar,
académica, laboral y ciudadana.
Una persona responsable cumple con sus deberes de manera oportuna y eficiente. Por
ejemplo, es responsable una persona puntual en su trabajo, que lleva a cabo las tareas y
objetivos asignados de la mejor manera posible.
También se dice que alguien es responsable cuando asume las consecuencias de sus
acciones. Por ejemplo, cuando una persona daña accidentalmente un objeto ajeno y se
dispone a repararlo o sustituirlo por uno nuevo.
En derecho, la responsabilidad es la obligación legal de responder por los daños que una
acción genera a los demás, siempre en los términos establecidos en la ley para cada caso.
La responsabilidad abarca muchos aspectos de la vida, por eso se habla de diversos tipos de
responsabilidad, como la responsabilidad civil, social, fiscal, solidaria y limitada, entre
otros.
1.3 La Honestidad

La honestidad, hablar y actuar con sinceridad, es más que no mentir, engañar, robar o hacer
trampas. Implica mostrar respeto hacia los demás y tener integridad y conciencia de sí
mismo. La honestidad es la base de la confianza y la clave de las relaciones sociales; nos da
esperanza, confianza, compasión y mejora la toma de decisiones.
La honestidad es esencial para el progreso social y el desarrollo en todo el mundo. La
verdad sienta las bases del progreso, mientras que la deshonestidad contribuye a crear
mayores conflictos.
Según un punto de vista más filosófico, la honestidad consistiría en actuar y hablar
conforme a lo que se siente o se piensa, y no a lo que resulta más conveniente hacer o decir
a los demás.
Se trata, entonces, de una forma de coherencia entre pensamiento y acción, pero también
entre el individuo y las normas que son consideradas correctas por la comunidad en que se
desenvuelve.
Una persona honesta siempre apoyará la verdad, justicia y amabilidad; actuará en dirección
a ellas. Desde su vida privada hasta la pública, ya que una persona honesta actúa con
rectitud aunque nadie esté viendo. Ahí se encuentra su valor: es un acto que no busca
gloria, ni aplausos de los demás, sino que anhela el bien de la comunidad.
Nuestra casa es el hogar de la honestidad, es donde nace, crece y se esparce. Si desde el
espacio que nos toca no solo practicamos la honestidad, sino que la vivimos y la
contagiamos a los demás, crearemos una familia honesta. Al vivir bajo el valor de la
honestidad nuestros hijos replicarán nuestras actitudes: los niños aprenden con el ejemplo.
1.3 La Solidaridad
1.4
La solidaridad es un valor que se caracteriza por la colaboración mutua entre los
individuos, lo que permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras,
pestes, enfermedades, entre otros.
La solidaridad puede venir de cualquiera y también aplicarse a cualquier persona,
incluyendo nuestros familiares, amigos, vecinos, e incluso desconocidos, como niños,
adolescentes o adultos en situación de vulnerabilidad y de escasos recursos.
La solidaridad es una virtud porque a través de ella nos mostramos unidos a otras personas,
compartiendo sus intereses, inquietudes y necesidades, sin necesariamente tener un lazo
afectivo que los una.
Ser solidario implica sentir compasión por la otra persona, sin distinguir sus.
diferentes características como la personalidad, el sexo, la religión, la raza u otro.
Se trata simplemente de ayudar a otro por reconocer su condición humana.
La palabra solidaridad es de origen latín “solidus” que significa “solidario”. Cuando dos o
más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, se habla
de solidaridad. La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental,
es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas.
En este sentido, se puede citar como ejemplo a La Cruz Roja como símbolo de solidaridad,
ya que es una organización imparcial con una misión humanitaria basada en el principio de
solidaridad que consiste en proteger la vida y dignidad de las víctimas de guerra y de
violencia, así como prestarle asistencia.
1.5 La Autodeterminación

Se refiere a la capacidad de un individuo, pueblo o nación, para decidir por sí mismo en los
temas que le conciernen.
La palabra autodeterminación se forma a partir de auto-, que significa ‘propio’, y
determinación, que alude a la acción y efecto de decidir.
Es usado en política para referirse a la capacidad de los ciudadanos para tomar las
decisiones referentes a su futuro político.
La autodeterminación de los pueblos, también conocida como derecho de libre
determinación de los pueblos, es la potestad que cada pueblo tiene de decidir, elegir y
determinar ordenación jurídica, organización política y forma de gobierno, así como de
perseguir su desarrollo tanto a nivel económico como tecnológico y social.
En el área de psicología, la autodeterminación personal se refiere a la capacidad que tiene
una persona para decidir por sí misma aquello que le concierne.
Según la autodeterminación personal, cada quien tiene el poder de tomar las decisiones y
determinar el propósito de su vida de acuerdo con su voluntad.
La autodeterminación en un individuo implica no solo un sentido de la libertad propia, sino
de la responsabilidad ante las decisiones que toma y que le ayudan a crecer como persona.
Dependiendo del punto de vista, la autodeterminación personal se puede considerar un
rasgo propio de cada individuo, que se manifiesta en diferentes grados, desde muy bajo
rozando la nulidad hasta muy alto, en aquellos individuos que parecen no detenerse ante
ningún obstáculo.
2. ¿Qué es ser ciudadano?

De forma general y técnica, por ciudadano entendemos toda aquella persona que tiene con
el estado un vínculo jurídico, político y anímico, es decir, quien es miembro activo de un
estado.
Ser ciudadano te da un poder maravilloso y que pocas personas saben aprovechar, ese
poder es aquella facultad de poder realizar actividades con plena autonomía, tomando
decisiones responsables en el contexto social en el cual te encuentres. Así mismo es tener
aquella capacidad para asumir obligaciones frente a la sociedad en diversos ámbitos, uno de
ellos y muy importante es el político, dándote el privilegio de esta forma de ser parte de un
núcleo social en el cual tú tienes participación.
Ciudadano es aquel o aquello perteneciente o relativo a la ciudad. Una ciudad, por otra
parte, es el área urbana que cuenta con una elevada densidad poblacional y cuyos habitantes
(los ciudadanos) no suelen dedicarse a la actividad agrícola. El ciudadano, por lo tanto, es
quien vive en una ciudad. Por lo general trabaja en la industria o en el sector de servicios,
en contraposición al campesino, que vive en el campo y se dedica a las tareas rurales.
Ciudadano como sujeto de derechos políticos
El término en la actualidad es utilizado para nombrar al individuo como sujeto de derechos
políticos. Esto quiere decir que el ciudadano interviene en la vida política de su comunidad
al ejercer dichos derechos. La ciudadanía también implica una serie de deberes y
obligaciones.
En la antigüedad, la ciudad era la unidad política más importante. Por eso hoy, con el
Estado como unidad política principal, se sigue nombrando a los sujetos de derechos
políticos como ciudadanos.
2.1 Identidad y pertenencia comunitaria
Este uso del concepto trasciende, en definitiva, el hecho de vivir en una ciudad. Una
persona que vive en una población rural será ciudadana en tanto cuente con derechos
políticos. En el sentido inverso, un habitante de una zona urbana con dichos derechos
vulnerados no puede considerarse como un ciudadano pleno.
La noción de ser ciudadano contribuye al desarrollo de la identidad y al sentido de
pertenencia a una comunidad. La persona debe ejercer su ciudadanía con responsabilidad,
exigiendo respeto por sus derechos y, a la vez, cumpliendo con sus obligaciones. De este
modo se construye una sociedad democrática y más justa.

2.2 El buen ciudadano


Un buen punto de partida para construir una comunidad basada en los principios de respeto
y solidaridad es el esfuerzo individual a pesar de las consecuencias inmediatas, la
perseverancia en el ejercicio del bien con la esperanza de contagiar al propio entorno y
potenciar esa fuerza renovadora que tantas veces ha probado ser nuestro recurso más
valioso.
A grandes rasgos, existe una serie de puntos fundamentales que hace de una persona un
ciudadano ejemplar, una unidad sana que trabaja en los del progreso de todos, y estos
pueden servir a modo de autoevaluación para asegurarse a cada paso de estar respetando y
haciendo respetar los derechos que otorga una ciudadanía:
* Promover el cuidado del medio ambiente;
* Mantener una línea coherente de acción, tratando a los demás del mismo modo que
esperamos que nos traten;
* No actuar fuera de los límites de la Ley;
* Proponer tantos cambios como consideremos necesarios para mejorar la calidad de vida
en la ciudad, siempre con una actitud constructiva;
* Evitar la violencia siempre que sea posible, anteponiendo el diálogo como medio de
resolución de conflictos;
* Respetar los derechos de los demás seres vivos;
* Ser partícipe de la vida en la ciudad, de su historia y de sus decisiones, disfrutando de sus
buenas épocas y ayudando a reconstruirla durante sus crisis más duras;
2.2.1 Documentación de la ciudadanía
Cabe mencionar que ser ciudadano no implica ser oriundo de un lugar, sino que responde a
dos factores fundamentales: la documentación y la identidad. Ante la Ley, una persona
debe reunir una serie de requisitos para ser considerada ciudadana, entre los que se
encuentra la descendencia directa o indirecta de otro ciudadano, con diferentes limitaciones
en cada país. Pero existe asimismo un sentimiento en cada uno que representa su lazo con
un territorio, y esto excede la situación legal.
Sin embargo, los puntos recién expuestos deberían ser entendidos como la base de la buena
convivencia con el resto de los seres vivos, independientemente de su procedencia y de la
nuestra, considerando que todos somos ciudadanos del mundo y que solo nos corresponde
un espacio minúsculo en él.
El concepto de ciudadano hace alusión a quien ejerce su ciudadanía, condición que
caracteriza a la antedicha categoría cívica y que puede definirse como una serie de
reconocimientos expresados en derechos y obligaciones, tanto individuales como sociales.
En el ámbito cotidiano usamos la palabra ciudadano para hacer referencia a las personas
que viven en una ciudad. Esta superposición de ideas surge en el concepto histórico del
término, que aludía a los habitantes de la denominada ciudad-estado.
En el caso de la Antigua Grecia, la definición no los incluía a todos, puesto que se limitaba
a los hombres libres que habían nacido en la ciudad. Las mujeres, los esclavos y los
extranjeros, por lo tanto, estaban fuera de esa categoría. De este modo se reproducía una
aristocracia (“gobierno de los mejores”), y la ciudadanía a eso se limitaba.
En el caso del Imperio Romano, existían distintos grados de ciudadanía con privilegios,
siendo algo más inclusiva que la griega. Sin embargo, tal vez el momento cumbre en esta
evolución fue la Revolución Francesa de 1789, en la que las ideas de libertad, igualdad y
fraternidad incluían a todos los hombres nacidos en el país, sin importar su condición social
(excepto los criminales). La ‘Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano’,
algunos años después, significó la consolidación de esta ampliación del término.
La cuestión de la ciudadanía de las mujeres y su igualdad con los hombres llegaría mucho
tiempo después, y sería mucho más variable según cada país, con ampliaciones como el
derecho a voto, o la igualdad en las condiciones de trabajo. Sin embargo, cabe destacar que
aun hoy en día en ciertos países no se les reconocen los derechos fundamentales de la
ciudadanía a las mujeres.
En suma, el concepto de ciudadano fue modificándose a lo largo del tiempo: pasó de aludir
a la pertenencia a una clase social o una relevancia dentro de una comunidad al solo hecho
de haber nacido dentro del territorio de un país.
En términos jurídicos se habla a menudo de ciudadanos que pertenecen a una nación
específica. Se trata de un vínculo que crea capacidades y obligaciones, y que según la
legislación de cada país varía. En algunos casos se admite la ciudadanía para los hijos de
ciudadanos, aun sin que hubieran nacido en el país. De ese modo, hay muchas personas en
el mundo que tienen dobles ciudadanías, las que les otorgan las mismas condiciones que los
nacidos en el lugar (ciudadanos nativos).
3. ¿Qué es Ciudadanía?
Las tradiciones y enfoques sobre ciudadanía varían a lo largo de la historia y a lo largo del
mundo de acuerdo a los diferentes países, a la historia, a las sociedades, a las culturas y a
las ideologías, lo que se traduce en muchas diferentes interpretaciones del concepto de
ciudadanía.
El origen de la ciudadanía se remonta a la Antigua Grecia, en el que “los ciudadanos” eran
aquellos que tenían derecho a participar en los asuntos del estado. Sin embargo, de ninguna
manera eran todos ciudadanos: los esclavos, los campesinos, las mujeres o los extranjeros
residentes eran simples súbditos. Para aquellos que tenían la condición privilegiada de
ciudadano, la idea de “virtud cívica” o ser un “buen” ciudadano era una parte importante
del concepto, puesto que la participación no se consideraba solo un derecho, sino también,
y ante todo, un deber. Un ciudadano que no cumplía con sus responsabilidades era
considerado socialmente perjudicial.
Esta idea de ciudadanía tiene hoy su reflejo en la mayoría de los significados más comunes
del término, que se refieren a la relación jurídica entre el individuo y el estado. La mayoría
de las personas en el mundo son ciudadanos legales de uno u otro estado-nación, y ello les
da derecho a ciertos privilegios o derechos. Ser un ciudadano también impone ciertas
obligaciones en términos de lo que el estado espera de las personas sometidas a su
jurisdicción. Por lo tanto, los ciudadanos cumplen ciertas obligaciones con su estado y a
cambio pueden esperar la protección de sus intereses vitales.
Sin embargo, el concepto de ciudadanía tiene muchas más capas de significado que la de
ciudadanía legal. Hoy en día “ciudadanía” es mucho más que una construcción jurídica y se
refiere, entre otras cosas, a la sensación personal de pertenencia, por ejemplo, al sentido de
pertenencia a una comunidad que puedas moldear e influir directamente.
Una comunidad puede definirse a través de una variedad de elementos, por ejemplo, a
través de un código moral compartido, de un conjunto idéntico de derechos y obligaciones,
de la lealtad a una civilización común, o a través de un sentido de identidad. Desde el punto
de vista geográfico, el término “comunidad” generalmente se define a dos niveles
principales, diferenciando entre la comunidad local, en la que vive la persona, y el estado,
al que pertenece la persona.
En la relación entre el individuo y la sociedad se pueden distinguir cuatro dimensiones que
se corresponden con los cuatro subsistemas que uno puede reconocer en una sociedad, y
que son esenciales para su existencia: la dimensión política/jurídica, la dimensión social, la
dimensión cultural y la dimensión económica.
La dimensión política de la ciudadanía se refiere a los derechos políticos y
responsabilidades con respecto a su sistema político. El desarrollo de esta dimensión viene
a través del conocimiento del sistema político y la promoción de actitudes democráticas y
participativas.
La dimensión social de la ciudadanía tiene que ver con el comportamiento de los individuos
en una sociedad y exige cierto grado de lealtad y solidaridad. Las habilidades sociales y el
conocimiento de las relaciones sociales de la sociedad son necesarias para el desarrollo de
esta dimensión.
La dimensión cultural de la ciudadanía se refiere a la conciencia de un patrimonio cultural
común. Esta dimensión se desarrolla a través del conocimiento del patrimonio cultural, de
la historia y de las habilidades básicas (competencia lingüística, lectura y escritura).
La dimensión económica de la ciudadanía se refiere a la relación del individuo con la mano
de obra y el mercado de consumo. Supone el derecho al trabajo y a un nivel mínimo de
subsistencia. Los conocimientos económicos (para el trabajo y otras actividades
económicas) y la formación profesional desempeñan un papel clave para que se desarrolle
esta dimensión.

Cuando somos parte de una comunidad, podemos influir, participar en su desarrollo y


contribuir a su bienestar. Por lo tanto, la ciudadanía se entiende como una práctica, la de
desempeñar un papel activo en nuestra sociedad. Esa participación podría ser dentro de
nuestro barrio, en un grupo social formal o informal, en nuestro país, o en todo el mundo.
El concepto de ciudadanía activa implica trabajar hacia el desarrollo de la comunidad a
través de la participación para mejorar la calidad de vida de todos los miembros de la
comunidad. Ciudadanía democrática es un concepto que hace hincapié en la creencia de
que la ciudadanía debe basarse en principios y valores democráticos como el pluralismo, el
respeto de la dignidad humana y el imperio de la ley.

3.1 Ciudadanía, participación y derechos humanos

El artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a


una nacionalidad, el derecho a cambiarla, y el derecho a no ser privado de ella. El derecho a
la nacionalidad está confirmado en muchos otros instrumentos internacionales, incluidos el
Convenio Europeo sobre la Nacionalidad del Consejo de Europa (1997). En el contexto de
las normas internacionales, “nacionalidad” y “ciudadanía” se usan generalmente como
sinónimos. Esto también es aplicable a la Convención como subraya en su Informe
explicativo4: nacionalidad “… se refiere a una determinada relación jurídica entre una
persona y un estado que es reconocida por el Estado. …En lo que respecta a los efectos de
la Convención, los términos “nacionalidad” y “ciudadanía” son sinónimos”.
El derecho a la nacionalidad es muy importante debido a las consecuencias en la vida
cotidiana de las personas de cada país. Ser un ciudadano reconocido en un país tiene
muchos beneficios jurídicos, que pueden incluir entre otros, dependiendo del país, el
derecho al voto, a ocupar cargos públicos, a la seguridad social, a los servicios de salud, a
la educación pública, a la residencia permanente, a la propiedad de la tierra, o a participar
en el empleo.

A pesar de que cada país puede determinar para sus nacionales y ciudadanos, los derechos y
obligaciones que tienen, los instrumentos internacionales de derechos humanos plantean
algunas limitaciones sobre la soberanía del estado con la ciudadanía. En concreto, el
principio universal de los derechos humanos de la no discriminación y el principio de no
tener ciudadanía deben evitar limitar la discrecionalidad del Estado en cuanto a la
ciudadanía.
La participación en la vida política y cultural es un derecho humano fundamental
reconocido en una serie de tratados internacionales de derechos humanos, empezando por
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece el derecho a participar
en el gobierno y las elecciones libres, el derecho a participar en la vida cultural de la
comunidad, el derecho a la libertad de reunión y asociación pacífica y el derecho a afiliarse
a los sindicatos. Participación es también un principio básico de los derechos humanos y es
también una condición para la ciudadanía democrática de todas las personas.
Participación es uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del
Niño. Este tratado dice que los menores de edad (todas las personas menores de dieciocho
años) tienen el derecho a hacer oír su voz cuando los adultos están tomando decisiones que
les afectan, y a que sus opiniones se tengan debidamente en cuenta, en función de la edad y
la madurez del niño. Además tienen el derecho a expresarse libremente y a recibir y
compartir información. La Convención reconoce la capacidad de los niños de influir en la
toma de decisiones relevantes para cada uno de ellos, de compartir sus opiniones y, por lo
tanto, de participar como ciudadanos y actores del cambio.

4. ¿Qué es un Proyecto de Nación?


Un proyecto de nación es un plan que refleja una visión de futuro, que implica la mejora de
una colectividad unida por el concepto de nación, en uno más ámbito de acción ciudadana,
y que generalmente se establece a 20 años plazo. es un conjunto de esfuerzos en los cuales
deben estar involucrados el gobierno y la sociedad civil, “que pactarán las mejores medidas
para ayudar a que su colectividad evolucione” (página 87 del manual.), todos los ámbitos y
valores de acción ciudadana»
Por lo tanto, un proyecto de nación es una idea detallada de cómo deberá ser un cierto país
en el futuro, a lo que se añaden las formas de poder hacerlo realidad. Nada muy original y
de lo que puede existir versiones innumerables.
De lo anterior es posible conocer mejor el significado de proyecto de nación determinando
los elementos que lo conforman.

4.1 Nivel nacional


Todo proyecto de ese tipo tiene un alcance total al país al que se refiera. Sus propuestas y
detalles son de aplicación nacional, en todas partes, en todo el país.
Este tipo de proyectos dominan a todo otro plan regional, provincial, o estatal que pueda
existir. Por tanto, el carácter general del proyecto nacional es centralista más que federal o
regional.
La escala de una propuesta de este tipo, por tanto, es colosal. Afecta la vida de todo
habitante del país, decenas y centenas de millones de personas vivirán las consecuencias
buenas y malas de cualquier plan de estos que quiera implantarse.

4.2 Definición de objetivos


En su significado está implícita la idea de que un proyecto de nación contiene un elemento
que establece los objetivos últimos y grandes metas que pretenden lograrse por medio de su
implantación.
Son elementos como crecimiento económico, tasas de empleo, bienestar, prosperidad,
sustentabilidad y similares, a veces con expresiones numéricas (como crecimiento del PIB
de 4%), en incluso con la medición de felicidad.

4.3 Determinación de medios


Esta otra parte del proyecto de nación completa su significado al contener un detalle
razonable de las medidas propuestas para llegar a los objetivos definidos antes. Es la parte
que realmente debe estudiarse del documento que lo contenga.
Lo que plantea la idea de cómo evaluar propuestas y políticas de gobierno y significa ir
mucho más allá de sus objetivos e intenciones. Deben examinarse las posibilidades reales
de las medidas propuestas y, muy especialmente, sus costos de oportunidad y efectos no
intencionales. Se trata de evaluar propuestas y políticas propuestas en el plan.

4.4 Utilización de consenso


Este otro elemento del concepto indica que él tiene un fuerte contenido consensuado, es
decir, de acuerdos logrados entre las personas que han participado en su elaboración. Este
es un elemento de dialogo democrático que confiere al proyecto una cierta validez.
En otras palabras, se persigue que el proyecto de nación evite connotaciones de imposición
por la fuerza gracias a ser algo acordado por muchos. Cuántos, quiénes y en dónde, no son
aspectos que tengan la especificidad necesaria.

4.5 Contagio ideológico


Ya que todo proyecto de nación, en su significado y características, es la propuesta de un
régimen político, económico y social que abarca a todo el país, es inevitable que contenga
buenas dosis de creencias y principios, en los que entra la ideología personal de quienes lo
elaboran.
Este proyecto puede contender elementos liberales, socialistas, conservadores, o
progresistas, dependiendo de cuáles ideas tengan mayor influencia en su elaboración.
Más, otro elemento considerable, el del riesgo de contener propuestas de medidas
irrealizables y fines irreales. Es decir, hacer sufrido el contagio de ambiciones románticas y
utópicas.

4.6 Nivel de detalle del proyecto de nación


Este aspecto de la propuesta es, tal vez, su segundo elemento más importante después de la
determinación de los medios para implantarlo. Se trata del alcance que tenga y del detalle
que proponga.
A más alcance y a más detalle, más ampliación de poderes y facultades dará al gobierno y,
por tanto, más probabilidad de llegar a niveles altos de autoritarismo e incluso de un
gobierno totalitario.
Un proyecto de nación general y de principios, por tanto, no conviene que sea demasiado
detallado y puede tener una manifestación razonable en una Constitución breve y sucinta.
Por el contrario, un proyecto de nación muy inconveniente será ese que incluso pretenda
modificar a la naturaleza humana para lo que solicite poderes ilimitados a los gobernantes.
Más aún, conforme aumente el alcance y el detalle de la nación descrita en el proyecto, más
dificultades se tendrán para obtener un consenso suficiente que legitime su implantación. Y
más oportunidad habrá de que se convierta en la imposición de la minoría en el poder.
¿Existe un proyecto de nación aceptable?
¿Cuál debe ser ese arreglo social de un país? Esta es la real pregunta que debe hacerse y su
respuesta tiene una condición irrenunciable.
Si todas las personas son iguales en sus libertades, derechos y obligaciones, de allí se
concluye que nadie tiene la facultad de imponer un proyecto de nación en los demás. Es
decir, el significado acostumbrado de proyecto de nación se derrumba totalmente.
Y solamente puede sobrevivir una idea en extremo ingeniosa: el único proyecto de nación
aceptable es aquel en el que cada una de las personas que habiten el país pueda realizar su
propio proyecto personal de vida.
En otras palabras. el mejor proyecto posible de nación es aquel en el que las personas
posean libertad, usen su razón y sigan reglas que están diseñadas para que sus proyectos
individuales tengan potencial de realización. Un régimen imperfecto, pero posible, que no
puede mejorarse.

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