Diaogo
Diaogo
Diaogo
SAÚL. ¡Vamos muchachos, firmes! Hoy vamos a vencer a los filisteos. Como ya saben,
Jehová nos dará la victoria. ¡No tengan temor! A ver tú, soldado, muéstrame tu mejor
arma...
SOLDADO 1. (Cantando.) Jehová es mi Guerrero ¡jo, jo, jo! Jehová es mi Guerrero ¡jo,
jo, jo! Y con mi alabanza pelearé, pues no es mi guerra sino la de Dios. Danza y pandero
yo daré, pues no es mi guerra sino la de Dios, y con alta voz yo gritaré: “Jehová es mi
guerrero!
NARRADOR. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado y el valle entre ellos…
GENERAL FILISTEO. ¡Filisteos! ¡Estén listos! Hoy vamos a vencer a nuestros enemigos en
el nombre de los dioses…
FILISTEO 1. Sí, ¡hoy venceremos a los Israelitas en el nombre del dios Oruga!
(Los filisteos comienzan a cantar: “A la bin, a la ban, a la bin bon ban, Goliat, Goliat, ra
r ra”.)
(Cuando Goliat habla los israelitas tienen gran temor, y se ponen uno al frente de otro
para evitar ser el primero en la fila.)
SAÚL. (Se quita la corona y se la ofrece a un soldado.) Tú serás el nuevo rey mientras
dure la guerra.
SOLDADO 2. No, no la quiero, mi rey. Ésta es suya, tal vez despuecito de la guerra, con
mucho gusto. (Le devuelve la corona colocándosela en la cabeza.)
NARRADOR. Pero había un joven llamado David que era pastor de ovejas…
(La oveja entra caminando por el pasillo, imitando a una ovejita, hasta llegar a la
primera fila. Luego David la alcanza y la lleva hacia fuera.)
NARRADOR. He allí David, el menor los ocho hijos de Isaí, el cual no había ido a la guerra
por su corta edad. Pero este muchacho se convertiría en el instrumento usado por Dios
para darle libertad a su pueblo.
Uno de tantos días David fue enviado por su padre a dejar provisiones a sus hermanos y
al llegar al campo de batalla sucedió lo inesperado por David…
HERMANO 1. ¿Qué haces aquí, pastorcillo? Deberías de estar cuidando las ovejas…
HERMANO 2. Sí, ¿qué haces aquí? El lobo se llevará las ovejas y mi padre te castigará…
NARRADOR. De repente se oyó nuevamente aquella voz espantosa que los soldados
Israelitas conocían muy bien…
GOLIAT. (Sale con su escudero.) ¡Ja, ja, ja! Enviadme al hombre que peleará conmigo. Si
me venciere, todos nosotros seremos sus siervos pero si yo venzo… ¡Ustedes nos servirán!
¡Ja, ja, ja!
(Cuando Goliat habla los israelitas tienen gran temor, y se ponen uno al frente de otro
para evitar ser el primero en la fila.)
SOLDADO 3. (A David.) ¿Viste a este hombre que ha salido? El que lo venza el rey le dará
grandes riquezas y a su hija.
DAVID. ¿Quién es este cabezón? ¿Quién es este filisteo para que provoque a los
escuadrones del Dios viviente?
HERMANO 1. David, es hora de que te vayas a casa a cuidar a nuestro padre y a las
ovejas; ya no hables más.
DAVID. (A otros soldados.) Varones, no tengan temor de este gigantón porque Jehová
está con nosotros. (Dirigiéndose a Saúl.) No desmaye el corazón de ninguno a causa de
ese cabezón, tu siervo irá y peleará contra este filisteo.
DAVID. Yo soy pastor de ovejas pero he vencido leones y osos cuando han querido tomar
alguno de mis corderos. De igual modo mataré a este filisteo que ha provocado al
ejército del Dios viviente.
NARRADOR. Y Saúl vistió a David y puso sobre su cabeza un casco de bronce y le armó de
coraza y ciñó David su espada sobre sus vestidos y probó a caminar porque nunca había
hecho la prueba.
DAVID. (Después de intentar caminar.) Yo no puedo andar con esto porque nunca lo he
hecho. (Se quita la armadura.)
GOLIAT. ¿Acaso soy yo un chucho para que vengas con palos y piedras? Ven a mí y daré
tu carne a los zopes del cielo, y a las bestias del campo.
DAVID. ¡Tú vienes a mí con espada lanza y jabalina mas yo vengo a ti en el nombre de
Jehová de los ejércitos quien hoy te entregará en mis manos y hoy te venceré, y te
cortaré esa cabezota que tienes! Porque de Jehová es la batalla.
NARRADOR. Y aconteció que cuando el filisteo fue al encuentro de David, David se dio
prisa y corrió a la línea de batalla y metió David su mano en la bolsa, tomó una piedra y
la colocó en su onda y lanzándola hirió al filisteo en la frente y cayó sobre su rostro y así
venció David al filisteo y lo mató David sin tener espada en su mano. Y entonces corrió
David y se puso sobre el Gigante y tomando la espada de él lo acabó de matar y le cortó
la cabeza. Cuando los filisteos vieron a su paladín muerto huyeron, y los Israelitas fueron
tras de ellos para perseguirlos y exterminarlos.