Blanco 2002
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Tema: Industria, Ciudadanía, Estado y Nación en Argentina (1930 — 1976)
Coordinadores: Prof. Maria Cristina Lucchini. Prof. Ana Teresa Pfeiffer
E l a p o r t e d e l r e v is io n is m o h is t ó r ic o a r g e n t in o a l d e b a t e e n t o r n o a l a v in c u l a c ió n e n t r e
DESARROLLO INDUSTRIAL Y CONSOLIDACIÓN DE LA NACIONALIDAD - UNA APROXIMACIÓN.__________
INTRODUCCIÓN
El objetivo es hacer un aporte desde la Historia Intelectual, y más específicamente, desde la
Historia de la Historiografía, al debate en torno a la relación entre desarrollo industrial y Estado
Nacional.
El revisionismo histórico argentino, tuvo un papel peculiar, en ese sentido. No es habitual que
un movimiento intelectual tenga un efecto directo sobre el público, lo normal es que las ideas
sistemáticas, pasen por intermediaciones y tiempos, antes de llegar a repercutir socialmente,
y muchas veces, en ese tránsito, se olvidan o desdibujan las fuentes.
El revisionismo histórico argentino (entendiendo como tal, al que se manifestó nacionalista,
latinoamericanista, y antiimperialista), tuvo un efecto político casi directo, especialmente entre
fines de los 50' y comienzos de los 70’.
¿Por qué? Los intelectuales - resignados u orgullosos, -de su papel olímpico, se lo han
preguntado muchas veces.
En esta ponencia intentaremos algunas explicaciones que, adelantamos, no agotan el tema y
que además, están orientadas a la idea de industrialismo, como principal en el imaginario de una
sociedad moderna, que aspira al desarrollo económico y a la integración social.
ETAPAS HISTORIOGRÁFICAS
Consideramos como tal, a los efectos de este trabajo, a las que se sucediron en nuestro p,ís,
a partir de la Independencia.Una clasificación posible es la siguiente: proponer diversos tipos
de historiografía, de historiadores y de problemáticas.
La primera está compuesta por personalidades que generalmente fueron actores de la gesta
emancipadora, cronistas, memorialistas e historiadores autodidactas, creadora de una
historiografía descriptiva de hechos políticos y militares, más preocupada por la biografía de los
protagonistas de la guerra y de la organización de los Estados
Nacionales que por los problemas de las nuevas sociedades. Este tipo de historiografía es
preponderante hasta mediados del siglo XIX
El segundo grupo aparece ligado a las academias de historia u o otros institutos que se fueron
fundando en la segunda mitad del siglo XIX. Lo configuran escritores, periodistas, educadores,
muchas -figuras de las clases dirigentes -, y con frecuencia descendientes de los lideres de la
independencia. Algunos produjeron obras de valor documental y analítico. Tai el caso de
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Bartolomé Mitre y de Vicente Fidel López en la Argentina; de Diego Barros Arana y Benjamín
Vicuña Mackenna en Chile; o de Capristano de Abreu en Brasil.
Este grupo no careció de formación científica ni de preocupación por los problemas teóricos y
metodológicos de la historia. Positivistas en su mayoría, usaron los fenómenos geográficos y
los factores raciales en la explicación de los hechos históricos.
El tercer grupo surge a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. Su lugar de
origen está en las universidades, en sus cátedras, departamentos e institutos de historia. Sus
más conspicuos representantes provienen de campos como el derecho, la economía o la
sociología. Sus contribuciones a la historia han sido considerables tanto en el campo del método
de investigación como en el análisis y documentación de los temas estudiados. Con ellos la
historiografía argentina supera la preocupación casi exclusiva por los problemas políticos y
militares, la historia de los acontecimientos, y la biografía de proceres y estadistas, para entrar
en los campos de la economía, la cultura, las instituciones y las formas de organización social.
Podrían incluirse aquí nombres como los de Juan Agustín García, Emilio Ravignani, Juan
Alvarez, Ernesto Quesada en la Argentina; Alfonso Celso, Oliveira Viana, Jackson de Figueredo
en el Brasil; Domingo Amunátegui Solar, Jaime Eyzaguirre o Domingo Encina en Chile.
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El R evisionism o H istórico Argentino.
En el plano de la cultura hay dos cuestiones claves que a veces se entrecruzan, pero que son
tratadas de maneras diversas por cada uno de los grupos generacionales a los que hicimos
alusión. Una es la del hispanismo. La ruptura con la metrópoli y el abandono de las viejas
lealtades exigía para los americanos una explicación y una justificación entre sí mismos y ante
la opinión mundial.
Ante esta tarea, desde los orígenes de la historia republicana oficial se produjeron dos corrientes
de pensamiento bien delimitadas. De un lado la integrada por los historiadores de formación
"ilustrada", positivista y liberal; del otro la de los de tendencia "tradicionalista", católica y
conservadora. Para los primeros, no sólo fue necesaria y justificada la Independencia; se
requería también una ruptura con la tradición de la cultura española y todos los valores que ella
significaba. Los segundos aceptaban a su vez la independencia, pero no la ruptura con las
tradiciones hispánicas, cuyos valores consideraban como la sustancia de la nacionalidad.
Hacia fines del siglo XIX el debate tiene un giro. España ya ha sido olvidada como potencia
colonial, y se comienza a discutir la hegemonía anglosajona, especialmente a partir de la guerra
de Cuba. Entonces comienza a perfilarse un nuevo hispanismo, no ya reaccionario, en la
búsqueda de una identidad común latinoamericana.
A esto se le suma la reivindicación de las raíces precolombinas. Quizás la revolución mexicana
haya tenido en este sentido un papel precursor. Pero hay que considerar otros factores: la
eliminación del indígena como elemento subversivo del orden preconizado por la civilización
blanca, y los nuevos problemas que en algunos países de la región - la Argentina en especial -
provoca la ola inmigratoria.
Aquí es donde se mezclan las posiciones y encontraremos solidaridades entre hispanistas y
antihispanistas construidas al calor de una común convicción en la superioridad de los blancos
sobre los aborígenes o los afroamericanos. Por otro lado, aunque menos numerosos, también
habrá intelectuales separados por cuestiones ideológicas, que sin embargo coincidirán en
rescatar el pasado indígena para sus respectivos bandos. Estos son los que comienxan a pensar
en una identidad latinoamericana.
La'otra cuestión central, la política, aparecerá, en la época, monopolizada por la dicotomía
Democracia - Caudillismo.
Las vicisitudes de las reformas republicanas de gobierno y la inestabilidad política de los países
latinoamericanos íntimamente ligadas al fenómeno del caudillismo en la forma típica en que éste
se ha dado en ellos, ha sido uno de los motivos constantes de reflexión de los historiadores de
la región. La contraposición caudillismo - democracia ha servido de línea divisoria y referencia
para demarcar las corrientes de la historiografía y ubicar la posición política de sus historiadores.
Los argentinos se cuentan entre los que mayor importancia le han dado al fenómeno del
caudillismo. El papel de Juan Manuel de Rosas, el caudillo que rigió los destinos nacionales
durante treinta años, ha sido el centro de una larga e intensa controversia iniciada a fines del
siglo XIX, que aún no ha terminado y que dio lugar al llamado revisionismo histórico argentino.
¿Fue Rosas simplemente un caudillo y un tirano, producto del atraso y de la barbarie, como lo
sugería la historiografía inspirada en las tesis sostenidas por Sarmiento en su Facundo? ¿Fue
su obra de gobierno la negación del progreso intelectual y moral de la nación, como se podría
deducir de las obras de Mitre, Alberdi, Vicente Fidel López, y demás pensadores liberales?
La obra de Adolfo Saldías, Historia de la Confederación Argentina, inició la revisión de esa
postura. Le siguieron otras como La época de Rosas de Ernesto Quesada, y Las Guerras civiles
argentinas de Juan Alvarez.
La gran depresión de 1930 produce en América Latina una nueva toma de conciencia de sus
problemas, de su dependencia económica y política con respecto a Inglaterra o a los Estados
Unidos. Dentro de este clima, para algunos historiadores argentinos la figura de Rosas surge
como el símbolo de las luchas por la soberanía y los intereses de la Nación frente a las fuerzas
del imperialismo. La obra de Carlos Ibarguren y la de Julio Irazusta marcan la segunda etapa
del revisionismo histórico argentino. Rosas aparece como uno de los creadores de la Argentina
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moderna, paladín de la unidad nacional y forjador de la política exterior argentina de resistencia
a las pretensiones de las potencias imperialistas.
Muy cercana al tema de los caudillos se encuentra en la historiografía latinoamericana ¡a crítica
del Estado liberal y de sus aspectos conexos como las contraposiciones centralismo -
federalismo, gobierno presidencial fuerte y prerrogativas parlamentarlas, sufragio universal o
limitaciones al voto ciudadano. Para muchos historiadores fue un desacierto de los fundadores
de las nuevas repúblicas haber adoptado los principios constitucionales franceses o
norteamericanos. De acuerdo a esta postura, el arraigo de la tradición monárquica española, los
bajos niveles educativos de amplias masas de la población, la subsistencia de grupos
sociorraclales no suficientemente integrados a la nacionalidad, la fuerza económica de las
oligarquías locales, etc., hacían Imposible o muy relativo el funcionamiento de la democracia
liberal en los territorios latinoamericanos.
1Nos referimos a una época y no a un período cronológico. En cuestión de años la época de los 60’- n o sólo
en Argentina-comenzó a mediados de los 50’ y se extendió hasta mediados de los 70'. Serían entonces,
dos décadas, pero son los cambios relevantes los que le dan nombre a una época, y en este caso, el
referente es el año de 1968.
2Rosa nace en 1906, en el seno de una familia de larga prosapia unitaria. Uno de sus ascendientes directos,
es M2 de Hacienda durante el segundo gobierno de Roca, y exponente no sólo de las ideas liberales, sino
también, estrechamente vinculado a los intereses ingleses. Se recibe de abogado en la UBA, en 1928, es
partidario del golpe del 30', y luego de un breve paso por la función pública, se dedica ala historia, publicando
en los periódicos nacionalistas de la época, en el Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas Juan
Manuel de Rosas, y en la Revista de Economía Argentina, cuyo director era su suegro.
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futuro profundizaría el tema. Por eso creemos, que en su caso, y en justicia, aplacemos un
análisis más profundo de sus ideas, para una próxima ponencia.
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