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Poesía Generación Del 98

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POESÍA GENERACIÓN DEL 98

y es el milagro del no ser cumplido,


Antonio Machado brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido.
Acaso

Como atento no más a mi quimera Amada, el aura dice...


no reparaba en torno mío, un día
me sorprendió la fértil primavera Amada, el aura dice
que en todo el ancho campo sonreía. tu pura veste blanca...
No te verán mis ojos;
Brotaban verdes hojas ¡mi corazón te aguarda!
de las hinchadas yemas del ramaje,
y flores amarillas, blancas, rojas, El viento me ha traído
alegraban la mancha del paisaje. tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
Y era una lluvia de saetas de oro, repite la montaña...
el sol sobre las frondas juveniles; no te verán mis ojos;
del amplio río en el caudal sonoro ¡mi corazón te aguarda!
se miraban los álamos gentiles.
En las sombrías torres
Tras de tanto camino es la primera repican las campanas...
vez que miro brotar la primavera, No te verán mis ojos;
dije, y después, declamatoriamente: ¡m corazón te aguarda!

-¡Cuán tarde ya para la dicha mía!- Los golpes del martillo


Y luego, al caminar, como quien siente dicen la negra caja;
alas de otra ilusión: -Y todavía y el sitio de la fosa,
¡yo alcanzaré mi juventud un día! los golpes de la azada...
No te verán mis ojos;
¡Mi corazón te aguarda!
Al gran cero

(Del apócrifo Abel Anoche cuando dormía...


Martín)
Anoche cuando dormía
Cuando el Ser que se es hizo la nada soñé, ¡bendita ilusión!,
y reposó, que bien lo merecía, que una fontana fluía
ya tuvo el día noche, y compañía dentro de mi corazón.
tuvo el hombre en la ausencia de la
amada. Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
Fiat umbral Brotó el pensar humano. manantial de nueva vida
y el huevo universal alzó, vacío, de donde nunca bebí?
ya sin color, desubstanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano. Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
Toma el cero integral, la hueca esfera, que una colmena tenía
que has de mirar, si lo has de ver, dentro de mi corazón;
erguido.
Hoy que es espalda el lomo de tu fiera, y las doradas abejas
iban fabricando en él, entre sombrías huertas
con las amarguras viejas y grises olivares,
blanca cera y dulce miel. por los alegres campos de Baeza.
Tienen la vides pámpanos dorados
Anoche cuando dormía sobre las rojas cepas.
soñé, ¡bendita ilusión!, Guadalquivir, como un alfanje roto
que un ardiente sol lucía y disperso, reluce y espejea.
dentro de mi corazón. lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
Era ardiente porque daba niebla de otoño, maternal; descansan
calores de rojo hogar, las rudas moles de su ser de piedra
y era sol porque alumbraba en esta tibia tarde de noviembre,
y porque hacía llorar. tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
Anoche cuando dormía los mustios olmos de la carretera.
soñé, ¡bendita ilusión!, levantando en rosados torbellinos
que era Dios lo que tenía el polvo de la tierra.
dentro de mi corazón. La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Arte poética Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
Y en toda el alma hay una sola fiesta buscando los dispersos caseríos
tú lo sabrás, Amor sombra florida, del valle y de la sierra.
sueño de aroma, y luego... nada; Caminos de los campos...
andrajos, ¡Ay, ya no puedo caminar con ella!
rencor, filosofía.
Roto en tu espejo tu mejor idilio,
Y vuelto ya de espaldas a la vida, Campo
Ha de ser tu oración de la mañana:
¡Oh, para ser ahorcado, hermoso día! La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.

Caminos Allá, sobre los montes,


quedan algunas brasas.
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca, Y ese árbol roto en el camino blanco
la sierra de mis tardes madrileñas hace llorar de lástima.
que yo veía en el azul pintada?
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
Por tus barrancos hondos hoja marchita y negra en cada rama!
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen, ¿Lloras?...Entre los álamos de oro,
cabalgando conmigo, a tus entrañas. lejos, la sombra del amor te aguarda.

***
Canciones a Guiomar
De la ciudad moruna
tras las murallas viejas, 1. No sabía
yo contemplo la tarde silenciosa, si era un limón amarillo
a solas con mi sombra y con mi pena. lo que tu mano tenía,
El río va recorriendo, o un hilo del claro día,
Guiomar, en dorado ovillo. Por ti, ¡oh Guiomar!...
Tu boca me sonreía.
Yo pregunté: ¿qué me ofreces? *****
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces 3.Tu poeta piensa en ti...
de tu huerta?
¿Tiempo vano Tu poeta
de una bella tarde yerta? piensa en ti. La lejanía
¿Dorada ausencia encantada? es de limón y violeta,
¿Copia en el agua dormida? verde el campo todavía.
¿De monte en monte encendida, Conmigo vienes, Guiomar;
la alborada nos sorbe la serranía.
verdadera? De encinar en encinar
¿Rompe en sus turbios espejos se va fatigando el día.
amor la devanadera El tren devora y devora
de sus crepúsculos viejos? día y riel. La retama
pasa en Sombra; se desdora
***** el oro de Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
2. En un jardín te he soñado, huyen juntos, jadeante,
alto, Guiomar, sobre el río, los sigue la luna llena.
jardín de un tiempo cerrado El tren se esconde y resuena
con verjas de hierro frío. dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Un ave insólita canta Tras los montes de granito
en el almez, dulcemente, y otros montes de basalto,
junto al agua viva y santa, ya es la mar y el infinito.
toda sed y toda fuente. Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
En ese jardín, Guiomar, fiero rey, cabalgue a lomos
el mutuo jardín que inventan del mejor corcel del viento,
dos corazones al par, aunque nos jure, violento,
se funden y complementan su venganza,
nuestras horas. Los racimos aunque ensille, el pensamiento,
de un sueño -juntos estamos- libre amor, nadie lo alcanza.
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos. *
Hoy te escribo en mi celda de viajero,
(Uno: mujer y varón, a la hora de una cita imaginaria.
aunque gacela y león, Rompe el iris al aire el aguacero,
llegan juntos a beber. y al monte su tristeza planetaria.
El otro: no puede ser Sol y campanas en la vieja torre.
amor de tanta fortuna: ¡Oh tarde viva y quieta que opuso
dos soledades en una, al panta rhei su nada corre,
ni aun de varón y mujer.) tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
* -ojos claros y músculos morenos-,
Por ti el mar ensaya olas y espumas, cuando pensaste a amor, junto a la
y el iris, sobre el monte, otros colores, fuente,
y el faisán de la aurora canto y plumas, besar tus labios y apresar tus senos!
y el búho de Minerva ojos mayores. Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el todavía Mira el incendio de esa nube grana,
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta, y aquella estrella en el azul, esposa.
se funde en una sola melodía, Tras el Duero, la loma de Santana
que es un coro de tardes y de auroras. se amorata en la tarde silenciosa.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.

Crepúsculo
Cante hondo

Yo meditaba absorto, devanando Caminé hacia la tarde de verano


los hilos del hastío y la tristeza, para quemar, tras el azul del monte,
cuando llegó a mi oído, la mirra amarga de un amor lejano
por la ventana de mi estancia, abierta en el ancho flamígero horizonte.
Roja nostalgia el corazón sentía,
a una caliente noche de verano, sueños bermejos, que en el alma brotan
el plañir de una copla soñolienta, de lo inmenso inconsciente,
quebrada por los trémolos sombríos cual de región caótica y sombría
de las músicas magas de mi tierra. donde ígneos astros, como nubes, flotan,
informes, en un cielo lactescente.
...Y era el Amor, como una roja llama... Caminé hacia el crepúsculo glorioso,
-Nerviosa mano en la vibrante cuerda congoja del estío, evocadora
ponía un largo suspirar de oro, del infinito ritmo misterios0
que se trocaba en surtidor de estrellas-. de olvidada locura triunfadora.
De locura adormida, la primera
...Y era la Muerte, al hombro la cuchilla, que al alma llega y que del alma huye,
el paso largo, torva y esquelética. y la sola que torna en su carrera
-Tal cuando yo era niño la soñaba-. si la agria ola del ayer refluye.
La soledad, la musa que el misterio
Y en la guitarra, resonante y trémula, revela al alma en sílabas preciosas
la brusca mano, al golpear, fingía cual notas de recóndito salterio,
el reposar de un ataúd en tierra. los primeros fantasmas de la mente
me devolvió, a la hora en que pudiera,
Y era un plañido solitario el soplo caída sobre la ávida pradera
que el polvo barre y la ceniza avienta. o sobre el seco matorral salvaje,
un ascua del crepúsculo fulgente,
tornar en humo el árido paisaje.
¡Como en el alto llano tu figura... Y la inmensa teoría
de gestos victoriosos
¡Como en el alto llano tu figura de la tarde rompía
se me aparece!... Mi palabra evoca los cárdenos nublados congojosos.
el prado verde y la árida llanura, Y muda caminaba
la zarza en flor, la cenicienta roca. en polvo y sol envuelta, sobre el llano,
y en confuso tropel, mientras quemaba
Y el recuerdo obediente, negra encina sus inciensos de púrpura el verano.
brota en el cerro, baja el chopo al río;
el pastor va subiendo a la colina;
brilla un balcón de la ciudad: el mío, Cuando sea mi vida...

el nuestro. ¿Ves? Hacia Aragón, lejana, Cuando sea mi vida,


la sierra de Moncayo, blanca y rosa... toda clara y ligera
como un buen río Acordaré las notas del órgano severo
que corre alegremente al suspirar fragante del pífano de abril.
a la mar,
a la mar ignota Madurarán su aroma las pomas otoñales,
que espera la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
llena de sol y de canción. exhalarán su fresco perfume los rosales,
Y cuando brote en mi bajo la paz en sombra del tibio huerto en
corazón la primavera flor.
serás tú, vida mía,
la inspiración Al grave acorde lento de música y aroma,
de mi nuevo poema. la sola y vieja y noble razón de mi rezar
Una canción de paz y amor levantará su vuelo suave de paloma,
al ritmo de la sangre y la palabra blanca se elevará al altar.
que corre por las venas.
Una canción de amor y paz. *****
Tan solo de dulces cosas y palabras.
Mientras, Daba el reloj las doce... y eran doce...
mientras, guarda la llave de oro
de mis versos Daba el reloj las doce... y eran doce
entre tus joyas. golpes de azada en tierra...
Guárdala y espera. ...¡Mi hora! -grité-... El silencio
me respondió: -No temas;
De mar a mar entre los dos la guerra... tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.
De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre, Dormirás muchas horas todavía
miro a la mar que el horizonte cierra. sobre la orilla vieja,
Tú, asomada, Guiomar , a un finisterre, y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.
miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa. *****
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mi me duele tu recuerdo, diosa. Sobre la tierra amarga, caminos tiene el
sueño...
La guerra dio al amor el tajo fuerte.
y es la total angustia de la muerte, Sobre la tierra amarga, caminos tiene el
con la sombra infecunda de la llama, sueño
laberínticos, sendas tortuosas,
y la soñada miel de amor tardío, parques en flor y en sombra y en
y la flor imposible de la rama silencio;
que ha sentido del hacha el corte frío. criptas hondas, escalas sobre estrellas;
retablos de esperanzas y recuerdos.
Figurillas que pasan y sonríen
-juguetes melancólicos de viejo-;
Del camino
imágenes amigas,
Preludio a la vuelta florida del sendero,
y quimeras rosadas
Mientras la sombra pasa de un santo que hacen camino... lejos...
amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril. *****
van encendiendo estrellas.
En la desnuda tierra del camino...
-Abre el balcón. La hora
En la desnuda tierra del camino de una ilusión se acerca...
la hora florida brota, La tarde se ha dormido
espino solitario, y las campanas sueñan.
del valle humilde en la revuelta umbrosa.
*****
El salmo verdadero
de tenue voz hoy torna ¡Oh, figuras del atrio, más humildes...
al corazón, y al labio,
la palabra quebrada y temblorosa. ¡Oh, figuras del atrio, más humildes
cada día y lejanas:
Mis viejos mares duermen; se apagaron mendigos harapientos
sus espumas sonoras sobre marmóreas gradas;
sobre la playa estéril. La tormenta
camina lejos en la nube torva. miserables ungidos
de eternidades santas,
Vuelve la paz al cielo; manos que surgen de los mantos viejos
la brisa tutelar esparce aromas y de las rotas capas!
otra vez sobre el campo, y aparece,
en la bendita soledad, tu sombra. ¿Pasó por vuestro lado
una ilusión velada,
***** de la mañana luminosa y fría
en las horas más plácidas?...
El sol es un globo de fuego...
Sobre la negra túnica, su mano
El sol es un globo de fuego, era una rosa blanca...
la luna es disco morado.
*****
Una blanca paloma se posa
en el alto ciprés centenario. La tarde todavía...

Los cuadros de mirtos parecen La tarde todavía


de marchito velludo empolvado. dará incienso de oro a tu plegaria,
y quizás el cenit de un nuevo día
¡El jardín y la tarde tranquila!... amenguará tu sombra solitaria.
Suena el agua en la fuente de mármol.
Mas no es tu fiesta el Ultramar lejano,
***** sino la ermita junto al manso río;
no tu sandalia el soñoliento llano
¡Tenue rumor de túnicas que pasan... pisará, ni la arena del hastío.

¡Tenue rumor de túnicas que pasan Muy cerca está, romero,


sobre la infértil tierra!... la tierra verde y santa y florecida
¡Y lágrimas sonoras de tus sueños; muy cerca, peregrino
de las campanas viejas! que desdeñas la sombra del sendero
y el agua del mesón en tu camino.
Las ascuas mortecinas
del horizonte humean... *****
Blancos fantasmas lares
Crear fiestas de amores... en el paisaje familiar soñado.

Crear fiestas de amores Otros guardan las fiestas


en nuestro amor pensamos, de días aun lejanos;
quemar nuevos aromas figurillas sutiles
en montes no pisados, que pone un titirero en su retablo...

y guardar el secreto .......................................................


de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida Ante el balcón florido,
vacías nuestras copas conservamos, está la cita de un amor amargo.

mientras con eco de cristal y espuma Brilla la tarde en el resol bermejo...


ríen los zumos de la vid dorados. La hiedra efunde de los muros blancos...

.......................................... A la revuelta de una calle en sombra


un fantasma irrisorio besa un nardo.
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario, *****
silba burlón...
Crece en la plaza en sombra...
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro Crece en la plaza en sombra
vaso... el musgo, y en la piedra vieja y santa
Y algo, que es tierra en nuestra carne, de la iglesia. En el atrio hay un
siente mendigo...
la humedad del jardín como un halago. Más vieja que la iglesia tiene el alma.

***** Sube muy lento, en las mañanas frías,


por la marmórea grada,
Arde en tus ojos un misterio, virgen... hasta un rincón de piedra... Allí aparece
su mano seca entre la rota capa.
Arde en tus ojos un misterio, virgen
esquiva y compañera. Con las órbitas huecas de sus ojos
ha visto cómo pasan
No sé si es odio o es amor la lumbre las blancas sombras, en los claros días,
inagotable de tu aljaba negra. las blancas sombras de las horas santas.

Conmigo irás mientras proyecte sombra *****


mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.
Las ascuas de un crepúsculo morado...
-¿Eres la sed o el agua en mi camino?
Dime, virgen esquiva y compañera. Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
***** En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
Algunos lienzos del recuerdo tienen... que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.
Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo; *****
la placidez del sueño
¿Mi amor? ..¿Recuerdas, dime... son las desesperantes posturas que
tomamos
¿Mi amor? ..¿Recuerdas, dime, para aguardar... Mas Ella no faltará a la
aquellos juncos tiernos, cita.
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce seco?... *****

¿Recuerdas la amapola Es una forma juvenil que un día...


que calcinó el verano,
la amapola marchita, Es una forma juvenil que un día
negro crespón del campo? a nuestra casa llega.
Nosotros le decimos: ¿por qué tornas
¿Te acuerdas del sol yerto a la morada vieja?
y humilde, en la mañana, Ella abre la ventana, y todo el campo
que brilla y tiembla roto en luz y aroma entra.
sobre una fuente helada?... En el blanco sendero,
los troncos de los árboles negrean;
***** las hojas de sus copas
son humo verde que a lo lejos sueña.
Me dijo un alba de la primavera... Parece una laguna -
el ancho río entre la blanca niebla
Me dijo un alba de la primavera: de la mañana. Por los montes cárdenos
Yo florecí en tu corazón sombrío camina otra quimera.
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino. *****

Tu corazón de sombra ¿acaso guarda


el viejo aroma de mis viejos lirios? ¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja...
¿Perfuman aún mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino? ¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja,
que me traes el retablo de mis sueños
Respondí a la mañana: siempre desierto y desolado, y sólo
Sólo tienen cristal los sueños míos. con mi fantasma dentro,
Yo no conozco el hada de mis sueños; mi pobre sombra triste
no sé si está mi corazón florido. sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
Pero si aguardas la mañana pura en las voces de todos los misterios,
que ha de romper el vaso cristalino, dime, si sabes, vieja amada, dime
quizás el hada te dará tus rosas, si son mías las lágrimas que vierto!
mi corazón tus lirios. Me respondió la noche:
Jamás me revelaste tu secreto.
***** Yo nunca supe, amado,
si eras tú ese fantasma de tu sueño,
Al borde del sendero un día nos ni averigüé si era su voz o la tuya,
sentamos... o era la voz de un histrión grotesco.

Al borde del sendero un día nos Dije a la noche: Amada mentirosa,


sentamos. tú sabes mi secreto;
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola tú has visto la honda gruta
cuita donde fabrica su cristal mi sueño,
y sabes que mis lágrimas son mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.
Y todo en la memoria se perdía
¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado, como una pompa de jabón al viento.
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese, que dices
desolado fantasma, por tu sueño. Dos sonetos a Guiomar
Yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo, 1. Perdón, Madona del Pilar, si llego
humilde y solitario, al par que nuestro amado florentino,
ese que llamas salmo verdadero; con una mata de serrano espliego,
pero en las hondas bóvedas del alma, con una rosa de silvestre espino.
no sé si el llanto es una voz o un eco.
¿Qué otra flor para ti de tu poeta
Para escuchar tu queja de tus labios, si no es la flor de la melancolía?
yo te busqué en tu sueño, Aquí, sobre los huesos del planeta
y allí te vi vagando en un borroso pule el sol, hiela el viento, diosa mía,
laberinto de espejos.
¡con qué divino acento
me llega a mi rincón de sombra y frío
Desde el umbral de un sueño.... tu nombre, al acercarme el tibio aliento

Desde el umbral de un sueño me de otoño el hondo resonar del río!


llamaron... Adiós: cerrada mi ventana, siento
Era la buena voz, la voz querida. junto a mi un corazón... ¿Oyes el mío?

-Dime: ¿vendrás conmigo a ver el *****


alma?....
Llegó a mi corazón una caricia. 2. De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
-Contigo siempre....Y avancé en mi miro a la mar que el horizonte cierra.
sueño Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,
por una larga, escueta galería,
sintiendo el roce de la veste pura miras hacia otro mar, la mar de España
y el palpitar suave de la mano amiga. que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.
Desgarrada la nube; el arco iris...
La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Desgarrada la nube ; el arco iris y es la total angustia de la muerte,
brillando ya en el cielo, con la sombra iracunda de tu llama
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto. y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
Desperté. ¿ Quién enturbia que ha sentido del hacha el corte frío.
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris...,
¡el agua en tus cabellos!...
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
El amor y la sierra
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
Cabalgaba por agria serranía, el buen perfume de la hierbabuena,
una tarde, entre roca cenicienta. y de la buena albahaca,
El plomizo balón de la tormenta que tenía mi madre en sus macetas.
de monte en monte rebotar se oía.
Que tú me viste hundir mis manos puras
Súbito, al vivo resplandor del rayo, en el agua serena,
se encabritó, bajo de un alto pino, para alcanzar los frutos encantados
al borde de la peña, su caballo. que hoy en el fondo de la fuente
A dura rienda le tornó al camino. sueñan...

Y hubo visto la nube desgarrada, Sí, te conozco, tarde alegre y clara,


y, dentro, la afilada crestería casi de primavera.
de otra sierra más tenue y levantada
El mar triste
-relámpago de piedra parecía-.
¿Y vio el rostro de Dios? Vio el de su
amada. Palpita un mar de acero de olas grises
Gritó: ¡Morir en esta sierra fría! dentro los toscos murallones roídos
del puerto viejo. Sopla el viento norte
y riza el mar. El triste mar arrulla
una ilusión amarga con sus olas grises.
El viento norte riza el mar, y el mar azota
El limonero lánguido suspende... el murallón del puerto.
Cierra la tarde el horizonte
El limonero lánguido suspende anubarrado. Sobre el mar de acero
una pálida rama polvorienta hay un cielo de plomo.
sobre el encanto de la fuente limpia, El rojo bergantín es un fantasma
y allá en el fondo sueñan sangriento, sobre el mar, que el mar
los frutos de oro... sacude...
Es una tarde clara, Lúgubre zumba el viento norte y silba
casi de primavera; triste
tibia tarde de marzo, en la agria lira de las jarcias recias.
que al hálito de abril cercano lleva; El rojo bergantín es un fantasma
y estoy solo, en el patio silencioso, que el viento agita y mece el mar rizado,
buscando una ilusión cándida y vieja: el tosco mar rizado de olas grises.
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire, Elegía de un madrigal
algún vagar de túnica ligera.

En el ambiente de la tarde flota Recuerdo que una tarde de soledad y


ese aroma de ausencia hastío,
que dice al alma luminosa: nunca, ¡oh tarde como tantas! , el alma mía era,
y al corazón: espera. bajo el azul monótono, un ancho y terso
río
que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
En estos campos de la tierra mía...
¡Oh mundo sin encanto, sentimental
inopia
que borra el misterioso azogue del En estos campos de la tierra mía
cristal! y extranjero en los campos de mi tierra
¡Oh el alma sin amores que el Universo -yo tuve patria donde corre el Duero
copia por entre grises peñas,
con un irremediable bostezo universal! y fantasmas de viejos encinares,
allá en Castilla, mística y guerrera,
Quiso el poeta recordar a solas Castilla la gentil, humilde y brava,
las ondas bien amadas, la luz de los Castilla del desdén y de la fuerza-,
cabellos en estos campos de mi Andalucía,
que él llamaba en sus rimas rubias olas. ¡oh tierra en que nací! , cantar quisiera.
Leyó... La letra mata: no se acordaba de Tengo recuerdos de mi infancia, tengo
ellos... imágenes de luz y de palmeras,
y en una gloria de oro,
Y un día -como tantos-, al aspirar un día de lueñes campanarios con cigüeñas,
aromas de una rosa que en el rosal se de ciudades con calles sin mujeres
abría, bajo un cielo de añil, plazas desiertas
brotó como una llama la luz de los donde crecen naranjos encendidos
cabellos con sus frutas redondas y bermejas;
que él en sus madrigales llamaba rubias y en un huerto sombrío, el limonero
olas; de ramas polvorientas
brotó, porque una aroma igual tuvieron y pálidos limones amarillos,
ellos... que el agua clara de la fuente espeja,
Y se alejó en silencio para llorar a solas. un aroma de nardos y claveles
y un fuerte olor de albahaca y
hierbabuena;
imágenes de grises olivares
¿Empeñé tu memoria? ¡Cuántas bajo un tórrido sol que aturde y ciega,
veces! y azules y dispersas serranías
con arreboles de una tarde inmensa;
¿Empeñé tu memoria? ¡Cuántas veces! mas falta el hilo que el recuerdo anuda
La vida baja como un ancho río, al corazón, el ancla en su ribera,
y cuando lleva al mar alto navío o estas memorias no son alma. Tienen
va con cieno verdoso y turbias heces. en sus abigarradas vestimentas
señal de ser despojos del recuerdo,
Y más si hubo tormenta en sus orillas, la carga ,bruta que el recuerdo lleva.
y él arrastra el botín de la tormenta, Un día tornarán, con luz d-el fondo
si en su cielo la nube cenicienta ungidos,
se incendió de centellas amarillas. los cuerpos virginales a la orilla vieja.

Pero aunque fluya hacia la mar ignota, Lora del Río, 4 de abril de 1913.
es la vida también agua de fuente
que de claro venero, gota a gota,

o ruidoso penacho de torrente,


bajo el azul, sobre la piedra brota.
y allí suena tu nombre ¡eternamente!
Eran ayer mis dolores... Mas ¿y el horror de volver?
¡Gran pesar!
Eran ayer mis dolores
como gusanos de seda
que iban labrando capullos; Guerra de amor
hoy son mariposas negras.
El tiempo que la barba me platea
¡De cuántas flores amargas cavó mis ojos y agrandó mi frente,
he sacado blanca cera! va siendo en mí recuerdo transparente,
¡Oh, tiempo en que mis pesares y mientras más el fondo, más clarea.
trabajaba como abeja!
Miedo infantil, amor adolescente,
Hoy son como avenas locas, ¡cuánto esta luz de otoño os hermosea!,
o cizaña en sementera, ¡agrios caminos de la vida fea,
como tizón en espiga, que también os doráis al sol poniente!
como carcoma en madera.
¡Cómo en la fuente donde el agua mora
¡Oh, tiempo en que mis dolores resalta en piedra una leyenda escrita:
tenía lágrimas buenas, el ábaco del tiempo falta una hora!
y eran como agua de noria
que va regando una huerta! ¡Y cómo aquella ausencia en una cita,
Hoy son agua de torrente bajo las olmas que noviembre dora,
que arranca el limo a la tierra. del fondo de mi historia resucita!

Dolores que ayer hicieron


de mi corazón colmena,
hoy tratan mi corazón Hacia tierra baja III
como a una muralla vieja:
quieren derribarlo, y pronto, Un mesón de mi camino.
al golpe de la piqueta. Con un gesto de vestal,
tú sirves el rojo vino
de una orgía de arrabal.

Los borrachos
Glosa de los ojos vivarachos
y la lengua fanfarrona
Nuestras vidas son los ríos te requiebran ¡oh varona!
que van a dar a la mar,
que es el morir. ¡Gran cantar! Y otros borrachos suspiran
por tus ojos de diamante,
Entre los poetas míos tus ojos que a nadie miran.
tiene Manrique un altar.
A la altura de tus senos,
Dulce goce de vivir: la batea rebosante
mala ciencia del pasar, llega en tus brazos morenos.
ciego huir a la mar.
¡Oh, mujer,
Tras el pavor de morir dame también de beber!
está el placer de llegar.

¡Gran placer!
Hastío preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
Pasan las horas de hastío a lomos de mula vieja.
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío Y no conocen la prisa
donde yo empecé a soñar. ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino,
Del reloj arrinconado, donde no hay vino, agua fresca.
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado Son buenas gentes que viven,
odiosamente golpea. laboran, pasan y sueñan,
y un día como tantos,
Dice la monotonía descansan bajo la tierra.
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer. Horizonte

Cae la tarde. El viento agita En una tarde clara y amplia como el


el parque mustio y dorado... hastío
¡Qué largamente ha llorado cuando su lanza blande el tórrido verano,
toda la fronda marchita! copiaban el fantasma de un grave sueño
mío
mil sombras en teoría, enhiestas sobre el
llano.

He andado muchos caminos... La gloria del ocaso era un purpúreo


espejo,
He andado muchos caminos era un cristal de llamas, que al infinito
he abierto muchas veredas; viejo
he navegado en cien mares iba arrojando el grave soñar en la
y atracado en cien riberas. llanura...

En todas partes he visto Y yo sentí la espuela sonora de mi paso


caravanas de tristeza, repercutir lejana en el sangriento ocaso,
soberbios y melancólicos y más allá, la alegre canción de un alba
borrachos de sombra negra. pura.

Y pedantones al paño
que miran, callan y piensan Húmedo está, bajo el laurel, el banco...
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Húmedo está, bajo el laurel, el banco
Mala gente que camina de verdinosa piedra;
y va apestando la tierra... lavó la lluvia, sobre el muro blanco,
las empolvadas hojas de la yedra.
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan, Del viento del otoño el tibio aliento
cuando pueden, y laboran los céspedes ondula, y la alameda
sus cuatro palmos de tierra. conversa con el viento...,
¡el viento de la tarde en la arboleda!
Nunca, si llegan a un sitio
Mientras el sol en el ocaso esplende Tus ojos me recuerdan
que los racimos de la vid orea, las noches de verano,
y el buen burgués, en su balcón, negras noches si luna,
enciende orilla al mar salado,
la estoica pipa que el tabaco humea, y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
voy recordando versos juveniles... Tus ojos me recuerdan
¿Qué fue de aquel mi corazón -sonoro? las noches de verano.
¿Será cierto que os vais, sombras Y tu morena carne,
gentiles, los trigos requemados,
huyendo entre los árboles de oro? y el suspirar de fuego
de los maduros campos.

***Huye del triste amor, amor Tu hermana es clara y débil


pacato...*** como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
Huye del triste amor, amor pacato, como los linos glaucos.
sin peligro, sin venda ni aventura, Tu hermana es un lucero
que espera del amor prenda segura, en el azul lejano...
porque en amor locura es lo sensato. Y es alba y aura fría
sobre los pobres álamos
Ese que el pecho esquiva al niño ciego que en las orillas tiemblan
y blasfemó del fuego de la vida, del río humilde y manso.
de una brasa pensada, y no encendida, Tu hermana es un lucero
quiere ceniza que le guarde el fuego. en el azul lejano.

Y ceniza hallará, no de su llama, De tu morena gracia


cuando descubra el torpe desvarío de tu soñar gitano,
que pedía, sin flor, fruto en la rama. de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Con negra llave el aposento frío Me embriagaré una noche
de su tiempo abrirá. ¡Despierta cama, de cielo negro y bajo,
y turbio espejo y corazón vacío! para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canción que deje
Jardín cenizas en los labios...
De tu mirar de sombra
Lejos de tu jardín quema la tarde quiero llenar mi vaso.
inciensos de oro en purpurinas llamas,
tras el bosque de cobre y de ceniza. Para tu linda hermana
En tu jardín hay dalias. arrancaré los ramos
¡Malhaya tu jardín!... Hoy me parece de florecillas nuevas
la obra de un peluquero, a los almendros blancos,
con esa pobre palmerilla enana, en un tranquilo y triste
y ese cuadro de mirtos recortados... alborear de marzo.
y el naranjito en su tonel... El agua Los regaré con agua
de la fuente de piedra de los arroyos claros,
no cesa de reír sobre la concha blanca. los ataré con verdes
junquillos del remanso...
Inventario galante Para tu linda hermana
yo haré un ramito blanco.
La primavera besaba...

La calle en sombra. Ocultan los La primavera besaba


caserones... suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
La calle en sombra. Ocultan los altos como una verde humareda.
caserones
el sol que muere; hay ecos de luz en los Las nubes iban pasando
balcones. sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
¿No ves, en el encanto del mirador las frescas lluvias de abril.
florido,
el óvalo rosado de un rostro conocido? Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
La imagen; tras el vidrio de equívoco -recordé-, yo he maldecido
reflejo, mi juventud sin amor.
surge o se apaga como daguerrotipo
viejo. Hoy en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
Suena en la calle sólo el ruido de tu ¡Juventud nunca vivida,
paso; quién te volviera a soñar!
se extinguen lentamente los ecos del
ocaso.
La vida hoy tiene ritmo...
¡Oh angustia! Pesa y duele el corazón.
¿Es ella La vida hoy tiene ritmo
No puede ser... Camina... En el azul la de ondas que pasan,
estrella. de olitas temblorosas
que fluyen y se alcanzan.

La muerte La vida hoy tiene el ritmo de los ríos,


la risa de las aguas
Aquel juglar burlesco que entre los verdes junquerales corren,
que, a son de cascabeles, me mostraba y entre las verdes cañas.
el amargo retablo de la vida,
hoy cambió su botarga Sueño florido lleva el manso viento;
por un traje de luto y me pregona bulle la savia joven en las nuevas ramas;
el sueño alegre de una alegre farsa. tiemblan alas y frondas,
Dije al juglar burlesco: y la mirada sagital del águila
queda con Dios y tu retablo guarda. no encuentra presa..., trema el campo en
Mas quisiera escuchar tus cascabeles sueños,
la última vez y el gesto de tu cara vibra el sol como un arpa.
guardar en la memoria, por si acaso
te vuelvo a ver, ¡canalla!... ¡Fugitiva ilusión de ojos guerreros
que por las selvas pasas
a la hora del cenit: tiemble en mi pecho
el oro de tu aljaba! tu traje de duelo,
tu traje de fiesta.
En tus labios florece la alegría Ama tu alegría
de los campos en flor; tu veste alada y ama tu tristeza,
aroman las primeras velloritas, si buscas caminos
las violetas perfuman tus sandalias. en flor en la tierra.

Yo he seguido tus pasos en el viejo Respondí a la tarde


bosque, de la primavera:
arrebatados tras la corza rápida, tú has dicho el secreto
y los ágiles músculos rosados que en mi alma reza:
de tus piernas silvestres entre verdes yo odio la alegría
ramas. yo odio a la pena,
mas antes que pise
¡Pasajera ilusión de ojos guerreros tu florida senda,
que por las selvas pasas, quisiera traerte
cuando la tierra reverdece y ríen muerta mi alma vieja.
los ríos en las cañas!
¡Tiemble en mi pecho el oro
que llevas en tu aljaba! Melancolía

Llamó a mi corazón, un claro día... Tarde tranquila, casi


con placidez de alma,
Llamó a mi corazón, un claro día, para ser joven, para haberlo sido
con un perfume de jazmín, el viento. cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías...lejos,
-A cambio de este aroma, y poder dulcemente recordarlas.
todo el aroma de tus rosas quiero.
Es una tarde cenicienta y mustia,
-No tengo rosas; flores destartalada, como el alma mía;
en mi jardín no hay ya, todas han muerto. y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.
-Me llevaré los llantos de las fuentes,
las hojas amarillas y los mustios pétalos. La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
Y el viento huyó...Mi corazón sangraba... pero recuerdo y recordando digo:
Alma, ¿qué has hecho de tu pobre -Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
huerto?

¿Mi amor?
Me dijo una tarde...
¿Mi amor?...¿Recuerdas, dime,
Me dijo una tarde aquellos juncos tiernos
de la primavera: lánguidos y amarillos
si buscas caminos que hay en el cauce seco?...
en flor en la tierra,
mata tus palabras ¿Recuerdas la amapola
y oye tu alma vieja. que calcinó el verano,
la amapola marchita,
Que el mismo albo lino negro crespón del campo?...
que te vista, sea
¿Te acuerdas del sol yerto en la tarde que espera luminosa!.
y humilde en la mañana, ¡fugitiva sandalia arrebatada,
que brilla y tiembla roto tenue, bajo la túnica de rosa!
sobre una fuente helada?...
***

Miguel de Unamuno
¿Mi corazón se ha dormido?...
A mi buitre
¿Mi corazón se ha dormido? Este buitre voraz de ceño torvo
Colmenares de mis sueños, que me devora las entrañas fiero
¿ya no labráis? ¿Está seca y es mi único y constante compañero
la noria del pensamiento, labra mis penas con su pico corvo.
los cangilones vacíos El día en que le toque el postrer sorbo
girando, de sombra llenos? apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
No, mi corazón no duerme. un momento, sin nadie como estorbo.
Está despierto, despierto. Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía,
ni duerme, ni sueña, mira, mientras él mi último despojo traga,
los claros ojos abiertos, sorprender en sus ojos la sombría
señas lejanas y escucha mirada al ver la suerte que le amaga
a orillas del gran silencio. sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.

Never more

¡Amarga primavera! Al amor de la lumbre cuya llama...


¡Amarga luz a mi rincón oscuro!
Tras la cortina de mi alcoba, espera
la clara tarde bajo el cielo puro. Dulcissime vanus Homems.
En el silencio turbio de mi espejo
miro, en la risa de mi ajuar ya viejo, Al amor de la lumbre cuya llama
la grotesca ilusión. Y del lejano como una cresta de la mar ondea.
jardín escucho un sollozar riente: Se oye fuera la lluvia que gotea
trémula voz del agua que borbota sobre los chopos. Previsora el ama
alegre de la gárgola en la fuente,
entre verdes evónimos ignota. supo ordenar se me temple la cama
Rápida silba, en el azur ingrave, con sahumerio. En tanto la Odisea
tras de la tenue gasa, montes y valles de mi pecho orea
si oscura banda, en leve sombra suave, de sus ficciones con la rica trama
de golondrinas pasa.
Lejos miente otra fiesta el campanario, preparándome el sueño. Del castaño
tañe el bronce de luz en el misterio, que más de cien generaciones de hoja
y hay más allá un plañido solitario criara y vio morir, cabe el escaño
cual nota de recóndito salterio.
¡Salmodías de abril, música breve, abrasándose el tronco con su roja
sibilación escrita brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
en el silencio de cien mares: leve la ballesta de mi inquietud afloja!
aura de ayer que túnicas agita!
¡Espíritu de ayer!, ¡sombra velada,
que prometes tu lecho hospitalario
Castilla una voz sola que cantando gime.

Tu me levantas, tierra de Castilla Ese mero gemido nos redime


en la rugosa palma de tu mano, de la letra fatal, y sus pesares,
al cielo que te enciende y te refresca, bajo el oleaje de nuestros azares,
al cielo, tu amo. el secreto secreto nos oprime.
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos, La sinrazón de nuestra suerte abona,
toma el presente en ti viejos colores calla la culpa y danos el castigo;
del noble antaño. la vida al que nació no le perdona;
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos, de esta enorme injusticia sé testigo,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro que así mi canto con tu canto entona,
y en ti santuario. y no me digas lo que no te digo.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos. Dolor común
¡Ara gigante, tierra castellana, Cállate, corazón, son tus pesares
a ese tu aire soltaré mis cantos, de los que no deben decirse, deja
si te son dignos bajarán al mundo se pudran en tu seno; si te aqueja
desde lo alto! un dolor de ti solo no acíbares

a los demás la paz de sus hogares


con importuno grito. Esa tu queja,
De vuelta a casa siendo egoísta como es, refleja
Desde mi cielo a despedirme llegas tu vanidad no más. Nunca separes
fino orvallo que lentamente bañas
los robledos que visten las montañas tu dolor del común dolor humano,
de mi tierra, y los maíces de sus vegas. busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu
Compadeciendo mi secura, riegas hermano,
montes y valles, los de mis entrañas,
y con tu bruma el horizonte empañas el que agranda la mente y no la achica;
de mi sino, y así en la fe me anegas. solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.
Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
donde fieles me aguardan los abrazos
Dormirse en el olvido del recuerdo...
de costumbre, que el hombre no disfruta ¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
de libertad si no es preso en los lazos en el recuerdo del olvido,
de amor, compañero de la ruta. y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!
¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
¡Dime qué dices, mar! mi madre, mi hija, mi mujer!
¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
El armador aquel de casas rústicas... hechas también de barro,
pobre corral donde la hoz no siega,
sólo una cruz, en el desierto campo
Mateo, cap. XIII, II - Corán III, 6. señala tu destino.
Junto a esas tapias buscan el amparo
El armador aquel de casas rústicas del hostigo del cierzo las ovejas
habló desde la barca: al pasar trashumantes en rebaño,
ellos, sobre la grava de la orilla, y en ellas rompen de la vana historia,
él flotando en las aguas. como las olas, los rumores vanos.
Como un islote en junio,
Y la brisa del lago recogía te ciñe el mar dorado
de su boca parábolas de las espigas que a la brisa ondean,
ojos que ven, oídos que oyen gozan y canta sobre ti la alondra el canto
de bienaventuranza. de la cosecha.
Cuando baja en la lluvia el cielo al campo
Recién nacían por el aire claro baja también sobre la santa hierba
las semillas aladas, donde la hoz no corta,
el Sol las revestía con sus rayos, de tu rincón, ¡pobre corral de muertos!,
la brisa las cunaba. y sienten en sus huesos el reclamo
del riego de la vida.
Hasta que al fin cayeron en un libro, Salvan tus cercas de mampuesto y barro
¡ay tragedia del alma!: las aladas semillas,
ellos tumbados en la grava seca, o te las llevan con piedad los pájaros,
y él flotando en el agua. y crecen escondidas amapolas,
clavelinas, magarzas, brezos, cardos,
entre arrumbadas cruces,
no más que de las aves libres pasto.
En horas de insomnio Cavan tan sólo en tu maleza brava,
Me voy de aquí, no quiero más oírme; corral sagrado,
de mi voz toda voz suéname a eco, para de un alma que sufrió en el mundo
ya falta así de confesor, si peco sembrar el grano;
se me escapa el poder arrepentirme. luego sobre esa siembra
¡barbecho largo!
No hallo fuera de mí en que me afirme Cerca de ti el camino de los vivos,
nada de humano y me resulto hueco; no como tú, con tapias, no cercado,
si esta cárcel por otra al fin no trueco por donde van y vienen,
en mi vacío acabaré de hundirme. ya riendo o llorando,
Oh triste soledad, la del engaño ¡rompiendo con sus risas o sus lloros
de creerse en humana compañía el silencio inmortal de tu cercado!
moviéndose entre espejos, ermitaño. Después que lento el sol tomó ya tierra,
y sube al cielo el páramo
He ido muriendo hasta llegar al día a la hora del recuerdo,
en que espejo de espejos, soy me al toque de oraciones y descanso,
extraño la tosca cruz de piedra
a mí mismo y descubro no vivía. de tus tapias de barro
queda, como un guardián que nunca
duerme,
de la campiña el sueño vigilando.
En un cementerio de lugar castellano No hay cruz sobre la iglesia de los vivos,
en torno de la cual duerme el poblado;
Corral de muertos, entre pobres tapias, la cruz, cual perro fiel, ampara el sueño
de los muertos al cielo acorralados. lo que la nada dice?
¡Y desde el cielo de la noche, Cristo, Mi madre nació en mí en aquel día
el Pastor Soberano, que se me fue Teresa... Madre, dime
con infinitos ojos centelleantes, de dónde vine, adónde voy perdido,
recuenta las ovejas del rebaño! por qué al amor me diste...
¡Pobre corral de muertos entre tapias
hechas del mismo barro,
sólo una cruz distingue tu destino
en la desierta soledad del campo! Hay ojos que miran, -hay ojos que
sueñan...
Hay ojos que miran, -hay ojos que
sueñan,
hay ojos que llaman, -hay ojos que
Es una antorcha al aire esta palmera... esperan,
Es una antorcha al aire esta palmera, hay ojos que ríen -risa placentera,
verde llama que busca al sol desnudo hay ojos que lloran -con llanto de pena,
para beberle sangre; en cada nudo unos hacia adentro -otros hacia fuera.
de su tronco cuajó una primavera. Son como las flores -que cría la tierra.
Sin bretes ni eslabones, altanera Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
y erguida, pisa el yermo seco y rudo; los que están haciendo -tu mano de
para la miel del cielo es un embudo hierba,
la copa de sus venas, sin madera. me miran, me sueñan, -me llaman, me
No se retuerce ni se quiebra al suelo; esperan,
no hay sombra en su follaje; es luz me ríen rientes -risa placentera,
cuajada me lloran llorosos -con llanto de pena,
que en ofrenda de amor se alarga al desde tierra adentro, -desde tierra
cielo; afuera.
La sangre de un volcán que enamorada En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
del padre sol se revistió de anhelo vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
y se ofrece, columna, a su morada. en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.

Hasta que se me fue no he descubierto...


Hasta que se me fue no he descubierto Horas serenas del ocaso breve...
todo lo que la quise;
yo creía quererla; no sabía Horas serenas del ocaso breve,
lo que es de amor morirse. cuando la mar se abraza con el cielo
Era como algo mío entonces, era y se despiertas el inmortal anhelo
costumbre..., que se dice...; que al fundirse la lumbre, la lumbre bebe.
pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
a quien nadie resiste. Copos perdidos de encendida nieve,
Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas las estrellas se posan en el suelo
en ella nací al írseme; de la noche celeste, y su consuelo
lo que creí yo sueño era la vela; nos dan piadosas con su brillo leve.
he nacido al morirme.
Por fin ya sé quién soy... no lo sabía... Como en concha sutil perla perdida,
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo lágrima de las olas gemebundas,
triste? entre el cielo y la mar sobrecogida
¿Hay quién sepa lo que es saber y
entienda el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida los besos dejan misterioso trazo.
el poso de sus penas más profundas.
Derrítense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor, y el alma siente
La luna y la rosa que noche y mar se enredan en su lazo.

A Jules Y se baña en la oscura lejanía


Supervielle

 de su germen eterno, de su origen,
Mira que es hoy en flor la rosa cuando con ella Dios amanecía,
llena;

 y aunque los necios sabios leyes fijen,
cuando en otoño de su fruto rojo ve la piedad del alma la anarquía

 y que leyes no son las que nos rigen.
será la rosa nueva...
En el silencio estrellado Horas serenas del ocaso breve,
la luna daba a la rosa cuando la mar se abraza con el cielo
y el aroma de la noche y se despierta el inmortal anhelo
le henchía -sedienta boca- que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja Copos perdidos de encendida nieve,
se abría al cielo nocturno las estrellas se posan en el suelo
de Dios y su Madre toda... de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.
Toda cabellos tranquilos,
la luna, tranquila y sola, Como en concha sutil perla perdida,
acariciaba a la Tierra lágrima de las olas gemebundas,
con sus cabellos de rosa entre el cielo y la mar sobrecogida
silvestre, blanca, escondida...
La tierra, desde sus rocas, el alma cuaja luces moribundas
exhalaba sus entrañas y recoge en el lecho de su vida
fundidas de amor, su aroma ... el poso de sus penas más profundas.
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola; La oración del ateo
las cabelleras mejidas Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
de la luna y de la rosa y en tu nada recoge estas mis quejas,
y en el crisol de la noche Tú que a los pobres hombres nunca
fundidas en una sola... dejas
En el silencio estrellado sin consuelo de engaño. No resistes
la luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
a la luna, quieta y sola. Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi alma endulzóme noches
tristes.
La mar ciñe a la noche en su regazo...
La mar ciñe a la noche en su regazo ¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan
y la noche a la mar; la luna, ausente; grande
se besan en los ojos y en la frente; que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande ¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver...
para abarcarte. Sufro yo a tu costa, Estoy aquí, con tu sueño;
Dios no existente, pues si Tú existieras duerme, hijo mío, con fe.
existiría yo también de veras.

Me destierro a la memoria...
Luciérnaga celeste, humilde estrella... Me destierro a la memoria,
Luciérnaga celeste, humilde estrella voy a vivir del recuerdo.
de navegante guía: la Boquilla Buscadme, si me os pierdo,
de la Bocina que a hurtadillas brilla, en el yermo de la historia,
violeta de luz, pobre centella
que es enfermedad la vida
del hogar del espacio; ínfima huella y muero viviendo enfermo.
del paso del Señor; gran maravilla Me voy, pues, me voy al yermo
que broche del vencejo en la gavilla donde la muerte me olvida.
de mies de soles, sólo ella los sella.
Y os llevo conmigo, hermanos,
Era al girar del universo quicio para poblar mi desierto.
basado en nuestra tierra; fiel contraste Cuando me creáis más muerto
del Hombre Dios y de su sacrificio. retemblaré en vuestras manos.

Copérnico, Copérnico, robaste Aquí os dejo mi alma-libro,


a la fe humana su más alto oficio hombre-mundo verdadero.
y diste así con su esperanza al traste. Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.

Madre, llévame a la cama...


Morir soñando
Madre, llévame a la cama. Último poema de Unamuno, muerto el
Madre, llévame a la cama, 31-XII-1936
que no me tengo de pie. Au fait, se
Ven, hijo, Dios te bendiga disait-il a lui-même, il parait
y no te dejes caer. que

mon destin est de mourir en
No te vayas de mi lado, rêvant.

cántame el cantar aquél. (Stendhal, Le Rouge et le Noir,
Me lo cantaba mi madre; LXX,

de mocita lo olvidé, «La
cuando te apreté a mis pechos tranquillité»)
contigo lo recordé.
Morir soñando, sí, mas si se sueña
¿Qué dice el cantar, mi madre, morir, la muerte es sueño; una ventana
qué dice el cantar aquél? hacia el vacío; no soñar; nirvana;
No dice, hijo mío, reza, del tiempo al fin la eternidad se adueña.
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño Vivir el día de hoy bajo la enseña
que nada dicen sin él. del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?
brilla el sol que hace polvo al sucio lodo;
¿Soñar la muerte no es matar el sueño? alza los ojos y tu pecho anima;
¿Vivir el sueño no es matar la vida? conócete, mortal, mas no del todo.
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño Ofelia de Dinamarca
-cielo desierto- del eterno Dueño?
28 -día de Inocentes- de diciembre, Rosa de nube de carne
1936. Ofelia de Dinamarca,
tu mirada, sueñe o duerma,
es de Esfinge la mirada.
En el azul del abismo
Noche de luna llena de tus niñas - todo o nada,
“ser o no ser”-, ¿es espuma
Noche blanca en que el agua cristalina o poso de vida tu alma?
duerme queda en su lecho de laguna,
sobre la cual redonda llena luna No te vayas monja, espérame
que ejército de estrellas encamina. cantando viejas baladas,
suéñame mientras te sueño,
Vela, y se espeja una redonda encina brízame la hora que falta.
en el espejo sin rizada alguna; Y si los sueños se esfuman
noche blanca en que el agua hace de - “el resto es silencio” -, almohada
cuna hazme de tus muslos, virgen
de la más alta y más honda doctrina.

Es un rasgón del cielo que abrazado


tiene en sus brazos la Naturaleza; Orhoit Gutaz

Pasásteis como pasan por
es un rasgón del cielo que ha posado el roble 
las hojas que arrebata en
primavera 
pedrisco intempestivo;
y en el silencio de la noche reza

pasásteis, hijos de mi raza noble,
la oración del amante resignado
sólo al amor, que es su única riqueza. 
vestida el alma de infantil eusquera,

pasásteis al archivo 
de mármol funeral
de una iglesia 
que en el regazo
recogido y verde 
el Pirineo vasco 
al
Nuestro secreto tibio sol del monte se acurruca. 
Abajo,
No me preguntes más, es mi secreto, el Bidasoa va y se pierde 
en la mar; un
secreto para mí terrible y santo;
peñasco 
recoge de sus olas el gemido,
ante él me velo con un negro manto
de luto de piedad; no rompo el seto 
que pasan, tal las hojas rumorosas, 
tal
vosotros, oscuros 
hijos sumisos del
que cierra su recinto, me someto hogar henchido 
de silenciosa tradición.
de mi vida al misterio, el desencanto Las fosas 
que a vuestros huesos, puros,
huyendo del saber y a Dios levanto 
blancos, les dan de última cuna lecho,
con mis ojos mi pecho siempre inquieto. 
fosas que abrió el cañón en sorda
guerra, 
no escucharán el canto 
de la
Hay del alma en el fondo oscura sima
materna lluvia que el helecho 
deja caer
y en ella hay un fatídico recodo
que es nefando franquear; allá en la cima en vuestra patria tierra 
como celeste
llanto... 
No escucharán la esquila de la
vaca 
que en la ladera, al pie del caserío,

dobla su cuello al suelo, 
ni a lo lejos la
¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu
voz de la resaca 
de la mar que
pago?
amamanta a vuestro río 
y es canto de ¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu
consuelo. 
Fuísteis como corderos, en pago?,
los ojos 
guardando la sonrisa dolorida ¡Lluvia en el lago!

lágrimas del ocaso, 
de vuestras ¿Qué es tu vida, alma mía, tu
madres el alma de hinojos, 
¡y en la costumbre?
agonía de la paz la vida 
rendísteis al ¡Viento en la cumbre!
acaso..!. 
¿Por qué? ¿Por qué? Jamás
¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
esta pregunta 
terrible torturó vuestra
¡Sombra en la cueva!,
inocencia; 
nacísteis... nadie sabe 
por ¡Lluvia en el lago!,
qué ni para qué... ara la yunta, 
y el ¡Viento en la cumbre!,
campo que ara es toda su conciencia, 
y ¡Sombra en la cueva!
canta y vuela el ave... 
¡Orhoit Gutaz!
Pedís nuestro recuerdo 
y una lección Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
nos dais de mansedumbre; 
calle el y es el viento sollozo sin partida,
porqué..., vivamos 
como habéis muerto, pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.
sin porqué, es lo cuerdo... 
los ríos a la
mar..., es la costumbre 
y con ella
pasamos...
Sed de tus ojos en la mar me gana...
Sed de tus ojos en la mar me gana;
hay en ellos también olas de espuma;
¿Por qué esos lirios que los hielos rayo de cielo que se anega en bruma
matan? al rompérsele el sueño, de mañana.
¿Por qué esos lirios que los hielos Dulce contento de la vida mana
matan? del lago de tus ojos; si me abruma
¿Por qué esas rosas a que agosta el sol? mi sino de luchar, de ellos rezuma
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo lumbre que al cielo con la tierra hermana.
se mueren en plumón? Voy al destierro del desierto oscuro,
lejos de tu mirada redentora,
¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas que es hogar de mi hogar sereno y puro.
que no son de otras nuevas eslabón? Voy a esperar de mi destino la hora;
¿Por qué fue dique de tu sangre pura voy acaso a morir al pie del muro
tu pobre corazón? que ciñe al campo que mi patria implora.
¿Por qué no se mezclaron nuestras
sangres
del amor en la santa comunión? Si tú y yo, Teresa mía, nunca...
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma Si tú y yo, Teresa mía, nunca
no dimos granazón? nos hubiéramos visto,
nos hubiéramos muerto sin saberlo:
¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos? no habríamos vivido.
¿Por qué y para qué fuimos los dos? Tu sabes que morirse, vida mía,
¿Por qué y para qué es todo nada? pero tienes sentido
¿Por qué nos hizo Dios? de que vives en mí, y viva aguardas
que a ti torne yo vivo. ojos nuestra escabrosa senda
perdida
Por el amor supimos de la muerte; en lo futuro;
veré por ti, confía; tu vista
por el amor supimos es este lazo
que a ti me ató, mis ojos
que se muere; sabemos que se vive
son para ti la prenda
de un caminar
cuando llega el morirnos.
seguro.

¿Qué importa que los tuyos no
Vivir es solamente, vida mía,
saber que se ha vivido, vean el camino,
si dan luz a los míos y
es morirse a sabiendas dando gracias me lo alumbran todo
con su tranquila
a Dios de haber nacido. lumbre?
Apóyate en mis hombros,
confíate al Destino,
Veré por ti, mi ciega,
te apartaré del lodo,
te llevaré a la
cumbre.

Y allí, en la luz envuelta, se te
Te da en la frente el sol de la mañana...
abrirán los ojos,
Verás cómo esta senda
Te da en la frente el sol de la mañana tras de nosotros lejos,
se pierde en
recién nacido, pálida doncella, lontananza
y en ella de esta vida los
misteriosa visión, fugaz estrella, míseros despojos,
y abrírsenos radiante
que te derrites en la luz. Hermana del cielo a los reflejos
lo que es hoy
esperanza.
de la que nace cuando la campana
tocando a la oración doliente sella Ramón del Valle Inclán
la fatiga de un día más, la mella
que sume el alma en la mortal desgana. Ave

El alba y el ocaso cruzan manos, ¡Oh, lejanas memorias de la tierra lejana,


y así, a la silla de la reina, al día olorosas a yerbas frescas por la mañana!
ya la noche, rendidos soberanos, ¡Tierra de maizales húmedos y sonoros
Los llevan a enterrar. Triste sería donde cantan del viento los invisibles
que al despertar de nuestros sueños coros,
varios cuando deshoja el sol la rosa de sus
luz y sombra lucharán a porfía. oros,
en la cima del monte que estremecen los
toros!

Veré por ti ¡Oh, los hondos caminos con cruces y


«Me desconozco», dices; mas mira, ten consejas,
por cierto
que a conocerse empieza el por donde atardecido van tranqueando
hombre cuando clama
«me las viejas,
desconozco», y llora;
entonces a sus cargadas con la leña robada en los
ojos el corazón abierto
descubre de su pinares,
la leña que de noche ha de alumbrar en
vida la verdadera trama;
entonces es su
los llares,
aurora.

No, nadie se conoce, hasta que mientras cuenta una voz los cuentos
no le toca
La luz de un alma hermana seculares,
que de lo eterno llega
y el fondo le y a lo lejos los perros ladran en los
ilumina;
tus íntimos sentires florecen en pajares!
mi boca,
tu vista está en mis ojos, mira
por mí, mi ciega,
mira por mí y ¡Oh, tierra de la fabla antigua, hija de
camina.

«Estoy ciega», me dices; Roma,
que tiene campesinos arrullos de
apóyate en mi brazo 
y alumbra con tus
paloma!
El lago de mi alma, yo lo siento ondular tiene la gracia noble de un mancebo.
como la seda verde de un naciente linar, Reza, alma triste, en su devota huella,
cuando tú pasas, vieja alma de mi lugar, los ecos de los muertos son sagrados,
en la música de algún viejo cantar. como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.
¡Oh, tierra, pobre abuela olvidada y Este amor tan lejano, ahora vestido
mendiga, de sombra de la tarde, en el sendero
bésame con tu alma ingenua de cantiga! muestra como un arcángel, el sentido
Y que aromen mis versos como aquellas inmortal de la vida al pasajero.
manzanas Yo iba perdido por la selva oscura,
que otra abuela solía poner en las sólo oía el quebrar de mi cadena,
ventanas, y vi encenderse con medrosa albura,
donde el sol del invierno daba por las en la selva, una luz de ánima en pena.
mañanas. Tuve conciencia. Vi la sombra mía
¡Oh las viejas abuelas, las memorias negra, sobre el camino de la muerte,
lejanas! y vi tu sombra blanca que decía
su oración a los tigres de mi suerte.

El pasajero
¡Tengo rota la vida! En el combate Garrote vil
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate ¡Tan ! ¡Tan! ¡Tan! Canta el martillo,
la idea de la muerte, que lo obsede. el garrote alzando están,
Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, canta en el campo un cuclillo,
poder hacer la cruz sobre mi frente, y las estrellas se van
y sin saber de amigo ni enemigo, al compás del estribillo
apartado, vivir devotamente. con que repica el martillo:
¿Dónde la verde quiebra de la altura ¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!
con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde gozar de la visión tan pura El patíbulo destaca
que hace hermanas las almas y las trágico, nocturno y gris;
flores? la ronda de la petaca
¿Dónde cavar en paz la sepultura sigue a la ronda de anís,
y hacer místico pan con mis dolores? pica tabaco la faca
y el patíbulo destaca
sobre el alba flor de lis.
Áspera copla remota
En un libro guardada está... que rasguea un guitarrón
En el espejo mágico aparece se escucha. Grito de jota
toda mi vida, y bajo su misterio del morapio peleón.
aquel amor lejano se florece El cabileño patriota
como un arcángel en un cautiverio. canta la canción remota
Llega por un camino nunca andado, de las glorias de Aragón.
ya no son sus verdades tenebrosas, Apicarada pelambre
desgarrada la sien, triste, aromado, al pie del garrote vil
llega por el camino de las rosas. se solaza muerta de hambre.
Vibró tan duro en contra de la suerte Da vayas al alguacil
aquel viejo dolor, que aún se hace y, con un rumor de enjambre,
nuevo, acoge hostil la pelambre
está batido como el hierro fuerte, a la hostil Guardia Civil.
Un gitano vende churros lágrimas, cartas y cantares,
al socaire de un corral, el aire pleno de azahares,
asoman flautistas burros la tarde azul, sólo una estrella.
las orejas al bardal ¡Es la hora de la doncella !
y en el corro de baturros,
el gitano de los churros Es la hora de la lechuza:
beatifica al criminal. descifra escrituras el viejo,
El reo espera en capilla, se quiebra de pronto el espejo,
reza un clérigo en latín, sale la vieja con la alcuza.
llora una vela amarilla ¡Es la hora de la lechuza!
y el sentenciado da fin
a la amarilla tortilla Es la hora de la raposa:
de yerbas. Fue a la capilla ronda la calle una vihuela,
la cena del cafetín. porta la vieja a la mozuela
Canta en la plaza el martillo, Un anillo con una rosa.
el verdugo gana el pan, ¡Es la hora de la raposa!
un paño enluta el banquillo.
Como el paño es catalán Es la hora del alma en pena:
se está volviendo amarillo una bruja en la encrucijada,
al son que canta el martillo: con la oración excomulgada
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan! le pide al muerto su cadena
¡Es la hora del alma en pena!

Es la hora del. lubricán:


La rosa del reloj acecha el mochuelo en el pino,
el bandolero en el camino,
Es la hora de los enigmas, y en el prostíbulo Satán.
cuando la tarde del verano, ¡Es la hora del lubricán!
de las nubes mandó un milano
sobre las palomas benignas.
¡Es la hora de los enigmas!
Rosa de Belial
Es la hora de la paloma:
sigue los vuelos la mirada Soy aquel amante
de una niña. Tarde rosada, que nunca se muestra,
musical y divina coma. muda en cada instante
¡Es la hora de la paloma! mi sombra siniestra.

Es la hora de la culebra: Con el viento llego,


el diablo se arranca una cana, y paso con él,
cae del árbol la manzana soy rojo lostrego
y el cristal de un sueño se quiebra. del Ángel Luzbel.
¡Es la hora de la culebra!
Mi sombra nocturna
Es la hora de la gallina: hace en ti guarida,
el cementerio tiene luces, mi larva soturna
se santiguan ante las cruces te goza dormida.
las beatas, el viento agorina.
¡Es la hora de la gallina! A tu lindo ceño
llevo la obsesión,
Es la hora de la doncella: en tu blanco sueño
soy la Tentación.
Soy el negro dueño
Soy aquel amante de la abracadabra,
que la voz no nombra, y trisca en tu sueño
mi sombra va errante mi pata de cabra.
en pos de tu sombra.
Como el enemigo
¡Turbulenta avispa en tu sueño estoy,
que vuela en tu flor, te gozas conmigo...
soy la roja chispa ¡Soy el que no Soy!
del yunque de Thor!

De tu clara frente
me oculto en el muro,
como la serpiente Rosa del sanatorio
del enigma oscuro. Bajo la sensación del cloroformo
me hacen temblar con alarido interno
Soy en tu conciencia la luz de acuario de un jardín moderno,
la interrogación y el amarillo olor del yodoformo.
a la triste ciencia Cubista, futurista y estridente,
del rey Salomón. por el caos febril de la modorra
vuela la sensación, que al fin se borra,
Sobre tu blancura, verde mosca, zumbándome en la frente.
paloma benigna, pasa mis nervios, con gozoso frío,
de mi mordedura el arco de lunático violín;
dejaré el estigma. de un sí bemol el transparente pío
tiembla en la luz acuaria del jardín,
El pecado encarna y va mi barca por el ancho río
mi testa. El laurel que separa un confín de otro confín.
del mundo es mi llama,
soy luz de Luzbel.

Mi frente sañuda Rosa en Job


sostiene el abismo,
el tiempo me muda, ¡Todo hacia la muerte avanza
y soy siempre el mismo. de concierto,
toda la vida es mudanza
Cabalgo en el viento, hasta ser muerto!
con el viento voy, ¡Quién vio por tierra rodado
ya tu pensamiento el almenar
mi forma le doy. y tan alto levantado
el muladar!
Profano lascivo ¡Mi existir se cambia y muda
tu virgen entraña, todo entero,
soy el negro chivo como árbol que se desnuda
y tú mi montaña. en el enero!
¡Fueron mis goces auroras
Apaga mi aliento de alegrías,
tu roca de luz, más fugaces que las horas
está su cimiento de los días!
sobre mi testuz. ¡Y más que la lanzadera
en el telar, jadeante
dentro una sombra canta sin
y la alondra, tan ligera voz.
en el volar!
¡AIma, en tu recinto acoge
al dolor,
mmo la espiga en la troje
el labrador!
¡Levántate, corazón,
que estás muerto!
¡Esqueleto de león
en el desierto!
¡Pide a la muerte posada,
peregrino,
como espiga que granada
va al molino!
¡La vida!... Polvo en el viento
volador.
¡Solo no muda el cimiento
del dolor!

Rosa hiperbólica

Va la carreta


bamboleante
por el camino, sobre una
foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro
de una sombra canta sin voz:

 -Soñé
laureles, no los espero,
y tengo el alma
libre de hiel.
¡No envidio nada, si no es
dinero!
¡Ya no me llama ningún
laurel!
 Pulsan las penas en la
ventana,
vienen de noche con su
oración,
más aún alegran en la
mañana
los gorriones de mi
balcón.
 Echéme al mundo de un
salto loco,
fui peregrino sobre la mar ,
y
en todas partes pecando un poco,
dejé
mi vida como un cantar.
 No tuve
miedo, fui turbulento,
miré en las almas
como en la luz.
Di mi palabra con mi
alma al viento,
como una espada llevo
mi cruz.
 Yo marcho solo con mis
leones
y la certeza de ser quien soy.
El
diablo escucha mis oraciones.
Canta mi
pecho: ¡Mañana es hoy!
 Va la
carreta bamboleante,
por el camino,
sobre una foz,
el can al flanco va

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