Día 25
Día 25
Día 25
Cualquier cosa que decidas hacer, jamás entierres una estatua de San José
boca abajo. Hay quienes en ocasiones realizan esta práctica extraña como una
forma de chantaje espiritual, prometiendo volverla a la posición correcta sólo
cuando su casa se haya vendido. Este tipo de prácticas es semejante a tratar una
estatuilla de San José como un talismán o un amuleto de la buena suerte. San
José es tu padre espiritual, no una chuchería. No hay necesidad de enterrar una
estatuilla de él. Háblale, él te escucha.
SAN JOSÉ AMA LA VIDA DOMÉSTICA. San José es el santo de los años ocultos de Jesús.
Esta realidad es algo increíble que habría que reflexionar. Considera tus
propios recuerdos de cuando vivías en casa: las salidas familiares, los
cumpleaños, las celebraciones religiosas, cuando jugaban juntos o cantaban,
etc. Lo más seguro es que hayas vivido en la casa de tus padres unos 20 años
más o menos. Nuestro Señor, sin embargo, vivió con María y José durante 30
años. El amor, la intimidad y familiaridad que Jesús, María y San José
compartieron ¡es increíble! San José reconocía los pasos de Jesús, conocía el
sonido de su estornudo, su risa y su voz elevada en cantos. Conocía sus
ademanes, sus rutinas matutinas, posturas, su sonrisa, su bostezo y sus comidas
y bebidas favoritas.
Estos son recuerdos valiosos que permanecen profundos en el corazón y la
mente de San José.
Jesús y María obedecen y respetan a José porque reconocen lo que la mano de Dios le
otorgó, es decir, la autoridad que tiene un esposo y padre.2
— Papa Pío XI
El taller de San José