Filosofia de Mi Enseñanza
Filosofia de Mi Enseñanza
Filosofia de Mi Enseñanza
Se basa en la convicción que los estudiantes aprenden más eficientemente si son estimulados
a ser ellos los gestores de su propio proceso de aprendizaje y en el cual el profesor o instructor
es un guía, un facilitador. Por otra parte, todo centro educacional ya sea colegio (primarios y
secundarios) o universidad debería ayudar a los alumnos a crear un pensamiento crítico y
estimular su creatividad puesto que, el pensamiento crítico unido a la creatividad, capacita al
alumno a hacer análisis, síntesis y aplicar lo aprendido de diferentes maneras.
La tarea de enseñar es un proceso de constante cambio, nunca una clase es igual a otra y
nunca los alumnos presentan la misma actitud o disposición para aprender. Es por ello que el
profesor debe ser un actor que atraiga y motive a sus alumnos en este proceso. Un alumno
motivado, a su vez motiva al profesor a dar lo mejor de sí y a hacer uso de todas las
herramientas a su disposición para ayudar y lograr que el alumno aprenda en forma adecuada
y que dicho aprendizaje sea retenido por este en el largo plazo. En otras palabras, excelencia
significa para mí dar lo mejor como profesional al alumno para que este reciba e internalice un
aprendizaje de buena calidad y útil para su vida presente y futura. Enseñar no es tarea fácil y
quienes hemos elegido este quehacer sabemos que tiene valiosas retribuciones tales como la
satisfacción de que ayudamos y preparamos a nuestros alumnos a ser mejores personas, más
críticas, responsables y conscientes no sólo del mundo que les rodea sino además del rol que
les cabe dentro de él. A menudo nuestra responsabilidad y labor docente se proyectan fuera
del salón y el alumno conservará como buen o mal recuerdo para el resto de su vida la mayor
parte de lo que recibió de su(s) profesor(es). En otras palabras, somos sembradores de
consciencia no solo de conocimientos. Y el lograr un efectivo aprendizaje en nuestros alumnos
constituye la mejor de las retribuciones y es esta retribución extrínseca la que nos motiva a
mejorar nuestro diario quehacer como profesionales. Un profesor nunca debe olvidar que un
día fue alumno y es a partir ello, debe ponerse en el lugar de su alumno para así satisfacer sus
necesidades y expectativas porque el profesor está en un salón para compartir y transmitir su
conocimiento con sus alumnos, no para exhibir cuanto sabe ante ellos lo cual no constituye
ningún desafío, por el contrario, es una práctica inútil y vergonzosa.