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Filosofia de Mi Enseñanza

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“FILOSOFIA DE MI ENSEÑANZA”

Se basa en la convicción que los estudiantes aprenden más eficientemente si son estimulados
a ser ellos los gestores de su propio proceso de aprendizaje y en el cual el profesor o instructor
es un guía, un facilitador. Por otra parte, todo centro educacional ya sea colegio (primarios y
secundarios) o universidad debería ayudar a los alumnos a crear un pensamiento crítico y
estimular su creatividad puesto que, el pensamiento crítico unido a la creatividad, capacita al
alumno a hacer análisis, síntesis y aplicar lo aprendido de diferentes maneras.

El mejor conocimiento de quienes nos rodean, sobre todo en un contexto pluricultural,


permite al profesor y a los alumnos ampliar su visión de mundo al conocer la otra cultura y las
razones del por qué esta difiere de la propia. Aun cuando al hablar de cultura apuntamos a
grupos humanos, no debemos olvidar que cada persona es individual y única, con sus propias
historias, experiencias, anhelos y expectativas. El hecho de ser únicos implica que cada uno
posee una manera propia de aprender y comprender el mundo. La comprensión va de la mano
con el tiempo que le tome al alumno adquirir e internalizar el nuevo aprendizaje para su
posterior uso, algunos aprenden más rápido que otros. Desde esa perspectiva, el profesor
antes de emprender cualquier tipo de enseñanza debe conocer las diferencias individuales de
sus alumnos y adecuar su quehacer a estas diferencias junto con proveer un ambiente cómodo
y libre para que estos puedan participar en este proceso de aprendizaje de manera cómoda,
libre, relajada y creativa. Es importante agregar que el profesor no sólo debe conocer a sus
alumnos sino que primero debe conocer sus propias debilidades y fortalezas profesionales
para mejorar las primeras y potenciar las últimas.

La tarea de enseñar es un proceso de constante cambio, nunca una clase es igual a otra y
nunca los alumnos presentan la misma actitud o disposición para aprender. Es por ello que el
profesor debe ser un actor que atraiga y motive a sus alumnos en este proceso. Un alumno
motivado, a su vez motiva al profesor a dar lo mejor de sí y a hacer uso de todas las
herramientas a su disposición para ayudar y lograr que el alumno aprenda en forma adecuada
y que dicho aprendizaje sea retenido por este en el largo plazo. En otras palabras, excelencia
significa para mí dar lo mejor como profesional al alumno para que este reciba e internalice un
aprendizaje de buena calidad y útil para su vida presente y futura. Enseñar no es tarea fácil y
quienes hemos elegido este quehacer sabemos que tiene valiosas retribuciones tales como la
satisfacción de que ayudamos y preparamos a nuestros alumnos a ser mejores personas, más
críticas, responsables y conscientes no sólo del mundo que les rodea sino además del rol que
les cabe dentro de él. A menudo nuestra responsabilidad y labor docente se proyectan fuera
del salón y el alumno conservará como buen o mal recuerdo para el resto de su vida la mayor
parte de lo que recibió de su(s) profesor(es). En otras palabras, somos sembradores de
consciencia no solo de conocimientos. Y el lograr un efectivo aprendizaje en nuestros alumnos
constituye la mejor de las retribuciones y es esta retribución extrínseca la que nos motiva a
mejorar nuestro diario quehacer como profesionales. Un profesor nunca debe olvidar que un
día fue alumno y es a partir ello, debe ponerse en el lugar de su alumno para así satisfacer sus
necesidades y expectativas porque el profesor está en un salón para compartir y transmitir su
conocimiento con sus alumnos, no para exhibir cuanto sabe ante ellos lo cual no constituye
ningún desafío, por el contrario, es una práctica inútil y vergonzosa.

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