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TEMA 3. Historia Moderna España

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TEMA 3.

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA NO PRIVILEGIADA

En la España de la Edad Moderna, si no se pertenece al grupo de la nobleza o del clero, se


es miembro del estado llano, el Tercer Estado, los pecheros, los que no son privilegiados.
Es amplio y heterogéneo.

Tienen la función de trabajar para el mantenimiento del conjunto de la sociedad. Dentro de


él nos encontramos con grupos económicamente más poderosos, como los burgueses y
burócratas, y grupos menos desahogados económicamente como los trabajadores urbanos,
campesinos, pobres y minorías.

Vemos los que se dedican a la actividad agrícola, siendo éstos los más amplios. Tenemos
aquellos que se dedican a actividades desarrolladas en el mundo urbano, como los
artesanos, el servicio doméstico, pequeños comerciantes, etc. También vamos a ver a los
que no trabajan (pobres y mendigos). Otros son los marginados, que pueden trabajar en
cualquier cosa, pero que están marginados.

Campesinado
Aquellos que se dedican a la actividad agrícola y ganadera. Es el grupo más numeroso de
la población, entre el 75 y el 90%. Es un grupo muy heterogéneo, no todos los que se
dedican a la agricultura son iguales, depende de la estructura y tamaño de la propiedad. Es
decir, si tiene tierras propias o no son suyas, en el caso de no ser suya, qué tipo de contrato
de arrendamiento tiene (a largo plazo o a corto); y si las tierras que tiene son muchas o
pocas.

Otro factor son las cargas a las que se está sometido: fiscales, señoriales, eclesiásticas. Las
primeras son los impuestos que pagas al rey, las segundas son aquellas en las que la
jurisdicción la posee el señor que es quien cobra impuestos, y las terceras son el diezmo.

Un tercer factor es la tipología y cuantía de las rentas del arrendamiento. Es importante


saber si las tierras son propias o si se tienen por algún tipo de contrato con otras personas.
Lo normal es un contrato de arrendamiento. Aquí importa qué tipo de arrendamiento, si es
un contrato a corto plazo o a largo plazo. Si es a corto plazo (1-3 años), significa que en
cualquier momento tu bien de producción puede desaparecer; si es a larga duración (20
años, vitalicio), se puede hacer una estrategia a largo plazo que permita generar unos
ingresos que permitan subir socialmente.

Por último tenemos la capacidad de generar excedentes, que está muy relacionado con la
cantidad de tierras que se poseen.

La jerarquía del grupo de campesinado estará basada sobre todo en la cantidad de tierra
que se posee. Vamos a utilizar las palabras que suelen utilizarse en Andalucía, donde nos
encontramos, en la cúspide a los hacendados, que son los que tienen una hacienda.
Normalmente van a ser gente de otros grupos, mayoritariamente privilegiados que poseían
grandes cantidades de tierras (elementos de la burguesía, miembros de la nobleza,
instituciones eclesiásticas), son los grandes propietarios de la tierra.
Por debajo tenemos a los labradores. Éstos pueden ser propietarios o arrendatarios. Es
más normal ser arrendatario que propietario. Cuando hacemos referencia a labrador
hablamos de la persona que cultiva una amplia extensión de terreno.

Los labradores se caracterizan por el hecho de que tienen medios de producción. No


solamente cuentan con la tierra, sino que cuentan con el ganado necesario y los aperos de
labranza necesarios para trabajar la tierra. También van a generar importantes excedentes,
que les van a proporcionar su incremento económico, pues los venden en el mercado. Un
elemento positivo de esto es que cuando se tiene mucho y no se necesita vender justo en el
momento de forma imperiosa, esos excedentes no sólo los tienen, sino que los pueden
sacar al mercado en el momento que crean oportuno. Van adquiriendo una posición
económica importante, y vemos como éstos labradores invierten el dinero en compra de
más tierras, con lo que se hacen más y más importantes.

Además, en muchos de los pueblos donde no había elementos privilegiados, alguien tiene
que gobernar, y mayoritariamente serán estos labradores. Desde el poder político lo que
harán es incrementar su posición social y económica.

Con el paso del tiempo, estos grupos poderosos de los pueblos se irán convirtiendo en una
especie de burguesía agraria. Aunque burguesía como clase social no es hasta el s. XIX,
por lo que serían precedentes de lo que será esa burguesía agraria tan característica de
Andalucía. Ese poder les va a llevar a plantear determinadas reformas que van en beneficio
de ellos. Es un grupo que, en teoría, siempre se ve beneficiado por la coyuntura económica
en la que se encuentre. Si la coyuntura es buena, son ellos los que más beneficiados salen,
y si es mala, tendrá pérdida de cosechas, pero ellos cuentan con reservas. Además, otros
campesinos que se arruinan pueden vender sus tierras a los labradores. Los labradores son
mayoritarios en toda la zona del norte, nor-oeste de la península.

Después tenemos el grupo de los campesinos medianos y pobres, es decir, un pelantrin.


Suelen tener entre 25 y 50 hectáreas. Estos pelentrines, generalmente son arrendatarios de
tierras, la tierra no es suya. Los contratos son fundamentales, pues estos medianos
campesinos, si el contrato es de corto tiempo, están sometidos a los que los dueños de la
tierra quieran, por lo que pueden perder su actividad de un año para otro. Si son
campesinos que tienen un contrato largo, tienen asegurado el uso de la tierra durante
muchos años.

Normalmente esta gente obtiene una cosecha para mantenerse, y siempre tienen unos
pequeños excedentes, pero que lo tienen que vender rápidamente. Son gente que puede
perderlo todo cuando le vengan dos o tres años malos seguidos. Son muy abundantes en el
norte de España.

También contamos con los pegujaleros, que poseían entre 1 y 10 ha. Y la base del grupo
campesino serían los jornaleros o trabajadores agrícolas. Este grupo es el más importante
en grandes zonas del país, en Andalucía constituye el 70% del campesinado; también en
Extremadura, Castilla la Mancha, Cataluña, etc. donde constituye entre el 50 y el 70% del
grupo campesino.
Este grupo de jornaleros son campesinos sin tierras, no suelen tener ningún tipo de acceso
a ella, ni en propiedad ni en arrendamiento. Sus condiciones de trabajo se condicionan por
varios factores: la temporalidad, pues no son trabajadores fijos, sino que trabajan por
temporadas; la amplitud de la jornada, el trabajador del campo, según normativa del s. XIV y
que sigue vigente durante toda la Edad Moderna, tiene que trabajar “de sol a sol”. Esto será
motivo de cierta conflictividad laboral, pues aceptando que se tiene que trabajar de sol a sol,
había muchos matices. En Andalucía, el jornalero vive en las ciudades, pero trabaja en el
entorno rural de alrededor. La última condición es la escasa remuneración, estudios que se
han hecho plantean que por norma general los trabajadores del campo ganaban menos que
los de la ciudad.

Los labradores predominan en la zona norte, y los jornaleros en la zona sur. El resultado
final de esto es que tenemos un 51% que labran tierras, y un 49% que son jornaleros. De
estos, sólo un 21% labran sus propias tierras, mientras que el 30% son arrendatarios. Si
sumamos jornaleros y arrendatarios, solamente 2/10 tenían tierras, 3/10 tienen tierras
arrendadas, y 5/10 que ponen su mano de obra.

En el caso de la ciudad, vemos un mundo urbano muy heterogéneo, con muchos tipos de
grupos sociales. Cuando hablamos de ciudades en la zona sur, éstas eran zonas rurales,
pues la mayor parte de la población que vivía en ellas eran gentes dedicadas a la
agricultura.

Aquí vivirán gente del campesinado y gente de los grupos privilegiados. Como mucha de
esa gente que vive en la ciudad son los que tiene el poder adquisitivo alto, van a demandar
determinados servicios. No solamente tiene dinero para comer, sino para comprar otra serie
de cosas que para la mayor parte de la población es superflua.

Esta gente con dinero van a pedir que aparezcan muchos profesionales liberales, que son
aquellos que han estudiado y se dedican a ella como “autónomos” (médicos, abogados,
escribanos, procuradores, maestros…). También encontramos en la ciudad las instituciones
de poder, que necesitan de unos cargos administrativos para que funcionen. Todos estos
profesionales, con unos ingresos que con respecto a la media de la población son
considerados como medio-altos, que les permiten vivir sin agobios, y en algunos casos
ahorrar e invertir.

El principal grupo urbano que vamos a encontrar es el dedicado a la artesanía o


manufacturas. Por muy abundante que fuese, salvo algunas excepciones, no van a superar
el 50% de la población activa. En el s. XVIII en toda España se computan unas 215.000
personas trabajando en el sector artesanal, siendo el 15% de la población activa. Este
sector se caracteriza por el hecho de estar generalmente agremiado, es decir, de juntarse
formando gremios. Cada actividad de producción podía constituir un gremio. Normalmente,
en la Edad Moderna, casi todos los trabajadores de las manufacturas están agremiados.

El gremio es interclasista, pues están juntos todos los que se dedican a la misma
ocupación, lo que significa que estarán los maestros (dueños del taller) y los oficiales
(trabajadores del taller) y los aprendices (personas aprendiendo el oficio).
Cuando se constituían los gremios, empiezan a ponerse pegas para que determinados
sectores entren en el gremio, porque lo consideran un deshonor. Cuestiones de mentalidad
como el honor terminan trasladándose al Tercer Estamento, que establecen cuestiones de
honor que impiden que determinados sectores entren en el gremio, como las mujeres, los
hijos ilegítimos, los extranjeros… Hasta el s. XVIII no empezaron a prohibirse por el propio
estado estas prohibiciones.

Otro grupo es el que conforman el servicio doméstico. Los nobles y burgueses necesitan
para su servicio y como medio de ostentación tener un importante número de criados y
servidores. Por ello en 1787 el 11,5% de la población activa pertenecía a este sector
profesional (en Madrid llegaba al 40%).

Este grupo está muy jerarquizado, en casas importantes con 10-15 criados, encontramos
mayordomo, ayuda de cámara, lacayo, y se aprecia el escalafón. Los sueldos, quitando de
algunos casos, eran sueldos de miseria. En muchos casos, sobre todo de la gente más
joven, era simplemente alojamiento y comida.

El siguiente grupo es el de los pobres. Aparece en la ciudad porque normalmente los pobres
van a ir a aquellos sitios en los que la ayuda le puede venir de forma más fácil. En la ciudad
hay más dinero, y los grupos privilegiados que más pueden dar limosna se ubican en la
ciudad, así como los conventos e instituciones eclesiásticas, que son quienes controlan la
caridad. La mendicidad es un fenómeno urbano. Cuanto más importante y rica sea la
ciudad, mayor mendicidad.

La cuestión de la pobreza hay que relacionarlo no sólo con cuestiones económicas, es


aquél que al no poder trabajar no puede ganarse un salario. Los pobres son los que tienen
algún defecto físico o psíquico que les impide trabajar. Son la gente que no puede trabajar,
por lo que la sociedad tiene la obligación de mantenerlos mediante la caridad. Es una época
en que el Estado no está desarrollado.

La sociedad de la Edad Moderna quiere que haya pobres, por que si hay pobres se puede
ejercer la caridad, y si tu la ejerces significa que haces buenas obras que te van a servir
para alcanzar el paraíso, desde un punto de vista religioso y de la mentalidad de la época.
Esto es lo que empieza a llamarse los pobres de solemnidad.

Esto era así hasta que ese número se desbordó y se empezó a decir que había pobres
verdaderos (no pueden ganarse el sustento) y pobres vergonzantes (personas que habían
venido a menos, que tenían trabas de carácter jurídico para trabajar, y que se les podía
ayudar, pero muchas veces querían esa ayuda pero les daba vergüenza).

Después tenemos los pobres falsos, vagos, maleantes, que piden limosna pero tienen
capacidad para trabajar. En 1755 se hace una ley que describe quienes son los vagos y
maleantes, y definen que es cualquier persona que pudiendo trabajar, no lo hace.

En una España de la Edad Moderna donde el tema de la caridad es tan importante, es


normal que aparezca un grupo importante. Solamente en Castilla se mueven entre 200.000
y 300.000 pobres de solemnidad, sin entrar los pobres vergonzantes ni los pobres falsos, y
sin contar el área de Aragón.

El estado va a llevar a cabo a lo largo del s. XVIII, sobre la cuestión de la caridad, un intento
de sustituir la caridad eclesiástica por una caridad pública gestionada por el estado y los
ayuntamientos, era una forma más de intentar quitarle poder a la Iglesia. En 1783 se
crearon las Juntas de Caridad Municipal, pero el problema fue que si la limosna la dan ellos
y no la Iglesia, la Junta no tenía dinero y la Iglesia sí.

Ahora nos encontramos con otros grupos, los marginados, no asimilados, generalmente por
cuestiones de raza y religión. El primer grupo es el de los judíos. Los judíos son expulsados
en 1492, por lo que en la Edad Moderna no hay judíos en España, lo que pasa es que hay
muchos descendientes, pues se dio la opción de que quien no quisiera irse podía
convertirse al catolicismo. Estos judíos que se quedan son los conocidos como conversos
(Descendientes de judíos convertidos).

La existencia de estos conversos siempre estuvo bajo sospecha, se creía que parte
importante de estos grupos lo habían hecho de forma falsa. Por eso, había una institución
en España, la Inquisición, que velaba por la pureza de la religión, y en España uno de sus
principales objetivos era el perseguir a estos conversos. El problema era el método
inquisitorial, pues se usaba además para denuncias falsas, y es difícil distinguir si los
procesos inquisitoriales están basados en acusaciones reales o no.

Además, el tema del judaísmo se reavivó en España cuando en 1580 se una el reino de
Portugal, donde los judíos no habían sido expulsados. Al unirse ambos reinos, los
movimientos poblacionales entre ambos territorios se reactivan y empezó a correr la idea de
que los judíos que se habían ido de España para no convertirse y que habían huído a
Portugal, ahora aprovechaban para volver a España diciendo que eran católicos, aunque no
había constancia de ellos.

El segundo grupo en marginación por cuestión de raza y religión es el de los musulmanes.


La conquista del territorio termina en 1492. Durante los últimos años de conquista, que
resultó relativamente rápida gracias a las capitulaciones, había un grupo importante de
musulmanes que se habían quedado en la península. Poco después empiezan órdenes
obligando a la conversión. La Inquisición aquí no persiguió tanto las posibles falsedades
religiosas de los musulmanes convertidos como de los judíos convertidos. En el momento
en que se convierten empiezan a ser llamados moriscos.

A estos moriscos sólo se les exigió convertirse, pero no se les exigió nada más. Con el s.
XVI empezó a verse mal que estos moriscos siguiesen con su vestimenta típica, lengua, etc.
Cuando los reyes intentaron quitar estos elementos, la comunidad morisca pagaba un
donativo al rey para disuadirle. De todas formas, el rechazo hacia ellos era cada vez mayor.
Hay que tener en cuenta que el gran enemigo era el Imperio Turco, piratas berberiscos que
azotaban las costas españolas. Empezaron a surgir dudas de que estos moriscos
estuvieran aliados con ellos.
Al final, se decidió que los moriscos ya no eran válidos y que había que cristianizarlos por
completo. La respuesta de los moriscos fue la llamada sublevación de las Alpujarras, una
gran revuelta que se produce en Granada y que será sofocada. Tras haberles quitado una
gran parte de sus costumbres, fueron expulsados, con lo cual, desde principios del s. XVII
en España ya no hay ni musulmanes ni moriscos.

Otro grupo que también va a ser marginado por la sociedad de la época, no tanto por
cuestión religioso sino por raza y modo de vida, los gitanos. Serán mal vistos y marginados
durante gran parte de la Edad Moderna. Se les otorga nombres como “castellano nuevo”,
para indicar que su origen no es Castilla, sino un pueblo que ha venido de otro lugar.

Se tenía contra ellos su forma de vida, errante, sin domicilio, algo que en un estado cada
vez más centralista y controlador, choca. Tenían la mala fama de ser vagos y maleantes.
Las medidas contra ellos se fueron endureciendo. Se intenta un control y avecindamiento
obligatoria en 1695 y 1717. En 1745, que coincide con la ley de vagos y maleantes, se le
aplica al colectivo gitano. Se les hacen redadas, y todos los hombres de la etnia gitana son
capturados y llevados a los arsenales de la armada para que realicen trabajos forzados.

Un último grupo estaría constituido por los esclavos. Éstos no eran considerados un grupo
social, el esclavo era una mercancía, sin consideración jurídica como persona, sino como
un bien que pertenecía a otra persona.

En la España de la Edad Moderna vemos una evolución en cuanto a los esclavos. En un


primer momento, proveniente de la Edad Media, que será lo más normal en el s. XVI, es
encontrarnos esclavos blancos que proceden del norte de África, los berberiscos. Desde
finales del XVI, en el XVII y claramente en el XVIII encontramos en España el esclavo negro
subsahariano, del que España no se abastece directamente, sino que era mediante compra
a otros países con mayor comercio esclavista, como Portugal.

El esclavo en España se dedica preferentemente al servicio doméstico, es un elemento de


ostentación, pues el esclavo era un bien caro.

También la Corona solía adquirir determinados números de esclavos al año con el objeto de
destinarlo a ciertos servicios que necesitaban gran mano de obra. Por ejemplo, en el s. XVIII
es normal mandar esclavos a los arsenales de la armada, y siempre era necesario un
número de esclavos para mantener remeros en las galeras. El Estado compraba entre 500 y
1500 esclavos al año durante el s. XVIII.

La conflictividad social
En cuanto a lo que nos dicen los documentos, España parece una sociedad ordenada y sin
conflictos. Esto viene porque tradicionalmente se ha considerado que la conflictividad se
manifiesta con violencia, como los levantamientos. Esto no se produce porque el poder que
tiene el Estado y la Iglesia es muy fuerte, y limita esos levantamientos.

Muchos de los conflictos se resuelven por la vía judicial o de concordias. Es habitual que
determinados pueblos estuvieran en contra de alguna de las medidas tomadas por sus
señores jurisdiccionales. El pueblo sabía que meterse en pleitos contra estas medidas
podían ser muy largos y costosos, y los señores sabían que un pueblo levantado era no
solo un recorte a su jurisdicción, sino también podía ocasionar pérdidas económicas. Por lo
tanto, estas situaciones de enfrentamiento terminaban en concordias a través de los cuales
aceptaban ciertas medidas, y el señor aceptaba limitar algunas cuestiones a favor de sus
vecinos.

Hay diferentes tipos de conflictos. Se detectan conflictos entre monarquía y nobleza, pues la
nobleza que es un grupo muy fuerte, y la monarquía, que en la edad moderna es autoritaria,
se tiene que hacer autoritaria doblegando precisamente a esta nobleza.

El otro elemento privilegiado de la sociedad, el eclesiástico, tendrá conflictos con la


monarquía, principalmente porque la Iglesia tiene muchas inmunidades y privilegios que
quiere mantener, y otra vez vemos como la monarquía quiere limitar el poder de este grupo
porque de alguna forma limitándolo se hace él más poderoso.

En el ámbito urbano los principales conflictos vienen determinados por las crisis de
subsistencia, que se producen cuando no hay alimentos, o cuando éstos son muy escasos y
hace que el precio se eleve. Los más perjudicados son los grupos más indefensos de la
sociedad. Podemos destacar las de Granada, Córdoba, Madrid y Sevilla de mediados del s.
XVII. También hay conflictos, pero pocos, contra los impuestos. Pueden destacar la revuelta
de la sal de 1632 en Vizcaya.

Un último problema es el que constituye el bandolerismo. Éste es importante en Cataluña


durante la primera mitad del s. XVII. En Andalucía vemos un mayor auge de este
bandolerismo, incluso creándose un cuerpo especial para combatirlos.

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