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Tema 2. Morfología

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TEMA 2. MODELOS MORFOLÓGICOS.

Permiten analizar una lengua desde el punto de vista morfológico. Nos vamos a fijar fundamentalmente en el modelo
que estudia la morfología generativa, pues es la más productiva y actual.

En la gramática de 1957, las reglas sintácticas y las que introducen material léxico no están diferenciadas
gramaticalmente. Primero actúan las reglas sintácticas y, después, las que introducen material léxico.
Sin embargo, encontramos un problema que enseguida advierte Chomsky: no hay ninguna restricción léxica para
ocupar los distintos papeles temáticos en la oración. Este modelo es inviable puesto que, esta gramática, a pesar de
poder dar cuenta de todas las oraciones aceptables de una lengua, también puede hacerlo de las inaceptables ( Mi tío
lee el periódico  Mi calcetín lee el periódico).
Hay que imaginar un mecanismo capaz de impedir que se generen oraciones inaceptables.
Cuando Chomsky se da cuenta de este problema, reformula su teoría, y, este mecanismo, se conoce con el nombre de
la subcategorización  consiste en extraer categorías más pequeñas en función de sus peculiares modos de
combinarse en la frase (ejemplo: verbos transitivos e intransitivos). La subcategorización en categorías cada vez más
finas evita el problema de la excesiva potencia de la gramática.
Problema que supone esta solución. La subcategorización es un proceso extremadamente complejo. Una
subcategorización puede llevarnos únicamente a la configuración de una oración.
De esta manera, Chomsky decide abandonar el camino de la subcategorización y apoya un tercer proyecto, según el
cual, la solución del problema de la generación de oraciones inaceptables se halla en el léxico. Apoyará la
categorización léxica. Se abandona, por tanto, la solución sintáctica y se opta por una solución léxica. Entonces, la
gramática pasa a tener dos componentes distintos:
1. Componente sintáctico (basado en las reglas combinatorias).
2. Componente léxico. Es un diccionario concebido como una lista de palabras en las que una categoría léxica es
definida por sus rasgos fonológicos, sintácticos y semánticos, a través de lo que se llama de una matriz de
rasgos.
(Ejemplo: En el caso de la palabra niño. Rasgos fonológicos (consonántico, nasal), sintáctico (masculino,
animado, humano) y semántico (macho, poca edad, poca experiencia). Aquí, en esta matriz, encontramos
recogidas todas las propiedades de ese nombre. Esto obliga a combinar la palabra con otra que contenga sus
mismos rasgos).
Conclusión: De esta manera, se resuelve el problema de la generación de oraciones inaceptables. El componente
léxico es el componente central de la gramática. El desarrollo de la gramática generativa camina hacia un
conocimiento y refinamiento del componente léxico.

Morfología generativa.
El camino de la morfología generativa es semejante, es decir, de una morfología eminentemente sintáctica llegamos,
en la actualidad, a una morfología léxica.
R. B. Lees en la formulación de una primera hipótesis de una morfología generativa, señala que los derivados y los
compuestos son manifestaciones superficiales de ciertas estructuras sintácticas. Ejemplo: El hombre es un lobo. 
Hombrelobo. La relación que se establece, es sintáctica, las reglas sintácticas son las que explican la formación de
palabras.
Sin embargo, esta idea de Lees enseguida fue contestada por el morfólogo holandés Booij, con la idea de demostrar
que las reglas sintácticas no pueden dar cuenta de las numerosas anomalías que presenta el léxico.

Ejemplo  En los verbos de-adjetivales con el sufijo –ificar: purificar, solidificar, clarificar, con la idea de Lees, se
postularía que existe una relación sintáctica entre esta operación (de derivación) y el resultado superficial.
Sin embargo, esta idea se rompe con una palabra como “oscurecer”  *oscurificar. La correspondencia sintáctica, en
este caso, quedaría bloqueada.

Puro, sólido y claro, son verbos de-adjetivales factitivos (purificar, solidificar, clarificar), es decir, son traducibles
por la perífrasis “hacer que algo” y, por eso, pueden adjuntarse al sufijo –ificar. Pero no existen verbos
específicamente factitivos, sino que la interpretación factitiva depende del contexto . (Es el contexto, entonces, el que decide si un
verbo es factitivo o no).
Hay verbos que nunca pueden tener un sentido factitivo. Besar.Hitler besó a cientos de mujeres. No vamos a entender
que las hizo besar.
Podemos decir que entonces -ificar concede a los verbos un sentido factitivo.
Sin embargo, justificar, no es traducible por la perífrasis “hacer que algo”. El adjetivo “justo” presenta una
idiosincrasia en que una regla sintáctica no puede explicar el por qué.
Por lo tanto, es imposible dar cuenta de todas las irregularidades a partir de reglas sintácticas.

Conclusión: La solución que propone Lees no es válida y el proceso sintáctico se sustituye, por no ser válido, por lo
que se llama la morfología léxica.
Morris Halle señala que, así como la gramática debe ser la representación formal del conocimiento que un hablante
tiene de su idioma, debe haber también una representación formal del conocimiento que tiene del léxico de su lengua .
Un nativo de una lengua conoce, fundamentalmente, tres cosas de su léxico:
1. Sabe qué palabras son de su idioma y cuáles no.
2. Hay palabras de su idioma que presentan una estructura interna (relojero) y otras no (zapato).
3. Sabe que cuando las palabras presentan una estructura interna, la sucesión de los elementos no es azarosa, sino
que esa palabra se configura de acuerdo con unas reglas gramaticales.

La representación formal tiene que dar cuenta de este saber de los hablantes sobre su léxico, y lo hace de la siguiente
manera:

Lista de morfemas  Reglas de formación de palabras (RFP)  Filtro  Diccionario (todas las palabras de una lengua)

SALIDA  Fonología  Sintaxis (secuencia de palabras)

En la lista de morfemas tenemos ordenados todos los elementos que constituyen el idioma, etiquetados con la clase a
la que pertenecen. Estos elementos pueden combinarse según las reglas de formación de palabras, siendo el
morfema la unidad básica sobre la que actúan.
Sin embargo, todas esas combinaciones y procesos no se producen siempre de manera regular, sino que hay
formaciones irregulares, de las que da cuenta el filtro que pueden ser de tres tipos:
1. Irregularidades fonológicas. Ejemplo: En español meridional, la vocal final átona de las palabras en contacto
con s se abre.
2. Irregularidades semánticas (conventico  convento + -ico, significan cosas distintas)
3. Las que tienen que ver con excepciones. (Los verbos de la primera conjugación tienden a formar nombres
acabados en -ción, pero, por ejemplo, aparcar selecciona –miento  aparcamiento).

El filtro, tiene la función de interrumpir aquellas formaciones de palabras que están bien morfológica y
semánticamente pero que no pasan al diccionario. Así como no existen oraciones posibles, pero no existentes, sí
existen palabras posibles, pero no existentes (diferencia entre el componente morfológico y sintáctico). Un ejemplo
sería magdalenero, el filtro impide que pase al diccionario, aunque encontramos palabras como panadero o
bizcochero. La justificación de ello podría hallarse en que magdalenero no se ha establecido nunca como un oficio y
para determinar la existencia de una palabra se da cuenta del uso mayoritario de la sociedad.
Una vez que las palabras atraviesan el filtro, se instalan en el último de sus componentes, el diccionario.

Tanto la gramática tradicional como la estructural explican la formación de las palabras mediante un proceso de
concatenación.
Sin embargo, la gramática generativa ha puesto de relieve que la formación de palabras se realiza a través de un
proceso derivativo y no de concatenación  debido a que no todas las unidades se combinan con todas las unidades,
tanto los lexemas como los morfemas presentan restricciones a la hora de realizar sus posibles combinaciones.

Ejemplo: [re[estructurar]V]v ción]N  re no podría combinarse con estructuración porque solo se combina con verbos, por lo tanto, tiene que
combinarse primero con estructurar y después con –ción.

Por otro lado, la teoría de Halle presenta una dificultad insalvable formulada por Aronoff  que tiene que ver
con el subcomponente de la lista de morfemas. Establece que los morfemas no pueden estar incluidos en esa lista
porque algunos no tienen significado. Por lo tanto, las reglas de formación de palabras no pueden actuar sobre
elementos que no significan, como Halle pretende.

En español, como ejemplo, tenemos la palabra “remitir”. “Re” y “mitir” por separado no significan nada, esta palabra toma su significado una
vez juntados ambos elementos.

Por ello, Aronoff propone elevar la unidad mínima sobre la que actúa la regla de formación de palabras a la palabra (y
no al morfema).

En la nueva propuesta de Aronoff encontramos un subcomponente que es el diccionario sobre el que actúan las reglas
de formación de palabras. La unidad mínima, por tanto, es la palabra.
Restricciones presentan las bases y los morfemas para combinarse:
- Sintáctico-semánticas.
Ejemplo: el sufijo –ero forma derivados que significan profesión y la base tiene que ser nominal (relojero). El sufijo –
dor, forma derivados que significan una profesión, pero, por el contrario, la base tiene que ser verbal (pescar 
pescador). La elección del verbo depende de si su argumento externo es agente o no. Si lo fuera, se combinaría con lo
que en la gramática se llaman verbos agentivos (entrenar: necesita un agente que entrene, por tanto, es agentivo, y se
uniría con el sufijo –dor).
También se combinan con los verbos de logro, son aquellos cuyo argumento externo significa algo parecido a receptor
(resultado del proceso verbal) (“perder” necesita que alguien sea el receptor del proceso verbal  perdedor) 
VERBOS TRANSITIVOS.

Los verbos intransitivos también presentan restricciones  si el verbo intransitivo es agentivo, entonces puede
adjuntarse al sufijo –dor (jugador).
Pero si el verbo es intransitivo inacusativo (aquellos que designan un participante que no es agentivo y que equivale,
desde el punto de vista del contenido, a un complemento directo de una construcción transitiva) se tiende a rechazar el
sufijo –dor. Existir  *existidor.

- Semánticas. La palabra verde distingue entre tres significados: gama de colores, judías y la expresión “viejo verde”.
En judías verdes, no se puede cambiar por otro color ni se le puede añadir el sufijo –oso.
Popular, por ejemplo, tiene dos significados: del pueblo y grato al pueblo (famoso). Puede conjugarse con el prefijo
im—pero solo admite el segundo significado.

- Fonológicas. En español tenemos el prefijo ab-, que presenta dos alomorfos con el significado de privación,
alejamiento o separación. El otro alomorfo es abs-, que están en distribución complementaria (la presencia de una
evita que aparezca la otra). El primer alomorfo aparece ante vocales o las consonantes “d”, “l”, “n”, “r” o “s”.

- Morfológicas. La restricción morfológica tiene que ver con lo que se llaman rasgos abstractos. Fueron mencionados
por primera vez por Chomsky en el análisis fonológico: señala cómo ciertas palabras del inglés (como por ejemplo
criti[k]al), cuando se combinan con un sufijo, cambian de sonido (criti[s]+ism).
Esto se debe a un rasgo de naturaleza abstracta  la procedencia de las palabras condiciona el análisis fonológico.

Una vez que la morfología ha fijado todas las restricciones, Aronoff establece un nuevo subcomponente, que es el que
se encarga de hacer reajustes de tipo morfo-fonológico antes de la formación del derivado, a través de lo que él llama
“reglas de reajuste morfo-fonológico”, que, a su vez las subdivide en las reglas de corte y las reglas alomórficas:

Reglas de corte o truncamiento. Suprime un morfema terminal ante un sufijo según el siguiente proceso:

[Raíz1 + morfema A(elemento 2)]x + morfema B(elemento 3)]y , el proceso consiste en la supresión del e2.

En el diccionario encontramos, por ejemplo, la palabra [niñ-o]. Niñ, sería el elemento uno y “o” el elemento dos.
A continuación, vendrían las RFP que añaden un elemento tres, es decir, el sufijo. [[niñ-o 2] ez3]. Después, aparece
la regla de corte que elimina el elemento dos. [[niñ]ez]. Salida: [niñez].
Con las palabras libro o casa, hay que considerar que la vocal átona final no forma parte de la estructura prosódica
de la palabra (libr-o, cas-a), porque en fenómenos de derivación esa vocal final cae (libr-ero, cas-ero), por tanto,
no forma parte de la palabra.
Como se forma según Aronoff librero. Desaparecería el morfema “o” “a”.
Si pensamos que “libro” presenta una palabra completa y que la caída final se produce simplemente por un
fenómeno fonológico del español: cuando se encuentra una vocal atona con una vocal tónica de un sufijo, la atona
cae, aunque pertenezca al esqueleto prosódico de la palabra, la descripción de Aronoff no nos valdría.

Reglas alomórficas. Un alomorfo se adopta en función de determinadas circunstancias.


* Nominalización de verbos  hay un verbo en infinitivo que, por un mecanismo que suele ser semejante, se
convierte en nombre.
1. El afirmarlo tú así, me ha tranquilizado.
2. Escuchan el tañer incesante de las campanas.
3. El poder de la clase dominante es inmenso.
Encontramos 3 infinitivos que funcionan como nombres, es decir, han sido nominalizados. En la idea de Lees, esto es
un proceso sintáctico. Hay un verbo en infinitivo que mediante un mecanismo se convierte en nombre. Sin embargo,
el paso de verbo a nombre no es igual.
Ahí tenemos los nombres, afirmar, tañer y poder. Pero, ¿son idénticos esos procesos?
1: Encontramos el uso de un pronombre clítico (solo pueden aplicarse a verbos), un sujeto nominativo y un adverbio
que modifica a un sustantivo. Por lo tanto, aunque haya habido una transformación de verbo a nombre, se han
trasladado muchas propiedades verbales.
2: En esa evolución verbo  nombre, el verbo ha adquirido más propiedades nominales que el primero (ejemplo: está
modificado por un adjetivo, puedo sustituir el determinante el, por cualquier otro como aquel, etc.). Sin embargo,
sigue manteniendo propiedades verbales, pues no puedo decir escuchan *los tañeres, no lo puedo poner en plural.
Tampoco admite el diminutivo *tañecito.
3: Funciona como un nombre normal. Admite todos los determinantes y plurales. Funciona como cualquier otro
sintagma nominal. Es decir, el verbo poder, cuando se convierte en nombre, se convierte en un nombre auténtico.

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