Reflexiones Iniciales Sobre Realidad y Apariencia
Reflexiones Iniciales Sobre Realidad y Apariencia
Reflexiones Iniciales Sobre Realidad y Apariencia
Esther García-Tejedor
1. Clasificación y oposición.
La oposición puede darse entre múltiples términos. Pero la más característica del
pensamiento categorial es la oposición binaria. En ella se basan los principios de la lógica:
identidad (A = A) no contradicción (si A, entonces – (– A)) y tercer excluido (A V – A).
– lo que es se opone a lo que no es, en sentido general y particular: todo objeto es algo y no es
otra cosa. En sentido general, el conjunto de todo lo que es se opone a la nada.
– La realidad, esto es, lo que las cosas son realmente, se opone al modo en que se nos
aparecen. En este sentido, realidad se opone a apariencia.
El ser es quizá el término más emblemático y crucial de la filosofía. Pero ¿de dónde sale
la noción de “ser”? El conocimiento humano funciona no sólo oponiendo términos; tiene
también como característica la tendencia a la globalización o generalización. En efecto: no nos
limitamos a oponer tipos de triángulos, sino que los agrupamos en el concepto global
“triángulo”, que se opone a “cuadrado”, “círculo”, etc, pero que a su vez se globalizan en
“figura geométrica”. Del mismo modo, podemos oponer “gorrión” o “paloma” a otros pájaros,
pero también los globalizamos en la categoría “aves”. Esta, a su vez, se opone a la de “peces” y
otras, pero todas ellas se engloban en la de “animales”, que a su vez se engloban en “seres
vivos”.
Para clasificar, por tanto, buscamos tanto la diferencia que opone unos términos a otros
como las características comunes que los engloban. Pues bien, si seguimos globalizando, nos
encontramos con que todo aquello de lo que hablamos tiene algo común: que “es”. En este
grado de globalización nos encontramos con el problema filosófico por excelencia: en qué
consiste “ser”.
· Ente: es el participio presente del verbo ser. Significa “lo-que-es”. Designa cada cosa que es,
como algo concreto, es decir: el árbol, la silla, la persona... no en cuanto que son árbol o silla,
sino en cuanto que son.
· Sustancia: (sub-stantia) lo que permanece invariable frente a los cambios. Se refiere a lo que
hace que cada cosa sea lo-que-es.
· Ser: intenta designar ese algo en común que tienen los entes, lo que hace que sean entes.
El último y gran porqué es la pregunta “¿por qué es el ser, y no más bien la nada?”
(planteada por primera vez por Leibniz; replanteada por Heidegger). Parece que al ser humano
le asombra el hecho de que existan cosas, y necesita encontrar el sentido a esa existencia. Así,
la pregunta se constituye en horizonte último de lo poético, lo místico y lo religioso. Tal como
formula Witgenstein: “no es lo místico cómo sea el mundo, sino que el mundo sea”. El
problema es que ese “no-ser” absoluto queda fuera del ámbito mismo del discurso, que se
inserta en lo-que-es.
– Exclusivas (macho/hembra)
. “Realidad” puede usarse como genérico (lo aparente es real porque es algo: una
apariencia) o como oposición a “apariencia”. Así, por ejemplo, la mesa que veo puedo
entenderla como una realidad, en cuanto es una impresión, o como algo no real, aparente,
pues no es lo que la ciencia me dice que es (un conjunto de partículas en determinada
disposición y en movimiento). Puedo, pues, entender que la impresión es real, en cuanto es
una impresión, o que no lo es, en cuanto que es una apariencia que no se corresponde con el
verdadero ser del objeto que me causa tal impresión.
El problema aquí no consiste sólo en que falte una palabra para designar el género
común: se trata de que falta ese género; no hay nada que pueda oponerse a la realidad. La
realidad no es un género (el ser no es una categoría, dirá Aristóteles), porque lo abarca todo,
no hay nada frente a lo que diferenciarla y definirla.
La gente cree que existe lo dulce, y cree que existe lo amargo, y cree que existe el
calor, y cree que existe el frío, y cree que existe el color. Pero, en la realidad, lo que hay son
átomos y vacío. (Demócrito, s. IV-V a.C., fragmento 9)
De este modo, se asocia el concepto de “apariencia” con la apariencia sensible, esto es, el
aspecto que la realidad muestra a los sentidos, que no constituye la verdadera realidad de las
cosas. Se deduce así que esa “verdadera realidad” de las cosas, si no se capta por los sentidos,
se ha de captar por la razón.
La razón, edificada sobre los conceptos, se basa en lo que permanece de las cosas, lo
que es inmutable. Los sentidos, en cambio, nos muestran el devenir, el cambio, el movimiento.
El ser aquí se identifica con lo permanente, lo eterno (reminiscencia del ser lógico de
Parménides). Dado que eso es lo que captamos por los conceptos, Platón estableció que éstos,
a los que llamó Ideas, son el mundo verdadero, mientras que lo que captamos por los sentidos
es el mundo aparente. El mundo verdadero, del ser, se hace así trascendente. El mundo
sensible será entonces un reflejo imperfecto y en movimiento del mundo perfecto e inmóvil de
las Ideas o lo inteligible. En cuanto lo refleja, nos ayuda a conocerlo; en cuanto es imperfecto,
distorsiona su imagen.
Aristóteles, discípulo de Platón, volverá a hacer el ser inmanente, esto es, a ubicar su
realidad en las cosas mismas, introduciendo las nociones de sustancia y accidente, materia y
forma, potencia y acto, para explicar los cambios.
Ambos parten de que la realidad puede ser conocida por la razón. La postura que niega
esta posibilidad es el escepticismo.
Frente a estas posturas que parten de la dualidad realidad/apariencia, otros rechazan
tal dualidad. Surge así la corriente denominada “fenomenología”, que sitúa toda realidad en el
fenómeno (fainómenon = lo que se aparece), negando que remita a alguna realidad “oculta”.
Ser es aparecerse.
Conocer algo implica conocer su realidad. Ahora bien, hay grados de conocimiento:
· Saber: se entiende por tal el conocimiento seguro. En griego podía expresarse
como episteme (ciencia, conocimiento de un ámbito concreto) y sophía (conocimiento de la
realidad en sí, sabiduría).
· Opinión: es un conocimiento probable. Platón la considera el único modo en que podemos
conocer lo que se refiere al mundo sensible, porque es cambiante, y por tanto sólo podemos
conjeturar sobre él. Ésta sería una limitación impuesta por el objeto mismo. Pero también el
sujeto puede tener sus limitaciones: que el objeto sea inasequible al conocimiento humano
(como el noúmeno de Kant) o, simplemente, que el sujeto esté condicionado por opiniones
previas, por ejemplo de su sociedad, que podríamos denominar prejuicios.
Ejercicios:
[1]
Es interesante reflexionar aquí sobre el mito bíblico de la creación de la mujer. En algunas
corrientes gnósticas (y es muy probable que este sea el verdadero sentido) se habla de la
creación de un humano primordial, aún sin polarizar, y su posterior división en dos sexos.
En: http://www.filosofiayliteratura.org/filosofiayliteratura.org/aparienciayrealidad.htm
Consulta: 2/2/19