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Derechos Del Niño

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Aspectos demográficos.

Pobreza en la niñez y adolescencia.


Gasto Social.
Defensorías del Niño y del Adolescente.
Acceso a la Identidad o documentación oficial.
Niñas, niños y adolescentes sin cuidados parentales.
Violencia familiar y sexual contra niñas, niños y adolescentes.
Tuberculosis en niñas, niños y adolescentes.
Niñas, niños y adolescentes y las situaciones de trata (sexual, laboral, mendicidad).
Niñas, niños y adolescentes con discapacidad.
Participación de niñas, niños y adolescentes.
Niñas, niños y adolescentes y las situaciones de emergencia.
Niñas, niños y adolescentes y los conflictos internos.
II. Situación de la Niñez y Adolescencia en el Perú
Este capítulo presenta un análisis de los principales problemas y tendencias que sustentan
las brechas cuya superación se proyecta con el logro de las metas emblemáticas, objetivos
y resultados esperados del Plan Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia 2012 -
2021 (PNAIA 2021).
Muestra, asimismo, la diversidad cultural, étnica, lingüística, socio-económica y geográfica
propia del Perú, la misma que se expresa en las formas de vida –con sus peculiares
desafíos y esperanzas– de millones de niñas, niños y adolescentes peruanos. Tales
dimensiones se examinan aquí mediante promedios, cifras y constataciones no sólo a
nivel nacional, sino también regional y provincial (en el caso de contar con información
disponible), ya que es justamente en esos espacios donde las inequidades se revelan con
mayor agudeza.

La niñez y adolescencia de 0 a 17 años de edad

Aspectos demográficos
El porcentaje de población menor de 18 años de edad ha venido descendiendo en las
cinco últimas décadas. Así, el Perú mostraba en la década de los cincuenta a setenta una
estructura poblacional eminentemente joven, como consecuencia de las altas tasas de
fecundidad, que entonces ascendían a 6,5 hijos por mujer. El descenso de la fecundidad
ha ocasionado que la tasa de crecimiento promedio anual de la población descienda del
2,8% alcanzado en el período 1961-1972, hasta 1,6% para el período 1993-2007 según los
Censos Nacionales de estos años.
Los progresos en la atención y acceso a la salud, a las inmunizaciones, a los servicios
básicos como de agua potable y saneamiento básico, han permitido que mejore la calidad
de vida y la sobrevivencia. También ha influido el mayor acceso a los métodos de
planificación familiar y ha distanciado el período de tiempo que transcurre entre los
nacimientos. Además, el mayor acceso a la educación y al empleo de las mujeres influye
en el descenso del número de hijas e hijos por mujer, asimismo, de la mortalidad infantil y
en la niñez.
Se estima que este proceso continúe en los años venideros, lo cual tendrá profundas
consecuencias en la formación de un amplio espectro de demandas sociales. El cambio en
la estructura por edad presenta beneficios tangibles al generar una ventana de
oportunidad debido a la disminución de la razón de dependencia, es decir, a una relación
cada vez más favorable entre la población de edades dependientes (niñas, niños,
adolescentes y adultos mayores) y la población en edad de trabajar.
Se estima que la ventana de oportunidad permanecerá abierta durante las tres décadas
siguientes, por lo que se deberá estimular un círculo virtuoso de empleo, ahorro e
inversión que permita su desarrollo integral.

Pobreza en la niñez y adolescencia


En el país persisten brechas socioeconómicas basadas en el origen étnico, el género y el
estrato social, por lo que existe una desigual distribución del ingreso. Según un estudio
realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL, el Perú está
considerado como un país con brechas severas de bienestar.
Esta desigualdad se expresa en la incidencia de la pobreza, caracterizada por el hambre, la
ausencia de salud, las malas condiciones de vivienda, el ambiente social inadecuado, el
analfabetismo, la falta de calificación y los ingresos bajos. Ser pobre significa también
envejecer rápidamente, una mayor probabilidad de morir joven, trabajar duro con escasa
remuneración y no ejercer influencia sobre el entorno político.
La situación es aún más crítica en los residentes del área rural donde la pobreza afectó al
68,5% de sus niñas, niños y adolescentes, es decir 2,3 veces la pobreza del área urbana
(29,3%).
Las niñas y niños que nacen en hogares pobres tienen restringidos sus derechos humanos,
viven en la calle o si tienen familia se incorporan tempranamente al trabajo y carecen de
educación, servicios de salud o una alimentación adecuada, incluyendo el disfrute del
juego, tan vital para su desarrollo. Se trata de un segmento poblacional muy
vulnerable a los malos tratos y a la explotación.
La incidencia de la pobreza y de la pobreza extrema es aún mayor para la niñez que tiene
como lengua materna una lengua nativa (quechua, aymara o una lengua de la Amazonía).
La pobreza afectó al 78,8% de las niñas, niños y adolescentes que mencionaron tener
como lengua materna una lengua nativa, mientras entre los que tienen como lengua
materna, el castellano la pobreza incidió en el 40,0%.
Esta situación es peor si se reside en el área rural puesto que la incidencia de la pobreza es
de 80,1% y de la extrema pobreza (47,8%) que en los residentes del área urbana (68,0%
pobreza y 27,2% pobreza extrema).
Estas niñas, niños y adolescentes corren un mayor riesgo de ser excluidos de los avances
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, así como de no poder ejercer sus derechos,
consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).
Defensorías del Niño y del Adolescente
Una de las estrategias que se vienen impulsando para este ejercicio de derechos, es la
implementación de servicios especializados, tanto aquellos que tienen un alcance nacional
como los que vienen funcionando a nivel local.
Entre estos últimos se tienen a las Defensorías del Niño y del Adolescente, incorporadas
en la normatividad peruana a través del Código de los Niños y Adolescentes del año 1992,
que se han consolidado como una estrategia para facilitar el ejercicio de derechos de
niñas, niños y adolescentes, contribuyendo al desarrollo local. Estas Defensorías tienen
como funciones principales la promoción, defensa y vigilancia del ejercicio de derechos de
situaciones relacionadas con niñas, niños y adolescentes.
A marzo del año 2012, existen 2 200 Defensorías del Niño y del Adolescente en todo el
país, ubicadas en 988 distritos, lo que las convierte en la red especializada en niñez y
adolescencia más grande del país. Por otra parte, de las 195 provincias del país, se tiene
que en 190 existe una Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente - DEMUNA
provincial.
Esta cobertura permite que las Defensorías se conviertan en una gran fortaleza en cuanto
a diseño e implementación de políticas públicas relacionadas con niñez y adolescencia,
por lo que se las debe consolidar como el gran referente local para estas tareas.

Acceso a la identidad o documentación oficial


Todas las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a una identidad oficial registrada. La
Convención sobre los Derechos del Niño deja muy en claro en los artículos 7° y 8° que es
una obligación de los gobiernos asegurar el respeto y la puesta en vigor de este derecho.
Sin una inscripción oficial al nacer o sin documentos de identificación, las niñas y niños
pueden quedar excluidos del acceso a los servicios fundamentales.
El "Programa de Acceso de la Población a la Identidad", creado en el año 2008, precisa que
el 78% de niñas, niños y adolescentes cuenta con documento nacional de identidad
(marzo 2011).

Niñas, niños y adolescentes sin cuidados parentales


En el país existen niñas, niños y adolescentes que no se encuentran viviendo con sus
padres o familiares por diversas causas, entre las que se encuentran el abandono material
y/o moral por parte de su núcleo familiar, la fuga del hogar, el extravío, la crisis económica
familiar, entre otros.
El Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar - INABIF brindó atención integral
en el año 2011, en sus Centros de Atención Residencial, en promedio mensual a 2,229
niñas, niños y adolescentes, que equivale a una atención acumulada de 3,985 niñas, niños
y adolescentes.
La atención institucionalizada ha sido la tendencia del Estado frente a una situación
compleja que priva de su familia biológica a niñas, niños y adolescentes, facilitando
muchas veces que se terminen de romper los débiles lazos que aún los unían con su
familia cuando estos existían. Así, modalidades de atención que deberían tener un
carácter temporal (mientras se trabaja con la familia para facilitar la reinserción del menor
de edad o, cuando ésta no cuenta con las capacidades para recibirlo, promover la
adopción o colocación familiar), terminan por brindar atención permanente, que por lo
general no cubre las necesidades de atención individual que requieren.
La Unidad Gerencial de Investigación Tutelar, UGIT, del INABIF, asume la competencia en
la vía administrativa de las investigaciones tutelares, a partir del 22 de marzo del año
2006; está encargada de llevar a cabo el procedimiento de Investigación Tutelar que es el
conjunto de actos y diligencias, tramitados administrativamente, que están destinados a
verificar el presunto estado de abandono en que se encuentra un niño y/o adolescente
conforme a las causales previstas en el Artículo 248º del Código de los Niños y
Adolescentes. La UGIT procede aplicando la medida de protección adecuada, procurando
la reinserción familiar o, en caso de no haber padres biológicos, sino identificados
familiares, se podrá aplicar la medida de protección provisional de colocación
familiar, siempre y cuando esté acreditado el entroncamiento familiar. Como última
opción, se aplicará la medida de protección de atención integral en un Hogar.
El MIMP reconoce que vivir en familia, es un derecho básico y fundamental para el
desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, por lo que a través de la Secretaría
Nacional de Adopciones - SNA, desarrolla el Programa Nacional de Adopciones, dirigido a
brindar un hogar definitivo a cada niña, niño o adolescente susceptible de ser adoptado,
respetando el interés superior de éstos, así como la selección rigurosa de las eventuales
familias adoptantes.
La adopción constituye una medida de protección “permanente” que garantiza el derecho
de la niña, niño o adolescente a crecer y desarrollarse con una familia, debiendo proceder
únicamente después de que se hayan realizado todos los esfuerzos posibles y necesarios
para que la niña o niño pueda ser reintegrada al seno de su familia biológica (nuclear o
extensa), pues la adopción debe ser entendida como última medida que pueda aplicarse
para poder restituir a una niña, niño o adolescente, su derecho a vivir en familia; siendo
por ello la adopción una institución social de protección, de orden público y de excepción.
Otro mecanismo para lograr que las niñas, niños y adolescentes retornen a sus familias de
origen y tengan condiciones suficientes para su desarrollo integral, es el trabajo de
reinserción familiar que se realiza en los Centros de Atención Residencial del Programa
Integral Nacional para el Bienestar Familiar – INABIF y el y el Puericultorio Pérez Araníbar
de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana.

Violencia familiar y sexual contra niñas, niños y adolescentes


La violencia en contra de niñas, niños y adolescentes se presenta en la familia, la escuela,
el barrio, entre otros. Pero es la violencia que se desarrolla en el seno de la familia la más
extendida, grave y frecuente ya que se realiza de manera más continua, y genera
consecuencias físicas, psicológicas y sociales que afectan su normal desarrollo. La violencia
familiar, además, es la que da el marco y “justifica” la violencia que se realiza en los otros
ámbitos de desarrollo y desenvolvimiento de las niñas, niños y adolescente.
La violencia familiar que se ejerce contra sus miembros más vulnerables tiene todavía un
alto nivel de aceptación en los adultos en tanto es vista como una forma válida y efectiva
para educar y corregir. Por otra parte, estas conductas violentas, al ser realizadas por
personas que las víctimas reconocen como sus familiares más cercanos, protectores y
objeto de su cariño, llevan a las niñas, niños y adolescentes maltratados a aceptar y
justificar el castigo, sintiéndose muchas veces culpables de que estas conductas ocurran.
Cabe señalar que otra variable relacionada con la violencia familiar es aquella relacionada
con situaciones de violencia basadas en las relaciones desiguales de poder entre
hombres y mujeres, desigualdad que coloca en situación de desventaja a las mujeres, lo
cual determina que una significativa mayoría de las víctimas sean mujeres. La violencia de
género se manifiesta en todas las etapas del ciclo vital de las mujeres y en algunas etapas
del ciclo vital de los hombres, especialmente en la niñez y adolescencia. Particulares
atenciones merecen las niñas, que además son objeto de imposición de trabajo
doméstico, maltratadas cuando no cuidaron “adecuadamente” a los hermanos y
hermanas menores y además víctimas de abuso sexual intrafamiliar.
En la actualidad no se tiene precisión sobre la dimensión cuantitativa y cualitativa de la
violencia familiar en contra de niñas y niños que sustente la definición de Políticas y
Programas Públicos de Atención. La información disponible proviene de aquellas
denuncias realizadas en diversas instituciones públicas, como la Policía Nacional del Perú,
la Fiscalía, los Centros de Emergencia Mujer –CEM- o en la diversidad de Defensorías del
Niño y del Adolescente existentes, siendo ésta una información parcial del universo de la
violencia contra niñas, niños y adolescentes.
Aún se mantiene en la oscuridad la historia de violencia familiar de todas aquellas
personas menores de 17 años de edad que no han encontrado el apoyo ni las vías
adecuadas para enfrentar la violencia que sufren día a día, y que se estima son una
inmensa mayoría.
Los sistemas de atención de violencia familiar existentes generalmente no cuentan con
programas para su detección temprana, es decir, en el inicio de la espiral de violencia, lo
que permitiría prevenirla y atenderla de inmediato y así evitar que su avance
produzca estragos irreparables en niñas, niños, adolescentes y adultos.
La asignación de los recursos del Estado a la atención de las consecuencias de la violencia,
es importante, pero parcial e insuficiente. La prevención y la atención temprana son un
imperativo de urgencia por el daño causado y por su prolongación a los otros espacios de
socialización infantil, ya que las familias al “naturalizar” la violencia familiar en contra de
niñas, niños y adolescentes, sientan las bases para su ejercicio fuera de la familia y para
que las propias víctimas la ejerzan en contra de sus propios pares.

Niñas, niños y adolescentes y las situaciones de trata (sexual, laboral,


mendicidad)
El Perú es uno de los países en América Latina que dispone de una Ley específica contra la
Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes, Ley Nº 28950.
En concordancia con los Lineamientos del Convenio de Palermo27, la ley tipifica la trata de
personas en el artículo 153 del Código Penal definiéndola como la acción de favorecer,
financiar o facilitar la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención, en el
territorio de la República o para su salida o entrada del país, recurriendo a: la violencia, la
amenaza u otras formas de coacción, la privación de libertad, el fraude, el engaño, el
abuso del poder o de una situación de vulnerabilidad, o la concesión o recepción de pagos
o beneficios, con fines de explotación, venta de niñas y niños, para la explotación sexual,
someterlo a esclavitud sexual u otras formas de abuso sexual, obligarlo a mendigar, a
realizar trabajos o servicios forzados, a la servidumbre, la esclavitud o prácticas
análogas a la esclavitud u otras formas de explotación laboral o extracción, o tráfico de
órganos o tejidos humanos.
Agrega además que la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de
una niña, niño o adolescente con fines de explotación es considerada trata de personas,
incluso cuando no se recurra a ninguno de los medios señalados en el párrafo anterior.
Dada la gravedad de estos delitos, se hace necesario establecer políticas públicas
orientadas a luchar contra este flagelo desde una perspectiva sistémica.
En la actualidad no se cuenta con información que permita dimensionar la gravedad de
este problema, por lo que se hace necesario realizar investigaciones especiales para
conocer su profundidad y trazar así la línea de base respectiva para el presente Plan. Sin
embargo, el Gráfico 5 presenta algunos registros tomados del Sistema RETA 2011 de la
Policía Nacional del Perú.

Participación de niñas, niños y adolescentes


La participación es un derecho y un proceso que les permite a las niñas, niños y
adolescentes ser actores de su desarrollo personal y social. Ello implica el ejercicio del
derecho a ser informado, emitir opinión, ser escuchado, organizarse e incidir en las
decisiones que se toman en temas que le involucran o interesan, teniendo en cuenta
siempre los principios de no discriminación, la autodeterminación progresiva y el interés
superior del niño.
La participación de niñas, niños y adolescentes es reconocida como un derecho a partir de
la Convención sobre los Derechos del Niño y recogida en diversas normas nacionales que
la garantizan.
En el país existen experiencias de participación de niñas, niños y adolescentes en
diferentes ámbitos de la sociedad. Entre estas experiencias destacan los Consejos
Consultivos de la Dirección de Niñas, Niños y Adolescentes del MIMP, del Gobierno
Regional de Amazonas, de la Defensoría del Pueblo, con la denominación de Comité
Asesor de la Adjuntía para la Niñez y Adolescencia, así como de la Municipalidad de
Ventanilla, en Lima. También las Defensorías Escolares y los Municipios Escolares y las
organizaciones de niñas, niños y adolescentes trabajadores. Cabe destacar igualmente la
participación en los presupuestos participativos de las municipalidades provinciales y
distritales.
Por otra parte, es poco lo que se conoce sobre la inscripción de las organizaciones de
niñas y niños y adolescentes en las municipalidades. Estas raramente se preocupan de la
inscripción y menos aún de promover su organización. La inscripción municipal sería un
indicador potente de la participación, en tanto el reconocimiento municipal de la
organización es un elemento clave para potenciar la participación en las diversas
instancias en las que se diseñan y ejecutan políticas públicas y programas relacionados
con la infancia y la adolescencia. Por ello se sugiere realizar las acciones necesarias para su
implementación, en coordinación con la Asociación de Municipalidades del Perú.
Un mecanismo de participación de niñas, niños y adolescentes en las escuelas, es a través
de su incorporación al Consejo Educativo Institucional – CONEI que es un órgano de
participación, concertación y vigilancia ciudadana de la Institución Educativa pública que
colabora con la promoción y el ejercicio de una gestión eficaz transparente, ética y
democrática para promover el respeto a los principios de equidad, inclusión e
interculturalidad.
Las funciones del CONEI en la Institución Educativa están orientadas a: participar en la
formulación y evaluación del Proyecto Educativo Institucional; vigilar el acceso, matrícula
oportuna y asistencia de los estudiantes; cautelar el cumplimiento de los derechos y
principios de universalidad, gratuidad, equidad y calidad; vigilar el adecuado destino de los
recursos; colaborar con el Director en garantizar el cumplimiento de las horas efectivas de
aprendizaje, el número de semanas lectivas y la jornada del personal docente para
alcanzar el tiempo de aprendizaje requerido; entre otras.
La presencia de las alumnas y alumnos en este Consejo es importante porque les permite
participar en la gestión de las Instituciones Educativas, participación que se encuentra
institucionalizada y contempla mecanismos de elección democrática de los
representantes de las alumnas y alumnos.

Niñas, niños y adolescentes en situaciones de emergencia


El país se encuentra ubicado en una zona donde los desastres naturales son parte de
la vida cotidiana. Son recurrentes los fenómenos como los movimientos sísmicos a lo largo
del país, friaje en el sur y en la selva, lluvias torrenciales en la sierra y selva, y en la costa
cuando se presenta el fenómeno del Niño. Pero también se presentan desastres
producidos por actos humanos, como son los incendios y la contaminación química, entre
otros.
Esta realidad afecta a toda la población del área de influencia del fenómeno que se trate,
pero, por lo general los más vulnerables son las niñas, niños y adolescentes, debido al
estado de desarrollo inicial en el que se encuentran.
Para las niñas, niños y adolescentes, las emergencias involucran cambios en sus vidas y
una merma en sus posibilidades de desarrollo dada la rapidez y condiciones de afectación.
En ellas existen situaciones de riesgo que pueden afectar directamente a las niñas, niños y
adolescentes, como son:
i) Incremento de enfermedades debido a la insuficiencia de abrigo, alimentación,
refugio, acceso a agua segura, entre otros factores;
ii) Efectos psicológicos; iii) Separación de sus familias; iv) Violencia física y psicológica
y abuso sexual; v) Pérdida de espacios educativos.
Frente a ello, se requiere contar con información más precisa sobre las personas
afectadas, en particular niñas, niños y adolescentes, a fin de facilitar el diseño de políticas
públicas y programas para priorizar su atención inmediata en los contextos de
emergencia. Ello permitiría minimizar el impacto de los desastres mediante la
preparación de las instituciones y sus operadores, la generación de capacidades en las
niñas, niños y adolescentes y la formulación de mecanismos de prevención.

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