Biomecánica de Hueso
Biomecánica de Hueso
Biomecánica de Hueso
El tejido óseo es un tejido conjuntivo especializado, cuya sólida composición se adapta a sus
funciones .
Edad ósea
Influencias
- Forma:
Existe una interacción entre la forma del hueso y su función. Los relieves óseos, tubérculos
en función de las inserciones ligamentosas, la forma de superficies articulares en función de
sus movimiento programados, el reborde de sus crestas en función de la fuerza de los
músculos(1), son características heterogéneas que se pueden encontrar en distintas
segmentos óseos del aparato locomotor y que por tanto, su forma estará determinada por la
función que estaría cumpliendo.
- Contenido de agua:
El agua representa el 54% del peso corporal y el 73% de sus volumen. El hueso seco del
esqueleto es mucho más ligero y frágil que el hueso húmedo (1). Esto constituye una de las
principales características mecánicas del hueso en la absorción de las fuerzas mecánicas.
- Vascularización:
La nutrición del hueso está directamente relacionada con sus cualidades mecánicas (1), es
decir, a las respuestas que se ven sometidas en el movimiento. Es un tejido altamente
vascularizado, posee una excelente propiedad de autorepararse y puede alterar sus
propiedades y configuraciones en respuesta a los cambios y las demandas mecánicas (2).
Cuando las fuerzas que someten al hueso sobrepasan su fase elástica (fase que permite la
deformación de un tejido, pero al cesar la carga a la que se está sometiendo el tejido vuelve
a su forma y estructura original) y que en el hueso de acuerdo a la clasificación internacional
de enfermedades CIE-10 lo conocemos con el diagnóstico médico de “fracturas”. En estas
situaciones se generan daños estructurales internos y externos del tejido óseo y que,
estrictamente, para que se genere la remodelación, requerirá de una nutrición constante.
- Inmovilización:
- Edad
Una persona joven tiene un sistema osea de mejor calidad que el individuo de edad
avanzada.(1)
- Sexo
La fuerza o carga es un vector con una magnitud, dirección y punto de aplicación, que cuando
actúa sobre un cuerpo cambia la velocidad o la forma del mismo. En el SI (Sistema
Internacional de Unidades) se mide en newtons (N). Según el ángulo y la forma de aplicación
de la fuerza, ésta puede clasificarse en compresión (compression, cuando el cambio en la
forma del objeto se manifiesta en forma de acortamiento), tracción o tensión (tension, si se
manifiesta en forma de alargamiento) y corte o cizalladura (shear, si produce cizallamiento
del objeto). Aunque estos son los tres tipos de fuerzas puras, en biomecánica suelen aparecer
muy a menudo las fuerzas de flexión (bending, que producen la curvatura del objeto). Los
esfuerzos de flexión son realmente esfuerzos de tracción-compresión de dirección normal a
la fuerza aplicada. La flexión tiene lugar comúnmente en los huesos del esqueleto axial,
provocando fuerzas de tracción y alargamiento en la cara convexa del hueso, y fuerzas de
compresión y acortamiento en la cara cóncava (6).
Funciones de los huesos
Los huesos cumplen cuatro funciones principales en el cuerpo: sostén y protección, palancas
para el movimiento, hematopoyesis y almacenamiento de minerales y grasas.
Sostén y protección:
El esqueleto humano es un armazón que sostiene todos los tejidos blandos del cuerpo y
protege muchos órganos fundamentales. Por ejemplo, las vértebras cervicales sostienen el
cráneo, la caja torácica da sostén a los tejidos blandos del tórax y los huesos de los miembros
inferiores soportan todo el peso del cuerpo cuando estamos parados y caminamos. Muchos
huesos son protectores: el cráneo protege el cerebro de los traumatismos y las vértebras de
la columna vertebral protegen la médula espinal. La función protectora de los huesos también
se evidencia en la arquitectura de la caja torácica, que protege el corazón y los pulmones (7).
Los huesos también actúan como palancas rígidas sobre las cuales traccionan los músculos
para producir movimientos. Cuando el cuerpo se sienta o se para en una position estacionaria,
una interacción organizada entre músculos, huesos y fuerzas externas, como la gravedad,
actúa para mantener la posición en el espacio. Para crear y controlar el movimiento se
necesitan interacciones más complejas (7).
Hematopoyesis:
Ciertos tipos de huesos tienen una cavidad interior que contiene médula ósea roja, un tejido
conectivo laxo donde se forman las células sanguíneas. Este proceso de producción de
células sanguíneas se denomina hematopoyesis y ocurre sobre todo en el cráneo, la pelvis,
las costillas, el esternón y los extremos del fémur y el húmero. Durante la infancia la médula
ósea roja también se encuentra dentro del cuerpo de los huesos largos. En la adultez, está
médula roja se convierte en médula amarilla, compuesta sobre todo de tejido graso. La
médula amarilla actúa como reserva para la hematopoyesis y puede convertirse de nuevo en
médula roja si fuera necesaria la formación masiva de células sanguíneas (7).
1. Reserva iónica
El hueso cortical forma la capa más externa, corteza del hueso con una estructura densa (2).
El hueso esponjoso se encuentra en la epífisis, ya que es un hueso entrelazado que da
cavidades para la médula ósea. La razón de que se encuentre hueso esponjoso en la epífisis
es para transmitir la fuerza y una de las mejores maneras para transmitir fuerza es una
superficie porosa, llena de líquido. Todos los huesos están rodeados de una membrana
fibrosa y densa llamada periostio. El periostio cubre el hueso entero excepto en las superficies
articulares, las cuales están cubiertas por el cartílago articular (2). El hueso cortical siempre
rodea al hueso esponjoso, pero la cantidad relativa de cada tipo varía entre huesos y dentro
de hueso individuales, de acuerdo con los requerimientos funcionales.
El hueso esponjoso dentro de esta capa, se compone de barra o placas delgadas llamadas
trabéculas, en una estructura de malla flexible, en donde los intersticios entre las trabéculas
se encuentran rellenos de médula roja (2).
Hueso compacto
2. Células de revestimiento: Son células aplanadas que revisten las superficie óseas del
interior de los huesos, y en su mayor parte corresponden a osteoblastos inactivos que están
asociados entre sí y con prolongaciones de los osteocitos (8). En el caso del hueso adulto
pueden llegar a representar el 80% de las superficies trabeculares.
Las propiedades mecánicas de una estructura dependen, por un lado, de las propiedades del
material o materiales que la componen y, por otro lado, de las propiedades relacionadas con
las características de la estructura (5). Desde el punto de vista biomecánico el tejido ósea
puede considerarse un material compuesto de dos fases ( bifasico), con el mineral en una de
las fases y el colágeno con la sustancia base en la otra. Desde el punto de vista funcional las
propiedades más importantes del hueso son:
Elasticidad y plasticidad
La elasticidad es la propiedad de un material de recuperar su forma inicial una vez que deja
de aplicarse sobre él una fuerza. La plasticidad es la propiedad opuesta: la deformación
plástica se mantiene incluso cuando cesa la fuerza.(6)
Es así entonces, cuando un hueso sufre alguna fractura, entonces decimos que producto de
a la carga que fue sometida, la propiedad de este, superó la fase elástica, generando una
deformidad irreversible. SIguiendo con un ejemplo de un material no vivo, podemos decir que
al momento de estirar un elástico hasta su límite máximos , estaríamos dentro de la fase
elástica, ahora bien, cuando el elástico pierde continuidad estructural, es decir se rompe
secundario a la fuerza que a la fue sometido, establecemos que el elástico paso a la fase
elástica.
Rigidez y flexibilidad
La rigidez es una característica de los materiales que hace que se necesiten grandes
esfuerzos para inducir una pequeña deformación elástica en el material. Corresponde a la
pendiente de la región elástica de la curva carga-desplazamiento, expresada en N/m; o de la
curva esfuerzo-deformación (módulo de elasticidad o de Young), expresada en Pa. La
flexibilidad es la propiedad opuesta a la rigidez. Un material flexible es aquél que muestra una
gran deformación en la zona elástica, antes de alcanzar la zona plástica. Un material con un
módulo de Young pequeño sufrirá grandes deformaciones con pequeños esfuerzos, mientras
que un material con un módulo de Young elevado sufrirá pequeñas deformaciones con
grandes esfuerzos. El papel y la tela, por ejemplo, son materiales flexibles. Por el contrario,
las cerámicas o el vidrio son materiales rígidos, ya que cuando se doblan, se rompen(6).
Resistencia
Ley de Wolf
Aunque es tentador pensar en el esqueleto humano como una estructura rígida y estática, en
realidad esta estructura es dinámica y receptiva, y se ajusta a las fuerzas que encuentra. Este
fenómeno se describe por la ley de Wolff, que indica que “el hueso se forma en las áreas de
tensión y se reabsorbe en áreas donde no hay tensión”. Es decir, los huesos, al igual que los
músculos, cambian a lo largo de nuestras vidas de acuerdo a cómo los utilizamos (7).
La ley de Wolff fue enunciada en el siglo XIX por el anatomista y cirujano alemán Julius Wolff.
Consideraba que el hueso trabecular tenía una organización no aleatoria y anisótropa. Según
este autor, dicha estructura era producto de las cargas que recibía, lo que convierte al hueso
en un órgano vivo que se adapta a diversas circunstancias. Por un lado, una acción repetida
o específica modifica la macroestructura, además este mecanismo también influye sobre la
densidad y la microestructura ósea.
El ejercicio físico y el sobrepeso aumentan la masa ósea debido al uso excesivo del complejo
osteotendinoligamentoso. Al contrario, la disminución de las fuerzas aplicadas al hueso y las
pruebas de microgravedad ilustran la inducción de una desmineralización relativa. Esta ley,
ampliamente aceptada y estudiada, condujo a la teoría de los mecanostatos, descrita y
desarrollada por Frost desde 1960. Los mecanostatos detectan las variaciones de las cargas
aplicadas al hueso, el cual se adapta a las variaciones con modificaciones estructurales, que
se producen durante toda la vida. Las cargas aplicadas al hueso influyen sobre la
homeostasis ósea mediante procesos no mecánicos y retrocontroles celulares. Esta
optimización mecánica es producto de un acoplamiento entre la carga y la actividad celular,
aunque todavía no se conocen bien los mecanismos de transducción (5).
Dependiendo de su función, los huesos tienen diversas formas y tamaños. Algunos son largos
y delgados, otros pequeños y cuadrados, y algunos tienen una configuración única.
Huesos largos
Los huesos largos son más largos que anchos. Estos huesos se dividen en una diáfisis (hueso
compacto) y dos epífisis (hueso esponjoso). La región en la que la epífisis se encuentra con
la diáfisis se denomina placa epifisaria o placa de crecimiento. Los huesos largos crecen en
longitud gracias al desarrollo y la osificación del cartílago hialino en esta placa. En el proceso
de osificación, los osteoblastos forman tejido óseo, que por último reemplaza el cartílago. La
osificación termina en la adultez temprana, cuando las placas epifisarias son sustituidas por
completo por hueso y se cierran (7).
Las superficies externas de la epífisis suelen estar recubiertas por cartílago hialino en los
sitios donde ellas se articulan con otros huesos. Esto proporciona una superficie lisa que
reduce la fricción en las uniones entre huesos. Ejemplos de huesos largos en el cuerpo
humano son el húmero, el radio, el cúbito, el fémur, la tibia y el peroné (7).
Huesos cortos
Los huesos cortos, que tienden a ser cúbicos, están formados sobre todo por hueso
esponjoso. Una capa delgada de hueso compacto rodea el hueso esponjoso. Los huesos del
carpo de la muñeca y los del tarso del pie son huesos cortos. Las redes formadas por múltiples
huesos cortos en estas localizaciones permiten los movimientos complejos y finos de la mano
y el pie (7)
Huesos planos
Los huesos planos son delgados y aplanados, y tienden a ser curvos. Estos huesos no se
desarrollan por cartílago hialino, sino por la osificación de una red fibrosa. Una vez maduros,
están formados por una capa delgada de hueso esponjoso rodeado por hueso compacto. El
hueso esponjoso en el centro de estos huesos planos es un sitio de la hematopoyesis. La
mayoría de los huesos del cráneo, el esternón, la escápula, las costillas y el ilion son ejemplos
de huesos planos (7).
Huesos irregulares
Los huesos irregulares son los que tienen formas singulares y únicas y, por consiguiente, no
se adaptan a las categorías anteriores. Las vértebras, con sus formas y funciones exclusivas,
y el isquion y el pubis de la pelvis se consideran irregulares (7).
Biomecánica de las fracturas
Las cargas necesarias para producir una fractura también dependen de la calidad del hueso
(5). Las fracturas por fragilización del hueso pueden producirse en cualquier localización, y
es característico que surjan de forma espontánea o por un traumatismo mínimo. Cualquier
fractura por fragilidad puede considerarse osteoporótica.
Fracturas traumáticas
Una fractura suele ser la consecuencia de un traumatismo. Por lo general, puede identificarse
un mecanismo principal en función de la fractura resultante. El tipo de fractura depende de
otros elementos, como la energía cinética en el momento del traumatismo; pueden
distinguirse:
• las fracturas con cinética baja: una simple caída o un traumatismo menor.
• las fracturas con cinética alta: accidente en la vía pública, caída de altura.
• las fracturas con cinética muy alta: traumatismos balísticos. Producen lesiones graves por
transferencia de esta energía cinética al hueso.
Cada carga fundamental induce una deformación previsible. La compresión acorta, la tracción
alarga, la flexión produce una incurvación en el medio del segmento óseo y la torsión provoca
la rotación del hueso en un eje definido. También se puede razonar de manera inversa, es
decir, al analizar el trazo de fractura se deduce la carga principal que la ha provocado. Un
trazo de fractura transversal es más bien producto de un mecanismo principal en tracción.
La compresión pura del hueso produce un trazo de fractura oblicuo. Si la compresión se
asocia a una flexión, la fractura se caracteriza por la aparición de un tercer fragmento en “ala
de mariposa”. Por último, un trazo en espiral es producto de una carga en torsión. Estas
consideraciones describen el comportamiento de los huesos largos (5).
Las fracturas del desde el punto de vista biomecánico son muy especiales, debido a la
existencia de un periostio muy grueso y muy resistente, así como de un proceso de
maduración ósea incompleto. Sin embargo, pueden describirse las fracturas en tallo verde,
que corresponden a la ruptura de una zona cortical en la convexidad de la fractura, asociada
a una deformación elástica de la concavidad por compresión plástica metafisaria, o a la
combadura, que es la deformación plástica de la diáfisis. Son fracturas típicas de un tejido
óseo inmaduro (5).
Aplicación al tratamiento de las fracturas
A) Tratamiento ortopédico
B) Tratamiento quirúrgico
Tratamiento ortopédico
Es el tratamiento más antiguo y aún hoy el más difundido. Es el tratamiento de elección para
las fracturas poco o nada desplazadas de los huesos largos. La consolidación autónoma del
hueso está favorecida por la alineación de los segmentos óseos. El objetivo es conservar
todos los elementos biológicos necesarios para la consolidación, aunque todavía no han sido
identificados por completo (5).
Tratamiento quirúrgico
La fase siguiente permite la formación del callo primario o “callo blando”. Se trata de un
tejido óseo y conjuntivo inmaduro. Láminas precoces de hueso pasan a modo de puente por
encima del foco de fractura para estabilizar los fragmentos óseos. Este tejido se organiza de
forma progresiva en el aspecto histológico y permite el paso a la fase siguiente de
mineralización del callo. Esta osificación se caracteriza por la formación de un tejido laminar
multidireccional no orientado (5), es decir, se produce la formación de lo que denominamos
“callo duro”, donde las fibras de colágeno ya tiene capacidad de cohesión con las otras
fibras. Este hito es de gran importancia clínica, ya que, luego de la sexta semana de
remodelación ósea, podemos considerar la evaluación de la fuerza en la zona de fractura
para seguir con los procesos de rehabilitación.
Referencias
4- Oftadeh, R., Pérez-Viloria, M., Villa-Camacho, JC, Vaziri, A., y Nazarian, A. (2015).
Biomechanics and Mechanobiology of Trabecular Bone: A Review. Journal of Biomechanical
Engineering , 137 (1), 0108021–01080215. https://doi.org/10.1115/1.4029176
7- Cael, C. (2012). Anatomía Funcional: estructura‚ función y palpación del aparato locomotor
para terapeutas manuales (1ª edicion). Editorial Médica Panamericana.