Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
49 vistas24 páginas

Biomecánica de Hueso

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 24

Biomecánica de Hueso

El tejido óseo es el componente principal de nuestro esqueleto,constituye el armazón rígido


del cuerpo (1) es decir, el armazón que soporta nuestro cuerpo, protege nuestros órganos y
permite el movimiento.Constituye uno de los tejidos más dinámicos y metabólicamente
activos en el cuerpo y permanece activo durante toda la vida (2).El hueso tiene propiedades
estructurales y mecánicas únicas que le permiten desempeñar diferentes roles. Los estudios
biomecánicos y su aplicación nos permiten comprender y resolver, por ejemplo, los problemas
de fractura asociados al deficiente comportamiento mecánico que pueden presentar los
huesos, producidos por múltiples factores como la edad o determinadas patologías. Por lo
tanto podríamos decir que el hueso se adapta a las demandas mecánicas del ambiente.

El hueso no es un homogéneo. A diferencia de los sólidos que pueden presentar la misma


estructura en todos los puntos, el hueso está compuesto por una parte cortical (laminar) en
superficie y una parte esponjosa en profundidad (1). La composición del hueso difiere en
dependencia del lugar, edad, dieta histórica y la presencia de enfermedades (2).

El tejido óseo es un tejido conjuntivo especializado, cuya sólida composición se adapta a sus
funciones .

Edad ósea

La osificación del esqueleto se produce de forma progresiva desde el nacimiento hasta el


final de la pubertad, es decir, entre los 20 a 25 años, dependiendo de cada persona.(1)

Influencias

El hueso experimenta influencias en relación con los siguientes factores.

- Forma:

Existe una interacción entre la forma del hueso y su función. Los relieves óseos, tubérculos
en función de las inserciones ligamentosas, la forma de superficies articulares en función de
sus movimiento programados, el reborde de sus crestas en función de la fuerza de los
músculos(1), son características heterogéneas que se pueden encontrar en distintas
segmentos óseos del aparato locomotor y que por tanto, su forma estará determinada por la
función que estaría cumpliendo.

- Contenido de agua:

El agua representa el 54% del peso corporal y el 73% de sus volumen. El hueso seco del
esqueleto es mucho más ligero y frágil que el hueso húmedo (1). Esto constituye una de las
principales características mecánicas del hueso en la absorción de las fuerzas mecánicas.

- Vascularización:
La nutrición del hueso está directamente relacionada con sus cualidades mecánicas (1), es
decir, a las respuestas que se ven sometidas en el movimiento. Es un tejido altamente
vascularizado, posee una excelente propiedad de autorepararse y puede alterar sus
propiedades y configuraciones en respuesta a los cambios y las demandas mecánicas (2).
Cuando las fuerzas que someten al hueso sobrepasan su fase elástica (fase que permite la
deformación de un tejido, pero al cesar la carga a la que se está sometiendo el tejido vuelve
a su forma y estructura original) y que en el hueso de acuerdo a la clasificación internacional
de enfermedades CIE-10 lo conocemos con el diagnóstico médico de “fracturas”. En estas
situaciones se generan daños estructurales internos y externos del tejido óseo y que,
estrictamente, para que se genere la remodelación, requerirá de una nutrición constante.

- Inmovilización:

La inmovilización se entiende como ausencia o falta de movimiento que induce una


desmineralización ósea ( descalcificación) (1). Se observan comúnmente cambios en la
densidad de los huesos después de períodos de desuso y de gran incrementó luego del uso;
cambios en la forma del hueso se observan durante la consolidación de la fractura y después
de varias cirugías (2). En ese sentido, es un enemigo de la consolidación luego de una
fractura, por lo que las fases de inmovilización se tienden a reducir. Aquí ocurre un dilema:
para la cicatrización, es necesario inmovilizar a fin de evitar los desplazamientos secundarios
y evitar el estímulo adicional sobre una zona en la que no existe consolidación (1), pero como
se mencionó anteriormente, sigue siendo perjudicial.

- Edad

Una persona joven tiene un sistema osea de mejor calidad que el individuo de edad
avanzada.(1)

- Sexo

No juega un papel directo en el hueso, pero sí indirecto debido al sesgo de la impregnación


hormonal, que produce grandes modificaciones en la mujer en relación con la menopausia,
origen de descalcificaciones.

Fuerzas y tejido óseo

La fuerza o carga es un vector con una magnitud, dirección y punto de aplicación, que cuando
actúa sobre un cuerpo cambia la velocidad o la forma del mismo. En el SI (Sistema
Internacional de Unidades) se mide en newtons (N). Según el ángulo y la forma de aplicación
de la fuerza, ésta puede clasificarse en compresión (compression, cuando el cambio en la
forma del objeto se manifiesta en forma de acortamiento), tracción o tensión (tension, si se
manifiesta en forma de alargamiento) y corte o cizalladura (shear, si produce cizallamiento
del objeto). Aunque estos son los tres tipos de fuerzas puras, en biomecánica suelen aparecer
muy a menudo las fuerzas de flexión (bending, que producen la curvatura del objeto). Los
esfuerzos de flexión son realmente esfuerzos de tracción-compresión de dirección normal a
la fuerza aplicada. La flexión tiene lugar comúnmente en los huesos del esqueleto axial,
provocando fuerzas de tracción y alargamiento en la cara convexa del hueso, y fuerzas de
compresión y acortamiento en la cara cóncava (6).
Funciones de los huesos

Los huesos cumplen cuatro funciones principales en el cuerpo: sostén y protección, palancas
para el movimiento, hematopoyesis y almacenamiento de minerales y grasas.

Sostén y protección:

El esqueleto humano es un armazón que sostiene todos los tejidos blandos del cuerpo y
protege muchos órganos fundamentales. Por ejemplo, las vértebras cervicales sostienen el
cráneo, la caja torácica da sostén a los tejidos blandos del tórax y los huesos de los miembros
inferiores soportan todo el peso del cuerpo cuando estamos parados y caminamos. Muchos
huesos son protectores: el cráneo protege el cerebro de los traumatismos y las vértebras de
la columna vertebral protegen la médula espinal. La función protectora de los huesos también
se evidencia en la arquitectura de la caja torácica, que protege el corazón y los pulmones (7).

Palancas para el movimiento:

Los huesos también actúan como palancas rígidas sobre las cuales traccionan los músculos
para producir movimientos. Cuando el cuerpo se sienta o se para en una position estacionaria,
una interacción organizada entre músculos, huesos y fuerzas externas, como la gravedad,
actúa para mantener la posición en el espacio. Para crear y controlar el movimiento se
necesitan interacciones más complejas (7).

Hematopoyesis:

Ciertos tipos de huesos tienen una cavidad interior que contiene médula ósea roja, un tejido
conectivo laxo donde se forman las células sanguíneas. Este proceso de producción de
células sanguíneas se denomina hematopoyesis y ocurre sobre todo en el cráneo, la pelvis,
las costillas, el esternón y los extremos del fémur y el húmero. Durante la infancia la médula
ósea roja también se encuentra dentro del cuerpo de los huesos largos. En la adultez, está
médula roja se convierte en médula amarilla, compuesta sobre todo de tejido graso. La
médula amarilla actúa como reserva para la hematopoyesis y puede convertirse de nuevo en
médula roja si fuera necesaria la formación masiva de células sanguíneas (7).

Almacenamiento de minerales y grasas:

El almacenamiento de minerales dentro de los huesos es, en parte, lo que determina su


rigidez. Los minerales como el calcio y el fosfato crean el “cemento” de los huesos, que forman
cristales que se depositan a lo largo de las fibras de colágeno del hueso. Estos minerales no
sólo le confieren a los huesos su dureza, sino que pueden reabsorberse para cumplir
funciones químicas fundamentales en el cuerpo. Por ejemplo, el calcio es alcalino (una base)
y el cuerpo lo utiliza para ayudar a mantener el equilibrio ácido-base de la sangre. Si la sangre
se hace demasiado ácida, el calcio depositado en los huesos sale para estabilizar el pH
sanguíneo. El calcio también se usa para transmitir los impulsos nerviosos, ayudar a la
contracción muscular, mantener la tensión arterial e iniciar la coagulación sanguínea tras una
lesión. Es necesario consumir cantidades adecuadas de calcio, fosfato y otros minerales
óseos o el “banco de almacenamiento” en nuestros huesos puede agotarse y reducirse su
densidad. Esto puede traer como consecuencia una enfermedad llamada osteoporosis (que
en sentido literal significa hueso poroso) y un riesgo mayor de fractura (7).

Estructura del tejido óseo

Lo más distintivo del hueso es su alto contenido de materiales inorgánicos, en forma de


minerales y sales y los cuales se combinan íntimamente con la matriz orgánica (2). La
estructura del Tejido Óseo está compuesta por dos fases: la fase orgánica que entrega la
flexibilidad y elasticidad. Si no fuera flexible, ante una fuerza externa como el contacto con el
piso al caminar, se podría romper. La segunda fase es la inorgánica que entrega la dureza y
rigidez, si no fuera rígido no podría proteger.(1)(2)

En la Fase Orgánica, el colágeno (Tipo 1) representa un 89% de la masa orgánica. Un 11%


restante está constituido por una mezcla de proteínas no colágenas y pequeñas cantidades
de lípidos y carbohidratos. Las fibras de colágenos son duras y flexibles, aunque resisten al
estiramiento y tienen poca extensibilidad (2). El colágeno, uno de los bloques universales de
construcción del cuerpo, es además el principal componente fibroso de otras estructuras del
esqueleto. La mayoría del agua que se encuentra en el hueso se sitúa en la matriz orgánica,
alrededor de las fibras de colágeno y de la sustancia base.(2)

La fase inorgánica o mineral, se encuentra constituida por hidroxiapatita (calcio y iones de


fosfato), estos minerales representan el 60% de su peso, dan al hueso su sólida consistencia,
mientras que el agua representa el 10% de sus peso (2). La fase inorgánica o mineral tiene
dos tipos de funciones:

1. Reserva iónica

2. Determina las características mecánicas del tejido.

Morfología Tejido óseo


El hueso es un tejido complejo cuyas propiedades son producto de la asociación de una
morfología externa macroscópica y de una morfología microestructural compuesta por una
red trabecular y cortical. Esta organización debe permitir que el esqueleto sea sólido, elástico
y liviano para facilitar la locomoción (5). A nivel macroscópico, todos los huesos están
compuestos de dos tipos de tejido: hueso compacto (o cortical), que es una capa densa
ubicada en la periferia de un hueso y hueso esponjoso (trabecular o cancelar), que es hueso
poroso dentro de la cubierta densa del hueso compacto.

El hueso cortical forma la capa más externa, corteza del hueso con una estructura densa (2).
El hueso esponjoso se encuentra en la epífisis, ya que es un hueso entrelazado que da
cavidades para la médula ósea. La razón de que se encuentre hueso esponjoso en la epífisis
es para transmitir la fuerza y una de las mejores maneras para transmitir fuerza es una
superficie porosa, llena de líquido. Todos los huesos están rodeados de una membrana
fibrosa y densa llamada periostio. El periostio cubre el hueso entero excepto en las superficies
articulares, las cuales están cubiertas por el cartílago articular (2). El hueso cortical siempre
rodea al hueso esponjoso, pero la cantidad relativa de cada tipo varía entre huesos y dentro
de hueso individuales, de acuerdo con los requerimientos funcionales.

El hueso esponjoso dentro de esta capa, se compone de barra o placas delgadas llamadas
trabéculas, en una estructura de malla flexible, en donde los intersticios entre las trabéculas
se encuentran rellenos de médula roja (2).

Hueso compacto

A nivel microscópico la unidad estructural fundamental del hueso compacto es la osteona o


sistema haversiano (2). Las osteonas son láminas que se disponen concéntricamente en
estructuras cuasi-cilíndricas denominadas Osteonas o Sistema de Havers. En la parte central
se localiza el sistema vasculo-nervioso que discurre por el canal o conducto haversiano (2).
Estas capas que rodean el canal central hacen una configuración similar a los anillos que
crecen en el tronco del árbol.

El entrecruzamiento efectivo de las fibras de colágeno dentro de la osteona incrementa


marcadamente la resistencia del hueso a la tensión mecánica. Una osteona tiene un
promedio de 200 micrómetros (um). En los hueso largos, las osteonas por lo regular se
localizan de forma longitudinal, pero con frecuencia se ramifican y anastomosan de manera
basta entre ellas (2). Esta interconexión, a través de la red de osteonas de los canalículos,
permite a los osteocitos detectar esfuerzo y enviarse señales a uno a otras , facilitando así la
remodelación ósea.(2)
Hueso esponjoso trabecular

El tejido óseo trabecular es un material jerárquico, esponjoso y poroso compuesto por


componentes de tejido duro y blando que se pueden encontrar en las epífisis y metáfisis de
los huesos largos y en los cuerpos vertebrales. A escala macroestructural, la retícula ósea
trabecular dura, compuesta de puntales y placas trabeculares, forma una estructura rígida y
dúctil que proporciona el marco para la médula ósea suave y altamente celular que llena los
espacios intertrabeculares (4). Por lo tanto a nivel microscópico la unidad estructural
fundamental es la trabécula, en donde su arquitectura está organizada para optimizar la
transferencia de carga. El contenido mineral y el colágeno y la arquitectura determinan las
propiedades mecánicas del tejido óseo trabecular (4).

En el esqueleto apendicular, el hueso trabecular transfiere cargas mecánicas desde la


superficie articular al hueso cortical, mientras que en los cuerpos vertebrales representa la
estructura principal que soporta la carga. Las propiedades mecánicas del tejido óseo y la
arquitectura del hueso trabecular son dos factores principales que determinan las
propiedades mecánicas del hueso trabecular (4).
Células que componen el tejido óseo

Células óseas, su función principal es ser responsables de producir, mantener y modificar la


estructura del tejido ósea. Además, cubren toda la matriz extracelular (Fase inorgánica).
Tenemos cuatro tipos de células:

1. Osteoblastos: Los osteoblastos son células diferenciadas encargadas de sintetizar y


secretar la parte orgánica de la matriz ósea durante su formación. Se ubican siempre en la
superficie del tejido óseo ya que este sólo puede crecer por aposición. Los osteoblastos
participan también en el proceso de mineralización de la matriz orgánica. Estas células tienen
dos destinos posibles: ser rodeados por la matriz ósea que producen y pasan a ser osteocitos
o permanecer en la superficie del tejido óseo recién formado, aplanándose y constituyendo
las células de revestimiento óseo (8).

2. Células de revestimiento: Son células aplanadas que revisten las superficie óseas del
interior de los huesos, y en su mayor parte corresponden a osteoblastos inactivos que están
asociados entre sí y con prolongaciones de los osteocitos (8). En el caso del hueso adulto
pueden llegar a representar el 80% de las superficies trabeculares.

3.Osteocitos: Responsables de la mantención de la mátriz ósea, que se ubican en cavidades


o lagunas rodeadas por el material intercelular calcificado. La nutrición de los osteocitos
depende de canalículos que penetran la matriz ósea y conectan a los osteocitos vecinos entre
sí y con canales vasculares que penetran al hueso o que se ubican en las membranas
conjuntivas que revisten la superficies del hueso (periostio y endostio) (8).

4.Osteoclastos: Células responsables de la reabsorción del tejido óseo, que participan en


los procesos de remodelación de los huesos y pueden encontrarse en depresiones
superficiales de la matriz ósea llamadas lagunas de Howship.
Propiedades Mecánicas de los distintos tipos de tejido óseos.

Las propiedades mecánicas de una estructura dependen, por un lado, de las propiedades del
material o materiales que la componen y, por otro lado, de las propiedades relacionadas con
las características de la estructura (5). Desde el punto de vista biomecánico el tejido ósea
puede considerarse un material compuesto de dos fases ( bifasico), con el mineral en una de
las fases y el colágeno con la sustancia base en la otra. Desde el punto de vista funcional las
propiedades más importantes del hueso son:

Elasticidad y plasticidad

La elasticidad es la propiedad de un material de recuperar su forma inicial una vez que deja
de aplicarse sobre él una fuerza. La plasticidad es la propiedad opuesta: la deformación
plástica se mantiene incluso cuando cesa la fuerza.(6)

Cabe mencionar que el comportamiento intrínseco de cualquier material es independiente de


la geometría de la estructura. Este comportamiento se define por varios parámetros que lo
caracterizan. Entre ellos, es fundamental conocer el módulo de elasticidad del material. El
módulo de elasticidad (módulo de Young) expresa la relación entre la carga aplicada a un
material y la deformación de éste (curva de carga-deformación) (5).

La aplicación de cargas causa deformaciones o cambios en las dimensiones de la estructura


del hueso. Si las cargas se mantienen en la zona de deformación elástica, la deformación es
reversible y la estructura recupera su forma y sus dimensiones iniciales al cesar la carga.
Cuanto más elevado es este módulo (y la pendiente “abrupta”), se dice que el material es
más “rígido”. Más allá del punto de límite elástico, el material entra en la zona de deformación
plástica irreversible (5).

Es así entonces, cuando un hueso sufre alguna fractura, entonces decimos que producto de
a la carga que fue sometida, la propiedad de este, superó la fase elástica, generando una
deformidad irreversible. SIguiendo con un ejemplo de un material no vivo, podemos decir que
al momento de estirar un elástico hasta su límite máximos , estaríamos dentro de la fase
elástica, ahora bien, cuando el elástico pierde continuidad estructural, es decir se rompe
secundario a la fuerza que a la fue sometido, establecemos que el elástico paso a la fase
elástica.

Rigidez y flexibilidad

La rigidez es una característica de los materiales que hace que se necesiten grandes
esfuerzos para inducir una pequeña deformación elástica en el material. Corresponde a la
pendiente de la región elástica de la curva carga-desplazamiento, expresada en N/m; o de la
curva esfuerzo-deformación (módulo de elasticidad o de Young), expresada en Pa. La
flexibilidad es la propiedad opuesta a la rigidez. Un material flexible es aquél que muestra una
gran deformación en la zona elástica, antes de alcanzar la zona plástica. Un material con un
módulo de Young pequeño sufrirá grandes deformaciones con pequeños esfuerzos, mientras
que un material con un módulo de Young elevado sufrirá pequeñas deformaciones con
grandes esfuerzos. El papel y la tela, por ejemplo, son materiales flexibles. Por el contrario,
las cerámicas o el vidrio son materiales rígidos, ya que cuando se doblan, se rompen(6).

Tenacidad, trabajo de rotura y resiliencia

La tenacidad es la capacidad del material para resistir la deformación plástica. La tenacidad


representa la cantidad de energía absorbida hasta que aparece la fractura. La tenacidad no
debe confundirse con la dureza superficial, que se refiere a la resistencia de un material a ser
rayado o indentado. La tenacidad da cuenta de la energía absorbida hasta que se produce la
fractura, calculándose mediante el área bajo la curva desde el punto inicial hasta el punto de
fracaso, mientras que la resiliencia representa la energía que el material puede absorber sin
experimentar una deformación permanente, es decir, solamente tiene en cuenta la cantidad
de energía absorbida durante la deformación elástica (correspondería al área bajo la curva
desde el punto inicial hasta el punto de vencimiento). La resiliencia se define como la
capacidad del material para resistir la deformación elástica. Un elevado grado de resiliencia
se encuentra por ejemplo en el cartílago de las articulaciones (6).

Resistencia

La resistencia estima la oposición efectiva de un material a perder su integridad, es decir, a


fracturarse, definiéndose como la fuerza necesaria para desencadenar el fracaso mecánico
de dicho material bajo unas condiciones específicas de carga. A partir del punto de
vencimiento en la gráfica esfuerzo-deformación, comienza la denominada zona plástica, en
la que pequeños incrementos del esfuerzo provocan aumentos de deformación relativamente
grandes, lo que indica que una parte de la estructura del material ha comenzado a fracasar.
La resistencia máxima, o simplemente resistencia, no es más que el esfuerzo máximo
necesario para fracturar el material.

Influencia de la biomecánica sobre el tejido vivo

El hueso tiene numerosas propiedades intrínsecas que lo convierten en un tejido complejo


desde un punto de vista mecánico. Al respecto, el hueso es anisótropo; su módulo de
elasticidad depende de la dirección de la carga que recibe (5), es decir, que el hueso no
siempre responde de la misma manera a las diferentes fuerzas que se le ejercen. Por ejemplo,
el hueso tiene menor resistencia en cizalladura que en tracción, y menor en tracción que en
compresión. Para el hueso cortical, la carga de ruptura puede evaluarse en 210 N/m2 en
compresión, 150 N/m2 en tracción y 80 N/m2 en cizalladura (5).
El hueso también es viscoelástico; su deformación depende de la carga soportada, pero
también de la velocidad de aplicación de ésta. Cuanto más importante sea el vector velocidad,
mayor será la reacción del hueso con una rigidez elevada. Así, el hueso trabecular es más
rígido en compresión cuando la velocidad de aplicación de la carga aumenta. Este mecanismo
es bien conocido en lo que se refiere a la ruptura ligamentosa. Con poca energía, la
resistencia de un ligamento es inferior a la del hueso. Por lo general, el ligamento se rompe
en pleno cuerpo. Si la velocidad del traumatismo aumenta, la rigidez del ligamento también
lo hace y la ruptura se produce preferentemente en la entesis o por avulsión ósea (5) (cuando
un pequeño fragmento de hueso adherido a un tendón o a un ligamento es arrancado de la
parte principal del hueso).

Ley de Wolf

Aunque es tentador pensar en el esqueleto humano como una estructura rígida y estática, en
realidad esta estructura es dinámica y receptiva, y se ajusta a las fuerzas que encuentra. Este
fenómeno se describe por la ley de Wolff, que indica que “el hueso se forma en las áreas de
tensión y se reabsorbe en áreas donde no hay tensión”. Es decir, los huesos, al igual que los
músculos, cambian a lo largo de nuestras vidas de acuerdo a cómo los utilizamos (7).

La ley de Wolff fue enunciada en el siglo XIX por el anatomista y cirujano alemán Julius Wolff.
Consideraba que el hueso trabecular tenía una organización no aleatoria y anisótropa. Según
este autor, dicha estructura era producto de las cargas que recibía, lo que convierte al hueso
en un órgano vivo que se adapta a diversas circunstancias. Por un lado, una acción repetida
o específica modifica la macroestructura, además este mecanismo también influye sobre la
densidad y la microestructura ósea.

Factores que determinan las formación estructural del hueso

El ejercicio físico y el sobrepeso aumentan la masa ósea debido al uso excesivo del complejo
osteotendinoligamentoso. Al contrario, la disminución de las fuerzas aplicadas al hueso y las
pruebas de microgravedad ilustran la inducción de una desmineralización relativa. Esta ley,
ampliamente aceptada y estudiada, condujo a la teoría de los mecanostatos, descrita y
desarrollada por Frost desde 1960. Los mecanostatos detectan las variaciones de las cargas
aplicadas al hueso, el cual se adapta a las variaciones con modificaciones estructurales, que
se producen durante toda la vida. Las cargas aplicadas al hueso influyen sobre la
homeostasis ósea mediante procesos no mecánicos y retrocontroles celulares. Esta
optimización mecánica es producto de un acoplamiento entre la carga y la actividad celular,
aunque todavía no se conocen bien los mecanismos de transducción (5).

FORMAS DE LOS HUESOS

Dependiendo de su función, los huesos tienen diversas formas y tamaños. Algunos son largos
y delgados, otros pequeños y cuadrados, y algunos tienen una configuración única.

Huesos largos

Los huesos largos son más largos que anchos. Estos huesos se dividen en una diáfisis (hueso
compacto) y dos epífisis (hueso esponjoso). La región en la que la epífisis se encuentra con
la diáfisis se denomina placa epifisaria o placa de crecimiento. Los huesos largos crecen en
longitud gracias al desarrollo y la osificación del cartílago hialino en esta placa. En el proceso
de osificación, los osteoblastos forman tejido óseo, que por último reemplaza el cartílago. La
osificación termina en la adultez temprana, cuando las placas epifisarias son sustituidas por
completo por hueso y se cierran (7).

Las superficies externas de la epífisis suelen estar recubiertas por cartílago hialino en los
sitios donde ellas se articulan con otros huesos. Esto proporciona una superficie lisa que
reduce la fricción en las uniones entre huesos. Ejemplos de huesos largos en el cuerpo
humano son el húmero, el radio, el cúbito, el fémur, la tibia y el peroné (7).
Huesos cortos

Los huesos cortos, que tienden a ser cúbicos, están formados sobre todo por hueso
esponjoso. Una capa delgada de hueso compacto rodea el hueso esponjoso. Los huesos del
carpo de la muñeca y los del tarso del pie son huesos cortos. Las redes formadas por múltiples
huesos cortos en estas localizaciones permiten los movimientos complejos y finos de la mano
y el pie (7)

Un hueso corto especializado, llamado sesamoideo, es de particular importancia para el


movimiento humano. Estos huesos se asemejan a las semillas de sésamo y se forman dentro
de los tendones. Los sesamoideos fortalecen el tendón y mejoran la mecánica de tracción del
músculo o músculos correspondientes. El sesamoideo más grande en el cuerpo humano es
la patela (rótula), pero los hay más pequeños en la mano y en el pie (7).

Huesos planos
Los huesos planos son delgados y aplanados, y tienden a ser curvos. Estos huesos no se
desarrollan por cartílago hialino, sino por la osificación de una red fibrosa. Una vez maduros,
están formados por una capa delgada de hueso esponjoso rodeado por hueso compacto. El
hueso esponjoso en el centro de estos huesos planos es un sitio de la hematopoyesis. La
mayoría de los huesos del cráneo, el esternón, la escápula, las costillas y el ilion son ejemplos
de huesos planos (7).

Huesos irregulares

Los huesos irregulares son los que tienen formas singulares y únicas y, por consiguiente, no
se adaptan a las categorías anteriores. Las vértebras, con sus formas y funciones exclusivas,
y el isquion y el pubis de la pelvis se consideran irregulares (7).
Biomecánica de las fracturas

El tejido ósea está sometido constantemente a diferentes tipos de cargas o fuerzas


(compresión, tracción, flexión, cizalladura y torsión) las cuales suelen asociarse en diversos
grados a una actividad o un tipo de traumatismo.

Fracturas por fragilización del hueso (osteoporóticas)

Las cargas necesarias para producir una fractura también dependen de la calidad del hueso
(5). Las fracturas por fragilización del hueso pueden producirse en cualquier localización, y
es característico que surjan de forma espontánea o por un traumatismo mínimo. Cualquier
fractura por fragilidad puede considerarse osteoporótica.

Fracturas por fatiga

Además, el hueso puede fragilizarse a causa de cargas fisiológicas repetidas. La frecuencia


y la amplitud de las cargas que recibe el esqueleto, por ejemplo con la práctica deportiva,
puede inducir un mecanismo de fatiga tisular y conducir a la producción de microfracturas. El
número de sesiones, la intensidad y los tiempos de reposo limitados refuerzan esta tendencia.
El hueso sometido a microtraumatismos repetidos se adapta deformándose por un
mecanismo de remodelación hasta el límite de la deformación elástica. El proceso es
reversible con la interrupción de las cargas. Sin embargo, si éstas prosiguen, puede
producirse una fractura por fatiga. La falta de adaptación del tejido óseo a las cargas repetidas
e inusuales necesita una remodelación rápida. Las acciones osteoclástica y osteoblástica
combinadas crean zonas de fragilidad del tejido óseo cortical y/o trabecular que favorecen la
formación de microfracturas por sobrecarga (5)

Fracturas traumáticas

Una fractura suele ser la consecuencia de un traumatismo. Por lo general, puede identificarse
un mecanismo principal en función de la fractura resultante. El tipo de fractura depende de
otros elementos, como la energía cinética en el momento del traumatismo; pueden
distinguirse:

• las fracturas con cinética baja: una simple caída o un traumatismo menor.

• las fracturas con cinética alta: accidente en la vía pública, caída de altura.

• las fracturas con cinética muy alta: traumatismos balísticos. Producen lesiones graves por
transferencia de esta energía cinética al hueso.

Cada carga fundamental induce una deformación previsible. La compresión acorta, la tracción
alarga, la flexión produce una incurvación en el medio del segmento óseo y la torsión provoca
la rotación del hueso en un eje definido. También se puede razonar de manera inversa, es
decir, al analizar el trazo de fractura se deduce la carga principal que la ha provocado. Un
trazo de fractura transversal es más bien producto de un mecanismo principal en tracción.
La compresión pura del hueso produce un trazo de fractura oblicuo. Si la compresión se
asocia a una flexión, la fractura se caracteriza por la aparición de un tercer fragmento en “ala
de mariposa”. Por último, un trazo en espiral es producto de una carga en torsión. Estas
consideraciones describen el comportamiento de los huesos largos (5).

Las fracturas del desde el punto de vista biomecánico son muy especiales, debido a la
existencia de un periostio muy grueso y muy resistente, así como de un proceso de
maduración ósea incompleto. Sin embargo, pueden describirse las fracturas en tallo verde,
que corresponden a la ruptura de una zona cortical en la convexidad de la fractura, asociada
a una deformación elástica de la concavidad por compresión plástica metafisaria, o a la
combadura, que es la deformación plástica de la diáfisis. Son fracturas típicas de un tejido
óseo inmaduro (5).
Aplicación al tratamiento de las fracturas

Los primeros tratamientos de las fracturas se remontan a la Antigüedad. Los procedimientos


de inmovilización aparecen en el Antiguo Egipto a modo de férulas de madera envueltas con
lienzos. Hipócrates inventó un aparato de madera (scamnum) que servía para reducir
mediante tracción las fracturas de los miembros. También recomendaba el ejercicio para
evitar la atrofia muscular durante la inmovilización, la cual se efectuaba con resinas y cera.
Celso conseguía endurecer los vendajes con almidón. Ambrosio hacía moldes de tela,
pergamino o cera que se endurecían al secarse. Antonius Mathijsen, un cirujano holandés,
empezó a usar el yeso de París en 1852. Esta técnica se desarrolló de forma notable y fue
uno de los grandes progresos respecto al tratamiento de las fracturas (5)

Reducción de una fractura

Proceso mediante el cual, se reorganiza la discontinuidad ósea,otorgando estabilidad a la


zona, favoreciendo el proceso de remodelación ósea.Este proceso se puede llevar a cabo de
dos maneras:

A) Tratamiento ortopédico
B) Tratamiento quirúrgico

Tratamiento ortopédico

Es el tratamiento más antiguo y aún hoy el más difundido. Es el tratamiento de elección para
las fracturas poco o nada desplazadas de los huesos largos. La consolidación autónoma del
hueso está favorecida por la alineación de los segmentos óseos. El objetivo es conservar
todos los elementos biológicos necesarios para la consolidación, aunque todavía no han sido
identificados por completo (5).
Tratamiento quirúrgico

La osteosíntesis es el proceso quirúrgico que busca reducir el foco de fractura mediante la


utilización de elementos especialmente diseñados para esta función. (agujas de krishner ) Es
llevado a cabo por el médico Traumatólogo y que en algunas ocasiones, cuenta con la
presencia del TO en pabellones quirúrgicos llevando a cabo los procesos de rehabilitación
ortésico luego que el médico realiza la osteosíntesis. De esta manera, con una intervención
temprana, en fases aguda
Todas las técnicas y tipos de osteosíntesis tienen el mismo objetivo: la consolidación ósea.
Cada fractura tiene, en diverso grado y en función de la energía traumática, lesiones tisulares,
musculares y vasculares que deben tenerse en cuenta antes de escoger el tipo de
osteosíntesis. La rehabilitación y, sobre todo, el apoyo postoperatorio deben reanudarse lo
antes posible para optimizar el tratamiento y su resultado funcional. Durante mucho tiempo,
el tratamiento quirúrgico supuso la abertura del foco de fractura y, por consiguiente, una
agresión a las vías biológicas del proceso de consolidación. Los adelantos respecto a los
conocimientos del callo biológico, por un lado, y a las técnicas y materiales quirúrgicos, por
otro, han dado paso a los principios de las técnicas de invasión mínima o de fijación externa
de las fracturas (5).
Consolidación ósea

La consolidación ósea es un proceso biológico y mecánico. Considerar el defecto de


consolidación sólo desde el punto de vista mecánico deja de lado el efecto conjunto de la
osteosíntesis y de la cicatrización celular y tisular por efecto de factores locales químicos
(proteína morfogenética ósea, factor de crecimiento insulínico [IGF], factor de crecimiento
derivado de plaquetas [PDGF], equilibrio acidobásico, etc.) y circundantes (lesión vascular,
contusión tisular, edema, etc.)(5).

La consolidación ósea, desde un punto de vista biológico, empieza en el instante de la


fractura. La fase inicial de la consolidación es la fase inflamatoria. Debido a
microtraumatismos vasculares locales, se desarrolla un hematoma fracturario. Esta fase,
que dura hasta la tercera semana, se caracteriza por una reacción inflamatoria local e induce
el reclutamiento y la activación de los precursores a través de una cascada enzimática, con
participación de factores de crecimiento y activadores de la actividad celular. Esta
organización precoz explica la importancia de conservar el hematoma fracturario y la
consecuencia de su desestabilización en las fracturas abiertas (5). En la observación clínica
destaca el considerable aumento de volumen en el lugar de la fractura producto de la inflación
y la manifestación de un alto grado de dolor por parte de la persona afectada.

La fase siguiente permite la formación del callo primario o “callo blando”. Se trata de un
tejido óseo y conjuntivo inmaduro. Láminas precoces de hueso pasan a modo de puente por
encima del foco de fractura para estabilizar los fragmentos óseos. Este tejido se organiza de
forma progresiva en el aspecto histológico y permite el paso a la fase siguiente de
mineralización del callo. Esta osificación se caracteriza por la formación de un tejido laminar
multidireccional no orientado (5), es decir, se produce la formación de lo que denominamos
“callo duro”, donde las fibras de colágeno ya tiene capacidad de cohesión con las otras
fibras. Este hito es de gran importancia clínica, ya que, luego de la sexta semana de
remodelación ósea, podemos considerar la evaluación de la fuerza en la zona de fractura
para seguir con los procesos de rehabilitación.

La fase de remodelación adapta el hueso a las fuerzas mecánicas al organizar el hueso


laminar secundario. En el aspecto histológico, se trata de reconstituir la estructura ósea
haversiana de laminillas concéntricas y el canal medular. Esta fase dura 12-18 meses y
permite restituir las características morfológicas mecánicas del hueso (5).

Referencias

1- Dufour, M, Pillu,M.(2006). Biomecánica Funcional.Masson.Original publicado 2006

2- Nordin M, Frankel,V.(2013). Bases biomecánica del Sistema Musculoesquelético( 4ta


edición).Editorial Wolters Kluwer.

3- Neumann, D.(2007) Fundamentos de rehabilitación Física.Cinesiología del sistema


Musculoesquelético.Editorial Paidotribo.

4- Oftadeh, R., Pérez-Viloria, M., Villa-Camacho, JC, Vaziri, A., y Nazarian, A. (2015).
Biomechanics and Mechanobiology of Trabecular Bone: A Review. Journal of Biomechanical
Engineering , 137 (1), 0108021–01080215. https://doi.org/10.1115/1.4029176

5- Reina, N. y Laffosse, JM (2014). Biomecánica del hueso: aplicación al tratamiento y la


consolidación de las fracturas. EMC: Aparato locomotor, 47 (3), 1–17.
https://doi.org/10.1016/S1286-935X(14)68513-0
6- Guede, D., González, P., & Caeiro, J.R.. (2013). Biomecánica y hueso (I): Conceptos
básicos y ensayos mecánicos clásicos. Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral, 5(1),
43-50. https://dx.doi.org/10.4321/S1889-836X2013000100008

7- Cael, C. (2012). Anatomía Funcional: estructura‚ función y palpación del aparato locomotor
para terapeutas manuales (1ª edicion). Editorial Médica Panamericana.

8- Universidad Católica de Chile. (24 de junio de 2020). Tejido conectivo: Estructura y


características del tejido óseo.
http://publicacionesmedicina.uc.cl/Histologia/paginas/co26107.html

También podría gustarte