Guía de Estudio Semana 5
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Consiste en la transformación de una obligación en otra. Así pues, la novación supone una
obligación anterior que le sirve de causa y que es precisamente, la que, con sus accesorios,
queda extinguida y es sustituida por la nueva obligación.
Se trata de un acto que, sustituyendo una obligación existente por otra nueva, crea un nuevo
vinculo obligatorio y extingue otro cuyo contenido absorbe aquél total o parcialmente, siendo
ambos vínculos distintos, aun siendo idénticos sus contenidos. La nueva obligación se considera
como satisfactoria indirecta de la precedente relación de crédito que por ella queda extinguida.
Solo puede efectuarse entre personas capaces de contratar y no se presume, por lo que es
menester que quede claramente expresado en el acto y refrendado por la voluntad de las partes
firmantes. Debe existir y demostrarse la existencia del animus novandi, como aspecto esencial
de la novación.
o Una obligación nueva, válida y eficaz, que extingue la antigua. Una obligación nula no
podría extinguir una precedente y válida.
En esa misma línea, la doctrina ha establecido que la novación puede ser de dos tipos:
o Objetiva o real: Cuando entre los mismos sujetos un crédito es sustituido por uno nuevo.
o Cambio en el objeto de la obligación: Cuando el deudor contrae una nueva deuda con el
acreedor que sustituye a la antigua, quedando extinguida la deuda antigua. No se
requiere el concurso del deudor original. Por ejemplo, se debe la suma de mil pesos y el
deudor acuerda con el acreedor que, en vez de esa suma, le pagará con un caballo.
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prestarse a posteriori, de forma expresa o tácita). Por ejemplo, se debe la suma de mil
pesos y las partes acuerdan que la deuda será pagada por un deudor del deudor, quien
también consiente.
§ La simple indicación hecha por el deudor de que una persona debe pagar en su
lugar, no produce novación.
o La insolvencia del nuevo deudor no hace revivir la obligación del deudor primitivo.
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o Si la obligación primitiva generaba intereses remuneratorios o moratorios, estos no pasan
a la nueva obligación a menos que las partes los hayan pactado.
o El acreedor puede estipular que se mantenga la garantía, pero con el consentimiento del
deudor.
4.2. La Quita Voluntaria, Perdón, Remisión o Condonación de Deuda (Art. 1282 a 1288 del
Código Civil):
Consiste en que el acreedor, sin haber recibido el pago, libere al deudor del cumplimiento de la
prestación debida.
Se define como la convención por la cual el acreedor consiente gratuitamente al deudor, quien
acepta, el abandono completo o parcial de su crédito. Por ejemplo, una persona le adeuda
quinientos pesos a otra y ésta le perdona la deuda en su totalidad o en un cincuenta porciento.
La doctrina la define como la declaración unilateral del acreedor mediante la cual manifiesta su
voluntad de extinguir total o parcialmente su derecho de crédito, sin recibir a cambio prestación
alguna. Por ello, se dice que el fundamento de la condonación está en el ánimo liberal del
acreedor.
Algunos tratadistas indican que la condonación tiene carácter bilateral, ya que para que tenga
una eficacia plena necesita de la aceptación del deudor. En esa misma línea, un deudor que
quiera cumplir con su obligación y vea rechazada su pretensión, puede llevar a cabo una oferta
real de pago seguida de consignación, con lo cual quedaría extinguida la obligación por pago y
no por condonación.
o Se trata de un acto a título gratuito (la causa donationis suele ser la motivación principal
de la condonación).
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o Extingue el crédito. En la condonación total, éste cesa de existir como si hubiera sido
satisfecho. En la condonación parcial, la extinción de la obligación solo obra hasta la
concurrencia de la parte condonada.
En efecto, la voluntad de condonar una deuda puede manifestarse por el acreedor expresamente
mediante una declaración de voluntad que puede producirse, tanto en un acto entre vivos
(declaración unilateral o contrato, según se entienda aplicable) como en un acto mortis causa (un
testamento), o tácitamente mediante actos o hechos que patenticen de modo unívoco la intención
del acreedor de condonar la deuda. Por igual, la aceptación del deudor (cuando intervenga)
también puede ser expresa o tácita.
Consiste en reducir o unificar dos deudas (hasta el monto de su cuantía) a causa de que dos
personas son a la vez acreedoras y deudoras de sí mismas.
La compensación extingue dos obligaciones diferentes, en las que dos personas están unidas
una frente a la otra, por respectivas obligaciones. Las dos partidas de crédito y débito se
equilibran o destruyen totalmente, hasta el monto de su concurrencia. El deudor de la suma
mayor queda como deudor definitivo de la diferencia entre ambas sumas, quedando extinguida
la deuda menor.
La compensación evita un doble pago y simplifica las relaciones entre las partes, descartando el
riesgo de la insolvencia.
Se produce de pleno derecho la extinción de ambos créditos cuando son líquidos y exigibles, aún
cuando las partes no lo hayan estipulado de manera expresa. Por ejemplo, si una persona le
debe mil pesos al banco y el banco le debe quinientos pesos, opera la compensación y como
resultado, la persona le debe quinientos pesos al banco.
Ante estas situaciones reconocidas por la ley, la jurisprudencia añade la conexidad de ambos
créditos como causa de la compensación, aun cuando los requisitos de exigibilidad y liquidez no
se encuentren reunidos. Dos deudas son conexas cuando tienen su origen en el mismo contrato,
como ocurre por ejemplo, con la garantía del vendedor contra vicios ocultos y la obligación del
comprador de pagar el precio de venta.
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o La reciprocidad de las obligaciones a ser compensadas.
La compensación puede ser voluntaria o legal. La primera surge del convenio celebrado por las
partes en virtud del principio de autonomía de la voluntad, incluso antes de que nazcan o sean
exigibles las obligaciones recíprocas. La segunda se produce ipso facto cuando están presentes
los requerimientos de ley.
Algunos tratadistas se refieren a la compensación judicial, como aquella que viene ordenada por
el juez a instancia de parte interesada, cuando falta alguno de los requisitos que conllevarían la
compensación legal (por ejemplo, si un crédito aun no había podido determinarse o si no ha
vencido). Pero la compensación judicial no opera de manera retroactiva, por lo que no está
impedido el embargo retentivo de uno de los créditos trabado con anterioridad a la sentencia que
ordena la compensación judicial, ni es oponible a la quiebra de uno de los deudores declarada
antes de ésa.
Consiste en la coincidencia de sujeto activo y pasivo de una obligación, en una misma persona.
Dicho de otra forma, ocurre la confusión cuando la calidad de acreedor y de deudor se reúne en
el mismo individuo. Al materializarse, se destruyen ambos derechos (acreencia y deuda) de
manera automática.
Suele producirse, por ejemplo, cuando ocurre la transferencia de una sucesión, bien sea por una
transmisión a título universal (herencia) o a título singular (legado). Por ejemplo, si una persona
le debe dinero a su padre y éste fallece; el heredero no podría seguir siendo deudor y convertirse
en su propio acreedor.
Cuando la confusión se realiza en la persona del deudor principal, aprovecha a sus fiadores. La
que se efectúa en la persona del fiador, no implica la extinción de la obligación principal. La que
tiene lugar en la persona del acreedor, no aprovecha a sus codeudores solidarios sino en la
porción en la que era deudor.
Se deriva de la máxima ad impossibilium nulla obligatio est (no puede haber obligación a lo
imposible).
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Se aplica casi siempre a las obligaciones de dar (entrega). Cuando la cosa cierta y determinada
que era objeto de la obligación perece, queda fuera del comercio o se pierde de modo que se
ignore en absoluto su existencia, sin culpa del deudor y antes de que sea puesto en mora, queda
extinguida la obligación.
Por igual, puede invocarse esta causal de extinción de la obligación, en las obligaciones de hacer,
cuando la prestación resultare legal o físicamente imposible. De ahí que la doctrina le denomine
“imposibilidad sobrevenida de la prestación” en lugar de “pérdida de la cosa debida”.
Para la doctrina, que la imposibilidad sea sobrevenida significa que el incumplimiento sea
posterior al momento de la constitución de la obligación, puesto que en el caso de que la
prestación fuera inicialmente imposible, se vería viciada la obligación por falta de objeto.
En sentido lato, se entiende que una cosa se “pierde” cuando se daña o menoscaba y,
especialmente, cuando perece por destrucción. Pero la redacción del Código Civil es más amplia,
incluyendo no solo la imposibilidad general de ejecutar una obligación de dar o de entregar una
cosa, sino también la destrucción de la cosa, su exclusión del comercio (por razones de orden
público) o su extravío (de modo que no sea posible encontrarla).
Las circunstancias imposibilitadoras pueden ser de origen fáctico o jurídico, pero en todo caso,
deben (i) resultar no imputables al deudor, es decir, que no pueda invocarse una culpa de éste,
y (ii) surgir antes de la constitución en mora del deudor.
El deudor no responde por el caso fortuito, pero si lo alega debe probarlo (salvo que el deudor
se hubiere obligado a responder ante caso fortuito). Tampoco responde por la pérdida fortuita de
la cosa, pero tiene que probar tal circunstancia. Si la pérdida es culpa de un tercero que no
depende ni es mandatario del deudor, el deudor queda a salvo pero el acreedor puede exigirle
que le ceda/transfiera las acciones que tenga contra la persona responsable.
Si el deudor ya ha sido puesto en mora: (i) la pérdida de la cosa en poder del deudor no es su
responsabilidad, si ya le ha sido ofrecida al acreedor y éste se ha retardado en recibir la cosa
(salvo culpa grave o dolo del deudor), y (ii) queda extinguida la obligación si la cosa perece en
poder del acreedor, luego de haberle sido entregada.
Si la cosa ha perecido por dolo o culpa del deudor, la obligación se extingue pues el cumplimiento
es imposible (no existe la cosa que debía ser entregada). En este caso, la culpa del deudor le
impone una obligación nueva y distinta: indemnizar al acreedor, la cual tiene por objeto una suma
de dinero representativa de una satisfacción por equivalencia del crédito frustrado.
Si la cosa perdida, cuya existencia se ignoraba, reaparece luego, el acreedor puede reclamarla,
restituyendo lo que hubiere recibido en razón de su precio.
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