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2.revisión de Literatura

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2.

REVISIÓN DE LITERATURA

2.1 Degradación de suelo

El suelo se forma mediante procesos naturales físicos, químicos y microbiológicos


que provocan la ruptura de rocas, junto con la adición de materia viva que inicia el ciclo de
nutrimentos. La degradación de la tierra se define como un declive temporal o permanente en
la capacidad de producción de la tierra. También puede definirse como la pérdida de utilidad
actual o potencial, pérdida de cualidades intrínsecas y de funciones del suelo. Cuando los
procesos de degradación ocurren sin que el hombre interfiera, generalmente se producen a una
velocidad que está en equilibrio con la velocidad de restauración natural. Sin embargo, la
degradación acelerada de la tierra se produce, comúnmente, como resultado de la intervención
humana en el ambiente (Stocking y Murnaghan 2003; Porta y López y Acevedo 2005).

La degradación es difícil de comprender en su totalidad, y no es posible evaluarla a


través de una medición, por lo que es necesario el uso de indicadores de la degradación de la
tierra, estos son variables que pueden mostrar que la degradación ha tenido lugar o que está
ocurriendo en la actualidad, el descenso en la productividad de un cultivo puede ser un
indicador de que la calidad del suelo ha cambiado, el estado del suelo es otro indicador de la
degradación de la tierra, aunque la propia degradación del suelo es un indicador de la
degradación de la tierra (Stocking y Murnaghan, 2003).

La degradación es un proceso de transformación de una extensión árida, semiárida,


subhúmeda o húmeda a un espacio con menos vida, este proceso conduce a la destrucción de
los ecosistemas, de la productividad natural y a la reducción del potencial económico de estas
áreas (Zarate y Ramírez, 2004).

La degradación física se refiere al deterioro o destrucción de la estructura del suelo


por agentes naturales que puede ser inducido por el manejo el cual está relacionado
principalmente con la distribución de tamaño de partículas del suelo o textura del suelo
(Lozano et al., 2002).El

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encostramiento y la compactación del suelo se refiere al sellamiento o relleno de los poros del
suelo con material fino que resulta del paso continuo de la maquinaria, vehículo y/o ganado
en el terreno, o bien, por efecto del golpeteo de las gotas de lluvia; estos efectos desarrollan
una capa impermeable en la superficie del suelo que impide la infiltración del agua de lluvia,
otro aspecto importante es la falta de materia orgánica del suelo lo que implica que los
espacios de aire se reduzcan al máximo, entonces el suelo adquiere la apariencia de bloques
compactos (SEMARNAT y CP, 2002).

Los suelos pueden sufrir degradación química como consecuencia de procesos


naturales. Por ejemplo, el fuego puede destruir reservas de materia orgánica, cambios
hidrológicos pueden resultar en un drenaje restringido o condiciones anaeróbicas, y el aporte
de cenizas volcánicas con alto contenido de sales solubles puede alterar la fertilidad del suelo.
Sin embargo, cuando se trata de degradación del suelo el énfasis es puesto en los impactos
antropogénicos los cuales se han agudizado con el desarrollo industrial de los últimos
tiempos. Los procesos inducidos por el hombre, principalmente, el agotamiento de nutrientes,
el lavado excesivo y la acidificación, y la contaminación del suelo por la excesiva o
inapropiada disposición de desechos (López, 2002).

La degradación biológica se refiere a la pérdida de materia orgánica resistente


(humificada) por acción de la mineralización acelerada. Sin embargo, el termino, degradación
biológica, es frecuentemente equiparado con el agotamiento o perdida de la cobertura vegetal,
a la par de la materia orgánica y también es usado para demostrar la disminución de los
organismos beneficiosos del suelo (Steiner, 1996 citado por López, 2002).

2.2 Origen, generalidades y morfología del maíz

El cultivo de maíz tiene importancia especial ya que constituye la base de la


alimentación de los latinoamericanos. Ocupa el tercer lugar en la producción mundial después
del trigo y el arroz. Es un cereal que se adapta ampliamente a diversas condiciones ecológicas
y edáficas, por eso se la siembra en casi todo el mundo (Bonilla, 2009).

Es una planta cultivada desde la antigüedad, hace más de 7000 años. Su origen
parece situarse en la zona de México, donde se han encontrado los vestigios más antiguos
(Ortas, 2008).

La especie botánica maíz (Zea mays) pertenece a la tribu maidea, la cual incluye
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ocho géneros. Cinco de origen asiático (Coix, Schlerachne, Polytoca, Chinonachne y
Trilobachne) y tres americanos (Zea, Tripsacum y Euchlaena o Teosintle). Existen dos
especies del genero Zea: Zea mays y Zea diploperennis (Llanos, C., 1984 citado por Ospina,
2015).

El maíz posee una destacada importancia social por su explotación mayoritaria por
pequeños agricultores. Está dada por la producción mecanizada que son aquellos cultivos
realizados por empresas privadas que siembran maíz zafriña, tipo tupi pyta e híbridos de gran
rendimiento, exclusivos para la elaboración de forrajes. También está dada por el pequeño
productor con una superficie de siembra que varía de media a una hectárea, con variedades
como avati moroti (chipa), moroti pora (locro), destinadas al consumo dentro de la finca y
tupi pyta utilizada para la alimentación del corral y animales menores (MAG, 2010).

El maíz es normalmente monoico, con inflorescencia terminal estaminada (panoja) o


flor masculina; y flores femeninas pistiladas, ubicadas en yemas laterales (mazorcas); así, el
maíz produce su rendimiento económico (grano) en ramificaciones laterales. Como resultado
de esta separación de mazorca y panoja, y del fenómeno llamado protrandia en la floración, el
maíz es una especie alógama (de polinización cruzada) y su tipo de inflorescencia ha
permitido la producción de híbridos con alto potencial de rendimiento y amplia adaptación.
(Deras, 2014).

El grano de maíz es el fruto de la planta, compuesto por una cariopside que consta de
tres partes principales: la pared, el endosperma triploide y el embrion diploide. La cubierta o
capa de la semilla, que es la pared del ovario, se llama pericarpio, es dura y debajo de ella se
encuentra la capa de aleurona, que le da el color al grano (blanco, amarillo, morado) y que
contiene las proteinas. El embrión está formado por la radícula y la plumula, ubicandose en el
escutelo, localizado en la parte inferior del grano, donde va adherido a la tusa o raquis
(Ospina, 2015).

La fisiología del maíz está determinada, en gran medida, por el factor genético. La
forma de crecimiento y desarrollo de la planta depende de las condiciones ambientales, sólo
hasta cierto punto. Bajo condiciones apropiadas de temperatura, humedad y aireación, el maíz
germina dentro de los seis días posteriores a la siembra. No requiere de luz para germinar y en
general, no presenta problemas de latencia o dormencia (Parsons et al., 2001)

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2.3 Exigencias climáticas del maíz

El maíz requiere una temperatura de 25 a 30ºC. Requiere bastante incidencia de luz


solar y en aquellos climas húmedos su rendimiento es más bajo. Para que se produzca la
germinación en la semilla la temperatura debe situarse entre los 15 a 20ºC. El maíz llega a
soportar temperaturas mínimas de hasta 8ºC y a partir del 30ºC pueden aparecer problemas
serios debido a mala absorción de nutrientes minerales y agua. Para la fructificación se
requieren temperaturas de 20 a 32ºC (Manual agropecuario, 2002).

El maíz muestra notoria predilección por suelos ricos en materia orgánica y dotada
de adecuadas propiedades físicas y biológicas del suelo. La adaptabilidad en este aspecto es
igualmente importante, aunque sean más favorables los suelos francos, profundos y con
elevado nivel de fertilidad (Ortigoza, 2017). El suelo ideal para el cultivo de maíz es de
textura intermedia, de franco a franco-arcilloso. Los suelos para el maíz deben ser bien
drenados y aireados, al ser este uno de los cultivos menos tolerantes a la baja difusión de aire
en el suelo. El pH ideal para la siembra de maíz es de 5,5 a 7,0 existiendo fuera de estos
límites problemas de toxicidad de ciertos elementos (Rojas, 2003).

El cultivo de maíz es muy susceptible a la falta de agua, especialmente en el período


entre floración y llenado de grano. Esta etapa es crítica para la determinación del rendimiento
del cultivo. El requerimiento hídrico del cultivo de maíz en todo su ciclo esta 500 a 700 mm
de precipitación bien distribuida durante el ciclo del cultivo (MAG et al., 2008).

2.4 Generalidades del kumanda yvyra’í

El kumanda yvyra’í es una leguminosa semiperenne (2 a 4 años), arbustiva, de porte


alto. Se caracteriza por ser muy rustico, se desarrolla bien en suelo degradado, no es exigente
en el tipo de suelo, tolera sequía y frío, cuando ocurren heladas, se secan las hojas y rebrota
inmediatamente, en caso de heladas fuertes podrían morir parte o todas las plantas del cultivo
(Díaz TD, 2011).

El C. cajan ha sido utilizado por más de cuatro mil años en la India de donde se
difundió al oeste de África (Martínez, et al., 2003; Robledo, 2010). En las Indias Orientales se
encuentra el Atylosia cajanifolia Haines, sinónimo de C. cajanifolium (Haines) Maesen,
pariente más cercano; otras variedades del género Atylosia en Australia. El C. kerstingii
(Harms), se encuentra en las zonas áridas y semiáridas de África (The Plant List, 2010).
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Produce anualmente grandes volúmenes de biomasa, inclusive en suelos
extremadamente degradados (7 a 14 t.ha-2), razón por la cual es una excelente opción para
iniciar la recuperación de suelos degradados Cauca (Fundación horizonte, 2000; Salas et al.,
2001).

Alcántara et al., (2000) concluyen que el Cajanus es una de las plantas que mayor
aporta y recicla nutrientes debido a la gran producción de masa seca, que lo convierte en
excelente material para iniciar la recuperación y mejorar las propiedades químicas del suelo.
Además, el Cajanus cajan puede aprovechar el fósforo inorgánico poco soluble a través de la
liberación de compuestos orgánicos en los exudados radicales que hidrolizan el P de los
enlaces (FePO4), principal forma en la que se encuentra el P en un Ultisol y Alfisol (Medina
& Elena s.f.).

El Cajanus cajan ha sido utilizado por más de cuatro mil años en la India de donde
se difundió al este de África (Martínez et al., 2003; Robledo, 2010). En las Indias Orientales
se encuentra el Atylosia cajanifolia Haines, sinónimo de C.cajanifolium (Haines) Maesen, el
pariente más cercano; otras variedades del género Atylosia en Australia. El C. kerstingii
(Harms), se encuentra en las zonas áridas y semiáridas de África (The Plant List, 2010).

2.5 Descripción botánica

Cajanus cajan pertenece al Reino Plantae; División, Magnoliophyta; Clase,


Magnoliopsida; Orden, Fabales; Familia, Fabáceae; Género, Cajanus; Especie, Cajanus cajan
(Robledo, 2010).

Stevens et al., (2001) mencionan como sinónimos a Cytisus cajan L.; Cajanus
bicolor DC. y Cajanus indicus Spreng. Alrededor del mundo el Cajanus cajan recibe diversos
nombres comunes entre los cuales se encuentran: frijol de palo, gandul, fríjol de árbol,
guaduli, Guandul, guandu, chícharo guandú, cachito, caja, chivatillo, guisante de angola,
quinchoncho, feijão-guandu, Straucherbse, red gram, congopea, pigeonpea, yellowdal, adhaki,
ambrévade, arhar, chieh tutzu, chiehtu,kachangkayu, katjangbali, poiscajan, puspo poroto,
sacha poroto, shantouken (Cedano, 2006; The Plant List, 2010; Varshney et al., 2012).

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Varshney et al., (2012) el Cajanus cajan es un arbusto anual o perenne, que presenta
una variación muy amplia en las partes de la planta, la cual alcanza hasta 5 metros de altura.
El tallo es resistente, de forma cilíndrica con un diámetro basal entre uno y cuatro
centímetros, de coloración verde a verde púrpura, en donde se encuentran ramificaciones
primarias, secundarias y terciarias. La planta posee un sistema radicular compuesto de una
raíz pivotante y raíces laterales, las raíces más finas alcanzan hasta tres metros de
profundidad, lo cual le permite soportar bien la sequía y adaptarse a suelos pobres. Sus hojas
son trifoliadas, alternas y sésiles sobre las ramas terciarias, con foliolos elípticos, lanceolados
u oblongos de 2,5 a 9 cm de longitud, con el haz de color verde oscuro y el envés de color
verde claro cubierto de una pubescencia blancuzca y fina.

Las flores del Cajanus cajan son típicas de la subfamilia Papilionoidea, en racimos
axilares y en la parte terminal de las ramas con pocas flores de 5 a 12 sésiles y con un
pedúnculo largo. El Cajanus cajan se cultiva en terrenos arenosos ligeros y limosos
pedregosos. Por su sistema radicular profundo, el cultivo prospera aun en suelos pobres con
abundante material grueso, pero se desarrolla mejor en suelos preferentemente francos,
profundos, fértiles, de topografía ondulada y de buen drenaje; aunque crece, el cultivo no
prospera bien en suelos pesados, arcillosos y con problemas de drenaje, en los cuales el
desarrollo es pobre y, en ocasiones, se produce podredumbre radicular y muerte de las plantas
(Varshney, et al., 2012).

Aunque la planta tolera pH de 4,5 hasta 8,5, el óptimo se encuentra entre 5,5 y 7,8
(Cedano, 2006). Esta planta muestra un alto grado de tolerancia a suelos con presencia de
aluminio, por su habilidad de traslocar eficientemente el fósforo, desde la raíz a la parte aérea
(Pérez et al., 2003)

2.6 Usos y potencialidades del guandul

Recuperación de suelos. El guandul mejora los suelos, por su difuso y profundo


sistema radicular que disminuye la erosión. Además, incorpora nitrógeno atmosférico al
suelo, mediante una simbiosis de la planta con bacterias del género Rhizobium (Cedano, 2006;
López et al., 2006)

Abonos verdes. La fitomasa del guandul con su alto contenido en nitrógeno, fósforo,
potasio y calcio, permite recuperar la materia orgánica del suelo y por ende restaurar su

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fertilidad, siendo una alternativa rápida y económica para su mejora y manejo (López et al.,
2006; Vivas & Morales, 2005)

Cultivo asociado. La afinidad del guandul para su empleo en cultivos asociados ha


sido demostrada en combinaciones con sorgo, maní, maíz, arroz, batata y fríjol chino (Aponte,
1995).
2.7 Asociación de cultivos

Es un sistema de producción agrícola en el cual se cultivan dos o más especies al


mismo tiempo y en el mismo terreno. Esta práctica era muy realizada por los incas y cañarís,
hoy en día es recomendable en la agroecología o agricultura orgánica, con lo cual quedan
excluidos los monocultivos de nuestra explotación. Para planificar una buena asociación se
pondrá especial interés en mezclar plantas cuyos olores repelen entre sí a los insectos
(parásitos) o para que se fomente la salud vegetal lo suficiente como para rechazar sus
ataques, y además, es una técnica muy utilizada para prevenir las enfermedades.

Las leguminosas además de su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, tienen


habilidad para tomar el nitrógeno remanente en el suelo, especialmente sales (Sevilla, 2006).

Las razones de la asociación de cultivos son: no dificulten el desarrollo de una sobre


otra; repelen los parásitos entre sí; y disponen de sistemas radiculares diferentes, para que
hagan uso de la totalidad del suelo. Además, no existe competencia entre ellas debido a que
no necesitan la misma cantidad de luz y nutrientes.

Con ellas se obtiene mayor rendimiento y mejor calidad de alimentos, ayudan a la


lucha contra las malas hierbas, no llegan a desgastar el suelo nunca en un macro elemento, el
olor fuerte de algunos cultivos (ajo), sirve de repelente contra los insectos, mejoran la
estructura del suelo, reducen la erosión provocada por el viento y el agua (eólica e hídrica)
gracias a una cobertura más espesa del suelo (Viva, Tierra s.f)

En esta modalidad el abono verde es sembrado en la entrelínea del cultivo comercial,


y es especialmente adaptada a situaciones en las cuales el suelo tenga que ser utilizado de la
manera más intensa posible. Este tipo de abono verde deber ser realizado cuidadosamente,
para evitar que el abono verde pueda competir con el cultivo comercial, ocasionando inclusive
reducción en la productividad. Las principales ventajas de este sistema son el uso intensivo
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del suelo, el control eficiente de la erosión y la reducción de la propagación de malezas (FAO,
2000).

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