Modulo Iq Emocional
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ceforcadhuanuco@hotmail.com
Módulo
INTELIGENCIA EMOCIONAL
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INTRODUCCIÓN
La Organizació n Mundial de la Salud ofrecía recientemente las estadísticas
siguientes; el suicidio es la primera causa de muerte de jó venes, uno de cada
seis muchachos al llegar a los 20 añ os, presentan síntomas de embriaguez
cró nica. El 5% de las mujeres a nivel mundial presentan problemas de
bulimia o anorexia por el hecho de no aceptarse como son, por eso hay que
aprender a manejar las emociones y los sentimientos.
Recordando que ante todo somos seres humanos, que tenemos necesidades
y metas, las aceptemos, o no racionalmente. Una de las necesidades
principales es el vacio personal de emociones, sentimiento y caricias que
deben ser llenados, ya que esto determina y organiza todos los procesos
mentales y comportamiento total direccionado con motivació n al logro.
gerentes y como líder donde cada uno de ellos tienen sus diferencias en
muchos aspectos y á reas, pero que como ser humano esta dentro de los
Principios de la Inteligencia Emocional.
En 1990, dos psicó logos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John
Mayer, acuñ aron un término cuya fama futura era difícil de imaginar. Ese
término es ‘inteligencia emocional’.
Hoy, pocas personas de los ambientes culturales, académicos o
empresariales ignoran el término o su significado. Y esto se debe,
fundamentalmente, al trabajo de Daniel Goleman, investigador y periodista
del New York Times, quien llevó el tema al centro de la atenció n en todo el
mundo, a través de su obra ‘La Inteligencia Emocional’ (1995).
El nuevo concepto, investigado a fondo en esta obra y en otras que se
sucedieron con vertiginosa rapidez, irrumpe con inusitado vigor y hace
tambalear las categorías establecidas a propó sito de interpretar la conducta
humana (y por ende de las ciencias) que durante siglos se han dedicado a
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LAS EMOCIONES
Las emociones son los estados anímicos que manifiestan una gran actividad
orgá nica, que refleja en los comportamientos externos e internos. Las
emociones es una combinació n compleja de aspectos fisioló gicos, sociales, y
psicoló gicos dentro de una misma situació n polifacética, como respuesta
orgá nica a la consecució n de un objetivo, de una necesidad o de una
motivació n.
Veamos cuá les son las má s importantes y hacia dó nde nos mueven,
relacioná ndolas con el aprendizaje.
Las emociones son, en esencia impulsos que nos llevan a actuar, programas
de reacción automática con los que nos ha dotado la evolució n y que nos
permiten afrontar situaciones verdaderamente difíciles; un sistema con tres
componentes:
Cuadro de emociones
Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la
persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el
propó sito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan
sencillo.
Aristóteles, Ética a Nicómaco.
La inteligencia emocional determina la manera en que nos relacionamos y
entendemos el mundo; tiene en cuenta las actitudes, los sentimientos y
engloba habilidades como: el control de los impulsos, la autoconciencia, la
automotivació n, la confianza, el entusiasmo, la empatía, y sobre todo es el
recurso necesario para ofrecer nuestras mayores prestaciones
profesionales.
Las emociones cumplen una funció n natural. Con el miedo, explica Goleman,
la sangre se retira del rostro (por eso palidecemos) y se dirige a los
mú sculos de las piernas para facilitar una reacció n de fuga ante el peligro.
En la ira, la sangre fluye a las manos, aumenta el ritmo cardíaco y el nivel de
adrenalina generando condiciones propicias para una acció n enérgica.
Ahora bien, desde las primitivas emociones de los primeros hombres hasta
el día de hoy indudablemente las condiciones de vida han cambiado.
"Mientras en el pasado una ira violenta puede haber supuesto una ventaja
crucial para la supervivencia, el hecho de tener acceso a armas automá ticas
a los trece añ os la convierte en una reacció n a menudo desastrosa."
“Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que
ama”. San Agustín
entenderle.
o Su mundo es de necesidades, afectos y acciones.
o El primer trato con la realidad es afectivo.
o Ya a los dos meses los ojos de su madre son el centro preferido de su
atenció n.
o Si se satisfacen todos sus antojos, se le impedirá desarrollar su
capacidad de resistir el impulso y tolerar la frustració n y su cará cter
se iría volviendo egocéntrico y arrogante.
o Hacia los 18 meses ya se han conectado las estructuras corticales con
las profundas del cerebro, lo que permite la aparició n de una
afectividad inteligente.
o En los primeros añ os va configurá ndose el temple bá sico del niñ o.
o Hacia el primer añ o la madre va a enseñ ando al niñ o si hay que sentir
y qué hay que sentir sobre el entorno.
o La seguridad del afecto de la madre es lo que permite al niñ o
apartarse, explorar, dominar los miedos y los problemas.
o Una correcta educació n proporciona la seguridad y el apoyo afectivo
necesarios para sus nuevos encuentros.
o El desarrollo de la inteligencia está muy ligado a la educació n de los
sentimientos.
o Sentirse seguro es sentirse querido.
o En la familia uno es querido radical e incondicionalmente.
o Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar
parte de la personalidad a través de la memoria.
o Aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
o Perturban intencionalmente, se saltan las prohibiciones, tantean... Y
anticipan el sentimiento de sus madres.
o Hacia los dos añ os entran en su mundo las miradas ajenas.
o Disfrutan al ser mirados con cariñ o: ¡mira có mo...!
o A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacció n ante el
elogio o ante las muestras de aprobació n de aquellos a quien él
aprecia.
o Hacia los 7-8 añ os nos convertimos en actores y jueces: reflexió n y
libertad. Y aparecen el orgullo y la vergü enza aunque no haya pú blico.
o Hacia los 10 añ os pueden integrar sentimientos opuestos.
o Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
o Hacia los 7-8 añ os nos convertimos en actores y jueces: reflexió n y
libertad. Y aparecen el orgullo y la vergü enza aunque no haya pú blico.
o Hacia los 10 añ os pueden integrar sentimientos opuestos.
o Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
o La adolescencia es una etapa decisiva en la historia de toda persona.
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El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por
Peter Salovey de Harvard y John Mayer de la New Hampshire, como la
capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los
demá s y utilizarlos como guía del pensamiento y de la acció n. La inteligencia
emocional se concreta en un amplio nú mero de habilidades y rasgos de
personalidad: empatía, expresió n y comprensió n de los sentimientos,
control de nuestro genio, independencia, capacidad de adaptació n, simpatía,
capacidad de resolver los problemas de forma interpersonal, habilidades
sociales, persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto.
Sí. A los 40, 50 ó 60. El proceso no es fá cil, porque requiere tiempo y, sobre
todo, compromiso. Sería necesario tener un modelo académico distinto del
actual, que ú nicamente funciona para estimular las habilidades técnicas. El
cerebro emocional aprende de manera distinta, no usa los mismos circuitos
mentales, y hace falta fortalecerlos a través de repeticiones de los nuevos
comportamientos. El crecimiento o desarrollo de la inteligencia emocional
es lo que solemos llamar madurez...
Estos cinco principios se refuerzan entre si. Por ejemplo, es má s fá cil recibir
datos si uno esta interesado y motivado, y si el proceso de recepció n es
compatible con las funciones cerebrales. Tras haber recibido la informació n
de manera eficiente, es má s fá cil retenerla y analizarla. A la inversa, una
retenció n y un aná lisis eficientes incrementaran nuestra capacidad de
recibir informació n.
De modo similar, el aná lisis que abarca una disposició n compleja de las
tareas de procuramiento de informació n, exige una capacidad para retener
(recordar y Asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad de
aná lisis se vera afectada por nuestra capacidad para recibir y retener la
informació n.
1. El Poder de la Voz.
Por muy buena que sea una idea, un método, un concepto, una teoría, éste no
tiene vida si no es articulado. Los mejores pensamientos pueden morir por
no ser compartidos. Moss Kanter afirma que má s que organizaciones de
aprendizaje, lo que má s necesitamos son organizaciones de educació n,
donde la voz de quienes má s saben o está n preparados se traduzca en el
vehículo para facultar a cada vez má s personas en las competencias claves
del negocio. En cuanto a este poder, se resalta la habilidad para hablar varios
idiomas y la de conversar activa y productivamente.
2. El Poder de la Imaginación.
Las empresas y las personas que manejará n con éxito el siglo venidero será n
las que en su actuar, generen conductas có nsonas con la imaginació n que,
como seres humanos, somos capaces de desarrollar y usar para creer en
imposibles, visualizarlos, diseñ arlos, crearlos y ponerlos en prá ctica en
nuestras realidades. Las personas que con su imaginació n vislumbren un
presente y futuro diferente, má s rá pido, má s efectivo, má s rentable y má s
placentero, será n las que estará n guando las acciones de liderazgo en el
nuevo milenio.
3. El Poder de la Retribución.
Kanter afirmó que la lealtad aú n existe y que son una ventaja competitiva
para las personas y empresas que la poseen. Lo que si resaltó claramente fue
que para contar con personas comprometidas se necesita cumplir con
ciertas condiciones que despierten el poder del talento humano: la
propiedad del trabajo, la identidad para con la empresa y sus proyectos, la
autonomía de acció n, la libertad de compartir ideas y hacer cambios, ademá s
de la posibilidad de permitirle al empleado el adueñ arse del proceso.
5. El Poder de la Asociación.
Cada vez má s surgen en mayor cantidad y rapidez las alianzas entre
personas, entre empresas, entre personas y empresas, entre países, entre
entidades de diversos tipos. Lo hacen buscando aprovechar y potenciar sus
diferencias, aprovechar la creatividad de uno y el capital de otro, el talento
de uno y la acció n de otro, los contactos de uno y la fuerza de otro. Las
alianzas, aú n cuando no siempre exitosas nos permiten salir adelante con
efectividad en mercados y sociedades en crisis como las actuales. El poder
de la asociació n es el poder de crear, desarrollar y mantener alianzas que
permitan obtener resultados de manera má s efectiva y productiva.
reconoce que puede aprender de todo ser humano y que sus éxitos se
los debe a otras personas. Evita la pompa y los lujos excesivos, pues
sabe darle el justo valor a lo material, dentro de un clima de
abundancia y prosperidad.
Trabajar para una organizació n es una actividad muy valiosa desde el punto
de vista de inteligencia Emocional. Ademá s es nuestra labor durante el
curso, la honestidad (con nuestros compañ eros especialmente,) es un valor
a desarrollar.
Iremos comprobando las ventajas de esforzarnos en la gestió n de nosotros
mismos, en ganar en seguridad, en adaptabilidad, sinceridad, etc.
Por otra parte, podemos combinar la capacidad de aná lisis (pensamiento
analítico) con el desarrollo de la intuició n y la creatividad y la síntesis
(pensamiento conceptual).
El olfato para los negocios no es innato: Se aprende a través del duro trabajo
de síntesis, de encontrar pautas en informaciones a primera vista
heterogéneas y de presentar de forma concisa unas conclusiones. El
pensamiento analítico nos convierte en buenos técnicos y el pensamiento
conceptual nos ayuda a transformarnos en auténticos gestores.
2) ORIENTACIÓN AL LOGRO
Supone el interés por marcarse retos, por perseverar, por superarse a uno
mismo, etcétera.
3) GESTION DE PERSONAS
No hace falta ser el jefe para dirigir un equipo ni para capacitar a otros. El
trabajo en grupo representa una magnífica oportunidad para impulsar las
cualidades de la gestió n de personas: el trabajo en equipo, la asignació n de
recursos, el cumplimiento de metas, la exigencia de vencimiento, etcétera.
Si usted está al frente del trabajo -una responsabilidad que pocos quieren
asumir-, procure establecer unas reglas del juego claras y asumidas,
distribuir las tareas, marcar unos está ndares comprensibles, medibles y
proporcionar a sus compañ eros el apoyo que necesitan para realizar su
tarea.
En la asignatura en la que destaque dedique tiempo y esfuerzo a enseñ ar a
sus compañ eros menos diestros. Capacitar enriquece al que aprende pero,
esencialmente, al que enseñ a. Comprobar có mo los compañ eros empiezan a
dominar los conceptos que antes les eran esquivos es una inmensa fuente de
satisfacció n.
4) INFLUENCIA
Si hace buena parte de todo esto durante el curso, puede estar seguro de que
su aprovechamiento emocional habrá sido al menos igual al intelectual. De
una parte terminará contando con la titulació n académica que busca; de
otra, le resultará mucho má s fá cil enfrentarse a las entrevistas de selecció n
de personal, a las pruebas de incorporació n (Assessment Centres) y, sobre
todo, a los primeros momentos a la hora de empezar a trabajar en la
empresa.
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Permanecen atentas a las señ ales emocionales y escuchan bien.
Son sensibles y comprenden los puntos de vista de los demá s.
Ayudan a los demá s basá ndose en la comprensió n de sus necesidades
sentimientos.
11.- EL DESARROLLO DE LOS DEMÁS
Darse cuenta de las necesidades del desarrollo de los demá s y ayudarles a
fomentar sus habilidades.
Las personas dotadas de esta competencia:
15.- INFLUENCIA
Poseer herramientas eficaces y de persuasió n.
Las personas dotadas de esta competencia:
Son muy persuasivas.
Recurren a presentaciones muy precisas para captar la atenció n de su
auditorio.
Utilizan estrategias indirectas para recabar el consenso y el apoyo de
los demá s.
Organizan adecuadamente los hechos má s sobresalientes que
exponer má s eficazmente sus opiniones.
15.- COMUNICACIÓN
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Saben dar y recibir, captan las señ ales emocionales y sintonizan con
su mensaje.
Abordan abiertamente las cuestiones difíciles.
Escuchan bien, buscan la comprensió n mutua y no tienen problemas
en compartir la informació n de que disponen.
Alientan la comunicació n sincera y permanecen abiertos tanto a las
buenas noticias como a las malas.
16.- EL MANEJO DE LOS CONFLICTOS
17.- LIDERAZGO
objetivos compartidos.
Cuando resulta necesario, saben tomar decisiones
independientemente de su posició n.
Son capaces de guiar el desempeñ o de los demá s.
Lideran con el ejemplo.
Una de que las formas en que el líder consolida su credibilidad, radica en su
capacidad para captar los sentimientos no expresados y articulados en
beneficio del grupo, de un modo que no hace sino corroborar tá citamente a
sus interlocutores que han sido adecuadamente comprendidos. En este
sentido, el líder es un espejo que refleja la propia experiencia del grupo.
Pero el líder es también una fuente clave de clima emocional de la
organizació n y su empuje puede movilizar todo un grupo en la misma
direcció n.
honrados, una impronta que llega a afectar a todos sus subordinados. Por el
contrario, los líderes menos eficaces son má s duros, intransigentes,
distantes, irritables, burocrá ticos y menos cooperadores y también lo son
sus subordinados. Los líderes mediocres tienden a pasar desapercibidos,
mientras que los má s sobresalientes se relacionan con todo el mundo,
interesá ndose por su familia y sus cuestiones personales. También destacan
por su deseo de mantenerse informados y por crear un clima de sinceridad
que favorecer la comunicació n.
Uno de los errores má s típicos de los líderes, desde los supervisores hasta
los altos ejecutivos, es la incapacidad de mostrarse enérgico cuando la
ocasió n lo requiere. En este sentido, la negligencia constituye un verdadero
obstá culo, como ocurre, por ejemplo, cuando alguien se haya má s
preocupado por agradar a los demá s que por hacer que cumpla con su
cometido, en cuyo caso, en lugar de oponerse al bajo rendimiento, no hacen
má s alentarlo. Las personas que se sienten incó modas con el enfrentamiento
y el enojo también tienen resistencias para asumir una actitud decidida
cuando la ocasió n lo requiere.
Así pues, uno de los rasgos que distintivos del líder enérgico consiste la
capacidad para decir no de un modo claro y rotundo. Otro consiste en definir
normas de rendimiento o calidad adecuadamente elevadas e insistir en que
se cumplan, exponiendo incluso pú blicamente el grado de eficacia de cada
uno de los implicados en el caso de que sea necesario.
El líder no debe pasar por alto el fracaso y el error sino que debe aprovechar
la ocasió n para brindar un estímulo ú til. Y en el caso de que, a pesar de que
ello, el rendimiento de alguien siga siendo muy pobre, debe afrontar la
situació n de un modo abierto y sincero interior-
18.- LOS CATALIZADORES EL CAMBIO
Son los que inician o controlan los cambios en una organizació n.
Las personas dotadas de esta competencia:
superior, que no sea un teó rico, sino que posea la suficiente experiencia
prá ctica como para estar en contacto con lo que ocurre y sepa có mo
funcionan concretamente las cosas, requisitos que suelen cumplir má s
fá cilmente los jefes de nivel intermedio.
Los grupos que se divierten juntos, que disfrutan estando en compañ ía, que
pueden bromear y que comparten buenos momentos, disponen de suficiente
capacidad emocional no só lo para sacar provecho de los buenos momentos
sino también para afrontar los malos. Es muy probable que cuando se hallen
sometidos a presió n, los grupos que no comparten este vínculo emocional se
estanquen, funcionen mal o terminen desintegrá ndose.
Las personas dotadas de esta competencia:
Mejor prá ctica: Valorar la predisposició n y, en el caso de que alguien carezca
de ella, cultivarla como primer objetivo.
Motivación: Las personas aprenden en la medida en que se hallan
motivadas -y comprenden, por ejemplo, que una determinada competencia
es importante para hacer bien su trabajo- y hacen de ella un objetivo
personal del cambio.
Advertencia: Si las personas no está n adecuadamente motivadas, el
adiestramiento no será eficaz.
Mejor prá ctica: Clarificar las ventajas que conlleva el proceso de formació n y
sus beneficios para la carrera o el éxito laboral.
Fomentar el cambio autogestionado: El aprendizaje resulta mucho má s
eficaz cuando las personas dirigen su propio programa de formació n,
adaptá ndolo a sus necesidades, circunstancias y motivaciones.
Advertencia: Un programa de formació n que sirva para todo el mundo
termina por no servir a nadie en concreto.
Mejor prá ctica: Es mucho má s adecuado que las personas elijan los objetivos
que deben desarrollar y forjen sus propios planes para alcanzarlos.
Centrarse en objetivos claros y manejables: Las personas necesitan
comprender con claridad la competencia que deben desarrollar y los pasos
que necesitan dar para llegar a conseguirla.
Advertencia: Los programas de cambio muy vagos o irreales conducen a
resultados también muy difusos o a un fracaso ostensible.
Mejor prá ctica: Explicar minuciosamente los detalles concretos de la aptitud
y elaborar un plan de acció n sensato para alcanzarla.
Prevenir las recaídas: Los há bitos cambian muy lentamente y los tropiezos
y recaídas no necesariamente suponen un fracaso.
Advertencia: Las personas pueden desalentarse por la mercia de los viejos
há bitos y la lentitud de los cambios.
Mejor prá ctica: Ayudar a las personas a utilizar los contratiempos y
retrocesos como lecciones para hacer mejor las cosas en la pró xima ocasió n.
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Proporcionar feedback sobre la actuación: feedback continuo alienta y
ayuda a dirigir el cambio.
Advertencia: Un feedback impreciso puede echar a perder el proceso de
formació n.
Mejor prá ctica: En este sentido conviene incluir el feedback procedente de
los supervisores, los compañ eros, los amigos o cualquiera que pueda ayudar
al formador o guía y dar informació n adecuada sobre el progreso realizado.
Alentar la práctica: El cambio duradero requiere una prá ctica sostenida
tanto dentro como fuera del entorno laboral.
Advertencia: Un taller o seminario es un buen comienzo pero no es
suficiente en modo alguno.
Mejor prá ctica: Usar naturalmente las oportunidades que se presenten para
practicar tanto en casa como en el trabajo e intentar la nueva conducta
repetida y consistentemente a lo largo de varios meses.
Disponer de un apoyo adecuado: Las personas que está n tratando de
llevar a cabo cambios parecidos pueden apoyarse mutuamente.
Mejor prá ctica: Establecer una red de apoyo y aliento. En este sentido, hasta
un solo compañ ero o formador puede ayudar.
Proporcionar modelos: Las personas de alto estatus y muy eficaces que
encamen la habilidad que se desee aprender pueden convertirse en modelos
inspiradores del cambio.
Advertencia: La actitud «haz lo que digo pero no lo que hago» de los
superiores obstaculiza el cambio.
Mejor prá ctica: Aliente a los supervisores a valorar y exhibir la habilidad y
haga también lo mismo con los formadores.
Ser animoso: El cambio puede ser mayor cuando el entorno de la empresa
lo alienta, valora la habilidad en cuestió n y brinda una atmó sfera segura
para la experimentació n.
Advertencia: A falta de este apoyo real, especialmente por parte de los jefes,
el esfuerzo que requiere el cambio parecerá falto de sentido o demasiado
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arriesgado.
Forzar el cambio: Las personas necesitan el reconocimiento y tener muy
claro, en este sentido, que su esfuerzo por cambiar merece la pena.
Advertencia: La falta de refuerzo resulta desalentadora. Mejor prá ctica:
Estar seguros de que la empresa valora el cambio mediante el elogio, el
ascenso o la confianza.
Mejor prá ctica: Alentar el cambio que se adapte a los valores de la empresa.
Demostrar lo que significa esta habilidad para conseguir el puesto de
trabajo, el ascenso, la evaluació n del rendimiento y similares
Evaluación: Establecer formas de evaluar el esfuerzo del desarrollo para
ver si tiene efectos duraderos.
Advertencia: La mayor parte de los programas de desarrollo no han sido
adecuadamente evaluados, lo cual no hace sino perpetuar los errores y los
absurdos.
Mejor prá ctica: Buscar medidas de la competencia o habilidad en el puesto
de trabajo, idealmente antes y después del proceso de formació n y también
varios meses (y, si es posible, un añ o o dos) má s tarde.
Después le mirará a usted con unos ojos muy abiertos y expectantes que
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Las diferencias entre ambos tipos de actitudes —la de los niñ os confiados y
optimistas frente a la de aquéllos otros que esperan el fracaso— comienzan
a formarse en los primeros añ os de vida. Los padres, dice Brazelton, «deben
comprender que sus acciones generan la confianza, la curiosidad, el
placer de aprender y el conocimiento de los límites» que ayudan a los
niñ os a triunfar en la vida, una afirmació n avalada por la evidencia creciente
de que el éxito escolar depende de multitud de factores emocionales que se
configuran antes incluso de que el niñ o inicie el proceso de escolarizació n.
Por ejemplo, si cuando entras en una sala donde hay un grupo y todos se
ríen, tienes una respuesta física emocional (activació n) y puedes pensar
muchas cosas:
Al segundo grupo de sujetos se les dijo lo que era: una sustancia altamente
estimulante (grupo B).
COMPETENCIAS EMOCIONALES
CONOCIMIENTO PROPIO
Tales de Mileto, aquel pensador de la antigua Grecia que es considerado
como el primer filó sofo conocido de todos los tiempos, escribió hace 2.600
añ os que la cosa más difícil del mundo es conocernos a nosotros mismos,
y la más fácil hablar mal de los demás.
Puede ser ése el principal error de muchos jó venes, o quizá de sus padres.
Pensar que aquellos reiterados estorbos en el camino de la delicada
cristalizació n de su espíritu eran algo sin importancia. Y cuando advirtieron
que habían cuajado en un cará cter torcido y contrahecho, poco remedio
quedaba ya.
¿Hay entonces en el cará cter cosas que no tienen remedio? Siempre estamos
a tiempo de reconducir cualquier situació n. Ninguna, por terrible que fuera,
determina un callejó n sin salida. Pero no debe ignorarse que hay tropiezos
que dejan huella, que suponen todo un trecho equivocado cuesta abajo que
hay que desandar penosamente.
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Piensa en esas malas costumbres, en esa terquedad que cuando eras niñ o
resultaba graciosa y ahora se ha vuelto má s espinosa y má s dura. Piensa en
có mo dominas tu genio, en có mo soportas la contrariedad. Piensa si no eres
un cardo. Porque cardos surgen en todas las almas y es cuestió n de saber
eliminarlos cuando aú n está n tiernos. Esa solicitud y esa lucha continua es la
educació n.
Procura ver las cosas buenas de los demá s, que siempre hay. Y cuando veas
defectos, o algo que te parece a tí que son defectos, piensa si no los hay —
esos mismos— también en tu vida. Porque a veces vemos: a un quejoso que
se queja de que los demá s se quejan; a un charlatá n agotador que protesta
porque otro habla demasiado; a uno que es muy individualista en el fú tbol y
luego se queja de que no le pasan el baló n; que recrimina agriamente los
errores a sus compañ eros y luego resulta que él falla má s que nadie; al típico
personaje irascible que se rasga las vestiduras ante el mal genio de los
demá s.
¿Por qué? Quizá sea efectivamente porque —no se sabe en virtud de qué
misteriosa tendencia— proyectamos en los demá s nuestros propios
defectos.
¿No podemos entonces exigir nada a los hijos porque nosotros somos peor
que ellos...? No, por supuesto. Pero cuando alguien es consciente de sus
propios defectos, la tarea de educar se ve muchas veces como una tarea que
tiene bastante de compañ erismo. Y se celebra el triunfo del otro y se sabe
disculpar y disimular la derrota, porque se confía en que le llegará n también
tiempos de victoria. Por eso no viene mal tener en la cabeza nuestros fallos y
nuestros errores a la hora de corregir, para saber conjugar bien la exigencia
con la comprensió n.
SENTIMIENTOS DE INSATISFACCIÓN
Se dice que los dinosaurios se extinguieron porque evolucionaron por un
camino equivocado: mucho cuerpo y poco cerebro, grandes mú sculos y poco
conocimiento.
Algo parecido podría decirse de las personas que viven dominadas por
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Incluso personas con una intensa vida social también pueden sentirse a
veces muy solas e insatisfechas: quizá porque su exuberante actividad puede
ser superficial y encubrir una soledad mal resuelta; o porque sus contactos y
relaciones pueden estar mantenidos casi exclusivamente por interés; o
porque son personas de fama o de éxito, y perciben ese trato social como
poco personal, o como adulació n; etc. Y también puede suceder lo contrario,
y una soledad puede ser só lo aparente: hay personas que creen importar
poco a los demá s, y un buen día sufren algo má s extraordinario y se
sorprenden de la cantidad de personas que les ofrecen su ayuda (la
satisfacció n que sienten entonces da una idea de la importancia de estar
cerca de quien pasa por un momento de mayor dificultad).
CONTROL DE LA PREOCUPACIÓN
Por lo general, la espiral de la preocupació n, y con ella, la de la ansiedad,
entorpece de tal modo el funcionamiento intelectual que pueden llegar a
disminuir seriamente su rendimiento personal.
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Aquel dilema resultó ser un auténtico desafío para los chicos de esa edad. Se
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Es indudable que el tipo de educació n que había recibido cada uno de esos
chicos influyó sin duda decisivamente en el resultado de aquella prueba de
los chocolates. Por eso, má s que alentar oscuros determinismos ya cerrados
desde la infancia, o viejas tesis conductistas, lo que aquella investigació n
vino a resaltar es có mo las aptitudes que despuntan tempranamente en la
infancia suelen florecer má s adelante, en la adolescencia o en la vida adulta,
dando lugar a un amplio abanico de capacidades emocionales: la capacidad
de controlar los impulsos y demorar la gratificació n, aprendida con
naturalidad desde la primera infancia, constituye una facultad fundamental,
tanto para cursar una carrera como para ser una persona honrada o tener
buenos amigos.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
y los trastornos fisioló gicos
Artículo de Ana F. Redondo.
Para mostrar que las emociones negativas son un factor de riesgo para el
desarrollo de la enfermedad podemos simplemente hablar del estrés. Las
personas que siempre tienen prisa, por ejemplo, padecen una elevació n de la
tensió n sanguínea que constituye un grave factor de riesgo para las
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EL BUEN ÁNIMO
Segú n los soció logos David Myers y Ed Diener, las desgracias y los golpes de
fortuna tan só lo ejercen una influencia pasajera sobre el estado de á nimo,
que suele regresar a su nivel habitual al cabo de un tiempo. El plazo depende
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Tener autocontrol. Séneca escribió : "El más poderoso es aquél que tiene poder
sobre sí mismo". El psicó logo de la Universidad de Stanford, Albert Bandura,
dedicó añ os a estudiar la eficacia personal, es decir, la autoconfianza en
producir los efectos que se desean. Dedujo que a las personas que creían que
conseguían las cosas por su propio esfuerzo, apenas les afectaban las
predicciones negativas de los demá s.
Seguir una dieta equilibrada. Segú n un estudio elaborado por el Instituto
Nacional de Alcoholismo de Bethesda, en Estados Unidos, llevar una dieta
escasa en á cidos grasos poliinsaturados –presentes en casi todos los
pescados azules, como sardinas, boquerones, atú n o salmó n– puede bajar el
estado de á nimo. Sin embargo, no es aconsejable abusar de las grasas
vegetales, que se encuentran por ejemplo en las espinacas, el arroz, el vino y
la cerveza, por su alto contenido en vanadio, cuyo exceso provoca leves
depresiones. Tampoco conviene mezclar proteínas indiscriminadamente, ya
que producen digestiones pesadas que, a la larga, conducen hasta las
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Madre que no quiere corregir a su hijo por temor a perder el afecto del niñ o.
Está s en la cola, a la espera de hacer una compra, y a una anciana que tienes
delante le resulta difícil contar el dinero; te mueves con impaciencia y
suspiras sonoramente con exasperació n.
Cuando parece que disfrutas diciendo que no, porque así te das aires de
mucho mando, o cuando produces actitudes serviles ante ti, degradas a esas
personas y te degradas a ti mismo.
Y que cuando haya que contrastar ideas lo hagamos con elegancia, sin
olvidar aquello que decía Séneca de que la verdad se pierde en las discusiones
prolongadas.
Hay personas que viven heridas por un comentario sarcá stico o burló n, o
por una simpleza estú pida que a uno se le escapó en un momento de enfado,
casi sin darse cuenta de lo que hacía, y que quizá mil veces se ha lamentado
de haber dicho.
A veces, el ponerse serio puede ser incluso formativo, por ejemplo para
remarcar a los hijos que algo que han hecho está mal, pero hay que estar
equilibrado para no pasar de la seriedad al enfado.
Es verdad que debido al ego, el á nimo tiene sus tiempos atmosféricos. Que
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un día te inunda el buen humor como la luz del sol, y otro, sin saber tú
mismo bien por qué, te agobia una niebla pesada y basta un chubasco, el má s
leve contratiempo, un malestar pasajero, para ponerte de mal humor. Pero
debemos hacer todo lo posible para adueñ arnos de nuestro humor y no
dejarnos llevar a su merced.
EL CONTROL DE LA IRA
Cuando alguien recibe un agravio, o algo que le parece un agravio, si es
persona poco capaz de controlarse, es fá cil que eso le parezca cada má s
ofensivo, porque su memoria y su imaginació n avivan dentro de él un gran
fuego gracias a que da vueltas y má s vueltas a lo que ha sucedido.
La ira es como un animal impetuoso que hemos de tener bien asido de las
bridas. Si cada uno recordamos alguna ocasió n en que, sintiendo un impulso
de có lera, nos hayamos refrenado, y otro momento en que nos hayamos
dejado arrastrar por ella, comparando ambos episodios podremos
fá cilmente sacar conclusiones interesantes. Basta pensar en có mo nos
hemos sentido después de haber dominado la ira y có mo nos hemos sentido
si nos ha dominado ella. Cuando sucede esto ú ltimo, experimentamos
enseguida pesadumbre y vergü enza, aunque nadie nos dirija ningú n
reproche.
Como ha señ alado José Antonio Marina, el estado físico y afectivo en que nos
encontremos influye en esto de forma importante. Es bien conocido có mo el
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¿Y por qué unas personas son tan sociables, y ríen y bromean, y otras son
malhumoradas, hurañ as y tristes; y unas son irritables, violentas e
iracundas, mientras que otras son indolentes, irresolutas y apocadas? Sin
duda hay razones bioló gicas, pero que han sido completadas, aumentadas o
amortiguadas por la educació n y el aprendizaje personal: también la ira o la
calma se aprenden.
Muchas personas mantienen una conducta o una actitud agresiva porque les
parece encontrar en ella una fuente de orgullo personal. En las culturas
agresivas, los individuos suelen estar orgullosos de sus estallidos de
violencia, pues piensan que les proporcionan autoridad y reconocimiento. Es
una lá stima que en algunos ambientes se valoren tanto esos modelos
agresivos, que confunden la capacidad para superar obstá culos con la
absurda necesidad de maltratar a los demá s.
la emoció n puede ser generada tanto por los sentimientos como por los
sentidos.
El miedo confiere a las personas una sensació n de tensió n nerviosa que les
permite protegerse o desarrollar lo que en términos de Magda Arnold sería
una ‘tendencia a la acción evitativa’. La motivació n de protecció n se
manifiesta típicamente mediante la huída y retirada frente al objeto(s) o
mediante respuestas de afrontamiento que nos permiten encarnarnos con el
objeto temido. Si la huída no es posible, o quizá no es deseada, entonces el
miedo motiva a la persona a afrontar los peligros.
que apartan a la persona del peligro. Hay pocos conductores que conduzcan
por la autopista en medio de una tormenta de lluvia a los que se les tenga
que recordar que presten atenció n a la calzada mojada (el miedo activa
esfuerzos de afrontamiento) y los conductores con experiencia se enfrentan
mucho mejor a este tipo de peligros que los conductores novatos (el miedo
facilita el aprendizaje de una respuesta de afrontamiento). Por lo tanto, el
miedo activa los esfuerzos de afrontamiento y facilita el aprendizaje de las
habilidades de afrontamiento.
RABIA
ALEGRÍA
MADUREZ INTERIOR
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Todo hombre es un ser social, abierto a los demá s. Para cualquier persona,
los otros son una parte importante de su vida. Su realizació n plena como
persona está indefectiblemente ligada a otros, pues todos sabemos que la
felicidad depende en mucho de la calidad de nuestra relació n con quienes
componen nuestro á mbito familiar, laboral, social, etc.
La relació n con uno mismo mejora al ritmo del grado de madurez alcanzado
por cada persona. Las valoraciones que hace una persona madura —tanto
sobre su propia realidad como sobre la ajena— suelen ser valoraciones
realistas, porque ha aprendido a no caer fá cilmente en esas idealizaciones
ingenuas que luego, al no cumplirse, producen desencanto. El hombre
maduro sabe no dramatizar ante los obstá culos que encuentra al llevar a
cabo cualquiera de los proyectos que se propone. Su diá logo interior suele
ser sereno y objetivo, de modo que ni él mismo ni los demá s suelen
depararles sorpresas capaces de desconcertarle. Mantiene una relació n
consigo mismo que es a un tiempo cordial y exigente. Raramente se crea
conflictos interiores, porque sabe zanjar sus preocupaciones buscando la
solució n adecuada. Tiene confianza en sí mismo, y si alguna vez se equivoca
no se hunde ni pierde su equilibrio interior.
En las personas inmaduras, en cambio, ese diá logo interior de que hablamos
suele convertirse en una fuente de problemas: al no valorar las cosas en su
justa medida —a él mismo, a los demá s, a toda la realidad que le rodea—,
con frecuencia sus pensamientos le crean falsas expectativas que, al no
cumplirse, provocan conflictos interiores y dificultades de relació n con los
demá s.
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Mientras lees esto, trata por un momento de tomar distancia sobre ti mismo.
¿Puedes mirarte a ti mismo como si fueras otra persona? ¿Puedes definir,
por ejemplo, el estado de á nimo en que te encuentras, tu cará cter, tus
principales defectos o cualidades?
Usar con acierto de este privilegio humano nos permite examinar las claves
de nuestra vida: conocerse a uno mismo permite al hombre a convertirse en
el artífice de su propia vida. Le hace posible vivir en clave de autenticidad.
Pone a su alcance esa posibilidad, tan decisiva, de ser fiel a lo mejor de uno
mismo, de vivir la propia vida como protagonista y no como un mero
espectador.
Hay un enorme y oscuro poder en esa vehemente queja interior. Cada vez
que una persona se deja seducir por esas ideas, se enreda un poco má s en
una espiral de rechazo interminable. La condena a otros, y la condena a uno
mismo, crecen má s y má s. Se adentra en el laberinto de su propio
descontento, hasta que al final puede sentirse la persona má s
incomprendida, rechazada y despreciada del mundo.
Hay muchas cosas que admirar en las personas que nos rodean. Lo que no
tiene sentido es entristecerse porque son mejores, entre otras cosas porque
entonces estaríamos abocados a una tristeza permanente, pues es evidente
que no podemos ser nosotros los mejores en todos los aspectos.
Y como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los objetivos que tanto
ansía, conduce a su vez con facilidad a la desesperació n, al lloriqueo, al vano
conformismo ante el infortunio. Y en vez de luchar por mejorar las cosas, en
vez de poner entusiasmo, esas personas compiten en la exhibició n de sus
desdichas, en describir con horror los sufrimientos que soportan.
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Cuando una persona tiende a pensar que casi nunca es culpable de sus
fracasos, entra en una espiral de difícil salida. Una espiral que anula esa
capacidad de superació n que siempre ha engrandecido al hombre y le ha
permitido luchar para domesticar sus defectos; un círculo vicioso que le
sumerge en el conformismo de la queja recurrente, en la que se encierra a
cal y canto. La victimizació n es el recurso del atemorizado que prefiere
convertirse en objeto de compasió n en vez de afrontar con decisió n lo que le
atemoriza.
UNA VIEJA ESPECIE: EL OPINADOR
¿Es que acaso no tengo libertad para opinar?, dirá nuestro personaje. Y
dará n ganas de responderle: libertad sí que tienes, lo que te falta es cabeza;
porque la libertad, sin má s, no asegura el acierto.
Quiero con esto decir que nuestros reveses, nuestros pequeñ os naufragios,
hasta nuestros peores enemigos, nos ayudan a curtirnos, nos obligan a
activar en nuestro interior yacimientos de dinamismo, de coraje, de
habilidades insospechadas. La fortaleza del cará cter de una persona, su
valía, tiene bastante relació n con la cantidad de dificultades que esa persona
sabe encajar sin sucumbir. Los obstá culos y las contrariedades le invitan a
superarse, le impulsan a elevarse por encima del temor y la pusilanimidad.
Hay otro estilo victimista mucho más hostil, que en nombre de las desgracias
del pasado, de todo lo que está sufriendo o ha sufrido con anterioridad, se
arroga una especie de patente de inmunidad con la que justifican una actitud
agresiva, o incluso violenta.
Otro nefasto efecto de este fenó meno del victimismo agresivo está en que, al
suscitar una mentalidad de venganza, cuando ésta se lleva a cabo induce con
facilidad reacciones similares en el otro, que se siente también —y casi
siempre con má s razó n— víctima inocente de una agresió n. De esta manera,
el veneno del victimismo se inocula en el otro con la pelea, y va
extendiéndose en cada nuevo escaló n del resentimiento: cuá nta razó n
teníamos en sospechar que era un sinvergü enza, fíjate lo que nos ha hecho.
Se produce así un mimetismo victimista, que confiere a las dos partes
enfrentadas la misma impresió n de ser personas eterna e injustamente
maltratadas.
Tener presente los dolores del pasado es, en principio, algo enriquecedor.
Pero esa memoria puede pervertirse si se deja impregnar de rencor o
enemistad. Cuando el recuerdo nos lleva de forma obsesiva a reavivar viejos
sufrimientos, a reabrir heridas del pasado buscando legitimar un oscuro
deseo de resarcimiento, entonces la memoria se vuelve esclava del agravio, y
se convierte en una potencia que reaviva tensiones, exacerba la animosidad,
e incluso reconstruye el pasado o lo reescribe acumulando supuestos
motivos a su favor.
Siempre se pueden encontrar motivos por los que sentirse incapaces de
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superar las desavenencias recíprocas. Para vivir en buena sintonía con los
demá s, debemos trazar una raya sobre nuestras disensiones de antañ o,
dejar que el pasado entierre los odios y sus pendencias. No se trata
simplemente de olvidar, sino de perdonar y de aprender a evitar que se
repitan esos errores, de oponerse con firmeza a ellos. El perdó n es lo que
deja paso al presente y al futuro, a quienes no desean cargar sobre sus
hombros con el terrible peso de los antiguos resentimientos.
EL SIGNIFICADO Y ALCANCE
DE LA EUFORIA
No suele ser fá cil, explicar una emoció n, porque esto implica realizar una
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CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
EN LA EMPRESA: LOS TALLERES DE INTELIGENCIA EMOCIONAL
A estas alturas seguro que usted ya tiene conocimientos teó ricos sobre la
inteligencia emocional y conoce las ventajas que conlleva su desarrollo,
tanto a nivel personal como profesional:
La comunicació n mejora;
El trabajador se siente má s persona, má s feliz, má s pleno y con mayor
calidad de vida;
Aumenta la motivació n;
Las relaciones personales mejoran;
Las personas se implican má s en su trabajo y son má s responsables y
autó nomas;
Se mejora el clima laboral;
Nuestro poder (especialmente el carismá tico) y nuestro liderazgo se
ven reforzados;
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Pero para que los talleres de inteligencia emocional sean eficaces deben
tener en cuenta algunas pautas:
Los objetivos deben estar muy bien definidos y hallarse dentro del
á rea de la inteligencia emocional.
Deben ser guiados por profesionales de la inteligencia emocional.
Deben darse en un clima de confianza, apertura y sinceridad.
Han de seguir una metodología vivencial, utilizando métodos tipo “in-
door / out-door training” o juegos y experiencias que faciliten la
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