Apuntes Hume
Apuntes Hume
Apuntes Hume
Epistemología
Hume afirma que no se puede demostrar la existencia del mundo, Dios, y el yo. Para los
racionalistas el conocimiento no tiene límites, pero para los empiristas sí, e intentan descubrir
cuáles son. Hume por su parte va a buscarlos del mismo modo que hizo Descartes, analizando
del ‘yo’ hacia fuera. El límite del conocimiento humano es la experiencia. Empieza analizando
los contenidos de la conciencia, a los que llama percepciones, y buscará cómo surgen.
Defiende que hay dos tipos de percepciones:
Las Impresiones son los contenidos de la conciencia vivos, intensos, inmediatos, son las
percepciones actuales. Distingue dos tipos de impresiones: de sensación, que son las
impresiones que provienen de un supuesto mundo exterior como los colores o los ruidos (las
que nos llegan a través de los 5 sentidos); y de reflexión, como los sentimientos o las
pasiones que surgen del interior. Establece otra división que distingue entre impresiones
simples (una sola sensación o reflexión) y complejas (variedad de éstas).
Para Hume todo conocimiento tiene su origen en las impresiones, y este es el límite del
conocimiento. Las impresiones son absolutamente discretas, singulares, independientes unas
de otras. La experiencia humana es por tanto un caudal caótico, una sucesión dispersa de
impresiones. Por otro lado, Hume está persuadido de que la razón no puede conocer por sí
misma, no hay intuiciones intelectuales. Esto le lleva a afirmar que el conocimiento humano
está limitado a la experiencia sensible, ya que no puede conocer nada que no le llegue a
través de los sentidos, de las impresiones, ya sean externas o internas. Este es el fundamento
de su escepticismo: el conocimiento humano se agota en las impresiones, y estas solo
pueden ofrecer una verdad contingente.
Las Ideas: Son las impresiones muertas, menos vivas, pasadas, mediatas, desgastadas. Las
ideas son impresiones viejas, recuerdos de impresiones. Así pues, cada una de las ideas de la
conciencia se ha de corresponder al menos con una impresión. Este planteamiento empirista
supone una crítica al racionalismo, ya que afirma que las ideas no son fruto de la razón, no
son innatas, sino que provienen de la experiencia. No hay para Hume ningún conocimiento
seguro e inmutable, no hay una verdad universal porque todas las ideas son viejas
impresiones, y estas son particulares y cambiantes. Como con las impresiones, lleva a cabo
una división de ideas y las clasifica en ideas de sensación y de reflexión, e ideas simples y
complejas.
Según Hume, el mecanismo a través del cual se conectan las ideas es el entendimiento. Éste
relaciona las impresiones e ideas y aporta verdades psicológicas, no lógicas. Las relaciones
entre las ideas son producto de un hábito psicológico, de una costumbre. Es la costumbre la
que conduce a la mente humana a vincular el caos que proviene de las percepciones. Hume
defiende pues un conocimiento contingente. El ser humano sólo conoce a partir de lo
particular, de las impresiones, y el entendimiento genera un orden basado en la costumbre
por lo que solo aporta verdades psicológicas.
Hay tres tipos de relaciones o leyes de asociación que puede llevar a cabo el entendimiento:
Además de esta clasificación de las formas de relacionar impresione e ideas, Hume elabora una
clasificación de materias o conocimientos. En esta se encuentran las relaciones de ideas, son
las ciencias formales como las matemáticas. Son afirmaciones que no dicen nada del mundo.
Son conocimientos necesarios e inmutables, su verdad se puede descubrir por el simple
análisis de los términos que los compone. Por otro lado tenemos las cuestiones de hecho, que
pretenden describir el mundo. Es un conocimiento contingente ya que nunca es necesario, son
verdades provisionales. Es conocimiento de las impresiones y de las relaciones de contigüidad
espacio-tiempo y de la causalidad que elabora el entendimiento.
Críticas
Hume utiliza su teoría del conocimiento para criticar la filosofía tradicional, ya que duda de la
posibilidad de crear un conocimiento verdadero acerca del yo, del mundo, de la causa y de
Dios. Todas sus críticas se basan en su epistemología, ya que analiza si los presuntos
conocimientos acerca de las cuestiones centrales de la filosofía tradicional provienen una
impresión para ver si son o no válidos.
Crítica del yo
Por último critica la idea de “yo” (la idea de una entidad anímica estable y permanente a los
cambios psicológicos), ya que afirma que no hay impresión del yo. La idea del yo es una idea
injustificada ya que no se siente, no se experimenta. Afirma que siempre que buscamos en
nosotros encontramos un cúmulo de sensaciones psicológicas, un determinado estado de
ánimo, una emoción o sensación concreta, pero nunca tenemos experiencia del yo. Es una
crítica al yo de Descartes, quien afirmaba que su experiencia era la primera evidencia de la
razón humana, y por supuesto también a toda la reflexión filosófica tradicional acerca del ser
humano como un ser compuesto por una entidad espiritual, esto es, por un alma (y por una
parte física: un cuerpo).
La ética de Hume distingue, por primera vez en la historia de la filosofía occidental dos tipos de
lenguajes o afirmaciones: los juicios acerca del ser y los juicios acerca del deber ser:
Las afirmaciones del ser, son juicios descriptivos que dicen cómo es el mundo. Son juicios
que surgen de la experiencia de los fenómenos.
Las afirmaciones del deber ser son juicios de cómo debería ser la realidad, son valorativos.
Son los juicios morales y éticos.
Esta distinción le lleva a Hume a afirmar que los juicios de valor no se pueden extraer o
fundamentar en los juicios descriptivos. El deber ser no se puede derivar del ser. La ética, la
filosofía acerca de lo bueno y lo malo, no puede derivar sus conclusiones de una teoría acerca
de la realidad humana. La ética y la antropología se separan.
Además, para Hume las valoraciones no son juicios racionales. Defiende una ética no
racionalista y no universal. Hume afirma que estas valoraciones no provienen de la
experiencia, sino que surgen de los sentimientos. Es por tanto una ética emotivista, no
intelectualista. Lo que causa dolor lo calificamos de malo, y lo que produce placer lo
calificamos de bueno. Los sentimientos de placer y dolor están en la base de los juicios
morales. Para él no hay discusión racional acerca de lo moral. Ahora bien, el placer no se ha de
entender en un sentido egoísta. Es una ética utilitarista que concibe como bien lo que
proporciona placer y es útil a la mayoría.