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Sentencia T-414-92

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Sentencia No.

T-414/92
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y
FAMILIAR/DERECHO A LA INFORMACION

Se protege la intimidad como una forma de asegurar la paz y la tranquilidad


que exige el desarrollo físico, intelectual y moral de las personas, vale decir,
como un derecho de la personalidad. Esta particular naturaleza suya
determina que la intimidad sea también un derecho general, absoluto,
extrapatrimonial, inalienable e imprescriptible y que se pueda hacer valer
"erga omnes", tanto frente al Estado como a los particulares. En
consecuencia, toda persona, por el hecho de serlo, es titular a priori de este
derecho y el único legitimado para permitir la divulgación de datos
concernientes a su vida privada.
Esta Sala no vacila en reconocer que la prevalencia del derecho    a la
intimidad sobre el derecho a la información, es consecuencia necesaria de    la
consagración de la dignidad humana como principio fundamental y valor
esencial, a la vez, del Estado social de derecho en que se ha transformado
hoy Colombia,    por virtud de lo dispuesto en el artículo primero de la Carta
de 1991.

ASOCIACION BANCARIA/BANCO DE DATOS/DATO


INFORMATICO/HABEAS DATA

La Asociación Bancaria de Colombia administra un servicio privado de


información del sistema financiero conformado por bases de datos de carácter
personal económico y que, como tal, es responsable del manejo de los
respectivos archivos. Las personas cuyos datos personales son reportados a
dicha Central tienen derecho a conocer, actualizar y rectificar las
informaciones, de acuerdo con la Constitución o la ley.

LIBERTAD INFORMATICA

El dato es un elemento material susceptible de ser convertido en información


cuando se inserta en un modelo que lo relaciona con otros datos y hace
posible que dicho dato adquiera sentido. El dato que constituye un elemento
de la identidad de la persona, que en conjunto con otros datos sirve para
identificarla a ella y solo a ella, y por lo tanto sería susceptible de usarse
para coartarla, es de su propiedad, en el sentido de que tendría ciertos
derechos sobre su uso.
Consiste la libertad informática en la facultad de disponer de la información,
de preservar la propia identidad informática, es decir, de permitir, controlar o
rectificar los datos concernientes a la personalidad del titular de los mismos y
que, como tales, lo identifican e individualizan ante los demás.   

SENTENCIA DE 16 DE JUNIO DE 1992

REF:    Expediente T - 534


Peticionario: FRANCISCO GABRIEL
ARGÜELLES NORAMBUENA

Procedencia: Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Santafé
de Bogotá, D.C.

Magistrado Ponente:
CIRO ANGARITA BARON

La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los


Magistrados CIRO ANGARITA BARON, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
y JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO.   

EN NOMBRE DEL PUEBLO


Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION

Ha pronunciado la siguiente

SENTENCIA

En el proceso de tutela promovido por el señor FRANCISCO GABRIEL


ARGÜELLES NORAMBUENA contra la sentencia del Juzgado 110 de
Instrucción Criminal de Bogotá proferida el 31 de diciembre de 1991 mediante
la cual negó la acción. Esta providencia fue confirmada por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 4 de febrero de 1992.

El negocio llegó a conocimiento de esta Corte por la vía ordinaria de la


remisión que hizo el Tribunal del Distrito Judicial de Bogotá para su eventual
revisión, en virtud de lo dispuesto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.

I.    ANTECEDENTES

Con base en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591


de 1991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional
eligió, para efectos de su revisión, la acción de tutela de la referencia.

Por reparto le correspondió el presente negocio a esta Sala, la cual recibió


formalmente el expediente el día    10 de Marzo del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de
Revisión de la Corte entra a dictar sentencia de revisión.

A.    La acción.

El día 19 de diciembre de 1991, el arquitecto Francisco Gabriel Argüelles


Norambuena impetró acción de tutela ante el Juzgado 110 de Instrucción
Criminal de Bogotá, por medio de apoderado.

1.    Hechos.

a)    El peticionario figura como deudor moroso del Banco de Bogotá en la


Central de Información de la Asociación Bancaria de Colombia por razón de
un crédito respaldado con un pagaré, el cual se vencía inicialmente el 14 de
Julio de 1981 y fue prorrogado hasta el 14 de Noviembre de 1981.

b) Por sentencia debidamente ejecutoriada, el Juzgado Décimo Sexto Civil del


Circuito de Bogotá declaró prescrita la obligación del peticionario, el 27 de
Abril de 1987.

c)      Tanto el 8 de Noviembre de 1988 como el 18 de Junio de 1991 el señor


Argüelles, personalmente y por intermedio de apoderado, solicitó a la
Asociación Bancaria que lo retirara de la lista de deudores morosos.

d)    Mediante oficio 004407 del 26 de Junio de 1991 la Asociación Bancaria


se negó rotundamente a acceder a su solicitud.

e)    El 24 de Junio de 1991 el peticionario elevó igual solicitud al Banco de


Bogotá, el cual la rechazó verbalmente.

f)    En virtud de todo lo anterior, el señor Argüelles aparece como deudor


moroso en el banco de datos de la Asociación Bancaria cuatro años después de
ejecutoriada la sentencia que declaró extinguida su obligación.

2.-    Solicitud.

a)    Que se le retire de la lista de deudores morosos y que se actualice y


rectifique la información que sobre él existe en el banco de datos de la
Asociación Bancaria.

b)    Que se ordene a la Asociación y/o Banco de Bogotá a indemnizar el daño


emergente ocasionado al peticionario.

c)    Que se condene a los responsables en costas.

3.-    Pruebas.
a)    Copia de la sentencia del 27 de abril de 1987 por la cual el Juzgado 16
Civil del Circuito de Bogotá declara probada la excepción de prescripción de
la acción cambiaria.     

b)    Oficio remitido el 8 de noviembre de 1988    por el arquitecto Argüelles a


la Asociación Bancaria pidiendo el retiro de su nombre de la pantalla de
deudores morosos.

c)    Certificación 9598 de junio 8 de 1991 expedida por la Asociación


Bancaria en la cual consta que el peticionario continúa figurando como deudor
moroso.

d)    Oficio de junio 18 de 1991 enviado por el apoderado del peticionario a la


Asociación Bancaria en el cual solicita:

- Retirar de manera inmediata al Doctor Gabriel Argüelles como deudor


moroso del Banco de Bogotá, en consideración a que desde el 9 de Noviembre
de 1988 se les entregó copia auténtica de la sentencia del Juzgado 16 Civil del
Circuito proferida el día 27 de Abril de 1987, por el cual se declaró libre de
toda obligación a su representado frente al Banco en mención.

- Explicar    el motivo por el cual ha sido desatendida la sentencia de un Juez


de la República, que hizo tránsito a cosa juzgada.

- Considerar los perjuicios que se le han causado a su representado derivados


de la conducta asumida por la Asociación consistente en hacer caso omiso de
la sentencia mencionada e insistir en presentarlo como deudor moroso, a pesar
de haber sido declarado absuelto de las obligaciones que reclamaba el Banco
de Bogotá.

e)    Oficio de junio 24 de 1991, enviado por el apoderado del peticionario al


Banco de Bogotá, en el cual le solicita comunicar a la Asociación Bancaria
que su cliente ya no es deudor moroso del banco y que le levante la sanción
moral y comercial que el banco le ha impuesto.

f)    Oficio 22-004407 de 26 de julio de 1991, enviado por la Asociación


Bancaria al peticionario en el cual afirma que el fundamento de su Central de
Información es el derecho a la información y

"dotar a las entidades afiliadas de una fuente de información que


permita evaluar la solvencia económica y moral de sus clientes".

- "No obstante lo anterior, la base de datos que contiene dicha


central es suministrada en su totalidad por las mismas entidades
afiliadas, son ellas las propietarias de la información; es por lo
tanto a ellos a quienes les compete decidir sobre la modificación o
eliminación de registros. Mal podría la Asociación Bancaria por su
cuenta y riesgo y sin instrucciones de quienes le ha reportado,
modificar dicha información.

No sobra advertir, que con base en la información contenida en la


Central, la entidad afiliada está en libertad de adoptar la conducta
que estime conveniente según su criterio, pues de ninguna manera
dicha información obliga a las entidades a tomar posición alguna.

Por los motivos anotados le solicitamos cordialmente se dirija


directamente a la entidad reportante a fin de que ella sea quien
tome las decisiones del caso y expida un paz y salvo a su cliente.
Con este paz y salvo, el cliente deberá acercarse a nuestras
instalaciones en el piso 6o. donde se le levantarán, previo el pago
de unos costos administrativos, los registros a su cargo. (Fls. 6 y 7).
     

4.- Sentencia del Juzgado.

En decisión del 31 de diciembre de 1991 el Juzgado negó la acción de tutela


por las siguientes consideraciones:

a.-    El derecho fundamental presuntamente vulnerado es el de habeas data


consagrado en nuestra Constitución Nacional, Artículo 15, inciso 1.

b.-      No procede la acción de tutela contra la Asociación Bancaria


comoquiera que quien impuso la sanción al peticionario fue el Banco de
Bogotá.    Además dicha Asociación

"no tiene responsabilidad alguna del acto que se imputa, ya que esta
simplemente da trámite a la información que suministran los
bancos".(Fl. 17).

c.-      Ciertamente en virtud de la sentencia proferida por el Juzgado 16 Civil


del Circuito de Bogotá, el Banco de Bogotá debió borrar de la lista de
deudores morosos al señor Argüelles Norambuena y

"no debe seguir con este bloqueo por cuanto no existe obligación
alguna del señor Argüelles Norambuena con el referido banco.(Fl.
18).

d.-      No obstante lo anterior, no procede en este caso la acción de tutela


porque existen otros recursos o medios de defensa judiciales (Decreto 2591 de
1991 art. 6 numeral                                    tales como intentar

"una acción ordinaria de Reparación ante la Superintendencia


Bancaria la cual es la encargada de proteger y velar por el buen
funcionamiento de las entidades a su cargo; o intentar uno de los
procedimientos consagrados en el C. de P. C." (Fl. 18).   
5.- Impugnación de la sentencia.

En escrito de fecha 7 de enero de 1992 (Fls. 21-24) el apoderado del


peticionario impugnó el fallo referido por las siguientes razones:

a.- La acción interpuesta no buscaba establecer responsabilidades sino


actualizar las informaciones de un banco de datos.

b.- De aceptarse la tesis del fallador no tendría razón alguna de ser la tutela,
puesto que todos los derechos fundamentales constitucionales tienen algún
medio de defensa judicial.

c.-      En este caso se ha utilizado la tutela como mecanismo transitorio para


evitar un perjuicio irreparable.

6.- Sentencia del Tribunal.

En sentencia del 4 de Febrero de 1992 (Fls. 30-35) el Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Bogotá confirmó la sentencia del Juzgado por las
siguientes razones:

a.-    Ciertamente el derecho fundamental consagrado en el Art. 15 de la


Constitución puede ser protegido con la tutela.

b.-      Pero, en virtud del "principio de definitividad" al"al quejoso le queda


alguna acción o recurso como es la de acudir a la Superintendencia Bancaria -
Sección Bancos- para que revise la actuación del Banco e imponga la
correspondiente sanción o interponer los respectivos recursos administrativos,
si a ello hubiere lugar.

c.-      Por tanto, no procede la tutela.

7.- Solicitud de información a la Superintendencia


Bancaria.

Puesto que tanto el Juzgado 110 de Instrucción Criminal como el Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá aluden en sus respectivos fallos a la
Superintendencia Bancaria como la entidad a cuyo cargo se halla el proveer el
otro medio de defensa judicial de que eventualmente podría disponer el
peticionario para defender su derecho constitucional fundamental vulnerado,
el Magistrado ponente dispuso que a través de la Secretaría de la Corte se
enviara un oficio enderezado a precisar el eventual control que dicha entidad
pudiera ejercer sobre los bancos de datos    que operan al servicio, de las
entidades financieras. Tanto el oficio (Fls.49-50) como la respuesta de la
Superintendencia (Fls. 51-54) serán comentados oportunamente al formular
las consideraciones que habrán de preceder la sentencia de esta Sala.
8.- Concepto de expertos.

En desarrollo de la facultad consagrada en el artículo 13 del Decreto 2067 de


1991, el Magistrado ponente invitó al Ingeniero doctor Ernesto Lleras,
profesor investigador de la Facultad de Ingeniería de Sistemas y Computación
de la Universidad de los Andes a presentar por escrito un concepto sobre
algunos puntos relevantes para la elaboración del presente de fallo.

En su concepto el profesor Lleras se pronunció sobre aspectos tales como la


propiedad o titularidad del dato desde la teoría de la información; la
responsabilidad en el manejo de los bancos de datos; el "poder informático" o
capacidad de control sobre la acción de las personas que pueden llegar a tener
quienes manejan bancos de datos; el derecho a la información y el derecho a la
intimidad; la vigencia del dato y el derecho al olvido (Fls. 44-48).

II.    CONSIDERACIONES DE LA CORTE

La Corte Constitucional es competente para efectuar esta revisión, según lo


previsto en los artículos 86 y 241, numeral 9 de la Constitución Política y 31,
32, 33 del Decreto 2591 de 1991.

Además es de observar que la providencia fue proferida oportunamente de


acuerdo con lo dispuesto por el artículo 86 de la Constitución en su inciso 4o.
el cual no admite excepciones, como ha tenido a bien señalarlo esta Corte
Constitucional1 . 1

Comoquiera que algunos de los planteamientos formulados en los fallos del


Juzgado 110 de Instrucción y del Tribunal de Bogotá involucran aspectos
fundamentales de carácter filosófico y jurídico concernientes a la dogmática
constitucional vigente, esta Sala no puede menos que entrar a considerarlos
antes de pronunciar    su decisión.

Tales aspectos    serán tratados en el siguiente orden:

A.El otro medio de defensa judicial

Como es bien sabido, el inciso tercero del artículo 86 de la Carta dispone


expresamente que la tutela sólo procederá cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial.

En desarrollo de esta norma el artículo    40    del Decreto 2591 de 1991


dispone como principio general que la existencia del medio de defensa ha de
considerarse en cada caso concreto.
1
Cfr. Corte Constitucional Sala de Revisión No. 3 Sent. de Abril 3 y Mayo 6 de 1992.
En el caso presente, tanto la Juez de primera instancia como la Sala del
Tribunal Superior de Distrito Judicial consideraron que al quejoso le quedaba
todavía la posibilidad de acudir ante la Superintendencia Bancaria para los
fines específicos que atrás reprodujimos textualmente o interponer los
respectivos recursos administrativos, si a ello hubiere lugar.

En virtud de lo anterior, el Magistrado ponente estimó necesario solicitar a la


Superintendencia que enviara un informe detallado y acerca de los siguientes
aspectos:

1.    Información correspondiente al periodo de 1987 a 1992, acerca


de la forma de control que dicha Superintendencia ha venido
ejerciendo sobre los bancos de datos de las entidades sometidas a
su vigilancia.

2.    Información correspondiente al mismo periodo acerca de los


resultados concretos de dicho control.

3.    Información acerca del conocimiento que la Superintendencia


haya tenido en dicho periodo de decisiones de autoridades
públicas, concernientes a los bancos de datos organizados por
entidades vigiladas y la conducta asumida por éstas frente a tales
decisiones.

4.    Información acerca de eventuales anomalías en materia de


organización y manejo de banco de datos financieros de las
entidades sometidas a su control y de las medidas que esa
Superintendencia haya tomado para remediarlas, particularmente
en virtud de lo dispuesto por el artículo 15, inciso 1, de la
Constitución Nacional de 1991 y de algunos pronunciamientos de
la Procuraduría General de la Nación.

5.    Información acerca del conocimiento que la Superintendencia


haya tenido de la renuencia del Banco de Bogotá a cumplir la
sentencia proferida el 27 de abril de 1987 por el Juzgado Décimo
Sexto Civil del Circuito de Bogotá mediante la cual declaró
prescrita una obligación y no obstante insiste en hacer aparecer a
su antiguo cliente como deudor moroso en estos últimos cinco
años.

6.    Información acerca de la eventual intervención de la


Superintendencia en la creación, funcionamiento y control de la
Central de Informaciones de la Asociación Bancaria. Y copia del
reglamento de dicha central aprobado por la Superintendencia.

7.    Constancia acerca de la existencia o inexistencia en el


ordenamiento jurídico vigente de una acción ordinaria de
reparación ante la Superintendencia Bancaria por fallas en la
organización y manejo de bancos de datos financieros por parte de
entidades sometidas a su vigilancia (Fls. 49-50).

Por su especial relevancia para ilustrar la desprotección en que hoy se


encuentra el ciudadano colombiano frente a las entidades que organizan y
administran bancos de datos, estimamos pertinente transcribir aquí la casi
totalidad del informe solicitado a la autoridad, que según la juez y el Tribunal,
debiera ocuparse de proteger adecuadamente al peticionario.

En primer término, es procedente advertir que la


Superintendencia Bancaria no ejerce control sobre los bancos de
datos que operan al servicio de las entidades financieras y
aseguradoras, por no estar facultada para ello como explicará más
adelante.

No obstante lo anterior, procederemos a dar respuesta a la


solicitud en el orden planteado y en la medida en que contamos
con la información para ello.

1.    Incompetencia de la Superintendencia Bancaria para ejercer


control sobre los bancos de datos del sector bajo su vigilancia.

En el entendido de que las entidades públicas sólo están facultadas


para realizar aquellas actividades a que la ley expresamente las
autoriza, de conformidad con el principio de legalidad de las
actuaciones administrativas, consagrado tanto en la Carta anterior
como en la Constitución Nacional vigente y revisadas las normas
que han regido la estructura y funciones de la Superintendencia
Bancaria en el periodo de 1987 a 1992, encontramos que ninguna
disposición la ha autorizado para adelantar funciones de control y
vigilancia sobre los bancos de datos mencionados.

En efecto, el decreto 1339 de 1986, en su artículo 2o. enumera las


instituciones sometidas a la vigilancia e inspección de la
Superintendencia Bancaria, dentro de las cuales no incluyó los
bancos de datos.    El decreto 1033 de 1991 derogatorio del
anterior, hizo otro tanto en su artículo 2o. El decreto 1730 de 1991,
actual estatuto orgánico del sistema financiero, al relacionar en su
artículo 4.1.1.0.2. las entidades vigiladas, tampoco los incluyó.
Valga mencionar que el literal c) del mencionado artículo dispone
que corresponde a la Superintendencia Bancaria el control de "las
demás personas naturales y jurídicas respectivamente" pero hasta
la fecha ninguna ley le ha impuesto tal función, con respecto a los
bancos de datos.

En conclusión, no es dable la vigilancia por parte de la


Superintendencia Bancaria de los bancos de datos, ni de las
personas que los administran, pues se trata de personas jurídicas
diferentes a las vigiladas, a las cuales prestan un servicio para la
evaluación del riesgo de su clientela, análisis que es tanto más
importante como que la jurisprudencia consideró a la actividad
concerniente al manejo del ahorro como servicio público y hoy el
artículo 335 de la Constitución la define como "de interés
público".

2.    Resultados del control

De lo anterior se colige la carencia de una evaluación de las formas


y resultados del control, por la inexistencia de competencia para
desarrollar tales funciones.

3.    Decisiones de autoridades públicas relacionadas con los bancos


de datos

Esta Superintendencia no ha recibido noticia oficial sobre el


particular.

4.    Irregularidades en el manejo de información de los bancos de


datos

Los clientes del sector financiero, no con poca frecuencia, elevan


quejas ante esta entidad relacionadas con el manejo de la
información de los bancos de datos que por parte de las entidades
financieras se lleva a cabo.

La Superintendencia da el trámite que toda queja requiere,


cuando interviene una entidad vigilada por nosotros, que consiste
en lo siguiente:    una    solicitud de explicaciones a la entidad
vigilada. Posteriormente se evalúa la respuesta de ésta y si en ella
ha demostrado que la información que trasmitió al banco de datos
es fidedigna, el trámite se da por concluído. En caso contrario se
requiere a la entidad financiera a efectos de que la información
que reporte el banco de datos sea fidedigna. En uno y otro evento
el resultado de la actuación se comunica al interesado.

Ahora bien, la Superintendencia no puede adelantar actuación


alguna frente a la manera como el banco de datos administre la
información que contiene, por las razones que se expusieron en el
punto 1o. de este escrito, que se resumen básicamente en la
carencia de facultades legales para vigilar a las personas jurídicas
que los manejan.

Si bien es cierto que la Superintendencia Bancaria no tiene


facultades para vigilar los bancos de datos, el tema de su manejo
no le ha sido ajeno. Es así que por medio de su Oficina Jurídica ha
emitido diferentes conceptos, de los cuales anexo fotocopia, eso si
dictados con el alcance que dispone el artículo 25 del código
contencioso administrativo. Los pronunciamientos a que hago
mención, han tenido como orientación diferentes fuentes de la
doctrina, entre los cuales se cuenta el pronunciamiento de la
Procuraduría Delegada en lo Civil, proferido el 19 de julio de
1991, expediente 359, cuyo espíritu compartimos pero que en
algunos aspectos nos merece observaciones, como se advierte en los
comentarios que formulamos en seguida.

Recientemente se ha examinado el tema y es oportuno mencionar


los criterios a que se ha llegado:

El artículo 15 de la Carta constitucionaliza la existencia de los


bancos de datos y señala las garantías de las personas en la
recolección, tratamiento y circulación de los datos. Así,    pues, el
propio constituyente estima que la existencia de tales instituciones
no es contraria al derecho de la intimidad.

Amén del derecho a la intimidad es de advertir la garantía del


derecho a la información en el artículo 20 de la Carta, cuyo rango
constitucional es equivalente.

Lo anterior hace necesario establecer un equilibrio entre el


derecho a la intimidad y el derecho a la información, que permita
la libertad y la dignidad de las personas tanto como el derecho a la
información veraz e imparcial.

Este equilibrio es tanto más importante cuando se trata de una


actividad como la financiera, la cual por concernir al manejo del
ahorro de la comunidad, cuyo cuidado depende de la ortodoxia y
prudencia con que procedan las entidades del sector, requiere un
acervo adecuado de información en materia de evaluación de
riesgo. Aquí no huelga recordar que el constituyente calificó a la
actividad financiera como de interés público en el artículo 335 de
la Carta.

5.    Renuencia del Banco de Bogotá a cumplir sentencia judicial

Las actuaciones judiciales que se adelantan frente a las entidades


vigiladas por la Superintendencia Bancaria, no se ponen en
nuestro conocimiento por las autoridades pertinentes, por tratarse
de un trámite independiente a las actuaciones administrativas
adelantadas por nosotros.

6.    Creación, funcionamiento y control de la central de


información de la Asociación Bancaria.
La Asociación Bancaria una organización civil de carácter gremial
sin ánimo de lucro, diferente a las entidades financieras afiliadas a
ella; no compete a la Superintendencia Bancaria su control y por
ende no tiene facultades relativas a su creación o funcionamiento.

No obstante, anexo al presente escrito, me permito remitirle


fotocopia del reglamento de la central de riesgos de la Asociación
Bancaria.

En todo caso, debe señalarse que para la Superintendencia


Bancaria es de gran importancia y conveniencia la existencia de
mecanismos de información que permitan una mejor evaluación
del riesgo crediticio. Tanto es así que para otorgar así y evaluar el
crédito esta Superintendencia exige la consulta a centrales de
riesgos.

7.    Acciones contra la Superintendencia Bancaria por fallas en el


manejo y organización de los Bancos de Datos.

El ordenamiento jurídico colombiano no prevé acción alguna


contra la Superintendencia Bancaria por perjuicios que se causen
por la organización y manejo de los bancos de datos financieros, ya
que no corresponde a ésta la vigilancia de los mismos como se ha
explicado (Fls. 51-54).

Como se desprende de lo anterior, no existe en el ordenamiento nacional el


otro medio de defensa judicial señalado    tanto por la    Juez 110 como por    la
Sala del Tribunal.

Es claro también que la ignorancia o negligencia de ambos falladores


constituye un grave desconocimiento de los principios de prevalencia del
derecho sustancial y de la eficacia, que según el artículo 3o. del Decreto 2591
de 1991, deben regir el trámite de la acción de tutela. Representa igualmente
un grave irrespeto a la dignidad y tranquilidad del peticionario. Todo lo
anterior amerita la intervención de las autoridades competentes,
particularmente por cuanto que a partir de la vigencia de la Carta de 1991 no
hay duda alguna que el Estado debe estar al servicio de la persona y no la
persona al servicio ciego del Estado.

Lo ocurrido en el presente caso dá pié para formular algunas consideraciones


adicionales acerca del alcance que tiene la expresión "Esta acción sólo
procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial"
(inciso 3o. del artículo 86 de la Carta vigente).

Si se repara que en el inciso primero de dicho artículo la acción de tutela


aparece consagrada como un procedimiento para la protección inmediata de
los derechos constitucionales fundamentales cuandoquiera que éstos resulten
vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad
pública;    que en la función pública de administrar justicia debe prevalecer el
derecho sustancial y se observará la debida diligencia (Constitución Nacional,
Artículo 228); y que entre los fines esenciales del Estado está el de garantizar
la efectividad de los derechos consagrados en la Constitución (Ibidem art. 2o.)
está fuera de toda duda que la acción de tutela, por la expresa voluntad del
Constituyente de 1991, es el recurso efectivo que consagran los tratados y
convenios internacionales para proteger eficazmente los derechos
fundamentales. Por tanto, así se ha venido a colmar en el ordenamiento
nacional un vacío que justamente venía preocupando a personas y entidades
comprometidas en la protección de tales derechos.

Siendo esto así, es claro entonces que el otro medio de defensa judicial a que
alude el artículo 86 debe poseer necesariamente, cuando menos, la misma
eficacia en materia de protección inmediata de derechos constitucionales
fundamentales que, por su naturaleza, tiene la acción de tutela. De no ser así,
se estaría haciendo simplemente una burda y mecánica exégesis de la norma,
en abierta contradicción con los principios vigentes en materia de efectividad
de los derechos y con desconocimiento absoluto del querer expreso del
Constituyente.

En otros términos, en virtud de lo dispuesto por la carta del 91, no hay duda
que "el otro medio de defensa judicial" a disposición de la persona que
reclama ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales ha de
tener una efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr
efectiva y concretamente que la protección sea inmediata.    No basta, pues,
con la existencia en abstracto de otro medio de defensa judicial si su eficacia
es inferior a la de la acción de tutela.

De otra parte, es así mismo claro que cuando el Estado colombiano está
obligado a hacer la mayor divulgación de la Constitución (Constitución
Nacional art. 41) ello no implica sólamente una labor formal a través de los
diversos medios de comunicación sino también el estímulo concreto a la
práctica cotidiana de sus principios y valores por parte de sus funcionarios.
Lo cual supone, entre otras cosas, que el Juez del Estado social de derecho en
que se ha transformado Colombia por virtud de lo dispuesto en el artículo 1o.
de su nueva Carta, está en la obligación de indicarle al peticionario, con la
claridad y precisión que son de presumir en un profesional egresado de una
facultad de Derecho aprobada por el Estado, el otro medio de defensa judicial
de que puede disponer el afectado para proteger su derecho.    De no ser así,
podría estimularse una práctica    dilatoria y claramente kafkiana en abierta
burla de la dignidad humana.    Tal como ha ocurrido en el presente caso y que
bien amerita una investigación por parte de las autoridades competentes.

Por todas las consideraciones anteriores, esta Sala reconocerá que en el


presente caso el afectado no dispone de otro medio de defensa judicial y que
por tanto es procedente la acción de tutela incoada.

B. La dignidad humana, supremo principio de la Constitución de 1991.


Con toda razón sus comentaristas ponen de presente que esta Carta consagra
una nueva orientación filosófica que ubica al hombre en lugar privilegiado y
es el más eficaz instrumento al servicio de la dignificación de la persona
humana. Ello se desprende de buena parte de su texto, pero en especial del
preámbulo y los artículos 1 al 95, los cuales permean todo el ordenamiento
nacional.

En virtud de lo anterior, se ha producido pues un cambio cualitativo de amplio


espectro que supone necesariamente la revisión de aquellas categorías
jurídicas que siempre tuvieron como núcleo la propiedad y no el debido
miramiento a la persona humana. Tal revisión se traduce en una neta
prevalencia de la categoría del ser sobre la del tener o del haber, dentro del
marco de un hondo y genuino humanismo que debe presidir los actos de los
encargados de administrar justicia en todos los niveles del sistema jurídico.

Por tanto, en Colombia la actividad económica no puede desarrollarse hoy en


abierto contraste con los valores fundamentales y las exigencias propias de la
libertad humana.    Ella prevalece sobre toda pretensión desmesurada de servir
los intereses de la productividad y la eficiencia.

C.    Las nuevas tecnologías y la libertad personal.

Dentro de la perspectiva de crear y definir permanentemente nuevos derechos


humanos que respondan a las exigencias de las diversas coyunturas históricas,
se habla hoy de una cuarta generación de tales derechos que tendría como
finalidad específica la de dar respuesta tanto a los desafíos científicos y del
progreso tecnológico como al cuestionamiento producido    por la
manipulación genética o por el riesgo de la desinformación universal de los
procedimientos ultramodernos de los medios de comunicación.

De estas inquietudes muy fundadas se han hecho también eco algunos


instrumentos elaborados por organismos internacionales.

Así, por ejemplo, en la denominada "Proclama de Teherán", aprobada por la


Conferencia Internacional de Derechos Humanos el 13 de Mayo de 1968 se
declaró solemnemente que:

"Si bien los recientes descubrimientos científicos y adelantos


tecnológicos han abierto amplias perspectivas para el progreso
económico, social y cultural, esta evaluación puede, sin embargo,
comprometer los derechos y las libertades de los individuos y por
ello requerirá una atención permanente".

También en su "Declaración sobre la utilización del progreso científico y


tecnológico en interés de la paz    y en beneficio de la humanidad", proclamada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de noviembre de 1975
se expresa que:

"Todos los Estados tomarán medidas apropiadas a fin de impedir


que los progresos científicos y tecnológicos sean utilizados,
particularmente por órganos    estatales, para    limitar o dificultar
el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales de
la persona consagrados en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y
en otros instrumentos internacionales pertinentes".

Entre tales medidas apropiadas la ONU, a través de sus organismos


especializados, ha venido estimulando la adopción de normas para el manejo
de bancos de datos y de protección a la intimidad.

D.    Intimidad y habeas data: aproximación al artículo 15 de la Carta.

La Sala estima conveniente señalar en forma muy somera algunos alcances de


esta nueva disposición con la cual el Constituyente ha querido, en buena
medida, proteger la intimidad la honra y la libertad contra los abusos del poder
informático vinculado estrechamente, según se verá, con los adelantos
tecnológicos.   

1.- La intimidad.

Como es bien sabido,    cuando la doctrina2 se refiere a la intimidad bajo la


2

forma de protección de la vida privada, lo hace tanto en un sentido amplio


como en un sentido estricto.

En el primero, la expresión designa todas las reglas jurídicas que tienen por
objeto proteger la vida personal y familiar.    Este es el alcance que le reconoce
la Corte Europea de Derechos del Hombre al artículo 8o. de la Convención
sobre la materia.

En un sentido más estricto, la expresión se emplea también para designar


exclusivamente un conjunto de normas que tiene por fin la protección de las
personas contra atentados que afectan particularmente el secreto o la libertad
de la vida privada.

En algunos pronunciamientos de la jurisprudencia francesa, el profesor


Stromholm considera que la intimidad no es otra cosa que el derecho de una
persona de manejar su propia existencia como a bien lo tenga con el mínimo
de injerencias exteriores 3 . 3

2
Cfr. Kayser Pierre. La protection de la vie privée. Protection du secret de la vie privée. Económica París,
1984. pp. 9, 10.
3
Citado por Kayser. Op. Cit., p. 200
Por su naturaleza manifiestamente individualista y negativa, concepciones
como ésta son hoy insuficientes para demandar la protección del ordenamiento
ante las embestidas del "poder informático".

La misma doctrina destaca también que la intimidad se proyecta en dos


dimensiones a saber: como secreto de la vida privada y como libertad.

Concebida como secreto, atentan contra ella todas aquellas divulgaciones


ilegítimas de hechos propios de la vida privada o familiar o las investigaciones
también ilegítimas de acontecimientos propios de dicha vida.

Concebida como libertad individual, trasciende y se realiza en el derecho de


toda persona de tomar por sí sola decisiones que concierne a la esfera de su
vida privada.

Planteamientos como éstos han estimulado intentos enderezados a distinguir


diversas esferas de la vida privada, a ubicar la intimidad en la porción más
interna de la misma, y a precisar que la protección jurídica debe tener por
objeto exclusivamente la parte íntima de la vida privada y no simplemente la
"privacidad".    Pero también parecen dar la razón a quienes estiman inútil y
hasta imposible construir una noción clara de intimidad como presupuesto
indispensable para su eficaz protección jurídica.

El derecho no ha sido ajeno a la protección de la vida privada.    Pero esta meta


resulta cada vez más difícil por cuanto en nuestro tiempo los secretos no son
simplemente captados por los sentidos sino que el uso de técnicas hace
prácticamente ilimitada su revelación a los nuevos medios de comunicación
social.

Los atentados contra la intimidad pueden provenir tanto de los particulares


como del Estado.

Entre las prácticas más perturbadoras de los particulares la doctrina señala la


exposición pública de fotografías sin el consentimiento del retratado, las
vociferaciones para anunciar la venta de mercancía, el asedio inoportuno de
periodistas en momentos de extrema pesadumbre, las llamadas telefónicas de
anónimos injuriadores, el empleo ilícito de aparatos destinados a espiar
detalles de la vida íntima, el empleo abusivo de la informática en el acopio de
datos sobre los antecedentes comerciales y la circulación de libros, filmes y
videos cuyos argumentos reproduzcan, sin tacto alguno, episodios
desgraciados de la vida real de las personas4 4

La creciente utilización de la informática en las actividades propias de la


administración pública, particularmente notoria durante la presente década, ha

4
Cfr. Molinero César. Libertad de Expresión Privada. Editorial A.T.E., Barcelona, 1981, pp. 63, 69. Citado
por Madrid Malo Garizabal Mario, Los Derechos Humanos en Colombia, Documentos ESAP, Bogotá, Abril
de 1989, p. 156
creado grandes esperanzas de encontrar por fin el remedio más eficaz para
muchos de sus problemas, algunos de los cuales se remontan al siglo pasado.

Este optimismo, tal vez ingenuo, parece haber relegado a un plano secundario
la consideración de un aspecto específico de la informatización del Estado que
concierne en grado sumo al ciudadano común, a saber: el uso indebido de una
ingente masa de información en manos del Ejecutivo bien puede acarrear
consecuencias nocivas para sus derechos en países donde todavía    no existe
una regulación adecuada sobre nuevas tecnologías de información como es,
precisamente, el caso de Colombia.

Dentro de este complejo contexto, se protege la intimidad como una forma de


asegurar la paz y la tranquilidad que exige el desarrollo físico, intelectual y
moral de las personas, vale decir, como un derecho de la personalidad.

Esta particular naturaleza suya determina que la intimidad sea también un


derecho general, absoluto, extrapatrimonial, inalienable e imprescriptible y
que se pueda hacer valer "erga omnes", vale decir, tanto frente al Estado como
a los particulares. En consecuencia, toda persona, por el hecho de serlo, es
titular a priori de este derecho y el único legitimado para permitir la
divulgación de datos concernientes a su vida privada. Su finalidad es la de
asegurar la protección de intereses morales; su titular no puede renunciar total
o definitivamente a la intimidad pues dicho acto estaría viciado de nulidad
absoluta5 . 5

Es de señalar también que la doctrina moderna ha venido reiterando una nueva


y creciente dimensión de la intimidad que la reivindica de su inicial caríz
individualista y negativo. Se trata, ni más ni menos, de reconocerle un espacio
propio entre las denominadas libertades públicas, vale decir, entre aquellos
derechos fundamentales de una sociedad que permiten el desarrollo y
mantenimiento de la personalidad y la dignidad humana6 6

De otra parte, en las nuevas condiciones creadas por la emergencia de


sofisticadas tecnologías, la intimidad adquiere más y más objetiva naturaleza
política como que apunta a lograr un justo equilibrio en la distribución del
poder de la información y no exclusivamente, como en el pasado, a garantizar
los apetitos de soledad de una persona.

2.-    Intimidad y derecho a la información

En casos de conflicto insoluble entre ambos, esta Sala no vacila en reconocer


que la prevalencia del derecho    a la intimidad sobre el derecho a la
información, es consecuencia necesaria de    la consagración de la dignidad
humana como principio fundamental y valor esencial, a la vez, del Estado
5
Cfr. Roux Andre, La protectión de la vie privée dans les rapports entre l"etat et les particuliers. Económica,
Paris 1983, p. 13.
6
Cfr. Roux, op. cit., p. 18.
social de derecho en que se ha transformado    hoy Colombia,    por virtud de lo
dispuesto en el artículo primero de la Carta de 1991.

En efecto, la intimidad es, como lo hemos señalado, elemento esencial de la


personalidad y como tal tiene una conexión inescindible con la dignidad
humana.    En consecuencia, ontológicamente es parte esencial del ser humano.
Sólo puede ser objeto de limitaciones en guarda de un verdadero interés
general que responda a los presupuestos establecidos, por el artículo 1o. de la
Constitución.    No basta, pues, con la simple y genérica proclamación de su
necesidad: es necesario que ella    responda a los principios y valores
fundamentales de la nueva Constitución entre los cuales, como es sabido,
aparece en primer término el respeto a la dignidad humana.

3.- La Central de Información de la Asociación Bancaria

De la documentación suministrada por el señor Superintendente se desprende


que la Central es un mecanismo de defensa gremial que concentra la
información de clientes del sistema financiero en lo relacionado con aspectos
que permiten establecer el grado de riesgo que implica un determinado
crédito. La información que pueden recibir estos entes está sometida al
principio de la reserva bancaria y su manejo se sujeta al deber general de no
causar daño a otro. Pero la reserva bancaria no opera respecto de los datos
relativos a obligaciones incumplidas comoquiera que es esta una excepción al
deber de sigilo de los establecimientos bancarios7 .    7

En Agosto de 1991, la Asociación Bancaria de Colombia expidió un


reglamento de su Central de    Información, del cual merecen destacarse los
siguientes aspectos:

Artículo 1o. Naturaleza.    La Central de Información de la


Asociación Bancaria de Colombia es un servicio privado de
información del sistema financiero, conformado por las bases de
datos de carácter personal económico mencionados en los
Acuerdos Interbancarios y los que la Junta Directiva estime
necesarios para el logro del propósito que se establece en el
artículo siguiente:

Artículo 2o. Propósito.    Las bases de datos que conforman la


Central de Información tienen el propósito de servir a las
instituciones financieras como elementos de juicio para la
evaluación de riesgos en los negocios financieros y operaciones
activas de crédito que celebren con sus clientes, así como para la
aplicación de los acuerdos interbancarios adoptados por la
Asamblea de Afiliados a la Asociación.

7
Cfr. Superintendencia Bancaria, Concepto No. 91015226-0 de mayo 9 de 1991
Artículo 4o. Titulares de los datos. Las personas cuyos datos
personales hayan sido reportados a la Central son los titulares de
los mismos, y en consecuencia tienen derecho a conocer, actualizar
y rectificar las informaciones, conforme al procedimiento señalado
en este reglamento.

Artículo 5o. Responsables. La Asociación Bancaria de Colombia es


la administradora de las bases de datos que conforman la Central
de Información y en consecuencia es responsable de los archivos.
Los usuarios serán responsables de la exactitud de los datos y de la
actualización o rectificación, así como del buen uso de la
información obtenida de la Central. (Fls. 94-95).

Es claro, pues, que la Asociación Bancaria de Colombia administra un servicio


privado de información del sistema financiero conformado por bases de datos
de carácter personal económico y que, como tal, es responsable del manejo de
los respectivos archivos.

De otra parte, las personas cuyos datos personales son reportados a dicha
Central tienen derecho a conocer, actualizar y rectificar las informaciones, de
acuerdo con la Constitución o la ley8 .   
8

                               
Por todo lo anterior, esta Sala encuentra reprochable en grado sumo la
conducta de la Asociación Bancaria al negarse rotundamente a acceder a la
solicitud que le hiciera el peticionario en dos ocasiones en el sentido de que lo
retirara de la lista de deudores morosos. En efecto, en el expediente obra
prueba de que por    sentencia debidamente ejecutoriada el Juzgado 16 Civil
del    Circuito de Bogotá había declarado prescrita la obligación del Arquitecto
Argüelles desde el 27 de Abril de 1987.

Sorprende igualmente que dicho quejoso haya tenido que impetrar, por medio
de apoderado, la presente acción de tutela ante el Juzgado 110 de Instrucción
Criminal de Bogotá para que se le retirara de la lista de deudores morosos y se
actualizara y rectificara la información que sobre él existe en el banco de datos
de la Asociación Bancaria. Porque es lo cierto que por virtud de lo dispuesto
en el reglamento de la Central, él tenía perfecto derecho a la actualización de
las informaciones que le concernían,    en particular,    que su obligación con el
Banco de Bogotá había sido declarada prescrita por sentencia judicial desde
abril de 1987 y no tenía por qué seguir figurando en la condición de deudor
moroso de dicha entidad financiera.

Como consecuencia de todo lo anterior, esta Sala reitera que es voluntad


expresa del Constituyente plasmada en el texto del artículo 1o. la primacía del
ser humano con sus atributos fundamentales sobre otras    categorías
simplemente accesorias,    como las de haber o tener.

8
Cfr. arts. 4 y 9 del reglamento.
Ello quiere decir, en otros términos, que el ejercicio del derecho a la
información en que, según la Asociación Bancaria de Colombia, se
fundamenta la Central de Información que dicha entidad administra, no puede
conducir en manera alguna a la vulneración de la dignidad humana.    Tal como
ha ocurrido en el caso del señor Argüelles.    La misma limitación pesa sobre el
ejercicio del derecho a la protección del crédito como proyección del derecho
de propiedad.

3.- El Dato y su "propiedad"

Por cuanto respecta a su especial y compleja naturaleza el profesor Ernesto


Lleras observa justamente que en la teoría de la información.

El dato es un elemento material susceptible de ser convertido en


información cuando se inserta en un modelo que lo relaciona con otros
datos y hace posible que el dicho dato adquiera sentido (Cfr. Lleras et. al).

En forma muy somera, se puede decir que el sentido en última instancia,


lo producen una o varias mentes humanas y este sentido es un
determinante de la acción social. Los modelos se plasman en forma de
textos y mensajes que consisten en una serie de signos algunos de los
cuales les llamaremos datos, organizados de acuerdo a sistemas de reglas
o gramática.

"A través de los signos y mensajes los eventos adquieren realidad social.
La realidad expresada a través de mensajes ... es la determinante de la
acción social (Lleras et. al p. 6).

El dato se constituye entonces en el elemento básico de información sobre


eventos o cosas. (Fl. 45).

Pero aquí nos importa señalar especialmente la incidencia del dato en la


eventual vulneración de la intimidad.    En efecto, el mencionado experto
señala también en su concepto que:

El dato que constituye un elemento de la identidad de la


persona, que en conjunto con otros datos sirve para identificarla
a ella y solo a ella, y por lo tanto sería susceptible de usarse para
coartarla, es de su propiedad, en el sentido de que tendría
ciertos derechos sobre su uso. Datos de este tipo serían sus
señales particulares, relaciones de propiedad y de familia,
aspectos de su personalidad, y señales de identidad de diversa
índole que van emergiendo en las actividades de la vida. Todos
estos datos combinados en un modelo, son equivalentes a una
"huella digital" porque el individuo es identificable a través de
ellos.

Por las características propias de los datos, una vez producidos


(codificado un evento u objeto por alguien o eventualmente una
máquina) pueden diseminarse con relativa facilidad. Esto hace
que puedan ser usados, en combinación con otros de
procedencias distintas pero adscribibles a la misma persona. Así
se va configurando lo que ha dado en llamar un "perfil de datos
de una    persona"(Lleras). Estos perfiles pueden construirlos
quienes tengan bancos de datos bien sea manuales o
sistematizados, y el poder de información y control social que
estos tengan depende del uso de la tecnología disponible.

El problema del "poder informático"existe siempre que se


poseen datos sobre las personas bien sea en forma manual o por
medios electrónicos. Con el desarrollo de estos últimos, las
posibilidades de acción de ese poder en contra de la libertad de
las personas se magnifican y harían necesaria una legislación
especial.

El "perfil de datos" de la persona se constituye entonces en una


especie de "persona virtual" sobre la cual pueden ejercerse
muchas acciones que tendrán repercusión sobre la persona real.
Desde el envío de propaganda no solicitada, hasta coerción u
"ostracismo" social como en el caso que se presenta. Un "buen"
manejo de Bancos de Datos permitiría identificar hasta perfiles
poblacionales desde distintos puntos de vista, lo cual constituye
un evidente peligro de control social de aquellos que ostentan
"poder informático", no solamente contra la libertad de las
personas individuales sino contra la de sectores sociales más
amplios. (Fl. 46).

Por su compleja naturaleza es claro que frente al dato no puede aplicarse en


todo su rigor el derecho clásico de propiedad. En verdad, bien miradas las
cosas, salta a la vista la existencia de varios sujetos con distintas relaciones.
Uno es el sujeto del cual se dice algo o al cual algo le concierne en el universo
informativo construído a partir del dato. Otro es el sujeto que, aplicando unos
códigos o gramáticas como instrumentos auxiliares, hace que el dato se
convierta en información. Pueden existir otros cuya labor específica es la
circulación y difusión de la información con destino a los clientes habituales
de los medios de comunicación. La labor primordial de estos últimos sujetos
es, como se ve, hacer que el dato se convierta en    esa mercancía denominada
a veces noticia, apta para el consumo de su clientela que las nuevas
tecnologías de información permiten ampliar más y más cada día. En estas
condiciones, los diversos sujetos son apenas titulares de algunas facultades
que no les confieren necesariamente la calidad de propietarios. Muchas veces
no son más que simples depositarios forzosos.

De otra parte, la facultad de difusión que es, como se sabe, propia del derecho
a la información, adquiere un contenido económico que muy a menudo
dificulta establecer un límite claro entre el ejercicio del derecho a la
información como dimensión de la libertad política y presupuesto de una
democracia participativa y pluralista, y la simple actividad empresarial de
producir más y más noticias para una creciente clientela teniendo como
materia prima los datos. Algunos se apropian codiciosamente de ellos, como si
se tratara de colegiales indisciplinados a la caza de frutos silvestres en predios
que consideran baldíos y que son en verdad los huertos de sus iracundos
vecinos o colegas.

Lo cierto es que por las muy estrechas relaciones entre el dato personal y la
intimidad que atrás hemos destacado, la sóla búsqueda y hallazgo de un dato
no autoriza a pensar que se ha producido simultáneamente su apropiación
exclusiva y, por tanto, la exclusión de toda pretensión por parte del sujeto
concernido en el dato.

De ahí que no pueda hablarse de que existe un propietario del dato con las
mismas implicaciones como si se tratara de una casa, un automóvil o un bien
intangible. Tampoco cabe pensar que la entidad que recibe un dato de su
cliente en ejercicio de una actividad económica, se convierte por ello mismo
en su propietario exclusivo    hasta el punto de que es ella quien pueda decidir
omnímodamente su inclusión y posterior exclusión de un banco de datos. Esto
sería tanto como autorizarlo de lleno a desposeer al sujeto, con todas sus
consecuencias previsibles, de los "perfiles virtuales" que, como ya hemos
visto, pueden construírse a partir de los datos de una persona.

Con las posibilidades que ofrecen hoy las modernas tecnologías de


información y, en particular, los bancos de datos computarizados, ello
equivaldría también a autorizar a la persona o entidad que recibe el dato a
encarcelar "virtualmente" en el banco de datos al sujeto concernido en los
mismos. Lo cual, en países que carecen de una legislación específica
protectora de la intimidad frente al fenómeno informático, favorecería
abiertamente su cotidiana vulneración. Que estos abusos no son simplemente
potenciales e imaginarios, lo señala en buena    medida el informe del señor
Superintendente.

Por eso, a partir de la vigencia del art. 15 de la Carta del 91 y en desarrollo del
mismo es indispensable la regulación integral del poder informático para
poner coto a sus crecientes abusos. Así lo exige la adecuada protección de la
libertad personal frente a los poderosos embates de las nuevas tecnologías. Y
así lo ordenará esta Sala.

4-    Los bancos de datos y el derecho constitucional informático

Tal como lo señala el profesor Mario G. Losano9 precursor muy fecundo tanto
9

de la informática jurídica como del derecho informático en Italia, y cuyas


obras son ampliamente conocidas en nuestro continente, un banco de datos no
es otra cosa que un conjunto de informaciones que se refieren a un sector
particular del conocimiento, las cuales pueden articularse en varias bases de

9
Losano Mario G., Informatica per le scienze sociali Giulio Einaudi editore s.p.a., Torino 1985, pág. 315.
datos y ser distribuídas a los usuarios de una entidad que se ocupa de su
constante actualización y ampliación.

O lo que es fundamentalmente lo mismo, un conjunto de informaciones


exhaustivas y no redundantes sobre un determinado tema, manejado por un
específico conjunto de programas1 0 .    10

Como se ve, pues, los bancos de datos son objetos    propios de la ciencia de la
información que adquieren una particular relevancia en el moderno derecho
constitucional por la gran potencialidad que tienen de vulnerar algunos
derechos fundamentales, como la intimidad.

La incidencia de los bancos de datos en el derecho público informático se


aprecia con mayor claridad en el surgimiento de conceptos tan específicos
como los de poder informático    y libertad informática. Nos referiremos a ellos
más adelante, por cuanto son hoy de ineludible referencia para entender a
cabalidad los verdaderos alcances del artículo 15 de la Carta de 1991.

Es preciso, de otra parte, recordar que a partir de la década del cincuenta


máquinas tales como los computadores han hecho posible no sólo crear e
interconectar enormes "bancos de datos" que pueden suministrar
inmediatamente una vasta cantidad de información personal a grandes
distancias y en forma más comprensiva, sino también establecer correlaciones
entre datos que aisladamente son las más de las veces inofensivos pero que
reunidos pueden descubrir aspectos cuya relevación atenta contra la libertad e
intimidad del ciudadano.

En efecto, como lo observa agudamente el profesor Losano 1 1 mediante el 11

denominado software aplicativo el computador se ha convertido para el


ciudadano en un delator perfecto de informaciones sin que en la mayoría de
los casos el titular de ellas llegue siquiera a enterarse, lo cual representa un
peligro evidente para sus derechos, sobre todo en países como Colombia, que
carecen de una legislación especial en materia de circulación de datos.

Es comprensible, entonces, que la literatura especializada se haya venido


ocupando más y más de la dramática e injusta situación del ciudadano que es
objeto de una permanente observación por parte del aparato estatal que lo
coloca dentro de un virtual acuario de cristal, sin posible escapatoria o
salvación.    Aparece así el denominado síndrome del pez rojo . 12

Pero es innegable también que cuantos más servicios pretenda recibir el


ciudadano del Estado tanto mayor será la cantidad de datos que deba
suministrarse (composición del núcleo familiar, vivienda, salud, educación,
lugar de trabajo, necesidades de transporte, seguridad social, etc.), con la
obvia consecuencia de que una mayor transparencia de sus beneficiarios, todo

10 10 Ibidem, pág. 316.


11
11
Cfr. Losano Mario G., Il diritto publico dell'informatica, Giulio Einaudi editore s.p.a., Torino 1986, pp. 7,
8.
12
Ibidem Op. cit.. p. 13
lo cual contribuye a reproducir, prolongar y fortalecer la vigencia del síndrome
y del poder informático.

Como bien lo destaca el profesor Vittorio Frosini, la posibilidad de acumular


informaciones en cantidad ilimitada, de confrontarlas y agregarlas entre sí, de
hacerle un seguimiento en una memoria indefectible, de objetivizarlas y
transmitirlas como mercancía en forma de cintas, rollos o discos magnéticos,
por ejemplo, permite un nuevo poder de dominio social sobe el individuo, el
denominado poder informático.

Como necesario contrapeso, este nuevo poder ha engendrado la libertad


informática. Consiste ella en la facultad de disponer de la información, de
preservar la propia identidad informática, es decir, de permitir, controlar o
rectificar los datos concernientes a la personalidad del titular de los mismos y
que, como tales, lo identifican e individualizan ante los demás.    Es, como se
ve, una nueva dimensión social de la libertad individual diversa, y por razón
de las circunstancias que explican su aparición, de otras clásicas
manifestaciones de la libertad.

Por su peculiar naturaleza, esta libertad ha sido reconocida en las legislaciones


de Estados de democracia liberal mediante estatutos jurídicos especiales, los
cuales, establecen nuevos derechos e instituciones de control. En España,
Portugal, y Brasil, por ejemplo,tanto la libertad informática como el habeas
data han recibido el honor de una clara y explícita consagración
constitucional . 13

5.- La cárcel del alma y el derecho al olvido

1. Con el triunfo definitivo del Estado moderno en el siglo XVIII, depositario


de las ideas de la Ilustración y del humanismo racionalista, se impuso una
nueva manera de ver las relaciones entre los gobernantes y los gobernados y
con ella una nueva manera de ver el castigo. El punto clave de esta última
novedad puede ser explicado como un abandono de la preocupación
medioeval por punir el cuerpo de los delincuentes -a través de los suplicios- en
beneficio de un interés permanente por castigar su alma.    Este cambio de
objeto, que Foucault ha descrito en detalle como un cambio estratégico en el
ejercicio del poder, se ha ido imponiendo a través de los últimos siglos hasta
adquirir hoy plena manifestación en disciplinas sociales basadas en la
imposición de reglas comerciales, de métodos de observación, de técnicas de
registro, de procedimientos de indagación y de pesquisa, de aparatos de
verificación y, en general, de tratamiento de informaciones que condicionan y
manipulan el comportamiento ciudadano sin necesidad de ejercer una
coacción o una amenaza de coacción física sobre los individuos.

El encarcelamiento del alma en la sociedad contemporánea, dominada por la


imagen, la información y el conocimiento, ha demostrado ser un mecanismo
más expedito para el control social que el tradicional encarcelamiento del
13
Cfr. Losano Mario G., Il diritto dell'informatica, Giulio Einaudi editore s.p.a., Torino 1986, pp. 7, 8.
cuerpo. Por eso vale la pena preguntarse si estos dos tipos de encarcelamiento
se ejercen de manera discriminada y estratégica en Colombia como
mecanismo de control frente a dos sectores de población diferente a saber: la
cárcel tradicional para la clase marginada del circuito económico y comercial
y la cárcel del espíritu contra los demás violadores de las reglas disciplinarias
impuestas por dicho circuito.   

Los datos tienen por su naturaleza misma una vigencia limitada en el tiempo
la cual impone a los responsables o administradores de bancos de datos la
obligación ineludible de una permanente actualización a fin de no poner en
circulación perfiles de "personas virtuales" que afecten negativamente a sus
titulares, vale decir, a las personas reales.

De otra parte, es bien sabido que las sanciones o informaciones negativas


acerca de una persona no tienen vocación de perennidad y, en consecuencia
después de algún tiempo tales personas son titulares de un verdadero derecho
al olvido.

Este derecho le fue abiertamente negado al peticionario tanto por la


Asociación Bancaria de Colombia como por el Banco de Bogotá, con lo cual
lo condenaron, sin fórmula de juicio, a una exclusión del sistema crediticio por
término indefinido. Ello pese a que ambas entidades sabían que desde el 27 de
abril de 1987 un Juez de la República, con la autoridad que le confiere la ley
declaró prescrita la obligación contraida por el    peticionario con el Banco de
Bogotá.

Por eso es a todas luces censurable la rebeldía del banco a reconocerle efectos
a esta sentencia.    Como lo es también, en mayor grado, la complicidad
manifiesta con dicha conducta por parte de una entidad llamada a velar por los
mejores intereses del gremio, como es el caso de la Asociación Bancaria de
Colombia.

6.- Creciente informatización social e insuficiente protección jurídica

Un censo realizado por el DANE en diciembre de 1987 sobre el desarrollo


informático en Colombia, reveló la existencia de 640 empresas oficiales que
procesan datos, cifra ésta que contrasta abiertamente con las 2.535 empresas
que lo hacen también en el sector privado.

Teniendo en cuenta las diversas actividades económicas, es de destacar que en


el sector de la agricultura,    la silvicultura, la caza y la pesca existían 70
entidades que procesan datos mientras que en la industria manufacturera lo
hacen 753, en el comercio 559 y en el sector financiero 628.   

Por cuanto respecta a la ubicación regional, vale la pena señalar que en tanto
que en Bogotá y la región central se concentra    el 68% de los recursos
informáticos, en la zona pacífica el porcentaje tan solo llega al 12, y el 20%
restante en las regiones atlántica oriental y los territorios nacionales.     
De otra parte, estudios realizados por la Embajada de los Estados Unidos para
estimar el potencial del mercado de los computadores en nuestro país
prospectado hacia el año de 1993, indican claramente que en cinco años la
adquisición de equipos    pasó de 482 a 3.827 con una marcada tendencia al
crecimiento en la demanda de microcomputadores la cual constituirá más de la
mitad del mercado general de computadores, tanto en valor como en número
de unidades.

Por cuanto respecta a los diversos equipos importados al país y su utilización


en los distintos sectores de la economía nacional, el mencionado estudio
estableció también que los "main frames"    serán adquiridos principalmente
por el gobierno y por los sectores financiero y manufacturero, los minis por el
sector del comercio y el manufacturero y los micros por el sector financiero, el
comercio, el manufacturero y el educativo.    Es de destacar también que los
gastos hechos en el país por concepto de hardware    de computadores,
software y servicios ascienden, respectivamente, a cerca de 270 millones de
dólares, 80 y 40. .   14

De otra parte, la presencia de la informática en la sociedad colombiana se


percibe también tanto a través de normas de carácter fundamentalmente
técnico sobre la utilización    de sistemas de información, equipos y servicios
de procesamiento de datos como sobre la formulación y aplicación de políticas
en materia de sistemas de información     y del servicio de transmisión o
15

recepción de información codificada (datos) entre equipos informáticos . Hace 16

algún tiempo se reguló también la coordinación del programa de informática


en el sector público INSEP.    En uno de los considerandos de la norma se deja
expresa constancia de la necesidad de mejorar los procesos de gestión de la
administración pública a todos los niveles, mediante la producción y uso de la
información y su vinculación a la planeación    y a la toma de decisiones tanto
por entidades públicas como por la comunidad en general .      17

En una investigación reciente realizada por el Centro Nacional de Consultoría


con financiación de ACIS la cual abarcó específicamente los sectores del
gobierno, la industria, la educación, los servicios, el comercio y la consultoría,
se destaca la gran discrepancia que existe entre los resultados obtenidos en
dicho estudio y los de otros con respecto a la cantidad de computadores que
existen actualmente en Colombia. Se afirma que existe una enorme
subestimación del número de microcomputadores . 18

Ante esta creciente informatización de la sociedad colombiana en distintas


ocasiones y foros se ha puesto de presente la carencia de instrumentos
adecuados en el ordenamiento nacional para proteger la libertad de los
ciudadanos contra el uso abusivo de las nuevas tecnologías de información.

14
Embajada de los Estados Unidos, Empresa de Investigación de Mercados Optimos Ltda., El mercado de los
Computadores en Colombia.
15
Cfr. Decretos 131 de 1976 y 1160 de 1976.
16
Cfr. Decreto 2328 de 1982.
17
Cfr. Decreto 473 de 1989
18
Cfr. ACIS, "Estudio sobre la evolución de la informática en Colombia. En : Sistemas, No. 46 pp. 4, 5.
Recientemente la voz muy autorizada de la Procuraduría General de la Nación
expresó su preocupación al respecto en un amplio e iluminante    concepto
conque creyó oportuno pronunciarse en defensa de los intereses de la
comunidad ante el avance tecnológico de los sistemas y la información
computarizada y cuyas siguientes conclusiones esta Sala acoge integralmente:

En los países tercermundistas, como el nuestro, se ha de resaltar


que al no ser productores de tecnología, siempre habrá una
distancia entre la regulación jurídica, el avance científico y la
afectación de la sociedad por la técnica, ello se traduce en una
legislación deficiente en materia de protección de derechos
personalísimos y sucesivamente desadaptada ante los progresos
rápidos, permanentes y severos de la ciencia.

Es posible señalar algunas conclusiones sobre la situación del país


frente al manejo de la información con respecto de las personas:

a) La tecnología y la informática son aún temas desconocidos por la


mayoría de nuestra población.

b) El acceso a esa tecnología es en verdad mínima para un grupo


muy selecto de la comunidad, y los últimos adelantos son accedidos
solo por las grandes empresas comerciales y financieras para su
explotación económica.

c) Existe una falta total de difusión y educación acerca de los


progresos técnicos para la mayoría de los ciudadanos, además su
alejamiento de las Instituciones Estatales, se traduce en el
desconocimiento de sus más mínimos derechos, por consiguiente no
se exigen.

d) En el manejo de la información existe un poder concentrado que


no permite la competencia en la práctica y en donde se mueven
grandes intereses económicos.

e) Las empresas productoras y almacenadoras de datos han venido


hasta hoy operando en un ambiente de "absoluta" libertad,
precisamente frente a derechos que conceptualmente no aparecían
claros en la legislación vigente pudiendo ser desconocidos por la vía
de la interpretación.

Nuestra legislación no tiene la virtud de poder regular el tema de la


intimidad y los derechos personales de los ciudadanos ante el
avance informático, pues sólo se preocupó por avenirse a esa
realidad normativizando el manejo de datos especialmente en el
sector público para racionalizar la inversión en equipos y optimizar
su utilización, dejando que los particulares manejen a su acomodo
la situación específica y dejando por fuera inexcusablemente, la
protección a las personas por el mal manejo o uso que se hiciera de
dicha información.

De otra parte el informe del señor Superintendente que se transcribió atrás


refleja en buena medida la desprotección en que se halla el ciudadano
colombiano.

Ante esta situación se han adelantado investigaciones de carácter académico


tendientes a colmar integralmente la laguna mencionada, intentos que hoy
adquieren particular actualidad y relevancia en virtud de lo dispuesto por el
artículo 15 de la Constitución de 1991.

En el informe final de un proyecto de investigación interdisciplinaria para la


reglamentación de la reserva de los ciudadanos y la responsabilidad en el uso
y almacenamiento de información que el gobierno nacional confió a la
Universidad de los Andes en 1986, se deja expresa constancia de que el
ordenamiento nacional vigente protege la intimidad mediante normas de
distinta naturaleza y en áreas tales como la imagen, el domicilio, la
correspondencia, las comunicaciones, la interceptación telefónica, el secreto
profesional, la salud, la reserva documental, la reserva tributaria, la reserva
bancaria, la reserva sumarial, la reserva en ejercicio de funciones públicas, la
reserva comercial, el secreto industrial, la seguridad del Estado y la reserva de
la información estadística.    Pero también se deja constancia de que estos
instrumentos de protección general son hoy manifiestamente insuficientes para
proteger debidamente a nuestros compatriotas contra el uso abusivo de las
modernas tecnologías de información. Por eso, como resultado final de dicha
investigación, se elaboró un esquema preliminar de anteproyecto de
regulación de los bancos de datos personales.

El objetivo fundamental del anteproyecto de ley fue la protección de los datos


personales contra toda recolección, uso, acceso, difusión y transmisión en
detrimento de la intimidad de sus titulares. Y la democratización del
denominado poder informático.

7.-    Uso responsable de la Informática

La irrupción de nuevas tecnologías exige la creación de instrumentos jurídicos


adecuados que protejan los intereses comunitarios y del ciudadano medio
frente a los eventuales abusos de los titulares, directos beneficiarios de tales
tecnologías y establezcan principios adecuados de responsabilidad en el
manejo de los datos, vale decir, de la mayor fuente de poder y eventual
manipulación de nuestra cultura contemporánea.

En el siglo pasado el poder de un Estado se media en términos demográficos y


territoriales; posteriormente se hizo necesario completar estos elementos con
la dimensión de la riqueza de los recursos naturales y en especial de los
recursos minerales. Hoy, el poder de un Estado se mide, ante todo, en términos
de conocimiento. El saber necesario para hacer algo, venderlo, utilizarlo etc.
ha resultado ser más importante que los insumos indispensables para
producirlo. En consecuencia, el ejercicio del poder se ha desplazado del
ámbito tradicional al control físico de tierras, armas, hombres, etc, al ámbito
de control de la información y a través de ella, del comportamiento de los
individuos.

Las implicaciones sociales de las nuevas tecnologías no pueden por eso ser
ignoradas por la Academia comoquiera que afectan positiva y negativamente
la comunidad y el entorno, determinando fenómenos y conductas
concernientes a la cultura, a la convivencia social y a la suerte misma de la
persona humana.

Ante la emergencia de la civilización tecnológica con todas sus vastas


implicaciones para la convivencia social, el Abogado no puede menos que
actualizar sus conocimientos a fin de ofrecer a sus clientes los servicios
profesionales especializados que demanda dicha civilización so pena de
marginarse voluntaria o involuntariamente de la posibilidad de servir
eficazmente a sus clientes y de comprometer seriamente su responsabilidad
profesional.

La comunidad, por su parte, debe desarrollar una conciencia que le permita


defender eficazmente sus derechos fundamentales frente a los sutiles o
descarados embates de las nuevas tecnologías y su incidencia en la
vulneración de la dignidad humana.

Igualmente y con mayor razón, a los titulares o empresarios de servicios


tecnológicos y en particular de tecnologías de información, la naturaleza de su
materia prima, vale decir, el dato, impone una diligencia especial en guarda
del respeto a la dignidad humana sin que sea óbice el que existan o no
relaciones patrimoniales que configuren propiedad.    Es natural que esta
diligencia sea mayor cuando se trata de actividades empresariales lucrativas
que crean, ingentes riesgos de vulnerar la libertad o la honra de las personas.

8.- El derecho a la información

En su informe el señor Superintendente observa, frente al pronunciamiento de


la Procuraduría Delegada en lo Civil proferido el 19 de Julio de 1991
(expediente 359), que la Carta garantiza tanto el derecho a la intimidad como
el derecho a la información "cuyo rango constitucional es equivalente". Por lo
cual es preciso "establecer un equilibrio entre ambos derechos" que permita
respetar la libertad y la dignidad de las personas tanto como el derecho a la
información veraz e imparcial.

"Este equilibrio es tanto más importante cuando se trata de una


actividad como la financiera, la cual por concernir al manejo del
ahorro de la comunidad cuyo cuidado depende de la ortodoxia y
prudencia con que procedan las
entidades del sector requiere un acervo adecuado la información
en materia de evaluación de riesgo. Aquí no huelga recordar que el
constituyente calificó la actividad financiera como de interés
público en el artículo 335 de la Carta".   

Ciertamente, ya desde las labores de las Comisiones preparatorias de la


Asamblea Nacional Constituyente fue visible el propósito de que el derecho a
la información fuera plenamente compatible con el respeto a la intimidad de
las personas pues se quiso evitar en todo momento la intromisión indebida en
su vida privada . 19

Posteriormente, con la consagración expresa que se ha hecho de la dignidad


humana como el valor supremo del Estado Social de Derecho, (Artículo 1o. de
la Carta de 1991), la intimidad, que es una de las manifestaciones más
concretas y directas de dicha dignidad, ha adquirido una posición privilegiada
en el conjunto de los derechos constitucionales fundamentales. Esto implica,se
reitera una vez más, que ante un eventual conflicto insuperable entre el
derecho a la información y el derecho a la intimidad en donde no pueda ser
posible un equilibrio o coexistencia, la intimidad deberá prevalecer.

A manera de conclusión general, esta Sala reitera que en el presente caso no


sólo no existe otro medio de defensa judicial, por las razones expuestas en su
oportunidad, sino que además se ha vulnerado la intimidad, la libertad
personal y la dignidad del petente mediante el abuso de la tecnología
informática y del derecho de y a la información. La vulneración de tales
derechos constitucionales fundamentales se materializa en la renuencia de la
Asociación Bancaria de Colombia a cancelar su nombre de la lista de deudores
morosos y actualizar inmediatamente la información de su banco de datos
computarizado, a sabiendas de que mediante sentencia del 27 de abril de 1987
debidamente ejecutoriada, un Juez de la República declaró prescrita la
obligación del señor Argüelles con el Banco de Bogotá.

DECISION

En mérito de lo expuesto, la Sala Primera de Revisión de la Corte


Constitucional,

RESUELVE

PRIMERO. - REVOCAR    la providencia proferida por el Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá el día 4 de Febrero de 1992 y en su
lugar, ORDENAR la inmediata cancelación del nombre del peticionario
FRANCISCO ARGÜELLES NORAMBUENA de la lista de deudores
morosos de la Central de Información, organizada y administrada bajo la
responsabilidad de la Asociación Bancaria de Colombia.

Cfr. Presidencia de la República, Propuestas de las Comisiones Preparatorias. Bogotá, Colombia. Enero de
19

1991, pp. 226, 227, 321.


SEGUNDO.- CONDENAR a la Asociación Bancaria de Colombia a la
indemnización del daño emergente causado al peticionario, en el monto que
éste compruebe ante las autoridades competentes.

TERCERO.- CONDENAR a la Asociación Bancaria de Colombia a pagar las


costas del presente proceso, de conformidad con la tasación que para tal efecto
realice el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá.

CUARTO.- Para los efectos de lo expuesto en la parte motiva de este fallo,


DAR traslado para lo de su competencia a las honorables Salas Disciplinarias
del Consejo Superior de la Judicatura y del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá, así como a la Procuraduría General de la
Nación.

QUINTO.- Solicitar al Procurador General de la Nación que en uso de su


facultad de iniciativa legislativa y en desarrollo del artículo 15 de la Carta y
demás normas concordantes, considere la conveniencia de presentar a la
brevedad posible ante el Congreso de la República un proyecto de ley que
proteja eficazmente la intimidad y la libertad informática de los colombianos.

SEXTO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus hechos o


circunstancias, siempre que hayan ocurrido abusos o intromisiones arbitrarias
o ilegales en la recolección, almacenamiento, tratamiento, uso y divulgación
no autorizada expresamente de datos personales, por cualquier medio o
tecnología, que amenacen vulnerar la intimidad y libertad informática de la
persona, la doctrina constitucional enunciada en esta sentencia tendrá
CARACTER OBLIGATORIO para las autoridades, en los términos del
artículo 23 del decreto 2067 de 1991.

SEPTIMO.- ENVIENSE sendas copias del presente fallo a los señores


Superintendente Bancario y Director del Departamento Nacional de
Estadística (DANE).

OCTAVO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique esta providencia al


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá en la forma y para los
efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, Cópiese, Comuníquese, Cúmplase e Insértese en la Gaceta de la


Corte Constitucional.

CIRO ANGARITA BARON


Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado

JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO


Magistrado

Sentencia aprobada por la sala primera de revisión a los dieciseis      (16) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).

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