Expediente Garcia Prieto PDDH
Expediente Garcia Prieto PDDH
Expediente Garcia Prieto PDDH
SS-0725-95
Presentación
Los esfuerzos de la familia García Prieto Giralt, por más de una década, han permitido
descubrir a todos cuan difícil es aún el camino de la obtención de justicia en El Salvador,
cuando ésta se enfrenta al muro de la impunidad institucionalizada.
1
Las obligaciones de aplicar justicia en este caso siguen vigentes para el Estado
salvadoreño, como se sostendrá en el presente informe, a través del cual se espera
contribuir a la recuperación de la verdad respecto de éste y otros homicidios conexos.
2
derecho a conocer la plena verdad sobre el crimen, así como a su derecho de acceder a
una justicia efectiva; lo anterior, a causa de negligencias u omisiones inexcusables del
Estado de El Salvador. Dentro de tales omisiones se contaría la negativa a investigar
la autoría intelectual del homicidio.
3
Según los términos de la denuncia, el detective Romero fue sobreseído, sin que se
investigara a profundidad su probable participación en el homicidio de Ramón
Mauricio García Prieto.
4. Por otra parte, el 03 de septiembre de 2002, el señor Julio Ismael Ortiz Díaz,
condenado por el homicidio de Ramón Mauricio García Prieto Giralt, y recluido en el
Centro Penal de Quezaltepeque, dirigió una nota a esta Procuraduría, en la cual
denunciaba que su condena era fraudulenta y que existirían personas de gran poder
económico y un alto funcionario del Estado con interés de perjudicarle.
4
b. Su abogada defensora sufrió seguimientos y vigilancias, así como intervenciones
telefónicas.
Tres días después, un agente de la FGR obtuvo una nueva carta de libertad en el
tribunal en el cual había sido procesado, quien se presentó al citado centro penal,
y se lo llevó –al señor Ortiz- en un carro patrulla hasta unas instalaciones
policiales por imputársele la muerte del señor Ramón García Prieto Giralt. Este
hecho tuvo gran cobertura en los medios de comunicación social.
5
años de edad), se conducía en compañía de su esposa Carmen Alicia Estrada de
García-Prieto (26 años en ese entonces), quienes llevaban consigo a su hijo de apenas
cinco meses de edad.
Habían salido de su vivienda para dirigirse a una sucursal del Banco Cuscatlán situada
sobre el Paseo General Escalón de la ciudad de San Salvador. Ramón Mauricio retiró
del Banco la cantidad aproximada de treinta mil colones, operación bancaria que tardó
unos quince minutos. Posteriormente, la víctima, su esposa e hijo, se dirigieron en el
vehículo familiar a casa de las señoras Alita y Esther Giralt, tías de Ramón Mauricio,
situada la vivienda de las mencionadas en Pasaje Verde, entre la 7ª y 9ª Calle
Poniente de la misma Colonia Escalón. Antes de salir de su residencia para efectuar la
transacción bancaria, Ramón sostuvo comunicación telefónica con sus tías, acordando
en ese momento que las visitaría.
Al llegar al Pasaje Verde ya referido, a eso de las 15:20 horas, Ramón Mauricio bajó
del automóvil y ayudó a su esposa para cargar al niño; mientras se conducía del auto
hacia la entrada de la vivienda fue interceptado por un sujeto vestido de negro, quien
apareció desde unos arbustos; éste le amenazó directamente con un arma de fuego
corta, colocándola en su cabeza y diciendo “te voy a matar”.
Ramón Mauricio retrocedió hacia la parte trasera del vehículo sin que el sujeto dejara
de apuntarle con su arma, entonces un segundo sujeto intervino, también portando
arma de fuego corta, apuntando ésta hacia el pequeño de cinco meses. La víctima les
pidió a los sujetos que se tranquilizaran, pero el segundo de los sujetos mencionados
procedió a golpearlo en distintas partes del cuerpo; mientras, Ramón trataba de
proteger al niño y logró entregarlo a su esposa, en tanto uno de los sujetos lo
despojaba de una bolsa de cuero donde portaba el dinero recién retirado del Banco y
contenía también una pistola que la víctima en ningún momento intentó utilizar. El
primero de los sujetos que se presentó (el que vestía de negro) disparó contra Ramón
en la cabeza y luego en el abdomen; éste cayó inmediatamente al suelo sin
conocimiento.
8. La evidencia testimonial reveló que los agresores se encontraban en el sitio del hecho
antes de la llegada de Ramón García-Prieto y que huyeron en un vehículo color gris,
donde un tercer sujeto, el conductor, les esperaba a una cuadra del lugar.
6
En el sitio de los hechos, un desconocido se acercó a Mauricio García-Prieto
Hirlemann y tocándole el hombro le manifestó que vio al conductor del vehículo en
que huyeron los agresores y notó que le faltaban los dedos de una mano; el hombre
que manifestó lo anterior nunca fue identificado. Don Mauricio García-Prieto
Hirlemann, en dicho momento, también observó la presencia de un miembro de la
Policía Nacional debidamente uniformado, quien omitió tomar providencia alguna
para preservar la escena del delito u obtener información inicial.
9. Ramón García-Prieto fue conducido al hospital privado más cercano, donde falleció a
eso de las 20:00 horas. En las instalaciones de dicho hospital se presentó la Jueza
Décimo Quinta de Paz de San Salvador, Nora Victorina Montoya, quien efectuó el
reconocimiento del cadáver. Con posterioridad, por disposición de ley, las diligencias
de investigación pasarían al conocimiento del Juez Quinto de lo Penal de San
Salvador, entonces el Doctor Andrés Pineda Chicas.
10. Con fecha 23 de julio de 1996, la entonces Señora Procuradora para la Defensa de los
Derechos Humanos, Doctora Victoria Marina Velásquez de Avilés, dictó resolución
en torno a la ejecución extrajudicial de Ramón Mauricio García Prieto Giralt e hizo
público el resultado de sus verificaciones.
Los aspectos más relevantes del proceso que fueron verificados por esta Procuraduría,
en ese entonces, se desarrollarán en los siguientes párrafos.
11. La DIC de la PNC, unidad élite de las investigaciones criminales del Estado, designó
personal policial al caso hasta el día 04 de julio de 1994 –transcurrido casi un mes
desde la ejecución extrajudicial de Ramón-, siendo los detectives responsables los
señores Marco Antonio Viana Castillo y Fermín Sánchez López. Pese a ello, los
policías designados no dirigieron realmente la investigación del caso, pues la misma
fue conducida con mayor protagonismo por otro detective no designado formalmente:
el señor Carlos Romero Alfaro. No existió control o intervención de agentes fiscales
en la investigación. Tales circunstancias fueron aceptadas públicamente con
posterioridad por el propio detective Romero Alfaro.
12. La DIC, por otra parte, identificó a los autores materiales del asesinato de Ramón
García Prieto como José Raúl Argueta Rivas y Pedro José Sánchez Guerrero,
concluyendo como principal hipótesis que el móvil del crimen fue el robo. Tales
imputaciones y conclusión carecían de mayores elementos probatorios, pues se
sostenían sobre la única base de información proporcionada por supuestas “fuentes
7
confidenciales” cuya identidad, procedencia y confiabilidad se mantuvieron en
secreto.
El Juez Quinto de lo Penal de San Salvador, doctor Andrés Pineda Chicas, jamás
verificó la certeza o falsedad en el dicho de estas “fuentes confidenciales”. Tampoco
la DIC registró en el expediente que hubiese realizado diligencias en orden a
confirmar la información de tales fuentes secretas.
14. A su vez, Romero Alfaro afirmó, al ser detenido, que su incriminación en el caso
Velis era un acto de venganza de Raúl Argueta Rivas, por haber sido él [Romero
Alfaro] quien lo incriminó como autor material del homicidio de Ramón García
Prieto.
16. Otra anomalía fue la ausencia de investigaciones serias respeto de dos carnés
calificados como falsos por la PNC, decomisados al imputado Argueta Rivas, en los
8
cuales se le acreditaba como Sargento Detective del Estado Mayor Conjunto de la
Fuerza Armada y otro como “Sargento de las Fuerzas Especiales”. Extrañamente,
tales carnés desaparecieron del expediente judicial y sólo fueron reintegrados tras
varios requerimientos de la PDDH, sin que el Juez de la causa –el doctor Pineda
Chicas- diese explicaciones sobre su paradero.
17. Igualmente, esta Procuraduría estableció que los familiares de Ramón García Prieto
Giralt eran víctimas de actos de intimidación y coacción recurrentes, los cuales
afectaban su seguridad, tales como amenazas u hostigamientos telefónicos,
persecución en vehículos, vigilancias de sujetos desconocidos vestidos de civil, entre
otros actos similares.
En una ocasión, el señor Mauricio García Prieto Hirlemann pudo fotografiar a uno de
los sujetos que les vigilaban y al vehículo en que éste se conducía, resultando ser el
individuo un miembro de la División de Investigación Criminal de la PNC. Una
Jefatura de la DIC adujo que dicho detective, junto a otros policías de la misma
División, realizaban diligencias correspondientes a otro caso, el cual no tenía
vinculación alguna con la familia García Prieto. La PNC y la FGR nunca efectuaron
investigaciones para determinar la veracidad de tal respuesta oficial.
18. Los aspectos más relevantes de la resolución del 23 de julio de 1996 se describen a
continuación.
“De las características del hecho en que fue asesinado el señor RAMÓN
MAURICIO GARCÍA PRIETO GIRALT, puede establecerse claramente que el
móvil del crimen era el homicidio y no el robo, ya que la víctima no opuso
resistencia alguna a entregar el dinero, ni realizó acciones de defensa que motivaran
una agresión semejante por parte de los hechores. Si bien la motivación política del
asesinato no puede ser establecida según los resultados de nuestra investigación,
resulta claro que los asesinos constituían un pequeño grupo operativo cuya
actuación era muy “profesional” en la perpetración de este tipo de ilícitos. La
comisión del asesinato y robo, así como la huida de parte de los asesinos se
9
desarrolla con tal libertad de movimientos, que puede presumirse que otros sujetos
les brindaban apoyo en el área del asesinato; así también, el sitio y momento del
mismo permiten deducir que la víctima había sido objeto de algún tipo de
seguimiento anterior, siendo el caso que, además, los asesinos seleccionaron una
situación en la cual la víctima se encontraba en condiciones de extrema indefensión,
pues se conducía con su pequeño hijo en brazos. Tales elementos denotan la
existencia de una planificación y capacidad logística de parte de los hechores, que
debieron seleccionar cuidadosamente el lugar y momento más adecuado para la
perpetración y demostraron suficiente capacidad operativa para desarrollarla sin
mayores obstáculos.”
19. Esta Procuraduría consideró que la perpetración del crimen correspondía a una
fenomenología de la violencia delincuencial descrita por el Grupo Conjunto para la
Investigación de Grupos Armados Ilegales con Motivación Política (en adelante el
Grupo Conjunto) y que se manifestaba en el país durante el período en que fue
ejecutado Ramón Mauricio.
20. Dio por establecida la PDDH, también, la violación al derecho a la seguridad personal
en perjuicio de Mauricio García Prieto Hirlemann, Gloria Giralt de García Prieto y
Carmen Estrada viuda de García Prieto, por acciones de coacción e intimidación
promovidas por Grupos Armados Irregulares. Las intimidaciones fueron consideradas
por esta Procuraduría de tal magnitud y periodicidad, que las mismas permitían
presumir que el grupo de sicarios implicados en el caso se encontraban vinculados a
una estructura mayor, de considerable capacidad o poder financiero y logístico, la
cual se veía favorecida con un alto grado de impunidad.
1
Informe del Grupo Conjunto, Capítulo IV, 1.2, estructuras.
10
21. Lo anterior se vio agravado al establecerse la participación de un miembro de la DIC
–Carlos Romero Alfaro- respecto de graves irregularidades en la investigación del
caso García Prieto Giralt, mientras las investigaciones llevadas a cabo por la
ONUSAL le implicaban en uno de los asesinatos políticos más conmocionantes del
período: el de Francisco Velis. Igualmente resultó preocupante para esta Institución
que se evidenciara la presunta participación de otro miembro de la DIC en acciones
de vigilancia intimidatoria en contra de la familia García Prieto Hirlemann, sin que el
incidente se hubiese investigado debidamente.
11
Omisión de investigar efectivamente los actos de amenazas e intimidaciones
sufridas por la familia García Prieto Giralt, especialmente la posible comisión
de una de estas acciones por elementos de la DIC.
23. En la misma resolución de 1996, esta Procuraduría dio por establecida la violación al
debido proceso legal por retardación de justicia, atribuyendo responsabilidad al
mencionado Juez, doctor Andrés Pineda Chicas.
12
como un deber jurídico propio y especialmente cuando se presume la
participación delincuencial de grupos armados irregulares, cuyas características
delictivas, conforme al patrón histórico en nuestro país, están encaminadas
precisamente a ocultar a los autores intelectuales y configurar situaciones de
impunidad.”
A. Investigaciones de ONUSAL
13
(MINUSAL), copia de las investigaciones realizadas por esa instancia en el caso
Ramón García Prieto Giralt.
Pese a lo anterior, la ORSS concluyó que muy probablemente los autores del
homicidio eran miembros de la División de Investigación Criminal (DIC) de la PNC,
quienes junto a otras personas civiles y ex policías nacionales fueron señalados
también como presuntos responsables de ejecuciones y atentados políticos,
especialmente dirigidos en contra de miembros de la ex guerrilla del FMLN2. Para ese
entonces, la DIC se encontraba conformada por ex miembros de la Comisión
Investigadora de Hechos Delictivos3.
28. De hecho, la ONUSAL realizó una investigación conjunta para el caso de Ramón
García Prieto y para el caso de la ejecución extrajudicial de Francisco Velis, dirigente
del FMLN asesinado el 25 de octubre de 1993. Una de las evaluaciones de la ORSS
remitida a esta Procuraduría, refiere la razón de esta investigación conjunta:
2
La ex guerrilla salvadoreña, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), luego de
los Acuerdos de Paz constituida en partido político, estuvo conformada por cinco organizaciones: el Partido
Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), las Fuerzas Populares de Liberación (FPL);
las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL); el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y las Fuerzas
Armadas de la Resistencia Nacional (FARN).
3
La Comisión Investigadora de Hechos Delictivos (CIHD), al igual que la Unidad Ejecutiva
Antonarcotráfico (UEA), se habían conformado como unidades especializadas de investigación con
antelación al fin del conflicto armado interno; sin embargo, todo su personal fue seleccionado de la Fuerza
Armada y de los Cuerpos de Seguridad, por lo que siempre mantuvieron una composición militar. En
violación a los Acuerdos de Paz de 1992 y de la nueva Ley Orgánica de la PNC, ambas unidades fueron
incorporadas completamente a la nueva Policía Nacional Civil, constituyendo respectivamente las
Divisiones de Investigación Criminal y Antinarcóticos. Tanto la CIHD como la UEA, se encontraban
severamente cuestionadas por violaciones a los derechos humanos; de hecho, la CIHD, según la Comisión
de la Verdad, promovió un fraude procesal en orden a proteger a los responsables de la masacre de seis
sacerdotes jesuitas y dos de sus empleadas, ocurrida a manos de la Fuerza Armada en 1989.
14
“Los mencionados casos comenzaron a ser verificados e investigados por la
ORSS, desde el mismo momento en que ambos se produjeron, el primero de ellos
el 25/10/93 y el segundo el 29/06/94 aunque este último se produjo el día 10 del
mismo mes pero no fue denunciado ante la ORSS y la Procuraduría de DD.HH.
hasta dicha fecha.
No obstante en los primeros días del mes de Octubre del pasado año de 1994, se
comenzó a investigar los mismos juntamente, al estar ambos relacionados, no en
cuanto al móvil sino a los supuestos autores que participaron en ellos, en calidad
de responsables materiales e inductores, para la comisión de dichos asesinatos.
Esta relación se obtiene primeramente de una información recibida del
responsable de la Comisión de Presos Militares, la cual verificada oportunamente
con diferentes testigos va perfilando con el transcurso de estos tres meses la
autenticidad de dicha información, existiendo una muy probable implicación de
personas vinculadas a la División de Investigación Criminal de la PNC que en
unión de otras civiles, algunas de ellas ex policías nacionales hubieran participado
directa e indirectamente en los asesinatos y posiblemente en otros hechos
delictivos.”
29. La ORSS constató que, en fecha 25 de julio de 1994, la DIC adujo haber identificado
al asesino de Ramón García Prieto a través de una “fuente confidencial”. Según los
detectives, Raúl Argueta se dedicaba a vigilar personas que retiraban fuertes sumas de
dinero en los bancos para luego asaltarles, con lo cual los investigadores de la DIC
presumieron el robo como móvil del crimen. También verificó la Misión que Argueta
fue detenido por orden administrativa el 16 de agosto del mismo año, siendo
reconocido categóricamente como uno de los sicarios por la viuda de Ramón
Mauricio, Carmen Alicia Estrada y por dos testigos presenciales más.
30. Luego de la detención de Argueta, la ORSS registró que se produjo casi un mes de
inactividad investigadora por parte de la DIC, hasta que el 12 de septiembre de 1994
nuevamente una “fuente confidencial”, presuntamente manifestó que Argueta sostenía
vínculos con un grupo delincuencial del cual formaba parte Pedro José Sánchez
Guerrero. Un testigo presencial, quien posteriormente evidenció contradicciones en su
testimonio4, reconoció en fotografía a Sánchez como partícipe en el homicidio de
Ramón Mauricio.
31. La ORSS constató que Sánchez Guerrero fue detenido el 05 de diciembre de 1994 en
el mercado Sagrado Corazón de San Salvador, casi un mes después que el Juez
Quinto de lo Penal dictara su orden de detención; el Jefe de la DIC, doctor Roberto
Mendoza, adujo que lo tenían “localizado” desde varios días atrás, pero que no
procedieron a detenerlo porque se hacía acompañar de “escoltas fuertemente
4
Esta situación motivó a que la ORSS presumiera que el testigo fue inducido por los investigadores de la
DIC.
15
armados”. La señora Carmen Estrada viuda de García Prieto descartó plenamente
reconocerle como uno de los autores del crimen y Sánchez fue absuelto por un
tribunal de jurado.
32. Otro tema llamativo, verificado por la ORSS, fue que esta oficina sostuvo entrevistas
con una persona que sufrió el robo de objetos de cuantioso valor en su residencia;
dicha persona, posteriormente, recibió informaciones provenientes de internos de un
centro penal, en el sentido que podían identificar a los autores del robo; las mismas
personas le manifestaron que podían aportar datos sobre los autores del asesinato de
Ramón García Prieto.
A finales de noviembre de 1994, la citada víctima del robo recibió el mensaje de una
persona que se identificó como “Israel”, quien le propuso una cita en un restaurante
de la capital, a fin de proporcionarle información en los temas antes aludidos,
presuntamente para obtener recompensa por la recuperación de los artículos robados.
La víctima del robo dio aviso a la ONUSAL y ésta Oficina, a su vez, al Jefe de la
DIC, Roberto Mendoza, quien propuso un dispositivo encubierto de la policía para
16
identificar y dar seguimiento al supuesto informante. No obstante lo anterior, el Jefe
de la DIC, momentos antes del encuentro y en forma repentina, decidió no desplegar
el dispositivo policial, sugiriendo que la persona denunciante se entrevistara a solas
con el denominado “Israel” y que después trabajaran un retrato hablado. Además, la
victima del robo recibió una llamada de “Israel” quien le manifestó que, en camino de
la reunión, unos sujetos le habían interceptado y le conminaron a no proporcionar la
información, por lo que se sentía atemorizado, aunque insistió en sostener la reunión,
a la cual la víctima del robo no acudió por temor a su seguridad.
33. Los informes de la ORSS verificaron, por otra parte, las actuaciones irregulares del
detective Carlos Romero Alfaro en las investigaciones del caso García Prieto, las
cuales incluyeron la búsqueda de una fotografía de Raúl Argueta Rivas con uno de
sus compañeros de unidad. Es oportuno destacar, también, que la ORSS registró la
recepción de información que vinculaba a un detective de la DIC conocido como
“Zaldaña” y a un ex policía nacional conocido como “René Díaz Ortiz”, como
responsables del homicidio de Ramón García Prieto.
17
análisis detallado de la información, la ORSS consideró que tales móviles carecían de
fundamento.
34. Finalmente, es oportuno mencionar que la ORSS registró, también, un perfil del
imputado y posterior condenado por el homicidio, Raúl Argueta Rivas, en el contexto
de dos entrevistas personales. Éste manifestó, con fecha 19 de octubre de 1994, que
desde el año de 1980 se desempeñó como “informante” de la Guardia Nacional, la
Policía Nacional, la Policía de Hacienda y la Unidad Ejecutiva Antonarcotráfico
(UEA). Afirmó que los carnés falsos que portaba el día de su detención se los había
facilitado un Capitán llamado “Gustavo” de la S-II del Estado Mayor de la Fuerza
Armada. También expresó Argueta que estuvo de alta en la Primera Brigada de
Infantería durante los años 1985 a 1987 y que, siendo informante de un detective de la
5
Este informe de la ONUSAL adolece de la deficiencia que no consta en el mismo la identidad del
informante que solicitó el anonimato, lo que afecta la posibilidad de confirmación de su testimonio.
18
DIC, de indicativo “Franklin”6, le proporcionó información sobre el asesinato del
líder del FMLN Francisco Velis, la cual inculpaba a dos detectives conocidos como
“Zaldaña” y “René Díaz Ortiz”, a partir de lo cual Franklin no quizo saber más del
asunto. Adujo ser inocente del asesinato de García Prieto.
En una segunda entrevista, Argueta Rivas admitió haber desempeñado otras funciones
militares como: informante de inteligencia de la Sección II de la Primera Brigada de
Infantería durante los años 1988 a 1989; motorista privado del Mayor Zelaya
Domínguez de la Policía Nacional en los mismos años y Subsargento en la
Comandancia Local de la Fuerza Aérea en San Martín (Dpto. de San Salvador) en el
año de 1989.
B.1 La conexión del caso García Prieto con el homicidio de Francisco Velis
Castellanos y los atentados a la diputada Nidia Díaz
35. Darol Francisco Velis Castellanos, de 35 años de edad, dirigente del FMLN, fue
asesinado en la ciudad de San Salvador el 25 de octubre de 1993, por dos sujetos que
le interceptaron mientras bajaba de su vehículo junto a su hija de dos años de edad, a
quien se disponía a dejar en la guardería “Centro de Desarrollo Infantil”. Uno de los
sujetos le asestó un disparo en el cráneo que le causó la muerte inmediata frente a su
hija7.
36. Las investigaciones realizadas por ONUSAL revelaron la participación del detective
de la DIC conocido como “Zaldaña” y del presunto sargento de la Policía Nacional
“René Díaz Ortiz” como presuntos autores, en complicidad con al menos dos
personas más. Raúl Argueta Rivas participó como “informante” de la DIC durante las
pesquisas que llevaron a imputar a “Zaldaña” y “Rene Díaz Ortiz” el asesinato de
Velis, como ha sido ya relatado.
6
“Franklin”: pseudónimo utilizado por el detective de la CIHD-DIC, Edgar Guzmán Urquilla, responsable
de las investigaciones en el caso Velis.
7
Las similitudes del modus operandi de este crimen, con el utilizado en el homicidio de Ramón Mauricio
García Prieto, no dejan de ser altamente llamativas: dos sicarios que cometen el homicidio, un tercero que
espera en el vehículo para la fuga a una cuadra del lugar, selección de un momento de alta vulnerabilidad
de las víctimas, mientras están junto a un menor hijo (a), entre otros.
19
Ramón García Prieto. Por otra parte, las evidencias judiciales que esta estructura fue
responsable de los atentados contra la vida de la diputada María Marta Valladares
(Nidia Díaz), en los meses de febrero y mayo de 1994, lleva a la presunción que este
grupo operativo se dedicaba en forma sistemática a realizar ejecuciones
extrajudiciales de personas.
37. Uno de los imputados que fue condenado por el asesinato de Francisco Velis,
Arnoldo Martín Martínez, facilitó un vehículo para cometer uno de los atentados en
contra de la diputada Díaz. Poco tiempo antes de participar en el asesinato de Velis,
Martín Martínez se desempeñaba, al igual que Raúl Argueta Rivas, como informante
de la CIHD en el caso de otro asesinato político: el de Oscar Grimaldi Burgos,
miembro del aparato logístico de la organización FPL-FMLN8.
38. Las investigaciones seguidas en los casos de Francisco Velis y Nidia Díaz
demostraron cuan poderosa e impenetrable era y es la impunidad de esta estructura
armada ilegal, la cual operó como un “escuadrón de la muerte” de la posguerra para
cometer crímenes políticos; pues el aparato investigativo policial del Estado se utilizó
en función de mantener impunes sus crímenes, mediante la tolerancia o
encubrimiento ejercido por importantes jefaturas policiales y ante la más extrema
pasividad fiscal y judicial.
En tal sentido, la impunidad que signó los casos del dirigente Velis y la diputada Díaz
resulta de particular importancia para explicar la impunidad consecuente en el
homicidio de Ramón García Prieto.
Los detalles de la verificación realizada por esta Procuraduría respecto del caso del
homicidio de Francisco Velis y atentados a la diputada Nidia Díaz se detallan a
continuación.
20
Delictivos (CIHD), posteriormente convertida en la nueva DIC de la PNC,
constituyeron un enorme fraude de información y estuvieron orientadas a mantener la
impunidad de los asesinos, pues atribuyeron el homicidio de Velis a una persona
llamada Carlos Arturo Zaldaña Ayala, quien en realidad fue un soldado fallecido en
el año de 1982, once años antes del atentado que cegó la vida de Francisco Velis9.
40. Diversos jueces que conocieron del caso como titulares del Juzgado Segundo de lo
Penal de San Salvador fueron responsables de dar valor procesal a este fraude, pues
no realizaron las mínimas diligencias de verificación sobre las investigaciones de la
CIHD. Uno de tales jueces fue el doctor Andrés Pineda Chicas (quien conoció del
caso de Ramón García Prieto como Juez Quinto de lo Penal).
41. Darol Francisco Velis Castellanos era uno de los fundadores de la organización
PRTC, integrada al FMLN desde la formación de ese frente guerrillero. Ostentaba
una posición de liderazgo y tenía asignado un trabajo político de seguimiento a los
Acuerdos de Paz en materia de seguridad pública, lo que incluía verificar la inminente
violación a tales Acuerdos que supondría el traslado de todo el personal de la
Comisión Investigadora de Hechos Delictivos a la nueva DIC de la PNC y de la
Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico a la nueva DAN de la PNC 10. Había recibido
amenazas y seguimientos y, extrañamente, los trámites para que la policía le prestase
seguridad personal se habían retrasado. Su asesinato, como es evidente, estuvo
políticamente motivado.
Aunque el crimen se produjo ante numerosos testigos, luego que la DIC trabajase y
mantuviera en régimen de protección a algunos de ellos, sus declaraciones resultaron
disímiles, lo que hace pensar que pudieron estar inducidos o coaccionados. Al menos
uno de los testigos presenciales más relevantes, manifestó a la PDDH haber sufrido
amenazas y coacciones por los investigadores de la DIC.
Por otra parte la PNC permitió la contaminación de la escena del crimen y los
resultados del laboratorio criminalístico (formado también por ex miembros de la
CIHD) arrojó vacíos importantes, incluso presentando contradicciones sobre las
características de ciertas evidencias respecto a lo constatado por ONUSAL.
9
Ver resolución SS-1968-93 de la PDDH, de fecha 20 de marzo de 1998, caso del homicidio de Francisco
Velis y los atentados a Nidia Díaz y Cruz Elías Cortez.
10
Entrevista a la diputada del PARLACEN, María Marta Valladares de fecha 22 de abril de 2004. El
traslado del personal completo de la CIHD a la nueva DIC y de la UEA a la DAN de la PNC, se produjo en
el mes de enero de 1994, poco más de tres meses luego del asesinato de Velis.
21
42. Los investigadores asignados por la CIHD, posteriormente DIC, fueron Edgar
Guzmán Urquilla (“Franklin”) y Ramón Arístides Díaz Ramos. Las irregularidades
cometidas por los investigadores fueron de tal magnitud, que la PDDH presumió que
utilizaron información falsa con el objeto de confundir las investigaciones. El mayor
fraude consistió en la presentación de “Carlos Arturo Zaldaña Ayala” como uno de
los asesinos de Francisco Velis.
En el año de 1998, esta Procuraduría comprobó fácilmente que Zaldaña Ayala fue un
soldado que falleció en el año de 1982, pese a lo cual el supuesto occiso había
obtenido documentos de identidad con posterioridad a esa fecha y que, incluso, había
sido detenido después del homicidio de Velis. Por tanto, resultaba obvio que otra
persona usurpaba la identidad del fallecido Zaldaña Ayala. La CIHD-DIC,
inexplicablemente, no realizó indagaciones al respecto, pese a la facilidad con que
esta información podía obtenerse.
43. Con fechas 24 de febrero y 19 de mayo de 1994, sujetos armados atacaron a tiros el
vehículo de la Diputada Nidia Díaz, concentrando su línea de fuego en la parte trasera
del automóvil de vidrios polarizados, donde habitualmente la diputada tomaba
asiento. Afortunadamente, en ambas ocasiones la señora Díaz no viajaba en su
vehículo. El motorista y miembro de su seguridad personal, Cruz Elías Cortez, resultó
lesionado levemente en cada uno de los atentados.
Los investigadores Urquilla y Díaz Ramos (del caso Velis) trasladaron el contenido
del acta que contiene la información de los detenidos de Santa Ana, simulando una
diligencia propia (el caso de los atentados a Nidia Díaz era trabajado por otro equipo
de la CIHD), lo cual les permitió mostrar fotografías de estas personas a testigos del
caso Velis. A resultas de ello, según la CIHD, los testigos identificaron a Arnoldo
Martín Martínez y al supuesto “Arturo Zaldaña Ayala” como los asesinos de Velis.
22
Tal reconocimiento les permitió cerrar el caso. Obviamente, sólo Arnoldo Martín
Martínez fue detenido y juzgado.
47. No obstante, Romero Alfaro se fugó, presuntamente con tolerancia del entonces Jefe
de la DIC, Doctor Roberto Mendoza Jerez, pues el imputado se presentó incluso a las
instalaciones de esa División policial con fecha 20 de marzo de 1995.
23
El Jefe de la División de Seguridad Pública de la PNC, Subcomisionado Elías Julián
Belloso, tuvo en sus manos la orden judicial de detención en contra de Romero desde
el día 20 de marzo de 1995, pero la remitió materialmente a la DIC hasta el día 22 del
mismo mes. El día 20, Romero Alfaro se habría presentado a las instalaciones de la
DIC y retirado de la misma sin contratiempos. Belloso adujo que notificó verbalmente
al jefe de la DIC, Roberto Mendoza Jérez, sobre la orden de detención, desde el
mismo día 20 de marzo; Mendoza lo negó.
11
El DICO fue creado a partir de una recomendación del Grupo Conjunto para la Investigación de Grupos
Armados Ilegales, que sugirió la creación de una unidad policial especializada para investigar a este tipo de
estructuras. Sin embargo, el Gobierno nunca permitió que el DICO ejerciera tal labor. No obstante, el
DICO realizó actividades de relevancia, entre ellas la investigación de un “escuadrón de la muerte” que
realizaba ejecuciones con fines de “limpieza social” en 1995, demostrando la participación de miembros de
la PNC. Luego de estos avances, el personal del DICO fue acosado laboralmente y trasladado, además que
se designaron jefaturas no idóneas para la naturaleza del Departamento. Finalmente, el DICO perdió su
perfil logrado de credibilidad e imparcialidad, volviéndose una instancia tan poco confiable como la misma
DIC.
24
decidió esperarles. Testificó que los mencionados retornaron ya avanzada la mañana
de ese día a las oficinas, en una actitud de cierto nerviosismo.
Declaró que Díaz Ramos le manifestó con posterioridad que “el trabajo” fue asesinar
a Velis. El testigo afirmó haberse escondido durante mucho tiempo de estas personas,
pues consideraba que su vida corría extremo peligro en razón de la información que
poseía.
49. En verificaciones posteriores realizadas por esta Procuraduría, se estableció que con
fecha 14 de febrero de 2000, el Juez Segundo de Instrucción de San Salvador (antes
Segundo de lo Penal), dictó sobreseimiento a favor de los imputados Flores
Guardado, Díaz Ramos y Sánchez, invocando el principio indubio pro reo, pues la
única prueba en su contra presentada en sede judicial por las instancias policiales y
fiscales era la declaración del testigo Joaquín Paredes.
50. A través de sentencia judicial dictada con fecha 04 de octubre de 2001, la cual
consigna el resultado de la vista pública del caso, los imputados Arnoldo Martín
Martínez y Carlos Romero Alfaro fueron condenados a veinte años de prisión por el
25
homicidio de Francisco Velis. El imputado Jesús Escobar Peña a diez años de prisión
por el delito de homicidio en tentativa en perjuicio del señor Cruz Elías Cortez
(motorista de la diputada Nidia Díaz que conducía el vehículo de ésta en ambos
atentados).
No se investigó ni procesó nunca a otros autores, aunque resultaba evidente que más
autores materiales e intelectuales estuvieron involucrados en los crímenes. Jamás se
investigó las responsabilidades de autoridades policiales ni judiciales respecto de las
informaciones falsas vertidas en el proceso, las coacciones a testigos o las
negligencias investigativas. Tampoco se investigaron seriamente las
responsabilidades por la fuga de Carlos Romero Alfaro.
52. Durante los primeros meses de “la paz” reinó una relativa calma en el país; el período
coincidió con el inicio de las investigaciones de la Comisión de la Verdad (COVER),
entidad creada por los Acuerdos de Paz suscritos en la ciudad de México el 27 de
abril de 1991 y cuya misión fue “la investigación de graves hechos de violencia
ocurridos desde 1980, cuyo impacto sobre la sociedad reclama con mayor urgencia el
conocimiento público de la verdad”12.
12
El Secretario General de la ONU designó como integrantes de la Comisión a los Señores Belisario
Betancur (ex Presidente de Colombia), Reinaldo Figueredo Planchar (ex Ministro de Relaciones Exteriores
de Venezuela) y Thomas Buergental (ex Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos).
26
No obstante, aún antes que fuese entregado el Informe de la COVER, especialmente a
partir del segundo semestre de 1992, se produjeron en el país una serie de actos
violentos donde era presumible la motivación política; tales actos fueron reiterados y
de tal gravedad, que pueden enmarcarse dentro del concepto de una práctica
sistemática.
53. El modus operandi de estos hechos fue extremadamente coincidente con el seguido
por los “escuadrones de la muerte” que aterrorizaron a la población durante el
conflicto armado: comportamiento que revelaba planificación, seguimientos y
vigilancias previas, uso de vehículos polarizados, impunidad, presunta participación
de miembros de cuerpos policiales, entre otras características. El tema de la
persistencia en el accionar de los escuadrones de la muerte, en esta ocasión en
tiempos de paz, se abrió entonces de nuevo al debate público.
27
adelante esta tarea y sugirió que el Gobierno buscase ayuda internacional
especializada.
De esta forma, por iniciativa del señor Secretario General de la ONU, fue creado el
“Grupo Conjunto para la Investigación de Grupos Armados Ilegales con Motivación
Política en El Salvador” (en adelante el Grupo Conjunto), el cual estuvo compuesto
por el entonces Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, por un
14
Informe del Grupo Conjunto, op cit., 1994, I.1.B, Resurgimiento de la violencia en 1993.
28
representante del Secretario General de la ONU y por dos representantes del
Gobierno15. El mandato del Grupo Conjunto se definió de la siguiente manera:
“entre los instrumentos más atroces de la violencia que conmovió al país durante
los últimos años, estuvo la acción de grupos armados particulares que actuaron
con toda impunidad. Es necesario adoptar todas las medidas que sean precisas
para asegurarse del desmantelamiento de los mismos. A la luz de la historia del
país, en este campo la prevención es imperativa. El riesgo que tales grupos
renueven su acción siempre existe. La Comisión recomienda que se emprenda
de inmediato una investigación a fondo a este respecto y que se solicite, por los
canales que la confidencialidad de la materia impone, el apoyo de la policía de
países amigos que estén en condiciones de ofrecer, dado el aún incipiente
desarrollo de la Policía Nacional Civil salvadoreña.” (negrillas agregadas)
57. El Grupo Conjunto presentó su informe a la nación con fecha 28 de julio de 1994,
cuando habían transcurrido apenas un mes y dos semanas desde la ejecución de
Ramón García Prieto, cuyo homicidio, como resultara obvio, no pudo ser objeto de la
investigación del Grupo en ejercicio de su mandato.
Los anexos confidenciales del Informe, los cuales no se hicieron públicos, fueron
entregados al señor Presidente de la República, doctor Armando Calderón Sol y al
señor Fiscal General de la República, doctor Romeo Melara Granillo.
15
Las personas que integraron el Grupo Conjunto fueron el doctor Carlos Mauricio Molina Fonseca,
Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos; el doctor Diego García Sayán, Director de la
División de Derechos Humanos de ONUSAL, así como los doctores Juan Jerónimo Castillo y José Leandro
Echeverría, nombrados por el Presidente de la República. El segundo de ellos falleció por causas naturales
antes de la finalización del mandato del Grupo Conjunto.
16
Ibid. I.2, Integración y mandato del Grupo Conjunto.
29
C.3 Algunos casos ilustrativos contenidos en el Informe del Grupo Conjunto
58. El panorama de la violencia común y política del post conflicto armado salvadoreño y
descrito en el informe final del Grupo Conjunto, ha proporcionado una idea de la
magnitud, gravedad y carácter sistemático de tal violencia.
Algunos de los más relevantes ejemplos de esta violencia que fueron descritos por el
Grupo Conjunto, ilustran el contexto de recurrentes violaciones a los derechos
humanos e impunidad imperante durante aquellos años, los cuales precedieron y
podrían explicar no sólo el homicidio, sino la situación particular de impunidad en el
caso García Prieto.
59. A los efectos del presente informe, particular importancia cobra examinar diversos
ejemplos del patrón de las ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias o sumarias de
personas contenidos en el informe del Grupo Conjunto, ocurridas en el período que va
de 1992 a inicios de 1994, sin dejar de recordar que dicho informe incluye la
descripción de otras prácticas igualmente deleznables cometidas por este tipo de
grupos armados tales como amenazas a muerte, vigilancias, secuestros, golpizas e
interrogatorios extralegales.
17
Tomando muy en cuenta esta “fusión” de actividades criminales comunes y políticas, el Grupo Conjunto
afirmó una clara diferenciación entre los “escuadrones de la muerte” que operaron en los ochentas, respecto
de las estructuras armadas ilegales de los noventas. No obstante lo anterior, la característica de combinar
acciones de delincuencia común y política ya era un patrón de comportamiento de los escuadrones de la
muerte que operaron en los ochentas, como lo demostró la Comisión de la Verdad.
30
José Eduardo Pineda Valenzuela fue lesionado gravemente el día 31 de julio de
1992. Era un alto funcionario de la PDDH y sufrió un atentado con arma de fuego
en su vivienda, sin que los agresores robaran objetos de valor. Pineda se había
desempeñado como fiscal del caso jesuitas y observador de la PDDH en las
investigaciones sobre la Masacre de El Mozote18. La víctima murió tiempo
después luego de semanas en cuidados intensivos hospitalarios. El Grupo
Conjunto consideró insuficientes las investigaciones de la Comisión de
Investigación de Hechos Delictivos, de la Fiscalía y del Juez competente.
Juan Adalberto Ayala Rivas, fue ejecutado el 13 de agosto de 1992. Era miembro
del Batallón de Inteligencia Militar. Transitaba en una carretera en el interior del
país, junto a su hijo de 5 años y su motorista, cuando fueron interceptados por otro
vehículo, desde el cual les dispararon; al intentar desviarse el motorista perdió el
control y se estrelló contra una vivienda. En esas circunstancias los asesinos se
acercaron y ejecutaron al señor Ayala, sin lesionar a su hijo y acompañante. Ayala
fue miembro durante varios años del FMLN y posteriormente se incorporó a
labores de inteligencia del ejército del Gobierno. Las investigaciones del Grupo
Conjunto dejaron abiertas como posibles hipótesis que el crimen tuviese como
móvil un “ajuste de cuentas” por su deserción al FMLN, no descartando la
posibilidad de la participación de ex combatientes de dicha organización como
responsables o, como segunda hipótesis, que Ayala, quien desarrollaba labores de
inteligencia política, se hubiese convertido en un efectivo con acceso a
información de tal envergadura que se creyese necesaria su eliminación.
José Mauricio Quintana Abrego, fue ejecutado el día 16 de abril de 1993. Era un
ex - asesor civil en temas de inteligencia del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza
Armada. Fue secuestrado en un vehículo rojo y ejecutado posteriormente; se
encontró con las manos maniatadas hacia atrás. Investigaciones de la familia
señalaron a un alto jefe militar como responsable; por tal motivo fueron
hostigados y vigilados permanentemente, al grado que debieron abandonar el
país19.
18
La Masacre de El Mozote ocurrió en el caserío del mismo nombre y lugares aledaños, los días 11 al 13 de
diciembre de 1981, cuando tropas del Batallón de Infantería “Atlacatl” ejecutaron a centenares de
campesinos civiles, entre mujeres, niños, adultos y adultos mayores. El operativo se desarrolló en
aplicación de una estrategia militar denominada “tierra arrasada”, la cual se fijó como objetivo militar el
exterminio masivo de civiles.
19
No deja de ser llamativa la similitud de la persecución a la familia Quintana respecto de la sufrida por la
familia García Prieto Giralt.
31
Jaime Remberto Domínguez, fue ejecutado el día 23 de julio de 1993. Era
Capitán de la Fuerza Armada. Siete sujetos presuntamente implicados en el
asesinato fueron detenidos por robo, pero cuatro de ellos liberados posteriormente
por orden judicial. Con antelación, el Capitán Domínguez había sufrido el robo de
su vehículo, enterándose que el mismo se encontraba en las instalaciones de la
Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico (UEA) instancia policial del Gobierno, motivo
por lo cual el Capitán interpuso denuncia judicial. El Grupo Conjunto encontró
elementos para suponer que miembros de la FAES y de la UEA podrían ser
responsables de la ejecución. Los familiares de la víctima y el juez que conoció
del caso del robo se vieron acosados con amenazas a muerte.
Oscar Grimaldi Burgos, fue ejecutado el 19 de agosto de 1993. Era miembro del
aparato logístico de las FPL-FMLN. EL Grupo Conjunto consideró que su
asesinato obedeció a móviles políticos, pero se había tratado de disimular el
mismo como un delito común, mediante el uso de sicarios. El “informante”
Arnoldo Martín Martínez colaboró en la investigación y señaló como autor
material del crimen a Salvador Guzmán Pérez. Guzmán sería ejecutado antes de
su captura.
32
el crimen dos sujetos, uno de los cuales amenazó a Velis mientras el otro le asestó
un disparo en la cabeza. Los sujetos se dieron a la fuga tranquilamente y se
dirigieron a un vehículo que les esperaba a una cuadra del lugar. Existían
seguimientos previos y actos de intimidación hacia Velis y hacia el entorno de la
Guardería; acerca de esta última circunstancia se identificó a un miembro de la
Fuerza Armada de El Salvador (FAES), quien jamás fue investigado seriamente.
Las imputaciones sobre la autoría material del homicidio recaerían,
posteriormente, en el “informante” de la CIHD-DIC Arnoldo Martín Martínez; en
el detective de la DIC Carlos Romero Alfaro y en un sargento de la
posteriormente disuelta Policía Nacional, conocido como René Díaz Ortíz. Otro
“informante”, Raúl Argueta Rivas, jugó un papel clave para contactar a la testigo
de cargo a finales del año 1994.
Diputada María Marta Valladares (Nidia Díaz), dirigente y fundadora del PRTC-
FMLN, así como su motorista, Cruz Elías Cortez Pineda, sufrieron atentados
cometidos por sujetos armados los días 24 de febrero de 1994 y 19 de mayo de
1994, frente a la residencia de la primera en la ciudad de San Salvador. La
diputada no se conducía dentro del vehículo durante los atentados; sobrevivió a
ambos atentados, milagrosamente, su motorista y guardaespaldas, Cruz Elías
Cortez, en gran medida debido a que los sicarios dirigieron el fuego hacia el área
trasera del vehículo de vidrios polarizados, donde presumían que viajaba
Valladares. La fecha del primero de los atentados, otro miembro del PRTC-
FMLN, quien residía en la misma zona que la diputada Valladares, recibió
33
amenazas de muerte en contra de los militantes de ese partido, suscrita por un
presunto escuadrón de la muerte.
64. Masacre de varias personas cometida por hombres que desarrollaban labores de
inteligencia para un Regimiento Militar.
65. Esta Procuraduría también procedió a verificar el desarrollo ulterior del caso Ramón
García Prieto, desde el pronunciamiento institucional del 23 de junio de 1996. Los
resultados de tal verificación establecen que, tras la condena de Raúl Argueta Rivas y
absolución de Pedro Sánchez Guerrero, se detuvieron las investigaciones del Estado
acerca del homicidio de Ramón Mauricio.
34
Los sucesos más relevantes en torno a la investigación de la ejecución extrajudicial de
Ramón García Prieto, durante el período que va del año 1996 al año 2004, se describe
a grandes rasgos en los apartados siguientes.
66. El 22 de octubre de 1996 Gloria y Mauricio García Prieto, Carmen Estrada de García
Prieto, Lourdes García Prieto, junto con el Instituto de Derechos Humanos de la
Universidad Centroamericana (IDHUCA) y el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL), presentaron denuncia ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos por la ejecución extrajudicial de Ramón Mauricio García Prieto y
la persecución sufrida por sus familiares, tal como se describirá en el Capítulo VI del
presente informe.
68. La PNC como respuesta a la petición antes citada, proporcionó seguridad personal a
Gloria y Mauricio García Prieto, Carmen Estrada de García Prieto, Lourdes García
Prieto, así como a miembros de IDHUCA, asignándoles agentes de la División de
Protección de Personalidades Importantes (PPI) de la misma entidad policial.
35
Asimismo, la DIC de la PNC, a través del Departamento de Investigación del Crimen
Organizado (DICO), tomó nuevas declaraciones a los familiares de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt.
Por su parte, la Fiscalía General de la República con base en las nuevas declaraciones
de las víctimas, reactivó la investigación del caso. Los fiscales Oscar Antonio Castro
Ramírez y Pedro José Cruz Rodríguez, con fecha 01 de octubre de 1997 giraron
instrucciones al jefe del DICO sobre la práctica de determinadas diligencias
encaminadas a promover la investigación sobre el homicidio del señor García Prieto
Giralt, tales como realizar un retrato hablado con la testigo Carmen Estrada de García
Prieto, así como obtener por cualquier medio legal los libros de control de entradas y
salidas de personal y vehículos de la División de Investigación Criminal y de la sede
central de la extinta Policía Nacional los días 9, 10 y 11 de junio de 1994.
70. En otro aspecto, con relación al arma de fuego que portaba Ramón García Prieto el
día de su ejecución extralegal y la cual fuera sustraída por los autores del crimen, ésta
se encontraba registrada –copia del respectivo carné se encuentra agregada al proceso
judicial- en el Ministerio de la Defensa Nacional a nombre de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt, la cual se describía como una pistola marca “glock”, número de
serie 9 CA787, nueve milímetros, color negro.
36
fecha 24 de septiembre de 1997, informara cuáles armas se encontraban registradas a
nombre de Ramón Mauricio García Prieto Giralt. Con fecha 03 de octubre de 1997,
respondió el Director de Logística del mismo Ministerio, expresando que dicha arma
no se encontraba registrada a nombre de Ramón Mauricio García Prieto Giralt.
Con fecha 06 de octubre de 1997, el Jefe del DICO requirió nuevamente al Ministerio
de la Defensa Nacional, a fin que informara a nombre de quien se encontraba
matriculada el arma antes descrita. Respondió el Director de Logística manifestando
que no aparecía registrada a nombre de ninguna persona.
37
72. Con base en el citado dictamen fiscal, el mismo día 20 de enero de 1998, el
licenciado José Mauricio Rodríguez Herrera, jefe de la División de Investigación
Criminal de la Policía Nacional Civil, dictó una orden de detención contra Julio
Ismael Ortiz Díaz.
Ese mismo día, 21 de enero de 1998, se le notificó en el interior del Centro Penal
quezaltepeque al señor Ortiz Díaz la orden de detención que se había girado en su
contra.
73. El día 23 de enero de 1998 se hizo efectiva la orden de detención en contra de Julio
Ismael Ortiz Díaz en el Centro Penal quezaltepeque por parte de la DIC de la PNC, al
tener conocimiento que ese día sería puesto en libertad –según consta en el acta de
detención respectiva- y fue llevado a la sede de dicha División policial. No se le tomó
declaración indagatoria debido a que el Procurador General de la República informó
que el defensor público asignado al caso no podría hacerse presente a dichas
instalaciones policiales para la práctica de la diligencia, por encontrarse realizando
otras actividades laborales.
Ese mismo día fue remitido al Juzgado Décimo Tercero de Paz, por órdenes giradas
por los fiscales asignados al caso, licenciados Pedro José Cruz Rodríguez y Oscar
Antonio Castro Ramírez, al Jefe del Departamento de Investigación del Crimen
Organizado. Los fiscales fundamentaron tal decisión en los términos siguientes:
38
ante esa instancia internacional, solicitud en la cual se resuelve profundizar y
determinar penalmente quiénes son todos los responsables del delito en cuestión,
debido a que en la primera investigación sobre el hecho sólo se logró establecer la
responsabilidad penal del imputado JOSE RAUL ARGUETA RIVAS,
actualmente condenado a treinta años de prisión por el Asesinato del señor García
Prieto Giralt, Sentencia impuesta por el Juzgado Quinto de lo Penal de San
Salvador.
Sobre esta reapertura se han practicado varias diligencias, las cuales si bien no han
determinado la totalidad de responsables por el delito en referencia, si han
establecido los elementos de juicio suficientes para determinar que uno de los que
acompañó al imputado Argueta Rivas al momento de Asesinar al señor Ramón
Mauricio García Prieto es el señor JULIO ISMAEL ORTIZ DIAZ.
39
y sobre la misma se han practicado varias diligencias, sin embargo no se ha
logrado aún determinar participación alguna, quedando a su vez diligencias de
averiguación pendientes, por lo que es necesario, seguir investigando tales actos, a
efecto de deducir responsabilidades.”
74. En el Juzgado Décimo Tercero de Paz, el imputado Ortiz Díaz rindió su declaración
indagatoria, en la cual no se responsabilizó del delito que se le imputaba y manifestó
que consideraba que tanto la Policía Nacional Civil como la Fiscalía General de la
República lo había presionado en este caso para que aceptara como ciertos los hechos
que se le atribuían; adujo que mientras se encontraba en el Centro Penal
quezaltepeque fue visitado por miembros de la DIC, así como por el fiscal Pedro José
Cruz Rodríguez, quienes le hacían todo tipo de preguntas con el fin de “involucrarlo”
en la muerte del señor García Prieto Giralt.
El Juez Décimo Tercero de Paz, licenciado Rafael Antonio González Núñez, decretó
la detención provisional del imputado Ortiz Díaz y solicitó a la PNC que se otorgara
protección a los testigos del caso.
75. En cuanto a las amenazas y hostigamientos denunciados por los señores García Prieto
Giralt, la jueza Paredes de Dueñas los declaró como ciertos, pero expresó que no fue
posible individualizar penalmente la responsabilidad sobre tales hechos; literalmente,
la señora Jueza expresó lo siguiente:
40
ciertamente la lógica o algún aspecto subjetivo en la investigación indica que
pudiese estar involucrados estructuras de poder, pero el aspecto objetivo de toda
investigación, el probatorio propiamente tal; nos obliga a concretizar sujetos
activos, a identificarlos, lo que no ha sido posible por una variedad de motivos
(…)
76. El día 25 de mayo de 2001 se llevó a cabo la “vista pública” en la cual el jurado
declaró culpable a Julio Ismael Ortiz Díaz por el delito de homicidio en Ramón
García Prieto.
“en cuanto al móvil que lo llevó a delinquir a juicio de la suscrita el Robo fue
una de las circunstancias que se habían mentalizado ejecutar los sujetos que
atacaron al señor GARCÍA PRIETO GIRALT, entre ellos el imputado ORTIZ
DIAZ, tuvo determinante participación, por lo que es la ambición de obtener
dinero de una forma fácil, a costo y riesgo de cualquier persona (…) se tiene
conocimiento que el imputado laboró en la extinta Comisión de Investigación
de Hechos Delictivos, una figura que precisamente desapareció por
atribuírseles muchas ilegalidades, arbitrariedades y en general violaciones a
los derechos humanos.”
41
77. Es importante mencionar que en el proceso judicial en que se ventilaba el homicidio
de Darol Francisco Velis, se produjeron diversas tentativas por establecer si el señor
Ismael Ortiz Díaz era el mismo “René Díaz Ortiz”; no obstante, las mismas se vieron
recurrentemente frustradas. Los testigos que manifestaron haber conocido a “René
Díaz Ortiz” fueron el ex Jefe de Investigaciones de la DIC, Teniente José Luis Preza
Rivas y el reo Raúl Argueta Rivas. El primero de ellos jamás compareció a los
reconocimientos; el interno Argueta Rivas lo hizo en varias ocasiones, pero las
diligencias se frustraron ante la negativa del señor Ismael Ortiz de participar. Argueta
Rivas se negó a seguir colaborando luego de sufrir un atentado contra su vida dentro
del centro penitenciario en que se encontraba recluido.
(…) Con fecha 14 de enero de 1997, la Fiscalía General de la República hizo del
conocimiento del juez de la causa [de Velis], entonces el Dr. Andrés Pineda
Chicas, que existían elementos de juicio para presumir que el sujeto conocido
como René Díaz Ortiz era en realidad Julio Ismael Ortiz Díaz, recluido en ese
momento en el Centro Penal quezaltepeque, a la orden de otro tribunal por delito
de asociaciones delictivas. La Fiscalía basaba su presunción en que Ismael Ortiz
es un ex sargento de la Policía Nacional y ex miembro de la Dirección Nacional
de Inteligencia y habiéndose demostrado en el proceso que no existe registro
alguno en el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada, sobre afiliado de
nombre René Díaz Ortiz, puede suponerse que tal es un indicativo utilizado por
Julio Ismael.
(…) Por más de un año, el Juez Pineda omitió resolver la petición fiscal sobre la
rueda de reos, hasta que esta Procuraduría requiriera informe sobre los motivos
del retardo. El Juez Pineda Chicas señaló el día 22 de diciembre de 1997 para la
realización de la rueda de reos.
42
(…) El reconocimiento en rueda de reos del 22 de diciembre de 1997 se vio
frustrado al omitir el Juez Pineda nombrar un defensor que asistiera a Ortiz Díaz,
lo que provocó la negativa de éste a participar de la diligencia. La diligencia fue
reprogramada para el 20 de enero de 1998.
Cabe destacar que en ninguna de las fechas señaladas se hizo presente el testigo
José Luis Preza Rivas, por lo que la diligencia únicamente se hubiese realizado
con la participación del testigo Raúl Argueta Rivas.”
78. En el mismo proceso judicial contra Julio Ismael Ortiz Díaz se procesó a Carlos
Romero Alfaro, ex detective de la DIC ampliamente referido con anterioridad, como
otro de los presuntos autores materiales del asesinato de Ramón Mauricio García
Prieto Giralt. Esta imputación penal se basó en la declaración ante el Juzgado Tercero
de Instrucción que rindiera el señor Mauricio García Prieto Hirlemann, en la cual
manifestó que al sujeto que conducía el vehículo en el cual se dieron a la fuga los
asesinos de su hijo “le faltaban unos dedos de una mano”; además, que luego al
encontrarse indagando en la DIC de la PNC sobre el caso de su hijo, pudo apreciar
que al detective Carlos Romero Alfaro presentaba tal característica física.
43
“ (…) luego se citaron algunos testigos claves en cuanto a esta investigación,
como es el caso de miembros de la extinta Comisión Investigadora de Hechos
Delictivos, que luego se convirtió en la División de Investigación Criminal de
la Policía Nacional Civil, grupo de los cuales formó parte Carlos Romero
Alfaro, entre estos tenemos a Roberto Mendoza Jerez, Marco Viana Castillo,
José Mauricio Paredes Calderón, Milton Oswaldo Escalón Fuentes, José Luis
Preza Rivas, Miguel Antonio Ayala Romero, Mario René Ortiz Fabián, José
Luis Tobar Prieto, Edgar Urquilla Guzmán y Jaime Francisco Vigil Recinos,
sin que se haya establecido ningún elemento de juicio en su contra, de igual
manera se cotejaron vehículos que disponía la extinta Policía Nacional a fin de
verificar si en alguna salida de comisión había participado el imputado
mencionado en el mes de junio de mil novecientos noventa y cuatro lo cual no
pudo verificarse, todo en relación al señalamiento que hizo el señor García
Prieto Hirlemann, ya que solo contamos con el dicho del mencionado ofendido
y de una manera indirecta, en donde no obstante las investigaciones efectuadas
han resultado insostenibles los argumentos del agraviado…”
20
Caso “García Prieto”, Colección “Verdad y Justicia” n° 2, IDHUCA, Julio de 2002.
44
destino San Salvador. Sin embargo, en el mismo libro se hacía constar que
ese día, el mismo vehículo había sido utilizado por otros investigadores
desde las 8:45 a.m. hasta las 3:00 p.m. para la realización de diligencias en
el occidental departamento de Santa Ana.”
Los fiscales Pedro José Cruz Rodríguez y Oscar Antonio Castro Ramírez,
solicitaron al Juzgado Tercero de Instrucción, en fecha 12 de abril de 1999, la
realización de algunas diligencias tendientes a investigar a los otros autores del
crimen contra Ramón Mauricio García Prieto Giralt:
45
“entradas y salidas” del personal y tampoco el libro de “novedades diarias”
correspondiente al mismo período, del Batallón San Benito, debido a que la
información proveniente de la Policía Nacional y de esa Comisión se encontraba
completamente desordenada. Luego de ser requerido por la jueza verificar los
registros respectivos, se le informó que se encontraban en las instalaciones de la
“Fuerza Naval”.
“Al Tribunal fueron citadas las personas que fungían como jefes de la
División de Investigación Criminal al momento del crimen.
46
quien se desempeñaba como Jefe de la División de Investigación Criminal
cuando ocurrió el crimen. Paredes Calderón compareció al Tribunal el 11
de diciembre de 1998 y aseguró que desde el primer momento Mendoza
Jerez le solicitó autorización para darle seguimiento al caso, argumentando
“ser amigo de la familia”.
82. En sus declaraciones ante el Juzgado Tercero de Instrucción, los señores José
Mauricio García Prieto Hirlemann y Gloria Giralt de García Prieto, los días 29 de
septiembre y 30 de octubre de 1998 respectivamente, manifestaron que consideraban
al General Mauricio Ernesto Vargas y al concuño de éste, el ingeniero Roberto
Hernán Puente, como los presuntos autores intelectuales del homicidio de su hijo,
debido a que con anterioridad al hecho criminal tuvieron problemas con ambos, a
causa de la compraventa fallida de un terreno propiedad de los señores García Prieto.
En concreto, los señores García Prieto Giralt expusieron que en el año de 1987
pactaron un contrato de “promesa de venta” a favor del ingeniero Roberto Hernán
Puente, sobre un inmueble conocido como “finca El Carmen”, ubicado en la ciudad
de Chinameca, departamento de San Miguel, por el precio de un millón doscientos
mil colones. Este inmueble se encontraba gravado con una hipoteca a favor de la
institución financiera “Banco Agrícola”.
Ambas partes convinieron que el ingeniero Puente pagaría una parte de la venta el día
de la celebración del contrato de promesa de venta –lo cual se efectuó-, mientras la
cantidad restante la pagaría al Banco Agrícola a efecto de cancelar el valor de la
hipoteca; asimismo, el ingeniero Puente se encargaría de gestionar ante el Banco que
autorizaran la venta a su favor y, luego de ello, perfeccionarían la compraventa. Días
después de tomar el acuerdo anterior, el ingeniero Puente les manifestó que del
negocio jurídico participaría el General Mauricio Ernesto Vargas.
47
Transcurrido el tiempo establecido, el señor Puente se negó a entregarles la finca y a
dejar sin efecto el contrato, incumpliendo el acuerdo, por lo que los señores García
Prieto tomaron posesión en forma pacífica de su propiedad. El ingeniero Puente se
molestó con esta acción y les llamó en diversas oportunidades exigiendo la entrega
del dinero de forma prepotente y amenazante, haciendo alarde además de ser
“concuño del General Vargas”.
A fin de solucionar esta situación, el matrimonio García Prieto Giralt se reunió en tres
oportunidades con el general Vargas y el ingeniero Puente; en la última de tales
reuniones, los señores García Prieto accedieron a trasladar la propiedad de otros
bienes a nombre del ingeniero Puente, acordándose que éste haría los trámites de
traspaso correspondientes, situación con la cual se daba por terminado el conflicto.
Los señores García Prieto afirmaron que este traspaso de las propiedades acordadas
nunca se materializó, pues el ingeniero Puente no volvió a comunicarse con ellos.
Coincidentemente, varios días luego de la reunión final aquí citada, fue quemado un
terreno propiedad de la señora Gloria Giralt, el cual colinda con una propiedad del
ingeniero Puente; expresaron los señores García Prieto sus sospechas que éste tuviese
responsabilidad en el incidente.
Los señores García Prieto manifestaron presumir que lo antes descrito motivó al
ingeniero Puente a promover el homicidio de su hijo Ramón Mauricio, con la
colaboración del General Vargas, quien ostentaba un enorme poder político en ese
entonces.
83. Debido a los señalamientos anteriores, la Jueza Tercera de Instrucción citó a declarar
en calidad de testigos a Mauricio Ernesto Vargas y a Roberto Hernán Puente en el
mismo proceso judicial en que se ventiló el homicidio de Ramón García Prieto.
Ambos rindieron sus declaraciones con fechas 19 de marzo y 22 de marzo de 1999
respectivamente.
48
asesinato de Ramón Mauricio. Negó tener vínculo alguno o influencias sobre
miembros de la actual Policía Nacional Civil, ni sobre el ámbito de la seguridad
pública.
Expresó que se reunió junto al señor Vargas y los señores García Prieto en varias
oportunidades, tratando de llegar a un acuerdo, pues el General Vargas era amigo de
los García Prieto, aunque no tenía ningún interés en el inmueble. Agregó que llegaron
al acuerdo que le pagarían lo adeudado con otros inmuebles, pero que este traspaso
nunca se perfeccionó, debido a que los señores García Prieto nunca realizaron las
acciones necesarias para ello. Adujo que la situación descrita le ocasionó un gran
perjuicio económico, pero en ningún momento utilizó su relación familiar con el
General Vargas para atemorizar o intimidar a los señores García Prieto. Manifestó ser
el representante legal de la sociedad El Carmen y que el General Vargas nunca había
formado parte de tal entidad.
84. En informe público citado supra, el IDHUCA consignó que las declaraciones de los
señores Puente y Vargas presentaron una serie de contradicciones, respecto de las
negociaciones que estaban llevando a cabo con la familia García Prieto Giralt. Sobre
ello dicho informe literalmente refiere:
49
Tres días después de la declaración de Vargas, el 22 de marzo, Roberto Hernán
Puente rindió su testimonio cayendo en algunas contradicciones respecto a lo
expresado por su concuño. Puente aseguró que Vargas “intervino a sugerencia de
la familia García Prieto, ya que según éstos el General Vargas podía hacer uso
de sus influencias para que en el Banco les aprobaran el traspaso de la deuda”;
asimismo, sostuvo que su concuño no había tenido ningún interés en el negocio en
cuestión y negó haberles dicho a los García Prieto Giralt que el que estaba
realmente interesado en el negocio era Vargas”.
85. Asimismo, esta Procuraduría verificó que en el proceso judicial, la Fiscalía General
de la República presentó copia de la carta enviada por el Ingeniero Roberto Hernán
Puente y el General Mauricio Ernesto Vargas –firmada por ambos- a la Junta
Directiva del Banco Agrícola Comercial con fecha 24 de marzo de 1988, en la cual
dichas personas manifestaron que estaban realizando “negociaciones de compra venta
con los señores José Mauricio García Prieto y otros sobre una finca de café
denominada El Carmen”, situada en el volcán de San Miguel, la cual se encontraba
gravada con primera hipoteca a favor de dicho Banco, por lo que solicitaban se les
trasladara el saldo de lo adeudado por los García Prieto, con el mismo plazo e interés.
50
autores intelectuales del asesinato de Ramón Mauricio García Prieto Giralt. Citamos
textualmente esta resolución judicial:
87. Los señores García Prieto Giralt exigieron a la Fiscalía General de la República en el
año 2003 –tal como se describirá infra- la continuación y conclusión de las
investigaciones pendientes; especialmente solicitaron que se procediera a indagar los
vínculos de los dos condenados por este caso con estructuras de la Policía Nacional
Civil y del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada, así como el cargo y las
funciones que realizaba el General Mauricio Ernesto Vargas en 1994 y el personal a
su cargo.
51
B. Adopción de medidas cautelares por la Comisión Interamericana en 2001 y
actuaciones estatales consiguientes
88. Tras la condena de Ismael Ortiz Díaz en junio de 2001, las investigaciones estatales
en torno al homicidio de Ramón García Prieto se detuvieron nuevamente,
permaneciendo en impunidad un tercer sujeto que conducía el vehículo en que se
desplazaron los sicarios, también permanecieron en impunidad los posibles autores
intelectuales del crimen.
89. La Fiscalía General de la República reabrió el caso. Se asignó al agente fiscal Jorge
Orlando Cortez Díaz, quien solicitó con fecha 17 de diciembre de 2001 al jefe de la
División Regional Metropolitana de Investigación de la PNC, que la “comisión
investigadora” realizara las siguientes diligencias en un plazo de quince días:
52
observaron algunas amenazas en contra de los ofendidos, o si éstos habían
sido objeto de seguimiento por parte de personas particulares.
El día 08 de enero de 2002, el licenciado Cortez Díaz solicitó a esta Procuraduría que
se nombrase a un delegado institucional que estuviese presente en diligencias que la
institución fiscal practicaría en torno al caso en comento. Similares solicitudes
efectuaron en días posteriores, agentes del DICO de la PNC.
La PDDH optó por no participar de tales “observaciones” aisladas, a fin de evitar que
la presencia institucional de esta Procuraduría fuese utilizada simplemente para
legitimar un proceso investigativo inducido e impulsado al margen de los ofendidos
en el caso; especialmente dado los antecedentes de afectaciones al debido proceso
recurrentes en las actuaciones policiales y fiscales, tanto en este como en otros casos
de alta relevancia nacional.
90. La Fiscalía General de la República, con fecha 22 de enero de 2002 entrevistó a los
agentes Luis Ernesto García Domínguez y José Ulises Alemán Galvez, quienes
prestaban seguridad personal al señor Mauricio García Prieto Hirlemann y a la señora
Gloria Giralt de García Prieto, respectivamente. Ambos manifestaron en sus
entrevistas que nunca observaron ni escucharon nada de lo que los señores García
Prieto afirmaban que les sucedía.
53
Con fecha 09 de agosto de 1999, el agente Juan Antonio Hernández informó que
prestó seguridad a la familia García Prieto desde el mes de agosto de 1999 hasta
febrero de 2002, período durante el cual nunca observó ningún hecho de amenazas o
seguimientos en perjuicio de dicha familia, y agregó que por ello consideraba que sus
vidas no corrían ningún riesgo y que la seguridad que se les brindaba por tanto era
innecesaria. En similares términos declararon 7 agentes más, quienes fueron citados
por la FGR en calidad de testigos.
91. Con fecha 03 de abril de 2002, el licenciado Cortez Díaz, informó al Fiscal General
de la República sobre el estado de la investigación del delito de amenazas, afirmando
que las “direcciones funcionales” giradas a la Policía Nacional Civil habían sido
cumplidas, pero que era necesario continuar la investigación a fin de individualizar al
responsable del delito de amenazas.
Resulta llamativo que, según la dirección funcional inicial, la FGR solicitó a la PNC
que tomara entrevista en calidad de testigo a los agentes de la División PPI Carlos
54
Eleazar García Hernández y Luis Alonso Ramos, quienes brindaron seguridad a la
familia García Prieto. Dentro de todo el expediente, se buscó las dos entrevistas,
encontrando únicamente la del primer agente mencionado, quien no aportó ningún
elemento a la investigación, pues al contrario, manifestó que el servicio de protección
y seguridad a la familia García Prieto era “innecesaria” ya que consideraba que “sus
vidas no corrían ningún peligro”. Contradictoriamente, el agente Luis Alonso Ramos,
a quien no se le tomó entrevista en calidad de testigo, es uno de los pocos agentes que
reportaban en sus informes diarios algún tipo de “novedades”; por ejemplo, el referido
agente en una oportunidad informó a su superior que fue testigo del seguimiento del
que cual había sido objeto la licenciada Gilma Pérez, abogada del IDHUCA y
responsable del caso García Prieto ante dicho Instituto en ese momento.
El día 10 de julio de 2002, el fiscal Jorge Orlando Cortez Díaz, solicitó nuevamente al
Jefe de la División Regional Metropolitana de Investigaciones de la PNC, que se
realizaran las siguientes diligencias: solicitar al Sistema de Emergencias 911 de San
Miguel que informara si el día 26 de abril de 2002, a las patrullas que se encontraban
asignadas al “plan para contrarestrar el robo y hurto de vehículos” les fueron
asignadas armas de grueso calibre, específicamente al grupo de agentes que fueron
ubicados en el equipo 03-051; solicitar a la empresa SERTRACEN que informara
sobre los vehículos que aparecían registrados a nombre de los señores García Prieto;
solicitar a la División PPI que remitiera certificación del libro de novedades que para
el caso llevaban los agentes asignados a brindar seguridad a los abogados de
IDHUCA; finalmente, entrevistar a los agentes que brindaron seguridad a los
abogados de IDHUCA, especialmente en los últimos seis meses.
92. Con fecha 06 de junio de 2003, José Mauricio García Prieto Hirlemann y Gloria
Giralt de García Prieto presentaron a la Fiscalía General de la República una nueva
denuncia sobre el asesinato de su hijo Ramón Mauricio García Prieto, a fin que esta
55
institución realizara las diligencias iniciales de investigación y en su caso, promoviera
la acción penal correspondiente respecto de los autores intelectuales de tal delito,
dado que éstos seguían gozando de impunidad.
(….)
5. Se indague exhaustivamente los vínculos de los dos condenados por el crimen
con estructuras de la Policía Nacional, Policía Nacional Civil y Estado Mayor
Conjunto de la Fuerza Armada.
(…)
7. Se indague en el Banco Agrícola, la gestión realizada por los señores Mauricio
Ernesto Vargas y Roberto Puente para la aprobación de la compra de la finca “El
Carmen” propiedad de nuestra hija Ile María García Prieto Giralt..
56
Es importante consignar que el licenciado Allan Hernández manifestó a esta
Procuraduría que el expediente fiscal estaba materialmente a cargo del señor Fiscal
General de la República, quien no se encontraba en el país en ese momento, lo cual
hacía imposible el acceso al mismo. Agregó que, en todo caso, no contenía ninguna
nueva información, ya que las únicas diligencias que se habían realizado a esa fecha –
05 de febrero de 2004 – habían sido la solicitud de las certificaciones de los
expedientes judiciales de las dos personas condenadas por el asesinato de Ramón
Mauricio García Prieto Giralt.
93. El día 12 de mayo de 2004, los señores José Mauricio García Prieto Hirlemann,
Gloria Giralt de García Prieto y José Benjamín Cuéllar Martínez, este último en su
calidad de Director del IDHUCA, presentaron a la Asamblea Legislativa de El
Salvador una solicitud para que requiriera de la Fiscalía General de la República la
continuación de las investigaciones para identificar al autor intelectual del homicidio
de su hijo Ramón Mauricio García Prieto Giralt. Tal solicitud fue formulada en los
términos siguientes:
“(…) Tanto a nivel policial, fiscal y judicial hemos manifestado, desde hace
varios años, nuestra firme sospecha que la autoría intelectual del asesinato
recae en Mauricio Ernesto Vargas así como en su concuño, Roberto Puente;
sin embargo, no se ha realizado ninguna investigación que confirme o
desvirtúe tal sospecha, ni se ha determinado que otras personas fueron las
responsables intelectuales de semejante atrocidad.
57
Si bien durante el proceso contra Julio Ismael Ortiz Díaz, la Fiscalía General
de la República realizó algunos intentos destinados a indagar el móvil del
crimen y la relación de los sicarios con el presunto autor intelectual, lo cierto
es que esos primeros esfuerzos se paralizaron a partir de la gestión del actual
Fiscal General, ya que pese a nuestros múltiples llamados para lograr justicia
ya que el crimen es de aquellos perseguibles de oficio, la institución del
Ministerio Público bajo su mando no continuó profundizando sobre los
indicios existentes de autoría intelectual. Así entonces, el 6 de junio del año
recién pasado presentamos una denuncia dirigida al Fiscal General de la
República requiriendo la realización de investigaciones tendientes a la
individualización, juzgamiento y sanción de los responsables de la muerte de
Ramón Mauricio que todavía se encuentran impunes. En la misma fecha
solicitamos a la señora Procuradora para la Defensa de los Derechos Humanos
un pronunciamiento institucional sobre la violación de los derechos a la
verdad y a la justicia, el cual había sido requerido desde el 14 de septiembre de
2001.
(…)
A partir de nuestra denuncia antes citada, hemos sido atendidos únicamente en
una ocasión –en enero del presente año- por los fiscales asignados al caso. (…)
Por otra parte, el 5 de marzo del presente año los abajo firmantes
comparecimos a una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. El Estado de El Salvador fue representado -entre otros- por el señor
Secretario General de la Fiscalía General de la República, Miguel Francia. En
esa ocasión el representante fiscal acusó directamente a las víctimas de
empeñarse en denunciar al señor Vargas, argumentando –falsamente- que José
Mauricio García Prieto y Mauricio Ernesto Vargas habían sido “íntimos
amigos”. Además, sostuvo que las acusaciones contra esta persona habían sido
“desestimadas judicialmente”, cuando en realidad nunca se ha investigado ni
procesado a Mauricio Ernesto Vargas, lo cual hace concluir que hay interés
marcado de la Fiscalía General de la República en abstenerse de investigar la
autoría intelectual del crimen.
58
Por lo antes expuesto solicitaron a la Asamblea Legislativa que requiriera al Fiscal
General de la República, licenciado Belisario Amadeo Artiga Artiga, que
proporcionara información sobre las diligencias realizadas a partir del 6 de junio del
año próximo pasado, así como los resultados obtenidos en las mismas y de las razones
por las cuales se les había negado el acceso al expediente fiscal.
94. Con posterioridad a la petición descrita, el día 07 de junio de 2004, esta Procuraduría
giró una comunicación oficial al Fiscal General de la República, en la cual confirmó
que las verificaciones de la PDDH establecieron la ausencia de diligencias fiscales en
el caso García Prieto desde la denuncia interpuesta por la familia en 2003. Por tal
razón, esta Procuraduría recomendó al Fiscal General que procediera de manera
inmediata a la realización de diligencias pertinentes en orden a establecer la autoría
intelectual del asesinato, especialmente las solicitadas por el matrimonio García
Prieto Giralt en su denuncia del día 06 de junio de 2003.
95. El día 09 de junio de 2004, un rotativo nacional publicó declaraciones del señor Fiscal
General de la República21, según las cuales el caso García Prieto cumplía el plazo de
prescripción de la acción penal con fecha 10 de junio de 2004, lo cual cerraba
oficialmente las investigaciones. Según dicha nota periodística, el señor Fiscal
General expresó: “Este es un esfuerzo que debe realizarse de manera seria. Los
familiares sugieren algunas posibles incriminaciones a algunas personas. No hemos
encontrado una prueba fehaciente que nos permita hacer una acusación” (…) “La
investigación llevó a la condena de dos personas como autores materiales. De parte
del Estado hubo una respuesta adecuada”.
21
“El Diario de Hoy”, pág. 14, 9 de junio de 2004.
59
V. La persecución a la familia García Prieto Giralt
97. La familia García Prieto Giralt ha denunciado ante esta Procuraduría que los
incidentes de amenazas, intimidaciones, hostigamientos y persecución en su contra,
han sido constantes hasta la fecha (2005) a pesar de la insistencia de autoridades
fiscales o policiales en el sentido de afirmar que tales hechos son inexistentes22.
Algunos incidentes verificados por esta Procuraduría, referidos a hechos que han
afectado la seguridad personal de la familia García Prieto Giralt, se detallan a
continuación:
22
Paradójicamente, pese a sus afirmaciones, el Estado salvadoreño proporcionó a la familia García Prieto
Giralt protección policial, a través de la Sección de Protección a Víctimas y Testigos de la División de
Protección a Personalidades (PPI) desde el 06 de enero de 1998, como medida cautelar solicitada por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en razón de acciones persecutorias denunciadas ante
dicha instancia internacional. Sin embargo, como se verá más adelante, muchos de los policías asignados
desempeñaron una función de afectación a la estabilidad emocional de la familia y negaron la existencia de
hechos intimidatorios en contra de la misma. Ello propició que la familia García Prieto Giralt desistiera de
contar con protección policial.
60
dirigieron a la residencia de los señores García Prieto, ubicada en la ciudad de
San Miguel; al llegar, la empleada doméstica les informó que había recibido
varias llamadas anónimas extrañas.
61
reunión se continuaron recibiendo el mismo tipo de llamadas, aunque los
números telefónicos ya no quedaban registrados en el identificador.
h. En los primeros meses de 2005, el señor Mauricio García Prieto fue objeto de
un atentado en el que hombres armados que lo esperaban, sin mediar palabra
lo tiraron al suelo, le pusieron un revolver en el pecho y le quitaron su arma,
sin que posteriormente le robaran otra pertenencia23.
99. Como se ha referido supra, con fecha 22 de octubre de 1996 Gloria y Mauricio
García Prieto, Carmen Estrada de García Prieto, Lourdes García Prieto –padres, viuda
y hermana de Ramón Mauricio, respectivamente–, junto con IDHUCA y CEJIL
23
Denuncia pública del señor Mauricio García Prieto en el programa “Sembrando Futuro” de la emisora
radial YS-UCA, de fecha 10 de febrero de 2005.
62
presentaron denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por la
ejecución arbitraria de Ramón Mauricio García Prieto y la persecución por ellos
sufrida, debido a que tales hechos constituyen violaciones a derechos consagrados en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante la Convención
Americana o Pacto de San José).
El Estado no dio respuesta a las solicitudes de la familia García Prieto, razón por la
cual, el 29 de mayo de 2001, los peticionarios informaron a la Comisión
Interamericana sobre la infructuosidad del proceso de solución amistosa, requiriendo
por ello la continuación del trámite.
63
102. El 15 de noviembre del 2001, la Comisión recibió nuevamente en audiencia a
Gloria y Mauricio García Prieto, a CEJIL, al IDHUCA y a una delegación del Estado
de El Salvador. Cinco días después de la audiencia (20 de noviembre de 2001), la
CIDH adoptó nuevamente medidas cautelares urgentes a efectos de proteger la vida e
integridad física de Mauricio García Prieto, Gloria de García Prieto y sus asesores
jurídicos.
103. Con fecha 14 de octubre de 2003, la CIDH solicitó al Estado de El Salvador las
observaciones adicionales sobre el fondo del caso, fijando el plazo de dos meses para
tal efecto.
64
“pretendían que el Estado privilegiara el caso (…) sin querer entender que
el límite del derecho de un grupo o personas es también igual al que tienen
otros”.
65
debidas diligencias al investigar, procesar y condenar a los autores
materiales.”
Si bien es cierto en los procesos policiales contra José Raúl Argueta Rivas
y Julio Ismael Ortiz Díaz se demostró su “situación laboral”, ello “no
puede llevar a un convencimiento pleno, que ellos hayan actuado bajo
órdenes superiores para el cometimiento de dicho hecho y si que hayan
actuado por iniciativa propia, aprovechándose de los trabajos
desempeñados y la utilización de credenciales falsas”.
66
Prieto y se tiene conocimiento que hubo algunos incidentes, pero más que
todo provocados por el señor José Mauricio García Prieto Hirlemann, por
actuaciones de prepotencia, malacrianza hacia los agentes y por tratar de
manipularlos…”
104. Debe recordarse que mediante resolución de fecha 23 de julio de 1996, esta
Procuraduría dio por establecida la violación al derecho a la vida en perjuicio de
Ramón Mauricio García Prieto Giralt, por muerte arbitraria consumada,
67
considerando que existían suficientes elementos para atribuir la responsabilidad de la
ejecución a “Grupos Armados Irregulares, cuyo actuar es del conocimiento y
tolerancia del Estado” (itálica agregada).
“De las características del hecho en que fue asesinado el señor RAMÓN
MAURICIO GARCÍA PRIETO GIRALT, puede establecerse claramente
que el móvil del crimen era el homicidio y no el robo, ya que la víctima no
opuso resistencia alguna a entregar el dinero, ni realizó acciones de
defensa que motivaran una agresión semejante por parte de los hechores…
así también, el sitio y momento del mismo [el homicidio] permiten deducir
que la víctima había sido objeto de algún tipo de seguimiento anterior,
siendo el caso que, además, los asesinos seleccionaron una situación en la
cual la víctima se encontraba en condiciones de extrema indefensión, pues
se conducía con su pequeño hijo en brazos. Tales elementos denotan la
existencia de una planificación y capacidad logística de parte de los
hechores, que debieron seleccionar cuidadosamente el lugar y momento
más adecuado para la perpetración y demostraron suficiente capacidad
operativa para desarrollarla sin mayores obstáculos.”
24
Manual para la calificación de violaciones a los derechos humanos; Procuraduría para la Defensa de los
Derechos Humanos, octubre de 1997.
68
“A todas estas características operativas del asesinato, deben sumarse las
posteriores y continuas violaciones al derecho a la seguridad y privacidad
personal sufridas por la familia García Prieto, que han tenido carácter
sistemático y son producto de su persistir en la adecuada aplicación de la
justicia y el respeto de las garantías a un debido proceso legal en las
investigaciones. Tal posibilidad de acción, que supone vigilancias y
seguimientos constantes, así como la posible participación de miembros de
la Policía Nacional Civil en tales hechos violatorios, hace presumir
gravemente que la responsabilidad en el asesinato trasciende a un pequeño
“grupo operativo” aislado y que, por ende, el grupo que ejecutó el crimen
debe estar vinculado a una mayor estructura ilegal armada, con fuerte
capacidad financiera, política, operativa y logística, siendo el caso que tal
estructura en ningún momento ha sido investigada por la autoridad policial
o judicial competente, lo que redunda en una alarmante impunidad.”
Los elementos descritos, por tanto, permiten concluir que la muerte de Ramón
Mauricio García Prieto Giralt constituye una ejecución extrajudicial, realizada
presuntamente por miembros de una estructura armada ilegal.
69
derechos humanos y, en particular, el derecho a la vida. El derecho a la vida
fue ulteriormente incluido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, cuyo artículo 6 reitera que ‘el derecho a la vida es inherente a la
persona humana’. En el mismo artículo se afirma que ‘este derecho estará
protegido por la ley’ y que ‘nadie podrá ser privado de la vida
arbitrariamente’.
Como resultado de todo ello, la promoción y protección del derecho a la vida,
garantizado en varios instrumentos internacionales, no se considera ya una
cuestión que corresponda exclusivamente a la jurisdicción interna de cada
Estado, sino una cuestión de interés internacional. Los Estados tienen la
obligación de asegurar que sus órganos respetan la vida de las personas en el
ámbito de su jurisdicción.”
Sobre tales “grupos o individuos” tolerados por los gobiernos, el folleto informativo
11 de la ONU ya citado, ha expresado lo siguiente:
“Estos grupos operan al margen de las fuerzas de policía civil y militar, pero
se consideran agentes del Estado pues con frecuencia son creados y
supervisados por las autoridades para operar en situaciones de conflictos o
disturbios internos.”
Por tanto, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos debe declarar
nuevamente la violación al derecho a la vida en perjuicio de Ramón Mauricio García
Prieto Giralt, por ejecución extrajudicial ocurrida el día 10 de junio de 1994, atribuida
a grupos ilegales armados que actuaron, al menos, como ya se dijo, bajo la tolerancia
o aquiescencia de autoridades policiales, siendo altamente probable además la
participación de policías activos en las actividades delictivas de dicha “estructura”.
En ese orden de ideas, la PDDH difiere de lo expresado por la señora Jueza Tercero
de Instrucción de San Salvador, licenciada Virginia Paredes de Dueñas, quien en
70
sentencia condenatoria de fecha 07 de junio de 2001 en contra de Ismael Ortíz Díaz,
por el homicidio de Ramón García Prieto Giralt, consideró que:
71
A.2 Violación a la tutela judicial efectiva e incumplimiento al deber estatal de investigar,
procesar y sancionar
109. En la citada resolución del 23 de julio de 1996 esta Procuraduría señaló graves
afectaciones en el cumplimiento al deber indelegable del Estado de investigar,
procesar y sancionar a los responsables de la violación a la vida en perjuicio de
Ramón García Prieto Giralt, atribuible tal responsabilidad a las autoridades policiales,
fiscales o judiciales que intervinieron como responsables del caso.
110. Esta Procuraduría debe recordar que los incumplimientos de mayor gravedad
en que incurrieron las autoridades policiales de la Comisión Investigadora de Hechos
Delictivos (CIHD) y posteriormente División de Investigación Criminal (DIC) de la
PNC, señalados en la citada resolución de la PDDH, son los siguientes:
72
La responsabilidad directa sobre tales violaciones recae sobre el detective Carlos
Romero Alfaro, quien en la práctica condujo las investigaciones del caso García
Prieto. Igualmente son responsables el instructor y secretario de actuaciones
designados por la CIHD – DIC para el caso, Marco Antonio Viana Castillo y Fermín
Sánchez López, en tanto permitieron y validaron las actuaciones de Romero Alfaro.
Debe tenerse por responsables, asimismo, a los entonces Jefes de la CIHD y DIC de la
PNC que conocieron del caso, siendo sucesivamente los Doctores José Mauricio
Paredes y Roberto Mendoza Jerez, así como al Jefe del Departamento de
Investigaciones de la CIHD - DIC, teniente José Luis Preza Rivas.
Pese a que la resolución de la PDDH del 23 de julio de 1996 fue certificada al señor
Fiscal General de la República, al Director General y al Inspector General de la
Policía Nacional Civil, así como a la Unidad Disciplinaria de la misma corporación
policial, la PDDH no recibió informe alguno que demostrase que las citadas
afectaciones al debido proceso hubiesen sido investigadas.
73
procesal penal (1998), en la cual se le otorgó a la FGR, expresamente el monopolio
del inicio de la acción penal y de las primeras diligencias de investigación.
113. Por otra parte, debe tomarse en cuenta que la FGR formalizó su participación en la
investigación designando fiscales específicos para el caso García Prieto. No obstante,
dichos fiscales evitaron ejercer la “dirección funcional” de la investigación
eficientemente; lo anterior puede concluirse en razón que, a pesar de mostrarse parte
en el juicio, los agentes fiscales que lo hicieron intervinieron únicamente para requerir
diligencias que habían perdido su relevancia o que eran de menor importancia.
Obviamente, dichos agentes fiscales nunca promovieron investigaciones tendentes a
investigar la probable implicación de una estructura armada ilegal en el crimen.
114. Esta Procuraduría expresa su preocupación por cuanto la extrema pasividad fiscal
para intervenir en las investigaciones, contribuyeron a la impunidad de los autores
materiales e intelectuales de la ejecución extrajudicial de Ramón García Prieto.
74
115. Sobre la actuación de funcionarios judiciales y su incumplimiento al deber
indelegable del Estado de investigar, procesar y sancionar a los responsables de la
ejecución extrajudicial de Ramón García Prieto, es pertinente mencionar que pese a
que la resolución de esta Procuraduría fue certificada oportunamente a la Corte
Suprema de Justicia, al Consejo Nacional de la Judicatura y a la Comisión sobre la
Aplicación de la Ley de la Carrera Judicial, la PDDH no recibió informe alguno que
diese cuenta de eventuales investigaciones respecto de la responsabilidad en que
incurrió en este caso concreto el entonces Juez Quinto de lo Penal de San Salvador,
doctor Andrés Pineda Chicas, quien al igual que la FGR legitimó judicialmente las
investigaciones policiales irregulares de la CIHD-DIC y omitió confirmar la
veracidad de las mismas, entre otras graves afectaciones al debido proceso.
En igual manera, la Corte Suprema de Justicia jamás informó a la PDDH sobre alguna
investigación con relación a la responsabilidad de la entonces señora Jueza Décimo
Quinta de Paz de San Salvador, licenciada Nora Montoya, a causa de la retardación en
la práctica de una inmediata inspección en la escena del crimen, lo que pudo haber
ocasionado pérdida de evidencias materiales.
25
Resolución judicial de fecha 28 de junio de 1994, Folio 19.
75
sigue siendo en la actualidad. En efecto, tales errores judiciales se producían
sistemáticamente, en el contexto del proceso penal anterior a la reforma de 1998; tal
sistema penal – procesal penal era de corte inquisitivo y privilegiaba la figura de un
juez a la vez “investigador” y “juzgador”, lo que redundaba en graves deficiencias
investigativas.
117. Resulta evidente para esta Procuraduría, en virtud de todo lo expuesto, que han
sido incumplidas las recomendaciones dictadas en su resolución del 23 de julio de
1996, sobre todo aquellas recomendaciones referidas al adecuado cumplimiento del
deber estatal de investigar, procesar y sancionar a los autores materiales e
intelectuales de la ejecución extrajudicial de Ramón García Prieto y de los actos de
coacción e intimidación en perjuicio de los familiares de la víctima.
118. Con especial énfasis debe señalarse que se ha incumplido por el Estado
salvadoreño, la recomendación de fondo dictada por la PDDH en la resolución de
1996, la cual literalmente dice:
76
Mauricio García Prieto y a los responsables de las coacciones e intimidaciones de
la familia de la víctima, por la forma poco diligente con que se ha procedido,
acarrea la responsabilidad del Estado por incumplimiento del deber de garantía en
la investigación de violaciones a derechos humanos; por lo que se recomienda a
los Órganos Auxiliares de la Administración de Justicia y al Órgano Judicial,
conducir las investigaciones con seriedad y en estricto cumplimiento de la
Constitución, tratados internacionales y leyes, en lo relativo a los derechos
humanos. Asimismo, se les recuerda a dichas autoridades, que la responsabilidad
de investigar por parte del Estado, debe asumirse en cualquier caso con eficiencia,
como un deber jurídico propio y especialmente cuando se presume la
participación delincuencial de grupos armados irregulares, cuyas características
delictivas, conforme al patrón histórico en nuestro país, están encaminadas
precisamente a ocultar a los autores intelectuales y configurar situaciones de
impunidad.”
26
Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Velásquez Rodríguez, párrafo 177, 1988
77
En virtud de lo anterior, es necesario para esta Procuraduría reiterar los términos de la
resolución dictada el día 23 de julio de 1996, relativa al caso de la ejecución
extrajudicial de Ramón Mauricio García Prieto Giralt, especialmente en lo
concerniente a aquellas recomendaciones que promueven el pleno acceso a la verdad
y a la justicia para la familia García Prieto Giralt.
27
La Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (ONUSAL), verificó ampliamente el
seguimiento a los Acuerdos de Paz en El Salvador hasta finales de abril de 1995. Posteriormente, a
solicitud del Secretario General de la ONU y con anuencia de la partes suscriptoras, se conformó un equipo
de buenos oficios y seguimiento a la agenda pendiente de los Acuerdos, de menores dimensiones, la cual se
denominó Misión de Naciones Unidas en El Salvador (MINUSAL), que prolongaría su mandato hasta abril
de 1996, dando continuidad a la misma la Oficina de Naciones Unidas para la Verificación (ONUV) hasta
el mes de diciembre del mismo año.
78
Sin perjuicio que diferentes puntos de vista o diversas experiencias permitan señalar
aciertos y desaciertos en la labor verificadora de la ONU en El Salvador (por otra
parte una experiencia inédita); no se puede dejar de admitir que dicha Misión aportó
una labor de gran valía en el establecimiento de la Paz en El Salvador, a lo cual debe
sumarse la probada independencia y profesionalismo que demostraron muchos de sus
funcionarios.
Por ejemplo, llamó la atención de la ORSS que los imputados Raúl Argueta Rivas y
Pedro José Sánchez Guerrero, fuesen detenidos sobre la base de “fuentes
confidenciales”, presentándolos como peligrosos criminales que formaban parte de
bandas delincuenciales bien organizadas; sin embargo, fuera de la imputación, la DIC
no realizó acciones efectivas para investigar hechos delictivos de las supuestas
bandas, ni la participación de los imputados y otros presuntos miembros en diversos
crímenes que se les atribuían.
Especial preocupación causó a la ORSS el caso del imputado Pedro José Sánchez,
posteriormente absuelto del crimen, en tanto el propio Jefe de la DIC, doctor Roberto
Mendoza Jerez29, adujo que el mismo no era detenido prontamente debido a que se
28
Como fue citado supra, una evaluación contenida en la documentación remitida, señala sobre la
participación de estas personas lo siguiente: “verificada [la información] oportunamente con diferentes
testigos va perfilando con el transcurso de estos tres meses la autenticidad de dicha información, existiendo
una muy probable implicación de personas vinculadas a la División de Investigación Criminal de la PNC
que en unión de otras civiles, algunas de ellas ex policías nacionales hubieran participado directa e
indirectamente en los asesinatos [de Velis y García Prieto] y posiblemente en otros hechos delictivos”.
29
El Doctor Roberto Mendoza Jerez, al momento del homicidio de Ramón García Prieto se desempeñaba
como asesor de la DIC y, siendo persona conocida por la familia García Prieto tuvo acceso a las
investigaciones con antelación a su nombramiento como Jefe de dicha División. Su conocimiento,
79
movilizaba “con escoltas fuertemente armados” y que estaban involucrados tales
sujetos en un asalto a la empresa Gigante Express; siendo el caso, no obstante, que la
DIC no promovió la detención de los restantes sujetos armados, ni promovió
indagaciones sobre la responsabilidad de los mismos en el asalto a la citada empresa.
De tal forma, las autoridades policiales parecen haber estado más interesadas en
“cerrar el caso” presentando uno o dos culpables, que en investigar estructuras
criminales armadas de peligrosidad, lo cual pudo haber favorecido la impunidad de
los restantes involucrados en el homicidio de Ramón García Prieto, quienes pudieron,
además, estar implicados en otros delitos graves.
124. A juicio de esta Procuraduría, son de tal gravedad las omisiones de investigación
policial constatadas por la ORSS de la ONUSAL, que las mismas permiten a esta
Procuraduría presumir que existió tolerancia de las autoridades de la DIC, respecto
del actuar de las estructuras armadas ilegales a las cuales habrían pertenecido los
imputados o que, al menos, la DIC señaló a grupos delincuenciales no vinculados a
este crimen específico, con el fin de encubrir a otras personas implicadas en la
ejecución de Ramón García Prieto.
80
B.2 La impunidad respecto de las ejecuciones arbitrarias en el post conflicto salvadoreño
(caso ilustrativo: Darol Francisco Velis)
126. Como fue expuesto en el Capítulo III, numerales 44 y siguientes del presente
informe, la ORSS de la ONUSAL concluyó una posible participación del detective de
la DIC conocido como “Zaldaña” y del presunto sargento de la Policía Nacional
“René Díaz Ortiz”, en complicidad con al menos dos personas más, en la ejecución
extrajudicial de Francisco Velis. “Zaldaña” resultaría ser el detective de la CIHD-
DIC, Carlos Romero Alfaro.
Tales imputaciones son las que han permitido inferir que, muy probablemente, la
estructura armada ilegal que realizó el crimen de Francisco Velis haya perpetrado, a
su vez, el homicidio de Ramón García Prieto.
Así también, el primero de los condenados por el asesinato de Ramón García Prieto
[Argueta Rivas], como se ha reiterado, intervino en las investigaciones del asesinato
de Velis, ganando la confianza de la testigo principal ante quien se identifico como
30
Tal como ha sido relacionado, el traslado de personal de la CIHD a la DIC se efectuó pese a los graves
antecedentes de dicha Comisión en la perpetración de fraudes procesales (ver caso Masacre de la UCA -
1989-, ya citado). Asimismo, consultar el “Informe sobre las irregularidades de la PNC y el funcionamiento
de la ANSP presentado por ONUSAL el 15 de julio de 1994 en cumplimiento del acuerdo complementario
del día 19 de mayo de 1994; edición de Naciones Unidas sobre la ejecución de los Acuerdos de Paz en El
Salvador, capítulo X.
81
policía y trasladando la información a la propia CIHD. Argueta atribuyó
posteriormente a Carlos Romero Alfaro y René Díaz Ortiz, participación en el
homicidio de Ramón Mauricio García Prieto.
127. Por otra parte, las evidencias judiciales que la misma estructura armada ilegal
intervino en los atentados contra la vida de la diputada María Marta Valladares (Nidia
Díaz) en los meses de febrero y mayo de 1994, han llevado a la presunción que este
grupo operativo se dedicaba en forma sistemática a realizar ejecuciones
extrajudiciales de personas. De hecho ambos atentados fueron investigados en la
misma causa judicial, dada su vinculación.
Por tanto, la impunidad que signó los casos del dirigente Velis y la diputada Díaz,
resulta de particular importancia para explicar la impunidad consiguiente en el
homicidio de Ramón García Prieto.
128. Esta Procuraduría considera que existen indicios contundentes respecto a que la
ejecución extrajudicial de Darol Francisco Velis Castellanos, ocurrida el 25 de
octubre de 1993, fue realizada por una estructura ilegal armada, la cual actuando
como un “escuadrón de la muerte” perpetró el homicidio con fines políticos.
82
cadena de tal violencia sistemática, fuere directamente como sicarios o brindando
apoyo a los mismos.
Es altamente probable, también, que esta estructura ilegal armada hubiese participado
en una serie de atentados que tuvieron como objetivo la ejecución extrajudicial de
miembros de la alta dirigencia del “Partido Revolucionario de los Trabajadores
Centroamericanos” (PRTC), organización integrante del FMLN. La información
judicializada refiere la participación de esta estructura al menos en los casos del
homicidio de Velis y los atentados a Díaz.
Efectivamente, durante un período de pocos meses, la alta dirigencia del PRTC sufrió
una cadena de atentados: Francisco Velis fue ejecutado extrajudicialmente en octubre
de 1993; Mario López Alvarenga fue asesinado a pocos metros de la casa de su
madre, en la ciudad de San Salvador, en diciembre del mismo año31; también en
diciembre de 1993, el Presidente de República, Alfredo Cristiani, ordenó súbitamente
un incrementó en la seguridad del máximo líder del PRTC, Francisco Jovel, en virtud
de un atentado inminente32. Durante los meses de febrero y mayo de 1994, como se ha
relatado, se produjeron las tentativas de ejecución extrajudicial de la diputada Nidia
Díaz. Todos los afectados eran fundadores del PRTC – FMLN.
31
El caso de Mario López Alvarenga fue incluido por el Grupo Conjunto en el sumario de casos respecto
de los cuales consideró necesaria una mayor profundización de las investigaciones por parte de los órganos
competentes del Estado, a fin de establecer la presunta motivación política de su perpetración, ya que las
investigaciones propias del Grupo no resultaban suficientes para afirmar o desmentir categóricamente tal
motivación.
32
Entrevista con la diputada del Parlamento Centroamericano María Marta Concepción Valladares,
conocida como Nidia Díaz, de fecha 22 de abril de 2004.
33
Un ejemplo de esta situación lo constituye el hecho que el investigador policial del caso Velis, Edgar
Guzmán Urquilla, habría recibido información de Raúl Argueta Rivas en relación a la participación de
“Zaldaña” y “René Díaz Ortiz”, siendo el caso que ocultó tal información relevante, sin proceder a realizar
las investigaciones necesarias.
83
B.4 Las investigaciones fraudulentas de la CIHD-DIC en el caso Velis (colaboración
estatal para encubrir el crimen).
130. Las investigaciones policiales del caso Velis, son un ejemplo de la colaboración
del Estado salvadoreño en orden a favorecer la impunidad de la estructura criminal
implicada. En efecto, la información verificada por la PDDH (resolución SS-1968-93,
ya citada), demostró un claro “encubrimiento” de la CIHD-DIC para favorecer a los
responsables del homicidio de Velis.
34
Al respecto, en su resolución SS-1968-93, dictada en el mes de marzo de 1998, esta Procuraduría señaló:
“Por sí mismo, el origen de las contradicciones que rodean a los reconocimientos no podría explicarse más
que hipotéticamente, si no existiera información fidedigna que deja en evidencia la afectación psicológica
de los testigos por parte de los investigadores de la CIHD. En este contexto debe entenderse el hecho que al
ser entrevistados por esta Procuraduría, los testigos presenciales en su mayoría dijeron no recordar las
diligencias que efectuaron, ni siquiera aquellas en las que reconocieron positivamente a imputados, fuere en
fotografía o en persona; además no pudieron explicar las contradicciones emanadas de sus descripciones
(…) La preocupación es mayor, en cuanto se ha relacionado información acerca que se vio expuesta la
seguridad de los testigos en las ruedas de reos ordenadas por el juez Dr. Daniel González Romero y las
coacciones sufridas por uno de los testigos, a quien se aisló e incomunicó por varias semanas, llegándose al
extremo de amenazarle con involucrarlo en el crimen y ofrecerle dinero por parte de los investigadores del
caso.”
84
Dicha simulación les permitió a los investigadores mostrar fotos de los detenidos
en Santa Ana a los testigos presenciales del caso Velis, obteniendo las
identificaciones positivas de Arnoldo Martín Martínez y del “soldado fallecido”
Carlos Arturo Zaldaña Ayala.
132. Por tanto, la participación de agentes estatales en los crímenes que nos ocupan no
fue establecida, en modo alguno, como resultado de una investigación seria y efectiva
del Estado, en ejercicio de su deber indelegable de investigar estos delitos. Por el
contrario, el Estado salvadoreño más bien actuó con extrema pasividad y tolerancia e,
incluso, en el caso de la CIHD-DIC, con acciones ilícitas de encubrimiento, siendo de
tal magnitud tales irregularidades, que difícilmente las mismas hubiesen tenido lugar
sin la aquiescencia y permisividad de las Jefaturas de la Comisión Investigadora.
85
Alfaro y Martín Martínez en sede judicial; tal comparecencia no llegó a producirse, a
causa de la negligencia de las autoridades fiscales y judiciales35.
133. La controversial fuga de Carlos Romero Alfaro, contra quien se giró orden de
detención judicial en 1995, trajo serias dudas con relación a que existió interés de
diversos funcionarios por evitar la detención o facilitar su fuga.
35
Al respecto, en la resolución de esta Procuraduría supra citada, relativa al caso Velis, se ha expresado:
“Similar importancia reviste la situación de la testigo Juana del Carmen Henríquez Rivas, quien no fue
requerida con la celeridad que ameritaba el caso, para concluir las diferentes diligencias derivadas de su
declaración, siendo que las mismas no llegaron a realizarse por desconocerse el paradero de la testigo. La
responsabilidad de esta omisión recaería en los Drs. Daniel González Romero y Hermógenes Fuentes, el
segundo amonestado por la Cámara Segunda de lo Penal de la Primera Sección del Centro en razón de no
haber agotado los medios de localización de la testigo. Sobre el particular, la suscrita [Procuradora Para la
Defensa de los Derechos Humanos] desea hacer notar que la declaración de la señora Henríquez ponía en
grave riesgo su seguridad personal, lo que hacía más urgente la actuación judicial oportuna.”
36
Ver resolución PDDH SS-1968-93, dictada el 20 de marzo de 1998, ya citada.
86
No debe olvidarse que, ante la inminente detención de Carlos Romero Alfaro,
miembros de la CIHD-DIC se presentaron al Juzgado Segundo de lo Penal de San
Salvador, pretendiendo acceso indebido a las diligencias judiciales; asimismo, que
miembros de la misma Unidad realizaron seguimientos intimidatorios en un vehículo
oficial en contra del equipo policial responsable de la identificación y detención de
Romero Alfaro.
134. También debe tenerse en cuenta la relevancia que cobró en el caso Velis la
intervención del testigo Joaquín Paredes, quien declaró en sede policial y judicial
haberse desempeñado como “informante” de la DIC (ex CIHD).
Paredes afirmó ser testigo de una reunión, en la misma sede de la DIC (ex CIHD), en
la cual se planificaba el homicidio de Francisco Velis, realizando tal actividad los
detectives Carlos Romero Alfaro (alias “Zaldaña”), el investigador Díaz Ramos (alias
“Perica”), el investigador de apellidos Flores Guardado (alias “Flash”) y el motorista
de nombre Gilberto, conocido como “Weiser”. Aseguró que la participación de tales
miembros de la PNC en el homicidio le fue reconocida por Díaz Ramos con
posterioridad.
87
Esta afectación al deber indelegable del estado de investigar y sancionar, debe tenerse
por efectuada en perjuicio de las víctimas y sus familiares, quienes obviamente han
sufrido la vulneración del acceso a una justicia efectiva; pero también debe entenderse
tal afectación en perjuicio de los imputados, quienes si bien se vieron sobreseídos,
cargaron en su contra la persecución penal por más de cuatro años, además que su
inocencia no quedó fehacientemente aclarada.
135. Las circunstancias expuestas, llevan a esta Procuraduría a concluir que existen
elementos suficientes para presumir que miembros de la DIC podrían haber sido parte
de la estructura ilegal armada implicada en el caso de Velis y posiblemente en el de
Ramón García Prieto.
Más claro resulta para la PDDH que tal entidad [la CIHD-DIC] se encargaba
posteriormente de garantizar la impunidad de los responsables, mediante el manejo
irregular de las investigaciones e, incluso, mediante el uso del fraude procesal,
mediando al menos tolerancia por parte de diversas jefaturas policiales.
136. No se puede dejar de señalar, asimismo, que el modo ilícito de proceder en las
investigaciones policiales y en las actuaciones fiscales y judiciales, afectó también
las garantías al debido proceso de los imputados, incluso de aquellos que llegaron a
ser condenados en los juicios por las ejecuciones extrajudiciales de Francisco Velis y
Ramón García Prieto.
137. Como se ha referido supra, Ramón García Prieto no estuvo solo en la tragedia de
su victimización, ni sus familiares en el desasosiego de la impunidad. Decenas o
88
centenares de otras víctimas les acompañaron, pues su muerte tuvo lugar en el
período 1992-1994, en el cual se produjo una continuidad de la “guerra sucia” de los
años ochentas en El Salvador, aunque los hechos de violencia no alcanzaron las
dimensiones masivas de la época correspondiente al conflicto armado.
La violencia de este período incluyó delitos con evidente motivación política y afectó,
mayormente, a personas que fueron opositores del Estado durante el conflicto armado,
pero también se manifestó en forma de venganza privada o como forma de garantizar
la impunidad en la investigación de delitos comunes. El Grupo Conjunto, asimismo,
documento casos en los cuales no descartaba la participación de miembros o ex
miembros del FMLN durante el conflicto armado.
37
Como ya fue citado con antelación, el Grupo Conjunto estableció que en una operación de esta naturaleza
se produjo la masacre de seis personas, en el cantón Primavera del departamento de San Ana, en diciembre
de 1993. Al respecto, consultar informe de Grupo Conjunto, Caso tipo “Ejecución sumaria colectiva,
cantón Primavera, departamento de Santa Ana. Actividades ilegales de inteligencia por parte de la Fuerza
Armada; págs. 35-38.
38
Informe de la COVER, op cit. Asesinatos de los escuadrones de la muerte, pág. 132.
89
una tarea de tales dimensiones, por lo cual se volvía necesaria la colaboración
internacional.
39
Informe de la COVER, Op. Cit.
40
La COVER recomendó una reforma judicial de gran magnitud, la cual incluía la dimisión en pleno de los
magistrados que integraban la Corte Suprema de Justicia en ese momento y un proceso de “depuración
judicial”. Las recomendaciones de la COVER en este sentido nunca fueron cumplidas en sus aspectos
esenciales.
90
140. Es pertinente recordar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha
recomendado al Estado salvadoreño, en diversas ocasiones, dejar sin efecto la
LAGCP, en virtud de su incompatibilidad con la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Esta Procuraduría, igualmente, ha exhortado al Estado para que
dé cumplimiento a dicha recomendación de la Comisión Interamericana41.
141. En vista que la “guerra sucia” del período 1992-1994, se caracterizó por la
operatividad de estructuras ilegales armadas que, actuando como “escuadrones de la
muerte” y bajo un manto de impunidad, cometieron graves delitos en perjuicio de la
vida, integridad, libertad y seguridad de numerosas personas; y tomando en cuenta
que tales estructuras se constituyeron como una prolongación, con características
propias de la post guerra, del actuar de tales escuadrones, resulta de gran relevancia
citar la descripción que hace de tal fenómeno la Comisión de la Verdad.
C.2 Los escuadrones de la muerte que actuaron durante el conflicto armado (informe de
la COVER).
143. La COVER recibió una enorme cantidad de denuncias sobre graves hechos de
violencia causados por los escuadrones de la muerte; asimismo, obtuvo en 817 de los
casos testimonios directos acerca de víctimas de secuestros, desapariciones y
ejecuciones ocurridas entre 1980 y 1991 cometidos por dichas estructuras criminales.
41
Ver informes de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos respecto de la impunidad en
los casos de la ejecución extrajudicial de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y de las ejecuciones
extrajudiciales de seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras en la Universidad Centroamericana José
Simeón Cañas; ambos reportes del año 2002.
91
“Entre 1980 y 1991 se llevaron a cabo en forma sistemática y organizada,
violaciones a los derechos humanos por parte de grupos que actuaban como
escuadrones de la muerte. Se trata de la organización de grupos de personas
usualmente vestidas de civil, fuertemente armadas, que actuaban
clandestinamente y ocultaban su afiliación e identidad. Secuestraban a
miembros de la población civil y de grupos rebeldes. Torturaban a sus rehenes,
los hacían desaparecer y usualmente los ejecutaban.
92
escuadrones. Esta mentalidad y ejercicio concreto de impunidad, es un peligro
para la sociedad salvadoreña.”42
d. La falta de una actuación efectiva por parte del sistema judicial, se constituyó
en factor que cimentó el manto de impunidad que cubrió y continúa
amparando a miembros y promotores de los escuadrones de la muerte en El
Salvador.
42
Informe de la COVER, op cit.
93
g. El caso de los escuadrones de la muerte en El Salvador es de tal importancia,
que requiere una investigación especial. Particularmente de una actuación más
resuelta por parte de instituciones nacionales con colaboración y asistencia de
instancias extranjeras que tengan información sobre este tema. Para verificar
una serie de violaciones concretas y para ubicar la responsabilidad será
necesario investigar los graves hechos de violencia cometidos por escuadrones
de la muerte caso por caso.
147. Por iniciativa del señor Secretario General de la ONU, ante el nuevo escenario de
violencia política, se conformó el Grupo Conjunto para la investigación de Grupos
Armados Ilegales con motivación política en El Salvador, en el mes de diciembre de
1993. El Grupo Conjunto, no obstante, inició la instalación de su equipo técnico hasta
el mes de febrero de 1994.
94
Verdad en el sentido que se emprenda una investigación a fondo de grupos
armados ilegales. A este respecto se entenderá por grupos armados ilegales el
fenómeno descrito en las recomendaciones del informe de la Comisión de la
Verdad.”43
Pese a tan amplio mandato, el Grupo Conjunto delimitó sus actividades investigativas
únicamente para casos ocurridos después del 16 de enero de 1992.
43
Informe del Grupo Conjunto, I.2, Integración y mandato del Grupo Conjunto.
95
con un ambiente de corrupción generalizado en algunos sectores de la
sociedad; y con el temor y la desconfianza en ciertas instituciones que aún
persisten en gran parte de la población.”
Algunas citas del informe final del Grupo Conjunto que destacan estas coincidencias,
son las siguientes:
44
Ibid, III. Aproximación al fenómeno investigado; Caracterización preliminar, p. 21.
45
Ibid, III. Aproximación al fenómeno investigado; Mutación de las estructuras del pasado; p. 21.
96
Por su parte, la delincuencia común es terreno fértil para escoger sicarios
dispuestos a realizar cualquier “trabajo” a cambio de una suma de dinero. En ese
orden, no puede soslayarse, como una consecuencia del conflicto armado que
conmovió al país, la presencia de un gran número de personas formadas
exclusivamente para la guerra, que arrastran todavía los traumas de una época
brutalmente violenta, y que no encuentran ubicación en el proceso iniciado a partir
de los Acuerdos de Paz.
Los casos de Ramón Mauricio García Prieto Giralt y Darol Francisco Velis, junto a
otros crímenes conexos relacionados con estas ejecuciones extrajudiciales que han
sido descritos en el presente reporte, a juicio de esta Procuraduría, encajan
perfectamente en la caracterización concluida por el Grupo Conjunto.
46
Ibid, III.3, Aproximación al fenómeno investigado; Crimen organizado, delincuencia común y violencia
política; p.23.
97
encubiertas o toleradas por miembros de la institución castrense, policial, del
órgano judicial o municipal.”47
47
Ibid, III.4, La responsabilidad del Estado y la Seguridad Pública; p.25.
48
Ibid, III. 6; Victimología; p. 26 y 27.
98
los brazos ejecutores de los atentados, quienes, al mismo tiempo, recogen su
“botín de guerra” procediendo al robo de objetos de valor de la víctima.”49
152. Sobre los derechos de las víctimas a la justicia y la obligación indelegable del
Estado respecto de investigar crímenes como los descritos en el presente informe, el
Grupo Conjunto puntualizó claramente lo siguiente:
(…)
“Ahora ya es de el tiempo que la investigación y posterior represión penal de este
tipo de hechos criminales, sean asumidas plenamente por las instituciones
nacionales competentes, con el apoyo comprometido de toda la sociedad
salvadoreña.”51
“(…)
9- El resultado del trabajo asumido por el Grupo Conjunto en ejecución de su
mandato no le permite presentar ante el pueblo salvadoreño conclusiones
terminantes. No obstante, el Grupo puede afirmar que se han recogido indicios
suficientes para sostener razonables elementos de juicio en cuanto a la acción de
grupos y personas que en la actualidad continúan optando por el recurso a la
violencia para la obtención de resultados políticos. Esa información, que
identifica personas y situaciones concretas, es un punto de partida fundamental
para que las instituciones nacionales competentes, en cumplimiento de sus
facultades legales, profundicen las investigaciones y, en su caso, establezcan las
responsabilidades penales correspondientes.
49
Ibid, IV.1, Patrones para el proceso de investigación; 1.1, p 30.
50
Ibid, IV.1, Patrones para el proceso de investigación; 1.1, p.30.
51
Ibid, V. Conclusiones y recomendaciones; 5; p.56.
99
10- De acuerdo con las investigaciones realizadas, el grupo Conjunto estima que
el fenómeno de la violencia política en el presente tiene características propias que
pueden identificarse, más allá de la complejidad de la temática. La información
recogida permite afirmar que existen elementos sólidos para sostener que no
puede desligarse la amplia red del crimen organizado que azota al país, en las
cuales hay indicios de participación activa de efectivos de alta de la FAES y de la
Policía Nacional, de muchas de las acciones de violencia con fines políticos.
(…)
18- Como se adelantó en este Informe, el Grupo Conjunto expresa su convicción
que una situación de la envergadura de la abarcada por su mandato exige una
actividad permanente. Asumir y resolver en forma consistente esta problemática
no puede estar sujeta a plazos sino a resultados, para lo cual un trabajo sofisticado
es urgente y necesario. Ello requiere de los recursos humanos y técnicos
adecuados así como del marco jurídico que dote a los organismos encargados de
llevarla adelante de todas las facultades procesales y sustanciales aptas para llegar
a un resultado consistente. Por su misma naturaleza, una tarea de este tipo
necesariamente debe ser llevada adelante por las instituciones nacionales y
competentes, rodeadas del apoyo y control de todos los sectores de la sociedad.
(…)
20- Es ese orden de ideas, el Grupo Conjunto entiende necesario fortalecer, en
primer lugar, los mecanismos de investigación policial, creando dentro de la
División de Investigación Criminal de la Policía Nacional Civil una Unidad
Especial dedicada a tratar este fenómeno. Esa Unidad Especial podría tener las
siguientes características:
100
interior de la Policía Nacional Civil. La asesoría técnica y cursos de
especialización en el extranjero, en este orden de ideas, pueden ser
especialmente provechosos (…)”
154. Como se ha citado, las conclusiones del Grupo Conjunto son categóricas, en el
sentido que fueron establecidas identidades de personas y existencia de grupos
organizados concretos que ejercían violencia ilegal con fines políticos. La exhortación
a la obligación estatal de investigar a tales grupos ha quedado muy en claro.
Por otra parte, también el grupo conjunto fue claro al concluir acerca de la
participación de funcionarios del Estado, especialmente miembros de fuerzas
policiales o del ejército, bajo cuya participación o amparo actuaban tales grupos.
Aunque válido es aclarar que el Grupo Conjunto no se refirió a miembros de la nueva
Policía Nacional Civil, sino a integrantes de la aún existente Policía Nacional.
155. Empero, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos debe lamentar
profundamente que las conclusiones y recomendaciones del Grupo Conjunto hayan
sido desestimadas e incumplidas totalmente por el Estado salvadoreño, tal como
ocurrió en el caso de la Comisión de la Verdad.
Es más, como ha sido mencionado, una vez el DICO arrojó resultados policiales
efectivos sobre actuaciones criminales de grupos ilegales armados que no estaban
contenidos en el informe del Grupo Conjunto (como en los casos del Comando
Sombra Negra y la captura de Carlos Romero Alfaro), varios de sus miembros fueron
101
acosados y sus jefaturas desnaturalizadas, hasta convertir el DICO en una unidad no
confiable e inefectiva.
Por otra parte, es importante para esta Procuraduría destacar que las investigaciones
realizadas por el Grupo Conjunto le merecen confiabilidad y considera que las
mismas fueron realizadas con profesionalismo.
Los resultados investigativos del Grupo deben tenerse por objetivos, pues además son
coincidentes con otras investigaciones realizadas por instituciones de derechos
humanos, incluyendo esta Procuraduría.
En tal medida, el informe final del Grupo Conjunto para la Investigación de Grupos
Armados Ilegales con Motivación Política en El Salvador, ha cobrado en la actualidad
una relevancia histórica que no puede soslayarse, pues recoge información vital
obtenida en el período mismo en que ocurrieron los hechos criminales que investigó.
Prueba de lo anterior es que su informe final es una herramienta de gran utilidad para
contextualizar crímenes de lesa humanidad, como las ejecución extrajudicial que ha
constituido el objeto del presente informe especial.
102
ejercían la violencia desde formas organizativas que variaban en ciertos aspectos
respecto de los típicos “escuadrones” de los ochentas52.
Esta Procuraduría discrepa de tal conclusión del Grupo Conjunto por las razones que
se exponen a continuación.
Por otra parte, el parámetro del Grupo Conjunto referido a la vinculación de los
grupos ilegales armados con la delincuencia común y organizada, como factor
diferenciador es relativo, pues los escuadrones de la muerte de la década de los
ochentas también se caracterizaron por realizar acciones de delincuencia común y
organizada, tales como secuestros y acciones extorsivas53.
52
Al respecto el Grupo Conjunto estimo que “existe en el presente una modificación sustancial en la
organización y el accionar de los grupos armados ilegales con motivación política, en relación a lo que
puede definirse como el modelo “clásico” de sus operaciones en el país, en especial durante los años
ochenta.” Ver Informe final del Grupo Conjunto, II.1; 1.1; p. 21.
53
Para el caso, el mismo Grupo Conjunto registró que: “En abril de 1986, salió a la luz pública evidencias
que implicó a civiles y militares en una red de secuestros y extorsión, cuyo modus operandi se asemejaba al
utilizado por los escuadrones de la muerte. // Después de una minuciosa investigación, la Policía Nacional,
con el apoyo del FBI y la policía venezolana (IVEPO), capturó a un grupo de personas que se había
dedicado a secuestrar a empresarios entre los años 1983 y 1986 para cobrar fuertes sumas de dinero a
cambio de su libertad. // Las investigaciones llevaron a la identificación de varias personas, íntimamente
relacionadas con actividades de los denominados “escuadrones”, algunas de las cuales fueron puestas a
103
Discrepancia sobre el cumplimiento de la recomendación de la COVER referida a
grupos armados ilegales
disposición de la justicia; otras se encuentran aún prófugas. Existen informaciones concretas que hacen
referencia a la participación de altos miembros del Órgano Judicial para obstaculizar el normal trámite de
los procesos”. Ver Informe final del Grupo Conjunto; II; 1.5;c; p. 20.
54
Ver informes especiales de la PDDH sobre la impunidad en los casos de la ejecución arbitraria de
Monseñor Oscar Arnulfo Romero (2002); de las ejecuciones de seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras
de la Universidad Centroamericana (2002) y caso sobre la desaparición de las hermanas Ernestina y Erlinda
Serrano Cruz (2004).
104
De tal forma, una comisión extrajudicial de investigación, aunque tuviese el mandato
de investigar crímenes políticos impunes de similar naturaleza, no podía considerarse
creada en atención a cumplir recomendaciones de la COVER, si restringía de
antemano su mandato a crímenes posteriores al mes de febrero del año 1992.
159. Por tales razones, esta Procuraduría estima que las actuaciones del Grupo
Conjunto no pueden tenerse como un esfuerzo que dio cumplimiento a la
recomendación de la COVER de investigar y llevar a la justicia a los dirigentes y
miembros de los escuadrones de la muerte que actuaron durante el conflicto armado
salvadoreño.
Pese a que las deficiencias investigativas estatales fueron señaladas en diversos casos
contenidos en el informe del Grupo Conjunto, éste omitió conclusiones y
recomendaciones sobre la problemática estructural de la justicia salvadoreña y su
complicidad en la impunidad insuperable de los crímenes de la post guerra
salvadoreña.
105
El Grupo Conjunto también omitió pronunciarse sobre el traslado del personal de la
Comisión Investigadora de Hechos Delictivos y la Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico,
a fin de conformar las nacientes División de Investigación Criminal y la División
Antinarcóticos de la PNC. La gravedad de tal incidente ponía en tela de juicio el
proceso mismo de creación de una nueva policía democrática en El Salvador, tal
como los hechos descritos en el presente informe lo han demostrado.
C.7 Omisión de promover investigaciones sobre la base del informe confidencial del
Grupo Conjunto
162. Tal como se refirió en el presente informe, el Grupo Conjunto decidió no imputar
públicamente responsabilidades personales sobre aquellos a quienes identificó como
miembros de las estructuras ilegales armadas, en razón que “no se han realizado las
diligencias judiciales que lo habilitan”55.
Esta Procuraduría debe lamentar que las citadas autoridades no promovieron, como se
ha referido, la continuidad y profundización de las investigaciones del Grupo
Conjunto, sosteniendo con ello la impunidad respecto de los crímenes de lesa
humanidad y graves delitos que los integrantes de los Grupos Irregulares Armados o
“escuadrones de la muerte” de la post guerra ocasionaron.
106
Conjunto no fue encontrado en los archivos de la Institución que ahora dirige, lo que
ha imposibilitado cualquier verificación de su contenido.
164. Tal como fue registrado en el presente informe, se ha establecido claramente por
parte de esta Procuraduría que, tras la condena de Raúl Argueta Rivas y absolución de
Pedro Sánchez Guerrero, se detuvieron las investigaciones del Estado acerca del
homicidio de Ramón Mauricio García Prieto Giralt y que las investigaciones
posteriores sólo tuvieron lugar como reacción a sucesivas recomendaciones de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en los años de 1997 y 2001.
En efecto, luego de la condena de Raúl Argueta Rivas, el Estado dio por concluido el
caso García Prieto Giralt, omitiendo cumplir con su obligación de investigar a los
restantes partícipes de la ejecución extrajudicial.
107
del señor Ortiz Díaz fue más bien el resultado de una contingencia y no de un
esfuerzo estatal serio por encontrarle.
El apoyo de los fiscales específicos asignados permitió, sobre esa base, que se
realizaran diligencias de relativa importancia que, aunque de un limitado alcance,
llegaban más allá de las escasas indagaciones anteriores, lo cual esta Procuraduría
estima positivo. Empero, estos esfuerzos también se vieron limitados por la falta de
colaboración de autoridades policiales y militares, o por deficiencias en actuaciones
judiciales.
166. Respecto del alcance limitado de las investigaciones del período 1997 - 98, es
importante para esta Procuraduría destacar que no se realizaron investigaciones
tendentes a establecer la participación de una estructura ilegal armada en el crimen;
tampoco se dedujeron responsabilidades a las autoridades policiales, fiscales y
judiciales por las graves violaciones al debido proceso que ocasionaron con
anterioridad.
Por otra parte, sobre las investigaciones relacionadas a la persecución sufrida por la
familia García Prieto Giralt, las cuales también fueron requeridas por la Comisión
Interamericana, debe decirse que las mismas fueron más bien superficiales, pese a la
certeza de la existencia de actos de amenazas, coacciones e intimidaciones que fueron
reconocidas incluso en la sede judicial.
Una vez se obtuvo la condena del señor Ismael Ortiz Díaz como autor material, las
investigaciones fueron cerradas nuevamente por el Estado, hasta que la Comisión
Interamericana dictó nuevas medidas cautelares a favor de la familia García Prieto
Giralt en 2001; no obstante, las investigaciones del caso a partir de entonces se
limitaron a las amenazas e intimidaciones en perjuicio de la familia García Prieto; en
modo alguno las investigaciones se dirigieron a profundizar en el esclarecimiento de
la ejecución extrajudicial de Ramón García Prieto56.
167. Finalmente, una tercera denuncia penal interpuesta por las víctimas en el mes de
junio de 2003, fue desatendida por la Fiscalía General de la República, sin
fundamento jurídico válido desde la perspectiva de los derechos humanos.
56
Como agravante, debe señalarse que incluso las investigaciones relativas a la persecución de la familia
García Prieto adolecieron igualmente de violaciones al debido proceso, circunstancia que será comentada
más adelante.
108
En resumen, resulta claro para esta Procuraduría que la generalizada impunidad en el
caso García Prieto, a lo largo de once años, tiene su raíz en la ausencia de voluntad
estatal por establecer plenamente la verdad en el homicidio que nos ocupa, situación
que se ha visto agravada por las siguientes circunstancias:
b. Por existir elementos de información en el sentido que tal estructura armada ilegal
recibió colaboración de la Comisión Investigadora de Hechos Delictivos
(posteriormente DIC de la PNC), a fin de mantener la impunidad de sus crímenes,
lo cual se expresa en las diversas actuaciones irregulares o violatorias del debido
proceso que han sido detalladas a lo largo del presente informe.
168. En vista de todo lo anterior, es posible para la PDDH concluir que el Estado
salvadoreño no cumplió plenamente con su deber de investigar, procesar y sancionar
a todos los responsables materiales e intelectuales de la ejecución extrajudicial de
Ramón Mauricio García Prieto Giralt, vulnerando así los derechos de la familia
García Prieto Giralt a la verdad, a las garantías judiciales y a la protección judicial.
109
D.1 Impunidad prevaleciente tras la reapertura de las investigaciones en 1997
57
Resolución fiscal de fecha 20 de enero de 1998, suscrita por el agente fiscal Pedro Cruz Rodríguez, en la
cual textualmente se dice: “vistas y analizadas las presentes diligencias extrajudiciales, que tuvieron su
origen en solicitudes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en resolución de la PDDH”.
110
de colaboración de otras autoridades estatales y deficiencias en ciertas actuaciones
judiciales.
171. Sobre el juicio al imputado Ismael Ortiz Díaz, la Procuraduría para la Defensa de
los Derechos Humanos considera necesario destacar los siguientes aspectos
172. Si bien la detención y posterior condena del señor Ismael Ortiz Díaz constituyeron
avances positivos en el caso, también es destacable, como se ha dicho, que tales
logros no son el producto de acciones efectivas del Estado en las investigaciones del
caso García Prieto Giralt.
Pese a las circunstancias dichas, esta Procuraduría estima oportuno considerar que el
acto concreto de la detención del señor Ortiz por su participación en el homicidio de
Ramón García Prieto, fue posible en razón del interés que los fiscales Castro y Cruz
Rodríguez mostraron en esta diligencia específica, sin el cual probablemente el
entonces imputado hubiese sido liberado y se hubiera dado a la fuga.
111
b. Retardación de justicia
173. El señor Ismael Ortiz Díaz fue condenado por un tribunal del jurado hasta el día
25 de mayo de 2001, siendo emitida la sentencia condenatoria con fecha 07 de junio
del mismo año.
En tal sentido, el señor Ortiz recibió una condena judicial dos años y cuatro meses
después de su detención, excediendo con creces los plazos establecidos en el
procedimiento penal aplicable, por lo que tanto las víctimas del homicidio de Ramón
García Prieto como el propio señor Ortiz Díaz fueron víctimas de la retardación de la
justicia.
174. Llaman la atención de esta Procuraduría diversas omisiones cometidas por los
investigadores fiscales y policiales relacionadas a la participación del señor Ortiz
Díaz, especialmente las siguientes:
112
carnés de identificación falsos como miembro de las fuerzas especiales del Estado
Mayor de la FAES; la probable participación de Argueta Rivas en unidades
militares donde operaban reconocidamente escuadrones de la muerte durante el
conflicto armado interno; entre otros aspectos.
176. En vista de todo lo anterior, esta Procuraduría concluye que, si bien - como
consecuencia de las recomendaciones de la Comisión Interamericana - las autoridades
policiales y fiscales reiniciaron las investigaciones en el caso García Prieto en el año
de 1997, logrando la detención y posterior condena del señor Ismael Ortiz Díaz como
autor material; tales circunstancias no son producto de acciones efectivas por parte
del Estado para establecer la verdad en el caso y, por otra parte, las actuaciones
estatales se limitaron al reconocimiento en rueda de fotografías del imputado Ortiz
Díaz por parte de la viuda del joven García Prieto, pero evitaron investigar todos
aquellos aspectos que vinculan el crimen y al mismo señor Ortiz con una estructura
113
ilegal armada que actuaba como escuadrón de la muerte en el contexto de la post
guerra salvadoreña.
a. La señora Jueza Tercera de Instrucción citó como uno de los fundamentos para
sobreseer a Carlos Romero Alfaro que, pese a la declaración de Jefes y ex
compañeros de Romero Alfaro en la DIC (ex CIHD), no se habían encontrado
elementos de juicio suficientes para involucrarle en el homicidio de Ramón García
Prieto.
114
declarantes a favor de Carlos Romero Alfaro en el caso García Prieto y de quien
debe recordarse es el autor del fraude procesal que derivó en la imputación del
crimen de Velis a un soldado fallecido once años antes del atentado al
mencionado ex líder guerrillero.
Resulta obvio para esta Procuraduría, en tal sentido, que las investigaciones
relativas a la imputación del señor Romero Alfaro, carecieron de seriedad y, en la
medida que no se dirigieron a esclarecer las actuaciones ilícitas de dicha
estructura ilegal, estaban condenadas de antemano a resultar infructuosas
179. Esta Procuraduría considera que las diferentes características del homicidio de
Ramón García Prieto Giralt, tales como el modus operandi del crimen, la implicación
de una estructura armada ilegal y la impunidad posterior, tan claramente evidenciada
esta última en la ausencia de voluntad estatal para esclarecer el mismo; son todos
factores concluyentes que permiten afirmar la existencia de autores intelectuales en el
citado homicidio, quienes ostentaron u ostentan un considerable poder político y,
además, ejercían influencia sobre las estructuras policiales que han sido relacionadas
con el homicidio y la impunidad ulterior.
115
180. No obstante, la PDDH estima oportuno referirse a dos aspectos relativos a la
investigación realizada por las autoridades judiciales, policiales y fiscales, respecto de
la presunta autoría intelectual en el caso del homicidio de Ramón García Prieto Giralt:
58
Al respecto, el Dr. Gino Costa, miembro de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para El
Salvador, como asesor del señor Álvaro de Soto, refiere lo siguiente: “La función protagónica de los
militares en la creación del nuevo sistema de Seguridad Pública no se limitó a Rivas y Flores. En efecto,
116
D.2 Impunidad prevaleciente luego de las medidas cautelares de la Comisión
Interamericana de 2001
181. Es oportuno traer a cuenta que, tras la condena del señor Ismael Ortiz Díaz en
Junio de 2001, las investigaciones estatales en torno al homicidio de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt se detuvieron nuevamente, permaneciendo en impunidad un
tercer autor material, así como los posibles autores intelectuales del crimen.
El caso se reabrió sólo a causa de las medidas cautelares impuestas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en noviembre de 2001, a fin de proteger la vida
e integridad de la familia García Prieto Giralt y de sus asesores jurídicos.
Sin embargo, tal reapertura del caso, en modo alguno conllevó a investigaciones
estatales dirigidas a esclarecer a los autores materiales e intelectuales del homicidio
de Ramón García Prieto que aún permanecían en impunidad. Las diligencias
policiales y fiscales practicadas, se limitaron a los hechos vinculados a la persecución
que afectaba a los miembros de la familia García Prieto Giralt.
182. Por otra parte, respecto de las diligencias practicadas en torno a la persecución a la
familia García Prieto Giralt, es importante destacar que estas se limitaron
prácticamente a la recepción de una serie de entrevistas a los agentes asignados a la
seguridad personal de los señores García Prieto Giralt. Durante dichas entrevistas, la
mayoría de tales agentes adujeron que los hechos de amenazas o atentados contra la
integridad denunciados eran falsos, además de atribuir conductas negativas a los
miembros de la familia.
entre 1992 y 1996, el general Mauricio Vargas, representante de la Fuerza Armada en la comisión de
diálogo gubernamental, integró el equipo de gobierno encargado de supervisar la ejecución de los acuerdos
de paz, primero como encargado de los temas de seguridad y, a partir de junio de 1994 –cuando Óscar
Santamaría asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores-, como “asesor de la Presidencia de la República
para los Acuerdos de Paz”. La Policía Nacional Civil de El Salvador (1990-1997), Dr. Gino Costa; UCA
Editores, 1997; p. 194.
117
atentatorios de la seguridad de sus custodiados, no fueron llamados a declarar durante
las investigaciones.
Otra circunstancia que esta Procuraduría desea destacar, es que el entonces Director
General de la PNC, señor Mauricio Sandoval, designó como responsable de las
diligencias derivadas de las medidas cautelares impuestas por la Comisión
Interamericana en 2001, al Subcomisionado Vladimir Cáceres, un ex miembro de los
cuerpos policiales que extinguieron los Acuerdos de Paz y ex compañero de Carlos
Romero Alfaro en la Comisión Investigadora de Hechos Delictivos.
183. Esta Procuraduría constató, asimismo, que las diligencias de investigación de los
hechos que afectaban la seguridad personal de los miembros de la familia García
Prieto Giralt fueron archivadas, sin que la Fiscalía General de la República presentará
dictamen o requerimiento a ninguna autoridad judicial.
Con la descrita omisión de tramitar la denuncia de junio de 2003, tanto el señor Fiscal
General de la República, licenciado Belisario Amadeo Artiga como los fiscales
asignados al caso, Allan Hernández y Hernán Cortez, incurrieron nuevamente en
responsabilidades por violaciones a un debido proceso, concretamente por el hecho
violatorio de denegación de justicia.
118
185. Por otra parte, esta Procuraduría estima oportuno referir que, durante la
verificación de las afectaciones al debido proceso que han sido establecidas en el
presente informe, el agente fiscal Allan Hernández obstaculizó las labores de
investigación que la PDDH realizaba, retardando indebidamente el acceso al
expediente fiscal del caso.
186. También es pertinente recordar que esta Procuraduría, con fecha 07 de junio de
2004, recomendó al señor Fiscal General de la República que procediese a “realizar
de forma inmediata las diligencias pertinentes en orden a establecer la autoría
intelectual del asesinato de Ramón Mauricio García Prieto Girat, especialmente las
solicitadas por el matrimonio García Prieto Giralt en su denuncia del 6 de junio de
2003”. También se le requirió a dicho funcionario que informara a la PDDH sobre las
actuaciones fiscales que fuesen realizadas.
Los requerimientos realizados por esta Procuraduría el 07 de junio de 2004 han sido
desatendidos por la Fiscalía General de la República hasta la fecha.
Con base en tal información y a los antecedentes del caso descritos en el presente
informe, resulta claro para esta Procuraduría que la Fiscalía General de la República
59
Ver “Caso de García Prieto va al archivo”, El Diario de Hoy, miércoles 09 de junio de 2004, p.14.
119
dejó correr el tiempo previsto en la legislación procesal penal para la prescripción de
la acción penal en el delito de asesinato, de forma deliberada, con el fin de invocar tal
figura penal como un mecanismo para el cierre definitivo del caso.
120
realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos
humanos.
(…)
172. Es, pues, claro que, en principio, es imputable al Estado toda violación a
los derechos reconocidos por la Convención cumplida por un acto del poder
público o de personas que actúan prevalidas de los poderes que ostentan por su
carácter oficial. No obstante, no se agotan allí las situaciones en las cuales un
Estado está obligado a prevenir, investigar y sancionar las violaciones a los
derechos humanos, ni los supuestos en que su responsabilidad puede verse
comprometida por efecto de una lesión a esos derechos. En efecto, un hecho
ilícito violatorio de los derechos humanos que inicialmente no resulte
imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular
o por no haberse identificado al autor de la transgresión, puede acarrear la
responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino
por falta de la debida diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los
términos requeridos por la Convención.
(…)
176. El Estado está, por otra parte, obligado a investigar toda situación en la
que se hayan violado los derechos humanos protegidos por la Convención. Si
el aparato del Estado actúa de modo tal que la violación quede impune y no se
restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la plenitud de sus derechos,
puede afirmarse que ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno
ejercicio a las personas sujetas a su jurisdicción. Lo mismo es válido cuando
se tolere que los particulares o grupos de ellos actúen libre o impunemente en
menoscabo de los derechos humanos reconocidos por la Convención.
121
Lejos de cumplirse tales estándares internacionales, las investigaciones en el caso
García Prieto Giralt fueron en extremo deficientes y limitadas. Por otra parte, se
impulsaron sólo en la medida que eran exigidas por instancias nacionales e
internacionales de derechos humanos, como el IDHUCA, la Procuraduría para la
Defensa de los Derechos Humanos, la ONUSAL o la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.
Con base en dicha denuncia esta Procuraduría verificó el proceso judicial en contra
del señor Ortiz Díaz respecto de la legalidad y el respeto al debido proceso en su
detención, y con base en tal información considera que la actuación de la Fiscalía
General de la República, representada por los fiscales Pedro José Cruz Rodríguez y
Oscar Antonio Castro Ramírez, en este caso contaba con los indicios suficientes –
declaraciones de testigos, reconocimiento en rueda de fotografías- que permitían
formular la imputación de Julio Ismael Ortiz Díaz en la muerte de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt y ordenar así su detención, tal como fuera fundamentado en los
dictámenes fiscales que al efecto suscribieron, en el marco de su mandato de dirigir la
investigación del delito.
Al respecto de la captura del señor Díaz Ortiz, mediante orden administrativa, el día
que iba a ser puesto en libertad por otro proceso penal seguido en su contra, la PDDH
considera que tal actuación no constituye una violación a su derecho a la libertad
personal o a sus garantías procesales, sino más bien reflejó celeridad y eficacia en la
investigación del delito por parte de la Fiscalía General de la República, pese a que,
como ya se relacionó supra, esta actuación fiscal haya derivado más bien de una
casualidad, cual fue que el señor Ortiz Díaz estaba siendo procesado por otro delito
que tuvo amplia cobertura por los medios de comunicación social.
122
Por todo lo ya expuesto, esta Procuraduría no ha encontrado elementos que permitan
concluir que se haya producido violación a los derechos procesales del señor Julio
Ismael Ortiz Díaz.
191. Finalmente debemos referirnos a que el señor Ortiz Díaz denunció también a esta
Procuraduría que, mientras fue detenido y procesado, su abogada defensora sufrió
seguimientos y vigilancias, así como intervenciones telefónicas.
192. En el informe de PDDH de 1996 se concluyó, tal como se relacionara supra, que
los familiares de Ramón García Prieto Giralt fueron víctimas de actos de intimidación
y coacción recurrentes, los cuales afectaron su seguridad; tales hechos estuvieron
constituidos por actos de amenazas anónimas u hostigamientos telefónicos,
persecución en vehículos, vigilancias por sujetos desconocidos vestidos de civil, entre
otros actos similares.
123
hechos han colocado a las víctimas en un estado de victimización permanente y
persecución.
También es procedente enfatizar que las intimidaciones sufridas por la familia García
Prieto Giralt fueron declaradas como ciertas por parte de la Jueza Tercera de
Instrucción, licenciada Virginia Paredes de Dueñas, tal como se consignó en la
resolución mediante la cual dicha funcionaria “elevó a plenario” el juicio contra Julio
Ismael Ortiz Díaz.
193. Resulta notable para la PDDH que tales circunstancias de persecución en perjuicio
de la familia García Prieto Giralt hayan continuado, a pesar que en dos ocasiones la
Comisión Interamericana dictara medidas cautelares a su favor en los años 1997 y
2001.
Al respecto, como fue señalado con antelación, esta Procuraduría lamenta que tales
hechos no hayan sido investigados con seriedad por parte del Estado y que, por el
contrario, se hayan conducido investigaciones parcializadas en contra de los propios
miembros de la familia García Prieto Giralt, las cuales a partir del año 2001
estuvieron a cargo del Subcomisionado Vladimir Cáceres, ex miembro de las
unidades policiales a las cuales perteneció el detective Carlos Romero Alfaro.
124
G. Sobre la respuesta del Estado en el proceso internacional seguido ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
194. A efectos de emitir el informe de fondo sobre el caso de Ramón Mauricio García
Prieto Giralt, con base en una petición de la parte demandante, la Comisión solicitó al
Estado de El Salvador las observaciones adicionales sobre el fondo del caso. El
Estado de El Salvador contestó a la CIDH solicitando el cierre del caso debido a que
ya se había investigado eficazmente y juzgado a los responsables.
Más aún, el Estado salvadoreño consideró que le brindó protección a la familia García
Prieto Giralt de forma eficaz y oportuna, pese a considerar que no fue necesario,
puesto que sus vidas o su integridad nunca estuvieron en riesgo, al grado de
considerar que algunos vehículos considerados por los denunciantes como
“sospechosos” pertenecían “a la misma familia García Prieto”.
125
necesaria seguridad a los miembros de la familia García Prieto Giralt, en vista de las
irregulares actuaciones que ya han sido descritas.
195. Para esta Procuraduría resulta inaceptable que el Estado se refiera a las víctimas
como personas que pretenden manipular el caso, acostumbradas a actuar según sus
influencias, que han utilizado la muerte de su hijo para tomar venganza, pues además
las califica de personas violentas y malcriadas, entre otras afirmaciones; tales
aseveraciones son atentatorias de los derechos fundamentales de los miembros de la
familia García Prieto Giralt, particularmente de su dignidad y honor.
Al respecto, es oportuno recordar al Estado salvadoreño que como parte del deber de
garantía, en la investigación de violaciones a derechos humanos, la “carga de la
prueba” corresponde al Estado mismo, especialmente cuando los presuntos
responsables son funcionarios del Estado – o han actuado bajo tolerancia del Estado -,
pues la víctima no puede asumir o procurar el acercamiento de pruebas por la
violación denunciada que no operan en su poder, o no podrían estarlo sin la
colaboración del Estado mismo. Este criterio ha sido acogido por el derecho
internacional de los derechos humanos en su práctica protectiva.
196. Respecto del móvil del homicidio, esta Procuraduría ha concluido que no es un
análisis objetivo aquél que privilegia la hipótesis que la motivación del crimen fue el
robo, pues tal interpretación conlleva el riesgo de soslayar elementos de información
relevantes que apuntan a la probable responsabilidad de la mencionada estructura
armada ilegal en el crimen. Dicha hipótesis también soslaya la presunta implicación
de miembros de la DIC y policías nacionales en la “estructura”; así como los actos de
encubrimiento efectuados desde instancias gubernamentales en orden a mantener la
impunidad de este caso y de otros homicidios.
126
Podemos concluir que, además de lo expuesto, a través de su informe ya citado ante la
Comisión Interamericana, el Estado mismo ha puesto en evidencia su finalidad de
mantener en impunidad a los autores intelectuales del homicidio y sus probables
vínculos con el aparato estatal de aquél momento; también ha puesto en evidencia su
voluntad de no procesar a funcionarios señalados como responsables de violaciones a
derechos humanos en el mismo caso.
Esta Procuraduría exhorta a las autoridades del sistema de justicia salvadoreño, sobre
todo a las mencionadas como responsables de violaciones a los derechos humanos en
este informe, para que retomen estos principios, como un paradigma esencial de su
labor pública.
198. Sobre el derecho de las víctimas de acceder a la justicia, el informe del Sr.
Bassiouni concluye que:
60
M. Cherif Bassiouni; Informe final presentado en virtud de la resolución 1999/33 de la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU: “El derecho de restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas
de violaciones graves de los derechos humanos y las libertades fundamentales”.
127
justo e imparcial previstas en el derecho internacional. Con tal fin, los Estados
deberían:
a) Dar a conocer, por medio de mecanismos oficiales y privados, todos los
recursos disponibles contra las violaciones de las normas internacionales
de derechos humanos y del derecho internacional humanitario;
b) Adoptar, durante los procedimientos judiciales, administrativos o de otra
índole que afecten a los intereses de las víctimas, medidas para reducir al
mínimo las molestias a las víctimas, proteger su intimidad según proceda,
y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los
testigos, contra todo acto de intimidación o represalia;
c) Utilizar todos los medios diplomáticos y jurídicos apropiados para que las
víctimas puedan ejercer su derecho a interponer recursos y obtener
reparación por las violaciones de las normas internacionales de derechos
humanos o del derecho internacional humanitario.”
199. Sobre el derecho de las víctimas a una reparación y sobre las formas de
reparación, debemos destacar, del informe del Señor Bassiouni, las siguientes
conclusiones:
128
d) El daño a la reputación o a la dignidad; y
e) Los gastos de asistencia jurídica o de expertos, medicinas y servicios
médicos, psicológicos y sociales.
129
vi) fomentando el cumplimiento de los códigos de conducta y las
normas éticas, en particular las normas internacionales, por los
funcionarios públicos, incluido el personal de policía, prisiones,
información, salud, servicios de psicología y sociales y fuerzas
armadas, además del personal de empresas; y
vii) creando mecanismos para vigilar la resolución de conflictos y la
intervención preventiva.”
200. En el caso de la ejecución extrajudicial del señor Mauricio García Prieto Giralt, la
Fiscalía ha sostenido que no pueden desarrollarse más investigaciones ni sancionar a
más responsables por cuanto, de acuerdo a las disposiciones de nuestro procedimiento
penal, ya ha transcurrido el tiempo previsto para su prescripción.
130
La Corte estima necesario enfatizar que, a la luz de las obligaciones generales
consagradas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana, los Estados
Partes tienen el deber de tomar las providencias de toda índole para que
nadie sea sustraído de la protección judicial y del ejercicio del derecho a un
recurso sencillo y eficaz, en los términos de los artículos 8 y 25 de la
Convención. Es por ello que los Estados Partes en la Convención que adopten
leyes que tengan este efecto, como lo son las leyes de autoamnistía (y las
disposiciones de prescripción, agregaríamos nosotros), incurren en una
violación de los artículos 8 y 25 en concordancia con los artículos 1.1 y 2 de la
Convención. Las leyes de autoamnistía conducen a la indefensión de las
víctimas y a la perpetuación de la impunidad, por lo que son manifiestamente
incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención Americana. Este tipo
de leyes impide la identificación de los individuos responsables de violaciones
a derechos humanos, ya que se obstaculiza la investigación y el acceso a la
justicia e impide a las víctimas y a sus familiares conocer la verdad y recibir la
reparación correspondiente” – itálicas agregadas –61.
61
Caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros Vs. Perú) Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C
No. 75, párrafos 41 Y 43
62
Naciones Unidas, Declaración y Programa de Acción de Viena (1993), parte II, párr. 60.
131
desaparición forzada de personas, el genocidio, la tortura, determinados delitos
de lesa humanidad y ciertas infracciones gravísimas del Derecho
Humanitario”63.
En resumen, lo afirmado por estos y otros analistas del derecho de los derechos
humanos sobre las amnistías puede aplicarse, mutatis mutandis, a las disposiciones
normativas sobre prescripción o excluyentes de responsabilidad – como la
obediencia debida – por cuanto su efecto es el mismo: negar la justicia y la verdad a
las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos. Por lo demás, al igual
que las amnistías, la prescripción en estos casos supone el incumplimiento de las
obligaciones de respeto, garantía, investigación y reparación que el Estado tiene en
estos casos.
“El Estado está, por otra parte, obligado a investigar toda situación en la que se
hayan violado los derechos humanos protegidos por la Convención. Si el aparato
del Estado actúa de modo que tal violación quede impune y no se restablezca, en
cuanto sea posible, a la víctima en la plenitud de sus derechos, puede afirmarse que
ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas
sujetas a su jurisdicción. Lo mismo es válido cuando se tolere que los particulares o
grupos de ellos actúen libre o impunemente en menoscabo de los derechos
humanos reconocidos en la Convención”64.
206. Concluye que la muerte de Ramón Mauricio García Prieto Giralt constituye una
ejecución extrajudicial, realizada presuntamente por miembros de una estructura
63
Voto razonado del Juez S. García Ramírez en el caso Barrios Altos. Op. cit. párrafo 13.
64
Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez , Sentencia de 29 de julio de 1988, Serie C No. 4, párr. 176.
Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz, Sentencia del 20 de enero de 1989, Serie C No. 5, párr. 187.
132
armada ilegal que habría actuado, al menos, bajo la tolerancia o aquiescencia de
autoridades policiales, pero siendo altamente probable también que policías activos
formasen parte de la referida estructura armada, tal como ha sido expuesto en el
presente informe.
Concluye, por tanto, que no es un análisis objetivo aquél que privilegia el móvil del
robo en el presente crimen, considerando el homicidio como una circunstancia que
sobrevino pero fue inesperada, pues tal interpretación conlleva el riesgo de soslayar
elementos de información relevantes que apuntan a la probable responsabilidad de la
mencionada estructura armada ilegal en el crimen. Dicha hipótesis también soslaya la
presunta implicación de miembros de la DIC y policías nacionales en la “estructura”;
así como los actos de encubrimiento efectuados desde instancias gubernamentales en
orden a mantener la impunidad de este caso y de otros homicidios.
207. Declara que las verificaciones efectuadas por esta Procuraduría, han demostrado
que las irregularidades procesales establecidas en la resolución de la PDDH del 23 de
133
julio de 1996, no fueron investigadas ni sancionadas por las autoridades competentes,
mediante los procedimientos administrativos o penales a que hubiere lugar. Con ello,
se configuró un contexto de impunidad que desfavoreció aún más la búsqueda de la
plena verdad y de la justicia en el caso de la ejecución arbitraria de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt.
208. Estima que los reportes internos de la Oficina Regional de San Salvador de la
ONUSAL, cuyas copias fueron remitidas oficialmente a esta Procuraduría en 1995,
134
sustentan claramente la hipótesis que el joven Ramón Mauricio García Prieto Giralt,
muy probablemente fue asesinado por sicarios pertenecientes a una estructura armada
ilegal de la cual participaban policías activos, ex miembros de la Policía Nacional y
personas civiles; siendo también altamente probable que dicha estructura fuese la
misma que se implicó en la ejecución extralegal del dirigente del FMLN, Darol
Francisco Velis, hecho vinculado a otros crímenes de violencia política durante el
período.
Presume que, dada la gravedad de las irregularidades de la actuación policial que han
sido descritas por la ORSS de la ONUSAL, existió al menos tolerancia y
colaboración de miembros de la DIC de la PNC en ese momento, a fin de encubrir la
responsabilidad de la estructura armada ilegal que, actuando como “escuadrón de la
muerte”, habría estado implicada en los asesinatos de Ramón Mauricio García Prieto
Giralt y Darol Francisco Velis Castellanos.
135
Considera que dicho escuadrón de la muerte habría tenido vinculaciones con la DIC
ex CIHD de la Policía Nacional Civil, tanto mediante la participación directa (caso de
Carlos Romero Alfaro) como a través del encubrimiento de sus crímenes por medio
de procedimientos de investigación fraudulentos y manipulados.
Destaca, por otra parte, que a través de la participación de Arnoldo Martín Martínez
es posible presumir que la citada estructura ilegal vinculada a la DIC - ex CIHD,
estuvo implicada en los dos intentos fallidos de ejecución extralegal que sufrió
directamente el señor Cruz Elías Cortez Pineda y que estaban dirigidos a lograr el
asesinato de la diputada por el FMLN María Marta Valladares, conocida como Nidia
Díaz, ocurridos durante el primer trimestre de 1994, pocas semanas antes del
asesinato de Ramón García Prieto.
Externa su alarma por el hecho que las investigaciones de la CIHD – DIC en el caso
Velis llegaran a tal nivel de fraude procesal, que fue presentado como responsable
65
La persona señalada por Martínez como sicario de Grimaldi, fue asesinado también extrañamente cuando
resultaba inminente su entrevista por miembros de la ONUSAL, tal como se ha relatado.
136
una persona fallecida once años antes del atentado; asimismo, que tal fraude procesal,
entre muchas otras irregularidades descritas en el presente informe, no hayan sido
jamás investigadas por las autoridades competentes, a pesar de mediar resolución de
esta Procuraduría y recomendaciones del Grupo Conjunto para que las mismas fuesen
esclarecidas.
Lo anterior le lleva a presumir que miembros de la DIC podrían haber sido parte de la
estructura ilegal armada implicada en el caso de Francisco Velis y posiblemente en el
de Ramón García Prieto.
Más claro le resulta que la ex CIHD – posterior DIC, fue una entidad que se encargó
de garantizar la impunidad de los responsables de los crímenes aludidos en el presente
informe, mediante el manejo irregular de las investigaciones e, incluso, mediante el
uso del fraude procesal, mediando al menos tolerancia por parte de diversas jefaturas
policiales. Un ejemplo claro de lo anterior, lo constituyó la evasión de la justicia por
parte del detective Carlos Romero Alfaro en 1995, a causa de las negligencias
cometidas por altas jefaturas policiales.
Recuerda al Estado que la obligación de investigar los ilícitos aquí expuestos que aún
no hayan sido juzgados, es un deber actual de las autoridades policiales y fiscales.
137
B.3 Sobre el carácter reiterado y sistemático de una violencia tolerada por el Estado
(investigación del Grupo Conjunto)
Le resulta evidente que la violencia de este período incluyó delitos con evidente
motivación política y afectó, mayormente, a personas que fueron opositores del
Estado durante el conflicto armado, pero también se manifestó en forma de venganza
privada o como forma de garantizar la impunidad en la investigación de delitos
comunes.
Concluye que los casos de Ramón Mauricio García Prieto Giralt y Darol Francisco
Velis, junto a otros crímenes conexos relacionados con estas ejecuciones
extrajudiciales, los cuales han sido descritos en el presente reporte, encajan
perfectamente en la caracterización de la violencia descrita por el Grupo Conjunto
sobre la actuación de grupos armados ilegales en El Salvador.
138
Estima que no es posible el avance verdadero hacia una democracia en El Salvador,
en tanto se mantenga la impunidad de crímenes de lesa humanidad descritos por las
mencionadas comisiones extrajudiciales de investigación, lo que vuelve
impostergable que sean retomadas sus recomendaciones a fin de darles efectivo
cumplimiento.
211. Expresa que las investigaciones realizadas por el Grupo Conjunto le merecen
confiabilidad y considera que las mismas fueron realizadas con profesionalismo, por
lo que los resultados investigativos de dicho grupo deben tenerse por objetivos, pues
además son coincidentes con otras investigaciones realizadas por instituciones de
derechos humanos, incluyendo la Procuraduría para la Defensa de los Derechos
Humanos.
Concluye que las actuaciones del Grupo Conjunto no pueden tenerse como un
esfuerzo que dio cumplimiento a la recomendación de la COVER de investigar y
llevar a la justicia a los dirigentes y miembros de los escuadrones de la muerte que
actuaron durante el conflicto armado salvadoreño, en tanto su mandato se restringió a
hechos posteriores a 1992.
Lamenta que el Grupo Conjunto haya omitido pronunciarse sobre el grave estado de
impunidad imperante en el país, especialmente el derivado de la vigencia de la Ley de
Amnistía General para la Consolidación de la Paz de 1993 y las violaciones a los
Acuerdos de Paz en materia de seguridad pública, especialmente las vulneraciones a
tales acuerdos ocasionadas por el traslado de los ex miembros de la Comisión
139
Investigadora de Hechos Delictivos y de la ex Unidad Ejecutiva Antinarcotráfico a la
nueva Policía Nacional Civil.
Recuerda, al respecto, que tras la condena del señor Raúl Argueta Rivas el 22 de julio
de 1996, el Estado salvadoreño se negó a investigar las responsabilidades de los
restantes autores materiales y posibles autores intelectuales de la ejecución
extrajudicial de Ramón García Prieto.
213. Reconoce que fue un avance positivo el juicio y condena del señor Julio Ismael
Ortiz Díaz como el segundo autor material del homicidio de Ramón García Prieto; no
obstante, debe traer a cuenta que tal detención no fue el resultado de acciones de
búsqueda por parte de las autoridades policiales y fiscales, sino más bien fue el
resultado de una contingencia, cual fue la detención del señor Ortiz por hechos
delictivos diferentes, lo que ocasionó que fuese exhibido públicamente en los medios
de comunicación.
Declara que tanto los familiares del joven Ramón Mauricio García Prieto Giralt, como
el señor Julio Ismael Ortíz Díaz, fueron víctimas de retardación de justicia, por cuanto
140
la condena a este último se produjo dos años y cuatro meses después de su detención,
excediendo con creces los plazos establecidos en el procedimiento penal aplicable.
Destaca como graves omisiones en las investigaciones seguidas contra el señor Ortiz
Díaz, que no se indagara sobre su probable participación en una estructura ilegal
armada, la cual estaría vinculada a la Comisión Investigadora de Hechos Delictivos y
posterior DIC de la PNC; asimismo, que los representantes fiscales no promovieran
diligencias tendentes a establecer si el señor Ismael Ortiz Díaz era el mismo “René
Díaz Ortiz”, implicado en el asesinato de Francisco Velis, aun cuando los fiscales
Cruz y Castro adujeron contar con información referida a que se trataba de la misma
persona.
214. Concluye que con posterioridad a 1997, el Estado tampoco investigó seria ni
efectivamente los diferentes actos de amenazas, coacciones, persecuciones e
intimidaciones en contra de miembros de la familia García Prieto Giralt, tal como se
ha expuesto enfáticamente en el presente reporte.
Lamenta, empero, que la obligación de investigar por parte de las autoridades fiscales
al señor Carlos Romero Alfaro, se hayan dirigido prioritariamente a recibir las
declaraciones de ex jefes y compañeros de dicha persona en la CIHD y en la DIC. Al
respecto, le resulta notorio que tales ex compañeros de trabajo presentarían
declaraciones tendentes a encubrir cualesquiera vinculaciones del señor Romero
Alfaro en conductas delictivas, ya que es la citada instancia policial la que
141
presuntamente brindó cobertura e impunidad a la estructura implicada en el asesinato
de Francisco Velis y de Ramón García Prieto.
Concluye, por tanto, que las investigaciones relativas a la imputación del señor
Romero Alfaro, carecieron de seriedad y estaban condenadas de antemano a resultar
infructuosas, en la medida que no se dirigieron a esclarecer las actuaciones ilícitas de
una estructura ilegal armada, la cual pudo actuar como escuadrón de la muerte en
ciertos casos de eliminación de personas.
Lamenta, también, por otra parte, la notoria pasividad de la señora Jueza Tercera de
Instrucción y de los fiscales asignados al caso, respecto de la falta de colaboración de
las autoridades militares para la inspección de registros documentales; las cuales en
algunas ocasiones se convirtieron en una real obstaculización de la investigación.
215. Considera que las diferentes características del homicidio de Ramón García Prieto
Giralt, tales como el modus operandi del crimen, la implicación de una estructura
armada ilegal y la impunidad posterior, tan claramente evidenciada esta última en la
ausencia de voluntad estatal para esclarecer el homicidio; son todos factores
concluyentes que permiten afirmar la existencia de autores intelectuales en la citada
ejecución extrajudicial, quienes ostentaron u ostentan un considerable poder político
y, además, ejercían influencia sobre las estructuras policiales que han sido
relacionadas en el propio homicidio y en la impunidad ulterior.
142
Destaca, a este respecto, la ausencia de investigaciones sobre la denuncia que la
familia García Prieto Giralt presentara al Fiscal General de la República en el mes de
junio de 2003 y en la cual solicitaron que fuese investigado el cargo político o público
que ostentó el General Mauricio Ernesto Vargas en los años inmediatos a la post
guerra salvadoreña y quiénes fueron los miembros de su equipo de trabajo.
216. Recuerda que, tal como ocurrió en 1996, tras la condena del señor Ismael Ortiz
Díaz en el año dos mil uno, las investigaciones estatales en torno al homicidio de
Ramón Mauricio García Prieto Giralt se detuvieron nuevamente, permaneciendo así
en impunidad un tercer autor material, así como los posibles autores intelectuales del
crimen.
Considera evidente que el caso se reabrió sólo a causa de las medidas cautelares
impuestas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en noviembre de
2001, a fin de proteger la vida e integridad de la familia García Prieto Giralt y de sus
asesores jurídicos.
Lamenta, sin embargo, que tal reapertura del caso en modo alguno conllevó a
investigaciones estatales dirigidas a esclarecer la identidad de los autores materiales e
intelectuales del homicidio de Ramón García Prieto que aún permanecían en
impunidad.
143
Lamenta , respecto de las diligencias practicadas en torno a la persecución a la familia
García Prieto Giralt posteriores a 2001, que éstas se limitaran prácticamente a la
recepción de una serie de entrevistas a los agentes asignados a la seguridad personal
de los señores García Prieto Giralt y que durante dichas entrevistas, la mayoría de
tales agentes adujeran que los hechos de amenazas o atentados contra la integridad
denunciados eran falsos, además de atribuir conductas negativas a los miembros de la
familia, lo que le lleva a presumir que tales declaraciones fueron inducidas.
Declara que con la descrita omisión de tramitar la denuncia de junio de 2003, tanto el
señor Fiscal General de la República, licenciado Belisario Amadeo Artiga como los
fiscales asignados al caso, Allan Hernández y Hernán Cortez, incurrieron nuevamente
144
en responsabilidades por violaciones a un debido proceso, concretamente por el hecho
violatorio de denegación de justicia.
Declara que, durante la verificación de las afectaciones al debido proceso que han
sido establecidas en el presente informe, el agente fiscal Allan Hernández obstaculizó
las labores de investigación que la PDDH realizaba, retardando indebidamente el
acceso al expediente fiscal del caso, situación que le hace incurrir en las
responsabilidades a que alude el artículo 46 de la Ley de la Procuraduría para la
Defensa de los Derechos Humanos.
145
Considera, asimismo, que la captura del señor Ortiz Díaz mediante orden
administrativa girada el mismo día que iba a ser puesto en libertad en otro proceso
penal seguido en su contra, no constituye una violación a su derecho a la libertad
personal o a sus garantías procesales, sino más bien reflejó celeridad y eficacia en la
investigación del delito por parte de la Fiscalía General de la República.
Declara, por tanto, que no ha encontrado elementos que permitan concluir que se haya
producido violación a los derechos procesales del señor Julio Ismael Ortiz Díaz.
Lamenta no obstante, que la orden de detención del señor Ortiz Díaz por el caso
García Prieto Giralt, se haya visto precedida de un procedimiento policial indebido,
en el cual se le exhibió públicamente ante los medios de comunicación por otros
delitos, de los cuales fue sobreseído prontamente.
No obstante lo anterior, considera preocupante que el señor Ortiz Díaz refiriera que su
abogada defensora sufrió seguimientos y vigilancias, así como intervenciones
telefónicas, sin que las autoridades fiscales o judiciales hubiesen promovido
investigaciones sobre tales hechos.
Recuerda que las intimidaciones sufridas por la familia García Prieto Giralt fueron
declaradas como ciertas por parte de la Jueza Tercera de Instrucción, licenciada
Virginia Paredes de Dueñas, tal como se consignó en la resolución mediante la cual
dicha funcionaria “elevó a plenario” el juicio contra Julio Ismael Ortiz Díaz.
146
Lamenta que tales hechos no hayan sido investigados con seriedad por parte del
Estado y que, por el contrario, se hayan conducido investigaciones parcializadas en
contra de los propios miembros de la familia García Prieto Giralt, las cuales a partir
del año 2001 estuvieron a cargo del Subcomisionado Vladimir Cáceres, ex miembro
de las unidades policiales a las cuales perteneció el detective Carlos Romero Alfaro.
Rechaza las afirmaciones del Estado en el sentido que las “amenazas” contra la
familia García Prieto Giralt nunca existieron y que, incluso, de haber existido, habrían
sido provocadas por las mismas víctimas con el fin de manipular el caso.
Califica de inaceptable que el Estado se refiera a las víctimas como personas que
pretenden manipular el caso, acostumbradas a actuar según sus influencias, que han
utilizado la muerte de su hijo para tomar venganza, llamándoles personas violentas y
malcriadas, entre otras afirmaciones; pues tales aseveraciones son atentatorias de los
derechos fundamentales de los miembros de la familia García Prieto, particularmente
a su dignidad y al honor.
147
o procurar el acercamiento de pruebas por la violación denunciada que no operan en
su poder, o no podrían estarlo sin la colaboración del Estado mismo.
221. Trae a cuenta el reporte del Relator Especial, Sr. M. Cherif Bassiouni, presentado
a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU66; en el cual se proponen principios
y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves de los
derechos humanos y las libertades fundamentales, especialmente el derecho de
acceder a la justicia y de obtener una reparación.
Exhorta a las autoridades del sistema de justicia salvadoreño, sobre todo a las
mencionadas como responsables de violaciones a los derechos humanos en el
presente informe, para que retomen estos principios, como un paradigma esencial de
su labor pública.
222. Considera que, desde el punto de vista de los derechos humanos, es inaceptable
declarar prescrita la acción penal por la ejecución extralegal de Ramón Mauricio
García Prieto Giralt, de conformidad a las obligaciones internacionales del Estado
salvadoreño, especialmente las derivadas de los artículos 4 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y 27 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
66
M. Cherif Bassiouni; Informe final presentado en virtud de la resolución 1999/33 de la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU: “El derecho de restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas
de violaciones graves de los derechos humanos y las libertades fundamentales”.
148
en impunidad, pues la declaratoria de prescripción en el presente caso niega la
característica de inderogabilidad del derecho a la vida de Ramón Mauricio y del
derecho a la protección judicial de sus familiares.
IX. Notificaciones
3. Notifíquese a los señores José Raúl Argueta Rivas y Julio Ismael Ortiz Díaz,
condenados por el homicidio de Ramón Mauricio García Prieto Giralt.
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6. Notifíquese al Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia, doctor
Agustín García Calderón.
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15. Notifíquese al Director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad
Centroamericana “José Simeón Cañas”, Don Benjamín Cuéllar.
16. Hágase del conocimiento de las diversas personas e instancias pertinentes que
hayan sido relacionados en el presente informe.
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