GVIRTZ, ABREGU y GRINBERG
GVIRTZ, ABREGU y GRINBERG
GVIRTZ, ABREGU y GRINBERG
2ª reimp. – Buenos Aires: Aique Grupo Editor, 2009. 160 p.; 24 x 18 cm. – (Nueva Carrera Docente) ISBN 978-987-06-
0083-1
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Selección de capítulos para uso exclusivo de los estudiantes de Problemática Educativa de las
carreras del Prof. y Lic. en Ciencias de la educación y Prof. y Lic. enFilosofía
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Para este capítulo hemos contado con la colaboración de Gabriel Petrucci
cambio se presenta como impensable: "... si la Escuela existió siempre y en todas partes, no sólo
está justificado que siga existiendo, sino que su universalidad y eternidad la hacen tan natural
como la vida misma..." (Várela y Álvarez Uría, 1991: 13). Para revertir esta suposición, antes que
nada, es preciso realizar el ejercicio de considerar que la escuela no es un fenómeno natural, sino
que constituye un fenómeno histórico y social: no siempre hubo escuela, y menos aún, como hoy
la conocemos.
Sin embargo, como hemos visto en el capítulo anterior, el fenómeno educativo siempre
existió. Sin educación, en sus diferentes formas (familia, medios de comunicación, escuela, etc.),
no es posible la producción y reproducción social. Pero ¿cómo sucedió que la educación haya
asumido la forma escolar?, ¿cómo ocurrió la transformación por la cual las sociedades sin escuela
pasaron a ser sociedades con los complejos sistemas educativos actuales? El rastreo que haremos
en este capítulo nos permitirá identificar continuidades y rupturas a lo largo de los siglos.
Indagaremos el origen y los procesos de constitución de las prácticas pedagógicas con el propósito
de interpretar cómo han sido algunos de los diversos modelos que dieron lugar a lo que
actualmente llamamos escuela.
Considerar el carácter de construcción histórica de la escuela es saber que su naturaleza
no es eterna, sino contingente. La escuela de hoy es un fenómeno de la Modernidad, y saberlo nos
habilita a repensar las formas que asume la educación. De allí, podemos discutirlas para construir
posibles y necesarias nuevas formas de educación. Para ello, es necesario "... restituir esta
sensación de extrañeza, de artificialidad, para lectores que hemos crecido en sociedades donde la
presencia de escuelas no sólo es lo más natural del mundo, sino que su ausencia es vista como una
falta, defecto o desatención" (Pineau, Dussel y Caruso, 2001: 22).
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Un análisis semejante, sobre los elementos que se encuentran en la escuela, puede verse en
Poggi (2002).
concepciones y a intentar, como propone Jorge Larrosa, .suspender la evidencia de nuestras
categorías y de nuestros modos habituales de pensar y de describir las prácticas pedagógicas por
el mero recurso de intentar pensarlas de otro modo, a otra escala, con otras conexiones.
(1995:13).
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El Estado y la simultaneidad sistémica
La masividad de la enseñanza comenzaba a ser, cada vez más, una necesidad de las
sociedades modernas. Ya no bastaba con tener escuelas en los municipios o maestros que
enseñaran en sus casas: la educación debía impactar en toda la población, en pos de unificar la
lengua, la historia, la cultura. Todo esto implicaba instituciones especialmente diseñadas para
tales fines. Por sus nuevas características, el Estado asumía el rol principal como responsable
directo de la provisión del servicio educativo y como regulador del sistema. Este rol se materializó
en el dictado, hacia fines del siglo XIX, de diversas leyes que dieron lugar a la conformación de los
sistemas educativos nacionales.
Al respecto, en el artículo "Acerca del fin de la escuela moderna", Silvina Gvirtz y
Mariano Narodowski afirman que "ya ha sido demostrado por la historiografía educacional
latinoamericana que, en los países de la región, los sistemas educativos nacionales surgen de los
escombros de un antiguo régimen escolar conformado por educadores corporativos y órdenes
religiosas". Las anteriores propuestas educativas no fueron eliminadas, sino que se ha operado
una cooptación, por parte del Estado, de modelos y espacios preexistentes, que debían "alinearse
dentro de la estrategia estatal" (Gvirtz y Narodowski, en Téllez, 2000: 173).
El gran invento de esta etapa en que operó fuertemente el Estado ha sido la
simultaneidad sistémica. ¿En qué consiste? Es "el dispositivo por el cual toda la actividad escolar
se homogeneiza para un tiempo y espacio políticos determinados" (Gvirtz y Narodowski, en Téllez,
2000: 170). Dicho de una manera más simple, la simultaneidad sistémica consolida aquellos
principios del modelo de Comenio acerca de "enseñar todo a todos" mediante métodos efectivos
y uniformes que aplican una tecnología de disciplinamiento social al servicio de la educación. En la
práctica, esto supone que todas las escuelas de un mismo territorio realizan las mismas tareas, al
mismo tiempo, y siguen las mismas etapas, destinadas a un mismo tipo de alumno o alumno tipo.
Este dispositivo requería de un gran poder de imposición para llegar a todos los rincones. Esto sólo
era posible bajo la tutela unificadora del Estado. En efecto, "los Estados nacionales se decidieron
progresivamente por la primacía del pastorado modernizado, que surgía junto con la disciplina
independiente llamada Pedagogía, y estaba basado en sistemas de enseñanza simultáneos"
(Dussel y Caruso, 1999: 113).
Ahora bien, últimamente, este modelo ha comenzado a entrar en contradicción con las
estrategias sociales basadas en la promoción de la diversidad, el respeto por las diferencias, y la
libertad y la autonomía de los grupos y de los individuos dentro del marco de los sistemas
democráticos. Entonces, pareciera que una nueva escuela estuviera surgiendo o, al menos, que
está inventándose...La escuela en casa: homeschooling
En los últimos años, diversas propuestas surgieron para buscar opciones que
respondieran a los intereses de algunas familias que no estaban conformes con la educación que
las escuelas tradicionales les brindaban a sus hijos. Muchos padres, por propia convicción política,
religiosa o cultural, cuestionan el monopolio histórico-gubernamental de una educación pública,
estructurada dentro de un sistema, con edificios-escuela, aulas, patios, bandera, horarios,
maestros, alumnos, reglamentos... Pero, además de estas objeciones, lo que se cuestiona es el
contenido de la educación, dado que estos padres sienten que las escuelas son incapaces de
ofrecer lo que ellos desean para el crecimiento de sus hijos. ¡Toda la estructura y la organización
de la escuela moderna parecen estar en riesgo!
El movimiento de la homeschooling (la escuela en casa') se ha desarrollado,
principalmente, en los Estados Unidos y está extendiéndose hacia Canadá, Australia, Nueva
Zelanda e Inglaterra. Según datos de 1996, alrededor de un millón de niños estaban siendo
educados por sus padres en sus propios hogares. Otras cifras indican que más de 2,5 millones de
niños estarían recibiendo este tipo de educación10.
Los cultores del movimiento de la homeschooling sienten que sus propuestas permiten
una liberación de las familias en relación con las imposiciones de un curriculum oficial, y al mismo
tiempo, una liberación del modelo escolar en el que predomina la competencia, la comparación y
en el que circulan situaciones sociales (como la violencia, las drogas) que, en la propia familia, no
se producirían o, al menos, los niños estarían protegidos respecto de ese tipo de sucesos.
El desafío de la homeschooling pone en cuestión, abiertamente, los grandes pilares de la
escuela moderna: el lugar y la autoridad del maestro, y lo que se ha denominado el dispositivo de
alianza entre la familia y escuela11. Asimismo, debilita el concepto de simultaneidad sistémica de
los grandes sistemas educativos nacionales, que sostuvieron el modelo de escolaridad durante los
últimos cien años.
Y ahora, ¿qué?
Hemos planteado, al inicio de este capítulo, que la escuela, tal como hoy la concebimos,
es el resultado de una construcción histórico-social —y no, de una existencia natural—, lo que
permite identificar la estrecha relación que existe entre institucionalización de la educación y los
valores relevantes que cada sociedad asume. Los mayores niveles de organización y complejidad
de la vida social se vinculan con una mayor sistematicidad e institucionalidad de la educación. En
directa relación, esto se traduce en procesos de distribución diferencial de los saberes. A medida
que la educación comienza a tener un valor económico, comienzan a establecerse circuitos
formativos diferenciados, vinculados con la división social de trabajo y con la división de la
sociedad en clases.