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Hora Santa Por La Vida

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HORA SANTA POR LA VIDA

+ EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO

MONITOR: El misterio de la Encarnación del Verbo celebra la Vida cuando nos dice:
“La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”
(Juan 1,14)

La gloria de Dios resplandece en Jesucristo, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo en las
purísimas entrañas de la Virgen María, Madre de Jesús, Madre de Dios. El Señor con su encarnación
se ha unido, en cierto modo, con todo hombre, haciéndose hombre para salvar a los hombres. No
es ajeno a Dios el destino del hombre. Por eso, como escribía el Papa San Juan Pablo II, “en cada
niño que nace y en cada hombre que vive y que muere reconocemos la imagen de la gloria de Dios,
gloria que celebramos en cada hombre, signo del Dios vivo, ícono de Jesucristo”.

En esta Jornada de oración por la vida queremos dirigir nuestra mirada a Jesucristo, reconociendo
en Él la proximidad y la cercanía de nuestro Dios y pidiendo la intercesión de su Madre Santísima la
Virgen María.
Queremos celebrar el Evangelio de la Vida, la Vida que es la luz de los hombres. Queremos que esta
luz disipe las tinieblas del egoísmo, del pecado, de la idolatría, para que, en toda vida humana,
sepamos ver la huella de Dios, que, a través de su Hijo, y por la acción de su Espíritu, sigue creando
todos los bienes, los santifica , los llena de vida, los bendice y los reparte entre nosotros.

Que Santa María, Madre de los Vivientes, interceda por nosotros ante su Hijo para que seamos
servidores de la vida y testigos de la sobreabundancia del amor de Dios.

Recitaremos, a modo de himno, la siguiente oración de la EVANGELIUM VITAE.

TODOS:
Oh, María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida: mira,
Madre, el numero inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil
vivir, de hombres y mujeres victimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a
causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en Tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro
tiempo el Evangelio de la Vida.
Alcánzales la gracias de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solicita constancia, para construir, junto
con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y
gloria de Dios Creador y amante de la vida.

1
CANTO SUGERIDO: ENTRARE (Jéssed)

SALMO 138
MONITOR: El hombre pertenece a Dios, ÉL nos conoce a cada uno, y Su mirada benevolente nos
acompaña desde el primer momento, ya en el seno de nuestra madre.
Antífona: Señor, Tu saber me sobrepasa.
(Se recita a dos coros)

1) Señor, Tú me sondeas y me conoces;


me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

2) No ha llegado la palabra a mi lengua,


y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con Tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

1) ¿A dónde iré lejos de Tu aliento,


a donde escapare de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estas Tu;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

2) Si vuelvo hasta el margen de la aurora,


Si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzara Tu izquierda,
me agarrara Tu derecha.
Si digo: “que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mi”
ni la tiniebla es oscura para Ti,
la noche es clara como el día.

1) Tu has creado mis entrañas,


me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables Tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

2) Cuando, en lo oculto, me iba formando,

2
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
Tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en Tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

1) ¡Que incomparables encuentros Tus designios,


¡Dios mío, que inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aun me quedas Tú.

2) Señor, sondéame y conoce mi corazón,


ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…


Antífona: Señor, Tu saber me sobrepasa.

CANTO SUGERIDO: ¿NO TENGAS MIEDO, NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE? (Rosalinda
Golferich)

CANTICO 1 SAMUEL 2, 6-11

MONITOR: Solo Dios tiene el poder sobre el vivir y sobre el morir. Si el hombre usurpa ese poder se
hace responsable de la destrucción y de la muerte.
Antífona: El Señor es mi Dios y Salvador.
(Se recita a dos coros)

1) El Señor da la muerte y la vida,


Hunde en el abismo y levanta:
Da la pobreza y la riqueza,
Humilla y enaltece.

2) Él levanta del polvo al desvalido,


alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.

1) Él guarda los pasos de Sus amigos,


mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.

3
2) El Señor desbarata a Sus contrarios,
El Altísimo truena desde el cielo,
El Señor juzga hasta el confín de la tierra.
El da fuerza a Su Rey,
Exalta el poder de Su Ungido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo …


Antífona: El Señor es mi Dios y Salvador.

CANTO SUGERIDO: DIOS ESTA AQUI

SALMO 8

MONITOR: La creación entera testimonia la grandeza del amor misericordioso de Dios. El hombre
culmina la obra creadora y manifiesta de modo eminente la gloria de Dios.
Antífona: Diste a Tu Hijo el mando sobre las obras de Tus manos.
(Se recita a dos coros)

1) Señor, Dios nuestro,


Que admirable es Tu nombre en toda la tierra,

2) Cuando contemplo el cielo,


obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
Que es el hombre para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder.

1) Lo hiciste poco inferior a los ángeles,


lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies.

2) Rebaños de ovejas y toros,


y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
todo lo sometiste bajo sus pies.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…


Antífona: Diste a Tu Hijo el mando sobre las obras de Tus Manos.

CANTO SUGERIDO: VINE A ADORARTE (Marcela Gandara)

MONITOR: Lectura del libro de Genesis (4, 1-15)

4
Adán, pues, conoció a E va su mujer; la cual concibió y dio luz a Caín: diciendo: “He adquirido un
hombre con la ayuda del Señor”. Después dio a luz a Abel, el hermano. Abel era pastor de ovejas, y
Caín trabajaba en el campo. Pasado un tiempo, Caín ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El
Señor se fijo en Abel y en su ofrenda, y no se fijo en Caín ni en su ofrenda; por lo cual Caín se
enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: ¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si
obraras bien, estarías animado; pero si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y aunque viene
por ti, tu puedes dominarlo. Caín dijo a su hermano Abel: “Vamos al campo”. Y cuando estaban en
el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: “¿Dónde está Abel, tu
hermano?” Respondió Caín: “No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?” El Señor le replicó: “¿Qué
has hecho? la sangre de tu hermano me esta gritando desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra
que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano.

Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo.”
Caín contesto al Señor: “Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Hoy me destierras de aquí;
tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me
matará”. El Señor le dijo: “El que mate a Caín para que, si alguien tropezase con él, no lo matara.
Palabra de Dios.
TODOS: Te alabamos, Señor.

CANTO SUGERIDO: SANTA MARIA DEL CAMINO

Evangelium Vitae, 29, del Papa Juan Pablo II

MONITOR: De la encíclica “Evangelium vitae”


Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo, podríamos
sentirnos como abrumados por una sensación de impotencia insuperable: ¡el bien nunca podrá
tener la fuerza suficiente para vencer el mal! Este es el momento en que el Pueblo de Dios, y en él
cada creyente, está llamado a profesar, con humildad y valentía, la propia fe en Jesucristo, “Palabra
de vida” (1 Jn 1, 1). En realidad, el Evangelio de la Vida no es una mera reflexión, aunque original y
profunda, sobre la vida humana; ni solo un mandamiento destinado a sensibilizar la conciencia y a
causar cambios significativos en la sociedad; menos aun una promesa ilusoria de un futuro mejor.
El Evangelio de la vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la
persona misma de Jesús, el cual se presenta al apóstol Tomas, y en él a todo hombre, con estas
palabras: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Es la misma identidad manifestada a
Marta, la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí, aunque muera,
vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” (Jn11, 25-26). Jesús es el Hijo que desde la
eternidad recibe la vida del Padre (cf. Jn 5, 26) y que ha venido a los hombres para hacerles participes
de este don: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
Así, por la palabra, la acción y la persona misma de Jesús se da al hombre la posibilidad de “conocer”
toda la verdad sobre el valor de la vida humana. De esa “fuente” recibe, en particular, la capacidad
de “obrar” perfectamente esa verdad (cf. Jn 3,21), es decir, asumir y realizar en plenitud la
responsabilidad de amar y servir, defender y promover la vida humana.
En efecto, en Cristo se anuncia definitivamente y se da plenamente aquel Evangelio de la vida que,
anticipado ya en la Revelación del Antiguo Testamento y, mas aun, escrito de algún modo en el

5
corazón mismo de cada hombre y mujer, resuena en cada conciencia “desde el principio”, o sea,
desde la misma creación, de modo que, a pesar de los condicionamientos negativos del pecado,
también puede ser conocido por la razón humana en sus aspectos esenciales. Como dice el Concilio
Vaticano II, Cristo “con Su presencia y manifestación, con Sus palabras y obras, signos y milagros,
sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la Verdad, lleva a
plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino; a saber, que Dios esta con nosotros
para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna”.

CANTO SUGERIDO: QUE BIEN SE ESTA AQUÍ (Jesus y Miriam)

TODOS: “Gracias Padre bueno por el don de la vida que nos has concedido. Te pedimos que la
podamos vivir y ayudar a vivir, hasta la plenitud de Cristo. Concédenos que en nuestra patria nos
conduzcamos mediante leyes sensatas que reconozcan, respeten, defiendan y promuevan toda vida
humana, desde su concepción hasta su término natural.
¡Virgen María de Guadalupe, ¡Madre de la Vida, ruega por nosotros!”.

FUENTE: portal electrónico de la Conferencia del Episcopado Mexicano (www.cem.org.mx)

ORACION
(San Juan Pablo II)

TODOS: Oh, María aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes a Ti confiamos la causa de la
vida; mira Madre, el numero inmenso de niños a quienes se les impide nacer, de pobres a quienes
se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres victimas de violencia inhumana, de ancianos y
enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en Tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro
tiempo, el Evangelio de la Vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría
de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solicita
constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la
verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida.

ORACION FINAL

MONTOR: Señor, Tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre
verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a Él en Su naturaleza divina. Por nuestro Señor
Jesucristo Tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de
los siglos. Amen.

CANTO SUGERIDO: AMOR DE LOS AMORES

FUENTE de casi todas las oraciones de la Hora SANTA:


http://www.adopcionespiritual.org/index.php
http://www.priestsforlife.org/spanish/

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