Ojo - Semiología
Ojo - Semiología
Ojo - Semiología
El examen oftalmológico con luz artificial permite evaluar el segmento anterior del
ojo (córnea, cámara anterior, iris, pupila y cristalino), haciendo incidir una luz
lateral u oblicua y una luz focal sobre una pequeña zona. La lámpara de hendidura
es un microscopio de bajo poder que permite examinar la porción anterior y
posterior del globo ocular con gran detalle. Se debe realizar una anamnesis detallada
y solicitar exámenes complementarios según el caso. Algunos exámenes que pueden
ser útiles son:
o Hemograma completo
o Perfil tiroideo
o Presión arterial
o Tonometría ocular
o Campimetría visual
o Tomografía computarizada
o Resonancia magnética de órbita y cerebro.
anemias
policitemias
alteraciones de la coagulación
enfermedades autoinmunes
el color
la transparencia
la superficie
la vascularización de este tejido
Se realiza con una buena iluminación y un oftalmoscopio o una lupa. El examen permite
detectar posibles alteraciones de la esclerótica, como:
inflamación
infección
traumatismo
degeneración
tumores.
La esclerótica normalmente es de color blanco, opaco y liso. Puede presentar algunos vasos
sanguíneos superficiales que se desplazan con la conjuntiva al mover el ojo. Algunas
variaciones del color normal pueden ser:
- Azulado: se debe a una menor cantidad o
calidad de colágeno en la esclerótica, que
deja ver la coroides subyacente. Pue de
ser congénito o adquirido por
enfermedades como el síndrome de
Marfan o el síndrome de Ehlers-Danlos.
- Amarillento: se debe a un aumento de los depósitos de grasa en la esclerótica, que
ocurre con la edad o por enfermedades como
laxantelasma o la hiperlipidemia.
- Rojizo: se debe a una inflamación o irritación de la
esclerótica, que puede estar causada por condiciones
como la escleritis, la epiescleritis, la conjuntivitis o el
síndrome del ojo seco.
- Ictérico: se debe a una acumulación de bilirrubina en
la sangre, que se deposita en la esclerótica y le da un
tono amarillo verdoso. Puede indicar enfermedades
hepáticas como la hepatitis o la cirrosis.
El examen de la esclerótica también permite evaluar el
espesor y la elasticidad de este tejido. Una esclerótica
adelgazada puede provocar una protrusión del globo ocular, conocida como ectasia escleral.
Una esclerótica rígida puede dificultar el drenaje del humor acuoso, aumentando la presión
intraocular y favoreciendo el glaucoma.
El examen de la esclerótica es una parte importante de la exploración oftalmológica, ya que
puede revelar información sobre el estado general de salud del paciente y orientar el
diagnóstico y el tratamiento de diversas patologías oculares.
2.5. Examen de la córnea: opacidades y abrasiones.
La córnea es la capa transparente que cubre la parte frontal del ojo y que ayuda a enfocar la
luz. La córnea puede sufrir alteraciones que afecten a su transparencia, como opacidades o
abrasiones.
Las opacidades corneales son áreas de la córnea
que pierden su transparencia normal y se vuelven
más blancas o grises. Pueden deberse a diversas
causas, como infecciones, inflamaciones,
traumatismos, distrofias o cicatrices. Las
opacidades corneales pueden afectar a la visión si
interfieren con el paso de la luz al interior del ojo.
Las abrasiones corneales son rasguños o cortes en
la superficie de la córnea que pueden producirse por el
contacto con objetos extraños, como polvo, arena, virutas
de metal o lentes de contacto. Las abrasiones corneales
causan dolor, sensación de cuerpo extraño, lagrimeo,
enrojecimiento y s ensibilidad a la luz. Si no se tratan
adecuadamente, las abrasiones corneales pueden
infectarse y provocar úlceras corneales.
Para examinar la córnea, el oftalmólogo utiliza un instrumento llamado lámpara de
hendidura, que permite observar el ojo con una luz y una lupa. El oftalmólogo puede
aplicar unas gotas de un tinte llamado fluoresceína en el ojo para detectar las opacidades y
las abrasiones corneales. El tinte se adhiere a las zonas dañadas de la córnea y se ilumina
con una luz azul, lo que facilita su visualización.
El tratamiento de las opacidades y las abrasiones corneales depende de su causa y
gravedad. En algunos casos, se pueden usar medicamentos como colirios antibióticos,
antiinflamatorios o lubricantes para favorecer la curación y prevenir complicaciones. En
otros casos, se puede recurrir a procedimientos quirúrgicos como el láser o el trasplante de
córnea para restaurar la transparencia y la función de la córnea.
2.6. Reflejo corneal
El reflejo corneal es un parpadeo involuntario que se produce al estimular la córnea o la
conjuntiva con un objeto suave, como un algodón o un tejido. Es un reflejo protector que
evita el daño ocular por cuerpos extraños o luces intensas. El reflejo corneal implica la
participación de dos pares craneales: el nervio trigémino (V) y el nervio facial (VII).
El nervio trigémino es el responsable de la sensibilidad de la córnea y la conjuntiva, y envía
la señal aferente al tronco encefálico. El nervio facial es el encargado de la motilidad de los
párpados, y transmite la señal eferente desde el tronco encefálico hasta los músculos
orbiculares de los ojos. El reflejo corneal se puede evaluar tocando suavemente la córnea o
la conjuntiva con un algodón o un tejido, y observando si se produce el parpadeo bilateral.
La ausencia o disminución del reflejo corneal puede indicar una alteración del nervio
trigémino, del nervio facial o del tronco encefálico.
El reflejo corneal puede estar atenuado o ausente en las personas que usan lentes de
contacto de forma habitual. El reflejo corneal es una prueba semiológica útil para valorar el
estado neurológico de los pacientes, especialmente en los casos de coma o lesión cerebral.
2.7. Examen del iris. Examen de la pupila: Diámetros, arco reflejo pupilar. Reflejos
pupilares, fotomotor, consensual, acomodación. Anormalidades pupilares: amaurosis,
Marcus-Gunn, síndrome Argyll-Robertson, Síndrome de Horner.
El examen del iris y de la pupila es una parte importante de la exploración oftalmológica,
ya que permite evaluar la función del sistema nervioso autónomo y detectar posibles
anomalías o patologías que afecten a la visión o a otras estructuras del ojo. El examen de la
pupila consiste en medir el diámetro pupilar en condiciones de luz y oscuridad, así como
observar la forma, el color y la simetría de las pupilas. También se debe valorar el arco
reflejo pupilar, que es el conjunto de respuestas que tiene la pupila ante diferentes
estímulos.
Para realizar el examen del iris y de la pupila se deben observar los siguientes aspectos:
- Diámetros: se mide el tamaño de las pupilas en milímetros con una regla o una
escala pupilar, y se compara si son iguales o diferentes entre ambos ojos. El
diámetro normal de las pupilas varía entre 2 y 6 mm, siendo el promedio de 3.5 mm.
Una diferencia de tamaño entre las pupilas se llama anisocoria y puede ser normal
(hasta 1 mm) o indicar una alteración neurológica o farmacológica.
- Arco reflejo pupilar: se evalúa la respuesta de las pupilas a la luz, tanto directa
como consensual. La respuesta directa es la contracción de la pupila del ojo
iluminado, mientras que la respuesta consensual es la contracción de la pupila del
ojo no iluminado. Ambas respuestas deben ser rápidas e iguales en los dos ojos.
Para realizar el arco reflejo pupilar se utiliza una linterna o un oftalmoscopio y se
ilumina cada ojo por separado, observando el cambio de tamaño de las pupilas. Una
alteración del arco reflejo pupilar puede indicar una lesión en la vía aferente (nervio
óptico) o en la vía eferente (nervio motor ocular común) del reflejo.
Los reflejos pupilares son las respuestas que tiene la pupila ante diferentes estímulos. Los
principales reflejos pupilares son:
- Reflejo fotomotor: Es la contracción de la pupila al recibir luz directa o indirecta.
Se produce por la acción del sistema nervioso parasimpático, que inerva el músculo
esfínter de la pupila. Se puede evaluar proyectando una luz sobre un ojo y
observando la reacción de ambos ojos.
- Reflejo consensual: Es la contracción de la pupila del ojo no iluminado al recibir
luz en el ojo contralateral. Se debe a la conexión entre los núcleos pretectales de
ambos lados del cerebro, que reciben información de la vía aferente pupilar y envían
señales al núcleo de Edinger-Westphal, que es el origen de las fibras parasimpáticas
que llegan al músculo esfínter de la pupila.
- Reflejo de acomodación: Es la contracción de ambas pupilas al enfocar un objeto
cercano. Se produce por la acción conjunta del sistema nervioso parasimpático, que
inerva el músculo esfínter de la pupila, y del sistema nervioso somático, que inerva
el músculo ciliar, responsable de modificar la forma del cristalino para ajustar el
enfoque.
Las anormalidades pupilares son alteraciones en el tamaño, la forma, la reactividad o la
simetría de las pupilas que pueden indicar una lesión o una enfermedad en alguna parte de
la vía refleja pupilar. Algunas de las anormalidades pupilares más frecuentes son:
- Amaurosis: es la pérdida total o parcial de la visión en un ojo sin que haya una
lesión aparente en el mismo o también puede ser
debido a la ausencia de circulación de sangre a la
retina. Se puede deber a causas vasculares,
inflamatorias, traumáticas o tumorales. La pupila
del ojo afectado no reacciona a la luz directa pero
sí al reflejo consensual.
- Síndrome de Marcus-Gunn: es una alteración
congénita que se caracteriza por la elevación
involuntaria del párpado superior afectado al mover la mandíbula. La semiología del
síndrome incluye la observación de la ptosis palpebral en reposo y el fenómeno de
retracción o "guiño mandibular" al realizar movimientos de apertura, cierre,
lateralidad o protrusión de la mandíbula. Para examinar al paciente se debe evaluar
la simetría y la amplitud de las fisuras palpebrales, así como la presencia de
estrabismo, anisometropía o ambliopía asociados. El diagnóstico se basa en los
hallazgos clínicos y se puede confirmar con estudios electromiográficos que
demuestran la sincinesia entre el músculo pterigoideo externo y el músculo elevador
del párpado superior. El abordaje del síndrome depende de la severidad de la ptosis
y de las alteraciones visuales que pueda causar. El tratamiento puede ser
conservador, con medidas como el uso de gafas con crismas o parches oclusivos, o
quirúrgico, con técnicas como la resección del músculo elevador, la suspensión
frontal o la anastomosis entre el nervio facial y el nervio oculomotor. Las
alteraciones frecuentes que se pueden presentar en el síndrome de Marcus-Gunn son
el estrabismo, la anisometropía, la ambliopía, la diplopía y las complicaciones
postoperatorias como la asimetría palpebral, la lagrimeo o la infección.
- Síndrome de Argyll-Robertson: es una alteración del reflejo fotomotor en la que
las pupilas no reaccionan a la luz pero sí a la acomodación. Se debe a una lesión en
el área pretectal del mesencéfalo, que suele estar asociada a neurosífilis o diabetes.
- Síndrome de Horner: es una alteración del sistema
nervioso simpático que produce miosis (contracción
pupilar), ptosis (caída del párpado superior) y
anhidrosis (falta de sudoración) en el lado afectado. Se
debe a una lesión en alguna parte de la vía simpática,
que puede ser central (en el cerebro o el tronco
cerebral), preganglionar (en el ganglio cervical
superior) o postganglionar (en el plexo carotídeo).
2.9 Glaucoma, cataratas.
El glaucoma y las cataratas son dos enfermedades
oculares que pueden afectar la visión de forma diferente.
El glaucoma se produce po r un daño en el nervio
óptico, generalmente causado por un aumento de la
presión intraocular. Las cataratas se producen por una
opacidad del cristalino, que es la lente natural del ojo.
Ambas enfermedades pueden provocar una
pérdida progresiva de la visión, pero el glaucoma
suele afectar primero la visión periférica y las
cataratas la visión central. Los síntomas del
glaucoma pueden ser muy sutiles o inexistentes
hasta que la enfermedad está avanzada, mientras
que las cataratas suelen causar síntomas como:
visión borrosa
deslumbramiento
dificultad para ver de noche
cambios en la percepción de los colores
la agudeza visual
la presión intraocular
el fondo de ojo
el ángulo de drenaje del humor acuoso
el grosor de la córnea
Además, se pueden realizar otras pruebas específicas como:
El diagnóstico del glaucoma se basa en la detección de un daño en el nervio óptico y/o una
pérdida del campo visual asociados a una presión intraocular elevada o a otros factores de
riesgo como la edad, los antecedentes familiares, la miopía, la diabetes o el uso de
corticoides. El diagnóstico de las cataratas se basa en la observación de una opacidad del
cristalino que afecta a la calidad y cantidad de luz que llega a la retina. El grado de
afectación visual dependerá del tipo, localización y extensión de las cataratas.
2.10. Agudeza visual, visión de colores.
La agudeza visual es la capacidad de percibir los detalles de los objetos a una determinada
distancia. La visión de colores es la capacidad de distinguir los diferentes tonos del espectro
cromático. Ambas funciones dependen de la integridad del sistema visual, desde la córnea
hasta la corteza occipital.
La semiología de la agudeza visual y la visión de colores se basa en la evaluación de los
síntomas y signos que el paciente presenta, así como en la realización de pruebas
específicas para medir estas capacidades. Algunos síntomas que pueden indicar alteraciones
de la agudeza visual o la visión de colores son:
El examen de la agudeza visual se realiza con una tabla optométrica que contiene letras,
números o símbolos de diferentes tamaños, que el paciente debe identificar a una distancia
estándar. Se mide la agudeza visual para cada ojo por separado y luego para ambos ojos
juntos, con y sin corrección óptica si la tiene. El resultado se expresa en una fracción que
indica la distancia a la que el paciente ve el objeto (numerador) y la distancia a la que una
persona con visión normal lo vería (denominador). Por ejemplo, una agudeza visual de
20/40 significa que el paciente ve a 20 pies lo que una persona normal vería a 40 pies. La
agudeza visual normal es de 20/20.
El examen de la visión de colores se realiza con unas láminas que contienen círculos
formados por puntos de diferentes colores y tamaños, en las que se ocultan números o
figuras que el paciente debe reconocer. Estas láminas se conocen como test de Ishihara y
sirven para detectar el daltonismo o discromatopsia, que es la incapacidad para distinguir
algunos colores, especialmente el rojo y el verde. El daltonismo puede ser congénito o
adquirido por diversas causas, como enfermedades oculares, neurológicas o sistémicas.
El diagnóstico de las alteraciones de la agudeza visual y la visión de colores se basa en los
hallazgos del examen clínico y las pruebas realizadas, así como en la historia clínica y los
antecedentes personales y familiares del paciente. El diagnóstico permite determinar la
causa y el grado de afectación de estas funciones visuales, así como establecer el
tratamiento más adecuado para cada caso. El tratamiento puede consistir en el uso de lentes
correctivos, medicamentos, cirugía o rehabilitación visual, según el tipo y la severidad de la
alteración.
2.11. Examen del campo visual: campimetría por confrontación, alteraciones.
La campimetría por confrontación es una prueba sencilla y rápida que permite evaluar de
forma aproximada el campo visual del paciente comparándolo con el del examinador.
Consiste en que el paciente y el examinador se miren a los ojos, mientras el examinador
mueve un objeto (como un dedo o un pin rojo) hacia los lados, arriba y abajo, y le pregunta
al paciente si lo ve o no. El examinador debe cubrirse el ojo contralateral al que está
explorando el paciente, para evitar que su propio campo visual interfiera con el del
paciente.
La campimetría por confrontación puede detectar defectos de campo visual como:
Compruebe sobre todo si le parece que los ojos sobresalen en exceso, si hay parálisis facial
o si el paciente esta inconsciente.
Para su examen, se comparan ambos lados. Una ligera asimetría cae dentro de lo normal.
Aspecto y coloración
En la piel de los párpados encontramos las mismas enfermedades (eccemas, exantemas,
úlceras, tumores) que en la que tapiza el resto de la cara. Su gran distensibilidad, junto a la
laxitud del tejido celular subcutáneo, permite acumular en cantidad sangre extravasada
(hematoma palpebral), gas (enfisema palpebral) o serosidad (edema palpebral). Este último
se reconoce fácilmente por inspección, pues abulta el párpado superior, redondea su borde
libre y borra los pliegues cutáneos transversales. La presión deja huella. Puede ser
unilateral o bilateral. El edema unilateral suele ser inflamatorio (salvo en los procesos
expansivos infraorbitarios) y obedecer a causas locales.
Entre las causas más frecuentes de edema palpebral unilateral, citaremos los siguientes
procesos:
1. Del propio párpado. Absceso, orzuelo, blefaritis (parasitaria, discrásica, vicios de
refracción).
2. Conjuntivales. Conjuntivitis aguda, sobre todo por gonococos; en la neumocócica y
la de origen alérgico, el edema queda localizado en el borde libre y respeta el resto.
3. Del aparato lagrimal. Dacrioadenitis (inflamación de la glándula), dacriocistitis
aguda o crónica agudizada.
4. Del globo ocular. Glaucoma agudo, iritis, uveítis.
5. De la cavidad orbitaria y senos venosos. Tumores, celulitis orbitaria difusa,
aneurisma arteriovenoso, tromboflebitis del seno cavernoso.
6. De los senos nasales accesorios. Sobre todo, la sinusitis frontal aguda, etc.
Causas más frecuentes de edema palpebral bilateral. El edema bilateral suele ser provocado
por causas extraoculares, salvo el motivado por una inflamación de la piel de la cara
(erisipela, lupus eritematoso agudo, etc.); es frío, fofo, azulado o blanquecino. Son sus
causas más frecuentes:
1. Aumento de la presión hidrostática de filtración. Ya sea en la vertiente arteriocapilar
(hipertensión arterial maligna avanzada, sofocos o exposición al calor, que
aumentan la filtración) como en la venular (decúbito [edema palpebral por exceso
de encamamiento; después de una larga anestesia en posición de Trendelenburgl),
tos ferina, compresiones mediastínicas, enfisema, obesidad, insuficiencia cardíaca
congestiva, etc.; en ocasiones, es más acentuada por la mañana al levantarse y cede
total o parcialmente en el transcurso del día.
2. Hipoproteinemia. Nefrosis, edemas de hambre o caquéctico, beri-beri.
3. Retención de agua y sodio. Nefritis, administración de corticoides (favorece la
retención tubular del sodio), síndrome de Cushing, síndrome de tensión
premenstrual, etc.
4. Perturbación de la permeabilidad capilar (disorosis). Con libre paso de plasma y
proteínas a los tejidos (edemas alérgicos, inflamatorios, angioneuróticos de
Quincke); en la anemia perniciosa, mixedema, etc., el trastorno del capilar es
causado por un deficiente aporte de oxígeno (hipoxidosis).
5. Parasitosis. Triquinosis (en el 80 % de los casos), enfermedad de Chagas (signo de
Romana), filariosis, etc.
6. Mononucleosis infecciosa. Afecta más el párpado superior (signo de Hoagland); es
poco frecuente (10 % de los casos)
7. Intoxicación arsenical.
8. Dermatomiositis. Integrando la «facies lila» de Fanconi.
9. Amiloidosis.
Con los años, la piel de los párpados se adelgaza y, a medida que la grasa subyacente
desaparece, se arruga; la pérdida de fibras elásticas de la piel y la disminución de la grasa y
del tono muscular dan lugar a la formación de las llamadas «patas de gallo», de bolsas bajo
los ojos y de pliegues en los párpados superiores; a medida que la grasa de la órbita
disminuye, el globo ocular se hunde.
Examen del aparato lagrimal
Técnicas de Exploración
Para evaluar la obstrucción del conducto nasolagrimal pida al paciente que mire hacia
arriba. Presione el párpado inferior cerca el canto medial, justo por dentro del ribete de la
órbita ósea, para comprimir el saco lagrimal
Inspeccione brevemente las regiones de la glándula y del saco lagrimal por si presentan
inflamación. Compruebe si hay lagrimeo o sequedad excesiva en los ojos.
Examen de la órbita
Tomografía Axial de la Órbita
La tomografía axial de la órbita es un método de analizar la órbita ocular por imágenes, este
examen utiliza rayos X para crear imágenes detalladas de los espacios en el cual está
contenido los ojos llamados órbitas, además estudia los ojos y los huesos circundantes.
Este estudio permite valorar rápidamente la estructura ósea en caso de sospecha
de fracturas por un evento traumático. Cuando se indica bajo la sospecha de tumores se
suele indicar con una sustancia de contraste (compuesto yodado), sugerimos informar de
alguna reacción alérgica a este componente.
Procedimiento de la Tomografía Axial de la Órbita
En el proceso de la tomografía axial de la órbita, el paciente se acuesta sobre una mesa
estrecha que se desliza hacia el centro de un escáner. Únicamente la cabeza se ubica dentro
del escáner. Una vez dentro del escáner, el haz de rayos X de la máquina rota a su
alrededor.
Una computadora crea imágenes separadas de la zona del cuerpo, llamadas cortes. Estas
imágenes se pueden almacenar, observar en un monitor o imprimirse en una película.
El paciente debe permanecer inmóvil durante el examen, ya que el movimiento ocasiona
imágenes borrosas. De igual manera, le pueden solicitar que contenga la respiración por
unos segundos.
El examen tarda cerca de 30 segundos. El proceso completo tarda aproximadamente 15
minutos.
Técnicas básicas para la oftalmoscopia directa
Oftalmoscopia directa. Usted estará sentado en una habitación oscura. El proveedor de
atención médica llevará a cabo este examen proyectando un rayo de luz a través de la
pupila, con el uso de un instrumento llamado oftalmoscopio. Un oftalmoscopio es
aproximadamente del tamaño de una linterna. Tiene una luz y lentes diminutos y diferentes
que le permiten al proveedor observar la parte posterior del globo ocular.
Características generales del fondo del ojo normal; disco óptico, vasos retinianos, área
macular.
Disco óptico
Con el paciente mirando al frente, al infinito y abordándolo usted desde su lado temporal a
un ángulo de unos 15°, es la estructura redondeada, claramente definida, que debe
encontrarse en su campo de observación frente a usted. Note que está al mismo nivel de la
retina que lo circunda y que es plana o ligeramente excavada. En condiciones normales
nunca es procidente.
Forma.
El disco óptico tiene una forma ligeramente oval en sentido vertical, siendo el diámetro
vertical 7 a 10% mayor que el horizontal. Puede igualmente ser redondeada. Una
acentuación de la forma oval se correlaciona significativamente con astigmatismo corneal y
ambliopía.
Color
En general rosado-anaranjado. La mitad nasal siempre más coloreada que la temporal. Más
pálida en los miopes altos, más rosada en los hipermétropes. Su color varía con la
intensidad y brillantez de la luz empleada durante la exploración.
Margen o contorno.
El disco tiene dos polos: superior e inferior, y dos bordes: nasal y temporal.
Vasos retinianos.
Cuando ellos son normales, su pared es transluciente e invisible, así, que lo llamamos
«vaso» es en propiedad la columna de sangre que rellena su luz.
La arteria central de la retina (ACR) penetra al nervio óptico uno o dos centímetros por
detrás del globo y emerge en el disco óptico. La vena central de la retina (VCR), luego de
haber recogido la sangre, abandona al ojo también por el disco, ocupando siempre una
posición externa (o temporal) con respecto a la arteria.
Área macular
Está situada a unos 2 diámetros de disco del borde temporal del disco y a 1 diámetro por
debajo del mismo. Es horizontalmente ovalada y no tiene límites precisos
Alteraciones del fondo del ojo: hemorragias, exudados, edema de papila, cambios
arteriolares; cruces A-V, retinopatía diabética.
Nervio óptico
Coloboma del nervio óptico
Es un trastorno unilateral de origen congénito en el que hay falta de cierre adecuado de la
copa óptica fetal. En él se observa una fosita en el borde del nervio óptico llamado cono
inferior, el cual puede acompañarse de una distribución anómala de la salida de los vasos
retinianos y del coloboma de la coroides. Por debajo del nervio óptico se manifiesta una
zona blanquecina arqueada que corresponde al sitio del coloboma.
Persistencia de fibras mielinizadas
En condiciones normales la mielinización de las fibras del nervio óptico termina en la
lámina cribosa. En algunas personas hay persistencia de las fibras mielinizadas por delante
de su sitio de terminación habitual y son visibles con el oftalmoscopio. Se ven como haces
de fibras de color blanco con márgenes en forma de pluma que rodean al nervio óptico, lo
que produce que los márgenes se aprecien borrosos. Este hallazgo se considera una variante
anatómica y en nada interfiere con el buen funcionamiento del nervio óptico y de la retina
Neuritis óptica
Es un proceso inflamatorio, por lo general unilateral, del nervio óptico. Puede deberse a una
inflamación intraocular (uveítis), a tumores o enfermedades desmielinizantes del sistema
nervioso central, y puede ser producida por agentes tóxicos. Se caracteriza por una
disminución brusca de la agudeza visual de un solo ojo, con aparición de un defecto central
del campo visual. Con el oftalmoscopio se observa un disco óptico hiperémico, más rojo de
lo normal y con los bordes borrados. Hay pérdida de la excavación fisiológica y puede
haber algunas hemorragias en flama. Una neuritis óptica o papilitis puede dejar como
secuela una atrofia óptica parcial y alterar de manera definitiva la visión.
Papiledema
Es un edema del nervio óptico y, a diferencia de la neuritis óptica o papilitis, con frecuencia
es bilateral. Constituye quizá la entidad de mayor importancia diagnóstica para el médico
general. El papiledema se debe a aumento de la presión intracraneal y por tanto puede ser el
primer signo detectable de un tumor o de una hemorragia intracraneanos.
Atrofia óptica
En la atrofia óptica, el disco se observa de color blanco nacarado, de forma, bordes y
márgenes normales; la salida de los vasos es normal o ligeramente atenuada. La atrofia
óptica puede deberse a un proceso inflamatorio del nervio óptico (neuritis o papiledema).
Atrofia óptica glaucomatosa
Los bordes son normales, el tamaño de la excavación fisiológica es mayor y la salida de los
vasos es anormal, observándose rechazo de los vasos hacia el lado nasal.
Retina
Los cambios y alteraciones que pueden observarse en la retina son múltiples y con
frecuencia se acompañan de trastornos vasculares. Dentro de esos cambios, los que el
médico general encuentra con más frecuencia son la RETINOPATÍA
DIABÉTICA, la RETINOPATÍA HIPERTENSIVA y los PROBLEMAS OCLUSIVOS
VASCULARES.
Retinopatía diabética
La retinopatía diabética es una complicación de la diabetes que afecta los ojos. Es causada
por el daño a los vasos sanguíneos del tejido sensible a la luz que se encuentran en el fondo
del ojo (retina). Al principio, la retinopatía diabética puede no tener síntomas o solo
problemas leves de visión. Pero puede provocar ceguera.
Cualquier persona con diabetes tipo 1 o tipo 2 puede desarrollar este trastorno. Cuanto más
tiempo hayas tenido diabetes y menos te hayas controlado la glucosa en la sangre, mayor la
probabilidad de desarrollar esta complicación en los ojos.