Kerigma
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LOS LENGUAJES DE LA FE
EL KERIGMA,
CORAZÓN DEL MENSAJE CRISTIANO
Severino Lázaro Pérez, sj*
Resumen
Es necesario hoy recuperar el kerygma dentro del complejo proceso de la evangeli-
zación. No se puede entender la acción misionera de la Iglesia sin este elemento ke-
rigmático que anuncia de palabra y con las obras que la vida, muerte y resurrec-
ción de Cristo es la salvación para la humanidad. Es preciso comprender en qué
consiste este kerigma, de qué elementos se compone y cuál es su significado profun-
do y su actualidad. En tiempos de crisis, la Iglesia debe preguntarse por el modo
en que mejor se transparente la verdad de la fe y por los mínimos necesarios para
que la proclamación del evangelio transforme la vida de las personas.
PALABRAS CLAVE: primera evangelización, encuentro fundante, inculturación,
testimonio, compasión.
1. Hace poco, en una reunión de sacerdotes, hablando de la marcha del programa pas-
toral, con claro énfasis y enfoque misionero, en el que la diócesis de Madrid se en-
cuentra metida en el presente curso, Misión Madrid, se nos decía que las activida-
des programadas se estaban realizando, pero que con ellas no se está llegando a la
gente de fuera.
2. Basta ver el elenco de nombres con que se le designa para concluir esto que deci-
mos: «Primer Anuncio» (Directorio General de Catequesis, n. 61) «Precatecumena-
do» (Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, nn. 9-13), «Catequesis kerigmáti-
ca o pre-catequesis». Se asocia también a otros términos tales como «Primera Evan-
gelización», «Pre-evangelización», «Evangelización».
apostólico» que le está tocando vivir, el recordar estas palabras de Pablo VI: «A lo
largo de veinte siglos de historia, las generaciones cristianas han afrontado periódi-
camente diversos obstáculos a esta misión de universalidad. Por una parte, la ten-
tación de los mismos evangelizadores de estrechar bajo distintos pretextos su cam-
po de acción misionera. Por otra, las resistencias, muchas veces humanamente in-
superables, de aquellos a quienes el evangelizador se dirige. Además, debemos cons-
tatar con tristeza que la obra evangelizadora de la Iglesia es gravemente dificultosa,
si no impedida, por los poderes públicos [...] No obstante estas adversidades, la
Iglesia reaviva siempre su inspiración más profunda, la que le viene directamente
del Maestro: ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra! Lo
han hecho nuevamente en el Sínodo, como una llamada a no encadenar el anun-
cio evangélico, limitándolo a un sector de la humanidad o a una clase de hombres
o a un solo tipo de cultura» (cf. Evangelii nuntiandi, n. 50).
5. «La primera tarea de la Iglesia consiste en anunciar el mensaje de la misericordia.
Justamente en la actual situación, en la que muchos viven como si Dios no existie-
ra, este mensaje no puede dejarse arrinconar en vías y escenarios secundarios. An-
tes bien, la Iglesia tiene que avanzar hasta el centro del mensaje evangélico, situan-
do en primer plano el mensaje del Dios misericordioso» (cf. W. KASPER, La miseri-
cordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana, Sal Terrae, Santander 2012, 155).
6. Ibid., 157.
10. Una muestra de las distintas propuestas que se han hecho puede verse en J.
GEVAERT, El primer anuncio. Proponer el Evangelio a quien no conoce a Cristo,
Sal Terrae, Santander 2004, 130-138.
11. Cf. H. RAHNER, A theology of proclamation, Herder and Herder, New York 1968,
13.
12. Citado por J. MOINGT, El hombre que venía de Dios, vol. 1, Desclée de Brouwer,
Bilbao 1995, 178.
Todo esto que hemos intentado decir en este artículo se resume muy grá-
ficamente en una anécdota que se cuenta de uno de los grandes heraldos
del Evangelio que la historia ha dado a la Iglesia: San Francisco Javier.
En una de sus estancias en Malaca (una de las islas de las antiguas Indias
Orientales), tuvo un encuentro con una expedición de comerciantes por-
tugueses recién venidos de Japón. Con ellos venía Angiro, un habitante
de aquellas islas. Javier, en su ansia por llevar más lejos todavía la Pala-
bra de Dios, preguntó a Angiro si se harían muchos cristianos en Japón
en caso de que se fuera con él a aquellas tierras. A lo que Angiro le res-
pondió diciendo que «los de su tierra no se harían cristianos luego, di-
ciéndome que primero me harían muchas preguntas y verían lo que les
respondía y lo que yo entendía, y sobre todo, si vivía conforme a lo que
hablaba; y si hiciese dos cosas, hablar bien y satisfacer a sus preguntas, y
vivir sin que me hallasen en qué me reprender, que en medio año, des-
pués que tuviesen experiencia de mí, el Rey y la gente noble y toda otra
gente de discreción, se harían cristianos, diciendo que ellos no son gen-
tes que se rigen sino por razón»13.
13. J.I. TELLECHEA, Los sueños de Francisco Javier, Sígueme, Salamanca 2006, 126.
280 págs.
P.V.P.: 17,50 €
J. SERAFÍN BÉJAR
Cinco razones para creer
Experiencias
de la desproporción
120 págs.
P.V.P.: 10,00 €