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Prevención en cáncer desde la lógica nutricional

A modo de reflexión, podemos preguntarnos: ¿es importante la alimentación en la


prevención del cáncer?, ¿existe relación entre el consumo de determinados productos
alimentarios y el desarrollo del cáncer?, ¿de qué manera la actividad física contribuye a
disminuir el riesgo de desarrollar patología oncológica?

Se afirma que el 30-40% de todos los tumores en los hombres y hasta el 60%
en las mujeres, están relacionados con la alimentación en los países
desarrollados, de manera que la dieta es la segunda causa prevenible de
cáncer, solo después del tabaco. (Pérez, 2016,
http://docplayer.es/10355287-La-alimentacion-en-la-genesis-y-prevencion-
del-cancer.html)

Hoy en día, existen numerosas evidencias científicas que adjudican un rol


protector modificable a los alimentos en relación con el desarrollo de los
diferentes tipos de cáncer. Si bien los factores dietéticos no son la única
causa de la aparición de esta enfermedad, se acepta que podrían reducir
tanto la incidencia como el desarrollo de la misma. Existen diversos
nutrientes y elementos "no nutrientes" vehiculizados en los alimentos que
actúan como promotores o inhibidores de los procesos cancerosos. Por tal
motivo, resulta interesante analizar las propiedades nutricionales del grupo
de las frutas y verduras por su valioso aporte en vitaminas, selenio, fibra y
otras sustancias fitoquímicas que han demostrado propiedades antioxidantes
y anti carcinogénicas. 
La amenaza existencial presente es la trascendencia del aumento del
consumo de los alimentos procesados industrialmente, las bebidas
azucaradas y la comida rápida que están desplazando a la alimentación
saludable, lo que genera efectos alarmantes en la salud. Estos productos no
están diseñados para satisfacer las necesidades nutricionales de las personas,
generan deseos incontrolados de consumo que llegan a dominar los
mecanismos del control del apetito, resultando perjudiciales, asociándolos a
un mayor riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles. Por
consiguiente, existe un problema mayor asociado a los altos niveles de
inactividad física de la población mundial. De este modo, las conductas
pasivas en los modos de vida, adoptadas producto del gran desarrollo de los
procesos de urbanización y sumadas a los factores ambientales, desalientan
el estímulo a la práctica activa del ejercicio físico regular como un promotor
de un estilo de vida más saludable. 

Es importante que todo personal sanitario pueda ayudar a tomar consciencia


en la adopción de un estilo de vida más saludable, mediante la valoración
regular de la actividad física, a través de herramientas validadas de uso
clínico. Los efectos beneficiosos para la salud de la práctica regular de
actividad física de intensidad moderada a vigorosa en población adulta están
respaldados por evidencia científica. Además, se ha demostrado que estos
efectos beneficiosos siempre van a presentarse y son independientes del
sexo, etnia o edad de la persona. 

El rol del profesional de la nutrición es contribuir en la mejora del estado de


salud de la población, actuando en cada situación clínica del proceso de
atención nutricional. Para ello, se requiere del trabajo permanente con un
equipo integrado de atención en salud que exige desarrollar estrategias y
habilidades de comunicación y trabajo en conjunto. 

Generalidades
Carlos Gonzales Svatetz y Cols, en su libro “Nutrición y cáncer”, nos hablan de una
revisión realizada por un grupo de investigadores del Anderson Cancer Center de
Houston, en  Estados Unidos, concluyendo lo siguiente:  

(...) los factores genéticos hereditarios constituyen una minoría de las causas del
cáncer (entre el 5-10%), mientras que la gran mayoría se deben a causas ambientales
(90%) y del estilo de vida. Entre estas últimas, la alimentación representa el 30-35%
de las causas, el consumo de tabaco el 25-30%, las infecciones el 15-20%, la
obesidad el 10-20%, el alcohol el 4-6% y otros factores el 10-15% (las radiaciones,
la exposición solar y los contaminantes químicos ambientales). (Dávila y Haluszka,
2017, https://cutt.ly/6PUkWgE)

El porcentaje de riesgo atribuible a un factor depende no solo de la magnitud


del riesgo ocasionado por la exposición a ese factor en la población, sino
también por la proporción de la población que está expuesta a ese factor. 

La población expuesta a la alimentación es mucho más amplia, dado que toda


la población se alimenta. No pasa lo mismo con el consumo de tabaco,
alcohol y la presencia de obesidad. Aun así, las estimaciones realizadas sobre
el riesgo atribuible a la dieta y otros factores relacionados con el estilo de
vida varían entre países y regiones. 

Como se dijo más arriba, a nivel mundial, se ha estimado que, de los 7


millones de muertes por cáncer en 2001, el 35% son atribuibles a nueve
factores de riesgo potencialmente modificables, entre los cuales los más
importantes son el elevado consumo de tabaco y alcohol y el bajo consumo
de frutas y vegetales.

Si quieres profundizar sobre la estadística del consumo de frutas y verduras


en Chile, revisa este siguiente enlace: https://cutt.ly/6PUk51D
Interacciones entre factores genéticos con el
consumo de alimentos y nutrientes
Llegados a este punto, es importante hacer una distinción entre la nutrigenómica,
nutrigenética y epigenética. 

La nutrigenómica estudia cómo los nutrientes modifican la expresión de los genes.


Al respecto, en el siguiente cuadro podemos observar los mecanismos a través de los
cuales la dieta podría favorecer o inhibir el proceso de carcinogénesis.

Por su parte, la exposición a factores ambientales y de hábitos de vida puede


producir alteraciones epigenéticas que, sin alterar la secuencia genética,
modifican la expresión del gen, y esto puede favorecer la génesis de un
cáncer. 

Por último, la nutrigenética hace referencia a la respuesta específica de cada


individuo a los componentes de la dieta, debido a sus variantes genéticas.

Nutrición y cáncer. Principales tumores


asociados a la dieta
La medida en que la dieta contribuye a la incidencia y mortalidad por cáncer, es muy
variable según el tipo de cáncer. De los tipos de cáncer que pueden estar
potencialmente asociados a la dieta en ambos sexos, el cáncer de pulmón es el más
frecuente a nivel mundial, seguido del cáncer de colon y recto, estómago e hígado. 
Tumores potenciales Descripción
Este tipo de cáncer se relaciona con el
consumo de alcohol, tabaco, bebidas muy
calientes y consumo de alimentos procesados,
en conservas. No hay diferencias
significativas comprobadas en cuanto
Cáncer de cavidad oral: faringe, laringe prevalencia en hombres y mujeres. 
y esófago
El cáncer de esófago es el octavo cáncer más
diagnosticado. El alto contenido de arsénico
en las aguas en determinadas regiones
geográficas, es un factor de riesgo para
desarrollar estos tipos de cánceres.
Está asociado al tabaquismo y a la inhalación
de compuestos químicos volátiles
Cáncer de pulmón
cancerígenos. En el mundo, es el cáncer más
frecuente, sobre todo, en varones. 
Este tipo de cáncer se relaciona con el
consumo de productos ultraprocesados,
conservados. A su vez, la presencia de
Helicobacter Pylori, es una bacteria que
genera gran parte de la gastritis crónica. 
Cáncer de estómago, páncreas, hígado,
colon y recto
Los cánceres de colon y recto se
relacionan con una dieta baja en fibras,
poco consumo de agua y poca actividad
física. También se asocia la constipación
crónica.

A continuación, se expondrán algunos tipos de potenciales tumores


relacionados con la dieta:

Tabla 1: Tumores asociados a la dieta

Alimentación y grupos alimentarios relevantes para


el cáncer. Potenciales carcinógenos de la dieta 
La influencia de la dieta y la nutrición puede ser específica para el tipo y sitio o
localización de los tumores malignos, siendo el cáncer de colon y recto uno de los
más fuertemente asociados a ello. También es importante recordar que la
prevalencia de exposición a alimentos y patrones alimentarios es diferente entre
países o regiones.
Factores alimentarios que actúan en la predisposición del cáncer

*El exceso de calorías en la ingesta y la obesidad se asocian con determinados tipos de


cánceres, tales como el de mama y de endometrio.

*El exceso de grasas se asocia con mayor riesgo de cáncer de mama, colon y próstata.

*El alcohol pare jugar un rol causal en la formación de tumores de boca, laringe y esófago.

*Los nitratos, nitritos dietéticos (relacionados con las nitrosaminas), usados en los procesos
de salado, curado y conservación de alimentos, intervienen en la carcinogénesis gástrica.

*Las formas de preparación de alimentos, donde se produce la combustión del carbón y


tostación de proteínas, pueden causar contaminación en los alimentos con productos
carcinógenos relacionados con el cáncer de esófago y estómago.

Factores alimentarios que actúan en la prevención del cáncer

*La fibra dietética tiene un posible efecto protector respecto del cáncer de colon y recto.

*La vitamina A y sus precursores (carotenoides) son posibles inhibidores de la


carcinogénesis en la piel, glándulas mamarias, esófago y aparato respiratorio.

*Las crucíferas (col, repollo, repollito de Bruselas, brócoli y coliflor) tienen compuestos
anticancerígenos, como los isotiocianatos.

*La vitamina C podría ser un posible protector del cáncer gástrico y esófago; y por otro
lado, inhibe la formación de nitrosaminas.

*La vitamina E, por su función antioxidante, puede proteger de la carcinogénesis (fuente de


Vitamina E: aceites vegetales y germen de trigo).

*La ingesta de calcio y vitamina D se asocia con bajo riesgo de cáncer de colon. (Somoza y
Toresani, s.f., https://idoc.pub/documents/lineamientos-para-el-cuidado-nutricional-
torresani-6ng2epkr0jlv)
Figura 4: Recomendaciones para la prevención del cáncer

El patrón alimentario tiene un componente cultural, antropológico, y por ello


se describe como el conjunto de alimentos y productos alimentarios que una
población consume de manera habitual. Sintetiza representaciones, creencias,
conocimientos y prácticas asociadas a la alimentación, heredadas o
aprendidas y compartidas por un mismo grupo social determinado. 

Actualmente, se ha llegado a un consenso sobre el tipo de alimentación más


recomendable, a fin de fomentar la protección de la salud y prevenir
trastornos causados por excesos, déficits y, sobre todo, desequilibrios en la
alimentación. Una alimentación equilibrada ha constituido el tema central de
los programas de educación nutricional. Este concepto de equilibrio surge del
supuesto de que una alimentación variada incluye los aportes óptimos de
energía y nutrientes y, por tanto, será capaz de cubrir las necesidades
nutricionales más fácilmente que una alimentación restrictiva.
El concepto de variedad es lógico: supuestamente, la diversidad de alimentos
permitirá compensar la insuficiencia de un nutriente concreto por su aporte
en otro de los que componen nuestra alimentación. Al mismo tiempo, al
consumir alimentos variados es difícil que la cantidad resulte excesiva y, por
ello, es posible minimizar el impacto de algún componente tóxico que, de
manera natural o artificial, pueda contener un determinado alimento.

Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es que las personas, según sus
características y circunstancias, presentan necesidades nutricionales
diferentes y, por este motivo, su alimentación debe responder a ellas, de ahí
el concepto de adecuación a estas demandas. Así, un régimen alimentario
saludable debe contemplar los requerimientos individuales y observar las
recomendaciones aceptadas para conseguir un estado nutricional óptimo, es
decir, un estado de equilibrio entre el ingreso de nutrientes y sus
requerimientos” (Bonada, 2008, pp. 18-21).

-alimentos: Es obtenido directamente de la naturaleza y consumido sin sufrir modificaciones


en su estructura y propiedades, por ejemplo, una fruta consumida al pie de un árbol.

-producto alimentario: Es obtenido mediante la transformación industrial de los productos


obtenidos de la naturaleza. Ej.: yerba mate.

Otro aspecto que se debe considerar cuando se interpreta la relación dieta-


cáncer es que la alimentación forma parte de un estilo de vida, de la cultura
de una determinada población, que vive en un cierto hábitat, con
determinadas características de suelo, clima, disponibilidad y acceso a los
alimentos y tecnología, preferencias, costumbres, creencias, saberes y
condiciones materiales de vida, entre otros factores. 

Entre los potenciales cancerígenos más importantes de la dieta occidental se


han propuesto las nitrosaminas, las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos
policíclicos aromáticos, los cuales derivan del tratamiento en la elaboración
de ciertos productos alimentarios o del tipo de cocción de alimentos como las
carnes; no obstante, actualmente se sostiene que el aumento de riesgo de
cáncer está más asociado a condiciones más complejas como la obesidad y
una alimentación habitual desequilibrada y pobre en verduras y frutas.

Alimentos de origen animal


Carnes 
En este grupo se incluyen la carne vacuna o res, pollo y aves de corral en general, cerdo,
cordero, sean sus músculos esqueléticos como los órganos internos, brozas,
vísceras/achuras (sesos, hígado, riñón, lengua, mondongo, intestino/chinchulín y tripa
gorda), pescados y frutos de mar. También, fiambres o cecinas, embutidos, picadillos y
paté, entre otros. 

El consumo de carnes rojas es alto en algunos países del cono sur como Argentina. Las
carnes aún magras contienen un 50% de ácidos grasos monoinsaturados (MUFA) y entre un
40-50% de ácidos grasos saturados. El hierro hem se encuentra solo en alimentos de origen
animal y es la fuente más importante para la formación endógena de nitrosaminas, por lo
que podría aumentar el riesgo de algunos tumores, como el cáncer gástrico y de colon. Por
su parte, los pescados aportan ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), que podrían
desempeñar una función protectora en el proceso carcinógeno. 

Los métodos de preparación y conservación de alimentos de origen animal promueven el


cáncer de colon y recto, y otros tumores, como el cáncer gástrico, sobre todo las técnicas
como el ahumado, curado o conservas en sal o por adición de conservantes (nitritos) o por
la cocción a altas temperaturas y en contacto con el fuego. 

Los nitritos como conservantes previenen la contaminación bacteriana y otorgan color y


sabor a los productos cárnicos. Estos pueden formar compuestos N-nitrosos, muchos de
ellos reconocidos como carcinógenos. 

La cocción a altas temperaturas (+ de 150 °C) por calor seco induce la formación de aminas
heterocíclicas, compuestos que se generan a partir de los aminoácidos y de la creatinina
presentes en las carnes cuando estas se someten a altas temperaturas, como las necesarias
para la formación de costra tostada en la superficie. 

Algunos hidrocarburos aromáticos policíclicos se forman mediante la combustión y


contacto de las grasas de la carne con el carbón utilizado para asar, generando compuestos
que se volatilizan y se adhieren al alimento. 

Leche y productos lácteos 


En este grupo se incluyen la leche, quesos, yogur. En este caso, el calcio y la vitamina D
tienen gran incidencia en la carcinogénesis en relación con los tumores de colon, recto y
próstata, ya que pueden ayudar a reducir el riesgo de estos tipos de cánceres.
Alimentos de origen vegetal
Este grupo incluye cereales, legumbres, hortalizas y verduras, frutas, frutos secos y
semillas. Asimismo, forman parte las hierbas aromáticas, especias y condimentos. Es
importante aquí aclarar que muchos alimentos de origen vegetal tienen propiedades
farmacológicas como la amplia familia de los flavonoides (arándanos, ciruelas, fresas,
coliflor, brócoli, puerro, cebolla, chocolate amargo, vino tinto, té verde, cítricos).
Los frutos secos como las nueces, las almendras y algunas semillas, son fuentes de PUFAs
esenciales (su nombre procede del inglés: Poly-Unsaturated Fatty Acids), es decir,
alimentos antiinflamatorios que suprimen la respuesta inflamatoria del sistema inmune.
Dentro de este grupo podemos incluir a la cúrcuma. 

Veamos a continuación aquellos alimentos de origen vegetal que poseen propiedades


anticancerígenas:

 Compuestos bioactivos anticancerígenos: carotenoides, folatos,


vitamina D, vitamina C y E, quercetina (flavonoide), piridoxina y
selenio, licopeno de los tomates. 
 Protectores contra el cáncer de colon y recto: las fibras. El germen de
los granos y semillas es rico en PUFAs, proteínas y fibra. 

Por su parte, las aflatoxinas de cereales y legumbres, cuando las condiciones de


almacenamiento y conservación no son las adecuadas, son consideradas carcinogénicas
para el hígado. La acrilamida, compuesto que se forma durante la cocción a altas
temperaturas y escasa humedad de alimentos ricos en almidón, como cereales y papas o
batatas, ha sido declarada como probable carcinógeno. 

Es importante una buena cocción de los vegetales, ya que la misma aumenta la


biodisponibilidad de los nutrientes contenidos en ellos. Se prefieren los métodos de cocción
húmedos como hervidos o al vapor.
Grasas y aceites
Las grasas son de origen animal (vacuno y cerdo); además, son ricas en ácidos grasos
saturados y colesterol y son sólidas o semisólidas a temperatura ambiente; por su parte, los
aceites son el producto de la industrialización de las semillas oleaginosas (girasol, oliva,
maíz, soja, uva). 

Es habitual en América del Sur el uso de aceites mezcla. Los aceites de origen vegetal y de
fuentes marinas son líquidos, generalmente debido al gran número de insaturaciones y de
sus largas cadenas. El aceite de oliva, particularmente muy utilizado en la dieta
mediterránea, contiene entre un 70-86% de ácido oleico (MUFA), así como
compuestos antioxidantes como vitamina E, compuestos fenólicos y coenzima Q. Estos
componentes pueden prevenir la formación de radicales libres e inhibir la proliferación
celular. Al aceite de oliva extra virgen hay que agregarle la presencia de vitamina A,
fitoesteroles, polifenoles y otros flavonoides, estos últimos relacionados con la reducción
del riesgo de diversos tipos de tumores. El aceite de oliva extra virgen contiene oleocantal,
potente antiinflamatorio no esteroideo. 

Los ácidos grasos alimentarios esenciales para la vida son el ácido linoleico y linolénico, y
deben ser provistos externamente a través de la dieta. Los PUFA de cadenas más largas y
con mayor insaturación, entre los que se encuentran el ácido araquidónico, el ácido
eicosapentanoico y el ácido docosahexaenoico son sintetizados a partir de los primeros en
condiciones normales (dicho proceso de síntesis está perturbado en las células cancerosas),
aunque también pueden ser aportados por la dieta. 

Los ácidos grasos trans provienen de la hidrogenación industrial de los ácidos grasos
insaturados (MUFA y PUFA) en la fabricación de margarinas y otros productos, que se
comportan como saturados en el organismo con gran poder aterogénico.

Sal y bebidas
Un exceso de consumo de sal (mayor a 5 gramos/día) puede producir una inflamación
crónica de la mucosa gástrica que favorece el desarrollo de lesiones precursoras del cáncer
gástrico. 

En el grupo de bebidas se incluyen el agua, los jugos de frutas, las bebidas saborizadas con
y sin gas, las infusiones y las bebidas alcohólicas. En regiones de Latinoamérica, entre ellas
Argentina y Chile, el agua está naturalmente contaminada con arsénico, que ha sido
clasificado como cancerígeno humano, pudiendo producir cáncer de pulmón. 

Las infusiones o bebidas calientes incluyen una gran variedad de bebidas populares, tales
como: té, café y mate. Todas ellas contienen cafeína, varios antioxidantes y compuestos
fenólicos, algunos con probada acción antineoplásica en modelos experimentales. El hábito
de tomar mate en bombilla con agua muy caliente en América del Sur puede producir
irritación crónica y aumentar el riesgo de cáncer de esófago. 

Con respecto a las bebidas alcohólicas, la cerveza, elaborada con cebada y lúpulo, posee
compuestos polifenólicos bioactivos que le dan color y son antioxidantes, aunque su
proceso de fabricación lleva a que contenga compuestos nitrosados. El vino tinto contiene
gran cantidad de compuestos fenólicos y polifenoles, en especial resveratrol con potencial
poder antineoplásico en modelos experimentales. Con todo, el exceso de alcohol ha sido
asociado positivamente con diversos tipos de tumores malignos.

Principales fuentes alimentarias de compuestos y


nutrientes relevantes para el cáncer 
Respecto de las fuentes alimentarias de compuestos y nutrientes relevantes para el
cáncer, observemos a continuación un gráfico que explica cuáles son los alimentos
ricos en nutrientes específicos relevantes para el cáncer.

Figura 5: Fuentes alimentarias de los distintos nutrientes 

NUTRIENTE / COMPUESTO FUENTES ALIMENTARIAS


FIBRA DIETÉTICA Frutos secos, legumbres, cereales, frutas y
(soluble e insoluble) verduras
ACIDOS GRASOS
Carnes grasas, láctea, manteca, aceite de palma y
coco, fiambres, alimentos industrializados.
 Saturados
Aceites vegetales (oliva, canola/colza y girasol).
 Monoinsaturados
Pescados (salmón, arenque, caballa y anchoa).
 Poliinstaurados (w-6)
La mayoría de los aceites vegetales.
Frutas (guayaba, papaya, kiwi, melón y sandía).
VITAMINAS ANTIOXIDANTES
Verduras (brócoli, pimiento, espinacas, tomate,
berros, coliflor, leche, hígado, mantequilla, yema
 Vitamina C
de huevo, aceite de bacalao.
 Vitamina A
Zanahorias, espinaca, calabaza, papaya, mango,
 Betacarotenos
brócoli, aguacate, chiles, pimientos.
 Vitamina E
Aceite de girasol, soya/soja, oliva, harina de maíz,
almendras, y maní/cacahuetes.
FITOESTRÓGENOS
Legumbres y gramíneas (soja y trébol rojo)
 Isoflavonas
Semilla de linaza y legumbres
 Lignanos

MINERALES
Pescado, carnes, vísceras, cereales.
Leche y productos lácteos, y en menor proporción,
 Selenio
pescados, mariscos, cereales, frutos secos y
 Calcio
legumbres.
Legumbres, té, vino tinto, frutas y verduras de
POLIFENOLES color rojizo y morado, cebolla, ajo, frutos secos,
chocolate, cacao, yerba mate y aceite de oliva

Fuente: Gonzales C.A, Agudo. A, Lopez Carrillo L. Nutrición y Cáncer. Lo que la ciencia
nos enseña. Editorial Panamericana 2015.

Potenciales cancerígenos de la dieta


Los potenciales cancerígenos de la dieta son aquellas sustancias tóxicas
directamente relacionadas con la posibilidad de desarrollar cáncer. La definición de
potencial significa que existe una posibilidad de aparición de la enfermedad. 

A continuación, observaremos cuáles son estas sustancias: 

Figura 6: Potenciales cancerígenos de la dieta


Dieta mediterránea en la prevención del cáncer
La dieta de estilo mediterráneo se refiere a un conjunto de alimentos típicos que conforman
una dieta tradicionalmente seguida por poblaciones que habitan las zonas próximas al mar
mediterráneo, en países del sur de Europa. Se caracteriza por un abundante consumo de
alimentos de origen vegetal (frutas, hortalizas, pan, y otros cereales, legumbres, frutos
secos), aceite de oliva como principal fuente de lípidos, moderado consumo de vino,
productos lácteos (quesos y yogur), pescado, pollo y huevos, así como bajo consumo de
carnes rojas y procesadas. 

Figura 7: Pirámide de la dieta mediterránea


Posibles mecanismos de acción en la reducción del
riesgo de cáncer 
Los mecanismos de acción a través de los cuales ciertas vitaminas y otras sustancias
contenidas en los alimentos que nos ofrece la dieta mediterránea pueden ser:
Tabla 2: Mecanismos de acción de algunas vitaminas y compuestos
Vitaminas y compuestos Mecanismos de acción
Vitamina C, Vitamina E, carotenoides,
Antioxidantes.
flavonoides, resveratrol .
Vitamina A, Vitamina E, Polifenoles. Diferenciación y proliferación celular.
Ácido Fólico. Inducción, síntesis y reparación del ADN.
Vitamina C, Vitamina E, Compuestos Reducción de aductos en el ADN,
sulfurosos, polifenoles. inhibición de compuestos químicos.
Vitaminas y compuestos Mecanismos de acción
Vitamina C y Resveratrol. Respuesta inflamatorio inmunológica.
Inducción-Inhibición enzimática (CY-
Glucosinolatos (isotiocianatos, indoles).
GST- COX).
FITOESTRÓGENOS (lignanos,
Efectos hormonales.
isoflavonas).
Reducen la proliferación celular, inducen
Fibra Soluble e Insoluble, resveratrol.
apoptosis, reducen hiperglucemia.

Hay abundante evidencia con respecto al efecto de estos compuestos en la


modificación del riesgo de cáncer, especialmente en estudios de laboratorio.
En el cuadro que presentamos más arriba, se detallan los mecanismos por los
cuales la dieta mediterránea puede reducir el riesgo de cáncer, sumado al
bajo consumo de carnes rojas lo que representa una menor exposición a
compuestos químicos potencialmente cancerígenos como las nitrosaminas,
los hidrocarburos policíclicos aromáticos o las aminas heterocíclicas. 

Finalmente, es importante recordar que el nivel de riesgo de cáncer en un


país puede estar determinado por un conjunto amplio de factores (dieta,
alcohol, tabaco, obesidad, etc.) que no se miden ni se controlan en la
elaboración de datos de este tipo de estudios que valoran la incidencia de la
dieta en el riesgo de padecer cáncer.

Importancia de la actividad física en la prevención


del cáncer 
Para comenzar, vamos a distinguir entre actividad física, ejercicio y deporte. Se
considera actividad física a cualquier movimiento corporal producido por
contracciones músculo-esqueléticas que generan un gasto de energía. Por su parte,
el ejercicio es un tipo de actividad física planificada, estructurada y repetitiva
efectuada con el fin de mantener o mejorar uno o más componentes de la condición
física. Finalmente, el deporte es el ejercicio que se realiza siguiendo unas normas y
con espíritu competitivo. 
Componentes de la Dimensiones de la actividad Grados de intensidad de
condición física relacionados física actividad física
con la salud
Composición corporal, Actividad física ocupacional, Leve, moderada y vigorosa
Componentes de la Dimensiones de la actividad Grados de intensidad de
condición física relacionados física actividad física
con la salud
actividad física en el entorno
resistencia
doméstico, actividad física
cardiorrespiratoria,
durante el tiempo libre
flexibilidad, resistencia y
(actividad recreativa o
fuerza muscular
deportiva)

Actividad física y carcinogénesis

Se ha sugerido que la actividad física actuaría de forma indirecta: un bajo


nivel de actividad en combinación con una dieta inadecuada llevaría a un
desajuste del equilibrio energético que tendría como resultado un incremento
de la adiposidad, especialmente de la obesidad abdominal, sustrato común
que mediante diversos mecanismos llevaría a la carcinogénesis. 

Diversos mecanismos podrían explicar la relación entre la actividad física y el


cáncer. Entre estos se encuentran el posible efecto sobre las hormonas
sexuales (por una reducción de los niveles de estrógenos y andrógenos), los
factores relacionados con la resistencia insulínica (debido a los menores
niveles circulantes de insulina y leptina) y la inflamación crónica (reducción de
los niveles de marcadores de inflamación como la proteína C reactiva y
diversas interleucinas). Estos mecanismos son compartidos con los posibles
efectos hormonales y metabólicos de la dieta y la obesidad. 

La Guía de la Sociedad Americana Contra el Cáncer recomienda que los adultos


realicen, al menos, 150 minutos semanales de actividad física de intensidad
moderada, o 75 minutos semanales de actividad vigorosa (o una combinación
de ambas), preferiblemente repartidos en varios días. Asimismo, recomienda
limitar las conductas sedentarias como permanecer sentados, acostados o
viendo la televisión. El World Cancer Research Fund/American Institute for
Cancer Research (WCRF/AIRC) ofrece recomendaciones similares.
El rol del Licenciado en Nutrición en atención
primaria de la salud (prevención y promoción)
El Nutricionista Clínico en el área desempeña una función concreta mediante sus
conocimientos y habilidades específicas, en la aplicación terapéutica de la ciencia de
la nutrición. El carácter interdisciplinario de la formación posibilita la actuación en
distintos ámbitos laborales: hospitales públicos y privados, de la seguridad social en
atención de pacientes internados, en servicios o áreas de alimentación y nutrición de
los hospitales, clínicas (consultorios externos de pacientes ambulatorios), sanatorios
o centros de salud, cumpliendo funciones preventivas, terapéuticas, gestión,
educación, docencia, investigación, asesoría y de auditoría en el campo de la
nutrición, donde sea necesario realizar la prevención y/o tratamiento de
enfermedades relacionadas con la nutrición. (Canicoba, 2013,
https://www.medigraphic.com/pdfs/revcubalnut/can-2013/can131l.pdf)

Tradicionalmente, el concepto de clínica proviene del griego kliní, que quiere


decir “lecho”, “cama”, y refiere al diagnóstico realizado al pie de la cama del
enfermo, a través del relato de su sintomatología y de los signos obtenidos en
la exploración física. Cuando hablamos del nutricionista clínico, entonces, nos
referimos solo al trabajo clínico, no a la nutrición social, nutrición en ciencia y
tecnología de alimentos o a la gestión de servicios de nutrición. Su objeto de
trabajo es la evaluación y atención nutricional a individuos, en riesgo o
enfermos, en las unidades y servicios de salud del sector público y privado.

Recomendaciones generales para prevenir el cáncer

Sobre la base de evidencia científica existente, se han desarrollado diversas


recomendaciones para promover pautas saludables y evitar conductas y
hábitos que incrementan el riesgo. La ocurrencia de un cáncer se mide en
términos de probabilidad. Cuanto mayor sea la adherencia a pautas
saludables, menor será la probabilidad de padecer cáncer.

El European Code Against Cancer expone 7 recomendaciones básicas:

 No fumes; si no puedes dejar de fumar, no lo hagas en presencia de no


fumadores.
 Evita la obesidad.
 Haz actividad física cada día.
 Incrementa el consumo diario de frutas y verduras (al menos 5
porciones al día) y limita el consumo de grasa de origen animal.
 Si bebes alcohol, limita su consumo a dos bebidas por día si eres varón
y a una al día si eres mujer.
 Evita la exposición excesiva al sol, protegiendo a niños y adolescentes. 
 Aplica una regulación estricta para evitar la exposición a sustancias que
se sabe producen cáncer y propone la protección de las radiaciones.
 Por otro lado, recomienda la participación en programas de cribado
para prevenir la morbilidad y la mortalidad por cáncer.

Resumen de la unidad
Al comienzo de la unidad, planteamos como propósito comprender el impacto que
tiene una alimentación saludable en la prevención del cáncer y actuar, en
consecuencia, a través de estrategias de educación alimentaria que puedan jugar un
rol activo para transmitir un efecto benéfico en la salud de toda la población. Para
ello, revisamos evidencias científicas que van adjudicando un rol protector
modificable a los alimentos en relación con el desarrollo de los diferentes tipos de
cáncer. Asimismo, vimos que el aumento de riesgo de cáncer está asociado a
condiciones más complejas, como la obesidad y una alimentación desequilibrada. 

Respecto de la influencia de la dieta y la nutrición, comprendimos que su influencia


es específica según el tipo de cáncer del cual se trate. Por otra parte, fue necesario
entender que existen diversos mecanismos que explican la relación entre la actividad
física y el cáncer. 

Paralelamente, vimos que entre los potenciales cancerígenos más importantes se


encuentran las nitrosaminas, las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos
policíclicos aromáticos. Todos los mencionados derivan del tratamiento dado en la
elaboración de ciertos productos alimentarios o del tipo de cocción de ciertos
alimentos, como las carnes.

También, exploramos la dieta mediterránea que, en la prevención del cáncer, es un


modelo de alimentación que se considera equilibrado y saludable, ya que se
caracteriza por un abundante consumo de alimentos de origen vegetal (frutas,
hortalizas, pan, y otros cereales, legumbres, frutos secos), aceite de oliva como
principal fuente de lípidos, moderado consumo de vino, productos lácteos (quesos y
yogur), pescado, pollo y huevos, así como bajo consumo de carnes rojas y
procesadas. 
Conceptos como dieta equilibrada fueron tratados a partir del supuesto de que una
alimentación variada incluye los aportes óptimos de energía y nutrientes y, por tanto,
será capaz de cubrir las necesidades nutricionales más fácilmente que una
alimentación restrictiva.

Por último, esbozamos las principales funciones del nutricionista clínico en el área
en cuestión haciendo hincapié en el carácter interdisciplinario del abordaje y el
seguimiento del paciente. 

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