LA TRASHUMANCIA - Ensayo
LA TRASHUMANCIA - Ensayo
LA TRASHUMANCIA - Ensayo
Asimismo, el término “trashumancia” fue utilizado primero dentro del contexto del
pastoralismo del viejo mundo. Usado así, se trataba de migraciones estacionales a diversas
alturas en las montañas en busca de forraje siguiendo rutas regulares y tradicionales, siendo un
aspecto importante en diversas sociedades de cazadores y recolectores.
En la trashumancia se hace manifiesto este «dejar ser», puesto que la irregularidad de los
agentes atmosféricos y la aleatoriedad de suelos se compensan por medio de una utilización
adaptativa e improvisada de los itinerarios. No se trata de transformar el medio o blindarse
frente a la inclemencia, sino de hacer en cada momento una lectura actualizada de las
oportunidades naturales y mover el ganado en consecuencia. Si una tormenta reciente ha
favorecido el retoñar local de la hierba, el movimiento del ganado se ralentiza en los pastos
beneficiados; los retrasos causados por heladas y sequías pueden aconsejar la elección de rutas
alternativas.
La geografía del mundo andino es irregular porque es montañosa. Los territorios llanos son
escasos y siempre están asociados a la existencia de antiguos lagos o a procesos aluviales. Se
supone que, durante el período tardío del Pleistoceno, conocido en el Perú como Glaciación
Andina, el litoral peruano era más ancho, debido a un descenso de casi 100 metros del nivel del
mar en la época de máxima glaciación.
Además, el clima era igualmente seco o aún más que el actual. De cualquier modo, para las
poblaciones animales y vegetales de la costa eso debió significar cambios mayores. Ollivier
Dollfus, un geógrafo francés, afirma que “en el desierto peruano hubo disminución de las
brumas costeñas con aminoramiento de la corriente fría y probablemente algunas raras y
copiosas lluvias, relacionadas con el acrecentamiento de los fenómenos de convección entre las
altas sierras frías y las llanuras cálidas”.
De otro lado, la existencia de un mayor número de glaciares, con sus típicos entornos lacustres
de bosques fríos y páramos, hizo posible un mayor número de cursos de agua que, a su vez,
conformaron más áreas humedecidas en lo que hoy son desiertos. Eso explica la existencia de
restos muy frecuentes de flora y fauna en zonas hoy totalmente desertificadas.
La subsistencia de estos animales, mayormente herbívoros, requería de una flora que hoy solo
parcialmente podría satisfacer sus necesidades. Además, sus restos se han encontrado en
regiones semidesérticas, como Ayacucho, donde debió existir un mayor número de fuentes de
agua, derivadas de glaciares vecinos hoy inexistentes. Esas fuentes estimularon recursos
florísticos ausentes en el paisaje de nuestro tiempo. Pero todo esto no implica cambios
climáticos dramáticos. Según señalan los especialistas, pueden asumirse diferencias de
magnitud, pero con características muy parecidas a las del medio actual. Eso quiere decir que
existía un “mosaico” de paisajes similar al actual, con desiertos, bosques y páramos,
correspondientes en estructura y efectos; pero, diferentes en extensión y ubicación.
Si bien los estudios existentes permiten fijar la presencia humana en coincidencia con el proceso
de regresión glacial (entre 14 y 12 mil años antes de nuestra era), nada hubiera impedido que los
cazadores-recolectores llegaran antes de esta época, en plena glaciación. Aun en los períodos de
mayor enfriamiento, existían valles y bosques que podían ser utilizados por el ser humano. De
cualquier modo, puede presumirse que el proceso de deglaciación, con sus cambios, fue un
factor acelerante en el movimiento de los animales y los seres humanos, en una y otra dirección,
en busca de zonas de vida.
Bajo esta misma línea, muchos de los grupos dedicados al pastoreo y que deben producir
comida para sus pueblos, habitan en áreas en las que las pobres condiciones del suelo, las
precipitaciones y la temperatura brindan limitadas opciones efectivas y sostenibles para el uso
de la tierra. Para enfrentar esta limitante, la movilidad pastoril es la manera que estos ganaderos
han manejado históricamente la incertidumbre y el riesgo en tierras áridas. Para Hocsman
(2003) esto no es solo una respuesta a la geografía y al clima, sino también una construcción
social.
Engel (1973), junto con otros investigadores pioneros como Lanning (1963, 1967) señalaron
que las lomas, formadas por la niebla marina y que florecen de forma estacional a lo largo de la
árida costa del Perú, fueron los primeros escenarios donde vivieron los cazadores-recolectores
del Holoceno temprano y medio. Estos investigadores, además, sugirieron que las lomas eran
mucho más extensas que hoy. Engel argumentó que las lomas proveyeron abundantes recursos
para los cazadores-recolectores trashumantes que vivieron allí durante los meses de invierno: lo
que él llamó el “fog oasis situation” (1981:24).