Apuntesparalaetnohistoriadelos Pijao 2002
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Guillermo Ospina
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Resumen
Los páramos localizados en las tierras altas de la cordillera Central a más de 3600
m.s.n.m., han representado a través del tiempo un espacio de frontera geográfica para
los pueblos asentados en las vertientes y valles interandinos de los ríos Cauca y
Magdalena. Esta frontera sin embargo es dinámica y se considera más como un espacio
de relaciones sociales entre ambas vertientes que como un límite infranqueable. En esta
ponencia, primero se describe brevemente el lugar que ocupa el medio ambiente
páramo a escala regional como un espacio de ocupación humana desde 10.000 años
antes del presente; segundo, se localiza el contexto cultural de la cordillera Central en el
Suroccidente de Colombia, para llegar a la ubicación del páramo de Las Hermosas y
sus connotaciones estratégicas dentro del territorio Pijao desde la visión de algunos
autores. Finalmente, se plantean algunas consideraciones críticas con respecto a la
delimitación del territorio Pijao, y la posible interacción que existe entre ambas
vertientes como escenarios de guerra en el pasado y que se prolongan hasta el presente.
Introducción
La idea central que se intenta sustentar en esta ponencia, es que la región del páramo de
Las Hermosas ha constituido a través del tiempo un lugar persistente para grupos
humanos específicos que sostienen una actitud de resistencia, relacionada con la
utilización del paisaje (terreno) como escenario estratégico en la guerra por el territorio.
El intento analítico, consiste en correlacionar variables de tipo geográfico considerando
el medio ambiente páramo como un espacio de uso sociocultural, con variables de tipo
arqueológico y etnohistórico que definen un contexto de relaciones sociedad-paisaje
sobre un largo período de tiempo.
1
La alta montaña ecuatorial es definida como los ambientes o paisajes por encima de los 3.000 metros
sobre el nivel del mar propios de los Andes ecuatoriales húmedos de Ecuador, Colombia y Venezuela
(Rangel, 1995).
2
Para una discusión sobre el avance y retroceso de los glaciales y límites altitudinales de la vegetación en
la alta montaña relacionado con los cambios climáticos ver los artículos de Gonzáles y Cárdenas (1995),
Molano (1996) y Castaño (1996).
2
De manera recurrente, los estudios arqueológicos sugieren que la alta montaña fue
utilizada inicialmente (hace unos 12.000 años a.p.) por grupos de cazadores recolectores
que subían desde las tierras bajas por las vertientes de las cordilleras en busca de presas
de fauna ahora en su gran mayoría extinta o en vía de extinción; pero también como
espacios de transito transandino. Para entonces, la serie de cambios climáticos globales
y regionales donde alternaban períodos más fríos y más cálidos (avance-retroceso de
glaciales y vegetación) sugieren que la utilización de los recursos de la alta montaña
estuvo asociada con actividades de subsistencia (favorecidas o restringidas) que
cambiaban por intervalos de tiempo. En este sentido, es posible identificar algunos
momentos claves de acuerdo con la escala del tiempo geológico, los cambios climáticos
y las estrategias adaptativas humanas en espacios de alta montaña (ver cuadro No 1).
Por otro lado, además de estar asociada a fuentes de recursos para la cacería y el
tránsito, la utilización del páramo también ha estado relacionada con aspectos rituales y
cognitivos del paisaje que representan concepciones mítico religiosas de los pueblos
prehispánicos (Cárdenas y Gonzáles, 1995). Retomando crónicas de la Conquista
española, Rivera (1992) identifica para el caso del páramo de Guerrero (Boyacá) que,
3
“se practicaban ceremonias religiosas, principalmente relacionadas con las lagunas, de
naturaleza sagrada para la mayoría de las naciones agroalfareras que poblaban nuestro
territorio... se sabe también que el indígena dejó sus huellas en aquellos parajes
cuando los cruzó para comunicarse entre valles más bajos con fines migratorios,
comerciales o guerreros” (13). Los páramos han representado el espacio donde habitan
los ancestros dentro de la geografía sagrada y simbólica de los Andes, es un espacio
“bravo” y de los espíritus (de los muertos), “no apto” para la ocupación permanente del
hombre; es un espacio de tránsito y de frontera entre lo humano y lo divino por el que
solo se pasa y en el que no se permanece.
En síntesis, podemos decir que el páramo y la alta montaña en general, han representado
a través del tiempo un espacio de “frontera” geográfica y de paso obligado, que
restringe el acceso entre las vertientes altas y las tierras bajas y templadas donde se
asienta mayor densidad de población humana de manera permanente. La noción de
frontera geográfica en este contexto es dinámica, ya que fue a través de los accesos
naturales que proporciona el páramo por donde se comunicaron entre sí los habitantes
de los valles interandinos y las vertientes exteriores de las cordilleras que comunican los
Andes con la Costa Pacífica y la Amazonía. Quizás, sea posible comprender por qué el
páramo fue considerado un paisaje sagrado en el pasado si lo pensamos como una
estrategia para trazar fronteras étnicas, controlar el acceso a los recursos y a un territorio
articulando un sistema político administrativo con una geografía sagrada.
4
Rodríguez, 1991; Cifuentes, 1994; Salgado, 1999; entre otros), dan cuenta de una
estrecha relación entre algunas regiones de la vertiente oriental de la cordillera y la
vertiente occidental en la región del Quindío. Cubillos (1946a) plantea que existen
antecedentes de trabajos lingüísticos, antropológicos, etnográficos y arqueológicos
sobre los Pijao que datan de 1943 realizados por iniciativa de Paul Rivet y el Instituto
Etnológico Nacional. De acuerdo con él, existe cierto “parentesco cultural” entre el
subgrupo Pijao y el subgrupo Quimbaya, ambos de la familia lingüística Karib y
evidente en los análisis de la orfebrería3.
De acuerdo con Cubillos (1946a), los límites aproximados del área de asentamientos
Pijao han sido trazados tomando “datos de los cronistas y la influencia del medio
geográfico” que sugieren el filo de la cordillera Central como el límite Occidental de su
territorio. Cifuentes (1994), se refiere la gran variedad de grupos dentro de los llamados
Pijaos distribuidos sobre el territorio del Tolima para el momento de la Conquista (ver
cuadro No. 2) delimitado al Occidente por “el filo de la cordillera Central desde el
nevado del Huila hacia el Norte, hasta un poco más arriba del páramo de Barragán
propiamente en la depresión de Yerbabuena” (61).
5
Garcés y de la Zerda (1994), sugieren que los Pijao “Habitaron ambas vertientes de la
cordillera Central y al parecer utilizaron indistintamente los recursos de los valles, las
laderas selváticas y de los páramos” (90), en el territorio que hoy corresponde al
páramo de Las Hermosas. Con relación a este punto, es importante señalar que no
existen trabajos de tipo arqueológico que confirmen esta última apreciación; y por lo
tanto, en nuestro criterio se trata de una hipótesis todavía abierta a la investigación.
Según ha sido planteado por autores como Cubillos y Cifuentes, antes mencionados, el
área de la cordillera Central entre el nevado del Tolima y el nevado del Huila (hoy
páramo de Las Hermosas), perteneció al territorio tradicional de los indios Pijao
caracterizados por su belicosidad durante la Conquista y Colonia española. Al parecer,
luego de la dramática reducción de la población de estos grupos luego del contacto y
guerras territoriales con los europeos, sus descendientes quedaron confinados a ciertas
zonas cálidas y semiáridas del valle del Saldaña, mientras las tierras altas de la
cordillera entre el Valle y el Tolima permanecieron “deshabitadas” durante varios
siglos.
4
Ver leyenda de los indios Toches y del camino antiguo entre Ibagué y Salento... La distribución
geográfica de la palabra Toche es muy amplia. Inicialmente abarca departamentos como Huila. Tolima,
Valle y Santander... En la vertiente occidental de la cordillera, encontramos esta palabra en
Corregimientos de Buga y Palmira, en este último desempeñó un papel crucial durante la época de la
colonización de la zona montañosa del municipio en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX como
“puerto interior” y punto de enclave para la llegada y partida de inmigrantes rurales de diversas
procedencias.
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Cuadro No 2. Relaciones en la toponimia en la cordillera Central (Valle y Tolima)
Grupos Pijao según el Principales tribus Pijao Grupos Pijao según Nombres de sitios
Archivo General de según Cubillos (1946) Cubillos (1946). En: “Pijaos” actuales en la
Indias fechado 1608. Cifuentes (1994) cordillera Central entre
(En: Cifuentes, 1994) el Valle y el Tolima
Bioima Los Cutiva o Cutiba Quindios VALLE TOLIMA
Bulira Los Aype Puimas (Putimas) Cacuana Cacuana
Canchuma Los del Valle de Las Tuamo Amaime Anaime
Toychi Hermosas Poina Toche Toche
Anayma Los Irico Cacataima Nima Combeima
Ytoima Los Paloma Otaima Irco
Motaima Los Ambeima Coyaima Icarco
Conveyma Los Amoyá Beuni Ocorco
Sutagaos Los Tumbo Paloma
Coyaima Los Coyaima Anatomía
Mola Los Poima o Yaporoge Amoeima
Otaima Los Mayto, Maito o Amoya
Mococua Marto Irico
Amoya Los Mola Totuamo
Boboroma Los Ataima u Otaima Ombecho
Aneytoma Los Cocataima Natagaima
Calorama Los Tuamo Cutiva
Ambeyma Los Bulira Pana
Paloma Los Ocama Sutagao
Natagayme Los Behuini, Beuni o Cunday
Tumbo Biuni
Lutura Los Ombecho
Totumo Los Anatoima
Orli Los Indios del Valle de
Duhos La Palma y los Totumos
Los Natagaima
Los Indios de Los
Organos, Pana o Pamao
Los Indios del Valle de
Miraflores
Los Guarro
Los Tonuro
Los Hamay y Zearco
Los Lucira
Los Quindio
Salgado y Gómez (2000), plantean que para la zona de Cajamarca (La línea) no hubo
mucho interés de los conquistadores españoles de establecer asentamientos
permanentes debido a las condiciones topográficas y climáticas. “Por el contrario, estas
condiciones medio ambientales fueron aprovechadas como refugio por las diferentes
parcialidades indígenas de ambas vertientes de la cordillera Central, incluyendo grupos
del piedemonte (valles medios del Magdalena y Cauca)” (156).
7
En este sentido, podríamos inferir que los Pijao no fueron como tal un grupo étnico o
comunidad específica propiamente dicha, sino que denotaba una “actitud” específica
que tenían un conjunto de grupos (pobladores y refugiados)5 que hacían de la guerra
una estrategia de resistencia para conservar sus territorios de ataque y retirada contra
las avanzadas colonizadores y los pueblos coloniales localizados en las vertientes bajas
de la cordillera y los valles interandinos. Valencia (1991), plantea que “Durante el
período comprendido entre 1550 y las primeras décadas del Siglo XVII, estos grupos
aborígenes se caracterizaron por oponer una tenaz resistencia al proceso de conquista y
colonización, lo cual, motivó, en la práctica, el establecimiento de una frontera de
guerra a lo largo de la cordillera Central..., frontera interna que se había creado en la
cordillera Central y que separaba la Gobernación de Popayán y en Nuevo Reino de
Granada” (citado en Salgado y Gómez, 2000, 96).
Al parecer, la hegemonía Pijao colapsó con el paso del tiempo ante la gradual
imposición del poder de los europeos que lograron doblegar una resistencia “feroz”, al
punto de que entre los siglos XVIII y XIX quedaron reducidos solo a ciertas áreas del
Tolima donde fueron asimilados por la población mestiza o por grupos como los
Coyaimas y los Natagaimas asentados en el valle seco del Saldaña. Desde entonces, el
territorio Pijao permaneció aparentemente deshabitado y continuó siendo percibido por
la memoria social de sus zonas aledañas como un espacio de peligro, aspecto que
constituye en el presente un campo abierto a la investigación.
Conclusión
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boyacense y nariñense en el área alrededor de una economía basada en la caza,
recolección y la consolidación de la horticultura como parte de una economía de
mercado regional.
Comparar las relaciones culturales que existen entre las sociedades que habitaron las
tierras altas de la cordillera Central entre las vertientes del Cauca y el Magdalena
(cuencas altas del los ríos Amaime, Nima y Bolo (Valle) y Amoyá, Anamichú y
Cambrín (Tolima)), implicaría considerar una gran cantidad de materiales provenientes
de investigaciones arqueológicas y etnohistóricas que hasta el momento no está
disponible para abarcar un contexto de relaciones regional.
Los accesos naturales del páramo sin embargo, suponen la posibilidad de comunicación
entre ambas vertientes de la cordillera, hecho que puede ser sustentado en el presente
por el tránsito de campesinos que atraviesan la cordillera (La Línea) utilizando caminos
herradura entre el Valle y el Tolima. Hasta el momento, se cuenta con la investigación
de sitios específicos en las vertientes del Tolima y se ha avanzado sobre una
periodización que abarca desde un período precerámico hasta uno tardío preconquista.
Para el caso del Valle, las investigaciones se han concentrado en las tierras planas del
valle geográfico mientras la cordillera ha permanecido indocumentada en términos
arqueológicos.
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El caso de los asentamientos Paeces en el sur del Valle es considerado como uno de los casos más
notables de recomposición social indígena en las estrategias de expansión y recuperación de territorios
étnicos. Sería interesante pensar en el área de la cordillera que ocuparon grupos Paeces en el pasado
durante un largo período de tiempo y su relación (conflicto o convivencia) con los Pijao y con los grupos
de las tierras bajas en los valles geográficos. Es posible que las evidencias arqueológicas halladas las
cuencas medias y altas de los ríos Amaime, Nima, Bolo puedan ser relacionadas con asentamientos
tardíos de resistencia durante el período de la colonia española? Grupos humanos explotando los recursos
de la alta montaña (caza, recolección, horticultura) y defendiendo un territorio estratégico desde el punto
de vista militar. Evidente aquí cierta analogía histórica con lo que observamos en el presente con los
grupos guerrilleros que conservan la montaña como su territorio tradicional de ataque y retirada.
9
de ataque y retirada desde la Colonia española hasta la guerra de guerrillas de nuestros
días.
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